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LOS MATERIALES TÉCNICAS

TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS CONSTRUCTIVOS A TRAVÉS


TRAVÉS DEL

SIGLO XX.

EVOLUCIÓN DE LOS TIPOS


TIPOS ECLESIÁSTICOS A

TRAVÉS DE 21 AÑOS DE “INFORMES DE LA


CONSTRUCCIÓN” (1950-
(1950-1971)

ÁLVAREZ FUNES, PABLO


CURSO 2004 – 2005
PROF: PONCE,
MERCEDES
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN. JUSTIFICACIÓN DEL PERIODO ELEGIDO. METODOLOGÍA.


P. 2

1.- LOS ANTECEDENTES: DEL ECLECTICISMO AL CONCILIO VATICANO II.


P. 7

2.- RELACIÓN DE ARTÍCULOS CON EL CÓDIGO 148: EDIFICIOS RELIGIOSOS


P. 11

3.- DESCRIPCIÓN DE LOS EDIFICIOS MÁS INTERESANTES DESDE EL PUNTO


DE VISTA TECNOLÓGICO Y CONSTRUCTIVO.

P. 18

4.- CONCLUSIONES.
P. 77

NOTAS Y REFERENCIAS P. 77

BIBLIOGRAFÍA
P. 78

1
INTRODUCCIÓN. JUSTIFICACIÓN DEL PERIODO ELEGIDO. METODOLOGÍA.

El presente trabajo monográfico trata sobre la evolución de las edificaciones religiosas


entre los años 1950 y 1971 a partir de los artículos que sobre este tema se publicaron en la revista
“Informes de la Construcción” del Instituto Eduardo Torroja de la Construcción y del Cemento.
Esta revista surge en 1948 con la intención de divulgar los nuevos materiales y técnicas
constructivas en la España de la época, un país que está saliendo de una dura posguerra y cuyas
condiciones sociopolíticas (estamos en el denominado periodo de Autarquía de la dictadura
franquista) no fomentan precisamente la difusión de estas innovaciones. Nos encontramos por
tanto ante un periodo de depresión económica en el que no se podían aplicar innovaciones
costosas; por otro lado, no había mano de obra especializada capaz de aplicar estas técnicas a la
construcción; y por último, en sus inicios la dictadura no veía con buenos ojos estas innovaciones
desde su punto de vista formal pues las consideraba herederas de la cultura arquitectónica de la
Segunda República (muy marcada por el movimiento moderno).
Es por tanto un escenario difícil para la innovación tanto técnica como formal, pero el
progresivo crecimiento económico así como la apertura del régimen durante la década de 1950 y
1960 van propiciando una evolución en la arquitectura de la época, que pasa del denominado “estilo
imperial” (un revival del renacimiento español) de los años 40 y primeros 50, a la aceptación del
movimiento moderno “canónico” (el estilo internacional) y las nuevas tendencias del brutalismo.

Tras la Segunda Guerra Mundial Europa y Norteamérica viven un periodo de desarrollo


urbano sin precedentes. Las ciudades aumentan enormemente de tamaño, y es necesario dotar a
estas nuevas áreas urbanas de los equipamientos necesarios, tal como sentaban las bases del
urbanismo moderno recogidas en la Carta de Atenas de 1931. En muchas ocasiones esa
equipamiento de nuevas áreas resultó deficiente por la especulación del suelo a la que se vieron
sometidas; con todo, la gran mayoría de los barrios de nueva construcción en cualquier ciudad
europea o norteamericana contaban con un equipamiento religioso que en ocasiones hacía las veces
de centro cultural. Por otro lado, la versatilidad de estas edificaciones permite que un gran
desarrollo de las innovaciones formales y constructivas, y formas que hoy día son comunes en los
proyectos arquitectónicos tienen sus orígenes en el empleo de formas curvas y orgánicas y en las
cubiertas laminares de hormigón armado.
Así pues resulta interesante estudiar la evolución de estos tipos edificatorios, pues en el
caso concreto español es uno de los pocos ejemplos en los que podemos encontrar grandes
innovaciones. Primero porque la proximidad del régimen hacia la Iglesia fomenta la construcción de
centenares de templos en toda España. Y segundo porque, como ya hemos dicho, estas
edificaciones permiten una versatilidad de formas que otro tipo de equipamientos (cuya génesis

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proyectual se aproximaba al estilo internacional o movimiento moderno canónico entendido como
estilo fijo e inmutable) no podía asimilar.
Entre los años 1948 y 1981 se publicaron un total de 163 artículos con el código 148, que
es el que la revista emplea para la arquitectura religiosa. Sin embargo el trabajo se centra en un
periodo menor, el comprendido entre 1950 y 1971, pues estos son los años en los que se concentra
un mayor número de artículos. En el siguiente gráfico vemos la cantidad de artículos publicados
cada año del periodo comprendido entre 1948 y 1981.

Artículos por año (1949 - 1981)

24
22
20
18
16
14
12
10
8
6
4
2
0
1949
1950
1951
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
1959
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
Vemos efectivamente que el periodo 1954 – 1971 es el que contiene un mayor número de
artículos (133 de 163); sin embargo hemos decido ampliar el periodo hasta 1950 porque en ese año,
como veremos, se publica un artículo bastante extenso sobre arquitectura religiosa europea durante
la primera mitad del siglo XX, centrándose bastante en las iglesias que se estaban construyendo en
la España del momento. Resulta interesante hacer una comparación entre la obra de los arquitectos
que aparecen en este artículo y las obras que construirán en años posteriores y que también
aparecen recogidas en la revista, pues nos servirán para ver cómo evolucionó la arquitectura en
España durante los años de la dictadura franquista.

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Por otro lado, también resulta interesante hacer una relación de la procedencia de las obras
para ver de dónde llegaban a España las aportaciones constructivas y formales en la construcción de
templos. En los siguientes gráficos se indica la procedencia de los artículos que se analizan así como
el número de artículos por país.

Artículos por paises

Colombia
35 Finlandia
30 Ghana
Japón
25 Marruecos
Méjico
20 Túnez
15 Uruguay
Holanda
10 Nigeria
Austria
5 Reino Unido
0 Francia
Italia
Méjico

E.E.U.U
Marruecos

Uruguay
Ghana
Japón

Holanda
Nigeria
Austria

Italia

Alemania
Colombia
Finlandia

Reino
Francia

España
Túnez

Suiza
Suiza
España
E.E.U.U
Alemania

El país que más artículos aporta es Alemania con un total de 35; le sigue Estados Unidos
con 28, España con 22, Italia y Suiza con 15 y Francia con 12. Se trata fundamentalmente de países
europeos. De América encontramos cuatro estados (Estados Unidos, Méjico, Colombia y Uruguay)
y sólo un país asiático (Japón). Los cuatro países africanos que encontramos (Ghana, Marruecos,
Túnez y Nigeria) pertenecían en el momento de la publicación del artículo a las potencias coloniales
de Francia e Inglaterra, aunque en la clasificación hemos decidido ponerle sus nombres actuales.
Se trata de países con características muy distintas unos de otros. Francia, Inglaterra,
Alemania e Italia se sobreponían durante los años 40 y 50 de los estragos de la Segunda Guerra
Mundial. Suiza se mantuvo aparte en la contienda y Estados Unidos, a pesar de participar no vio
sus fronteras dañadas.
Nos encontramos por tanto ante países en crecimiento, ya sea a través de la reconstrucción
unida al crecimiento al que antes aludíamos (en el caso de Europa si exceptuamos Suiza) o a partir
de un crecimiento continuado desde el siglo XIX que tuvo su último empujón tras la Segunda
Guerra Mundial, como es Estados Unidos.
La mayoría de los templos que se tratan en la revista son templos católicos, pues por otro
lado son las influencias que se podían poner en práctica en una España que se definía como
nacional-catolicista. Por tanto, suponemos que las iglesias suizas, inglesas y estadounidenses

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(protestantes en su mayoría) no debieron prestar tanto interés como las francesas, alemanas e
italianas, fundamentalmente católicas. Asimismo destacamos que en ningún momento se muestran
ejemplos de templos de otras religiones, como sinagogas y mezquitas. Sin embargo sí resulta
curioso que en 1973 (artículo 148 -147) aparezca un templo masónico (Templo masónico en
Warckickshire, de John Maid), teniendo en cuenta la aversión del régimen por la masonería.
Alemania fue el país más devastado tras la Guerra, tras la cual quedó dividida en dos partes:
la Republica Federal de Alemania, adscrita al “mundo capitalista” y la República Democrática
Alemana, bajo el control de la URSS. Todos los artículos alemanes provienen de la República
Federal, pues el régimen comunista de la República Democrática impedía la construcción de
edificios religiosos. Fue en la Alemania de finales del siglo XIX donde surgieron los primeros
intentos de apertura hacia nuevas formas en las tipologías eclesiásticas, con el denominado
movimiento litúrgico. Estas influencias todavía estaban vivas tras la Segunda Guerra Mundial, y los
arquitectos alemanes, junto con la Comisión Episcopal Alemana, supieron sacar partido a estas
influencias para la reconstrucción de las iglesias del país.
Durante el siglo XIX y el primer tercio de siglo XX Estados Unidos recibió gran cantidad
de inmigrantes provenientes de Europa. La Segunda Guerra Mundial supuso además de un nuevo
aporte de población, una fuga de intelectuales, científicos y artistas. Es de destacar la presencia en
Estados Unidos de Marcel Breuer, con la abadía de San Juan en Collegeville (Minnesota) (art. 148-
31 y 148-81).
Tras la segunda Guerra Mundial, en Francia, los dominicos de la revista L'Art Sacre, las
directrices de la Comisión Episcopal (1953) y los llamados Chantiers du Cardinal intentaron
promover una adecuada orientación en la construcción de iglesias, de las cuales se construyeron
unas 650 solamente entre 1950 y 1960. Las nuevas técnicas (cubiertas laminares derivadas del
empleo del hormigón armado) permitían un amplio repertorio formal que facilitaba audacias
estructurales y compositivas. También se construyeron obras que, por circunstancias especiales,
respondían a programas amplios y monumentales (la iglesia de Notre Dame de Royan, la basílica -
subterránea de Lourdes), pero en general se asumió un criterio que favorecía el empleo de
estructuras basadas en pórticos de acero o cubiertas laminares para iglesias de modestas
proporciones, pero procurando darle un toque de dignidad (en la forma y disposición de los
materiales) que evitara crear analogías con edificaciones que, empleando las mismas técnicas, tenían
un uso industrial ó deportivo.
En Italia y España, la arquitectura sagrada de la posguerra se mantuvo fijada a revisiones
historicistas hasta bien entrado el siglo XX. En Italia, el despegue hacía fórmulas renovadoras, más
conformes con las necesidades de la época, se produjo en 1955 en Bolonia, por iniciativa del
cardenal Lercaro, quien, en el Primer Congreso Nacional de Arquitectura Sagrada, ofreció una serie
de orientaciones que ejercieron prontamente una benéfica influencia en iglesias construidas por
arquitectos de talento, como Giorgio Trebbi, Glauco Gresleri y Giovanni Michelucci. La obra de
este último en la autopista de Florencia, desarrollando la idea de la “tienda de Dios entre los

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hombres” destaca por su originalidad imaginativa, su abandono de las formas ortogonales y sus
pretensiones simbólicas. Igual que la capilla de Ronchamp, debe considerarse como un “refugio”
para el descanso y la oración más que como respuesta a las exigencias litúrgicas de una comunidad
celebrante.
En España, la añoranza estéril de un glorioso pasado hizo que se perdiera en 1940 la oca-
sión de una inmensa tarea de reconstrucción, estrictamente necesaria después de la devastación de
la guerra civil. Luis Moya Blanco (1904-1990) es uno de los arquitectos al servicio del régimen más
destacable en esta primera etapa; sus obras dieron un nuevo enfoque al clasicismo a la vez que
buscaba la comunión entre éste, las técnicas tradicionales (fábrica de ladrillo, bóvedas tabicadas) y
las nuevas técnicas del hormigón armado y las cubiertas laminares del mismo material. Sus primeras
obras buscan dar continuidad al lenguaje clásico y mejora de las técnicas tradicionales mencionadas
(Iglesia parroquial de San Agustín, en Madrid, 1945-1955; Capilla de la Universidad Laboral de
Gijón, 1949-1951), hasta el ensayo de nuevas formas y técnicas que traía el hormigón armado
tomando como base la técnica de las bóvedas tabicadas (Capilla del Colegio de Nuestra Señora del
Pilar, Madrid, 1959-1960). Del mismo grupo de arquitectos con ideas renovadoras que iniciaron su
labor en la década de los 50 cabe destacar a Miguel Fisac (n. 1913). El examen cronológico de sus
obras pone de manifiesto la trayectoria de un arquitecto que, partiendo de unas iglesias diseñadas
con un notable sentido expresiónista de lo sacro -Arcas Reales (Valladolid), San Pedro Mártir
(Alcobendas)-, supo evolucionar hacia soluciones litúrgicamente mas funcionales y conformes al
espíritu del concilio: iglesias parroquiales de Santa Ana de Moratalaz (Madrid), de Santa Cruz, de
Oleiros (La Coruña), de Nuestra Señora de Altamira (Madrid).

Dividiremos el trabajo en cuatro partes: la primera va destinada a una introducción


histórica que se adentre en los antecedentes de las tipologías religiosas desde finales del siglo XVIII
hasta los inicios del XX, cuando se inician las corrientes de renovación. La segunda supone un
resumen de todos los artículos relacionados con la temática religiosa (código 148), organizada a
modo de tabla resumen. La tercera es un estudio de los edificios más importantes desde el punto de
vista tecnológico y constructivo que se recogen en la revista, analizando los materiales, técnicas y
procedimientos empleados en su realización con el fin de ir indicando la evolución constructiva de
estos tipos edificatorios. Y la cuarta y última recoge las conclusiones a las que se llegan después de
la realización del trabajo.

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1.- LOS ANTECEDENTES: DEL ECLECTICISMO AL CONCILIO VATICANO II.

A finales del siglo XVIII, el racionalismo de la Ilustración, la crítica de los filósofos de la


Enciclopedia y la disolución de costumbres que se había instalado en gran parte de la clase rectora
de la sociedad provocaron una crisis que en Francia terminaría por desembocar en la Revolución de
1789. Sus principios se difundieron rápidamente por Europa y América, y la Iglesia no supo
reaccionar ante la nueva situación más que apoyando a los movimientos sociales y políticos que
pretendían la restauración del Antiguo Régimen. Esta situación, unida a las nuevas tendencias
representadas por el romanticismo que inflamó los espíritus a partir de 1830, favoreció en el terreno
de la arquitectura cristiana lo que se ha llamado el revivalismo, una actitud de nostalgia y añoranza por
los estilos medievales.
En esos años, y como resultado de las revoluciones político-sociales, se fue produciendo un
divorcio cada vez mayor entre la Iglesia y la sociedad, cuyo liderazgo había ya perdido con
anterioridad. Consecuentemente, el despojo de los bienes eclesiásticos, oficialmente decretado por
el Estado en algunos países, condujo, por una parte, a un grave empobrecimiento de la Iglesia, y por
otra, a una situación de progresivo abandono y demolición del patrimonio artístico de la cristiandad,
un abandono que ha merecido, con justicia, el calificativo de vandalismo por parte de los
historiadores. Este desvalimiento de la Iglesia le impidió en casi todos los países acometer planes de
envergadura, al estilo de lo realizado en siglos anteriores. Los programas arquitectónicos religiosos
verdaderamente importantes quedaron al albur de la iniciativa del Estado, aunque también es
verdad que los jerarcas eclesiásticos podían frecuentemente intervenir y tomar decisiones sobre los
planes de construcción, toda vez que se les confiaba su salvaguarda, su uso y administración.
Pero la influencia de la Iglesia en la arquitectura sagrada del siglo XIX estuvo marcada por
una romántica añoranza de la gran arquitectura medieval, unida, en las primeras décadas de ese
siglo, a un cieno “romanticismo clasicista”, del que todavía sobreviven notables ejemplos en toda
Europa. No podemos detenernos aquí a enumerar los centenares de iglesias que se construyeron en
Europa como copias del estilo bizantino, románico, gótico y neoclásico, o intentando una Fusión
ecléctica de varios de ellos. No puede negarse talento a algunos de aquellos constructores, como el
francés Jacques-Ignace Hirtorf, el inglés Auguste-Welby Pugin o el alemán K. F. Schinckel; pero la
invención creativa no fue precisamente un don que caracterizase la arquitectura cristiana de ese
siglo.
Si, prescindiendo de este declive del ímpetu creativo, la juzgamos desde el punto de vista
litúrgico y pastoral, la arquitectura sagrada del siglo XIX tampoco sale bien parada. Muchas iglesias
fueron pensadas sobre todo en función de su apariencia monumental, y su planificación tendía
menos a facilitar la oración comunitaria y el auténtico culto litúrgico que a servir de marco
decorativo para las bodas ilustres y las primeras comuniones suntuosas. Cuando se disponía de
medios económicos suficientes se buscaba más la teatralidad ostentosa que la sencillez y la

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funcionalidad. En este siglo la añoranza del pasado fomentó e impulsó una estimable labor en el
terreno de la restauración de los monumentos medievales.
La verdadera renovación de la arquitectura cristiana, que habría de iniciarse en el segundo
tercio del siglo XX, se produjo gracias a tres impulsos renovadores en el seno de la Iglesia misma: la
aceptación de las nuevas técnicas, el movimiento litúrgico y los principios teológicos y pastorales
del Concilio Vaticano II.

El interés por una posible renovación de la arquitectura sagrada sólo tomó cuerpo con la
aparición de nuevos materiales de construcción: el hierro colado y luego el hormigón armado. Estas
técnicas habían surgido ya en el pasado siglo, pero la Iglesia sólo se decidió a usarlas muy
tardíamente, porque su empleo lógico conducía a una renovación de formas que chocaba con un
estado de opinión muy generalizado que concebía la fidelidad a la tradición cristiana como una
repetición de las formas del pasado.
Dejando de lado, como casos singulares y atípicos, las obras religiosas del genial Gaudí, su
Sagrada Familia de Barcelona y su cripta de Santa Coloma de Gramanet, donde supo hallar
soluciones revolucionarias aplicando técnicas nuevas a materiales naturales, y las iglesias
monasteriales levantadas por el monje benedictino Dom Bellot (1876-1944), “el poeta del ladrillo”,
no exentas de originalidad y belleza, la primera iglesia que merece el nombre de moderna, por
haberse aplicado en ella la técnica del hormigón armado con absoluta lógica, fue la que en 1921
levantó el arquitecto francés Augusto Perret en Notre Dame du Raincy, cerca de París, en la que el
hormigón alcanzó la categoría de material noble y donde se hizo patente que las nuevas técnicas del
hormigón armado y del acero podían permitir crear con exiguo gasto espacios amplios y luminosos.
Todavía antes de la Segunda Guerra Mundial se erigieron otras iglesias inspiradas por el mismo
criterio de modernidad en Francia, Suiza y Alemania, pero casi siempre lastradas por excesivas
referencias a estilos tradicionales. Estas realizaciones casi siempre eran acusadas de esnobismo y
capricho por los representantes oficiales de la Iglesia, hasta que se aceptó y se fue imponiendo un
nuevo principio de orientación, de enriquecimiento y de fecundidad que iba a favorecer el avance
hacia la esencial renovación de la arquitectura sagrada. Tal fue el movimiento litúrgico.
La liturgia como fuente de renovación de la vida cristiana había sido impulsada ya en el
siglo XIX por las abadías de Solesmes (noroeste de Francia) y Beuron (sureste de Alemania), y fue
continuada y profundizada luego por las abadías de Maretsous (Sur de Bélgica) y Mont-César
(Lovaina, Bélgica). Así fue posible, en la tercera década del siglo XX, la fundación en Alemania de
varias agrupaciones católicas dedicadas al estudio de los principios de una arquitectura sagrada más
conforme con los nuevos tiempos. Esos grupos se pusieron en contacto con el movimiento
teológico que entonces tenía en el monasterio de Maria Laach (Francia) su foco más importante, y
en los monjes Ildefonso Herwegen (m. 1946) y Odo Casel (1886-1948) tuvieron sus agentes más
eficaces. El movimiento promovía el “retorno a las fuentes”, la profundización en el “sentido del
misterio de la salvación”, la vivencia del “gozo pascual”, devolviendo a Dios su protagonismo en la

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historia, un cristocentrismo revitalizador de la cena eucarística y una revalorización de la comunidad
celebrante, es decir, hacer más activa la participación de la comunidad en la eucaristía Sobre estos
principios fue naciendo así, primeramente en Alemania, un vivo diálogo entre arquitectos y
teólogos; y de esa confrontación surgieron las líneas directrices que después asumirían varios
arquitectos geniales. Tan grande como su interés por construir con lógica y con sinceridad sobre la
base de los nuevos materiales era su conciencia de lo que tenía que ser la domus ecclesiae y de la
importancia de la comunidad celebrante y de su función litúrgica como motivo final de la
arquitectura. (1)
(…)
Con todo, el gran acontecimiento de la Era Moderna en el ámbito de la Iglesia fue el
Concilio Vaticano Segundo, convocado por el Papa Juan XXIII en 1962 y seguido y clausurado por
el Papa Pablo VI en 1965. Se pretendió que fuera una especie de "agiornamento", es decir, una
puesta al día de la Iglesia, renovando en sí misma los elementos que necesitaren de ello y revisando
el fondo y la forma de todas sus actividades. Proporcionó una apertura dialogante con el mundo
moderno, incluso con nuevo lenguaje conciliatorio frente a problemáticas actuales y antiguas. Ha
sido el concilio más representativo de todos. Constó de cuatro etapas, con una media de asistencia
de unos dos mil Padres Conciliares procedentes de todas las partes del mundo y de una gran
diversidad de lenguas y razas.
El Concilio se convocó con el fin principal de: promover el desarrollo de la fe católica,
lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles y adaptar la disciplina eclesiástica a las
necesidades y métodos de nuestro tiempo.
Tras un largo trabajo concluyó en 16 documentos, cuyo conjunto constituye una toma de
conciencia de la situación actual de la Iglesia y define las orientaciones que se imponen.
Las características del Concilio Vaticano II, son Renovación y Tradición. Dentro de esta
renovación también se incluyen la reforma tanto de las ceremonias litúrgicas como de los espacios
que estas necesitan para su celebración. A partir de las nuevas directrices que se derivan de la
teología del concilio, unidas a las dos características anteriores, se deriva la enorme variedad de sus
estructuras y de sus formas, en contraste con la arquitectura del pasado, a cuya contemplación y
vivencia está habituado el simple creyente. Esta impresión responde a una realidad, que es la
libertad de que goza el arquitecto de nuestro tiempo, favorecido por el increíble desarrollo de las
técnicas de construcción. Esa libertad, que es don precioso para todos los artistas dotados de
imaginación creadora, constituye un riesgo enorme para aquéllos que no tienen y quizá
menosprecian un conocimiento en profundidad de lo que debe ser hoy el lugar donde la comunidad
cristiana rinde culto al Señor.
Por ello, el primer cuidado de quienes son llamados a construir lugares de culto cristiano
debiera ser asimilar las verdades y directrices fundamentales que se derivan de la teología del
Concilio Vaticano II:

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- Que la verdadera sacralidad no está en las piedras materiales, sino en la comunidad cris-
tiana, particularmente cuando celebra la eucaristía (Lumen Gentium, 30; Sacrosanutitm Concilium, 7); y
que, por tanto, el edificio material es sólo un signo del verdadero templo de Dios que es la
comunidad-cristiana, Cuerpo de Cristo.
- Que, además de un sacerdocio ministerial, en la Iglesia Cristiana existe el “sacerdocio de
los fieles” (Lumen Gentium, 10 y 34), una de las ideas claves que el concilio quiso hacer llegar a la
conciencia de todos los creyentes.
- Que la eclesiología del Concilio de Tremo (“hay dos géneros de cristianos: los clérigos y
los laicos”) ha quedado superada por la eclesiología del Vaticano II, que ha subrayado la idea
fundamental de la comunión de todo el pueblo de Dios.
- Que hay que abandonar la idea de templo cuando se trata del culto cristiano, porque éste
alcanza su realidad en la comunidad humana celebrante, como lo expresa el mismo nombre
originario de eclesia, es decir, asamblea de fieles; y que, por tanto, los responsables de la construcción
debieran pensar mas en una domus ecclesiae que en una domus Dei.
- Que los cristianos que vienen a la iglesia no son convocados precisamente para “rezar”
individualmente (“Reza al Padre en lo escondido de tu casa”, decía Jesús), sino para realizar
comunitariamente una acción memorial de la muerte, pasión y resurrección de Cristo. La obra del
arquitecto debe facilitar esta acción, con su compleja variedad de palabra y rito, de sacrificio y cena,
de plegaria personal y oración comunitaria, y de una celebración a la que sigue o acompaña la
necesaria reserva de la eucaristía y la administración de otros sacramentos.
- Habría que añadir a todo esto la conciencia de las exigencias del espíritu ecuménico y de una
nueva evangelización a un mundo secularizado y en continua transformación. Esta conciencia debiera
llevar a la autoridad eclesial a admitir un cieno pluralismo en las estructuras. Bajo los criterios
expresados, deberían habilitarse soluciones para la parroquia territorial y para la iglesia como lugar
especifico cultual en una civilización urbana; pero también pueden planificarse, en ciertas regiones,
espacios plurifuncionales; adaptables no sólo a usos litúrgicos estrictos y tradicionales, sino también
abiertos, con aliento ecuménico y misionero, a toda clase de hombres. (2)

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2.- RELACIÓN DE ARTÍCULOS CON EL CÓDIGO 148: EDIFICIOS RELIGIOSOS

A continuación se incluye una tabla con todos los artículos escritos para la revista entre
1949 y 1981. La tabla contiene las características generales de estos artículos, con vistas a una
posible identificación bibliográfica: código, autor del artículo, título del artículo, ciudad, país, nº de
revista, mes, año, autor del proyecto y titulación del autor del proyecto.
Observamos una gran variedad de autores cuyos proyectos interesan a los editores de la
revista. Curiosamente apenas aparecen grandes nombres, y si lo hacen es como una mención más,
casi sin realizar el reconocimiento reverencial al que estamos habituados hoy en día. Entre los
grandes maestros de los primeros años del Movimiento Moderno encontramos a Le Corbusier y a
Marcel Breuer, pero las iglesias que se mencionan (por otro lado casi las únicas de estos autores que
aparecen en la revista) no merecen más atención que otras que, a pesar de ser de autores menos
conocidos, tienen mayor interés constructivo.
Entre los autores más mencionados encontramos a Justus Dahinden, con tres artículos;
Miguel Fisac, con cuatro artículos; Friederich F. Haidnl, con seis artículos (es el más mencionado);
Martin, Albert C. & asociados, con cuatro artículos; Luis Moya, con dos; Joachim Schürmann, con
cuatro artículos; Sir Basil Spence, con tres; y Eduardo Torroja, con cuatro. Sin embargo, salvo el
caso de los tres españoles (Fisac, Moya y Torroja) los artículos de los demás autores apenas si
recogen aspectos constructivos ó técnicas novedosas, limitándose a meras descripciones formales
del edificio construido y del proceso proyectual. Esto nos indica que si bien sus obras tenían obvio
interés (pues si no, no se hubieran incluido tantas obras de estos autores), éste se centra más en
aspectos estéticos y compositivos que en los meramente constructivos.

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3.- DESCRIPCIÓN DE LOS EDIFICIOS MÁS INTERESANTES DESDE EL PUNTO
DE VISTA TECNOLÓGICO Y CONSTRUCTIVO.

A continuación realizamos una selección con los artículos más interesantes desde el punto
de vista tecnológico y constructivo, a fin de poder establecer una evolución tanto en los tipos
edificatorios como en las técnicas constructivas empleadas en la construcción de templos. Nos
centramos en los aspectos técnicos y constructivos, dejando un poco de lado los proyectuales, pues
son los primeros los que mejor se corresponden con el espíritu técnico de la revista.

3.1.- (1950) 148 - 3: Arquitectura Religiosa


Este artículo, del año 1950, ocupa la práctica totalidad del número 19 y hace un recorrido
por la arquitectura religiosa española del momento (con algunas iglesias todavía en construcción) y
una visión general de la arquitectura religiosa europea a través de 28 obras datadas entre 1930 y
1950. La selección de las obras “prescinde deliberadamente, por una parte, del grupo conocido como “gótico del
cemento”, debido al insigne arquitecto Ausuto Perret, porque en general pertenece a fechas anteriores a las acotadas y
su espíritu no corresponde al moderno concepto de evolución litúrgica y artística. Por otra parte, prescindimos también
del actual grupo de templos cuyo carácter racionalista en exceso les hace perder el auténtico sentido religioso
propendiendo a convertir las iglesias en oficinas o laboratorios espirituales de carácter meramente técnico”.
Y a continuación se justifica:
“No debemos olvidar que lo meramente técnico no puede ser expresión de lo sagrado; es razón sin la imprescindible
unión con el sentimiento”.
Se trata por tanto de una generación de iglesias que se pueden adscribir a la tendencia
denominada art Déco, que surge a la vez como evolución revisada del art Nouveau y de la adaptación
de los sistemas constructivos de pilares y bóvedas al hormigón armado, en un intento de hallar una
comunión entre clasicismo y modernidad. Las reminiscencias clásicas son muy claras: estricta
simetría en planta y fachada, empleo de arcos, bóvedas (medio cañón, arista…), cúpulas
(semicirculares, vaídas…). Pero este clasicismo viene acompañado de un deseo de modernidad
patente tanto en la búsqueda de una mejor funcionalidad litúrgica, como en el empleo del hormigón
armado (suponemos que con armaduras lisas, dada la época, aunque no se da información de
ningún tipo) para la construcción de elementos estructurales formalmente clásicos (pilares
rematados por ábacos decorados, bóvedas de casetones) pero técnicamente modernos. No
obstante, en muchos casos se sigue empleando las técnicas de fábrica de ladrillo para muros y
bóvedas.
A continuación incluimos una tabla resumen de todas las iglesias que se mencionan en el
artículo: (3)

12
Templo Ciudad País Autor del proyecto
Iglesia de San Agustín Madrid España Moya Blanco, Luis;

Capilla del Escolasticado de Ntra. Sra. del


Madrid España Moya Blanco, Luis;
Pilar

Basílica Hispano-Americana de Ntra. Sra. Laorgue, L.;


Madrid España
de la Merced Saenz Oiza, F. J.

Miranda del Ebro Aníbal Álvarez, R.;


Iglesia parroquial España
(Burgos) Cantó, P.

Iglesia del Espíritu Santo Madrid España Fisac, Miguel.

De Acha y Urioste,
Iglesia de san Ignacio Madrid España
Alberto.

García Pablos,
Ermita de Santa Elena Plasencia (Cáceres) España
Rodolfo.

De la Vega, Jose
Capilla del Colegio de la Sagrada Familia Madrid España
María

Parroquia de san José y parroquia de


Bilbao (Vizcaya) España De Bastida, Ricardo
Ntra. Sra. del Carmen

Iglesia de San José Viena Austria Kramreiter, R.

Iglesia de la Paz Viena Austria Kramreiter, R.

Iglesia y convento de los Padres


Liesing Austria Kramreiter, R.
Salesianos

Iglesia Parroquial Liesing Austria Kramreiter, R.

Iglesia de Colonia - Riehl Colonia - Riehl Alemania Bohn, Dominikus.

Iglesia de San José Hindenburg Alemania Bohn, Dominikus.

Iglesia de Neu - Ulm Neu - Ulm Alemania Bohn, Dominikus.

Iglesia de san Sebastián Apeldoorn Holanda Jam van Dongen, J.

Santuario de San Antonio y San Ambrosio Cremona Italia Muzio, Giovanni

Panaconi, M.
Iglesia de San Felix Centocelle Italia
Pediconi, G.

Cancelotti, G.

Montuori, E.
Iglesia de Sabaudia Sabaudia Italia
Piccinato, L.

Scalpelli, A.

Iglesia del Milanino Italia Lugli, A. (Ingeniero)

Iglesia de San Miguel Foggia Italia Petrucci, C.

Iglesia de Nuestra Señora de Fátima Lisboa Portugal Monteiro, Pardal

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Templo Ciudad País Autor del proyecto
Iglesia Protestante Zurich Suiza Moser, W. M.

Iglesia de San Antonio Basilea Suiza Moser, K.

Iglesia de Santa Juana de Arco Niza Francia Droz, J.

Iglesia del Espíritu Santo París Francia Tournon, P.

Iglesia de la Santa Cruz Filwood Park (Bristol) Reino Unido Burrough y Hannam

Después del español (9 iglesias), el mayor grupo de iglesias lo constituye Italia (5), Austria
(4) y Alemania (3), países con mayorías católicas en los que se desarrollaron las nuevas aportaciones
a las que hacíamos referencia en el apartado primero, sobre todo en relación a la difusión del
movimiento litúrgico en los años 30 en Alemania y Austria.
Dentro del grupo español podemos decir como líneas generales que las técnicas empleadas
son muy tradicionales (fábrica resistente de ladrillo, bóvedas tabicadas) – es el caso de las Iglesias de
Luis Moya Blanco, Aníbal Álvarez, Alberto de Acha, Rodolfo García Pablos-; y que el empleo de
nuevos materiales (hormigón armado) se realiza sólo para elementos estructurales tradicionales
(arcos y bóvedas) –las obras de Fisac, de la Vega, de Bastida. Con todo, no faltan ejemplos
innovadores como la Basílica Hispano-Americana de Ntra. Sra. de la Merced, de Laorgue y Saenz
Oiza, en línea con el empleo del hormigón armado para sistemas estructurales formalmente
clásicos, en línea con otros ejemplos mostrados en el mismo artículo.
Por regla general las aportaciones formales de estas iglesias consisten en una revisión y
reflexión de la arquitectura española del renacimiento, en línea con el Estilo imperial, una suerte de
revival del Renacimiento español de Juan de Herrera muy empleada por el régimen franquista en los
años 40 y 50. Obras destacables dentro de esta corriente que intentaba imitar “a la española” el
neoclasicismo que para Hitler había creado Albert Speer, son la Universidad Laboral de Gijón, de
Luis Moya, o los Ministerios del Aire en Madrid, de Luis Gutiérrez Soto.
Mención aparte merece nuevamente la Basílica Hispano-Americana por su alejamiento en
parte de las tendencias historicistas para abrazar el Art Déco del que haciamos mención antes,
además de por el empleo de estructuras de hormigón armado en un repertorio formal que se
referencia en el clasicismo.
El artículo hace una descripción constructiva y de proyecto de todas las iglesias españolas,
pero hay dos que nos parecen más interesantes, no tanto porque planteen algo novedoso, sino
porque nos servirán para ver cómo evoluciona la arquitectura de dos grandes maestros del siglo XX
en España como son Luis Moya y Miguel Fisac.

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Iglesia de San Agustín en Madrid. Luis Moya.
Descripción del proyecto
Esta iglesia, situada entre las calles Joaquin Costa, Felipe Pérez y Puente Duero, se
construyó para dar equipamiento religioso a uno de los nuevos barrios del Madrid en crecimiento
de la posguerra. La parcela, situada en una pendiente, aprovecha los desniveles para crear en la parte
inferior del solar una serie de dependencias (salón de actos, despachos, aseos, cuartos de servicio).
Con esta iglesia, Luis Moya sienta un tipo base para su construcción de iglesias, que
esquemáticamente se reduce a plantas elípticas cubiertas por bóvedas tabicadas. La planta elíptica
queda propuesta como una “forma geométrica que concilia la tensión entre lo central y lo
direccional; esta forma, próxima por otro lado a la concepción barroca y aun a la escenografía
teatral, se establecerá como paradigma que repetirá Moya en sus más significativas iglesias. La forma
circular, su afín la elíptica, es también justificada por Moya desde la eficacia constructiva, por poder
absorber los empujes de estos grandes espacios abovedados al apoyar la cúpula en un anillo de
hierro que corona el muro”.(4)
La planta de la iglesia es una elipse de 24 m de longitud por 19,20 m de anchura; de esta
elipse sobresale el ábside circular, elevado siete peldaños sobre el suelo de la Iglesia. Una tribuna
rodea esta planta, a 7,20 m. de altura, donde también está el coro. La planta se remata con cuatro
cuatro Capillas laterales de forma circular para el Santísimo Sacramento, Santa Filomena, Sacristía y
Baptisterio. La fachada principal, al Paseo de Ronda, está dirigida al Norte, aunque hay accesos
desde las otras dos calles, para facilitar la entrada y salida de feligreses.
El trazado se ha hecho sobre cuadrículas de 2,40 m. de lado, tanto en plantas como en
alzados, usando como divisiones principales 0,30 m., 0,60 m. y 1,20 m., y que las relaciones de
medidas se han hecho, con arreglo a lo hecho por los arquitectos griegos y a lo explicado por Platón
en el “Timeo”, que tanto contribuyó a formar el sistema de San Agustín: «Sive in rhythmis, sive in
ipsa modulatione intelligebat regnare números totumque perficeré.» («De Ordine», libro II, cap.
XlV.)

Características constructivas
El terreno es arenoso, homogéneo y compacto. Toda esta zona tenía una altura media de
siete metros sobre las rasantes actuales, de manera que el suelo obtenido con el desmonte era virgen
y nada meteorizado.
La cimentación es la usual de hormigón en masa. Los muros y pilares son de fábrica de
ladrillo y en toda la altura de la obra, pero en los machos de gran volumen se ha hecho la parte
interior con un relleno de hormigón de cascote macizo, sirviendo como encofrado la fábrica de
ladrillo de medio pie, con llaves de un pié, que forma la cara exterior de dichos machos. De este
modo están construidos, por ejemplo, los 16 pilares de 1,10 m2 de sección y los dos machones del
Presbiterio, que a parte del nivel de la Iglesia suben hasta sostener la bóveda principal. No se han

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empleado elementos de hierro ni hormigón armado, pues debido a la ligereza de la bóveda, la carga
en ellos no pasa de 4 kg/cm2. Estos elementos, sustentantes principales, se han representado en las
plantas adjuntas con un color más oscuro que el resto, aunque su construcción es la misma.
Las bóvedas son de dos clases: las pequeñas, simplemente tabicadas, y las grandes, con
nervios cruzados de ladrillo macizo, que sirven de apoyo a las plementerías, que son bóvedas
tabicadas.
Las primeras son cilíndricas, de arista y esféricas, con gran rebajamiento en todos los casos.
Las cilíndricas se han empleado en las capillas pequeñas de forma trapecial en las galerías que van
sobre éstas, en los locales de servicio situados bajo la escalinata exterior y en varios pasos. Son, por
arista, las que cubren las galerías de la planta inferior, la entrada a la Iglesia y otras. Con casquetes
esféricos se han cubierto los cuatro locales de la planta inferior, situados bajo las cuatro capillas
angulares, así como ésta.
El conducto del aire acondicionado que rodea el salón de la planto inferior, y que forma
una entreplanta sobre las galerías, se ha cubierto con bóvedas de cañón de planta curva, o sea, con
una superficie tórica. Según sus dimensiones, las bóvedas tienen uno o dos tableros de rasilla con
cemento sobre un tablero de rasilla con yeso. La galería volada que rodea la Iglesia es de hormigón
armado y éste apoya en su cola sobre las bóvedas de rosilla que cubren las capillas y pasos que
rodean el espacio central.
Las bóvedas que cubren el salón del piso inferior se han construido con nervios de ladrillo
cerámico macizo sobre dos hiladas de hueco que sirven de refuerzo a las cimbras. Sobre ellos
apoyan las plementerías, construidas como antes se ha dicho para las bóvedas pequeñas. La bóveda
principal de la iglesia se ha construido como la anterior, y cubre un espacio elíptico cuyos ejes son
24 m. y 19,20 m.
Las cubiertas se han formado con tableros dobles de rasilla que apoyan sobre las bóvedas
por medio de tabiquillos de rasilla, dejando cámaras de aire.
El material ha sido el usual en Madrid, de manera que la rasilla, el ladrillo hueco y el macizo
cerámico, la arena de río, la de miga, el yeso y el cemento, son los mismos que se emplean en
cualquier obra corriente, y ésta es una de las causas que explican la extraordinaria economía
obtenida. Hay que hacer notar también que se ha empleado cal en las fábricas de muros y pilares,
mezclada al mortero de cemento, y esto por tres razones: la primera, por ser menos costosa y más
fácil de obtener que el cemento; la segunda, porque siendo la fábrica de ladrillo vista en fachada,
resulta más agradable su color que el de mortero de cemento solo, y la tercera, que es la más
importante, porque resulta más flexible el mortero y, por tanto, la fábrica se adapta mejor a este
sistema de construcción abovedada que una fábrica demasiado dura y quebradiza.
Los empujes son muy importantes debido a las luces y rebajamientos de las bóvedas, y se
han contrarrestado mediante zunchos empotrados en los muros, de modo que no hay tirantes a la
vista. En la planta inferior hay un zuncho general que rodea la construcción, siguiendo la elipse
principal, y que está formado por un hierro redondo de 40 mm. Las bóvedas que cubren el salón

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envían sus empujes a otro zuncho secundario que rodea éste y que consiste en un redondo de 30
mm, el cual, por no ser continuo, carece de estabilidad y transmite, los empujes al anillo exterior por
medio de piezas de hormigón armado, que trabajan a compresión, formados por cuatro redondos
de 14 mm. cada una, las cuales están colocadas horizontalmente sobre los arcos fajones de las
galerías que rodean la sala. Además, hay otro redondo de 30 mm. que sirve para enlazar por su
centro, aproximadamente, los, dos medios zunchos situados en el muro que separa la sala de las
galerías, el cual pasa oculto sobre el arco de la cabina de proyección. El arco, o bóveda, que sostiene
ésta, es de planta curva con un importante voladizo, que ha obligado a emplear varillas de hierro
dispuestas como en un voladizo usual e intercaladas entre dos de los tres tableros de rasilla con
mortero de cemento que forman dicha obra. Los tableros mencionados apoyan sobre otro de rasilla
con yeso, como en las demás bóvedas.
El balcón de hormigón armado que rodea la Iglesia sirve, además, para repartir cargas a
media altura. Cada una de las cuatro capillas tiene un zuncho, independiente del resto de la obra,
para el casquete esférico que la cubre.
Finalmente, la bóveda principal tiene un zuncho elíptico, formado por 64 hierros redondos
de 14 mm., habiéndose elegido este tipo de varilla por poderlo obtener en rollos de 30 m, lo que
disminuye el número de los empalmes y permite distribuir dichos empalmes uniformemente en
todo el contorno.
El piso de la planta de la Iglesia se ha formado sobre las bóvedas de la planta inferior
mediante un tablero doble sobre tabiquillos de rasilla, lo mismo que en las cubiertas, excepto en las
bóvedas menores y de poca flecha, donde se ha hecho simplemente un relleno de hormigón de
carbonilla sobre aquélla. (5)

Crónica del proceso constructivo


Hecho el proyecto y empezadas las obras en 1946, se llegó el 1° de febrero de 1947 a
terminar los muros de la planta Inferior hasta el nivel de los zunchos, quedando también cerrados
los arcos tajones de las, galerías. La coronación de la fábrica se hizo dejando como encofrado de los
zunchos un canal a lo largo de cada muro/ cuyas paredes laterales se formaron con fábrica de
ladrillo o tabiques de rasilla, según los casos. Todas las barras de hierro empleadas, incluso las que
constituyen tirantes y trabajan, por tanto, sólo a tracción, se han envuelto en hormigón. Estas
borras se empezaron a colocar en esa fecha, terminándose en febrero todo el sistema de atirantados.
Los arcos se empezaron seguidamente, en marzo, haciéndose al mismo tiempo las bóvedas por
arista de las galerías, todo lo cual quedó terminado el 5 de abril. Los arcos se construyeron sobre
cimbras muy ligeras, realizándose las dos primeras vueltas de cada arco sobre ladrillo hueco y las
cuatro siguientes con cerámico macizo. Con esto el arco empieza a trabajar por sí mismo, sin cargar
sobre las cimbras, las cuales se quitaron a los tres o cuatro días de la terminación de cada uno,
aprovechando estos días para guarnecer las caras verticales de cada arco, pues sería muy costoso

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hacerlo después de colocar la plementería. Como en todos los demás casos, la primera vuelta se
hizo con yeso y las restantes con mortero de cemento.
Durante el mes de abril se hicieron las plementerías, así como todas las bóvedas que
faltaban pqra formar el piso de la Iglesia, invirtiéndose cuarenta días de labor, hasta el 2 de mayo de
1947, en las bóvedas grandes, desde que se colocaron las primeras cimbras hasta su terminación
total. La ejecución rápida es muy aconsejable en este género de obras, con objeto de que la
temperatura y humedad del ambiente sean lo más uniforme posibles en todo el curso del trabajo. Se
siguió la obra durante poco más tiempo, empezando a levantar algunos pilares y muros de la iglesia,
pero en seguida se suspendieron por las malas circunstancias económicas, quedando la obra parada
durante el resto de ese año y todo el siguiente de 1948. Con esto quedó toda la obra hecha a la
intemperie durante varios cambios de estación, sufriendo oscilaciones de temperatura de unos 40° y
llenándose, de agua de lluvia las cámaras situadas entre las bóvedas y el tablero horizontal. Este
agua encontró salida por la parte baja de cada bóveda, o sea, por su contorno de apoyo en los arcos,
de modo que las galeras dejaron dibujada la planta de la bóveda en el suelo de arena. Además de
esto, las bóvedas tenían medianas condiciones de estabilidad, porque el cálculo del zuncho interior
preveía el peso de las fábricas superiores para completar el contrarresto de empujes y, a faltar éstas,
el equilibrio del sistema no existía. Todo esto condujo a la formación de grietas, la primera de las
cuales se observó en las claves del arco paralelo al de, embocadura del salón, y las restantes en los
cruces más altos de los demás, o sea, en los puntos más próximos a sus claves. Puede suponerse
que el contrarresto incompleto permitió un desplome hacia afuera de los muros de la sala, que
debió ser muy pequeño, pues no ha podido apreciarse y menos medirse, pero suficiente para partir
primeramente el arco más pequeño, cuya flexibilidad total era la menor, y después los restantes. Las
grietas eran sumamente delgadas y no han vuelto a aparecer después de construido el cuerpo
superior.
En la bóveda principal se presentaba el problema de las dilataciones y contracciones de ella
misma y de su zuncho. Como la protección térmica de la cubierta abovedada con cámara de aire era
buena, las diferencias de temperatura calculado no fueron suficientes para justificar el empleo de
algún sistema especial para permitir sus movimientos, de modo que lo único que se hizo fue
procurar que el zuncho estuviera en las mismas condiciones que la bóveda, para lo cual éste sé
retiró del paramento exterior y se protegió con fábrica de ladrillo cerámico macizo, cambiando el
proyecto original, que puede verse en las secciones y en el alzado lateral. Ahora ha desaparecido el
zuncho visible al exterior como se había proyectado, y que hubiera sufrido importantes
movimientos de haber estado expuesto al sol por un lado y á los vientos de la Sierra por el opuesto,
en su longitud de 70 m. Esta segunda parte de la obra se empezó a principios de 1949, cuando se
continuó la elevación de- muros y pilares iniciada año y medio antes. A mediados de mayo estaba
terminado el zuncho y una semana después se empezaron los 20 arcos de la bóveda, que quedaron
terminados a fines de ¡unió, en unos treinta días de labor. En el mes siguiente, julio, se hicieron las
plementerías quedando, por tanto, terminada toda la bóveda en dos meses y una semana. El

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personal consistió en siete cuadrillas de albañiles muy buenos, al mando del encargado señor Peña.
La elevación de materiales se hizo sencillamente con un torno de mano colocado en el centro del
castillete, de modo que el material se fue depositando, hasta su elevación, sobre el centro de las
bóvedas del salón interior.
También en esta parte de la obra ocurrieron incidencias parecidas a las antes relatadas, pues
al hacerse toda esta obra antes de las Capillas se encontró el arco del Presbiterio sin el contrarresto
calculado que le habían de proporcionar la Capilla del Santísimo Sacramento y la Sacristía, y
manifestó una grieto en su clave al recibir la carga de los orcos de la bóveda. Dicha grieta se ha
estabilizado, lo mismo que con las antes mencionadas, al construirse las Capillas, lo que se hizo
después de terminada la bóveda central y sus tabiquillos y tablero, de cubierta.
(…)
La Iglesia, además, debe tener las mejores condiciones visuales y acústicas, como los teatros
y cines de hoy; pero, en cambio, se dispone de mucho menos dinero que para estos lugares de
diversión.
Después de varios ensayos, se ha comprobado que las bóvedas de ladrillo resultan la
solución más económica para Iglesias, pues resuelven a la vez la estructura, el aislamiento térmico y
sonoro y la decoración. La estructura metálica o de hormigón armado podrá ser más barata en
algunos casos, pero al tener que añadir aislamientos y decoración, la solución resulta carísima. Para
que la bóveda de ladrillo sea económica, es preciso que también lo sea el sistema que se emplee para
resolver los empujes. En Italia ha sido admitido, en la Edad Media y parte del Renacimiento, dejar
los tirantes de hierro a la vista. Aquí no se admite esta solución más que en talleres o garajes.
Resolver los empujes por gravedad, o sea, mediante contrafuertes, resulta muy costoso en general;
la experiencia ha demostrado que la forma más barata es la de una bóveda de planta circular, cuyo
empuje absorbe un zuncho en el muro de contorno. Siguen a ésta las formas elípticas y los
polígonos circunscritos, pero las condiciones empeoran cuanto mayor sea la diferencia entre los ejes
de la elipse. Las formas poligonales que resultan económicas son, desde luego, aquellas en que sólo
hay empujes en los vértices, excluyendo en absoluto los disposiciones que los producen a lo largo
de los lados, pues en éstos debe haber simplemente tirantes.
Lo anterior se refiere a la nave de la Iglesia, o sea, al lugar de los fieles. Como una
Parroquia tiene otras partes, además de la nave, se ha podido en este caso tener un buen
aprovechamiento de un solar rectangular, a pesar de establecer una elipse en su centro. La forma
elíptica, por otra porte, favorece los condiciones visuales y auditivas. Respecto de estas últimas hay
un problema general en toda nave de Iglesia, debido a la necesidad de hacerla, por razón de su
destino, mucho más alta de lo conveniente para una buena audición. Revestir las bóvedas de
materias absorbentes es más caro de lo permitido, y por eso aquí se ha trazado la bóveda muy
rebajada, aunque quedó el inconveniente de que está a gran altura. El cálculo efectuado exige
revestir de materias absorbentes la parte alta de los muros, hasta el arranque de la bóveda. En este
momento esta sin determinar la clase de revestimiento, pues el corcho absorbe desigualmente

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graves y agudos, y la fibra de vidrio los absorbe casi por igual, pero quizá esto no fuero una ventaja
en una Iglesia, porque el oído está, acostumbrado a ese refuerzo de los sonidos graves que hay en
las Iglesias, en general debido a que tos materiales con que corrientemente están hechas tienen la
misma propiedad que el corcho, aunque sea en grado diferente. De todos modos, se ha calculado
una reverberación intermedia entre las convenientes para la predicación y para el órgano. Para este
cálculo, así como para el de la intensidad recibida en distintos lugares de la nave, se ha tenido en
cuenta, además de la bóveda y del revestimiento absorbente de las zonas altas, lo disposición de los
portavoces de los ambones o pulpitos, las aberturas de los dos órdenes de arcos que rodean la nave,
el voladizo del balcón y su barandilla de tableros de madera, y el revestimiento de azulejos, muy
reflector, de los pilares. (5)

Plantas de cimentación y semisótano. Escala Gráfica

20
Planta principal y planta de la cúpula. Escala gráfica

21
Sección transversal. Escala gráfica, cotas en metros

Alzado principal

22
Sección longitudinal. Escala gráfica

Alzado lateral

23
Vista interior y de la bóveda. Pueden apreciarse claramente las nervaduras sobre las que apoya la cobertura del
templo

24
Fotografías del proceso constructivo (durante la construcción de la bóveda y en febrero de 1950). En la superior
pueden observarse las nervaduras de la bóveda central, así como el desnivel sobre el que se construye la iglesia.

25
Fotografías del proceso constructivo. Puede apreciarse claramente los arcos fajones y las cimbras sobre los que se
construyen.

26
Es interesante esta iglesia por ser expresiva de la voluntad del régimen en ese momento, saber
aprovechar al máximo las técnicas tradicionales de bóvedas tabicadas, y porque podremos
establecer una comparativa con esta obra y otra del mismo arquitecto pero quince años posterior, la
Capilla del Colegio de Santa María del Pilar, en Madrid, de 1965 (148 – 96).

27
Iglesia del Espíritu Santo en Madrid. Miguel Fisac.
Esta obra pertenece al grupo que emplea materiales novedosos en España (hormigón
armado) pero para elementos estructurales tradicionales (arcos fajones y bóvedas vainas). Esta
Iglesia ni siquiera tiene las aportaciones formales de la anterior y guarda una similitud casi total con
el arquetipo de Iglesia jesuítica de una sola nave con capillas laterales y cúpula cuyo máximo
exponente es la Iglesia de Il Gesú, en Roma, de Vignola.
La iglesia es de una sola nave, no tiene crucero y la cúpula se alza sobre el altar único,
destacándolo exterior e interiormente como el punto noble del templo. La nave tiene 21 m. de largo
y 14 de anchura y está cubierta por tres bóvedas vaídas con una altura máxima de 18 m. El ábside es
cilíndrico de 14 m. de diámetro, cubierto con una cúpula sin linterna de una altura total interior dé
31 m. El paso de la superficie cilíndrica del ábside a lo rectangular del resto del templo se hace por
medio de dos pechinas apoyadas en un arco triunfal que une el ábside y la nave de la iglesia.
En esta obra se emplea el hormigón armado de una forma tímida, discreta, casi pidiendo
disculpas por ser un material nuevo, en los arcos fajones que sostienen la bóveda vaída tabicada de
rasilla, con la misma técnica que la descrita en el caso anterior de la iglesia de Luis Moya.
Al igual que el templo anterior, el interés de esta obra reside en su comparación con otra
posterior del mismo arquitecto, el Complejo Parroquial de Santa Ana en Moratalaz, Madrid, de
1967 (148 – 109)

.
Vista general exterior

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Planta y Sección longitudinal. Se aprecian los arcos fajones que sostienen la bóveda, así como la forma de la sección
una T invertida).

29
Fotografías del proceso construtivo. Van desde el montaje de las cimbras (superior), colocación de las armaduras para
la construcción de los arcos fajones (media) y construcción de las bóvedas vaídas (inferior), donde pueden verse las tres
fases de desarrollo constructivo: montaje de cimbra, colocación de armadura y bóveda hormigonada.

30
3.2.- (1954) 148 – 26: Iglesia de San Egidio Alla Vibrata. Dante Tussotti.
Este templo, proyectado en principio con planta elíptica, sufrió posteriores modificaciones
que la hicieron cuadrada, aunque el gran elemento regulador y organizador de la Iglesia, la cuebierta,
no se vio alterado. La planta de la iglesia es cuadrada de unos 25 m de lado, con un pórtico en su
fachada principal, y la sacristía dispuesta al fondo de la parcela. La bóveda tiene 16 m de diámetro
interior, y está construida a partir de 16 bovedillas de hormigón armado con forma de tronco de
cono, con su máxima apertura en el arranque de la bóveda (un arco de unos 3 m diámetro) y que se
van reduciendo hasta conformar la linterna de la cúpula. Esta solución permite una gran
luminosidad interna sin necesidad de abrir vanos en los muros.
Esta cubierta si está realizada enteramente en hormigón armado, y el artículo muestra fotos
del proceso constructivo, donde se puede apreciar claramente el empleo de los aceros sin corrugar,
pues el uso del acero corrugado todavía no estaba muy extendido (de hecho, en España, la
Normativa EH-91 todavía menciona en su articulado el empleo de barras lisas, aspecto que ya no
aparece recogido en la EHE).

Planta de la Iglesia. Escala Gráfica

31
Vista exterior general

Interior. Cúpula

Fotografía tomada durante la construcción. Montaje de las cimbras y colocación de las armaduras de las bovedillas
que conforman la cúpula. Se ve claramente cómo cada uno de los troncos de cono va reduciendo su sección a medida
que se aproxima a la parte superior. Es también necesario señalar cómo los obreros no cumplen ninguna norma de
seguridad (no llevan casco y tampoco parecen llevar guantes).

32
3.3.- (1956) 148 – 40: Iglesia de la Virgen Milagrosa. Félix Candela
Félix Candela realiza en Méjico una labor de investigación sobre las cubiertas laminares de
hormigón armado de la misma calidad que la que se estaba realizando en España Eduardo Torroja,
la salvedad de que Candela disponía de menos medios para realizar investigación y debía ser más
arriesgado a la hora de tomar una solución constructiva. Su iglesia de la Virgen Milagrosa es
destacable por ser uno de los primero edificios donde se emplean los parabolices hiperbólicos o
hypars (abreviatura de hyperbolic paraboloids).

Candela desarrolla diferentes disposiciones y combinaciones de varios hypars. Cabe destacar las bóvedas por
arista. El ejemplo más sencillo de este tipo de estructuras es una bóveda creada por la intersección de dos segmentos de
hypar en forma de silla de montar. Su encofrado es más simple que el de una bóveda formada por intersección de
cilindros, por tener dos sistemas de generatrices rectas. Además, al estar constituida por superficies no desarrollables,
es mucho más rígida y permite construirla con espesores menores.
El paraboloide hiperbólico, o hypar, contiene dos sistemas de generatrices rectas. Cada sistema es paralelo a
un plano director y ambos planos, cuya intersección define la dirección del eje Z, forman un ángulo arbitrario W. La
superficie es de doble curvatura anticlástica, es decir, las dos curvaturas principales tienen su concavidad en direcciones
opuestas, en oposición a las superficies sinclásticas o cupuliformes, en que las curvaturas principales van en la misma
dirección. El ángulo W puede tener cualquier valor. Cuando es recto, el paraboloide se llama equilátero y los dos
sistemas de parábolas principales tienen la misma curvatura. Cuando W no es recto, las parábolas contenidas en los
cuadrantes agudos son más planas que las contenidas en cuadrantes obtusos. Las secciones planas paralelas al eje Z
son parábolas o su degeneración en líneas rectas. Todas las demás secciones planas son hipérbolas o su degeneración en
dos rectas que definen los planos tangentes (osculadores) a la superficie.
Tomando como ejes de coordenadas las dos generatrices que pasan por el centro del hypar y el eje Z,
perpendicular a ellas (en lugar de los ejes reales del hypar, que son las bisectrices del ángulo W), la ecuación de la
superficie, z = K·x·y, es la ecuación de segundo grado más simple posible, lo que facilita en grado sumo el cálculo de
tensiones o esfuerzos de membrana. El hecho de tratarse de una superficie doblemente reglada facilita la construcción
del encofrado, que requiere únicamente piezas rectas y consigue, sin embargo, una forma no desarrollable o de doble
curvatura. (6)

Un primer aspecto destacable del edificio es la voluntad del arquitecto por realizar algo
trascendente, algo que vaya más allá del diseño de una planta y alzados ingeniosos. De hecho, se
dispone una planta bastante convencional (una sola nave con una capilla y confesionarios al lado,
pues el arquitecto no considera lícito alterar un modelo que se demuestra que funciona; pero donde
sí quiere ser rompedor e innovador es en el empleo de los materiales. Se pretende por tanto que
función estructural y expresión interna dependiesen exclusivamente de la forma.
La estructura es una combinación de superficies alabeadas, todas ellas (excepto en la
pequeña capilla lateral) de hormigón armado de 4 cm de grueso (“mínimo constructivamente

33
aceptable”, por razones de colocación de armadura y recubrimientos mínimos, tal como
curiosamente lo define el arquitecto en su comentario de esta obra) cuya superficie geométrica es,
en todas ellas, el paraboloide hiperbólico. Estas novedosas superficies tienen ventajas estructurales y
constructivas. Estructurales, porque transforman las cargas en esfuerzos directos que hacen que la
estructura funcione mejor, es decir, al ser superficies de doble curvatura, hace posible que las
fuerzas externas, las cargas, se transformen en esfuerzos directos o de membrana, es decir,
esfuerzos que en cada punto de la superficie están contenidos en el plano tangente a éste, con la
exclusión de flexiones en lámina, y, de este modo, el material trabaja de la manera más eficiente
posible. Y constructivas porque al estar construidas por dos generatrices rectilíneas, sólo
intervienen piezas rectas en la construcción del encofrado, lo que agiliza y abarata la construcción,
además de permitir gran variedad de formas con sólo cambiar la curvatura ó el alabeo.
El diseño fue hecho en una tarde, dibujada en una semana, y calculado durante la
construcción. Los cálculos (necesariamente extensos, debido a que todas las superficies tienen
distinta configuración) revelaron un inesperado empuje hacia arriba en las aristas superiores del
techo, que podrían distorsionar la acción estructural de los paraguas. Los comentarios sobre su
método de diseño condujeron a Candela a escribir: “las imponentes bóvedas de piedra de las
catedrales góticas y las atrevidas cúpulas del Renacimiento fueron construidas sin ayuda del cálculo
diferencia; pero en lugar de ello, con un gran sentido del equilibrio y juicio sensato del juego de
fuerzas, cualidades más necesarias, para un constructor de verdad, que un conocimiento profundo
de los recovecos de las matemáticas”. (7)

Vista general exterior

34
Planta. Escala Gráfica.
Tal como mencionábamos antes, la planta tienes una organización convencional que recuerda en parte a las iglesias
jesuíticas.

35
Alzados lateral y frontal (figura superior e inferior izquierda) y sección transversal (inferior derecha). Escala gráfica.

36
Detalles constructivos. Escala gráfica.
Se aprecian claramente los distintos encuentros entre
elementos, aunque en ningún momento se hace mención
a las armaduras empleadas.

Vistas interiores

37
Fotografía del proceso constructivo donde puede apreciarse la colocación de las armaduras. Al igual que en otras
imágenes anteriores, las normas de seguridad brillan por su ausencia.

Vista del interior tras el desencofrado de las bóvedas.

38
3.4.- (1963) 148 – 81: Abadía de San Juan en Minnessotta. Marcel Breuer.
Este artículo hace referencia a la materialización del proyecto de Breuer, que fue tratado en
la revista en 1956, en el artículo 148 – 31. Un primer aspecto interesante del proyecto considerado
en su totalidad es el hecho de que éste se ejecutara por partes, y se pudiera mantener en
funcionamiento la abadía durante todo el proceso constructivo, pues mientras una parte se
construía, las demás seguían en uso.
Las premisas básicas del proyecto fueron: tres de naturaleza litúrgica propuestas por los
monjes (altar exento, coro visible y delimitado en dos partes y baptisterio y altar conformando un
eje central para dar importancia simbólica a los dos Sacramentos principales: Bautismo y
Eucaristía), que determinaron la organización en planta; tres de tipo arquitectónico aportadas por
Breuer (estructura como elemento visual dominante, espacio interior que se extiende hacia el
exterior, y gradación que confiera dignidad, solemnidad y calidad devocinal al espacio), que dieron
origen a la forma y volumetría general de forma que la estructura constituyese una nota visual
dominante en el interior y en el exterior, y que fuera a la vez aparente y vista; y tres de naturaleza
diversa que imprimieron carácter a la iglesia.
Los requerimientos propuesto por Breuer se consiguen mediante láminas plegadas de
hormigón en paredes y techos, de 15,2 a 20,3 cm de espesor. Además se pretendía que el espacio
interior de la iglesia se extendiera hacia el exterior, cosa que se consigue a partir de muros
construidos sobre contrafuertes (que no son otra cosa que la propia prolongación de las láminas
que constituyen las paredes) que permiten la continuidad entre jardines y el espacio de la Iglesia.
Además, los materiales empleados: hormigón visto, ladrillo, granito sin pulir y madera de roble, son
expresión de la austeridad, humildad y continencia de la vida monástica.
Por último, es de destacar la presencia de un campanario exento, una lámina en cantilever
(en ménsula) de hormigón armado de 50 cm. de espesor, sobre soportes parabólicos, también de
hormigón armado, que metafóricamente supone un mirar al más allá, a la vez que recoge una
tradición de la construcción monacal y la adapta a los nuevos tiempos.

Vista general lateral. Se aprecia la ménsula del campanille y los pliegues que constituyen de la lámina del cerramiento
de la iglesia, que a su vez conforma los contrafuertes.

39
Planta principal, de la cripta y de la cubierta. Escala gráfica. Se aprecian lo mencionado sobre la organización en
planta en cuanto al altar central exento, coro dividido en dos partes y eje Baptisterio-Altar.

40
Secciones longitudinal y transversal. Escala gráfica

Vista del Campanille

41
3.5.- (1965) 148 – 91: Iglesia en la Autopista del Sol. Giovanni Michelucci.
Esta iglesia no está adscrita a ninguna parroquia Italiana, pues se creó como punto de
descanso para aquellos conductores que tras recorrer grandes distancias a velocidades casi
impensables hasta el momento, agradecen el detenerse un poco para recobrarse y redimensionarse
humanamente. Resulta interesante ver cómo en una época en la que se estaban empezando a
mejorar sensiblemente las infraestructuras viarias y surgen las primeras estaciones de servicio,
tenemos esta Iglesia que pretende ser una estación de servicio que procura descanso al cuerpo y al
alma.
No hay pretensión de diseñar una forma nueva o de pensar en estructuras originales, sino
que la “forma” resultante es una consecuencia lógica de la premisa fundamental de “servir a los
hombres” en un lenguaje “popular”. Los materiales empleados son: piedra de San Giuliano para los
muros, Hormigón blanco para la estructura, mármol para los pavimentos, y cobre para la cubierta.
La arquitectura ha sido tratada como algo vivo y cambiante bajo los efectos naturales. La
plástica de su forma orgánica imprime una sublime emoción al que la contempla desde la campiña
circundante. Esta iglesia es un buen ejemplo de la nueva corriente variante del movimiento
moderno, el brutalismo, que gustaba de trabajar con el hormigón visto, en bruto, sin suavizar o
revestir. Esta tendencia se aprovecha de los recursos técnicos y plásticos que permitían la
construcción de las cubiertas laminares.

Planta general. Escala gráfica

42
Vista exterior general

Vistas interiores

43
3.5.- (1965) 148 -92: Complejo religioso de la Academia del Aire. Skidmore Owin &
Merrill
Este impresionante edificio alberga en su interior un templo protestante para 900 personas;
capilla católica para 500 fieles y sinagoga para 100 fieles sentados. Estados Unidos es un país
multicultural, aunque con mayoría anglosajona y protestante, de ahí que el ejército, a al hora de
responder a las necesidades religiosas de sus soldados, deba hacerlo de forma plural y abierta, como
en el caso que estamos tratando.
Tanto la Sinagoga como la Iglesia están semienterradas y construidas en hormigón armado;
en ambos casos se pretende resaltar la horizontalidad por medio de vigas cajón y losas prefabricadas
de hormigón que constituyen el cielorraso. El espacio destinado a la Iglesia Protestante está
definido por una estructura tubular de 17 agujas conformadas a partir del ensamblaje de cien
tetraedos, cada de 23 m de longitud construidos con tubos de acero de 15,2 y 10,2 cm., forrados de
aluminio; los vanos están conformados por paneles de aluminio en el exterior y yeso o vidrio
coloreado en el interior. Estos últimos se componen de estrechas fajas de vidrio policromado que
ofrecen una gran variedad te tonalidades en el interior de la iglesia.
El efecto conseguido es impresionante y no deja de recordarnos un poco a la luminosidad
de las catedrales góticas.

Vistas exteriores

44
Planta de sótano (iglesia católica y sinagoga)

Planta principal (iglesia protestante)

Sección transversal

45
Vistas interiores

Detalle de la estructura vista desde el exterior

46
3.6.- (1965) 148 – 94: Iglesia de los Sagrados Corazones en Madrid. Rodolfo García
Pablos
La finalización de esta iglesia es paralela a la clausura del Concilio Vaticano II, de ahí que la
revista la emplee como propaganda y estandarte de los cambios que se estaban dando en el seno de
la Iglesia. Para empezar está el entendimiento de un nuevo arte Sacro sin ostentaciones, y el
entendimiento del templo como lugar de culto y como centro de actividades para la comunidad.
Este tipo de Iglesias se hizo muy popular en aquellos lugares donde la especulación del suelo
impedía la presencia de cualquier cosa que no fuesen bloques de vivienda. Durante más de 20 años,
al menos en España, estas Iglesias con sus centros parroquiales fueron el único equipamiento
cultura, religioso e incluso lúdico de muchos barrios de nueva construcción en España.
El nuevo arte sacro que quería fomentarse ya no miraba con recelo el empleo de los nuevos
materiales, que por otro lado ya estaban lo suficientemente asentados dentro de la cultura
arquitectónica y visual como para permitir su empleo sin suscitar las críticas y recelos del público en
general. También nos encontramos en una nueva etapa del Régimen, la denominada Tecnocracia,
que supone una apertura de España hacia el exterior, y la aceptación de las nuevas corrientes
artísticas.
Esta Iglesia está construida enteramente en acero con uniones soldadas; la planta es un
hexágono regular de 40 m de luz en la diagonal, con santuario y sacristía fijados por el trazado
regulador, que tiene como módulo base un triángulo equilátero de 5 m de lado. La altura de los
distintos cuerpos son: nave en el punto central, 13,5 m.; presbiterio, 8 m.; campanario, 50 m.
Resulta de especial interés el campanario, que fue realizado por partes en taller y luego montado en
obra; es uno de los primeros ejemplos de estructuras prefabricadas en España. Las armaduras de
cobertura son metálicas, de 41,20 m. de luz y están empotradas en un extremo y libre en otro, con
una dilatación máxima comprobada de 22 mm. Los materiales empleados en el exterior son ladrillo
visto, enfoscados cemento, hierro de la estructura pintado de negro y madera de pino de Balsain en
voladizos y marquesina. En interiores, ladrillo rojo y negro, cemento en el trasdós de las vidrieras,
madera de pino en techos y suelos de terrazo gris, y de granito gris en mesa de altar, gradas y
ambones.
Este es uno de los pocos ejemplos de edificio religioso realizado con estructura metálica
que hemos encontrado en la revista. El artículo destaca del mismo la rapidez en la ejecución de la
obra, aunque, a diferencia de otros edificios, no hace ninguna referencia al coste de la obra, por lo
que suponemos que a pesar de la rapidez y facilidad de montaje, debía ser complicado encontrar
mano de obra adecuada para trabajar con acero, por no mencionar que el hormigón se prestaba a
más innovaciones formales (cubiertas laminares basadas en curvas cuádricas) que el acero, que casi
forzosamente en aquella época se veía reducido a estructuras de pórticos planos de más o menos
luz.

47
Vista exterior general y detalle de uno de los accesos laterales

Planta principal

48
Axonometría de la estructura

Fotografía del proceso de construcción de la cubierta de la iglesia. Disposición de las viguetas.

49
3.7.- (1965) 148 – 96: Capilla del Colegio de Santa María del Pilar en Madrid. Luis
Moya.
Al igual que la Iglesia anterior, esta se plantea como un equipamiento cultural dentro del
Colegio, pero que a su vez sirva a una comunidad más o menos amplia. Como mencionamos al
principio de esta tercera parte, resulta interesante comparar esta Iglesia con la mencionada en el
punto 3.1 (Iglesia de San Agustín en Madrid, pag 13), del mismo Luis Moya, y observar los enormes
cambios producidos en la trayectoria de este arquitecto, que puede extrapolarse a los cambios
producidos en España durante esos quince años. En primer lugar tenemos la completa ausencia de
los elementos del estilo imperial; frente a las ostentaciones y añoranzas de la arquitectura de ese
momento, este templo se nos plantea como un paradigma de los nuevos cambios motivados tanto
por el Concilio Vaticano II como por la apertura del régimen hacia el mundo, que supuso también
una apertura estilística con la progresiva aceptación de los principios del movimiento moderno más
canónico y comercial (el denominado “estilo internacional”).
Esta iglesia supone un punto de inflexión en la arquitectura eclesiástica de Luis Moya, pues
a una nueva concepción espacial acompaña un renovado uso del sistema de bóvedas tabicadas: bajo
la influencia de las bóvedas membrana de hormigón armado construye un gran paraboloide reglado
que unifica una planta de forma octogonal y que define por entero el espacio.
Constructivamente la bóveda es un paraboloide hiperbólico que cubre una superficie de
743,71 de m2; parte de ella, es decir, 48, 19 m2, se segregan de la capilla para servir de cubierta a la
tribuna exterior, sin solución de continuidad entre ambas partes, ya que el ventanal que las separa
no llega a la bóveda, quedando a 7,5 cm por debajo de ésta. La superficie total incluidas las seis
hornacias de confesionarios, es de 723,15 m2.
La hábil conjunción de una superficie reglada con la construcción tabicada supuso un gran
abaratamiento al evitar que el coste de los encofrados que las membranas de hormigón requieren.
La construcción fue muy sencilla y rápida, con reducido número de albañiles y de materiales; al estar
generada la bóveda por rectas, se dispusieron guías de madera cada 60 cm, según una de las dos
familias de generatrices, sobre los que se tendió la primera hoja de rasilla, cogida con yeso (que se
deja vista obteniendo un atractivo efecto plástico); sobre la primera hoja se dispuso una capa de 3
cm de mortero de cemento con dos redondos de tracción, materializando una serie de generatrices
rectas y anclados en el zuncho perimetral de hormigón, y dos tableros de rasilla cogidos con
cemento. La bóveda, para cuyo cálculo contó Moya con el arquitecto Luis García Amorena, tiene
un espesor total de 14 cm. Con este ejercicio, que remata toda una trayectoria de investigación en
torno a las bóvedas tabicadas, consiguió Moya una limpia conjunción de métodos modernos
derivados de la técnica del hormigón armado, con el oficio tradicional de la albañilería. (8)
A efectos estructurales, se toma una solución ingeniosa que intenta suplir las carencias
resistentes del terreno (relleno en ocasiones de hasta 16 m de profundidad), como es el empleo de
unos muros de fábrica lo suficientemente pesados (2 pies = 61 cm de espesor) como para

50
contrarrestar los empujes de la cubierta. Con esto se consigue una economía de medios que en
aquel momento se valoraba mucho y se empleaba como método de propaganda y expansión de esta
nueva arquitectura, más económica y funcional que la tradicional.
Es muy notable que ya en esta época empiezan a plantearse geometrías complejas, aunque
la ausencia de métodos informáticos para su generación y cálculo las obliga a tener una estructura
matemática (parabolide hiperbólico, conoide…). Con todo, el control que tenían estos arquitectos
de la geometría del edificio (a la hora de definir los tramos rectos, distancias entre generatrices…) es
asombroso, pues también en una época en la que empezaba a definirse la normativa hacía falta
mucha iniciativa y seguridad en uno mismo para acometer semejantes obras.

Vista interior

Vista exterior donde puede apreciarse la curvatura de la bóveda

51
Vistas interiores Vista exterior

Planta principal. Escala gráfica

52
Alzado lateral. Escala gráfica

Alzado principal. Escala gráfica

53
54
55
3.8.- (1965) 148 – 99: Iglesia de San Luis en Missouri. Hellmuth, Obaka y
Kassabaum.
Este artículo pertenece al grupo en los que el autor se centra más en aspectos compositivos
y espaciales (por otro lado muy ricos), dejando un poco de lado la descripción estructural y
constructiva (por otra parte muy interesante).
La planta del templo es circular, de 39, 62 m de diámetro. La estructura se constituye a base
de tres series de 20 formas cónico-parabólicas dispuestas en tres anillos concéntricos y superpuestos
(primera serie: 7,31 m de alto; segunda serie de arcos 5,48 m de alto; tercera serie: 9,41 m de alto),
construidas a base de laminas delgadas de hormigón armado, ligadas en su parte superior por
zunchos concéntricos de hormigón armado; estas láminas acusan en el exterior las distintas zonas y
funciones que se desarrollan en el interior. Es decir: el primer círculo abarca las doce capillas
laterales y las cuatro entradas; el segundo círculo se sitúa sobre los asientos para los feligreses y el
coro de los monjes; y el tercer círculo se alza sobre el altar central.
Es interesante el tratamiento lumínico del templo, pues para evitar los problemas del brilla
y la acción de la luz solar directa, se incorporó a las grandes superficies de los ventanales un
aislamiento a base de fibra de vidrio reforzada con poliéster.

Vista general exterior

Vista interior

56
Planta y sección. Escala gráfica

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3.9.- (1966) 148 – 103: Iglesia Parroquial en Brabanzate, cerca de Milán. A.
Mangiarotti.
Lo más destacable de esta pequeña Iglesia parroquial es el empleo de los elementos
prefabricados como parte integrante del diseño. Hasta ahora los elementos prefabricados sólo se
habían empleado en edificios industriales y en rascacielos y se consideraban sinónimo de economía
y construcción fría y deshumanizada, frente al mundo artesano del arte sacro. Esta iglesia quiere
romper ese mito y demostrar además la dignidad de estos materiales para su empleo en edificios
religiosos.
Los elementos sustentantes de la cubierta, son cuatro soportes troncocónicos, de hormigón
armado, cuyos diámetros varían entre 60 cm en la base inferior y 50 cm en su base superior. Dichas
columnas sostienen dos vigas de hormigón armado de 30 x 100 cm de sección fabricadas in situ, y
colocadas transversalmente; las cuales, a su vez, sirven de apoyo a seis vigas, pretensadas,
longitudinales y de sección en forma de “X”.
Completan la cubierta una serie de losas prefabricadas, de dimensiones 91,5 x 3,30 cm y 4
cm de espesor, nervadas con dos costillas diagonales, formando una “X”, que se apoyan sobre las
vigas longitudinales anteriormente mencionadas.
La forma en “X” se adopta a fin de disponer de una sección que fuese ligera y reversible,
apta para resistir los momentos negativos y positivos, y que tuviese una buena capacidad de
resistencia a los esfuerzos transversales debidos a la presión del viento.
Los elementos prefabricados que componen las vigas pretensadas de sección en “X” tienen
una longitud de 90 cm, una altura, de 100 cm y un espesor de 8 cm en las almas; el sistema de
pretensado utilizado fue el “Favini”, con seis cables de Ø 5 por anclaje.
Desde el punto de vista estético, la cubierta constituye el elemento dominante de la
composición; los muros-cortina de cerramiento resultan de una fragilidad y ñligereza curiosas, que
contrastan violentamente con la estructura resistente. Este contraste entre los cerramientos y el
techo ha sido acentuado mediante la introducción de paneles de cristal claro en la parte superior e
inferior de dichos cerramientos.

Vista general exterior

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Plantas, secciones y vista interior. Se aprecian las vigas prefabricadas y las diagonales de la cubierta, así como los
paneles del cerramiento

Fotografía realizada durante el proceso de construcción.

59
3.10.- (1967) 148-109: Complejo parroquial de Santa Ana en Moratalaz, Madrid.
Miguel Fisac.
Al igual que en la Capilla del Colegio de Santa María del Pilar, de Luis Moya, esta obra nos
sirve para ver cómo evoluciona la arquitectura de Miguel Fisac, desde las formas tímidas y
neoclasicismtas de primeros de los cincuenta a formas completamente rompedoras, orgánicas y
atrevidas a la vez que constructiva y estructuralmente ingeniosas, que a pesar de parecer como
caprichosa creación del arquitecto, no es sino el resultado de un cuidadoso estudio de
funcionalismo racional y utilitario. Además, el empleo de estas nuevas formas y materiales viene
determinado por la aceptación por parte de la Iglesia de los nuevos materiales como vehículos de
expresión para la casa del pueblo de Dios.
Esta unidad jerarquizada del conjunto (cada uno de los espacios destinados a la labor social,
la instrucción religiosa y cultural , el esparcimiento y fomento del conocimiento mutuo entre los
fieles de la parroquia y la dirección espiritual, se ha procurado que tengan una fisonomía propia,
dentro del complejo, presididos todos ellos por el templo) tiene su expresión plástica en los
volúmenes de cada uno de estos espacios; más importantes los de mayor rango jerárquico, y en la
homogeneidad de la cubierta, toda ella formada por piezas pretensadas y huecas, según patente del
arquitecto autor del proyecto, con paredes de 2 a 3 cm de espesor y longitudes variables, según el
espacio que han de cubrir, de 6 a 20 m, realizadas por V. Peiró con sus métodos patentados de
fabricación.
La planta de la iglesia tiene forma ovalada, pues con ella se pretende la agrupación de los
fieles a lo largo de un itinerario lineal. Sin embargo, la forma ovalada presentaría el inconveniente
técnico de que en la pared posterior las ondas sonoras que procedieran del presbiterio se reflejarían,
creando concentraciones acústicas que perturbarían la audición. El propio Miguel Fisac habla de
esta obra en los siguientes términos:
“Es la primera iglesia que proyecté después del Concilio Vaticano II, un acontecimiento que cambió por
completo el programa del templo. El Concilio Vaticano II impuso una relación más comunicativa entre los
participantes del oficio religioso; el sacerdote debía celebrar la misa mirando a los fieles y hablar de forma que todo el
mundo lo entendiera. Y esto tenía implicaciones acústicas muy importantes, porque en la mayoría de las iglesias había
unas reverberaciones tremendas... Y como la acústica era un tema en el que me movía bien, tuve en cuenta que hasta
una distancia de ocho metros, la reverberación refuerza la voz, pero si te alejas más ya hay interferencias. Si te sitúas
a más distancia ya se distingue el sonido que emites del que la pared refleja, es decir, hay eco. En la iglesia de Santa
Ana, como no quería poner materiales absorbentes, tuve que inventar unas formas que dispersaran las ondas; o sea,
que las curvas del fondo lo que evitan es que el sonido vuelva por el mismo sitio. En cambio, los nichos curvos tras el
altar responden ya a la liturgia. El altar aquí deja de estar concentrado en un solo punto para transformarse en un
escenario litúrgico con varios focos, con un sitio para la liturgia de la palabra, otro dedicado a los comentarios del
Evangelio que los hace el que preside la asamblea —que, por tanto, cuenta con un asiento—, un lugar para la

60
consagración y otro para la reserva del Santísimo, o sea, que ahora la ceremonia tiene lugar a lo largo de un
itinerario, y no, como sucedía antes, en un solo punto y una dirección.” (9)
La concepción estructural del complejo, es sencilla: muros verticales de cerramiento y
sustentación de hormigón armado realizados in situ, y piezas tubulares de hormigón pretensado
simplemente apoyadas en la cubierta, y una viga colgada de un arco, también de hormigón armado,
para recibir las cabezas de las vigas tubulares que no pueden apoyarse en el muro del ábside, pues
éste recibe iluminación cenital.

Vistas exteriores

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Planta general. Escala gráfica

Detalle de la disposición constructiva del ábside, con las vigas apoyadas sobre el arco mencionado.

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Vista interior. Se aprecia perfectamente en la esquina superior derecha la jácena sobre la que apoyan las vigas
pretensazas y que permiten la iluminación cenital del ábside

Fotografía tomada durante la construcción del edificio

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Encofrado de los elementos del ábside

Fotografías del proceso constructivo. Colocación de las vigas pretensazas

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3.11.- (1968) 148 -120: Iglesia en Jávea, España. García Ordóñez.
Esta iglesia es uno de los ejemplos más interesantes de hasta dónde pueden llegar las
posibilidades plásticas de las estructuras de hormigón armado, pues al ser un material que puede
adoptar casi cualquier forma, permite el empleo de estructuras de gran variedad creativa.
En este caso uno de los condicionantes marcados desde el proyecto era el empleo exclusivo
de iluminación cenital que suavizase el ambiente a la vez que creaba una sensación de elevación y
enfatizaba la presencia del Sagrario. Por otro lado, se quería que esta iluminación cenital fuese
indirecta, de ahí la curvatura del techo que tiene la finalidad de ocultar los lucernarios.
Pero más que el empleo de un tipo u otro de formas o del control de la luz, lo más
interesante de esta obra es el proceso constructivo, sobre todo la construcción y montaje de los
encofrados, que debieron ser realizados en un taller al que se le eliminó el techo para poder sacarlos
de allí, fueron colocados en obra mediante una grúa y para asegurar su estabilidad debieron se
zunchados por una estructura tubular.
De esta forma, la construcción de esta iglesia se convierte en casi una obra de artesanía
(porque la realización de los encofrados requería la maestría de un carpintero muy experimentado)
que queda incompleta por el fallecimiento del carpintero que realizaba los encofrados, pues esta
obra, mas que arquitectos e ingenieros, es una obra de artesanos carpinteros y constructores. Así
quedan unidos dos aspectos que parecían antagónicos: la artesanía tradicional y la técnica moderna.

Planta general.

65
Secciones, cotas en metros.

Vistas exteriores de la estructura, a partir de las cuales podemos hacernos una idea de la complejidad de los
encofrados.
Vistas interiores. Se aprecia
perfectamente la iluminación
cenital.

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3.13.- Artículos que sin tener el código específico de Iglesias hablan de las mismas
La tabla incluida en el presente trabajo sólo recoge los artículos con el código 148, pero a lo
largo de los años examinados hemos encontrado dos artículos que sin tener ese código, hablaban de
iglesias. Estos artículos se centran sobre todo en aspectos técnicos y constructivos de un
determinado templo o grupo de templos. A continuación enumeramos y describimos brevemente
estos artículos.

(1952) 193 – 2: Cúpula construida con elementos prefabricados.


El artículo hace referencia a la restauración de la Iglesia de San Esteban, en Carlsruhe,
construida en 1808-1814, que originalmente estaba cubierta por una cúpula circular de unos 30 m.
de diámetro, construida en madera, que desapareció como consecuencia de la acción de bombas
incendiarias durante la Segunda Guerra Mundial, quedando también afectado por la misma causa el
tambor, que es de piedra arenisca.
La nueva cúpula consta de 24 nervios prefabricados de hormigón armado, que se extienden
entre el anillo de compresión de la linterna y el anillo de atado, en el arranque de la cúpula.
Como andamiaje se utilizó una torre para soportar el anillo de compresión, y para colocar los
nervios de hormigón, una grúa. Con objeto de evitar la presión unilateral, se colocaron los nervios
de dos en dos. Una vez que todos ellos estuvieron en posición, se rellenaron las juntas con
hormigón, con lo que se pudo retirar el andamio.
Estáticamente los nervios trabajan independientemente y su sección es en forma de T. Su
canto, sin contar el espesor del ala, que no excede de los 5 cm., es de 40 cm. Estas alas están hechas
con un hormigón suficientemente denso para hacer innecesaria la impermeabilización de la

67
cubierta. Los bordes de las alas quedan unidos de manera que impiden el paso del agua de lluvia, y
además están protegidos por cubiertas semicilíndricas de hormigón. Los nervios quedan sometidos
casi exclusiva mente a esfuerzos de compresión. No obstante, como durante el período de
construcción se desarrollan esfuerzos de flexión, se tuvieron éstos en cuenta en la determinación de
secciones.
(1968) 886 – 18: Cubiertas laminares en España. Fray Coelho de Portugal.
Este artículo expone tres interesantes cubiertas laminares situadas en España. Se trata de
una exposición entre técnica y divulgativa, que pone de manifiesto las cualidades estéticas,
estructurales y económicas de este tipo de cubiertas. De las tres mencionadas, la más interesante es
la de la Iglesia en Torreblanca.

Iglesia en Torreblanca. J. R. Castillo


Esta iglesia tiene una planta cuadrada, y su cubierta se apoya en dos vértices bajos opuestos
y dos altos también opuestos pero a distintos niveles. Los empujes generados por esta cubierta son
absorbidos por unos contrafuertes robustos y unas zapatas anchas, que gracias a la holgura
presupuestaria obtenida con la construcción de la cubierta laminar en lugar de una convencional,
pudieron dotarse de un carácter escultórico.
Destaca también el autor la rapidez de ejecución y los buenos resultados de resistencia
obtenidos, a la vez que el bajo coste de la cubierta en comparación con un forjado convencional.
Un rápido vistazo a las fotos del proceso constructivo nos hace ver que a pesar del cuidado
prestado en el diseño del edificio, la ejecución no tuvo en cuenta medidas de seguridad de ningún
tipo, y el hecho de que no se produjeran accidentes debe considerarse un milagro.

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69
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Fotografías tomadas durante la construcción. Se aprecia la total ausencia de medidas de seguridad

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4.- CONCLUSIONES.
El examen de la evolución de este tipo de edificios nos hace ver cómo hay una evolución
desde formas que luchan por una continuidad del clasicismo hasta formas más libres y orgánicas,
que no están sometidas a las ataduras de jerarquías proporcionales que implicaba el lenguaje clásico.
Nos movemos desde la continuidad y perfección de las técnicas tradicionales hasta lo más puntero
en tecnología constructiva, las cubiertas laminares de hormigón armado. Los materiales más
empleados son el hormigón y el ladrillo, y aunque hay algunos ejemplos de templos realizados con
estructura metálica, son estos materiales los que permiten mayores innovaciones formales, que es lo
que estos templos buscan.
Con respecto a aspectos formales, podemos decir que todas las iglesias del periodo
estudiado se alejan del movimiento moderno comercial (estilo internacional) para adentrarse en un
universo de formas que era ajeno a las rigidez creativa de los años 20 y 30. El empleo de formas
orgánicas y caprichosas que caracteriza una parte de la arquitectura de los inicios del siglo XXI
(sirva de ejemplo la obra de Frank Gehry, Enric Miralles o Zaha Hadid) tiene sus orígenes en el
empleo de las cubiertas laminares en las iglesias, y en la búsqueda de un lenguaje nuevo para unos
materiales nuevos y unas condiciones totalmente diferentes a las planteadas a un arquitecto ahsta
entonces. Estos edificios además permitían una mayor versatilidad formal al no estar sometidos a
las rigideces de un mercado que demandaba espacios funcionales de rápida construcción que daban
demanda a una sociedad en crecimiento que tenía en la construcción de viviendas su máxima
prioridad, dejando un poco de lado otros aspectos como los equipamientos. También es remarcable
el papel que tenían estos templos en las nuevas tramas urbanas, pues seguían siendo los centro o
ejes de los nuevos barrios, y durante muchos años supusieron casi el único equipamiento cultural de
muchas periferias españolas.
Por último, remarcar que las iglesias, por su versatilidad formal, han contribuido a lo largo
del siglo XX a la mejora y difusión de las técnicas constructivas. Al igual que en el caso de los
rascacielos gracias a ellos son las estructuras metálicas, fachadas ligeras y elementos prefabricados
los que evolucionan, con las iglesias observamos que se realizaron grandes avances en la cobertura
de grandes espacios con formas novedosas que se alejaban del racionalismo constructivo propiciado
por le movimiento moderno y la ingeniería (pues hubiera sido más económico y práctico en cierto
modo haber cubierto esos espacios con pórticos metálicos o de madera laminada encolada), y en las
posibilidades formales de los nuevos materiales, gracias a los cuales la Iglesia supo aceptar los
nuevos tiempos dando su cara más moderna.

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NOTAS Y REFERENCIAS.
(1) Plazaola Artola, Juan. Arte e Iglesia. Ed. Nerea. Hondarribia (Guipúzcoa), 2001. Páginas 93 - 97
(2) Plazaola Artola, Juan. Arte e Iglesia. Ed. Nerea. Hondarribia (Guipúzcoa), 2001. Página 105
(3) Nota: todos los autores de los proyectos son arquitectos, en los casos en los que los proyectistas no son arquitectos se
deja indicado en la tabla.
(4) González Capitel, Antonio; García-Gutiérrez Mosteiro, Javier. Luis Moya Blanco. Arquitecto
1904 – 1990. Ed. Electa España. Madrid, 2000. Página 135.
(5) R. J. C. Arquitectura religiosa. Informes de la Construcción nº 19 (enero 1950). Ed. ITCC.
Madrid, 1950. Páginas 3 - 18.
(6) Andrés Martín, Francisco Ramón; Fadón Salazar, Fernando, Análisis gráfico de obras
emblemáticas de Félix Candela. Ed. Ingegraf. Méjico D.F. 2001.
(7) http://www.geocities.com/SoHo/Gallery/1608/arqframe.html (hypars, una estructura
compleja)
(8) González Capitel, Antonio; García-Gutiérrez Mosteiro, Javier. Luis Moya Blanco. Arquitecto
1904 – 1990. Ed. Electa España. Madrid, 2000. Página 137.
(9)Fernández Galiano, Luis. Libertades cotidianas: desde el cerro del aire. AV Monografías nº
101: Miguel Fisac. Ed. Arquitectura viva. Madrid, 2003. Página 72.

73
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

A. A. V. V. AV Monografías: Miguel Fisac. Ed. Arquitectura viva. Madrid, 2003


A. A. V. V. Informes de la Construcción nº 1 – 330. Ed. I. T. C. C. Madrid, 1949 – 1981.
A. A. V. V. Neoclasicismo y romanticismo: arquitectura, escultura, pintura, dibujo: 1750-
1848. Ed. Könemann. Colonia, 2000
A. A. V. V. Structural Arquitecture nº7: Mallas de barras. Ed. Felix Escrig. Sevilla, 2003
Andrés Martín, Francisco Ramón; Fadón Salazar, Fernando, Análisis gráfico de obras
emblemáticas de Félix Candela. Ed. Ingegraf. Méjico D.F. 2001.
Belluzzi, Amadeo. Giovanni Michelucci : catalogo delle opere. Ed. Milano Electa. Milán, 1986
Benévolo, Leonardo. Historia de la arquitectura moderna y contemporánea. Ed. Gustavo Gili.
Barcelona 1997.
Faber, Colin. Las estructuras de Candela. Ed. Compañía Editorial Continental. México DF, 1977
Frampton, Keneth. Historia crítica de la arquitectura moderna. Ed. Gustavo Gili. Barcelona,
1981.
González Capitel, Antonio; García-Gutiérrez Mosteiro, Javier. Luis Moya Blanco. Arquitecto
1904 – 1990. Ed. Electa España. Madrid, 2000
Morales, Felipe. Arquitectura religiosa de Miguel Fisac. Ed. Librería Europa. Madrid, 1960
Plazaola Artola, Juan. Arte e Iglesia. Ed. Nerea. Hondarribia (Guipúzcoa), 2001.
Vaticano II. Documentos (Lumen Gentium, Sacrosantum Concilium). (versiones web
dobtenidas de http://www.multimedios.org/docs/d000916/)

Páginas web consultadas:


http://www.geocities.com/SoHo/Gallery/1608/arqframe.html (sobre Félix Candela)
www.felixcandela.com
www.som.com

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