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NOS ENCONTRAMOS CON DIOS EN CRISTO

OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir que en el encuentro con Cristo nos encontramos
con el propio misterio de Dios.
* Toma de conciencia de los interrogantes y reacciones
que suscita en nosotros el misterio de Cristo.

211. ¿Quién es éste?


"Subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto
se
levantó un temporal tan fuerte, que la barca desaparecía entre las
olas;
El dormía. Se acercaron los discípulos y lo despertaron gritándole:
¡Señor, sálvanos, que nos hundimos! El les dijo: ¡Cobardes! ¡Qué
poca
fe ! Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran
calma. Ellos se preguntaban admirados: ¿Quién es éste? ¡Hasta el
viento
y el agua le obedecen!» (Mt 8, 23-27).

212 ¿Qué dice la gente...?


Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta
a
sus díscípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?»
Ellos
contestaron: Unos dicen que Juan Bautista; otros, que Elias; otros,
que
Jeremias o uno de los profetas (Mt 16, 13-14). El pueblo reconoce
en
Jesús a un profeta. Pedro ha llegado más lejos: le ha sido dado a
comprender que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Jesús les
recomienda silencio. El pueblo espera un mesías político, pero
Jesús no
va a responder a semejante expectativa (Jn 18, 36). Sus caminos
son
diferentes (Mt 16, 21 ss.).

213. Los interrogantes de hoy y de siempre También hoy, como


hace
veinte siglos, la figura de Jesús suscita profundos interrogantes:
¿Quién
es realmente Jesús? ¿Un gran hombre del pasado? ¿Un
revolucionario?
¿Un profeta? ¿Un mito? ¿Un guerrillero? ¿Un hermano para cada
hombre? ¿Alguien que actúa en nuestra vida? ¿Aquél sin el cual
nada
tendría sentido?

214. Y vosotros... ¿quién decís que soy yo?


Tras el sondeo de lo que dice la gente, Jesús hace la pregunta
directa:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (/Mt/16/15). Decir supone
aquí
confesar, reconocer el misterio de Cristo o, por el contrario,
negarlo. En
el camino de los hombres hacia Cristo hay un punto en el que uno
deja
de ser espeCtador, para comenzar a ser protagonista de una lucha
en la
que de nada sirven los términos medios: "el que no está conmigo,
está
contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama" (Lc 11, 23).

215. "Tú eres el Cristo.."


A la pregunta de Jesús, Pedro responde resueltamente, con la luz
que
procede de lo alto: "Tú eres el Mesias, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,
16).
Discernir quién es Jesús es para Pedro, Nicodemo, el centurión,
los
endemoniados, Tomás..., etc., una cuestión planteada a partir de
la
presencia gratuita del misterio de Cristo. Cada cual lo comprende
a su
modo y a diferente nivel, según la situación o condición de cada
uno.

216. Reacciones diversas ante el misterio de Cristo: la admiración


Así, por ejemplo, el pueblo percibe en él un profeta. Nicodemo ve
en
Jesús un maestro venido de parte de Dios, porque nadie puede
hacer
esos signos, si Dios no está con él (Jn 3, 2). El centurión ha creído
que
Jesús tiene poder sobre la enfermedad, que le está sometida y le
obedece, como los soldados acatan órdenes superiores (Mt 8, 5-
13). Los
discípulos, ante la tempestad calmada, descubren algo tan
extraordinario
y trascendente que sólo pueden formular en forma de pregunta:
"¿Quién
es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecenb" (Mt 8, 27). El
Padre
celestial revela a Pedro la respuesta certera y exacta que no
puede
provenir "de la carne ni de la sangre": Tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios
vivo (Mt 16, 16-17).

217. El escándalo de lo cotidiano J/ESCANDALO:


Por otro lado, quienes vieron y oyeron a Jesús de Nazaret
tropezaron
a veces con el hecho de haberle conocido desde hacía mucho
tiempo en
su vida cotidiana. ¿Cómo comprender entonces el misterio de un
hombre
a quien hemos conocido de niño y de adolescente?: "Fue a su
ciudad y
se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decia admirada: ¿De
dónde
saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del
carpintero?...
Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: Sólo en su
tierra y en
su casa desprecian a un profeta" (/Mt/13/54-57).

218. Un discernimiento a través de la repulsa


Existe también un conocimiento negativo, un discernimiento en el
odio,
una intuición a través de la repulsa, de lo que es en el fondo Jesús
de
Nazaret. Esta es la experiencia de los endemoniados. Vinieron a
su
encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan
furiosos
que nadie podía pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar:
«¿Qué
quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos
antes
de tiempo?» (Mt 8, 29; cf. Mc 5, 1-2(); Lc 8, 26-39).

219. Una resistencia profunda y dolorosa


Es una verdad comprobada por la propia experiencia; el hecho de
que
el Misterio absoluto de Dios se nos revela en el hombre Jesús,
nos
desconcierta; sus pretensiones de adherirnos incondicionalmente
a El
para la salvación, nos iluminan y al mismo tiempo encuentran en
nosotros misteriosas resistencias. Es posible que detectemos
también en
nosotros esa resistencia hacia la persona de Cristo.

220. La adoración, fruto de la Pascua


La Iglesia primitiva adquiere conciencia definitiva de la identidad
de
Jesús como fruto directo de su Pascua. Si su condición anterior de
siervo
habia dejado patente hasta qué punto Jesús había sido uno de
nosotros,
semejante en todo menos en el pecado, la experiencia pascual de
la
resurrección deja al descubierto su condición trascendente: es el
Señor,
lo mismo que Yahvé.
A la luz de la experiencia pascual, los discipulos accedieron a la
clara
conciencia de la condición divina de Jesús. Ante el misterio del
Cristo, los
Apóstoles y la Iglesia apostólica de todos los tiempos se rinden en
actitud
de adoración y hacen suya la profesión de Tomas: «Señor mío y
Dios
mio» (/Jn/20/28).

221. Misterio de la pre-existencia de Jesus


La Iglesia apostólica, al reconocer a Jesús como Señor,
profundiza,
bajo la acción del Espíritu de Verdad, en el misterio de la pre-
existencia
de Jesús. Jesús es el Señor del mundo venidero, Señor de vivos y
muertos, es el último, y por ello es el primero, el origen de todo, el
Señor
del universo (Ap 1, 8; 21, 6; 22, 13).
Jesús de Nazaret ha existido desde siempre «en su condición
divina»
(Flp 2, 6): él es "el Hijo Unico" que Dios, por amor, ha entregado al
mundo "para que no perezca ninguno de los que creen en El, sino
que
tengan vida eterna" (Jn 3, 16).
Jesús de Nazaret existió con anterioridad a Abraham: "Abraham,
vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi dia: lo vio, y se
llenó de
alegria" (Jn 8, 56). El pudo decir con toda verdad: "Yo y el Padre
somos
uno" (Jn 10, 30).
Jesús de Nazaret es la Palabra que, "en el principio", "estaba con
Dios"
y "era Dios" (Jn 1, 1 ); es el Hijo, por quien Dios "ha habiado en
estos
últimos tiempos", "resplandor de su gloria e impronta de su
esencia (cf
Hb 1, 1-4). Es esa Palabra la que "se hizo carne y acampó entre
nosotros" (Jn 1, 14).
El secreto de Jesús de Nazaret sólo lo conoce el Padre y aquéllos
a
quienes se les revela: "Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie
conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el
Hijo y
aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar". (Mt 11, 27).
222. Cristo, verdadero rostro de Dios para los hombres
y verdadero rostro del hombre para Dios
El Híjo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo, es, según el Concilio
de
Calcedonia, "verdaderamente Dios y verdaderamente hombre",
"consustancial con el Padre, por lo que se refiere a la divinidad, y
consustancial con nosotros por lo que se refiere a la humanidad",
Uno
sólo y mismo Hijo Unigénito, Dios Verbo, Señor Jesucristo (DS
301-302).
Afirma, pues, que Cristo es verdadero y entero Dios, y entero y
verdadero hombre en un mismo sujeto personal. Así, Cristo es, a
la vez,
el verdadero rostro de Dios para los hombres y el verdadero rostro
del
hombre para Dios (cf. Tema 17).

223. Cristo, revelador del misterio de Dios


Cristo es el verdadero rostro de Dios para los hombres, «imagen
de
Dios invisible» (Col 1, 15), el intérprete perfecto del Padre (Jn 1,
18). Por
ello nos dice en el evangelio de San Juan: "quien me ha visto a mí
ha
visto al Padre" (Jn 14, 8). Revelador del misterio de Dios, como
Amor (1
Jn 4, 16) y Amor entre personas. Revelador del Espíritu. En Cristo
se
manifiesta la gratuidad y la misericordia de Dios para con el
hombre (Jn
3, 16).

224. Cristo, revelador del misterio del hombre


Cristo es el verdadero rostro del hombre para Dios, Cristo es
revelador
del hombre. El hombre se encuentra a si mismo, cuando vive en el
amor,
en éxodo, en confianza, en misericordia, en servicio y a la escucha
de
Dios, en comunidad de fe; recobra su identidad como imagen de
Dios,
cuando vive como hijo del Padre, rescatado del poder del pecado y
de la
muerte. El hombre se humaniza a medida que se hace semejante
al
Padre y a Cristo -hijo del Padre-, por la fuerza del Espiritu. Cristo,
el
Hombre Nuevo, «revela plenamente el hombre al hombre" (GS
22). El es
"imagen de Dios" y, también, prototipo del hombre, pues, dice San
Pablo,
Dios nos predestinó a reproducir la imagen de su Hijo (/Rm/08/29).
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PISTAS PARA LAS REUNIONES

TEMA 12. NOS ENCONTRAMOS CON DIOS EN CRISTO

1) "¿Qué dice la gente que es el Hijo del Hombre?" (Mt 16, 13).
¿Quién es realmente Jesús de Nazaret?
- ¿un gran hombre del pasado?;
- ¿un revolucionario?;
- ¿un profeta?;
- ¿un mito?;
- ¿un guerrillero?;
- ¿un hermano para cada hombre?
- ¿Alguien que actúa en nuestra vida?;
- ¿Aquél sin el cual nada tendría sentido?

2) "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" (Mt 16, 15).

3) Reacciones diversas que experimentamos ante el misterio de


Cristo:

- ¿admiración?;
- ¿el escándalo de lo cotidiano? (también hoy).
- ¿un discernimiento a través de la repulsa?
- ¿una resistencia dolorosa y profunda?
- ¿adoración? ("Señor mío y Dios mío") Jn 20, 28).

4) Cristo, verdadero rostro de Dios para los hombres y verdadero


rostro del hombre para Dios. Poner en común qué significa esto
para
nosotros. Comentar los nn. 222-224.
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TEMA 12-1

OBJETIVO:
TOMA DE CONCIENCIA DE LAS DIVERSAS REACCIONES
QUE SUSCITA EN NOSOTROS EL MISTERIO DE CRISTO

PISTA PARA LA REUNION


* Mi reacción ante Cristo es:
1 Desinterés.
2 Admiración.
3 Rutina.
4 Repulsa.
5 Resistencia.
6 Búsqueda.
7 Adoración.

PLAN DE LA REUNION
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Posible oración. Salmo compartido.
* Presentación de la pista.
* Comentario en pequeñio grupo.
* Gran grupo: Lo más importante.
* Oraci6n final. Canto.
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TEMA 12-2

OBJETIVO:
TOMA DE CONCIENCIA DE LOS INTERROGANTES ACTUALES
EN TORNO AL MISTERIO DE CRISTO

PISTA PARA LA REUNION


* "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16, 15):
1 Un gran hombre del pasado.
2 Un revolucionario.
3 Un profeta.
4 Un mito.
5 Un guerrillero.
6 Un hermano para cada hombre.
7 Alguien que actúa en mi vida.
8 Aquél sin el cual nada tendría sentido.

PLAN DE LA REUNION
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Pista: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16, 15).
* Presentaci6n de la pista:
- Pequeño grupo.
- Gran grupo: Lo más importante. Diálogo.
* Oración final. Salmo compartido. Canto.
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TEMA 12-3

OBJETIVO:
DESCUBRIR QUE EN EL MISTERIO SECRETO NOS
ENCONTRAMOS

CON EL PROPIO MISTERIO DE DlOS

PUNTOS CLAVE
* Interrogantes (actuales).
* Reacciones diversas (actuales).
* Cristo, rostro de Dios para los hombres y rostro del hombre para
Dios.

PLAN DE LA REUNION
* Oración inicial. Salmo.
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del tema 12: Posible lectura de Mt 16, 21ss.
* Lectura del mismo. Cuchicheo. Puesta en común: Lo más
importa

LOS PRIMEROS CRISTIANOS


PROCLAMAN QUE JESÚS ES EL SEÑOR
OBJETIVO CATEQUETICO
* Presentar la experiencia que los primeros cristianos tienen de
Jesús
resucitado como Señor de la historia.
* Anunciar que esta experiencia se cumple hoy en los creyentes.

1. Una fe fundamental: Yahvé es el Señor de la historia y está con


su
pueblo
El pueblo de Israel descubrió una cosa muy importante, tan
importante
como para que ocupara con todo derecho el centro de la vida del
pueblo.
En principio, parecían casualidades. Pero no, se fue imponiendo la
buena
noticia por sí misma: Dios actúa eficazmente en medio de los
acontecimientos y es reconocido como Señor de la historia. La
historia
tiene su Señor.
Su nombre es Yahvé: "Soy el que soy" (/Ex/03/14), el Señor. El
Dios
verdadero es un Dios trascendente, a quien el hombre no puede
verdaderamente nombrar. "Yo soy el Señor... Os adoptaré como
pueblo
mio y seré vuestro Dios; para que sepáis que soy el Señor vuestro
Dios, el
que os saca de debajo de las cargas de los egipcios; os llevaré a
la tierra
que prometí con juramento a Abraham, Isaac y Jacob, y os la daré
en
posesión: Yo, el Señor" (Ex 6, 6-8). El Dios verdadero estaba
siempre con
su pueblo: su nombre evoca toda la gesta divina de la liberación
del pueblo
elegido, con sus atributos de bondad, misericordia, fidelidad,
poder. «Yo
soy el Señor, este es mi nombre, no cedo mi gloria a ningún otro,
ni mi
honor a los ídolos" (Is 42, 8). El Dios verdadero opone su
existencia sin
restricción a la "nada" de los ídolos. Con esta fe monoteísta de
fondo, que
afirma que el Dios único estará siempre con su pueblo y
manifestará
eficazmente su presencia, emprende Moisés la aventura del
éxodo.

2. Los primeros cristianos proclaman que Jesús es el Señor


Los primeros cristianos son constituidos como tales en virtud de
una
experiencia semejante, referida a Jesús de Nazaret. Jesús de
Nazaret, un
hombre ejecutado por la turbia justicia del mundo, ha sido
establecido
Señor de la Historia. Jesús ejerce el señorío en ella lo mismo que
Yahvé.
Algo ciertamente inconcebible para un judío: en el propio corazón
del
monoteísmo hebraico aparece un hombre a quien los
acontecimientos
posteriores a la Pascua manifiestan como Señor, esto es, como
Dios.

3. Jesús de Nazaret es el «Dios-con-nosotros (Emmanuel)


El Dios de los antiguos Patriarcas y de Moisés y de los Profetas
ha
manifestado su Nombre de un modo máximo por medio de Jesús:
«He
manifestado tu Nombre a los hombres, que me diste de en medio
del
mundo» (Jn 17, 6). Para los hebreos, el nombre de una persona
se
identifica con lo que la persona misma es. Jesús es "Yo soy": «... si
no
creéis que Yo Soy, moriréis por vuestros pescados» (/Jn/08/24).
La
aplicación de este nombre a Jesús es la profesión de que él es el
único
Salvador, hacia el cual tendían toda la fe y la esperanza del
Antiguo Israel.

Jesús de Nazaret es el "Dios-con-nosotros" (Emmanuel) de la


profecía de
Isaías (cc. 7-12); es la "presencia" de Dios en su Pueblo,
confirmada ya de
un modo definitivo. En él se cumple la Promesa: "Pondré entre
ellos mi
santuario para siempre" (Ez 37, 26). La visión del Apocalipsis
contempla la
consumación del ideal del Exodo que se ha alcanzado ya: "Esta es
la
morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos
serán su
pueblo y Dios estará con ellos y será su Dios" (Ap 21, 3); "...
Santuario no
vi ninguno (en la Ciudad Santa), porque es su Santuario el Señor
Dios
todopoderoso y el Cordero» (Ap 21, 22). Un acontecimiento está
en la base
de estas profesiones de fe: ¡Jesús de Nazaret ha resucitado!

4. Encuentro y reconocimiento del Señor en medio de unos hechos


que
no son casualidades, sino signos RS/COMO Los enemigos de
Jesús no
aceptan unos hechos que consideran en el mejor de los casos
como
casualidades; en el peor, como trampa y engaño. Los amigos, sin
embargo,
y otros muchos, perciben signos de su resurrección: Jesús se deja
ver por
ellos, los cuales comienzan a ser los primeros testigos. La
resurrección no
es un gesto de espectacularidad teatral percibido por cualquier
observador,
sino un acontecimiento que es captado en el ámbito interpersonal
de la fe.
Es un encuentro en el que Jesús es suficientemente reconocido a
través de
unos acontecimientos, en medio de los cuales tiene a bien
manifestarse.

5. Signos históricos del hecho real de la resurrección


La tumba vacía y el testimonio de las apariciones del resucitado
son
hechos que la historia no puede ignorar. Es verdad que el suceso
mismo
de la resurrección ha acontecido solamente ante Dios, pero El se
ha
dignado manifestarlo de una manera evidente para los primeros
discípulos,
"a los testigos, que él había designado" (Hch 10, 41).
La Iglesia apostólica no considera la Resurrección como una pura
experiencia subjetiva ni como la mera irrupción del Cristo vivo en
la
interioridad de los Apóstoles. Los relatos de las apariciones nos
transmiten
no experiencias puramente subjetivas de los Apóstoles, sino el
testimonio
de unos hombres sorprendidos que han vuelto a encontrar a
Aquél, con
quien convivieron largo tiempo. Para los Apóstoles, la
Resurrección es una
realidad misteriosa. En cuanto misteriosa y portadora de un
mensaje de
salvación, sólo el Espíritu introduce en ella: pertenece a la fe y sólo
es
asequible desde la fe. La fe cristiana de todos los siglos se apoya
firmemente en el testimonio de la fe apostólica.

6. Jesús ayer, hoy y por siempre


Así pues, Jesús Resucitado no es, para la primera comunidad, un
mero
recuerdo: es "el que estuvo muerto y volvió a la vida" (Ap 2, 8);
"Jesucristo
es el mismo ayer y hoy y siempre" (Hb 13, 8). Y es la fuente del
Espíritu que
inaugura la vida nueva: en su nuevo modo de existencia, se
mantenía el
costado traspasado (cf. Jn 20, 20.25.27), del que brotaron las
aguas vivas
del Espíritu (cf. Jn 19, 34). No hay ruptura ni solución verdadera
de
continuidad entre su cuerpo resucitado y el cuerpo en que se
realizaron los
sucesos salvificos: «Destruid este templo y en tres días lo
levantaré... Pero
él hablaba del templo de su cuerpo» (Jn 2, 19.21).

7. Jesús no es reconocido de pronto


En los relatos de apariciones del Señor, nos llama la atención el
que los
discipulos no lo reconozcan de pronto. Por otra parte, comprueban
que es
El. Esto tiene un profundo sentido. Naturalmente, es, ante todo,
una prueba
más de que la imagen del Señor Resucitado les viene de la
realidad y no es
creación de su fantasía. Necesitan tiempo hasta reconocerlo. Pero
esto nos
hace ver algo aún más profundo que atañe al mismo Jesús: su
novedad.
Jesús no es ya enteramente el mismo.

8. Jesús ha cambiado profundamente. Su identidad se hace


presente
con un modo de presencia distinto J/APARICIONES
Sus apariciones no significan que quiera continuar unas semanas
más su
vida terrena, sino que inician ya a sus discípulos y a su Iglesia en
una
nueva manera de su presencia. El hecho de que súbitamente
puede ser
visto en medio de sus discípulos no significa sólo que pueda entrar
"con las
puertas cerradas", sino que está siempre presente, aunque no lo
vean. El
Señor resucitado es ya la nueva creación prometida, que ha
comenzado a
irrumpir entre nosotros. Las apariciones son índices de su
presencia
permanente.

9. Reconocido en su palabra
A María en el huerto, a los discípulos en el cenáculo, sobre un
monte y a
las orillas del mar, se le manifiesta en su palabra. Esto nos llama
señaladamente la atención en el relato de Lucas sobre los
discípulos de
Emaús. Se les junta en persona en el camino, pero esto parece no
decirles
nada. Sin embargo: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos
hablaba por
el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lc 24, 32). En la
palabra
encontraron al Señor.

10. Reconocido en la fracción del pan


Una segunda manera de darse a conocer es un gesto preciso: la
"fracción del pan" en Emaús. Que Jesús celebrara entonces la
eucaristía
con los discípulos de Emaús o no la celebrara es punto irrelevante.
En
ambos casos, este gesto tenía el sentido de aludir a la eucaristia,
en que
en adelante se daría a conocer. También el pescado que Jesús
come alude
a ella, pues en la primitiva Iglesia se juntaba a la celebración
eucarística
dicha comida. Son indicaciones de su presencia en la eucaristía.
Así pues,
al aparecerse visiblemente, nos ilustró su presencia invisible.

11. Reconocido en el Espíritu y en la función sacramental de la


Iglesia
Por lo mismo sopló también sobre sus discípulos y les dio el
Espíritu
Santo, por el que en lo sucesivo nos uniríamos con El. En las
apariciones
se habla igualmente del oficio pastoral de Pedro y del perdón de
los
pecados. Todo esto son modos de la presencia permanente de
Jesús.

12. Jesús es reconocido solamente por los creyentes


Esta presencia de Jesús será reconocida por la fe. También esto
nos
hacen ver las apariciones. Ya vimos cómo los discípulos de Emaús
sólo lo
reconocieron cuando la fe comenzó a abrir su corazón. El
verdadero
reconocimiento no se lo dieron los ojos corporales, sino los de la
fe.
Es una idea consoladora el que también a los testigos oculares se
les
exija la fe. No están, pues, tan lejos de nosotros, que recibimos la
señal del
profeta Jonás, es decir, primero la predicación de Jesús (Lc 11, 30)
y luego
el mensaje de su resurrección (Mt 12, 40), en la actual predicación
de la
Iglesia. No basta una simple mirada para percibir la realidad de la
resurrección de Cristo, la nueva creación. Para ello es menester
algo más
radical: el hombre nuevo.

13. Dios levanta para siempre la cabeza humillada de Jesús


Los primeros cristianos comprenden, a través de todo ello, que lo
que
comienza a renovar la historia universal no es una obra humana,
sino una
acción de Dios, que levanta para siempre la cabeza humillada de
Jesús. Así
lo cantan en un himno de entonces: «El, a pesar de su condición
divina, no
se aferró a su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su
rango y
tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y asi,
actuando
como un hombre cualquiera, se rebajó, obedeciendo hasta la
muerte, y una
muerte de cruz. Por eso, Dios lo levantó sobre todo y le concedió
el
Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús
toda rodilla
se doble en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo, y toda lengua
proclame:
¡Jesucristo es Señorl, para gloria de Dios Padre» (Flp 2, 6-11).

14. Los primeros cristianos se vuelven «locos»


Una cosa es importante: es el impacto que el acontecimiento del
señorío
de Cristo produce en la vida de los que le reconocen. Cambia el
sentido de
la vida y su manera de comprender el pasado y el futuro. Captan el
por qué
de muchos acontecimientos: así los de Emaús comprenden por
qué ardía
su corazón por el camino, cuando Jesús les explicaba el sentido
de las
Escrituras (Lc 24, 32). Los primeros cristianos se vuelven «locos»:
todo lo
ponen en común (Hch 2, 42-44). Y los que habían conocido
anteriormente
a Pablo, quedaban atónitos cuando en las sinagogas le oían
predicar a
Jesús de Nazaret: «¿No es éste el que se ensañaba en Jerusalén
contra
los que invocan ese nombre?» (Hch 9, 20).
15. Señor de mi vida
Cristo ha sido constituido Seño; Señor de la Historia, pero también
Señor
de mi vida. De nada serviría lo primero, si no fuera verdad lo
segundo:
Cristo sería algo abstracto y lejano. También aquí, creer no es
meramente
admitir la existencia de Dios y de Cristo, sino creer que Dios en
Cristo
interviene dentro de la historia humana concreta: «Ser cristiano
yo»
significa «vivir que Cristo ha sido constituido Señor también para
mí».
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PISTAS PARA LA REUNION

TEMA 13. LOS PRIMEROS CRISTIANOS PROCLAMAN QUE


JESÚS ES
EL SEÑOR

1) Dios actúa eficazmente en medio de los acontecimientos y es


reconocido como Señor de la historia. La historia tiene su Señor: fe
de
Israel. Jesús de Nazaret, un hombre ejecutado por la turbia justicia
del
mundo, ha sido establecido Señor de la historia. Jesús ejerce el
señorío en
ella lo mismo que Jahvé: fe de la Iglesia.

¿Dónde nos situamos nosotros hoy?


- en la increencia;
- en la búsqueda;
- en la fe de Israel;
- en la fe de la Iglesia.

2) La resurrección de Jesús y su constitución como Señor de la


historia
forman parte de un acontecimiento trascendente, que, sin
embargo, tuvo (y
tiene) sus signos históricos. Comentar en grupo los nn. 4-5.

3) Rasgos de la presencia resucitada de Jesús:


- Jesús no es reconocido de pronto;
- su modo de presencia es distinto;
- es reconocido en su palabra;
- en la fracción del pan;
- en el Espiritu;
- en la función sacramental de la Iglesia;
- solamente por los creyentes.

Comentar los nn. 7-12. ¿Tenemos experiencias actuales?

4) Los primeros cristianos se vuelven "locos": el acontecimiento


del
Señorío de Cristo impacta profundamente en la vida de los que le
reconocen. Comentar en grupo Hch 2, 42-44; Hch 9, 20.

5) Como con los de Emaús, Jesús sigue caminando hoy con


nosotros,
come y bebe con nosotros. Comentar en grupo Lc 24, 13-35.
Experiencias
actuales.

6) Jesús es Señor de la historia. Pero ¿es Señor también de mi


vida?
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TEMA 13

OBJETIVO:
PRESENTAR LA EXPERIENCIA QUE LOS PRIMEROS
CRETIANOS
TIENEN DE JESUS RESUCITADO COMO SEÑOR DE LA
HISTORIA

PUNTOS CLAVE
1 No es reconocido de pronto.
2 Su modo de presencia es distinto.
3 En medio de acontecimientos que se convierten en signos.
4 Es reconocido en su palabra.
5 En la fracción del pan.
6 En el espíritu.
7 En la función sacramental
8 Sólo por creyentes.
9 Se vuelven "locos".
PLAN DE LA REUNION
* Introducción: Presentación de la experiencia de los primeros
cristianos:
Puntos clave.
* Pequeño grupo: ¿Tenemos experiencias semejantes?
* Puesta en común. Diálogo.

NACIDO DE MUJER, QUE NO CONOCIÓ


VARÓN

OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir el significado del Evangelio de la infancia:
- Jesús es uno de los nuestros, tiene raíces humanas.
- Pero su origen está en el Espíritu de Dios.
- Para Dios nada hay imposible.

16. Siervo y Señor, es decir, hombre y Dios.


Luz definitiva de la Pascua de Cristo
Jesús, constituido Señor para nuestra salvación, fue
verderamente
hombre. El asumió la condición humana, siendo de verdad uno de
nosotros. Más aún, asumió la condición de Siervo y fue ejecutado
como
un delincuente. Así apuró el cáliz de la dura condición de hombre.
Hasta
la muerte, una muerte afrentosa (Flp 2, 6 ss.). Pero fue constituido
Señor, pues no era posible que este Siervo experimentara la
corrupción
(Hch 2, 24 ss.). La resurrección de Jesús manifiesta su divinidad,
al
mismo tiempo que la justicia de su causa. Su condición de Siervo
manifiesta su humanidad y también hasta qué punto él asumió la
realidad
de la común existencia humana.

17. Nacido de mujer, que no conoció varón; nacido de Israel, de


Adán,
de Dios
Siervo y Señor, es decir, verdaderamente hombre y
verdaderamente
Dios. Este esquema binario, que se manifiesta definitivamente a
raiz de la
Pascua y que constituye una de las más antiguas formulaciones
cristológicas, contiene la clave según la cual debe ser interpretado
el
misterio histórico de Jesús. Ya desde el nacimiento. Así, las
genealogias
nos presentan la humanidad de Jesús profundamente vinculada a
la
historia de Israel y a la historia del mundo. La concepción virginal,
en
cambio, nos presenta el primer signo de su trascendente misterio.

18. El nacimiento y su circunstancia: como nacen los pobres


«Por entonces salió un decreto del emperador Augusto,
ordenando
hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se
hizo
siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada
cual a
su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, «
subió
desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que
se
llama Belen, para inscribirse con su esposa Maria, que estaba
encinta. Y
mientras estaban allí, le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a su
hijo
primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre,
porque no
tenían sitio en la posada» (Lc 2, 1-7).

19. De Israel y de Adán: el mensaie de las genealogías


Las genealogias definen de una manera concreta la verdadera
humanidad de Cristo. Jesús, como todo hombre, nace en medio de
una
larga historia que le ha precedido y a la que está profundamente
vinculado. Ni Mateo ni Lucas presentan un elenco completo.
Escogen,
según la perspectiva de cada cual, los hitos genealógicos más
significativos que preparan el nacimiento de Cristo. Así ponen de
relieve,
respectivamente, que Jesús pertenece, en realidad y verdad, a
Israel y a
la humanidad (cf.Mt 1, 1-17; Lc 3, 23-38).

20. En el centro de la historia de Israel


Efectivamente, Mateo, cuyo evangelio tiene a los judíos por
destinatarios, presenta a Cristo profundamente enraizado en la
historia
de Israel. Su genealogía sigue la sucesión dinástica y legal. Jesús
aparece como el verdadero heredero de la promesa hecha a
Israel: toda
la historia de este pueblo aparece centrada en él y él es solidario
de esta
historia. Mateo muestra, en la persona y en la obra de Jesús, el
cumplimiento de las Escrituras y el sentido más profundo de la
historia de
Israel.

21. En el centro de la historia humana


Por su parte, Lucas, que escribe para los gentiles, presenta a
Cristo
profundamente vinculado con la historia de la Humanidad. Su
genealogía
sigue la línea de la descendencia natural. Jesús está, como Adán,
en la
misma raiz de la historia humana. El es el depositario de la
esperanza del
mundo. Y así toda la historia humana aparece centrada en El.

22. Su origen se enraíza en el Espíritu de Dios.


Mensaje de la concepción virginal
Así como las genealogías señalan la vinculación de Cristo a la
historia
de Israel y a la Humanidad entera, la concepción virginal
manifiesta que
Cristo no es enteramente de esta humanidad, sino que el origen
de su
eoncepción es obra exclusiva de la acción del Espiritu Santo.
Tomando
carne verdadera en las entrañas de la Virgen María, es concebido,
sin
intervención de varón, "por obra del Espíritu Santo". No pertenece
totalmente a esta creación (cf. Hb 9, 11): fruto primero de la nueva
creación (Nuevo Adán), en él se dan las primicias de una
renovación no
ya absoluta, porque Cristo es del mundo y de los hombres, pero sí,
en
sentido profundamente cierto, una renovación que inaugura el
ámbito de
la novedad total y definitiva: Cristo tiene un origen que es más que
humano (cf. Mt 1, 18-25). El Espíritu Santo viene sobre María y el
poder
del Altísimo la cubre con su sombra (cf. Lc 1, 35) y la Palabra (no
nacida
de carne, ni de deseo carnal, ni de deseo de hombre: cf. Jn 1, 13)
se
hace hombre en su seno, que permanecerá siempre sellado por
una
perfecta integridad. La tradición cristiana llamará a María:
"la-siempre-Virgen".

23. La tradición de la mujer estéril


El acontecimiento único de la concepción virginal se produce en el
seno de una historia donde ha sido lentamente preparado. De
grandes
figuras del Antiguo Testamento se confiesa que fueron fruto de la
acción
de Dio. Tras ardientes deseos, tras oración y promesa de Dios,
dio
finalmente fruto un matrimonio hasta entonces estéril. Así nacieron
los
antepasados de Israel Isaac y Jacob, así Sansón, Samuel. Así
también,
cercano ya a Jesús, su precursor, Juan Bautista. El niño de la casa
de
Acaz, el Emmanuel, signo de la fidelidad de Dios en tiempos
adversos
(cf.Is 7, 14-17), supone un paso más en la tradición de los niños
del
antiguo Israel nacidos de mujer estéril.
La solemnidad del oráculo, el nombre simbólico del niño, muestran
que
el profeta entrevé en este nacimiento una intervención singular de
Dios
en orden a la instauración del reino mesiánico. La antigua
interpretación
judía y también la versión de los Setenta de este enigmático
anuncio es
un indicio más del alcance extraordinario que se le concede
durante
siglos. Los relatos de Mateo y Lucas lo verán cumplido en la
concepción
virginal de Jesús.

24. Moisés e Israel: salvados de las aguas por voluntad de Dios


Por su parte, Moisés, nacido en circunstancias difíciles, fue
significativamente "salvado de las aguas". Como, de modo
semejante,
después lo fuera el pueblo entero de Israel. Israel es un pueblo
"salvado
de las aguas" por la fe en Yahvé. En ese acontecimiento, el pueblo
toma
conciencia de que Dios ocupa un lugar -y éste, importante, central-
en
medio de su historia. Dios visita a su pueblo, proclamará mucho
después
Zacarías, el padre de Juan Bautista. La historia de Israel, como la
de sus
personajes más representativos, es un fruto que revela una raíz
profunda, poderosa, fecunda: la acción de Dios. Todo ello confluye
en la
fe de Isabel, fe que profesa el pueblo entero: «para Dios nada hay
imposible» (Lc 1, 37).

25. En la encrucijada de dos tradiciones


El nacimiento de Cristo, si bien con características propias, queda
enmarcado en el significativo contexto de las dos tradiciones
precedentes: a) la concepción virginal de Jesús se inscribe
-superándola- en la vieja tradición de las mujeres estériles de
Israel; b) la
cruel represión del movimiento mesiánico, producido en torno al
nacimiento de Jesús, pone en peligro la vida del niño. Al escapar
de las
manos de Herodes, Jesús es -como Moisés y como el pueblo-
salvado de
las aguas, de la persecución y de la muerte (cf Mt 2, 13-18).

26. Expestativas mesiánicas: Simeón, un hombre que vio en


profundidad
Simeón recoge las expectativas mesiánicas que realmente rodean
el
nacimiento de Cristo. El toma conciencia de que se halla delante
del
Mesías. Desde ese momento no le importa ya morir, su vida ha
adquirido
pleno sentido, "porque -dice- mis ojos han visto a tu Salvador, a
quien
has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las
naciones
y gloria de tu pueblo, Israel". Aunque el misterio de Jesús le
desbordara,
Simeón ha percibido que el Mesías viene bajo la figura del Siervo
sutriente, "puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten;
será
como una bandera discutida». Por ello, le anuncia a María que
una
espada le atravesará el alma. María y José quedan abiertos al
misterio:
«estaban admirados de lo que se decia de él" (Lc 2, 25-35).

27. Hijo de la promesa, como ninguno


En efecto, entre todos los hijos que fueron dados a Israel como
fruto
de una promesa, Jesús representa la cima más alta. Cuando él
vino al
mundo, habia todo un pueblo que pedía su nacimiento; una larga
historia
lo habia prometido. Era hijo de la promesa como ningún otro. El
más
profundo anhelo del género humano encontró en él su
cumplimiento.
Esta misma es la razón por la que tal cumplimiento sobrepasa las
posibilidades humanas mucho más que la venida al mundo de
cualquier
otro hombre. No hay nada en el seno de la Humanidad, ni en la
fecundidad humana que pueda engendrar a aquél de quien
depende
toda fecundidad humana y todo el desarrollo de nuestra estirpe,
pues
todo ha sido creado en él.

28. Testimonio de San Mateo y de San Lucas


Este misterio del grandioso regalo que Dios ha hecho a los
hombres
en la persona de Jesús, lo podemos ver también señalado por el
acontecimiento -igualmente lleno de misterio- de la concepción
virginal
de Jesús, que nos presentan en su Evangelio San Mateo y San
Lucas:
Jesús no ha sido engendrado por intervención de un hombre, sino
que
fue concebido por obra del Espíritu Santo, y nació de una mujer
joven,
llena de gracia y elegida por Dios para ser la Madre de su Hijo.

29. Fe de la Iglesia
Esta enseñanza del Evangelio fue recogida por todas las antiguas
profesiones de fe y por la ininterrumpida tradición de los padres de
la
Iglesia y del magisterio; con el cual todos nosotros confesamos
que
Jesús "fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y nació
de
Santa María la Virgen" (Simbolo de los Apóstoles).

30. Para Dios no hay nada imposible


La historia de Israel, como la de sus personajes más
representativos
(¡sobre todos, Cristo!) es un fruto que revela una raíz profunda,
poderosa, fecunda: la acción de Dios. No sólo la Naturaleza, la
existencia, la vida, es don de Dios, sino también la historia. Dios
se
manifiesta en medio de los acontecimientos. Por ello, la fe de
Isabel, de
Maria, de la Iglesia, nuestra propia fe, es ésta: «para Dios nada
hay
imposible» (Lc 1, 37).
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PISTAS PARA LA REUNION

TEMA 14. NACIDO DE MUJER QUE NO CONOCIO VARON

1) Recoger los interrogantes del grupo en torno al origen de


Jesús.

2) El origen de Jesús desde la luz definitiva de la Pascua.


Comentar en
grupo los nn. 16-17.

3) Descubrir el mensaje de las genealogías: Jesús procede de


Israel,
de Adán, de nuestra humanidad. Comentar en grupo Mt 1, 1-17; Lc
3,
23-38.

4) Descubrir el mensaje de la concepción virginal: Cristo no es


enteramente de esta humanidad, sino que tiene un origen que es
más
que humano, el Espíritu de Dios. Comentar en grupo Mt 1, 1 8-25.
5) El nacimiento de Cristo en la encrucijada de dos tradiciones: a)
la
tradición de las mujeres estériles de Israel; b) en circunstancias
difíciles.
Comentar los nn. 23-25.

6) Testimonio de San Mateo y San Lucas (n. 28), fe de la Iglesia


(n.
29); en el fondo, para Dios no hay nada imposible. ¿Tenemos
nosotros
esta fe?

7) Mt y Lc presentan el evangelio de la infancia. Comparar Mt 1, 20


y
Lc 1, 35 con Lc 4, 22 y Mt 13, 55; véase también Mc 6, 3; Lc 3, 23,
y Mt
1, 16. Véanse también estos textos del evangelio de San Juan: Jn
1,
45.49.51; 6, 42.46; 5, 25, y 2 Jn 3: ¿qué conclusiones podemos
sacar?

Por lo demás, Juan siempre designa a María con la fórmula "la


Madre
de Jesús" (2, 1.3.5.12; 19, 25). Algunos testigos antiguos leen en
singular el verbo gramatical de Jn 1, 13: él (el Verbo encarnado),
que ha
sido engendrado... de Dios. Casi todos admiten que, si se lee el
texto de
este modo, alude a la concepción virginal sin intervención
masculina...
Así la Biblia de Jerusalén.

"Cristo nace siempre místicamente del alma, tomando carne en


aquellos que caminan a la salvación, haciendo madre-virgen al
alma que
lo da a luz" (S. Máximo el Confesor, Comentario al Padre Nuestro,
PG,
90, 889 C). Frecuente en la tradición latina: S. Ambrosio, Exp. in
Luc. Il. 7
(PL, 15, 1635 s.), S. Agustín, In loan. Xlll, 12 (PL, 35, 1499), sermo
191,
2-3 (PL, 38, 1010). Ver I. de la Poterie, Concepción y nacimiento
virginal
de Jesús, según el cuarto evangelio, en "Sal Terrae" 7 (1978), 567-
578.

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TEMA 14-1

OBJETIVO:
DESCUBRIR EL SIGNlFICADO DEL EVANGELIO DE LA
INFANCIA

LECTURAS
* El origen de Jesús, dato evangéfico:
Leer Mt 1, 20 y Lc 1, 35; Lc 4, 22 y Mt 13, 55; Mc 6, 3; Lc 3, 23;
Mt 1, 16; Jn 1, 45. 49. 51; 6, 42. 46; 5, 25 y 2 Jn 3; también Lc 1, 1-
4.

¿Qué conclusiones podemos sacar?

PLAN DE LA REUNION
* Información: Personas, hechos, necesidades, problemas...
* Oración. Salmo.
* Recoger los interrogantes del grupo en torno al origen de Jesús.
* Lecturas. Oración final.
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TEMA 14-2

OBJETIVO:
DESCUBRIR EL SIGNIFICADO DEL EVANGELIO DE LA
INFANCIA

PUNTOS CLAVE
* Interrogantes.
* El origen de Jesús, desde la luz de la Pascua.
* El mensaje de las genealogías.
* El mensaje de la concepción virginal.
* Encrucijada de dos tradiciones.
* Fe de la Iglesia.

PLAN DE LA REUNION
* Oración inicial. Salmo.
* Información: Personas, hechos, necesidades...
* Presentación del tema 14. Lectura del mismo. Cuchicheo.
Comentario en gran grupo.
* Lecturas posibles: Mt 1, 1-17; Lc 3, 23-38; Mt 1, 18-25
AÑOS DE VIDA OCULTA DE JESÚS

OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir el significado de los años de vida oculta de Jesús.

31. La Pascua de Cristo, en el primer plano del Evangelio


Los años de vida oculta constituyen una amplia etapa en la vida
de
Jesús. Desde el nacimiento en Belén hasta el bautismo en el
Jordán.
Casi toda su vida. Con todo, no es esta etapa, sino el
acontecimiento de
la Pascua, lo que ocupa el primer plano del Evangelio. La primera
indicación que hallamos en las capas más antiguas del Nuevo
Testamento no se refiere a su juventud, ni siquiera al curso general
de
su vida, sino a lo que fue culminación de su existencia: su muerte
y su
liberación de ella por obra de Dios Padre, es decir, su
Resurrección. Lo
que cuenta ante todo es que ahora vive. Este acontecimiento
ilumina
toda la vida de Jesús. Pero, los evangelistas no han tenido
especial
preocupeción por narrar con detalle todos los sucesos de la vida
del
Señor.

32. Escasez de datos sobre los años de vida oculta de Jesús


Podríamos preguntarnos si no sería deseable que estuviésemos
mejor
informados sobre algunos pormenores históricos en torno a los
años
ocultos de Jesús. En efecto, el conocimiento de un personaje
histórico
parece exigir, y más en nuestra mentalidad de hoy, una
información
amplia sobre los orígenes de su formación espiritual y cultural. Ya
en los
primeros siglos se sintió la necesidad de llenar esta laguna
inventando
leyendas acerca de la infancia de Jesús (Evangelios apócrifos). Es
una
curiosidad inspirada por el amor y deseo de conocer mejor al
Señor.

33. No es un obstáculo a nuestra fe


En definitiva, la escasez de datos sobre los años ocultos de Jesús
no
es impedimento para nuestra fe. Los Evangelios no tratan
simplemente
de construir una biografía en el sentido moderno de esta palabra,
como
si se pretendiera fundamentalmente ofrecer información sobre
alguien
que vivió y murió. Los Evangelios nos hablan, ante todo, de
alguien que
ha vencido a la muerte. Los evangelistas nos aportan unos
hechos
históricos que poseen en sí una fuerza salvadora que afecta a
todos los
hombres y que, por tanto, constituyen el objeto de un Mensaje
permanente que nos es comunicado por alguien que vive.

34. Condición humana de Jesús: Pobre de Yahvé.


Familia, nacimiento, costumbres
Es importante destacar que no es sólo la escasez de datos lo que
hace oscura esa larga etapa de la vida de Jesús, sino, sobre todo,
las
circunstancias de su vida. Jesús, como los "pobres de Yahvé»,
vivió
oscuramente.
María no es más que una humilde mujer aldeana, "la esclava del
Señor"; pero, sin embargo, sobre ella descansa la gloria de Dios.
El
nacimiento de Jesús tiene lugar en medio de unas condiciones
relativamente dramáticas; sin embargo, los ángeles del Señor
cantan su
gloria. Jesús y Maria se atienen a todas las costumbres culturales
y
rituales de Israel, manteniendo su condición de pobres; pero los
herederos de los "pobres de Yahvé", en quienes las esperanzas
de
salvación están siempre tan vivas, saben reconocer al rey
mesiánico,
que es la luz del mundo.

35. Obediencia, maduración. Bajo el signo de lo cotidiano


Jesús se pierde entre la muchedumbre y anuncia a sus padres,
extrañados, algo de la grandeza de su misterio personal "¿No
sabéis que
yo debía estar en la casa de mi Padre?" (Lc 2, 49); luego se
sumerge en
la obediencia cotidiana y en una vida sencilla durante muchos
años. No
sabemos ya nada de él, a no ser que, por haberse asemejado tan
profundamente a sus compatriotas, suscitó la incredulidad general
cuando empezó a revelarse como profeta (Lc 4, 1 6-30 ).

36. Bajo la figura del siervo


Los capítulos que dedica Lucas a la infancia de Jesús muestran
como
en parábola, ejemplificado, aquel versículo del Magnificat: "Derriba
del
trono a los poderosos y enaltece a los humildes" (Lc 1, 52). Son
las
palabras que resumen la fe de los "pobres de Dios". La oscuridad
en la
vida de Jesús se explica, por tanto, de la siguiente manera: Es el
heredero de los pobres, su figura más pefecta, el siervo descrito
por
Isaias en los capítulos 52-53. El mesianismo de Jesús es el de
este
Siervo de Yahvé.

37. "Deduce en cuánto te tasó..." ENC/A-D Muchos creyentes han


comentado con admiración la oscuridad mesiánica de Jesús.
Citamos
algunos: «Deduce, de todo lo que se dejó hacer por ti, en cuánto te
tasó,
y así su benignidad se te hará evidente por su humanidad. Cuanto
más
pequeño se hizo en humanidad, tanto más grande se reveló en su
bondad; y cuanto más se dejó envilecer por mí, tanto más querido
me es
ahora. 'Ha aparecido, dice el Apóstol, la bondad y la humanidad de
Dios,
nuestro Salvador'... Grandes y manifiestas son la bondad y la
humanidad
de Dios, y gran indicio de benignidad reveló quien se preocupó de
añadir
a la humanidad el nombre de Dios" (·Bernardo-SAN).
38. Se sometió a la condición de aquéllos a quienes amaba
«El Hijo del Hombre vino en persona a la tierra, se revistió de
humanidad y sufrió voluntariamente la condición humana. Quiso
someterse a las condiciones de debilidad de aquéllos a quienes
amaba,
porque quería ponernos a nosotros a la altura de su propia
grandeza»
(·Clemente-A-SAN de Alejandría).

39. La densidad de la condición humana, modo concreto de la


encarnación
Conocida es la frase de San Ireneo: Dios se encarna a fin de
habituarse al hombre y que el hombre se habitúe a Dios. San
Ireneo
quiere indicar que Dios se hace humano, para que el hombre se
haga
divino. Pero este intercambio no es algo abstracto, sino bien
concreto. La
encarnación es verdaderamente la humanización de Dios en su
Hijo. No
puede haber encarnación si el Hijo no entra en toda la densidad de
la
condición humaNa.

40. La etapa de los años de vida oculta, exigencia de la


Encarnación
Los años de vida oculta de Jesús nos invitan a pensar en su
humanidad concreta: él fue realmente hombre, con todas las
limitaciones
que lleva consigo. Como dice San Juan, «la Palabra se hizo
carne» (Jn 1,
14). Más allá de toda apariencia y docetismo, Jesús tiene toda la
realidad
de nuestra condición y, en ella, vive la lenta maduración que exige
nuestro destino humano. Los años de oscuridad y de maduración
de que
habLa San Lucas, nos hacen desconfiar una vez más de toda
invención
o fábula que venga a escamotear el «escándalo» de la
Encarnación (cf 2
Jn 1, 7): Jesús de Nazaret nos ha proporcionado el rostro humano
de
Dios, asumiendo la condición más común de los hombres.

41. Hubiera sido un extraño J/SOLIDARIO


Si hubiera utilizado sus poderes sobrenaturales en beneficio
propio,
para su propio interés, no habría sido totalmente uno de nosotros,
no
habría participado plenamente de la condición humana. No habría
sido
un compañero nuestro. Habría hecho trampa, valga la expresión:
un Dios
que viene a nosotros por un tiempo limitado y se toma la libertad
de
escapar a las leyes de la existencia humana. Hubiera sido un
extraño.

42. «Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia


ante
Dios y los hombres»
Los años de vida oculta de Jesús y su condición de Siervo nos
revelan, de forma incomparable, la humanidad del Hijo de Dios:
hasta
qué punto se hizo uno de nosotros, «en todo exactamente como
nosotros, excepto en el pecado» (/Hb/04/15). Como un niño
cualquiera
de su edad, «Jesús iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba
de
sabiduría; y la gracia de Dios le acompañaba» (Lc 2, 40). Tras el
episodio del templo, hecho que manifiesta el despertar de la más
sublime
vocación (2,49), Jesús baja con sus padres a Nazaret y vive sujeto
a
ellos (2, 51). El «iba creciendo en sabiduría, en estatura y en
gracia ante
Dios y los hombres» (/Lc/02/52).
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PISTAS PARA LA REUNION

TEMA 15. AÑOS DE VIDA OCULTA DE JESUS

1) La Pascua de Cristo está en el primer plano del Evangelio. Por


esto
y no por casualidad, tenemos escasez de datos sobre los años de
vida
oculta de Jesús. Este hecho viene a plantearnos qué significa el
Evangelio para nosotros, qué buscamos en él:
- ¿una biografia de Jesús?;
- ¿el mensaje de alguien que vive?
- ¿la satisfacción de nuestra curiosidad?

2) No es sólo la escasez de datos. También las circunstancias de


su
vida hacen oscura la larga etapa de la vida de Jesús:

- pobre de Yahvé (familia, nacimiento, costumbres, n. 34);


- obediencia y maduración (Lc 2, 51.4-52);
- bajo el signo de lo cotidiano (n. 35);
- bajo la figura de siervo (n. 36).

3) ¿Qué significado tienen para nosotros hoy los años oscuros de


Jesús?
- ¿aprecio? (se somete a la condición de aquellos a quienes
amaba);
- ¿realismo de la encarnación? (hubiera sido un extraño);
- ¿nos ayudan a entender nuestra propia vida?

4) Comentar los nn. 37-41. Implicaciones prácticas.


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TEMA 15

OBJETIVO:
DESCUBRIR EL SIGNIFICADO DE LA VIDA OCULTA DE JESUS

PUNTOS CLAVE
* La Pascua, en el primer plano del Evangelio.
* Escasez de datos sobre la vida oculta de Jesús.
* No es un obstáculo a la fe.
* Años oscuros: Pobreza, obediencia, maduración, bajo la figura
del
siervo,
exigencia de la encarnación, realismo de la humanidad de Cristo.

PLAN DE LA REUNION
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del tema 15.
- Lectura personal
- Cuchicheo: Lo más importante para ti.
- Puesta en común. Diálogo.
* Lectura Lc 2, 39-52. Silencio. Comentario. Canto.
VIDA PÚBLICA DE JESÚS
BAUTISMO - PREDICACIÓN - SIGNOS
OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir quién es realmente Jesús:
- Sus actitudes.
- Su personalidad mesianica, consecuente con sus actitudes.

43. Los comienzos: misión, vocación, bautismo


Los evangelios describen los comienzos de la vida pública de
Jesús de
modo que en ellos expresan el núcleo esencial de su misión, de
su
vocación. Tales comienzos están presididos por un hecho que
desde la
más antigua tradición es transmitido con insistencia: su bautismo
de
manos de Juan en el Jordán. El hecho es narrado de forma que la
imágenes exteriores apuntan a una realidad que jamás se podrá
expresar adecuadamente con palabras.

44. Hijo de Dios y Siervo de los hombres: "...a quien prefiero"


Se trata de expresar la relación del Padre con Jesús y de la fuerza
del
Espíritu. Esta relación es expresada en términos de Antiguo
Testamento:
«Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto» (Mc 1, 11). Así se evoca la
figura
del Siervo de Yahvé, al que están consagrados algunos cánticos
del libro
de Isaías. Alli se lee: «Mirad a mi siervo..., mi elegido, a quien
prefiero»
(Is 42,1). Y en otro pasaje: "el Señor cargó sobre él todos
nuestros
crímenes" (Is 53, 6).

45. Vocación de servicio. Sin condiciones, hasta la muerte


El bautismo de Jesús es expresión de su solidaridad con el pueblo
pecador, que se dispone a recibir el reino de Dios, anunciado
como
inminente por Juan. El bautismo es, además, un signo del servicio
de
Jesús, de su sumisión y hasta de su muerte. Más adelante, aludirá
Jesús
por dos veces al final de su existencia terrena con la palabra
«bautismo»
(Mc 10, 38; Lc 12, 50). El Hijo amado se consagra como siervo,
como
humilde y pequeño, como cordero que lleva los pecados del
mundo. Tal
es su vocación.

46. Un bautismo para todos los creyentes futuros


En la narración del bautismo se expresa también la relación del
Espíritu Santo con Jesús: "Vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar
hacia él
como una paloma" (Mc 1, 10). De modo semejante prosigue
también el
cántico del Siervo de Yahvé: "Sobre él he puesto mi Espiritu..." (Is
42, 1).
Por este bautismo del Espíritu, cobra nuevo significado el bautismo
de
agua de Juan: se convierte en símbolo del bautismo del Espiritu
para
todos los creyentes futuros.

47. Sumergido en el Jordán, en lugar nuestro


Así celebra este acontecimiento la Liturgia de Oriente en la vigilia
de la
Epifanía: "Hoy inclina el Señor la cabeza ante la mano del
precursor; hoy
lo bautiza Juan en las ondas del Jordán; hoy oculta el Señor en el
agua
las culpas de los hombres; hoy es atestiguado desde lo alto como
hijo
amado de Dios; hoy santifica el Señor la naturaleza del agua". Se
inmerge en la corriente del Jordán no para purificarse a sí mismo,
sino
para preparar nuestra regeneración.

48. La tentación, oposición al bautismo


Los Evangelios nos hablan de tentaciones contra la vocación de
Jesús
(Mt 4, 1-11; Mc 1, 12-13; Lc 4, 1-13; cf. Tema 6). Además de estas
tentaciones narradas al comienzo de la vida pública de Jesús nos
cuentan la tentación ocurrida en medio de su actividad pública,
por
ejemplo, cuando reveló por vez primera la forma de su muerte, el
bautismo definitivo, que sería su muerte: "Pedro se lo llevó aparte
y se
puso a increparlo: ¡No lo permitas, Dios, Señor! Eso no puede
pasarte.
Jesús se volvió y dijo a Pedro: Quítate de mi vista, Satanás, que
me
haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios" (Mt
16,
22-23). La petición bienintencionada de Pedro se oponía a la
misión de
Jesús; era una tentación de su adversario Satan".

49. En Galilea, allende el Jordán


Así, pues, habiendo recibido el Espiritu y superando toda
tentación
contra su propia misión, Jesús inaugura su predicación justamente
en el
momento en que Juan había sido arrestado. Comienza a predicar
en
Galilea. "Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaias: País
de
Zabulón y país de Neftali, camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea
de los gentiles. El pueblo que habitaba en tiniebias vio una luz
grande; a
los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: Convertíos, porque
está
cerca el Reino de los Cielos" (Mt 4, 14-17). O como dice San
Marcos: "Se
ha cumplido el plazo; está cerca el Reino de Dios: Convertios y
creed el
Evangelio" (Mc 1, 15).

50. El mundo postrado en tiniebias necesita luz


El fondo dei corazón humano alimenta siempre la espera de una
buena noticia. A lo largo de la historia los hombres han ido
materializando esta espera, y así se han ido entregando a la
búsqueda
de la "piedra filosofal", del "vellocino de oro" o de los "paraísos
terrestres". Nuestro mundo todavía puede soñar la novedad
radical
siguiendo la inmensa ruta de los "viajes espaciales". Y cada
persona,
desde su rincón, espera durante mucho tiempo un mañana mejor.
En
definitiva, el pueblo postrado en tiniebias necesita una intensa luz.

51. El reino de Dios ya está entre vosotros RD/OCULTO Jesús


anuncia una radical novedad: el Reino de Dios. Y, sin embargo, se
abstiene de las fantásticas descripciones con que entonces se
engañaba
la imaginación popular. No desenvaina ninguna espada, ni derriba
ninguna estrella del cielo. El Reino de Dios no es algo que
sobrevenga y
caiga desde fuera, de una manera externa y accidental, como un
aerolito
o como una catástrofe. El Reino de Dios es una realidad que se
está
forjando en el seno de la humanidad. Preguntado por los fariseos
cuándo había de llegar el Reino de Dios, Jesús contestó: "El Reino
de
Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o
está
allí; porque mirad, el Reino de Dios está dentro de vosotros»
(/Lc/17/20-21).

52. EI Reino de Dios oculto


El judaísmo, tomando al pie de la letra los oráculos escatológicos
del
Antiguo Testamento, se representaba la venida del Reino como
algo
fulgurante e inmediato. Jesús lo entiende de otra manera. El Reino
viene
cuando se dirige a los hombres la Palabra de Dios. Debe crecer,
como
una semilla sembrada en el campo (Mt 13, 3-9.18-23). Crecerá por
su
propio poder como el grano (Mc 4, 26-29). Fermentará y levantará
al
mundo, como la levadura echada en la masa (Mt 13, 33). Sus
humildes
comienzos contrastan así con el futuro que se le promete. Las
parábolas
del Reino de Dios vienen a decir que lo que importa no es el
efecto
exterior que deslumbra a los hombres, pero no les nutre, sino la
acción
de Dios, que está oculta en el cotidiano quehacer, en la vida
ordinaria de
los hombres.
53. Ha comenzado ya en la persona de Jesús
Lo más sorprendente del mensaje de Jesús es que anuncia un
Reino
que ha comenzado ya en su propia persona. Mientras los videntes
apocalípticos hablaban sobre cosas que caían fuera de ellos
mismos,
Jesús lleva el Reino de Dios en sí mismo. «Volviéndose a sus
discípulos,
les dijo aparte: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!
Porque
os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis
vosotros,
y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron» (Lc 10, 23-24). El
Reino
de Dios no es para Jesús una visión lejana. El mismo Jesús está
en
medio de él, empeñado en la lucha contra otro reino: "Si yo echo
los
demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios
ha
llegado a vosotros" (Lc 11, 20).

54. Jesús lleva en sí mismo la cercanía de Dios.


Una autoridad que no tiene par
Jesús hace sentir sin rodeos, a todo el que se le acerca con
corazón
sincero, la cercanía de Dios. Asi lo percibe Nicodemo y le dice a
Jesús:
"nadie puede hacer los signos que tú haces, si Dios no está con él"
(Jn 3,
2). Jesús lleva en sí mismo la cercanía de Dios. Ello da a su
persona una
autoridad serena, que no tiene par: "La gente estaba admirada de
su
enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los
escribas"
(Mt 7, 28-29). Jesús completa todo lo que le precede y enseña
con
palabras que durarán más que el cielo y la tierra, destinados a
pasar (Mc
13, 31).

56. El Reino de Dios es inseparable de la conversión del hombre


Jesús enfoca su predicación en la línea de los grandes profetas,
que
prepararon su venida. Asimismo, salvando la diversidad de los
tiempos,
de los lugares y de los auditorios, las predicaciones de Juan
Bautista, de
Jesús, de Pedro o de Pablo ofrecen todas un mismo esquema y
una
misma orientación: llaman a la conversión y anuncian un
acontecimiento.
El Reino de Dios es inseparable de la conversión del hombre.

57. La palabra de Jesús frente a la experiencia del mundo


Ahora bien, la predicación de Jesús incide en su mundo, donde
reina
de modo manifiesto la experiencia contraria. Si su predicación
proclama
como presente el Reino de Dios y llama a la conversión, el mundo
vive
justamente lo contrario: no existe ningún Señor y, además, el
hombre no
puede cambiar. Quedan, pues, alineadas, frente por frente, la
Palabra de
Jesús y la experiencia del mundo. El mundo prescinde de Dios,
desconoce su acción en la historia y no experimenta necesidad de
conversión.

58. La conversión como buena noticia: El Reino de Dios en acción


RD/GRATUIDAD:Sumamente importante esto: la
predicación de Jesús exige conversión no únicamente exhortando
a los
hombres a vivir como deben, sino anunciándoles que el Reino de
Dios
está ya presente y en acción. En virtud de este acontecimiento de
la
llegada del Reino de Dios, la conversión le es ofrecida al hombre
gratuitamente, de balde. Es una posibilidad de vida nueva que se
abre
por gracia con la venida del Reino. El cumplimiento del Sermón de
la
Montana (programa de Jesús) es anunciado a hombres que no
pueden
cumplir la Ley. Si tal anuncio no fuera hecho en un régimen de
gracia, no
sería recibido como buena nueva, sino como mala noticia. Sería
como
cargar un peso sobre los hombros de quienes ya se doblan.

59. La fuerza de Dios se despliega en la debilidad del hombre


En efecto, el hombre está sometido a señores muy poderosos,
como
para que -por su propia fuerza- pueda cambiar: "ninguno (de
vosotros)
cumplís la Ley" (Jn 7, 19), dice Jesús a los judíos (y le quieren
matar). El
hombre, ciertamente, necesita "nacer de lo alto" (Jn 3, 3.7). Ahora
bien,
si el hombre cambia, si el hombre sigue un proceso serio de
conversión,
entonces es que el Reino de Dios ha aparecido en medio de
nosotros
(cf. Lc 11, 20). La fuerza de Dios se despliega en la debilidad del
hombre
(2 Co 12, 9).

60. Anunciar a los pobres la buena nueva


Por ello la buena nueva es anunciada a los pobres, es decir, a
todos
aquéllos que tienen conciencia de su limitación e insuficiencia. Así
cumple Jesús la profecía de Isaías: «El Espíritu del Señor está
sobre mí,
porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el evangelio
a los
pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la
vista»
(Lc 4, 18). Esta Escritura se cumplió un día en la sinagoga de
Nazaret
(Lc 4, 21) y en toda la vida pública de Cristo. Inspiración
semejante
refleja la respuesta que Jesús da a los enviados de Juan: "Id a
anunciar
a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos
andan, los
leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y
a los
pobres se les anuncia el Evangelio" (Lc 7, 22).

61. Exigencias para entrar, desde ahora, en el Reino de Dios


El Reino es el don de Dios por excelencia, el valor esencial que
hay
que adquirir a costa de todo lo que se posee (Mt 13, 44 ss.). De
ahí se
sigue que es necesaria una decisión; hay que convertirse, buscar
continuamente el rostro de Dios (Cf. Sal 104, 4), abrazar las
exigencias
del Reino. El Reino no es algo que se pueda considerar como un
salario
debido en justicia: Dios contrata libremente a los hombres en su
viña y
da a sus obreros lo que le parece bien (Mt 20, 1 -1 6).
Sin embargo, si bien todo es gracia, los hombres deben responder
a
esta gracia: se requiere un alma de pobre (Mt 5, 3), una actitud de
niño
(Mt 18, 1-4; 19, 14), una búsqueda activa del Reino y de su justicia
(Mt 6,
33), la perseverancia en medio de las persecuciones (Mt 5, 10;
Hch 14,
22; 2 Ts 1, 4-5), el sacrificio de todo lo que se posee (Mt 13, 44
ss.), una
justicia mayor que la de los fariseos (Mt 5, 20); en una palabra, el
cumplimiento de la voluntad del Padre (Mt 7, 21), especialmente
en lo
que toca al amor fraterno (Mt 25, 34-40). Todo esto se exige a
quien
quiera entrar ya desde ahora en el Reino de Dios.

62. Jesús perfecciona e interioriza la ley


BITS/RD:Las exigencias del Reino de Dios las encontramos
resumidas
en el Sermón de la Montaña. No se trata de leyes
minuciosamente
formuladas, ni de un reglamento impersonal. Jesús nos pone
delante de
Dios vivo. El perfecciona e interioriza la Ley, que hasta entonces
se
había quedado en lo exterior.
Todas las modificaciones que Jesús introduce aparecen
formuladas
del siguiente modo: "No sólo... sino también". No sólo el homicidio,
sino
también la simple palabra de odio. No sólo el adulterio, sino
también la
simple mirada y deseo, y el pensamiento que se consiente. Lo
mismo
sucede cuando exige que se diga la verdad, sin necesidad de
juramento,
en el mandato de no vengarse, y, finalmente, en la invitación a un
amor
que no excluya a nadie, ni aún a los enemigos, imitando la
perfección del
Padre, que hace salir el sol y envía su lluvia sobre justos y
pecadores (Mt
5, 43-48).

63. El don del Espíritu


Ante el Sermón de la Montaña, el hombre tiene delante la voluntad
de
Dios sin velos ni tapujos. La primera reacción del corazón
generoso es
de asombro y gozo: "Sí, así es; así debe ser. esto es vida...". Pero
inmediatamente surge la pregunta: «¿Es esto posible?». Y
pensamos:
«esto no se puede cumplir al pie de la letra». Precisamente por
eso no
se puede convertir en simple ley. Sin embargo, es voluntad de
Dios, es la
alegría del Reino. Y, de hecho, muchos lo van experimentando:
son
aquéllos que acogen con fe el Don del Espíritu.
64. El hombre, en el punto de una opción: acogida o rechazo del
Reino
de Dios
La predicación del Reino de Dios sólo ejerce su fuerza salvadora si
el
hombre responde con la fe. El Evangelio es "una fuerza de
salvación de
Dios para todo el que cree" (Rm 1, 16). Conduce al punto de una
opción.
No caben términos medios. Es preciso decidir. Como dice Jesús:
"El que
no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo,
desparrama"
(Lc 11, 23).
El rechazo humano del Evangelio tiene su prototipo en la actitud
cerrada de Jerusalén ante la predicación de Jesús: "¡Jerusalén,
Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te
envían!
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina a sus
pollitos bajo las alas! ¡Pero no habéis querido!» (Lc 13, 34). San
Pablo
experimentará, como Jesús, el rechazo dado a su predicación y
dirá:
«Pero no todos han prestado oído al Evangelio...» (Rm 10, 16).

65. Jesús anuncia y ofrece el perdón de Dios


Jesús fue enviado por su Padre, no como juez, sino como
Salvador (Jn
3, 17 ss.; 12, 47). Invita y suscita la conversión en todos los que la
necesitan (Lc 5, 32; 19, 1-10), revelando que Dios es un Padre que
tiene
su gozo en perdonar (Lc 15) y cuya voluntad es que nada se
pierda (Mt
18, 12 ss.). Jesús no sólo anuncia este perdón a quien se
reconoce
pecador, sino que, además, lo ejerce; da testimonio con sus obras
que
dispone de este poder reservado a Dios (Mt 9, 5 ss.; cf. Jn 5, 27).
A los
pecadores que se veían excluidos del Reino de Dios por la
mezquindad
de los fariseos, proclama el Evangelio de la misericordia infinita.
Jesús
los acoge y come con ellos (Lc 19, 1-10; 15, 2). Los que alegran el
corazón de Dios no son los hombres que se creen justos, sino
aquéllos
que reconocen su pecado (Lc 18, 9-14), aquéllos que son como la
oveja
o la dracma perdida y hallada (Lc 5, t-10). El corazón de Dios
Padre, que
mostraba Jesús, en cada uno de sus actos, quedó retratado para
siempre en la parábola del hijo pródigo: el Padre está acechando
el
regreso de su hijo y, cuando lo descubre de lejos, siente
compasión y
corre a su encuentro (Lc 15, 20).

66. Encontrar a Dios Padre en el centro de la vida


Jesús es el revelador de Dios como Padre. En su vocabulario hay
una
palabra que lo resume todo: Abba. Es una palabra infantil y
confiada,
una de las primeras que afloran en la boca humana: papá, abba.
Esta
palabra aramaica es un diminutivo. Así llamaba Jesús a Dios. Y
además
nos enseña a nosotros a hacer lo mismo. Para ello nos envía su
Espíritu:
«Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que
somos
hijos de Dios" (Rm 8, 16). Jesús revela que el hombre puede
acudir
siempre a Dios en el cotidiano quehacer, tal como es, con sus
miserias y
necesidades. Confiar en el Padre, encontrar a Dios en el centro de
la
vida, es para Jesús el verdadero corazón del Evangelio.

70. Les anunciaba la palabra con muchas parábolas


Para su predicación, Jesús utiliza frecuentemente la parábola,
narración destinada a ilustrar una verdad por medio de analogías
y
comparaciones: «Con muchas parábolas parecidas les exponía la
Palabra, acomodándose a su entender» (Mc 4, 33). Así, de modo
sencillo, explica Jesús la génesis, desarrollo y crecimiento del
Reino de
Dios.

72. Muchos se quedan en el umbral de la parábola:


Tienen embotado el corazón. Están fuera
En quienes se quedan en el umbral de la parábola, Jesús ve
cumplida
la profecía de Isaias: "Oiréis con los oidos sin entender; miraréis
con los
ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son
duros
de oído, han cerrado los ojos: para no ver con los ojos ni oír con
los
oídos, ni entender con el corazón ni convertirse para que yo los
cure»
(Mt 13, 14-15). Jesús no se alegra por ello ni lo desea sino que, al
contrario, lo deplora. Sencillamente, llama la atención sobre un
hecho.
Efectivamente, muchos no penetran en el sentido de la parábola:
tienen
embotado el corazón, duros de oídos, cerrados los ojos. Están
fuera del
Reino de Dios (/Mc/04/11).

73. El plan de la revelación se realiza por obras y palabras


intrínsecamente ligadas
En la predicación de Jesús, los hechos acompañan a las
palabras.
Jesús anuncia una palabra que se cumple. Esto es, los signos
acompañan a la predicación. Es ésta, por lo demás, una
característica de
la historia de la salvación que alcanza su plenitud en Cristo. Tal
característica es señalada por el Concilio Vaticano ll: «El plan de
la
revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas;
las
obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y
confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan; a
su
vez, las palabras proclaman las obras y explican su misterio" (DV
2). En
definitiva, el estilo de Cristo es ese que utiliza en la sinagoga de
Nazaret:
«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír» (Lc 4, 21). Es
decir,
Cristo cumple con su misión salvadora el Reino de Dios que
anuncia.

74. Los milagros, como acontecimientos del Reino de Dios


MIGROS/RD
Los milagros de Jesús se inscriben dentro de la perspectiva de la
inauguración del Reino de Dios, anunciado por su predicación.
Los
milagros son la palabra de Dios hecha acontecimiento.
Frecuentemente,
el hombre moderno se pregunta sobre la relación entre milagro y
orden
físico, es decir, si los milagros suceden «fuera de las leyes de la
naturaleza». En realidad, la Biblia no nos explica nunca la relación
entre
milagro y naturaleza, sino la que hay entre milagro y Dios. Para
los
hombres que escriben la Biblia, el milagro es una experiencia de
la
intervención de Dios en los sucesos.

75. El milagro no es una intervención arbitraria y extraña de Dios


Nadie nos obliga a considerar los milagros como una intervención
arbitraria y extraña de Dios, como si Dios impidiera el curso de su
propia
creación. Por el contrario, el milagro no va contra las fuerzas de la
creación, sino que hace brillar de manera maravillosa el señorío de
Dios
sobre la naturaleza y la historia, en la dirección de una plenitud por
la
que la creación entera gime y sufre dolores de parto (Rm 8, 22).
Como
dice Jesús: «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo» (Jn
15,17).

76. Ignoramos lo que Dios puede hacer con el mundo y con


nosotros

Por ello, en el milagro, lo menos importante es lo que pueda haber


de
suspensión de leyes de la naturaleza. El milagro es ante todo una
manifestación de Dios, un signo a través del cual el creyente
rastrea la
presencia de la nueva creación, cuya plenitud es Jesucristo
resucitado.
De este modo el creyente descubre insospechadas posibilidades
que
Dios reserva para el hombre y para el mundo.

77. Los milagros sirven a la predicación, en cuanto la muestran


eficaz

Los milagros de Jesús son parte de su predicación. Son el


cumplimiento de su palabra. Donde su predicación o al menos su
persona no es acogida con algún grado de fe, Jesús no obra
milagros,
por ejemplo, ante un grupo de hombres cerrados ya de antemano,
como
sus paisanos de Nazaret, los fariseos o Herodes. Si es cierto que
una vez
se lee: "Creedme... Si no, creed a las obras" (Jn 14, 11), también
leemos
que Jesús no tenía mucha confianza en quienes sólo creían por
razón de
los milagros (Jn 2, 23-24). Y él mismo dice de los hermanos del
rico
glotón: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso
ni
aunque resucite un muerto (Lc 16, 31).

78. Donde no hay fe no es percibido el milagro. Sin violentar la


condición humana
Por parte del hombre, la fe es acogida recepción de la palabra
predicada. Si el milagro es la palabra cumplida, se sigue entonces
que,
donde no hay fe, no es percibido el sentido profundo del milagro.
Por ello
dice Jesús: "Dichosos los que crean sin haber visto" (Jn 20, 29).
Esos
son, efectivamente, los que verán. El Reino de Dios no viene
aparatosa
ni espectacularmente. El Reino viene, como Jesús, bajo la figura
del
Siervo, sin dejarse sentir, sin triunfalismos, sin apariencias. Los
milagros
que Jesús lleva a cabo para manifestar el sentido de su palabra
no
atentan en nada contra la condición humana de su presencia en el
mundo, y por tanto contra su misión de siervo. No pretenden
establecer
de antemano el "paraíso", sino orientar a los hombres hacia lo que
anuncia su mensaje, revelar el poder de liberación del Reino de
Dios que
llega.

79. El milagro como signo mesiánico acerca de Jesús


Con sus milagros, manifiesta Jesús que el Reino mesiánico
anunciado
por los profetas está presente en él (Mt 11, 2 ss.). Pero no es el
acontecimiento milagroso aislado lo que da testimonio de Cristo,
sino el
acontecimiento, en cuanto que referido a su Palabra, implica el
cumplimiento de la misma. La Iglesia naciente consideró los
milagros
como consideró las parábolas y otros gestos del Señor (por
ejemplo, el
lavatorio de pies en la última cena; cf. Jn 13, 1-6), es decir, como
revelaciones o señales para aquéllos a quienes se había dado a
conocer
los misterios del Reino de Dios (Mc 4, 11 ss.).

80. Incapacidad equivalente a rechazo


El milagro está en relación inmediata con el reino de Dios que
Cristo
anuncia, con su persona y con su misión. En definitiva, la
incapacidad de
muchos hombres para percibir el verdadero significado de los
milagros
de Jesús es considerada por El como equivalente al rechazo de
su
evangelio y, en último término, como un aspecto del escándalo
general al
que está expuesto el misterio central de su persona.

81. Ungido de Espíritu


Es interesante destacar que Jesús comienza a realizar milagros
después de recibir el Espíritu en el bautismo. Ungido de Espíritu y
poder,
inaugura la Nueva Creación (Mt 3, 16), arroja su semilla
anticipando lo
que está llamada a ser la humanidad entera. El es el nuevo Adán,
el
Hombre Nuevo en medio de un mundo que declina hacia la
muerte.

82. Los apóstoles repiten las acciones salvadoras de Jesús


Cuando los apóstoles reciben el Espíritu, repiten asimismo las
acciones salvadoras de Jesús: "Ellos se fueron a pregonar por
todas
partes y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las
señales que
los acompañaban» (Mc 16, 20). Los apóstoles toman conciencia
de que
Jesús está con ellos, según su promesa.

83. Dios actúa y Jesús sigue actuando


En la Iglesia de hoy, como en la Iglesia naciente (Hch 2, 43; 3, 12
ss.),
Jesús continúa actuando y haciendo milagros. Hoy como ayer
este
lenguaje es incomprendido por el espíritu soberbio o arreligioso,
pero lo
percibe el que sabiendo que nada es imposible para Dios se abre
a los
requerimientos de la fe y del amor, cuando el contexto religioso
del
hecho indica que Dios ha hecho señas.
........................................................................

PISTAS PARA LA REUNION


TEMA 16. LA EVANGELIZACION DE JESUS

1) ¿Qué relación encontramos entre evangelización, vocación y


bautismo?
- en Jesús de Nazaret;
- en cada uno de nosotros.

Comentar los nn. 43-48.

2) Lectura de Is 42, 1-9 y de Mc 1, 9-11: participación comunitaria.

3) ¿Qué buena noticia esperas en este momento?

4) ¿Qué situación infra-humana querrías ver superada?

5) El evangelio de Jesús es para aquéllos que viven una situación


infra-humana: los ciegos, los cojfos, los leprosos, los sordos, los
muertos,
los pobres. Comentar en grupo Lc 7, 22.

6) El evangelio es una luz para aquéllos que habitan en tinieblas,


en
"Galilea de los gentiles", en las Galileas de ayer y de hoy.
Presentar el
pasaje Mt 4, 1 4-17. Poner en común experiencias de luz y de
oscuridad.

7) La palabra de Jesús frente a la experiencia del mundo:

- ¿camina el mundo al azar?


- ¿la historia tiene un Señor?;
- ¿puede el hombre cambiar?

Comentar en grupo el n. 57. Poner en común la propia


experiencia.

8) El reino de Dios no viene aparatosamente, ya está entre


nosotros,
ha comenzado en la persona de Jesús, es recibido como don del
Espíritu. Comentar en grupo estos pasajes: Mt 13, 33; Lc 17, 20-
21; 10,
23-24; 11, 20; Mt 7, 28-29; Jn 3, 3.7. ¿Qué significan hoy para
nosotros?
9) El reino de Dios es inseparable de la conversión del hombre.
Esta
conversión:

- es seguimiento de Cristo (Mt 4, 18-22).


- supone unas exigencias para entrar desde ahora en el reino de
Dios
(n. 61);
- supone un descubrimiento de los valores del evangelio
resumidos en
el Sermón de la Montaña (n. 62);
- coloca al hombre en el punto de una opción: acogida o rechazo
del
reino de Dios (n. 64).

Ante la conversión del evangelio, ¿dónde nos situamos nosotros


hoy?

10) CV/GRATUIDAD "Es sumamente importante esto:


si la predicación exige conversión no es en virtud de una
exhortación
moralizadora, sino porque anuncia el acontecimiento de la
salvación, el
Reino de Dios en la persona de Jesús. En virtud de dicho
acontecimiento, la conversión del hombre le es anunciada
gratuitamente,
es decir, de balde. De otra forma, el evangelio no sería buena
nueva,
sino mala noticia. El hombre, en efecto, está sometido a señores
muy
poderosos como para que, por sí mismo, pueda cambiar (...).
Ahora bien,
si el hombre cambia profundamente, si el hombre sigue un
proceso serio
de conversión, entonces es que el Reino de Dios ha aparecido en
medio
de nosotros. La fuerza de Dios se manifiesta en contraste con la
debilidad del hombre (2 Co 12, 9)» (ICA, Doc. 2, p. 5; ver también
nn.
58-59). Comentar en grupo.

11) Jesús anuncia y otrece el perdón de Dios. Comentar en grupo


el n.
65 y confrontarlo con ICA, Doc. 2, pp. 6-7. Poner en común
experiencias
actuales.

12) Es necesario eL don del Espíritu. Profundizar existencialmente


en
ello. Comentar en grupo el n. 63.

13) La evangelización de Jesús conduce a la experiencia de fe.


Comentar en grupo Lc 10, 23-24. ¿Somos nosotros también
testigos?

14) Jesús les anunciaba la palabra con muchas parábolas,


acomodándose a su modo de entender, pero muchos se quedan
en el
umbral de la parábola. Están fuera. Comentar en grupo los nn. 70-
72.

15) ¿Se dan hoy milagros? ¿Qué es el milagro? ¿Creemos en los


milagros? ¿Qué suponen los milagros? Poner en común alguno de
estos
interrogantes.

16) Destacar y comentar algunos aspectos importantes:

- el plan de la revelación se realiza por obras y palabras


intrínsecamente ligadas (n. 73);
- Los milagros son acontecimientos del reino de Dios (n. 74),
cumplimiento de la palabra predicada (n. 77), signo mesiánico
acerca de
Jesús (n. 79), anticipación de lo que será la nueva creación (nn.
80-81 );

- el milagro no es una intervención arbitraria y extraña de Dios


(nn.
75-76);
- donde no hay fe, no es percibido el milagro (nn. 78 y 8G);
- Dios actúa, Jesús sigue actuando, los apóstoles repiten las
acciones
salvadoras de Jesús (nn. 82-83).

¿Todos estos aspectos tienen que ver con la experiencia actual de


fe?
........................................................................

TEMA 16-1

OBJETIVO:
DESCUBRR EL MODO DE EVANGELIZAR DE JESUS
Y CONFRONTARLO CON NUESTRO PROCESO
CATECUMENAL

PISTA DE LA REUNION
1 En Galilea, lugar de la predicación, desplazamento contiinuo: por
la
sinagogas.
2 ... halló el pasaje...
3 El Espiritu del Señor sobre mí.
4 Anunciar a los pobres la buena nueva.
5 A los cautivos, la libertad.
6 La vista a los ciegos.
7 La liberación a los oprimidos.
8 Proclamar un año de gracia.

PLAN DE LA REUNION
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión (Lc 4, 14-
22).
* Comunicación de pequeño grupo:
Esta escritura ¿se cumple hoy en nuestro proceso catecumenal?
* Puesta en común. Salmo. Canto.
........................................................................

TEMA 16-2

OBJETIVO:
DESCUBRIR EL MILAGRO COMO ACONTECIMIENTO DEL
REINO DE
DIOS
Y CUMPLIMIENTO DE LA PREDICACION

PISTA DE LA REUNION
* Lluvia de ideas: Recoger (en el encerado, o de otro modo) los
interrogantes
que los miembros del grupo tienen en torno al milagro.
* Tema 16 (nn. 73-83).

PLAN DE LA REUNION
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión:
Lluvia de ideas, tema.
* Comunicación de pequeño grupo: Interrogantes...
* Puesta en común. Comentario. Confrontar interrogantes con nn.
73-83 del tema.

QUIEN ES JESÚS:
MESÍAS, SIERVO, SEÑOR,
HIJO DEL HOMBRE, HIJO DE DIOS

OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir quién es realmente Jesús:
A) Sus actitudes.
B) Su personalidad mesiánica, consecuente con sus actitudes.

84. Interrogantes de todo tiempo


Como veíamos en otra parte (tema 12), la figura de Jesús suscita
profundos interrogantes en todo tiempo: ¿Quién es realmente
Jesús?
¿Un gran hombre del pasado? ¿Un profeta? ¿Un revolucionario?
¿Un
hermano para cada hombre? ¿Alguien que actúa en nuestra vida?
¿Aquél sin el cual nada tendría sentido? ¿Qué dice la Escritura
sobre El?
¿Cuál es la fe profesada por la Iglesia acerca de El?

A) ACTITUDES DE JESUS: J/ACTITUDES:J/PERSONALIDAD


85. El misterio de Jesús a través de su misión y de su acción
El Nuevo Testamento nos presenta a Jesús en acción. Más en
concreto, en misión recibida del Padre. Como punto de partida
esta
acción y esta misión, pretendemos acercarnos a un misterio que
desborda los esquemas y dimensiones de nuestro mundo, pues
ante
Jesús se dobla ahora toda rodilla (Flp 2, 10). No se trata de
escrutar la
psicología de Jesús, sino de describir la manera cómo procedía,
de
adivinar en su manera de ser una apertura hacia el misterio
presentido
en los acontecimientos reveladores... Se trata de captar en lo más
vivo el
comportamiento de Jesús y descubrir su sentido. Se trata de
acercarnos
a su misterio a través de su misión y de su acción. Y en medio de
su
ambiente y de su mundo.

89. En medio del mundo sin ser del mundo. La originalidad de


Jesús
Los evangelios, con sencillez y claridad y como con cercanía,
dejan
vislumbrar la singularidad que se manifiesta en la manera de
situarse
Jesús ante su ambiente. En efecto, todo el mundo en que vive
Jesús,
todo su mundo en torno, está dibujado en pinceladas directas y
auténticas. Sacerdotes y doctores de la ley, fariseos y publicanos,
ricos y
pobres, sanos y enfermos, justos y pecadores, todos están
insertos
claramente en el gran acontecimiento que supone -para cada uno
a su
manera- el encuentro con Jesús. Y lo sorprendente es que Jesus
está
totalmente en medio de ese mundo tan vivamente descrito y, sin
embargo, no es del mundo (Jn 17, 14.16; 8, 23).

91. En vivo contraste con lo que las gentes suponen y esperan


En su libertad, rompe las estrechas fronteras que han levantado
las
tradiciones y determinadas ideas. Lo que se ve también
claramente en el
trato con sus discípulos. Los llama con palabra de mandato,
soberana
(Mc 1, 16 ss.); pero también amonesta y disuade a más de uno
para que
no le siga (Lc 9, 57 ss.; 14, 28 ss.). La conducta y el proceder de
Jesús
están una y otra vez en el más vivo contraste con lo que las
gentes
esperan de El o esperan para sí. Como cuenta Juan (6, 15), Jesús
huye
de la muchedumbre que quiere proclamarlo rey... Los dos hijos de
Zebedeo hubieron de experimentarlo cuando Jesús rechazó sus
ambiciosos deseos.
92. Jesús fue algo más que un judío piadoso
Efectivamente, la originalidad de Jesús se manifiesta en su modo
de
situarse ante la religión y ante su ambiente. Por lo que a la religión
se
refiere, la educación religiosa judía, perceptible en su mensaje, no
fue
determinante hasta el punto de que se pueda describir a Jesús
como un
"hassid", es decir, como un judío piadoso. Sin duda alguna, lo fue
Jesús;
pero, si hubiera sido simplemente un judío piadoso, no hubiera
levantado
ninguna oposición. Sin embargo, Jesús fue discutido por su
actitud
religiosa ante la ley y el culto.

94. Jesús, la ley y las acusaciones farisaicas.


El sábado «hecho para el hombre»
Los fariseos reprochan a los discípulos de Jesús no ser muy
respetuosos con el sábado (Mt 12, 1-8): Jesus irónicarnente les
recuerda
la gran libertad de David, y les da a entender que si David había
usado
de tanta libertad en favor de sus compañeros, con mayor razón
podrán
tenerla los que acompañan al Hijo del Hombre. Jesús, en efecto,
es
mayor que el templo. Pero los fariseos no se contentan con atacar
a
Jesús en sus discipulos.
Le acusan de que El también viola el sábado (Mt 12, S-14; Lc 13,
10-17; Jn 5, 9), o de que no observa la pureza legal, pues ha
tocado a
un leproso y a un cadáver (Mc 1, 41; 5, 41; Lc 7, 14).

95. La libertad de Jesús no es arbitraria


La libertad que Jesús se toma en relación con determinadas
prescripciones legales no es arbitraria. Jesús pone en evidencia la
estupidez de la estrechez legal de una forma sencilla y directa:
"Supongamos que uno de vosotros tiene una oveja, y que un
sábado se
le cae en una zanja, ¿la agarra y la saca o no?" (Mt 12, 11). Y en
la
parábola del samaritano (Lc 10, 30-37) desenmascara la
hipocresía de
una religiosidad que pone la ley por encima del prójimo: la
observancia
cuidadosa de todas las prescripciones legales no sirve al
sacerdote ni al
levita para descubrir en el herido la figura del prójimo. Para Jesús,
la ley
alcanza su sentido en el doble mandamiento del amor a Dios y al
hombre
(Mt 7, 12; 22, 37-40; Mc 12, 28-34). ¡Doble mandamiento
inseparable! En
definitiva, la ley no es una norma última, un absoluto: «El sábado
se hizo
para el hombre y no el hombre para el sábado» (Mc 2, 27). La
libertad de
Jesús se ofrece como libertad para los demás. La ley está en
función del
prójimo.

96. Jesús y el culto. No basta la sola participación externa en el


culto
La libertad de Jesús se muestra también en su actitud ante el
culto.
Evidentemente, Jesús es un judío piadoso que sigue la religión de
su
pueblo: frecuenta la sinagoga, acude al templo con ocasión de las
fiestas. Pero Jesús no tiene miedo de prescindir de ciertas
costumbres
culturales. Y. sobre todo, Jesús enseña que no es la sola
participación
externa en el culto lo que salva al hombre: "No todo el que me
dice:
Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple
la
voluntad de mi Padre que está en el cielo" (Mt 7, 21).

97. Jesús y el culto: en función de los dos grandes mandamientos


El cumplimiento de la voluntad del Padre se manifiesta así como
el
verdadero centro de la religión y del culto. En la línea de los
grandes
profetas, que El supera y lleva a consumación, Jesús promueve la
integración del culto en la vida. Por ello el sentido del culto
depende
también de la propia relación con el prójimo: "Si cuando vas a
poner tu
ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano
tiene
quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, y vete primero a
reconciliarte con tu hermano" (Mt 5, 23-25). El culto queda
falsificado
cuando se convierte en un tranquilizante para la dureza de
nuestro
corazón. Jesús condena una religiosidad que sólo sirviera para
justificar
la mala conducta de sus hipócritas participantes.

98. El verdadero culto en espíritu y en verdad


Jesús da un giro a la misma concepción vigente de lo "sagrado".
Hay
formas de religiosidad que tienden a reducir lo sagrado a normas,
ritos,
lugares, cosas que le sirven al hombre para descargar en ellos la
verdad
y la fuerza de su relación religiosa con Dios. Con Jesús ha llegado
el
tiempo en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu
y en verdad (Jn 4, 23). En efecto, es el don del Espíritu el que
permite
conocer y adorar a Dios como Padre. Este es el culto "en verdad"
que va
a caracterizar el nuevo tiempo mesiánico y que excede, supera y
hace
superfluo todo culto religioso anterior, en concreto, el que tenía
lugar en
el templo de Jerusalén. Este es un punto central del mensaje del
Nuevo
Testamento.

99. En medio de su ambiente. "Como quien tiene autoridad...".


La originalidad de Jesús se manifiesta también en su modo de
situarse
ante su ambiente: la familia, los "influyentes", los amigos, la
política. En
cada situación Jesús va manifestando su singular misión
mesiánica: unas
veces extraña, otras interpela, otras admira. Siempre desborda.
Jesús
hace sentir sin rodeos a todo el que se le acerca la inmediatez de
Dios.
El mismo lleva consigo esta inmediatez: "EI Reino de Dios ya está
dentro
de vosotros" (Lc 17, 21), "¡dichoso el que no se escandalice de
mi!" (Mt
11, 6). Ello da a su persona una autoridad serena, que no tiene
par: "Se
quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como
los
escribas, sino con autoridad" (Mc 1, 22).

100. La misión por encima de la familia. «Ocupado en las cosas de


mi
Padre...»
La figura mesiánica de Jesús desborda a su propia familia. Desde
los
acontecimientos que rodearon su nacimiento, "su padre y su
madre
estaban admirados por lo que se decía del niño" (Lc 2, 33).
Cuando a los
doce años lo encuentran en el templo sentado en medio de los
doctores,
tras una angustiosa búsqueda, sus padres quedaron sorprendidos
por el
hecho y, además, tampoco comprendieron la respuesta que les dio
(Lc 2,
42-50). En definitiva, Jesús se debe a su propia misión, por encima
de su
familia. Por ello, «su madre y sus hermanos son aquéllos que oyen
la
Palabra de Dios y la cumplen" (Lc 8, 21).

101. Imprecaciones contra los "bien considerados". A favor de los


pobres
Jesús conoce la mezquindad de los "bien considerados" en la
sociedad
de entonces: los fariseos, los saduceos, los ricos. Las
imprecaciones que
lanzó sobre ellos dejan entrever una extraordinaria indignación (Lc
11,
39 ss.; Mt 23; Lc 6, 24). Es cierto que entre ellos hay excepciones
y
Jesús las reconoce abiertamente (Nicodemo, José de Arimatea,
Zaqueo...). Jesús condena en ellos su actitud presuntuosa (Lc 18,
9-14)
y su papel social y religioso (Mt 23). Su indignación es una toma
de
postura en favor de los pequeños y de los pobres. Los "bien
considerados", los "autosuficientes" quieren convertir a Dios en su
prisionero. Jesús les arrebata a Dios. Y al quedar Dios en libertad,
su
libertad es también la liberación del hombre.

102. Acogida evangélica a "los despreciados".


Al encuentro de los pecadores
Jesús prefiere a los "despreciados" de la sociedad: ellos no
pretenden
imponer sus caminos para llegar a Dios. Lo dejan libre. Pero no
tienen
sitio en la sociedad. Son unos parias, aunque no todos sean
pobres, ni
mucho menos. Pero el hombre tiene más necesidad de
reconocimiento
social que de dinero. Esos "marginados" son, en primer lugar, los
publicanos, hombres de fama dudosa, cobradores de impuestos y
supuestos ladrones. Son odiados y detestados, como todas las
personas
dedicadas al fisco. Son también las mujeres de mala vida. Jesús
no es
esclavo de los prejuicios sociales: la libertad con que se separa de
los
prejuicios no es arbitraria, sino necesaria para cumplir su misión.
A
diferencia de los "influyentes", los despreciados de la sociedad
adquieren fácilmente conciencia de su incapacidad e insuficiencia
de
cara a la salvación para poner su esperanza en la gratitud y
misericordia
de Dios.

103. Un lugar para la amistad


Los evangelistas no ocultan el hecho de que Jesús tenía amigos.
La
muchedumbre se admira al ver cómo quería a Lázaro. Ni ocultan
tampoco sus amistades femeninas: Marta, María y quizá
Magdalena.
Jesús no manifiesta el menor desprecio hacia la mujer, ni en sus
palabras ni en sus actos. Jesús es libre frente a la presión social y
frente
a los juicios más o menos severos sobre la mujer. Su conducta se
refleja
en su doctrina (Lc 8, 1-4; 10, 38 ss.; Jn 1 1, 1-44).

104. A la mujer, la misma consideración que al hombre


Jesús muestra una estima de la mujer realmente excepcionales en
la
antigüedad. En contraste con el desprecio rabínico, Jesús concede
a la
mujer la misma consideración que al hombre. Dialoga largamente
con la
Samaritana, ante el asombro de sus discípulos; un grupo de
mujeres le
asiste en sus viajes con los apóstoles; se hospeda en casa de
Marta y
María, conversando con ellas... Jesús muestra especial compasión
por el
sufrimiento de la mujer; se apiada de la viuda de Naim, que ha
perdido a
su hijo único, y le dice: "No llores", resucita al muchacho y se lo
entrega a
su madre; cura a la hemorroisa en medio de la multitud; al hablar
de la
ruina de Jerusalén, se compadece especialmente de las
embarazadas y
de las que crian; se preocupa desde la cruz por remediar la
soledad en
que queda su madre. Defiende, en fin, a la mujer frente al duro
juicio de
los hombres: así en el caso de la adúltera, de la pecadora, de
María
Magdalena; así también cuando dice: "Los publicanos y las
prostitutas os
llevan la delantera en el camino del Reino de Dios" (Mt 21, 31; cf.
Jn 4,
27; Lc 8, 1-3; 10, 38-42; Mt 20, 20-23; Lc 23, 27-31; Jn 20, 11-18;
Lc 7,
11-15; Mc 5, 25-34; Mt 24, 19; Jn 19, 26-27; 8, 1-11; Lc 7, 36-50;
Jn 12,
1-11).

105. "Dejad que los niños vengan a, mí no se lo impidáis"


En cuanto a los niños, tienen igualmente un puesto en el corazón
de
Jesús. El conoce los juegos infantiíes; impide que sus discipulos
aparten
de El a los niños; los abraza y los pone como ejemplo a los
adultos;
afirma que quien acoge a los niños, y a los hombres semejantes a
ellos,
a El le acogen; condena a quien los escandaliza; afirma que sus
ángeles
ven siempre el rostro de Dios y que Dios no quiere que ninguno
se
pierda; defiende a los que le aclaman a su entrada en Jerusalén
(cf. Mt
11, 16-19; Mc 10, 13-16; Mt 18, 5. 6. 10. 14; 21, 15 ss.).

106. Decepción en los medios políticos.


Ni colaboracionista ni resistente. Y. sin embargo, "criminal
político"
En relación con la política de su tiempo, Jesús no se muestra ni
colaboracionista ni resistente. Jesús no teme al poder (es duro
con
Herodes) y obra según su misión, sin tener para nada en cuenta
unas
normas de prudencia política que serían claudicaciones (Lc 13, 31-
34).
Pero Jesús se niega además a verse metido en una resistencia
armada
contra el poder ocupante. A pesar de todo, los jefes judíos hicieron
condenar a Jesús como criminal político: "Ha pretendido ser el rey
de los
judíos" (Jn 19, 19-21). Por razones de uno u otro signo, la
actuación
mesiánica de Jesús no pudo evitar la decepción y la hostilidad de
los
medios politicos.

107. Profeta y maestro con autoridad propia J/PROFETA


Jesús es el hombre que anuncia la llegada del Reino de Dios. Es
por
tanto, un profeta. Pero al mismo tiempo es totalmente distinto de
un
profeta. De un profeta se esperaba que, por una sentencia
introductoria,
dijera de quién procedia su mensaje: "Asi dice Jahvé". Jesús habla
por
cuenta propia, con plena autoridad: "En verdad os digo..." Es todo
un
maestro (rabí). En efecto, Jesús discute con sus discípuíos, con
otros
maestros, anda errante y enseña en las sinagogas. Pero su
manera de
instruir es totalmente nueva: un rabi tenía obligación de alegar la
Escritura o la autoridad de otros maestros; en Jesús, Dios instruye
inmediatamente. Incluso la Escritura es completada por El y, en
realidad,
corregida: "...Habéis oído que se dijo..." "Yo os digo".

108. Jesús, un profeta que vivió como el pueblo


Los evangelistas nos refieren que los fariseos acusaban a Jesús
de
hablar como un profeta, pero sin vivir como un profeta, y
comparaban su
manera de vivir con la de Juan. Juan y sus discípulos ayunaban.
Mantenían de este modo la imagen tradicional de la existencia
profética.
Jesus vive como el pueblo. Durante el ministerio de la predicación,
fue la
aristocracia civil y religiosa la que más se escandalizó. Un profeta
no
podía ser un hombre como los demás. Jesus no resulta digno de
crédito.
Más bien es peligroso: trastorna el orden definido, desconcierta las
ideas
de los demás, rompe las reglas del juego religioso y social.

109. Un profeta "que come y bebe..."


"¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños
sentados
en la plaza que gritan a otros: Hemos tocado la flauta y no habéis
bailado, hemos cantado lamentaciones y no habéis llorado. Porque
vino
Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Tiene un demonio. Vino el
Hijo del
Hgmbre, que come y bebe, y dicen: Ahí tenéis a un comilón y
borracho,
amigo de publicanos y pecadores" (Mt 11, 16-19).

110. Un profeta pobre


En su modo de vivir Jesús comparte la inseguridad de los pobres y
esa
otra inseguridad propia de quien anuncia el Reino de Dios:
«Mientras
iban caminando, uno le dijo: Te seguiré a donde quiera que vayas.
Jesús
le dijo: Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos; pero el
Hijo del
Hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Lc 9, 58).

111. El celibato de Jesús, opción mesiánica


El celibato es un punto en que Jesús no siguió la orientación
común de
la vida de los hombres. No hubo en El una falta de aprecio del
amor
humano, ni tampoco una renuncia a valores humanos que
estuvieran en
oposición a valores sobrenaturales. Cristo hizo una opción entre
diversas
posibilidades mesiánicas: no escogió el camino del poder y del
dominio,
sino el de la debilidad y el desvalimiento, la ruta silenciosa de una
situación vital plenamente humana, que El vivió a fondo en la
significativa
posibilidad del celibato. Tal proyecto de vida dejó sus manos
completamente libres para el desempeño de su misión: el anuncio
incondicional del Reino de Dios.

112. El celibato de Jesús, signo del reino.


Una experiencia que se repite
Todo aquél que, por la fuerza exclusiva del Reino de Dios,
renuncia
espontánea y desinteresadamente a todo, experimenta la fórmula
"no
necesario, pero sumamente conveniente", como una pálida
traducción de
su experiencia personal. Para él, se trata realmente de un "no
poder ser
existencialmente de otro modo". Quien vive la experiencia misma,
sabe
que ese "deber" es mucho más fuerte que cualquier orden o
cualquier
ley. Es la experiencia primitiva de un apóstol de Cristo, que -vuelto
"loco"
por haber encontrado el "tesoro escondido" en el campo de su
propia
historia- queda ciego para la posibilidad, obJetivamente aún
abierta, de
una vida conyugal: "...y hay quienes se hacen eunucos por el
Reino de
los Cielos. El que pueda con esto, que lo haga" (Mt 19, 12).

113. Libertad insólita, personalidad excepcional, misión arraigada


en la
esperanza bíblica
En el contexto socio-religioso de su tiempo, Jesús se muestra
como un
hombre libre, libre delante de Dios y para Dios; libre delante de los
hombres y para los hombres. Esta libertad es insólita, y los
contemporáneos de Jesús lo reconocian en sus dudas al tratar de
definir
su personalidad. Algunos veían en EL un "profeta"; otros
sospechaban
que tenía relaciones con el príncipe de los demonios. Los
evangelistas
hablan de una división de opiniones. Cada uno percibía más o
menos
conscientemente que esta libertad no tenia fundamento en si
misma:
manifestaba una "realidad" cuyos contornos nadie llegaba a fijar.
Presentían una personaiidad excepcional, con origen en un lugar
inalcanzable.

B) PERSONALIDAD MESIANICA J/MESIAS

114. Jesús, Mesías, bajo la figura del Siervo


Jesús actualiza la función mesiánica optando, en su bautismo y en
su
desierto, por el servicio a Dios y a los hombres aun en medio de la
humillación, el dolor y la muerte. El es realmente el Siervo,
anunciado por
el profeta Isaías: "Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido,
a
quien prefiero. Sobre él he puesto mi espiritu" (Is 42, 1). El es,
como
profetizó Juan Bautista, el Cordero de Dios que lleva sobre sí el
peso de
nuestros pecados y dolencias (Jn 1, 29; Is 53, 4 ss.), y al propio
tiempo,
aquél sobre quien desciende el Espíritu para comunicarlo al
mundo (Jn 1,
33). Jesús es el Mesias bajo la figura del Siervo: "El, a pesar de
su
condición divina, no se aferró a su categoria de Dios; al contrario,
se
despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por
uno de
tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó
obedeciendo hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2, 6-8).

115. Jesús, Mesías, manifestado como Señor


Jesús cumple su misión confiando en que el Padre no le dejará en
la
estacada de la humillación, del dolor y de la muerte. En Jesús
toma
cuerpo como en ningún otro la esperanza de Oseas: "Dentro de
dos dias
nos dará la vida, y al tercer día nos levantará" (6, 2).
Efectivamente, tras
un breve tiempo, el Siervo Jesús es glorificado: "Dios lo levantó
sobre
todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al
nombre de Jesús toda rodilla se doble en el Cielo, en la Tierra, en
el
Abismo, y toda lengua proclame: ¡Jesucristo es Señor!, para gloria
de
Dios Padre" (Flp 2, 9-11). Por su resurrección, el Mesías se
manifiesta
como Señor, esto es, como Dio.

116. El Hijo del Hombre, título mesiánico preferido por Jesús


El título hebreo de Mesías (en griego, Cristo; su significado:
Ungido)
alude al rey tanto tiempo esperado, que reemplazaría el dominio
extranjero por la soberanía de Dios. Era un titulo peligroso, pues
iba
ligado con estrechas expectaciones nacionalistas. Para indicar su
mesianidad, Jesús mismo escogió una palabra que en las ideas de
las
gentes tenía menos que ver con la dominación terrena: el Hijo del
Hombre. En los Evangelios este título aparece siempre en la boca
de
Jesús. Su reino no era de este mundo (Jn 18, 36).

117. El Hijo del Hombre: Siervo y Señor, Hombre y Dios


"Hijo del Hombre" es una expresión muy rica, pues a la par que la
grandeza de Jesús, indica también la humildad insólita de su
mesianidad.
En virtud de la sugerente fuerza significativa de la expresión,
aparece
claramente la solidaridad de Jesús con el destino humano, así
como su
condición divina. Procede de la profecía de Daniel (Dn 7). A un
pueblo
creyente, perseguido a muerte por poderes que son descritos
como
bestias, se le anuncia una esperanza, un salvador "como un Hijo
de
Hombre que viene sobre las nubes del cielo", a quien se le da un
reino
que no será destruido jamás.

118. El Hijo del Hombre: de Siervo a Señor. ¡Un procesado...


"sobre las
nubes del cielo"!
Tras la confesión de Pedro en Cesárea de Filipo: «Tú eres el
Cristo, el
Hijo del Dios vivo", Jesús toma dos precauciones para no ser mal
interpretado. La primera es que no se lo digan a nadie. La segunda
es
comenzar a decirles que «el Hijo del Hombre tiene que padecer
mucho,
tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y
escribas,
ser ejecutado y resucitar a los tres dias» (Mc 8, 31). Jesús
anuncia,
pues, su doble misión de Siervo, primero, y de Señor, después. El
resucitará: «desde ahora veréis que el Hijo del Hombre está
sentado a la
derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo» (
Mt
26, 64). A Caifás no se le escapa el significado mesiánico y divino
de
esta confesión: «Entonces el sumo sacerdote rasgó sus
vestiduras
diciendo: Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de
testigos?
Acabáis de oir la blasfemia. ¿Qué decidís?, y ellos contestaron: Es
reo
de muerte» (Mt 26, 65-66).

119..| La clave profunda de la personalidad» de Jesús: Hijo de


Dios
Jesús no blasfemó: ¡Es el Hijo de Dios! Lo es desde siempre.
Ningún
título expresa mejor el misterio de su persona. Ahí radica la clave
profunda de su «personalidad». Cristo asume su función
mesiánica bajo
la forma del Siervo, porque tiene conciencia de sí mismo como lo
que es,
HIJO DEL PADRE, y consiquientemente confia en El: «El Señor
me abrió
el oido; yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los
que me
apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el
rostro
ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía
los
ultrajes. Por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que
no
quedaría defraudado» (Is 50, 5-7).

120. Confianza incondicional en el Padre: actitud básica, actitud


filial
En efecto, la actitud básica de Cristo, que fundamenta todas las
demás, es su confianza incondicional en el Padre. Jesús vive en
profunda comunión con El (Mt 11, 25-27). Jesús es "el Hijo" (Mt 24,
36;
21, 33 ss.). Su actitud filial le lleva a una profunda obediencia a la
voluntad de Dios (Hb 5, 7 ss.; 10, 5-7), voluntad que aparece
configurada en un plan de salvación y que se manifiesta en
acontecimientos de la propia historia.

121. Confiar en el Padre: Clave del Evangelio de Jesús


Esta confianza en el Padre constituye el fondo del Sermón de la
Montaña y es, por tanto, el verdadero corazón del Evangelio (Mt 6,
25
ss.). En la oración cristiana nos dirigimos a Dios confiadamente
como
Padre (Mt 6, 9 ss.). Confiar en el Padre es una de las claves del
Evangelio de Jesús. Buscar el Reino de Dios y el cumplimiento de
su
voluntad en nosotros viene a ser lo verdaderamente importante (Mt
6,
33). Este es el sacrificio de la Nueva Alianza (Hb 10, 5-7).

122. "El Padre y Yo somos una sola cosa» (Jn 10, 30).
Jesús es el Hijo de Dios HIJO-DE-DIOS
En el Antiguo Testamento, hijo de Dios era un título usado
frecuentemente para expresar una relación especial del hombre
con
Dios. Pero en Jesús esta denominación recibió una grandeza
inesperada
y una significación única: es "el Hijo" (Mc 13, 32; Mt 24, 36; 21 33
ss.),
igual al Padre: "los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales
cosas
en sábado. Les respondió Jesús: Mi Padre sigue actuando y yo
también
actúo. Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no
sólo
abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo,
haciéndose
igual a Dios" (Jn 5, 16-18). Según San Juan, todo el Evangelio se
ordena
a esto: "que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios" (Jn 20,
31).

123. Hijo de Dios: con significación única a partir de la resurrección


de
Jesús. Fe de la Iglesia
Antes de la resurrección de Jesús, el misterio insondable del Hijo
único
de Dios, se mantenía en penumbra, y, en alguna ocasión, en
claroscuro
(piénsese en el significativo episodio de la transfiguración). A la luz
de la
resurrección la Iglesia de todos los tiempos proclama la confesión
de fe
del Concilio de Nicea heredero de los anteriores símbolos
incipientes y
de las fórmulas de fe del Nuevo Testamento: "Creo en Dios
Padre..., y en
Jesucristo, su único Hijo, nacido del Padre antes de todos los
siglos, Dios
de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero;
engendrado, no
creado; de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue
hecho.»
Tanto el Nuevo Testamento como la constante fe de la Iglesia nos
presenta el misterio de Jesucristo, no simplemente como el de un
hombre
en el que Dios está presente, sino como el de un hombre que es
idénticamente la persona divina del Hijo de Dios.
124. Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios en persona
El Nuevo Testamento presenta a Jesús como verdaderamente
Dios y
verdaderamente hombre: de un mismo y único sujeto se dicen
cosas
propias de Dios y cosas propias de un hombre. De Jesús, el Hijo
de Dios,
las confesiones de fe de la Iglesia proclaman que uno y el mismo
sujeto
es "verdadero Dios" y «verdadero hombre», nacido de Dios en lo
que
tiene de Dios y nacido de María en lo que tiene de hombre. Sin
duda,
Jesús ama a Dios. Pero su unión con Dios no radica sólo en ese
amor.
Tampoco consiste únicamente en que Dios ame a Jesús y con su
Espíritu
llene y conduzca su vida como no lo ha hecho con la de ningún
otro
hombre. El "hombre" Jesús de Nazaret no es otro sujeto junto al
Hijo de
Dios, a la Palabra de Dios, al Señor. Se identifica con El, en el
sentido de
que es un "mismo sujeto" con El: el Hijo de Dios nacido como
hombre de
María, muerto y resucitado por nosotros. Desde tal identificación
previa,
Jesús ama filialmente a Dios Padre y se relaciona con El con una
libertad
e inmediatez como ningún otro hombre lo ha hecho.

125. EI Hijo de Dios, implicado realmente en la historia de los


hombres

El lenguaje con el que la Iglesia expresa su fe en Jesucristo, no es


el
fruto de una pura y simple especulación teológica que nada o muy
poco
tuviera que ver con el pensamiento bíblico. Cuando la Iglesia
confiesa
que Jesús de Nazaret es un único sujeto, una única persona, el
Hijo
eterno de Dios, en quien culmina la unión de Dios y del hombre,
quiere
ser fiel a la Revelación y a la fe cristiana: Dios mismo, por medio
de
Aquél que es su Hijo único y su Palabra (y no a través de otro, una
pura
y simple criatura) ha entrado y se ha implicado realmente en la
historia
de los hombres, se ha comprometido de veras con ellos y con la
creación
entera, sale a nuestro encuentro y nos ofrece la salvación.

126. «Dios envió a su Hijo, nacido de muier»


La Iglesia reconoce a María como Madre de Dios justamente
porque
su Hijo Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios, «de la misma
naturaleza
que el Padre».

127. La Encarnación: "La Palabra de Dios se hizo carne"


La tradición de la Iglesia llama encarnación a la unión de Dios y el
hombre en un único sujeto o persona: el Hijo de Dios, Jesús de
Nazaret.
El prólogo del Evangelio de San Juan proclama: «La Palabra (de
Dios) se
hizo carne" (Jn 1, 14) en Jesús, cuya historia narra el autor en el
cuerpo
de su obra. Con ello no quiere decir el evangelista que el Dios
eterno
vino a ser algo así como el alma del cuerpo de Jesús. «Carne» en
oposición a «espíritu», significa, en el lenguaje de la Biblia, el
hombre
entero en cuanto débil y mortal. El autor del cuarto Evangelio
afirma,
pues, que quien era desde siempre la Palabra de Dios, la Vida y la
Luz
eterna, vino a ser en Jesús de Nazaret hombre débil y mortal. Ante
el
hecho de la encarnación se realiza un profundo discernimiento de
los
espíritus: «Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo
espiritu que
confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios» (1 Jn 4, 2).

128. Jesús, ni semidiós ni semihombre, sino plenamente Dios y


plenamente hombre
Uno y el mismo Hijo de Dios es en Jesús de Nazaret "verdadero
Dios" y
a la vez "verdadero hombre". Podemos, pues, confesar tanto que
el Hijo
eterno de Dios es este hombre nacido de María como que Jesús
de
Nazaret es el Hijo eterno de Dios. Pero no por ello sostiene la fe
cristiana
que Cristo sea algo así como un ser intermedio entre dios y
hombre o
como el resultado de una fusión entre Dios y el "hombre" Jesús o
que
Dios ejerza en El la misma función que nuestra alma ejerce en
nuestro
cuerpo. Después de la encarnación, Dios sigue siendo Dios, y el
hombre,
hombre, por más que este hombre, lleno del Espíritu de Dios, viva
completamente entregado a su impuiso soberano. Uno y el mismo
Cristo,
Hijo único de Dios y Señor, es Dios y hombre, "sin confusión, sin
cambio,
sin división, sin separación" entre su realidad divina y su realidad
humana. Las características de cada una de estas realidades no
han
quedado anuladas, sino más bien conservadas por la unión de lo
divino y
humano en la única persona del Hijo de Dio. Esta es la fe del
Concilio de
Calcedonia (DS 302).

129. El Hijo de Dios es realmente hombre


Nada de lo humano le falta a Jesús; antes bien, su realidad de Hijo
de
Dios salvaguarda y lleva a plenitud su misma realidad humana.
Aquí el
hombre es verdadera, original y propiamente "Imagen del Dios
invisible"
(Col 1, 15).
........................................................................

PISTAS PARA LA REUNION

TEMA 17. ¿QUIEN ES JESUS DE NAZARET?

1) ¿Quién es realmente Jesús? ¿Qué dice la gente? Y vosotros,


¿quién decís que es Jesús? Comentar en grupo Mt 16, 13.15.

2) En la acción y misión de Jesús aparecen, tras los hechos y su


comportamiento, unas actitudes. He aquí las más importantes:

- en medio del mundo sin ser del mundo. Admirado y discutido


(Jn 15, 18 ss.; 6, 15);
- integración del culto en la vida: un culto en espíritu y verdad
(Jn 4, 23; Mt 5, 23-25);
- la ley en función del prójimo: el sábado hecho para el hombre
(Mt 12, i-14; Lc 13; 10-17);
- búsqueda del servicio, no del éxito: más allá del placer, del
dinero, de
la fuerza (Mt. 4,
1-11).
- la misión, por encima de le familia (Lc 2, 42-50);
- imprecaciones contra la «gente bien» (Lc 11, 39 ss.; Mt 23);
- acogida evangélica a la "gente mal" (Lc 7, 36-50);
- sin miedo al poder, obra según su misión (Lc 13, 31-33);
- profeta y maestro con autoridad propia (Mc 1, 22);
- un profeta que vive como el pueblo (Mt 11, 16-13);
- pobre: no tiene donde reclinar su cabeza (Lc 9, 58);
- célibe por el reino de Dios (Mt 19, 12);
- actitud básica, actitud filial. Confianza incondicional en el Padre.
Obediencia al Padre, su alimento (Jn 4, 34); y su ofrenda (Hb 10,
5-7).

Cuáles nos parecen más significativas?, ¿cuáles más necesarias?

3) Comentar los nn. 114-129; profundizar en la personalidad


mesiánica
de Jesús: Siervo, Señor, Hijo del Hombre, Hijo de Dios.

4) Jesús aparece entre nosotros bajo la figura del Siervo, pero es


constituido Señor por su resurrección. Comentar en grupo Flp 2, 6-
11.

5) ¿Cómo hemos llegado (si es así) a confesar a Jesús de


Nazaret
como Hijo de Dios?

6) "Nadie conoce bien al Hijo sino el Padre" (Mt 11, 27): ¿qué
supone
este hecho en el proceso de evagelización?
........................................................................
TEMA 17-1

OBJETIVO:
DESCUBRIR QUIEN ES JESUS A TRAVES DE SUS ACTITUDES
MAS
IMPORTANTES
PUNTOS CLAVE
Actitud de Jesús ante:
* La ley y el culto.
* La familia.
* La "gente bien".
* La "gente mal".
* Los amigos.
* La mujer.
* Los niños.
* El poder y el dinero.
* La Biblia...

PLAN DE LA REUNION
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del tema 17.
- Lectura nn. 89-112.
- Cuchicheo: ¿Qué actitudes te parecen más significativas?
- Puesta en común.
* Lectura Mt 16, 13-20. Comentario breve. Oración. Canción.
........................................................................

TEMA 17-2

OBJETIVO:
DESCUBRIR LA PERSONALIDAD MESIANICA DE JESUS
CONSECUENTE
CON SUS ACTITUDES

PUNTOS CLAVE
* Mesías.
* Siervo.
* Señor.
* Hijo del hombre.
* Hijo de Dios.

PLAN DE LA REUNION
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del tema 17.
- Lectura nn. 114-129.
- Cuchicheo: Lo más importante para ti.
- Puesta en común. Diálogo.
* Lectura Mt 11, 25-27. Silencio. Oración. Canto.

MISTERIO PASCUAL DE JESÚS

OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubir el misterio pascual de Jesús (paso de la humillación y
de la
muerte a la glorificación y la vida) en la existencia diaria del
creyente.

130. El proceso de Jesús en el orden religioso. Condenado como


un
bliasfemo
"Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un falso
testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo
encontraban, a
pesar de los muchos falsos testigos que comparecían.
Finalmente,
comparecieron dos que dijeron: Este ha dicho. Puedo destruir el
templo
de Dios y reconstruirlo en tres días. El sumo sacerdote se puso en
pie y
le dijo: ¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos
que
levantan contra ti? Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
Te
conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo
de
Dios. Jesús le respondió: Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo:
desde
ahora veréis que el Hijo del Hombre está sentado a la derecha del
Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo. Entonces el
sumo
sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo: Ha blasfemado. ¿Qué
necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oir la blasfemia.
¿Qué
decidís? Y ellos contestaron: Es reo de muerte" (Mt 26, 59-66).

131. El proceso de Jesús en la esfera civil. Motivaciones de


interés
político
Los judíos no podían ejecutar a nadie (Jn 18, 31), pues los
romanos
se habían reservado el derecho de vida y muerte. Por ello, Jesús
fue
conducido al pretorio, para que la autoridad romana pusiera fin al
proceso. El gobernador Poncio Pilato reconoció en Jesús un
hombre
justo (Jn 18, 38; Lc 23, 22), pero pesaron decisivamente sobre él
motivaciones de orden político: a) El fuero judio: "Los judíos le
contestaron: Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley tiene que
morir,
porque se ha declarado Hijo de Dios" (Jn 19, 7). b) La amistad del
César:
"Los judíos gritaban: Si sueltas a ése, no eres amigo del César.
Todo el
que se declara rey está contra el César" (Jn 19, 12).

132. Causa oficial de la condena: delincuente político


J/MU/CAUSAS:
"Entonces se lo entregó para que lo crucificaran" (Jn 19, 16). El
Salmo
21 alcanza cumplimiento pleno: "Me taladran las manos y los pies,
puedo
contar mis huesos" (v. 17-18). «Encima de la cabeza colocaron un
letrero
con la acusación: Este es Jesús, el Rey de los judíos. Crucificaron
con él
a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda» (Mt 27, 37-
38).
La corrupción del orden religioso y del orden civil dio como
resultado
conjunto la ejecución de Jesús. Como un malhechor entre dos
malhechores. Causa oficial de la condena: delincuente politico.

133. Bautismo de muerte y pecado del mundo. "Me han odiado sin
motivo"
Jesús acepta las últimas consecuencias de su bautismo. Son el
cáliz
que tiene que beber. Son las aguas en las que debe ser sumergido
(Mc
10, 38-39; Lc 12, 50): "Me estoy hundiendo en un cieno profundo y
no
puedo hacer pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra
la
corriente" (Sal 68, 3). O también: "La afrenta me destroza el
corazón y
desfallezco. Espero compasión y no la hay" (Sal 68, 21). Todo el
odio de
un mundo pecador se ceba sobre Jesús; se percibe en el inocente
un
enemigo que debe morir. Así se cumple lo que está escrito en la
Ley: Me
han odiado sin motivo (Jn 15, 25).

134. El cumplimiento de un salmo: "Repártense entre sí mis


vestiduras
y se sortean mi túnica" (Sal 21, 19)
"Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa,
haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la
túnica.
Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba
abajo. Y se
dijeron: No la rasguemos, sino echemos a suerte y ver a quien le
toca.
Así se cumplió la Escritura: "Se repartieron mis ropas y echaron a
suerte
mi túnica" (Jn 19, 23-24; cf. Mt 27, 35; Mc 15, 24; Lc 23, 34).

135. «Al verme se burlan de mí»


"Los que pasaban, Lo injuriaban y decían meneando la cabeza:
"Tú,
que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti
mismo;
si eres Hijo de Dios, baja de la cruz". Los sumos sacerdotes, con
los
escribas y los ancianos, se burlaban también diciendo: A otros ha
salvado y él no se puede salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que
baje
ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto
lo
quiere Dios, que lo libere ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?
Hasta
los bandidos que estaban crucificados con él lo insuítaban" (Mt
27,
39-44; cf. Mc 15, 29-32; Lc 23, 35-37). También así se cumplió el
salmo
21: "Pero yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la
gente,
desprecio del pueblo; al verme se burlan de mí, hacen visajes,
menean la
cabeza: "Acudió al Señor que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto
lo
quiere" (Sal 21, 7-9).

136. «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»


"Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre
toda
aquella región. A media tarde, Jesús gritó: "¡Eli Eli! ¿lamá
sabaktaní?"
(Es decir: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?»
(Mt 27,
45-46; cf Mc 15, 33-34). Este no es un grito de desesperación, sino
el
comienzo del Salmo 21 (v. 2). Es la oración angustiosa del justo
perseguido a muerte, pero oración también esperanzada: "En ti
confiaban nuestros padres; confiaban, y no los defraudaste... Pero
tú,
Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme"
(Sal
21, 5-6.20). Es la proclamación abierta y potente de que todo lo
que está
sucediendo a su alrededor supone el cumplimiento de la Palabra
de
Dios.

137. "Tengo sed"


"Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su
término, para que se cumpliera la Escritura, dijo: Tengo sed. Había
allí un
jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en
vinagre a
una caña de hisopo, se la acercaron a la boca" (Jn 19, 28-29; cf.
Mt 27,
48; Mc 15, 36; Lc 23, 36). La identificación del Salmo 21 resulta
sencilla:
«Mi paladar está seco lo mismo que una teja y mi lengua pegada a
mi
garganta" (v. 16).

138. Muerte de Jesús. No podía ya bajar más abajo


"Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: Está cumplido. E inclinando
la
cabeza, entregó e espíritu" (Jn 19, 30). San Lucas añade que
murió
dando un fuerte grito y diciendo: "Padre, a tus manos encomiendo
mi
espiritu" (Lc 23, 46; cf. Sal 30, 6). Con este gesto supremo Jesús
desciende a lo más profundo, donde puede caer un hombre, al
reino de
la muerte. Jesús muere realmente. Esto es lo que dice
especialmente el
Símbolo Apostólico con esta expresión cuyo significado no siempre
se
entiende bien: "Descendió a los infiernos". Jesús no podia ya bajar
más
abajo. La muerte del hombre en general no es nunca un
acontecimiento
puramente biológico. La muerte, después del pecado, constituye la
más
profunda de todas las humillaciones: la muerte es la señal de una
Humanidad no rescatada, de una Humanidad abandonada a su
propia
suerte, de una Humanidad pecadora (Rm 5, 12). En virtud de la
muerte
de Cristo, el morir, con toda su humillación, puede transformarse
en
cumplimiento de fe en Dios y confianza en El y por tanto
convertirse en
cauce de salvación.

139. Resurrección de Jesús: No era posible que Jesús se quedara


en
la muerte
Lo que pasó después es proclamado por Pedro el dia de
Pentecostés
como el centro de anuncio cristiano: "Escuchadme, israelitas: Os
hablo
de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros
realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que
conocéis.
Conforme al designio previsto y sancionado por Dios, os lo
entregaron, y
vosotros, por mano de gentiles, lo matásteis en una cruz. Pero
Dios le
resucitó rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que
la
muerte lo retuviera bajo su dominio... Dios resucitó a este Jesús y
todos
nosotros somos testigos. Ahora exaltado por la diestra de Dios ha
recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha
derramado. Esto es lo que vais viendo y oyendo (Hch 2, 22-24.32-
33).

140. Resurrección, Ascensión, Pentecostés: Tres aspectos de un


solo
misterio:
la glorificación de Jesús
El misterio de la Resurrección de Jesús (su
vistoria sobre la muerte) es inseparable del misterio de su
Ascensión (su
exaltación a la derecha de Dios) y está íntimamente unido al
misterio de
Pentecostés (la acción del Espiritu que da testimonio a favor de
El), Son
éstos tres aspectos de un único misterio: la glorificación de Jesús,
En la
liturgia las tres fiestas correspondientes son celebradas en el
contexto
unitario del tiempo pascual.

141. Ascensión: quien descendió a lo más bajo, fue levantado a lo


más
alto
"Ellos lo rodearon preguntándole: Señor, ¿es ahora cuando vas a
restaurar el reino de Israel? Jesús contestó: No os toca a vosotros
conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con
su
autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros,
recibiréis
fuerza para ser mis testigos en Jerusalén y en toda Judea, en
Samaria y
hasta los confines del mundo. Dicho esto lo vieron levantarse
hasta que
una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo,
viéndole
irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les
dijeron:
Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo
Jesús
que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto
marcharse" (Hch 1, 6-11).

142. Ascensión: Cristo, presente en nuestro mundo


ASC/PRESENCIA-J: Jesús pasa de este mundo al Padre (Jn 13,
1). Se
va «sobre las nubes al cielo" (la "nube" es un símbolo biblico que
indica
la presencia de Dios). Quien había descendido a lo más bajo, fue
levantado a lo más alto: sentado a la derecha del Padre (Mc 14,
62). Con
ello, Jesús no abandona nuestro mundo, sino que de un modo
nuevo se
hace presente en él: "Me voy y vuelvo a vuestro lado" (Jn 14, 28).
Así lo proclama la liturgia en el prefacio de la Ascensión: «Porque
Jesús, el Señor, el rey de la gloria, vencedor del pecado y de la
muerte,
ha ascendido (hoy), ante el asombro de los ángeles a lo más alto
del
cielo, como mediador entre Dios y los hombres, como juez de
vivos y
muertos. No se ha ido para desentenderse de este mundo, sino
que ha
querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros,
miembros
de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en
su
Reino". En su ascensión, Jesús no marcha a un lugar lejano, sino
que
participa en alguna manera del modo de presencia según el cual
Dios
está en medio del mundo. El Reino de Dios se realiza sobre
nuestro
mundo concreto, el mundo en que vivimos.

143. El misterio pascual: un movimiento de descenso y de subida


Jesús pudo arrostrar su propia muerte y esperar con segura
confianza
que en ella había de triunfar su Padre. De ello dan testimonio sus
palabras ante el sanedrin (Mc 14, 62), o las tres solemnes
predicciones
de su misterio pascual, tal como nos la relatan los sinópticos (Mc
8, 31; 9,
31; 10, 33-34 y par.). Jesús nos describe su destino con un ritmo a
tres
tiempos: el Hijo del hombre es desechado por el pueblo y
entregado a los
gentiles; luego es atormentado, humillado, inmolado; y al tercer
día
resucita. El anuncio de la resurrección al término de la pasión no
tiene
por única finalidad iluminar el cuadro con una ráfaga de luz. A los
ojos de
Jesús la resurrección forma parte de su misión junto con la muerte;
por
eso está vinculada a su destino mesiánico y asi se lo explica a sus
discípulos: «Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus
discipulos
que tenía que ir a Jerusalén y padecer alli mucho por parte de los
sumos
sacerdotes y de los ancianos, y que tenia que ser ejecutado y
resucitar
al tercer día» (Mt 16, 21).

144. El tercer día: una esperanza cierta, como la aurora


A pesar de todos sus esfuerzos, los hombres no pueden suprimir
el
sufrimiento, ni tampoco pueden vencer la muerte. Ante esta
experiencia
desconcertante, Jesús confía en Dios, tiene la seguridad de que el
Padre
le librará: «Yahvé da muerte y vida, hace bajar al seol y retornar»
(1 S 2,
6). Dios saca de la muerte la vida. Esta es la confianza del pueblo
creyente, que aparece de diversos modos en el Antiguo
Testamento (Cf.
Ez 37; Jon 2, 1 ss; Jb 19, 25-26; Dn 12, 2; 2 M 7; 12, 43-46) y que
subyace en este texto del profeta Oseas: «En dos días nos sanará;
al
tercero nos resucitará; y viviremos delante de El. Esforcémonos
por
conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia
surge
como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como
lluvia
tardía que empapa la tierra» (Os 6, 2-3). Para Oseas, sin embargo,
los
crímenes de Israel hacen presuntuosa y vana esta confianza: el
pueblo
carece del verdadero conocimiento de Dios; su amor es efímero y
falso.
Dios les dejará de su mano (Cf. Os 6, 4.6; 5, 15).
En Jesús cuyo alimento es hacer la voluntad del Padre,
la confianza no será vana, sino que se cumplirá totalmente: al
tercer día
resucitará (Mt 16, 21; 17, 23; 20, 9). Para quien vaya en pos del
conocimiento de Dios, siguiendo a Jesús, Dios le prepara un
"tercer día"
más allá del dolor y de la muerte. Tras un breve tiempo, es
liberado todo
aquél que cumple la voluntad de Dios. Esta esperanza es tan
cierta como
la salida del sol.

145. El cumplimiento más profundo de lo que estaba escrito


SALMOS/RS:Varios salmos (15, 21, 29, 30, 34, 39, 40,
48, 54, 68, 101, 108, 117) refieren sufrimientos similares a los de
Cristo y
una liberación providencial que prefigura su resurrección. Ahora
bien,
como el Antiguo Testamento no llegó a percibir sino tardíamente la
supervivencia del hombre tras la frontera de la muerte, esta
plenitud de
vida no pudo ser expresada perfectamente. Palpita en los salmos
una
intuición que no pueden reproducir enteramente, y se queda a
mitad de
camino. Esta profundísima tendencia irradia por doquier. Esta
intuición
no se manifestó claramente hasta la plenitud de la revelación.
Jesús
cumplió en sí los salmos de liberación, lo mismo que cumplió las
profecías sobre el reino de Dios; en la medida en que realizó el
sentido
más profundo de lo que estaba escrito. La liberación en el umbral
de la
muerte se convierte, por obra suya, en liberación más allá del
umbral de
la muerte. Así se cumplieron en El los salmos, alcanzando su
consumación el sentido último al que se orientaban.

147. Sobre el fondo del éxodo: una brecha abierta por Dios más
allá
de la muerte
El misterio pascual de Jesús se desenvuelve sobre el fondo del
éxodo.
En el contexto de la pascua judía, Jesús celebra su muerte como
un
paso, como un éxodo: "He deseado enormemente comer esta
comida
pascual con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no
la
volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios» (Lc 22,
15-16). Los cantos de liberación y acción de gracias (Salmos 112-
117)
que cierran la celebración de la Pascua judía adquieren entonces
una
dimensión inenarrable de confianza incondicional en Dios Padre,
más allá
de la propia muerte: "Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el
Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi
salvación"
(Sal 117, 13-14)
148. La victoria de Cristo sobre la muerte, una victoria para todos
Para los discípulos la muerte de Jesús fue un escándalo; podía ser
la
prueba de que Cristo no era el "redentor" esperado: "nosotros
esperábamos, dicen los de Emaús, que él fuera el futuro liberador
de
Israel" (Lc 24, 21). Iluminados por la acción del Espíritu y hechos
testigos
de la resurrección (Hch 1, 8; 2, 32), comprenden que la pasión y
la
muerte de su maestro, lejos de frustrar el plan salvador de Dios, lo
realizan «según las Escrituras» (1 Co 15, 4). La muerte de Cristo,
aparentemente una derrota, era en realidad una victoria no sólo
para El,
sino para la humanidad y para el mundo: «La piedra que
desecharon los
arquitectos, es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha
hecho,
ha sido un milagro patente» (Sal 117, 22-23; cf. Mt 21, 42; Hch 2,
33).

149. Redimidos por la muerte de Jesús RESCATE/REDENCION


REDENCION/RESCATE:
Jesús nos ha rescatado mediante su muerte. La palabra hace
recordar
cómo Dios rescató a Israel de Egipto. En ambos casos la palabra
"rescate" es una imagen: la realidad expresada es que Dios salva.
El
gran misterio consiste en que el Reino de Dios se ha difundido
aún
cuando los hombres dimos muerte a Jesús, el Inocente, "y una
muerte de
cruz" (Flp 2, 8). En el mayor pecado brilló el mayor amor. Así
hemos sido
redimidos por la muerte de Jesús, de forma que "donde tuvo
origen la
muerte, de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol, fuera
en un
arbol vencido" (Prefacio de la cruz).

150. El juicio del mundo


Por su muerte y resurrección, Jesús es vencedor del mundo, de
ese
mundo que, como dice San Juan, no le ha conocido (Jn 1, 10) y le
ha
odiado (Jn 15, 18). Jesús no es del mundo (Jn 8, 23; 17, 14), por
eso le
odia el mundo. Odio loco que domina aparentemente el drama
evangélico, odio que provoca finalmente la condena a muerte de
Jesús.
Pero en este mismo momento se invierte la situación: entonces
tiene
lugar el juicio del mundo y la caída de su príncipe (Jn 12, 31),
porque
Jesús, dejando este mundo, vuelve al Padre (Jn 16, 28), donde
está
sentado junto a El (Jn 17, 5), y desde donde dirige la historia.
Desde
entonces el Espiritu hace la revisión del proceso de Jesús,
mostrando a
sus discípulos que el pecado está de parte del mundo, que la
justicia
está de parte de Jesús, y que el verdadero condenado, en ese
proceso,
es el principe de este mundo (cf. Jn 16, 8-11; cf. Tema 20).

151. La nueva alianza, realizada en la sangre de Cristo


El marco pascual de la última cena (Mt 26, 2; Jn 11, 55 ss.; 12, 1;
13,
1) establece una relación intencionada entre la muerte de Cristo y
el
sacrificio del cordero pascual. Jesús viene a ser nuestra pascua (1
Co 5,
7; Jn 19, 36), el cordero inmolado (1 P 1, 19; Ap 5, 6), inaugura en
su
sangre la nueva alianza (1 Co 11, 25), realiza la expiación de los
pecados (Rm 3, 24 ss.), Ia reconciliación entre Dios y los hombres
(2 Co
5, 19 ss.; Col 2, 14). La sangre de Jesús (su muerte) es derramada
en
favor nuestro. Así lo dice Jesús en la cena de despedida (Mt 26,
28; cfr.
Ex. 24, 8).

155. Fe inquebrantable ante el horror de la cruz: "Tú levantas mi


cabeza"
La vida del creyente está señalada por la cruz, necedad para
unos,
escándalo para otros (1 Co 1, 23). "En el país donde crece el peor
de los
árboles, la cruz, no hay nada digno de alabanza", decia un
pensador no
cristiano. El creyente, sin embargo, acepta la cruz de Cristo, no en
cuanto la cruz sea un lugar de dolor, sino porque en ella se
manifiesta la
fuerza de Dios (1 Co 1, 18): Llevamos siempre en nuestros
cuerpos el
morir de Jesús, dice Pablo, pues así también la vida de Jesús se
manifiesta en nuestra carne (2 Co 4, 10). En el misterio pascual de
cada
día experimentamos hasta qué punto es realidad operante esta fe
inquebrantable en el Padre: «Tú levantas mi cabeza» (Sal 3, 4).
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PISTAS PARA LAS REUNIONES

TEMA 18. MISTERIO PASCUAL DE JESUS

1) ¿Por qué mataron a Jesús?

2) Comentar en grupo Za 9, 9-10: Jesús entra en Jerusalén en un


asnillo, humilde y pacífico, sin caballos de Jerusalén, sin carros de
Efraím, sin arco de combate. Qué significa esto para nosotros
hoy?

3) Jesús purifica el templo: ¿es preciso purificar hoy el templo de


Dios?, ¿son los templos de hoy como una higuera estéril?
Comentar en
grupo Mc 11, 12-19.
4) Ultimos días de Jesús: profundizar en los temas fundamentales
de
esos días. Comentar en grupo Mc 11, 20-33; 12; 13.

5) Comentar los nn. 130-133 sobre el proceso de Jesús.

6) El proceso de Jesús como cumplimiento del salmo 21: comentar


los
nn. 134-137.

7) La cruz de Jesús ¿sentido o sin sentido?

8) La cruz, locura para los sabios, escándalo para los piadosos,


perturbación para los poderosos, ¿cómo aparece en nuestra
experiencia
actual?

9) CZ/SIGNO: "La cruz ni se ama ni se puede amar. Y sin


embargo,
sólo el Crucificado es el que realiza aquella libertad que cambia al
mundo, porque ya no teme la muerte. El Crucificado fue para su
tiempo
escándalo y necedad. También hoy resulta desfasado ponerlo en
el
centro de la fe cristiana y de la teología. Con todo... para toda
teología y
toda iglesia que se precien de ser cristianas, existe un criterio
interno
que sobrepasa con mucho la crítica política, ideológica y
psicológica que
vienen de fuera: el mismo Crucificado... A las iglesias, los
creyentes y las
teologías hay que cogerlos por su palabra. Y esta no es otra que
"la
palabra de la cruz". Es el criterio de su verdad y,
consiguientemente, la
crítica de su hipocresía. La crisis de la iglesia en la sociedad actual
no es
sólo resultante de su acomodación o de su caída en el gheto, sino
una
crisis de su propia existencia como Iglesia del Cristo crucificado...
El que
una cristiandad se aliene, divida y se convierta en cómplice de la
opresión en medio de una sociedad ella misma alienada, dividida
y
opresora, el que eso llegue a ser una realidad se decide en último
término en si el Crucificado se le convierte en un extraño o, por el
contrario, es el Señor que detennina su existencia" (·MOLTMANN-
J., El
dios crucificado, Ed. Sigueme, Salamanca, 1975, 9 ss.). Comentar
en
grupo este texto de J. Moltmann, teologo de la Iglesia evangélica
alemana.

10) Resurrección, Ascensión, Pentecostés: tres aspectos de un


solo
misterio, la Glorificación de Jesús. Comentar los nn. 139-144 del
presente tema.

11) Comentar alguno de estos textos (¿es esto asi?, ¿qué supone
para ti?):

- «Cruz no es el sufrimiento vinculado a la existencia natural; sino


a
hecho de ser cristiano»;
- "Jesús murió por haber sido testigo de un Dios que no fue
entonces
reconocido por nadie, y por haber dado inflexiblemente este
testimonio
hasta el final, para liberar a los hombres de una falsa idea de Dios.
A un
dios que juzga, en el último día, a vivos y muertos, en nombre de
la Ley,
opone un Dios que da y perdona. Al dios del teísmo romano, que
se
identifica con la omnipotencia imperial, opone un Dios que sufre el
suplicio infamante de los esclavos en el banco de la tortura. La
cruz en
que murió Jesús de Nazaret es, asi, el símbolo de la vida cristiana
en su
plenitud. Pero identificarse con Jesús en la Cruz no significa que
el
sufrimiento sea un lugar privilegiado de la Revelación. Identificarse
con
Jesús en la Cruz es, ante todo, identificarse con la acción que le
ha
conducido a la Cruz».
- CZ/HOY:"En el primer mundo, Jesucristo lo es casi todo, menos
el
Crucificado. Puede ser "el Rey" (que hasta tiene guerrilleros y
todo,
según qué países); puede ser "el Hombre" (que quizá condensa la
proyección de todas nuestras humanidades frustradas); puede ser
el
argumento de una libertad que aún no está claro que no sea la
libertad
para producir paro, miseria y tercer mundo; puede ser el "Dios a
disposición propia" (un poco en plan de "make it yourself" de las
revistas
americanas) a cuyos representantes y embajadores ya no se les
viste
con "el destino del Maestro" (cf. Mt 10, 24 ss.; Jn 15, 20), sino de
los
capisayos del honor mundano y los uniformes del protocolo
diplomático...
La cruz, por su parte, pasa a ser un amuleto o un objeto
decorativo, y
todos contentos.
En el mundo desarrollado, Jesús puede ser todas esas y otras
muchas
cosas más. Y algunas hasta será preciso que las sea, en una
Iglesia que,
siendo de la Escatología, está sin embargo en la historia. Pero lo
curioso
es que Jesús parece que puede serlo todo menos precisamente
El
Crucificado. Como si su cruz perteneciese al pasado como un
episodio
definitivamente cancelado. Y como si su Resurrección, en vez de
iluminar
su cruz, sirviera más bien para eliminarla".
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TEMA 18

OBJETIVO:
DESCUBRIR LA CAUSA POR LA QUE FUE PROCESADO
JESUS

PUNTOS CLAVE
* Ocupación (pacífica) del templo (Mc 11, 1-11).
* Purificación del templo, expulsión de los vendedores (11, 15-19).
* ¿Con qué autoridad...? (27-33).
* Los viñadores homicidas (12, 1-12).
* ¿Tributo al César? (12, 13-17).
* Resurrección de los muertos (18-27).
* El mandamiento principal (28-34).
* La cuestión del Mesias (35-37).
* Los escribas, denunciados (38-40).
* Generosidad de los pobres (41-44).

PLAN DE LA REUNION
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Oración inicial. Salmo 21 compartido. Canto.
* Lectura de los capítulos 11 y 12 del Evangelio de Marcos.
Silencio.
Comentario: ¿Por qué mataron a Jesús? (ver nn. 130-132, tema
18).
* Oración, salmo, canto.

EL ROSTRO DE DIOS PADRE

OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir el verdadero rostro de Dios Padre, revelado por Jesús.
* Descubrir lo que implica vitalmente el creer en Dios Padre.

156. Jesús, el mejor intérprete del Padre.


El misterio religioso del hombre
Jesús ha mostrado que el gran misterio religioso del hombre
consiste
en reconocer a Dios como Padre en el corazón de la propia vida.
¿Qué
significa esto? Dios es el gran misterio del hombre, "a Dios nadie
le ha
visto jamás" -dice San Juan (1, 18)-. Y dice también: "EI Hijo único
que
está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer". En
efecto,
Jesús es el gran revelador, el mejor intérprete del Padre. Cada
acontecimiento de su vida deja al descubierto el rostro de Dios.
Sólo
Jesús pudo revelarnos definitivamente quién es realmente Dios y
sólo El
lo continúa haciendo: "Nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél
a quien
el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11, 27). Se trata de un
conocimiento vital
y salvador.

157. Vivir como esclavos bajo el peso del temor. Experiencia


profunda

Cuando Pablo habla a las primeras comunidades cristianas de


haber
vivido como esclavos bajo los elementos del mundo y les recuerda
que
no han recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor
(Ga 4,
3-6; Rm 8, 14-16), se refiere a una experiencia profunda que los
destinatarios han vivido o están viviendo: el peso esclavizante de
un
temor que no puede ser alejado. En este terreno, Pablo se mueve
con
seguridad. Percibe el secreto mejor guardado de una existencia
vivida de
espaldas a Dios: ese secreto radica en el temor, aunque éste
permanezca enmascarado. A los romanos, a las gálatas y a
nosotros nos
ayuda Pablo a reconocer en nuestra experiencia de esclavitud y
de
temor nuestra secreta situación de condena.

158. Nadie puede vivir a Dios como Padre si no vive la vida con
confianza: como don de Dios
En esa raíz de la propia existencia se manifiesta la originalidad y
la
fuerza propia de la fe. Tendemos a conjugar la imagen que
tenemos de
Dios y la imagen que tenemos del mundo y de la vida. Nuestra
relación
con Dios como Padre y nuestra confianza filial en El, implica
reconocer el
mundo y la vida como don de Dios. La confianza en Dios es fuente
de la
confianza "básica" para poder vivir. Es difícil vivir a Dios como
Padre, si
no se vive la realidad entera como don de Dios. Con confianza.
Más aún,
esto condiciona la configuración de la propia identidad, de forma
que
podría decirse: "Dime qué imagen tienes de Dios (o de la vida) y te
diré
quién eres".

159. De espaldas a Dios, la vida humana se agosta


CONFIANZA/TEMOR
Los psicólogos dicen que el sentimiento de identidad se desarrolla
viviendo en confianza. Y se vive en confianza cuando sentimos
que
alguien está con nosotros, nos acepta, nos ama. E
inseparablemente,
cuando también somos nosotros todo esto para quienes nos
rodean. Sin
embargo, una y otra vez surgen interrogantes que sitúan la vida
humana
en una tensión abierta entre la confianza y el temor. El
aburrimiento, el
tedio y la angustia nacen en nosotros de sentir el fondo de nuestra
propia inconsistencia. La angustia corroe todas las cosas del
mundo y
pone al descubierto todas las ilusiones. Sin embargo, la angustia
nos ha
servido a los hombres con mucha frecuencia, para ponernos
delante de
Dios. De espaldas a Dios, la vida humana se agosta. Como dice
el
profeta Jeremías: Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me
dejaron,
manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas
agrietadas,
que el agua no retienen» (2, 13). Si el hombre quiere alcanzar su
salvación, habrá de renunciar a su autonomía idolátrica y abrirse a
la
acción salvadora de Dios. Entonces, la vida será ante todo el fruto
siempre nuevo de un don que viene de Dios. En realidad, la fe nos
libera
de la ilusión, de creer que podemos fundar nuestra existencia
personal
en virtud de nuestra propia decisión. Tal ilusión viene a ser una
pretensión idolátrica que destruye al hombre mismo.

160. Jesús, revelador definitivo del plan de Dios. Una historia de


amor
Jesús, el revelador de Dios, funda su misión en las decisiones del
Padre, que se le van manifestando en el interior de los mismos
acontecimientos: Mi alimento es hacer la voluntad del Padre (Jn, 4,
34; Lc
22, 42; Jn 14, 10-31). Jesús invita a todos a abrirse como niños al
plan
de Dios (Mc 10, 15), un plan preparado desde toda la eternidad y
manifestado progresivamente en la historia humana, un plan que
le
devuelve al hombre la confianza de que en todas las cosas
interviene
Dios para bien de los que le aman (Rm 8, 28).

161. El comienzo del plan de Dios: "El espíritu de Dios aleteaba


sobre
la superficie de las aguas..." PLAN-DE-D/HT-A:
CREACION/A-D El plan de Dios es una historia de
amor. Ya desde sus comienzos: la creación es un gesto de amor
por
parte de Dios. Acoger el mensaje cristiano de la creación es creer
en el
amor. Es poner el amor en el principio mismo del ser, es explicar
el
origen del mundo a partir de una generosidad misteriosa. Es
concebir el
mundo como un don, considerar toda la realidad como
dependiente de
una benevolencia vigilante. Utilizando una imagen expresiva, la del
ave
que aletea sobre el nido donde nacerán sus polluelos, el relato
bíblico de
la creación (/Gn/01/01 ss.) presenta la acción de Dios amorosa y
vigilante sobre la realidad llamada por El a la existencia.

162. Ante el pecado del hombre el amor de Dios se manifiesta


como
misericordia
La historia humana aparece desde sus orígenes como historia de
pecado. Los primeros capitulos del Génesis (2-11) describen
abundantemente el impacto del pecado en medio de un mundo
que, en
cuanto salido de las manos de Dios, era bueno (Gn 1,
4.10.12.18.21.25.31). El pecado domina de forma casi absoluta,
es
«señor del mundo»: entregados a la dureza de su propio corazón,
los
hombres caminan según sus designios (Sal 80, 13). En este
contexto
Dios llama a Abraham a una experiencia de fe y amistad y lo que
hizo con
él piensa hacerlo con todas las naciones de la tierra (Gn 12, 3).
Ante el
pecado del hombre, el amor de Dios aparece como misericordia:
"Tenía
mis manos extendidas todo el día hacia un pueblo rebelde y
provocador"
(/Rm/10/21; /Is/65/02).

163. Dios actúa en la historia gratuitamente. «Me manifesté a


quienes
no preguntaban por mí»
El rostro de Dios Padre se manifiesta en la historia de Israel. Dios
actúa en ella. También en la historia humana. Siempre de forma
gratuita.
Es significativo que Abraham fuera llamado por Dios cuando era
incircunciso, cuando no era creyente. Esto lo tiene muy presente
Pablo
(Rm 4, 9-12), pues Abraham es así figura de todos los creyentes,
llamados por Dios cuando éramos enemigos (Rm 5, 6-11; 2 Co 5,
18).
Así se cumple la palabra del profeta Isaías: "Fui hallado de
quienes no
me buscaban; me manifesté a quienes no preguntaban por mí" (Is
65, 1;
Rm 10, 20).

164. Como a la niña de sus ojos


Israel ha experimentado especialmente la acción amorosa de
Dios.
Yahvé se reveló como padre de Israel en el éxodo: «Lo encontró
en una
tierra desierta, en una soledad pobiada de aullidos: lo rodeó
cuidando de
él, lo guardó como a las niñas de sus ojos. Como el águila incita a
su
nidada revolando sobre los polluelos, asi extendió sus alas, los
tomó y
los llevó sobre sus plumas. El Señor solo los condujo, no hubo
dioses
extraños con él" (Dt 32, 10-12).

165. Como quien alza a un niño contra su mejilla


Toda la historia de Israel está presidida por el amor de Dios.
Oseas
expresa gráficamente su inmensa ternura: "Cuando Israel era
joven le
amé, desde Egipto llamé a mi hijo. Cuando le llamaba, él se
alejaba,
sacrificaba a los Baales, ofrecía incienso a los ídolos. Yo enseñé a
andar
a Efraim, le alzaba en brazos, y él comprendía que yo le curaba.
Con
cuerdas humanas, con correas de amor le atraía; era para ellos
como el
que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y le daba de comer"
(/Os/11/01-04).

166. «Yo no te olvidaré... En mis palmas te llevo tatuada»


Isaías compara el amor de Yahvé, que no olvida, al amor de una
madre: «¿Puede una madre olvidarse de su criatura, no
conmoverse por
el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te
olvidaré.
Mira, en mis palmas te llevo tatuada» (/Is/49/15-16).

167. Los ángeles son servidores de Dios en nuestro favor


El amor de Dios y su presencia en la historia de los hombres se
manifiesta también a través de enviados, mensajeros o ángeles.
La
Escritura habla a menudo de los ángeles. Ellos son cooperadores
de la
bondad de Dios, espíritus inteligentes y libres, fuerzas poderosas
del
bien, que nos asisten en nuestra peregrinación terrestre: «¿Qué
son
todos (los ángeles) sino espiritus en servicio activo, que se envían
en
ayuda de los que han de heredar la salvación?" (Hb 1, 14). Cristo,
por
ser «el Principio», «el primero en todo" (Col 1, 18), es el Señor de
los
Angeles: «tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más
sublime
es el nombre que ha heredado" (Hb 1, 4); Dios le otorgó (a Jesús)
el
Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de
Jesús toda
rodilla se doble (Flp 2, 9-11). Cuanto se dice de los ángeles en la
Escritura proclama el alegre mensaje de que Dios se ocupa y
preocupa
de mil maneras de nosotros. Su existencia es una verdad de la
doctrina
católica (cf. Pablo VI, CPD 8).

168. Jesucristo, máxima prueba de amor por parte de Dios


La prueba suprema del amor nos la da Dios en la persona de
Jesucristo. Dios ha amado tanto este mundo pecador que ha
enviado a
quien quiere, a su Hijo muy amado, aun sabiendo que sería
rechazado,
sacrificado: «Cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en
el
tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas
habrá
quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se
atrevería uno
a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo
nosotros todavía pecadores, murió por nosotros" (Rm 5, 6-8).

169. Confiar en Dios Padre, centro del mensaje de Jesús


La revelación de Dios como Padre está en el centro del mensaje
de
Jesucristo. El secreto de la vida humana consiste en llegar a
confiar en
Dios. Son los «pequeños», los que, humildes, creen y confían, los
que
descubren su acción y su presencia (Mt 11, 25), los que acogen la
llegada del Reino de Dios, los que piden el cumplimiento de la
voluntad
del Padre: «Padre nuestro del cielo, santificado sea tu Nombre;
venga tu
Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo» (Mt 6, 9-
10).

170. Delante de Dios, tal como somos


Jesús nos enseña que el hombre puede acudir siempre al Padre,
tal
como es en lo profundo de su vida, con sus miserias y
necesidades
ordinarias: «Danos hoy el pan nuestro de cada día. Perdónanos
nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos
han
ofendido; no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del
maligno» (Mt
6, 11-13). Quienes así se presentan delante de Dios saben
también qué
cosa es la fundamental: «Sobre todo, buscad el Reino de Dios y
su
justicia, lo demás se os dará por añadidura» (Mt 6, 33).

171. El corazón de Dios Padre: entre el respeto a la libertad del


hijo y
la misericordia
El corazón de Dios Padre lo manifiesta Jesús de forma
incomparable
en la parábola del hijo pródigo (/Lc/15/11-32), parábola que podría
llamarse del padre misericordioso. En realidad, la figura principal
es el
padre. En el contexto del Evangelio, Dios no aparece como el
padre que
atranca la puerta para que los hijos no salgan de noche, sino como
luz
que alumbra, como brújula que orienta al hombre en sus opciones,
que
no lo abandona en el ejercicio arriesgado de la libertad, y que crea
nuevas perspectivas de liberación, rehaciendo los epílogos que
parecían
desastrosos.

172. Paternidad de Dios, crecimiento y maduración del hombre


/Lc/15/11-32 La paternidad de Dios no es una paternidad opresora
que reduce al hombre a la pasividad, a una dependencia infantil, al
mero
sentimiento de culpabilidad, a la anulación de su propia
personalidad.
Por el contrario, la paternidad de Dios vivida con los sentimientos
de
Cristo y bajo la acción del Espiritu, ayuda al hombre a ser más
responsable, más libre, más consciente. Dios Padre, al ofrecernos
su
perdón, suscita en nosotros una esperanza liberadora. Todas las
etapas
del hijo pródigo, desde la partida hasta el regreso, son rescatadas
por el
abrazo del Padre. El regreso a la casa del Padre es el
redescubrimiento
del sentido de las cosas y de los acontecimientos. La paternidad
de Dios
no se opone -antes al contrario- al más profundo desenvolvimiento
del
hombre. Dios es Creador y Salvador.

173. La confianza evangélica, escándalo para el hombre


Jesús nos invita a confiar en el Padre y a no ser esclavos de la
preocupación angustiada: «No os agobiéis por el mañana, porque
el
mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus
disgustos» (Mt
6, 34). La confianza en el cuidado de Dios providente es una
característica del espíritu evangélico. Esta confianza en Dios
resulta
escandalosa para quienes viven agobiados por la preocupación
por
tantas cosas: acumulación de riquezas, aumento de comodidades,
salud
y enfermedad, guerra y paz, y, finalmente, la muerte.

174. Por el miedo a la muerte, vivimos esclavizados de por vida


La muerte... Muchos pensadores afirman que, para poder escapar
a la
preocupación de la muerte, el hombre se aturde, juega, se divierte,
se
consagra "a los negocios": y todo para olvidar. Esto mismo percibe
el
autor de la Carta a los Hebreos, cuando dice que el hombre, por el
miedo
que tiene a la muerte, vive esclavizado de por vida (/Hb/02/15).

175. No andéis agobiados...


Es sorprendente la insistencia evangélica de Jesús: «No estéis
agobiados por la vida pensando qué vais a comer o beber, ni por
el
cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida
que el
alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni
siembran, ni
siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los
alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros,
a
fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
¿Por
qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del
campo:
ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto,
estaba
vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el
campo
y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho
más
por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando
qué vais
a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los
gentiles se
afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis
necesidad de todo eso. Sobre todo, buscad el Reino de Dios y su
justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os
agobiéis por
el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada dia
le
bastan sus disgustos" (Mt 6, 25-34; cf. Mt 10, 19; Mc 13, 11; Lc 12,
11).

176. Confiar en el Padre, don del Espíritu.


"El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza" (Rm 8, 26) 176.
Sucede, sin embargo, que al hombre le falta valor para vivir
confiadamente. Necesita de la fuerza del Espíritu para que pueda
vivir
con corazón de hijo para con Dios Padre. La acción del Espíritu
viene a
ser la prueba de la filiación: «Como sois hijos, Dios envió a
vuestros
corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba! (Padre). Así
que ya
no eres esclavo, sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero
por
voluntad de Dios» (Ga 4, 6-7). En efecto, "os que se dejan llevar
por el
Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido no un
espíritu
de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espiritu de hijos
adoptivos, que nos hace gritar: ¡Abba! (Padre). Ese Espíritu y
nuestro
espíritu dan un testimonio concorde; que somos hijos de Dios, y si
somos
hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con
Cristo"
(Rm 8, 14-17).

177. Somos realmente hijos de Dios por la fe en Cristo


La filiación adoptiva era ya uno de los privilegios de Israel (Rm 9,
4),
pero ahora los cristianos son hijos de Dios, en un sentido mucho
más
fuerte, por la fe en Cristo (Ga 3, 26; Ef 1, 5). La fe viva supone en
ellos
una verdadera regeneración (Tt 3, 5; cf. 1 P 1, 3; 2, 2) que los
hace
partícipes en la vida del Hijo. Tal es el sentido del bautismo, por el
que el
hombre adquiere una vida nueva (Rm 6, 4), renace del agua y del
Espíritu (Jn 3, 3.5). A los que creen en Cristo, en efecto, Dios les
hace
capaces de ser hijos suyos (cf. Jn 1, 12). Esta vida de hijos es
para
nosotros una realidad actual, aun cuando el mundo lo ignore (1 Jn
3, 1).
Vendrá un dia que se manifestará abiertamente y entonces
seremos
semejantes a Dios porque le veremos tal cual es (1 Jn 3, 2).

178. El Padre da el espíritu a todos los que se lo piden


El Padre concede el Don del Espiritu a todos los que se lo piden:
"Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá;
porque
quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama se le abre.
¿Qué
padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan le dará una
piedra? ¿O
si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo le
dará
un escorpión? Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas
buenas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu
Santo a los que se lo piden?» (Lc 11, 9-13).

179. Himno al amor de Dios. "Dios está con nosotros". Sin miedo
a
nada.
Abiertos al futuro
Por el Don del Espíritu Santo comprendemos que Dios está con
nosotros, superamos todo tipo de miedo y podemos cantar con
San
Pablo este himno al amor de Dios: "Si Dios está con nosotros,
¿quién
estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino
que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ... ni
muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni
potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna, podrá
apartarnos
del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Rm
8,
31-39).

180. Confiar en Dios Padre y vivir fraternalmente con los demás


hombres
Vivir con confianza en Dios Padre no es posible sin vivir
fraternalmente
con los demás hombres. También desde esta perspectiva, el
segundo
mandamiento de la Ley es semejante al primero (Mt 22, 39):
«Entonces
clamarás al Señor y te responderá, gritarás y te dirá: Aquí estoy.
Cuando
destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la
maledicencia,
cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del
indigente, brillará tu luz en las tiniebias, tu oscuridad se volverá
medio
dia» (Is 58, 9-10).

181. "Amad a vuestros enemigos... Así seréis hijos de vuestro


Padre
que está en el cielo"
Si Dios es nuestro Padre, entonces todos somos hermanos. Según
el
Evangelio de Jesús, quedan incluidos también los enemigos:
«Habéis
oido que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.
Yo, en
cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que
os
persiguen. Asi seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo,
que
hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e
injustos" (Mt 5, 43-45). Sólo aquél que no excluya a su enemigo
puede
decir con verdad: El mundo es la casa de todos. Todos somos
hermanos.
Dios es nuestro Padre.
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PISTAS PARA LA REUNION

TEMA 19. EL ROSTRO DE DIOS PADRE

1) ¿Cómo repercute mi experiencia de Jesucristo en mi imagen de


Dios?, ¿se ha dado un proceso en este sentido?, ¿puedo distinguir
entre
un "antes" y un "ahora"?

2) "Nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se


lo
quiera revelar" (Mt 11, 27). ¿Responde a mi experiencia esta
afirmación
de Jesús?

3) Comentar en grupo Ga 4, 3-6 y Rm 8, 14-16: ¿vives con


confianza o
con temor?

4) Ver ICA, Doc. 7 sobre Madurez humana y asentimiento de fe, de


J.
A. GARCIA-MONGE: fe proclamada desde el Padre (P), desde el
Adulto
(A) o desde el Niño (N). A la predominancia de P. A o N en la
persona o
en el grupo corresponden unas actitudes, una imagen de Dios y
unas
dimensiones teológicas, tal y como puede verse en el siguiente
cuadro:
¿dónde me sitúo yo?, ¿dónde se sitúa el grupo?
5) Comentar en grupo los nn. 171-172.

6) Comentar en grupo la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32):


¿qué reacción suscita en ti la parábola de Jesús?, ¿con qué
personaje te
identificas en este momento?

7) Presentación del tema 19 «EI rostro de Dios Padre»: lectura


personal, cuchicheo, diálogo sobre lo que consideras más
importante.

8) "EI mundo es la casa de todos. Todos somos hermanos. Dios


es
nuestro Padre". ¿Es esto así? ¿Tiene consecuencias sociales?

9) Comentar en grupo: "Dios lucha por la causa de quienes no


están
sentados a la mesa de los bienes del mundo, que ha sido
preparada por
Dios para todos" (J. Osés).
........................................................................

TEMA 19

OBJETIVO:
DESCUBRIR EL VERDADERO ROSTRO DE DIOS PADRE,
REVELADO
POR JESUS

PUNTOS CLAVE
* Jesús, revelador del Padre.
* ¿Temor o confianza?
* El plan de Dios, historia de amor, de salvación .
* Jesucristo, prueba suprema.
* Entre la libertad y la misericordia.
* El don del Espíritu.
* Hermanos de todos.
* Hijos del Padre.

PLAN DE LA REUNION
* Oración inicial. Salmo.
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del tema 19: Lectura personal, cuchicheo, diálogo.
* Lectura a escoger.
* Oración final. Canto.

LA HORA DEL ESPÍRITU HA LLEGADO

OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir la presencia y la acción del Espíritu, la gran promesa
de Jesús.
* Descubrir su significado.

182. «¿Podrían revivir estos huesos?» (Ez 37, 3)


"Entonces me dijo: Hijo de Adán, esos huesos son toda la Casa
de
Israel. Ahí los tienes diciendo: Nuestros huesos están calcinados,
nuestra
esperanza se ha desvanecido; estamos perdidos. Por eso
profetiza
diciéndoles: Esto dice el Señor: Yo voy a abrir vuestros sepulcros,
os voy
a sacar de vuestros sepulcoros, pueblo mío... Infundiré mi espíritu
en
vosotros para que reviváis, os estableceré en vuestra tierra y
sabréis
que yo, el Señor, lo digo y lo hago -oráculo del Señor-" (/Ez/37/11-
14).

183. La plenitud que se escapa o el paraíso perdido


"Nuestros huesos están calcinados, nuestra esperanza se ha
desvanecido; estamos perdidos" (Ez 37, 11). Israel ha llegado
hasta el
fondo de una situación desoladora, en la que se vive como ilusoria
toda
esperanza. La vida queda lejos. El camino, cerrado. Es "como una
enfermedad de las cosas", una experiencia de debilidad que
alcanza a
todo hornbre: "Toda carne es hierba y su belleza como fior del
campo: se
agosta la hierba, se marchita la flor" (Is 40, 6-7).

184. La carne, nombre de la debilidad humana


CARNE/DEBILIDAD

La escritura expresa la debilidad radical del hombre con una


palabra:
carne. La carne es, primeramente, lo que nosotros llamanos "el
cuerpo",
pero el cuerpo sometido a la muerte, el cuerpo que se halla en
constante
amenaza" (Gn 6, 3; Is 40, 6). La carne, o «la carne y la sangre»
(Mt 16,
17; Co 15, 50), son también todas las construcciones del hombre.
Las
más impresionantes son nada en presencia de Dios. La carne es
siempre
debilidad (Jr 17, 5 ss.; Jb 10, 4 ss.). Dios es espíritu. Dios lo puede
todo
sobre el mundo, el cual no puede nada sin El, nada contra El.
Incluso
Egipto, símbolo humano del poder y de la fuerza, es carne,
debilidad,
todo un gigante con pies de barro: «En cuanto a Egipto, es
humano, no
divino, y sus caballos, carne, y no espíritu» (Is 31, 3).

185. La carne, el pecado de un falso apoyo


La carne expresa también la condición pecadora del hombre, que
pretende afirmarse a sí mismo de espaldas a Dios, olvidando la
Ley y los
profetas, que advierten: «Si no os afirmáis en Mí, no seréis firmes»
(Is 7,
9) y, sobre todo, a Cristo, que llevó a su culmen, desbordándolos
por
superación, a la Ley y a los Profetas. También afirmaron los
Profetas:
«Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza,
apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa,
no
verá llegar el bien: habitará la aridez del desierto, tierra salobre e
inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su
confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la
corriente
echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará
verde;
en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto» (/Jr/17/05-
08).

186. Vivir según la carne


La carne tomada como norma de la existencia le impone al
hombre su
tiranía; reduce a su esclavitud a los que obedecen a la "ley del
pecado"
(Rm 7, 25). Con insolencia (Col 2, 23) manifiesta entonces sus
deseos
(Rm 8, 5 ss.), sus apetencias (Rm 13, 14; Ga 3, 3; 5, 13.16-17),
produce
obras malas (Ga 5, 19), hace carnal hasta el entendimiento mismo
(Col
2, 18; cf. 1 Co 3, 3). El cuerpo también -si bien de suyo puede ser
carnal
y espiritual- cuando está dominado por la carne se llama el cuerpo
de la
carne (Col 2, 11), se identifica con el cuerpo del pecado (Rm 6, 6)
y es,
en verdad, carne de pecado (Rm 8, 3).

187.¿Según la carne o según el espíritu?


"Andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne,
pues la
carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay
entre
ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisiérais. En
cambio, si os
guía el espíritu, no estáis bajo el dominio de la Ley. Las obras de
la
carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría,
hechiceria, enemistades, contiendas, envidias, rencores,
rivalidades,
partidismo, sectarismo, discordias, borracheras, orgias y cosas por
el
estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que asi obran
no
heredarán el Reino de Dios. En cambio, el fruto del Espiritu es:
amor,
alegria, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad,
amabilidad,
dominio de si. Contra esto no va la Ley. Y los que son de Cristo
Jesús
han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos» (Ga 5,
16-24).

188. Experiencia de la propia incapacidad: "La carne no sirve para


nada»
Las obras de la carne, esto es, de quien vive según la carne,
manifiestan la condición pecadora del hombre y su incapacidad
para
entrar, por si mismo, en el Reino de Dios: "lo de la carne es carne;
lo del
Espiritu, es espiritu. No te asombres que te haya dicho: Tenéis que
nacer
de lo alto» (/Jn/03/06), dice Jesús a Nicodemo. Por si mismo, el
hombre
de la carne es incapaz de reconocer a Dios y Jesucristo en el
centro de
la propia vida y, al mismo tiempo, de amar gratuita y
desinteresadamente
al hermano.

189. Creemos y amamos por don de Dios GRATUIDAD/FE/A


Nadie
cree por propia cuenta, nadie ama por propia cuenta. Se cree y se
ama
verdaderamente por la gracia de Dios. San Pablo nos hace saber
que
"nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!", sino por influjo del Espíritu
Santo
(/1Co/12/03). Y San Juan: "Todo espiritu que confiesa a
Jesucristo,
venido en carne, es de Dios" (1 Jn 4, 2). Así como también: "Todo
el que
ama ha nacido de Dios" (4, 7). En definitiva, creemos y amamos
por don
de Dios. La fe y el amor son de Dios, no nuestros; y, al mismo
tiempo, la
gracia de Dios los hace "nuestros": el Espíritu Santo que habita en
nosotros enraiza en nuestro espiritu esos valores como dones
gratuitos,
de suerte que el hijo de Dios vive realmente la vida divina y
colabora en
ella, la comparte.

190. No tenemos un retrato del Espíritu. ES/SIMBOLOS:


La Escritura lo presenta siempre en accion
Este don de la gracia de Dios es radicalmente fruto de la
presencia
activa del Espíritu Santo en nosotros. La Escritura utiliza la
palabra
espiritu (ruah en hebrero, pneuma en griego, spíritus en latin) para
expresar ambas realidades: los dones de Dios y el Espiritu Santo.
Originariamente, espíritu significa soplo del viento y aliento vital.
El
Espiritu de Dios no es ni lo uno ni lo otro. Se usan éstas y otras
imágenes para representarlo de algún modo. Es inmaterial. La
Sagrada
Escritura no nos presenta en ninguna parte un retrato, ni siquiera
una
descripción del Espíritu. El Espiritu no tiene rostro, ni siquiera un
nombre
susceptible de evocar una figura humana. No podemos situarnos
ante la
faz del Espíritu, contemplarlo, seguir sus gestos. La Escritura nos
lo
presenta siempre en acción, actuando en nuestros corazones.
«Lo
conocéis porque vive con vosotros y está con vosotros»
(/Jn/14/17).
Conocer al Espíritu es experimentar su acción, dejarnos invadir por
su
influencia, hacernos dóciles a sus impulsos; es pretender que El
sea, de
modo cada vez más consciente para nosotros, la fuente de
nuestra
vida.

191. Como el viento


El Espíritu -y todo el que nace del Espiritu- es como el viento: "el
viento
sopla donde quiere, y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene
ni
adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu" (/Jn/03/08).
En
efecto, en el viento hay algo misterioso. No podemos apresarlo. No
se
cansa. El viento pertenece a la escolta de Dios. Lleva al Señor
sobre sus
alas (Ez 1, 4; Sal 17, 11). Y corre a transmitir sus órdenes hasta
las
extremidades de la tierra (Sal 103, 4; 146, 18). Viene del cielo y
actúa
sobre la tierra y la transforma. Unas veces la deseca con su soplo
abrasador (Ex 14, 21; Is 30, 27-33; Os 13, 15), otras barre todas
las
obras humanas como si fueran paja (Is 17, 13; 41, 16; Jr 13, 24;
22, 22),
y otras trae lluvia sobre el suelo reseco y le devuelve la fertilidad (1
R 18,
45). A la tierra, inerte y estéril, se contrapone el viento por su
ligereza
alada y por su poder de vida y fecundidad.

192. Como el aliento de vida ES/IMAGENES Como el viento


penetra la
tierra, así el aliento vital penetra la carne. Como el viento, la
respiración
es igualmente una imagen del Espíritu. Así como el viento trae vida
a la
tierra reseca, asi también el soplo respiratorio (aparentemente
frágil y
vacilante) es la fuerza que vigoriza y da agilidad al cuerpo y a su
masa, y
le hace vivo y activo (Gn 2, 7; Sal, 103, 29-30; Jb 33, 4; Qo 12, 7).

193. Como el agua


El espíritu es también como el agua. Como el agua que purifica:
«Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de
todas
vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Os daré un
corazón
nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne
el
corazón de piedra y os daré un corazón de carne» (/Ez/36/25-26).
Como el agua que fecunda la tierra reseca: «Voy a derramar mi
aliento
sobre tu estirpe y mi bendición sobre tus vástagos. Crecerán
como
hierba junto a la fuente, como sauces junto a las acequias»
(/Is/44/03-04).
Como el agua que apaga la sed: «El último día, el más solemne de
las
fiestas, Jesús en pie gritaba: El que tenga sed, que venga a mí; el
que
cree en mí que beba. (Como dice la Escritura: de sus entrañas
manarán
torrentes de agua viva.) Decía esto refiriéndose al Espíritu, que
habían
de recibir los que creyeran en él» (/Jn/07/37-39).

194. Como el fuego


El Espíritu es también como el fuego. Como el fuego encendido en
la
palabra profética de Elías: "Entonces surgió un profeta como un
fuego
cuyas palabras eran horno encendido" (Si 48, 1).
O en las entrañas de Jeremías: "Había en mi corazón algo asi
como
fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajaba
por
ahogarlo, no podía" (Jr 20, 9).
Como fuego en la predicación valiente de los primeros cristianos:
"se
les aparecieron unas lenguas como de fuego que dividiéndose se
posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del
Espíritu
Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu
les
concedía expresarse» (Hch 02, 03-04). "Acabada su oración,
retembló el
lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del
Espíritu
Santo y predicaban la Palabra de Dios con valentía" (Hch 4, 31).

195. Como el aceite


ACEITE/UNCION: El Espíritu es también como el aceite. Para una
tierra rica en olivos como la "tierra prometida" (Dt 6, 11; 8, 8), el
aceite
aparece como símbolo de la bendición divina (Dt 7, 13; Jl 2, 19; Os
2,
24).
El aceite no es sólo alimento indispensable, como el trigo y el
vino,
sino también ungüento que perfuma el cuerpo (Am 6, 6), fortifica
los
miembros (Ez 16, 9), suaviza las llagas (Is 1, 6), alimenta
continuamente
la llama que alumbra (Ex 27, 20; Mt 25, 3-8).
ES/ACEITE: Si el aceite es símbolo de la bendición divina, los
ungidos
con aceite (el rey y el sumo sacerdote) tienen la bendición de Dios
y, con
ella, la misión de iluminar al pueblo y guiarlo por el camino de la
salvación. El aceite de la unción es signo exterior de la acción del
Espíritu que transforma al elegido (1 S 10, 1--6; 16, 13).
A diferencia del agua, que se desliza sobre la piedra y se evapora,
el
aceite la impregna. Así sucede con el Espíritu: puede cambiar los
corazones más duros (Ez 36, 26).

196. Antiguo Testamento: una fuerza divina en beneficio del


pueblo
En el Antiguo Testamento el Espíritu de Dios -si bien todavía no
ha
sido revelado como una persona divina- es percibido como una
fuerza
divina que transforma personalidades humanas y las hace
capaces de
gestos excepcionales al servicio del pueblo de Israel. La misma
fuerza
física de Sansón se llama fuerza del Espíritu de Dios, en cuanto
unió al
pueblo (Jc 13, 25; 14, 6-19; 15, 14).
La inspiración profética era don del Espíritu de Dios (1 S 10, 6; Ez
11,
5; Za 7, 12).
La sabiduría de los ancianos que administraban justicia venía del
Espíritu de Dios (Nm 11, 17).
El rey es el ungido por el Espíritu de Dios (1 S 16, 13).

197. La espera de un Espíritu dado a todos


En los casos citados, Dios daba su Espíritu a ciertas personas
elegidas. Pero también se esperaba un don del Espíritu que se
comunicaría al pueblo entero. Un día fue corriendo un joven a
decirle a
Moisés cómo dos hombres estaban profetizando, pero no en la
tienda
sagrada, sino simplemente en el campamento. Y Josué reaccionó
con
esta exclamación: "Señor mío, Moisés, prohíbeselo." Moisés íe
respondió: "¿Estás celoso de mi? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor
fuera
profeta y recibiera el Espíritu del Señor!)) (Nm 11, 28-29). ¡Todo el
pueblo animado por el Espíritu de Dios! Esto mismo lo anunció el
profeta
Joel para los tiempos mesiánicos: "Hasta en los siervos y las
siervas
derramaré mi Espíritu en aquellos dias" (Jl 3, 2).

198. Lo que Jesús dará: el Espíritu de Dios en los corazones de


los
hombres
Todo el pueblo estará animado del Espíritu de Dios. Joel pensaba
en
visiones proféticas y en fenómenos especiales de que gozarían
todos.
Ezequiel prevé un efecto más ordinario, pero más profundo: "Os
daré un
corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de
vuestra
carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Os
infundiré
mi espíritu y haré que caminéis según mis preceptos y que
pongáis por
obra mis mandamientos" (Ez 36, 26-27). Y Jeremías: "Una alianza
nueva... Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones"
(Jr.
31, 31-33). El Espíritu realizará una instrucción suave e interior y
favorecerá una experiencia amorosa de la voluntad de Dios. Estos
textos
de Ezequiel y de Jeremias son cimas espirituales del Antiguo
Testamento, y describen a aquel Espíritu que Jesús dará para la
expansión de su obra salvadora. El Espíritu de Jesús será el que
realice
la acción última en la instauración del Reino de Dios.

199. Jesús, poseído por el Espíritu


La acción del Espíritu se manifiesta de muchas maneras en la vida
de
Jesús. Asi, en el bautismo, recibido de manos de Juan: "En un
bautismo
general, Jesús también se bautizó. Y mientras oraba, se abrió el
cielo,
bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz
del
cielo: "Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto")) (Lc 3, 21-22).
Lleno del
Espíritu Santo, Jesús es conducido por el mismo Espíritu (como en
otro
tiempo Israel) al desierto (Lc 4, 1). La acción del Espiritu en la vida
de
Jesús se manifiesta también en la predicación: «Jesús volvió a
Galilea,
con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la
comarca.
Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan" (Lc 4, 14-15).
Ungido
por el Espíritu del Señor, anuncia a los pobres la Buena Nueva (Lc
4,
18). Lleno de gozo en el Espíritu, bendice al Padre (Lc 10, 21).
Sus
milagros que tienen en jaque al mal y a la muerte, la fuerza y la
verdad
de su palabra, su familiaridad inmediata con Dios son pruebas de
que
sobre él reposa el Espíritu (Cf. Is 61, 1), sin medida (Jn 3, 34) y de
que
es, a la vez, el Mesías que salva, el profeta esperado y el siervo
muy
amado.

200. Una promesa repetida insistentemente. "Os lo he dicho antes


de
que suceda..."
(Jn 14,29)
En las circunstancias dramáticas de la última cena, Jesús hace
una
comunicación importante a sus discipulos: El se va, por el odio y
el
pecado del mundo, pero enviará el Espiritu de Dios, que llevará
adelante
la obra de Jesús (Jn 16,12-13) y curará con su fuerza divina la
debilidad
humana de los discipulos (15, 27), debilidad dejada al descubierto
por el
pánico de la persecución: "mirad que llega la hora (y ha llegado ya)
en
que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo»
(Jn
16, 32). Jesús hace la comunicación en el momento oportuno: "no
os dije
esto desde el principio, porque estaba yo con vosotros" (16, 4), y
lo
anuncia "antes de que suceda para que, cuando suceda, creáis"
(14,
29). Aquella noche de despedida, Jesús insiste una y otra vez en
la
venida del Espiritu. San Juan relata cinco momentos, cinco
promesas
acerca del Espiritu.

201. El Espíritu estará con vosotros


Primera promesa: «Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor
que
esté siempre con vosotros, el Espiritu de la verdad. El mundo no
puede
recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo
conocéis
porque vive con vosotros y está con vosotros" (Jn 14,16-17).
Jesús
promete el Espíritu con la fórmula ordinaria de la Alianza (Estar
con),
fórmula que aparece en el Exodo referida a Yahvé (Ex 3, 12.14) y
en el
Evangelio referida a Jesús (Mt 28, 20). Por esta Alianza realizada
en el
Espíritu, cada creyente queda vinculado personalmente con el
Padre y
con Jesús, su Unico Hijo, hecho hombre. Frente a la
incomprensión y el
odio del mundo, el creyente no se queda solo (Jn 14, 18). El dia
que se
cumpla esta promesa, dice Jesús, "entonces sabréis que yo estoy
con mi
Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros" (Jn 14, 20).

202. El Espíritu de la verdad continúa la obra de Jesús


Segunda y quinta promesas: «El Defensor, el Espíritu Santo, que
enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os
vaya
recordando todo lo que os he dicho" (Jn 14, 26). «Muchas cosas
quedan
por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando
venga El,
el Espiritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo
que
hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que
está
por venir. El me glorificará, porque tomará de lo mio y os lo
anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es mio. Por eso os he dicho que tomará
de lo
mio y os lo anunciará" (Jn 16, 12-15).

203. El Espíritu, defensor de Jesús y acusador del mundo


Tercera y cuarta promesas: «Cuando venga el Defensor, que os
enviaré desde el Padre, el Espiritu de la Verdad, que procede del
Padre,
él dará testimonio de mí» (Jn 15, 26). Lo que os digo es la verdad:
os
conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a
vosotros el
Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga,
dejará
convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de
una
condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia,
porque
me voy al Padre y no me veréis; de una condena, porque el
Principe de
este mundo está condenado" (Jn 16, 7-11). El contexto de estas
promesas es judicial: el Espiritu aparecerá como defensor de
Jesús y
como acusador del mundo.

204. Un inmenso proceso religioso enfrenta a Jesús con el


mundo.
El Espíritu actuará a favor de Cristo ES/DEFENSOR:
La acción del Espíritu se produce en el contexto de un proceso.
Del
proceso que enfrenta a Jesús con el mundo y que conduce a la
condenación del mundo y a la exaltación de Cristo sobre la cruz.
En este
inmenso proceso religioso en el que Jesús y el mundo se hallan
frente a
frente, es en el que el testimonio del Paráclito adquiere auténtico y
profundo sentido: ante la hostilidad del mundo, los discípulos de
Jesús se
hallarán continuamente expuestos al escándalo, sentirán la
tentación de
desertar, experimentarán la duda y el desaliento. Precisamente en
esa
hora intervendrá el Espíritu de verdad, el defensor de Jesús: El
dará
testimonio de Jesús en el interior de la conciencia de los
discipulos. El los
confirmará en su fe y les dará toda su seguridad cristiana.

205. Amplitud de la causa iniciada por o contra Cristo


I/PERSECUCION:Se trata, pues, de un proceso que
sigue abierto y continúa en la existencia de los discipulos
presentes y
futuros. Lo recoge el evangelista San Juan. San Juan no se
preocupa
por determinar cuáles serán históricamente los tribunales que
condenarán a los discípulos; estos tribunales humanos
desaparecen
totalmente detrás de una potencia única, misteriosa, sin rostro: el
mundo.
Este tema del "mundo" nos hace calibrar toda la amplitud de la
causa
que se ha iniciado por o contra Cristo. Esta lucha supera
ampliamente la
oposición de los judíos contra Jesús durante su vida terrena; se
prolonga
más allá, en la oposición a la Iglesia.

206. El Espíritu hará la revisión del proceso seguido contra Jesús


Durante su vida terrena, Jesús había sido rechazado por los judíos
e
iba a ser condenado durante la pasión. El Paráclito hará la revisión
de
este proceso y mostrará a los discipulos que el pecado está de
parte del
mundo, que la justicia está de parte de Jesús, y que el verdadero
condenado, en esta confrontación religiosa, es el príncipe de este
mundo
(Cf. Jn 16, 8-11).

207. Los Hechos de los Apóstoles, el Evangelio del Espíritu


La persecución de Jesús puso al descubierto la debilidad de los
discípulos (Jn 16, 32), de modo que también en esto se cumplió la
Escritura que dice: «Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas
del
rebaño» (Mt 26, 31). Pero después de su muerte redentora, el
Espiritu
fluye sobre ellos y ellos comienzan a experimentar su acción y su
fuerza.
Lo narran los Hechos de los Apóstoles, que son como el Evangelio
del
Espiritu.

208. Los hechos de Jesús reviven entre los suyos


En la Iglesia se repiten los gestos de poder y gracia que Jesús
había
llevado a cabo en el Espiritu, durante su vida mortal: los cojos
andan
(Hch 3, 1-10; 5, 12-16; 14, 8-10), los muertos resucitan (9, 40; 20,
10),
los corazones se convierten (2, 41; 5, 14; 10, 44-48; 15, 7-9.12), la
palabra de Dios es anunciada con valentía (4, 13; 5, 20; 9, 27; 14,
3; 28,
31), las amenazas y persecuciones son arrostradas con paz y
alegría (5,
41; 7, 55; 20, 17-38; 21, 10-14).

209. Actitudes, gestos y reacciones más profundas. La fisonomía


del
propio Jesús
Asi las actitudes mismas de Jesús, sus gestos característicos, sus
reacciones más profundas reviven entre los suyos. Es imposible
pensar
que la raiz de esto se encuentra en la persistencia de costumbres
adquiridas mediante el contacto con Jesús, en una voluntad
deliberada
de reproducir su existencia. Lejos de eso, mientras Jesús estuvo
con los
suyos, tuvo que echar mano de toda su autoridad y de la fuerza de
su
personalidad para conservarlos en torno a El, en medio de tantos
desvíos e incomprensiones.
Hoy, que ya no le ven y que por la suerte que El sufrió saben los
peligros a que se exponen, vemos que los discípulos
-espontáneamente-
siguen las huellas marcadas por Jesús, y se asombran de que se
les
conceda el poder participar en sus padecimientos. La raíz de esta
experiencia (que es propiamente la experiencia cristiana) San
Pablo nos
la dará en una fórmula inolvidable: "Vivo yo, pero no soy yo, es
Cristo
quien viven en mi» (Ga 2, 20). Todas las páginas de los Hechos de
los
Apóstoles lo ilustran: el Espíritu que anima a los cristianos es el
Espiritu
mismo de Jesús. Este Espiritu con su acción ayuda a reproducir en
los
discípulos de Jesús de hoy y de siempre la misma fisonomía, la
del
propio Jesús.

210. La hora del Espíritu y de una nueva alianza, profunda,


universal
La Iglesia primitiva pone particular énfasis en la gran manifestación
del
Espíritu que tuvo lugar el día de Pentecostés, fiesta judía que
conmemoraba la alianza del Sinaí. Ha llegado la hora del Espíritu y
la de
una nueva alianza realizada en los corazones, una alianza para
todos sin
excepciones, una alianza que supera las divisiones de los
hombres y las
barreras de los pueblos, lenguas y culturas. Los apóstoles han
perdido el
pánico a la persecución y anuncian con valentía, fuerza y poder la
buena
noticia de Jesús.

211. Quedaron todos llenos del Espíritu Santo


"Llegado el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un
mismo
lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de
viento
impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se
les
aparecieron unas lenguas como de fuego que, dividiéndose, se
posaron
sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo
y se
pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espiritu les concedia
expresarse... Partos, medos y elamitas; habitantes de
Mesopotamia,
Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte
de
Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos, judíos y
prosélitos,
cretenses y árabes... Todos estaban estupefactos y perplejos y se
decían unos a otros: ¿Qué significa esto? Otros, en cambio,
decían:
¡Están llenos de mosto!

212. El por qué de ese estallido: ¡La buena noticia de Jesús!


"Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó su voz y
les
dijo: Judíos y habitantes todos de Jerusalén: Que os quede esto
bien
claro y prestad atención a mis palabras: No están éstos borrachos,
como
vosotros suponéis, pues es la hora tercia del día, sino que es lo
que dijo
el profeta: Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi
Espíritu
sobre toda carne, y profetizarán sus hijos e hijas... Israelitas,
escuchad
estas palabras: A Jesús Nazareno, hombre a quien Dios acreditó
entre
vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su
medio
entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue
entregado
según el determinado designio y previo conocimiento de Dios,
vosotros le
matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos, a éste,
pues,
Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades (Muerte), pues
no
era posible que quedase bajo su dominio... A este Jesús Dios le
resucitó,
de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra
de
Dios, ha recibido del Padre el Espiritu Santo prometido y ha
derramado lo
que vosotros véis y oís... Sepa, pues, con certeza toda la casa de
Israel
que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien
vosotros
habéis crucificado.»

213. Creyeron unas tres mil personas: "¿Qué hemos de hacer?"


«Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los
demás
apóstoles: ¿Qué hemos de hacer, hermanos? Pedro les contestó:
Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el
nombre
de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el
don del
Espíritu Santo; pues la promesa es para vosotros y para vuestros
hijos, y
para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios
nuestro... Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel
día se
les unieron unas tres mil almas".

214. Los comienzos de la Iglesia


«Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la
comunidad fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones. El
temor se
apoderó de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios
y
señales. Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en
común;
vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre
todos,
según la necesidad de cada uno. Acudían al templo todos los días
con
perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las
casas y
tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan
a Dios
y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba
cada día
a la comunidad a los que se habían de salvar" (Hch 2, 1-47).

215. Frutos del Espíritu


Es como un nuevo renacimiento del hombre. Por la fuerza del
Espíritu
el hombre se vuelve más libre, más consciente, más irrandiante,
más
personal. El Espíritu de Dios es poseedor de una energía vital
capaz de
transfigurar nuestras relaciones, de acercarnos a lo más intimo y
deseable de nuestro ser, de saciar nuestra sed de dignidad y
plenitud
personal, de colmar nuestro deseo de infinito, de introducirnos en
la
esfera del Dios viviente y vivificante... Las manifestaciones y frutos
del
Espiritu son, a la vez, de inagotable variedad y de continuidad
profunda:
«amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre, templanza" (Ga 5, 22-23). También son fruto del
Espíritu
los carismas, que contribuyen al crecimiento y edificación de la
Iglesia:
«así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar
con
inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo
Espíritu,
recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A
éste
le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro,
distinguir los
buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro,
el don
de interpretarlas» (1 Co 12, 8-10).

216. El mayor fruto del Espíritu: el amor. El amor no acaba nunca


El mayor carisma del Espíritu es el amor: "Ambicionad los
carismas
mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional. Ya podría
yo
hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo
amor, no
soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.
Ya
podria tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo
el
saber; podría tener fe como para mover montañas; si no tengo
amor, no
soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aún
dejarme
quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es
paciente,
afable, no tiene envidia, no presume ni se engríe; no es mal
educado ni
egoista; no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la
injusticia, sino que goza de la verdad. Disculpa sin limites, cree sin
limites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa
nunca.
¿El don de profecia?, se acabará. ¿EI don de lenguas?,
enmudecerá.
¿EI saber?, se acabará" (1 Co 12, 31-13, 8).

217. La hora del Espíritu, tambien para el mundo de hoy


La acción del Espiritu es una realidad que brota a borbotones
como
fruto de la Pascua de Cristo. Desde entonces, la hora del Espiritu
ha
llegado. También para el mundo de hoy. El mensaje cristiano
proclama
un hecho actual, que no envejecerá jamás: el Espiritu Santo está
en
acción, dando testimonio de Cristo: «Si en la actualidad, dice
·Agustín-san, la presencia del Espiritu Santo no se manifiesta con
semejantes milagros, ¿cómo será posible que sepa cada uno que
ha
recibido el Espiritu? Que cada uno interrogue a su propio corazón:
si
ama a su hermano, el Espiritu de Dios está en él..."

218. Un hombre nuevo: ¡Podrán revivir estos huesos!


La acción del Espiritu transforma al hombre de la carne en un
hombre
nuevo, hombre del Espiritu (cf. /Rm/08/08-09). Sitúa al hombre en
una
relación significativamente nueva con respecto a Dios, con
respecto a los
demás, con respecto al mundo e incluso con respecto a sí mismo.
La
experiencia del Espiritu como presencia eficaz en la vida del
creyente
transforma profundamente la imagen que el hombre tiene de Dios,
de los
demás, del mundo, de sí mismo. Es como un nuevo nacimiento
del
hombre (Jn 3, 3.5.7), como llegar a descubrir que todo se ha
vuelto
posible, como el cumplimiento de un sueño en el que la suerte
humana
cambia de signo (/Sal/125/01): ¡Podrán revivir estos huesos!
........................................................................

PISTAS PARA LA REUNIÓN

TEMA 20. LA HORA DEL ESPIRITU

1) Comentar en grupo: "Si en la actualidad, la presencia del


Espíritu no
se manifiesta con semejantes milagros, ¿cómo será posible que
sepa
uno que ha recibido al Espíritu?» (San Agustin).

2) Comentar Hch 19, 1-7: ¿recibisteis el Espiritu Santo cuando


abrazasteis la fe?

3) Comentar en grupo los nn. 183-189: la contraposición


carne-espiritu, ¿es un dato de nuestra propia experiencia?

4) La carne es sinónimo de debilidad, expresa nuestra condición


pecadora... Carne son también todas las construcciones del
hombre. Las
más impresionantes son nada en presencia de Dios. Poner en
común
algunas grandes construcciones del hombre de hoy.

5) "La carne no sirve para nada" (Jn 6, 63). ¿Tenemos esta


experiencia de la propia incapacidad?

6) No tenemos un retrato del Espíritu. La Escritura nos lo presenta


siempre en acción: es como el viento, como el aliento de vida,
como el
agua, como el fuego, como el aceite. Poner en común
experiencias
actuales que puedan ser expresadas a través de estas imágenes.

7) El Espíritu es la gran promesa de Jesús. Comentar en grupo los


nn.
201-206: lo que te parece más importante.

8) El Espíritu es el gran animador de la comunidad cristiana.


Comentar
los nn. 208-214.

9) ¿Cuáles son las grandes señales de la acción del Espíritu en la


Iglesia de hoy?
........................................................................

TEMA 20

OBJETIVO:
DESCUBRIR LA EXPERIENCIA DEL ESPÍRITU (Y SU
SIGNIFICADO)

PUNTOS CLAVE
* Carne >< Espiritu.
* Debilidad >< Fuerza.
* El Espíritu, en acción: Viento, aliento, agua, fuego, aceite...
* Ei Espíritu, la gran promesa de Jesús: Las cinco promesas.
* El Espíritu, animador de la comunidad.

PLAN DE LA REUNIÓN
* Oración inicial. Salmo.
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del tema 20: Lectura, cuchicheo, diálogo sobre lo
más
importante.
* Lectura a escoger.
* Oración final. Canto.

EL MISTERIO DE DIOS:
DIOS ES AMOR Y AMOR ENTRE PERSONAS
LA SANTISIMA TRINIDAD

OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir que Dios es amor y, por tanto, misterio de comunión
interpersonal.
* Descubrir que el amor hace que personas distintas sean una
sola
cosa.

219. Un Dios vivo y amante


La Biblia no es un tratado científico sobre Dios. Presenta a Dios
en
tanto que interviene en los acontecimientos humanos y naturales y
habla
al hombre abriéndole su voluntad, su juicio, su gracia, su amor.
Recoge,
de este modo, una profunda experiencia de Dios promovida en el
hombre
por Dios mismo. Nos invita, pues, no sólo a hablar de Dios, sino,
sobre
todo, a escucharle cuando habla y a responderle confesando su
gloria y
acogiendo su acción. Todo el que escucha su palabra y se abre a
su
voluntad divina, percibe y proclama la gloria de Dios.

220. Por los caminos del Dios viviente: "Hazme saber el camino a
seguir, porque hacia ti levanto mi alma" (Sal 142, 8)
El gran misterio consiste en reconocer los caminos de Dios y
seguirlos,
pero, como dice el libro de la Sabiduría, «pues, ¿qué hombre
conoce el
designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? Los
pensamientos de los mortales son mezquinos y nuestros
razonamientos
son falibles; porque el cuerpo mortal es lastre del alma y la tienda
terrestre abruma la mente pensativa. Apenas adivinamos lo
terrestre y
con trabajo encontramos lo que está a mano: pues, ¿quién
rastreará las
cosas del cielo; ¿quién conocerá tu designio, si tú no le das la
sabiduría
enviando tu santo espíritu desde el cielo? Sólo así fueron rectos
los
caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te
agrada y la
sabiduria los salvó" (/Sb/09/13-18).

221. Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios


En efecto, Dios es el más profundo misterio. Los creyentes
anunciamos lo que ni el ojo vio ni el oído oyó: "Dios nos lo ha
revelado
por el Espíritu. El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de
Dios.
¿Quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre,
que
está dentro de él? Pues lo mismo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo
el
Espíritu de Dios" (1 Co 2, 10-11).

222. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob


No obstante, Dios ha decidido salir al encuentro del hombre. El
Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob es un Dios vivo que interviene,
actúa en la
historia humana y en la naturaleza y se da a conocer a los
hombres
liberándolos de dioses y poderes que les asedian y esclavizan.

223. Reconocer los caminos de Yahvé, Señor de la historia:


"Yo estoy contigo" ESTAR-CON El Dios que sale al encuentro del
hombre es el Dios de Moisés. Moisés recibe de Dios una misión:
liberar a
su pueblo del poderoso Faraón egipcio. Esto le parece
disparatado,
imposible: "¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a
los
israelitas de Egipto?" (Ex 3, 11). "Yo estoy contigo" (Ex 3, 12), es
la
repuesta de Dios. Moisés comienza la aventura del Exodo,
fiándose de
esta palabra de Dios. Poco después, él y todo el pueblo
experimentarán
que Dios cumple lo que anuncia, que Dios actúa en su historia,
que Dios
está con ellos, que Dios les ama.
"Estar con" es la fórmula ordinaria de la Alianza. Amar a Dios es
estar
con Dios. Amar al hermano es estar con el hermano. Dios está
con
nosotros. Dios nos ama: "¿Puede una madre olvidarse de su
criatura no
conmoverse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide,
yo no
te olvidaré. Mira, en mis palmas te llevo tatuada (oh, Sión)"
(/Is/49/15-16).

224. Reconocer los caminos de Jesús, Señor de la historia: "Yo


estoy
con vosotros"
Dios está con nosotros. Dios nos ama. El Dios de Abraham, Isaac,
Jacob, Moisés es el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo. De
tal
manera amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito (Jn
3, 16).
Jesús es el Hijo Unigénito del Padre. Las confesiones de fe de la
Iglesia
primitiva proclaman Señor a Jesús, como en la Antigua Alianza el
mismo
Yahvé fue denominado Señor. Jesús también promete a los suyos
su
asistencia eficaz en la tarea de comunicar el evangelio a los
pueblos:
«Yo estoy con vosotros todos Los dias, hasta el fin deL mundo»
(Mt 28,
20). Los apóstoles comienzan la aventura de la predicación,
fiándose de
esta palabra de Jesús. En seguida reconocen que la palabra de
Jesús se
cumple, que Jesús actúa en medio de ellos, que está con ellos,
que
colabora con ellos (Mc 16, 20).

225. Jesús, Dios vivo, presente entre nosotros


Jesús es el Dios vivo que se hace presente entre nosotros. Su
presencia no es accesible a la carne (Mt 16, 17), ni reservada a
un
pueblo (Col 3, 11), ni ligada a un lugar (Jn 4, 21): es el don del
Espiritu
(Rm 5, 5; Jn 6, 63).

226. El Espíritu Santo estará con vosotros


El Espiritu es la gran promesa de Jesús a sus apóstoles: «Yo le
pediré
al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros»
(Jn 14,
16). Y también: «él dará testimonio de mí» (Jn 15, 26). El Espíritu
estará
con ellos, como dijo Jesús (utilizando también aquíi la fórmula
ordinaria
de la Alianza). Y no sólo el Espíritu, sino Jesús y el Padre, pues el
día
que se cumpla esta palabra «entonces sabréis -dice Jesús- que yo
estoy
con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros» (Jn 14, 20).

227. El Espíritu Santo, don de Dios


Jesucristo resucitado, en unión con el Padre nos envía su Espiritu
Santo. El Espiritu nos hace verdaderos hijos de Dios. El Espiritu es
el don
del Padre, de cuya vida El nos hace participes. Por la acción del
Espiritu
somos capaces de transfigurar nuestras relaciones, de amarnos
unos a
otros, de vivir como hijos de Dios (Ga 4, 6; Rm 8, 15-16.26). El
conocimiento de Dios, propio de los que han nacido de Dios, se
relaciona
con la experiencia del amor fraterno: "todo el que ama, ha nacido
de Dios
y conoce a Dios. Quien no ama, no ha conocido a Dios, porque
Dios es
amor" (1 Jn 4, 7-S).

228. Dios es amor (Sal 103)


"Dios es amor. Estos dos nombres, Ser y Amor, expresan de
manera
inefable la misma esencia divina de Aquél que se nos quiso
manifestar a
Si mismo y que, habitando la luz inaccesible, está en sí mismo
sobre todo
nombre y sobre todas las cosas e inteligencias creadas" (·Pablo-
VI, CPD
9). Tal es el secreto... Tal es el secreto al que se tiene acceso sólo
por
medio de Jesucristo (1 Jn 4, 8-16). En Jesucristo reconocemos el
amor
que Dios nos tiene: "Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios,
Dios
permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor
que
Dios nos tiene, y hemos creido en El. Dios es amor y quien
permanece
en el amor permanece en Dios y Dios en él" (1 Jn 4, 15-16). La fe
en
Jesucristo y la caridad fraterna manifiestan que permanecemos en
Dios y
Dios en nosotros.
229. Imagen de Dios: nuestra vida en este mundo imita lo que es
Jesús
(cf. 1 Jn 4, 17). El misterio divino de amor interpersonal
El hombre ha sido hecho a imagen de Dios. El hombre es
eminentemente imagen de Dios cuando ama, pues Dios es amor.
Podemos amar nosotros, "porque El nos amó primero" (1 Jn 4,
19).
Ahora bien, el amor humano no es posible sino en relación a otros.
Por
esto, podemos afirmar que cuando amamos a los demás
reflejamos
hondamente este amor de Dios. Dios es amor y por consiguiente,
amor
entre personas. El misterio de Dios no es un misterio de soledad,
sino de
comunion de amor. En Dios, el que ama (el Padre), el amado (el
Hijo) y el
don del amor (el Espiritu Santo) viven en comunión la misma
insondable
riqueza divina.

230. Padre, Hijo y Espíritu Santo: el misterio de la unidad y


Trinidad de
Dios
La distinción real de las Personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu
Santo,
no sólo no se opone a que Dios sea uno, sino que precisamente
las tres
personas divinas son el Dios uno a causa de las relaciones y
vínculos
mutuos que se dan entre ellas: «Los mutuos vínculos que
constituyen a
las tres Personas desde toda la eternidad, cada una de las cuales
es el
único y mismo Ser divino, son la vida íntima y dichosa del Dios
santísimo,
la cual supera infinitamente todo aquello que nosotros podemos
entender según el modo humano» (Pablo-Vl, CPD 9); «en las tres
Personas divinas, que son eternas entre sí e iguales entre sí, la
vida y
felicidad del Dios enteramente Uno..., se consuman de manera
máximamente excelente» {CPD 10).

232. La Santísima Trinidad en los símbolos de la Iglesia y la


Liturgia
TRI/SIMBOLOS
La fe de la Iglesia expresada en los Símbolos, Reglas y
Profesiones de
fe, está en continuidad con el contenido de la revelación bíblica
sobre
este Misterio. La formulación teológica (expresada
fundamentalmente en
los Credos o Símbolos) sobre la Trinidad de personas en Dios, ha
ido
elaborándose a lo largo de los siglos con ayuda de conceptos
filosóficos,
y ha sido defendida contra negaciones y falsas interpretaciones.
Cuanto
más sutiles han sido éstas, más necesidad ha habido de afinar las
nociones empleadas para guardar siempre la fidelidad al misterio
revelado.
En el Credo de la Misa (Simbolo Nicenoconstantinopolitano) en
que
coinciden todas las confesiones cristianas, confesamos:
Creo en un solo Dios Padre Todopoderoso... En un solo Señor,
Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los
siglos;
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre...
En el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre y
del Híjo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria...

Una vía más catequéticamente apropiada es la de la liturgia que


se
mantiene en mayor proximidad a las expresiones bíblicas del
Misterio
trinitario: Al final de la plegaria eucarística se proclama: «Por
Cristo, con
El y en El, a Ti Dios Padre Omnipotente en la unidad del Espiritu
Santo,
todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.» La
actitud
del hombre más apropiada para el acceso a este Misterio es la
adoración. En realidad, el Misterio de la Santísima Trinidad es el
Misterio
de la Fe Cristiana visto desde su aspecto más divino. Por lo que si
el
Misterio Cristiano es siempre insondable, el Misterio Trinitario es
el
Misterio insondable por excelencia.

235. Que todos sean uno, para que el mundo crea


Dios es el único ser que no está dividido. Es puro don, es amor.
Jesús
ora para que nosotros seamos también ·"una sola cosa", reflejo de
la
unidad trinitaria. Nuestra unidad será un testimonio que convenza
al
mundo, radicalmente necesitado del don de la concordia pacífica:
«Que
todos sean uno, como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que ellos
también lo
sean en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has
enviado» (Jn
17, 21): Esta es la raíz de la unidad de la Iglesia: «Toda la Iglesia
aparece como una muchedumbre reunida por la unidad del Padre,
y del
Hijo y del Espíritu Santo» (LG 4). Asi se expresa el Concilio
Vaticano II,
citando a San Cipriano de Cartago. También el Concilio Vaticano II,
al
tratar de la actividad misionera de la Iglesia, contempla toda la
misión
eclesial como vocación entrañada en la naturaleza misma de la
comunidad de Cristo «porque (la Iglesia) tiene su origen en la
misión del
Hijo y en la misión del Espiritu Santo, según el proyecto de Dios
Padre"
(AG 2).

237. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu


La misión evangelizadora de la Iglesia -y, por tanto, el proceso
catecumenal- culmina con la fe en el Padre y en el Hijo y en el
Espíritu.
Todas las gentes serán bautizadas en esta fe, así como se les
iniciará en
el resto del evangelio de Jesús. La Iglesia naciente recibe esta
misión de
Jesús resucitado, constituido Señor del Cielo y de la Tierra: «Me
ha sido
dado todo poder en el Cielo y en la Tierra. Id, pues, y haced
discípulos a
todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y
del
Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he
mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los dias hasta el fin del
mundo"
(Mt 28, 1 8-20).
........................................................................

TEMA 21. EL MISTERIO INTERPERSONAL DE DIOS


1) La historia de la salvación tiene tres momentos culminantes
marcados por el "yo estoy con vosotros", del Dios de Israel, de
Jesús de
Nazaret y del Espíritu. Comentar en grupo los pasajes biblicos
correspondientes: Ex 3, 7-15; Jn 14, 15-26; Mt 28, 16-20.

2) Comentar los nn. 228-235: el amor hace que personas distintas


sean una sola cosa.

3) El proceso catacumenal culmina con la fe en el Padre, en el Hijo


y
en el Espíritu: ¿hemos llegado a vivir esta fe?

4) Dios no es un misterio de soledad, sino de comunión, de amor


(1 Jn
4, 7-8): ¿nos reconocemos creados a imagen de Dios?
Experiencias
concretas.
........................................................................

TEMA 21

OBJETIVO:
DESCUBRIR QUE DIOS ES AMOR Y, POR TANTO, AMOR
ENTRE
PERSONAS

PISTAS PARA LA REUNION


* Celebración de la palabra de Dios cumplida en el "Yo estoy con
vosotros".
- Del Padre.
- Del Hijo.
- Del Espiritu.

PLAN DE LA REUNION
* Oración inicial. Canto.
* Ex 3, 7-15 (silencio).
* Salmo 103.
* Jn 14, 15-26 (silencio).
* Canción a elegir.
* Mt 28, 16-20.
* Conversación (homilía): significado existencial.
* Oración comunitaria.

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