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ALIMENTOS
QUÍMICA
BIOQÍMICA
DE LOS BIOQUÍMICA FISIOLOGÍA
ALIMENTOS
NUTRICIÓN
La mejora de las especies que serán usadas como alimento ha sido un motivo común
en la historia de la Humanidad. Entre el 12 000 y 4000 a. C. ya se realizaba una mejora
por selección artificial de plantas. Tras el descubrimiento de la reproducción sexual en
vegetales, se realizó el primer cruzamiento intergenérico (es decir, entre especies
de géneros distintos) en 1876. En 1909 se efectuó la primera fusión de protoplastos, y
en 1927 se obtuvieron mutantes de mayor productividad mediante irradiación con rayos
X de semillas. En 1983 se produjo la primera planta transgénica. En estas fechas, unos
biotecnólogos logran aislar un gen e introducirlo en un genoma de la
bacteria Escherichia coli (E. Coli). Tres años más tarde, en 1986, Monsanto, empresa
multinacional dedicada a la biotecnología, crea la primera planta genéticamente
modificada. Se trataba de una planta de tabaco a la. que se añadió a su genoma un
gen de resistencia para el antibiótico Kanamicina.
Finalmente, en 1994 se aprueba la comercialización del primer alimento
modificado genéticamente, los tomates Flavr Savr, creados por Calgene, una
empresa biotecnóloga. A estos se les introdujo un gen antisentido con respecto
al gen normal de la poligalacturonasa, enzima que induce a la maduración del
tomate, de manera que este aguantaría más tiempo maduro y tendría una
mayor resistencia. Pero pocos años después, en 1996, este producto tuvo que
ser retirado del mercado de productos frescos al presentar consecuencias
imprevistas como una piel blanda, un sabor extraño y cambios en su
composición. Aun así, estos tomates se usan para la producción de tomates
elaborados.
Las plagas de insectos son uno de los elementos más devastadores en agricultura. Por
esta razón, la introducción de genes que provocan el desarrollo de resistentes a uno o
varios órdenes de insectos ha sido un elemento común a muchas de las variedades
patentadas.
Las ventajas de este método suponen un menor uso de insecticidas en los campos
sembrados con estas variedades, lo que redunda en un menor impacto en el
ecosistema que alberga al cultivo y por la salud de los trabajadores que manipulan
los fitosanitarios.
Uno de los factores que suelen mencionarse respecto a la prohibición de cultivos
transgénicos es la imposibilidad de la coexistencia entre los cultivos convencionales y
los genéticamente modificados, debido a la entrecruza del polen llevada a cabo por el
viento o los insectos polinizadores. Sin embargo, el gobierno de Cataluña demostró que
con el aislamiento de los cultivos, estableciendo una distancia de 30 metros entre uno y
otro, así como un retraso de 11 días en las fechas de siembra, se ha logrado en España
la existencia simultánea de las dos alternativas en el cultivo de maíz.
Se han aprobado más de cien cultivos transgénicos para consumo tanto humano como
animal en un lapso de 15 años, y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud,
son tan seguros como los convencionales.
Recientemente se están desarrollando los primeros transgénicos animales. El primero
en ser aprobado para el consumo humano en Estados Unidos fue un salmón
AquaBounty (2010), que era capaz de crecer en la mitad de tiempo y durante el invierno
gracias al gen de la hormona de crecimiento de otra especie de salmón y al gen
"anticongelante" de otra especie de pez
Por otro lado, la práctica de modificar genéticamente las especies para uso del hombre,
acompaña a la humanidad desde sus orígenes, por lo que los sectores a favor de
la biotecnología esgrimen estudios científicos para sustentar sus posturas, y acusan a
los sectores anti-transgénicos de ocultar o ignorar hechos frente al público.
Por su parte, los científicos resaltan que el peligro para la salud se ha estudiado
pormenorizadamente en todos y cada uno de este tipo de productos que hasta la fecha
han obtenido el permiso de comercialización y que sin duda, son los que han pasado
por un mayor número de controles.
La Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés) por
su parte indica con respecto a los transgénicos cuya finalidad es la alimentación.
Hasta la fecha, los países en los que se han introducido cultivos transgénicos en los
campos no han observado daños notables para la salud o el medio ambiente. Además,
los granjeros usan menos pesticidas o pesticidas menos tóxicos, reduciendo así la
contaminación de los suministros de agua y los daños sobre la salud de los
trabajadores, permitiendo también la vuelta a los campos de los insectos benéficos.
Algunas de las preocupaciones relacionadas con el flujo de genes y la resistencia de
plagas se han abordado gracias a nuevas técnicas de ingeniería genética.
La Organización Mundial de la Salud dice al respecto:
Los diferentes organismos OGM (organismos genéticamente modificados) incluyen
genes diferentes insertados en formas diferentes. Esto significa que cada alimento GM
(genéticamente modificado) y su inocuidad deben ser evaluados individualmente, y
que no es posible hacer afirmaciones generales sobre la inocuidad de todos los
alimentos GM. Los alimentos GM actualmente disponibles en el mercado internacional
han pasado las evaluaciones de riesgo y no es probable que presenten riesgos para la
salud humana. Además, no se han demostrado efectos sobre la salud humana como
resultado del consumo de dichos alimentos por la población general en los países
donde fueron aprobados. El uso continuo de evaluaciones de riesgo según los
principios del Codex y, donde corresponda, incluyendo el monitoreo post-
comercialización, debe formar la base para evaluar la inocuidad de los alimentos GM.
Se ha postulado el papel de los alimentos transgénicos en la difusión de la resistencia a
antibióticos, pues la inserción de ADN foráneo en las variedades transgénicas puede
hacerse (y en la mayoría de los casos se hace) mediante la inserción de marcadores de
resistencia a antibióticos.
Sin embargo, existen multitud de elementos que limitan la transferencia de ADN del
producto transgénico a otros organismos. El simple procesado de los alimentos previo
al consumo degrada el ADN.
Además, en el caso particular de la transferencia de marcadores de resistencia a
antibióticos, las bacterias del medio ambiente poseen enzimas de restricción que
degradan el ADN que podría transformarlas (este es un mecanismo que emplean
para mantener su estabilidad genética).
Más aún, en el caso de que el ADN pudiera introducirse sin haber sido degradado
en los pasos de procesado de alimentos y durante la propia digestión, debería
recombinarse de forma definitiva en su propio material genético, lo que, para un
fragmento lineal de ADN procedente de una planta requeriría una homología de
secuencia muy alta, o bien la formación de un replicón independiente.
Más aun, debido a que el ADN ingerido es desde un punto de vista químico igual ya
provenga de una especie u otra, la especie del que proviene no tiene ninguna
influencia.
Ingeniería genética
La ingeniería genética es la tecnología o más concretamente la biotecnología de la
manipulación de ADN de un organismo y de la transferencia de ADN de un organismo a
otro, que posibilita la creación de nuevas especies, la corrección de defectos genéticos
y la fabricación de numerosos compuestos.
En sus comienzos, la ingeniería genética se utilizó para producir sustancias de uso
farmacéutico, como la insulina, vía la modificación genética de microorganismos. Con
los posteriores desarrollos aquellas investigaciones preliminares se aplicaron y
derivaron en la obtención de vegetales y animales modificados genéticamente de forma
tal de mejorar sus propiedades implícitas.
Los objetivos y mejoras principales a los que se apuntaba eran los de obtener mayor
vida comercial en los productos, resistencia a condiciones ambientales más agresivas
(heladas, sequías, distintos tipos de suelos), resistencia a herbicidas más fuertes y
potenciar la autodefensa contra plagas e insectos, crecimiento más rápido en plantas y
animales, alimentos medicinales que se podrían utilizar como vacunas u otros
medicamentos.
Riesgos de los alimentos transgénicos
Con respecto a la salud humana, el único riesgo cierto y probado es: El de posibles
efectos alergénicos, por ejemplo, en el caso de personas alérgicas al pescado, al ingerir
frutas rojas o nueces de Brasil, a las que se les había introducido un gen de un pez del
ártico, para hacerlas resistentes a heladas.
Por otra parte se temía que las mutaciones que hoy producen resistencia a antibióticos
betalactámicos (incluyendo la ampicilina) en los vegetales, podrían pasar
esta información genética a las bacterias del tracto intestinal humano o animal,
generando la resistencia a tales antibióticos, con el consiguiente peligro sanitario. Pero
nada de esto se ha probado. Puede decirse que hoy en día no se conocen otros
peligros sanitarios de los alimentos transgénicos que se han liberado, pero ello no es
óbice para extremar los controles sobre las manifestaciones de los OGM que pudieran
afectar la salud humana, en los que todavía se encuentran a prueba en los laboratorios
o en el campo. El mayor riesgo de los transgénicos está representado por: La
polinización cruzada y los no previstos efectos recombinantes con otros genes, en
mutaciones que sufren otros cultivos o las hierbas silvestres aledáneas que pueden
adquirir la resistencia al componente del herbicida, volviéndose incompatibles o
requiriendo cada vez mayores cantidades de herbicidas con la consiguiente erosión de
los suelos y contaminación del agua.
En cuanto a los efectos a los animales conocemos los:
Cambios en la proporción metabólica. La introducción de hormonas de crecimiento
rápido en peces puede favorecer al pez transgénico en la competencia por el
alimento, los sitios de reproducción, etc.
Cambios en la tolerancia a los factores físicos. El aumento por ejemplo, de la
resistencia a los cambios de temperatura, puede extender el hábitat e incrementar la
competencia con las especies nativas.
Cambios en el comportamiento. En la migración, la unión y el dominio del territorio.
Cambios en el uso de los recursos alimenticios, que implicarían nuevas preferencias
y presas.
Cambios en la resistencia a parásitos y patógenos
La invasión de los ecosistemas por peces transgénicos dotados de ventajas
competitivas podría alterar de forma drástica cadenas tróficas y equilibrios
fundamentales para la riqueza biológica y estabilidad ecológica de todo el planeta.
Riesgos Medioambientales:
Se refieren a:
- Su impacto sobre el medio ambiente a la amenaza a la biodiversidad.
- la transferencia génica no intencionada a especies silvestres
- El rompimiento del equilibrio natural, los organismos modificados genéticamente con
rasgos nuevos pueden diferir de sus parientes naturales en sus habilidades para
sobrevivir y reproducirse bajo condiciones ambientales variables, pueden interactuar
de forma inesperada o no deseable con las comunidades biológicas locales
- El uso indiscriminado de herbicidas, el daño a especies de insectos beneficiosos, etc
- Contaminación del suelo por acumulación de la toxina
- Además, existe la posibilidad de cruzamientos exteriores que podrían dar lugar, por
ejemplo, al desarrollo de malas hierbas más agresivas o de parientes silvestres con
mayor resistencia a las enfermedades o provocar tensiones ambientales,
trastornando el equilibrio del ecosistema.
- Pueden crearse nuevos virus y aumentar la resistencia de los virus naturales. Del
mismo modo, se modifican los efectos de los pesticidas que pueden atacar a
organismos contra los que no estaban diseñados, al mismo tiempo existe
contaminación genética por polinización cruzada
- Por el aumento del uso de productos químicos (efectos sobre flora y fauna);
- por las toxinas fabricadas por las plantas (matan a insectos beneficiosos o pájaros);
por la contaminación genética:
- Se puede transmitir la modificación genética a especies silvestres emparentadas con
la planta transgénica.
- La contaminación genética tiene la capacidad de reproducirse y expandirse (son
seres vivos).
- Una vez en el medio ambiente, la contaminación no se puede "limpiar" nunca. Los
efectos de los transgénicos en las plantas silvestres son absolutamente imprevisibles
Riesgos sanitarios:
Se relacionan fundamentalmente con la inocuidad de los alimentos; la presencia de
alérgenos; la creación de nuevas toxinas; el desarrollo de resistencia a antibióticos por
bacterias patógenas y los posibles efectos negativos para la salud a largo plazo.
Riesgos socioeconómicos: Se señalan como riesgos socioeconómicos el desarrollo
de la tecnología en manos de las grandes multinacionales, el acceso puede limitarse
debido a la protección por patentes, los productores de alimentos tradicionales u
orgánicos puedan ser desplazados, además hay preocupaciones de carácter religioso,
cultural y ético.
Otros riesgos posibles:
Existen otros riesgos como:
El promotor (secuencia de nucleótidos), utilizado para poner en funcionamiento
la expresión del gen transferido, puede activar uno de los genes silentes que
forman parte del ADN normalmente y los cuales tienen acciones desconocidas.
El ADN extraño ingerido por ratas puede alcanzar leucocitos periféricos, el
bazo o hígado, a través de la mucosa intestinal, incorporándose en algún lugar
impredecible del genoma celular.
El intestino del hombre posee enzimas capaces de digerir el ADN. De todos
modos, los genes transportados por los vectores son especialmente resistentes
a la acción enzimática con la posibilidad de pasar a sangre y causar alguna
infección. También se sabe que los virus utilizados como vectores pueden
permanecer de manera latente en el cuerpo y en el ambiente, pudiendo
acumular mutaciones y eventualmente activarse.
Un riesgo potencial mayor es la posibilidad de que aparezcan nuevos virus
patógenos surgidos por recombinación.
Beneficio de los alimentos transgénicos.
A los alimentos transgénicos se les atribuyen una serie de beneficios que están
directamente relacionados con los objetivos de la modificación genética, los mismos se
pueden agrupar en tres grandes grupos: beneficios para los consumidores, para los
productores y para el medio ambiente.
Beneficios para los consumidores: Responden mejor a las necesidades nutricionales
y alimentarias, y a las preferencias del mercado, previénen enfermedades, son
portadores de vacunas, presentan mejores características sensoriales y mayor
disponibilidad de alimentos.
Beneficios para los productores: Son organismos genotípicamente mejor adaptados
a factores ambientales adversos, tienen crecimiento y desarrollo acelerado, lo que
permite una intensificación de la producción y reducción de los costos; el retardo
del proceso de maduración posibilita tener una mayor vida en estante de determinados
alimentos; tienen resistencia a los herbicidas, las infecciones microbianas y las plagas
por insectos.
Beneficios para el medio ambiente: Permiten el uso más racional de la tierra, el
agua y los nutrientes, disminuye el empleo de sustancias quimiotóxicas como
fertilizantes o plaguicidas.
Principales cultivos genéticamente modificados
• Soja 21.6 millones de hectáreas (54% del total)
Maíz 11.1 millones de hectáreas (28%)
Algodón 3.7 millones de hectáreas (9%)
Papa menos de 100.000 hectáreas
Calabaza menos de 100.000 hectáreas
Papaya menos de 100.000 hectáreas
Hay países como Japón, Austria, Brasil (Río Grande do Sul), o algunos de la Unión
Europea, que no permiten la importación / cultivo / uso / comercialización de productos
o cultivos transgénicos.. Actualmente existen, comercializados o en proceso avanzado
de desarrollo, vegetales modificados para:
Que tengan una vida comercial más larga.
Resistan condiciones ambientales agresivas, como heladas, sequías y suelos
salinos.
Resistan herbicidas.
Resistan plagas de insectos.
Resistan enfermedades
Tengan mejores cualidades nutritivas.
EL AGUA EN LOS ALIMENTOS
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