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Presentación del p.

Silverio Velasco
C. PROPIEDADES
DE LOS LIBROS SAGRADOS
La Sagrada Escritura tiene un carácter divino. Por
lo tanto debe tener 1) unidad: único libro, la Biblia.
2) Verdad y santidad:
deben orientar hacia la
salvación.
3) Perennidad e
inmutabilidad. Debe ser
útil a todos los hombres
de todos los tiempos y
culturas.
CAPITULO I: LA UNIDAD DE LA BIBLIA
1.La unidad de la Biblia,
exigencia de su origen divino.
Los libros del Ant. y N.
Testamento, a pesar de su
diversidad en tiempos y
perspectivas, tienen un
único autor principal, que
es Dios.
Los hagiógrafos tuvieron
un mismo Maestro y
fueron conducidos por el
mismo Espíritu.
En un escrito de un solo
autor puede fallar la
unidad por cambios de
juicios o errores.
En la Biblia la unidad es
más cierta por el autor
principal.
Unidad no es uniformidad,
por los diversos autores
humanos.
Unidad es la armonía mutua entre las verdades salvíficas
contenidas en los textos bíblicos, en virtud de la cual unos a
otros se iluminan, sin que exista ni pueda existir ninguna
oposición o contradicción entre ellos.
2. La unidad entre el A. y el N. Testamento.
a. Centralidad cristológica de la Biblia.

“Todas las páginas de los dos


Testamentos convergen hacia
Cristo, como a su punto
central”, decía san Jerónimo.
Lo mismo dice el Catecismo de
la Iglesia Católica 102. Y cita a
san Agustín quien nos habla
de un mismo Verbo o palabra
de Dios que se extiende a
todas las Escrituras.
b. Relación entre los dos Testamentos
Los textos del Antiguo Testamento “adquieren y
manifiestan su significado pleno en el Nuevo” y a su vez “lo
iluminan y explican” (DV 16).
La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada,
sobre todo, a
preparar, anunciar
proféticamente y
significar con
diversas figuras la
venida de Cristo
redentor universal y
la del Reino
mesiánico” (DV 15)
El anuncio por medio de profecías.
En el DV 15, se cita, primero, lo que Jesús les dijo a
los dos discípulos de Emaús:
“Es necesario que se
cumpla todo lo que
está escrito en la Ley
de Moisés y en los
Profetas y en los
Salmos acerca de mí”.
Indica las tres partes
en que se dividía la
Biblia judía. Es la
totalidad de la Biblia.
Jesús, ante los judíos que no le reconocen el
derecho a llamarse Hijo de Dios, apela al
testimonio de Juan Bautista, a los milagros y a las
Escrituras. Dice de éstas:

“Escudriñad las
Escrituras, ya que
vosotros pensáis
tener en ellas la vida
eterna: ellas son las
que dan testimonio
de mí” (Jn 5,39).
San Pedro (en I P
1,10) recuerda
que ya habían
sido anunciadas
por los profetas
las gracias que
vendrían a la
comunidad
mesiánica. Dice:
“Sobre esta salvación investigaron e indagaron los profetas
que vaticinaron acerca de la gracia que recibiríais”.
Así que los misterios relacionados con la persona de Cristo
y su obra habían sido proclamados con antelación en los
textos del Ant. Testamento. No sólo de modo genérico, sino
sobre varios episodios particulares de su vida.
La significación por medio de “figuras”.
Al hablar del Ant.Testamento, dice san Pablo:
“Todas estas cosas les sucedieron como en figura; y
fueron escritas para escarmiento nuestro” I Cor
10,11.
La salvación por
medio del bautismo,
dice san Pedro que
está prefigurada en
el diluvio, en el arca
de Noé, y en el paso
del Mar Rojo.
El Ant. Testamento, además del sentido literal-
histórico, posee un contenido profético, que es
tipológico que va delineando la persona de Cristo.

Jesús mismo,
en su
predicación,
usó el Ant.
Testamento
como tipo de
verdades
nuevas.
Así decía que el maná recogido en el desierto
prefiguraba la Eucaristía, verdadero pan del cielo.

Y la serpiente
levantada en el
desierto sería
signo de El
mismo
levantado en la
cruz para
salvación de la
humanidad. (Jn
6,32; y Jn 3,14)
c. El Nuevo Testamento, plenitud del Antiguo
No es una sucesión de dos cosas complementarias,
como el alma y el cuerpo en el hombre,
o el oxígeno
y el
hidrógeno
para formar
el agua.

El ejemplo tradicional es el del árbol.


El Ant. Testamento sería la semilla, el germen
del árbol, que sería el Nuevo Testamento.
Con el Nuevo testamento se ha desvelado el
significado profundo de muchos textos del Ant.
Testamento.

Cristo, el Hijo de Dios, el


Verbo hecho carne, es el
portador supremo de la
revelación y el supremo
contenido de ella.

En Cristo la revelación
alcanza su cumplimiento y
su perfección.
El Nuevo Testamento muestra con y por Jesús la
verdad de la revelación divina.

(DV 2):
Cristo es
“mediador
y plenitud
de toda la
Revelación”
Por eso “no hay que
esperar ya ninguna
revelación pública antes
de la gloriosa
manifestación de
nuestro señor
Jesucristo” (DV 4)
Dice el Catecismo:
“Palabra única, perfecta y definitiva”.
Por eso no puede haber oposición o ruptura entre los dos
testamentos. Sería como la herejía de los maniqueos o
algunas interpretaciones modernas buscando oposición.
Presentación del P. Silverio Velasco
EXTRACTADO
de la “Introducción General a la Biblia”
del P. Miguel Angel Tábet

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