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LA REBELIÓN DE LAS

LETRAS

CULTURA Y CONTRADISCURSOS DE SUR


FRENTE A LA IRRUPCIÓN DE LA
CULTURA PERONISTA
por
JULIÁN OTAL LANDI
(I.S.P. JOAQUÍN V. GONZÁLEZ)

1
IMAGEN DE PORTADA: “El descamisado gigante irrumpe en un jardín cultivado” (2006) por
Daniel Santoro.

INDICE
*Introducción p. 3
*Cap. 1:Presencia de Sur; estado de cuestión antes del peronismo p. 4
*Cap. 2: Ascenso del peronismo p. 14
*Cap. 3:Cultura de masas vs. cultura oligárquica p. 26
*Cap. 4:Perón, entre San Martín y Rosas p. 49
*Cap. 5:Distintas posturas sobre una misma problemática:
a) Borges ante la postulación de la realidad p. 66
b) La comunidad organizada de Marechal p. 71
c) Cortázar y el Examen ante la presencia de los otros p. 78
d) Sábato y la teoría del resentimiento popular p. 84
e) Consideraciones finales en torno a los autores p. 89
*Cap. 6: Caída de Perón, decadencia de Sur p. 90
a) Aparición de Contorno p. 93
b) “A rey muerto, no hay rey puesto” p. 99
c) La escisión interna: replegarse en lo tradicional p. 100
d) El derrumbe de la torre de marfil p. 101
e) Al margen de las nuevas tendencias p. 102
f) Crónica de una muerte largamente anunciada p. 104
*Consideraciones finales p. 106
*Bibliografía p. 108

2
“La mayoría de los que escribimos, lo que hacemos es desorientar a la opinión pública. La
gente busca la verdad y nosotros les damos verdades equivocadas. Lo blanco por lo negro.”
ROBERTO ARLT
 Introducción al tema:

Desde un principio, “Sur” fue concebida como una revista cultural que buscaba tender
puentes de unión entre Latinoamérica y la corriente europea. Más allá de haber participado en
sus comienzos autores nacionales e internacionales de distintas posturas ideológicas, la revista
representaba la ideología y gustos de su fundadora Victoria Ocampo, de carácter aristócrata y
liberal. El siguiente trabajo tendrá como meta abordar la postura de “Sur” durante el gobierno
peronista; si bien nunca manifestó su repudio en forma directa hacia el régimen y la
vulgarización de la cultura por la aparición de las masas como sujeto activo, en innumerables
relatos de diversos colaboradores permanentes u ocasionales se hace alusión al fenómeno,
estableciéndose una permanente alteridad y constantes derivados de “civilización y barbarie.”
Durante diez años de gobierno peronista, “Sur” mantuvo un “silencio alusivo”; hasta el
golpe de 1955, cuando se publica un número especial “Por la reconstrucción nacional.” La
revista se politiza y apoya activamente a la dictadura militar “libertadora.”
Sin embargo, luego de la caída del peronismo, la revista “Sur” subyace en una pronta
decadencia llegando a perder su protagonismo y reconocimiento como primer referente cultural.
La hipótesis se basa en que la caída libre de la revista está ligado al derrocamiento de
Perón, enumerando una serie de factores ideológicos y culturales.

3
 Capitulo 1: Presencia de “Sur”, estado de la cuestión antes del peronismo.

“(...)Sur representa la persistencia y la crisis del europeísmo como tendencia dominante en la


literatura argentina del siglo XIX. En más de un sentido habría que decir que es una revista de la
Generación del 80 publicada con 50 años de atraso...”
RICARDO PIGLIA1

Si habría que llevar a cabo una definición satisfactoria sobre la significativa actividad de
Sur, tendríamos que entenderla, en primer medida, como factor de europeización de la cultura
argentina de elite. Si bien se constituyó como una de las revistas literarias de mayor duración,
no se la puede considerar como bandera de un movimiento cultural. Esencialmente, porque
nunca apuntó a ser una revista de edición masiva (por ende iba dirigido a una minoría selecta
que aparte de poder leer, “sepan leer”2), seguido de que además no constituyó una corriente
homogénea; mas bien valdría decir que reunió a un grupo de notables escritores, poetas e
intelectuales, que en mayor o menor medida tenían una relación amena con Victoria Ocampo.

1
PIGLIA, R. “Sobre Sur”, en Crítica y ficción. Santa Fe. Universidad Nacional del Litoral. 1986.
2
“He dicho que Sur se dirigía a una elite. Cuando veo los libros que se venden en las estaciones de los
pueblecitos suburbanos y miro, en el tren que me lleva de San Isidro a Retiro, y viceversa, la clase de
lecturas en que engolfan los pasajeros... pienso que de veras quien ha aprendido a leer tiene todavía
mucho camino que recorrer antes de saber leer. Y que ese saber leer hay que enseñarlo, pues es tan
importante como el otro. Tengo entendido que la lucha contra el analfabetismo tiene prioridad en la
UNESCO. Sur le ha dado prioridad a la lucha contra el otro analfabetismo, el de los que pueden y no
saben leer.” OCAMPO, VICTORIA. “La misión del intelectual en la comunidad mundial”, Conferencia,
1957.

4
Desde los comienzos de su juventud, Victoria era una mujer volcada al mundo literario y
que, a través de innumerables viajes y correspondencias, entabló relaciones con numerosas
personalidades del arte y las ciencias3. A partir de una sugerencia del escritor norteamericano
Waldo Frank, Victoria Ocampo lleva a cabo el proyecto que le daría vida a Sur en el verano de
1930 – 1931, con el fin de que se convierta en una tribuna cultural que atienda la “problemática
americana”4.
Revista cosmopolita, donde el lugar del traductor y del introductor era central, Sur se movía
con la convicción de que la literatura argentina precisaba crear un vínculo con la europea y la
norteamericana. Sostenía que la actividad de importación, que incluía a libros y personas,
resultaba imperiosa para atender las necesidades acaecidas sobre una nación joven como la
Argentina y cubrir sus huecos o falencias, producidos por la distancia, por la juventud sin
tradiciones del país, por la ausencia de linajes y maestros. Desde sus inicios, Sur reúne
personalidades que tienen en común el grado de admiración de Victoria Ocampo hacia ellos, al
punto de idealizarlos y buscar siempre la aprobación: es el caso de la relaciones intelectuales
que mantuvo con Ortega y Gasset5, Tagore y el Conde de Keyseling6. Esa pasión tan arbitraria y
preferencial se evidenció a lo largo del tiempo; sumado a su liberalismo y elitismo, llevó a la
revista a asumir distintas posiciones políticas e ideológicas de acuerdo a la tendencia de la
época.
Pese a su importancia póstuma, vale aclarar que existieron, desde principios del siglo
XX, numerosas revistas de crítica literaria que también abordaban diversas problemáticas tanto
políticas o sociales. Entre las más importantes, por su persistencia, por expresar nuevos puntos
de vista, o por su consistencia de ideas, pueden citarse a las siguientes:
Ideas (1903 –1905): Integrado por Manuel Galvez, R. Olivera, Ricardo Rojas, Juan P. Echagüe,
entre otros..
En las décadas siguientes, nuevas revistas hacían referencia a una diversificación de los
espacios del campo literario, correlativa, en el circuito de la cultura alta, del crecimiento del
público lector que fue uno de los logros de las políticas educativas de las primeras décadas del
siglo XX. Ya en los comienzos de ese proceso había aparecido Nosotros (1907-1934, 1936-
1943), que significó la más importante de las revistas literarias argentinas en las primeras
décadas del siglo XX. Los directores fueron Roberto Giusti y Alfredo Bianchi. Colaboraron en
ella casi todos los escritores y críticos argentinos de su época. Revista abierta, liberal, siempre
3
Entre tantos habría que nombrar a Waldo Frank, Rabindranath Tagore, el conde de Keyserling, Paul
Valéry, Gropius, Ansermet, Le Corbusier, Drieu La Rochelle, Ortega y Gasset...
4
SARLO, B. “La perspectiva americana en los primeros años de Sur” en ALTAMIRANO, C. – SARLO,
B. Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia. Buenos Aires. Ariel. 1997. p. 176.
5
De hecho fue Ortega el que le “sugirió” el nombre de la revista. OCAMPO, V. “Carta a Waldo Frank”,
Sur. n°1 1931. En el segundo número Victoria le contesta con admiración, como una discípula se dirige a
su maestro, un epílogo que Ortega había redactado en un libro de Victoria titulado De Francesca a
Beatrice. OCAMPO, V. “Contestación a un epílogo de Ortega y Gasset”, Sur. n°2. 1931.
6
SITMAN, R. Victoria Ocampo y Sur. Entre Europa y América. Buenos Aires. Lumiere. 2003. p. 55.

5
tendiente al diálogo y a la polémica. Expresó desde sus comienzos, las ideas de la generación
del Centenario. Poseía una crítica historicista con ribetes impresionistas. Entrando en los años
veinte, vieron la luz revistas que suscribieron renovaciones vanguardistas; y otras con
propósitos menos estruendosos. Entre las primeras se destacan las dos Proa (1922-1923, 1924-
1926) y Martín Fierro (1919, 1924-1927), cuyo director era Evar Méndez. Martín Fierro
expresó, en general, las ideas vanguardistas del grupo “Florida”7. Escribieron en ella J. L.
Borges, Leopoldo Marechal, Oliverio Girondo, Ernesto Palacio, Pettoruti, R. Mariani, Raúl
González Tuñón, etc.
Más allá de las diferencias, la mayoría de los colaboradores de estas revistas circulaban
fluidamente por todas ellas. Casi todos ellos reaparecerán en Sur.

“Al mundo le falta un tornillo, / que venga un mecánico / a ver si lo puede arreglar...”, como
decía el tango de Cadícamo, la revista Sur había nacido en un momento tormentoso, tanto a
nivel nacional como internacional. Con la revolución de 1930 se produjo una ruptura del orden
dictado constitucional que había llegado a durar sesenta y ocho años. La revolución setembrina
de Uriburu se mostró ante los ojos de muchos críticos como el símbolo mismo del fracaso y la
ineptitud de la burguesía inmigratoria, (que había ascendido al poder con Yrigoyen en 1916),
para adaptarse a las nuevas condiciones económicas que dominaban el panorama mundial a
partir de 1920, y para estructurar un programa claro de gobierno con suficiente solidez
ideológica. Sumado a esto se agregó la incapacidad para desplazar del poder real a los
tradicionales grupos terratenientes y cerealistas para poder entablar la búsqueda de una
reconversión que siguiera produciendo réditos favorables a nivel nacional. Argentina, como
dependiente del mercado externo al que proveía de productos primarios, comprobó que los
precios de dichos bienes descienden vertiginosamente en el mundo. Carente de industrialización
y de una política defensiva para ampliar mercados externos e internos, de grupos dirigentes con
sentido nacional, sufrirá la crisis del 29 que empobrecía a una clase monoproductora y
arrastraba al país todo en caída8.
Esta crisis, a primera vista inexplicable para muchos sectores, da sentido a la sensación
de pesimismo histórico, de derrotismo irracional que afloraba en 1929 y se acentuaba después
de 1930 en muchos de los intelectuales, que a su vez gran parte de ellos buscaban en intuiciones
subjetivas cargadas de patetismo, causas para hechos que podían ser comprendidos

7
Cuyo grupo se diferenciaba de los de “Boedo”, que poseían una ideología de izquierda, un marcado
realismo, cuya crítica fue “más ideológica que estética”, abordaba una profunda preocupación social. Se
destaca la revista Los pensadores (1922-1924, 1924-1926), cuyo director era Antonio Zamora, Esa misma
tendencia fue continuada por Claridad (1926-1941). Escribieron entre otros: E. Castelnuovo, L. Barletta,
L. Stanchina, J. Ingenieros, Roberto Arlt, C. Mastronardi... BORELLO, R. “La Crítica Moderna” en
Capítulo: la historia de la literatura argentina. Buenos Aires. CEAL. 1967. p. 1069.
8
HALPERÍN DONGHI, T. La Argentina y la tormenta del mundo. Ideas e ideologías entre 1930 y 1945.
Buenos Aires. Siglo XXI. 2003.

6
racionalmente9. A este ambiente de crisis, debe agregarse influjos ideológicos europeos. Esas
influencias intelectuales reflejaban otra crisis, mucho más profunda, que vivía por esos años la
cultura europea. Ya a partir de 1910 se anunciaban cataclismos de tipo político, ideológico y
económico que se manifiestan en Europa a partir de 1914. Esta crisis que afloraba conmoción e
incertidumbre en Europa, y que ponía en peligro, a su vez, el modelo liberal en el ámbito
mundial había arrastrado y afectado a los países periféricos, creando una crisis de identidad.
Provocaba que diversas posiciones de índole nacional, americanista o cosmopolita pugnen por
dar respuesta a la problemática. Está situación provocaba la incertidumbre de cómo realizar la
integración americana: si era conveniente adoptar la opción de una integración cultural
latinoamericana o aceptar el agresivo panamericanismo (hegemónico) estadounidense, como
política de reorientación –también cultural- del continente latinoamericano. Tal como había sido
la propuesta de Frank a Ocampo, cuando aún era solo un proyecto, la idea de realizar una revista
que enfoque la problemática cultural americana (estableciendo una conexión que integre a
Estados Unidos) y que no descuide las tendencias europeas10. De esta forma, durante los
primeros años de Sur, coexisten un americanismo optimista y uno pesimista; un americanismo
confiado en la juventud y en la realización de la promesa que estas regiones arrojan hacia el
futuro (Ocampo, Frank) y un americanismo preocupado por los obstáculos reales que persisten
como marcas históricas del continente.11 De todos modos, en ambas flexiones, el americanismo
no se hace cargo de la desigualdad y la violencia que separan a América latina de Estados
Unidos (este punto ciego define así una ideología y una política). No obstante, la intención de la
revista es de declararse apolítica, es decir, no se evidencia en los primeros números ni una
ideología política expresa, ni un debate político abierto, ni tampoco un análisis socio-político
profundo. De hecho, muchos colaboradores tanto nacionales como internacionales participan
dentro de este marco cultural, más allá de su ideología. Podemos ejemplificarlo citando a Julio
Irazusta, Ramón Doll y Ernesto Palacio, intelectuales nacionalistas que participaron
asiduamente en los primeros números de Sur. Desde luego, esta convivencia pacífica detonó al
poco tiempo debido a los conflictos y turbulencias políticas que emergían en Europa y
repercutían en América, obligando a marcar posiciones políticas e ideológicas.
Sur irrumpió en el ámbito cultural argentino como revista trimestral, con una lujosa
edición de 199 páginas, en papel de calidad. Se tiraron 4.000 ejemplares y se reservaron 100
para los suscriptores de la edición de lujo. Se vendió también en París y en Madrid, agotándose
enseguida. Debido al alto costo de publicación y su limitada circulación (se vendía por

9
BORELLO, R. “El ensayo: del 30 a la actualidad” en Capítulo: la historia de la literatura argentina.
Buenos Aires. CEAL. 1967.p. 1273.
10
“... al recordar que se me preguntó, con la mayor seriedad del mundo, si mi revista se proponía
volverle la espalda a Europa. ¡Sencillamente porque declaré que su fin principal consistiría en estudiar
los problemas que nos conciernen, de un modo vital, a los americanos! ¡Volver la espalda a Europa!
¿Siente el ridículo infinito de esa frase?” OCAMPO, V. “Carta a Waldo Frank” en Sur n° 1. 1931.
11
SARLO, B. Op. Cit. p.179.

7
suscripción y en librerías), sólo los cinco primeros números sobrepasaron las 150 páginas, en
tanto que las fotografías comenzaron a desaparecer a partir del número 8. En general, la revista
solía mantener un promedio de entre 80 y 100 páginas, divididas en una sección para los
artículos de fondo y otro para las notas, de letra más pequeña, que incluía principalmente
reseñas literarias, pero también crítica de música (Juan José Castro), cine (Jorge Luis Borges),
arte (Julio Payró) y teatro. A partir de 1937 Guillermo de Torre (historiador español, marido de
la pintora y también colaboradora Norah Borges, hermana de Jorge Luis) inauguró la sección de
actualidad llamada “Calendario”; en ella se evidenciaba la posición política de la revista y
suscitó acaloradas polémicas.
Los regímenes totalitarios, especialmente el nazismo, pero también, a pesar de algunas
vacilaciones iniciales,12 el fascismo italiano, el franquismo durante la Guerra Civil Española y el
comunismo soviético, sin omitir los nacionalismos y el antisemitismo, suscitaron un claro
rechazo por parte de Sur, pese a su proclama de mantenerse al margen de la política, era
imposible mantener una neutralidad en esos tiempos violentos que empañaban a Europa ya que
podría acometer malentendidos. La obligación de mantener una oposición que denuncie el
autoritarismo que atormentaba a Europa e incidía en América, obligó a que la revista termine de
albergar a intelectuales de distintas ideologías, manteniéndose a favor de la democracia liberal.
Los incidentes que dieron inicio a la Guerra Civil Española en 1936 provocaron
divisiones dentro de la intelectualidad nacional, dando fin a, como recordaba y lamentaba Julio
Irazusta, “un estilo de convivencia notablemente civilizado13”. Mientras la opinión católica,
salvo algunas excepciones, se adhirió a la causa de Franco y los alzados que buscaban “remediar
el mal que aquejaba a España”, al punto que para las altas tribunas eclesiásticas era considerada
una guerra santa; por el contrario en otros sectores, como menciona Halperín Donghi, “la
contienda española logró hacer revivir por un instante moribunda llama de la tradición liberal
argentina”.14 Arturo Peña Lillo describió, a través de sus memorias, el impacto de la contienda
dentro de la opinión pública nacional: “Los diarios populares como Ultima Hora, El Diario y
Crítica hicieron causa común con el bando republicano desde el primer disparo. (...)La Prensa,
La Nación y La Razón estuvieron decididamente del lado franquista, pues entendían que en
España se jugaba la suerte de Europa. De triunfar la Republica, el comunismo soviético
consolidaba una cabecera de puente para avanzar sobre Occidente. (...)El fervor que no había
despertado ninguna lucha política en el país, lo encrespó la guerra de España. Nos definíamos
12
De hecho Victoria Ocampo mantenía una muy buena relación con Benito Mussolini, a comienzos del
régimen fascista (SITMAN, R. Op. Cit.) Dice Rogelio García Lupo: “El fascismo se presentó como un
modelo capaz de conciliar un espíritu patriótico renovado, y la modernización de la sociedad. Victoria
Ocampo, por ejemplo, quiso conocer personalmente a Mussolini y fue recibida por el dictador. También
Eduardo Mallea y Manuel Gálvez registraron la atracción del fascismo”.GARCÍA LUPO, R. Ültimas
noticias de Perón y su tiempo. Buenos Aires. Vergara. 2006.
13
IRAZUSTA, J. Memorias. Buenos Aires. Ediciones Culturales Argentinas. 1975. pp.219-220. También
citado en HALPERÍN DONGHI, T. Op. Cit. p. 100.
14
HALPERÍN DONGHI, T. Op. Cit. p. 102.

8
en esa “guerra”: ser “leal”, así se denominaba a los republicanos, era ser antifascista,
democrático y paradójicamente “revolucionario”. Ser partidario del franquismo era ser
fascista, reaccionario, defensor de la España oscurantista”.15 De esta forma, Victoria Ocampo
y el grupo de Sur, apoyó la causa republicana ya sea través de artículos propios como la difusión
de artículos de escritores que estaban en contra del autoritarismo fascista, que apoyaba a los
alzados; de hecho, la revista acogió en sus páginas a numerosos escritores españoles exiliados y
se divorció de aquellos que apoyaban a Franco o mantenían ambivalencia con respecto a la
coyuntura política, como es el caso del notable silencio que mantuvo Ortega y Gasset durante el
conflicto.
Así llevó numerosos cruces ideológicos con la revista Criterio, de marcado
nacionalismo católico, en cuanto al conflicto español durante los largos años en que duró la
contienda bélica.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939 y su desarrollo inicial, hacía
presumir el golpe de gracia que le faltaba a la desacreditada y decadente democracia liberal,
mientras que a su vez había una intranquila expectativa sobre el surgimiento de la potencia nazi
y el aumento de los regímenes fascistas por Europa. La contienda ahondó aún más las aguas
entre los intelectuales: mientras los comunistas se mantuvieron ambivalentes, debido al pacto de
no beligerancia entre soviéticos y alemanes en los comienzos del conflicto para luego adherirse
a los Aliados, los demócratas liberales apoyaban a los Aliados desde un comienzo y la mayoría
de los representantes eclesiásticos y grupos nacionalistas de derecha no ocultaban su simpatía
hacia el Tercer Reich. La salvedad entre los nacionalistas que apoyaban la política neutral de
Argentina la realizó una corriente radical disidente, que proclamaban el regreso a la bases
yrigoyenistas denominado FORJA, conformado por notables intelectuales nacionalistas
populares: Raúl Scalabrini Ortiz, Luis Dellepiane, Arturo Jauretche, del Mazo, Homero Manzi,
entre otros. FORJA defendía la neutralidad aduciendo que Argentina no iba a sacar nada
favorable participando de la contienda, sobre todo poniéndose del lado de Gran Bretaña, el
eterno y verdadero enemigo nacional. No obstante, más allá de las facilistas acusaciones
atribuidas hacia este grupo de ser simpatizantes nazi – fascistas, por el solo hecho de oponerse a
la política británica, en verdad lo que observaban era una buena oportunidad, en caso de que
triunfe la Alemania nazi, de que el país se libere del yugo inglés y que empiece de una buena
vez a escribir su “destino histórico”; como mencionaba Scalabrini Ortiz: “(...) la convulsión de
Europa nos entreabre una oportunidad para resolver nuestros problemas por nosotros mismos.
No esperemos nada de ella, gane quien gane, sino explotación (...) Dediquemos nuestra
inteligencia y nuestro trabajo a resolver, ante todo, el hambre y la angustia de la
desesperanzada muchedumbre argentina. En ella caben todas las voluntades, todas las

15
PEÑA LILLO, A. Memorias de papel. Los hombres y las ideas de una época. Buenos Aires. Galerna.
1988. pp. 30 – 31.

9
religiones, todas las razas. Lo único imposible es escapar al destino histórico en que esa
muchedumbre está comprendida. Y por eso toda traición a su destino histórico es una traición a
nosotros mismos”.16
Una vez más, Sur no pretendía mantenerse ajena al debate político e ideológico que
azotaba al país y al mundo; alejándose cada vez más de aquel proyecto apolítico que buscaba
poner sobre el tapete la problemática cultural que aquejaba a América en cuanto a sus
tradiciones y expectativas. Aunque la posición que mantuvo Sur era obvia y no podía
mantenerse al margen: se trataba de una cuestión de principios, y el combate hacia el fascismo
que asfixiaba a las elites y avanzaba teniendo como aliado al vulgo avasallante conformado por
el hombre-masa (tal como profetizaba y lamentaba Ortega17), barbarizando Occidente. Durante
la primera década de la revista, la figura principal era Eduardo Mallea, intelectual amigo de
Victoria, además de ser director de la sección cultural del diario La Nación. Los ensayos de
Mallea enfatizaban en la búsqueda del ser nacional y sostenía, con su enfoque existencialista y
orteguiano por igual, que la auténtica Argentina debía encarnarse en un ethos y un proyecto a
realizar, y no en la pasiva aceptación de un destino trágico (E. Martínez Estrada, “Radiografía
de la Pampa”, dixit) ni una vuelta hacia el pasado, ni bajo perspectivas pesimistas futuras (R.
Scalabrini Ortiz), sino a través de un redescubrimiento de la esencia propia –argentina,
americana- es posible injertarse en la universalidad.18 Así, para Mallea y el grupo Sur en
general, la respuesta es lo nacional como modo de inserción en lo universal19; y estas ideas
implicaban un involucramiento y un compromiso ético con las elites de Occidente, frente a “la
hora de la verdad”. Mientras el presidente Ramón Castillo se empecinaba en mantener la
neutralidad argentina con respecto a la Segunda Guerra Mundial, manteniendo una política
económica pragmática y resistiendo a su vez, las presiones de Estados Unidos cuando entra en
beligerancia, Victoria Ocampo y su grupo apoyaba incondicionalmente a la potencia del Norte y
sostenía que el país no podía estar de brazos cruzados frente al avance nazi –fascista. En
“Nuestra actitud” (1939), Victoria inscribe, una vez más, su defensa de la democracia en la
tradición cristiana: “Estamos contra las dictaduras, contra todas las opresiones, contra todas
las formas de ignominia ejercida sobre la oscura grey humana, que ha sido llamada la santa
plebe de Dios (...) Defendíamos entonces (1937) lo que seguimos defendiendo hoy (...)
levantábamos nuestra voz contra una política que paraliza la inteligencia y a la vez destruye los
principios de la moral evangélica”.20 Meses después, en octubre, sale un número especial
dedicado a la guerra. Allí invoca nuevamente la posición de Sur: “Nosotros, americanos de las

16
Citado en HALPERÍN DONGHI, T. Op. Cit. p. 202.
17
ORTEGA Y GASSET, J. La rebelión de las masas. Barcelona. Planeta.1985.
18
SITMAN, R. Op. Cit. pp. 106 –109.
19
Mientras que Mallea revalorizaba el universalismo, otros colaboradores de la revista, como Erro
priorizaba el criollismo, en tanto que Canal Feijoo, el provincialismo. En común, los tres se mantenían en
contra de los nacionalistas y la ortodoxia católica.
20
OCAMPO, V. “Nuestra actitud” en Sur, 1939. pp.8 –9.

10
dos Américas, no podemos titubear en la elección del vencedor sin abjuración total. (...)
Permanecer neutrales ante su suerte (Inglaterra, Francia) equivale a permanecer neutrales
ante nuestra propia suerte”.21 La postura que toma Victoria y su grupo frente a la explosión
bélica no incumbe ningún tipo de duda: ella, ante todo, se considera ciudadana del mundo,
estima que si no se atiende y no se participa activamente del lado de los países centrales,
ineludiblemente, tarde o temprano, los males que aquejan a Europa llegarán a la periferia. Para
ello es necesario mantener y cimentar la unidad americana, estando detrás de la guía de Estados
Unidos. Más claro, imposible.
Ya antes de su ingreso en la guerra, pero más sistemáticamente a partir de éste en 1941, el
estado y la sociedad norteamericana movilizaron sus recursos en apoyo de un proyecto
panamericano en el que la dimensión cultural tenía un rol significativo. Una de las concreciones
importantes que llevó a cabo Waldo Frank, en función de favorecer las políticas de captación
cultural diseñadas por el gobierno norteamericano, en el marco de la good neighbor policy y las
circunstancias de la lucha contra el nazismo y el fascismo, fue la incorporación de María Rosa
Oliver, asidua colaboradora e intima amiga de Victoria, en 1942, a la Oficina de Coordinación
de Asuntos Interamericanos organizada por Nelson Rockefeller. Para Oliver, se vislumbraba las
oportunidades para redescubrir las comunes raíces hispanoamericanas a través del impacto que
ofrecía este empresa panamericana. Nueva York, buscaba ser la estadía cultural que reemplace a
una Europa sumida en el caos.22 A su vez, varios de los Debates de Sur y algunas intervenciones
de Américo Castro y Archibald MacLeish a principios de los años cuarenta deben ser vistos,
también, “como un registro palpable de aquella reorientación hacia el panamericanismo
inducida desde los centros del poder imperial”.23
En tanto, en el país el orden institucional se iba degradando aceleradamente y la legitimidad
del presidente Ramón Castillo se estaba erosionando rápidamente, producto de las numerosas
prácticas fraudulentas y las presiones estadounidenses para que Argentina abandone su
neutralidad. Finalmente, la frágil alianza que mantenía con las Fuerzas Armadas se quebrantó en
el momento que decidió apoyar como sucesor presidencial a un conservador proaliado y
consustanciado en las prácticas políticas tradicionales: el salteño Robustiano Patrón Costas. El 4
de junio de 1943 los militares dieron un golpe que interrumpió la continuidad constitucional.
Este grupo de militares que conformaron el poder, con el apoyo de la Iglesia y de numerosos
nacionalistas que también habían participado activamente en el golpe militar del 30,
mantuvieron la posición neutral frente a las presiones norteamericanos que acusó al régimen de
ser simpatizantes del Eje. A su vez, los sectores medios veían que ciertas medidas contrariaban

21
OCAMPO, V. “Vísperas de guerra” en Sur n° 61, 1939. pp.7 –19.
22
HALPERÍN DONGHI, T. Op. Cit. pp. 168 –172.
23
GRAMUGLIO, M. T. “Posiciones de Sur en el espacio literario. Una política de la cultura” en
JITRICK, N (Dir.) Historia Crítica de la Literatura Argentina. El oficio se afirma. Buenos Aires. Emecé.
2004. pp. 99 –100.

11
su ideario (el retorno a la educación religiosa), mientras que otras los afectaban más o menos
directamente (la contrarreforma ejercida en la Universidad y la expulsión de un gran número de
profesores de ella), y otras podían serle indiferentes (por ejemplo, las mejoras salariales para la
clase obrera). Es que los personajes que tomaban relevancia a partir del 43, eran completamente
opuestos al ideario liberal y democrático: a modo de ejemplo, entre los principales ideólogos en
materia educativa, habría que mencionar a Jordán Bruno Genta, uno de los personajes más
influyentes. Nacionalista fanático, admirador del hitlerismo y defensor acérrimo de la
experiencia franquista que se acercará al grupo de poder conformado luego del golpe. El primer
gabinete tuvo como ministro de Educación al coronel Elbio Anaya, antiguo represor de las
luchas campesinas de la Patagonia de los años 20; luego de la crisis de octubre de 1943 llegaría
al gobierno Gustavo Martínez Zuviría, “Hugo Wast”, conocido escritor del integrismo católico,
respaldado por el general Luis Perliger en Interior; ambos marcarán el pico de poder del
nacionalismo ultramontano, consiguiendo a finales de año la enseñanza religiosa católica.
Confluían dentro del grupo de poder, además una corriente católica conocida como La Pastoral,
adversaria de la reforma universitaria obtenida en 1918. Sus principales voceros desde el diario
El Pueblo como desde el semanario Criterio, denunciaban que la universidad constituía un foco
de “subversión comunista” que se agrupaban dentro de los claustros estudiantiles.24
No obstante, las discrepancia entre los distintos lineamientos que debía seguir la revolución
se hace evidente en los cambios de gabinete, el cambio de dirección ideológica que tuvo por
unos meses asumido por un grupo de proaliados que le declarará la guerra a Alemania a
principios de 1945 (aunque esta nueva posición resultara tibia, y siguiera causando
desconfianza), la caída del régimen fascista y nazi que desorientará a varios integrantes,
mientras un joven coronel, miembro de la logia militar GOU, empieza a alcanzar suma
notoriedad con sus medidas sociales dentro de la Secretaria de trabajo y previsión social, que le
permitirá construir un bloque de poder, hasta ese entonces nunca explotado, apoyado en la clase
obrera.
En tanto, Sur sigue priorizando los sucesos acaecidos en Europa, y en junio de 1945, en un
artículo titulado “Declaraciones sobre la paz”, Victoria Ocampo vuelve a marcar su posición y
la de su revista: “(...) Nosotros no somos neutrales. No lo éramos en 1937. Defendíamos
entonces lo que seguimos defendiendo hoy. Defendíamos lo que ya corría peligro y
levantábamos nuestra voz contra una política que paraliza la inteligencia y a la vez destruye los
principios de la moral evangélica (esa política, cuando no aniquila la enseñanza de Cristo,
traiciona su espíritu reemplazándolo por el de la Inquisición).
“Para nosotros un acto degradante es siempre degradante, aunque favorezca el interés
nacional.

24
MANGONE, C. – WARLEY, J. Universidad y peronismo.1946-1955. Buenos Aires. CEAL. 1984. pp.
10 –12.

12
“Nosotros necesitamos creer que nuestro país se conduce como una persona decente.
“Otra idea de patria no nos cabe en el corazón ni en la cabeza”.
“Hoy, en julio de 1945, no cambiaríamos una coma a lo que decíamos entonces.
Exceptuando a España, el nazi –fascismo ha sido barrido de Europa. Quisiéramos poder decir
otro tanto de América, del mundo entero. Todavía es demasiado pronto, quizá. La enfermedad
se había generalizado a tal punto que los focos de infección todavía permanecen activos, aquí y
allá, bajo las formas más imprevistas, más nocivas.
“El diario de Ciano nos prueba que los astutos y bajos maquiavelismos, además de ser
innobles, resultan ineficaces a la larga. Si en alguna parte existe un Dios que pudiera librarnos
de ellos, le suplicaríamos de rodillas que lo hiciese. Pero ¿cómo imaginar a Dios ocupándose
de asuntos tan sórdidos? Esta tarea de higiene moral nos incumbe a nosotros. Ayúdate, y Dios
te ayudará”.25
Esta declaración de principios de parte de Sur y de su directora será la misma que
mantendrá en los meses posteriores, que darán comienzo a los años peronistas.

25
OCAMPO, V. “Declaraciones sobre la paz” en Sur n° 129, julio de 1945. pp.7 –9.

13
 Capítulo 2: Ascenso del peronismo.

“La prensa mitrista llama “descamisados” a todos los que no son partidarios de su ídolo. Esa
prensa podrá reconocer la pobreza de los individuos que insulta, que son argentinos, que tienen
derecho a participar de las conmociones de su patria y a concurrir para la formación de sus
poderes. Pero si los individuos del pueblo que van a dar en tierra con el poder y con la influencia del
caudillo y la aristocracia son descamisados, ¿quién les habrá robado la camisa? ¿Por qué, siendo
argentinos, se encuentran desheredados en su propia Patria?”
EDUARDO WILDE (1874)

“Cuando llegué al país era un observador adelantado, y la gente creía que era comunista o
socialista por las ideas que había traído de Europa”.
JUAN D. PERÓN26

“(...) El coronel Perón es un nuevo Yrigoyen”.


MANUEL GÁLVEZ (1944)27

En un reciente trabajo sobre populismo, Ernesto Laclau identifica las distintas variaciones
del mismo; en el caso de América Latina determina que los movimientos populistas que
surgieron intentaban reforzar el rol del Estado central en oposición a las oligarquías
terratenientes. Fueron principalmente movimientos urbanos, asociados con las emergentes
clases medias y populares durante el período 1910 –1950; aunque se volvieron mucho más
radicales a partir de la gran depresión mundial a comienzos del 30: allí las capacidades
redistributivas de los Estados liberales –oligárquicos se vieron drásticamente limitadas por el
efectos de la crisis, y los sistemas políticos se volvieron cada vez más ineficientes en el
momento de satisfacer las demandas democráticas. Esto condujo a un profundo abismo entre
liberalismo y democracia, que dominaría la escena política durante décadas. “Lo que es
importante destacar –afirma Laclau –es que el “pueblo” constituido mediante las
movilizaciones asociadas a estos regímenes tenía un fuerte componente estatista. La
construcción de un Estado nacional fuerte en oposición al poder oligárquico local fue la marca
característica de este populismo”.28
Lo que realizó, en efecto, el peronismo fue apoyarse sobre la clase obrera, que empezó a
adquirir una presencia política no desdeñable, producto de las migraciones internas que se
habían originado en gran proporción durante el período 1935 –1946, cuando se aceleró

26
PERÓN, J. D. La Revolución justicialista. Filme documentado por Grupo Cine Liberación. SOLANAS
–GETINO (Dir.) Madrid. 1971.
27
GÁLVEZ, M. Citado del diario El Pueblo, 13 –8 –1944. En KORN, G. “Conflictos y armonías” en
KORN, G. (Comp.) Literatura argentina siglo XX. El peronismo clásico (1945- 1955) Descamisados,
gorilas y contreras. Buenos Aires. Paradiso. 2007. p. 11.
28
LACLAU, E. La Razón Populista. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. 2005. pp.238 –240.

14
notablemente la industria, aumentando el número de obreros fabriles industriales. Perón, desde
la Secretaría de Trabajo y Previsión, le dio fuerza y legitimidad a los sindicatos, conformando
su principal apoyo y modelo organizativo; a su vez que instaba a grupos nacionalistas, a muchos
conservadores, a dirigentes de distintas organizaciones sociales y vecinales, a los católicos y a
dirigentes empresariales a apoyar sus medidas. Entre uno de los argumentos que vociferaba,
estaba el peligro del comunismo, que estaba en pleno auge, recordaba el caso de la guerra civil
española y de los riesgos que pudiera sufrir Argentina de no atender sus necesidades. Para ello
los convocaba a una acción preventiva, consistente en apoyar su programa de reformas laborales
y la redistribución de ingresos. No obstante, la creciente acumulación de poder que estaba
obteniendo, produjo una creciente desconfianza que culminó en una fuerte presión hacia el
presidente Farrell que instó a la renuncia del coronel Perón de todos sus cargos. Al poco tiempo,
éste es detenido y conducido a la isla Martín García.
Un análisis intenso en cuanto al desarrollo del peronismo denominado clásico (que confiere
al momento de su aparición hasta el golpe militar del ´55) demandaría una extensión que nos
alejaría del tema en cuestión; por ende, lo referido anteriormente es una breve introducción al
espacio –tiempo del momento histórico. Lo que no debemos descuidar es lo significativo de lo
ocurrido el 17 de octubre de 1945, momento en el cual se comprueba la nueva y sorpresiva
polarización política que se venía gestando desde comienzos de la década del 30. Como
menciona Luis Alberto Romero, la manifestación masiva efectuada ese día que se reunió en
Plaza de Mayo, exigiendo la liberación del coronel Perón, no resultaba tan sorpresiva por el
número –él considera que no fue mayor que la realizada en setiembre por la oposición –sino por
su composición: se trataba de trabajadores del cordón industrial, que hacían su entrada
simultáneamente en la ciudad y en la política.29 A partir de ese momento, una facción que hasta
ese entonces era ignota, toma relevancia y causa el desconcierto general de los intelectuales. Las
“masas” se había rebelado, dejaban de serlo para denominarse como “pueblo”, y a su vez, el
“pueblo” para la jerga peronista eran los trabajadores. La polarización fue inmediata, y alcanzó
distintas dicotomías; a partir de ese entonces no existían puntos neutrales, se trataba de pueblo u
oligarquía, barbarie o civilización, patria o antipatria, “Perón o Braden”, alpargatas o libros...
A partir de la irrupción peronista, la democracia adquirió otra relevancia: el peronismo
nacía visceralmente antiliberal y antirrepublicano, porque lo ocurrido anteriormente se
identificaba con la ineficacia y el fraude de sus gobiernos y “porque fue un auténtico producto
de la Argentina que sepultó al nacer. Desplazó al pasado y al campo del enemigo a todo
posible adversario.”30

29
ROMERO, L. A. Sociedad democrática y política en la Argentina del siglo XX. Buenos Aires.
Universidad de Quilmes. 2006. p. 117.
30
PALERMO, V. “El Siglo Peronista” en Punto de Vista n° 89, Dic. 2007. p. 2.

15
Del lado opositor, se nucleaban los adversarios políticos, los universitarios, y gran parte de
la intelectualidad argentina. Como fue de prever, Victoria Ocampo apoyó activamente la Unión
Democrática y la campaña de Braden, tal como la embajada británica advirtió en ese momento:
“La campaña de Braden se puede resumir en un intento de unir contra Perón a la clase de los
estancieros, quienes tienen mucho que perder, y los radicales intelectuales (especialmente los
ricos, como Victoria Ocampo), cuyas tendencias izquierdistas se unen con su vida acomodada
en su deseo de mantener alejado al fascismo”.31
La irrupción del peronismo englobaba un movimiento de tal envergadura, como también
inédito en la historia argentina, que causó un desconcierto generalizado. Por ello, más allá de la
ideología del intelectual (sea de izquierda o de derecha) el acto inicial fue el de total repudio, no
sólo hacia el líder que se perfilaba como un futuro dictador de la talla de Hitler o Mussolini,
sino además por las masas que lo acompañaba fervorosamente que eran catalogados de “aluvión
zoológico”, “descamisados”, como monstruos o simplemente gente de baja ralea, asociados
como bandidos o delincuentes. Todos ellos, instruidos bajo la democracia liberal, se sentían
sumamente perturbados, invadidos, como evocaba Julio Cortázar en un reconocido cuento
fantástico: “Casa tomada”, por unos seres indescriptibles, que durante todo el tiempo pasado
parecieron sumidos en la clandestinidad, alejados de la vista de la gente bien, y de repente hacen
su presentación como una horda de bárbaros a alterar los hábitos y las buenas costumbres que le
pertenecía por naturaleza a las clases superiores aún con la osadía de usurparles el poder.
Parecería un tanto exagerado, pero las descripciones de los propios protagonistas sólo hacen
afirmar lo expuesto. Una impresión similar a la que tuvo Cortázar en “Casa tomada”32, hizo
Manuel Mújica Láinez en su novela “La Casa” de 1954. En ella no existen fuerzas extrañas e
indescriptibles que desalojan a una pareja de hermanos altoburgueses caídos en desgracia33, sino
que la señora aristocrática presencia, entre nostalgia y recuerdos de un pasado glamoroso, como
un grupo de brutos le destrozan la casa, y ella los mira entre desconsolada y sorprendida por sus
acciones:
“Ahora siento terribles dolores cuando los brutos ésos andan por mis cuartos con sus
hierros golpeando las paredes... Antes, en la época en que la vida era bella, los visitantes
entraban en mí hablando de Francia: -Parece que estuviéramos en París, decían”.34

31
Informe de la Foreign Office, 13 de diciembre de 1945, citado en KING, J. “Victoria Ocampo, Sur y el
peronismo, 1946-1955” en Revista de Occidente. Madrid. Junio 1984. N° 37. p.33.
32
CORTÁZAR, J. Bestiario. Buenos Aires. Sudamericana. 1983.
33
Juan José Sebrelli en Buenos Aires, vida cotidiana y alineación (1964) realizó por primera vez esta
interpretación de “Casa tomada”, que nunca fue negada, ni admitida por Cortázar. Sebrelli lo concibe a
partir de dos sentidos fundamentales: el ingreso de lo extraño como invasión que descompone el mundo
familiar y el intento de adaptación a lo invasor, sin ningún interés en conocerlo y menos aún de poder
explicarlo. ROSANO, S. “El peronismo a la luz de la desviación latinoamericana: literatura y sujeto
popular” en Colorado Review of Hispanic Studies. Vol. 1. n° 1. University of Pittsburgh. 2003. p.15.
34
Seguramente la señora hace referencia a los tiempos de la Belle époque. MUJICA LAINEZ, M. La
Casa. Buenos Aires. Sudamericana. 1984.

16
“Asaron unos trozos de carne al reparo de lo que quedaba del gran comedor y se pusieron
a devorar y pegarle unos besos a la botella de vino. Encendieron el fuego con astillas de la
vieja boiserie y con unos fragmentos del techo italiano irreconocible...”35
“Hoy la emprendieron contra mi fachada principal. Destrozaron los dos Apolos, sus
guirnaldas de rosas, los capiteles corintios. Tanto sufrí que ni siquiera a mediodía, cuando
almorzaron y se tumbaron a dormir entre las ruinas, llenándome de momentáneos cadáveres y
acentuando mi desolado aspecto de casa bombardeada, de casa en la cual se ha combatido
cruelmente, ni siquiera entonces pude reposar...”36
El propio historiador radical Félix Luna, hace también una interesante descripción del 17 de
octubre, y la impresión de su generación: “Bueno, ahí estaban. Como si hubieran querido
mostrar todo su poder para que nadie dudara que realmente existían. Ahí estaban por toda la
ciudad, pululando en grupos. Los mirábamos desde la vereda con un sentimiento de compasión.
¿De dónde salían?¿Entonces existían? ¿Tantos? (...). Habíamos recorrido esos días los
lugares donde se debatían preocupaciones como las nuestras. Nos habíamos movido en un
mapa conocido, familiar: la facultad, la Recoleta, la Plaza San Martín, la Casa Radical. Todo,
hasta entonces, era coherente y lógico (...). Pero ese día, cuando empezaron a estallar las voces
y a desfilar las columnas de rostros anónimos color tierra sentíamos vacilar algo que hasta
entonces había sido inconmovible”.37
El escritor David Viñas, al poco tiempo de la caída del régimen, publicó en la revista
universitaria Centro, número 10, un relato en el cual se refleja crudamente el sentimiento con
que los jóvenes universitarios recibieron el resultado de las elecciones de febrero de 1946.
“La derrota era lo único evidente en 1946. Primero fue un repentino deslumbramiento que
nos sacudió a todos desbaratando toda nuestra eficacia, y todo el valor y el descaro que
habíamos desplegado durante meses se diluyó de pronto. (...)Habíamos apostado a la libertad y
a la mayoría, contábamos con ellas y se volvían contra nosotros. (...)Esas cosas no tenían el
rostro que les habíamos asignado. Les habíamos acordado un rostro sereno, majestuoso. Y no:
eran Furias gritonas de sobacos hediondos pero de manos exactas. Toda nuestra sabiduría
resultaba escolar, un lamentable catecismo de argamasa.
“ –Es necesario que nos pongamos codo contra codo para defender nuestras ideas. La
democracia...” Uno de los dirigentes sindicales que estaba en el escenario se hurgaba las uñas
como desesperado (...)No se me ocurrió pensar que yo parecía un cerdo pretendiendo poseer la
verdad y el camino de salvación. (...) Al terminar se me acercó uno que había estado recostado
contra las bambalinas (...) “ –Estuvo bien” –me dijo. Tenía una mano ancha y me conmovió

35
MUJICA LAINEZ, M. Op. Cit. pp. 58 –59. La descripción de la escena recuerda mucho a la leyenda
que divulgaron los antiperonistas, sobre la “teoría” del piso de parquet que era levantado para encender el
fuego.
36
MUJICA LAINEZ, M. Op. Cit. p. 146.
37
LUNA, F. El 45. Buenos Aires. Editorial Sudamericana. 1982.

17
que me palmeara. “ –Estuvo bien” –repitió –“Pero no hay que hablar tanto de los principios,
pibe. A estos guachos, yo los conozco, soy del oficio. Y la semana que viene les cae el
aguinaldo”. Todo el aprendizaje había sido inútil y ahí delante estaba la Gran Eficacia. Una
sola palabra y nada más”.38
Otro cuento clásico relativo a los efectos de la irrupción del peronismo, es “La fiesta del
monstruo”39 escrito por Jorge Luis Borges en colaboración con Adolfo Bioy Casares. Se trata de
uno de los más virulentos y desagradable relatos: el mismo responde con una ironía brutal a la
invasión que realiza el peronismo del espacio simbólico del Estado. Paradójicamente, en este
relato se encuentran todas las características con la que se le acusa al movimiento peronista, y
no deja de ser menos significativo el hecho de que haya sido escrito por el más “cerrado”
antiperonista retrogrado como fue Borges. El narrador de la historia es un personaje anónimo
(El Gordo), que sin dudas constituye un portavoz de la masa peronista: un descamisado. En
primera persona, El Gordo le relata en un carta a una compañera (Nelly), lo que aconteció en la
celebración del 17 de octubre de 1947. El relato se explaya en el trayecto que emprende el
protagonista junto a un grupo de compañeros en dirección a Plaza de Mayo, para escuchar la
voz de su líder carismático, llamado “el Monstruo”, bajo la vigilancia severa de algunos
miembros del partido gobernante. En el trayecto, golpean hasta matar a un estudiante judío por
no reverenciar la imagen del líder.
“Era un miserable de cuatro ojos, sin la musculatura del deportivo. El pelo era colorado;
los libros, bajo el brazo y de estudio. Se registró como un distraído, que cuasi llevaba por
delante a nuestro abanderado, el Spátola. Bonfirraro, que es el chinche de los detalles, dijo que
él no iba a tolerar que un impune desacatara el estandarte y foto del Monstruo. (...) El primer
cascotazo lo acertó, de puro tarro, Tabacman, y le desparramó las encías, y la sangre era un
chorro negro. Yo me calenté con la sangre y le arrimé otro viaje con un cascote que le aplasté
la oreja y ya perdí la cuenta de los impactos, porque el bombardeo era masivo. Fue
desopilante, el jude se puso de rodillas y miró al cielo y rezó como ausente en su media lengua.
Cuando sonaron las campanas de Monserrat se cayó, porque estaba muerto. Nosotros nos
desfogamos un rato más, con pedradas que ya no le dolían. Te lo juro, Nelly, pusimos el
cadáver hecho una lástima”.40
En este relato hace su aparición la masa, el pueblo, caracterizado y asociado con todos los
atributos de lo patológico y lo monstruoso, una perspectiva muy cercana de la que tenían los

38
VIÑAS, D. “Solamente los huesos” (fragmento) Citado en MANGONE, C. – WARLEY, J.
Universidad y peronismo.1946-1955. Buenos Aires. CEAL. 1984. pp.82 –83.
39
BORGES –BIOY CASARES. “La fiesta del Monstruo” es original de la selección Nuevos cuentos de
Bustos Domeq. Buenos Aires. Emecé. 1997.
40
BORGES –BIOY CASARES. “La fiesta del Monstruo” extraído de OLGUÍN, S (Sel.) Perón Vuelve:
cuentos sobre peronismo. Buenos Aires. Norma. 2001. pp. 56 –58.

18
pensadores del siglo XIX41, hasta podríamos encontrar paralelos de concordancia con el clásico
de Echeverría “El matadero”, que engendra la barbarie característica del período rosista. Cuenta
además con toda la ritualización particular de las celebraciones del 17 de octubre42, con la
burocracia sindical presente, y un fuerte aparato coercitivo al frente del acto. La imagen del
líder carismático, encierra todos los atributos del demagogo, del dictador que se dirige a sus
seguidores con palabras huecas. La caracterización del narrador, también conlleva la
descripción de un estereotipo de la época: el Gordo como todos sus compañeros, provienen de
las afueras de la ciudad de Buenos Aires, o de los barrios del sur: son los grasas, cabecitas
negras. El lenguaje que utiliza es clásico del lunfardo y de la jerga callejera. Otra característica
notable es la violencia irracional, su marcado antisemitismo. “La fiesta del Monstruo” (que
circuló en reuniones privadas durante el peronismo, para salir finalmente publicado por primera
vez en la revista Marcha en 1956) es una parodia que engloba dentro de sí todo la barbarie,
“l’illusion comique”, la estupidez de la masa. En mayor o menor término, la oposición no supo
comprender el momento histórico. A partir de los sucesos de 1945, tanto la clase media como la
alta cultura argentina percibió al movimiento peronista como una agresión de sectores ajenos
que intentaban apropiarse de espacios culturales y políticos que no les correspondía. De esta
manera, en la oposición peronismo –antiperonismo que se articula desde entonces se reedita en
una nueva inflexión la oposición civilización –barbarie.
Desde su lenguaje ameno, Jauretche simplificó la problemática del desentendimiento de los
intelectuales con la realidad nacional aduciendo que es debido a que “... éstos, que se llaman a
sí mismos intelectuales, de tan afanados de saber lo que pasa en las otras casas, nunca saben
nada de la propia”43, está en lo cierto, al menos desde esta perspectiva general. Porque el punto
en común entre la intelectualidad de corte liberal y Perón, es que ambos adquirieron y
asimilaron los acontecimientos acaecidos en Europa, desde el impacto de la Revolución rusa en
adelante. Si Perón asumió que fue un “observador privilegiado” de la época debido a la gira
europea que emprendió visitando Rusia, Italia, Alemania y Francia antes del estallido de la
Segunda Guerra Mundial44, le permitió comprender las falencias del gobierno liberal argentino;
los intelectuales nacionales, dentro de los que incluyo al grupo de Sur desde luego, también
supieron avistar los errores y sus causas, pero no quisieron comprender sus dramáticas

41
Laclau en La Razón Populista, analiza estas características que se le adjudicaban a las masas. “La
denigración de las masas” en LACLAU, E. Op. Cit. pp. 15 –90.
42
Nuevamente Cortázar describirá el impacto de esas multitudinarias concentraciones en la Plaza de
Mayo y la desorientación de la clase media en su primer novela, editada póstumamente, llamada El
Examen.
43
“Los intelectuales en política son así. Primero estudian el catálogo y después clasifican por analogía
lo que ven en su país. En cuanto hay una pueblada, porque revientan las cinchas artificiales que otros
doctores le han puesto a la realidad, andan como los chicos buscando figuritas difíciles, para
nominarlas.” JAURETCHE, A. Los profetas del odio y la yapa. Buenos Aires. Peña y Lillo. 1984. p.108
44
Lo afirma Perón en la entrevista antes mencionada. SOLANAS –GETINO (Dir.) -La Revolución
justicialista. Filme documentado por Grupo Cine Liberación. Madrid. 1971.

19
consecuencias, además de creer que la única forma de gobernabilidad era la democrática liberal
tradicional. El historiador José Luis Romero, en un artículo publicado en 1945, comprendía que
la problemática social y la irrupción de las masas era un hecho detonante de la falencia
institucional democrática de la época, a su vez que alertaba, haciendo una analogía entre el
gobierno rosista con la irrupción de Perón, que “es necesario formular con claridad cuáles son
las soluciones a que deben aspirar y cuáles son los ideales políticos que están indisolublemente
unidos a las grandes conquistas sociales. Mientras esta labor no se realice, los caudillos
demagógicos tendrán siempre una base política para su acción contra las instituciones
republicanas y representativas. Esos partidos, por otra parte, deben demostrar la posibilidad
de afrontar los problemas sociales acomodando el régimen institucional a las nuevas
realidades: sólo así se podrá vencer el escepticismo que anida todavía en el espíritu de esa
masa amorfa que perdura como resto no evolucionado de ese complejo social...”45
En efecto, José Luis Romero vislumbraba una crisis democrática debido al deterioro de las
instituciones y su falta de atención hacia las crecientes demandas sociales. Pero la concepción
que tiene de democracia es eminentemente de corte liberal, donde el equilibrio de fuerzas se
sientan bajo la legitimidad y concordancia de los tres poderes. El peronismo concibió el
gobierno bajo otro orden: la legitimidad la obtiene a través de la delegación de poderes que le
otorga el pueblo por medio de las elecciones. Carlos Floria caracteriza al Estado moderno
entendido por el peronismo como una relación de fuerzas; como percepción maquiaveliana del
Estado, donde el valor relevante es la fuerza, la coerción, y su prolongación en la eficacia.46 Esta
caracterización de un ideal de “comunidad organizada” expuesto como meta por Perón, sofocó
la libertad individual, priorizando al bien colectivo antes que el individualismo proclamado
como principio natural por el liberalismo. Era un avance en la democratización de las relaciones
sociales.
Otro factor importante fue el crecimiento de los sueldos y de innumerables beneficios que
otorgaba los sindicatos, que mejoraron el nivel de vida del trabajador, permitiéndole el acceso a
lugares de esparcimiento, antes pensado solo para unos pocos. En suma, hay que considerar que
la reacción opositora, se dirigió contra una situación política que contribuía a la eliminación de
la tradicional deferencia y que ajustaba las relaciones de dependencia a las pautas contractuales
generales: por ejemplo, el servicio doméstico reclamó su franco dominical, gozaba de
vacaciones pagas e incluso tenía la posibilidad de acceder a lugares de veraneo que antes eran
de exclusividad de la alta sociedad. Inevitablemente, volvemos a la idea de invasión: los brutos
que se mantenían en sectores aledaños a la Casa, o al menos en el cuarto de servicio, ahora
tomaban posesión, se paseaban descaradamente, se sentían en igualdad de condiciones para

45
ROMERO, J. L. “El drama de la democracia argentina” en ROMERO, J. L. Las ideologías de la
cultura nacional y otros ensayos. Buenos Aires. CEAL. 1982. pp.9 –27.
46
FLORIA, C. A. “El Peronismo” en Todo es Historia. n° 100. Set. 1975. p.82.

20
acomodarse en la sala principal, desalojando de la exclusividad de los que se creían dueños. Se
comprende entonces la reacción contra las consecuencias de la pasividad y la movilidad social,
“la ridiculización en el “peronista” al nuevo rico, de modales juzgados groseros, o al habitante
reciente de la ciudad, ignorante de los hábitos de urbanidad”.47 Se denota entonces un conflicto
cultural además del político.
Si bien el gobierno, como expuso en un trabajo sobre el tema Alberto Ciria, no llevó a cabo
una coherente política cultural característica que podamos denominarla peronista48, no podemos
dejar de asociar a la política del gobierno con la adopción de una cultura de carácter popular,
que atienda las necesidades de las masas, y sirva a su vez como elemento de difusión y
doctrinario; para ello, la cultura oficial apeló a contenidos tradicionales e idealistas. En efecto,
la cultura nacional se asociaba con la estatal y propia del movimiento. Se apuntó al libre acceso
y la divulgación masiva, para ello ayudó notablemente la aparición de la radio, de la cual Perón
hizo una herramienta de comunicación sumamente eficaz49: “Las formas nuevas o modernas
han permitido también mucho de elevación cultural de las masas. Antes se efectuaba mediante
la difusión fragmentaria, difícil, del contacto directo con las masas para poder educarlas o
instruirlas. Hoy, el agricultor, que no baja a una población durante un año, escucha lo que le
decimos todos los días desde aquí mediante la telefonía. Vale decir, que las modernas
conquistas de la ciencia nos van facilitando la tarea”.50 Por otro lado, operó el cine, ocupando
un lugar que poco después le sería disputado por la televisión. El cine fue un entretenimiento
masivo, e ir al cine se convirtió en una ceremonia tan importante como hasta entonces lo había
sido el baile o la conferencia barrial. También al Estado le sirvió como elemento
propagandístico, con los noticieros “Sucesos argentinos” que informaban de todas las acciones
gubernamentales. Entre las acciones de gran impacto, que hizo escandalizar a la alta sociedad,
fue la democratización de lugares exclusivos de la oligarquía, como es el caso del Teatro Colón
para presentaciones de orquestas barriales o sindicales.51 El mejor retrato del “absurdo” que
transmitía a la oposición esas medidas populares, se evidencia en el relato “La banda” de Julio
Cortázar. Allí Cortázar, deja de lado las interpretaciones literarias para hacer la mención de los
sucesos más explícitamente: “En febrero de 1947, Lucio Medina me contó un divertido episodio
que acababa de sucederle. Cuando en setiembre de ese año supe que había renunciado a su

47
ROMERO, L. A. Op. Cit. pp. 134 –135.
48
CIRIA, A. Política y Cultura Popular: la Argentina peronista, 1946-1955. Buenos Aires. De la Flor.
1983.
49
El matrimonio con la actriz y conductora de un programa exitoso de radio, que rendía homenajes a las
heroicas mujeres argentinas, Eva Duarte significó un acierto importante para complementar la labor
oratoria del líder, gracias a su gran carisma y sus enérgicos discursos partidarios.
50
PERÓN, J. D. Conducción política. Buenos Aires. Presidencia de la Nación. Subsecretaría de
Informaciones. 1952. pp. 56-57.
51
“ Nosotros queremos una sola clase de argentinos. (...) ... en el aspecto cultural tenemos teatros
obreros, salones de arte obrero, aunque en este aspecto tenemos todavía mucho, mucho que hacer...”
PERÓN, EVA. Historia del Peronismo. Buenos Aires. Presidencia de la Nación. Subsecretaría de
Informaciones. 1955. p. 76.

21
profesión y abandona el país, pensé oscuramente una relación entre ambas cosas”. El
protagonista asiste al Gran Cine Opera para ver una película del francés Anatole Litvak, pero al
echar una ojeada a sus ocasionales acompañantes descubre que “había algo ahí que no andaba
bien. (...) Señoras preponderantemente obesas se diseminaban en la platea (...) acompañadas
por una prole más o menos numerosa (...) varias de tales señoras tenían el cutis y el atuendo de
respetables cocineras endomingadas”. Pronto descubre la absurda situación: en lugar de la
película se despliega un cartelón donde puede leerse: Banda de “Alpargatas” (el título de la
banda sugiere la dicotomía antes mencionada). “ De pronto (a Lucio) le pareció entender
aquello en términos que lo excedían infinitamente. Sintió como si le hubiera sido dado ver al
fin la realidad. Un momento de la realidad que le había parecido falsa porque era la
verdadera, la que ahora ya no estaba viendo. Lo que acababa de presenciar era lo cierto, es
decir, lo falso. (...) ... comprendió que esa visión podía prolongarse a la calle, al Galeón, a su
traje azul, a su programa de la noche, a su oficina de mañana, a su plan de ahorro, a su
veraneo de marzo, a su amiga, a su madurez, al día de su muerte”52. El relato encierra la
interpretación que tenía Cortázar sobre el fenómeno peronista: lo que acontece, esa insurrección
social que procede a elevarse y a alterar las costumbres político culturales se percibe como algo
absurdamente irreal. Sin embargo, “ lo que acaba de presenciar era lo cierto, es decir lo falso”.
El peronismo y la presencia de las masas como sujeto activo vino para quedarse, no hay
explicación razonable: es la cruel realidad para la alta sociedad.
Era entonces inevitable la reacción opositora, la polarización política sin lugar a grises. En
la vereda opuesta al peronismo, estaban los grupos liberales que se refugiaron en el
universalismo y el enciclopedismo, desde Sur hasta el Colegio Libre de Estudios Superiores.
En el caso que nos compete, sobre la actitud de la revista, Sur era declaradamente opositora
al régimen peronista, su desacuerdo con la política que se llevó a cabo la realizó no inquiriendo
crítica alguna, sino cubriendo las ediciones con un “silencio alusivo”.53 Ese silencio se
manifestaba en la abstención de realizar opinión favorable o crítica relacionada al gobierno. No
obstante, impartió su criterio selectivo en cuanto a publicar artículos de intelectuales europeos
que reflexionaban en contra del totalitarismo y a favor de la libertad individual, y de la
democracia liberal. A modo de ilustración, podemos citar artículos de George Orwell, “Retrato
de un antisemitista” (1946) y “El existencialismo es un humanismo” (1947), de Sartre, frente a
“Calígula” (1946), “El artista es el testigo de la libertad” (1949) y “El artista preso” (1953) de
Camus, o “La democracia debe aprender a conocerse” (1949) de Julián Benda.54

52
CORTÁZAR, J. “La banda” en Final de Juego. Buenos Aires. Sudamericana. 1986. (1953).
53
Tal es la denominación que le adjudica Rosalie Sitman en cuanto a la política de la revista de Victoria
Ocampo. SITMAN, R. Op. Cit. pp. 219 –237.
54
De hecho, el comienzo del artículo de Benda es bastante sugerente: “Una de las grandes debilidades
del demócrata frente a los ataques de su adversario es que no tiene una idea clara de los principios
democráticos, de aquello que los opone radicalmente a las demás filosofías políticas; por ignorancia se

22
Otro hecho significativo, que no es muy tenido en cuenta por los críticos hasta ahora, es la
paradoja de cambio en cuanto al protagonista de la revista: en sus comienzos, dentro del comité
nacional, la figura principal fue Eduardo Mallea, donde sus escritos siempre enfatizaban en la
preocupación de la búsqueda del ser nacional o la “Argentina invisible”, de carácter
universalista; pero a partir de mediados de la década del ´40, auge del peronismo mediante, el
escritor “estrella” de Sur es Jorge Luis Borges, donde adelantará en las páginas de la revista de
Ocampo, sus cuentos más famosos, (que son eminentemente del género fantástico). En efecto,
los cuentos que compondrán sus libros “Ficciones” o “El Aleph”, transcurren en lugares lejanos
(en tiempo y espacio) de la realidad nacional. La hipótesis que se puede barajar al respecto es
que Borges, al igual que el grupo de Sur, perciben la realidad argentina como un espejismo, una
horrible pesadilla, que es necesario evadirse hasta que el tirano caiga y todo vuelva a la
normalidad. La edición extraordinaria dedicada en 1955 a la Revolución Libertadora parece
afirmar lo expuesto.
A su vez, ¿no resulta llamativo el hecho de que la búsqueda del “ser nacional” que
emprendieron los intelectuales como Mallea o Martínez Estrada55 sean partes del pasado una
vez que el peronismo trepó al poder? La única excepción de adherencia la encontramos entre los
radicales de FORJA, que se disolvieron para incorporarse al peronismo, considerando que las
preocupaciones y la lucha que habían emprendido habían surtido efecto con la llegada de Perón
y bajo la política popular y nacional que éste desarrolló.
La oposición se aglutinó, olvidando las disputas internas o sus diferencias frente al enemigo
común. Un ejemplo es la situación de Martínez Estrada, atacado siempre desde Sur por mucho
de sus colaboradores, hasta que mediados del cuarenta, éste se incorpora a la redacción,
convirtiéndose en asiduo colaborador de la revista.
A juicio personal, uno de los más perspicaces intelectuales que participaron activamente en
la revista durante esta época, que tuvo una visión mucho más crítica en cuanto a la realidad
nacional, fue Héctor Murena, que impulsó interesantes polémicas a partir de sus artículos
publicados en Sur titulados “Los penúltimos días”. En la edición de julio de 1949, en su sección
miscelánea, analiza brevemente las fallas del partido socialista y su falta de comprensión del
momento histórico, sin duda, una observación que fue analizada en detalle a partir de 1955, pero
es de destacar la contemporaneidad del artículo, con el fenómeno peronista en plena
efervescencia. Murena fue uno de los pocos intelectuales que intentó comprender sin caer en la
simplicidad, sin duda “los árboles no le impidieron ver parte del bosque”.
“(...) Los socialistas, acaso inconscientemente, advierten que el peronismo es una terrible
prueba del fracaso de su amor por el país. (...) no encontraron los medios para conquistarlo.

deja arrastrar a un terreno, que no es el suyo, donde es vencido de antemano”. BENDA, J. “La
democracia...” en Sur n° 187, Mayo 1950. p. 7.
55
A mediados de los cincuenta, Contorno en cierta medida, retomará y revalorizará críticamente la labor
intelectual de Martinez Estrada.

23
Fracasaron por su puritanismo, por su rigidez, por su intelectualismo, porque se obstinaron
en que el pueblo fuera una masa de ascetas cultos y disciplinados, y no entendieron que el
pueblo sólo es capaz de gestos heroicos cuando tiene el alcohol de cualquier índole adentro y
no sabe qué hace. (...) Pero quizás influya para que los socialistas aprendan ciertas cosas: por
de pronto, a entender lo que las cosas son”.56
Sin abandonar cierto menosprecio y desdén hacia las masas, comprende que la principal
falla radica en la falta de asimilación de la realidad social por parte de los partidos y los
intelectuales, cosa que Perón supo adquirir y estimularla, simultáneamente. Para Murena, el
peronismo se había convertido en una realidad demasiado contundente como para no tenerla en
cuenta. Como destacaron Mangone y Warley, se manifiesta en sus escritos con un estilo
“entrecortado y subjetivista”, que tiene como mérito mayor el de convocar a la reflexión sobre
un objeto hasta antes negado.57 Así al poco tiempo, Murena se alejaba de Sur para fundar la
revista universitaria Las Ciento y Una (junio de 1953) con varios de los colaboradores que luego
darán vida a Contorno, conocidos como los “parricidas del 55”. Sin embargo, la revista terminó
siendo un proyecto ambicioso y prometedor que solo duró un número. Habría que esperar varios
meses, para que surgiera Contorno (dirigida por los hermanos Viñas), la revista cultural que
buscó centrarse como espacio alternativo al prestigio y la tendencia elitista-liberal de Sur, y
asumir parte de la herencia como continuación extrauniversitaria de la revista Centro.
Por su carácter elitista, Sur no constituyó una molestia para el gobierno peronista. La
supuesta censura a la que algunos autores hicieron afirmación58, ya fue cuestionada59 (al menos
nunca comprobó su veracidad). De hecho, Sur hacía entregas mensuales con la misma política
de distribución desde sus inicios; en cuanto a la reducción de tamaño, parece indicar más bien
una renovación estilística del diseño de la revista; y sobre la limitación de páginas que se
atribuye a un “recorte” en la distribución de papel que decide el gobierno para perjudicar a las
revistas opositoras60, Pablo Sirvén comprobó, en un libro alusivo al tema61, que las limitaciones
que el Estado impuso en la distribución del papel era semejantes a las de otros países por su
escasez y carestía, más allá que las inhibiciones no eran las mismas para las publicaciones
oficiales62.

56
MURENA, H. “Los penúltimos días” en Sur n° 177. Julio de 1949. p. 94.
57
MANGONE, C. – WARLEY, J. Op. Cit. p. 41.
58
SIGAL, S. “Intelectuales y peronismo” en TORRE, J. C. (comp.) Nueva Historia Argentina. Los años
peronistas (1943 –1955).Buenos Aires. Sudamericana. 2002; D´ARINO ARINGOLI, G. La propaganda
peronista (1943 –1955) Buenos Aires. Maipue. 2006.
59
KORN, G. “Conflictos y armonías” en KORN, G. (Comp.) Op. Cit. p. 24.
60
SIGAL, S. Op. Cit.; D´ARINO ARINGOLI, G. Op. Cit. pp. 229 –230. LUNA, F. “La razzia de Visca”
en Todo es Historia, n° 406.Mayo 2001.pp.18 –19.
61
SIRVÉN, P. Perón y los medios de comunicación. Buenos Aires. CEAL. 1984.
62
Incluso la carestía de papel se hace evidente mediante la arenga del gobierno y los objetivos planteados
en el Segundo Plan Quinquenal (Veáse Cap. XVII, Industrias; E. 70. –Pasta para papel; E. 71. –Papel; E.
72. –Alfa celulosa.) En Abril de 1954, el Secretario General de la Federación de Obreros y Empleados de
la Industria del Papel, Cartón, Químicos y Afines declaraba: -“(frente a la limitación de páginas de los

24
De todas maneras, el uso y abuso de la propaganda partidaria generó una reacción contraria
y resultó siendo el verdadero peligro para el gobierno, pues terminó sofocando a la opinión
pública. La peronización, la explotación de la imagen carismática de Eva Perón y, luego de su
desaparición, la incorporación de su culto, todos estos hechos se incrementaron con el segundo
gobierno peronista con el aumento burocrático y “las zalamerías de los alcahuetes de siempre”,
tal como reconoció Jauretche en sus ensayos.63
La balanza empezó a inclinarse favorablemente hacia el lado opositor, cuando el factor
económico entró en crisis y no pudo sostener el equilibrio político y social. En síntesis:
mientras el peronismo confiaba en su justificación militante ante el pueblo, la oposición cumplió
con la crítica sistemática, e irremediablemente ambas cayeron en el ejercicio cotidiano de la
intolerancia. Los protagonistas se trabaron en una lucha política sin cuartel, que traerá aparejado
resentimiento y consecuencias negativas a lo largo de años poniendo en jaque la calidad
institucional argentina a partir del golpe efectuado por el ejército rebelde en setiembre de 1955.
La virulenta campaña ejercida por la Iglesia le había preparado el terreno de la victoria
revanchista. Una vez más, la alianza entre la cruz y la espada decidieron el rumbo de la historia
nacional. Sur celebrará el acontecimiento con un número extraordinario dedicado a la
Libertadora y “Por la reconstrucción nacional”. Paradójicamente, con la caída del peronismo,
Sur empezaba con su inevitable decadencia y pérdida de influencia cultural.

diarios y de las restricciones en el tiraje) Es evidente que necesitamos más papel...Y en eso estamos ,
fabricando papel a <<marcha forzada>> (...) En cuanto al papel de diario, tenemos un objetivo de
50.000 toneladas anuales, cantidad a la que esperamos llegar en el año 1955. En la actualidad estamos
en las 40.000 toneladas. El consumos actual del país es de 67.500 toneladas anuales; por consiguiente,
queda un margen de importación necesaria. (...)es digno de tenerse en cuenta que, a excepción del papel
de diario, en todos los demás tipos de papel estamos a la altura de los objetivos, que suponen una
producción de 230.000 toneladas anuales”. En Mundo Peronista. N° 63. Abril de 1954. pp. 8 –9.
63
“... adulones peronistas terminaban por alterar lo que quedaba de la toponimia auténtica con una
lamentable y egolátrica emulación. De la época es el cuento del paisano que en la esquina de Mitre y
Pavón, en Avellaneda, le pregunta al vigilante por la calle Mitre.
-“¡Cómo Mitre...! ¡Eva Perón... y es esta!”, le señala el policía.
-“Disculpe... ¿Y Pavón cuál es?”
-“¡Cómo Pavón! ¡Juan Perón...!, lo reta el vigilante.
-“No sabía...” –explica el paisano-. “Como soy del Chaco...”
-“¡Qué Chaco... Provincia Perón!” –le grita ya irritado el vigilante.
El paisano, intimidado, camina pocos metros en dirección a Buenos Aires. Está ahora, sobre el
Riachuelo, en el puente y se recuesta a la baranda, pensativo y perplejo.
Se le acerca un marinero y le pregunta:
-“¿Qué está haciendo, paisano?”
El paisano, prudente y avivado ya, le contesta:
-“Estoy mirando el Peronchuelo, señor...” JAURETCHE, A. Op. Cit. p.168.
“(El peronismo) por un lado lesionó, más allá de lo que era inevitable, conceptos éticos y estéticos
incorporados a las modalidades adquiridas por las clases medias en su lenta decantación. Por otro, las
agobió con una propaganda masiva que se podía ser eficaz respecto de los trabajadores, era negativa
respecto de ellas porque no supo destacar en qué medida eran beneficiarias del proceso que se estaba
cumpliendo, como compensación de las lesiones que suponía”. JAURETCHE, A. El medio pelo en la
sociedad argentina. Buenos Aires. Peña Lillo Editor. 1966. p.216.

25
 Capítulo 3: Cultura de masas vs. Cultura oligárquica.

“... debemos llevar un cierto grado de cultura cívica, social y general a la masa.(...)
Nuestra conducción no puede realizarse bien hasta que ese grado de cultura no haya saturado a
toda la población. Cuando ese grado de cultura, que es a la vez de sentido y de sentimiento, se haya
desarrollado, nuestra conducción será sumamente fácil. Bastará difundir lo que sea conveniente
para la Nación, y en eso estaremos todos de acuerdo. Nadie discutirá ya sobre los beneficios de la
independencia económica, de la justicia social o de la soberanía de la Nación. Eso es, en parte, falta
de cultura para los que no lo comprenden, y falta de educación de sus propios sentimientos, para los
que entienden demasiado, pero no quieren sacrificar nada de sí en beneficio del conjunto de la
Nación”.
JUAN PERÓN64
“En estas cosas de edificación sería necesario tener leyes implacables. Incluso establecer una
dictadura no vendría mal. Pero tendría que ser una dictadura de los que más saben. Y a éstos, salvo
raras excepciones, les repugna el papel de dictador, aunque redunde en bien del prójimo.
No queda, pues, otro remedio que tratar de educar pacientemente a todos aquellos que mientras
carezcan de educación, carecerán de discernimiento y de gusto (no sólo en materia de
arquitectura)”.
VICTORIA OCAMPO65

El propósito de este capítulo en cuestión es detallar, con un poco más de detenimiento,


el discernimiento característico que ahondó en profundidad a partir del peronismo: la cultura
“elevada” o clásica en oposición a la cultura de masas o popular; ampliado a partir del combate
ideológico que batalló en las mentes con gran afano con la depresión mundial de 1929 y sus
consecuencias enunciadas en el primer capítulo.
En efecto, finalizando la década del 20 y a principios de la siguiente, la elite (la porteña
principalmente) que había disfrutado de su momento potencial durante la belle époque de
aquellos “locos años veinte” entraba en su ocaso cultural (cultura en el sentido de un conjunto
de valores y conductas que dan cuenta de una determinada visión y concepción de la realidad)
que había permanecido anclado en el siglo XIX, que había definido a la elite del novecientos,
heredera de la generación del ochenta.66 El proceso de modernización provocó cambios en las
experiencias y los comportamientos sociales que se dieron implícitamente en tiempos de la
primer posguerra que incidieron notoriamente: hago referencia del desarrollo tecnológico, el
crecimiento de la población y su nuevo perfil demográfico, la movilidad social, el avance

64
PERÓN, J. D. Conducción política. p. 56.
65
OCAMPO, V. “Sobre pérgolas, bancos, faroles y otras hierbas” en Sur, n° 163. Mayo de 1948. p. 101.
66
ROMERO, J. L. “Las ideologías de la cultura nacional. (1973)” en ROMERO, J. L. Op. Cit. pp. 80 –
82.

26
feminista, la aparición de la juventud como actor social definido, la extensión de nuevas modas
(como el jazz o el tango) que la alejan de los clásicos europeos. La modernización acelerada es
inquietante y las novedades y modificaciones sociales y tecnológicas no dan tregua: las
novedades se hacían eco “(...) bajo el ambiente febril de nuestra cosmópolis... se vive la
temporada de reposo del año, en medio de un vértigo mundano, que no permite el disfrutar si
no a ratos perdidos. (...) la gran ciudad ha logrado su desquite, (...) a veces llega a fatigarnos
el vértigo que nos arrastra”.67
La crisis mundial de 1929, también puso en jaque al imperialismo británico, y el empuje
estadounidense empezó a imponer su presión sobre todo los ordenes, impregnando a toda la
sociedad con su american way life acelerado por una nueva cultura de consumo masiva, que
emergería durante los años posteriores. Como se hizo mención anteriormente, Estados Unidos
hizo hincapié en un orden panamericano donde pueda ejercer una incorporación de líder –guía
indiscutido. Como hemos mencionado, en 1929 llegaba al país Waldo Frank, quien fue recibido
por el presidente Yrigoyen, y saludado por Alfredo Palacios, en representación de la Unión
Latinoamericana, como por la SADE, y el grupo, que posteriormente por idea de Frank y
siguiendo su orientación cultural, conformarían Sur. “Algunos (entre los que me cuento) le
debemos a Frank el haber vuelto la mirada hacia el Norte de nuestro mundo nuevo. Hasta
entonces, salvo raras excepciones –pienso en Sarmiento- la teníamos continuamente fija en
Europa”, recordaba Victoria Ocampo.68 En Argentina, donde las bases de la cultura elevada
fueron tomadas directamente de Europa, ahora bajo este período de crisis que la asolaba con la
amenaza fascista y bolchevilque instaura en estas minorías selectas nacionales, “un horror al
vacío” (debido al aislamiento que acontece), y a su vez a perder su sustento estructural por parte
de los sectores dominantes.69 Esta encrucijada cultural persuadió a los intelectuales a considerar
la problemática de la integración cultural americana, mientras se busca las raíces y valores al
“ser nacional”.En efecto, su revista cumplía con la necesidad de tender puentes entre América y
Europa, apuntando a ser americanista70 sin distinguir la latina de la sajona, así como también
haciendo caso omiso a las desigualdades políticas71 y sociales. Victoria Ocampo, como
representante de la cultura elevada nacional, consideraba que había que defender el buen gusto y
67
“Notas sociales de la Dama Duende” en Caras y Caretas, citado por LOSADO, L. “La Dama Duende
de Caras y Caretas” en Todo es Historia, n° 465. Buenos Aires. Abril 2006. p. 25.
68
WARLEY, J. Vida cultural e intelectuales en la década de 1930. Buenos Aires. CEAL. 1985. p. 24.
69
WARLEY, J. Op. Cit. pp.7 –9.
70
Destacaba Drieu La Rochelle en el primer número de Sur: “Sur. ¿Habéis querido colocaros bajo el
signo de una patria agrandada? Yo creo que es lo menos que se puede hacer. (...)Hoy un hombre tiene
tres patrias: la suya, aquella en que nació, aquella que tiene la medida de sus pasos de niño y de
anciano; después su continente, después el planeta” LA ROCHELLE, D. “Carta a unos desconocidos” en
Sur, n° 1. Verano 1931. pp. 55 –64.
71
Destaca Warley, que la crisis del 29 provocó el repliegue de los intelectuales representantes de la
cultura elevada, pues se los consideraba con la misión de “resguardar” la cultura tradicional frente al
avance de un tiempo barbárico. A su vez, la época era reconocida como la época del político, según
Benda. La tarea del intelectual, por ende, es considerada ajena a la política. WARLEY, J. Op. Cit. pp. 30
–32.

27
las buenas costumbres más allá de toda situación. Su revista adhería a un panamericanismo que
carecía de una visión crítica porque no era algo que le incumbiera a los intelectuales. Les servía
de referencia el libro La traición de los intelectuales de Julien Benda. Éste afirmaba: “(...) a
fines del siglo XIX se produjo un cambio capital: los intelectuales se dedican a hacerle el juego
a las pasiones políticas. Los que eran un freno al realismo de los pueblos, se convirtieron en
sus estimuladores. Este trastorno en el funcionamiento se podía, hasta el último siglo, discernir
ahí otra esencialmente distinta y que, en cierta medida, le servía de freno: quiero hablar de esa
clase de individuos a quienes yo llamaría intelectuales (clercs), designando con tal nombre a
todos aquellos cuya actividad, en sustancia, no persigue fines prácticos, pero que, al solicitar
su alegría para el ejercicio del arte, o de la ciencia, o de la especulación metafísica, en suma,
para la posesión de un bien no temporal, dicen en cierto modo: “Mi reino no es de este
mundo”.72
No obstante, el inicio de la Segunda Guerra Mundial y la entrada en la contienda por parte
de Estados Unidos influyó notablemente sobre los posesores de la “cultura elevada”, que a su
vez no dejó de sacar los ojos sobre los acontecimientos que sacudían a Europa, que imponía una
visión críptica con el avance fascista y su totalitarismo que amenazaba las libertades
individuales. En síntesis, la cultura tradicional elitista, de su característica fe en el progreso
heredada del siglo XIX, adoptando el positivismo; pasaba a una visión pesimista y plena de
incertidumbre, producto de la primer posguerra y agravada por el crack mundial del ’29. Luego
de las consecuencias de la Guerra Civil Española y la cruenta Segunda Guerra Mundial,
obligaron a tomar posiciones político –sociales a favor del liberalismo, que privilegiaba a las
oligarquías.
Los tiempos nuevos, ya expuesto in extenso anteriormente, significaron una amenaza para el
mundo de las artes y la inteligencia. Porque su principal consecuencia fue el avance de las
masas, como nuevo factor de poder.
Uno de los primeros en dar la señal de alarma fue Ortega y Gasset en La Rebelión de las
masas, donde le advertía a las “minorías selectas” que el ámbito cultural había dejado de ser
una comarca pacífica y neutral y que su salvación dependía de la elite, guardiana de los bienes
largamente atesorados, se lanzara a una lucha abierta contra el avance barbárico y corruptor de
las masas: “... fue el llamado “individualismo” quien enriqueció al mundo y a todos en el
mundo y fue esta riqueza quien prolificó tan fabulosamente la planta humana. (...) Ante el feroz
patetismo de esta cuestión que, está ya a la vista, el tema de la “justicia social” con ser tan
respetable, empalidece y se degrada hasta parecer retórico e insincero suspiro romántico.
Pero, al mismo tiempo, orienta sobre los caminos acertados para conseguir lo que de esa
“justicia social” es posible y es justo conseguir, caminos que no parecen pasar por un

72
BENDA, J. La traición de los intelectuales. Buenos Aires. Efecé. 1974. Cap. III.

28
miserable socialización, sino dirigirse en vía recta hacia un magnánimo solidarismo. Este
último vocablo , es por lo demás, inoperante...”73
Con la irrupción de la masificación, la cultura elevada se sentía sumamente amenazada (lo
que caracteriza a la época de un notable escepticismo y visión apocalíptica) pues había cesado
de ser una comarca pacífica y neutral, y su salvación dependía de que la elite, “guardiana de los
bienes largamente atesorados”, según palabras de Jaime Rest, se lanzara a una lucha abierta
contra el avance corruptor de las masas. Esa era una de las principal misiones que encaraba Sur,
y su desafío es la de conseguir un compromiso fraternal entre las minorías selectas. La revista
desde un comienzo adhiere a la preocupación de Ortega. En la crítica del libro, publicada en el
número 2, el filósofo Francisco Romero advierte: “El hombre-masa, al pasar al primer plano
histórico, impone su torpeza, su mediocridad, y la civilización de Occidente corre peligro de
fracasar asfixiada por esta invasión vertical de bárbaros que se regodean con los productos y
bienes de la cultura, pero que ignoran o desprecian la íntima esencia de esa cultura, sus
principios supremos, las virtudes cardinales sobre las que reposa”.74 La “usurpación” a la que
hace alusión Romero, es una de las causas de la reciente gravitación de las masas en el campo
cultural, debido a que se ha puesto de manifiesto a través del aumento constante de “bienes de
consumo” cuyo aspecto guarda superficial analogía con la apariencia de las obras de arte
tradicionales, “pero cuyo carácter responde a la existencia de un público vasto e indiscriminado
que demanda productos intrascendentes y perecederos, de escasa o ninguna significación
poética e imbuidos de funciones puramente serviles, ya sea como meros pasatiempos o como
vehículos de evasión de una vida, pasiva, sedentaria y monótona”.75
La apertura de un vasto mercado consumidor, integrado por una mayoría aplastante de la
población total, cuya apetencia se vuelca hacia los más variados artículos ofertados (artefactos,
objetos culturales, ideas, programas políticos) se vincula con el ascenso de las masas como
nuevo sujeto activo político. En el país, 1930 constituye para las masas un punto de quiebre de
una fuerte y original tradición cultural popular (que reúne expresiones tales como el tango, la
literatura folletinesca, el sainete), y el surgimiento de nuevas formas o su masificación (el cine,
los teatros independientes, etc.) Estas novedades se pueden leer a través de un amplio proceso
por el cual, la concentración poblacional en las grandes urbes, constituye un fuerte detonante
que provoque modificaciones en el estilo de vida de la sociedad.
Se puede considerar que el autentico sujeto de la transformación política, social y cultural
de los años siguientes, es el movimiento nacional de las masas. Es evidente dilucidar, entonces,
la falta de comprensión de las minorías selectas, ajenas a cualquier movimiento multitudinario y
a un modo de gobierno que sea distinto al proyecto de país oligárquico generado en el 80. Los

73
ORTEGA Y GASSET, J. Op. Cit. p. 31.
74
ROMERO, F. “Al margen de la Rebelión de las masas” en Sur, n° 2. 1931. p. 194.
75
REST, J. “Literatura y cultura de masas” en REST, J. Arte, literatura y cultura popular. Bogotá.
Norma. 2006. pp. 94 –95.

29
primeros indicios de esta ceguera antipopular frente a la realidad es la falta de reconocimiento
del peso político de una nueva parte de la población que emergió después de la primera gestión
radical (1916 –1922) por parte de nacionalistas y liberales. Por devaneos aristocratizantes y
elitistas unos; por dogmatismo ideológico los otros, ambos ignoraban y desdeñaban a las masas.
Esa amenaza bárbara que incidía y ponía en peligro a la cultura occidental, en Europa fue
explorada sus consecuencias por parte de viajeros que alertaban la decadencia del orden liberal.
Tanto Perón como sus adversarios estuvieron atentos a los acontecimientos, pero tomaron
caminos distintos. El coronel a través de su exploración en Europa, comprendió inmediatamente
que el ascenso inevitable de las mayorías tendría que ser organizado por un orden que le de
racionalidad al movimiento social, y su estrategia fue construir un bloque de poder desde su
cargo de Secretario de trabajo y previsión social. Mientras él consideraba que lo ideal era huir
hacia delante, dándole coherencia a la masificación; para la oposición, desde sus distintas
posturas, consideraban que era necesario un orden sistemático que mantenga el status quo
social. Sólo así podemos concebir la conformación de la Unión Democrática que nucleaba a
partidos tan disímiles como radicales, conservadores y comunistas. Para Perón, “la masa es el
instrumento de acción dentro de la política. Para conducirla tenemos que empezar por
conocerla; conocerla, prepararla y organizarla. (...) El conocimiento de este instrumento
presupone, en primer lugar, que el conductor que va a conducir la masa sepa perfectamente
bien cuáles son los factores que influyen en ella, cómo esa masa reacciona, cuál es el medio
habitual de esa masa, dónde incide la acción de esa masa en conjunto o para cada una de sus
partes. (...) El político debe saber perfectamente cuál será la reacción de la masa, porque el
juego, dentro de la conducción de la masa, es siempre un juego de acciones y reacciones; vale
decir que el conductor, no solamente debe conducir la masa por donde él quiere, sino que
también debe considerar lo que la masa quiere”.76 Mientras que por el otro lado, tanto del
nacionalismo oligárquico y liberal, como por parte de la izquierda pseudo marxista, sólo veían
amenaza y desorden, civilización y barbarie. Así, Américo Ghioldi, en su libro panfletario
Alpargatas y libros en la historia argentina (1946) decía: “Viendo moverse en la historia
argentina a esas masas que surgen, que se transforman en proletariado, que participan en la
guerra civil, que se agitan en montoneras, que son gente de los caudillos nos acercamos a la
presencia de los dos elementos que son trama de la historia, que luchan entre sí y forjan
jornadas apasionantes y dramáticas: la vitalidad primitiva, el instinto, la fuerza toda del
primitivo que es lo próximo o lo cercano a la animalidad, y el ideal de la cultura, los progresos
de la inteligencia, la presencia del libro, los movimientos esclarecidos, las acciones dirigidas
por el juicio y el pensamiento”.77 Con el advenimiento del peronismo, sólo se observaba la

76
PERÓN, J. Op. Cit. pp. 260 –261.
77
GHIOLDI, A. Alpargatas y libros en la historia argentina, citado en ROMANO, E y otros. La cultura
popular del peronismo. Buenos Aires. Cimarrón. 1973. pp. 17 –19.

30
proclama de Sarmiento desde su libro Facundo, y veían en Perón y a sus seguidores, el retorno
del tirano sanguinario que encarnó Juan Manuel de Rosas en el siglo XIX, así como también lo
habían visto en Yrigoyen, que llegaron incluso al colmo de adjudicarle la paternidad.78 Esta
analogía que se encontraba lo expondremos en el siguiente capítulo. Lo importante de este
bosquejo histórico es el prejuicio clasista que se remitía a un ideario cultivado en el siglo XIX,
de una mentalidad que aglutinaba y relacionaba lo cultural y social con una forma de gobierno
liberal tradicional, en tanto que por el lado izquierdista que, si bien cuestionaban ese modo de
gobierno, creía imprescindible en un ideario para adquirir esa cultura elevada y poder
transmitirla a las masas para constituir un pueblo instruido.
En la etapa de la cultura popular iniciada en el 43 y consolidada en el lapso 1946 –1955,
podemos distinguir dos formas diversas: la primera se evidencia dentro de la convivencia
ciudadana, donde aparecen nuevas pautas de asociación colectiva, tanto en la vida laboral
(agremiación masiva) como en la política (manifestaciones multitudinarias, sobre todo a partir
de las conmemoraciones del 17 de octubre) y en las diversiones. Los bailes de carnaval, así
como las competencias deportivas en estadios repletos (auge del fútbol, boxeo y turismo
carretera), los torneos populares Evita, las confiterías y los cines colmados, etc. Debemos
destacar la apertura de un turismo social argentino, estimulado por los beneficios que otorgaban
los sindicatos, además del mejoramiento del estándar de vida que obtuvieron los trabajadores
que le permitieron acceder a una amplia oferta, relacionadas al ocio y tiempo libre. Romano
destaca la reestructuración en las relaciones personales que impactan dentro de la sociedad: “El
deterioro de los signos exteriores de pertenencia o jerarquía enferma a muchachos, que sólo
atinan a escudarse en la sobriedad, el saco, la corbata, cierto modales, si bien la situación
desborda y están obligados a alternar con los “cabecitas” en diferentes sitios y ambientes antes
exclusivistas o poco menos. (Nota personal.: léase como ejemplo el cuento Las puertas del cielo
de Julio Cortázar79) En Plaza Italia y adyacencias, principalmente servidoras domésticas y
conscriptos, pero también peones, guardas, obreros, etc., configuran nuevos hábitos de
consumo como el “veinte y veinte” (precio de una porción de pizza y de un vaso de vino), que
se convierte inclusive en título de una columna periodística, o la moda “divito” (pantalón de
tiro alto, con muchos ojales, tiradores anchos, zapatos vistosos o de colores combinados, muy

78
SOLARI YRIGOYEN, E. “Hipólito Yrigoyen, ¿hijo de Rosas ? “ en Todo es Historia, n° 308. Marzo
de 1993. pp. 76 –80.
79
“En mis fichas tengo una buena descripción del Santa Fe Palace, (...) Me parece bueno decir aquí que
yo iba a esa milonga por los monstruos, y no sé de otra donde se den tantos juntos. Asoman con las once
de la noche, bajan de regiones vagas de la ciudad, pausados y seguros de uno o de a dos, las mujeres
casi enanas y achinadas, los tipos como javaneses o mocovíes, apretados en trajes a cuadros o negros, el
pelo duro peinado con fatiga, brillantina en gotitas contra los reflejos azules y rosa, las mujeres con
enormes peinados altos que las hacen más enanas, peinados duros y difíciles de los que les queda el
cansancio y el orgullo. (...) Además está el olor, no se concibe a los monstruos sin ese olor a talco
mojado contra la piel, a fruta pasada, uno sospecha los lavajes presurosos, el trapo húmedo por la cara
y los sobacos...” CORTÁZAR, J. “Las puertas del cielo” en Bestiario. Buenos Aires. Sudamericana.
1983. pp. 85 –87.

31
llamativos, al igual que las camisas, peinado “a la cachetada”). Los recién llegados a la
ciudad habitan departamentos baratos o casas de inquilinato; se hacían en una pieza hasta que
surgen las primeras villas de emergencia que el gobierno popular trata de paliar con la
edificación de monobloques, los cuales modifican el aspecto de ciertas zonas suburbanas”.80
La otra forma de la cultura popular proviene de la selección y especial lectura de los
mensajes recibidos a través de los medios de comunicación masivos: diarios y revistas, libros de
quiosco, radio, cine, teatro, salas de espectáculo. Tal actitud encierra nuevas exigencias que los
intelectuales y artistas vinculados con los medios van a satisfacer; en consecuencia, su labor se
diferenciará con la que le incumbe a los intelectuales tradicionales, de estirpe liberal
principalmente, debido al menosprecio que les genera la cultura de masas, además de no
concebir la labor social como su principal función; de hecho, como mencionamos
anteriormente, la suya es la de actuar como células defensivas de la alta cultura; como
sostenimiento de pequeños pero selectivos espacios de la “intelligentzia” (según definición
jauretchiana) en un mundo que ven precipitarse ante la barbarie.
No podemos aludir a una conjunción coherente que de forma a una cultura peronista más
que la asociación vaga ligada obligadamente con lo popular. No se encuentran intelectuales
orgánicos81, debido a la desconfianza que tenía Perón hacia ellos, además también conspiró su
afán de “organizarlo todo” ya que Perón intentó organizar a los pocos intelectuales que
adhirieron a su gobierno con poco éxito.82 Estos factores lo detallaremos más adelante.
Los intelectuales que se adhirieron al movimiento peronista, están vinculados a una
tradición nacionalista, al criollismo, vinculados a lenguaje popular, el sainete, en síntesis:
artistas populares, mientras que otros, salvo excepciones, pertenecen a una intelectualidad de
segunda línea, no porque sean considerados mediocres, sino porque estuvieron marginados o se
abstuvieron de adherirse a los círculos de escritores de elite, consagrados por la crítica y
reconocidos internacionalmente. Entre otros se destacan Scalabrini Ortiz; Luis María
Albamonte (Américo Barrios) premiado en 1936 por el diario La Prensa; Roberto Tamango;
Ernesto Palacio; Arturo Cancela; Alberto Vacarezza; Arturo Jauretche; Homero Guglielmini;
Armando Cascella; Manuel Gálvez; Rafael Jijena Sánchez; Luis Cané, León Benarós; Leopoldo
80
ROMANO, E. “Apuntes sobre cultura popular y peronismo” en BRISKY, N. y otros. La cultura
popular del peronismo. Buenos Aires. Cimarrón. 1973. p.43.
81
No se pueden denominar intelectuales orgánicos a Jauretche o Scalabrini Ortiz, tan sólo se les puede
asignar el papel de ideólogos a partir de la percepción de ideas que utilizó Perón para aplicar en su
discurso y medidas populares. Tampoco se los puede considerar intelectuales orgánicos de los sectores
subordinados. Se podría aplicar a Scalabrini Ortiz la misma definición que le asigna Horacio J. Pereyra a
Jauretche. “Jauretche era, más bien, un empecinado difusor del ideario del nacionalismo popular y
antiimperialista, que actuaba coyunturalmente en apoyo de aquellos movimientos que, aún en su
impureza doctrinaria o ideológica, más se aproximaba a sus principios políticos”. PEREYRA, H. Arturo
Jauretche y el bloque de poder. Buenos Aires. CEAL. 1989. p. 50.
82
“Es necesario que el Estado dé también en este aspecto su propia orientación, que fije los objetivos y
que controle la ejecución para ver si cumple o no”. Perón se dirige a los intelectuales... (1947) ; veáse
también “Intentos fallidos de crear una cultura peronista alternativa” en PLOTKIN, M. Mañana es San
Perón. Buenos Aires. Eduntref. 2007. p. 69.

32
Marechal; Julia Prilustky Farni; Manuel Ugarte; Carlos Astrada; Jorge del Río; Leonardo
Castellani; Ramón Doll; Juan Carlos Giacobbe; José Imbelloni; Enrique Santos Discépolo;
Homero Manzi; Cátulo Castillo; José Gobello; Hugo del Carril; Tita Merello; María Granata;
Jorge Newton; Enrique Pavón Pereyra; José María Rosa; Fermín Chávez; etc.
Algunos de los artistas llegaron a convertirse en auténticos ídolos populares; en algo muy
distinto de los que se prefabricaron después del 55 bajo el control de las empresas de publicidad,
cuyos grupos de decisión residen en el exterior y cuyos intereses son multinaciones.83 Un caso
ejemplar es el de la TV, que era controlada por la Secretaría de Prensa y Difusión hasta 1955,
cae luego bajo dominio de monopolios que bajo intereses foráneos, aprovechan la apertura de
los mercados de consumo masivo, para dirigir nuevos estilos de consumo, una especie de
“cocalización de la sociedad”, además de intervenir y deformar la opinión pública: así el canal
9 responde a los dictados de la Nacional Broadcasting Co. (NBC); el canal 11 a los de la
American Broadcasting Co. (ABC) y el 13 a los de la Columbia Broadcasting System (CBS),
merced a una desnacionalizadora campaña de privatización. Otro caso ejemplificador, es el de
los grandes mercados editoriales, que ya se habían gestado durante los años peronistas, que
fueron los verdaderos beneficiarios del llamado Boom latinoamericano de la década posterior,
donde los escritores adquieren mayor conciencia profesional, con la categoría cuantitativa del
best seller.84 Lo mencionado lo tenemos que tener sumamente en cuenta, debido a que es uno de
los factores de la decadencia de Sur, que expondremos más adelante.
Es complicado establecer una descripción coherente y satisfactoria que permita definir una
cultura peronista. En realidad, se podría decir que se intentó amalgamar con la cultura popular,
dándole una organización ideológica que no contradiga la doctrina justicialista. Eduardo
Romano la encuentra como un resultado del procesamiento de “una cultura original por parte
de las masas urbanas industriales, resultado de síntesis inéditas entre lo autóctono más arcaico
y los medios de comunicación más modernos”.85 Esta formación es la consagración de enlaces y
rupturas que se habían iniciado con la revolución del 43: no hay que olvidar las contradicciones
que se ejercieron sobre todo al comienzo del golpe militar que nucleaba diversos intereses. Sólo
así podemos entender medidas tales como la Circular de la Dirección General de Correos y
Telégrafos del 10 de junio de 1943, que les recordaba a las radiodifusoras disposiciones
vigentes en cuanto a la publicidad y a la difusión de versiones engañosas; evitar las modalidades
lingüísticas nativas, como el voseo: “Evitar el uso de modismos que bastardeen el idioma y en
particular lo relacionado con la comicidad de bajo tono que se respalda en remedos de otros

83
ROMANO, E. Op. Cit. p. 45.
84
Este inicio de la mercantilización de la cultura que empieza a buscar a las masas, generando una
amplia diversificación de géneros y gustos, junto con la conciencia de profesionalización del escritor, la
destaca Enrique Anderson Imbert para el período 1955 –1970. ANDERSON IMBERT, E. Historia de la
literatura hispano americana (IV) Buenos Aires. FCE. 1988. pp.416 –418.
85
ROMANO, E. Op. Cit. p. 55.

33
idiomas, equívocos, exclamaciones airadas, voces destempladas, etc.” Tales medidas
emprendidas por facciones del nacionalismo oligárquico, fueron bien recibidas por parte de
grupos liberales (La Nación respaldaba las medidas), conservadores y eclesiásticos. Empero, la
hegemonización cultural que emprendió el peronismo absorbió un lenguaje popular, pues era su
principal herramienta de comunicación para acceder fácilmente a las bases populares, donde
residía su poder. Perón explotó los recursos de su oratoria con fraseologías simples y amenas,
(muchas inspiradas de los discursos que había ejercido FORJA, tomando por ejemplo
denominaciones creadas por Jauretche como “vendepatrias” o “cipayos”) manteniendo un
equilibrio entre la cautela discursiva, que lo constituía en el guía y padre ejemplar
recompensador por momentos, (...Imitemos el ejemplo / de este valor argentino... o Mañana es
San Perón, después de cada concentración multitudinaria que constituía la ceremonia habitual
entre el pueblo y el líder), y el primero inter paris en otros (El primer trabajador o Juan Pueblo
y Juan Perón). Como menciona el sociólogo Horacio González, Perón toma la retórica clásica y
al mismo tiempo intenta presentarla a la luz del Viejo Vizcacha, de cierta fraseología del Martín
Fierro.86 A su vez, su discurso se diferenciaba del que ejerció su mujer, Eva Duarte de Perón,
oradora mucho más enérgica y pasional, cuyos discursos eran verdaderamente incendiarios. Se
podría decir que Evita representaba la voz popular, lleno de sentimiento y agresividad social
(encerraba a todo enemigo de Perón, como enemigo de la patria, dentro de la oligarquía y el
imperialismo), en tanto Perón encarnó una voz mediadora y conciliadora por momentos, y
unanimista y directriz por otros, situándose como un termómetro que regulaba la tensión y el
clamor popular de acuerdo la situación. Esa versatilidad en el discurso de Perón se destacó
como una característica innata: “... las ideas del general Perón resultan tan bien definidas como
plenas de sentido. Bien definidas porque, además de constituir objetivos concretos, ante cada
auditorio las expresa poniéndolas al alcance de la respectiva mentalidad ambiente. Al
descamisado le da el trato de compañero; al mentor le habla como colega; al militar, en el
lenguaje de los camaradas; al sacerdote, como guía; al burócrata, en calidad de funcionario;
al hombre de campo, en gaucho; al diplomático, con la mayor claridad; a los jóvenes, dándoles
ejemplo, en un palabra, va revelándose a cada paso como el político que es...”87 El peronismo
creó un lenguaje político capaz de dar expresión pública a la experiencia privada de los sectores
populares, lo que Raymond Williams ha denominado “estructura del sentir”, cuya referencia
remite a “las tensiones y desplazamientos que rehúyen a una expresión ideológica formal y sin
embargo definen una cualidad particular de experiencia y relaciones sociales”. (...)El poder del
peronismo radicó en dar expresión pública a lo que era vivido como experiencia privada”.88

86
GONZÁLEZ, H. “Perón, el poder que otorga el lenguaje” en Ñ. Revista de Cultura de Clarín. Buenos
Aires. N° 229. Sábado 16 de febrero de 2008. p. 8.
87
CIRIA, A. Op. Cit. p. 308.
88
MARTUCCELLI, D –SVAMPA, M. La plaza vacía. Las transformaciones del peronismo. Buenos
Aires. Losada. 1997. pp. 27 –30.

34
Siguiendo los conceptos que trabajó Raymond Williams se podría aducir, a su vez, que el
peronismo adoptó una hegemonía cultural alternativa, a partir de oficializar y hacer propio una
serie de significados y valores que eran propias de las clases populares, además de alentar
nuevas prácticas, relaciones y tipos de relaciones de carácter emergente que se concibieron a
partir del avance en la democratización de las relaciones sociales con el mejoramiento en la
accesibilidad y mayor participación cultural de las clases bajas89. Un ejemplo del desarrollo de
la hegemonización cultural del peronismo es cuando se incorporó como lectura escolar
obligatoria La razón de mi vida, que significaba algo más que un simple folletín
propagandístico, mezcla de misticismo y del desarrollo de “la misa hereje del peronismo”90,
constituía la perfecta síntesis que evidencia el sentir popular (en la cual los valores superan y
apartan al enjambre teórico, fino y racionalista de la cultura dominante) y la adhesión partidaria
hacia un régimen que se presenta a imagen y semejanza del pueblo; de hecho, en el libro Evita
se reconoce como una persona que forma parte del pueblo (“hablo y siento como ellos, con
sencillez y con franqueza llana y a veces dura, pero siempre leal”) pero que cuenta con el
privilegio de ser además la intermediaria entre el líder y ellos. No muy lejano se encuentra la
apreciación de Evita en el capítulo “Me resigné a ser víctima” de la apreciación del típico obrero
que se encuentra desvinculado frente a las posturas de los teóricos marxistas: “La lectura de la
prensa que ellos difundían me llevó a la conclusión de que la injusticia social de mi Patria sólo
podría ser aniquilada por una revolución; pero me resultaba imposible aceptarla como una
revolución internacional venida desde afuera y creada por hombres extraños a nuestra manera
de ser y de pensar. Yo sólo podía concebir soluciones caseras, resolviendo problemas a la vista,
soluciones simples y no complicadas teorías económicas; en fin, soluciones patrióticas,
nacionales como el propio pueblo que debían redimir”91.
En síntesis, la cultura popular era la mejor herramienta para apelar a la adherencia de las
masas, y adoctrinarlas simultáneamente. En cuanto a la falta de referentes intelectuales dentro
del movimiento, podemos responder, como primer factor, el “antiintelectualismo” como
tendencia muy acentuada dentro del peronismo (asimismo en sus discursos, Perón mantenía un
continuo descreimiento de los intelectuales; a su vez que siempre destacó que “más importante
que decir, es hacer”), por otro lado, el mundo intelectual mantuvo su celoso resguardo de su
libertad política y cultural con ciertos factores característicos mencionados anteriormente. La
Universidad y la sociedad intelectual, fueron áreas de oposición militante y creciente, sobre todo
a partir de los excesos de peronización nacional que se dio junto con la caída de la bonanza
económica, empezándose a vislumbrar durante el segundo gobierno. Sin embargo, se ensayaron

89
Véase Cáp.6, “La hegemonía”, Cáp. 8, “Dominante, residual y emergente” y Cáp. 9, “Estructuras del
sentir” en WILLIAMS, R. Marxismo y literatura. Barcelona. Península.
90
GONZÁLEZ, H. “Misticismo y folletín. El caso de La Razón De Mi Vida” en KORN, G. Op. Cit. pp.
169 –177.
91
PERÓN, E. La razón de mi vida. Buenos Aires. Peuser. 1952.

35
intentos por parte de algunos intelectuales peronistas de buscar definiciones teóricas sobre la
evolución cultural de la nación, como por ejemplo en la obra colectiva Argentina en marcha
(1947), donde se destacan Leopoldo Marechal, Bruno Jacovella y Carlos Astrada, pero no los
podemos definir como verdaderos intelectuales orgánicos, pues mantenían las mismas
incoherencias que los opositores: no intentaron asimilar el impacto político de las masas como
verdadero factor revolucionario, sino que sostienen el ideario elitista clásico. Por ejemplo,
Marechal opina en su ensayo titulado Proyecciones culturales del momento argentino: “Entre la
minoría creadora y la mayoría asimiladora debe existir, pues, un contacto efectivo y
permanente, una relación que llamaríamos amorosa, gracias a la cual el creador sale de su
mundo para trascender a los otros y lograr su objetivo humano, gracias al cual el asimilador
participa de las iluminaciones que no está en su naturaleza producir”.92 En realidad, habría que
destacar que, los auténticos intelectuales procreadores del peronismo fueron los principales
referentes de FORJA. Perón asimiló en sus discursos y acciones políticas, numerosas
reminiscencias que fueron inspiradas de esa facción del radicalismo, cuya principal finalidad era
la reivindicación popular y nacional, muy distintas a las de los nacionalistas oligárquicos y
católicos de derecha. Una anécdota de 1943 nos puede servir como ejemplo, rescatada por René
Orsi: “Jauretche había hablado con Perón una mañana sobre las lacras de la burocracia
estatal que obliteraba permanentemente las iniciativas revolucionarias. Al rato, Perón leyó un
discurso dirigiéndose a los empleados y funcionarios de la flamante Secretaría de Trabajo. Al
día siguiente, Arturo notó que ese texto explicitaba todo lo que él le había manifestado en la
citada conversación aunque con mayor precisión y galanura, y cuando llegó al ministerio y se
encontró con Estrada, señalándole el diario que venía leyendo, le expresó: -“Mirá que papel
ridículo estuve haciendo; yo queriéndole enseñar un tema a un hombre que lo dominaba de
antemano”. Fernando se lanzó a reír, entrando en ese instante el propio Perón, quien, al
preguntarle de qué se reía y enterarse de lo que se trataba, también se echó a reír, con su
sonrisa abierta y franca: -“Contáselo”. Y Estrada le explicó a Jauretche: -“Cuando te fuiste
anteayer el coronel me dijo: -ya tengo el discurso para esta tarde”.93 Otro dato destacable, es el
hecho de que Perón dentro de sus primeras acciones gubernamentales, realizó la nacionalización
de los ferrocarriles. Sin duda, significó una reivindicación a la prédica que había realizado Raúl
Scalabrini Ortiz en numerosos artículos periodísticos como en su reconocido libro: Política
británica en el Río de la Plata.
Desde el comienzo de su primer gobierno, Perón utilizó muchas características de la cultura
popular, que en poco tiempo adquirió un color partidario al organizarlo con la doctrina
justicialista. En presentación del Primer Plan Quinquenal, se estableció que la formación
cultural sería el resultado de la acción de la tradición nacional, como de la enseñanza,

92
MARECHAL, L. Proyecciones culturales del momento argentino en ROMANO, E. Op. Cit. p. 36.
93
ORSI, R. Jauretche y Scalabrini Ortiz. Buenos Aires. Peña Lillo Editor. 1985. p. 106.

36
empleando ambos matices. Por tradición se entendía el folklore; danzas; efemérides patrias;
poesía popular; la familia; la historia; la religión cristiana; y los idiomas. A su vez, el Estado
fomentaría la cultura a través del aumento de las garantías de la propiedad intelectual como
estímulo de la cultura nacional. 94 “Esa conservación de la cultura popular, esa conservación de
la cultura confiada a los museos, a los archivos y a las bibliotecas, ha de incrementarse en
sentido no sospechado. Para el fomento integral de nuestra cultura, que es la base espiritual de
nuestra nación y la base del verdadero sentimiento popular, tendremos los centros de difusión
de Bellas Artes, letras y ciencias; conferencias radiotelefónicas, centros de investigación
científica; literaria, histórica, filosófica, ideológica, artística y filológica, como así también las
academias de ciencias, letras, artes, historia y lengua, creencias religiosas, literatura popular y
tradiciones familiares regionales”.95
En la Constitución Nacional de 1949, designa la función de la Universidad, cuyo principal
fin es “que prepare a la juventud para el cultivo de las ciencias al servicio de los fines
espirituales y del engrandecimiento de la Nación y para el ejercicio de las profesiones y de las
artes técnicas en función del bien de la colectividad. (...) Las universidades establecerán cursos
obligatorios y comunes destinados a los estudiantes de todas las facultades para su formación
política, con el propósito de que cada alumno conozca la esencia de lo argentino, la realidad
espiritual, económica, social y política de su país, la evolución y misión histórica de la
República Argentina, y para que adquiera conciencia de la responsabilidad que debe asumir en
la empresa de lograr y afianzar los fines reconocidos y fijados en esta Constitución”.96 Es
conocida, la intervención del Estado dentro de la Universidad, cuyo hecho más notorio fue la
importante democratización, estableciendo la gratuidad de la enseñanza que aumentó
notablemente el número de inscriptos, aunque el número de egresados no fue de una proporción
esperada. El punto oscuro de la intervención, fue la expulsión y separación de notables
académicos, sumados a los que renunciaron, perturbados por la orientación que decidió darle el
gobierno, además de sentir amenazadas sus libertades ideológicas97 (entre de los que se destaca
José Luis Romero, fundador de la revista cultural Imago Mundi, que albergaba a otros ex
catedráticos como Francisco Romero, Vicente Fatone, Roberto Giusti, Jorge Romero Brest,
Alberto Salas, Jaime Rest, Tulio Halperín Donghi. Décadas más tarde su creador, J. L. Romero,

94
PERÓN, J. Plan de Gobierno, 1947 –1951. Buenos Aires. Presidencia de la Nación Argentina.
Secretaría Técnica.1947. Tomo II.
95
PERÓN, J. D. “Ante el Congreso de la Nación, explicando el Plan de Gobierno. Octubre 21 de 1946”
en Habla Perón. Buenos Aires. Subsecretaría de Informaciones. 1950. p. 201.
96
INDICE ANALÍTICO DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL. Buenos Aires. Presidencia de la
Nación. Subsecretaría de Informaciones. 1950. Capítulo III, Art. 37 –IV.
97
“La Universidad Argentina del porvenir no será ya una fábrica al por mayor de títulos facultativos,
sino verdadero centro de investigación científica y de altos estudios. Ese sentido se advierte ya en la
determinación de las funciones que el artículo 2° de la nueva ley atribuye a la Universidad, no
limitándolas a la preparación para el ejercicio de las profesiones libres, sino extendiéndolas a afirmar y
desarrollar una conciencia nacional histórica...” “Nueva reforma universitaria” de la serie de artículos
escritos por el General Perón y publicados por la prensa mundial (junio de 1948) en Habla Perón. p. 197.

37
confesó que el fin principal “...era una universidad preparada, una shadow university
preparada para reemplazar a la otra (la peronista, claro)”), que sólo logró exacerbar los ánimos
de los universitarios que se sentían “violados” por la contrarreforma. Al fin que manifestaba la
Constitución del 49, le faltó un coherente plan de adoctrinamiento98, por lo tanto se mezclaron
las adulaciones al líder con una verdadera cultura nacional. Incluso a nivel historiográfico,
existían conflictos de interpretación, entre el llamado revisionismo histórico con el tradicional
liberal, del cual Perón decidió no apartarse. Lo único que se consiguió fue una completa
incoherencia, cuyo principal obstáculo para obtener una cultura nacional popular fue la torpeza
y el sectarismo partidario que terminó por convertir a buena parte del alumnado, hacia 1954, en
un frente opositor que se formaba a la espera de cualquier futuro enfrentamiento.99
Bajo el Segundo Plan Quinquenal, Perón enuncia los objetivos a lograrse en cuanto a
cultura se entiende. “Nuestra política social tiende, ante todo, a cambiar la concepción
materialista de la vida, en una exaltación de los valores espirituales. Por eso aspiramos a
elevar la cultura social”. Ya abordando la problemática enuncia: “El abandono en que yacía
nuestro pueblo en materia de cultura será subsanado mediante los objetivos generales del
Plan... Uno de los principales es el que determina el libre y progresivo acceso del pueblo
trabajador a todas las manifestaciones literarias y a todas las fuentes de cultura científica y
artística que pueda proporcionar el país. (...) Para completar este cuadro de reactuación
general de la cultura argentina, el Plan Quinquenal añade, entre sus objetivos generales, la
más amplia divulgación de todas las expresiones artísticas de inspiración y contenido sociales,
de manera que puedan llegar a todos los sectores del Pueblo y a todos los ámbitos del territorio
patrio. (...) es propósito del Estado promover la formación de una cultura nacional. (...) Se
quiere, pues, orientar organizadamente la cultura literaria, tradicional, artística e histórica,
para que sea unidad, ya en gran parte lograda en las conquistas materiales y políticas, obtenga
la cohesión particular que nace de la unidad espiritual del Pueblo. Difícil era lograr esa
unidad mientras imperaba una cultura de clase, reservada a minorías egoístas y fatuas. (...)
Como el idioma es uno de los elementos primarios de la unidad nacional, el Gobierno ha
decidido romper los viejos moldes de un academicismo arcaico... De ahí la creación de la
Academia Nacional de la Lengua, que deberá preparar el diccionario nacional, incluyendo en

98
Veáse como ejemplo la distinción de perspectivas que enuncia Ciria, encontradas entre la cátedra que
realizaba John William Cooke, cuyo fundamentos teóricos se mezclaban con el marxismo científico,
frente a las que realizaban otros catedráticos peronistas de bajo contenido crítico, abstenidos ciegamente
al manual de adoctrinamiento justicialista, y haciendo una crítica minimalista hacia el marxismo,
vinculándolo al peligro soviético. En CIRIA, A. Op. Cit. p. 237.
99
LUNA, F. (Dir.) Historia de la Argentina. La creación cultural, 1949 –1955.pp. 15 –21. Buenos Aires.
Crónica –Hyspamerica. 1992.

38
él las voces propias de las distintas regiones argentinas, típicas del lenguaje popular
cotidiano”.100
En tiempos del peronismo, las crónicas costumbristas, las revistas de historieta, como
también la radio con sus populares radioteatros, estaban en auge. Es destacable dentro de lo que
comprende la estructura ideológica, el uso de diversos medios de comunicación como fin
propagandístico que fueron explotados notablemente por el gobierno peronista. Como menciona
Korn, en muchos de esos géneros se empieza a vislumbrar nuevos tipos sociales, con arraigo en
el gusto masivo, que modelan modos de decir, tics, y situaciones cotidianas.101 El peronismo,
como se enuncia en el segundo plan quinquenal, tomará partido y explotará ese tipo de acceso
hacia las masas. La eficacia de dicho material ideológico ya había sido observado por Gramsci:
“(los medios audio-visuales) son un medio de difusión ideológica que tienen una rapidez, un
campo de acción y un impacto emocional mucho más vasto que la comunicación escrita, pero
superficialmente y no en profundidad”102. El uso de afiches partidarios fue otro elemento
innovador y destacable por el gobierno peronista. La disposición y rebautización del nombre de
las calles y de otros espacios de la sociedad civil por el de General Perón o Eva Perón, fue otro
elemento explotado sobre todo durante el segundo gobierno, mas el abuso de dichos elementos
aduladores trajo aparejados reacciones adversas.
Entre otras medidas que ejerció el gobierno peronista como fines culturales, fueron
impartidas la mayoría de veces por intervención directa del Poder Ejecutivo. Por ejemplo, en
1950 decreta la obligatoriedad de ejecutar por lo menos un cincuenta por ciento de música
nacional en radios y lugares de recreación. También recurrió a la participación de destacar
figuras para intervenir e incentivar a nivel cultural: el poeta Castiñeira de Dios ocupará la
titularidad en la Subsecretaria de Cultura y Dirección General de Cultura y Leopoldo Marechal,
la Dirección de Enseñanza Artística. Otros puestos claves de ésta área fueron ocupadas por
Francisco Muñoz Azpiri, redactor de los monólogos de radio que representaba Evita en sus
tiempos de artista, que va a Dirección de Acción Cultural; y Carlos Sufren al Departamento de
Música. La difusión de artistas promocionados por el gobierno, fueron participando en un show
musical creado por la Subsecretaría de Informaciones que se transmitía por Radio El Mundo,
titulado Estrellas al Mediodía. En el mismo actúan cuatro cotizadas orquestas de tango (Carlos
Di Sarli, Aníbal Troilo, Ricardo Tanturi y Osvaldo Fresedo); y ocho de jazz (Héctor, Oscar
Alemán, Eduardo Muratore, Raúl Fortunato, etc.). Actores de relieve en la comedia como Luis
Sandrini, Iris Marga y Pringue Farias o la cupletista española Conchita Piquer, participan en los
“sketches”. El final del programa está a cargo de dos poetas de la música ciudadana. Los textos,
encerraban un discurso que resumía toda la finalidad cultural peronista: popular y partidaria, al

100
PERÓN, J. D. Manual práctico del Segundo Plan Quinquenal. Buenos Aires. Presidencia de la
Nación. 1953. pp. 81 –87.
101
KORN, G. Op. Cit. pp. 21 –22.
102
PORTELLI, H. Gramsci y el bloque histórico. Buenos Aires. Siglo XXI Editores. 1973. p. 25.

39
punto que estos parecen indivisibles entre sí, estaban escritos y leídos alternativamente por
Cátulo Castillo y Alberto Vaccarezza. La audición es un éxito rotundo.103
Sin embargo, existieron emprendimientos culturales masivos que muchos detractores evitan
recordar para no contradecir sus intervenciones interpretativas. Por ejemplo, es difícil de
calificar de propagandístico un acto promovido por el gobierno, y conformado por poetas de
renombre internacional y muchos de ellos referentes de una ideología socialista y libertaria.
Estamos mencionando la “olvidada” Fiesta de la Poesía, del 27 de julio de 1947, realizado en
Buenos Aires. El encuentro reunió por primera, y probablemente única, vez en la historia a
Pablo Neruda, León Felipe, Nicolás Guillén y Rafael Alberti quienes recitaron obras personales.
Neruda dijo su Nuevo canto de amor a Stalingrado, León Felipe su Ganarás la luz, el cubano
Guillén su Elegía a García Lorca y Alberti su obra, Madrid, capital de la gloria.104
También durante la presidencia de Perón se generaron importantes obras de infraestructuras
cuyo fin era constituir centros de difusión de cultura nacional y popular. Por ejemplo, se levantó
el Complejo Cultural y Teatro San Martín en la Ciudad de Buenos Aires.
En cuanto a la proliferación de publicaciones y radioemisoras, en 1951 por gestión del
Estado se construyó el Canal 7 de televisión, constituyéndose en la primera televisora de
Argentina y Latinoamérica.105 Durante todo este proceso, como prioridad para la consolidación
y estabilización del orden gubernamental nacional, el peronismo aglutinó importantes medios de
difusión para hegemonizar la opinión pública. Se destaca el grupo editorial Alea, en cuyos
talleres gráficos se imprimían casi todos los diarios. De ella surgió en 1951 un gran edificio
levantado en Bouchard 722, donde se editarían Democracia (donde Perón publicaría numerosos
artículos bajo el seudónimo de Descartes) y El Laborista. Sus modernas maquinarias instaladas
en Bouchard asimilaban también trabajos para terceros; sus rotativas llegaron a imprimir más de
un centenar de semanarios y quincenarios especializados, y sus plantas editaron toda clase de
folletos, revistas y hojas de propaganda para la Subsecretaría de Informaciones y el Partido
Peronista.106
Debemos dedicar particular atención a la revista quincenal difundida por la Escuela
Superior Peronista, de gran eficacia entre partidarios y simpatizantes, llamada Mundo Peronista.
En ella además de mencionar las obras gestionadas por el gobierno, se edifica un culto, que se
extiende a gran magnitud con el paso del tiempo, hacia el Líder y Evita. Es interesante la amplia
variedad de merchandising peronista que sugiere una alta demanda de consumo. Para muchos,
el escudo justicialista que llevaban en el ojal, más que una obligación y muestra de fidelidad, era
el símbolo patrio de la Nueva Argentina. De hecho, el escudo peronista está ampliamente

103
D´ARINO ARINGOLI, G. Op. Cit. pp. 232 –233.
104
SURRA, R. Peronismo y cultura. Buenos Aires. Corregidor. 2003. p. 103.
105
SURRA, R. Op. Cit. p. 106.
106
GAMBINI. H. Historia del peronismo. El poder total. Buenos Aires. Vergara. 2006. pp. 501 –503.

40
inspirado en el nacional107. Pero además se vendían desde el Departamento de Difusión de la
revista numerosos libros doctrinarios en su distintas variantes de presentación: por ejemplo; La
razón de mi vida en edición de cuero, cartoné y rústica; bustos de Perón y Evita en diversos
tamaños; colección de discos que contenían discursos del Líder y la primera dama; banderas
peronistas, etc.
La revista está dirigida a las clases populares, ¿el fin? Infundir mediante un mensaje claro la
doctrina peronista y el papel que tiene que asumir cada uno dentro de la sociedad. Mundo
Peronista era para toda la familia: una de las secciones iba dirigida a los chicos: “Nuestro
pequeño mundo” contaba con cartas y dibujos enviados a la editorial, crucigramas infantiles con
mensajes ocultos de frases de Perón y Evita, una historieta cuyo dos protagonistas son dos
chicos peronistas (Chispita y Grillito), cronograma de actividades recreativas... pero lo más
destacable son los cuentos que siempre encerraban mensajes de moralidad y doctrina partidaria.
Por ejemplo, uno de los cuentos titulado “Chocolate” incita a que no deben existir diferencias
entre los chicos, menos por cuestiones étnicas: “...en la Nueva Argentina todos los niños son
iguales: el general Perón no quiere diferencias entre sus privilegiados”108.

107
“Si bien preservaba las referencias a la pica, el gorro frigio, los laureles, el sol y hasta el celeste y
blanco de la bandera patria, la mayor discrepancia estaba dada por las manos estrechadas en sentido
diagonal antes que el horizontal del modelo: ello podría sugerir la relación de subordinación entre el
pueblo unido y organizado y su máximo Conductor”. Mientras que en un manual escolar infantil, se le
destina otro significado: “-¿Por qué no están a la misma altura? /-Porque una trata de elevar a la otra.
Es como si tú cayeras y yo te ofreciera mi mano para levantarte. (...) Además, esas dos manos simbolizan
la hermandad.” CIRIA, A. “Peronismo para escolares” en Todo es Historia. Buenos Aires. n° 199 –200.
1983. p. 76.
108
Mundo Peronista .n° 84. Abril de 1955. p.32.

41
En Mundo Peronista, se publican poesías partidarias y se satiriza a la oposición. Por
ejemplo, con humor estereotipa al contrera, que lo encarna un personaje llamado Don Cangrejo,
dibujado por Pum.

109

Otra sección paródica se titula Fuerzas de Choque... Fuerzas de Cheque, donde aparecen
oligarcas, radicales y comunistas buscando siempre complotar, alterando el orden público, la
comunidad organizada. Por ejemplo, en una viñeta se ven a dos opositores dejando una bomba
en la entrada de una Unidad Básica, donde se dictará una conferencia sobre el Segundo Plan
Quinquenal. Uno de ellos, asomándose de costado, mientras que el otro sigilosamente coloca la
bomba le dice: -“Apurate Pitoto que viene la poli...”, mientras que otros pasan simultáneamente
en un auto, observando la acción. El conductor, muy contento, le comenta al acompañante: -
“¿Ves? Estas son las fuerzas de la libertad y del respeto a la ciudadanía... Allá adentro están
los salvajes opresores, la chusma enemiga de la cultura...”110
Es importante destacar que los artículos de Mundo Peronista llevan un discurso informal
que pertenece a la jerga cotidiana, así como la asimilación del idioma gauchesco en numerosos
versos dirigidos hacia la oposición (como es el caso de “Al compás de vigüela”) así como
también los hay de veneración hacia Perón, Evita y las concentraciones del 17 de octubre o del 1
de mayo, descriptas como verdaderas fiestas populares:

109
En Mundo Peronista. Buenos Aires. N° 34. Diciembre de 1952. p. 49.
110
En Mundo Peronista. Buenos Aires. N° 43. Junio de 1953. p. 48.

42
“El gaucho, después de describir la multitud de la plaza, que se mueve como “un hervir de
pororó”, escucha los mensajes de Perón y de Evita.
“¡Que hable Evita! Evita, Evita,
y entre un rumoriar tremendo
salió al frente la bendita:
¡Era un sol amaneciendo!”
...............
“Yo la vide hecha un jilguero,
un copo de oro y de luna,
y linda como no espero
que ensista mujer denguna!
..............
“Los pensamientos de Perón se hacen camperos, folklóricos.
“Dan ganas de hacerse arao,
coyunda, mansera y güey
pa gritarle al mal mandao:
“¡Yo he cumplido con la ley!”111

112

111
MARTÍNEZ PAYVA, C. “Fiesta del pueblo” en Mundo Peronista. Buenos Aires. N° 34. Diciembre
de 1952. p. 22.
112
Mundo Peronista. Buenos Aires. N° 77. Diciembre de 1954. p.4 9.

43
La incitación que hace Mundo Peronista a divulgar la revista y hacerla conocer aún más, es
porque además de difundir la doctrina, su carácter moralizante es modificar la opinión media de
la sociedad a partir de, como distinguía Gramsci, la crítica, la sugerencia, burlando, corrigiendo,
renovando, “en definitiva, introduciendo a nuevos lugares comunes”113.
La instrucción doctrinaria cubría diversos espacios de transmisión cultural e ideológica. Los
manuales escolares estaban ilustrados con retratos y efemérides peronistas, creando un paralelo
con personajes o episodios de la historia patria, dentro de la que se puede llamar la historia
tradicional liberal. En las aulas se leía como libro de cabecera La Razón de mi vida de Eva
Perón, y además se realizaba el curso escolar de Cultura Ciudadana, cuya finalidad era difundir
la obra del gobierno peronista y su doctrina. No obstante, el accionar cultural no debe resultar
sorpresivo, ya que sus fines se encontraban implícitos dentro de los objetivos del Plan de
Gobierno. El sentido al que iba dirigido se resumía en tres palabras: Patria, Pueblo y Perón; es
decir, ambas formaban una unidad homogénea, cuya finalidad era enraizar las costumbres
tradicionales, con una filosofía de índole nacional, popular y partidariamente peronista.

114
Texto escolar para segundo grado

113
A su vez, Gramsci las define a esta clase de revista como “de gran difusión y ejercer un influjo
profundo. No debe tener <<cara seria>> ni científica ni moralizante, no deben ser <<filisteas>> y
académicas” aunque también dice que no deben parecer “fanáticas o exageradamente partidarias”: No
obstante, considero que Mundo Peronista cumple con las características de una revista moralizante tal
como Gramsci lo entiende, pues en el imaginario social de este período, el peronismo no se diferenciaba
del concepto de Patria, y uno de los fines del adoctrinamiento peronista era que sus preceptos políticos e
ideológicos desarrollados por Perón formen parte del sentido común popular. GRAMSCI, A. Los
intelectuales y la organización de la cultura. Buenos Aires. Juan Pablos Editor. 1975. pp. 156 –157.
114
DE GARCÍA, L. Obreritos. Buenos Aires. Kapelusz. 1953. pp. 34 –35.

44
115
Texto escolar para segundo grado

La revista oficialista Continente ofrece en uno de sus números un panorama cultural del que
forman parte todos los argentinos, ya que “no se circunscribe, como en otras épocas, a un
limitado sector dentro de la sociedad de la república, sino que de su mérito participan todos los
núcleos de la población, ya que ahora puede hablarse de una cultura del pueblo. Carente éste,
durante el siglo XIX –salvo excepciones personales- de los medios de acceso al plano de los
conocimientos superiores, de la educación especializada y del encauzamiento de las
vocaciones, la expresión hallase limitada a unos pocos. De ahí que hasta la obra más popular
de nuestra literatura se deba a José Hernández, surgido del seno de familias de antiguo
arraigo. La incorporación, más tarde, de la clase media a las fuentes de las que pueden
recogerse los materiales para las obras, y la más reciente incorporación del proletariado a
esos mismos veneros, trajeron como consecuencia el notable enriquecimiento humano que hoy
da vida al sorprendente esplendor”. A continuación, la revista amplia con la popularización de
orquestas musicales y la proliferación de conservatorios, teatros; notables obras artísticas
realizadas por gente de distintas clases sociales, el avance científico. Lo destacable del artículo
es el hincapié que se hace sobre el obrero, que en estos tiempos era sinónimo de pueblo: “En
todas esas disciplinas, como en las musicales y literarias, hay, por sobre todas las cosas, la
conciencia de un destino y una inquebrantable voluntad de trabajo”. Finalmente, cuando
menciona el intensivo labor que desarrolla la Comisión Nacional de Cultura, junto con otros

115
RAGGI, A. Pueblo feliz. Buenos Aires. Luis Lasserre. 1953. pp. 12 –13.

45
organismos similares, se vuelve a remarcar el cauce cultural que ha sido elegido, que nace del
espíritu popular: “Antes hallábase limitada a los claustros universitarios y a los salones
opulentos. Hoy tiene por escenario al país entero, que demuestra con ello cuán grande y
fecunda es su transformación cultural”.116
El peronismo significó un sentimiento que se relacionó íntimamente con la idea de Patria.
En cada acto se cantaba fervorosamente el Himno Nacional y se continuaba con la Marcha
Peronista. Evita decía: “Sabemos perfectamente que el peronismo no se proclama ni se
aprende; el peronismo se siente y se comprende. La nuestra es una lucha abierta y todos los
argentinos tenemos en ella un puesto. Desgraciado de aquel que no está en ningún bando”117
Por eso, otros conceptos culturales directamente eran marginados, por la simple razón de que no
cohesionaba con la cultura de masas.
La crítica generalizada de la usurpación y monopolio de los medios de difusión por parte del
peronismo es otra consecuencia implícita dentro del Plan de gobierno. La justificación que se da
es otra concepción de lo que significa libertad de opinión. Nuevamente notamos una
predilección de la libertad colectiva por sobre la individual. Perón expone a sus simpatizantes:
“(...) Cuando algunos países extranjeros dicen que defienden la libertad de prensa o la
libertad de llegar a las fuentes de información, generalmente están mintiendo a sabiendas:
defienden la posibilidad de disfrazar sus espías y sus agentes de información con el hermoso
manto de periodistas. Son lobos con inocente piel de cordero.
Hablamos de ciertas empresas de información: son lo que podríamos llamar empresas de
deformación. Las informaciones originales son remitidas a las centrales de información que
trabajan para los servicios de inteligencia y espionaje, y esa misma noticia notablemente
producida, honradamente transmitida, es guisada en esas cabinas de la miseria y de la mentira,
para repartirla con un sabor distinto del que tenía en sus fuentes originales...
¿Cuál es el mal que ha originado esa deformación informativa y periodística? El que la
verdad, la información y el comentario periodístico estén al servicio de los intereses materiales
y no al servicio de los intereses idealistas y patrióticas del pueblo”.118
A partir del dominio de la estructura ideológica119 y material ideológico de la sociedad civil
por parte del peronismo se lo llega a calificar o comparar con un “Estado de excepción”, como
lo fue el fascista o el nazi.120 Pero si es una característica primordial y común el hecho de que el
espectro del fascismo se agita con frecuencia con el fin de frenar el impulso revolucionario de la

116
“El país y su espíritu” en Continente. Buenos Aires. N° 43. Enero de 1950. p. 48.
117
PERÓN, EVA. La palabra, el pensamiento y la acción de Eva Perón. Buenos Aires. s/e. ¿1952? p. 71.
118
PERÓN, J. D. “Periodismo libre en manos del Pueblo” en Mundo Peronista. Buenos Aires. N° 43. 1
de Junio de 1953. p. 3.
119
Entendiendo la estructura ideológica de la clase dirigente como aquella que determina, según Gramsci,
la organización material destinada a mantener, defender y desarrollar el frente teórico e ideológico.
PORTELLI, H. Op. Cit.
120
POULANTZAS, N. Fascismo y dictadura. Buenos Aires. Siglo XXI Editores. 1971.

46
clase obrera y de las masas populares, en el caso de las causas del peronismo las diferencias se
distinguen notoriamente. Compararlos es caer en una inversión de relación causa a efecto. Su
apelación a las masas fue una acción generada a medida que iba creando la base de su poder y
no después de haberlo conseguido. El ascenso de Mussolini y Hitler al poder fue en plena
efervescencia política y social, además en ambos casos su trepada no fue gracias al apoyo
popular.121 Súmase a esto el carácter de la relación entre el Líder y el pueblo. En cuanto a lo que
la estructura ideológica se refiere, tanto el nazismo como el fascismo supusieron una
refundación que incluía lo artístico –cultural, mientras que el peronismo se sumó a las
constantes culturales con criterios definidos dentro de lo que denominamos cultura popular. Por
ello, las elites culturales buscaron en todo momento, diferenciarse y combatir la vulgarización
de la cultura. Su defensa la emprendía la SADE, grupos universitarios, miembros académicos y,
por supuesto, el grupo de escritores adversos al régimen que encabezaba Victoria Ocampo en
Sur. La batalla que se emprendía era a favor de las libertades individuales, que a su vez estaba
relacionada con el carácter cultural, pues todo ello se ligaba a la idiosincrasia liberal y al
derecho natural que poseían las minorías selectas por sobre las masas.
Apelando con guiño al entendimiento de su público, Sur denunciaba la falta de libertades
individuales, además de la imposición política y cultural por parte del Estado. Las referencias y
censuras hacia las formas de gobierno autoritarias y el desborde de las masas, era un tema muy
utilizado por la revista para declarar su posición político, ideológica y cultural frente al
peronismo. Por ejemplo, Eduardo González Lanuza en su artículo “A los intelectuales
comunistas de Hispanoamérica”, hacía referencia indirectamente sobre la situación nacional:
“Todo esto es incalificable. Lo de la intromisión de un partido político, sea el que fuere, para
imponer normas a los creadores artísticos, es ya algo más que ridículo: es siniestro, y si ese
partido político ejerce la dictadura en ese país, tal actitud importa un peligro mortal para su
cultura”.122
Sobre la relevancia que adquieren los derechos sociales por sobre los individuales, Álvaro
Fernández Suárez comenta en un artículo para Sur: “La civilización industrial... vive sobre
delicados artificios que si interrumpen su movimiento ponen en riesgo mortal a todo el
organismo. Por eso los Estados propenden a extender su intervención y a imponer por la fuerza
mayores limitaciones a la libertad del individuos y de los grupos. Las civilizaciones del pasado
estaban formadas por árboles afincados, cada uno de por sí, en la tierra nutricia; la de hoy es
una selva de un solo tronco.

121
El mito de la marcha sobre Roma y la forma de acceder al poder por parte de Mussolini ya es harto
conocida; en el caso de Hitler, en un reciente ensayo de Henry Ashby Turner (A treinta días del poder.
Barcelona. Edhasa. 2000.) se comprueba que el partido nazi estaba en plena crisis y que ascenso de Hitler
fue gracias a las intrigas políticas existentes entre von Papen y su sucesor von Schleicher más que de un
efecto del apoyo popular.
122
GONZÁLEZ LANUZA, E. “A los intelectuales comunistas de Hispanoamérica” en Sur. Buenos Aires.
N° 160. 1948. Citado en SITMAN, R. Op. Cit. p. 212.

47
(...) La propaganda moderna es un fenómeno nuevo en dos sentidos: porque dispone de un
técnica psicológica antes ignorada... (...)el tipo humano ya de por sí debilitado en cuanto a la
fuerza de su personalidad, se brinda óptimamente para ser moldeado de una manera uniforme
por un aparato cuyo elevado costo y cuya dificultad de manejo lo ponen fuera del alcance del
individuo como tal, y tiende a ser utilizado por unas pocas organizaciones sociales, o
monopolizado por el Estado”.123
Sebastián Soler menciona por su parte: “La antigua esperanza de dar libertad al hombre
por medio del Estado se ha transformado primero en desconfianza y después en temor. Hoy
parecería que los derechos del hombre se declaran directamente contra el Estado. Llegamos
así a uno de los dilemas modernos de la teoría política: para salvar el derecho es necesario
frenar el Estado, que es precisamente quien tiene el monopolio de aquél. Según algunos, para
obtener este fin no queda más que un camino: el Superestado.
“(...) Pero mientras esa preocupación, por un lado, parece reducir en principio la función
de cada Estado, la doctrina moderna, por otro, propende inadvertidamente a transferir al
Estado amplias zonas de actuación en las que antes no intervenía. A ello han contribuido los
llamados derechos sociales, por oposición a los derechos políticos”.124
Para finalizar este repaso del espectro de concepción individualista bajo el signo de las
masas, Corbalán Pacheco expone la alarma de las minorías: “...el mundo ha cambiado, y sigue
cambiando por propias agencias vertiginosas... (...)El cuadro inutiliza fortuitamente los valores
diferenciales, al mismo tiempo que predispone los puramente ordenatorios y autoritarios. La
totalidad de la vida tiende a convertirse en vida pública y colectiva. Y en esa total alienación
del individuo, en la masa o en la técnica, no sorprende que la norma de convivencia se perfile
de entrada como regla de allanamiento o intervención.
“¿Cómo recobrar dentro de ese cuadro los irrenunciables, los que se habían considerado
eternos valores del espíritu? ¿Cómo devolverle al hombre la sagrada individualidad, íntima,
diferencial y señera?”125
En torno a la Declaración Universal de los derechos del hombre aprobada por la UNESCO
en 1948, la revista edita un número especial a favor de las libertades individuales en Agosto –
Setiembre de 1950, “Año del Libertador José de San Martín” disposición decretada por el
gobierno, y por el cual Sur utilizará la figura de San Martín de una forma distinta a la oficial de
la que haremos detalle en el próximo capítulo.

123
FERNÁNDEZ SUÁREZ, A. “El hombre y sus derechos en el mundo moderno” en Sur. Buenos Aires.
N° 190/ 191. Agosto –Setiembre de 1950. pp. 77 –78.
124
SOLER, S. “Los difíciles derechos del hombre” en Sur. Buenos Aires. N° 190/ 191. Agosto –
Setiembre de 1950. p. 88.
125
CORBALÁN PACHECO, B. “Nota al margen” en Sur. Buenos Aires. N° 190/ 191. Agosto –
Setiembre de 1950. pp. 97 –98.

48
 Capítulo 4: Perón, entre San Martín y Rosas.

“La religiosidad de mi palabra como caballero y como general ha sido el caudal sobre el que han
girado mis especulaciones”.
JOSÉ DE SAN MARTÍN126

“...conozco y respeto mucho los talentos de muchos de los señores que han gobernado el país..., pero a
mi parecer todos cometían un gran error: se conducían muy bien con la clase ilustrada, pero
despreciaban a los hombres de las clases bajas, los de la campaña, que son la gente de acción. (...)Me
pareció, pues, muy importante conseguir una influencia grande sobre esa gente para contenerla, o para
dirigirla... para esto me fue preciso trabajar con mucha constancia, con muchos sacrificios hacerme
gauchos como ellos y hacer cuanto ellos hacían, protegerlos, hacerme su apoderado, cuidar de sus
intereses, en fin no ahorrar trabajo ni medios para adquirir más su concepto”.
JUAN MANUEL DE ROSAS127

En 1950 se conmemoraba el centenario de la muerte del General Don José de San


Martín, considerado el padre de la patria, además de ser el Libertador de Argentina, Chile y
Perú. Durante ese año, el gobierno peronista tendrá como objetivo asociar el presente
justicialista con la memoria y el significado de la figura de San Martín. El fin es demostrar
mediante el homenaje, el logro de Perón de haber concebido “esa Gran Argentina, con que San
Martín soñó...”128 Gracias a una ley sancionada el año anterior129, todos los documentos
impresos debían llevar la leyenda “Año del Libertador General San Martín. 1950”
Para desarrollar a lo largo del año, la ley disponía también una nómina de actos de
honor que deberían realizarse desde el sector público y sin perjuicio de todos los que ofrecieran
las instituciones privadas. Entre ellos se mencionaban:
a) La realización de un Congreso de Historia Sanmartiniana, con una sección juvenil;
b) La formación y publicación del Archivo del General San Martín, incluyendo la
documentación existente en el país y en el extranjero;

126
SAN MARTÍN, J. Textos de ayer para la Argentina de mañana. Buenos Aires. Arte Gráfico
Argentino. 2002. p. 39.
127
“Confidencias de Don Juan Manuel de Rosas”, carta del 9 de Diciembre de 1829, en IBARGUREN, C.
Juan Manuel de Rosas. Su vida, su drama, su tiempo. Buenos Aires. Theoría. 1972. p.141.
128
Extracto de la Marcha peronista.
129
El proyecto que el Poder Ejecutivo envió al Congreso se convirtió en la ley 13.661, promulgada el 24
de octubre de 1949. El art. 2 de dicha ley disponía: Desde el día 1° de enero hasta el 31 de diciembre del
año 1950, todos los documentos oficiales de las autoridades nacionales, provinciales y municipales; los
títulos y diplomas expedidos por los institutos de enseñanza de todas las categorías y jurisdicciones, sean
del Estado o incorporados; las notas diplomáticas y las fechas y colofones de los libros, periódicos,
diarios, revistas y toda clase de publicaciones que se editen en el territorio de la Nación, ya sea oficiales
o particulares, nacionales o extranjeras, serán precedidas por la denominación Año del Libertador
General San Martín, al indicar el año 1950.

49
c) La erección, frente a la plaza Grand Bourg de la Capital de la República, de una estatua del
general don José de San Martín;
d) La edición de las obras especiales, trabajos presentados y conclusiones del Congreso prevista
en la misma ley;
e) El traslado e inhumación, en la ciudad de Mendoza de los restos de la hija del prócer, doña
Mercedes de San Martín de Balcarce; de su esposo, don Mariano Balcarce y sus descendientes;
f) La reconstrucción de la casa donde nació el Libertador y del pueblo de Yapeyú;
g) La adquisición de todos los bienes que pertenecieron al general San Martín y constituyeron
su patrimonio, los que se declaran de utilidad pública y sujetos a expropiaciones;
h) La creación del “museo Histórico del General José de San Martín” en el Convento San
Carlos, ubicado en la ciudad de San Lorenzo, provincia de Santa Fe;
i) La instalación de un vivero de vástagos del pino histórico del Convento San Carlos, de San
Lorenzo, suministrándoles a los frailes guardianes los elementos necesarios; y
j) La construcción de un parque en el Campo de la Gloria de San Lorenzo y erigir en él un
monumento de grandes proyecciones.
En la inauguración del año del Libertador, el Presidente Perón decía: “Dios ha querido
que sea yo quien en este acto, como presidente de la nación, interprete al pueblo argentino y
exprese su pensamiento, sus sentimientos y su actitud, en esta hora... Desde el día que abracé
definitivamente la causa de mi pueblo no he hecho otra cosa que tratar de interpretarlo leal y
sinceramente...”.130 Durante su discurso inaugural, Perón enaltece los valores del pueblo
argentino y los compara con los granaderos de San Martín, aquellos que dieron todo por la
dignidad y la liberación nacional. Perón en ningún momento descuida la facultad de militar y de
conductor que tuvo San Martín, el objetivo es claro: es necesario presentar a San Martín como
el Libertador, para que Perón se consagre en su sucesor, el que dará fin a su obra. De esta forma,
Perón luchó junto con el pueblo por la independencia que restaba aún: la económica. “Bastó que
despertásemos en cada argentino explotado y vejado el recuerdo de su condición de argentino,
para que inmediatamente lo tuviéramos de pie, reclamando y exigiendo su derecho a la
dignidad que tienen todos los hombres por la sola razón de ser hombres. Y bastó que
señalásemos a los argentinos su condición de pueblo entregado a las fuerzas económicas
extrañas a la nación, para que en seguida se pusiese otra vez en actitud heroica y aceptase
ayudarnos con todas sus energías en la tarea de conquistar la independencia económica del
país”.131 En el manifiesto podemos encontrar las analogías en las que hace hincapié Perón: la
masa vuelve a organizarse en pueblo frente a la conducción de un libertador que los guíe frente
a la prelación de los intereses foráneos. Eso no es todo: “habrán de permitirnos nuestros
hermanos de América y del mundo que sigamos pensando más en la humanidad que en nosotros

130
PERÓN, J. D. “Nuestro pueblo” en Continente. Buenos Aires. Enero de 1950. p. 35.
131
PERÓN, J. D. “Ser lo que debe ser, o no ser nada” en Continente... p. 36.

50
mismos, porque, siguiendo la norma sanmartiniana, nuestra acción en bien de los otros pueblos
de la tierra nunca tiene otra ambición que la de compartir con ellos nuestra propia felicidad sin
ningún interés de dominio o ventajas materiales. Por eso hoy, con la misma actitud de la
primera hora de la patria, ofrecemos a los pueblos de América y del mundo las soluciones de
una doctrina que ha resuelto nuestros problemas...”132 Perón se presenta como Libertador a
partir de ofrecer el medio de obtener la liberación económica y la justicia social a los países
vecinos, a partir de la difusión de la doctrina justicialista, que proclama “la tercera posición”, el
punto justo para no caer en manos del capitalismo yanqui, ni del comunismo. Además, el interés
de Perón en el momento de ahondar en la causa sanmartiniana, establece dentro de la
importancia de la conducción el sentido ético y moral como fundamentación doctrinaria. Esa
idea lo acompañaba desde sus comienzos en la carrera militar. En sus Apuntes de Historia
Militar bajo el título Aspecto Moral de una Conducción Estratégica señala que el éxito en la
tarea de la conducción estratégica, San Martín lo conseguirá “con el sacrificio de su vida por el
ideal superior” y agrega: “San Martín era grande por ser el absoluto servidor de una Causa
por la que sacrifica todo. Esta abnegación hace grande al hombre ante los demás y ante sí
mismo”.133En otra parte de los Apuntes, Perón no oculta su admiración hacia San Martín,
cuando puntualiza su característico papel de conductor y a la vez de maestro: “San Martín
caracterizó al conductor reflexivo y consciente. Poseía las grandes cualidades morales
imprescindibles en un comandante de tropas. Era también un acabado maestro y un edificante
ejemplo para sus oficiales.(...) Era así un conductor y un maestro, difícil dualidad que sólo se
consigue en los hombres dotados de un equilibrio extraordinario. He dicho en otra oportunidad
que en tiempo de paz cambiaría un conductor por un maestro. Como también en tiempo de
guerra cambiaría todos los maestros por un conductor”134. Perón volcará esos conceptos para
adaptarlo como característica de su praxis política, constituyéndose como conductor y maestro
del movimiento.
Ese mismo año, el gobierno editaba un libro de más de 800 páginas a todo color
titulado La Nación Argentina: Justa, Libre y Soberana, consta de un resumen de todos los
logros realizados por el gobierno; la situación deplorable de la Argentina antes del 43 y su
presente potencial. “En la Argentina se ha terminado el hambre y con ello las marcadas
diferencias de clases que son las causas más terminantes de descontentos. Ahora no hay manos
crispadas ni rostros endurecidos. Sólo hay agradecidos y contentos”.135 El monumental libro
termina con una oración dedicada a San Martín: “Padre nuestro que estás en la gloria: Desde la
eminencia en que te ha colocado el amor de un pueblo agradecido, mira cómo cumple su

132
PERÓN, J. D. “El ejemplo del Libertador en Continente... p. 37.
133
URRIZA, M. San Martín y Bolívar vistos por Perón. Buenos Aires. Colihüe. 2007. p. 36.
134
PERÓN, J. D. “Apuntes de Historia Militar (parte teórica)” en Obras Completas III. Buenos Aires.
Apechehue. 1984. p. 93.
135
La Nación Argentina. Justa, Libre, Soberana. Buenos Aires. Peuser. 1950. p. 799.

51
destino esta Patria que soñaste grande, dinámica, generosa, valiente, altiva y abnegada. (...) En
el año consagrado a tu memoria, a cien de tu paso a la inmortalidad, un gobierno argentino
viene a dar cuenta de su obra como debido testimonio de haber cumplido la consigna que nos
diste. (...) Sigue acaudillando desde el comando de la gloria a esta Nación, que quiere cumplir
íntegramente la trayectoria que nos fijara tu ambición argentina, bajo la conducción genial de
un gobernante que ha reconciliado la función del estadista con la tierra, la sangre y la
tradición de este pueblo, y junto a quien esta generación hace solemne juramento de cumplir
hasta el fin la empresa que nos hemos propuesto, empeñando en ella, si fuera necesario, hasta
la última gota de nuestras venas como lo supieron hacer aquellos criollos que tú llevaste en tus
campañas libertadoras”.136
El 17 de Agosto, en el acto central que celebra el centenario del Libertador, un Perón
impecablemente uniformado, montado en su caballo (Mancha, otra analogía con el caballo
blanco de San Martín), pasó revista a las tropas encolumnadas del legendario cuerpo de
Granaderos, caballería creada por el prócer. El acto en cuestión revistió carácter militar, y
participaron las tres Armas. Un enorme retrato de San Martín de pie con los Andes como fondo
presidía la ceremonia. “La subsecretaría de Informaciones de la Presidencia recoge el
acontecimiento en un folleto y en dos películas, una de ellas en edición conjunta para todos los
noticieros, y la otra con el mismo título del folleto: “Desfila la Argentina que soñó San
Martín”. Desde sus páginas, se destacan los “tres tañidos solemnes e inmortales”, arrancados
a la histórica campana de Huaura dedicándole al hecho las páginas centrales. Esta campana,
traída especialmente desde Perú, es la que anunció la libertad de la Nación hermana. Ahora en
la Argentina Justicialista y en medio del desfile, una trompa de Granaderos toca a silencio y se
guarda un minuto de recogimiento; y a las 15 horas, <<en el día y la hora exactos en que el
Libertador entró en la eternidad>>, la campana de Huaura tañe bajo las manos de Perón”.137

136
La Nación Argentina... p. 801.
137
D´ARINO ARINGOLI, G. Op. Cit. pp.246 –247.

52
La exaltación del Libertador político y del Libertador económico nacional, se verán
reflejados en los textos escolares de la época; donde además las fechas como el 17 de Octubre
de 1945; el 9 de Julio de 1947 (declaración de la independencia económica en Tucumán) y el 26
de Julio de 1952, formarán parte de las efemérides de la patria.

138
Libro de lectura inicial

139
Libro de texto para primer grado superior

138
ROBERT, R. Mamá. Buenos Aires. Kapelusz. p. 84
139
PICCOLO, N. Cajita de música. Buenos Aires. Estrada. 1954. pp. 44 –45.

53
Dice en el último párrafo: “El general San Martín es su ejemplo. Y es verdad que el discípulo es digno de
140
su maestro inmortal”. Texto escolar para quinto grado.

Desde su posición, Sur también tomaba la figura de San Martín para reivindicar sus
propios valores. En conmemoración del centenario del Libertador, la revista publicaba un
número especial titulado Cuaderno San Martín. La referencia a Perón se hacía explícita en la
introducción que realizaba Victoria Ocampo, cuestionando la figura del presidente en los
manuales escolares: “¿Cómo festejar el centenario de San Martín (el que nuestros ojos de niños
veían a caballo sobre las tapas de un cuaderno rosado)?”141 El resto de la revista estaba
dirigido en torno a los derechos del hombre. Para ellos, San Martín es el defensor de los
derechos individuales, el que enfrenta con coraje y decisión a la tiranía española. A diferencia
de lo que expone el oficialismo, para Sur “San Martín fue el menos militarista de los militares”.
Además “demostró tener conciencia profunda y clara de la libertad, como expresión de
autonomía de la personalidad, y un extraordinario respeto por la dignidad humana” Con la
exposición de esta diferente exposición sanmartiniana, lo que se busca es una defensa de la
libertad y de los valores liberales. Se pretende enaltecer sus principios morales, dejando de lado
su uniforme, su disciplina, su función de conductor. El final del artículo que le dedica Sánchez
Viamonte, es más que elocuente; y su intencionalidad más que sugerente: “Es al país –declaró
San Martín al terminar la conversación- a quien corresponde decidir respecto de sus
verdaderos intereses. Es justo que los habitantes den a conocer lo que piensan. La opinión

140
BENARÓS, L. Alma de América. Buenos Aires. Kapelusz. 1955. pp. 30 –31.
141
OCAMPO, V. “Introducción” en Sur. Buenos Aires. N° 190/ 191. Agosto –Setiembre de 1950. p. 7.

54
pública es un resorte nuevo introducido en los negocios de estas regiones. Los españoles,
incapaces de dirigirla, han comprimido su libre manifestación. Ya ha llegado el día en que va a
manifestar su fuerza e importancia”.
“Podemos señalar el ejemplo de San Martín como una enseñanza, a fin de que las
generaciones actuales comprendan que jamás tendrán validez y eficacia los derechos del
hombre si no se consigue para ellos el respeto sincero y efectivo de los poderosos, que hoy, más
que nunca, parecen tener en sus manos la suerte de sus semejantes; hasta que llegue el día en
que los pueblos cobren inequívoca conciencia de sus derechos, sin entregarlos a cambio de
ningún beneficio material”.142
A su vez, Carlos Alberto Erro remarca la cuestión de que la libertad y la justicia no se
obtienen por gracia de otro. Tampoco parece ser de una obra en conjunto, sino que la lucha es
exclusivamente personal: “La libertad y la justicia también se ganan. No son donación de
nadie; no constituyen una merced del poderoso. No hay que esperar que bajen del cielo y nos
sean concedidas. Es preciso ganarlas en cada jornada. Se llega a ellas por el camino del dolor
y el sacrificio”.143
De esta forma, San Martín significó el único referente nacional del cual todos le
rindieron honores y acomodaron su figura histórica de acuerdo a su conveniencia. En cambio, el
caso de Rosas se da contrariamente (al menos del lado oficialista a pesar de la insistencia de los
revisionistas que publicitaban el peronismo a través de una analogía con la política nacional de
Rosas), pues desde la perspectiva historiográfica oficial constituye una figura negativa,
considerado como el representante de la barbarie, es el Tirano sanguinario, y sus maldades y
atrocidades se conocen desde la época escolar a partir de lecturas de libros tales como “El
matadero” de Echeverría, o “Amalia” de Mármol, mientras que los alumnos asumen una parte
distorsionada de la historia y mezclan los relatos de las novelas mencionadas con acciones
históricas.
Como mencionamos anteriormente, el peronismo clásico se encontró bajo la disyuntiva
de darle validez e importancia al revisionismo histórico, cuyo dinamismo había adquirido
importancia desde la década del treinta de la mano de nacionalistas de derecha. En las revistas
La Nueva República, fundada en 1927, y Criterio, fundada en 1928 –en torno a la que se
organizaron los “Cursos de Cultura Católica” –y más adelante el Instituto de Investigaciones
Históricas Juan Manuel de Rosas, se nuclearon defensores de la figura del Restaurador144, que

142
SÁNCHEZ VIAMONTE, C. “La declaración y el pensamiento argentino” en Sur. Buenos Aires. N°
190/ 191. Agosto –Setiembre de 1950. pp. 57 –58.
143
ERRO, C. A. “La lucha personal por el derecho” en Sur. Buenos Aires. N° 190/ 191. Agosto –
Setiembre de 1950. pp. 60 –63.
144
NEIGBURG, F. Los intelectuales y la invención del peronismo. Buenos Aires. Alianza. 1998. p. 138.

55
buscaron su reivindicación, como principal oposición a la corriente histórica liberal.145 Mucho
de los revisionistas se adhirieron al peronismo y marcaron las analogías de Rosas con Perón. Sin
embargo, el gobierno peronista desencantó ese entusiasmo revisionista al no querer alejarse de
la historia de corte tradicionalmente liberal. De hecho, en los textos escolares no se alteró la
línea clásica, solamente incorporando a ella, los acontecimientos más importantes del peronismo
dejando de lado cualquier reivindicación de los caudillos federales. Incluso cuando se
nacionalizaron los ferrocarriles, los nombres que acompañaron al de San Martín fueron todos
próceres del olimpo liberal: Belgrano, Sarmiento, Urquiza, Mitre y Roca.
Cualquier tipo de reivindicación dirigida hacia una revisión de la historiografía liberal
era mal vista a los ojos del gobierno: por ejemplo, cuando el diario oficialista La Época en 1949
decidió publicar una serie de artículos sobre historia argentina de neto corte revisionista, alcanzó
una acalorada polémica cuando se consideró ofendido el gobernador de Entre Ríos por uno de
dichos artículos donde se defenestraba a la figura de Urquiza. El resultado fue un fuerte regaño
hacia el dueño del diario, E. Colom, por parte de la mismísima Eva Perón, que mediante una
llamada le recriminó: “Vos no podés hacer esa campaña que hiciste anti-urquicista, porque el
peronismo es urquicista, y no vale la pena dividirlo o hacer la división con los que están con
Rosas o contra Rosas; seamos todos peronistas, estén todos unidos, pero no traigan cosas
viejas”146.Y cuando en 1954 comenzó una campaña a favor de la repatriación de los restos de
Rosas, que descansaban en su exilio británico, “una indicación discreta pero precisa de Perón
persuadió rápidamente a los promotores de la inoportunidad de su iniciativa”.147 Como
destaca Ciria, la propia Carta Orgánica de 1954 establecía que se deberían adoptar medidas para
evitar que el Partido Peronista “... intervenga o aparezca interviniendo a través de sus
dirigentes o afiliados en los problemas de revisionismo o antirrevisionismo histórico y en los de
carácter internacional”.148 Se puede argumentar que durante el peronismo clásico, Perón
mantuvo un equilibrio entre Rosas y Sarmiento, mientras se apoyó constantemente en la figura
indiscutible de San Martín.
Son dos los factores preponderantes por los cuales Perón se mantuvo alejado de
cualquier comparación con Rosas, el primero es por una cuestión de su propio pragmatismo
donde evitó cualquier tipo de polémicas que pudiera traer una desbancada de los clásicos
hombres de la patria, por los caudillos federales cuyas figuras aún seguían siendo discutibles
para él. Es sabido su conocimiento de historia argentina desde sus inicios de oficial, sobre todo
interesado en lo concerniente a batallas. Un ejemplo de su interiorización se puede vislumbrar

145
Se distingue a su vez de los primeros historiadores que realizaron una revisión del prócer, dentro del
marco liberal, como fueron Adolfo Saldías y Ernesto Quesada.
146
Según testimonio del propio E. Colom. Ver Plotkin, Op. Cit. Apéndice I: “Los comienzos de la prensa
peronista”. p. 314.
147
HALPERÍN DONGHI, T. Ensayos de historiografía. Buenos Aires. El Cielo por Asalto. 1996. p.118.
148
CIRIA, A. Política y Cultura Popular: la Argentina peronista, 1946-1955. Buenos Aires. De la Flor.
1983. p. 283.

56
en su biografía; cuando siendo teniente coronel en el Centro de Instrucción de Montaña, es
invitado a formar parte de una filial mendocina del Instituto Nacional Sanmartiniano, por
tratarse de “un historiador que ha profundizado el estudio de la gesta sanmartiniana desde el
punto de vista militar”, integrándose como vocal de la junta ejecutiva y formando parte de
varias subcomisiones internas. En esos tiempos, tendrá largas conversaciones con el historiador
Roberto Marfany donde explica “su sentido de revisionismo, crítico, pero sin caer en extremos
políticos, dimensionando en su justa medida la figura de Juan Manuel de Rosas”.149Peña Lillo
explica el porqué Perón no adhiere a la reivindicación de Rosas, habiendo sido Jauretche uno de
sus asesores intelectuales: “Perón no era ni rosista ni revisionista, siendo totalmente indiferente
a la presión que se ejerció sobre él para repatriar los restos del Restaurador. Estas discusiones
teóricas las dejó para distracción de los ideólogos. El abrevaba la historia en la monumental
obra de Bartolomé Mitre...”150
El otro factor, es conceptual pues, además de las dificultades que le implicaría, era
mucho más conveniente su comparación con San Martín, centrando su figura como conductor
del pueblo, que compararse con Rosas, el caudillo federal. Su pensamiento distinguía muchas
diferencias entre conductor y caudillo, y desde ya no quería que haya equivocaciones: “El
caudillo improvisa, mientras que el conductor planea y ejecuta; el caudillo anda entre las cosas
creadas por otros, el conductor crea cosas nuevas; el caudillo produce hechos circunstanciales,
mientras que el conductor los produce permanentes; el caudillo destruye su acción cuando
muere; la del conductor sobrevive en lo que organiza y pone en marcha. Por eso el caudillo
actúa inorgánicamente y el conductor organiza, venciendo al tiempo y perdurando en sus
propias creaciones. El caudillismo es un oficio y la conducción es un arte”.151

149
PAVÓN PEREYRA, E. (Dir.) Perón, el hombre del destino. Buenos Aires. Abril Educativa y Cultural.
1974. Tomo I. p. 166 –167.
150
PEÑA LILLO, A. Op. Cit. p. 79.
151
PERÓN, J. D. “El caudillo y el conductor. Discurso pronunciado en la Primera Asamblea Partidaria
del Luna Park. Junio 25 de 1949” en Habla Perón. Buenos Aires. Subsecretaría de Informaciones. 1950.
p. 33.

57
Sin embargo, a partir del fenómeno que suscitó el peronismo, fue inevitable para la
oposición encontrar paralelismo entre Rosas y Perón, iniciando un nuevo capítulo en la historia
de “la zoncera que parió a todas”152: Civilización o Barbarie. El peronismo, a pesar de
mantener la línea historiográfica tradicionalmente liberal, en sus acciones era antiliberal,
mediante su retórica nacionalista y antiimperialista. Estaba en contra de los valores que
permanecían vigentes para la gente que formaba Sur. Desde allí, se intentaba resguardar el
liberalismo esencial con figuras clásicas, como Sarmiento. Para Victoria Ocampo, Sarmiento era
la figura ejemplar, en contraposición a las “espeluznantes historias y las desaforadas
persecuciones de don Juan Manuel”153 La analogía con la tiranía de Rosas sería un recurso
recurrente para Sur para manifestar su oposición al régimen peronista. Desde luego que no era
exclusivo de la revista, ya que basta hacer una recorrida en los diarios que manifestaban su
oposición, como en los discursos de los adversarios, para encontrar las coincidencias que
hallaban con Rosas. Por ejemplo, en el aniversario de Caseros, el socialista Dardo Cúneo
expresaba: “Venimos a celebrar Caseros con el convencimiento de que Rosas, vencido el 3 de
Febrero de 1852, ha reaparecido en la Argentina del 3 de Febrero de 1946. Este recuerdo
nuestro tiene un carácter de una jornada de lucha y quiere ser una batalla más contra la
tiranía”.154
Las alusiones son muchas y permanentes, en efecto, el peronismo, fue relacionado por
la oposición con los dictadores europeos y con la tiranía rosista, en consecuencia, sus
adversarios levantaban en andas los estándares de la unión panamericana, junto con los valores
liberales heredados de Mayo. En una solicitada publicada en La Prensa, el viernes 1° de Febrero

152
JAURETCHE, A. Manual de Zonceras Argentinas. Buenos Aires. Corregidor. 2002.
153
OCAMPO, V. “Figari” Citado en SITMAN, R. Op. Cit. p. 215.
154
Discurso reproducido en La Prensa, 4 de Febrero de 1946. Citado en SVAMPA. M. El dilema
argentino: Civilización o Barbarie. Buenos Aires. Taurus. 2006. p. 328.

58
de 1946, numerosos escritores defendían las posturas cívicas democráticas brindando apoyo a la
Unión Democrática, “... para salvar los destinos del país, estableciendo el imperio de la
Constitución Nacional y restaurando los principios de Mayo, bajo el régimen de libertad,
justicia y fraternidad humana...”.155 Entre los firmantes, figuraban gran parte de los
colaboradores asiduos de Sur: Victoria y Silvina Ocampo, María Rosa Oliver, Francisco
Romero, Eduardo Mallea, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Vicente Barbieri, Ernesto
Sábato, Eduardo González Lanuza, Carlos Alberto Erro, entre otros.
El paralelismo entre la figura de Rosas y la de Perón es evidente y se repetiría en varios
de las obras de los colaboradores de Sur: observamos coincidencias en poemas de Alberto Girri
y de Borges, así como también en cuentos de Adolfo Bioy Casares, dentro de los más
recurrentes. Éste último publicaría en Sur, en Julio –Agosto de 1954, un cuento corto titulado
“Homenaje a Francisco Almeyra”, donde la historia transcurría en tiempos de Rosas, y Almeyra
era un escritor joven que tiene que marchar al exilio, luego determina unirse a la lucha contra la
tiranía y termina siendo prisionero y degollado al poco tiempo. Antes de morir, Almeyra medita
sobre el nacionalismo equívoco de Rosas: “pensó que ese énfasis de encono puesto en la
palabra <<extranjero>> traslucía una de las pasiones que siempre flameaban al lado de los
déspotas.” En el final expone implícitamente la analogía Rosas –Perón: “en aquellas épocas
infaustas, y por fortuna, para mí y para ti, querido lector, pretéritas”.156
Otro manifiesto, esta vez pronunciado por Borges en una cena en la que fue agasajado
por la SADE, y al poco de haber sido traslado de auxiliar en la biblioteca municipal a prestar
servicios en la policía municipal como inspector de aves y conejos, no dudaba en expresar los
siguientes conceptos: “(...) las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomenta el
servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho que fomentan la
idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados,
muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de
la lucidez.... Combatir estas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor.
¿Habré de recordar a lectores del Martín Fierro y de Don Segundo que el individualismo es
una vieja virtud argentina?”157
También podemos citar el poema publicado en Sur por Borges en 1953, titulado “Página
para recordar al coronel Suárez, vencedor de Junín”, cuyo alusión refiere a un antepasado
personal, comprometido como él en una batalla cíclica contra los tiranos: “ –Qué importa mi
batalla de Junín si es una gloriosa memoria,/ una fecha que se aprende para un examen o un

155
“Escritores Argentinos definen su posición Cívica Democrática” en KORN, G. (Comp.) Literatura
argentina siglo XX. El peronismo clásico (1945- 1955) Descamisados, gorilas y contreras. Buenos Aires.
Paradiso. 2007. pp. 27 –29.
156
La utilización de lo irónico y sarcástico es común en las obras de Bioy Casares. “Homenaje a
Francisco Almeyra” en Sur. N° 229. Julio –Agosto de 1954. p. 8.
157
BORGES, J. L. en Sur. N° 142. 1946. pp. 114 –115.

59
lugar en el atlas. /La batalla es eterna y puede prescindir de la pompa/ de visibles clarines;/
Junín son dos civiles que en una esquina maldicen a un tirano / o un hombre oscuro que muere
en la cárcel”.158Como podemos apreciar, Perón no solo encarnaba la figura de Rosas, sino que
se relacionaba con todo lo que representase tiranía y sumisión. No obstante, esa lucha cíclica
que tenía que enfrentar Borges, es característico del mundo borgeano: el concepto del eterno
retorno, los círculos infernales de Dante, todo está íntimamente ligado a la literatura de Borges.
Así, en su mundo fantástico, Borges deberá enfrentarse a la tiranía como si se tratase de una
tortura dantesca: “Cada 100 años Buenos Aires engendra un dictador que de algún modo
siempre es el mismo. Al cabo de un plazo variable, las provincias –conste que soy porteño-
tienen que venir a salvarnos. En 1852 fue Entre Ríos; en 1955 fue Córdoba”.159De hecho, para
Borges la historia ha de repetirse al punto tal que no encuentra diferencias entre Rosas y Perón:
“Creo que Rosas debe haber representado en su época una calamidad igual a la de
Perón”.160Pero en el caso particular de Borges, uno puede quedar perplejo si accidentalmente
obtiene algunas de sus publicaciones en los tiempos martinfierristas, cuando su criollismo
altruista es evidente, donde en esta época vanguardista se busca la reivindicación de Rosas, y se
pierde en el rastreo de la tradición argentina, tratando de encontrar en el malevaje al sucesor del
gaucho (tal como lo satiriza bajo el seudónimo de Luis Pereda, Marechal en su Adán
Buenosayres) Con qué desconcierto nos hallaremos si leemos casualmente un texto del propio
Borges de 1926 que expresa: “Nuestro mayor varón sigue siendo don Juan Manuel: gran
ejemplar de la fortaleza del individuo, gran certidumbre de saberse vivir...”161o encontramos
una carta abierta de Juan Manuel de Rosas a Jorge Luis Borges en la Revista de América; donde
el pseudo Restaurador le escribe: “aunque tu ideología a veces se conforme con algunas
retóricas modernas, eres, esencialmente, un inquilino de esas casas vividas que nos presta el
Pasado.”162 Es que la situación mundial, el inicio de la guerra civil española, obligó a Borges a
optar por uno de los bandos y ponerse del lado republicano; a diferencia de algunos de sus ex
compañeros de Martín Fierro que adhirieron al nacionalismo. Atrás dejaba Borges también su
simpatía hacia FORJA, y su elogioso prólogo de “la patriada” relatada por Jauretche en El
paso de los Libres (1934), frente a tal paradoja, Borges contestaba posteriormente: “yo no tengo
amigos peronistas”. Pero lo sucedido con Borges no es una excepción, ya que esas marcadas
posiciones ideológicas, se representaron a posteriori bajo la nueva dicotomía: peronistas –
antiperonistas.
158
BORGES, J. L. Antología personal. Buenos Aires. Sol 90. 2001. pp.24 –25. En Sur salió en el número
224, Enero –Febrero de 1954.
159
BORGES, J. L. “Nota sobre los argentinos” citado en SVAMPA, M. Op. Cit. p. 335.
160
SORRENTINO, F. Siete conversaciones con Jorge Luis Borges. Buenos Aires. El Ateneo. 2001.
p.123.
161
BORGES, J. L. “Nuestro mayor varón”, original de El tamaño de mi esperanza (1926), citado en
CHAVEZ, F. La vuelta de Don Juan Manuel. Buenos Aires. Theoría. 1996. p. 255.
162
“Carta abierta de Juan Manuel de Rosas a Jorge Luis Borges” en Las Revistas Literarias. CEAL. 1968.
p.140.

60
Volviendo a la analogía Rosas –Perón, incluso en el luto que se impuso por la muerte de
Evita, se comparaba con el que realizó Rosas al fallecer Doña Encarnación.163 La eficacia
simbólica negativa que tenía el paralelo trazado entre Rosas y Perón sería explotada por la
oposición a lo largo de nueve años de gobierno justicialista, para finalmente sellarse en la
expresión con la que se autodenominaron los golpistas: “Revolución Libertadora”, cuyo fin era
acabar con “La Segunda Tiranía”. A partir de ese momento, las analogías se hicieron mucho
más explícitas, conmemorándose el acontecimiento como un “segundo Caseros”. En la edición
“Por la reconstrucción nacional”, Sur no puede evitar hacer las evocaciones previsibles: por
ejemplo, Aldo Prior expone que los males que aquejan a la Argentina son los mismos que
previó Sarmiento en su Facundo: la barbarie, que en ese caso encarnaba el rosismo y el
caudillaje federal. “Estos acontecimientos... vuelven a aparecer de vez en vez, bastante tercos,
porque denotan la persistencia de lo que no ha cambiado en medio de tantas otras cosas que lo
han hecho. A la barbarie tampoco se la mata. Y esto, aunque ya lo sabía Alberdi, puede ser
olvidado”.164
Canal-Feijóo encuentra que la verdadera problemática radica en una falta de práctica
constitucional que permite emerger la tiranía cada 100 años, encarnando “el mito argentino del
héroe o el prototipo que sale con el objeto de volver, cuaja y rige durante el período de la
tiranía de Rosas, o sea, según las estimaciones consagradas, cuando el turno político social
está concedido en la vida de la nación a <<la barbarie>> (que significa estado
preconstitucional) (...) La constitución nominal del país ha acabado devorada por la
constitución real –estructural- del país. Después de 100 años puede tenerse la impresión de
estarse de nuevo en el principio; pero, es claro, este principio está ahora 100 años después.
Presumo en nuestra presente revolución constitucional argentina (sic); (la primera fue la de
Mayo; la segunda, la del 52); la veo tan importante como las dos primeras... (...) Como hace
cien años, el peor enemigo del país no está afuera, está adentro; y es mil veces más peligroso...,
porque ya no se llama <<desierto>> o caudillismo feudal, ahora tienen el nombre de Suma de
potestades centralizadas, de superconcentraciones urbanas a costa de campañas empobrecidas,
de las inseguridades de una naciente industrialización, de una obnubilación de la verdadera
conciencia constitucional argentina en la mayoría de los dirigentes políticos”.165
Carlos Mastronardi, compara también a Perón con Rosas, en su momento final, por su
“patetismo” y “cobardía”: “Mucho antes de extinguirse Caseros, cuando aun se peleaba
confusamente, el gobernador Rosas abandonó el campo de batalla para buscar refugio en el
Consulado de Inglaterra. Así también, cuando en el mar y en la montaña había sangre, cuando

163
Alicia Jurado lo expresaba en sus memorias. Como punto coincidente entre esta analogía, podemos
citar que ambas eran consideradas Jefas espirituales.
164
PRIOR, A. “Apelación a la conciencia” en Sur, n° 237. Noviembre –Diciembre de 1955. p. 81.
165
CANAL-FEIJÓO, B. “¿Qué hacer?” en Sur, n° 237. Noviembre –Diciembre de 1955. pp. 73 –80.

61
la victoria aun no tenía dueño, nuestro segundo dictador buscó asilo en una Embajada
extranjera.”166
La lista de escritores sigue, y la gran mayoría hace alusión del paralelismo mencionado;
lo cual demuestra esa falta de crítica coherente y profunda hacia la situación real. Se vuelve al
simplismo de encerrar todos los males a un Calígula que hace del país estragos, y que con su
desaparición todo tiene que volver a la normalidad. Para finalizar el repaso, no se puede dejar de
lado los dos poemas que evocan el acto libertador: Silvina Ocampo expone en su “Testimonio
para Marta”:
“Brillaba el sol de octubre y apenas lo veíamos,
cantaban las torcazas y apenas las oíamos,
¡Hablábamos y hablábamos, cruzábamos las calles
como en las pesadillas cargadas de detalles!
El Río de la Plata no parecía el mismo,
La llanura amarilla tampoco. Era un abismo,
(...)
¡Durante cuánto tiempo, la fuerza aniversaria,
el disparate, el libro de enseñanza primaria,
la incesante inscripción, la furia, la vergüenza,
la adulación ardiente, la delación, la ofensa!
¡Durante cuánto tiempo, la cárcel, la locura,
la desaparición de una persona pura!
(...)
Las tiranías son siempre como las pestes.
Tendrás que recordarlas, existen estas cosas:
Hay hombres todavía que veneran a Rosas.
(...)
Que no renazca el sol, que no brille la luna,
Si un tirano como éste siembra nueva infortuna,
Engañando a la patria. Es tiempo ya que muera
Esa raza maldita, esa estirpe rastrera.
Que sólo en los museos estén los dictadores
Como remotos saurios y no como señores”.167

Alberto Girri evoca su “Acto de fe”:

166
MASTRONARDI, C. “El periodismo laudatorio de ayer” en Sur, n° 237. Noviembre –Diciembre de
1955. p.59.
167
OCAMPO, S. “Testimonio para Marta” en Sur, n° 237. Noviembre –Diciembre de 1955. pp. 46 –47.

62
“(...)
Hemos sido hechos salvos
¿y ahora qué?,
tras el breve gusto de la euforia
el pasado retomará su marcha,
el mismo funeral de hace cien años,
y estos símbolos que se nos devuelven,
este país, este Río de la Plata,
intentarán de nuevo redimirse
olvidando que entre tiempo y tiempo
el espíritu repite sus infecciones”.168

Con el peronismo proscripto, la figura de Rosas será tomada como bandera de lucha por
un nuevo grupo de revisionistas de carácter popular, que denunciaban el derrocamiento de
Perón, como una nueva traición de los “vendepatria”, aquellos que avalan la historia liberal, que
siguen la línea Mayo –Caseros. Así, con su sarcasmo original, Jauretche publicaba en el
semanario Qué: “Qué grande sos, Don Juan Manuel. Sos el primer Restaurador... La oiremos
cantar con la musiquita que ya se sabe. Lo que no pudieron don Leandro y don Hipólito,
Horacio Oyhanarte y Corvalán Mendilaharzu, entre los radicales y una generación entera de
vigorosos historiadores entre los nacionalistas, lo han logrado la SADE, ASCUA y los grandes
diarios. ¡Flor de revisionistas, estos libertadores! Porque la sombra de don Juan Manuel anda
ya entre las multitudes argentinas y su nombre es nombre de libertador con el necesario y fatal
destino de exilado. (...) Así nos bastó que nos demostrasen que esto era el nuevo Caseros, para
que mis paisanos se dieran cuenta, una vez por todas, de lo que fue el otro.”169

168
GIRRI, A. “Acto de fe” en Sur, n° 237. Noviembre –Diciembre de 1955. p. 49.
169
JAURETCHE, A. “Aprendamos a leer los diarios (aunque el pueblo argentino ya aprendió bastante
bien)” en Qué sucedió en siete días. Año IV. N° 174. 25 de Marzo de 1958. p. 12.

63
170

Los textos más difundidos de esta nueva corriente revisionista peronista, verá la luz con dos
de los textos más populares de esa época, que alcanzaron gran difusión: se trata de Los profetas
del odio de Arturo Jauretche e Imperialismo y cultura de Hernández Arregui, ambos de 1957.
Entrando los sesenta, el peronismo adquiriría nuevos matices que incluso lo vinculaban con el
marxismo. El propio Perón, desde su exilio, adquiere una retórica reivindicativa hacia Rosas y
los caudillos, reconociendo su gobierno como auténticamente popular.171

170
Ilustración aparecida junto a la nota de Jauretche, “Aprendamos a ...” en Qué...
171
Se puede apreciar la nueva concepción historiográfica de Perón en el filme Actualización política y
doctrinaria para la toma de poder de SOLANAS –GETINO, donde reconoce que los únicos gobiernos
que defendieron los intereses nacionales fueron el primer gobierno patrio, el de Rosas, el de Yrigoyen y el
suyo. Otro indicio de su giro lo podemos apreciar en el interesante libro de Eugenio Rom: Así hablaba
Juan Perón (Peña Lillo, 1980) donde Perón en 1968, expone un panorama histórico de la Argentina
desde la formación del Virreinato del Río de la Plata hasta el golpe que lo derrocó en 1955.

64
172

En definitiva, Sur se cerró sobre sí misma ante la caída del peronismo con conceptos que
habían caducado en los tiempos vertiginosos que le tocaban vivir. Pero, ¿todos habían adquirido
una misma postura ante el peronismo? ¿Era necesario una catarsis ideológica dentro del
quehacer intelectual? Para ello habría que analizar cuatro grandes referentes de la literatura
argentina que vivieron el peronismo y también participaron de Sur, en mayor o menor medida.
A partir de ahí nos podremos interiorizar el porqué de la decadencia de una revista que había
sido la antítesis de la Argentina peronista.

172
Otro ejemplo del cambio de imagen que había adquirido Rosas en los sesenta. Aquí se lo utiliza para
promocionar yerba mate La Hoja, algo impensado años atrás.

65
 Capítulo 5: Distintas posturas sobre una misma problemática: la presencia del
fenómeno peronista en diversos referentes de la literatura argentina.

a) Borges ante la postulación de la realidad.

“(...) La simplificación conceptual de estados complejos es muchas veces una operación


instantánea. El hecho mismo de percibir, de atender, es de orden selectivo: toda atención, toda
fijación de nuestra conciencia, comporta una deliberada omisión de lo no interesante”.
JORGE LUIS BORGES173

El epígrafe expuesto se trata en realidad de una apreciación de Borges en cuanto a la


literatura. Pero esta cita también lo podemos considerar como una postura de él sobre el
peronismo. En efecto, Borges no supo, o no quiso, separar al movimiento del líder; y tratándose
de un escritor de tantos recursos etimológicos, no encontró mejor calificación que asociar al
peronismo y sus derivados con todo lo despreciable, malévolo, irracional, estúpidamente cruel.
Algunos biógrafos encuentran que ese antiperonismo acérrimo nació cuando por la
posición que mantuvo su madre sobre el régimen, sufre la humillación de caer detenida, estando
presa como lo estuvo también Norah, hermana de Jorge Luis.174 La otra posibilidad que se
baraja es cuando termina siendo separado de su puesto de auxiliar bibliotecario municipal para
ser designado inspector de aves en los mercados en 1946. Por ese entonces, Borges era un
personaje reconocido en el mundo de las letras, como también era conocida su postura ante el
golpe militar del ’43 y el posterior ascenso de Perón. Borges abominaba todo lo referido al
nacionalismo. Sin duda, a pesar de no ser de la clase social de Victoria Ocampo, su postura
ideológica se le asimilaba bastante175. Su rechazo hacia el nacionalismo, que lo encontraba muy
peligrosamente fascistoide además de determinista, lo llevó a ser el centro de importantes
debates. Él mismo manifestó su persistencia de mantenerse alejado de todo círculo de escritores
que lo pueda a llegar a catalogar de nacionalista: “... Alfonso Reyes había fundado una revista,
llamada Libre, y me invitó a mí a colaborar en la revista. Pero, como en esa revista
colaboraban muchos nacionalistas y yo sé que a la gente le gusta simplificar, (...)naturalmente
la gente me vería a mí como un nacionalista.”176

173
BORGES, J. L. “La postulación de la realidad” en Discusión. Madrid. Alianza. 1998. p. 88.
174
QUIROGA, O (Dir.) Borges y nosotros. Buenos Aires. Centro Cultural Caras y Caretas. 2007.
175
También Borges venía de una de las familias destacables del siglo XIX, del cual siempre hizo alarde.
Más allá de su nostalgia arrabalera, contaba con un pensamiento elitista y liberal como el de Victoria. Sin
lugar a dudas, los desbarajustes que sufrió la oligarquía a partir del ’30, la interrupción de las relaciones
con Gran Bretaña, sumado a las innovaciones mencionadas, debe haberlo afectado indirectamente.
SEBRELI, J. J. Los oligarcas. Buenos Aires. CEAL. 1971.
176
SORRENTINO, F. Op. Cit. p. 40.

66
Incluso el estilo que adquiere su prosa, en conjunto con la temática y su pensamiento,
amplió el carácter del debate, que a veces excede lo puramente literario. Por ejemplo, en la
década del ’30, la revista Megáfono juntó la opinión de distintas personalidades en torno al tema
Borges. A partir de esa encuesta, Ramón Doll hace su crítica hacia Borges, catalogando sus
escritos de antiargentino y de una frialdad conmensurable: “...su prosa manifiesta un firme
propósito de irritar a los argentinos, con el excesivo cuidado en la propiedad del lenguaje
(purismo); con la preocupación de cargar demasiada intención en las palabras (conceptismo),
y con el pasatiempo de las sorpresas verbales (preciosismo). A nosotros nos irrita esa excesiva
vigilancia del escritor que interrumpe a cada momento el hilo del discurso para obligarnos a
invertir y replegar nuestra atención hacia un trabajo de interpretación de vocablos que nos
incomoda y nos aburre, aunque la palabra venga a resultar de una precisión matemática y
aunque se haya, acaso, sorteado una perífrasis.(...) Esas voliciones e intenciones que
representan las palabras no aparecen sino cuando el parlante habla su lengua, pero la lengua
viva, de validez histórica; como que la otra, la lengua oficial, no existe sino como modelo. Y
Borges, ni siquiera habla en ésta, sino en otra que no el al suya y tal vez la de nadie.”177La
durísima crítica que efectúa Doll, es una de las más emblemáticas, pero la discusión continúa al
día de hoy.
El problema en profundidad, se trata en realidad no de cómo se escribe, sino más bien
para qué, y es una crítica que empieza a adquirir mayor notoriedad a mediados de los
cincuentas con Jean-Paul Sartre y “el compromiso del escritor”, algo muy contrario a lo que
adhería Benda, del cual ya hicimos mención. Sin dudas, tendríamos que partir de esa hipótesis:
para Borges el nacionalismo era algo detestable, porque lo único que hacía era cerrar fronteras,
estar sometidos al Estado, alejarnos de una visión universalista, que era justamente lo que
siempre defendió: “¿Cuál es la tradición argentina? Creo que podemos contestar fácilmente...
nuestra tradición es toda la cultura occidental, y creo que también tenemos derecho a esta
tradición, mayor que el que pueden tener los habitantes de una u otra nación occidental”.178 Y
el peronismo reunió para él todo lo execrable, y por ende, rechaza totalmente lo que considera el
crecimiento del control del Estado peronista. A su manera, también valoró la libertad individual
por sobre la social, y el régimen lo terminó sofocando. El problema, para Borges, radicaba en la
naturaleza del argentino, que nunca logró identificarse con el Estado, por ello es ante todo un
individuo y no un ciudadano. Nunca comprendió lo que sí supo entender Perón: el ascenso de
las masas era irremediable. Lo que Perón llamaba “la hora de los Pueblos”, para Borges sólo
eran grupos de sinvergüenzas o de interesados que buscaban sacar ventajas frente al
desconcierto. Así, para Borges lo sucedido el 17 de octubre de 1945 se trató de una mentira:

177
DOLL, R. “Discusiones con Borges” en AAVV Las revistas literarias. Buenos Aires. CEAL. 1968.
pp. 81 –83.
178
BORGES, J. L. “El escritor argentino y la tradición” en Discusión... p. 200. Publicado originariamente
en Sur. Buenos Aires. N° 232. Enero –Febrero de 1955.

67
“La verdad es que yo creí y sigo creyendo que se trata de una especie de farsa: no creo que
sucediera nada realmente. Porque si el dictador hubiera sido secuestrado, y hubiera sido
salvado por una turba, es muy raro –dado el carácter vengativo del hombre- que nunca se
investigara el asunto. Creo que eso fue hecho de un modo un poco escenográfico y en lo cual
nadie creyó, desde luego. Es decir, es algo que existe más ahora que en el momento mismo en
que se produjo”.179 También no puede existir alguien que se considere peronista: “El peronista
es una persona que simula ser peronista, pero que no le importa nada, que lo hace para sus
fines personales. (...)Yo –por lo menos durante la dictadura- no conocí a nadie que se animara
a decir <<soy peronista>>, porque se hubiera dado cuenta de que se ponía en ridículo. Más
bien diría: <<A mí me conviene el peronismo porque le saco tales ventajas>>”.180 En efecto,
Borges hace un razonamiento sumamente simplista y egoísta de la realidad social: en el acto
populista de satisfacer las demandas equivalenciales del pueblo, sólo ve despilfarro económico,
clientelismo, corrupción... “Otro estigma de la época de hoy (Mayo de 1971) afortunadamente
pretérito fueron las delaciones costeadas con el dinero público. Sé de señoras y niñas que se
prestaron al ejercicio de esa indiscreción lucrativa. Otro soborno fue el aguinaldo, curiosa
medida económica –imitada nunca sabré por qué por los gobiernos ulteriores- según la cual se
trabajan doce meses y se pagan trece. Esta ridícula y onerosa medida ha sido decorada con el
título de ‘conquista social’”.181Esa negatividad de Borges también es producto de esa compleja
percepción del tiempo que manifiesta en muchos de sus cuentos. Si en los ’60 se afilió al Partido
Conservador, aduciendo que había sido conservador toda su vida sin darse cuenta hasta ese
momento, es también por esa profunda relación con el pasado, que lo presenta como una
persona extemporal, que reniega del presente. En la carta apócrifa de Rosas a Borges se acusa
también su nostalgia hacia el pasado: “En una de tus primeras cartas me confesabas que te
hubieran gustado los días de mi tiempo para casona y patio de tu vivir. Pues bien; yo estoy
seguro que de haber ocurrido tu presente en mis días, habrían invocado los manes de la Junta;
asomado al Cabildo, limpiando tus anteojos, con los ojos perdidos en una nostalgia azul y
blanca de sangre goda”.182 Pero la particularidad del presente peronista, con el ascenso de las
masas, la retórica y la propaganda masiva, las concentraciones, hace que se le presente a Borges
como algo patético, cuyo fin es encubrir la realidad criminal: las persecuciones y las torturas de
que la gente es consciente, pero asienten en disimular ante la farsa, manteniéndose
condesciendes al agrado de tal ficción. Porque el que dice ser peronista, solamente lo es por
interés, algo natural del argentino “su viveza criolla”183; por una falta de práctica conciudadana

179
SORRENTINO, F. Op. Cit. p. 115.
180
SORRENTINO, F. Op. Cit. p. 120.
181
Carta publicada en La Nación en Mayo de 1971. Citada en CAPARRÓS, M –ANGUITA, E. La
Voluntad. Buenos Aires. Norma. 1997. Tomo I. pp. 452 –453.
182
AAVV Las revistas literarias... p. 140.
183
La Nación en Mayo de 1971. en CAPARRÓS, M –ANGUITA, E. Op. Cit. p.453.

68
que lo envuelve en un individualismo feroz, del que muchos forman parte dando en
consecuencia a una horda de salvajes insaciables. “Pertenecían al orden de lo patético y de lo
burdamente sentimental; felizmente para la lucidez y la seguridad de los argentinos, el régimen
actual ha comprendido que la función de gobernar no es patética”.184

185

El peronismo significaba una verdadera pesadilla que era imprescindible erradicar, y su


odio llegó a tal extremo, de parecer contradictorio el condenar al peronismo cuyo ascenso se dio
bajo elecciones limpias, catalogándolo de dictadura, y en cambio terminó apoyando golpes
militares que interrumpieron el orden constitucional, culpables de la desaparición y asesinato de
miles de personas (sin contar el industricidio y la malversación económica). Justificó los
fusilamientos efectuados por la Libertadora aduciendo: “Después la gente se pone sentimental
porque fusilan a unos malevos. Qué porquería, los peronistas”,186y celebró a la Junta militar del
’76 y a la dictadura pinochetista: “Hablé con Pinochet acerca del hecho de que aquí, como en
mi patria y en Uruguay, se están salvando la libertad y el orden, sobre todo en un continente
anarquizado y socavado por el comunismo...”187

184
BORGES, J. L. “L’ illusion comique” en Sur, n° 237. Noviembre –Diciembre de 1955. p. 10.
185
Dibujo de Borges del año 1946 titulado Das Hydra der Diktator. Nótese que como cabeza central de la
hidra se encuentra Eva Duarte de Perón. Como bien observó Montes –Bradley según el mito la cabeza
central constituye lo inmortal, la más peligrosa de erradicar ya que, a diferencia de las otras cabezas del
monstruo (Perón, Marx, Mussolini, Hitler, Rosas) que son las que se implican mortales, la central deberá
ser sepultada debajo de una roca para evitar su resurrección. Seguramente los de la Libertadora también
tenían en cuenta ese mito en el momento de hacer desaparecer el cadáver de Evita...
186
PANESI, J. “Borges y el peronismo” en KORN, G. (Comp.) Literatura argentina siglo XX. El
peronismo clásico (1945- 1955) Descamisados, gorilas y contreras. Buenos Aires. Paradiso. 2007. p. 40.
187
Publicado en La Razón, 23 de Setiembre de 1976. Citado en JAURETCHE, A. Las polémicas de
Jauretche (tercera parte): Libros y alpargatas. Buenos Aires. Los Nacionales. 1993. p. 128.

69
Se puede decir que fue uno de los únicos que respaldó siempre al gobierno militar de
Aramburu. Tuvo el privilegio de ser designado Director de la Biblioteca Nacional y también
Profesor de Literatura Inglesa de la Universidad de Buenos Aires. Ese reconocimiento tenía
sabor de revancha en cuanto a la separación de su cargo de auxiliar bibliotecario durante el
peronismo. Al parecer, Borges era una figura de oposición muy peligrosa, por ello tenía que ser
humillado de esa forma, además de ser vigilado día y noche por agentes que le seguían los
pasos. Es cierto que durante el peronismo existió una persecución política, pero en realidad se
acentúa en la segunda presidencia. En cuanto a la separación de su cargo, es una leyenda muy
popular, alimentada por el propio Borges, pero que del cual no poseemos datos fehacientes: el
crítico Jorge Rivera se tomó el trabajo de investigar el expediente municipal que decidió su
traslado, y la conclusión que se ha tomado al respecto es que se trata de un mito biográfico. Lo
cierto es que los agentes municipales tenían prohibido realizar manifestaciones políticas, y que
Borges fue sancionado levemente por esto, antes de que Perón subiera al poder. En cuanto al
oprobioso cargo de inspector de ferias, al parecer no han quedado huellas en el expediente.188
Lo cierto es que Borges creyó que el peronismo, como toda ilusión, tenía que
desaparecer y apoyó la conscripción y la política de desperonización que había efectuado el
gobierno golpista. Pero para lograr esa limpieza, era imprescindible no revalorizar nada que
haya realizado el peronismo; y esa posición lo llevó a enfrentarse con Martínez Estrada en 1956,
a partir del libro ¿Qué es esto? donde se permite analizar el fenómeno peronista, del cuál
Borges supone que Martínez Estrada termina elogiando algunos actos de Perón indirectamente:
“(...)laborioso método regresivo, tan desdeñado por el común de la humanidad, parece
reservado a los comentadores del peronismo, que cautelosamente hablan de necesidades
históricas, de males necesarios, de procesos irreversibles, y no del evidente Perón. (...) en el
universo hay dos hechos elementales, que son el bien y el mal... Creo que el dictador encarnó el
mal y que es un prejuicio romántico suponer que su causa no fue perversa, por la sola razón de
que hoy es una causa perdida”.189 Esa misma postura la mantendrá cuando polemiza al poco
tiempo con Ernesto Sábato, que desde su puesto de Director de la revista intervenida por el
gobierno llamada Mundo Argentino, denuncia las torturas policiales a presos peronistas. En fin,
Borges termina siendo el prototipo del gorila o antiperonista, quizás por el mismo motivo que
entiende a los peronistas. Quizás Borges pensaba “a mí me conviene ser antiperonista porque le
saco la ventaja de presentar mi postura ante el nacionalismo, y a su vez me sirve para defender
el conservadurismo que siempre anhelo”. Como postuló frente al modo de percibir la realidad:
“toda fijación de nuestra conciencia, comporta una deliberada omisión de lo no interesante”, lo
que no comprendía Borges desde su liberalismo decimonónico, y por ende conservador, no le

188
PANESI, J. Op. Cit. p. 39.
189
BORGES, J. L. “Una efusión de Ezequiel Martínez Estrada” en Sur. Buenos Aires. N° 242.
Septiembre –Octubre de 1956. pp. 52 –53.

70
interesaba... lo consideraba falso, irreal. El problema es su falta de compromiso como escritor,
acción de la cual será criticado tanto por la gente de Contorno190, como por parte de Jauretche o
Hernández Arregui, cada uno desde sus distintas posiciones. La acción de Borges termina
siendo agravada por su verborragia que lo presenta siempre como un provocador. Más allá de
ser antiperonista, es claro que mantiene una postura de cierto escepticismo frente a los cambios
acaecidos después del 55, y en virtud a esos cambios termina siendo un antiintelectual.

b) La comunidad organizada de Marechal.

“-Desde fines de 1955 –les dije-, con un pueblo en derrota y su líder ausente, soy un desterrado
corporal e intelectual. Y añadí: -En nuestra fauna sumergida existen hoy el Gobernante
Depuesto, el Militar Depuesto, el Cura Depuesto, el Juez Depuesto, el Profesor Depuesto y el
Cirujano Depuesto. No quedó aquí ningún hijo de madre sin deponer. -¿Y usted qué lugar ocupa
en esa fauna? –me preguntó Megafón chisporroteante de malicia. –Soy el Poeta Depuesto –le
confesé modestamente”.
LEOPOLDO MARECHAL191

El caso de Leopoldo Marechal constituye una posición opuesta a la de Borges. Sin


haber sido amigos, ni compartir la misma concepción literaria, ambos formaron parte, durante
su juventud, de la revista vanguardista Martín Fierro. Ambos, en distinta medida, colaboraron
en la revista de Victoria Ocampo como otros ex martinfierrista como González Lanuza; pero las
posiciones ideológicas terminaron interviniendo en esa camaradería intelectual. Leopoldo
Marcehal era un escritor católico y nacionalista, y en efecto, la situación mundial terminó
dividiéndolos inevitablemente. Pero también se diferencia a Borges en cuanto a su relación con
el peronismo, ya que Marechal apoyó a Perón desde aquel 17 de Octubre, que si a Borges le
parecía una teatralización baladí, para él fue una invitación para formar parte de un momento
histórico: “Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba
rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí y amé los miles de rostros que la integraban: no había
rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina
<<invisible>> que algunos habían anunciado literariamente192, sin conocer ni amar sus

190
Al respecto, V. Sanromán en su crítica sobre “La fiesta del monstruo” manifiesta: “(...)me interesa lo
que el mismo Borges ha querido darnos: su versión del peronismo. Esa versión de Borges parece haberse
constituido en el primer momento y se ha mantenido incólume a través de los años. Borges vió de una vez
el peronismo y nunca revisó su visión”.en Contorno. N° 7 /8.
191
MARECHAL, L. Megafón o la guerra. Buenos Aires. Sudamericana. 1970.
192
En esa crítica está aludiendo a Eduardo Mallea y su Historia de una pasión argentina donde
convergen una Argentina visible y otra invisible. Esa Argentina invisible, para Mallea, era aquella que
recuperaría los viejos valores, encarnados en los fundadores de la patria y sus descendientes; es decir,
nunca podía representar el lúmpen que se concentró en la plaza.

71
millones de caras concretas, y que no bien las conocieron les dieron la espalda. Desde aquellas
horas me hice peronista”193.
Sin haber participado nunca políticamente, ofreció sus servicios al por entonces coronel
Perón, así fue que se reunió con un grupo de argentinos como José María Castiñeira de Dios,
Hipólito Jesús Paz y Arturo Cancela, entre otros, para realizar una formulación teórica del
peronismo, para dar forma a lo que sería luego la doctrina partidaria. En el esbozo de su
doctrina el coronel Perón plantea el problema de la cultura como un eje axiomático alrededor
del cual se mueven los factores políticos, sociales y económicos de una nación: si el eje falla, la
rueda no anda.194
Cuando Perón fue elegido presidente en 1946, Leopoldo Marechal ocupó la dirección
General de Cultura y luego el de Enseñanza Artística. Esa participación activa dentro del
gobierno, terminó empañando su trayectoria de escritor y poeta. La mayor parte de la
intelectualidad argentina, era mayoritariamente antiperonista. Incluso la mayoría de las
editoriales albergaban en su seno a toda clase de opositores. Cuando en 1948 salía su laboriosa
novela Adán Buenosayres, fue ignorada impúdicamente. Las pocas críticas que recibió fueron
agresivas, el ex martinfierrista González Lanuza opinaba desde Sur: “El autor estaba
persuadido de estar escribiendo una novela genial y en los hechos solo imita torpemente a
Joyce; el autor abusa de un lenguaje coprológico innecesario y vacío con el superficial
propósito de escandalizar, pero de hecho es tan aburrido que el crítico no alcanza a
comprender como el soportó la lectura de tantas prescindibles páginas, el autor es
malintencionado respecto de sus semejantes, pero en el fondo no es más que un engreído, un
resentido y un tomista”.195 A excepción del todavía ignoto Julio Cortázar196, las críticas fueron
pocas y despiadadas. En efecto, esa ruptura y división que provocó el peronismo llegó al punto
de que partidarios al régimen (en su mayoría nacionalistas) terminaran por optar con la
fundación de una sociedad de escritores paralela a la antiperonista SADE, de la cual era
designado Borges presidente de la misma a partir de 1950. A pesar de que, como destacó
Guillermo Korn, existieron de todas formas casos donde existieron convivencia más allá de la
posición política e ideológica197, sin querer simplificar el cuadro, debemos asumir que en
proporción se trataron de hechos mínimos y excepcionales, sobre todo luego de la llamada
obsecuencia peronista198 que se amplió alarmantemente a partir del segundo gobierno.

193
ANDRÉS, A. Palabras con Leopoldo Marechal. Buenos Aires. Ceyne. 1990. p. 41.
194
MARECHAL, E. R. “El Estado al servicio del hombre” en LUNA, F. (Dir.) Nuestro Siglo. Buenos
Aires. Hyspamerica. 1984.Tomo VI. p. 154.
195
GONZÁLEZ LANUSA, E. “Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal” en Sur. Buenos Aires. N°
169. Noviembre –Diciembre de 1948.
196
CORTÁZAR, J. “Leopoldo Marechal: Adán Buenosayres” en Realidad. Buenos Aires. N° 14. Marzo –
Abril 1949. Extraído de CORTÁZAR, J. Obra crítica. Buenos Aires. Punto de Lectura. 2003.
197
KORN, G. Op. Cit. pp. 23 –25.
198
GAMBINI, H. Historia del peronismo. La obsecuencia (1952 –1955) Buenos Aires. Vergara. 2007.

72
Volviendo a Marechal y su relación con el peronismo, como mencionamos en la página
33 al abordar el tema de la cultura de masas, Marechal no asimiló, como gran parte de la
intelectualidad, el carácter inédito que había adquirido mediante la irrupción a las masas como
sujeto político. Más bien, su perspectiva es bajo una conductiva unidireccional, enmarcado en
un pensamiento tradicional de corte elitista.199 Así su análisis expuesto en Argentina en marcha
de 1947, no está a la altura de las circunstancias, aunque tampoco desentona en el desconcierto
que había acarreado el peronismo. Sin embargo, su colaboración en la estructuración de la
doctrina, podemos encontrar puntos coincidentes en lo que Perón expone como fundamento
filosófico La Comunidad Organizada en el Congreso de Filosofía en 1949, con uno de los libros
que componen la novela Adán Buenosayres: “El oscuro viaje a la ciudad de Cacodelphia”,
donde el protagonista (Adán Buenosayres) emprende un viaje metafísico con su guía (Schutltze)
hacia un infernal Buenos Aires, donde convergen todos los pecados y actos egoístas que
anarquizan el orden establecido. Se trata mucho más que una parodia del infierno de Dante, sino
más bien una crítica social, del desafío que le corresponde emprender al peronismo en su hora.
Como mencionaba Perón: “En esta fase de la evolución lo colectivo, el <<nosotros>>, está
cegando al individualismo egoísta. Es justo que tratemos de resolver si ha de acentuarse la vida
de la comunidad sobre la materia solamente o si será prudente que impere la libertad del
individuo solo, ciega para los intereses y las necesidades comunes, provista de una irrefrenable
ambición, material también”.200
En la novela, Cacodelphia constituía un espejo deformante de la realidad. Pero en ella el
recorrido condenatorio es hacia el intelectualismo, las individualidades egoístas que intentan
apartar a las masas (demos) de su destino, evitando su organización201. El infierno de Adán
Buenosayres funciona como un catálogo de aquellos sujetos que intentan desviar al pueblo, o en
algunos casos lo marginan, evitando la evolución hacia un colectivismo. En ellas aparecen los
irresponsables, los políticos corruptos, los intelectuales, los hipocondríacos, los oligárquicos,
etc. Lo contrario a Cacodelphia lo constituiría la justicia social, la comunidad organizada que
pregonaba el presidente Perón. Pero ese humor angelicus con el que se excusa Marechal al
incorporar a sus contemporáneos en el averno, decididamente no debe haber causado mucha
gracia, para personajes tan claros como es Luis Pereda (Borges), o el caso de Titania (¿Victoria
Ocampo?) donde la crítica que lleva sobre su papel de falsa intelectual, sumado a ciertos
prejuicios del autor, la dejan muy mal parada:
“-¿Quiénes son esas mujeres lujosas? –le pregunté a Schultze.

199
En cierta medida su pensamiento se asemeja al nacionalismo aristocratizante de la época.
200
PERÓN, J. D. La Comunidad Organizada. Buenos Aires. Secretaría Política de la Presidencia de la
Nación. 1974. p. 74.
201
“-Es el pobre Demos- respondió Schultze-: la mayoría nuestra que, inclinada igualmente al bien o al
mal, sigue la dirección de cualquier viento”. MARECHAL, L. Adán Buenosayres. Buenos Aires.
Sudamericana. 1972. p. 483.

73
-Las Ultra –me respondió él-. Ultracortesanas, ultrapoetisas, ultraintelectuales:
superhembras templadas como laúdes.(...) –Usted las ve imitar el aire de Safo y la pose de
Lisístrata; y si se les acerca, las oirá debatir arduos problemas de filosofía, de arte o de
ciencias económicas. Pero fácil es advertir que sólo hablan con el sexo.
(...) Meditaba en ello, cuando se me acercó una de las mujeres. Asombrado y confuso,
iba yo a gritar su nombre; pero el astrólogo Schutlze, poniéndome una mano en la boca, evitó
muy a tiempo aquella indiscreción. Entretanto, la Ultra se plantaba delante de nosotros con esa
majestad que tantas veces le había yo admirado en la Buenos Aires visible: era tan alta como
Schutlze, opulenta de formas y enjuta de rostro; en su pelo renegrido se entrelazaban gajos
artificiales de cedrón, adormidera y laurel; dos caracoles de plata le mordían los rosados
lóbulos de las orejas, y una ropa de noche la vestía o la desnudaba rigurosamente hasta los
pies calzados no sé yo si de azafrán o de otoño.(...)
...el astrólogo, mirándola con la severidad de un juez, le dijo entonces:
-¡guarde compostura la acusada! Renuncie a sus pujos intelectuales (que sin duda no
impresionarían al Jurado), y diga si es verdad que, víctima de cierta exaltación nada
intelectual, se entregó a una cosecha bárbara del continente americano. (...)Diga si es cierto
que, no bastándole la producción local, se dedicó a la pesca en otros continentes, atrayendo a
sí a numerosos ejemplares masculinos, todos afinados en el uso y abuso de la inteligencia.
-Necesitaba documentarme –objetó la Ultra.
-Y algo más –insistió Schutlze-. Diga la acusada si es verdad que, regresando luego al
país, se obstinó en la tarea ridícula, peligrosa y afortunadamente inútil de refinar a los peones
de su estancia, obligándolos a escuchar conciertos de Honegger, novelas de Lawrence, páginas
de Gide y lecciones de Freud.
-¡Paisanos brutos!- refunfuño la Ultra (...)
-Lo más oneroso que hallo en Titania es su manía, ciertamente aborrecible, de
subordinar las cosas del espíritu a las vagas, exquisitas e inefables titilaciones de su
<<sensibilidad>>...”202
Más allá de la polémica que implica ciertos personajes, constituye una novela
experimental, cuyo emprendimiento es la búsqueda del lenguaje que acerque lo nacional, sin
desestimar las raíces grecolatinas, ni la tradición judeocristiana. Lo tenemos que valorar a partir
de su momento histórico, pues su pensamiento no desentona con el nacionalismo católico de
derecha de la época (donde se encierran parte de los prejuicios morales y religiosos que
encuentra Jitrik en su crítica203). Sin embargo, a pesar de ciertas limitaciones ya mencionadas, a

202
MARECHAL, L. Op. Cit. pp. 516 –518.
203
JITRIK, N. “Adán Buenosayres: la novela de Marechal” en Contorno. Buenos Aires. N° 5 /6.
Setiembre de 1955. p. 41.

74
partir de su crítica social que encara en el libro VII de su novela,204 respalda la revolución
justicialista, cuyo fin es armonizar las clases sociales, no enfrentarlas como pregona el
marxismo. Así, Marechal también expone su crítica al orden castrense, cuyo vicio es “la
sensualidad del poder, el orgullo de las armas y la sed de conquista”y para lograr tal fin acude
a la burguesía que “profesa un tierno amor a sus doblones: con el llanto en los ojos ve la
hemorragia creciente en sus bolsas. Y llorando se dice: <<¡Para qué lo ayudé a ese
generalote!>>” es entonces cuando la burguesía busca agitar a las masas para su propio
provecho. Es entonces cuando expone su crítica al ascenso de la burguesía al poder, el
pensamiento nacionalista, vuelve a acusar su posición: “no bien una clase inferior usurpa la
primera jerarquía, impone su mística particular del mundo, y al universalizarla traduce a ella
todos los valores humanos” La burguesía impone su lógica materialista: “ el acento recae sobre
lo económico, y el hombre es medido por su libreta de cheques (...) vendrán los filósofos, los
políticos y los economistas que darán a las ideas de Vaisya (NdA: la burguesía) un estilo
literario” El único desenlace que le encuentra es la revolución de las masas, o por el contrario,
una retorno al orden estructural donde Dios o la lógica divina gobierne.205
A su vez, también para Perón la crisis que se está sufriendo es materialista: “La
evolución del pensamiento humano recuerda también la imagen del centauro: sometido a
altísimas tensiones ideales en largos períodos de su historia, condenado a profundas
oscuridades en otros, esclavo de sordos apetitos materiales a menudo. La crisis de nuestro
tiempo es materialista. Hay demasiados deseos insatisfechos, porque la primera luz de la
cultura moderna se ha esparcido sobre los derechos y no sobre las obligaciones; ha
descubierto lo que es bueno poseer mejor que el buen uso que se ha de dar a lo poseído o a las
propias facultades”.206
En cierta medida, Marechal respalda y asiente la doctrina justicialista, dándole un matiz
más cristiano y espiritual. Lo curioso que ese momento histórico lo percibió como Borges, pues
se trataba de una batalla decisiva entre el bien y el mal. Así lo ilustra en otro pasaje de su
travesía por la oscura ciudad de Cacodelphia: el mal era el grupo gobernante de la situación del
país, cuya inmovilidad, “negándose a toda suerte de acción”llegó al punto de un vacío de poder
que dominaba la escena política, mientras la intelectualidad orgánica “dilapidaban su tiempo en
inútiles especulaciones filosóficas, en vanidosos afanes artísticos o en prosaicos intentos de

204
Graciela Maturo, sostiene que Adán Buenosayres es, de las tres obras, la de menor incidencia política:
“elaborada a partir de 1930, recoge principalmente la autobiografía juvenil del escritor, así como el
surgimiento de sus preocupaciones metafísicas y religiosas”; en realidad, sobre todo en el libro VII, lo
que hace Marechal es utilizar sus preocupaciones metafísicas y religiosas para ilustrar el Caos
(Cacodelphia) y el manifiesto de un nuevo Orden (el peronismo), cuya virtud no descuida la
espiritualidad del hombre. MATURO, G. El peronismo en la obra de Leopoldo Marechal. Buenos Aires.
Rev. Peronistas. p. 105.
205
MARECHAL, L. Op. Cit. 568 –575.
206
PERÓN, J. D. La comunidad... p. 69.

75
reorganizar la ciudad terrestre” Así estaban las cosas cuando apareció Perón, “un hombre que,
reuniendo en sí la prudencia de la serpiente y el candor de la paloma, vió en aquella locura un
retoño final de la vieja y al parecer agotada herejía quietista.” En esa batalla mística donde
triunfa el bien, Marechal distingue las dos clases de intelectuales (oracionistas): “no tardó en
mostrar dos caras distintas a saber: el aquilismo y el gusanismo.(...) (El aquilismo) dueño de
las alturas, peatón de la Vía Iluminativa y desde ya ciudadano de la Jerusalén Celeste,
mostraba la hosquedad, el orgullo solitario y la fácil irritación del águila que abandona sus
cumbres. ...en la tierra, el oracionista de tipo aquilino clavaba en la humanidad una pupila
irritada, buscando trozos de hígado prometeano en que ejercitar la cólera celeste de su
pico.(...) ...la naturaleza del gusanismo. El oracionista vermiforme se calzaba, se vestía, se
tocaba y se nutría de una humildad tan agobiadora, que nadie, en su presencia, dejaba de
sentirse vanidoso, hueco, la basura del mundo en una palabra. Si le solicitaban una opinión
sobre cualquier asunto, ya fuese humano o divino, el oracionista bajaba los ojos cándidamente
y respondía: <<¡Qué puedo saber yo, pobre gusano de la tierra!>> (...) el oracionista
vermiforme caía una y mil veces en tan arriesgada complacencia, sobre todo en los
anocheceres de esta gran Babilonia que es Buenos Aires, cuando, recorriendo la calle Florida
entre tantos impíos y fornicadores, apenas lograban contener la risa, al vernos caminar hacia
el infierno, mientras él, pobre gusano de la tierra, sentía ya en sus carnes el roce de la blanca
vestidura que han de llevar los justos en el día de la cólera”.207De esta forma, Marechal critica
el papel de la intelectualidad ante el momento histórico: aquellos que desde las alturas hacían su
búsqueda sobre el ser nacional, y que frente a la visibilidad de una Argentina antes invisible
“solían manifestar asombros angelicales como si de pronto se viera en un mundo ajeno; y
ocasiones hubo en que sus discípulos, llorando de piedad, tuvieron que recordarle cuál era el
uso de un tranvía o cómo se empuñaba un tenedor”.208 Pero aún más es el desagrado que siente
por el gusanismo, ya que mantienen renuencias, y su neutralidad termina amparando la quietud.
La falta de percepción de la realidad, la falta de compromiso por parte de la intelectualidad, es
la denuncia que manifiesta Marechal.
Esta relectura de Adán Buenosayres, encierra algo más que lo que supone Rocco-Cruzzi, ya que
aparte de proponer en cierto aspecto una versión judeocristiana de El hombre que está solo y
espera, que le da una nueva resignificancia a la argentinidad209, también busca entablar una
nueva orientación, cuya fin no se basa en una doctrina del Estado tendiente a una adecuación del
hombre a sus intereses, sino que constituye la doctrina del hombre a la que se adecua el Estado
para servir al hombre. Pero sólo ello se logra a través de un colectivismo social: una comunidad
organizada, donde importa no solo la naturaleza corporal del individuo sino también la

207
MARECHAL, L. Op. Cit. pp. 617 –620.
208
MARECHAL, L. Op. Cit. p. 618.
209
ROCCO –CUZZI, R. “Las epopeyas de Leopoldo Marcehal” en JITRICK, N (Dir.) Historia Crítica de
la Literatura Argentina. El oficio se afirma. Buenos Aires. Emecé. 2004. p. 472.

76
espiritual.. Y en dicha utopía justicialista, el intelectual tiene que ofrecer su conocimiento para
el bien común, un compromiso social. Y así lo establece la doctrina justicialista: “(...)La cultura
individual, cuando no cumple con su función social, es un privilegio inadmisible en una
Comunidad justa y solidaria”.210
El vacío que le proporcionaron sus colegas, lo sumergen en el olvido de su trayectoria
durante cerca de diez años, después de la caída del peronismo. Pasaron muchos cambios en el
medio de ese largo trayecto. Fue entonces cuando Marechal redacta junto con el general Juan
José Valle una proclama “al pueblo de la Patria” utilizada durante el frustrado golpe militar de
1956 y años más tarde, con el impacto que causó la revolución cubana mediante, pasa de un
nacionalismo de derecha a uno de carácter popular, (aunque nunca marxista)211. La continuación
de sus obras sigue demostrando lo que entiende él como compromiso del intelectual. Así de la
epopeya paródica que constituyó Adán Buenosayres (convertido en bestseller, por la
revalorización de la nueva generación y con ayuda del Boom latinoamericano) pasa, con otra
alegórica novela llamada El Banquete de Severo Arcángelo mediante, a su novela póstuma que
retrata la gesta del pueblo llamada Megafón, o la guerra (1970), donde el protagonista
emprende la liberación del pueblo de la dictadura militar después de los fusilamientos de José
León Suárez. Se sabe que trabajaba en una cuarta que se llamaría El empresario del caos, cuyo
anticipo lo había anunciado un año antes de su muerte en un encuentro de escritores, en
Santiago de Chile. Allí, indagado sobre el compromiso del escritor con la realidad, respondió:
“El hombre, por el solo hecho de nacer, está comprometido, y también, el no compromiso es
una manera de comprometerse. ¿Saben ustedes que durante una tormenta el león da la cara al
viento para que su pelambre no se desordene? Yo hago lo mismo: doy la cara a todos los
problemas. Es la mejor manera de permanecer peinado”.212

210
PERÓN, J. D. Doctrina Nacional. Buenos Aires. Ediciones Mundo Peronista. 1952. Sección VIII
Doctrina de la Nación en materia cultural.
211
“Me parece que, más que una revolución marxista, la de Cuba es una revolución nacional y popular,
como la nuestra, la de Perón; con la diferencia que Fidel ha llevado al socialismo a extremos más
rigurosos que Perón”. Entrevista de El Mundo, domingo 29 de Enero de 1967. citado en ANDRÉS. A.
Op. Cit. p. 63.
212
BOMPADRE, R. “Leopoldo Marechal, un escritor trascendente y porteño” en Todo es Historia.
Buenos Aires. N° 149. Junio del 2002. p. 43.

77
c) Cortázar y el Examen ante la presencia de los otros.

“ Región de manos sucias de pinceles sin pelo


de niños boca debajo de cepillos de dientes.
Zona donde la rata se ennoblece
y hay banderas innumeras
y cantan himnos
y alguien te prende, hijo de puta,
una medalla sobre el pecho
Y te pudres lo mismo”.
“A UN GENERAL” –JULIO CORTÁZAR213

Varias diferencias podemos establecer para distinguir la posición de Julio Cortázar ante
la irrupción del peronismo frente a los otros tres escritores que detallamos. Tenemos que
destacar principalmente que por ese entonces Cortázar no era un escritor distinguido, ni mucho
menos, pero no porque sus trabajos no hayan adquirido relevancia; sino más bien que decidió
publicar sus obras tardíamente. Cuando sucedió la revolución del ’43, estaba trabajando de
maestro en una Escuela Normal de Bolívar y más tarde Chivilcoy. En julio de 1944 acepta un
interinato de tres cátedras en la Universidad de Cuyo: dos de Literatura francesa y una de
Europa septentrional. Se mantendrá allí, durante un año y medio, cuando asciende el primer
gobierno peronista y se intervienen las universidades. Cortázar se adhiere a la protesta y a la
lucha universitaria. Termina preso junto con otros profesores. Al comenzar el nuevo año lectivo,
Cortázar observa que la universidad no ofrecía garantías para una libertad de pensamiento,
entonces renuncia y regresa a Buenos Aires. En la facultad de Filosofía y Letras se pliega a las
demandas y a lucha de los centros estudiantiles contra la intervención. La FUA, a pesar de llevar
a cuestas una gran desilusión frente a la derrota de la Unión Democrática, continúa resistiendo a
lo largo de 1946 y comienzos de 1947.214 En una carta a los alumnos del Centro de Estudiantes
de Filosofía y Letras, les explica que éste es el momento en el cual está en juego la libertad de
pensamiento: “...preferí renunciar a mis cátedras antes de verme obligado a <<sacarme el
saco>>, como les pasó a tantos colegas que optaron por seguir en sus puestos”.215
Consigue un modesto empleo en la Cámara del Libro que le permite gozar del tiempo
suficiente como para frecuentar a un grupo de escritores, que le abrirán las puertas para sus
próximas redacciones en revistas tales como Realidad, Sur y Verbum.

213
CORTÁZAR, J. Divertimento. Buenos Aires. Sudamericana. 1986. p. 100.
214
MANGONE, C –WARLEY, J. Op. Cit. p. 26.
215
DELGADO, J. (Dir.) Protagonistas de la cultura argentina. Julio Cortázar. Buenos Aires. Aguilar.
2006. p. 47.

78
Cinco son sus obras realizadas durante el período peronista: una obra teatral (Los Reyes,
1949), dos novelas que verán la luz póstumamente (Divertimento, 1949 y El Examen, 1950) y
dos libros de relatos (Bestiario, 1951 y Final de Juego, 1956). Todas en mayor o menor medida,
hacen alusión al peronismo y lo que generaba dentro de la burguesía. La crítica que realiza
Cortázar encierra por un lado su defensa a la libertad de pensamiento (algo que se defendía en
común dentro del marco universitario) y por el otro describe desde su percepción y prejuicio
social. Si analizamos el momento en que se publica su tragedia griega Los Reyes podemos
comprobar que lo que trata de expresar es su defensa a la libertad de pensamiento. En dicha obra
se le da un giro a la leyenda griega. El Minotauro representa el poeta, el hombre libre, “el
hombre diferente que el sistema busca encerrar”216; mientras que Teseo representa el defensor
del orden, el autoritario, cuyo “procedimiento es el de un perfecto fascista”.217 Lo que expresa
Cortázar a través de esta obra, es el sentimiento del universitario, su repudio a la contrarreforma
que genera el peronismo, la defensa del individualismo. A su vez, si lo relacionamos con los
cuentos elaborados en este período, puede hacer alusión a la defensa de la cultura elevada; cuyo
fin es mantenerse incólume, sin posibilidad de mezclarse con la cultura popular:
“ (Minotauro) (...)Salir a la otra cárcel, ya definitiva, ya poblada horriblemente con su
rostro y su peplo. Aquí fui libre, me icé hasta mí mismo en incontables jornadas. Aquí era
especie e individuo, cesaba mi monstruosa discrepancia...”218
En ocasión del prólogo para la versión francesa, en 1982, Cortázar nuevamente
explayaría su intención: “Comprendo que a pesar de su envoltorio espontáneamente
anacrónico y del lujo verbal fuera de época –y muy especialmente mía, la Argentina de los años
cuarenta –escribí de un modo abstracto aquello que más tarde intentaría comprender y
expresar en el interior de la realidad que me envolvía. Ahora como entonces, sigo creyendo que
el Minotauro –es decir, el poeta, la criatura doble, capaz de percibir una realidad diferente y
más rica que la realidad habitual –no ha dejado de ser ese <<monstruo>> que los tiranos y
sus partidarios de todos los tiempos temen y odian y quieren aniquilar para que su palabra no
llegue a las orejas del pueblo y no derrumbe las murallas que los encierran en sus redes de
leyes y de tradiciones petrificantes”.219
De alguna manera Cortázar es uno de los que mejores describió el mundo de la
burguesía nacional a través de sus cuentos fantásticos, cuyo eje siempre giraba en torno a una
doble realidad paralela en la cual una de ellas, el lado que retrata lo fantástico o lo inexplicable,
irrumpe sobre la otra, alterándola. De esta forma, el peronismo en los cuentos de Cortázar
irrumpe como algo inexplicable, irreal, que altera todos los ordenes, la costumbre, el buen
gusto. Como habíamos mencionado antes sobre su cuento La banda, lo que se creía falso e

216
CORTÁZAR, J. (Entrevista con Joaquín Soler Serrano) A fondo. Televisión Española. 1977.
217
Íbid.
218
CORTÁZAR, J. Los Reyes. Buenos Aires. Punto de Lectura. 2004. p. 61.
219
MONTES-BRADLEY, E. Cortázar sin barba. Buenos Aires. Sudamericana. 2004. p. 289.

79
inadmisible termina siendo la realidad misma que se había intentado ocultarla hasta ese
entonces. Numerosos fueron los trabajos que emprendieron la interpretación de estos cuentos de
Cortázar bajo una introspección de orden político y social.220 Carlos Gamerro, incluso califica a
Cortázar como “inventor” del peronismo, debido a que fue “el primero en percibir y construir
el peronismo como lo otro por antonomasia; su mirada no intenta inscribir al peronismo en
discursos previos, sino construir un discurso a partir de la irrupción del peronismo como lo
refractario a la comprensión del entendimiento y a la simbolización del lenguaje. El peronismo
es lo que no puede decirse, por eso en su versión más memorable, <<Casa tomada>> se
manifiesta únicamente como ruidos imprecisos y sordos, ahogados susurros. Cortázar es al
peronismo lo que Kafka es al fascismo: no explora su política, sino su metafísica”.221En efecto,
su crítica no es política en concreto, sino que se basa en lo que generó con su política populista
el peronismo. Su novela llamada El Examen, retrata como la barbarie se adueña de la Plaza de
Mayo, mientras un grupo de estudiantes se pierden entre la multitud, totalmente desorientados
frente a lo que están presenciando: “ –Todo Buenos Aires viene a ver el hueso –dijo –Anoche
llegó un tren de Tucumán con mil quinientos obreros. Hay baile popular delante de la
Municipalidad. Fijate como desvían el tráfico en la esquina. Vamos a tener un calor
bárbaro(...) Miles de hombres y mujeres vestidos igual, de gris topo, azul, habano, a veces
verde oscuro...”222 La visión que emula Cortázar está basada en la dicotomía tradicional que
está muy arraigada en la historia argentina: civilización y barbarie, y los derivados de ella. Las
alusiones en ciertos pasajes se vuelve explícita: “Y LOS MONTONEROS ATARON SUS
CABALLOS A LA PIRÁMIDE”223, dice uno de los protagonistas frente a la multitud de personas
que se empieza a concentrar inevitablemente. También existe un enfrentamiento que alude a la
diferencia entre la alta cultura y la popular, cuyos parámetros analizamos anteriormente. Las
menciones que realiza Cortázar, es a través del desprecio que le representa todo lo autóctono y
popular, síntoma que le atribuye al muy mal gusto que tienen las clases bajas. La barbarie se
evidencia hasta en el aire que predomina en la ciudad; en la novela, Buenos Aires está azotada
por una poderosa neblina que impide la visibilidad y una insoportable humedad cuyo hedor se
nota en el aire.

220
Juan José Sebreli fue el primero que interpretó un cuento de Cortázar, dándole una interpretación de
orden político y social en Buenos Aires, vida cotidiana y alineación (1964). Por mención de solo algunos,
podemos citar GOLOBOFF, M. “Una literatura de puentes y pasajes: Julio Cortázar” en JITRIK, N (Dir.)
Op. Cit.; LAGMANOVICH, D. Estudios sobre los cuentos de Julio Cortázar. Barcelona. Hispamérica.
1974. ; SIGAL, S. “Intelectuales y peronismo” en TORRE, J. C. (comp.) Nueva Historia Argentina. Los
años peronistas (1943 –1955).Buenos Aires. Sudamericana. 2002.; AVELLANEDA, A. El tema del
peronismo en la narrativa argentina. 1973.
221
GAMERRO, C. “Julio Cortázar, inventor del peronismo” en KORN, G. (Comp.) Op. Cit. pp. 56 –57.
222
CORTÁZAR, J. El examen. Buenos Aires. Sudamericana. 1986. p. 48.
223
Íbid. p. 55.

80
Dentro de la misma escena de la Plaza, presencian un ritual dirigido hacia una mujer,
que por la descripción, la veneración que se le adjudica, y por ser considerada el nexo entre
Perón y el pueblo, da a entender claramente que hace alusión a Eva Perón224:
“...era un círculo, los tipos se tenían del brazo y rodeaban a la mujer vestida de blanco,
una túnica entre delantal de maestra y alegoría de la patria nunca pisoteada por ningún tirano,
el pelo muy rubio desmelenado hasta los senos. Y en el redil había dos o tres hombres de negro,
que servían en la ceremonia con movimientos de pericón desganado. (...) Uno de los tipos de
negro se acercaba a la mujer, le puso la mano en el hombro.
–Ella es buena –dijo-. Ella es muy buena.
-Ella es buena –repitieron los otros.(...)”225
La crítica de la concentración finalmente llega también a la labor oratoria de Perón, que
es representado como “el candidato con voz de urraca” cuyas palabras suenan huecas:
“-Conciudadanos-dijo la urraca-
esta es la hora de la salida,
esta es la hora del trabajo,
la comunión con la reliquia ha terminado para
vosotros
(y de golpe se dieron cuenta de
que el tipo no hablaba para ellos sino para la columna que
salía del Santuario y se cortaba hacia el lado del Cabildo)
pero se la llevaban con ustedes en el corazón
(...)
-¡Y ADEMÁS QUIERO DECIR QUE EN EL ALTAR DE LA
PATRIA!
Hipo
“ “ “ “ “ “ (con una voz de bocina)
quedan depositados nuestros
nuestros humildes
(De ellos será el cielo)
sacrificios
(Aquí te bandeaste: salió la vanidad,
esa naricita en punta)
¡¡ynosdaráfuerzasparacontinuaradelantehastaelfinal
VIVAVIVAVIVA!!”226

224
Dentro de la interpretación también podría caber que la mujer represente a la patria, y el sentido de
devoción asimilado, el nacionalismo.
225
CORTÁZAR, J. El examen... pp. 49 –50.

81
Lo que realiza en esta parte Cortázar es satirizar el discurso, desfragmentándolo,
acusando las palabras que en realidad, a juicio de Cortázar, no tienen una significancia directa.
En conjunto forman parte de un palabrerío vacío, que sólo surten efecto en el medio de ese
ambiente pasional, completamente irracional. Es sofismo puro:
“-No semos merecedores –dijo el cronista –de una oratoria de tan excelsa alcurnia.
Profundidad de conceptos. Como diría el Dire: inconmensurable.
-Había momentos buenos –dijo Clara -. En realidad usted no tiene por qué aplicar
Demóstenes al hombre de la Plaza de Mayo. Estilos caducos a necesidades nuevas. (...)
-Está muy bien –dijo admirado el cronista-. Yo tampoco creo en las metopas. Pero el
tipo no dijo nada. Claro que peor hubiera sido que nos hiciera creer, técnica ayudando, que
había dicho algo”.227
Sin duda, El examen es el mejor retrato que nos permite comprender los efectos sociales
y culturales que propulsó el peronismo. Existe, incluso, un prejuicio racial tan fuerte por parte
de Cortázar que hasta sorprende con la sinceridad que lo expone:
“(...)-dijo Juan, amargo –nada tiene de brillante pertenecer a la cultura pampeana por
un maldito azar demográfico.
-En el fondo, ¿qué te importa a qué cultura pertenecés, si te has creado la tuya lo
mismo que Andrés y tantos otros? ¿Te molesta la ignorancia y el desamparo de los otros, de
esa gente de la Plaza de Mayo?
-Ellos tienen quimeras –dijo el cronista -. Y son de aquí, más que nosotros.
-No me importan ellos –dijo Juan-. Me importan mis roces con ellos. Me importa que
un tarado que por ser un tarado es mi jefe en la oficina, se meta los dedos en el chaleco y diga
que Picasso habría que caparlo. Me jode que un ministro diga que el surrealismo es
pero para qué seguir
para qué
Me jode no poder convivir, entendés. No-poder-con-vivir. Y esto ya no es asunto de
cultura intelectual, de si Braque o Matisse o los doce tonos o los genes o la archimedusa. Esto
es cosa de la piel y de la sangre. Te voy a decir que cada vez que yo veo un pelo negro lacio,
unos ojos alargados, una piel oscura, una tonada provinciana,
me da asco...”228
Pero en su novela, también criticaba a quienes tenían el deber de defender y difundir la
alta cultura, cuya representación parece indicar a esos grupos de elite como Sur, que
permanecían separados de la realidad, encerrados en un edificio denominado La Casa, donde se
leen textos en francés y se discuten lecturas de grandes autores europeos. A su vez, ese grupo de

226
CORTÁZAR, J. El examen...p. 57.
227
CORTÁZAR, J. El examen...pp. 57 –58.
228
CORTÁZAR, J. El examen...pp. 89 –90.

82
estudiantes protagonistas asiduos de la Casa, también tendrían cierta culpabilidad de esa
desconexión, que los llevó a golpearse las narices frente a la irrupción del peronismo y su jerga
populista.
Cortázar colaboró con Sur desde 1948 hasta 1953.Sin embargo conservó una libertad de
crítica que lo diferenciaba del resto, ya que no tenía ninguna dificultad en defender, por
ejemplo, la novela del peronista Marechal frente a toda la oposición, diciendo que a través de
Adán Buenosayres, se convertía en uno de los creadores del nuevo lenguaje nacional.229
También con la importante discusión con el secretario de la revista y cuñado de Borges,
Guillermo de Torre230; sirve para ilustrar la independencia intelectual con la que actúa Cortázar.
Llegado los sesenta, la nueva retórica política que ejercía el peronismo, que de la mano
de la juventud militante reclamaba la liberación nacional, la unión latinoamericana, y retomaban
las conquistas sociales que había logrado el peronismo clásico como bandera de lucha; invitaba
a un examen de conciencia, una revisión del pasado, el compromiso de la intelectualidad ante el
momento histórico, que obligó a Cortázar a asumir sus prejuicios y se exculparía, separando su
antiperonismo de lo que había surgido a través de ese gobierno que tanto le repulsaba:
“Yo pertenecí a un grupo –por razones de clase pequeño –burguesa- antiperonista, que
confundió el fenómeno Juan Domingo Perón, Evita Perón y una buena parte de su equipo de
malandras con el hecho, que no debíamos haber ignorado y que ignoramos, de que con Perón
se había creado la primera gran convulsión, la primera gran sacudida de masas en el país;
había empezado una nueva historia argentina. Esto es hoy clarísimo, pero entonces no supimos
verlo.
“Entonces dentro de la Argentina los choques, las fricciones, la sensación de violación
que padecíamos cotidianamente frente a ese desborde popular, nuestra condición de jóvenes
burgueses que leíamos en varios idiomas, nos impidió entender ese fenómeno.
“Nos molestaban mucho los altoparlantes en las esquinas gritando: <<Perón, Perón,
qué grande sos>>, porque se intercalaban con el último concierto de Alban Berg que
estábamos escuchando. Eso produjo en nosotros una equivocación suicida y muchos nos
mandamos a mudar.
“(...) el hecho de que nos hayamos ido, en algunos casos, ha sido bastante útil porque si
yo me hubiera quedado en Argentina probablemente no habría llegado a entender nunca lo que
pasaba en mi propio país.
“Puse un océano de por medio y luego llegó la Revolución Cubana (...) en realidad lo
que me despertó a la realidad latinoamericana fue Cuba (...) ese abrirme de pronto a una serie
de cosas que para mí hasta entonces no habían pasado a ser simples telegramas de prensa: la
guerra de Vietnam, el Tercer Mundo, y que me había conducido a una especie de indignación

229
CORTÁZAR, J. Obra crítica. Buenos Aires. Punto de Lectura. 2003.
230
DELGADO, J. (Dir.) Op. Cit. p. 61.

83
meramente intelectual, sin ninguna consecuencia práctica, desemboca en un momento dado en
un decirme:¡bueno, hay que hacer algo!, tratar de hacerlo.”231

d) Sábato y la teoría del resentimiento popular.

“-Vos sos obrero –le dijo.


-Sí, señora. Soy textil –respondió el muchacho.
(...) -¿Y sos peronista?
El muchacho se quedó callado y bajó la cabeza.
La mujer lo miró duramente.
-¿Cómo podés ser peronista? ¿No ves las atrocidades que hacen?
-Los que quemaron las iglesias son unos pistoleros, señora –dijo.
-¿Qué? ¿qué? Son peronistas.
-No, señora. No son verdaderos peronistas. No son peronistas de verdad.
-¿Qué? –dijo con furia la mujer-¿qué estás diciendo?(...)¿Y por qué salvaste a la Virgen de los
Desamparados?
–Y yo qué sé, señora. A mí no me gusta quemar iglesias. ¿Y qué tiene la culpa la Virgen de todo esto?
-¿De todo qué?
-De todo el bombardeo de Plaza de Mayo, qué sé yo.
-¿Así que a vos te parece mal el bombardeo de Plaza de Mayo?
(...)-Yo estaba en Plaza Mayo –dijo-. Yo y miles de compañeros más.
Delante de mí a una compañera una bomba le arrancó una pierna.
A un amigo le sacó la cabeza, a otro le abrió el vientre. Ha habido miles de muertos.
La mujer dijo:
-Pero no comprendés que están defendiendo a un canalla.
El muchacho se calló. Luego dijo:
-Nosotros somos pobres, señora. Yo me crié en una pieza donde vivía
con mis padres y siete hermanos más...”
ERNESTO SÁBATO232

Largo y discontinuo fue la búsqueda ideológica que emprendió Sábato desde su


juventud. Su disconformismo lo llevó de la ciencia al surrealismo y políticamente a pasar del
anarquismo al comunismo, hasta que su visita a la Unión Soviética lo terminó decepcionando el
totalitarismo que emprendía Stalin.233 Siempre expresó su preocupación hacia el ser humano,
una lucha utópica a veces, y magra otras, cuyo fin es lograr, a través de sus ensayos y novelas,

231
GONZÁLEZ BERMEJO, E. Revelaciones de un cronopio. Buenos Aires. Contrapunto. 1986. Citado
en “Julio Cortázar: juego y literatura” en Todo es Historia. N°442. Mayo 2004. p. 45.
232
SÁBATO, E. Sobre héroes y tumbas. (1961) en MAYER, M. (Comp.) El peronismo. Historias de una
pasión argentina. Buenos Aires. Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. 1994. pp.53 –54.
233
CATANIA, C. Genio y figura de Ernesto Sábato. Buenos Aires. EUDEBA. 1997. pp.39 –57.

84
reflexiones espirituales y existencialistas. Desde 1943 formó parte del grupo de colaboradores
de la revista Sur, pero al momento de examinar al individuo, difícilmente podríamos encuadrar a
Sábato dentro de este grupo liberal y elitista. Su exitoso debut como novelista con la obra El
túnel (1948) fue promovida y editada por Sur, y tuvo amplias repercusiones. Como todos ellos,
desde un principio se opuso al peronismo. En esos años, Sábato formó parte del Colegio Libre
de Estudios Superiores, donde se concentró gran parte de la oposición que se habían alejado,
obligatoriamente, de la Universidad intervenida por el peronismo. En efecto, si el peronismo
había buscado la intervención como forma de desarticular los medios opositores, lo que
consiguió fue cohesionar a los excluidos en torno de otras actividades y de otras instituciones
que se mantenían independientes del control gubernamental.234
Cuando finalmente se hizo realidad la primavera de 1955, y la libertadora golpeaba las
puertas a la intelectualidad, anunciado el fin de la tiranía, Sábato participaba del número
especial que le dedica Sur a “los héroes que salvaron a la patria de la garras de la dictadura y de
la barbarie peronista”. Su artículo se titulaba “Aquella patria de nuestra infancia”, y en verdad
no desentonó con el resto de los colaboradores, cuyas redacciones estaban llenos de rencor y
revanchismo y vacíos de crítica constructiva. Aunque para ser justos, el texto de Sábato
emprende una melancólica remembranza de tiempos pasados y asimila cierto grado de
culpabilidad por parte de todos los que de algún modo permitieron el ascenso de Perón: “...cada
nación tiene también el rostro que inmanentemente se merece, pues todos somos culpables de
todo, y en cada argentino había y hay un fragmento de Perón”.235
El gobierno provisional , ya en manos de Aramburu, lo designa director del semanario
Mundo Argentino, propiedad intervenida por el Estado debido a sus vínculos con el régimen
peronista. Desde esa posición encararía la problemática del peronismo, formando parte de la
polémica de la que formaron parte muchos referentes de la intelectualidad desde diversas
posiciones políticas e ideológicas. A mediados de 1956, publicaba una carta abierta dirigida al
nacionalista Mario Amadeo que había publicado en abril de ese mismo año Ayer, hoy, mañana.
En dicho libro, Amadeo reflexionaba sobre el porvenir histórico nacional, después de lo que
significancia que tuvo el peronismo. “El éxito o el fracaso del intento de unir al país depende,
en buena medida, de cómo se interprete el hecho peronista”. A continuación muestra un
panorama de las distintas posturas ante el peronismo y su falta de comprensión. Recomienda
que no exista revanchismo hacia los más perjudicados, que sin duda, son las clases bajas:
“Porque no olvidemos el hecho de que la revolución de septiembre de 1955 no fue solamente un
movimiento en que un partido derrotó a su rival o en que una fracción de las Fuerzas Armadas
venció a la contraria sino que fue una revolución en que una clase social impuso su criterio

234
NEIBURG, F. Los intelectuales y la invención del peronismo. Buenos Aires. Alianza. 1998.p.168.
235
SÁBATO, E. “Aquella patria de nuestra infancia” en Sur, n° 237. 1955. p. 103.

85
sobre otra. Esto acentúa la obligación de cerrar definitivamente el ciclo de la lucha e impone a
los vencedores la obligación de ser especialmente templados y generosos”236.
La réplica que emprende Sábato, en realidad, con El otro rostro del peronismo no
aparenta tantas discrepancias con que las que expone Amadeo, más bien lo que realiza Sábato es
un reproche hacia Amadeo: manifestándole el grado de culpabilidad que tiene el nacionalismo y
a su vez defiende la acusación que se le hace a ASCUA y a sus miembros, de quien él forma
parte aunque no coincida totalmente con ellos. Luego, lo que emprende en su carta es interpretar
el porqué del ascenso de Perón y el papel que generó en las masas a partir de ahí.
El texto se termina distinguiendo notablemente del que había publicado en Sur, pues en
el anterior sólo exponía una parte de la verdad de la victoria libertadora, y al igual que el resto
de los artículos publicados, seguía descreyendo, o al menos no mencionaba, a la otra Argentina:
aquella masa que había salido a la luz con el peronismo, y que serían los principales
perjudicados.
En El otro rostro del peronismo, Sábato expone su teoría del resentimiento popular y
como Perón fue el visionario que con su demagogia tomó la causa popular para sacar provecho:
“(a las masas trabajadoras) se les hablaba de Libertad, pero eran encarcelados cuando iban a
la huelga; se les hablaba de Justicia, pero eran encerrados sin proceso y torturados
bárbaramente en la Sección Especial contra el Comunismo, y el hábeas corpus y los otros
recursos de una justicia teóricamente existentes eran con brutal cinismo burlados en la práctica
de todos los días; se les hablaba de Patria, pero los poderes públicos salían en defensa de
frigoríficos ingleses o norteamericanos. (...)Esos obreros no creían en casi nadie, y tenían todo
el derecho a esa desilusionada actitud. (...)Y así, por obra de un vertiginoso proceso económico
y social, por obra del imperialismo y de sus aliados autóctonos, por obra de políticos cínicos y
acomodaticios, el pueblo argentino terminó en el rencor y en la desilusión”.237
Sábato reconoce que la avidez de Perón fue realizada gracias a la desconexión que
existía entre los doctores (la intelectualidad y los políticos) y el pueblo. Pero Sábato se excusa
de haberse percatado previamente de ese desentendimiento, y afirma que él planteó “ante un
grupo de intelectuales, en el antiguo local del Colegio Libre de Estudios Superiores, el peligro
que significaba un demagogo empuñando las banderas del antiimperialismo y la justicia social,
y la necesidad urgente de crear un movimiento popular, que al mismo tiempo que denunciase la
ascendencia nazi del coronel Perón reivindicase para sí aquellas banderas populares y fuese
capaz de llegar a las masas”238. Reconocía además la incoherencia que se había conformado
con la Unión Democrática que aglutinaba a partidos políticos tan disímiles junto con aquellos
que años atrás nunca habían defendido a los trabajadores, y ahora se congeniaban enarbolando

236
AMADEO, M. Ayer, hoy, mañana. Buenos Aires. Gure. 1956. pp. 89-101.
237
SÁBATO, E. El otro rostro del Peronismo. Buenos Aires. 1956. pp. 18 –19.
238
Íbid. p. 29.

86
banderas tan abstractas como la de “libertad”, sin reconocer que lo que buscaban las masas
trabajadoras era justicia social.239 Difícilmente podremos comprobar si Sábato había percibido
lo que los otros intelectuales no comprendieron, en realidad lo único que podemos afirmar es
que formó parte de la solicitada que emprendieron los escritores en La Prensa, el 1° de febrero
de 1946, donde respaldaba esas “banderas abstractas”. Allí, interpretaba el hecho peronista tal
como lo veía la denominada “izquierda liberal”, como la llama Amadeo: el peronismo era nada
más ni nada menos que un derivado del nazismo: “...todas las expresiones del pensamiento
favorables a la autocracia, la dictadura, el nazismo y el fascismo han gozado de la más
completa impunidad y nadie ha sido molestado porque renegara de la herencia liberal de Mayo
o porque insultara y vejara la memoria de grandes próceres argentinos”. La intelectualidad de
la que formaba parte Sábato adhería a la fórmula de la Unidad Democrática y expresaba su
solidaridad y apoyo “a las justas reivindicaciones sociales de los obreros y campesinos por la
vía de la ley que respete sus derechos sindicales y asegure su autodeterminación gremial”240, es
decir, defienden la vía tradicional donde el cauce de las leyes favorables a los trabajadores que
emprendían los socialistas siempre iba a parar: perdiéndose entre los papeles del despacho de
los diputados, hasta que éstos se dignen a analizarlas. Incluso ni su artículo publicado en Sur
antes mencionado ni algún otro tipo de manifestación que conozcamos, nos permite apoyar esa
postura diferente por parte de él.
Así, aunque reconoce que la masa trabajadora que apoyó a Perón lo hizo porque estaba
indefensa y desposeída, mantiene una postura ambivalente respecto al futuro del país. Mientras
que por un lado apoya el lema de “Ni vencedores, ni vencidos” que había impuesto el efímero
gobierno provisional de Lonardi, por el otro, busca que se termine con la mentira populista de
que el pueblo argentino lo constituye la masa trabajadora, que sólo es producto de la demagogia
peronista, del resentimiento social que invocaba Perón. Sábato rechaza la violencia partidaria y
revanchista pero tampoco expide una revisión de la política que había realizado el peronismo.
De esta forma, no hace una distinción entre el modus operandi y la praxis política. Si bien
Sábato se esfuerza por querer diferenciarse de los liberales de la línea dura, solo logra hacerlo
tibiamente. Como observa Galasso, “en ese momento de furor antiperonista, la de Amadeo
resulta una posición más popular “ que la de Sábato, incluso su interpretación del fenómeno
“resulta más imbuída de sociología e incluso hasta de ribetes de materialismo histórico que la
del propio Sábato, no obstante haber transcurrido éste varios años militando en el Partido
Comunista”.241 La crítica también vendrá del lado de Jauretche, que en carta dirigida a su amigo
en Setiembre de 1956, y luego transcripta en el prologo de Los profetas del odio, le reprocha su
teoría del resentimiento popular, “No, amigo Sábato. Lo que movilizó las masas hacia Perón no

239
Íbid. pp. 29 –31.
240
“Escritores argentinos definen su posición cívica democrática” en KORN, G (Comp.) Op. Cit. pp.27 –
29.
241
Las polémicas de Jauretche. Buenos Aires. Los Nacionales. 1993. p. 153.

87
fue el resentimiento, fue la esperanza. Recuerde usted aquellas multitudes de octubre del 45,
dueñas de la ciudad durante dos días, que no rompieron una vidriera y cuyo mayor crimen fue
lavarse los pies en Plaza de Mayo, provocando la indignación de la señora de Oyuela, rodeada
de artefactos sanitarios. (...)No eran resentidos. Eran criollos alegres porque podían tirar las
alpargatas para comprar zapatos y hasta libros, discos fonográficos, veranear, concurrir a los
restaurantes, tener seguro el pan y el techo y asomar siquiera a formas de vida “occidentales”
que hasta entonces les habían sido negadas”.242 Para ese entonces, Sábato ya se había sentido
desengañado del gobierno de Aramburu, cuando se ve obligado a renunciar de su puesto de
director de Mundo Argentino, al publicar una nota que denunciaba las torturas efectuadas a
presos peronistas. Instantáneamente, ASCUA lo expulsa y otros liberales, como Borges, lo
marginan y le reprochan su actitud ante el gobierno. La posición de Sábato lo apartó cada vez de
sus excompañeros, al momento de querer sacar del largo silencio que sus enemigos políticos y
literarios le habían impuesto a Marechal por su filiación peronista.
La discusión entre los intelectuales sobre el quehacer del legado peronista, continúa
escindiendo entre grupos cada vez más enfrentados. La discusiones sobre el futuro continuarán a
través de apoyar o no a Frondizi, y a su vez el estallido de la revolución cubana agitaba más los
ánimos de los intelectuales, cuya postura predominante será la del compromiso del escritor ante
la problemática social centrándose cada vez en la problemática latinoamericana. El cambio de la
visión que tiene Sábato hacia el peronismo, lo podemos notar en su novela Sobre héroes y
tumbas, publicada en 1961. La postura entusiasta de Sábato ante los hechos desatados en Cuba a
partir del ’59, lo lleva a apartarse cada vez más de los liberales establecidos en Sur, la discusión
ideológica de Bianco y Sábato ante la postura tradicional que defendía Victoria Ocampo lo
alejan definitivamente de la revista. Hernández Arregui destacaba la reacción de Sábato: “El
caso Sábato es también un síntoma del cambio que se opera en determinados sectores de la
intelectualidad liberal. Este escritor ha sido y sigue siendo adverso a Perón, pero ha planteado
la cuestión argentina en términos de lo nacional y lo antinacional, sobre todo, con referencia al
problema del intelectual y el pueblo. Y lo ha hecho como confesión y acusación.(...)Ernesto
Sábato enjuició también a esa izquierda sin conciencia nacional que invalidó a la propia
generación de Sábato al segregarla del país.(...)dijo: <<Se oye decir en este país, sobre todo en
los llamados sectores democráticos que es malo que exista un conductor>>. Y analizando este
argumento, expresó: <<...No alcanzó a comprender cómo Churchill, por el solo hecho de ser
inglés, haya de ser un líder aceptable y no han de serlo otros que no gozan de tan privilegiada
nacionalidad>>.(...)Sábato, incluyéndose en ella, ha condenado a esa intelectualidad distante
del pueblo y sus símbolos. (...)la actitud de Sábato responde a un reencuentro de parte de esa

242
JAURETCHE, A. Los profetas del odio y la yapa. Buenos Aires. Peña Lillo. 1984. p. 26.

88
<<intelligentzia>> con el país. Su voz será escuchada por promociones intelectuales más
jóvenes”.243
Sábato termina encontrando en Sastre a la figura clásica del intelectual –con la que se
identifica- y subraya, ante todo, el hecho de que Sartre fuera criticado por la derecha pero
también por la izquierda, como le sucedía a él mismo. Como afirma Altamirano, “Sábato está
impulsado por el aire de los tiempos, al reclamar que no sea sólo un hombre de libros, sino
alguien capaz, si la ocasión llega, de tomar las armas”.244

e) Consideraciones finales en torno a los autores.

“Ya es hora de que cambies en tu imaginación toda aquella fantochada del paisanaje –envuelto en el
poncho de una mentira literaria- por esta dichosa familia donde no hay chinas sotretas, ni matreros, ni
<<¡ahijunas!>>... sino hombres y mujeres cómodos y como todos... que ya no ganan cinco –oíme bien-
¡cinco pesos por mes! (...)es cierto aquello de que <<todo es según el color del cristal con que se
mira>>. Pero yo te invito a que miremos sin ningún cristal, sin ningún color. Con los ojos nada más...
Que mires con la inteligencia o con el corazón, que es la mejor forma de ver las cosas. Que mires con las
manos, tocando la realidad, que también es un estilo sin engaños. ¿Me entendés ahora?”
ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO245

Pasando el análisis de lo micro a lo macro, comprobamos que los autores mencionados,


no desentonaron en conjunto frente a la irrupción del peronismo. Tanto como los que adherían
al nacionalismo (Marechal), como los liberales (Cortázar) y los liberales más conservadores
(Borges), los adherentes al socialismo (Sábato), no lograron comprender los verdaderos motivos
que llevaron al poder al peronismo, ni tampoco su apoyo incondicional de las masas. El modo
coercitivo que mantenía el peronismo frente a la oposición, los llevó a cohesionar más allá de
ciertas divergencias. El desprecio y la desconfianza se alimentaba desde ambos lados.
Finalmente, la caída del peronismo empezó a mostrar las grietas de esa unión y estallaron los
desacuerdos. Ninguno de ellos mantuvo su posición ideológica, sino que evolucionaron,
formando parte de los vientos de cambios, que los obligó a revisar el pasado desde distintas
perspectivas, pero sin poder alejarse de sus pasiones. A su vez, las precedentes generaciones y
las nuevas (y a la vez viejas) problemáticas políticas los empujaban a la autocrítica y a ponderar
una nueva misión como intelectuales: el compromiso frente a la sociedad, contribuir en la lucha
de la liberación nacional eran los nuevos dilemas.

243
HERNANDEZ ARREGUI, J. J. La formación de la conciencia nacional. Buenos Aires. Hachea. 1970.
pp. 461 –462.
244
ALTAMIRANO, D. “Estudio preliminar” en SARLO, B. La batalla de las ideas. 1943-1973. Buenos
Aires. Emecé. 2007. p. 141.
245
DISCEPOLO, E. Charlas de Mordisquito en MAYER, M. (Comp.) El peronismo. Historias de una
pasión argentina. Buenos Aires. Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. 1994. pp. 30 –31.

89
 Capítulo 6: Caída de Perón, decadencia de Sur.

“Sentimos de algún modo que somos responsables por lo que los representantes del intelecto, por lo
que los hombres del espíritu no han hecho. Aún más por sus omisiones que por sus actos nos
sentimos culpables”.
JEAN-PAUL SARTRE246
“Decepcionados, aún esperábamos algo de los hombres del espíritu, de aquellos a quienes no les
parecía impuesta la compulsión de la práctica. Hombres vivos buscábamos, no sombras ilustres”.
ISMAEL VIÑAS247

Cuando el acontecimiento cumplió su 50° aniversario, Félix Luna recordaba la “gesta


heroica”, (haciendo caso omiso a la antesala de los sucesos de junio del mismo año, la masacre
de Plaza de Mayo, efectuado por el Ejército con un bombardeo a mansalva):
“(La Revolución Libertadora) fue un producto de la desesperación de sectores de la
oposición antiperonista que sintieron cerrados todos los caminos para una salida racional de
la situación existente a mediados de 1955. (...)Fue saludada por la mitad del país y tuvo, sin
duda, características heroicas”.248
Salvando las distancias, la opinión del mencionado historiador no está tan alejada de la que
contempló Victoria Ocampo y su grupo. Ese mismo año, Sur celebraba la hora de la libertad y la
caída del tirano con un número extraordinario, dedicado a la nueva realidad con una edición
titulada “ Por la reconstrucción nacional”. Haciendo un seguimiento de los distintos artículos
que conformaron ese número, (donde escriben Victoria Ocampo, Jorge Luis Borges, Ernesto
Sábato, Silvina Ocampo, Carlos Alberto Erro, Vicente Fatone, Tulio Halperín Donghi,
Francisco Romero, Canal Feijó, entre otros) ninguno se detiene en un análisis profundo de la
problemática que legaba el gobierno depuesto. Ellos tampoco consideraron que existiese una
salida racional. Pero la autocrítica ejercida por el grupo, es muy pobre. Se autodenominan
víctimas del peronismo. Del fenómeno no se podía sacar nada positivo. La inevitable
politización de la revista pasa del “silencio alusivo”249 a un “palabrerío infértil”. A diferencia de
la interpretación de Cortázar con su cuento “La banda”, para Victoria Ocampo, como para
Borges, la realidad que deja el peronismo no fue verdadera, ni lo es sino lo falso. En “La hora
de la verdad”, confesaba que percibió la realidad en el momento en que ella estuvo presa; de
hecho la cárcel significaba la verdadera libertad pues afuera se encontraba lo irreal, la farsa. Ella
había sido encarcelada por un supuesto involucramiento en un atentado dirigido contra Perón
durante una concentración en Plaza de Mayo de 1953, (de su círculo durante el peronismo

246
Presentación de Les Temps Modernes.
247
VIÑAS, I. “La traición de los hombres honestos” en Contorno. N° 1. Noviembre de 1953. p. 3.
248
LUNA, F. “Sobre la Revolución Libertadora” en Todo es Historia, n° 458. Setiembre de 2005. p. 4.
249
Tal como lo denominó Rosalie Sitman en su trabajo Victoria Ocampo y Sur.

90
también habían estado detenidos Carlos Alberto Erro, Vicente Fatone, Francisco Romero, Norah
Borges, entre otros). Concluía su testimonio con la misión que tienen los intelectuales a partir de
ahora:
“...lo que propongo hoy a los intelectuales argentinos es hacer un frente común contra las
mentiras, cualquiera sea su procedencia.
El mal que ha hecho la mentira sistematizada de la dictadura y el mal de las mentiras que
la precedieron, la prepararon y la hicieron viable, es de sobra patente. Cuánto tacto, cuánta
paciencia y cuánto tiempo se necesitará para deshacerlas, para desenmadejarlas; para
extirparlas de los corazones ingenuos donde han anclado, convirtiéndose en creencias”.250
Esta impresión que alberga Sur sobre el peronismo no sufre revisión alguna, aún después de
haber transcurrido la euforia victoriosa del primer momento. Así, podemos citar los números de
Setiembre y Octubre de 1957 y 1958, cuyo motivos de aniversario de la Revolución Libertadora
invitaría a evaluar una nota sobre la situación nacional. En el primer aniversario, encontramos
dos alusiones a la problemática: la primera es una nota de Borges dirigida a Martínez Estrada
mencionada anteriormente, donde se mantiene su posición: “Turiferario a sueldo me llama
Ezequiel Martínez Estrada; la injuria no me alcanza porque yo sé que la felicidad que sentí,
una mañana de septiembre, cuando triunfó la revolución, fue superior a cuantas me depararon
después honras y nombramientos cuya esencial virtud, por lo demás, fue la de ser
reverberaciones o reflejos de aquella gloria. Creí en la revolución cuando ésta no era otra cosa
que una esperanza; sigo prestándole mi fe, ahora que es una realidad victoriosa”251.
El otro artículo es de Francisco Ayala y se titula “El nacionalismo sano, y el otro”. En el
mismo acusa a la predica nacionalista de ser el principal causante del surgimiento del
peronismo, cuyos responsables provienen de la clase media intelectual, desligando gran parte de
la culpa a la antigua clase alta. Ayala sostiene la misma teoría del resentimiento, al igual que
Sábato, pero es el único punto en común que posee, que justamente, como es ya mencionado, es
el menos destacable. El nacionalismo sano, para el autor, es el cual se mantiene entre las clases
cultas, el problema radica cuando un demagogo como Perón lo usa para manipular a “las masas
pseudo –alfabetizadas” para acomodarse en el poder y fomentar el odio. Finalmente, el autor
invoca a la intelectualidad a trabajar en un nacionalismo que no desentone frente al orden
mundial, colaborando y formando parte de éste: “Si la intelectualidad argentina usa esta
experiencia, este escarmiento, para adquirir clara conciencia de que el problema
<<nacional>> es una parte del problema universal de nuestro tiempo, y de que ante los
grandes movimientos sociales, como ante las fuerzas de la naturaleza, es insensato tratar de
cerrar el paso, pero muy factible, en cambio, encauzarlo hacia formas valiosas, creativas,

250
OCAMPO, V. “La hora de la verdad” en Sur, n° 237. Noviembre –Diciembre de 1955. p. 7.
251
BORGES, J. L. “Una efusión de Ezequiel Martínez Estrada” en Sur. N° 242. Setiembre –Octubre de
1956. p.53.

91
contribuirá, y contribuirá decisivamente, no ya a poner su país en franquía y restituirlo a una
forma pública decente, sino también, simultáneamente, a sacar el mundo de la crisis actual”252.
En la edición de Setiembre de 1957, volvemos a encontrarnos con la misma posición: por
un lado, el dilema nacional que siempre mantienen presente: Civilización o barbarie, que
sostiene las divisiones entre los que adhieren a la línea Mayo –Caseros, y los reivindicadores de
Rosas y Perón. La nota es de Luis de Elizalde y está dedicada a la significancia de Alberdi en el
momento actual. En dicho artículo traza un paréntesis histórico entre los gobiernos de Rosas y
Perón, que obstruyeron el camino al progreso y al colaboracionismo mundial que había
enfatizado Alberdi en sus Bases de partida para la organización política de la República
Argentina. Elizalde manifiesta: “Detrás de Bases- es decir detrás de Caseros- estaba lo que no
volvería nunca, lo irremediablemente muerto; después de Bases lo que existía y seguiría
existiendo, Desde 1943 a 1955 pudimos comprobar que ese presunto pasado era de nuevo el
presente; después de 1955, que el mundo anunciado por Alberdi pervivía también”253. Para
Elizalde, el fantasma del rosismo sobrevivía esperando desde su oscuro refugio el momento
indicado para barbarizar la patria: “La causa externa fue la ruptura de la unidad occidental,
provocada por la rivalidad de las grandes potencias europeas, que fue acentuándose en el final
del siglo XIX y culminó con el estallido de la primera guerra mundial en 1914. Las condiciones
que precisaba el hombre federal para reconquistar el poder volvían a producirse”254. El otro
artículo relacionado es el de Héctor Murena, donde se busca el origen de la crisis nacional, y
como contribuyó el peronismo en ella. Alude también al resentimiento de las masas,
aprovechadas por Perón. “...bajo el peronismo se pretendió organizar una justicia social que a
lo que más se parecía era a una venganza”. En este extenso artículo, Murena enfatiza su teoría
de que la crisis argentina no es de carácter político ni tampoco económico sino espiritual, el
cual nos impide formar una auténtica comunidad.255
Esa posición incólume de Sur, defendiendo los mismos valores y criterios, la volvió
indefectiblemente anacrónica. Porque al poco tiempo de haber caído el peronismo, la
intelectualidad desde distintos márgenes, intentaba descifrar el pasado reciente, se planteaban
preguntas relativas a los cómo, los porqué, y los y ahora qué inevitablemente puestos sobre el
tapete después de la experiencia peronista. A partir de ahí se evidenciaron las primeras grietas
dentro de los grupos antiperonistas: Sur luego de la caída de Perón aceleraba su proceso
decadentista. En el anterior artículo mencionado, Murena, al hablar de la alicaída oligarquía
afirmó que para ascender en su momento Perón no hizo más que “apuñalar a un suicida en

252
AYALA, F. “Nacionalismo sano, y el otro” en Sur. N° 242. Setiembre –Octubre de 1956. p. 9.
253
ELIZALDE, L. “Alberdi y el momento actual” en Sur. N° 248. Setiembre –Octubre de 1957. p. 39.
254
Íbid. p. 52.
255
MURENA, H. “Notas sobre la crisis argentina” en Sur. N° 248. Setiembre –Octubre de 1957. pp. 1 –
16.

92
agonía”256... en el caso de Sur y su defensa de valores elitistas, ¿significó la reacción
desesperada que emplea un animal malherido y moribundo?¿El fin del bonapartismo peronista
determinó lo que al final de cuentas resultaba impostergable?
a) Aparición de Contorno.
La revista Contorno aparece como una respuesta alternativa del por entonces clásico bastión
cultural que significaba Sur. Surgida en setiembre de 1953, Contorno está conformada por
egresados, o a punto de egresar, de la Facultad de Filosofía y Letras. Desde su primer número
emprende una búsqueda distinta o reaccionaria hacia la que consideraba Sur. Unos de los
artículos del primer número, encarado por su director Ismael Viñas, manifiesta un
desprendimiento, un desarraigo de la costumbre estática que llevaba a cabo la intelectualidad
tradicional. El título es más que sugerente: “La traición de los hombres honestos”, se evidencia,
en principio la inspiración sartreana que difundía la revista francesa Les Temps Modernes, que
manifestaba el existencialismo predominante, y funcionaba como modelo a seguir para los
jóvenes intelectuales que despliegan desde sus primeros números la teoría del compromiso
enunciada por Sartre durante su experiencia en la “Resistencia francesa”. La traición que
enfatiza Viñas, está dirigida a esa intelectualidad que nuclea principalmente Sur que viven
apartados de la realidad, cuyo único objetivo parece ser el de ser consagrado y reconocido entre
sus pares. Esta crítica dirigida a la cultura elitista también enfatiza en el usufructo de la
consagración para encabezar emprendimientos comerciales, cuyo único fin es lucrar con los
nombres. “La participación de varios de ellos en una empresa comercial, que lucra con sus
nombres y el espejismo de la cultura; la colaboración de varios de ellos en una colección cuyos
libros llamativos prometen el conocimiento de bolsillo (NdA: hace referencia a la colección El
séptimo círculo de Emecé dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares); y el tolerante
silencio de los demás, no ha hecho otra cosa que poner el lamentable epílogo a una época
cuyos albores fueron de algarada”.257
Pero la crítica en la que insiste Contorno, no es solamente dirigida al bloque cultural que
conformaba predominantemente Sur sino que también iba encaminada a su directora y
fundadora Victoria Ocampo. El texto de Adelaida Gigli en el número 3 titulado “Victoria
Ocampo: V. O.”, como lo analiza Marcela Croce, “abusa de varios significados desde el título
que se irán desarrollando de una manera por momentos descriptiva y por momentos con una
argumentación virulenta”258Las observaciones de Gigli, recalcan en la personalidad de Ocampo
un egocentrismo que determina en su revista su hegemonía que conspira contra cualquier
trabajo meramente grupal: es a través de sus desarrollo y selección en la revista, en sus
Testimonios que edita a través de su editorial, donde quiere plasmar de alguna forma su

256
Íbid. p. 3.
257
VIÑAS, I. “La traición de los hombres honestos” en Contorno. N° 1. Noviembre de 1953. p. 3.
258
CROCE, M. Contorno. Izquierda y proyecto cultural. Buenos Aires. Colihüe. 1996. p. 39.

93
apreciación de las cosas, poniéndola en una posición contemplativa y a la vez selectiva: “¿cómo
no hablar de América, de moral, de arquitectura, de música, de cine, de buen gusto, de
Mussolini, de... si todas estas cosas son admirables?(...) V. O. No descubre sino que verifica sus
gustos cultivados; no crea sino que se identifica con las determinadas cosas perdurables en un
cerciorarse constantemente no lanzada a la verdadera vida espiritual (que en muchos sentidos
es soledad) sino a la sociedad de la gente espiritual. Es una búsqueda para afirmarse, para
comprobarse, para adquirirse.”Con su forma de ser, con su discutible modo de defender su
feminidad, Victoria “... ha ganado en conocimiento pero ha perdido en fervor, en el oscuro
fervor de los caudillos, de los santos, de los equivocados”.259Quizás sin quererlo,
inconscientemente, Gigli en su crítica termina dándole una revalorización a la contrafigura, la
persona pública diferente a la persona de Victoria Ocampo en ese entonces: Eva Perón.
De esta forma, el grupo de Contorno lleva a cabo una revisión del quehacer de la
intelectualidad nacional y enfatiza, a través de su crítica, la búsqueda de una necesaria
renovación en la que los intelectuales tengan que cumplir una función de compromiso social y
político. Las acaloradas polémicas que llevaba a cabo Jean-Paul Sartre a través de sus artículos
publicados en Les Temps Modernes, en France-Observateur, en Les Lettres Francaises o en sus
discursos, constituían una evidente referencia para los contornistas, miembros de una
generación que buscaba encarar la problemática nacional y resolver la desconexión que existía
entre la intelectualidad y el pueblo. Así como Sartre se enfrentaba con pensadores teóricos del
marxismo acusando, como en su respuesta dirigida a Claude Lefort, su falta de percepción sobre
la situación del proletariado260, Contorno se enfrenta con los principales referentes de la cultura
argentina acusando su indiferencia o quietismo frente a la realidad nacional.
En los números de Contorno, se revalorizan figuras antes marginadas por criterios estéticos
y políticos como el caso de Roberto Arlt o Güiraldes, y también se revisan a las distintas
personalidades de la intelectualidad criticando la falta de compromiso moral y social de los
consagrados, cuyos trabajos gozan de escaso realismo, los personajes evocados están realizados
con tanto decoro (así califica Adolfo Prieto en su crítica a la novela de Mújica Láinez) que
parecen inanimados, sin vida.
El término que le termina adjudicando Rodríguez Monegal desde la páginas de la revista
Marcha de Montevideo al grupo de Contorno, terminaría siendo la calificación de toda una
generación intelectual que se asoma violentamente luego de la caída del gobierno peronista: los
259
GIGLI, A. “Victoria Ocampo: V. O.” en Contorno. N° 3. Setiembre de 1954. pp. 1 –2.
260
“¿Cómo puede, pues, describir y fijar <<la experiencia subjetiva>> de la clase obrera? Para decirlo
todo, la verdad de un movimiento dialéctico sólo puede establecerse de dos maneras: si se está entrenado
en el movimiento, la que decide es la praxis. La acción y la idea son una sola, la idea verdadera es una
acción eficaz. Si se está afuera de la acción e inmóvil, como está usted, entonces hay que estar colocado
exactamente al final de la historia. (...)...consecuencia necesaria de su quietismo. Poco importa que el
mundo se salve o se pierda, con tal de que quede bien establecido que usted no ha tenido intervención
en ello”. “Respuesta a Claude Lefort” en Les Temps Modernes. n° 89. Abril de 1953 en SARTRE, J.
Problemas del marxismo II. Situations, VII. Buenos Aires. Losada. 2004. p. 16.

94
parricidas, término aprovechado de un concepto acuñado por Héctor Murena, por considerar
que abrogaban los valores de la tradición de la que habían surgido. De hecho, la ruptura con esta
elite cultural es significativa si tenemos en cuenta que tanto Juan José Sebreli como David
Viñas habían participado de la revista Sur anteriormente.
La creciente politización que adquiere la revista luego de la Revolución Libertadora, no es
debido a como cree Terán que “las condiciones de la producción intelectual destinada a dar
cuenta de la realidad nacional fueron altamente sensibles a los acontecimientos políticos”261, ya
que esta postura que toma para sí el grupo contornista se vino anunciando desde la revista
universitaria Centro, y en sus primeros números ya establece una ruptura de criterio cultural
altamente politizada que resignifica una búsqueda de un medio que no sea determinado por el
bloque oficial peronista ni que se someta al clasicismo liberal de Sur. La politización de la
revista de Victoria Ocampo a partir de su número dedicado al triunfo de la Libertadora,
determinará la posición opuesta de Contorno que se venía anunciando desde su número
inaugural. El número es el de Julio de 1956, dedicado al fenómeno peronista y a la vez una
respuesta crudamente dirigida al grupo de Sur y su edición dedicado “Por la reconstrucción
nacional”. En el primer artículo editorial del número titulado “Peronismo... ¿y lo otro?” marca la
posición de la revista y su declaración ideológica, además explica porque no interrumpieron su
número de setiembre de 1955 para hablar de la revolución Libertadora: “Unos momentos de
reflexión nos convencieron de lo gratuito que sería explicar ninguna circunstancia particular:
caímos en la cuenta de que nuestro lenguaje durante el peronismo más crudo debía seguir
siendo idéntico a sí mismo y que el margen de nuestra libertad había estado mínimamente
fijado por exigencias exteriores”.A renglón seguido determinan su denuncia que establece una
relación con el editorial de Ismael Viñas en el número 1 de Contorno: “ Aquello que a los
intelectuales les fue vedado por la dictadura nunca tuvo un carácter fatalmente
problemático.(...)Los intelectuales argentinos en su casi totalidad preferimos disfrazar
nuestra inepcia con resignadas y lamentosas imputaciones a un sistema que no nos respetaba
ni nos admitía”.262 A partir de ahí, los contornistas saben que la caída del peronismo deja a un
proletariado desheredado y castigado por las posturas deterministas y vengativas que tienen el
antiperonismo retrogrado que cree que la Libertadora significa una restauración de la sociedad y
de la política estatal pre-peronista: “sin pretender la posesión de claves que las reemplacen ni
de verdades necesaria e inmediatamente compatibles, nos hemos propuesto enfrentar el riesgo
de decir: esto del peronismo, sí; esto del peronismo, no”.263
Esta perspicacia que acompaña a los contornista es compartida por otros intelectuales que
habiendo sido peronistas se apartaron del gobierno a partir de ciertas divergencias, y

261
TERÁN, O. Nuestros años sesenta. Buenos Aires. PuntoSur. 1991.
262
CONTORNO. “Peronismo... ¿y lo otro?” en Contorno. N° 7 /8. Julio de 1956. p.1.
263
Íbid. p. 2.

95
conformaban una ideología de izquierda popular, como Scalabrini Ortiz, Jauretche y Juan José
Hernández Arregui. Sabían que no se podía mirar hacia un costado y que tenían que surgir en
representación de aquella mitad del país que quedaba proscripta políticamente y necesariamente
tenían que representarlos del único modo posible: asimilando y reivindicando ciertos valores
que dejó el régimen, o de lo contrario formar parte del desencuentro histórico de la izquierda
socialista o comunista, o sino aún peor, negar toda clase de realidad, adhiriendo a una solución
final del peronismo que pregonaba los sectores más gorilas y virulentos. Así los calificaba
Scalabrini Ortiz desde las páginas de la revista Qué: “Los enemigos del general Perón son de
dos clases. Unos lo fueron por sus errores. Otros, por sus aciertos. Los primeros merecen
respeto. Los segundos, desprecio. Los primeros fueron enemigos por la forma personal con que
ejerció el poder, por su origen militar, por su propaganda excesiva que recordaba demasiado
la de los dictadores europeos, por su limitación de la libertad individual, por la coacción
ejercida sobre los partidos opositores o porque esa oposición defendían sus intereses
personales, que deben ser siempre sagrados mientras no se opongan a un más alto interés
nacional o social. A último momento se agregaron los heridos en sus sentimientos religiosos.
La rebelión potencial de todos esos ciudadanos merecen respeto. Pero hubo otro tipo de
opositor. Fue el opositor a los aciertos del general Perón. El enemigo de la industrialización, el
enemigo de la asunción del manejo del crédito y su utilización posterior en beneficio de la
diversificación de cultivos como el arroz, el té, el tung, el olivo y la pequeña ganadería de
chacra. Son los enemigos de la apropiación del comando del comercio exterior que estaba, y ha
vuelto a estar, monopolizado por los frigoríficos y Bunge y Born y sus acólitos. Son los
enemigos de la nacionalización de los ferrocarriles y de los teléfonos que ahora están tratando
de volver a entregar al extranjero. Son los enemigos que la Argentina tenga una política
internacional propia. Los enemigos de los tratados comerciales que abrían amplias
perspectivas al comercio exterior argentino. Los enemigos, en una palabra, de todo cuanto
esfuerzo tendiera a sacar a la Argentina de la innoble posición de factoría inglesa, en que
indebidamente yacía. Dicen que todas esas instituciones y esos actos eran de índole totalitaria,
con cuya calificación solo muestran su ignorancia o su mala fe, porque análogas
organizaciones existen en todos los países civilizados: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia,
Alemania o Italia”264. Salvando las distancias ideológicas, tanto el grupo de egresados
universitarios que conformaba Contorno como la intelectualidad de la Izquierda popular, tenían
en claro, que tenían que tener un compromiso moral y social con el pueblo, y tendrán una
crudísima crítica hacia el grupo de intelectuales liberales que tenían una concepción tradicional
y elitista. No es casualidad entonces, el foco de acusaciones esté dirigida hacia el grupo Sur y

264
SCALABRINI ORTIZ, R. “La oligarquía porteña, contra la nación y el pueblo” en Qué sucedió en 7
días. N°198. Julio de 1958. en SCALABRINI ORTIZ, R. –JAURETCHE, A. Forjando una nación.
Buenos Aires. Ediciones de la UNLa. 2007. Vol.2. pp. 305 –306.

96
sus principales referentes. La confrontación con Contorno no sólo es cultural y de carácter
estético sino predominantemente político, focalizando su acusación en su antiperonismo gorila y
falto de criterio. El número 7 –8, llamaba en sus diversos artículos a un examen de conciencia o
el que caso más virulento, a responderle a Sur y su antiperonismo colonialista, tal como lo
calificaba Oscar Masotta: “(...)Entendamos: ¿Qué educación –educación en la verdad –pueden
llevar a extender Victoria Ocampo y sus amigos, esa gente que tan desgraciadamente se
encuentra expulsada del terreno de la verdad...? Pero entendamos mejor, es fácil: si los
pueblos dicen <<alpargatas sí, libros no>>, los intelectuales de derecha invertirán el eslogan
y si los pueblos hablan de su necesidad de liberarse ellos les contestan recordándoles los
beneficios de la <<inteligencia (...) y de la moral evangélica>>, pero, se sabe, cometiendo el
error incorregiblemente burgués de asimilar la inteligencia a la necesidad de permanecer
oprimidos...
“(...)Según parece los intelectuales de derecha argentinos, la gente de Sur, puede soportar
cualquier cosa menos el recuerdo de la educación peronista: era una grosería. (...) era el
escándalo. Una puta y un aventurero en las aulas argentinas: era la
ignominia.<<Reconstrucción>>: la palabra fue retomada por ciertos círculos de intelectuales
de ideas muy confusas.
“(...) En Sur juran por el <<libre pensamiento>>, por <<occidente>>, por la <<persona
humana>>. Pero desgraciadamente y de hecho el proletariado se encuentra excluido de esa
zona de valores celestes”.265
¿En qué medida Contorno contribuyó en apuntalar la caída libre de la revista Sur? En
realidad, es un producto generacional inevitable que tampoco había desatendido las tendencias
europeas pero frente a otras necesidades políticas y también culturales se modernizaron, y en
cierto aspecto y aunque suene contradictorio, Sur contribuyó en ello a partir de la difusión de los
trabajos de Sartre publicados a comienzos de los cincuenta. No podemos aglutinar a los que
conformaron Contorno dentro de una misma ideología, pero sí tenían en común la necesidad de
un distanciamiento de la intelectualidad tradicional, de la generación del 25 que dominaba la
escena cultural, dueños de un criterio conservador y liberal decimonónico. Mangone y Warley
vislumbran la coexistencia de tres grupos fundamentales en la etapa inicial de la revista: el
articulado alrededor de los hermanos Viñas, crítico del liberalismo en los planos historiográfico
y político —crítica enraizada en la tradición familiar yrigoyenista—; el de Kusch y Solero, que
prolongaba el irracionalismo intuitivo propuesto por Ezequiel Martínez Estrada en los años
treinta y por Héctor Murena en los del peronismo, y el “existencialista-populista-izquierdista”

265
MASOTTA, O. “Sur o el antiperonismo colonialista” en Contorno. N° 7 /8. Julio de 1956.

97
de Correas, Masotta y Sebreli que promovía una articulación todavía confusa de Sartre con
Hegel y Marx.266
El final del peronismo y la efusión de la intelectualidad elitista fue el detonante perfecto
para el antagonismo y la predica de un espacio antagónico del tradicional. Sur nunca revisó su
postura, de hecho el entorno del grupo se replegó sobre sí mismo bajo el mismo concepto de
ideas que manifestaron en el n° 237. Sobre el quehacer intelectual sostuvieron el criterio de
Benda sobre el que proponía Sartre. En setiembre de 1957, Héctor Murena en sus “Notas sobre
la crisis argentina” le contestaba a los que sostenían como criterio el compromiso del
intelectual: “(...)Esto es lo que la política ha hecho con ellos. Les ha proporcionado una
coartada, una disculpa. Sé que con el tiempo su resentimiento irá creciendo hasta volverse
feroz. Por ahora llaman a su actitud <<comprometerse>>. Como si alguien que estudia a
Platón o escribe un poema sobre la forma de las nubes no estuviera comprometido con la
creación entera. Como si un artista o un filósofo pudiera ser un faccioso. En realidad, mis
amigos se extravían porque el contorno social les permite lo que se les ocurra: tal como si no
existieran. Incluso los aplaude. La atmósfera politizada encuentra excelente esta prostitución,
este sordo aniquilamiento de los mejores. Aplaude a unos escritores que con su tarea insinúan
que el escribir sólo tiene por objeto la redacción de panfletos y brulotes: la literatura y el arte
constituyen una perversión innecesaria. (...)La política perturba, desquicia y altera el trabajo:
en la cantidad y en la calidad. Aunque los políticos no tengan la culpa. Aunque no hagan más
que dejarse llevar por la fatalidad histórica.(...) es necesaria una resistencia a la política.
Suena a antipatriótico, a anticívico. Sí. Sin embrago, es imprescindible esa resistencia...
Desoírla, darle la espalda...”267Esa visión fatalista y pesimista se contradecía completamente
con la politización de grupos como Contorno y nacionalistas populares de izquierda que veían
en Arturo Frondizi “la defensa de la causa popular” el avance necesario hacia un país
desarrollista.268 Contorno constituiría el germen de la, denominada por Terán, franja
denuncialista269 que en los sesenta entrará en ebullición al ritmo de los cambios políticos y
sociales que se llevaron a cabo en el mundo y repercutían en los conflictivos e impopulares
gobiernos nacionales.

266
MANGONE –WARLEY. “La modernización de la crítica: Contorno” en Capítulo: la historia de la
literatura argentina. Buenos Aires. CEAL. 1981.
267
MURENA, H. “Notas sobre la crisis argentina” en Sur. N° 248. Setiembre –Octubre de 1957. p. 13.
268
“Solo hay dos caminos: El país tiene que elegir entre el oficialismo continuista (Balbín) y la defensa
de la nación y el pueblo (Frondizi)” enfatizaba la revista Qué sucedió en siete días, cuyo director Rogelio
Frigerio fue el nexo para realizar el pacto entre Perón y Frondizi que transfería el 25% de los votos en
blanco del peronismo a favor del candidato de la UCRI que lo consagrará presidente de la Nación. Qué
sucedió... Año IV. N° 166. 21 de Enero de 1958.
269
TERÁN, O. Op. Cit.

98
270

b) “A rey muerto, no hay rey puesto”.


La intrincada situación nacional luego del lugar vacío que deja el peronismo, no logra ser
resuelta por la Revolución Libertadora. Su inusitada acción de desperonización, las comisiones
investigadoras que presentaban las acciones turbias y malversaciones de fondo peronista no
lograron su cometido. La negación de todos los ejes políticos que había llevado a cabo Perón,
difícilmente podrían ser apartados para los obreros que habían adquirido una importante
presencia y conciencia política. La represión solo contribuyó a aumentar la resistencia. Gran
parte de la intelectualidad antes mencionada apoyaban en las elecciones a Arturo Frondizi, veían
en él no un aplacamiento de la política peronista, sino una evolución positiva y necesaria que
presentaba en su plan de gobierno un desarrollismo nacional. Veían en él al que podía ocupar el
espacio vacío que había dejado Perón. Jauretche decía que por primera vez un intelectual era
apoyado popularmente. El pacto secreto que llevó a cabo con Perón para conseguir la
importante fracción de votos en blanco peronista lo consagró presidente. Pero el apoyo popular
y de las izquierda nacionales que lo respaldaban pronto se desilusionaron, acusándolo de traidor
debido a que su gobierno no significó un ruptura con la Libertadora y sus medidas económicas

270
La sección de la revista Qué titulada “La macana de oro” estaba destinada a publicar las goriladas y
afirmaciones disparatadas del gobierno de Aramburu, y de la intelligentzia local. Siempre desfilaban
escritores habitués de publicaciones liberales y contreras como La Nación y Sur. (Qué... N° 166. Enero
1958. p.29.

99
fueron pocos felices para los que abrogaban un retorno a la política económica nacional y
antiimperialista peronista. Tanto el grupo de Contorno, como los referentes de la izquierda
nacional le retiraron su apoyo y denunciaron su política. Alejandro Horowicz acusa de ingenuos
e imbéciles los que pretendían que el gobierno de Frondizi iba alcanzar tal envergadura: de
ninguna manera podía resucitar una política bonapartista como la que había significado el
peronismo debido a que su apoyo radicaba en el ejercito que es el mismo que terminó
derrocándolo. Además las circunstancias internacionales impedían una política de tal
característica271. El pensamiento determinista y conformista de Horowicz solo trata de explicar
la situación bajo un criterio político ineludible. Lo cierto es que resultaría absurdo creer que
Frondizi pudiera cumplir a rajatabla los condicionamientos exagerados que Perón le proponía;
por otro lado, Perón sabía que nunca podría cumplirlo y de esa forma también mantenía su
fuerza política desde su exilio, conspirando a toda política que se lleve a cabo sin la presencia de
su liderazgo. Pero también hay que asumir que a Frondizi, le faltó entereza, una estrategia
política firme y la consolidación de un bloque de poder que lo respaldara. Sus ambivalencias
entre las dos fuerzas antagónicas solo lo llevaron a su inminente derrocamiento.
La revolución cubana de 1959, cambió el marco de las alternativas políticas e ideológicas
latinoamericanas y ejerció importante influencia en el pensamiento nacional. Esto significó un
ahondamiento más profundo que ya se había desencadenado con la caída del peronismo y las
diferencias entre los diversos grupos opositores se agudizaron, como señala Halperín: “Entre
ese prestigioso pasado y los derechos de un futuro que debía ser necesariamente diferente, se
daba una tensión particularmente dolorosa porque los contendientes habían atravesado juntos
y en el mismo bando, la experiencia peronista y ahora comenzaban a encontrar que corría
entre ellos más distancia que la que los separaba de ese régimen tan aborrecido”.272 La
posición que sostuvo Sur frente a la revolución cubana es otra muestra más de su falta de
comprensión histórica y política. Otro síntoma de su decadencia.
c) La escisión interna: replegarse en lo tradicional.
Victoria Ocampo no pudo soportar las desavenencias internas. Las posiciones políticas
sucumbían dentro de la coherencia cultural e ideología que ella pretendía soslayar a través de su
revista. Las diferencias de interpretación sobre lo que significó el peronismo socavaron en las
relaciones con miembros de la revista, como los casos de Ernesto Sábato y Ezequiel Martínez
Estrada. Lo que significaba en sus inicios un lugar para el debate cultural donde convivían
autores de disímiles características, ya resultaba imposible para una revista que en los sesenta
marcaba una tendencia conservadora, síntoma de no querer asumir que su liberalismo
tradicional era una postura difícil de sostener cuando las circunstancias internacionales y el
surgimiento del peronismo a mediados de los cuarenta le habían firmado su sentencia de muerte

271
HOROWICZ, A. Los cuatro peronismos. Buenos Aires. Hyspamerica. 1986. pp. 164 –167.
272
HALPERÍN DONGHI, T. Argentina : sociedad de masas. Buenos Aires. Paidós. 1967. p. 156.

100
súbita. La revolución cubana fue otro ejemplo más de su ceguera: las diferencias políticas
provocaron el alejamiento definitivo de Ernesto Sábato y también del que había sido jefe de
redacción y una importante figura dentro de la revista durante largos años: José Bianco.
Para Victoria Ocampo la participación dentro del movimiento cultural que emergía desde
Cuba a través de su Casa de las Américas significaba un colaboracionismo político con el
socialismo revolucionario impuesto por Fidel Castro. Para una adherente a la democracia y al
panamericanismo como Victoria Ocampo, la trascendencia que adquiría la Casa de las Américas
era aberrante273. Es otra demostración de que la revista era solamente un medio de difusión de
los gustos y los criterios personales de Victoria Ocampo, que se replegaba internamente con
miembros de su generación que no renunciaban a su carácter elitista y decimonónico. Por ende,
la falta de recambio generacional o, en todo caso, un mejor condicionamiento para que
convivieran distintas posturas que contribuyan a plantear la búsqueda de las nuevas necesidades
culturales que emergían en los sesenta fue otro factor de su decadencia y el derrumbe de la torre
de marfil donde descansaban los baluartes de la cultura tradicional apartados de la cultura kitsch
y de bajo nivel que significaba lo masivo y popular que había crecido notablemente durante la
década peronista.
d) El derrumbe de la torre de marfil.
Como vimos en el capítulo 3, se venía instalando nuevas costumbres de consumo y un
nuevo y amplio margen de variedades para una sociedad que se diversifica y atiende según sus
gustos y preferencias. Significó un emergente consumo de cultura masiva y popular, que se
debió a un mejoramiento en la calidad de vida que posibilitó el acceso a un mercado creciente.
Desde la década del 50 en Argentina se podía comprobar el crecimiento de importantes
editoriales que hicieron una apertura de mercado nacional y exportaban a toda Latinoamérica.
Significó una contradicción y una inútil resistencia para aquellos grupos intelectuales que
defendían una cultura elevada. La revista Sur, desde sus inicios, jamás apuntó a un mercado de
lectores amplios, más bien iba dirigido a la “gente como uno”. Los objetivos que tenía como
punto de intercambio y difusión cultural queda marginado a una selección de autores extranjeros
que apreciaba Victoria Ocampo. Con motivo al 35° aniversario de la revista Sur, Bernardo
Verbitsky desde la revista Confirmado opina: “solo expresa a un reducido sector de lo
argentino.(...) Victoria Ocampo dice que la calidad fue la única discriminación a que se atuvo
Sur. No es cierto, aunque lo diga de buena fe. De buena fe puede creer que Enrique Pezoni,
digamos, es un valor de la literatura argentina (Se trata del Secretario de redacción de Sur).

273
Halperín Donghi encuentra que el papel que Cuba le asignó a la Casa de las Américas era un medio
para contrarrestar los aspectos negativos que le incumbía a la Revolución: “...el papel que tuvo por
entonces Casa de las Américas y sus premios; a través de ellos la isla acosada, cuya revolución ganaba
en el continente tan vastas simpatías, pero tan pocos apoyos inmediatamente eficaces, defendía y
ampliaba su lugar en una comunidad de cultura de la que sus enemigos se habían jurado
expulsarla.”HALPERÍN DONGHI, T. El espejo de la historia. Problemas argentinos y perspectivas
latinoamericanas. Buenos Aires. Sudamericana. 1998. p. 282.

101
Con la misma buena fe, seguro que nunca oyó nombrar a Salvador Irigoyen o Amaro
Villanueva... Arlt no se acercó, pero ¿qué les pasó a algunos que sí se acercaron? El novelista
Roger Plá envió hace años un ensayo a Sur por correo. El ensayo apareció y Plá llamó por
teléfono a Sur. Lo atendió el secretario de redacción quien lo felicitó en francés por su trabajo.
Cuando Plá logró detener esa euforia y pudo por fin explicar que había un error, que él sólo
era un escritor argentino, la cordialidad del otro lado se apagó y Roger Plá nunca pudo volver
a colaborar en Sur. Eso, que parece inventado, ocurrió y explica por qué si el aniversario de
Sur puede ser o parece una fiesta cultural, el sector más amplio de nuestra literatura sólo
puede mirarlo como una fiesta ajena”.274
Durante los cincuenta se puede confirmar un afiance y una nueva conciencia de oficio por
parte de nuevos escritores que amputaban con diversas búsquedas literarias y preocupaciones
políticas. Esto repercutió en lugares donde se resistían a admitir nuevas tendencias políticas y
culturales como la SADE. Lo cierto es que el repliegue de Sur, su europeísmo y falta de
incorporación de una mejor amplitud de colaboradores; su eminente carácter elitista, no podía
significar más que estar alejado de todas las nuevas tendencias.
e) Al margen de las nuevas tendencias.
La década del 60 significó el inicio y el avance de nuevas ciencias que analizaban desde
distintos campos las problemáticas socioculturales, como es la Sociología y la aparición del
Psicoanálisis. También en esos tiempos, aparecieron los Centros que siguieron con los mismos
criterios tradicionales de la cultura argentina: adoptar y desarrollar tendencias culturales de
Europa. Tal es el caso de las actividades de los Centros de arte del Instituto Di Tella que se
extendieron durante la década en Buenos Aires, transformándose con el tiempo en la institución
cultural más significativa de la década, incluyendo el teatro y la música. El objetivo de dichos
centros era actualizar y modernizar las diversas disciplinas artísticas con las que estaban
relacionados. Como siempre había creído Sur, el Di Tella pensaba que el desarrollo sólo podía
conseguirse mediante el fortalecimiento de los lazos con Europa y los Estados Unidos pero con
la promoción de Buenos Aires como centro cultural internacional. Guido Di Tella confesaba:
“...creíamos posible incorporar a Buenos Aires al grupo de grandes ciudades con movimientos
propios y reconocidos”275. En conjunto con los nuevos métodos de marketing y publicidad, el
Di Tella tuvo importante trascendencia para rediseñar nuevas tendencias que antes eran
representadas por los valores tradicionales de la oligarquía. “El Di Tella tenía confianza en su
propia calidad y <<vendió>> su producto con trabajos gráficos memorables en forma de
pósters, fotografías, catálogos y memorias”276. El cosmopolitismo dirigido a un público masivo,
obtuvo también resistencias y críticas, como antes lo había tenido Sur. Los aspectos negativos se

274
Confirmado, Junio de 1966 en JAURETCHE, A. Las polémicas de Jauretche. Buenos Aires. Los
Nacionales. 1993. p. 81.
275
KING, J. El Di Tella. Buenos Aires. Asunto Impreso. 2007. p. 40.
276
KING, J. Op. Cit. p. 47.

102
representaron en la literatura de ese entonces que mantenían una crítica directa al Di Tella,
acusado de difundir el neocolonialismo. Un gran ejemplo notorio de la difusión de una imagen
positiva que trataba de impregnar el imperialismo a partir de la publicidad y la difusión de
tendencias, y donde el Di Tella tuvo gran participación mediante su intervención y con los
happening se evidencia en la película de Pino Solanas y Octavio Getino La hora de los hornos,
donde se muestra como el efecto distorsionante de la publicidad masiva es visto, junto con la
acción del Di Tella, como parte de una colonización pedagógica y una negación a los valores
nacionales277. No obstante, como sostiene Pujol, la experiencia del Di Tella “estaba limitada a
un tiempo y un espacio”, es decir, la verdadera evolución cultural moderna y sus productos
realmente masivos fue lo más significativo de la época: la denominada cultura pop, la
culminación estética de aquello que Walter Benjamín denominó “el arte en su etapa de
reproductibilidad mecánica”278. El arte dejaba de ser único e irrepetible para masificarse y
adaptarse a lo popular. El cambio conceptual de lo denominado cultura tenía un resignificado a
partir de todo un aparato comercial que apuntaba al crecimiento constante de la demanda. De
hecho, lo que era denominado cultura popular en la Argentina adquiría un nuevo significado,
muy lejano de aquel con que se había amalgamado con el peronismo. El mercado era tan amplio
y circulaban tantos intereses con la explosión de los medios de comunicación y la adquisición
de una conciencia de consumo por parte de las diversas clases que difícilmente podría catalogar
a la cultura popular dentro de la rúbrica dicotomía “libros o alpargatas”.
Los años 60 se caracterizaron por gozar de un público creciente, una política editorial más
agresiva y la aparición de varios críticos que ofrecían su apoyo a las nuevas tendencias como
Tomás Eloy Martínez o Ernesto Schóo desde las páginas de Primera Plana, que en su cúspide
de su popularidad tenía una circulación de 100.000 ejemplares. Este notorio incremento de
lectores era acompañado en toda Latinoamérica, producto del crecimiento notable del consumo,
y de numerosas editoriales responsables del marketing que significó el reconocido Boom
literario en los sesenta. Este boom fue el resultado de una notable conjunción de grandes
novelas a mediados de la década mencionada y una revalorización de otras, no menos
importantes, que habían sido soslayadas o leídas en distinto contexto. Este fenómeno funcionó
como un imán que concentró la atención sobre un puñado de nuevos autores y sobre sus
inmediatos maestros, creando así una redefinición de la literatura hispanoamericana,
específicamente la novela; es decir, “hubo un sustancial cambio en la relación de fuerzas
sociales, culturales y estéticas que dan origen a nuestra creación literaria”.279 Este cambio

277
SOLANAS –GETINO (Dir.) La hora de los hornos. Buenos Aires –Roma. 1968.
278
PUJOL, S. “Rebeldes y modernos. Una cultura de los jóvenes” en JAMES, D. (Dir.) Nueva Historia
Argentina. Violencia, proscripción y autoritarismo (1955- 1976) Buenos Aires. Sudamericana. 2007. p.
303.
279
OVIEDO, J. M. Historia de la literatura hispanoamericana 4. De Borges al presente. Madrid. Alianza.
2002. p. 300.

103
consistió en el redescubrimiento de autores contemporáneos, como es el caso del crecimiento en
repercusión de Borges o la reivindicación de Leopoldo Marechal, sino en el surgimiento de una
nueva y más amplia capa de lectores, de un auge editorial dentro y fuera del continente y de una
especie de expectativa histórica despertada por la naciente Revolución Cubana. En nuestro país,
a las grandes casas editoriales como Emecé, Losada y Sudamericana se le sumaron varias
empresas pequeñas, como Fabril, Jorge Álvarez, Centro Editor de América Latina y De la Flor.
Cada una de ellas estaba interesada en promover autores contemporáneos. En esta misma época,
la editorial de la Universidad de Buenos Aires (EUDEBA) adquiría gran importancia y difusión
con su producción de ejemplares baratos de textos y clásicos en tiradas de decenas de miles de
ejemplares. Autores latinoamericanos como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario
Vargas Llosa y Carlos Fuentes obtenían importante repercusión vendiendo centenares de miles
de ejemplares. Consternada frente a la masificación, en 1970, cuando la revista cumple 40 años,
Victoria Ocampo comenta: “Al mismo tiempo, hecho insólito, el vulgo compra las obras de
Cortázar (tan luego Cortázar) y se pasea con sus libros en Torino o en subte o en colectivo”.
John King expresa la resignación de Victoria diciendo “nada podía hacer para revertir el
proceso”. Estaba en lo cierto.
f) Crónica de una muerte largamente anunciada.
Durante los sesenta, Sur significaba una revista de culto en el sentido de su antigüedad
siendo una de las que había persistido durante varias décadas gracias al emprendimiento que
nunca había abandonado su creadora, Victoria Ocampo, y no porque haya sido una revista
exitosa (porque tampoco se propuso hacerlo, ya que su tirada era, en relación al crecimiento
comercial de la época, reducida y sólo se conseguía por correo o en librerías especializadas).
Defensora de sus principios nunca traicionados, Victoria comprendía que la cantidad no
acompañaba a la calidad, y así siempre sostuvo su posición selectiva, y enfrentada o
simplemente indistinta a las nuevas vanguardias culturales. En su autobiografía su pensamiento
es conciso y no da lugar a tergiversación alguna: “...en el arte no bastan la verdad, la
sinceridad, la voluntad, la perseverancia, la honestidad intelectual: hace falta talento. (...) Lo
fundamental es mantener y defender el estándar literario. En arte no cabe la igualdad ni la
caridad. Premiar una obra mediocre porque su autor vive en circunstancias difíciles es
inconcebible. La obra está bien o mal escrita... A la exigencia de calidad a que yo me refiero
se resiste cada vez más el mundo moderno. Es impopular, y con eso queda todo dicho”280.
En 1970 termina de editarse continuadamente, haciéndose entregas especiales de la revista
esporádicamente. Cuando se hizo el cierre de la revista debido al asedio por dificultades
financieras, pero sobre todo por un sentido de inutilidad en que había quedado a partir de los
sesenta, la anfitriona y creadora de la revista que se negaba a desaparecer se despedía con un

280
OCAMPO, V. Autobiografía, citado en AGUIRRE, O. “Sur: de la tradición a la modernidad” en Todo
es Historia. Buenos Aires. n° 406. Mayo 2001. p. 74.

104
comentario irónico:“En toda mujer se oculta una ama de casa que ejerce su vocación de
fregona en los más variados menesteres (...). Barramos pues el piso, enjuaguemos los platos,
colguemos las cacerolas, apaguemos las luces (cuestan caro), abramos la ventana para
ventilar”281.

281
OCAMPO, V. “Después de cuarenta años” en Sur. N° 325. pp. 1 –5. Citado en KING, J. “Victoria
Ocampo, Sur y el peronismo, 1946-1955” en Revista de Occidente. Madrid. Junio 1984. N° 37. p. 44.

105
 Consideraciones finales.

“...La felicidad de la humanidad sólo puede apoyarse en la mentira metafísica... Privándole de esa
mentira recae en las ilusiones de carácter económico... y entonces me acordé que los únicos que
podían devolverle a la humanidad el paraíso eran los dioses de carne y hueso: Rockefeller, Morgan,
Ford... y concebí un proyecto que puede parecer fantástico a una mente mediocre... Vi que el
callejón sin salida de la realidad social tenía una única salida... y era volver para atrás”.
ROBERTO ARLT282

Antes de terminar con la conclusión, mediante la búsqueda que hemos emprendido a lo


largo de este trayecto, tenía que disentir con algunas reflexiones que había llevado Sitman en su
trabajo sobre Victoria Ocampo y Sur. Está relacionado al sentido de importancia que tenía
América dentro de la revista Sur: allí la autora hace una salvedad con respecto al papel
constitutivo de lo europeo en la identidad latinoamericana diciendo que difícilmente le podemos
adjudicar un sentido periférico como lo tenían los asiáticos o los africanos ya que se habían
constituido en el seno del colonialismo europeo283... pero, ¿acaso Latinoamérica salió de un
repollo? Es evidente la importancia de la cultura hispánica dentro de ella y si bien España perdió
sus colonias mucho más temprano que las colonias africanas y asiáticas en dominio de otros
imperios, no podemos desdeñar tal influencia. El nacionalismo siempre reivindicó los valores
tradicionales hispánicos pero no atendía las nuevas tendencias de los centros culturales
importantes y de gran influencia que constituía Francia desde luego. Entonces el interrogante
que plantea Sitman está mal formulado, o en todo caso no hace alusión a la verdadera
problemática, que es por qué las elites de Latinoamérica construyeron una identidad marginal
con respecto a lo que se entendía con el folklore de las clases bajas y se pusieron de espaldas a
sus necesidades. De hecho, es un factor ineludible que explica su falta de comprensión frente a
los verdaderos significados sociales y políticos que emergían con el populismo, producto del
quiebre de contacto con Europa, el fin del imperialismo británico y el surgimiento de un nuevo
orden mundial con Estados Unidos y la Unión Soviética.
La otra cuestión en realidad tiene que ver con una distinta interpretación: en el importante
trabajo desarrollado por John King Sur (FCE, 1989) se sostiene: “Sur es casi siempre leído
como producto de los antecedentes de clase de Victoria, no como texto variado que intenta
reconciliar tendencias divergentes”284. En realidad, el objetivo en principio de la revista era ese,
y se logró en sus comienzos, pero luego de la politización de la revista con la irrupción de la
Guerra Civil española hasta el fin de su publicación, la revista representó la posición ideológica
y se manejó con los criterios de Victoria Ocampo, respondiendo a sus gustos e intereses ya que

282
ARLT, R. Los siete locos.
283
SITMAN, R. Op. Cit.p. 238.
284
Citado en AGUIRRE, O. Op. Cit. p. 77.

106
era financiada y sostenida por ella. En realidad tampoco significa algo llamativo: tanto en los
pequeños proyectos editoriales como en todos los grandes medios masivos, los criterios
informativos y culturales están dirigido bajo los intereses del grupo inversor.
Como consideración para dar fin a este repaso, tendríamos que abordar nuevamente el
epígrafe de Ricardo Piglia en el primer capítulo. Como el autor menciona, en cierta medida, Sur
significó el resultado de una larga tradición cultural de la Argentina que se había asentado bajo
la Generación del 80 en el siglo XIX. Jamás traicionó esa posición que la tenía como estandarte
cultural que necesariamente tenía que tender puentes hacia Europa y reflejarse en un
panamericanismo que la representase porque en algún sentido, América no contaba con un
pasado milenario del cual sentirse orgulloso; era imperioso civilizarse con Europa mediante. El
problema está cuando Europa se barbariza con la rebelión de las masas, el ascenso de los
gobiernos totalitarios y la perdida de la libertad que pregonaban la viejas elites liberales. El
concierto del mundo marcó el paso de su decadencia al apostar Sur en unos principios
decimonónicos que expirarían inevitablemente. Sin embargo, la aparición del peronismo y de
una democracia difícil de comprender para el liberalismo tradicional significó un retonificante
para ese alicaído sector, debido justamente al sentido contrario de lo que se proponía Perón: al
asociar la cultura oficial con la cultura de masas, el crecimiento de la propagandística
gubernamental, su postura antiintelectual y las restricciones a la libertad de expresión a la
oposición, aportó una unión significativa de adversarios que, bajo otras circunstancias, jamás se
podrían haber aglutinado.
Solo con la desaparición de la política coercitiva que ejercía el peronismo en el ’55 se
denota inmediatamente la decadencia de una revista que representaba unos valores
opuestos a los que una nueva generación buscaba representar. Con la irrupción de Contorno
y la tendencia a un sentido del compromiso intelectual la posicionó como su eventual antítesis.
Los cambios sociales y políticos no se habían dado únicamente en Argentina, sino que fue
un fenómeno mundial, que se vislumbró notoriamente cuando las divisiones de fuerzas políticas
se ampliaron y se enfrentaron en una Argentina desorientada luego del ocaso del peronismo
clásico: estaba como decía Halperín “en el callejón”. Los turbulentos sesenta sólo le dieron el
tiro de gracia a una revista que en sus inicios buscaba representar las tendencias culturales
hegemónicas y luego del ’55 se encontraba a contracorriente de los procesos socioculturales.

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