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ARISTÓTELES

El filósofo por excelencia


Traer a las ideas de vuelta al mundo
Algunos datos biográficos
importantes
O Aristóteles era extranjero (por su lugar de
nacimiento) y no gozaba de todos los
derechos de un ciudadano ateniense.
O Discípulo de Platón por más de veinte años
(su apodo, nous, «inteligencia»)
O No hay tema humano que no sea abordado
por su filosofía: ni uno solo.
O Fue convocado por el propio Rey Filipo de
Macedonia para ser el preceptor de su hijo:
el futuro Alejandro Magno.
Punto de partida: negación de
todo dualismo
O La realidad tal como la percibimos ES la
realidad y no una «sombra de una copia»
como sostenía su maestro.
O En esa realidad que tenemos delante
Aristóteles distingue tres elementos:
O SUSTANCIA
O ESENCIA
O ACCIDENTE
La sustancia
O Aquello que permanece o «está debajo» de
todos los cambios. Lo propio, y en ese
sentido, «lo que pertenece». Ahora, «lo que
está debajo» se dice en latín sub-iectum, y
de ahí, «sujeto». Cuando hablamos de «lo
sustancial» de algo, aquello sin lo cual
dejaría de ser lo que es, estamos
conectados con esta idea base aristotélica.
Ejemplo: esta manzana.
O Aristóteles las llamó
«sustancias primeras»
La esencia
O Aquí nos desplazamos al ámbito de la lógica: la
esencia es lo universal y necesario. Una manera
de no confundirla con la sustancia es considerar
que la esencia equivale a la definición: aquello
que vale para todos los casos. Si se quiere, es la
sustancia expresada a nivel mental. Ejemplo:
Fruto del manzano, comestible, de forma
redondeada y algo hundida por los extremos, piel
fina, de color verde, amarillo o rojo, carne blanca y
jugosa, de sabor dulce o ácido, y semillas en forma
de pepitas encerradas en una cápsula de cinco
divisiones.
O Aristóteles las llamó «sustancias segundas»
El accidente
O Viene del latín ad-cadere, «lo que adviene»,
lo que acaece, lo que puede suceder o no o
estar presente o no. Todo aquello que puede
cambiar en una sustancia y que no altera lo
que permanece son sus «accidentes»: el
color, el tamaño, la textura, la posición, el
sabor de una manzana, por ejemplo.
La composición de la sustancia
O «Hilemorfismo» quiere decir, literalmente,
«materia/forma» y, con esta doctrina, se quiere
resaltar el hecho de que la materia y la forma de
una sustancia son indisolubles. Esto es muy fácil
de entender en el caso de las obras artesanales: la
forma es, por ejemplo, una mesa, pero la materia
podría ser de muchos tipos. En la mesa real, en la
que como, no se pueden separar forma y materia.
Implicancias para el fenómeno
del conocimiento
O Recordemos lo que decíamos de la esencia,
el universal, la definición. Si la materia
puede variar casi indefinidamente y, sin
embargo, seguir teniendo la «forma» de
mesa, quiere decir que lo que conocemos
de la mesa no depende de su materialidad,
si no, simplemente no la reconoceríamos.
Pero la «materia», a su vez, nos mostrará
dos momentos.
La potencia y el acto
O Recordemos, la madera podría haber sido mesa
o silla: tenía esa capacidad (que es la exacta
traducción para la palabra que Aristóteles
ocupó: dynamis, de donde viene «dinámico»)
que se hizo realidad o se actualizó (y por eso
«acto») en esta mesa o esa silla. Recordemos
que, en inglés, «actual» quiere decir real. La
palabra que Aristóteles ocupó para decir «acto»
fue energeia («lo que tiene en sí mismo su
actividad»), de donde viene «energía».
Concepción dinámica de la realidad
O La posibilidad como capacidad orgánica,
real.
Lo más propio de lo real:
se mueve
O El devenir (o «llegar a ser») de las cosas es
un hecho observable
O La oposición estática o meramente lógica
entre ser y no-ser no da cuenta del
movimiento
O El movimiento es un modo determinado de
existir: el paso de la potencia al acto o el
permanente alcanzar las posibilidades.
El más básico de todos los hechos: el cambio
La doctrina de las cuatro
causas
O Es la más famosa y quizá sólida respuesta a
la pregunta de «¿por qué?». ¿Qué explica
que esa sustancia esté delante de mí?
¿Cuál es la (o las) causa(s) de que esté ahí?
Y en griego «causa» se dice aitía: el
«responsable» de que algo esté ahí.
O ¿Por qué hay cosas? La pregunta filosófica
por antonomasia.
Volvamos a la mesa
O Y enfrentémosla con cuatro preguntas:
O 1. ¿de qué está hecha?
O 2. ¿quién la hizo?
O 3. ¿qué es?
O 4. ¿para qué sirve?
O Y estaremos en camino de comprender esta
profunda noción cuádruple de las cosas.
Causa material
O Responde justamente al de qué está hecho
algo (madera, plástico, barro, savia, carne y
hueso, etc.)
Causa eficiente
O Responde a la pregunta por el quién, y más
precisamente, por quién puso en
movimiento los materiales.
Causa formal
O Es la «forma», en el sentido aristotélico, algo
más que la figura; es el universal, la
definición o, como dijimos al principio, la
esencia.
Causa final
O Responde a una sola pregunta ¿para qué?
Es la explicación de que se hayan puesto en
movimiento las otras tres causas: es la
causa de las causas o el motivo y razón
final.
Extrapolemos la tensión
materia/forma
O Una materia que ya no sea ningún
«material», algo que incluso sea previo a los
cuatro elementos de que estaba hecho el
mundo para los antiguos (fuego, tierra, agua
y aire), una potencialidad pura. Esto,
precisamente, fue lo que Aristóteles llamó
materia prima.
Hacia el otro extremo
O Una forma, una «estructura», por decirlo así,
que carezca de toda materia, una pura
forma o forma pura. Eso, para Aristóteles, se
da en el puro pensamiento. En el extremo,
un pensamiento que se piensa a sí mismo.
Es la idea máxima de Aristóteles: la
divinidad.
La ética
O Viene de ethos, «forma de ser» o
«costumbre». Aristóteles se pregunta, ¿cómo
puede ser que toda actividad tenga un fin
en la vida y que la vida misma no tenga un
fin? Tiene que haber una «labor propia del
hombre» que sea su fin. ¿Cuál? En cuanto al
nombre, por lo menos, todos están de
acuerdo.
La felicidad
O Lo que todos perseguimos y aquello por lo
cual perseguimos todo. En griego se dice
eudaimonía, algo así como
«bienaventuranza», «buena estrella»,
«bienestar». Todo el mundo propone tres
candidatos para encarnar la felicidad.
Honor
Riqueza
Placer
La práctica de la virtud
O Una disposición o hábito de obrar de
manera deliberada y consciente en cada
caso logrando el término medio entre dos
extremos, la aurea mediocritas. Ejemplo, la
valentía es el término medio entre cobardía
y temeridad; la generosidad entre la
tacañería y el despilfarro; la modestia entre
la timidez y la desvergüenza.
La excelencia se aprende haciéndola
O «No es a fuerza de ver ni a fuerza de oír como
adquirimos los sentidos de la vista y del oído; sino que,
por el contrario, nos hemos servido de ellos porque los
teníamos; y no los tenemos en modo alguno porque
nos hemos servido de ellos. lejos de esto, no
adquirimos las virtudes sino después de haberlas
previamente practicado. Con ellas sucede lo que con
todas las demás artes; porque en las cosas que no se
pueden hacer sino después de haberlas aprendido, no
las aprendemos sino practicándolas; y así uno se hace
arquitecto, construyendo; se hace músico,
componiendo música. De igual modo se hace uno
justo, practicando la justicia; sabio, cultivando la
sabiduría; valiente, ejercitando el valor».
O Ética a Nicómaco
O Libro II, cap. 1

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