conjunto ordenado, comprobado y sistematizado de saberes obtenidos de forma metódica y sistemática a partir del estudio, la observación, la experimentación y el análisis de fenómenos o hechos, valiéndose de una serie de rigurosos procedimientos que dotan los datos y las conclusiones obtenidas de validez, objetividad y universalidad. Ordenado, coherente, preciso, objetivo y universal.
Se estructura como un sistema verificable
e interrelacionado de conocimientos que nos permite comprender y explicar la realidad y los fenómenos de la naturaleza. Características del conocimiento científico
Es un saber crítico y fundamentado, que
procede de manera metódica y sistemática; sus conclusiones son verificables; el saber que arroja es unificado, ordenado, universal, objetivo, comunicable, racional y provisorio, que, en definitiva, permite explicar y predecir hechos o fenómenos mediante leyes o principios. Crítico: porque distingue entre lo verdadero y lo falso, lo cierto y lo discutible. Fundamentado: porque basa sus conocimientos en pruebas y datos obtenidos mediante análisis metódico y riguroso. Metódico: porque se vale de métodos de investigación y determinados procedimientos que dotan de rigor el estudio, la observación y el análisis. Verificable: porque puede ser comprobado mediante la experiencia. Sistemático: porque constituye un sistema de ideas interrelacionadas y conectadas entre sí. Unificado: porque su objeto son los conocimientos generales y no singulares. Universal: porque su validez es igual para todos, no hay cabida para la relatividad cultural. Objetivo: porque los hallazgos tienen un valor general y no individual o subjetivo. Comunicable: porque puede ser comunicado mediante lenguaje científico. Racional: porque en él es fundamental la inteligencia y la razón humana. Provisorio: porque el hallazgo de hoy puede ser refutado mañana por medio de otra teoría más precisa. Explicativo: porque explica los hechos y fenómenos de la realidad y la naturaleza mediante leyes o principios que son comunes y constantes. Entender y explicar con objetividad, rigurosidad y precisión el porqué de las cosas. Descubrir las relaciones constantes en los fenómenos. Establecer las leyes y principios a que obedecen dichos fenómenos. Comprender los procesos o leyes que rigen la naturaleza. Establecer conclusiones de validez universal. Conjunto de normas por el cual debemos regirnos para producir conocimiento con rigor y validez científica.
es una forma estructurada y sistemática de
abordar la investigación en el ámbito de las ciencias. se vale de la observación, la experimentación, la demostración de hipótesis y el razonamiento lógico para verificar los resultados obtenidos y ampliar el conocimiento que, en esa materia, se tenía. Sus hallazgos pueden dar lugar a leyes y El objetivo es resolver las preguntas formuladas mediante un trabajo sistemático y, en este sentido, comprobar la veracidad o falsedad de una tesis.
El método científico, para que sea considerado como
tal, debe tener dos características: debe poder ser reproducible por cualquier persona, en cualquier lugar; y debe poder ser refutable, pues toda proposición científica debe ser susceptible de poder ser objetada. 1. Observación: es la fase inicial. Comprende la investigación, recolección, análisis y organización de datos relacionados con el tema que nos interesa. 2. Proposición: es el punto de partida de nuestro trabajo. Plantea la duda que nos proponemos despejar. 3. Hipótesis: es el planteamiento de la posible solución al problema o asunto que vamos a tratar. En este sentido, se basa en una suposición que marca el plan de trabajo que nos trazaremos, pues intentaremos demostrar su validez o falsedad. 4. Verificación y experimentación: en este paso, se intentará probar nuestra hipótesis a través de experimentos sujetos al rigor científico de nuestra investigación. 5. Demostración: es la parte donde analizamos si hemos logrado demostrar nuestra hipótesis apoyándonos en los datos obtenidos. 6. Conclusiones: es la etapa final. Aquí se indican las causas de los resultados de nuestra investigación, y se reflexiona sobre el conocimiento científico que generó. LA CIENCIA Y SU OBJETO 1. El significado de «ciencia»
El término «ciencia» tiene su origen etimológico
en el verbo latino «scire» (saber).
En su significado más amplio, la ciencia consiste
en el conocimiento sistemático y metódico de los entes y de sus propiedades a través de las causas. El conocimiento espontáneo u ordinario carece, en cambio, de método, de sistematicidad y de medios científicos. Constituye sin embargo la base gnoseológica para el saber científico. Ambos se complementan mutuamente. El concepto de ciencia no ha sido siempre el mismo, por ejemplo como la veían los antiguos, es bastante diferente a como la vemos actualmente.
Aristóteles definió la ciencia como un conocimiento cierto
por las causas. Para él la ciencia desde el punto de vista subjetivo es un hábito intelectual especulativo y desde el punto de vista objetivo es un conjunto de conocimientos.
El objetivo de la ciencia es que conozcamos el mundo, a
nosotros mismos y a Dios. El hombre se dedica a la ciencia movido por su afán de saber o para satisfacer sus necesidades. b. En sentido preciso «Ciencia» significa la investigación metódica y organizada de la experiencia sensible objetivamente verificable, en contraposición a las ciencias universales del ente immaterial: la filosofía y la teología.
«ciencias puras» cuando su objetivo es meramente
especulativo, es decir, con el único deseo de conocer, y «ciencias aplicadas», cuando el objetivo es principalmente práctico, con el deseo de satisfacer las necesidades de la vida. 2. El objeto de la ciencia
Toda ciencia estudia un sector particular de
la realidad desde un punto de vista singular, dejando de lado otros sectores y puntos de vista.
El objeto, define a cada una como «esta»
ciencia, confiriéndole unidad y marcando su diferencia específica. a. El objeto material Es el contenido de la ciencia, el sector de la realidad que se examina, la materia de investigación. La física se ocupa de los fenómenos naturales; la botánica estudia las plantas; la aritmética se concentra en las propiedades de los números. Diversas ciencias pueden coincidir en su objeto material; así, por ejemplo, el hombre es la materia de la anatomía, la medicina, la psicología, el derecho, la pedagogía, la sociología y la historia. b. El objeto formal
Es el aspecto o a la perspectiva a la luz de la cual se
estudia el contenido u objeto material. Marca la diferencia específica de una ciencia. Ejemplos: la anatomía y la medicina estudian el cuerpo humano, pero uno se interesa sólo de los elementos que lo componen y el otro sólo de lo que tiene que ver con la salud. Las otras ciencias citadas anteriormente estudian al hombre, pero cada uno bajo un punto de vista particular y exclusivo: cómo reacciona la mente (psicología), cómo el hombre legisla sus derechos y deberes (derecho), cómo se educa (pedagogía), cómo vive en sociedad (sociología), cuál es su pasado (historia). Podemos distinguir dos tipos de objetos formales:
• El objeto formal quo («por el cual») consiste en el
modo, la fuente, el método o los instrumentos del conocimiento científico. Ejemplos: la observación y el telescopio en astronomía, la experimentación y los laboratorios en la física nuclear. • El objeto formal quod («el cual») indica, sin embargo, lo que se estudia del objeto material o sector de la realidad considerado, o sea, el aspecto real conocido a través del objeto quo. Ejemplos: los astros con sus características específicas en astronomía, determinadas leyes de la naturaleza en la física nuclear. Demos ahora un ejemplo de todas las distinciones a través de la comparación de dos ciencias particulares: la psicología y la historia tienen al hombre como objeto material; la primera se dedica sólo al estudio de las reacciones de la mente (objeto formal quod) a través de la consultoría y basados en experiencias y estudios científicos (objeto formal quo); la segunda, en cambio, se dedica al pasado del hombre (objeto formal quod) a través del estudio de documentos y de legados materiales y espirituales, como son los monumentos, las obras artísticas, las corrientes de pensamiento... (objeto formal quo). 3. División general de las ciencias según su objeto material
Denominamos «ciencias naturales» a las que estudian
las propiedades y relaciones de los entes sensibles o físicos.
Se subdividen, a su vez, en «ciencias formales» (lógica
y matemáticas) y «ciencias de lo real» (astronomía, física, geografía, meteorología, etc.). Solemos llamar a las ciencias que estudian exclusivamente el ser humano y todo lo que a él se refiere «ciencias humanas» o «sociales». 4. Diferencia fundamental entre filosofía y ciencia
La ciencia tiene siempre como objeto material un
sector particular de la realidad sensible o formal (relaciones lógicas y cuantitativas de la materia).
La filosofía (que, en sentido genérico, se identifica
con metafísica) estudia, en cambio, toda la realidad, sin excluir nada de lo que existe. Su objeto formal quod es la realidad desde la perspectiva de las últimas causas y primeros principios y propiedades, es decir, de aquellos que abarcan a todos los seres. Su objeto formal quo es la luz de la razón (carece, pues, de instrumentos científicos y tecnológicos y no usa expresamente la fe en la revelación). La siguiente fórmula podría ayudarnos a sintetizar las diferencias: «las ciencias estudian algunos entes a la luz de las causas segundas por medio de métodos e instrumentos científicos; la filosofía estudia estudia toda la realidad a la luz de las causas últimas por medio del uso crítico de la razón». CONCLUSIONES GENERALES ACERCA DE LA VALIDEZ DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO 1. Posibilidad de las ciencias naturales y humanas
El fundamento objetivo de la validez de las ciencias
subyace siempre en el carácter inteligible de los entes físicos y del ser humano mismo, ya que ambos tipos de seres poseen una esencia y un modo determinado de obrar, es decir unos aspectos (elementos, principios, propiedades, leyes, causas) universales y permanentes, que pueden expresarse en fórmulas, axiomas, leyes generales. Los caracteres contingentes, particulares, transitorios pueden conocerse y formularse como opiniones o hipótesis de trabajo. El fundamento subjetivo de la validez de las ciencias se halla en la capacidad natural de la inteligencia para aprehender con objetividad los aspectos inteligibles de los seres sensibles y del ser humano – por medio de la reflexión «científica» –, aunque sea de modo parcial y limitado. Los objetos del conocimiento científico no resultan evidentes ni a la sensación ni a la inteligencia y requieren, por tanto, un esfuerzo metódico, sistemático, programado, experimental, complejo, racional, para avanzar de verdades presentes a nuestro espíritu de modo simple e inmediato a verdades complejas, lejanas y difíciles para nuestra inteligencia. El grado de certeza de las conclusiones científicas dependerá del carácter metafísico, físico o moral de las mismas, es decir, del grado de inteligibilidad del objeto, así como del modo como el científico llega a aprehender tal objeto. 2. Los límites de la ciencia
En cuanto a su objeto material y formal toda ciencia se
reduce a la consideración de un sector o de un tipo de entes de la realidad sensible por medio de sus causas segundas. Presupone, pues, la existencia de su objeto y el conocimiento de los primeros principios, que constituyen, por otro lado, el objeto material de la filosofía. En este sentido el conocimiento científico depende del filosófico y en él se basa. En cuanto al sujeto cognoscente, los límites quedan señalados por la naturaleza de la actividad intelectual que, por ejemplo, deja de lado las notas individuales y los aspectos contingentes y transitorios de la realidad, y nunca puede objetivar de manera absoluta al ser humano. La ciencia queda también circunscrita a los límites de los instrumentos usados, de la experimentación, del testimonio transmitido por las generaciones pasadas, del lenguaje científico, del carácter contingente de la realidad sensible y factores similares. La ciencia, como todo conocimiento humano, aunque sea imperfecta e insuficiente, es de por sí válida y necesaria. ¿QUÉ SON LAS PSEUDOCIENCIAS? Una seudociencia es un montón de creencias y prácticas que se vende como ciencia. Ejemplos: alquimia, astrología, caracterología, quiromancia, , grafología, parapsicología y psicoanálisis.
Una seudociencia se reconoce por poseer al menos un
par de las características siguientes: • Invoca entes inmateriales o sobrenaturales inaccesibles al examen empírico, tales como fuerza vital, alma, superego, creación divina, destino, memoria colectiva y necesidad histórica. • Es crédula: no somete sus especulaciones a prueba alguna.
Por ejemplo, no hay laboratorios homeopáticos ni
psicoanalíticos. Corrección: en la Universidad Duke existió en un tiempo el laboratorio parapsicológico de J. B. Rhine; y en la de París existió el laboratorio homeopático del doctor Benveniste. Pero ambos fueron clausurados cuando se descubrió que habían cometido fraudes. • Es dogmática: no cambia sus principios cuando fallan ni como resultado de nuevos hallazgos. No busca novedades, sino que queda atada a un cuerpo de creencias. Cuando cambia lo hace solo en detalles y como resultado de disensiones dentro de la grey.
• Rechaza la crítica, matayuyos normal en la actividad
científica, alegando que está motivada por dogmatismo o por resistencia psicológica. Recurre pues al argumento ad hominem en lugar del argumento honesto. • No encuentra ni utiliza leyes generales. Los científicos, en cambio, buscan o usan leyes generales.
• Sus principios son incompatibles con algunos de los
principios más seguros de la ciencia. Por ejemplo, la telequinesis contradice el principio de conservación de la energía. Y el concepto de memoria colectiva contradice la perogrullada de que solo un cerebro individual pueden recordar. • No interactúa con ninguna ciencia propiamente dicha. En particular, ni psicoanalistas ni parapsicólogos tienen tratos con la psicología experimental o con la neurociencia. A primera vista, la astrología es la excepción, ya que emplea datos astronómicos para confeccionar horóscopos. Pero toma sin dar nada a cambio. Las ciencias propiamente dichas forman un sistema de componentes interdependientes. • Es fácil: no requiere un largo aprendizaje. El motivo es que no se funda sobre un cuerpo de conocimientos auténticos. Por ejemplo, quien pretenda investigar los mecanismos neurales del olvido o del placer tendrá que empezar por estudiar neurobiología y psicología, dedicando varios años a trabajos de laboratorio. En cambio, cualquiera puede recitar el dogma de que el olvido es efecto de la represión, o de que la búsqueda del placer obedece al «principio del placer». Buscar conocimiento nuevo no es lo mismo que repetir o siquiera inventar fórmulas huecas. • Sólo le interesa lo que pueda tener uso práctico: no busca la verdad desinteresada. Ni admite ignorar algo: tiene explicaciones para todo. Pero sus procedimientos y recetas son ineficaces por no fundarse sobre conocimientos auténticos. Al igual que la magia, tiene aspiraciones técnicas infundadas. • Se mantiene al margen de la comunidad científica. Es decir, sus cultores no publican en revistas científicas ni participan de seminarios ni de congresos abiertos a la comunidad científica. Los científicos, en cambio, someten sus ideas a la crítica de sus pares: someten sus artículos a publicaciones científicas y presentan sus resultados en seminarios, conferencias y congresos. Veamos en un ejemplo cómo obran los científicos cuando abordan problemas que también interesan a los seudocientíficos. En 1998 los psicobiólogos J. S. Morris, A. Ohman y R. J. Dolan publicaron en la célebre revista Nature un trabajo sobre aprendizaje emocional consciente e inconsciente en la amígdala humana. Ya que este artículo trata de emociones conscientes e inconscientes, parecería que debiera interesar a los psicoanalistas. Pero no les interesa porque los autores estudiaron el cerebro, mientras que los analistas se ocupan del alma: no sabrían qué hacer con cerebros, ajenos o propios, en un laboratorio de psicobiología. Pues bien, la amígdala cerebral es un órgano diminuto pero evolutivamente muy antiguo, que siente emociones básicas tales como el miedo y la furia. Dada la importancia de estas emociones en la vida social, es fácil imaginar los trastornos de conducta que sufre una persona con una amígdala anormal, ya sea atrofiada o hipertrófica. Si lo primero, no reconocerá signos peligrosos. Si lo segundo, será propensa a la violencia. Las seudociencias son como las pesadillas: se desvanecen cuando se las examina a la luz de la ciencia. Pero mientras tanto infectan la cultura y algunas de ellas son de gran provecho pecuniario para sus cultores. Por ejemplo, un psicoanalista latinoamericano puede ganar en un día lo que su compatriota científico gana en un mes. Lo que refuta el refrán «no es oro todo lo que reluce».