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EL MAPA NO ES EL TERRITORIO

© Agencia Editorial FUGA

© Ismael Gavilán, 2007

«EL MAPA NO ES EL TERRITORIO»

DERECHOS RESERVADOS
Registro de propiedad intelectual
Inscripción Nº 111.170
I.S.B.N

Edición al cuidado de:


Angela Barraza Risso

Diseño de portada:
Arturo Ledezma Martínez

Diagramación:
Agencia Editorial FUGA
www.editorialfuga.cl

Impreso en Chile

Colección E-book nº3


EL MAPA NO ES EL TERRITORIO
ANTOLOGÍA DE LA JOVEN POESÍA DE VALPARAÍSO

e-book

Recopilación y prólogo: Ismael Gavilán Muñoz


EL MAPA NO ES EL TERRITORIO:
NOTAS EN TORNO A LA POESÍA JOVEN DE VALPARAÍSO

Dar cuenta de la poesía escrita en Valparaíso pareciera ser fácil:


por un lado, Valparaíso es una palabra que de una u otra forma evoca
una atmósfera de disolución sensorial, espontaneidad deslumbradora y
asombro permanente para quien descubre sus calles y cerros de ritmo
ondulante. Aquella atmósfera, vinculada de distintas maneras a un
concepto patrimonial que tiende asociar una palabra a un lugar, a un
paisaje, a un modo de ver las cosas en su herrumbre disociativa y de
carácter arqueológico y pasatista es, qué duda cabe, el sitio perfecto
para haber erigido la institucionalidad cultural de nuestro país (sea lo
que signifique eso)1. Por lo tanto, el viejo ideal romántico de vincular
la productividad artística con un espacio determinado, sigue vigente a
la hora de ver por vez primera lo que en Valparaíso o en sus alrededores
se escribe en materia poética. Es algo similar a lo acontecido cuando se
deben precisar las pertenencias de cual o tal autor respecto al país que
habitan. De ahí a la pretendida representatividad hay sólo un paso y a
esas clasificaciones de sospechosa factura, tal vez dos: poesía chilena,
poesía peruana, poesía santiaguina, poesía de provincia...poesía porteña
(como si se olvidara que el único habitar posible para un poeta es el
lenguaje). Por otro lado, si unimos eso al viejo mito, también de raigambre
romántica, acerca de la identidad entre la producción artística (la poética
en este caso) y el sujeto que habita un lugar, sin duda obtendremos
pingües dividendos a la hora de desear enmarcar, clasificar o explicar la
naturaleza específica de cualquier desarrollo poético de la índole que sea.
Por supuesto que clasificar, enmarcar y explicar no son el paso previo del
comprender y mucho menos del entender. Pero más allá de la evidente
oferta de sociología barata que se plantea en ese tipo de gesto ordenador,
lo que resta, a nuestro parecer, son meras aproximaciones para tantear o

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El mapa no es el territorio

bosquejar un mapa que de ninguna manera es definitivo. Y no olvidemos:


el mapa nunca es el territorio.
Tal vez estas premisas sean necesarias a la hora de dibujar ese
concepto siempre aleatorio y que, hasta nueva innovación y por mera
comodidad, denominamos poesía porteña o con una pretendida –y nunca
lograda- precisión poesía escrita en Valparaíso (y que puede y debe
ensancharse más allá del detalle geográfico). De esta escena, lo que nos
interesa a la hora de escribir estas notas, es dar cuenta de la productividad
de poetas que caben dentro de un concepto cronológico de juventud y que
con generosidad se encuentran entre los 20 y los 39 años aproximadamente.2
Tan vasto panorama de confluencias vitales y por ende, disímiles, quizás
puedan ser apreciadas desde dos perspectivas cronológicas que, de ninguna
manera, son infalibles. Por un lado tenemos a los poetas que, nacidos
entre mediados de la década del 60 y la primera mitad de la década de
los 70, conformarían lo que se ha denominado generación de los 90.3 Por
otro, tenemos poetas que nacen entre fines de los años 70 y mediados de
los años 80 y que por mera acomodación llamamos novísimos. 4 Es así
que los poetas de Valparaíso y su productividad escritural pueden y deben
ser comprendidos dentro del contexto mayor de la poesía escrita en Chile
actualmente como parte de un escena que, sin duda, debe plantearse como
polifónica, más allá de indagar filiaciones de suyo evidentes y a ojos vista,
pero que no se encuentran exploradas y mucho menos sistematizadas.
Esas filiaciones requerirían, en nuestra opinión, un ejercicio de lectura
comparada que debiese asentar sus premisas en el diálogo entre las
producciones textuales de los autores para, a partir de ahí, establecer
o clarificar su encuentro, primero con la poesía escrita en Chile en las
últimas décadas y segundo con la poesía hispanoamericana y universal.
(Nada nuevo ni innovador hay en esto, pero se nos olvida a veces que la
poesía no sólo posee el rostro de la novedad, sino también la del diálogo
de altura y en que, dadas las opciones socio-políticas de la actualidad, el
adanismo resulta ya no ingenuo, sino de mal gusto)
Con estas ideas preliminares es posible advertir que en Valparaíso

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existen, hoy por hoy, una serie variada y amplia de poetas que articulan su
decir en las perspectivas cronológicas que se han planteado.
De aquel modo se observa, en primer lugar, a poetas que a fines
de los años 80 y durante la década de los 90 hacen su aparición y que, en
la actualidad, consolidan sus proyectos individuales de la más distinta
forma. Se puede dar inicio a una enumeración somera y apresurada
mencionando a Sergio Madrid (1967) y a Sergio Muñoz (1968) que
habría que considerar autores de una especial relevancia a la hora de
querer establecer una orientación que disponga articulatoriamente la
productividad poética existente desde los 90 en relación a lo realizado
en la década inmediatamente anterior, ya por sus filiaciones escriturales
como por su participación en colectivos con arraigo en la escena porteña
de mediados o fines de los 80. A ellos –y por mero acomodo cronológico-
habría que agregar a Enoc Muñoz (1970); Enrique Morales (1970); Marcelo
Pellegrini (1971); Felipe Hernández (1973); Ismael Gavilán (1973);
Eduardo Jeria (1977), Cristian Geisse (1977) y Jorge Polanco (1977) entre
varios más que, desde mediados de la década de los 90, hacen su aparición
paulatina en este panorama. Sin embargo, ya esta lista queda rezagada a la
hora de plantear la necesidad de apertura hacia otras latitudes, pero que
no caben, hasta cierto punto, dentro del concepto Valparaíso como figura
o espacio congregador. Esto se deja en evidencia cuando se rastrea la
productividad de los autores recién nombrados y en donde algunos no son
residentes de una ciudad asumida como símbolo, sino que se desplazan
hacia otros lugares tanto físicos como mentales (Pellegrini en Estados
Unidos, Enoc Muñoz en Alemania, Hernández entre España y Tánger,
etc) y que, sin duda, permiten ver la categoría aleatoria de ese concepto
mal denominado poesía porteña, por lo menos, como algo difuso y quizás
hasta equívoco. En este sentido, la palabra Valparaíso tal vez suena como
una desafortunada varita mágica en su pretensión de abrir horizontes de
significado que permitiesen la aglutinación coherente de tal diversidad de
autores y sus respectivas obras en proceso de difusión y publicación. Tal
vez –y valga esto como mera hipótesis de trabajo- la palabra Valparaíso

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El mapa no es el territorio

pueda escapar a su administración patrimonial –referido a lo poético al


menos- convertida en metáfora de un concepto de puerto, es decir, en
tanto palabra plurisignificativa en la entrada y salida de discursividades
que no se ligan a un referente territorial explícito. Quizás por ello en estos
poetas (como en otros de su generación, oriundos de Santiago: pensamos
en Alejandra del Río residente en Alemania, en Marcelo Rioseco, residente
en Estados Unidos, lugar donde han ido a parar por estudio o destino,
David Preiss y Cristián Gómez, por ejemplo) el nomadismo implica un
modo de buscar y asumir la individualidad poética, un desplazamiento
vital o imaginario (y en varios/as ambas cosas a la vez) acrecentado
asimismo por medio de diversos procesos paralelos de identificación,
como pueden ser el ejercicio de la traducción y el de la lectura de rescate
de grandes poetas chilenos del siglo XX5.
Simultáneo a esto, la presencia de algunos poetas, originalmente
pertenecientes al circuito santiaguino y que por distintas razones se han
radicado en la zona o han estado de paso antes de emigrar al extranjero
como son los casos de Carolina Celis (1977) y Mario Ortega (1975)
que tienen su opera prima ya publicada (Electra de 1996 en el caso de
Celis y La leyenda de las sangre y Animal roto de Ortega de 1995 y
2000, respectivamente) amplían este panorama hasta convertirlo en un
calidoscopio de interesante y no resuelta definición.
Por otro lado, esa apertura se consolida asimismo en varios
poetas que residen en la misma región de Valparaíso, pero que, como
opción o destino, han preferido dar cuenta de su proyecto poético en
relación a lo que podría denominarse el valle del Aconcagua. Tenemos
entonces el contrapunto ideal a una poética porteña (fantasmagórica o no
pensada con la soltura teórica suficiente) y que escarba, explora o critica
las variantes láricas otorgadas por Jorge Teillier, Rolando Cárdenas y
Efraín Barquero. En este otro grupo de poetas es posible dar cuenta, entre
varios, de Cristián Cruz (1973) y Felipe Moncada (1973), cuyas obras en
creciente circulación, no sólo en la zona de la cual son oriundos o viven,
sino también en Valparaíso y Santiago, es testimonio de la permanente y

8
a veces casi silenciosa labor de los poetas de provincia. A ellos habría que
agregar a Carlos Hernández (1973); Marco López (1968); Camilo Muró
(1974) y Patricio Serey (1974) con quienes mantienen un interesante
diálogo de contraste y complementación en lo referido a opciones
lingüísticas, imaginarias y de sentido.6
Estamos así, en presencia de un variopinto grupo de poetas
que bordean los treinta años de edad y con proyectos poéticos en vías
paulatinas de consolidación, ya con la publicación de sus libros, ya
con la inclusión en antologías a nivel regional y nacional, algunos con
reconocimientos públicos de primer orden (como premios y becas) que,
en sí mismos, son simples datos externos que no condicen y mucho
menos condicionan una labor ejecutada concienzudamente en casi todos
ellos y que, salvo excepciones, aún no han despertado un interés crítico
de importancia en los medios de canonización mediática al uso (revistas,
suplementos literarios, diarios, revistas electrónicas, etc). Caracterizar
sólo medianamente tal cantidad de autores y obras y rastrear en estas
últimas la peculiaridad de los proyectos que se plantean en relación a la
realidad, el lenguaje y la imagen de subjetividad que articulan, es algo
que dentro de estas líneas, sería una irresponsabilidad que desembocaría
en equívocos mayores. De modo provisional es posible decir que a estos
poetas hay que leerlos, no sólo entre ellos, sino también dentro del contexto
mayor de la denominada generación de los 90, haciendo dialogar sus
poemas con lo más representativo y valedero de poetas tales como Javier
Bello, Andrés Anwandter, Germán Carrasco, David Preiss, Armando Roa,
Alejandra del Río, Antonia Torres, Kurt Folch entre varios más y, a partir
de esa eventual visión de conjunto generacional, establecer las pautas
de lectura al relacionarlos con la poesía escrita en Chile en los últimos
50 años por lo menos y con la poesía hispanoamericana y universal del
mismo periodo, sin olvidar, por supuesto, su diálogo siempre presente con
poetas de Valparaíso inmediatamente anteriores a ellos (como pueden ser
Pablo Araya, Marcelo Novoa, Álvaro Báez, Arturo Morales, Luis Andrés
Figueroa, Alejandro Pérez, Eduardo Correa, Ximena y Guillermo Rivera,

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El mapa no es el territorio

entre los más interesantes)


Es así que los jóvenes poetas de Valparaíso desde los 90
establecen una apertura hacia un universo de significados diversos, pero
que no se ven en la necesidad de buscar obligatoriamente una identidad
territorial de referentes explícitos (la ciudad de Valparaíso como piedra
de toque) lo que no implica dejar de reconocer lo aleatorio de los
espacios definidos con demasiada premura o dejar, a su vez, de advertir la
experiencia de la ciudad, -matizada de distinta forma en la peculiaridad
de los proyectos poéticos de los autores en cuestión- como algo capital a
la hora de plantearse ante sí mismos y la poesía que escriben con toda la
contradicción problemática y productiva que ello trae como lo muestra la
poesía de Madrid, Pellegrini, Sergio Muñoz, Morales y varios más.
En lo que respecta a los poetas nacidos entre fines de los años
70 y mediados de los años 80, es poco y difuso lo que puede decirse. De
modo preliminar es observable, desde fines de los 90 y con la entrada en
el nuevo siglo, el surgimiento de una gran cantidad de poetas, varios de
ellos aún en ciernes respecto a la búsqueda de un lenguaje poético que
les caracterice, pero que sin duda llevan a cabo esa búsqueda de la más
diversa manera y con resultados variables. En un listado inacabable, y
por ende al borde de la irresponsabilidad, es posible mencionar a Gladys
Mendía (1975), Florencia Smiths (1976), Francisco Vergara (1977),
Marcelo Soto (1978), Constanza Ceresa (1978), Claudio Gaete (1978),
Danny Núñez (1978), Karen Toro (1980), Marcela Parra (1981), Rodrigo
Arroyo (1981), Gonzalo Gálvez (1982), Raimundo Nenén (1983), Daniela
Giambruno (1984), Diego Alfaro (1984), Mariela Trujillo (1985), Alberto
Cecereu (1986), entre muchos otros.7
En una situación que al parecer reproduce, pero no imita, con
voz propia lo acontecido en el resto del país, podemos en primera
instancia efectuar un sondeo de las referencias de estos jóvenes poetas
para establecer algunas líneas interpretativas de absoluta provisionalidad.
En primer lugar, llama la atención y no como un mero hecho externo, la
procedencia de los autores, pertenecientes todos al ámbito universitario y

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pre-universitario, ya como estudiantes, ya como recién egresados de alguna
carrera. Coincidencia o cálculo, este dato sirve para disponer el espacio de
común convivencia donde la experiencia literaria se acrecienta, profundiza
o por efecto contrario, sirve de estímulo para salir del asfixiante círculo
de la rutina. Varios de ellos estudian o han estudiado letras o literatura
(Karen Toro, Florencia Smiths y Raimundo Nenén en la Universidad de
Playa Ancha; Marcelo Soto en la Universidad Católica de Valparaíso;
Gladys Mendía en el extranjero: Venezuela, Diego Alfaro en Santiago) o
alguna carrera humanística (Claudio Gaete, psicología; Gonzalo Gálvez,
derecho; Alberto Cecereu, historia; Danny Núñez, filosofía) o arte (como
son los casos de Rodrigo Arroyo y Marcela Parra, que simultáneamente a
ejercer como poetas, lo hacen como artistas visuales dentro del contexto
que al respecto existe en la zona), pero ello no significa en absoluto
que la búsqueda poética que efectúan se encuentre bajo el alero de la
institucionalidad universitaria. La rareza de las manifestaciones públicas,
ya de divulgación o publicación dentro de este ámbito, constituyen la
nota común salvo contadas excepciones8 y, en el momento de alguna
declaración pública, estos jóvenes, quizás, estarán dispuestos a concebirse
como estudiantes o egresados más que como poetas. Esta aparente
timidez ante el escenario social que les toca vivir (donde el adjetivo
aparente, enmascara actitudes críticas y hasta contestatarias de la más
diversa índole y que se cristaliza en el variado tono de asumir la escritura
poética) pareciera ser una característica común en el desenvolvimiento
de los cultores de la novísima poesía joven de Valparaíso. Al parecer
para nuestros autores los espacios no son habitables como instancia de
una palabra transformadora, dialogante o de perspicacia crítica que no
quede encerrada en los límites de la especialización profesional o en un
vitalismo en desarrollo. A diferencia de los poetas de décadas pasadas (y
tenemos en mente a la denominada generación del 60) estos poetas, como
primera impresión, se retrotraen al discurso de lo privado y a la búsqueda
de distintos lugares para la posibilidad de intercambio y lectura, ya sea
en bares, casas o talleres. A escribir se aprende leyendo y en el constante

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El mapa no es el territorio

fluir de la experiencia compartida con los pares. De aquel modo no es raro


que el lugar donde se efectuó una de las primeras develaciones públicas
de estos poetas, haya sido también el lugar que en su momento propició
el que se conocieran como personas y se reconociesen como compañeros
en la ruta poética.
En este sentido no deja de ser sintomático que la mayoría de
estos jóvenes hayan frecuentado el Taller de Poesía que la Fundación
Neruda mantiene en el centro cultural La Sebastiana. Pero este punto de
referencia no es, obviamente, el único para intentar una aproximación en
lo que respecta a este tema. También es posible hacer un seguimiento a
los Talleres Literarios de la Fundación Balmaceda 1215 que desde 2000
en adelante se ha instalado en Valparaíso con una nutrida participación
de decenas de jóvenes que con mayor o menor fortuna han persistido en
este escenario. Asimismo la actividad permanente (lecturas de poemas,
conferencias, cafés literarios u otras análogas), pero rara vez reconocida
y con dificultades materiales enormes, efectuada al interior de algunas
universidades de la zona, centros culturales, bares, pubs o en instancias un
poco más informales, habla de una multiplicidad que, sólo como conjunto,
es abrumadora.9 A su vez el desarrollo de pequeñas editoriales en proceso
de lenta consolidación como La Cáfila o El espejo de Tinta (nacidas
originalmente al alero de la Universidad de Playa Ancha y de la Católica
de Valparaíso, respectivamente) reiteran un gesto que, si se afianza,
puede convertirse en una bella tradición, ya que es posible conectar esas
iniciativas con otras que tuvieron en Trombo Azul de mediados y fines de
los años 80 y a Bogavantes en la primera mitad de los 90, un antecedente
primordial, pero que en la actualidad han desaparecido. Los puntos de
encuentro existen, las manifestaciones públicas, aún en su efímera
consistencia, son identificables. Todo ello lleva a reflexionar sobre algo un
poco más capital: la mayoría de los poetas novísimos posee un proyecto
de publicación o han sido incluidos en alguna de las antologías que en la
región han aparecido en los cinco últimos años o ya han dado el paso de
sacar a luz su primer libro. En este sentido Karen Toro, Alberto Cecereu,

12
Raimundo Nenén y Claudio Gaete llevan la delantera, pues poseen un
bagaje bibliográfico incipiente, pero no menos atractivo: inclusión en
revistas, antologías, invitaciones a diversos encuentros poéticos a nivel
nacional, lecturas públicas no sólo en la Quinta Región y la publicación
del primer libro. Sin embargo, estos datos no deben obnubilarnos, sólo son
la exterioridad de un trabajo intenso, casi secreto que todos llevan a cabo
y que, a la hora de concretizarse adecuadamente, logra su cauce natural
en el proyecto de la obra cincelada con paciencia. Tal vez esa es una
característica que los une más allá de las evidentes diferencias de estilos
(o su búsqueda): lecturas y modos de trabajo. Cada uno de estos jóvenes
poetas puede dar cuenta de un proceso escritural de lúcida coherencia,
donde con variantes nacidas de la voluntad, el interés o la reflexión en
ciernes, muestran la articulación paulatina de un tono o manera de abordar
o especular acerca de los fundamentos de su experiencia y su trasvasije en
materia poética.
Porque cuando hablamos de lucidez nos referimos, tanto en
estos poetas novísimos como en los denominados poetas de los 90 a la
autoconciencia que todo autor novel o con una obra poética en pleno
desenvolvimiento, posee de su tradición inmediata o de la que está más
atrás de su generación anterior y ,por otro lado, a la certeza de saber
actuar con el lenguaje en vistas de una búsqueda expresiva, teniendo
presentes las posibilidades y los límites de esa misma búsqueda, es decir,
el conocimiento de la(s) tradición(es) poética chilena y universal, como
asimismo el esmerado trabajo de taller ya en la conversación de bar o de casa
como al interior de instituciones como la Fundación Neruda, la Fundación
Balmaceda o recintos universitarios. Tal vez las características que estos
poetas presentan, cada cual con la intensidad que le otorga como opción
de vida y no como mero pasatiempo, entretenimiento, “hobby” o, lo que es
peor, como una extraña y errática búsqueda de posicionamiento público,
sean las que les diferencien sustancialmente de varios de sus congéneres
de edad similar. Es evidente que ellos no son los únicos “poetas jóvenes”
de la Quinta Región y como estas líneas han intentado mostrar, ponen en

13
El mapa no es el territorio

más de un aprieto a quien desee caracterizarles como poetas porteños. El


fenómeno de la poesía sopla con fuerza en las direcciones y vastedades
más disímiles. Y sin embargo, varios de ellos se plantean la labor poética
con esa seriedad que marca a los que deciden surcar estos rumbos. Varias
ideas se desprenden de aquello: ¿los poetas admitidos cronológicamente
en la juventud deben tener una postura preestablecida para dar cuenta
de su labor?, ¿es acaso impropia la “seriedad” en poetas de 20 años?,
¿es acomodaticia en poetas de 30? Parece anodino y estúpido responder
tales cuestionamientos para quienes han experienciado la Poesía como
compleja trama de vinculaciones vitales e intelectuales. No obstante, el
prejuicio, al parecer generalizado, de identificar la juventud con carencia
de rigor, superficialidad y falta de compromiso es una idea no tan lejana
a nuestra realidad y se vuelve un obstáculo crucial al instante de valorar
con alguna imparcialidad, la obra que estos autores efectúan en el secreto
taller de lo cotidiano. A pesar de todo eso, estos poetas son voces que
aguardan con paciencia el momento propicio para dar lo mejor de sí. La
poesía tiene su tiempo, su propio ritmo interior. Si es de aquel modo,
ningún obstáculo o mal entendido puede trastocar o limitar el desarrollo
natural de voces como éstas. El tiempo del mundo, con su publicidad, sus
requerimientos y sus exigencias, son detalles que pasarán. La poesía que
escriben y escribirán estos poetas, ciertamente no.

II

Tal vez convenga enunciar algunos criterios de selección y


ordenamiento para que el benévolo lector disponga para sí, una imagen
de la que de todas formas puede prescindir.
Respecto a la selección: por supuesto que esta no es la poesía
“joven” de esa palabra que pensamos metafóricamente y que se llama
Valparaíso. En absoluto. Toda pretensión de representatividad en el
más clásico sentido del término es ajena a nuestra voluntad consciente,

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al menos: no son todos los que están, ni están todos lo que son. Pero
digamos en nuestra defensa que, a estas alturas, ya no puede esperarse
una objetividad investigativa en lo que respecta al esclarecimiento de una
pretendida escena. Tal vez a lo que se puede aspirar, y reconociendo la
humana falencia de la reflexión asentada en la temporalidad, es a lo sumo,
a la articulación de una versión organizada de una serie de discursividades
poéticas que encontramos interesantes y que implica, en otros términos,
apreciarlas como poseedoras de un rigor lingüístico-imaginativo aunadas
a una capacidad retórica de encarnación significante que suscita un
atractivo a nuestra lectura.
La selección no es tan arbitraria como puede parecer: una
antología con treinta nombres es viable y quizás hasta seria, no sabemos
si una de cuatrocientos –hecha la excepción de la Antología crítica de
la poesía chilena de Naín Nómez- lo fuese. Pero en lo que respecta a
nuestras historias locales, por un lado el presente trabajo pretende
circunscribir un mapa que en las versiones de antologías dedicadas a
“poetas jóvenes” es difuso y sin ninguna claridad en los criterios que las
articulan –salvo la voluntad expresa de representatividad zonal y de edad
que manifiesta Felipe Moncada en la introducción a la antología Poesía
Nueva de San Felipe de Aconcagua, ed cit-, dejando a la sagacidad del
lector la tarea de construir –u omitir: es lo mismo en estos casos- las
pretendidas orientaciones de ordenamiento de tales inventarios. Por otro
lado, la presente antología desea comenzar donde la que elaboró Carlos
Henrickson y que publicó revista Aérea en sus números VII y VIII de
2004 y 2005, respectivamente, concluyó: en la poesía escrita por los
autores más jóvenes que surgen en nuestra escena local desde mediados
y fines de los 90. Por lo demás, tal como manifiesta el apartado anterior,
no es posible entender la poesía que se está haciendo en la actualidad
por los autores reunidos en estas páginas, si no se le relaciona con lo que
se ha escrito en décadas anteriores. En este sentido, el trabajo realizado
por Henrickson es un punto de referencia ineludible para comprender el
desenvolvimiento de la poesía entre nosotros, trabajo al que se le une por

15
El mapa no es el territorio

referencialidad complementaria la publicación de Obra poética de Ennio


Moltedo a cargo de Claudio Gaete y Guillermo Rivera y que permite -
al fin- tener a mano la poesía de uno de los poetas más importantes de
Valparaíso y de Chile de los últimos cincuenta años.
Respecto al ordenamiento: llegada la hora de organizar la
multiplicidad de nombres y de obras que resultaron de nuestro escrutinio,
se intentó establecer un relativo equilibrio entre ambos: en general, la
antología está organizada en tres grupos, siguiendo el criterio de obra
publicada y recepción de lo escrito. Es así que en el primer apartado
se incluyen diez poetas poseedores de dos o más publicaciones bajo el
formato de libro ya autoeditado, ya bajo el auspicio de una editorial. Se
tuvieron en cuenta también las referencias críticas que tanto en diarios,
revistas y revistas electrónicas estos autores poseen con mayor o menor
cantidad y densidad descriptiva o interpretativa. En aquel sentido, estos
diez poetas no podrían ser considerados como “promesas”, sino como
autores de una obra en paulatina o ya asentada consolidación. El segundo
apartado reúne a ocho poetas. Todos poseen un libro publicado bajo el
mismo principio de la autoedición o del auspicio editorial, tienen otro
libro en preparación y/o incluyen sus textos en revistas, antologías u
otras manifestaciones análogas. En general, la recepción crítica de estos
autores es escasa en los medios al uso y ciertamente varios de ellos llevan
a cabo un trabajo más que interesante (Polanco, Gaete, Toro, etc). El tercer
apartado junta a doce poetas que permanecen relativamente inéditos:
ninguno ha publicado su primer libro, pero varios de ellos poseen uno (o
varios) en preparación y sus poemas, en la mayoría de los casos, han sido
incluidos en revistas de diverso soporte (ya electrónico, ya tradicional)
o aparecen en alguna antología de la zona o de carácter nacional. La
recepción crítica de lo que escriben es inexistente, lo que no niega una
validación pública de estos autores a través de encuentros, lecturas o actos
similares tanto en Valparaíso, sus alrededores y en Santiago u otras zonas
del país. Para concluir sobre el ordenamiento, estos tres apartados en que
se plantea la antología se encuentran, a su vez, organizados cada uno,

16
cronológicamente autor por autor. En ese sentido la antología comienza
con Sergio Madrid, nacido en 1967 y concluye con Mariela Trujillo,
nacida en 1985. Quizás una de las falencias respecto a la organización
interna de la antología que podemos vislumbrar por ahora, es lo que se
refiere al material crítico provocado por la recepción de lo escrito por
todos estos poetas: varios artículos, notas y observaciones provenientes
de los más distintos medios, pero en lo primordial, revistas electrónicas
o blogs y sitios de internet. El encuentro de todo ese material, aunque
escaso y de breve extensión, fue algo no esperado y que, al desbordar los
objetivos iniciales de este proyecto, no pudo ser incluido: eso haría de esta
antología otro tipo de trabajo en dos volúmenes. Pero en esto se puede
vislumbrar una tarea futura para un lector de obsesiones relativamente
similares a las nuestras.
Para concluir queda por agradecer, en primer término, a cada
uno de los poetas que aparecen en estas páginas por su confianza, por
su paciencia en tolerar las reiteradas advertencias y comunicados del
antologador y por su buena disposición en aceptar casi todo tipo de
sugerencias a la hora de revisar los poemas y los textos que, pomposamente
y con un dejo de humor, llamamos “poéticas” y en particular a Jorge
Polanco, Sergio Muñoz, Eduardo Jeria, Gonzalo Gálvez y Danny Núñez,
cuyas observaciones, conversaciones y agudeza crítica respecto a la
totalidad del proyecto, manifestadas en distintas oportunidades a través de
tantos meses nos fueron muy útiles. Agradecer, asimismo, el intercambio
de impresiones respecto a este trabajo y sobre la poesía chilena en general
que se ha llevado a cabo en el Seminario de Reflexión Poética del centro
cultural La Sebastiana durante 2005 y 2006, especialmente el saludable y
“postmoderno” escepticismo crítico de Claudio Gaete y Rodrigo Arroyo,
cuyas opiniones al representar, la mayoría de las veces, la antípoda de
nuestras propias convicciones críticas y hermenéuticas, las han matizado
en el contexto del necesario debate a existir en la pequeña sociabilidad
literaria de la que somos parte. Agradecer, asimismo, en la distancia, al
fluido diálogo que desde hace más de doce años mantenemos con el poeta

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El mapa no es el territorio

y ensayista Marcelo Pellegrini, tanto en torno a esta antología como sobre


la vida toda. Con Pellegrini, en el verano de 1994-95, imaginamos la idea
de una antología como ésta y que al concretarse en el actual proyecto,
viene a ser un saludo a la fidelidad de los anhelos estudiantiles de hace ya
más de una década.
En segundo término, agradecer a Agencia Editorial Fuga por su
interés y apoyo para sacar adelante esta iniciativa, permitiendo que posea
rostro y forma.
Finalmente, agradecer al reducto subjetivo que recoge nuestra
intimidad: a la familia que formamos Carmen Gloria, Deysha, Gonzalo
y yo como necesario espacio de resonancia de las reflexiones varias que,
a través de estos años, han ido adquiriendo el sentido y el sonido de la
poesía.

Ismael Gavilán / Valparaíso, verano de 2007.

18
(Notas)
1
“(…) Esta preocupación repentina por la cultura, la identidad y el patrimonio por
parte de aquellos sectores económicos que hasta no hace mucho sacaban un revólver cuando
les hablaban de cultura, o (…) por sectores subalternos, es lo que ha llevado a George
Yúdice a plantear que nos enfrentamos –en una paráfrasis de Foucault- a la emergencia
de una nueva episteme. En ambos casos “la cultura es conveniente en cuanto recurso para
alcanzar un fin”. En el primer caso (…) se trata de la generación de riqueza a partir de la
puesta en marcha de las llamadas “industrias culturales”, pero también de otros fines no tan
inmediatos, como lo son la pacificación social de zonas conflictivas mediante inyecciones
de fondos para que desarrollen sus proyectos culturales, se comuniquen las diferencias y
así crear condiciones seguras para la inversión, o como la formación de un “capital social”
que estrene modelos de autogestión en vistas de una reducción del gasto social por parte
de los estados (…) Es así como en Valparaíso se ha instalado una “memoria patrimonial”
que tiende a disolver o volver invisible otro tipo de memorias (…) Se llega al punto en que
los episodios pasados en los que nos reconocemos y encontramos nuestra permanencia son
meras fosilizaciones de lo consumido por el turista (…) Por todas partes (y desde todas
partes) escuchamos el siguiente imperativo: “debemos conservar nuestra identidad”. De
tanto escucharlo terminamos por repetirlo, y de tanto repetirlo terminamos por asimilarlo
como consigna. Así todo afán de coleccionista, anticuario o “retro” acaba encontrando una
noble y fácil justificación (…)”: Aravena, Pablo; Cataldo, Bernardo; Contreras, Nayadet;
Villanueva, Alejandra: Trabajo, Memoria y Experiencia: fuentes para la historia de la
modernización del puerto de Valparaíso, Ed Consejo Nacional de la Cultura y las Artes,
Universidad Arcis, sede Valparaíso, Centro de Estudios Interculturales y del Patrimonio de
la Universidad de Valparaíso, Valparaíso, 2006, pp 18-19; pp 22-23.
2
El lector interesado en adentrarse con algo de precisión en el tema, que desee
tener una visión panorámica en torno a la poesía escrita en Valparaíso, al menos desde
los años 60 en adelante, puede remitirse, por el momento, a los siguientes textos, hoy por
hoy, infaltables (pero no menos discutibles): Álbum de flora y fauna de Marcelo Novoa,
Ed Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2002; Zona Cero de Álvaro Bisama, Ed
Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2003 y la Introducción a la antología de
poetas porteños efectuada por Carlos Henrickson publicada en revista Aérea n° 7, año VII,
Stgo-Buenos Aires-Valparaíso, 2004.
3
Pareciera ser que la fiebre generacional es, por el momento, la manera más
adecuada para aproximarse tentativamente a la lectura organizada de un corpus siempre
cambiante. Sólo como referencia necesaria que espera su clarificación lúcida, es posible
mencionar respecto a la vigencia del concepto de generación de los 90 los siguientes textos:
el ensayo Los náufragos de Javier Bello, el artículo de Andrés Morales La poesía de los
90 en De palabra y obra Ed RIL, Stgo de Chile, 2003, la Introducción a la Antología de
poesía chilena joven de Francisco Véjar, Ed Universitaria, Stgo de Chile, 1999; los diversos
artículos de Julio Ortega que aparecen en Caja de herramientas, Ed LOM, Stgo de Chile,
2000. Entre las revistas creemos que sobresale, por la diversidad de artículos que tratan el

19
El mapa no es el territorio

tema, la revista Vértebra N° 7-8, Stgo de Chile, 2002 y recientemente el libro Confróntese
con la sospecha: ensayos críticos sobre poesía chilena de los 90 de Marcelo Pellegrini, Ed
Universitaria, Stgo de Chile, 2006.
4
Por el momento la única referencia que conocemos al respecto es el artículo de
Héctor Hernández Montecinos publicado en la versión electrónica de revista Plagio en
agosto de 2004 y algunos artículos de variada extensión de Felipe Ruiz V. que el lector
puede consultar en el portal electrónico www.letras.s5.com
5
Si se tuviese que caracterizar de algún modo a la llamada generación de los 90, tal
vez una forma sería el advertir en su producción poética, la ingerencia de dos fenómenos que
adquieren en su interior, ciudadanía propia: la traducción de poesía de diversas lenguas con
un marcado énfasis en la poesía de lengua inglesa como la lectura de rescate de poetas de
antes de los 50, entre ellos Rosamel del Valle, Eduardo Anguita, Teófilo Cid, Jorge Cáceres,
etc.
6
Referencias para dar cuenta de estos poetas y de varios más de esta zona de
Aconcagua de la región de Valparaíso, son las antologías Clepsidra, San Felipe, 1997 y
Poesía Nueva de San Felipe de Aconcagua, Ed La piedra de La Locura, San Felipe, 2003.
A su vez, órgano de importante difusión, crítica y ensayo que de una u otra manera aglutina
a estos autores es la revista La piedra de la locura de periodicidad diversa y dirigida por el
poeta Felipe Moncada.
7
En estos poetas novísimos es posible rastrear una diversidad de origen que hace
más interesante el cruce de perspectivas y desplazamientos vitales, ampliando las referencias
de una eventual novísima poesía porteña metaforizada como “puerto”: Florencia Smiths
oriunda de San Antonio y con arraigos entre Valparaíso, Santiago y su ciudad de origen;
Constanza Ceresa a medio camino entre Santiago y Valparaíso ya por trabajo o estudios o
como Diego Alfaro entre Limache, Valparaíso y Santiago por los mismos motivos; Claudio
Gaete y Marcela Parra provenientes de Temuco y asentados a partir de 2004 en Valparaíso;
Raimundo Nenén desplazándose desde Punta Arenas a Valparaíso y desde ahí a Santiago;
Marcelo Soto enclaustrado en Casablanca y Quintero, pero con domicilio en Valparaíso,
Gladys Mendía de viaje entre Venezuela, Santiago y Valparaíso, etc.
8
Una de las excepciones la conformó la Pontifícia Universidad Católica de
Valparaíso que durante un par de años (2002-2004) alentó una editorial estudiantil: El espejo
de tinta. A ella estuvo vinculado Gonzalo Gálvez y varios jóvenes poetas que siguen una
carrera en esa casa de estudios. Ahí se publicó en 2003 Calabriadas, la opera prima de
Cristian Geisse. Por otro lado la Universidad de Playa Ancha ha propiciado la publicación
de sendas antologías poéticas de la más diversa extensión y calidad que reúne, generalmente
a sus propios estudiantes. Asimismo la publicación en 2001 de la antología Creación desde
la palabra de Arturo Rojas y Felipe Ugalde, patrocinada por la Federación de Estudiantes
de la Universidad Técnica Federico Santa María, es un ejercicio desigual sin ninguna clase
de criterio orientador de mínima calidad, sin embargo es representativa de la variada y
no siempre oportuna participación e interés de las Universidades de la zona en torno a la
divulgación de lo escrito por los jóvenes poetas.
9
Por ejemplo las lecturas organizadas en pubs y bares: Bar La Playa, Pub Charles
Baudelaire, Bar Proa al Cañaveral, La Piedra Feliz, etc ; el Café Literario de la Universidad
Técnica Federico Santa María, en donde a su vez, se lleva acabo un Taller de Poesía dependiente
de la Federación de Estudiantes y varias otras iniciativas de morosa enumeración.

20
SERGIO MADRID
1967
El mapa no es el territorio

Advertencia del autor

Soy de la idea de que existe una conexión entre la figura del


secreto y la figura de la intimidad, donde la figura del secreto en el mundo
del poder se vuelve la intimidad del poder (intimidad alienada en un mundo
alienado), es decir, el momento narcisista en que el poder se observa y se
desea a sí mismo en el espejo, momento del todo obsceno.
Me parece asimismo que en tiempos posmodernos (preferiría
decir “en tiempos del espectáculo integrado”), lo que se democratiza
del poder es propiamente ese momento narcisista, bajo la forma de la
intimidad separada donde cada uno se consume a sí mismo bajo la falsa
verdad del hedonismo. ¿Por qué falsa? Porque es la negación de la casa
de cristal (firme y transparente como el cuarzo), que no es otra cosa que la
ética. Es la época del yo.
Recojo en trágico detournemont el desplazamiento propuesto
por Lipovetsky de la frase de Rimbaud “Hay que ser absolutamente
moderno” a la de “Hay que ser absolutamente uno mismo”. ¿Acaso no es
esa nuestra época, donde cada uno en la intimidad construye en secreto (y
por separado) una negación posible de la vida?
Ese día, esa época corresponde a estas páginas, que se disponen
como un dispositivo por donde pueda fluir la vida y tal vez la historia.

Valparaíso, 2005

22
Sergio Madrid

De El universo menos el sol, Ed La Linda Pelirroja, Valparaíso, 2000

El universo menos el sol

esta es la noche en casa, en el tedio del hogar


solo, fragmentado, haciendo un gesto raro
a la comunidad imaginaria, en fin, es la noche
rotulada la privacía, hora de reflexión o sueño

es la calle también, porque te asomas y continúas


hacia afuera como la noche, y no te sorprende ver
que no ves. Y es el árbol también. Es el universo
menos el sol. La intimidad apesta

allá lejos en el cerebro qué se esconde


en la forma del pez que se escurre de las manos

allá lejos en la cabeza qué pájaros


se derraman sobre el agua atormentada de los charcos

es la letra también, roedora del vacío


en la privacidad más enfermiza, agotada
de tanta noche, detrás de la ventana ideando
unas torpes palabras—

23
El mapa no es el territorio

No ames la vida y morirás para siempre

¿acaso no fue el toro el origen


del amor y de la guerra
padre apócrifo de la bestia
que llevamos dentro
y sobre la cual danzamos?

ni el toro ha muerto ni la bestia

no hubo héroe que raptara danzarinas


fue solo el engaño de la espada
la vida que se viste de muerte
la vida que te invita a morir por ella
aplazando su necesario final
ni dos mil años rompen el círculo

24
Sergio Madrid

De Elegía para antes de levantarse, Ed. Gobierno Regional de Valparaíso,


Valparaíso, 2003

En la tumba de Juan Luis Martínez

entre nosotros, poseedores de palabras


debemos distinguir entre la vida y sus significados
pues los últimos son pura ilusión —como sabemos
la rutina del bar y del trabajo, la complaciente
lectura dominical, revelan el universo
que las palabras desdicen —incluso los recuerdos
no aseguran en el alfabeto de la memoria
ninguna veracidad: transfiguración entre suceso y suceso
olvidos involuntarios, fragmentos, o simplemente
un ritmo de avanzada que la vanguardia obliga
¡qué decir entonces de un poema! Sé de alguno
que no escribió y lo hizo sin embargo de maravilla
con signos desencajados o anzuelos sin caña
¿pero nosotros —cuál es nuestra herencia?
¿y cuál nuestra dádiva? Si alcanza apenas
para el transporte diario y nos duele la precariedad
—¡nosotros, poseedores de palabras, vaya tumba
hallamos en los signos en la flor de la vida!—
nuestra realidad se redujo a unos cuántos pesos
a unas cuántas relaciones de amor falso o verdadero
y a un montón de amigos listos para saltar

25
El mapa no es el territorio

La tecnología nos salvará de la naturaleza

me pregunto qué haremos los hombres


en miles de años cuando no nos quede más
que elevar un adiós total
al planeta asesinado por el Azar—
he de suponer un minuto de silencio
en una ceremonia que pudiera expandirse
hasta el centro mismo de la antimateria

me pregunto qué dirán los poetas


en miles de años cuando un tonelaje elegíaco
sobrevuele el horizonte. Tal vez para entonces
ya sin poetas habremos inventado la inmortalidad
y sólo dos Papas se la rivalicen
arrastrados por los hijos de Urizen
a través de la atmósfera agonizante

en la Máquina de la Salvación—
los escombros de Dios despoblarán el cielo
a él se elevarán los grandes logros tecnológicos
y protegerán a la especie. Y hoy
que parecemos tan tontos, tan imbéciles, por
decir lo menos, en miles de años tal vez
seamos inteligentes como platillos voladores
ascendiendo en el Este junto al último sol

26
Sergio Madrid

Generación escindida

la historia se nos parece:

yo provengo de una época infeliz


de una época toscamente modulada
donde la muerte elegía
máscaras soberbias

la época tejió en la mente


una lejanía, poco profiere la historia
de ese tiempo cuyos relojes fueron
ideados en el club de la barbarie

y nos quedó el presente como un espacio


donde la libertad se desperfiló
en su lugar una tierra de oro falso
un jardín con abono de cadáver

27
El mapa no es el territorio

Dafne

Antes que el laurel existiese, antes que tú misma te volvieras


laurel, la mano de un hombre estrechaba el Universo a través de un cuerpo
de mujer, y las constelaciones se reflejaban en todos los océanos de la
sangre y todos los ríos corrían de la montaña al mar. Antes que tú misma
fueras este árbol imposible, las ramas silvestres se movían ante el viento
del amor. Las ventanas que daban a los parques se abrían en verano y se
cerraban en invierno de la misma manera con que una mujer y un hombre
desplegaban las naves de la noche. Y todo barco zarpaba por la piel del
otro sin peligro de lo ignoto. Ya que rompiste las cadenas de oro que
reúnen a los astros con los dioses y que exiliaste a los dioses hacia un
Olimpo destruido, y que dejaste solas a las estrellas y sin abrigo a los
animales del campo, no tengo más sortilegio que estas palabras.
Si hubieras sido mi hija por lo menos, te hubiese amado en la
distancia acompañado, me hubieras amado como se ama a un roble en
la selva peligrosa. Y tal vez desnuda me hubieras seducido y yo, valga
decirlo, no me hubiera negado. Sin temor al pecado de los hombres, te
hubiera poseído en el abrazo de los planetas. Si hubieras sido mi madre
por lo menos, contaría contigo incluso en las horas de la angustia y la
traición, y me hubiera sentido pequeño ante la inmensidad del aire que
da vida a las plantas, a los ríos, a los animales y a los pensamientos, y te
hubiese poseído con todas mis garras para no ser expulsado del paraíso. Si
hubieras sido por lo menos mi hermana, las sábanas filiales se mancharían
del oro de los cuerpos, de la plata de las caricias, del hierro del oprobio,
pero juntos.
Contigo perdí no sólo los ojos que continuaban mi sueño, sino
todo el beso universal. Los vínculos cayeron sobre la loza de los palacios.
Entonces con mis palabras ineptas te he transformado en este arbusto, en
este árbol, en esta rama. Hoy que no tengo reino ni patria, ni madre ni hija
ni hermana, me declaro príncipe del desierto, sólo para lucir en mi cabeza
la belleza de tus hojas.

28
Sergio Madrid

De Cadáveres (conjunto inédito)

Hoy al alba estaba yo despierto

yo que había observado las tonterías del sistema


sin conocer los otros fragmentos del mundo me persuadí
de que era prudente asumir una esperanza en el futuro
que asegurara la infelicidad del presente

a veces un nombre de mujer


traía más ríos que piedras
más estrellas que cielos

finalmente un nombre
no es más que un nombre
¡qué poca cosa las palabras!

y el tiempo, que no es condena


ni promesa, qué poco intenso
su transcurso

en el transcurso de estos años


las cosas tomaron un giro deleznable
ni el amor ni la fortuna, ni la moderada fama
que me confirieron, ni los sueños cumplidos
estuvieron a la altura de mis fracasos

y sin embargo no he fracasado


¿qué fantasma se me ha puesto
entre los ojos y el mundo?

29
SERGIO MUÑOZ
1968
El mapa no es el territorio

Lengua Poética

Nací en 1968, con los ecos de Praga, de París y de una trunca


reforma universitaria chilena en algún rincón de la ola de supuesta libertad
que me dio a luz.
Estudié Licenciatura en Música porque me parecía insensato
pasar por la vida sin relacionarme profundamente con el sonido y con
el ritmo, con la vibración física y mágica que se esconde detrás de todo
esto.
Mito y forma. Por un lado el placer de los sonidos que se entrelazan,
y por otro, el sentido, la absurda cicatriz del significado, que siempre nos
remite a una herida antigua, que nos doblega irremediablemente, y nos
obliga a oír con las anteojeras en el tacto.
No pertenezco ni me siento parte de ninguna generación ni cosa
que se le parezca. Me parece un exceso. La genuina generación del 60 se
articuló en torno a una manera de convivencia literaria y vital que sin duda
aglutinó a sus integrantes como una generación particular. El Golpe de
Estado, me parece, va a teñir de individualidad y de distancia, de absurda
competencia y de mercado, -por lo menos- a las tres décadas siguientes,
por lo que no me parece tan descabellado pensar en una articulación
generacional que se pueda establecer recién en el bicentenario. Aquella es
una fecha que puede nuevamente aglutinar los desarrollos particulares de
la palabra poética chilena de las últimas 4 décadas en algunas corrientes
más o menos decantadas, y en movimientos desarrollados con cierta
coherencia desde una perspectiva crítica relevante.
Dentro de ese contexto, mi obra aparece como una obra menor,
por cuanto ha tenido una recepción crítica mínima en Chile y permanece
lejos del bullicio arbitrario de una supuesta carrera literaria. Aquello no
me interesa en lo más mínimo. La mayor parte de mis preocupaciones
estéticas, obedecen más bien a articular un trabajo minucioso al interior
de los poemas que escribo. El resto, lo que ocurre fuera de ese ámbito
íntimo en el que uno cubre y descubre, anota y denota, medita y edita,
escribe y describe, etc. al parecer no me interesa en demasía.

32
Sergio Muñoz

Aún así, hay días en que leo lo mío con entusiasmo. Sin duda,
aquello puede deberse nada más que a un espejismo momentáneo y al
fervor exagerado con que uno lee a veces lo propio.
Hasta ahora he publicado tres libros: “Lengua Muerta” en 1998;
“27 poemas – lengua en blues” el 2002 y “Lengua ósea” el 2003. Respecto
de estos libros y del trabajo posterior que permanece inédito, intuyo
algunas coordenadas que pueden tal vez iluminar una lectura indulgente
de mis textos: Un primer comentario tiene relación con las temáticas. Yo
diría que hay dos grandes temas que se connotan y que guardan alguna
novedad. En cierta forma son dos caras de un mismo problema existencial
que llevo conmigo y que me acompaña siempre: Por un lado, hablaría
del afán de desentrañar desde la más absoluta intemperie, todos los nudos
relativos al laberinto vital y familiar en el que me tocó participar. Por
ello y desde allí, los tópicos de la identidad y la memoria adquieren tanta
relevancia y significación en lo mío. Desde allí también se explica el
tachado de mi nombre civil y la presentación de mi “seudónimo”, que
no es otra cosa que el nombre de mi padre carnal y la explicitación de su
inexistencia. Por otro lado, me parece igualmente relevante la presencia
permanente de un contenido genealógico que da cuenta de un ámbito más
bien íntimo y familiar, que no está fuera de mi trabajo poético, y donde se
reflejan permanentemente mis hijos.
Otro eje relevante tiene relación con la forma. Diría que hay
una suerte de tratamiento obsesivo en gran parte de mis textos, respecto
de otorgar a esta organicidad simbólica, sintáctica y semántica que es el
lenguaje, una plasticidad que le sea particularmente necesaria, rigurosa y
que controle -en parte- el derramamiento con que la mayor parte de las
veces, el lenguaje se muestra. En esta línea, yo igualmente reconozco dos
maneras fundamentales: La primera, tiene relación con una fuerte adhesión
a un tratamiento riguroso de la forma, como un soporte que contenga al
lenguaje, ya sea en los modos clásicos, o en modos más bien propios
que no renuncian a una estructura formal que pretende dar coherencia al
discurso. La segunda, es -a mi juicio- el tratamiento del ritmo como un

33
El mapa no es el territorio

eje central de mis textos, en el sentido de articular el desarrollo temático


con un fuerte énfasis en el sonido de las palabras que forman el texto. De
esta manera decido las palabras que entran en el juego que todo poema
es: haciéndolas sonar una y mil veces. Cuando el sonido me encandila,
cuando vislumbro el canto, esa palabra permanece.
Hasta ahora, no me ha interesado mayormente el paisaje exterior,
o más bien, he escrito lo mío ahondando en los paisajes interiores. Me
parece que estos textos podrían haber sido escritos con el mismo furor
sin que importara mayormente la latitud, la altura, ni la cantidad de
habitantes del lugar. Sin embargo, reconozco que Valparaíso (me) plantea
encrucijadas relativas al tiempo, a la geometría, a una multiplicidad de
planos y registros sonoros que tiendo a divisar a veces como presencias
fantasmales de lo mío. Aquello forma parte de un registro que estoy
trabajando y del que no tengo certezas todavía.
En estos días crueles y duros de postmodernidad y globalización,
cumplo 20 años de articular una lengua mayoritariamente mía, desde un
remoto verano del 86 lleno de dictadura y de desconfianza por la palabra,
en que los rituales de la vida me arrinconaron en un pedazo de papel, hasta
el juego envolvente de los espejos en que esto se convierte inevitable
y cotidianamente cada vez que me lanzo al vacío de la página blanca.
Tal vez porque uno siempre escribe desde su herida, o tal vez porque
intentamos tercamente aligerarnos ante la inminencia de la muerte y del
tiempo, esta terquedad en la articulación de una voz propia-propria, no
deja de sorprenderme y maravillarme.
Agradezco las circunstancias mías y ajenas que me hicieron
vaciarme en la escritura, y agradezco el interés y la oportunidad de estar
acá.

Valparaíso, 2006

34
Sergio Muñoz

De Lengua muerta, Ed La Trastienda, Santiago de Chile, 1998.

Alabanzas al vuelo del colibrí

Azar y mordedura son dos pétalos del mismo juego


-como agujas ciegas que cuelgan del origen-
zumbido y aliteración de espinas en la rosa.

Y entonces aparece el colibrí


y le entierra esa hilera de aire:

mandíbula equívoca de la fragancia.

Zumba el paisaje y da señales ciertas de un rapto


y ahí mismo hay elásticos de sangre
y calzones extraviados
que sonrojan nuestra indiferencia
lo cual también es paradigma –y rosa-
picazón del que aletea –y rosa-
y desnudez y simetría en el ocaso.

35
El mapa no es el territorio

Postdata

Aconsejaría malgastar el olvido


es decir, soplar sobre las caras de los otros
como si fueran las velas intactas de algún festejo.

Porque además se es feliz soplando así


yendo a buscar algo de comida para la noche
que es tan larga en sí misma
y nos duele por ser tan honda y negra como es.

Aconsejaría correr por los peldaños de uno


caer por ellos cada noche
mirar los perfiles del mundo
tocarnos hasta perdernos
como si fuéramos la sombra de algo
más intenso y pleno que nosotros.

Basta decir que el cielo


no nos tuvo entre sus elegidos.

Y esto es digno de los condenados.

36
Sergio Muñoz

De 27 poemas, lengua en blues, Imprenta Herrera, Valparaíso, 2002

Heráclito
a gonzalo rojas

no creo y más aún se me confunden las estrofas


si se trata de hilar fino en la memoria

pienso en el fuego
ése sí que es dios cuando nos quema

y lo intuimos claro que lo intuimos


lo observamos como queriendo entrar en él
y apacentamos la duda en esos humos
que se van vertiginosos.

37
El mapa no es el territorio

Jadis
Jadis, si je me souviens bien, ma vie était un festin
oú souvraient tous le coeurs...
arthur rimbaud

antes mucho antes de ser


antes de hablar de esa mitad de uno
que anda suelta que se hunde hasta el cuello
del festín fetal del arrullo de esas yeguas aladas
del llanto veo labios partidos veo sangre
a lo largo y a lo ancho del mundo
y una hermana impensable
vuela a los brazos feroces del verbo
y no hay oxígeno no hay luces
en la nueva placenta y su cuerpo
cae lejos del mío antes mucho antes de ser
cuando soplaba el uno en la violencia materna del vértigo
y alcanzamos aún a tocarnos como animales que fuimos
como estrellas que fuimos en el tren familiar de los viejos
de algún plazo escrito en los labios mal escrito
en los guiños del sueño alcanzamos a unir
nuestros dedos sólo eso escuchamos el canto
de unas venas veloces que se desvestían
y la sangre corriendo y unos hilos
colgando hacia el suelo sólo eso
antes mucho antes de ser
antes de hablar de esa mitad de uno
que anda suelta

38
Sergio Muñoz

De Lengua ósea, Ed Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso, 2003

Co

propicio es que hablemos del tiempo


de esa luz que será luz
más allá del espacio irreal de la piel
de un rigor que se cumple
en el atavío desnudo de nuestros ritos
en la suave certeza
que la noche y el día van abriendo
en este plazo tan lleno de silencio

propicio es mirarnos
depender de la euforia de una ráfaga herida
soportar las visión insistente
de este sol que envejece
en la fuga del viento

propicio el decir
escribir en el diálogo
con tu amistad y tu sombra
advertir que la máscara teje
en su vínculo de piedra
la ironía de un adiós que cae invicto
en la tela sinuosa del recuerdo

desnudarnos
agrietar en la huella de esta lumbre escondida
la quietud de la hoguera que consume una tarde
pronunciar la infinitud y ser palabra abierta
con su queja y su arrullo

porque somos luz


somos fuego en medio del silencio
somos llama y espejo

39
El mapa no es el territorio

y la luz se queda en ella


se desplaza de una estrella a otra orilla
busca el sitio donde anclar su reflejo

y tú lo sabes tú lo llevas sin miedo


vinimos y nos vamos tercamente
porque no hay más certeza
en el diálogo con nuestros huesos

efímeros golpeados por el tiempo


pero porque tú has vivido más de lo que has vivido
y porque te han abierto surcos en el pecho
vas a salir bailando de ésta -amigo-
encaramado en la alegría de tu corazón

propicio es que hablemos del tiempo


de esa luz que será luz
más allá del espacio irreal de la piel
de un rigor que se cumple
en el atavío desnudo de nuestros ritos
en la suave certeza
que la noche y el día van abriendo
en este plazo tan lleno de silencio

40
Sergio Muñoz

Post-data

y resuello aún en el despojo hilando efímero mi vuelo


voy errático al olvido que se abre en la figura de estos pétalos
mal vestidos de ritmo y noche

doy sombra a un filo que aún no duele


ni sangra pero que duele y sangra
como si en él se fuera el mundo que alguna vez imaginamos
-tenue- con su sordina y su límite

pero uno no sabe -de verdad no sabe-


uno apenas presiente bosqueja el fuego
pero no se ilumina ni se quema en la visión del origen

¿qué somos? ¿quiénes fuimos?


uno no sabe

uno sólo reduce las líneas de sus manos a un orden mayor


intenta el encuentro con algo o alguien relativiza el tono
alucina o se vuelve un pedante –decadente o grosero-
pero no alcanza a vislumbrar el mito

porque uno es mito o es ceguera la que alardea en la mano


la que figura en la placenta plena de tiempo y de piel

uno es mito o es enorme el vacío


que ensombrece nuestro nombre
o es vacío el infinito que nombra a nuestra sombra
en la irrealidad que nos esquiva

uno es mito o no hay verbo ni hay sonido


más allá del sonido que susurra en nuestra piel
con su luz y su olvido

41
El mapa no es el territorio

uno es mito o es nada noche o vacío


desde donde el espejo escribe su sentencia desnuda

nada o nadie

ninguno

nunca

no sé pálido viene uno a vestir el origen


y lo viste con dolor y con furia
masticando mil veces
la ironía de un tiempo que nos vence

¿qué somos? ¿quiénes fuimos?

42
ENOC MUÑOZ
1970
El mapa no es el territorio

El poema

El poema, como toda respuesta de responsabilidad, asiste, porque


se escribe o se lee, al reparto (partage) de una chance como su ocasión
misma: la chance del poema y el poema de la chance allí se buscan sin
cesar. En ese allí sin respaldo, pues su tradición no logra recubrir, y he ahí
la tarea de no ser un hipócrita, su historicidad. Sí, su historicidad que es
la nuestra, la del poema que no existe sino buscando su chance. Tal vez
para darla... para que exista chance.

Viña del Mar, 2006

44
Enoc Muñoz

De Pájaros-Lágrimas, Ed Bogavantes, Valparaíso, 1996

Llueve

Esperar que deje de llover


sin saber para qué.
Tampoco saber para qué llueve.

Acercarse al brasero y ver


en la pregunta de siempre
un pájaro pasar en su fantasma.

Acercarse a la ventana
y creer que algo hay
al otro lado de la lluvia.

Y cuando ha dejado de llover


jamás saber
por qué teníamos tanta prisa.

45
El mapa no es el territorio

La fuente

Nuestras sombras
flotan en el agua.

El beso
dibuja un pez
hacia tus trenzas.

El sol
desnuda las gotas
que caen.
Y tiemblan los dos cuerpos.

46
Enoc Muñoz

Ojos cerrados

Y acepté el terror de soñar


a ojos cerrados y manos abiertas.
A tenderme en el aire
sin más intención que el viento.

Ser transparente o bulto


a medianoche a mediodía
y enclaustrar la quemadura.
No más alta ni más profunda que el corazón
sino el corazón mismo.

Escucha cómo mis manos se abren


y ya está lejos el sonido
salido de la sombra.
Es que voy liberando golondrinas
dondequiera.

Dondequiera cada cosa es un pozo de luz.


Pero vengo de mirar la mar
a ojos cerrados y brazos abiertos.
La mar es una inmensa sombra
cada mañana
cuando me seco las manos
de la humedad de los sueños.

47
El mapa no es el territorio

De Llegar y laberinto, Ed Libros de la Calabaza del Diablo, Santiago de


Chile, 1997

Adiós

Íbamos a ser felices


una mañana como ésta.
En mi mano llena
por tu mano tendida.
En una mañana como ésta
como aquélla en nuestras manos
en que arrugábamos un poco de futuro
bajo los pechos del viento.

Íbamos a ser felices


hasta con las manos vacías
para explorar la noche.
Pero la muerte
vincula todas las manos.

48
Enoc Muñoz

El hogar
(de una carta de Brecht a Benjamin)

Tengo los ojos tan grandes


tantos gestos sin tocar
que me busco en todas las manos.
Y pido unos huesos prestados a la caricia.
Pero aquí
no ha habido cuerpo alguno
sino tránsito.

A veces
escribo mi nombre sobre los muebles
para verme caer en el polvo de las cosas.
O simplemente
para trizar el silencio y entrarme
...cuando ya me he marchado.
El mundo también aquí se derrumba
pero con más calma.
El polvo es un signo
que en puntillas borra otros signos.

49
El mapa no es el territorio

De El jardín del mirlo, Ed Libros de la Calabaza del Diablo, Santiago de


Chile, 2003

Vals del miedo

El tiempo debo decir


no es el río
sino la mano y la piedra
en la apoyatura
del vals del miedo.

El hueso
de toda la sed de los árboles.
El agua
imitando infinitamente
ese sonido a salvo.

El viento
improvisaba con la arena.

50
Enoc Muñoz

La estación

Cerca de un ladrido ciego


hay una estación de trenes
que espera.

Pienso también
en la luciérnaga que se apaga
en ese puñado de tierra
en tus manos.

Nuevamente un ladrido
durante
una paloma que cae.

51
MARCELO PELLEGRINI
1971
El mapa no es el territorio

Poética

Una cita de René Char me sirvió para darle el título a mi último


libro de poemas. El sol entre dos islas quiere ser —aunque no sé si lo
logra— un saludo a la poética solar que el poeta francés y otros han
cultivado —quizás— desde que la poesía existe. Pero todo es efímero
en el reino del lenguaje, aunque tengamos enormes deseos de hacer
durar lo que decimos y dejamos en la página. Atados a la contingencia,
queremos trascender. “Nada envejece tan pronto, salvo una flor, como
puede envejecer una poesía”, dijo alguna vez José Gorostiza, uno de los
poetas que más admiro. ¡Y cuánta razón tenía! Pero queremos trascender
la contingencia, y en esa tensión se decide la suerte del poema. Sólo el
tiempo dirá si tenemos éxito en la tarea, o si fracasamos en “el tortuoso
afán del universo”

Madison-Wisconsin, 2006

54
Marcelo Pellegrini

De Ocasión de la ceniza, Ed Libros de la Calabaza del Diablo, Santiago


de Chile, 2003

El río
Eran las aguas sorprendidas en pleno estado de palabra
Waldo Rojas

Zanja el río su llaga entre los roquedales


en la medida de un amanecer
rodeado por el bosque.
Su rumor nos lleva a remontarlo
como quien sigue el curso de un paisaje
desvanecido en el agua,
como quien reconoce
la procesión de un ajusticiado.

Palabra que llega con el relumbrar


de unos días sumidos en las desnudez de unas fechas:
nada más que un transcurrir de calendario
nada más que una larga sucesión de latidos.

Llegamos a su origen. La gruta


en el monte donde nace el Agua,
comienzo del Río, fin de la Palabra.

55
El mapa no es el territorio

El abismo se llama Eduardo Anguita

A Ismael Gavilán

El abismo se llama Eduardo Anguita


y fue, como ninguno,
el amante de las formas.
Tuvo un cuerpo de fuego
y unos ojos rozados por la nada.
Por su voz el tiempo
se adelgazaba hasta la luz
como el agua de las brumas.
Ninguno con más presagios
en la garganta y en la pluma
cuando tejía su vacío
en el fósforo y el torbellino.
Ninguno más áureo
a la hora de alimentar a las estrellas.
Ninguno como él,
hambriento de número inasible.

56
Marcelo Pellegrini

Planeando sobre el suceder

A Carlos Germán Belli

en las últimas horas del verano


hablamos largamente de los viejos amigos
y recordamos de paso a los muertos.
Pedro Lastra

¿Recuerda usted cuando caminábamos


por esa oscura calle
donde hasta los ruidos eran fantasmas?
Hablamos sobre Juan Emar,
el hombre de la pluma más obsesiva del mundo,
de cómo un riel de tren hacía estallar
en su imaginación medio perversa
el “encadenamiento infinito” de los aconteceres,
espejos frente a espejos
formando el lugar de todos los encuentros
y callamos con miedo ante la idea
de una escritura sin fin
(cómo no nos íbamos a estremecer,
usted guardador de silencios
y yo temeroso de perder
la palabra que nunca llega)
cuando justo en ese momento apareció un tren
que venía desde un oscuro valle
buscando su estación en el fondo del mar.

Éramos –y seguimos siéndolo-


unos “viandantes literarios”,
para usar sus palabras,
poco enterados
sobre los misterios
de aquel fuego que tanto

57
El mapa no es el territorio

nos apasiona,
a pesar que usted venía de leerse
todos los poemas de amor
para enviárselos –magnífico regalo-
a los griegos.
Pensé, aunque le parezca una exageración,
que desde Cavafis
no se hacía algo tan intenso
en la lengua de los dioses.
¿Qué aedos habrán asistido a Rigas Kappatos
para realizar semejante tarea?
Recordamos también a Ricardo Latcham,
maestro en el arte de conservar
los huesos de la memoria,
e intentamos recorrer sus páginas
-por mi parte sin éxito-,
hacerlo dialogar con Porras Barrenechea
y verlo en Bristol con sus parientes
mientras aquí, tal como allá,
caía la tarde en las postrimerías del verano.

Ahora sé, amigo mío,


que todo lo que hablamos
y lo que dejamos sin terminar
-“mentes vagabundas” diría alguien, ¿no?-
era una severa lucha
en contra del “pardo mundo”
que se reparte entre dos hemisferios,
tal como Montorfano enseñó:
enseñando “la gélida indiferencia en torno
dictada por el hado inexorable”.

58
Marcelo Pellegrini

Porque aquí mismo o en cualquier parte


seguiremos siendo extranjeros,
sin importar nada más.
Es algo que se lleva
en la sangre de la noche
que desde siempre nos acompaña.

59
El mapa no es el territorio

Tiete nocturno

A José Luis Passos

É noite e tudo é noite. Uma ronda de sombras,


Soturnas sombras, enchem de noite tao vasta
O peito do rio, que é como si a noite fosse agua,
Agua noturna, noite líquida, afogando de apreensoes
As altas torres do meu coracao exhausto.
Mario de Andrade

Como un dios destruido e iluminado


o como serpiente negra y lenta
aparta tus ojos del mar,
Tiete, río de siete vidas
y siete certezas,
huyendo de las aguas cual niño taciturno,
fija la mirada en las nubes que pasan.
Raro curso, como extraño abismo,
haces por los territorios de tu deseo.
Tu camino, capullo transparente,
pierde la memoria y se ata a su destino.
No hay nadie en las extensas planicies,
sólo un murmullo que no conoces,
un frío que habita esas rutas,
terrible viajero sonámbulo.
No eres nadie pero eres todo,
Tiete, río inconcebible,
pareja armonía de agua muerta
que todo lo transforma en légamo.
Nos apartas del mar
en tu peregrinaje
pero nos llevas hacia otras melancolías,
río, ajeno río de donde todos nacemos.

60
Marcelo Pellegrini

Tus puentes no son puentes,


son arcos en honor de fútiles victorias.
La noche camina junto a ti
como en tantas ocasiones,
y es ahí donde eres más río y más agua,
más asombro en la espesura,
lecho de estrellas,
alas de un águila caída.
Te pierdes, nos perdemos en ti como en un vientre.
Somos hijos de ese viaje,
de los peces muertos a nuestro paso,
ángeles que nos hablan con voz muda.
A tu vera los oscuros habitantes de la ciudad
duermen el sueño de un sueño,
errancia de la luz.
Quizá nosotros también huimos
sin saber de qué, sin saber a dónde,
regresos sin fin y sin memoria.
¿Qué será de ti después de tanto tiempo sin tiempo?
¿Qué lugares te esperan, qué corazones muertos?
Seguirás en tu huida hacia el abismo,
hacia los brazos del horizonte oculto.
Seguiremos tu ruta
y veremos repartido tu cuerpo
en todas las planicies,
lento río sin nombre,
noche líquida que nos abandona.

61
El mapa no es el territorio

De El sol entre dos islas, Ed Manulibris, Santiago de Chile, 2005

Noema

Noema, lengua de Noemí


en la página plena,
la media muerte,
la media vida,
brazos como alas
en el aire como aliento,
Noemí, Noema,
en la muerte página,
en el ala vida,
como el brazo de agua.

62
Marcelo Pellegrini

El poema visto de lejos

We –prone to periphrasis
Emily Dickinson
Al anochecer, una mancha
en el lugar de los destellos,
la hoja distante con el poema inscrito,
murmullo para los ojos,
lentas hormigas en el papel
protegiendo una sombra entre los relámpagos.
Nada se entiende a lo lejos,
las letras como párpados mudos,
negro sobre blanco vibrando en la luz
de la hoja entre el polvo y el sueño.
De lejos el poema, vuelo de Minerva,
rieles de un tren veloz y silencioso.

El poema se escucha a sí mismo


entre los arbustos de su página,
lo que no oyes es lo que ves
al recorrer estas líneas
que son tu oscuridad blanca.

63
CRISTIÁN CRUZ
1973
El mapa no es el territorio

Palabras en Sordina

La poesía merece ser un espacio habitual para las personas, pero


difícilmente lo es, no tanto por lo complejo de su arte, sino porque todos
somos un poco culpables.
Al igual que René-Guy Cadou o R. S. Thomas, paso los días en
una aldea de quinientos habitantes como maestro rural (aunque Thomas
fue cura).
Considero la tradición poética chilena como una suerte, un hada.
Desde ahí he podido escribir como me place. Mi acercamiento temprano a
ella fue creando la filiación entre mis más profundas costumbres y los más
profundos discursos que dicha tradición transmite. He tratado de escribir
esa comunión.
Un poema debe y se debe así mismo, un instante de sensibilidad,
cualquiera entre nosotros podrá escribir (construir) un poema, la técnica
es mejorable, no sé si la sensibilidad también lo es.
Se huele en lo citadino, sin hacer una apología a lo que fue
Esenin llegado desde Riazán a Leningrado, una desesperada carrera en lo
poético, agónica para muchos. Como si la poesía adquiriera súbitamente
el carácter de moda entre los más jóvenes y al final una modorra lectora,
salvo contadas excepciones. Veo en los márgenes, porque en ellos habito,
una soledad necesaria, una soledad para visitar la biblioteca pública, una
soledad para escribir por ejemplo estas palabras.

San Felipe, 2006

66
Cristián Cruz

De Pequeño país, Ed Casa de Barro, Santiago de Chile, 2000

Abuela materna

Tu abuela materna
te acuesta en las hojas de choclo
te cubre de abrigos del pasado,
mientras el canal hace cantar los bambúes.

Tu abuela materna
es morena
se decanta su voz de vieja
cuando le da cuerda al reloj que canta en la noche.

Tu abuela materna
riega el piso de tierra
con un chal de tres puntas.

Ella va a buscar leña


y sólo desea ser un árbol
que el viento no tumbe.

Tu abuela materna
usa vestidos negros
y va con una vela encendida a la misa del gallo,
ella sabe que su vida
es un chaleco en invierno al cual nosotros nos aferramos
ella apaga la luz
y piensa en su marido muerto hace veinte años.

Ella sabe que algún día


no va a encender el fuego en la mañana.

67
El mapa no es el territorio

Y un brujo te dirá

Lo nuestro es un recreo
que no suena más allá de su campana
un pan preparado por la amada
que se comparte bajo los breves soles de invierno.

Y te matará diciendo:
Lo único heredado que podemos tomar
es el pedazo de cielo en la ventana

68
Cristián Cruz

De Fervor del regreso, Ed del Temple, Santiago de Chile, 2002

El niño y las confesiones

El niño trae el libro de Esenin en las manos


él no sabe que se quitó la vida en un hotel, a los treinta,
luego lo tira al suelo
y de sus pies nacen los ríos de Riazan
los abedules y las canciones borrachas.
Después lo recoge y lo deja en la mesa, junto a las migas de pan
él no sabe que esto se ha escrito con sangre
y me estira sus brazos
como una ciega los estira bajo el alero
para alcanzar la nieve que en Rusia cae para todos.
Por último se queda dormido con las confesiones en el pecho
soñándose, en un viejo tílburi camino a casa.

69
El mapa no es el territorio

Las puertas de la miseria

De nada ha servido el nombre verdadero


ante las puertas de la miseria,
ambas se abrirán como dos brazos
como dos ramas ardiendo penosamente en el bosque.
A una sombra podrida
el perro le sigue y le olfatea como reconociéndome.
Ante las puertas de la miseria
volverán todas las devastaciones y las palabras
serán un trozo de cielo que baja a iluminar nuestra pobre geografía.
Palabras para dormirse en los árboles
que traen una carta de los árboles
para alguien que espera frente a sus puertas.

70
Cristián Cruz

Algunas cosas

Pude alcanzar
el ruido de alguien en la cocina,
un pájaro, una cesta entrando en el huerto.
Aunque el tedio de la verdad
nos visite como un familiar desconocido
para que volvamos a las cosas mismas,
yo me seguiré mintiendo
frente a la cocina, un pájaro, una cesta fresca.

71
El mapa no es el territorio

De La fábula y el tedio EDEBÉ 1° edición, Stgo de Chile, 2003, El Brazo


de Cervantes, 2° edición, Stgo de Chile, 2004

El armado Enrique

En una carreta debe ir Enrique Volpe


seguro con su revólver
para enfrentarse a forasteros con alientos a pólvora.
Ahora todos los bandoleros de las estancias celestes
deben contarle historias sangrientas
o lo han hecho otro más
y se dirigen con su banda a quemar el infierno,
todos los chocos y trabucos de antaño
se dispararon esa mañana,
dinos, dónde quedó el botín
a dónde se fueron los ecos de balas en la noche.

72
Cristián Cruz

Las cosas vienen sin detenerse

Qué importa que pasen las estaciones


las ramillas de la muerte por nuestra cara,
aún al tallo torcido
le nacen como por mandato sus brotes
y tras la puerta
permanece un cántaro enjundioso doblando sus campanas.
Aún marchito el corazón te aman las madreselvas
“en la pequeña casa de la pequeña mujer”
a la hora que se fuga la memoria.
Mis pupilas no alcanzan a llegar hasta ti
morada de las montañas azules,
siempre miran a los oscuros embarcaderos del poema.

73
FELIPE HERNÁNDEZ
1973
El mapa no es el territorio

A manera de poética

Cuando el último habitante descubra el polvo tras su paso


las estaciones sequen sus ojos, destiñan el cotelé de las piernas
seguiremos escuchando a la lluvia recorrer la pálida memoria,
aún quedarán rastros del banquete
de algunos versos escritos demasiado tarde.

(de Návatar)

76
Felipe Hernández

De Návatar, Ed Fundación Colegio del Rey, Alcalá de Henares, España,


2001

1 NO SE PERMITE CONDUCTA DESCORTÉS.


INFRACTORES SERÁN
PERSEGUIDOS HASTA EL EXTREMO DE LA LEY.

2 Se encerró a cumplir el encargo. El diseño no era su fuerte pero


le hacía empeño.
Crear una nueva tipografía; de la A a la Z hay un universo. Estaba
ansioso: había de por medio buen dinero.
Siempre fue proclive al relajo, la vida licenciosa lo tenía por el
cuello. Sentía debilidad por la miel y el té a la menta, mejor ni
hablar de la vitamina C y las galletas. La exageración lo perdió.
No salió de casa durante meses. Lo encontraron tieso en su mesa;
estiró la pata a eso de las cuatro. La autopsia no arrojó
nada nuevo. La opinión pública dijo oooh!
Sobre su mesa hallaron medio gramo de naranja y el bosquejo
de la letra A.

3 (WARNING: DRINKING ALCOHOLIC BEVERAGES


DURING PREGNANCY CAN CAUSE BIRTH DEFECTS).

4 DIXLEXIA

Cuando niño no fue un gran problema el ser dixléxico


sólo cuidarme de lacear a la baca y no a la kaka.
La cuestión se puso seria en la adolescencia
para no confundir el bien del mal, a los verdaderos amigos.
En adelante el desorden me tomó por las patas,
no quedó en v o b porque eso era cosa de vuena zuerte:
si bien el amor era una lotería
lo más difícil fue diferenciar el futuro del pasado

77
El mapa no es el territorio

mi lugar de origen.

5 Caí ahí por azar o mala suerte. Alguna vez viví en ese barrio y
me dije que más valía diablo conocido…”Los culpables vuelven
al lugar de los hechos”.
La isleña era bastante extraña, pero lo vine a descubrir cuando
ya era tarde.
Rentaba otro cuarto un ojos rasgados; también pernoctaba allí el
“socio” de la chica.
La pesadilla comenzó la noche del viernes en que cumplía una
semana de inquilino. No eran más de las once cuando volví del
cine; al meter la llave y esta no calzar comenzó el tobogán…Me
vi obligado a golpear.
--¡Quien es!—aulló la chica del otro lado.
--Adivina—mascullé impaciente.
Abriendo aparatosamente una tras otra las cerraduras y los
candados me dejó entrar, y apenas dado el primer paso me
arrinconó contra la pared preguntándome, sin rodeos, qué hice
en el computador con que me vieron salir por la tarde. Plop –
Aló, aló?—No entendía nada, pero al ver que la maniática no
me preguntaba sino que derechamente me acusaba de haber
robado el computador del ojitos rasgados, le dije que llamara
inmediatamente a la policía.
Así, fui caminando apenas hacia la sala. Allí estaba el oriental
agarrándose la cabeza a dos manos y el “socio” fumando un
cigarro tras otro. Empecé a sospechar por dónde iban las cosas.
Esperamos los cuatro sentados a la mesa a que llegara la policía,
en los minutos más largos de mi vida. (Esto sería como el tobogán
en picada, cuando se siente el corazón en la garganta). De vez en
cuando se levantaba uno y me insultaba; ya no oía.
Llegaron. Primer problema: no hablaba una palabra de su idioma.
Ella parloteaba y parloteaba sin darme oportunidad de refutar
y sin entender siquiera qué inventaba. Por supuesto el “socio”
desapareció al entrar los hombres de azul.

78
Felipe Hernández

Era una locura y nadie entendía nada: yo casi al llanto y la


neurótica, aprovechando el vuelo, se desató acusándome incluso
de haberle prometido pagar la renta pintando el
apartamento, exigiendo alguna indemnización. Pienso que por
ver tal revuelo los “chicos buenos” se compadecieron y me
dejaron ir.
Balances: Sin cama ni techo un sábado de invierno a las tres de
la madrugada.
Ocho dólares en el bolsillo, sin mi pasaporte, con la mitad de
mis ropas y el principio de un poema que después llamaría Las
Máscaras.

7 Su pecho es una nuez.


Su pecho son dos nueces.
Una gata, una artista, una profesional del amor
por ninguna razón da su nombre o siquiera un beso.
En los hoteles le dicen dama y la tratan como a una reina
no acepta propinas ni que le digan perra
no es la Miss Universo pero entre sus piernas tiene un preciado
tesoro.
En el bar que esté de moda se le ve
tatareando su canción preferida
como una graciosa sombra
a la caza de algún entusiasta, de un cavaliere.

9 Hace un tiempo no podía decir palabra ni usar mi cuchillo.


A veces de la garganta sale un pescado y del pescado un poema.
Las plazas son un sitio perfecto para domar la paciencia
el único lujo que no me permito es perder el control…
Golpeé tantas puertas pidiendo trabajo o ser alojado

79
El mapa no es el territorio

que mi mano ahora suena hueca


y llevo una colección de aplausos de comedia en el cuello,
di golpes exactos y brotó mercurio de mi mano blanda
desde entonces una cachetada ronda mi chaqueta de satén;
de mi melena nace un pan y allí se posan a comer los pajarracos
de mi rodilla nace una rodilla y de ella, otra.
Bufando en una pileta como un corcho

poseído por un metal extravagante


contagio bocanadas de valor
y algunos virus extras a los enfermos.
Hace un tiempo no podía usar palabra
y dormía al abrigo de las sombras en los cines.

14 Tu traducción me aventaja, al llevarme naturalmente a lugares


que nunca alcanzaré, por la honestidad con que me has querido
leer.
En lo que va de nuestra correspondencia, toda duda o inquietud
la he atendido solícito, pero hoy me pones en una situación
compleja al interrogar al poeta y no al poema. No soy hombre
dado a teorías o preceptos, ni mucho menos a sistematizar mis
suspicaces pasos en estos terrenos. He hecho andar cada una de
estas ingenierías, han sido criadas por la astucia para que ellas
sean las demandadas. No sé responder…Te pido me entiendas y
no sospeches en mí vanidad o pereza, sino todo lo contrario. Me es
tan difícil trazar derroteros cuando aún esta nave no toca puerto:
mis ejercicios poéticos están en pie de guerra; pero intentaré
servirte hasta donde me sea posible y desharé una madeja llena
de nudos y trampas (por la boca muere el pez, ¡uf!),

80
Felipe Hernández

mas no esperes escuchar: ¡Redoble de tambores, fanfarria: aquí,


en pelota, el grado mayor, mi hijo pródigo!
El que escribe no soy yo, y ese que escribe no escribe sobre él ni
sobre mí, sino sobre todos, corriendo el riesgo de fracasar en una
empresa sustentada por la distancia: la epopeya por reclamar al
hombre contra el nuevo hombre; el engolfamiento, un duelo sin
miramientos.

Soy un orfebre insaciable, dado a las sorpresas, aficionado a


las señales equívocas, a tomar por el pescuezo al incauto que
se asome en mis márgenes. Mis herramientas más asiduas son
el insomnio y la tijera: destripo una y otra vez el mismo texto;
cuando él, agotado, decide no hablarme más, firmamos tregua.

Recuperadas las fuerzas arremetemos sin darnos respiro, en un


quirófano llevado al más puro estilo de un salvaje dentista. De
allí nace un arma de calibre preciso, que es capaz de dar tanto
la vida como la muerte. De igual modo fabrico una transparente
red desde lo esencial del lenguaje, como del concepto de un yo
cotidiano y su situación. Este proceso no lo he podido medir; no
creo tanto en la inspiración como en los golpes de suerte.
A veces leyendo mis poemas los siento distantes, como si
hubiesen sido escritos por otro puño, pero en algún ángulo me
murmuran al oído, infundiéndome la misma emoción con que
fueron concebidos. Pueden ser realmente oscuros, es cierto, pero
si aguardas descubrirás en ellos la claridad de todo origen, la
necesidad de recavar y tocar fondo: cuando les falta elasticidad,
luz, se las doy exactas , pero cuando lo que requieren es mi terror,
me rindo a él con todo mi exceso.

81
El mapa no es el territorio

(Entonces, en el límite, encierro en la azotea la nota de un pájaro


que me aturde, en la licuadora las voces que me apaciguan).
Siento inclinación por todo artista que me lleve por los caminos
de siempre como si fuera la primera vez. Pero te confesaré que
cada vez leo menos poesía y que evito la compañía de los poetas;
que mi espíritu se siente a gusto entre gentes sencillas y de
morales complejas, entre aquellos que apostaron con sus vidas
saliendo independientemente en ello vencedores o derrotados.
No temo ser contradictorio: por sobre todo creo en el cambio; soy
tan ficción como mis versos, como esta carta. Ciertamente hay
asuntos a los que jamás podré dar una respuesta satisfactoria, ni
siquiera a mí, como el por qué sitúo a la realidad en una realidad
incapaz de simulación, que ha perdido incluso el desencanto,
donde el único desafío es el deseo. La poesía no salva; me lancé
a un juego que ya estaba perdido, a una carrera que ya estaba
cerrada. Que un segundo es eterno es tan cierto como que la
eternidad no existe; la única salida honesta es el olvido.

¿Pero quién más que tú puede hablarme a mí de poesía, quien


más que cada uno de esos lectores a los que nunca conoceré,
quién más que mis censores incondicionales estarían deseosos
de atenderte? Pregúntales a ellos, que tienen mis aparatos entre
sus muelas, a ellos, que ahora son más poetas que yo: ya no me
pertenecen.

82
Felipe Hernández

De Bajo el sol de las cosas (conjunto inédito)

La frágil distancia

Hay un fondo pardo en la frágil distancia:


¿Es acaso el rostro de la indefinición ese animal herido que huye
hacia un arbusto y se confunde entre las hojas secas y las que ya
despuntan?

La distancia que separa una maravilla de la realidad es leve:


Una anémona se sacude entre espasmos que hacen visible su
deteriorado estado mental. Con una gracia que secuestra los
epítetos destinados a los graves discursos tambalea cuando se
encamina desde el arbusto a la ladera. Allí escupe. Su tallo titubea.
Se diría que lucha. Finalmente estalla conminando a un mundo
que no la supo persuadir. El vértigo tiene preferencias. Cayó y
rodó al foso del río.

Hay una manera delicada de superar esa distancia:


El arbusto se bambolea imperceptible primero pero el remezón
se encarama como si un sismo le frotase los dedos de las raíces.
Esta convulsión vence todo lo visto: pierde a puñados las hojas
recién insinuadas y el timón de la calma. Lo arrebatan pérfidos
sentimientos que lo acusan de un crimen chacal de su prolongación
innecesaria y después de su supresión: no le incomoda tanto el
acto con el que adelantara el plazo de un infeliz sino el haber
acudido dócil al morbo de crear esa dependencia para luego dar
la espalda al favor de su relación. Quiere acabar de una vez con
el suplicio que lo lacera. Su astucia ahora es una perla opaca y
hollada. El colmillo de su vanidad zigzaguea: ha segado su orgullo
la vigilancia y desmedra en el sopor. Uf si la autofagia saciase la
sed.

83
El mapa no es el territorio

Un pardo difuso se revela y se levanta:

El foso está harto de desaires: el trasplante ha sido un parto


plagado de desdicha. La piedra es el hoyo la dispersión natural
de un movimiento cuando se expone a la errática dignidad de las
leyes. La humildad ya no estorba: solícito se humilla. Planea una
celada. Sus convicciones no aflojan. La pregunta es la piedra y la
respuesta es la piedra.

La distancia ha roto su voto de neutralidad:


Hay modo de recuperar con celeridad el postrer respiro. Las onfidencias
del contubernio entre la flor y el follaje estuvieron satinadas por el delirio
y la concupiscencia. Descansan una en el buen foso y la otra en la mata
de su propio vientre.

84
ISMAEL GAVILÁN
1973
El mapa no es el territorio

Apuntes para una poética

En materia de poesía, mi vicio es amar tan sólo (si no


soportar) lo que me da el sentimiento de la perfección.
Como tantos otros vicios, éste se agrava con la edad.
Aquello que creo poder cambiar con poco esfuerzo en
una obra, es el enemigo de mi placer, es decir, enemigo
de la obra. Es inútil deslumbrarme o sorprenderme en
algunos puntos, si el resto no los encadena y me deja
en libertad de abolirlo; me siento fastidiado y más
fastidiado cuanto mayor era el precio de esas felicidades
dispersas. Me irrita que las bellezas sean accidentes y
encontrar delante de mí lo contrario de una obra.

Paul Valéry

*
La experiencia del tiempo, asumida como autocomprensión, es
el poema que nombra un aquí y ahora que revierte el pasado y el futuro,
arrancándolos de la linealidad sucesiva en que se fundan. Esa experiencia
permite la equiparación comprensiva del tiempo. Frente a la violencia
de este último en el sentido de historia, la poesía (el poema) no instaura
una linealidad discursiva entendida como continuum (progreso, avance,
superación), sino más bien como una contraimagen, es decir como
epifanía.
La relación entre la violencia y lo sagrado se muestra de suyo en
la poesía, algo que la historia ha olvidado y relegado al limbo.
Hay que recordar que la violencia de la historia es su propio

86
Ismael Gavilán

para sí, la asunción salvaje del tiempo que avasalla (tiempo del triunfo y
la victoria; tiempo de la humillación y del olvido).
La poesía (el poema), revierte aquello articulándose como
autocomprensión de la violencia en tanto quiebre del continuum. Aquel
quiebre es sagrado.

*
Para los viejos moralistas (Séneca, Montaigne, Schopenhauer) la
filosofía “sirve” para un “buen morir”: aceptación de la finitud y serenidad
ante la abismante desesperación de ignorar lo que acontece después de la
muerte.
La poesía, para los viejos poetas, pareciera ser que sirve para
un “buen vivir”. Tal vez para transformar ese vivir. O como recordaba la
amiga de Rilke, la princesa Marie Thurn und Taxis von Hohenlohe: para
traer a un presente a punto de perecer, el sabor, el olor y el tacto de unas
uvas perdidas en la inmensidad de la infancia

*
Las palabras son el límite de la experiencia, de mi experiencia. ¿Es
el poema entonces una ruptura o, a fin de cuentas, un gesto tautológico?

Valparaíso, 2007

87
El mapa no es el territorio

De Llamas de quien duerme en nuestro sueño, Ed Nuevo Reyno, Villa


Alemana, 1996

Estío

A la sombra holgando/ de un alto pino o roble


o de alguna robusta o verde encina.
Garcilaso de la Vega

Los frutos maduran junto al aire que se eleva de los cuerpos ya tendidos.
Y estás allí, con tus ojos de océano para rescatar el balbuceo de mis labios,
vestida de soles o con los ecos somnolientos de las lejanías,
pareciendo un pétalo de leche que abre con voz grandiosa
el ardor de los ríos en secreto.
He aquí mis manos de árbol caminando en tu rostro
o dando la sombra necesaria para el trueno.
He aquí mi tierra desprendida a gotas sobre el verdor de tu lengua
en la profundidad de los caminos que persisten.
Sé que cada ventisca asoma tus palabras entre los tejidos multicolores de la tarde
y que, grácil, el sueño se aproxima para configurar a las cosas reposadas
como promesa de un rumor vespertino.
Hacia silencios que otorga la placidez rompiente del calor,
tu cuello repite la respiración de líneas que no fueron acabadas,
tu sonrisa rebelde trastoca el lenguaje sombrío de los destierros de lluvia,
tu cabello se embriaga con música de flautas.
Y eres en tu origen el paisaje:
bosque y campanas entibiadas entre dedos
como el regocijo de párpados sobre hierba,
pradera que convida al canto como mirada y ceremonia.
En ello está el paraje familiar que el torbellino desconoce,
alzándote con el fulgor súbito de ocasos,
con la máscara del viento que rastrea
pasadizos de miel en sus preguntas.
Oiremos por donde transita la legión de aguas y su lecho de fiesta.
Conversaremos sobre horas devorantes con un temblor en las gargantas.
Y junto al aire sabremos ser más que imagen en la belleza de la fruta.

88
Ismael Gavilán

De Fabulaciones del aire de otros reynos, 1° Ed Sol Invictus, Valparaíso


1999; 2° Ed Altazor, Viña del Mar, 2002.

El príncipe Sukida Hakashy define la tristeza

Es leve como el fulgor del agua


en el jardín siniestrado por el pálido deseo,
delicada en su efigie de cera
luego de la lluvia que nunca pudimos conocer.
Es silenciosa como rostro femenino,
como instante que vibró entre los juncos,
suavemente bella en su distancia
al sonreír tenue frente al cuerpo.
Es imposible y ardorosa,
diestra con su espada transparente
cuando define su indolencia,
intensa como cristal marino
y más pura que el pétalo del loto
en su tacto acrisolado.
La tristeza siempre es implacable,
saltando victoriosa en medio de la sed de la batalla.
Nunca desestimes su secreto
ni la inefable melodía que alarga encima de nosotros,
nunca avances hacia ella creyendo que algo oculto puede ser.
En la lozanía de sus ojos verás la sal hiriente
reservada a los amantes desdichados,
la flor azul que anhela regalarte.

89
El mapa no es el territorio

Elegía para Ernest Dowson (1867-1900)

Ahora que la Rosa se desprende de tus labios


al fin habrá un jardín en el desierto umbrío de tu música.

Ahí existirán frutos engalanando un reino de sueños;


una tierra de perfumes situada en el límite de la vida
donde la miel sacia la tristeza, la lluvia
acompaña a las lágrimas y el mundo
tiene piedad para soportar la luz de su propia belleza.

En ese reino la caricia del sol reposará ajena a todo consuelo


mientras el ruiseñor abandona su murmullo
y siembra en nuestra sangre la lejanía de un verso
que la noche abrirá hacia la infinitud visible.

Ahí habrá un jardín para el desierto umbrío de tu música,


un jardín que ningún otoño besará
ni cuando deje de existir la perfección de tu palabra.

Y ese pétalo, desprendido de tus labios


será para el instante en que el deseo tome otra forma,
otro signo y sea la dulzura de un cuerpo
al que, transparente, ya no necesitemos darle un nombre.

90
Ismael Gavilán

Kavafis regresa a Alejandría

Es inútil alejarse
y sellar un pacto entre el deseo y lo que eres.
Difícil cuando el aliento hace rodeos
para cristalizar como visión
al final de una humareda desangrada.
Es inútil alejarse:
lo que un dios designa es mandato
y aunque joyas, túnicas,
héroes, palacios y cuerpos relucientes
sean el obsequio luego del banquete
muestran sólo angustia al tener que regresar.
Ninguna ciudad es más grande que tus sueños
a pesar de morir en ella la dulce fruta
del aire entristecido, única verdad que antaño
un láguida pudo conocer.
Sí, es difícil sellar un pacto entre el deseo y lo que eres
cuando la ciudad desorbitada
invita con perfumes exquisitos
y la máscara es costumbre de festines en salones imperiales.
Es difícil e inútil,
pero lo que un dios designa es mandato
y por eso, el regreso es el sacrificio
que él y tú apenas pueden comprender
para llegar a concluir con la escritura.

91
El mapa no es el territorio

De Voz de ceniza, (conjunto inédito)

Las palabras estuvieron antes que tú al borde del brocal,


tendidas en una marea sonora diciéndote a ti y a tu cuerpo,
poseyendo tu nombre.
Sin duda otro tiempo donde volaban quietas las aves
y el gesto de la luz era la terca lucidez de la permanencia,
tiempo en que el verano anunciaba las particularidades del fuego
cuando su piedad era la procesión interminable de los días
con sus desgastados filtros y reflejos.

Al borde del brocal, las palabras


que eran y son tiempo, iban en ondas grávidas
delatando al doble de tu rostro:
el que eras con la mirada perdida
tras el alucinante envejecimiento de los marcos
o el que con labios heridos
sabía que el sufrimiento era la lluvia que hendía al ciruelo.
Pero todo ese conocimiento que creías poseer en la mudez infantil
se encontraba dicho en la aspereza del recuerdo
convertida en esa identidad temible que adviene con el sueño.

Y si las imágenes eran lo dicho, su ser era silencio


aún en la presencia recogida entre dedos
como esa arenilla que invocaba aquel amanecer
de extrañeza y claridad,
amanecer antes de la música

92
Ismael Gavilán

antes de cualquier mirada o murmullo humano


antes del tiempo asumido como penitencia.

Las palabras dijeron tu cuerpo


sin duda, pero no eran él
ni poseyeron entonces el agua pardusca
con la que ahora crees decirte.
Hubo otro tiempo de confluencia,
de caminos encontrados al final del verano,
otras preguntas que tejieron pensamientos
a las cosas y a nosotros, donde el gesto de la luz
era la terca lucidez de la permanencia.

93
El mapa no es el territorio

VII

En el movimiento del agua se consuma la forma del antes y el después,


la forma de tu boca al pronunciar silencio
como fecunda contradicción que llega a ser palabra,
extensión vibrante de la opacidad de Dios
o circunvalación de una luz vacía hecha música.
El antes y el después que abiertos a la piel
languidecen en la imagen de una ciudad arrasada
o en un campo baldío donde el presente es la angustia ancestral frente a la carencia.

El antes y el después que desplazan la ilusión de la serenidad


atrayendo fantasmas; al movimiento del agua, ciego
y sin cálculo, sorpresivo y sin finalidad y que no es posible decirlo.
No, no es posible decirlo
pero sólo se puede articular diciéndose
pues tu boca al pronunciar silencio
levanta lo que vive y lo que muere,
la apariencia de la nieve y a la nieve misma,
a la flauta y a su contorno de aire,
a la risa y a lo que se ha perdido en la emoción.
Así, el antes y el después, sin centro, buscan forma gracias al agua
convertida en lema del hundimiento
y como sangre hecha transparencia del pecado
inicia en sí misma su propio fin.

94
Ismael Gavilán

Negada cualquier misericordia, en el movimiento del agua


se consuman incluso los nombres del propio movimiento,
nombres que se encuentran dentro de nosotros y alrededor de nosotros,
en los bordes del granito, en las estelas de las ráfagas
o en los recuerdos difíciles que el invierno trae entre sollozos,
nombres que el movimiento sabe que son formas
como lo es el pez que se agita en la profundidad
o la sonrisa que sacude la indiferencia del amor.

Formas y nombres -agua permanente en su cadencia-


configuran la sucesión que se abre,
que se extiende, que se desmorona y vuelve a levantarse,
sucesión desgajada a girones entre el rostro de la tarde
y el graznido siniestro del bosque, entre el roquedal
amado por la lluvia y el zigzagueo sutil de la enredadera;
sucesión del antes y el después
que como fecunda contradicción llega a ser palabra
y es la reversión de las estaciones y su fruto
como extensión vibrante de la opacidad de Dios.

95
FELIPE MONCADA
1973
El mapa no es el territorio

La palabra

Y nuevamente la palabra, saliendo de sí misma como crecida


de pantano, exceso de treiles en eriazo. Es ella otra vez la tartamuda, la
inexacta, tratando de moldear la piedra. Pero entre tanto aire fonético, la
muerte se nos cuela como signo.
No nos queda tiempo para poética, la fría se nos cuela por los
intersticios de la escritura, por la grieta que dejan los pensamientos y los
sueños premonitorios, entonces todo este acto de epilepsia en el proscenio
es para pedir un invierno de gracia, un crepitar de maderos como contra
de la ventisca; toda la desangradura simulada es a modo de pacto con la
tarde, de mimesis con la floresta, lúbrica de senos, donde vienen a tomar
de su derrame lácteo los tordos.
Ya pasó la hora maldita y podemos respirar, pasó la sierra
botando siglos. No hay forma ni canon que no sea sepultura; pasó la hora
perdida con su reloj que perfora silencio y es tiempo de brotar el vacío.

San Felipe, 2005

98
Felipe Moncada

De Irreal, Ed El Brazo de Cervantes, Santiago de Chile, 2004

En la casa de la lluvia

Cuando el ruido del mundo se desvanece


todavía queda el viejo pino
repitiendo canciones de luna agrietada.

Al fondo del patio


las cañas deshacen la niebla en hilos
y las máquinas del molino
trasnochan para el pan de la madrugada.

Se va la presencia de las cosas


como el vapor de los muros húmedos:

La calabaza olvidada del verano


espera un fulgor de llamas
que la salamandra no entrega.

El reloj a pilas en el muro


sigue marcando la hora en que florece la higuera.

La radio grita noticias que las paredes olvidan.

Al amanecer, el espejo repite mi cara


cuando la máquina de afeitar barata
borra la noche de las mejillas

y el sol anuncia la huída de los treiles


desde los potreros escarchados
hacia el vapor blanco de los ríos lentos.

99
El mapa no es el territorio

Irreal

Por un callejón estrecho


construido sobre camino indio
llegamos de pronto a la aldea donde Tu Fu
hace llorar a los ancianos con sus historias de guerra.

Salen a nuestro paso (como en uno de sus poemas)


muros de adobe coronados de pasto seco,
flores de acacia que derriba el viento,
campesinos muertos que levantan el rostro
para ver nubes desafiantes entre cumbres de roca.

Pero es ya la hora de volver al mundo


y los motores de la micro rural
nos despiertan de un sueño de mil doscientos años

100
Felipe Moncada

Extranjero

Como si fuera un ladrón en mi propia casa


camino en silencio entre naranjos ajenos.

Salgo desnudo a mirar el cielo de vidrio


donde las gaviotas se estrellan en sueños

o dormido al sol, en el patio de los naranjos


soy el vapor que sube de los muros húmedos:
el vuelo de las moscas en el aire.

Mis pasos parecen los de un desconocido


cuando a medianoche
ladran los perros del otro lado de los muros.

101
El mapa no es el territorio

De Carta de navegación, Talleres del Centro Almendral, San Felipe,


2006

Estanco

Si bien el barco nuestro


vara durante años en algún desierto:
nunca deja de avanzar de mediodía a levante.

En algún estanco
los niños corren por la proa
sobre huesos de gaviota
imaginando el azul que se extiende sin nubes.

El paisaje no deja de ser un espejismo

una superposición
de cielo, playas y océano
cuya suma es el horizonte.

Hay ventanas
que siempre apuntan a la noche;
a cementerios de tumbas menores
varadas frente a una capilla.

En otras ventanas el mediodía permanece fijo


esperando
que levantemos cruces de madera
como ofrendas al viento y su óxido.

102
Felipe Moncada

El ciego

A veces
viene a la mesa de nuestro barco
y se sienta a beber
añorando el corazón de la sirena.

¿Es Homero quien imaginó el mar


antes que lo nombraran los hombres
o es el mar quien habla por Homero?

Lo vemos caminar
vestido de marino Fenicio
en las páginas de un libro escolar;
en el recorte de un diario
que le retrata ciego
las cuencas llenas de tiza.

A nuestra mesa viene a escuchar


historias de niños
Pasea por los pasillos como animal herido
Impregna de tiempo las cosas que toca:

los vasos, el aire,


las puertas que abren al horizonte;
nuestros libros por donde escapa
a trote por sus colinas.

103
El mapa no es el territorio

De Río de Babel (conjunto inédito)

Restos de Babel

El tiempo que mide un cascabel,


un álamo temblado por el aire.

La página es el tiempo.
La oruga sobre la tinta: restos de Babel
o pedazos de arcilla en caldeo.

Pero nunca termina el trabajo de caer


de verso a verso como en escala rota.

Bosque siempre nuevo donde van a morir


de trapecio, de fuego verde, el búho
y su vigía.

104
Felipe Moncada

De todos los ríos

Observador, como quien cruza un río helado


Lao Tsé

Nubes quiebran el azul


pero de todas las nubes
una es la muerte y desaparece.

Tal es la desviación del pensamiento


a la muerte:
araña de rincón que duerme en la garganta
sobresalto en la postal que llamamos paisaje.

“Nuestras vidas son los ríos


que van a dar a la mar”, pero de todos los ríos
uno desemboca en nunca más, allí

un pato silvestre abre las alas


y atrapa la luz devuelta por la corriente.

105
MARIO ORTEGA
1975
El mapa no es el territorio

Poética: SIC

- No hay ninguna razón para creer que los árboles deban moverse a merced
del viento, ni que haya viento, mucho menos. De modo que algo parecido
a la felicidad parece ser la felicidad misma

- Como en la investigación de la verdad en los crímenes: inesperadamente,


a partir de pequeños indicios, objetos, utensilios que llevan a una cadena
de relaciones y conclusiones, así en la poesía: cada objeto, cada palabra,
el indicio de la verdad de una especie de gran crimen

- Pero se alcanza solo a decir no y ese es todo el alfabeto de que disponemos


para torturar el lenguaje, porque hay demasiadas palabras entrometidas
como para hacer el silencio como para el sueño de una teoría final:

Gµν = 8π Tμν
y
Δx Δp ≥ h
s.a

- El gran crimen: la mitología detrás de cada verso: ver el mundo en un


grano de arena
- Y al fin
esfuerzo. es habla. es quién. espanto. es hora. es fama espuma. esfuma. es
hipo. hipo. hipo. hipo
Madrid, 2006

108
Mario Ortega

De Leyenda de la sangre, Ed Tiempo Nuevo, Santiago de Chile, 1995

Uno

De cada día terrestre, estos días,


en los que el cansancio cae en llamas desde el cielo,
de cada uno de estos meses que son botellas rotas
por las que huye tanta soledad y tanto miedo,
y de cada minuto que en el tiempo agoniza
mordiendo el corazón de este universo,
de cada sordo lamento
que me rodea germinando
como las rosas negras que la muerte despide,
dividiéndome, desintegrándome de a poco
en ese sonido, en esa humedad sonora,
en esa campana lúgubre y ritual
que va creciendo debajo de esta tierra,
de todas las raíces que el dolor acumula
y que se instalan en mi alma entristeciéndola,
de enfermedades que se esconden
creciendo allí en el silencio sus plantas impuras,
de todo eso, amor, sálvame, escóndeme de todo eso,
recoge poco a poco cada trozo de mí mismo
uniéndome a tu corazón
hasta nacer, hasta iniciar la vida nuevamente,
para que tú seas mi origen, y en ti yo surja
así como proviene el viento desde el fuego.

109
El mapa no es el territorio

Hacia la región más transparente

Esta noche los dos hemos de bajar las escaleras


de cada uno de nuestros sueños,
dividirnos al entrar en la espesura desolada
del bosque y de las aguas que penetran nuestros cuerpos,
y en distancias de mares y desiertos
morir como al alba van muriéndose los seres,
entrar cada cual con su río de luces y de ausencias
en todas las palabras primeras de la tierra
despertando después de tanta muerte imaginaria
hacia ese amanecer del viento.
Cada cual en su país de niebla repentina
irá clavando las banderas de la luz que nos reúna,
cada uno habrá de ser su propio sueño
dentro del cual combatirá a los falsos nombres del fuego,
a las hojas de un antiguo otoño caído de los cielos,
la lluvia de sombras y relámpagos oscuros,
la agónica respiración de océanos y estrellas.
Sólo así, al despertar,
será posible que te sueñe y que me sueñes
podremos escapar de la vegetación de las distancias,
salir a la ciudad hinchada por la luz sucia y el tumulto,
entrar a vivir tomados de la mano
por cualquier calle que nos envuelva y que nos lleve
hacia la región más transparente.

110
Mario Ortega

De Animal Roto, Ed del Temple, Santiago de Chile, 2000

Animal roto

Hombre Animal Roto: aquí estoy despedazado


aquí está la ropa tendida al sol que el viento
hace jirones: aquí soy el velamen del más
mísero galeote en medio de la tempestad
agarrado el amor al mástil de la nave
las olas del dolor muerden al viento ese mar
vomita y sangra su marea hambrienta a babor
a estribor y sobre proa y popa el huracán
derriba el alma una bandera rota y roto
el animal que soy: átenle su respiración
sutúrenle la rabia o continúa
a cañonazos y mamíferos océanos
su música afiebrada en cuyo fuego me consumo!

111
El mapa no es el territorio

Misa de estrellas

La noche soplará muchas estrellas esta noche

Algo ocurre: oímos que la tierra gime


se queja y da vueltas mientras duerme
una mujer desnuda desordena las sábanas
y da vueltas en la cama está soñando otro cuerpo
muchas constelaciones
muchos cuerpos deseosos
bocas que quieren lamer el alma en el sudor
noches en que la cama es un enorme pájaro
de alas empapadas
y el cielo es una sábana mojada de estrellas
planetas como cuerpos ávidos de planetas
galaxias deseosas de tocarse y lamerse
hasta la ebriedad y el desenfreno el arrebato
de uno en otro esa cópula primera
desde donde el universo comenzó a soplar sus astros
que a esta hora se congregan
y celebran su liturgia
su orgía luminosa
y parecen detenerse y emprender
el viaje de regreso a casa.

112
Mario Ortega

De SIC (conjunto inédito)

Exilia V

a ver si creen: el espacio es la forma de mi mirada que salpica las paredes


de la habitación - ¿qué tal si ahí dentro alzarse una Sixtina y vamos
pintando arriba Cordilleras Desiertos y Paisajes del Nunca País tras los
ojos?

113
El mapa no es el territorio

Exilia VI

de la sed el amor pero crece el Desierto allá afuera: para cuando te


encierres en tu habitación la ciudad va borrándose. y fue entonces ser
Rey de este Espacio Infinito País de Juguete. confinado a una especie de
cáscara de nuez

114
Mario Ortega

Exilia VII

es nunca nacer mi país cuando esas ventanas tragando el paisaje lo


inventan por irse más dentro esta casa en la casa una Patria al revés desde
todas las puertas que han sido cerradas

115
EDUARDO JERIA
1977
El mapa no es el territorio

El mensajero

Soy el mensajero que viene desde la batalla. Soy aquel que ha de


decir al rey lo que las tropas padecen en la derrota. No he de quedarme
en ella para sucumbir bajo la espada. Regreso a palacio sin haber matado
a nadie, mas mi elocuencia podrá salvar o condenar a miles. El Señor
perdonará o salvará al mensajero por la nueva y entregaré mi propia vida
en la advertencia; pero la batalla estará lejos, no habrá ruido de sables,
ni ardor de sangre entre las manos, ni tierra de cadáveres y lamentos. No
podré huir de su mirada ni él podrá hacerlo de mis voces. Si he de ser
condenado, moriré habiéndolo perdido todo. Si he de ser absuelto, será
mejor haber muerto en medio del esfuerzo.
Desde la batalla al rey vengo, exánime, a tratar de señalar lo
que sucede. He cabalgado un par de días hasta llegar a palacio. Desde
la sangre vengo a derramar palabras en el trono, manchadas de púrpura
frente al rey de púrpura manto; palabras que desde el grana se van tornado
negras a medida que van siendo escritas.
Desde la batalla vengo a decir lo que sucede en aquel campo en
sangre. Jamás será igual a aquello que horroriza.
Pero el acero que conocimos y bajo el cual vimos morir tanto
al hermano como al enemigo está allí y espera que seamos dignos de él.
¿Cómo duplicar los tambores de la tropa moviéndose de noche, el silencio
antes del amanecer, o el brío de los caballos aterrados, o el chocar del
acero y el sordo sonido de hoja entre la carne?
He de decir lo que todos en palacio ya sabían: la Ruina está
pronta. Este deber es peor que el golpe mismo del acero. La lid en mí está.
Contra las palabras que deben salir de mi boca he de sostener lance.

118
Eduardo Jeria

Ese fue el precio por salvar la vida y es un buen coste que


pagar.
Sí, es cierto: no perecí con honor y he de dar hasta el último
aliento para redimirlo. No supe de la escaramuza el final: si la sangre
vertida fue un precio justo que pagar o fue oropel el que recibieron las
viudas y los huérfanos. No supe si los hombres fueron enterrados en lugar
santo, pero recuerdo el destello del acero cuando vierto el agua en mis
manos, las llagas cuando veo el vino tan carmín brotando de la boca,
las carnes desmembradas cuando el pan divido entre mis hijos. Soy la
flecha que lanzó la parca, la cabalgadura de la ruina y la gloria, la daga
que traicionará la esperanza. En el combate ella es el único enemigo, la
amenaza más cierta al cuerpo: la del héroe, el regresar intacto al lecho; la
del mensajero, el volver a confrontar el sino.
Sí, es cierto: los héroes son los primeros en morir. Pero yo he de
esperar el mismo fin que mis hermanos. Entre mi cabalgadura y palacio
espero un tiempo en que el sol vuelva a brillar sobre las armaduras.

Valparaíso, 2004

119
El mapa no es el territorio

De Persona Natural, Ed Gobierno Regional de Valparaíso, Valparaíso,


1999

Como aires

La muerte dulce que conozco cada noche


cuando dejo verso y espada,
me persiguió para decirme
destrozarme los oídos.
¿Y ustedes dónde estuvieron?
¿Vuestras bocas qué dijeron?
¿Qué pasó con el entusiasmo del que hablaba?

Ver y entender todo entonces,


y sin embargo,
continuar como aquel que nada sabe.

Sí, nos vamos mas volvemos


como aves, como aires
como aires que penetran
en la boca de quien duerme.

Sin saber final alguno, sin saber


si el verso fue echado a la suerte
o si la muerte llegó al fin
a los confines de tu boca.

120
Eduardo Jeria

De Jardín Japonés, Ed Altazor, Viña del Mar, 2006

Una palabra cualquiera

Escribe una palabra cualquiera,


quizás la última que se escuchó en la radio
o la que alguien usó al saludarte,
palabra como un anzuelo lanzado
con que pican pronto otros muchos peces
y que suben unos llamando a otros.
Quizás de qué corrientes marinas
vienen estas voces que casualmente llegan a la boca
como una invitación sorpresiva a salir de noche un día cualquiera,
como cualquiera es la mujer que llega
casualmente al mismo bar que elegiste por ventura
y que se topó contigo en alguna mesa.
Bastaría que la mujer llegara dos horas antes o después
para que no se topasen nunca,
igual que algunas palabras jamás estarán escritas en la misma línea
o se tocarán siquiera en las páginas de un diccionario
que jugando ha desmembrado un niño.

121
El mapa no es el territorio

Espejo en el techo

Ella se ve haciendo el amor con otro hombre.


En el espejo el hombre la ve
y se da cuenta
que hace el amor con una mujer que desborda
todo lo que él podrá llegar a ser.

Más allá de la imagen


él se pregunta,
cómo llegó a estar esa mujer entre sus brazos:
lengua boca muslos un cierto lugar de la espalda.
No cree reconocerla ni haberla visto antes,
no sabe cómo conoce las áreas secretas,
tan secretas de su goce
ni cómo el cuerpo de esa mujer que lo desborda
llegó a estar mezclándose con su figura
llena de luz en todas direcciones;
y él ve cómo la mujer descubre otra mujer
en brazos de otro
todo cuanto ellas podrán llegar a poseer
un hombre, otro hombre
dentro de otra mujer que los desborda
y sabe lo que alguna vez fueron en aquel espejo.

Entonces nadie supo si aquel entre sus brazos,


si aquel que amaron bajo un cielo lleno de nosotros
estaba a éste o al otro lado del espejo.

122
Eduardo Jeria

Todos duermen en mi casa

Todos duermen en mi casa


nada parece despertarse en ellos
y me estremezco al pensar
que estarán con los ojos abiertos sin poder ver más a nadie.

Las palabras de mi padre ya no cortan la noche,


las manos de mi madre se han quedado quietas,
la respiración de mi hermano no se oye.

Una catástrofe palpita


y sólo mi soledad sale a encontrarla
¿por qué no oigo el grito y sí el murmullo;
por qué escucho el pecho y no detrás
de aquellas dos puertas cerradas?

Tumbados así,
en las viejas habitaciones
que el polvo visita con sed salvaje

todos duermen en mi casa.

123
El mapa no es el territorio

Humedad

Sé cuán profundo es el mar


cuando toco con los dedos
la orilla de una mujer que duerme a mi lado
bella en su perfección más simple.

El aire de su respiro se agrieta


como un ramo de lirios cortado en seco.

Y conozco aún
el centro de aquella que palpita:
el rocío, las palomas
cierto animal que sueña...

124
Eduardo Jeria

Viaje

Y al final,
cuando todo acabe,
cuando no seamos más que la ausencia de los cuerpos sobre las sábanas
deshechas,
cuando no seamos más que el vino derramado sobre la mesa,
cuando las frías sombras señoreen en las vastedades de los cuerpos,
y la condena esté sellada como nuestros propios labios y ojos
entonces alguien leerá algún poema
a la memoria de este viaje al propio jardín.

125
II
ENRIQUE MORALES
1970
El mapa no es el territorio

Esbozo de una poética: Adiós a Ilión y La Novia que llora.

Un ritmo nervioso y de fuerte sensación urbana. Los poemas


presentes en Adiós a Ilión como en La Novia que llora, pretenden dar
lugar a una poesía que nace en torno a dos ejes fundamentales -de los
cuales se pueden derivar varios otros-: el viaje y el deseo. Se recoge del
viaje el tránsito ciudadano y el nomadismo, en lo que tienen de moderno,
es decir, en su condición privilegiada de motor de búsqueda y modo de
perderse en la pista. El deseo (amoroso, utópico o de muerte) es el afecto
que pone en duda lo dado como inconmovible.
Ciudad, individuo y lenguaje se confunden en un arco que
tensa el sentido común de lo cotidiano. La torrentosa cadena de
acontecimientos urbanos del día a día, al no poder ser remitidos a una
matriz única de sentido, son reelaborados poéticamente para dejar de ser
circunstancias en estado puro. Pero se debe advertir que la voluntad de dar
sentido desde una posición privilegiada como poeta es siempre rebajada,
aunque no aniquilada en su fuente deseante. Los poemas no pretenden
ser imágenes totalizantes, cuando lo hacen es por pura ironía. Así, estos
versos deambulan tanto por el escepticismo como por el optimismo con el
mismo énfasis, evitando afecciones patéticas y llamados desgarradores.

Viña del Mar, 2006

130
Enrique Morales

De Adiós a Ilión, Ed Altazor, Viña del Mar, 1999

La tormenta

El viento se pasea
golpeando
las campanillas
que cuelgan
en el pórtico

Los sonidos despiertan


y corren a los oídos
de la mujer que asoma
a ver la tormenta
anunciada en sus
ojos

131
El mapa no es el territorio

La promesa

Un sueño corre desnudo


para que una niña
atraviese la luz con su mano
dejando tras de sí

trastocados

los pétalos del río

132
Enrique Morales

Roble

Los ojos arden frente a la ola de luces


En el monte
con ropas de roble
bebiendo de la copa de los hados
llegan los cantos de reunión
donde no éramos quienes bailábamos

ahora
las hilanderas
miden la carrera vertiginosa
de tornar en hierro
esta piedra.

133
El mapa no es el territorio

De La novia que llora (conjunto inédito)

Amor De Ida Y Vuelta

Ahí estábamos tú y yo
sentados en la noche
sin poder explicarnos

Tú en tu automóvil blanco
esperando arrancar aquello
que siempre se estropeó

Parecíamos exhaustos y perdidos


de vuelta por una ruta
para la que ya no necesitábamos
piedrecitas

de ida éramos impetuosos Apolo y Dafne


de vuelta Sísifo y su roca

134
Enrique Morales

Ulises Desengañado
a D.F. y A.B.

Asoma el recuerdo de esos relatos viniendo de las rodillas, las dos


piernas sobre las que gateaba y que hoy, mediante un truco, mi memoria
transformó en bastón. Estoy en la carretera, la cara de la montaña me
interroga, respondo, paso como el salto de un soldado en Los Andes.

¿De qué otro modo podría haber comenzado este viaje?

Querida mía:
después de horas de burocracia y un poco de astucia atravesé los muros
de la cordillera. Ahora estoy en la ciudad, me detengo en una mesa, la
calle está fresca y un poco tambaleante. Recientemente han pasado pies
y gritos de protesta, pero hoy domingo tuvieron una pausa para matar
una vaca. Tengo sed de ver a esa gente esperando en la plaza, frente a
la guardia, pero sólo están unos que rezan al aire libre. Hace poco, por
aquí caminaban mujeres de pasos sensuales y perfumados, hacia un
encuentro en el parque o a las orillas del río cuando la música y el aroma
del café posaban de clásicos. Qué maravilla la que aquí duerme, pero no
la despertaremos tú y yo, los encargados de remecerla serán otros con
pasos de imperio y ojos de luciérnaga.

II

Cruzo el río, a buscar el rostro de los montevideanos, pero como una


broma escolar, se ocultan para el retrato: una mampara de metal los rodea
“en reparaciones”.
Los que sí aparecen son niños tuertos, cojos y mancos, monstruos de
adultos. Suben a los autobuses con voz apagada, pidiendo. Las miradas

135
El mapa no es el territorio

de unos pasajeros se fijan a lo lejos, las de otros lujuriosas sobre esas


mujercitas tan adorables, tan deseables por un par de monedas.
La peste de toda ciudad habita en el lenguaje, con precisión y eficiencia
de gestos reflejos, dictando el ritmo de la sed.
¿Sólo quedan entonces huellas hacia donde las sirenas reinan?

Al amanecer, una humedad cruza con aroma dulce la ciudad.


En la playa, el viento acerca el mar enturbiado por la fuerza incontestable
del río.

III

Día cuarto.
Hasta aquí el viaje trazado. Aunque no puedo negar el enorme parecido
de mis compañeros con los lotófagos mientras observan el camino o
duermen la siesta, de ningún modo con ellos podría ir a la deriva o esperar
una aventura.

IV

Nos dirigimos al norte a un puerto que llaman Alegre. Aquí, la tierra tiene
color de sangre y la sangre de algunos está cubierta de tierra.
Su lengua me extraña, su alegría también.
Es carnaval y retoco mi disfraz. La mano de un viejo amor me recibe.
¿Qué mano tocó el Amor? ¿Qué Usura cobró un precio tan alto para que
al fondo se reflejaran su sombra y la mía, como si nuestra voz estuviese
degollada?

136
Enrique Morales

Ella no puede escrutar en mis ojos su promesa como el tatuaje de marino


que quisiera. Estoy junto a un río que posiblemente requiera otras
manos.
Al anochecer, mis pies y mis palabras ansían un naufragio a lo lejos.

Es de día y poco a poco voy soltando la figura de este puerto, entendiendo


qué imagen es la que se anuda a mi frente.
Si sacar el tiempo de los relojes no dependiera de mí, si no contáramos
con transportes, aun así, imitaría a los peregrinos porque en el trayecto, el
desierto nos entrega la gratitud que falta.
O cuerpo, me acerco, comprendiendo la prisa que llevo.
La ciudad se parece a ti, revestida de tantos nombres

VI

Querida mía:
Volví a la misma tierra de la que salí. Pero he vuelto para tomar posesión
de una casa vacía. Mi hijo, nunca nació. Tú has partido. Y un quiltro
yace enterrado, sin inscripción, junto al lavadero.

137
BRUNO CUNEO
1973
El mapa no es el territorio

Poética

La poesía, me atrevería a decir, es el único discurso que permite


a un hombre concreto y lábil lidiar intersubjetivamente con la pérdida,
el único lenguaje en el que podría sentirse acreditado para liberar
su vergüenza con el sólo propósito de librarse de ella. Lo permitimos
y nos lo permitimos porque aunque sabemos que entre lo real, tan a
menudo traumático, y las palabras, tan a menudo insuficientes, no existe
posibilidad alguna de paralelismo, la sola tentativa de inscribir precaria y
trabajosamente esa falta en el lenguaje nos otorga, al menos, el beneficio
de una resistencia. “La literatura –decía Pavese- es una defensa contra
las ofensas de la vida”. Todo lo que pienso de la poesía resuena ya en el
milagro de esa rima.

Viña del Mar, 2005

140
Bruno Cuneo

De Verano, Ed Altazor, Viña del Mar, 2005

Nighthawks

En la triste quietud de este cuadro nocturno


sólo tres personas parecen perdonadas,
aunque sea por un instante,
de las sombras que afuera se ciernen
como tramando la escena de un crimen.
Una cuarta, en cambio, la que nos da la espalda,
se recorta lentamente en ellas hasta ser devorado,
si no por la noche incierta,
sí al menos, fracasado cazador, por su corazón solitario.

Una y otra vez, el empleado lo ha advertido,


mira de reojo a la muchacha de rojo,
aparentemente ocupada de sus uñas
mientras el hombre que la acompaña
busca inútilmente su mano.
Hace veinte noches que vuelve a esta barra
y es siempre la soledad la que está a su lado,
o la felicidad de otros,
o la taza de café amargo
o esa vieja máquina registradora
al otro lado de la calle.

En esta inmensa vitrina en la que expone su dolor,


a una que nunca pasa,
a una que jamás lo mira,
intenta hallar, a ver si puedes,
una puerta que no sea la del baño.

141
El mapa no es el territorio

Dos recuerdos de infancia

Un tambor oxidado de doscientos litros al fondo del patio,


bajo una higuera, repleto de un agua aceitosa, espesa,
con una que otra hoja y un par de insectos ahogados.
Tu rostro se refleja
y sientes temor al pensar qué hay en el fondo
le das un puntapié que retumba sordo
y círculos concéntricos se expanden difuminando tu rostro.

Ese movimiento aún no cesa,


ese rostro ya no existe.

II

Aroma de tierra mojada, regada,


una tarde de verano;
la bicicleta aburrida bajo la bugambilia,
la pelota embarrada,
tu padre que te manguerea de tanto en tanto,
los racimos pesados,
el membrillo picado de avispas;

la cabeza abatida sobre la barra,


la copa vacía,
el cenicero lleno
y el recuerdo sin darte tregua,
los remordimientos,
todos los sueños,
el sueño.

142
Bruno Cuneo

Del amor me quedó un gesto

Del amor me quedó un gesto


algo así como un chasquido de los dedos
como de quien cuenta dinero.
Nunca fui bueno para eso,
con suerte puede hacer, bien o mal,
la sombra china de un conejo,
elegir en el mercado con cierto juicio unas cuantas frutas
que gustoso ofrecería a una que no se pasara soñando
con ostras o champagne, un auto nuevo
o la matrícula de un gimnasio.
Quiso Dios que la sensatez y la belleza no fueran compatibles
y para probarlo están allí las estudiantes de filosofía;
las buenas, en cambio, nada tienen que ver con nosotros,
a no ser que sea una millonaria excéntrica
o una burguesita rebelde, de esas que frecuentan vernissages
y te hablan de Kandinsky, Mondrian y una sarta de jetones
que apruebas a pesar de que nunca te han gustado,
si les hablas de Bacon o Giacometti ya te creen un poco raro
con suerte no terminas recogiendo margaritas.
A los cinco años, si no antes, inevitablemente se les pasa
y vuelven a enamorarse del ingeniero comercial
que todas llevan dentro,
Good night my dear, será su último saludo
pero esa Ofelia desdeñosa
no irá precisamente a ahogarse bajo un sauce,
con los libros que le regalaste
de seguro va a trancar la puerta.
Del amor me quedó un gesto,
ambiguo como todo gesto, precario como todo signo,
pero en mi lenguaje no figura el signo peso
tampoco quiso Dios que amar y leer
fueran compatibles en estos días.

143
El mapa no es el territorio

De Hielos flotantes (conjunto inédito)

Cansado
(del Diario de A.Gide)

Cansado de esperar en esta casa


la noche
y no ser entre los que reúne
sino uno entre unos cuantos
simplemente, y lidiar
lidiar a solas, lidiar en vano
con este no querer ser del todo
sino de vez en cuando, o pocas veces
para no sentir demasiado
que como esa estrella extinta
aunque perceptible, me he quedado fuera
de cualquier constelación.

144
Bruno Cuneo

Nosotros los amigos

Nos enamoramos de la misma mujer


nosotros, los amigos, los inseparables
y de un día para otro, de ser el Gordo y el Flaco
pasamos a ser Billy The Kid y Pat Garrett.

Ahora que ella se ha ido para ambos


la noche que nos separa
de nuevo nos hermana
en la vieja verdad de los comienzos:

La cuota de soledad que a cada uno toca en parte


en el duro oficio de sobrevivir.

145
El mapa no es el territorio

Horóscopo

Su vida ha descrito una curva


que la torna prácticamente imprevisible.
Nos gustaría decirle que estará bien,
que tendrá salud, dinero y todo eso;
confíese mejor a las líneas de su mano
lea allí lo que nosotros no podemos:
el alfabeto de un transcurso hecho de tropiezos,
los signos de un destino que sólo usted puede descifrar
ahora que las constelaciones se han vuelto opacas
y no hay remedio para usted, ni para nadie.

146
PEDRO GODOY
1977
El mapa no es el territorio

La más borracha sabiduría de todas: poética

Creo que la forma en que hago y disfruto de la poesía podría


parecer anticuada para algunos. Principalmente porque permanece en mí
cierta tendencia a la sacralización: mis poemas siempre han estado llenos
de invocaciones y manifiestan una búsqueda e indagación de lo que yo
llamaría “la divinidad”, algo que no considero alejado, sino muy cercano
y profundamente arraigado en todas las cosas, incluyéndonos a nosotros
mismos. Es por esto que creo que en mi caso, mi poesía “no ha bajado
del Olimpo”, aunque me apene un poco decirlo de esa manera. Sigo
creyendo, además, que la poesía es “la más borracha sabiduría de todas”,
es decir, el conocimiento obtenido a partir de nuestras experiencias bajo
un estado espiritual parecido a la ebriedad. Lo digo porque me parece
que en la poesía siempre se andan mezclando la fascinación y el éxtasis,
junto a rictus llenos de horror y vértigo; alegrías avasalladoras y tristezas
que devastan. Todo como si estuviéramos borrachos y hubiésemos
perdido la vergüenza. Porque es frecuente asistir en ella a la exaltación
de determinadas emociones y sensaciones hasta puntos grotescos que
no siempre son fáciles de asimilar y que no siempre se muestran con
elegancia.
Y es sabiduría porque creo que eso sigue sirviendo para la vida
del hombre.
En la poesía que me interesa, entonces, busco revivir la liberación
de las bestias y demonios interiores del poeta, los íncubos y los súcubos
que lo habitan y que le muestran sus rostros para sostener disparatadas
o sublimes conversaciones con ellos. Me gusta también observar en los
poemas un acercamiento a las cosas lleno de arrobamiento, aunque no

148
Pedro Godoy

me alejo de aquellos a los que siento poseídos por la furia o la desesperación.


Todo esto bajo el influjo de una condición anímica del hombre en la que
la vigilia y el sueño están siempre mezclándose, convirtiéndose algunas
veces en un estado limítrofe entre la conciencia y el aturdimiento, entre
la lucidez y el delirio. Ese tipo de poesía es la que me conmueve más
profundamente y la que he intentado hacer hasta ahora, dentro de mis
posibilidades.

Creo que hasta cierto punto busco la iluminación en la poesía.


También la consagración del hombre junto a las demás cosas del universo.
O bien, la lucha por alcanzar ambas. Ando buscando nuevos caminos a
partir de lo ya recorrido, quisiera reconstruirme en algunos aspectos,
mirarlo todo de nuevo bajo un nuevo prisma, aprender a hacerme necesario
y sentirme cómodo y satisfecho con lo que hago. Eso último es algo que
me ha costado mucho a lo largo de toda mi corta “carrera literaria”. Aún
así, insisto en tratar de conventir a mis textos algo hermoso y digno de
admiración. Hacer que mi verdad sea oportuna. El último tiempo he
intentado por todos los medios de perder un poco de grandilocuencia. Y
eso se me hace difícil, y prueba de ello son las enormes ganas que tengo de
decir que lo que me gustaría es Saber, en las entrañas del monstruo, que
Dios ha designado para mí una misión y que en algún momento saldré a
decir mi mensaje en la aldea.

Valparaíso, 2006

149
El mapa no es el territorio

De Calabriadas, Ed El Espejo de Tinta, Valparaíso, 2003

Advertencias del escanciador

Yo, escúchenme bien, yo me he sentado en las tabernas y en


los templos, en ciertos rincones del abismo donde son apariciones los
destellos a la mitad de eso oscuro que hunde.
Allí, en esos lugares de párpados cerrados, he conversado
amistosamente con ángeles borrachos y con demonios de luciérnagos
élitros.
Allí he reído con cada uno de los delirantes querubines, con los
súcubos y con los íncubos provocándome alegres carcajadas y llantos
jubilosos.
Ellos gustan de mi talante, de mi risa niña y grotesca, ellos se
saben mi miseria ebria y es por mí que se han sentado a la misma mesa: en
mi silencio se han reunido y han visto cuán poco pertenezco, cuán ajeno
soy a todos los mundos.
Yo creo que por eso les gusto, yo creo que por eso vienen a
reír conmigo, porque sobre mi calavera no pondrán bandera alguna y no
existe tremolar que me conmueva el corazón partido.
Traten de asirme y no podrán, no pertenezco a nadie, a nadie
he vendido mi alma y ninguno es dueño de mi ombligo: en mí aún se
retuercen esas fuerzas transparentes de las que bebieron los patriarcas y
los monstruos hace tanto tiempo atrás.
Yo sé muchos idiomas y me he entrevistado con infinitos
personajes.¿No les he hablado de aquel gigante enamorado de la
muerte?.¿O de aquellos dulces niños que venían desde tan lejos, desde
la destilería del rocío a darnos noticias de la luz y que fueron degollados,
oscuramente silenciados antes del grito?

150
Pedro Godoy

He hablado con tantos otros, con esa turba de arcángeles borrachos, con
esa crápula divina que me describió ciertos aposentos prohibidos en el
cielo, que me habló de los simples dédalos del fuego y de los sangrantes
aires y de sus callados secretos.
...lo que viene a cuento aquí es que soy uno de ellos y en realidad
todo lo que he dicho son palabras suyas puestas en mi boca.
Yo no he dicho nada, créanme: hablan tantos en mí...
Ustedes deben comprender entonces que no son contradicciones
las que creen ver aquí, son los testimonios diversos y cicatrizados apenas,
son los magullados delirios de seres distintos, de unos cuantos náufragos
friolentos, de uno que otro sobreviviente maltrecho entre los roqueríos.
Son ellos con los que me avengo mejor y son ellos los que hablan
por mi boca cuando mi boca habla, vaya Dios a saber por qué.
¡Ah! Y Él, Él ya no habla porque me salí por la ventana de su reino
a farrear con esa fauna hermosa y borracha, desprovista de desesperanza.
Le molestó que llegase a su casa sólo a dormir y decidió no
hablarme más.
Yo lo amo tanto, desespero por su totalidad, pero nací así,
derrengado y bufón de ánimas.
¡Me gusta tanto escanciar vinos de inmensidad, vinos baratos de
inmensidad junto a mis amigos!
Quien sabe, quizá un día de estos vuelva al redil, pero mientras
tanto no hay quién sujete mis harapos:
del grave silencio de Dios se ha hecho mi conversación, vengan y beban
una copa de mi voz en esta mesa.

151
El mapa no es el territorio

Heme

No hay nada que la tierra no haya dicho de mí, no hay nada


que me desconozca el aire, el agua tampoco ignora cosa alguna de mi
cuerpo.
Y para qué hablar del fuego, soy y fui del fuego.
Cierto es, he pasado demasiado tiempo en islas, comiendo flores
de olvido, chapuceando desnudo entre botellas de licores santos.
Soy un animal sin nombre, una martingala de relucientes greñas,
alegremente alada, con una sonrisa que despierta a los pájaros, con ojos
que hacen estremecer al mundo y sus andrajos.
Mi día es una fiesta donde la sombra busca a la luz para revolcarse
entre los follajes, donde las barbas encanecen contentas y los colores
brotan de los labios y de las lenguas.
Nací, según me han dicho, el primero para ser este último que
soy, en fecha sin nombre, tal vez con mucho viento y de noche.
Y dicen que ese día fue el primero, el primero en que todas las
cosas vieron la luz, porque yo vi por primera vez la luz.
Me han dicho que antes de que yo naciera, nada había nacido.
Me han ducho que hasta mi madre nació un segundo después que yo, que
el viento, que todas las cosas nacieron después que yo.
Sí, me han dicho que fue así, porque un segundo antes Dios y yo
éramos uno, mi madre, el viento, el pasado, lo que somos y seremos y yo
éramos uno, en un solo anillo sin acabo ni comienzo, con un truco de aire
que acariciaba nuestras espaldas y nuestros pechos, una terrible alianza
con la muerte y con la vida, con la memoria y el olvido, con los que me
encontraré después del después, cuando todas las cosas vuelvan a mí y yo
vuelva a todas las cosas.

152
Pedro Godoy

Poemas inéditos

Tres manchas del sol

¿Qué culpa tienes tú de haber sido violado por tu padre?


Después reclaman que uno les pega ¿Quién no ha recibido golpes?
Todos deberíamos recibir golpes ¿No somos la misma mierda? ¡Deberían
rajarlos a todos! Después violada, no sé porqué ni por quién, violada y
tratando de no pensar mucho, porque tuve que botar a mi hijo y seis días
después ya no pude aguantarme y fui a verlo: entre la basura estaba, con la
boca llena de moscas, medio morado y con los ojos hueros, nadie lo había
escuchado, nadie y con mi hermano quedamos moto y le pegamos al fome
del Jonatan hasta aturdirlo y después no sé porqué le cortamos la nariz y
las orejas, no salvaba a nadie el Jonatan, aunque igual nos fuimos en la
volá, con una piedra le dimos en todo lo que se llama cara, lo escondimos
con cartones, lo hicimos, si hasta poemas le escribía, había matado a su
hermano en el Huasco y ahora en Alcohuaz, andaba escondido y más malo
todavía, todos le teníamos miedo y yo sentía el poder del miedo y me
pusieron una denuncia y yo vi todo rojo, como si a la niña no le gustara,
así es que entré en la noche y después de haberlos matado a todos lavé el
hacha en el río y sentía como furia, fascinación y miedo de haber tomado
a la guagua y haberle quebrado la cabeza en el piso ¿Qué precio tiene la
carne hoy? Está barata, está barata y es que dicen que en la selva todavía
hay esclavos y que hay viejos culiaos que se violan a todas las mujeres y
matan a los hombres que se le insolentan, así es que que no me digan que
yo soy malo, yo no hacía nada que ellas no quisieran, eran niñas chicas,
pero eran calientes y harto que les gustaba jalar y hacían cualquier

153
El mapa no es el territorio

cosa, hasta tomar meado cuando estaban duras y todos sabían que yo
tenía como el diablo en el cuerpo, cruzaban la calle cuando me venían
con los tragos, y se dieron cuenta cuando empezó a gotear sangre del piso
de arriba, al viejo Antuco le cayó una gota en la mano mientras cosía un
pantalón, porque yo los descuartizaba, y después escondía las vísceras en
un frasco, las piernas y brazos en un cajón, la cabeza en la tina y nunca
he podido perdonarme haberle pegado el Sida, porque ella tenía un niño
chico que era su adoración y no tenía a nadie más en la tierra, a nadie más
y cuando muera el pobre niño va a quedar solo y no sé qué hacer, no voy
contarle, no voy a decir nada, porque acaso ¿No da lo mismo el infierno
que el silencio?

¿Qué culpa tienes tú de haber sido violado por tu padre?


¡Que nadie reclame por los golpes! ¡Todos deberíamos recibir golpes!
¿No somos la misma mierda? ¡Deberían echárselos a todos! yo sentía
que hacía frío y que me odiaban y no podía seguir soportando que se
burlaran todos los días de mí, así es que me los voy a cagar a todos y
ya no voy a sentir este miedo y esta rabia y todos se van a arrepentir y a
ver quien se ríe ahora, porque mi abuelo era marino y me llamaba para
tocarme y tenía una pistola y con esa les voy a dar, y decía que su hijo,
su hijito, se llamaba Milenko y ella era tan hermosa y nunca supe cuando
aprendí a amar como si odiara; ella traía los monos y los jalei, y en el
fondo los dos éramos unos cerdos, unos cerdos: le corté las piernas

154
Pedro Godoy

para ir a tirarla a ese peladero, al otro día no me acordaba bien si lo había


hecho o si había sido un sueño, la pesadilla de despertar debajo del puente
y no saber qué había pasado, con esa sensación, con esa terrible sensación
en el pecho, no sé porqué no podía tener erecciones, no se me paraba,
pero me gustaba ver a mi mujer con otro, con un compadre que también
me gustaba y con el que habíamos hecho un trato, eso me excitaba, me
volvía loco, pero un día supimos que ella nos ponía el gorro, también
se metía con el muy hijo de puta del Urquieta y entre los dos le dimos,
los pillamos en su casa, estaban desnudos, le amarramos las manos, les
sacamos la chucha, les quemamos cigarros en el cuerpo y les cortamos
la garganta, ¿a cuánto estamos? ¿a qué hora termina esto? porque mi
padre, siendo tan bello como era, era un borracho y estaba loco y llevaba
sus amigos a la casa
y uno de ellos se metía a mi pieza, eso fue muchas veces y yo no sé
porqué no podía contarle a nadie, después todos se reían de mí porque
era amanerado y yo tenía tantas ganas de llorar, tantas ganas de llorar,
cuando antes era: ¡todos al paredón! y los acribillaban a todos esos
conchadesumadres juntos y yo no me arrepiento, pienso que lo que
hicimos estuvo bien, mucha gente estaba esperando a que lo hiciéramos,
después tiramos los cuerpos en bolsas con piedras al mar, porque en el
fondo hay algo en el hombre, algo que lo hace así, somos así, todos, o casi
todos somos potenciales asesinos y es que era la miseria misma y habían
tantas moscas, la niña, la niña que era hija mía y de mi mismo padre
nunca creció más, y era como una guagua, pero tenía veinticinco años,
vivíamos en la nada, no sabía hablar, se hacía en los pantalones y

155
El mapa no es el territorio

tenía dientes, era como una guagua, pero tenía dientes, se paraba, pero
no sabía caminar, la sequía estaba matando a los animales, y al final ya
nos daban lo mismo sus berridos, porque en el fondo ¿No da lo mismo el
silencio que el infierno?

¿Qué culpa tienes tú de haber sido violado por tu padre? ¿Qué tanto?
¿Y a quién no le han dado? ¡A todos debieran darnos! ¿No somos la
misma mierda? ¡Debieran matarlos a todos! porque vivíamos en un
campamento minero y estaba maldito, cuando chico me cayó una olla
hirviendo y tengo 11 años y el 70 por ciento del cuerpo quemado y me
gusta matar gatos en el desierto y creo que cualquier día de estos voy
a probar con ese niño de los vecinos, por eso fue que mató a un amigo
en Copenhague, estaban tan drogados que nunca supo qué había hecho
en realidad y escapó y llegó a Valparaíso y ahora vende pasta y coca, y
fumamos con él y unos viejos culiaos de más de cuarenta años y apenas
sabe hablar español y yo sé que quiere morir, que lo único que quiere es
morir, así es que me acuerdo cuando pillamos a mi papá con su amigo,
a mi papá, que era tan guatón, con su amigo, y parece que a él le habían
hecho lo mismo que nos hacía a mí y a mi hermana, y ahora no son ni
las once veinte y ya quiero ir a tocarla, no debería hacerlo más, pero está
ahí, en su cama y la otra vez le pegué para que no llorara más, tampoco
pude aguantarme, ¿cuánto vale el pasaje? lo único que quiero es salir de
aquí, Cristo, que sufrió por todos nosotros, quizás sea el único capaz de
perdonarme por lo que hice: fue la angustia, yo estaba enviciada, con
el Pato no parábamos de fumar pasta, era lo único que queríamos hacer
y robábamos y empeñamos todo, todo, la tele, la radio, la ropita de la
guagua y estábamos flacos, grises, como descascarándonos y se nos

156
Pedro Godoy

murió, se me murió mi hijito, de hambre y debilidad, se me murió porque


los metimos a todos a un granero y eran como borregos y nada más les
faltaba balar porque apenas pusieron resistencia, a latigazos, a golpes y
para qué andamos con cosa, sentíamos gusto de pegarles, de hacerles daño
y verlos llorar y suplicar que porqué nos hacen esto, porqué nos hacen
esto, hasta que le prendimos fuego al granero y los quemamos a todos, a
todos y nosotros éramos pobres y yo siempre supe que no iba a soportar
más las humillaciones de la miseria y trabajé duro para salir adelante,
tuve que pasar por encima de todos y ayudamos a algunos y nos cagamos
a otros, pero después tenían que querer robarme a mí, hacerme leso y eso
yo no lo iba a aguantar: los maté a todos en la reunión y después me di un
tiro, porque en el fondo ¿no da lo mismo el silencio que el infierno?

157
JORGE POLANCO
1977
El mapa no es el territorio

Poética

En poesía es mucho lo que se puede decir y tan escasas las certezas.


Me cuesta creer en los poetas que piensan saber cabalmente lo que es la
poesía. Dudo incluso de su franqueza: me parece que un poeta sincero
reconoce la incertidumbre ante la creación, la comunión entre el silencio
y el tiempo. Aquellos que pretenden describir, usualmente prescriben
la escritura correcta. Pero nada es más tajante que la incertidumbre. La
supuesta distinción entre poetas académicos y autodidactas es al fin y
al cabo superflua: todo poeta es un autodidacta en la medida en que no
existe fórmula para escribir poesía, y es también académico en la medida
en que lee.
Basta con observar la milenaria poesía china para darse cuenta
de la modestia a la que nos remite el tiempo. ¡Qué estulticia más grande
pensar que se tienen dominadas las certezas del futuro! La cronología y el
deber ser nada tienen que ver con lo poético.
En mi caso, la experiencia temporal de la creación aparece muchas
veces traspasada por un susurro que decanta finalmente en guijarros de
experiencia. En la maduración de la palabra, el tiempo pareciera albergar
un cobijo insondable. El trabajo poético sustenta un sentido semejante
al de un alquimista: las palabras con las cuales se trabaja constituyen a
la vez a quien las ocupa: el poeta. Cada poema contiene la necesidad de
afirmarse a una palabra, inclusive a una sola palabra, y no desgarrarse en
el pasmoso desorden. De aquí germina el lugar de una constelación.

Valparaíso, 2005

160
Jorge Polanco

De Las palabras callan, Ed Altazor, Viña del Mar, 2005

La poesía nace de la fisura.


La realidad es la fisura.

161
El mapa no es el territorio

La poesía transita en la incertidumbre de permanecer errante. Las palabras


circulan unas tras otras, proliferando en el fastidio, a la espera de un
sentido o reclamando un sentido más potente; pero pese a la precariedad,
cuando la poesía se escribe no deja otra alternativa que continuar.

162
Jorge Polanco

*
A Pizarnik

Cada palabra ahogada


deja un agujero en la noche.

La muerte huele a cenizas húmedas:


el poema se escribe
no se puede hablar con claridad
y las palabras abandonan su centro.

Un vocablo no debería mencionarse


sin escuchar en la noche la ausencia
como un agujero en los ojos.

163
El mapa no es el territorio

En el espacio que las palabras cavan,


el silencio de las miradas traza la complicidad
de algo que no podemos decir.

164
Jorge Polanco

De El lugar de una constelación (conjunto inédito)

El lugar de una constelación

Nada/ habrá tenido lugar/


más que el lugar exceptuado/ tal
vez/ una constelación.
Stéphane Mallarmé

Las series se limitan en la hoja,


indagan la base en la cual el silencio amenaza
con la palabra sellada,
con el tiempo y el espacio buscando
el lugar de una constelación.
El horizonte se disipa en la sombra de un eco
los ojos reducidos a párpados depositan
sus vestigios en la sombra de la voz
Los ojos esperan en la oscuridad
la madrugada de una nueva estancia
descubren en lontananza la cicatriz de una nueva herida.
Pues toda poesía es una herida:
el peregrinaje de lo finito donde la nada y el ser se topan
la intensidad de la fuga, en el más hondo desgarramiento,
donde los poetas continúan la cadencia
perpetua del silencio en el tiempo.

165
El mapa no es el territorio

En vez de cenizas, hollín.


En vez del sol de la tarde, luz eléctrica.
En vez de la oscuridad, recovecos.
En vez de silencio, huida.
En vez de la esencia invertebrada, las líneas de la noche.
En vez de la desesperación, la incineración de la ceguera.
En vez del paisaje, el escarabajo recostado en la hoja.
En vez de la inocencia, el aturdimiento de la caída.
En vez de la palabra, la asfixia.
En vez del repliegue, el interior de las palpitaciones.
En vez del esplendor del día,
El poeta derrotado por el fragor de la noche.

166
Jorge Polanco

Vasta es la casa que conecta con los muertos. La música arrastra


su arquitectura invisible, no necesita de explicaciones. ¿Será verdad que
en esta época de espera ya no existe más que decir?
El silencio, allá fuera, inunda las habitaciones, y tú aquí sentado
deseas olvidarte un poco más de ti mismo.
El lenguaje se resiste a la gotera del reloj, conserva sus repliegues.
La paciencia teje la estancia dormida de las cosas. Los ancestros perduran
en los intersticios de la vigilia y el sueño. Como ahora: la luz / redondea
el espejo convexo / disolviéndose extenuada / al interior de su imagen
interna Revela / las múltiples formas de los rostros / el dolor del hogar
perdido / la oscura trama de la vida.

167
CLAUDIO GAETE
1978
El mapa no es el territorio

Consultado sobre su opinión en materia de poética, manifestó:


(Fragmento)

Imaginemos que hay allí una puerta, que se nos ofrece un abanico
vario aunque limitado de contraseñas. Que la historia nos respalda y que
por tales puertas y con tales contraseñas otros han entrado, mucho antes
que nosotros, a ese territorio de la gran ausencia que, reinterpretando a
Charlie, es lo más parecido al A.
—Bien, todo eso es mentira: nadie puede morir por mí
/ como toda poética es un himno secreto / como todo poema está hecho
de palabras corporales / como todo cuerpo es una historia / como toda
historia es un lúcido invento y es un sueño / como todo sueño es una vida
que no nos pertenece / y como toda vida que no nos pertenece es la única
que puede hacernos el A.

: el primer anochecer sucede al interior de las casas, en tanto


el viento se cuela por el quicio de las puertas y ventanas. Un hombre a
solas siempre estará más solo que el mundo a solas. Pero los hombres
resucitan, mientras que los pueblos, una vez han muerto, jamás gozan de
una segunda oportunidad en la tierra. La S. la creo el musinstrumento con
el cual, en medio de la noche de un país extranjero, un joven uruguayo le
dedica a su amada un tango que dice:
Gózame, he guardado para este instante
mi más bella y desconocida sonrisa.

Matadura—habré recordado esa misma noche—puede llamarse


la llaga que los aparejos causan a la bestia, esa llaga que todo débil corazón
es capaz de infligir sobre la piel de un corazón más fuerte. Así también
con las palabras. A veces es necesario que la mano derecha cauterice la
memoria, y otras resulta imprescindible que la mano izquierda la sangre.
He intentado ejercer ambos oficios, pero ser zurdo es algo que no se cura
sino con la presencia y la figura.

Valparaíso, 2006

170
Claudio Gaete

De El Cementerio de los Disidentes, Ed del Temple, Santiago de Chile,


2005

De lo que va es de un cierto paso


Morir para decir.
LEOPOLDO MARÍA PANERO

ALGUIEN NOS MIRA DESDE UNA VENTANA


mientras de noche atravesamos el Pasaje Tal Vez.
De nuestro lenguaje sólo quedan un par de vocales
unos cuantos colores
una máquina del tiempo.
¿Estás ahí?, decimos, a centímetros de tocarnos
¿estás ahí?, como quien pregunta por un fantasma.

Entre los edificios nuestros muertos son cuatro


son cinco que sobrevuelan la azotea y son seis
nuestros muertos son siete pájaros.
Tal vez un sí es un no te llames. Tal vez aquí
baje o te ciegue el laberinto:

—chaqueta de cuero y cámara fotográfica de los 50


riman; por el color, por la caída riman, pendientes
de la escoba frente al calefón hablan y se montan
se quieren estos dos muchachos:
cámara sobre chaqueta
(una sola huella para los que gimen)
torsiones sobre playa
(un cuerpo desnudo rima con otro cuerpo desnudo):

si ésta fuese tu primera imagen al recobrar la vista


no sabrías hacer la diferencia
no confundirías a los nombres
con los hombres.

De lo que va es de un cierto paso, de lo que va es de un cierto no

171
El mapa no es el territorio

de lo que debe ir, con estas palabras, es del no saber adónde ir:
hoy desperté convertido en un insecto y miré la ciudad:
cantaurias y lucecillas, alacranes y callejones, libélulas y escaleras
—wanderer / eco del merodeador.
Nos hicimos máscaras de yeso y pedimos a la noche las secara
nos hicimos máscaras y al día siguiente las máscaras sangraban.
¿Dónde viven nuestros muertos?, preguntó uno, tocó la sangre de nadie
y se oyó que él mismo respondía:

nuestros muertos viven en las palabras, nuestros muertos mueren en las palabras

decirlo es improbable y atestiguarlo es improbable


lo es por ejemplo un arrayán entre las aguas del río Yelcho
Conguillio y la astromedia de la cascada (a 20 metros de altura)
mientras un cóndor dibuja un arco sobre el acantilado
y una pareja de turistas especula el precio de una parcela por estas
paradisiacal lands:
—lo que me representa es improbable

los grandes peñascos se mueven al ritmo del tiempo


pero tal parece que las piedras menudas se mueven a un ritmo
parecido a la espera, parecido a la esperanza de reconocernos
cuando hayamos fijado las apuestas y olvidado por completo el punto de partida
el motivo del juego
el sentido de nuestras risas.
Desde entonces unas y otros
aparecen en mis sueños bajo la forma idéntica
de un temporal de voces tras el polvo:
allí, al oído
alguien me traduce toda historia por un torneo de relatos
un ejército móvil de artemias improvisaciones imágenes de sí
compitiendo por el premio de la realidad

172
Claudio Gaete

—una novela publicada por adelantos periódicos


semejante a la espera, semejante a la esperanza de reconocernos
en un aviso de tronadura, en una cita consigo mismo

un punto de partida y tal vez


una risa ligeramente contagiosa:

el viento va tocando las casas


va mojando y abriendo y calentando va las puertas de las casas
corredores libreros ventanas sopla hondo su boca honda
y el cielo del viento va girando poseso
color de leña putrefacta
avance que la piel conoce
lecho de aire
contra materia palpitante
grandes peñascos
contra piedras menudas que sin saber deslizamos.

(Constelaciones y consternaciones en un sofocante paisaje mental.


Una estrella se desprende:
acabo de olvidar a alguien para siempre.
Tendré ahora un nuevo espacio que desear y así—Ballesteros dixit—
voy dejando todo atrás para ganar este desierto).
Si de mí dependiera

sólo lo confuso conoce lo confuso


no escuchando, mi buen dios, mi pájaro innumerable
no escuchando sino siendo hablado
—nyğde
(en ningún lugar, en ruso): nómada oficio ir
hasta la página ciento seis de los libros y dar
con la astromedia de la cascada / algo inolvidable

173
El mapa no es el territorio

que yo podría reducir a lo siguiente:


pasó un angelito

va de vuelo entre las cosas más comunes


un cordel, un trapo estilando, un poco más allá
la estela de un lobo dibuja la sonrisa de tu padre
—nyğde:
en ningún lugar, en otro idioma.

Pasó un angelito:
el silencio es un niño muerto

su Matriz dispone ya de imágenes extraviadas y ahí


ni que decir tiene que han sido concebidas ésta y todas las ciudades.
Que el suyo sea nombre de iglesia colonial
sinónimo del útero, contraseña de la tierra
eso no tiene ninguna importancia:
el eco
es un acto de memoria
una vocal que persistiendo es un color distendiendo el pasaje hacia la sangre general
un color que es un sentido
un acto de interrogación
que se reitera o se responde
o se relega o se recoge
o se resarce o se requema
o se reparte o se refrena.
El eco es una traición necesaria, una versión sumaria
de la muerte.

De lo que va es de un cierto no, de lo que va es de un cierto paso


el mapa del merodeador dibuja mapas de merodeadores
telarañas de tinta sobre un aire

174
Claudio Gaete

una página de gotas frías de aire mancha


el mapa del miope dibuja mapas de miopes
telarañas de bruma sobre la tinta
una página espesa de ciudades sobrepuestas
deshace el mapa y disgrega lo deshecho y desnuda
la corriente arrastra el mapa y los idos la cabalgan
—a esa hora
justo a esa hora
el merodeador espera por ti / schibboleth
donde tú sabes.

No es que esté vacío el horizonte, sólo está oscuro.


Cuando hayamos fijado las apuestas y olvidado por completo el motivo del juego
nos las habremos con el aspecto transitivo de la caligrafía:
el eco de quién
a veces busca melodías

que llueva en las artemias, que las casas se levanten


y notas de barro, y caras de aluvión, los instrumentos no dejen de jugar
consternados y confusos / concertados y profusos
el día caiga donde la música nos mire
hombre y nombre
huya mientras callemos y no quiera de nosotros un oído.
Unos cuantos colores
un par de vocales
un alzamiento nos pida que de niebla brindemos viento y materia
máscara y materia
alimento quebrado a la sombra del fin
—alguien
algo que tras una ventana yo podría reducir a lo siguiente:

ves venir un tren pero quieres ver la estación en que lo ves venir

175
El mapa no es el territorio

ves un paisaje en fuga pero quieres ver el asiento del tren desde el que lo ves en fuga
el Cementerio de los Disidentes, dijo uno, tocó la sangre de nadie
y se oyó que él mismo hacía el eco:
el Cementerio de los Disidentes
fue uno de los que cayó el temporal hace ciento cincuenta años
un desparramo de esqueletos que apellida y rompe este jardín.
No escuchando
sino siendo hablado.

Desde entonces unos y otras inclino en cursivas inaudibles

aprieto en comillas inaudibles, en silenciosos paréntesis


retengo la polea de los cuerpos.
De lo que va es de un cierto paso, de lo que va es de un cierto no
de lo que debe ir, con estas palabras, es del no saber adónde ir
—cantaurias y alacranes:
abracadabra libro de las alas: este librofiestadedisfracesycontraseñas
óigase luego búsquese, cántese luego ofrézcase, tóquese luego piénsese

cuerpo tendido hacia lo inmenso


cuerpo tendido hacia lo inmenso es piedra
cuerpo tendido hacia lo inmenso es piedra mordida a cielo adentro
un feto negro
un feto negro nos interpone la luz del mar
la luz objetiva del mar objetivo nos interdice un objetivo
y negro feto:

el aviso de tronadura: el área de servicio: la risa contagiosa: la escalera


de Jacob: el eco de quién: la incoherencia de la elevación: el nyğde: la
Matriz: el óbolo: la artemia: el mapa del merodeador: el Pasaje Tal Vez:
la delineación del terreno del tabernáculo: el recuerdo de la manifestación
contra el directorio de la Asociación de Árbitros: el angelito: la

176
Claudio Gaete

numismática: el pájaro innumerable: el schibboleth:

il y vas d’un certain pas.

¿Estás ahí?, decimos


y para decir morimos
a centímetros de tocarnos.
¿Estás ahí?
como quien pregunta por un fantasma.
De nuestro lenguaje sólo quedan un par de vocales
unos cuantos colores
una máquina del tiempo.

177
KAREN TORO
1980
El mapa no es el territorio

El hermoso resultado de un trabajo límpio

A mis siete años un poema era un conjunto de palabras que


rimaban; y en el colegio recuerdo haber recibido más de un aplauso
por haber recitado las hazañas de un héroe de la patria. Jamás tuve la
inquietud de escribir, hasta los quince años; pero, ¿cuándo se comienza
a escribir realmente?, ¿en qué momento aparece una conciencia ante lo
escrito?. En colegio de monjas, un poema a la virgen, o simplemente a una
mujer, a una madre, a todas las madres. Ése es el poema, el que después,
mucho después, se lee y sorprende, y encanta, y enferma indefinidamente.
Entonces, me preguntaba cómo escribí yo esto. Ése es mi primer poema,
el que salió de mí, pero salió de otro.
Al comienzo está la emoción de lo nuevo, después aparecen las
formas y el lenguaje, la duda ante el papel, las palabras que van devorando
a un ser desnudo que tiene un lápiz en la mano, alguien que recuerda lo
leído en la noche anterior, y se pregunta por qué no escribe así. Y así es
al principio: se trata de ser alguien más. Yo quería ser Benedetti a los
dieciséis, cuando Santiago, mi profesor, me recomendó leerlo. Luego
quise ser Vallejo, y así tantos otros. Hasta que leí a Jorge Teillier; entonces,
sólo entonces, tuve deseos de ser yo, con las influencias que ningún poeta
puede negar, pero yo, y desde mí.
La poesía es el hermoso resultado de un trabajo limpio: lavar la
fruta preferida y comerla, sintiendo en su sabor la dulzura del árbol que la
ayudó a ser lo que es. Mi poesía sale de mis árboles, tras la ventana que
veo al despertar, de observar eso con asombro de niño inquieto, que se
asusta y se maravilla con la niebla nocturna, y ante ese espectáculo llora
de pánico y alegría. No escribo mucho, soy un jardín con flores pequeñas
y escasas, pero amo cada palabra que escribo y trato de cuidarlas como
si fueran delicadas criaturas y trato de que sean bellas, aunque dependa
exclusivamente de su naturaleza. Me agrada este trabajo involuntario, me
agrada llamarlo trabajo, sobre todo cuando mi poesía crece, cuando ella
habla por lo que yo no sé decir.

Valparaíso, 2002-2006

180
Karen Toro

De El silencio crece en el jardín, Ed Gobierno Regional de Valparaíso,


Valparaíso, 2002

Todo el verano

Me encuentro mucho más acá


de los árboles que frecuentan tu nombre.
Mis signos deslizados en la tierra
ya no sirven para adivinar las palabras lejanas.

A mi parecer
la distancia se nota
al momento de abrir los ojos:
mientras tú miras un bosque que te habla
yo veo el mar
que me anuncia una estación nueva y primera.
Tú entiendes lo que digo,
tú sabes que esta lejanía nos derriba el mundo
este viejo cuento llamado mundo
que nos habita
que nos vela la noche,
el sueño.

181
El mapa no es el territorio

Las sombras nocturnas

Perversa esta tristeza a tajo abierto


que me vuelve niña
mientras invoco a la mujer,
mientras voy tentando con la boca cerrada
a un hombre que me causa terror.
Y aunque parezca salvaje
me deslumbra ese miedo,
esta criatura que no dice,
que olvida con el viento,
que al mostrar bien abiertos los ojos
siempre me gana.

182
Karen Toro

La derrota

Mi vergüenza
es vergüenza de largo alcance,
es natural
y se desviste en secreto.
Tenemos miedo ella y yo
en lo cubierto de la media luz,
esa ambigua media luz
que puede serlo en pleno día.

Le temo al bisonte dibujado en mi pañuelo,


la hermosa bestia
que me perturba, antes de ir a buscarlo.
Pero qué es un montero
sin una linda obsesión
que le mueva el olfato y el gatillo,
aunque ese rito de paños y sangre
sea también la deshonra:
un cazador no debería admirar tanto a su presa
un cazador no debería llorar cuando dispara.

183
El mapa no es el territorio

Poemas inéditos

Labor primera

Aprendí a escribir después de amarme,


después de hablarme en el espejo.
Solo para mí.

En sueños comencé a dibujar mi nombre.


Con humo y con tiza,
con paciencia
lo deslicé por el aire.
Logré decirlo con suavidad
pronunciando cada sílaba
con plumas bajo la lengua,
con sonora frescura.

Mi nombre fue la primera lección,


el primer espejo.
Ya no sé dejar de nombrarlo.
Ya no sé dejar de escribirlo.

184
Karen Toro

Placer de pradera

Por él rogaba en vano noche y día,


y hasta en sueños mi voz le amonestaba.
¡En vano!, que mis ruegos no atendía.
La Divina Comedia,
Dante Alighieri.

Toda yo
estallando en la mirada breve,
en las flores que corté
jurando cerrar los ojos.

Toda yo,
mis miradas:
criaturas suaves
que se alimentan con tu espesura.

185
El mapa no es el territorio

La sagrada escritura

Nadie dijo “Hágase la Palabra”


pero la Palabra se hizo:
una criatura suave,
una bestia de luz y veneno.
Bajó hacia el poeta,
hirió su lengua con arena caliente,
abrió sus manos con mordidas furiosas
y el poeta desamparado, en la noche,
se guardó en el aliento de esta fiera
y la vio hermosa, helada,
dormida en su sueño feroz.

Entonces el poeta ardió en un galope generoso,


en un incendio de espejos
y en medio del delirio dijo:
“Hágase la Escritura”
y la Escritura se hizo.

186
RAIMUNDO NENÉN
1983
El mapa no es el territorio

Reflexión en prosa a manera de poética

Quisiera citar algo que leí en un libro de Ana María Shua titulado
“Botánica del Caos”, pero el libro lo vi sólo en una ocasión en casa de una
amiga y ahora no lo encuentro en internet. Lo diré a mi modo.
El lenguaje es una herramienta de estandarización que limita
la percepción. El lenguaje intenta ordenar el mundo que en realidad es
caótico. Para el niño deslenguado cada manzana es peculiar y alberga otras
muchas peculiaridades, pero desde que grabamos en nuestra conciencia
el ideal de “la manzana” dejamos de sentir sus peculiaridades y entonces
sólo la asimilamos dentro de un mapa de significados lingüísticos bastante
poco sexys, sensuales.
La poesía abre grietas en las paredes de la cuadrícula
estandarizadora... su húmeda calidez deshace los mapas, dejando señales
de ruta para un plan de fuga. La poesía es mi intento por reintegrarme con
vocablos o sin ellos al resto del flujo de la vida de este planeta. La poesía
es la vida que fluye libre fuera de toda cuadrícula y más allá de toda
comprensión: sólo belleza, creación continua, caótica y oscura como el
Tao. 19
El universo es esencialmente mágico y la poesía es magia. Un
poema podría funcionar como un conjuro. Rimbaud soñó con el texto que
cambiaría la realidad.
Me niego a ser parte de la institución del arte. Un arte, una
poesía, que se desarrolle como una esfera institucionalizada y aparte de
la realidad, es realmente una tragedia. Nada más triste que un espectador
mirando tras el vidrio la representación de lo maravilloso que su vida a
perdido. Si mi poesía fuera un cuadro en un museo incitaría al espectador
a romper los vidrios que lo separan de su belleza.
Quiero escribir una poesía que excite la búsqueda apasionada de
la vida y su belleza sin sentido o no quiero escribir nada, y sólo dejarme
acariciar por la poesía del viento, los rayos del sol y tu sonrisa, y el
silencio.
Valparaíso, 2006

188
Raimundo Nenén

De La Poesía ya no es Poesía, Ed Brujas-Harijan, Punta Arenas, 2001

Nada épico que contar

colillas de cigarrillo reposan dentro de una lata de atún


las cenizas de algún ángel muerto
se adhieren al sudor de mis manos
y yo estoy entre mis uñas junto a la mugre

189
El mapa no es el territorio

La Balada Realista II

desperté en otra casa


con una coca cola, un vaso de vidrio, un encendedor,
una cajetilla de cigarros, una tableta de paracetamol,
un macetero con flores y plantas de plástico,
dos envoltorios de chewy vacíos, un control remoto,
un envoltorio de galletas de soda con dos adentro,
hojas en blanco, un disco compacto,
accesorios para el cabello, restos de hojas de cuaderno,
una batería, un lápiz delineador,
botones, un envase de yogurt dietético vacío,
una cuchara sucia y un coyac a medio comer a mi lado
desperté en otra casa
y un gato me arañaba la psique
mientras yo disfrutaba de un cigarrillo
desperté en otra casa
y estoy solo,
sin nada más que hacer que escribir estos “versos”

190
Raimundo Nenén

Generación

somos la generación X
una generación de porros y desencantados
una generación de adictos a los videojuegos y a la TV
adictos a las drogas y el alcohol
a los libros o a los juegos de Rol
somos la generación X
nos sentimos libres con el deporte
o mirando revistas pornográficas
nos dedicamos a escuchar rock
o a simular que lo escuchamos
a bailar en discoteques
o decir a nuestros padres que vamos a bailar
somos la generación X
hablamos de revoluciones pasadas
y esperamos que alguien haga una por nosotros
somos scouts los sábados y los domingos asistimos a misa
nos sacamos el servicio militar con mentiras
y nunca damos la cara
somos la generación X
nos cambiamos de uniforme todo el tiempo
uno para la familia, otro para el colegio,
uno para nuestro pasado, otro para recitales o bailes
somos la generación X
todos hicimos nuestra primera comunión
pero todos sabemos que ya nadie cree realmente en dios
hablamos sin tener nada que decir
cerramos los ojos habiendo mucho que ver
somos la generación X
adictos a pantallas y teclados, a IRC, a la cafeína y al tabaco
somos la generación X
Ábranos las puertas!

191
El mapa no es el territorio

De Viole su alma mater: una comedia amorosa para las masas (conjunto
inédito)

II

Era jueves. Un jueves como cualquier otro, como lo fue ayer o como lo
será mañana. Un jueves lleno de transparencia y ventanas azules. De
humanos escuálidos pintados de ciencia.
Salía de mi casa sin sospechar que aún estaba adentro, lo más adentro
posible.
Así conocí a Raquel o a Gabriela o a Carla o como prefieran llamarla.
Cada vez que sonreía sus pómulos blanquecinos rebasaban su rostro. Y no
es que ella tuviera mirada de gato sino que su mirada en sí era un hermoso
felino de pelaje corto y liso, blanco como sus carnosos pómulos, siempre
atento a las alarmas del convulsionado siglo XXI.
Existía una inmensa laguna capaz de ahogar a cien arquitectos entre
nuestros sexos.
Era algo así como una de esas películas opacas con música electrónica
que parecen eternos diálogos entre angelitos volando bajo.
Yo seguía adentro, pensando en el amanecer en Shailot1.

192
Raimundo Nenén

IV
La mierda la encuentras en ti, en tu casa, en la
cara de tu amada
(Rodrigo Urzúa)

Pero si es que mal no recuerdo el viento ya no grita no escucha no es


hombro. Y es como un juego de niños como una llovizna porteña lo que
uno tarda en comprender cómo van las cosas. Nunca le pedí ni a mis
padres ni a mis maestros que me enseñaran a volar.
Y se torna decadente el no querer dormir para respirar más de su aire. Para
conscientizarse aún más del temor en su piel.
Pero de pronto despiertas otra vez y ella es tan pura y sigue ahí tan pura.
Y nos conmueve de verdad no como las ancianitas o las moscas. Nos
conmueve la no conmoción en las hadas de cerámica que lleva por ojos.
Nos conmueve el pálido palpitar de su corazón. Cómo no iba a querer yo
el rocío de las olas sólo para los dos.2
Y mis manos de nuevo en su cintura en sus piernas. Y un cristo oxidado
en sus labios.
Piensa en el mundo como en una estructura y yo en lo que menos pienso
es en el mundo. Pero nadie se da cuenta. Es indiferente a mis caricias y
me habla de dios.

193
El mapa no es el territorio

tres

aquí tras repetidos simulacros de creación


me presento como diga el curita
el cura de mierda
el pedazo de mierda
mientras en el cd-player sucias tonadas primermundistas
-los de allá practican estar tristes y vivir criminales-
y es que me conociste esperando
mirando el arrebol desde las aulas de cristo
esperando que te acercaras y me preguntaras qué esperaba
entonces yo respondería
que sin tiempo ni anemia
aún no habría leído a Cioran
y que tus ojos te ocultaban viva

seguro han pasado meses quizá años


pero como yo he esperado allá siguen practicando la tristeza

ahora nos caminamos por sobre casi siempre las mismas huellas
y almorzamos callamos y mentimos sobre la misma mesa
pero la ventana -ya dentro sin cristo-
nos arroja a la vista el valparaíso del 2003 e.c
que es idéntico al de 1994 e.c.
los mismos aluviones las mismas protestas

es posible que si el cielo de la Patagonia


no hubiera sido tan hermoso tu tampoco lo hubieras sido

194
Raimundo Nenén

ocho

lo putrefacto ya no es tema
ni el amor a los dioses ni a los hombres
ni el odio en todos sus colores
la soberbia el orgullo
el tema ya no lo despiertas
no lo galopas
bailas
eyaculas
sudas
abrazas
acaricias
escupes
porque el tema ya no tiene nada
que ver con el amor o con el odio
ni con el bien ni con el mal
el tema eres tú
tu ropa interior escondida donde nunca la lancé
una ojeada a la política con poca gana
la lectura comprensiva a la zoología
y tus labios siempre más allá
el problema del poder y de la falta de poder
la biblia como novela erótica
y mis caricias entre dulces y saladas a un paladar muerto
la negación del hombre por el hombre
del hombre por el hambre
del hambre por el hombre
y la búsqueda de otra sonrisa
menos y más comprensiva
bajarte de la cruz para ofrecérmela
el tema eres tú
que nada que ver contigo tienes
comiendo el fruto perdido -prohibido

195
El mapa no es el territorio

del paraíso que otros -no nosotros- guardaron -no yo-


pero que yo encontré en mi bolsillo por debajo de ti.

Notas:

1
Shailot: Dícese en jerga de todos los pueblos del cono sur de América Latina ubicados
más al sur que las islas de Chiloé y la ciudad de Puerto Montt.
2
“fucking ocean” (Ozzy Osbourne, de The Osbournes)

196
ALBERTO CECEREU
1986
El mapa no es el territorio

Poética

Los sujetos se levantan y hablan.


Irrumpen imágenes como en silencio, y el todo aclara como el
fin de un método incógnito. Es por eso que la poesía, al igual que un ritual,
compenetra progresivamente al escritor a través de pasajes personales, en
el cual aparecen los fantasmas, los miedos, los ahí. Sin embargo, como
un canto a la irreverencia, el poeta se suicida cada vez que escribe en
la disolución del pensamiento. La poesía no es pensamiento, ni mucho
menos conocimiento, a lo máximo, el reflejo de lo real. Son retazos de los
sueños, de la racionalidad telúrica, destellos, aún, de pulsiones reunidas
en una vista.
Por eso me miro en las maderas buscando el reflejo, con la fe
puesta en duda. Mas creo en la turbulencia de las palabras, me hago
sacerdote de la alegoría, mendigo de mis propias ceremonias meridianas,
disidente de lo mío.
La trascendencia de los ahí es el vago recuerdo de lo cotidiano,
pero es el espíritu de las palabras. Claramente, totalmente lúcido, la
poesía es el gran mar de las contradicciones, la arquitectura de los
errores, pero también las visiones holísticas de los mundos, el sendero
de las abstracciones, la transmutación de la conceptualidad lingüística, la
reinvención de la redención divina.
El murmullo es como la clave en un poema, de ahí que se
construye un lenguaje determinado por el poeta. El murmullo de los ecos,
porque eso somos; somos un eco en la construcción de los gritos. Nada
más, en los ahí, que la sangre coagulada de un trauma verbal.
Por eso escribimos; para no morir en la trascendencia de los
ahí.

Quilpué, 2006

198
Alberto Cecereu

De Noticias sobre la Inmanencia, Ed Altazor, Viña del Mar, 2005

Hipótesis histórica

después
dirán en la esquina última de los tiempos
tiempos remotos
producto del prisma cegador de la historia
que el amor prevalece
después
del fallecimiento mortal de la sangre y el
cuerpo

199
El mapa no es el territorio

Bursátil

manejas el sentido de la vida


al sonsonete de la máquina impresora:
billetes verdes
y verde te mutas
muriendo en la paráfrasis del éxito

200
Alberto Cecereu

Nótese: sufrimiento ajeno

el tiempo no se detiene
mientras
comienzas a pudrirte
entre mis brazos
y yo sollozando
miro y observo hacia la vida
que dejamos tirada en el desierto de la adversidad

201
El mapa no es el territorio

Urbe

resurgirá el canto al final del día


y sentado a la deriva del lago comenzaré
a internarme salvajemente en el tráfico humano
de la ciudades

el árbol a tientas cae el río en posición extraña se extingue


los fósiles
con miedo se vuelven polvo
y el polvo
mudo entre tanta ruido
se esparce

se esparcen los momentos


se esparcen mis risas
se dividen y cómo se difuminan
entre la acuarela de recuerdos

se van mis amores en el desaliño de la lluvia


y corren hacia abajo deslizándose por entre las calles
el cemento escabroso reduce mis pies
y succionan
lo que resta de mí

corren hacia abajo


y terminan en el alimento de una raíz
particular y extraña
situada en el fondo de la ciudad

202
Alberto Cecereu

Observación a un caminante ciudadano

aunque las gotas de una lluvia ultrajada


comiencen a caer sobre sus lentes
su corbata consigue situarse entre la
formalidad del señor antiguo
puede penetrar entre las calles
tocar el carbono del aire
con sus mejillas
gas que desprende sus manos
sorteadas a la magia de la condición matutina
en recolección de polvo
y de polvo su cuerpo

203
El mapa no es el territorio

Razones
a sergio muñoz gabriel cereño

un poco más abierto el instante


y el instante transformado en
silencio profano de conversaciones
matutinas
donde se pregona
se anuncia
que el agua que emite ruidos
en la esquina de la casa
son lágrimas sudorosas del vacío
y por eso se murmura lo que hablamos

revolotean fotografías
en el viento que se manifiesta
ante el instante
y ante nosotros
meros espejismos del ejemplo llamado
individuo
se pregona
se anuncia
un poco más abierto

204
III
ALEJANDRO CERDA
1972
El mapa no es el territorio

La Otra Realidad

Mi poesía postula a un acceso hacia la otra realidad, entre el


paisaje urbano y el territorio de los sueños, en la comunión con el otro
que nos devuelve nuestra propia imagen, a través de la búsqueda de la
palabra a partir del silencio y haciendo una conexión intertextual con el
concepto japonés del arte de sugerir la sencillez por medio de un juego
con elementos de la naturaleza, para dar a conocer la maravilla de la
belleza en lo sencillo y lo cotidiano. Así se fundamenta una poética, en el
desdoblamiento de los sueños dentro de un mismo sueño.
En el urgente hoy, es importante destacar que mi poesía busca
comprobar que nos enfrentamos a situaciones que parecen mostrarse
por primera vez, situaciones no vistas antes y que pertenecen al mundo
incógnito de la verdad, perseverando en la naturaleza, en busca de la
imagen del Otro para encontrarse, finalmente a sí mismo; siendo ésta
una estética que se ampara bajo lecturas orientales, imágenes fílmicas y
disciplinas como el Zen y el Tao, dando así una instancia de unión entre
el sueño y la vigilia, propiciando una fragilidad que profundiza en la
sencillez.

Viña del Mar, 2006

208
Alejandro Cerda

De Ikebana, (conjunto inédito) 1

El ritual del té

Chuang-Tzu
y la mariposa que lo sueña

El monje pinta untando con té


una seda japonesa,
soñando con una bailarina de cristal
que danza sobre la palma
de un emperador que quiere ser mariposa.

Entonces el uno se sueña dentro del otro,


el monje danza
dentro del cuerpo de la bailarina,
la bailarina eleva oraciones a Buda
dentro del cuerpo del monje.

Así el ritual se completa


como la anciana contemplación del guerrero
a su armadura desnuda,
como los puentes elevados
sobre los jardines de la ciudad prohibida.

Lento es el viaje del té


cuando derrite la miel
dentro del sueño de las flores,
profundo es su aroma
como la delicada piel de la bailarina,
infinita es su sabiduría
como la esencia del monje
contemplando el silencio.

209
El mapa no es el territorio

Entre los árboles


a Colomba y Almendra

Entre los árboles


mi hija no es más que un sueño
que aparece y desaparece.
Es la dicha inexplicable
que nos abandona y nos visita
sin término.

Una gran multitud de árboles


moldeando el silencio por las tardes,
la paz de una cama de hojas
para la siesta del verano.

Resucitar para habitar


sus ojos llenos de flores,
perderse entre las sombras de los árboles
para ser rescatado
por el murmullo del viento.

210
Alejandro Cerda

Benarés

Cuando las fogatas aparecen al caer la noche


las piras se alargan a través de las oraciones
y lo que percibimos como un manto mágico
es un cuadro más profundo
donde se agita la vida que expira en el Ganges.
Pero hemos adquirido el insólito poder
de cantar junto a los muertos,
verlos desvanecerse junto a los matices
que se desprenden de las mandalas encendidas.
Ahora que todo está visto
podemos descansar,
podemos dejar que nuestra alma
atraviese tranquila por la respiración de los sueños,
que nuestro espíritu navegue
como una semilla esparcida
en un lugar más allá de este mundo.

211
El mapa no es el territorio

Carta de Berta

Jugábamos con mi hermano Fernando


a quién podía tener los ojos abiertos
por más tiempo.
Después el sol nos iluminaba los ojos
como espejos en una fuente china
y al mirarnos tanto rato
podíamos vernos el uno dentro del otro.
Dimensión inigualable
era el viajar por los ojos,
fijar la vista hasta perderse
en la misteriosa identidad de los sueños.
Pasábamos por mucho tiempo
con los ojos intactos
hasta no saber
si abrir o cerrar los ojos
era la entrada o la salida.

212
Alejandro Cerda

Recordando la lluvia

Recordando la lluvia
de la casa de tu abuela
navegas como un barco
en busca de algún reflejo
que te traiga de vuelta a ti misma.
Y de cierta forma
te vas quedando en mí
como un hondo sueño
que te habla al oído
para decirte que eres otra.

Vas de una casa


que no es tu casa
por el tablón que la lluvia
va tallando con el nombre
de alguien que amas
pero no conoces.

Luego el cansancio del día


te cierra los ojos
y te vas quedando aquí
como si una parte de mí
que había perdido
fuera recuperada
en tu sueño.

213
El mapa no es el territorio

Pacto antiguo

Creo que algún día dejaremos de escribir.


Y lo sabremos
porque habrá signos
donde ahora existen puertas y ventanas,
habrá manchas
agrietando el trasfondo del tiempo
y rostros cayendo sin gravedad
sobre la violencia de las máscaras.

Pero aún así


soñaremos con lo que no escribimos,
soñaremos con el pacto no cumplido,
soñaremos con rehacernos
para escribir todo de nuevo
si fuese necesario.

Notas
1
Cuando esta antología estaba en prensa, Alejandro Cerda publicó los
poemas que aparecen en estas páginas con el título genérico de Contemplaciones.
En la presente selección mantenemos el título con el cual conocimos estos textos,
queriendo mantenernos en la atmósfera original de su selección. (N.A)

214
GLADYS MENDIA
1975
El mapa no es el territorio

Mi poética

(…) En todas las culturas está el mismo ser humano, sólo que bajo
diferentes circunstancias, interactuando con diversos códigos y formas
externas; es apasionante ver lo que nos une, sobre todo en esta época
donde nos bombardean con aquello que nos divide: clase social, raza,
religión, partido político, filosofía, y un largo etc. Una buena medicina es
la poesía, ese lenguaje peligroso que nos desnuda de los paradigmas.
La misión es elevar el estado de conciencia por la palabra escrita
y hablada, no podemos negar su presencia creadora: lo que se gesta,
mantiene y destruye tan sólo con recitarla. También es importante recordar
quiénes somos en realidad; que podemos trascender los estados densos de
la materia y llegar al ser, fuente inagotable de poesía. Tengo la convicción
de que todos estamos entrelazados, sólo que los sentidos externos nos
hacen creer lo contrario, es el sutil velo de la ilusión que distrae la mente.
El lenguaje poético funciona para lograr la materialización de la unidad,
es un instrumento en la evolución, en el gran salto cuántico que viene,
que se está gestando. Desde siempre este lenguaje ha tenido una función
esencial para el ser humano, muchos poetas a través de la historia, nos
han hablado de la poesía como ente transmutador y hasta como tabla de
salvación, al ser una especie de terapia en algunos casos extremos.
Busco situarme dentro de la poesía visionaria, entendiéndose por
esta a la poesía que produce un estado, un despertar, una visión. Con
el lector espero un clip vibracional, un descubrimiento que no tiene por
qué ser inmediato, puede quedar dando vueltas alrededor y luego explotar
adentro.

Santiago, 2006

216
Gladys Mendía

De Viento estático (conjunto inédito)

Uno

Todo es mi reflejo transformado:


puedo tocarme en las rocas
puedo observarme en la luna
me oigo en el río
y sigo susurrando la sílaba semilla.

217
El mapa no es el territorio

Génesis

Abre el lenguaje del inconsciente


todos los diálogos del sueño
las cinco puertas de lo uno y repite:
la sagrada incoherencia del mundo es perfecta.

Invoca las fuerzas del juego sin fin ni final


donde no hay palabra articulada
y el pensamiento se desconecta
de su habitual condena.

218
Gladys Mendía

Almuerzo

La luciérnaga
es la medida
del fuego de mi plexo,
enciende
cuando el sol
se abre meridiano,
lo alimento
de pimienta negra,
se crece
en naranjas
y amarillos
recorriendo
el sagrado canal,
cuando llega
a los mil pétalos
es volcán violeta
regresando a su fuente.

219
El mapa no es el territorio

Alto

Vibrando
que es lo mismo que volar
encuentro
la mano
de las nubes.

220
Gladys Mendía

Ida

Se me fue el tema
por varias corrientes
ya no sé si es el sol
o es el trueno
quien me llama.

¿Quién me llama?

No sé que voz escucho


o si escucho
voces de montaña
prendiendo en el mar.

Ahora la poesía me salva


o yo la salvo a ella
o nos salvamos las dos
en un abrazo desesperado.

221
El mapa no es el territorio

Yo

Soy
la primera persona del singular,
estoy conjugada y juzgada
en tiempo presente,
a veces me enuncian
en un pasado perfecto,
entonces viajo
y no quiero volver.
Los adjetivos me persiguen
para bien y para mal,
es extraño,
me dan cualidades
luego me las quitan,
me construyen,
analizan
y borran.
Me convierto en pronombre
para el plural
de los nombres propios
que no quieren conocerme,
que les da miedo quererme.
Los ar, er, ir
me acechan,
me dejan ando, endo,
me agotan
con sus interminables acciones
condicionadas y justificadas.
Me hastío de todo esto
y sólo quiero ser.

222
FLORENCIA SMITHS
1976
El mapa no es el territorio

Escrito en el cuerpo: poética

Pierdo la razón si hablo,


pierdo los años si callo.
Alejandra Pizarnik

Cuando pienso en Florencia, la veo caminando pequeña entre


figuras que se diluyen en la noche. Ella es la única que permanece sólida
entre los aires y las gentes, porque tiene el esqueleto de las sonámbulas
más rígidas. Arrastra su cuerpo sin cargarlo, pero sabe que aún dentro le
pesa lo mecánico, lo tenso de su investidura, lo ingrávido. Pasa por entre
los faroles quebrados, entre la textura de la noche y su vocablo; avanza,
hasta saber de memoria ese caminar recto, silencioso en su hondura.
¿Pero hacia dónde avanza?, ¿por qué cierra los ojos y se cose los
párpados mientras adivina el recorrido?. Porque camina en su cuerpo, y
reconoce en la piel lo que busca; por ello hurga, escarba, devela. Es que
tantas le han dado; es que tan pocas se ha merecido. En ella convergen
la muerte y la vida, la desamparada y la ajena, la abandonada y la que
siempre pertenece, la que se intuye en una conciencia que la subraya.
Pero su cuerpo, su cuerpo a veces le queda ajeno, por no saber representar
a la que vive en esos momentos, por no saber decir cuál de todas es, por
no saber hacer el poema con los ojos. Entonces escribe, entonces se vive
en tinta y en carne, liberándose, volviéndose autónoma.
En el ejercicio de la escritura se sorprende, desborda aquella
conciencia que la ha arremetido desde el vientre, porque tiene recuerdos,
porque la infancia le tatuó la piel, la obsesión por vivir, por decir, por
entender eso del tiempo, eso de la muerte, eso de la herida. En este
ejercicio explora, busca su identidad, la que se establece entre su habitual
dicotomía esencia - existencia. La unificación que consiguen al rasgar
palabras, al darlas, al retocarlas, la instauran en un ámbito de doble nivel:
espiritual y carnal. Uno como consecuencia del otro; o viceversa. Es decir,
que el espíritu hable por su carne; que su carne embista su espíritu. Y así
la entiendan, así la definan, mientras ella vive la experiencia del cuerpo, a
veces como cárcel, a veces como idioma, un lenguaje siempre

224
Florencia Smiths

nuevo. Reconoce esta búsqueda (la de su identidad en la palabra) como


compleja, porque se intuye dividida, porque su experiencia del cuerpo no
es gozosa, porque se detiene dentro de cada página blanca, en un terreno
inmenso y terrible que la subyuga y satisface. Además, está en lo de fijar
la existencia, lo trágico de la existencia como territorio sondable, pero
desencantado al fin. Cuando escribe siente que encuentra, y que estampa.
Y aunque el cuerpo de su poema a ratos se le escape hacia una mezquina
necesidad de no poder decir, ella, sobretodo, abre, cava, nada, se adentra.
Hablar de Florencia tiene que ser así, de lejos, de frente, de reojo acaso,
para que no despierte, para que cuando lo haga, ella sólo se dedique a su
acto natural, carnal, expiatorio, urgente; es decir, escriba; escriba y busque
hasta alcanzar lo que la salva, lo que la sublima, porque yo también sé que
más tarde alguien se acordará de nosotras.

Valparaíso, 2002-2006

225
El mapa no es el territorio

De El margen del cuerpo (conjunto inédito)

Porque si tan sólo le enseñasen a hablar de nuevo. A mirar. A


tocar. A decir. Si tan sólo le enseñasen a amar de nuevo para no culparse.
Para no doler ese amor en pugna con su naturaleza múltiple.
Si le enseñasen a abrazar. A decir siempre lo que tiene, lo que
está, lo que busca. A empinar los brazos cuando haga el amor y la noche le
reviente toda encima para hacerla dueña, para que le enseñen a pertenecer
sin posesión.
Si le enseñasen a tomar el peso de sus propias gráficas. Si le
mostrasen de nuevo la vida desde fuera y no a los nueve, el espacio eterno
que ella deja cuando se evade, se ahuyenta.
Si le apuntaran su inexistencia con un dedo. Si llegaran y le
presintieran, para decirle que es universal, que ella está desperdigada por
un cuerpo mayor y que allí se combinan lo hondo del foso más oscuro y
la pureza más sacra de precarias vírgenes. Y le enseñasen a vivir así, con
esa dual desidia, con esa dual batalla de elegirse opuesta y correr el riesgo
de suspender –siempre- la otra mitad.
Si tan sólo le enseñasen a reflejar todo lo que ella construye, para
que la audacia que haya en sus ojos jamás sea confundida con soberbia.
Para cantar de verdad la noche, el cuerpo vivo, la somnolencia
de la soledad tras la cara.
Para que se pueda mirar. Para que le enseñen a evitar la lógica de
todo cuánto es sometible a lo cotidiano y de esta forma pueda ser a partir
de toda realidad.
Para que la escuchen. Para que grite. Para que sustente la lucha
enmarcada en un cuadrado blanco sin delinear.

226
Florencia Smiths

Para que le enseñen tan sólo a besar, a colmar, a no olvidar.


Si le enseñasen a asociar ella podría conocer el origen, el principio
de la duda, la nefasta ingenuidad que la aterra, de esta manera ella podría
estar condenada a buscar, pero cuando escribe siente que encuentra y que
estampa y aunque el cuerpo de su poema se le escape hacia una burda
necesidad de no poder decir, ella, por sobre todo: abre, cava, nada, se
adentra. Por eso pide que tan sólo le enseñen a reconocer, a intuir con
sosiego una certeza, un atisbo.
Pero decirle (se) que ya NO, ya no es tarde, por primera vez
no fue ni es tarde y se abre en el dominio de un tiempo que no la deja
defender, porque tiene que luchar, tiene que ir, hacer, hablar, como si
el lenguaje latiera y fluyera intenso y perpetrado junto con la corriente
sanguínea de la mujer. La que la ocupa, la llena, la que la hace pesar.
Sólo tiene que entrar. Tiene que romper. Tiene que parir.
No le enseñen a parir.

227
El mapa no es el territorio

*
Aún no se ha abierto el corazón, que no es una herida. Es una
fecha prematura que antaño creció precoz. (Abrir significa romper y
derramar toda la hemorragia que una vez perdió).
Después de cumplir el duelo ha buscado su espacio. Quiere
encerrarse y volver a raparse la cabeza, pero ya no como ese antiguo
emblema, parte de un símbolo infantil. Ahora es un auténtico enraizarse
en sí misma. Dejar atrás lo ajeno, aquella otredad que también la fomenta,
para nombrarse de alguna forma, para verse a sí misma nacer. Cortar para
que crezca libre lo que sembró.
Lo hará. Sabe que cortar significa segar. Segará la vida que lleva
para que sus manos adviertan la estación de su gobierno. Ahora que está
sola advierte que es ella y nadie más que ella la que reina, la que desaloja
a las otras y se instala en un lugar de su cuerpo que nunca había sentido
como un terreno totalitariamente suyo. (Sabe que dije suyo porque ahora
es más ella y suyo que nunca).
Porque era necesario despedirse, separarse y optar puramente
por el envoltorio de la palabra. Desde allí su lucha se torna la base de lo
que la sostiene aunque siempre caiga, aunque de vértigo no carezca.
Optar por esa palabra que no se oye, que probablemente sólo se
escribe (¿acaso la palabra que nunca dice?). Entonces su mundo camina
como montado en una bicicleta fija: avanza el cuerpo, se endurecen los
tendones (de nuevo ése disímil estado de tensión que la apresa) y ese
esfuerzo que la empeña en avanzar pronto decae, se aburre, desaparece.
Estos días le han caído como trampas, a pesar de saber
perfectamente dónde debe pisar.
Se toma todo el tiempo para el silencio.
Teme un poco.

228
Florencia Smiths

Eliminar, cortar, barrer con todo aquello que no es ella y que


alguna vez cree que fue, pero que está segura que no volverá a ser.
A ratos siente que no le queda raíz.
Se miró y se imaginó nueva. Le gustó. Lo hizo. Ahora no quiere
contar la acción, pero lo importante para todas ellas es que simplemente
lo hizo.
Hay procesos que se han sentenciado, que se han cruzado. (Todo
cauce en la mutilada tiene un fin). Pero ella -que es una más tantas-
quiere atreverse a ver la cara de la que gobierna, de la que dice, de la que
somete.
Siente que cuando camina lo hace también en un cuerpo mayor que
la vuelve parte, pero que la aísla, al no poder decir quién verdaderamente
(se) es y qué papel (se) juega en ese sistema.
Quiere narrar lo que fue eliminar, cortar, barrer, pero primero
tendría que ensayar, deslindar, husmear, contradecir una-vez-más.
La que sale por su cara le ha dicho que todas ahí dentro están
alborotadas y felices por el cambio. Ella, la que contiene, la de la boca de
carne, dice silencio. Dice no hablar de esto.

229
El mapa no es el territorio

Después de tanta palabra, de tanta hazaña, tender el cuerpo en


una cama de preguntas fútiles. Se viene en la garganta una promesa, un
alud que habla de aperturas, de ceremonias, de pactos, de derramamientos
que alcanzan a contener los ojos.
Para estar en mejor forma, su mano, se aprende las líneas de
memoria.

230
Florencia Smiths

Sobre la piel de su palabra se quema el tiempo de su cuerpo El


intervalo del cigarrillo entre sus dedos –la pena que tengo no cabe en
ti- Oye a sus manos clavar en su corazón y se imagina una pena antigua
–quizás esta pena se parezca a ésa, la de antaño- aunque tal vez haya una
gran diferencia entre sus distancias: Un-día-como-hoy Un día con esta
pena Con esta música Con estas voces Con todas éstas (ellas) Bajo su
cuerpo tenso Tenso como una garganta en una pena En un vaso de vino En
una noche de ésas Éstas Cuando el domingo rebasa la ventana La cuadra
El margen del poema El cuerpo del poema: El cuerpo MÁS poema

231
El mapa no es el territorio

Debe buscar un título a todo esto. A lo que se dice bajo la piel. A


lo que sigue partido en dos.
Ahora lo presiente como si ese título estuviese atado a su sangre
desde la infancia, como si se hubiese ido formando con cada una de ellas,
tras (su) la misma espalda borracha de indefinición.
Ahora asiente que todas las palabras están y han estado siempre
allí. Lo que realmente ocurría era otra vez el dilema: descifrarlas.
Aquellas palabras estuvieron siempre escritas al revés en su cuerpo. Sólo
bastaba un espejo para que se leyesen correctamente: el espejo de la
conciencia.

232
FRANCISCO VERGARA
1977
El mapa no es el territorio

Desde El País De Adónde

Siempre he esquivado intentar una poética.


En general, tratar de explicar lo que para mí es un misterio, a ratos
me parece estéril, a ratos una empresa demasiado ardua. Sin embargo, de
aquellas que conozco, siento gran empatía por la de Rosamel del Valle, en
especial aquello de “acusar el golpe desde el país de adónde”. Siempre
ha sido para mi un excelente pie de inicio al momento de discurrir una
aproximación al llamado fenómeno poético.
Cada vez que he podido admirar, no sin envidia, cómo determinada
experiencia se ha logrado fundir de tal manera en el lenguaje, que logra
estremecer mis certezas, acuso el golpe de la poesía: ella es revivir a
voluntad el país de adónde.
Tal vez el intento poético no tenga más pretensiones, en mi caso,
que aportar una brevísima nota a esa pieza coral que seguramente soñó
Lautréamont; y lograr, al final del día, para decirlo con Hölderlin, la calma
de lo bello.

Viña del Mar, 2006.

234
Francisco Vergara

De Notas de extravío (conjunto inédito)

Notas de extravío

Los ojos fueron al instante


de la piedra en el agua;
los anillos, los ecos,
el círculo que va y vuelve
como un aleteo en la niebla,
como la sal y sus caminos imposibles.

Ecos de ancianos, pasos en hielos,


¿volvisteis atrás la mirada?
Disculpad las cuerdas poco aceradas
sin la tensión de antaño,
es que en casa entró el viento
pero no asomaron el agua y sus misterios.
Tan sólo fui capaz de un sonido
como de miedos ahogándose.
Disculpad el puñal de ceniza,
el traeros desde las espumas del sueño
a estos derroteros de sudores y metales.

235
El mapa no es el territorio

Epílogo

Tal vez sea cierto que el mundo


cabe en un puñado de imágenes.
Tú sabes; dar cuenta de los días
con un lenguaje gris y pausado,
beber el tono de las cosas,
forjar palabras semejantes
a pétalos de plata,
adentrarse en la huella lavada,
en la verdad inquieta del trazo,
tejer hebras de luz en una
esquina cualquiera; todo eso.
Pero el hecho es que el polvo
decanta tenaz sobre las manos
y ello es suficiente para apagar
la hoguera de los signos.

236
Francisco Vergara

Baudelaire

“Precipitarse al fondo del abismo


para encontrar lo nuevo ...”
Es decir, tañer las cuerdas apropiadas
a fin de capturar unas cuantas notas
áfonas, ajenas a toda escala.
Notas que bien pueden salir
de la cítara o el clave de la historia,
o de la propia noche
que es en sí todo el abismo y la espesura.
Pues hay que crepitar junto al fuego,
hay que teñirse de ceniza
a medio camino de la senda
y caer con la certeza
de un montón de hojas secas
conscientes del viento.

237
El mapa no es el territorio

Per Viltate
(Variación sobre un tema de Kavafis)

La expresión fue omitida


por un poeta, quizás,
bajo una tibia noche de Alejandría,
seiscientos años después que otro vate
la plasmara en un verso
para condenar a un Papa réprobo.

Yo soy quien ahora la suprime,


no de mis escritos, sino
que de los pequeños actos cotidianos,
como si al hacerlo
esas decisiones que desbocadas
forman el entramado de la realidad
fueran tomadas en función
de principios más elevados
que simple cobardía.

238
Francisco Vergara

Kafka
(Variación sobre una anotación de los diarios)

Es verdad, “resulta casi incomprensible


que la mayoría de los que saben escribir
puedan objetivar el dolor en medio del dolor”.
Que sean capaces en el último instante
de echar mano a los adornos propios del talento
y orquestar así un torbellino de imágenes.
Con la careta a un lado dejar que el vértigo
y los dedos hagan lo suyo.
No hay mentira en ello, tampoco alivio.
Tomar distancia, como observando una postal
de uno de esos paraísos demasiado lejanos,
puede resultar útil, pero lo mismo
se sigue indagando en la ruta del puñal
incluso bajo las palmeras demasiado estáticas, ajenas.

239
El mapa no es el territorio

En torno al mester de juglaría.

Pocos pudieron hablar con propiedad


de los susurros del viento
a las horas más incómodas.
Tres o cuatro escaparon a la retórica
de estar arrellanados en los sillones
tratando de dar con un tono
levemente ontológico al alero
de unas cuantas notas clásicas.
Los más desfilaron entonando
la canción de moda esa semana.
Pero sólo unos cuantos resbalaron
por un sendero pedregoso,
con miedo,
si hemos de ser sinceros,
a terminar magullados o perdidos.

240
Francisco Vergara

Ezra Pound medita al atardecer

Ya llegan los murmullos de aquellos


que tensaron las cuerdas al declive del sol.
Amigos de estirpe bastarda
agudos en el comercio de la palabra.
Cada página es un puente,
un estallido en el mármol,
un susurro en la piedra.
El aire fino de la montaña
es propicio a la danza de imágenes
y a la música de cuerdas,
arpas y laudes, se acercan.
He sido solícito al arte mayor,
el comienzo y fin de la memoria.
La palabra habita en lo fugaz
y la simpleza a veces escapa
aunque el papel no ha sido áspero.
Han madurado ya los frutos,
lo que resta es silencio.

241
CONSTANZA CERESA
1978
El mapa no es el territorio

Poética

Creo que decir una cosa es preservar y despojarla


del terror que, por desconocida, ella puede inspirar.
F. Pessoa
Cerrar los ojos como primer paso.
La oscuridad suele entregar esa ilusión de certeza,
volver las formas a su origen,
regresar a un punto neutro.
Desde ese paisaje la palabra aflora como un desequilibrio
sin siquiera ser pronunciada.
La oscuridad y el silencio construyen su morada
en cada hoja en blanco o sueño olvidado.

La palabra
no se deja habitar.

Valparaíso, 2006

244
Constanza Ceresa

Poemas Inéditos

Entre dos mundos

Alguien tomó una piedra seca


Y dijo con un gesto de desengaño:
“Todo objeto visto a través del agua es bello
quien deje su cuerpo bajo la lluvia
esperará la mirada de Dios”.

245
El mapa no es el territorio

Geografía I

Los pájaros hablan de ti,


de lo que dibuja el recorrido de tu mirada
cuando el último rastro del sueño,
como un río,
se seca marcando lentamente
su lugar en el mapa.

246
Constanza Ceresa

Confesión

La noche es una madre


con voz de piedra
que no se deja besar las manos,
despierta bajo un látigo de luz
sola y sin nombre.

247
El mapa no es el territorio

Piedras bajo el agua

No debería asustarnos la lluvia.


Como hace años
fue la sombra de un caballo
detrás de la ventana en tinieblas.
Ahora es la tormenta
quien nos recuerda el lenguaje del desamparo.

Aún tomamos la misma actitud frente al frío


esa forma de evitar el sueño
a pesar del sueño
de sentirnos bajo la lluvia
como piedras a punto de ser elegidas
por una mano invisible.

Tenemos los pies enterrados


como raíces que no levantan la mirada
aunque el sol nos haya reconocido
el frío nos hace sentir como un animal
sin manos,
sin refugio.

248
Constanza Ceresa

La voz del eco

Fue en el bosque,
en el lugar donde las cosas
se nombran por sí solas.
La tarde había comenzado a perder su luz,
tuvimos que caminar a tientas,
guiados por el olor de los aromos
que bordeaban las primeras casas del pueblo.
Hablábamos como bajo un velo
para no ahuyentar el débil hilo
que nos permitía distinguir
la entrada de la salida
el miedo de la confianza.

(Hubo pasos sobre mis propios pasos


un susurro tras mi rumor
otra voz
venía desde lo hondo de una laguna
o del hueco de algún árbol.)

II

El eco posee su propia voz


nada de lo que vivimos o dijimos
fue realmente nuestro,
todo pasó a ser parte de otra historia;
como es entonces el recuerdo,
un eco de imágenes que proviene de otro lugar
y nos hace revivir instantes perdidos:
eco de un olor silvestre pegado a la ropa
o de una casa visitada por primera vez.

249
El mapa no es el territorio

Descansamos en la penumbra
inclinados como un tronco viejo buscando al sol.
Me pregunté, dónde estaría la voz
que perdíamos al hablar
y de pronto todo comenzó a desaparecer
incluso nuestra sombra volvió a su origen secreto
dejándonos solos y con algo de soberbia.
Alguna vez tales verdades
nos habían pertenecido en la ingenuidad.

III

Desde el suelo, las hojas nos llamaban suplicantes


pidiendo a gritos un cambio de destino,
algunas se torcían como bailarinas virtuosas,
otras nos crujían en la mirada
con su silencio inquietante
(¿serían las hojas del espino?)

Tú tomaste una hoja pequeña


que se había arriesgado
hasta hacerse pisar,
yo, en cambio, recogí una entre el musgo,
cuando llegamos al pueblo,
la solté al viento.

250
DANNY NÚÑEZ
1978
El mapa no es el territorio

Tentativa de poética

En este escenario de escasa humildad artística, los otros son los


poetas que acompañan su laúd iconoclasta con sus papeles húmedos de
tinta. Los otros, esos a los que uno lee cuando todavía el tiempo y la
fama parecen eternos: tanta es la tierra que uno escarba con esas precarias
herramientas.
Los otros son los poetas, esos que argumentan que lo mejor es
callar; y lo óptimo, jamás haber hablado.
Quizás los sentimientos fueron más intensos mientras uno
aprendía a escribir, quizás es el mismo lenguaje el que los enmudece,
encarcelándolos en espejos que no reflejan, obligándolos a pulirse a sí
mismos, y lo peor de todo, haciéndolos parecer reales. Responder a estas
interrogantes parece asimismo un ejercicio inútil, o de una arrogancia
extrema o de una ignorancia fatal; quizás la ausencia de certeza las
tranquiliza. Las combinaciones de las palabras se alargan como sombras
impresionando al baldío callejón por el que caminamos, a tientas,
porfiadamente convencidos de que con los espejos ya mencionados
iluminaremos reflectando la vida misma.
El otro es el poeta.

Valparaíso, 2006

252
Danny Núñez

De Las manos frías (conjunto inédito)

Beban de mis siniestros caparazones,


beban una y otra vez,
con todos sus pies sobre mi lengua,
contagiándose dentro del lodo,
sin procedencia alguna
- generando energía desde el calvario -
beban sin cuidado
del cántaro de mi codicia,
hastíense del licor momentáneo
que pasa hoy por mis venas,
muerdan las raíces
hasta conseguir el estertor final de este rocío.
Dispongan sus fauces ante mí,
y los inundaré con todas las fuentes,
me secaré para que vivan,
resignado como estoy a regenerarme.

253
El mapa no es el territorio

El gusano, el huésped, la llave, los cinco,


las múltiples caras del yo soy
que no se expresa en ningún otro idioma,
en ninguna otra verificación consciente,
el huésped, que antes se registraba
en pos de conseguir un lugar visible
húmedo y letal, un sorbo de lejía.
Los cinco, que habían suspendido
sus acciones terroristas
y que por estos días ni siquiera saludan,
están ahora arrepentidos de vino malo;
la llave que suponía el aborto
se oxida con el paso de los parásitos.
La misma oruga que, silenciosa,
roía con calma el brote tierno
de la misión emprendida,
abarca ahora sus mandíbulas
sin importar si algo aprieta.
Se me han grabado al modo de tatuajes
y se leen en mi frente y en mis manos.

254
Danny Núñez

10

Una tragedia tras otra


en esta larga experiencia
que consiste en haber nacido.
Poco falta para que el vientre
estalle en carne y agua
mientras la caída del aire
y la inclinación del océano
se confabulan a favor propio
y destiñen con alevosía
las corrientes y los días.
Así se encarama a los hombros
de la templanza la parca fiera,
resumiendo con su aliento verdoso
la cruel realidad de la raza.

255
El mapa no es el territorio

17

Visito el mismo espacio una y mil veces.


No es la percepción la que me engaña,
sólo el desquicio de la circunstancia.
La misma calle, con sus idénticos baches
o el mismo sol iluminando disparejo,
los mismos perros o gatos,
sólo tú distinta, única,
haces novedad de una mariposa,
resucitas cualquier metáfora
y asignas pavorosas acepciones
a estas palabras ultrajadas.

256
Danny Núñez

31

Te busco en garganta, entre tinieblas,


abismo de sal y cuellos.
Me ignoro sentado en el trono de virgilio
a todos quienes precisan metáforas.
Te busco en manzana, nuez, cuerda,
la o profunda y carmina, rosada,
humedad del viaje y su transporte.
Virgen virgilio, sustenta la aventura,
ilumina como aceite hirviendo este trepidar
a tientas lo infinito.
Busco tu cuello, no tu palabra.

257
El mapa no es el territorio

32

Más que escuchar cómo te quejas de nube,


o evolucionar una escala del gran puerto,
espero que contigo se mejoren
las hendidas piedras del reconocimiento.
Tu silueta candente está moviendo mis manos,
está dividiendo el viejo - viejo corazón,
y remueve las entrañas
abstrayendo el silencio menos necesario.
Más que sentir la suavidad infinita de tu carne,
he pensado seriamente convertirme en un objeto,
para que de tu mano no queden huellas,
o transformarme contigo en una planta,
que destruya con metamorfosis
tus verdosos miedos en polen,
en miel de placer.
Más que seguir conversando,
con runas de violencia,
he de dejarte partir como quien no espera:
tuya esta libertad mía,
tuya la voz que no me permite.

258
MARCELA PARRA
1981
El mapa no es el territorio

Poética

Cuando era niña tenía una extraña fantasía; creía ser el único
humano vivo en el planeta y pensaba que todo el resto de las personas eran
robots que me vigilaban. ¿Cómo podía comprobar que las otras personas
estaban vivas si yo no sabía qué ocurría dentro de ellas? Sólo conocía mi
cuerpo, mis pensamientos y claro, podía hablar con las otras personas,
preguntarles si estaban vivas de verdad, pero ellas podían mentirme, en
cambio yo sí estaba segura de mi existencia. Creo que esa fantasía fue mi
primera conciencia sobre las falencias del lenguaje. El alma no se podía
decir.
Han pasado más de quince años desde aquella situación y
todavía no he podido resolver ese problema. He encontrado una especie
de descanso en el cuerpo, en eso que el cuerpo dice sin hablar, el contacto
directo de un ser a otro sin necesidad de traducción, sólo tacto, cosquillas,
olores y temperaturas.
Pero cómo plasmar en un papel las situaciones del cuerpo, no
lo sé, aunque lo intento. Vacío esas intuiciones corporales en diferentes
lenguajes. Como si esa intuición fuese agua que va tomando forma según
la jarra que la contiene.
Cada lenguaje (el de la música, las artes visuales, la ciencia, la
filosofía, etc.) es como una jarra diferente, en la que vacío la misma agua
para así poder verla en todas sus posibilidades, en todos sus ángulos y
lograr conocer mejor lo esencial de ésta.
No obstante mis esfuerzos, lenguaje y cuerpo siempre están
separados, se juntan pero no se revuelven, porque así es nuestra realidad,
nuestra existencia está envuelta en un gran oxímoron. De ahí el título de
este conjunto aún inédito: Silabario de la mancha (la palabra y lo que
no tiene nombre). Una realidad de mundo en la que todos sus elementos
están juntos pero separados a la vez por una película casi invisible que no
permite disolvencia alguna. Como mirar la ciudad por la ventana y ver
que todo está aparentemente en caos, pero sin embargo, por debajo nada
se mezcla, las cosas mantienen un orden, un orden que está a su vez

260
Marcela Parra

envuelto en un caos. Un tiempo que transcurre de pasado a futuro pero


que en algún momento regresa de donde vino.
Hay algo de cuerpo en el lenguaje y algo de lenguaje en el
cuerpo, ambos se citan entre sí, copulan como el sueño y la vigilia. Si
ahora leyera, si le diera voz a esta escritura, este sería mi tímido aleteo: un
aliento satelital, el vapor de un cuerpo dando vueltas por el planeta.

Valparaíso, 2006

261
El mapa no es el territorio

De Silabario de la mancha (conjunto inédito)

Experiencia estética

Cuando tenía 7 años preguntó a sus padres:

–el perro que está ahí ¿es bonito o feo?


–feo.

Desde aquel día


ese pellejo carcomido
con su único diente
la acompañó a escondidas en el juego.

Su hocico le daba piedras y ella le daba pan.

Sentada en el baño a la edad de 23


el olor a Clorinda se lo trajo de recuerdo:

–bello.

262
Marcela Parra

Fábula de la divina providencia y una lata de jurel

Abierta de cuajo y de piernas abiertas


de un tajo metálico
hijos muertos va pariendo
pariendo aunque más vale por vómito
que por parto.

Por parto más valdría seguir pujando


por vómito
abierto un cuajo de tajo metálico.

Una vez he aceptado ya ser cómplice


de este daño
y esparcido en un segundo el cementerio en el mantel.

Me distancio del encuentro


con la lata de jurel
por comer sobre una herida
y les digo, yo también poseo mi tajo metálico.

Me vale más decirlo


y no descubran por la fuerza
que de fuerza yo he vivido
he fingido por la fuerza
la que arrastra objetos a la hierba
esas desmayadas, objetos de todo condón umbilical.
Me desvío y vuelvo a ratos
en aquello que se conserva
algo del bestiario del jurel y las arvejas.

Pero por qué no mis manos (por mi culpa)


por qué no mi regla (porque sangro).

263
El mapa no es el territorio

Preguntaste cuando niña ¿por qué yo sangro?


si nunca me he pegado entremedio ni en la nuca
sólo en las rodillas
de ahí para abajo de las piernas
(por tu culpa, por tu culpa, por mi vulva).

Apenas excomulgan los puños en el pecho


y el deseo castigando
en cómodas cuotas mensuales.

Eso y más me vale por vómito


que por parto
pues tengo el cuerpo desahuciado en una lata de jurel.

264
Marcela Parra

Trompel Oeil
(o silabario de la mancha)

A
La mancha está en el ojo
su nombre anterior es mixtura.

E
Protesta por la sobra de intención
la escasez de analfabetos en el mundo.

I
Su nombre real es constantemente
traicionado por la búsqueda.

O
Viene a quejarse de ser señalada
por un dedo que apunta a sí mismo.

U
Viene a quejarse de ser separada
como quien le saca dos Haches al agua.

265
El mapa no es el territorio

Orden de no innovar
(acercamiento a las intervenciones fotográficas de Guillermo Núñez)

Busco el punto de fuga en una foto de Auschwitz


recordando los cadáveres luminosos del cielo:
una paloma atropellada –una orden de no innovar.

Mido las proporciones de las aplastadas


el punto en que se fugan calle y luminaria
el ángulo de un semáforo tras las ramas.

Olvido vendar los cadáveres, tarjarles los ojos.


Olvido es una palabra, una palabra que existe:
el punto de fuga entre una foto de Auschwitz
y una paloma atropellada.

266
Marcela Parra

Guerra

Los nombres que le damos a la muerte morirán


Armando Uribe.

Si no dividimos cara
y cuerpo, cuerpo
y mente, mente
y alma, gato
y porcelana, mundo
y universo, femenino
y masculino, oriente
y occidente, el otro
y yo.

Llegaremos a una apretada masa oscura (la suma de todos los colores)
una masa sin temperatura (la ausencia de todos los sabores) un paisaje
sin lenguaje ( ) lleno de imágenes latentes que sólo podrían ser
reveladas mediante uso de la violencia.

267
RODRIGO ARROYO
1981
El mapa no es el territorio

Poética

Quizás la poesía no sea más que una política poética yaciente


sobre una vitrina, es decir, su misma historia. Es un diálogo en el cual aún
no asumimos nuestra derrota. ¿Cuál? ¿esa modernidad ficticia?
¿O la ausencia de una imagen que no sea comunicable?
A ratos es la fatiga de imaginar, el tedio al arte, a la poesía y
a tantas otras cosas contemporáneas, clásicas o simplemente antiguas.
Quizás nunca entendimos o nunca nos preguntamos, por ejemplo:
¿De que lado cayó el pedazo de muro?
O si quizás la política sea decir que las cosas no existen, y la
poética sea decir que las cosas existen cuando quieren. O cuando la
palabra las alcanza.

Quilpué, 2006

270
Rodrigo Arroyo

De Vuelo ficticio (conjunto inédito)

IV

Otra caída, con la velocidad apropiada para la muerte


que observa con tristeza
cómo ha desaparecido la desaparición
en el borde de lo que podría ser un vuelo.

Ampolletas todo el día y toda la noche,


iluminando algún camino en el cielo
mientras el sol yace guardado en una habitación climatizada.

Nosotros entonces, pactamos no gritar muy fuerte


para dejar el alarido reposando en cualquier lugar
nosotros apagaremos el holograma antes de que oscurezca.

No era mucho pedir,


solamente habían ampolletas que apagar:
el pacto era sacudirse la modorra en otra lengua
y no hablar de arte cuando hablábamos de historia
pues el arte es un precio equivocado, una etiqueta defectuosa.
Digamos entonces que el verso sea un pedazo de algo
escrito desde arriba, en el día de los acontecimientos

en medio de la caída, o sobre la cabeza de los ciudadanos.

271
El mapa no es el territorio

Viajaba desde el griterío hacia otra parte


con la piel magullada y retorcida de entre las esquirlas y fragmentos
/nómades inscritos bajo
esta república, bajo esta democracia
con la lluvia sobre todos esos cuerpos que tuvieron que aprender la
/muerte de memoria/
aprender a gritar del dolor desconocido
y lo digo ahora, con la calma del tiempo entre las letras
bajo la tristeza de usar las mismas letras que ellos
de no haber fabricado otro cielo para nosotros.

Todos esos cuerpos tuvieron que aprender la puesta en escena


la obra maestra fue la lección de anatomía
mientras la iglesia rezaba por el descanso de los que no alcanzaron a cansarse
repito, mientras la iglesia se atragantaba con el cuerpo de cristo
allá afuera los niños jugaban un juego de la puta madre
y los verdaderos niños, jugaban a jugar esos juegos de la puta madre.
Pero había uno, un niño cantando en medio de la guerra
cantando una canción de buenos y malos
un niño cantando una canción compuesta de groserías
dice, la puta que lo parió, la canción del niño entre balas,
mientras allá abajo dibujaban en la cabeza el juego del país y sus canciones
quizás,
faltó alguien que abriera el mar de cemento y los dejara huir
pero dios al parecer estaba de su lado,
dándoles de comer el cuerpo seccionado de su propio hijo.

Ahora la lluvia corre sobre tumbas aparecidas así de repente


en este país.

Viajé entonces porque la palabra no iba a llegar donde nosotros

272
Rodrigo Arroyo

y los cartuchos de bala


entre roca entre gritos y entre maleza
son la flora metálica de nuestra geografía

la palabra la buena nueva oculta entre cartuchos oxidados

273
El mapa no es el territorio

XI

Todo no es divertido visto desde esta altura ficticia


desde esta cárcel imaginaria.
No es divertido, pues el magma urge nuestros bólidos inconmensurables
y la velocidad es la gran puta en los países democráticos

veo una hélice intermitente, el desgarro conocido


de los bordes más punzantes del vocablo
¿A qué has venido a estas alturas?

274
Rodrigo Arroyo

XVII

Que nos pongamos de acuerdo en la palabra y el cuerpo


en el relato que nos ha de formar el ademán melancólico del autorretrato
hablado
la identidad, el conjunto de menciones que puebla nuestro reyno de chile
toda roca toda maleza
en el dibujo xilográfico de vocablos ajenos.

275
El mapa no es el territorio

De Chilean Po(p)etry: the pleasure of gazing…the siege (conjunto


inédito)

EL HORIZONTE SE HA
CERRADO
Y no hay salida

Vicente Huidobro

Lo imagino el tiempo está cerca


no hay realidad real, cosa bella, o una puerta sin ventana.

Metacarpos, metralletas humo,


no es derrota haber nacido después de la modernidad
después de las derrotas, o después de cristo.
No es derrota nuestro silencio, el fracaso del mundo,
nuestro fracaso en las derrotas, en las victorias.

No es derrota nuestro silencio, o esos susurros que dejamos flotando,


creyendo que esto es un gran mundo lleno de sucesos.

Los huesos se trizan entre sí


el tiempo nunca fue mucho,
llueve
afuera está nuestro caballo de madera.
Tiene clavos sueltos
una sombra que la cabeza dibuja sobre su lomo
y una oreja astillada.

el caballo de madera está afuera, y mira las explosiones


con el hocico meado a los pies de un muro.

276
Rodrigo Arroyo

VII

No saldré,

el cielo es una política poética,


los autos, el cemento, el hedor.
Esto no es la ciudad,
los cristales sucios, todos nuestros contemporáneos.
Los oficios,
guardar el tiempo, las virutas

los días de escritura fatigada y chirridos


de ojos contenidos al sentido horizontal,

¿De que lado cayó el pedazo de muro?

277
El mapa no es el territorio

X
Esta noche
ningún lado
¿Puedes morirte de mentira?
respóndeme antes de esconderte.

Ya hablaremos de las desapariciones,


este es el último comunicado
antes de sustituirnos las identidades
o perdernos en el laberinto.

Dejamos el caballo húmedo en la entrada, de regalo


una provisión de manzanas, la ballesta
y treintaidós estacas. Porque al final, al principio,
todo se repite:
la hora en el reloj, los cuerpos sobre la mesa, las noches
los cubiertos. Y una inmensa nostalgia de ojos cerrados,
de un día oscuro desgranándose en chubascos. Todo se repite.

Todo,
tengo frío llueve

estoy cansado de imaginar

278
GONZALO GÁLVEZ
1982
El mapa no es el territorio

Poética

Mentimos, porque sabemos que mintiendo podremos soportar


el tránsito. Jugamos a permanecer un rato; jugamos. Creemos que
siempre habrá un lugar para construir una casa y habitarla. Pero no
hemos podido permanecer ni un instante; entonces, recordamos que es
mentira esta mentira, un fracaso, un balbuceo apenas.
Celebramos el rito sin esperar la salvación de nadie; caminamos
en sentido inverso; regresamos siempre, aunque no volvamos nunca. No
sabemos desde cuándo, pero llevamos manchas en la piel. En las manos
tenemos cicatrices, signos, restos de otras manos que en algún lugar nos
aferraron y nos soltaron. No sabemos cuál es el camino; no lo sabemos.
En el vientre está escrita la palabra “regreso”. Ellas lo saben; nosotros
aún no lo entendemos.
Así perdemos el tiempo: desgastando nuestras manos en la
talladura de los versos, sabiendo que al otro lado del muro se necesitan
estas mismas manos para cultivar la tierra. Nunca hemos colocado
nuestra derrota a merced de los vaivenes sociales (si quieres: el arte a
disposición de las masas). Celebramos el rito porque hay que celebrarlo,
porque ese es el imperativo de nuestra existencia.
Pero como a veces los gritos nos llaman por el nombre, dejamos
el altar servido y salimos a ofrecernos. En alguna parte se da una vieja
enemistad entre la vida y la gran tarea, y como no somos quiénes para
reconciliar a la una con la otra (nuestra gran vergüenza), dividimos el
tiempo para sostener en una mano la vida, y en la otra, nuestra gran
tarea. Nadie nos enseñó a coger la realidad y a meterla en un poema.
Lo que apenas hacemos es tallar poemas y arrojarlos al mundo; siempre
con dos manos, a dos tiempos, en dos afanes: haciendo revolución para
una visión práctica, y celebrando ritos para un benéfico tránsito del
espíritu.

Quilpué, 2006

280
Gonzalo Gálvez

Poemas inéditos

La derrota

Luciérnaga,
una luz hecha pedazos,
fracaso de iluminar la noche desde una pequeñez transitoria.

Yo entiendo la derrota.

Volar y en el vuelo escribir un verso


es la ingenuidad que el diáfano corazón pretende.

Pero amamos la derrota


como la Oscuridad ama nuestro intento.
Ella es la amplitud que deberíamos:
aunque no lo quiere
nos ahoga en un profundo abrazo
y nos hunde en nosotros mismos.

Poeta y luciérnaga repartidos en centellantes trozos de amargura,


abalanzándose hacia donde no alcanza la memoria
y viviendo en el equilibrio que la razón obliga.

Una tregua antes de la locura,


un paso antes del caos en que arderemos,
un castigo por no creer en nuestro vuelo.

281
El mapa no es el territorio

Oikos

En mi casa cabe el mundo


y desde ahí se ve la quietud eterna.

La piedra diciendo piedra


es la escritura diciendo piedra.

Tampoco un poema puede otra cosa.

Si hablo desde el mundo


la eternidad será apenas un deseo.

Sólo un dios puede salvarnos.

282
Gonzalo Gálvez

Revelación

En el jardín los pastos crecieron:


la serpiente levantó su cabeza
y entró en la cavidad de la hermosura.

Desde entonces,
la santidad nos pareció posible.

283
El mapa no es el territorio

Tautología

Esperé otra vez que el invierno apareciera


y volví al único trozo de la ciudad que conocimos.

El mismo árbol con su herida de hojas secas,


la vaciada esperanza de las flores,
y yo, como él, también preguntaba por el tiempo.

Nuestra vida era la intemperie,


un espacio necesario para sostener la lluvia
y los alaridos del viento en su visita.

He vuelto por creer que todo vuelve,


por creer que en la espera cabe el tiempo
y en el tiempo, la soberbia de la ausencia.

Vuelvo y me reconozco aguardando todavía,


vuelvo y me encuentro en todos los inviernos,
en los mismos lugares donde las horas se recogen
y los días y los años son absorbidos y devueltos.

El áspero andar del tiempo no ha cambiado


y como ayer, se empina cada vez el árbol,
me baña la misma lluvia en otro cuerpo
y repaso el paso de la niñez hacia la noche.

La presencia no puede invocar lo que perdimos;


vuelvo, creyendo que algún día,
aguardando incluso en el filo de los brotes,
pero en el brote muero todavía un poco;
agacho la cabeza como siempre,
hundiéndome,
creyendo que al siguiente invierno
llegarán las promesas que dejaron.

284
Gonzalo Gálvez

La apuesta de los ingenuos

La escritura que aquí hemos encerrado


ya arrancó de otras manos,
de otras lenguas,
de otras tumbas sin memoria.

Pero aún nos resistimos a perderlo todo.

Si alguien cambiara pan por poesía


o monedas por poemas
cantaríamos el mismo canto que sin pan ni moneda hemos intentado.

Porque nos arrojaron para decir el mundo


y aunque el mundo nos resulte impronunciable,
moriremos balbuceando,
creyendo que por ingenuidad nos salvaremos.

285
El mapa no es el territorio

Desde abajo

Aunque del pecho brote una luz vacía,


el dolor de la tierra y su arrebato;
aunque ese color venga en la estrechez del tiempo,
en el desgarro del que no quiso amanecer de nuevo;
siempre habrá un espacio para levantar una casa y habitarla,
convencidos de que las horas son años
y los años son un refugio donde el transcurrir perdura.

Aunque la visita haya sido más estrecha que la espera


y el pezón siga llorando la leche que se enfría,
siempre habrá un lugar donde iluminarlo todo,
un lugar para contemplar y estremecerse.

No escribimos para retener a los que pasan,


no escribimos para regalarles otro cuerpo.

Escribimos para amar la frescura de la tierra,


la humedad de los ataúdes cuando bajan.
Escribimos para arrebatarnos con el hijo,
para habitar juntos el refugio manchado de los pechos.

Y aunque el dolor sean las ruinas abrumándonos,


sólo desde abajo,
desde la hondura y el reposo
lanzaremos el tiempo,
una flecha a la densidad del infinito.

286
DANIELA GIAMBRUNO
1984
El mapa no es el territorio

Poética

Mi poesía busca suscitar y aprehender la dimensión singular del


lenguaje, es decir, lo que implica para cada ser humano vivir la palabra. El
acceso a aquella singularidad, requiere desentrañar los diversos sentidos
que le subyacen y trascienden, los que se constituyen en elementos íntimos
e inéditos capaces de significar al ser humano en su originalidad.
Por ello el poema es un acto de resignificación de la realidad,
lo cual se produce cuando el hablante la dice y nombra en el poema,
haciéndola surgir según su experiencia, hecho que le permite significarse
íntegramente, es decir, que su ser adquiera imagen y sonido.
Mi poesía anhela entonces hacer presente cómo la existencia
humana lucha por lograr decirse, considerando los conflictos, silencios
y fricciones inherentes al encuentro-o desencuentro- entre el hombre y
el lenguaje. Es así que surge la necesidad de recrearse, instancia que
implica confrontar el lenguaje y desconocerlo, apropiándose el hombre de
los hechos de la realidad con los cuales interactúa, mediante el despliegue
de su subjetividad, lo que le permite descubrir y emerger su propia lengua,
la cual contiene la sonoridad justa respecto a cómo vive sus experiencias,
su ritmo, junto con sus propios sentidos, los que se originan en la realidad
íntima de cada ser humano. Dado lo dicho, se vislumbra al poema como
una realidad conceptual única e irrepetible, a semejanza del hombre.

Valparaíso, 2005

288
Daniela Giambruno

Poemas inéditos

Diálogo

No se trata de límite,
más bien de voces
cuando todo se nombra.
Y existimos
como si fuésemos lengua:
así es nuestro beso.

289
El mapa no es el territorio

Hilos

Caen miles de huellas.


Y el eco me envuelve:
soy un jirón de seda
un cabello de niña
un gusano.

290
Daniela Giambruno

La caída

Un ojo se demora en caer,


una piedra no.
Un ojo clava su golpe en el infinito:
una piedra rompe el infinito.
El eco de una piedra
no precisa ojos.
Los ojos son una piedra invisible,
un pedazo de horizonte,
un tropiezo.

291
El mapa no es el territorio

Dimensión

¿Qué sueños son esos que dicen


palabras mudas,
hondos trozos de vacío?
Ver el sol
es como cerrar los ojos:
la luz es noción de infinito.

292
Daniela Giambruno

Secuela

Y qué decir
después de cada palabra abortada:
dolor prematuro,
sustancia que se filtra de la boca
que me vuelve agua
derramándome en campos baldíos.

Cómo decir algo


ahora
cuando mi boca todavía escupe sangre
cuando la zona fértil del miedo
se retuerce poderosa
ya que no sabe callar
porque no logra decir.

293
El mapa no es el territorio

Reflejos

No conozco mi cara
salvo cada palabra que se muestra,
salvo cada mirada
que transita en él sin nombre.

Ayer
cuando cada lágrima decía dolor
fui arena
y enterré mis ojos contra el viento.

294
DIEGO ALFARO
1984
El mapa no es el territorio

Poética

El silencio de los gestos, la música del mundo, los espacios que


nos separan. La poesía es el oficio del recuerdo, un álbum fotográfico
abierto a la mirada donde contemplamos nuestra esencia, la maravilla y el
dolor de sabernos finitos.
Escribir poesía es saberse inserto en la gran partitura de aquello
que no habla, pero que ante nosotros cobra el sentido de un susurro. En
el poema se orquestan las distintas voces del tiempo, acurrucado en las
cosas, temeroso de ser despertado, tomando finalmente la forma de un
verso, de una mano que se adelanta a otra, de una palabra que remueve la
memoria.
Como en un Arca de Noé, el poema recupera las existencias y
los instantes naufragados en el océano de la historia, pecios provenientes
de costas inhóspitas, faros que en un mismo lenguaje nos señalan la
cartografía de este viaje que es la vida. El poema por lo tanto no debe
quedar sumergido en el escritorio del académico, ni en el perturbante
tedio de hablarse a sí mismo, sino ser un diálogo con lo cotidiano, y por
tanto el poeta debe superar la condición de mero escribiente y pasar a ser
un compañero de ruta, y si se puede un amigo hospedado en el velador de
nuestros días.
De si el poema tiende a callar en nuestra época o si debe
elucubrarse a partir de ciertas proyecciones teóricas o políticas –en
un juego de niños bobos- es un mero dato amarillista que no incumbe
a aquello que finalmente reconocemos como bello o terrible, que nos
pasma, que nos arranca de la prisión de la rutina o que nos pone frente
a otro, frente al mundo en ese intento tan humano de torcerle la mano al
absurdo. Habitar desde la palabra como desde el consejo de un abuelo
como del sufrimiento encarnado como de la felicidad de un día soleado
en la total certeza de la caducidad de todo, de nuestra nimiedad frente a lo
eterno, desde la incertidumbre que ejercen las estrellas.

Limache, 2006

296
Diego Alfaro

De Distancias (conjunto inédito)

Iluminación

El atardecer
se refugia dentro de las casas
en humo y calor de pan.
El último claro
se refleja en las ventanas.
Lejos del mundo: la total iluminación.

297
El mapa no es el territorio

Partitura

de la lluvia nos ha quedado la música


nuestro silencio
un mensaje anotado por pequeños dedos en la ventana.

298
Diego Alfaro

El globo

Sólo pedaleando desde ese mundo


conseguirías dar la vuelta,
tomarlo del cordel
y sostenerlo calle abajo.
Detenido en una esquina
tenderías las manos hacia un poste
para intentar atarlo
para que, suspendido en el viento,
nos señale el camino de regreso.

299
El mapa no es el territorio

Lights out

La vida, mis amigos, es aburrida.


Nos llenamos de libros
para llenar la vida.
Y en cada abandono, en toda despedida
trazamos la inevitable figura del absurdo.
Bufones, nos forzamos en contemplaciones
intentando asir un trozo de dios.
Yo he perdido todo esto
en las puertas de una iglesia.
No anhelemos, no brillemos:
es hora que apaguen la luz.

300
Diego Alfaro

Paseante número 1

Ella podría despedirse y no sentirlo,


embriagar al parque entero
con su vestido blanco.
Podría desconocerlo todo
y sonreír al nombrar este o aquel detalle.
Pero la sola turbación de un regalo
de una flor en sus dedos,
el atrevimiento de uno que nada espera
despierta en su rostro la incertidumbre,
la certeza esquiva del asombro,
la razón de todas las noches.

301
El mapa no es el territorio

A Philip Larkin

Reconocerse en un poema de Philip Larkin


puede parecer tan desolador
como la fotografía de un carrusel bajo la lluvia.
Las soledades que vienen y van
pueden ser tan cansadoramente inútiles como la literatura.
Sin embargo,
de una u otra forma volveremos a ellas
como a aquel viejo paraguas que desdeñamos
por sus extravagantes colores.
Pero más allá de estas vagas lamentaciones
el deseo de estar solo
bajo una luz, en pie de poesía,
desconociendo -desde altas ventanas-
la miserable estulticia
de las chicas bellas,
arpías que dolorosamente
anidaron en tu vergüenza.

302
Diego Alfaro

Spleen

En soledad los poemas se hacen menos extensos.


No hay que cavar a la amada en el patio.
Sólo evitar las miradas de los vecinos,
el domingo, el hastío, el invierno.

303
MARIELA TRUJILLO
1985
El mapa no es el territorio

Poética

La poesía no es un adorno que acompaña la existencia humana,


ni sólo una pasajera exaltación [...] La poesía es el fundamento
que soporta la historia.
M.
Heidegger

Las cosas están en este tiempo y espacio, pero deben manifestarse


de algún modo para que estén. Aparecen a través de un medio, es decir,
en un momento se convierten en forma, color, sabor, en un perfume o en
un acorde: pasan de un origen invisible hacia una manera presencial. La
tarea del poeta, me atrevo a decir, es intentar hacer perceptible el mundo
subterráneo del cual las cosas surgen, pues lo que rodea al hombre lleva
un velo que cubre un secreto o el por qué de ser de ese algo, y el poeta
en el poema da un signo para descifrarlo: todo poema es posibilidad de
aproximación a lo otro, a lo oculto, a lo velado, mediante imágenes. La
palabra es la voz que las cosas silencian; la poesía las hace hablar en el
poema, las desvela. Pero este desvelamiento no es completo, es decir,
no porque el poeta circunde lo que se oculta expondrá completamente el
misterio que albergan las cosas: incluso para él el lenguaje no alcanza a
exponerlo todo o su mano sólo consigue ciertos destellos y no la figura
completa. El poeta indica el rumor que se origina de la relación no visible
de las cosas, pero no las cataloga ni las llama de manera alguna. Siempre
falta para poder rozar lo indecible, pues escribir un poema es un inevitable
continuar dialogando con la insuficiencia. ¿Cuándo termina un poema?
¿Es su autor quien decide o no hay decisión y el poema nunca acaba?
¿Qué son las preguntas sino un modo de acercamiento a aquello que
apuntamos a distancia, intangible y lejano?
Las cosas, la calle, el viaje, tienen un ritmo dispar; cuando
la poesía los articula, los acerca e ilumina, ella lidia la discordia y los
sucesos se analogan, se traman, habla lo innombrable a través del temblor
de la palabra en el poema: cada lector busca algo en el poema - afirmaba
Octavio Paz-. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro.

306
Mariela Trujillo

Vuelve el poeta y lector a la poesía,


porque el retorno al poema siempre cambia de nombre.

***
En la aventura de lo impredecible, hay una constante pulsión hacia
algo que va y viene. El verso, ahí, despertando. La escritura modulando
un silencio, una aparición, un acto, un gesto. No recuerdo desde cuando,
sin embargo, me parece conocido hace siglos y, hoy, reconocido en unos
cuantas apariciones: un túnel, una rayuela y, luego, el hastío, Baudelaire;
la búsqueda y Eduardo Anguita. Vino después el dolor, Enrique Lihn y
Alejandra Pizarnik. El meridiano, Paul Celan; la correspondencia, Rilke.
Abrir un libro es despertar la conversación que el escritor plasmó en
silencio con su puño entintado sobre páginas y páginas de experiencias
con la pérdida, el dolor, lo precario, la muerte.

***
Siempre habrá quienes callen la hermosura: como decía Sor
Juana, hay quienes silencian pues no saben como decir todo lo que quieren
decir. A ellos a mis poemas invito y a quienes el contexto histórico que
nos engloba, a modo de contradicción, divide.

Viña del Mar, 2006

307
El mapa no es el territorio

*
Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro silencio
Alejandra Pizarnik

Te esparces esta noche


bajando del pájaro
que aórgico Hölderlin desenfrena.

Tú haces de este presente


un aire para la escritura
que durmiente penetra lo incierto.

El silencio te nombra
y el poema se escribe sin voz
desde la naturaleza
hasta tus ojos.

308
Mariela Trujillo

Antiguos presentes

Pasado es el ritmo del habla,


lúgubre sombra que indaga,
manantial callado.

Voces que lloran de vino


se pudren en grietas de labios subterráneos
en el placer de una gota en el agua.

Se aferra la luz con el origen:


imanes de signos que luchan
en un mismo cajón viviente.
Pero se ensancha el abismo abstracto,
bebe la tierra del latir antiguo,
patios inhóspitos al alma se aproximan
y las estelas no fusionan ambas luces fugaces.

Nudo sellado en un sobre al viento


nada importa esta mañana su golpe en el rayo.
Nada se observa de los polos,
nadie desenreda la historia arrojada en el vacío.

Caminan las masas y algunos convergen sobre dos tiempos


como fragmentos de noche y día.

Implacable oscuridad que se aleja de la lóbrega maquinaria y


se cierran los ojos.

Duerme ahora en la brisa de lo escrito


-quizás alguna idea brotará del agua-

309
El mapa no es el territorio

Manifiesto
A Vicente Huidobro

El torrente temblará en fiesta


y no entrará en esta habitación
ni Poeta, ni Dios.

El ser será para renacer


la lluvia austral sumergida en la tierra baldía.
Aquel galope que antes enmudeció en la tiza y el pastel
desde una esquina saldrá atravesando el rayo
con su vello cautivado en amarantos.

Arte es la palabra
caída
de una gota
a la sed del crear.

Allí,
en el vacío donde driza la palabra,
en el entresijo, claroscuro de los signos,
a punto de ir al estallido y quedar ocultos en el espacio,
el mar de frutos, los taciturnos, los inclinados al misterio
buscan el cómo
dar en la piel terrestre,
al rincón venal del río que nos vuelve a las raíces.

¡Hombre, no desesperéis!
Pues el tiempo Huidobro abrirá la pieza oscura
y el progreso,
aquel espiral al absurdo,
se hundirá hacia el cíclope,
como un caracol que eclipsa la multitud de lo evidente.
Sólo cabe entreabrir el umbral y masticarle a la rosa
que la sangre, los ojos
y la belleza
sólo silencian por Cronos y su carcaj lleno de polvo.

310
Mariela Trujillo

Ausencia

Como relámpago la muerte me lacea el rostro.


Me pide estar y no estar pausada
en su falda de sigilos
como si arrancara la piel y la derritiera.
De un golpe
me cava,
penetra mi aire,
ella de agua
y yo,
ahogándome en su ausencia,
la siento deambular derritiéndose hacia el abismo
en un entrar y salir del alma
como si Dionisos pudiera tocarla,
pero basta que este poema prolongue su mano
y balbucee al silencio
para recordar el fuego,
este fuego que impacta como agua
y las fisuras en las pupilas
y el óxido del recuerdo
y el relámpago de mi mano
y los guijarros,
y relámpago.

311
El mapa no es el territorio

Entre la nada y el todo


rotamos como signos dispersos

Del silencio de ti, de mí


germinan estos destellos trenzados a mis manos
perforadas con cada temblor tuyo.

Cesa el cataclismo rumiante de la contradicción


apuntando un lugar semejante
a ti, a mí
pretéritos de un propósito inimaginable
en tiempos de esferas
que en cuyas curvas van encabezando marchas
o quizás bajo relojes idénticos que salen al paso.
Y de pronto,
encrucijados tras el telón del absurdo,
en la intersección de una servilleta y un vaso de agua,
se asoma la posibilidad al acto,
al hacer y no,
en un vasoagua
un poco de conjugación
un poco la metamorfosis

Y de pronto,
encrucijados tras el telón del absurdo,
ir y venir esquivando el perfume de masas,
ocurre el templo y el tañe de nosotros supuestos
-simulando-
hambrientos de amor tenaz al infinito
pensados de reojo, montados sobre caballito de madera y
carrusel que nos arrastra de vuelta
y de nuevo al Re

312
Mariela Trujillo

conocer (nos) que el canto se escabulle


en tu espada de antaño,
en mi frente tuyo sobre una escalera.

Entre la nada y el todo


pasa tu desmesura como un rayo alargando los brazos del bosque
que llama mi retina rozar
el reflejo o un rescate
sobre ti, sobre mí
la fusión orbitándonos espesa
allí agua
allí unos veintitrés gramos de fuego
y unos cuantos de remordimiento.

313
REFERENCIAS
BIO-BIBLIOGRÁFICAS
El mapa no es el territorio

Diego Alfaro (Limache, 1984) Poeta, estudiante de Literatura en


la Universidad del Desarrollo en Santiago. Poemas suyos aparecen en el
website de Alejandro Lavquén y en la revista Los poetas del 5 y en el blog
Avenida Poesía. Ha organizado cuatro encuentros de poesía en la ciudad
de Limache y ha sido invitado a diversas lecturas tanto en la Quinta
Región como en Santiago. Durante el primer semestre de 2006 participó
en un taller con la poeta Cecilia Casanova y de una mesa redonda con
el poeta y pensador argentino Hugo Mujica. Los poemas seleccionados
pertenecen a un libro inédito titulado Distancias.

Rodrigo Arroyo (Curicó, 1981). Poeta y Licenciado en Artes


Visuales por la Universidad de Playa Ancha. En 2002 formó parte del
Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana. A su vez participa
del Seminario de Reflexión Poética que se efectúa en el mismo lugar
entre 2004 y 2006. Cuenta con algunos poemarios que se mantienen
inéditos, entre los cuales figuran: Vuelo Ficticio, Indicios de Traslado,
Incomunicaciones, Chilean Po(p)etry. Como artista visual cuenta con una
exposición individual, Untitled (Espacio G, Valparaíso), y participación
en exposiciones colectivas en el Centro de Extensión de la Universidad de
Talca (Estamos lejos de la apariencia engañosa, del efecto.(carnaciones
y vacío), Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de
Santiago (De Otro Lugar), Laboratorios Químicos Aduanas –Valparaíso-
(Nuevo Medio: Crisis Acción) entre otras. Actualmente vive en Quilpué y
trabaja como profesor de artes visuales en un colegio de Viña del Mar.

Alberto Cecereu (Valparaíso, 1986) Poeta, estudiante de


Licenciatura en Historia en la Universidad de Valparaíso. En 2003 participa
del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana y en el Seminario
de Reflexión Poética en el mismo lugar. En 2004 poemas suyos aparecen
en la Antología Oral de Poetas Emergentes del Sello Leutun (Santiago)
y publica en revistas de Chile y Argentina. Su obra prima es Noticias
sobre la Inmanencia, 2005. En 2006 obtiene el premio Enrique Lihn del
Concurso de Arte y Poesía Joven de la Universidad de Valparaíso.

316
Referencias Bio-bibliográficas

Alejandro Cerda A. (Viña del Mar, 1972) Poeta. En 1993 ingresó


a la Universidad Andrés Bello para estudiar Psicología, la cual abandonó
para viajar por Latinoamérica. Ha organizado diferentes encuentros
literarios: Ciclos de Invierno en la Universidad Arcis sede Valparaíso
(2005); Ciclos de Poesía Oriental en la Universidad Viña del Mar (2005);
Quilpoesía (2000); Homenaje al poeta Jorge Teillier (2003, 2004 y 2005).
Ha sido publicado en numerosas revistas y antologías como Trilce; Mil
Rostros de la Poesía Chilena (Berlín, Alemania); Revista Cultural de la
Queensland University (Australia).
Ha obtenido el segundo lugar en los Juegos Florales de la
Municipalidad de Valparaíso, 2003; Primera Mención en el Concurso
Nacional de Poesía de la Fundación Neruda, 2004. Algunos de sus poemas
han sido traducidos al inglés por el poeta y profesor de literatura Dave
Oliphant (University of Texas, Austin, EEUU).

Constanza Ceresa V. (Santiago, 1978). Poeta y crítica literaria,


Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica en la Universidad de Chile y
en Formación Pedagógica en la Universidad Católica de Chile. Formó parte
de los talleres de la SECH en los años 1996-1997 y fue becaria del Taller
de Poesía de la Fundación Pablo Neruda en 2000. Paralelamente formó
parte del taller de crítica Mariano Aguirre de la Universidad de Chile entre
2000 y 2002. En 2003 se mudó a la ciudad de Valparaíso, donde hasta hoy
se ha desempeñado como profesora de Lenguaje en diversas instituciones.
Actualmente integra el Magíster de Género y Cultura Latinoamericana en
la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Los poemas
seleccionados pertenecen a un libro en preparación.

Cristián Cruz (Putaendo, 1973) Poeta y cronista, profesor de


Castellano. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación
Pablo Neruda (1998) y la Beca de Creación Literaria que otorga el Consejo
Nacional del Libro y la Lectura (2003). Obtuvo mención honrosa en el
Concurso Jorge Teillier Ciudad de Lautaro (1998) y el Premio Alerce de

317
El mapa no es el territorio

la Sociedad de Escritores de Chile (2003). Ha publicado los libros de


poemas Pequeño país, 2000; Fervor del regreso, 1° ed, 2002 y 2° ed,
2004; La fábula y el tedio, 1° ed, 2003 y 2° ed 2004. Como cronista ha
publicado Papeles en el claroscuro, Ed Gobierno Regional de Valparaíso,
Valparaíso, 2003; libro que reúne sus colaboraciones escritas para el
diario El valle de San Felipe.

Bruno Cuneo L. (Valparaíso 1973) Ensayista, traductor y crítico.


Doctor© en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte por la
Universidad de Chile. Desde 1998 ha ejercido hasta la fecha la docencia y
la investigación en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica
de Valparaíso. Ha sido profesor invitado, en dos ocasiones, del Magister
en Artes Visuales de la Universidad de Chile. Dentro de su producción
bibliográfica cabe mencionar sus numerosos artículos que, en calidad de
crítico de poesía, publicara entre los años 1998 y 2005, en el suplemento
«Revista de Libros» del diario capitalino El Mercurio, así como su trabajo
de editor de la revista Pensar & Poetizar, en la que periódicamente han
aparecido sus trabajos de traducción de poesía y crítica de arte. En 2004
recibió la Beca de Creación que otorga el Consejo Nacional del Libro
y la lectura. Ha publicado el libro de poemas Verano. 2005 y prepara la
edición de un diario de viaje titulado Dos Ciudades y un nuevo libro de
poemas titulado Hielos Flotantes.

Claudio Gaete B (Valdivia, 1978) Poeta, psicólogo por la


Universidad de La Frontera, magíster en Literatura por la Universidad
de Playa Ancha de Valparaíso. Ha obtenido en 2004 el Primer lugar del
Concurso Iberoamericano de Poesía Neruda 100 años por la
Municipalidad de Temuco y la Beca de Creación que otorga el Consejo
Nacional del Libro y la Lectura. En 2005 ha obtenido el Premio Enrique
Lihn del Concurso de Arte y Poesía Joven de la Universidad de Valparaíso, el
primer lugar en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la Municipalidad
de Santiago y la beca del Taller de Poesía de la Fundación

318
Referencias Bio-bibliográficas

Pablo Neruda. En 2006, su libro El cementerio de los disidentes, obtiene


el Premio Municipal de Literatura de Santiago.
Poemas suyos aparecen en diversas antologías y revistas
nacionales y del extranjero. Con ayuda del Consejo Nacional del Libro
y la Lectura y en colaboración con el poeta Guillermo Rivera, realizó
la edición de Ennio Moltedo. Obra Poética, Ediciones del Chivato,
Valparaíso, 2005.

Gonzalo Gálvez E (Valparaíso, 1982) Poeta, estudiante de Derecho


de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. En 2000 formó parte
del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana en Valparaíso.
Ha participado en diversos encuentros y lecturas como Joven Poesía
Porteña en el centro cultural La Sebastiana (2002), en La Semana de las
Humanidades de la Universidad Católica de Valparaíso (2003), etc. Junto
a otros estudiantes conformó la editorial estudiantil El Espejo de Tinta en
la Universidad Católica de Valparaíso. En 2004 obtiene el Segundo Lugar
en el concurso Neruda 100 años organizado por el Gobierno Regional
de Valparaíso y la Fundación Pablo Neruda. Es director de la revista
de poesía Antítesis. Los poemas seleccionados pertenecen a un libro en
preparación.

Ismael Gavilán M. (Valparaíso, 1973). Poeta y ensayista. Magíster


en Literatura Chilena e Hispanoamericana por la Universidad de Chile. Ha
publicado los libros de poemas Llamas de quien duerme en nuestro sueño,
1996 y Fabulaciones del aire de otros reynos, 1° ed 1999 y 2° ed 2002.
Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda
(1997) y la Beca de Creación Literaria que otorga el Consejo Nacional
del Libro y la Lectura (2001). Como ensayista ha colaborado en diversas
revistas nacionales y extranjeras (Everba, Pensar y Poetizar, Vértebra,
Plagio, La Linda Pelirroja, Inti, Tambor, Los Poetas del Cinco, Mapocho,
Aérea etc). Tiene en preparación un libro de ensayos, una monografía

319
El mapa no es el territorio

acerca de la poesía de Eduardo Anguita y un nuevo libro de poemas.


Se desempeña como docente en la Universidad de Viña del Mar y en la
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y asimismo como monitor
del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana y del Seminario de
Reflexión Poética que dependen de la Fundación Pablo Neruda.

Pedro Godoy (Vicuña, 1977) Poeta, Doctor© en Literatura


Hispanoamericana por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda
(1997). Ha recibido el Premio Único de Poesía de ediciones El Espejo de
Tinta, Universidad Católica de Valparaíso en 2002 por su libro Calabriadas
publicado en 2003. Desde el año 2005 participa junto a otros jóvenes
poetas de Valparaíso en el Seminario de Reflexión Poética realizado en
el centro cultural La Sebastiana. Gracias al apoyo del Consejo Nacional
del Libro y la Lectura a llevado acabo la edición de la obra completa de
Alfonso Alcalde en colaboración con Ediciones Altazor, 2006

Daniela Giambruno L (Valparaíso, 1984). Poeta y estudiante de


Servício Social en la Pontifícia Universidad Católica de Valparaíso. En
2001 integró el Taller de Poesía del centro cultural Balmaceda 1215 y en
2003 participó en el Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana.

Felipe Hernández (Valparaíso, 1973). Ha publicado Reflejos del


aire (1995); La espada de la razón (1998) y Návatar (2001) libro con el
que obtiene el XXXI Premio Ciudad de Alcalá en Alcalá de Henares,
España en 2000 y reelaboración de los títulos anteriores. Radicado
actualmente entre Madrid y Tánger.

Eduardo Jeria G. (Valparaíso, 1977) Poeta, psicólogo por la


Universidad de Valparaíso. Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la
Fundación Pablo Neruda (1997), y el Premio Juegos Florales Gabriela

320
Referencias Bio-bibliográficas

Mistral de la Municipalidad de Santiago (1997). Ha recibido asimismo


el Premio Pablo Neruda del Concurso de Arte y Poesía Joven de la
Universidad de Valparaíso (2000). Entre 2004 y 2005 fue monitor del
Taller Literario de la Federación de Estudiantes de la Universidad Técnica
Federico Santa María. Ha publicado los libros de poemas Persona Natural,
1999 y Jardín Japonés, 2006.

Sergio Madrid S. (Iquique, 1967) Poeta, estudió Castellano en


la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha obtenido la Beca
del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1988). Ha publicado
colectivamente Retaguardia de la vanguardia, 1992; Los novios de
Ariadna, 1993 y Melancoholía, 2003. De forma individual Voz de locura,
1988; El universo menos el sol, 2000 y Elegía para antes de levantarse,
2003. Ejerce docencia en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso.

Gladys Mendía G. (Maracay, Venezuela, 1975) Poeta y Técnico


Superior en Turismo. Estudiante de Letras mención Lengua y Literatura
Hispanoamericana y Venezolana por la Universidad de Los Andes.
Participó del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana en 2003.
Ha publicado sus poemas en diversas revistas literarias de España, Estados
Unidos, Italia, Chile y Venezuela. Actualmente dirige la Revista Literaria
Los Poetas del 5 y ha formado parte del Seminario de Reflexión Poética
La Sebastiana desde 2004 hasta la fecha. Reside actualmente en Santiago
de Chile. En preparación, el libro de poemas Viento estático.

Felipe Moncada M. (Quellón, Chiloé, 1973). Poeta que realiza


estudios de Física en la Universidad de Santiago. Reside en la ciudad de
San Felipe desde 1999. Ha publicado los libros de poemas Irreal, 2004 y
Carta de navegación, 2006. Actual director de la revista La piedra de la
locura, San Felipe.

321
El mapa no es el territorio

Enrique Morales G. (Viña del Mar, 1970) Poeta y traductor,


Doctor© en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte por
la Universidad de Chile. Ha obtenido el Premio Juan Luis Martínez
del Concurso de Arte y Poesía Joven de la Universidad de Valparaíso
(2000). Sus poemas y traducciones han sido publicadas en varias revistas
y muestras antológicas (Trilce, Pensar y Poetizar; Dos, Poetas en la
ciudad). Asimismo ha organizado y participado en distintos programas
radiales (Babelia, Entreacto, 2001-2002) y colaborado en diversos
proyectos audiovisuales como en el video Memoria histórica de
la Alameda en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile;
producción a cargo de los artistas italianos Diego Mometti y David
Boardman, guión de Pablo Cottet (2005) y en la instalación Sueños
Rellenos en la Estación de Ferrocarriles de Valparaíso junto al fotógrafo
Guillermo González (2000). Ha publicado el libro de poemas Adiós a
Ilión, 1999 y se halla en preparación su segundo libro de poemas La
novia que llora. Ejerce docencia en el Instituto de Arte de la Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso.

Enoc Muñoz (Curepto, Séptima Región, 1970) Poeta y ensayista,


Licenciado en Filosofía por la Universidad Católica de Valparaíso,
Doctor© en Filosofía por la Universidad de Chile. Ha obtenido la Beca
del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1995). Profesor del
Instituto de Arte de la Universidad Católica de Valparaíso entre 1996
y1998. Ha publicado los libros de poemas Pájaros-Lágrimas, 1996;
Llegar y laberinto, 1997 y El jardín del mirlo, 2003. Como ensayista ha
publicado el libro Hacia un pensamiento del afuera: el pensamiento del
joven Levinas, Ed Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2001

Sergio Muñoz A. (Valparaíso, 1968) Poeta y profesor de música


por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha obtenido la Beca
del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1994) y la Beca de

322
Referencias Bio-bibliográficas

Creación del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (1999). Desde 1994
hasta la fecha ha sido monitor del Taller de Poesía del centro cultural
La Sebastiana y del Seminario de Reflexión Poética llevado acabo en
el mismo lugar, en donde además ha realizado una intensa actividad
de promotor cultural, organizando lecturas, encuentros y talleres. Ha
publicado los libros de poemas Lengua Muerta, 1998; 27 poemas, lengua
en blues, 2002; Lengua ósea, 2003, siendo recogida su obra, además en
diversas revistas y recopilaciones como Libertad 250, Viña del Mar, 1996
y Metáforas de Chile, Ed LOM-Corporación Altamar, Stgo de Chile,
2000.

Raimundo Nenén (Santiago, 1983) Poeta que ha vivido su infancia


y adolescencia en Punta Arenas. Mientras cursaba 4to Medio publicó su
primer libro de poemas La poesía ya no es poesía (Punta Arenas, 2001).
El mismo año es invitado a participar del Encuentro Nacional de Poetas
Jóvenes «En el Invierno en la Provincia, Homenaje a Rolando Cárdenas».
Terminada la Enseñanza Media estudia Pedagogía
en Castellano en la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso. En 2002
participa del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana. En
2004 es invitado a participar de los encuentros «Poquita Fe», Encuentro
Internacional de Poetas Jóvenes y «Patagonia Escrita», encuentro de
escritores magallánicos. Durante su estadía en Valparaíso ha trabajado en
dos poemarios aún inéditos. Y hoy por hoy se encuentra experimentando
en el campo de la narrativa.

Danny Núñez C. (Valparaíso, 1978) Poeta, Licenciado y Profesor


de Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Participó
del Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana en 1996 y del Taller
Literario de la Casa de la Juventud de Valparaíso en 1998. Entre 1999 y
2001 forma junto a otros poetas el colectivo Círculo de Tiza con el que
participa en numerosas lecturas en pubs, bares y encuentros, publicando
el folletín Vozetos. Es becado en 2001 por la Katholische Universität

323
El mapa no es el territorio

Eichstät Ingolstadt de Alemania, donde permanece por dos semestres. Sus


poemas han sido recogidos en diversas antologías como Zarpe de poetas
porteños; 23 Escritores Jóvenes de Valparaíso, Poetas en la Quinta,
Creación desde la Palabra, Señales en la Piedra y en revistas como Los
poetas del cinco y Asdecopas. Participa desde el año 2004 del Seminario
de Reflexión Poética en el centro cultural La Sebastiana.

Mario Ortega (Sewell, Rancagua, 1975) Poeta, abogado por la


Pontificia Universidad Católica de Santiago. Ha obtenido el segundo
lugar en el concurso de poesía de la Federación de Estudiantes de la
Universidad Católica de Santiago (1993) y el Premio Juegos Literarios
Gabriel Mistral de la Municipalidad de Santiago (1994). En 2003 obtiene
el premio Rafael Morales de la Universidad Carlos III de Madrid y logra
un Accésit del Certamen Jóvenes Creadores del Ayuntamiento
de Madrid. Ha obtenido asimismo la Beca del Taller de Poesía de la
Fundación Pablo Neruda (1997). Ha publicado los libros de poemas
Leyenda de la sangre, 1995 y Animal Roto, 2000 y sus poemas aparecen
en diversas antologías y revistas nacionales y del extranjero. Radicado
actualmente en Madrid, España.

Marcela Parra M. (Temuco, 1981) Poeta y estudiante de


Licenciatura en Artes en la Universidad Católica de Temuco. En el año
2004 se traslada a la Universidad de Playa Ancha donde continúa sus
estudios. El mismo año participa en el Taller de Poesía del centro cultural
La Sebastiana en Valparaíso, ciudad en la que actualmente reside. También
en el año 2004 gana el primer lugar y la tercera mención honrosa en el
concurso literario que realiza año tras año la Universidad de Playa Ancha.
En el año 2005 obtiene la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo
Neruda, Santiago. Participa además en el Seminario de Reflexión Poética
que se realiza en La Sebastiana, Valparaíso. En preparación su libro
Silabario de la mancha.

324
Referencias Bio-bibliográficas

Marcelo Pellegrini M (Valparaíso, 1971) Poeta, ensayista y


traductor, Doctor en Literatura por la Universidad de California, Berkeley.
Ha obtenido la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda
(1993). Mención honrosa del Premio Municipal de Literatura de Santiago
(1998). Como poeta ha publicado Poemas, 1996; El árbol donde envejece
la muerte, 1997; Ocasión de la ceniza, 2003 (libro que reúne íntegramente
los textos precedentes como también numerosos poemas inéditos) y El sol
entre dos islas, 2005. Como traductor una de sus últimas publicaciones
es Figuras del original, Ed Beudedrais & Manulibris, Santiago de Chile,
2006 que reúne sus versiones de poetas en lengua inglesa y portuguesa
y como ensayista Confróntese con la sospecha: ensayos críticos sobre
poesía chilena de los 90 Ed Universitaria, Santiago de Chile, 2006. En
la actualidad enseña literatura hispanoamericana en la Universidad de
Wisconsin, EEUU.

Jorge Polanco S. (Valparaíso, 1977) Poeta y ensayista, Licenciado


en Filosofía por la Universidad de Valparaíso, magíster © en Filosofía con
Mención en Pensamiento Contemporáneo por la misma casa de estudios.
Ha obtenido la Beca de Creación que otorga el Consejo Nacional del
Libro y la Lectura (2004). Ha publicado la monografía La zona muda, ed
RIL, Stgo de Chile, 2004, acerca de la poesía de Enrique Lihn y el libro de
poemas Las palabras callan, 2005. Primer lugar del Concurso Literario
Balmaceda 1215 de Valparaíso (2004). Ejerce docencia en la Universidad
de Viña del Mar y en la Universidad del Desarrollo, Santiago.

Florencia Smiths (Santiago, 1976) Poeta, titulada de Pedagogía


en Castellano y Licenciatura en Educación por la Universidad de Playa
Ancha, Valparaíso. Ha desarrollado su poesía viviendo en los puertos de
San Antonio y Valparaíso.
Sus poemas ha sido publicados en diversas antologías como
21 poetas, Universidad de Playa Ancha (1998-1999); Creación desde la
palabra, Universidad Técnica Federico Santa María (2000-2001);

325
El mapa no es el territorio

Poemas en la cuenca del Maipo, Agrupación Vicente Huidobro (San


Antonio 2000); Antología Poesía Joven, Universidad de Playa Ancha
(2002). Ha participado, asimismo, en numerosas lecturas públicas entre
las que destacan Carnavales Culturales de Valparaíso (2001), Encuentro
Internacional de Poetas Chile-Poesía (2003) y Encuentro Internacional
de poetas Poquita Fe (2004). En preparación, su libro El margen del
cuerpo.

Karen Toro E. (Valparaíso, 1980) Poeta, estudiante de Pedagogía


en Castellano en la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso. Ha participado
en el Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana (2000) y en
diversos encuentros y lecturas en Valparaíso, San Felipe y otras ciudades
de la región. Poemas suyos aparecen en varias recopilaciones antológicas
y en revistas como Trilce y Valpoesía. Ha publicado El silencio crece en
el jardín Ed del Gobierno Regional de Valparaíso, 2002.

Mariela Trujillo G (Viña del Mar,1985) Poeta y estudiante de arte


en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
donde cursa cuarto año. Textos suyos aparecen en la Antología Balmaceda
1215, 2004 (género cuento); en la antología del concurso Poesía Joven
UPLA Escribe con Neruda del mismo año; en Un mensaje a Gabriela y
en Antología poética y otros textos del CCAA del Instituto de Arte PUCV,
ambos de 2005. Actualmente se encuentra realizando traducciones para el
artista visual francés Thierry Defert y participa del Seminario de Reflexión
Poética del centro cultural La Sebastiana.

Francisco Vergara (Viña del Mar, 1977). Poeta, Ingeniero Civil


por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. En 2003 participó en
el Taller de Poesía del centro cultural La Sebastiana de la Fundación Pablo
Neruda. En 2004 es convocado a participar del Seminario de Reflexión
Poética impartido en el mismo lugar. Los poemas pertenecen a su libro
inédito Notas de extravío.

326
INDICE GENERAL
Prólogo 7

Sergio Madrid (1967) 21


Sergio Muñoz (1968) 31
Enoc Muñoz (1970) 43
Marcelo Pellegrini (1971) 53
Cristián Cruz (1973) 65
Felipe Hernández (1973) 75
Ismael Gavilán (1973) 85
Felipe Moncada (1973) 97
Mario Ortega (1975) 107
Eduardo Jeria (1977) 117

II

Enrique Morales (1970) 129


Bruno Cuneo (1973) 139
Pedro Godoy (1977) 147
Jorge Polanco (1977) 159
Claudio Gaete (1978) 169
Karen Toro (1980) 179
Raimundo Nenén (1983) 187
Alberto Cecereu (1986) 197
III

Alejandro Cerda (1972) 207


Gladys Mendía (1975) 215
Florencia Smiths (1976) 223
Francisco Vergara (1977) 233
Constanza Ceresa (1978) 243
Danny Núñez (1978) 251
Marcela Parra (1981) 259
Rodrigo Arroyo (1981) 269
Gonzalo Gálvez (1982) 279
Daniela Giambruno (1984) 287
Diego Alfaro (1984) 295
Mariela Trujillo (1985) 305

Referencias Bio-bibliográficas 315


EL MAPA NO ES EL TERRITORIO
se terminó de imprimir en el mes de septiembre
del año 2007
en Editorial FUGA, Valparaíso, Chile.

En su composición se utilizaron papeles Murillo de 130 gramos en


portadas y Bond ahuesado de 80 gramos para el cuerpo, con tipografías
Times New Roman y Goudy Old Style.
colección

e-book

fuga

2008

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