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LECTURA 1:
B. TAYLOR, Edward: “La ciencia de la cultura”; en J. S. Kahn (comp.): El
concepto de cultura: textos fundamentales. Barcelona, Anagrama, 1975,
pp. 29-45.
Para Edward Taylor, la cultura abarca todo lo que identifica al ser humano
como ser social: creencias, artes, derechos, costumbres y todos aquellos hábitos
de la vida cotidiana. En este sentido, plantea el estudio de la cultura en las
diferentes sociedades a partir de un método histórico que incluye una especial
atención a la civilización de las tribus inferiores con relación a las naciones
superiores.
Gran parte de los investigadores reconocidos del siglo XIX, consideran
que la naturaleza “nunca actúa a saltos” y que siempre sigue un orden de causa-
efecto en el que cada hecho depende de uno anterior para actuar sobre el que
eventualmente vendrá. Sin embargo, Taylor detecta que no se sigue este mismo
juicio cuando se analiza el mundo del “todo complejo” de la cultura, del lenguaje,
el pensamiento y el arte, pues derivado del principio de civilizaciones superiores
e inferiores esto se trata como manifestaciones aisladas que corresponden a
otro estadio de la evolución una cultura.
Es rescatable de la exposición de Taylor la existencia de regularidades en
la cultura, pues platea que no importa si se está en África, en Sudamérica o en
el sureste asiático, siempre habrá similitudes para la solución de las diferentes
necesidades cotidianas, desde la flecha, las redes de pesca, el lugar de
habitación, entre otros. La polémica se establece en la época, cuando se habla
de las creencias como una de las principales diferencias de civilización entre las
distintas sociedades, pues a partir de la religión, sea animista, politeísta y
monoteísta, se reconoce un cierto grado de evolución al tener a la forma
monoteísta como el grado más avanzado y a las creencias animistas como la
categoría de evolución menos avanzada.
De esta manera, para la época en que Taylor desarrolla su pensamiento
la existencia de determinadas costumbres, rituales, formas de vida, etcétera, de
las llamadas sociedades inferiores, son interpretadas como el reflejo de su grado
de civilización y que la supervivencia de éstas no tiene una razón clara de ser y
están más vinculadas con sus supersticiones.
En oposición a esta postura, el etnógrafo Malinowsky manifestó que si
determinadas conductas, formas de vida y prácticas, sí tienen una o varias
razones de ser y plantea que si algo supervive es porque responde a una
necesidad. Así, los rituales chamánicos de la lluvia de los nativos hopi en Nuevo
México, responden más que a un acto que efectivamente traerá la lluvia, al
deseo de mantener unida a la tribu ante la adversidad y la crisis que representa
la sequía.
Por lo que el planteamiento final en que puede resumirse la lectura, es
que las interpretaciones de las diferentes prácticas culturales no pueden
simplificarse como meras manifestaciones de su grado de civilización, sino más
bien es una oportunidad de escudriñar en el pasado, en las actividades y en las
necesidades por las que se derivan dichas prácticas culturales en una
determinada sociedad, sea cual sea su lugar de desarrollo y sus características
particulares a nivel cultural e histórico.
LECTURA 2:
MARX, Carlos: “Prefacio” a Contribución a la crítica de la economía
política, Madrid, Alberto Corazón., 1970, pp.35-41.
El autor parte del planteamiento original hecho por Carlos Marx en el que
la sociedad es vista desde una división conformada por una superestructura a la
cabeza, representada por la ideología y lo jurídico-político que permite justificar
la dominación del sujeto; después de la superestructura se encuentra la
estructura social y por último una infraestructura económica que incluye las
fuerzas productivas y las relaciones de producción.
De esta forma, se expone la existencia de una relación de dependencia
entre las partes y a través de la ideología se verá el reflejo de la cuestión
económica y social de la sociedad, dicha ideología traducida como instrumento
de dominación de la estructura social y de la infraestructura. Sin embargo, el
dominio no es total y cuando menos las creaciones culturales poseen cierto
grado de autonomía y no necesariamente generan una dependencia directa de
lo económico.
Por su parte, el pensador francés Louis Althusser rechaza la estructura de
pisos propuesta con anterioridad, y en la línea de Raymond Williams y Edward
Thompson, indica que la estructura económica marca límites y orienta el
desarrollo de la cultura. Afirmando la idea de la vinculación de las ideologías con
la clase, en la que la ideología de la clase dominante es la que prevalece y
genera una falsa conciencia asumida por el resto de la sociedad como el
modelo, sin necesariamente saber que se trata de una alienación de conciencia
que plantea la necesidad de una consciencia de clase.
En este sentido, se manifestó también el pensamiento del italiano Antonio
Gramsci, quien afirma la necesidad de una ideología popular alternativa que
posibilite realizar la revolución de la sociedad y así generar la contra-hegemonía
necesaria para disminuir el poder de la ideología dominante.
LECTURA 3:
WEBER, Max: “Introducción” a la ética económica de las religiones
universales. Ensayo de sociología comparada de la religión. (Ensayos
sobre sociología de la religión, tomo I, Madrid, Taurus, 1987, pp. 233-269.