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Cómodo y económico
Sencillo, rápido y fiable al cien por cien. El testamento es el mejor mecanismo para
garantizar que se cumplan las decisiones sobre el futuro de los bienes de una
persona cuando ésta fallece, con independencia de si el entorno del fallecido es el
más común de matrimonios con hijos, el de una pareja de hecho, el de una familia
monoparental, o de si se trata de madres y padres solteros, de personas viudas o de
otros modelos de convivencia. Además, el testamento es cómodo y económico,
pues cuesta en torno a 60 euros. Innumerables y de la más variada condición son
los bienes que se pueden legar -desde dinero, inmuebles y propiedades hasta
derechos de autor, pero también deudas-, a los que indefectiblemente accederán
los herederos tras el fallecimiento de su propietario.
Ahora bien, ante la ausencia de un testamento, ¿quién decide cómo se hará el
reparto de la herencia? Ni más ni menos que la Ley. La normativa española
establece las reglas que regirán en el reparto de bienes cuando no conste por
escrito la voluntad del fallecido. En este caso, el régimen legal otorga los derechos
sobre la herencia a los hijos y nietos del difunto y, en su defecto, a sus padres o
ascendientes. La posición del cónyuge en la línea de herederos no es precisamente
privilegiada, y éste es uno de los motivos fundamentales por los que conviene hacer
testamento. Sólo en ausencia de hijos, nietos y bisnietos, padres, abuelos y
bisabuelos de la persona fallecida, heredaría el cónyuge; y sería el Estado el
beneficiario de todos los bienes únicamente cuando no hubiera familiares. Es éste
un caso menos excepcional de lo que cabría pensar: desde el año 2000, el erario
público ha ingresado cerca de 54 millones de euros en concepto de herencias sin
destinatario familiar. De ese dinero, 34 millones procedían del patrimonio de los
fallecidos, y los otros 20 de cuentas corrientes y fondos que quedaron sin dueño
tras fallecer el titular.
Ventajas del testamento
Morirse sin que conste por escrito la voluntad del finado puede suponer más de un
quebradero de cabeza a sus legatarios, normalmente sus hijos y el viudo o viuda de
la persona fallecida. Aunque la legislación vigente faculta a los ciudadanos para
testar a partir de los 14 años, y a pesar de que no tenga inconveniente alguno,
hacer testamento es particularmente recomendable para casados sin hijos, para las
personas cuyo cónyuge no trabaja y para las parejas de hecho.
Testar es particularmente recomendable para casados sin hijos, personas cuyo
cónyuge no trabaja y parejas de hecho
Emerge una figura imprescindible en la firma de testamentos y reparto de
herencias: el notario. Entre la diversidad de testamentos que se acumulan en los
cajones de los despachos notariales, el más habitual y aconsejable (no puede ser
rebatido), es el testamento abierto notarial. Para cumplimentar este documento se
debe acudir al notario con el DNI y explicar con todo el detalle posible el destino
que se quiere dar al patrimonio del titular cuando éste fallezca.