Professional Documents
Culture Documents
Beatriz Elena Maya
Tú eres rey, cierto, pero has de considerarme como tu igual a la hora de responderte,
punto por punto, porque también yo tengo poder y no vivo sometido a ti, sino a Loxias,
como esclavo; de modo que no me verás inscrito entre la clientela de Creonte. A tus
insultos sobre mi ceguera respondo: tú tienes, sí, ojos pero no ves el grado de miseria
en que te encuentras ni dónde vives ni en la intimidad de qué familiares.
Tiresias a Edipo.
Nos presenta este texto la lectura hecha por tres analistas del Campo Freudiano del escrito La
dirección de la cura, quienes nos señalan como Lacan nos muestra que no hay una teoría común de la
transferencia, que hay una confusión a propósito de los conceptos, una mezcla en la conducción de la
cura y cómo cierto tipo de conducción que se funda sobre concepciones erróneas tienen efectos clínicos
de sintomatización.
"El ser del analista no tiene más consistencia que la capacidad, para el que se pretende analista,
de saber simbolizar su propia falta en ser y saber reconocer cuál fue para él el objeto que ha ocupado en
su fantasma el lugar de la falta en ser, con el cual gozaba. Debe saber esto para no interpretar con su
fantasma ni con su síntoma.
Es por eso que la cura analítica de los analistas debe ir hasta el punto en que la cuestión de esta
falta en ser sea encontrada por el sujeto. El ser analista no puede ser la suplencia a la falta en ser en la
estructura" nos decía Guy Clastres en una de sus conferencias llevándonos a pensar que se hace
necesario despejar una ceguera que de no hacerlo conduciría el análisis a la parábola de los ciegos: " si un
ciego guía otro ciego, ambos caen en un hoyo".
Ver por el sesgo del saber, saber el analista la verdad de su propio inconsciente. Pero además se
trata de otro saber al que de alguna manera intentan conducirnos estas conferencias, saber qué es
realmente la interpretación, la transferencia, o por lo menos saber qué eran para Lacan en este
momento, el de la Dirección de la cura. Un texto que alude a los analistas impostores y a análisis que no lo
son porque se reducen a reforzar el supuesto yo débil del paciente; que nos pone en guardia, nos quita
una venda de los ojos pero nos señala claramente que hay otra que sólo se despeja en un análisis propio.
Presentamos entonces el trabajo realizado en el Seminario Itinerante sobre La dirección de la cura
y los principios de su poder realizado en Bogotá del 23 al 25 de Abril de 1993 y en Medellín del 12 al 15 de
noviembre de 1993.
TÁCTICA, ESTRATEGIA Y POLÍTICA EN PSICOANÁLISIS
Guy Clastres
No voy a hacer una conferencia. Voy a intentar leer con ustedes el texto de Lacan que se llama:
« La dirección de la cura y los principios de su poder». En principio, cada uno de ustedes tiene que
haber leído el texto para encontrar sus dificultades y su lógica interna. Antes de hablar propiamente de
él voy a decir cómo entiendo el trabajo. En primer lugar hay que ubicarlo en la historia de la época. Fue
enunciado en un coloquio en 1.958 que marcó la respuesta pública de Lacan a la aparición reciente de
un libro en Francia que se llamaba «El psicoanálisis hoy». En este libro había una serie de nombres de
analistas Franceses, todos miembros de la Internacional Psychoanalytical Association (I.P.A.) que
habían rechazado a Lacan y que daban sus concepciones propias sobre el psicoanálisis. En la primera
parte del texto de Lacan «Dirección de la cura...» hay evocaciones, referencias precisas a este libro.
Después está la respuesta de Lacan concerniente a esas desviaciones.
El texto de Lacan está compuesto de cinco partes principales, cada una de las cuales es
subdividida en varios puntos que marcan una escansión en su discurso, en su progreso crítico. Toma un
punto, lo retoma, lo examina y pasa al punto siguiente. Entonces, para entender el texto hay que leerlo
seriamente, porque precisamente lo que dice Lacan o lo que está latente en su texto es que esos
analistas franceses que han hecho este libro no leen más a Freud; dicen que Freud es el inventor del
psicoanálisis, pero pretenden que hay progresos después de él. Lacan piensa, al contrario, que se debe
retornar, volver al texto mismo de Freud y leerlo. Entonces, hay que hacerlo y ustedes deben, si
quieren, seguir este Seminario, leer el texto de Freud, si no, esto no tiene ningún sentido.
He dicho que está dividido en cinco grandes partes. Las cuatro primeras son preguntas, que
forman sus títulos. ¿Quién analiza hoy? es esto lo que voy a comentar con el título Táctica, estrategia y
política del psicoanálisis. Son tres términos de Lacan que están en esta parte del texto. La segunda:
¿Cuál es el lugar de la interpretación?. La tercera: ¿Cuál es la situación actual de la transferencia?.
¿Cómo actuar con su ser?. Son preguntas que se refieren a los desarrollos del psicoanálisis francés de
esta época. Al terminar no hay una pregunta, sino una respuesta: «Hay que tomar el deseo a la letra».
La última parte es la respuesta de Lacan a Freud; no voy a comentarla porque no es mi trabajo durante
este Seminario pero quiero decir algo a propósito de este último título. «Tomar el deseo a la letra» se
debe entender como el equívoco que hay en el título, es decir, como se significa y también tomar cómo
se pesca un pescado con una mosca, por ejemplo, hay que tomarle con algo, con la letra. Y la
demostración de Lacan en este punto, el último del texto, es mostrar primero cómo Freud, con el sueño
de la bella carnicera, toma el deseo a la letra, interpretándolo. Sueño que Lacan va a retomar y
reinterpretar, siguiendo las huellas de Freud. La segunda parte de esta última referencia es propia de
Lacan, concerniente a un paciente suyo, obsesivo, con el cual Lacan muestra esa toma del deseo con la
letra.
Entonces son preguntas y una respuesta que manifiesta en su elaboración cómo se refiere Lacan a
la obra de Freud en la práctica analítica y que para referirse a él, hay que leer con el sentido que tiene el
texto. Vamos a ver la primera parte que tiene el título de Lacan: «¿Quién analiza hoy?». Se refiere al libro
del que he hablado, «El psicoanálisis hoy». ¿Quién analiza hoy?. La respuesta de Lacan es: «Son
antifreudianos los que analizan hoy» y no son los franceses. Lacan no habla de todos los analistas, habla
de la polémica con los analistas franceses de ésta época. Esta parte es entonces, una pregunta de Lacan y
está compuesta de siete puntos, en los cuales hay un progreso con el que Lacan empieza a situar, no
cuáles son los problemas de los pacientes sino, cuál es el problema del psicoanalista.
Lacan va a sacar de éste libro que critica, algunos ejemplos para mostrar como esos analistas, de
un cierto modo, han dejado el psicoanálisis. Cita una frase mostrando que para algunos de ellos el
psicoanálisis es una reeducación emocional del paciente, que no se trata más de retornar a la historia, de
permitir al sujeto subjetivizar los hechos de su historia propia o también de su familia, o sea los
significantes amos. Se trata de reeducar emocionalmente al paciente, y entonces se muestra lo que Lacan
llama «la impostura que queremos desalojar aquí». Esos analistas son impostores porque se dicen
analistas, pero al mismo tiempo se muestran anti‐freudianos. Lacan no va a contentarse con decir que los
analistas son impostores, porque es verdad que hay una cierta impostura en la función analítica. Va a
intentar mostrar en la continuación del texto cuáles son los problemas, no sólo de la dirección de la cura
sino del analista en la transferencia y en la cura.
Empieza en el segundo punto diciendo lo que se sabe: ¿Que es el psicoanalista? ¿Quien dirige la
cura? ¿Qué significa dirigir la cura? Hay una particularidad aquí, porque dirigir la cura no es dirigir al
paciente, es decir, no es darle consejos, por ejemplo, no es obligarle a hacer cosas. ¿Entonces la dirección
de la cura qué es? Lacan va a responder: «Es hacer aplicar al sujeto lo que se llama la regla analítica». ¿Y
la regla analítica qué es?. Es asociar libremente, dar sus pensamientos sin censura para que se hagan
asociaciones entre los pensamientos y para que se pueda así analizar, por ejemplo, el síntoma. Pero,
como lo dice aquí, el analista da estas consignas al sujeto según el modo con el cual él va a decir lo que se
llama la regla fundamental del psicoanálisis; son las inflexiones de la voz en relación del analista mismo a
la palabra, es decir a la comunicación inicial, en donde se puede entender si él cree o no lo que está
diciendo al paciente y su propia relación íntima a él mismo, a la verdad, por ejemplo.
Entonces, a partir del punto dos de esta parte del texto, Lacan empieza con el analista. Aquí yo
pienso que hay personas que saben que el problema de qué es el analista, de quién es el analista, es algo
que Lacan ha seguido durante su vida entera: el psicoanalista, pero él no estaba seguro que los analistas
existieran.
Empieza el tercer punto con esta frase: «Además ya hemos anunciado que es por el lado del
analista que pretendíamos abordar nuestro tema». En este tercer punto Lacan sitúa, si se puede decir así,
la escena analítica pero del lado del analista, diciendo que no sólo el paciente paga, también el analista
debe pagar. Aquí voy a leer el pequeño punto: «El analista también debe pagar: ‐ pagar con palabras sin
duda, si la transmutación que sufren por la operación analítica las eleva a su efecto de interpretación, ‐
pero también pagar con su persona, en cuanto que, diga lo que diga, la presta como soporte a los
fenómenos singulares que el análisis a descubierto en la transferencia» y termina «¿olvidaremos que
tiene que pagar con lo que hay de esencial en su juicio más intimo, para mezclarse en una acción que va
al corazón del ser ?...».
Estas son tres divisiones de lo que debe pagar el analista, según lo que nos dice Lacan. Yo leo la
primera, lo simbólico, como la relación del analista a la palabra, es decir a la interpretación; se refiere a la
relación del analista con lo que es su concepción de lo simbólico. La segunda, la que se refiere a la
persona, concierne al imaginario propio del analista que se divide entre lo que es el lugar de la
transferencia para el paciente y el analista mismo. La última, lo que concierne el juicio más íntimo «para
mezclarse en una acción que va al corazón del ser»'. Concierne algo de lo real, propio en el juicio del
analista. Cuando Lacan va a desarrollar su Seminario «La Etica », se trata de la relación a lo real.
Esto muestra inmediatamente que Lacan sitúa el problema del analista a un nivel bastante alto, y
él lo aborda con las concepciones que tiene para orientarse dentro del Campo Freudiano: Imaginario,
Simbólico y Real, o pueden decir R.S.I. Con esa división triple Lacan se orienta en la obra de Freud y aquí
me parece que sitúa el analista. Se puede entender, a partir de la posición de Lacan, por qué, los otros
pueden tener las concepciones anti‐freudianas que tienen. Termina este punto evocando la palabra de
alguien que posiblemente es un analista: «El analista cura menos por lo que dice y hace que por lo que
es». Ahí encontramos la cuestión del ser y vamos a ver que esto es algo que Lacan enfrenta en el texto y
en muchos otros. Termina precisamente el punto diciendo: «Sin embargo el ser es el ser, quien quiera
que sea el que lo invoca, y tenemos derecho a preguntar qué viene a hacer aquí»; el ser del analista y la
curación del otro por el ser del analista.
A esta afirmación de este supuesto analista, Lacan en el cuarto punto va a responder: Yo soy
también analista y puedo responder, diciendo: «que está tanto menos seguro de su acción cuanto que en
ella está más interesado en su ser».
No sé lo que evoca, vamos a ver en la discusión qué les evoca a ustedes, pero se puede decir de
otro modo. Si en la práctica analítica el analista goza de ella, goza del imaginario concerniente a su ser,
goza de la idea que se hace de lo que debe ser el psicoanálisis, si esa práctica le sostiene en su ser o si le
da a su propio ser su respuesta. Es decir, que si la práctica analítica es la respuesta en la cual el sujeto
encuentra la respuesta de su ser, entonces no puede estar seguro de lo que hace. En lo que sigue de esta
primera frase, hay un desarrollo de Lacan donde dice: «Después de Dios ‐ Après de Dieu‐ yo soy libre de lo
que quiero hacer y decir en mi despacho, libre siempre del momento y del número tanto como de la
elección de mis intervenciones, hasta el punto que parece que la regla analítica, la regla fundamental, la
regla de la libre asociación haya sido ordenada toda ella para no estorbar en nada mi que‐hacer de
ejecutante» , es decir, para mi, el analista. Aquí habla de la supuesta libertad que tiene el analista en
relación a su acción. En los puntos que van a seguir va examinar cada vez los tres límites que ha evocado
en el punto tres, cuando habla de pagar con palabras, pagar con la persona y pagar con el juicio esencial.
Entonces los que van a seguir conciernen la táctica, la estrategia y la política del análisis; son los tres
desarrollos refiriéndose a esa cuestión de lo que debe pagar el analista en su acto.
Estamos en el punto quinto, en el manejo de la transferencia. Lacan habla del desdoblamiento de
la persona, ese desdoblamiento se refiere a lo que es conocido; es decir, los efectos de la división del yo
que se encuentran en los primeros trabajos de Lacan. En el estadio del espejo él muestra que el yo no es
uno, sino que es en el inicio dividido y que algo de la imagen del sujeto empieza antes que tenga él una
idea clara de su propio cuerpo. La imagen del cuerpo se anticipa sobre el sentimiento de su persona. En el
esquema llamado L, llamado así porque es el esquema Lacan (la primera letra es la L ) se muestra la
relación del eje imaginario en relación al lugar del Otro y el lugar del sujeto, el desdoblamiento se refiere
a esta división del yo.
Pero precisamente los analistas que Lacan critica en este texto dicen que el psicoanálisis debe ser
estudiado como una situación a dos, es decir se refiere a dos yo ( deux mois ). El término de "situación"
pienso que se puede evocar aquí como una referencia filosófica, una referencia en el discurso nuevo de
esos analistas que Lacan critica, Jean Paul Sartre y el existencialismo, era una teoría de la fenomenología
existencialista.
¿De qué se trata en este punto cinco? Se trata de este hecho que los miembros franceses de la
I.P.A. usan en su práctica, en su técnica, del manejo para reforzar el yo del paciente. Se supone a este yo
como débil y el yo del analista como un yo fuerte, que sirve para reforzar este supuesto yo débil del
paciente. La acción de estos analistas, se sitúa aquí en esta parte imaginaria del sujeto y desconocen el
lugar del inconsciente.
Es lo que Lacan va a mostrar en el texto. Los esfuerzos para actuar sobre el yo del sujeto son para
desconocer cuál es el sitio verdadero y la estructura verdadera del inconsciente.
En este punto cinco hay una expresión: «La curación por el interior », sacada del libro "El
psicoanálisis hoy" . Es una expresión de un analista hoy muerto, que se llamaba Sacha Nacht, que hablaba
de curación por el interior; todo eso son desviaciones. Lo que nota Lacan en la continuación del texto es
el efecto espontáneo de la transferencia que aparece cuando un sujeto viene a ver un analista, todos los
analistas lo encuentran, el pedido del amor, la demanda de amor; la demanda en él se manifiesta
inmediatamente como efecto de transferencia v es un efecto espontáneo del sujeto.
Voy a leer la frase que sigue: «Desde hace algún tiempo, los analistas en las revisiones
desgarradoras con que halagan nuestro paladar. Insinuarían de buena gana que esa insistencia de la que
durante tanto tiempo se hicieron baluartes, traduciría en Freud la huida ante el compromiso que supone
la noción de situación. Como se ve, estamos al día ». Aquí está esa referencia a Jean Paul Sartre, porque
estamos al día y la cuestión del compromiso y la situación son referencias sartrianas.
Aquí estamos delante del problema siguiente: Hay una espontaneidad de la transferencia en el
paciente. ¿Qué debe hacer el analista? Según los analistas modernos de la I.P.A. francesa, porque se trata
de ellos, deben de un cierto modo apreciar la fuerza o la debilidad del yo y manejarla, para no sufrir ellos
de los efectos de desdoblamiento que podían encontrar en lo que le sucede al otro, con la demanda del
paciente que les reenvía el otro. ¿Cuál es la táctica? Ellos dicen: Educar, reforzar el yo.
Lacan analiza cómo táctica y estratégicamente se puede actuar frente a esta demanda. En el punto
que va a seguir se refiere al juego del bridge. Hay un muerto en éste que deja abierto su juego y los otros
juegan con el juego abierto del muerto. Pero cuando Lacan aquí habla del uso del tiempo, del momento
en que el analista debe intervenir o no, callarse o hablar, usa la metáfora del bridge, pero no se trata de
jugar con el muerto sino permitir precisamente que algo del lugar, del Otro lugar, de la Otra escena
pueda surgir en el discurso del paciente, con el apoyo de la función del muerto o del lugar del muerto, es
decir, que el analista debe esperar que el juego le permita intervenir en tal momento o en tal otro. Es lo
que significa esta frase aquí. Se podría seguir la metáfora deduciendo de esto su juego según que se
coloque a la derecha o a la izquierda. Yo pienso que es en la mesa de bridge del paciente, es decir en
postura de jugar antes o después del cuarto, antes o después de éste, con el muerto. El problema es con
el muerto.
Mi propia idea es la siguiente. Los efectos del significante, de la relación del sujeto a la palabra,
implican constantemente la presencia de la muerte; no son sólo los obsesivos, también las histéricas, las
fobias, que sé yo. Con la presencia de la muerte se dice otra cosa, la muerte es un efecto de presencia
ligada a la función del lenguaje y a este saber que viene al sujeto, hecho del lenguaje: que un día va a
morir, va a desaparecer; no significa que ha subjetivizado su muerte, porque la muerte de un cierto modo
no se puede subjetivizar; se puede pensar en la muerte del otro, se puede esperar o temer la muerte de
alguien, pero no se puede propiamente hablando, subjetivizar la muerte, lo que se puede subjetivizar es
su lazo con la función significante y el hecho de la muerte; pero la muerte misma no, como lo había dicho
La Rochefocault que fue un moralista francés: «ni la muerte ni el sol se pueden mirar de frente». Aquí
podemos discutir sobre el sentido de todo este pasaje. Lo que dice Lacan es que los sentimientos propios
del analista, es decir, su odio o su amor a propósito del paciente no tienen un lugar. Un sólo lugar posible
es este del muerto, entonces el analista se divide también, tiene que ocupar el lugar del muerto desde el
punto de vista de sus sentimientos, es decir, de algo que va a servir a los analistas de la I. P. A para
estudiar lo que se llama transferencia porque ellos van a hacer una teoría de la contratransferencia, que
precisamente son los sentimientos que ellos o ellas sienten con sus pacientes y van a guiarse en la
interpretación de la transferencia con esos sentimientos.
Aquí Lacan dice exactamente lo contrario: deben estar muertos; que el lugar de la muerte no
impida al analista pensar algo a propósito de su paciente, pero se debe callar desde este punto de vista.
Entonces como lo dice Lacan aquí, la supuesta libertad es también una referencia a Sartre, porque
ustedes saben que él había elaborado toda una libertad ligada a su teoría de existencialismo y habían
ciertos analistas que se referían a esta idea de libertad, entonces aquí hay también una crítica de esta
relación con la libertad, y sabían ustedes que Lacan consideraba que el discurso moderno de la libertad
de ciertos filósofos, de Sartre por ejemplo, era delirante. El analista no es libre ni en su táctica ni en la
estrategia según la cual él dirige la cura y valga decirlo, por qué no, no es libre en su política, si la política
es lo que domina la estrategia y la táctica.
Nos dice esto: «...su acción sobre el paciente se le escapa junto con la idea que se hace de ella, si
no vuelve a tomar su punto de partida en aquello por lo cual ésta es posible, si no retiene la paradoja en
lo que tiene de desmembrado, para revisar en el principio la estructura por donde toda acción interviene
en la realidad». La referencia al desmembrado es casi el despedazamiento del hecho de la estructura, es
decir que las cosas se separan en cuatro lugares (esquema L) y como ustedes lo saben, la estructura de
Lacan son cuatro puntos fundamentales, empieza así con esos cuatro y va a seguir con el esquema R y
con el grafo y con los discursos.
Hay cada vez función de cuatro que es el término, la matriz, si se puede decir, de la estructura y es
eso lo que se les escapa a los analistas si no se plantean una idea de que su acción se hace en ese cuadro
estructural, o en esa estructura de cuatro.
Los analistas de hoy , nos dice, tienen una idea de lo que es la realidad. Aquí tengo estratos del
libro de Dachty y de otros; pero no tiene ningún interés, simplemente se ve que ellos han desconocido
evidentemente los esquemas de Lacan, esa dimensión estructural la desconocen y lo que les sirve de
referencia es lo que llaman el yo adaptado a la realidad y frente a este yo, la función del instinto; hablan
de la fuerza del instinto, lo que Lacan va a teorizar con el concepto de pulsión; ellos hablan del instinto y
del yo. Para ellos el análisis sería reforzar el yo contra el instinto; hay malos instintos que hay que educar.
Para luchar contra esos malos instintos los analistas han inventado la noción del Yo, del ego autónomo,
son los tres de New York: Hartman, Kriss y Lowenstein, que fue el analista de Lacan durante siete años,
pero no se puede decir que los esfuerzos de Lacan contra la I. P. A son efectos de transferencia negativa
tardía, yo pienso que no es suficiente para decir esto. El ego autónomo es la esfera sin conflicto, es decir,
el lugar de la actuación de los analistas que acabamos de decir, un ego sin relación con el inconsciente,
sin relación con la pregunta del sujeto y que se sostiene a sí mismo, muy contento de existir con su
autonomía. Con el ego autónomo no se plantea más la pregunta sobre el ser del analista, porque el
analista tiene él, en estas teorías, un ego autónomo, bien construido, sin conflicto y que es muy sano y
feliz.
En el séptimo punto de esta primera parte del texto Lacan resume los primeros puntos y llega a la
cuestión de qué va a ser la interpretación para el analista a partir de lo que él bien acaba de describir, es
decir, esta división en la que se encuentra el analista en relación a la palabra, a su persona que no es su
ser, la persona es diferente del ser y en su ser propio hay también una definición porque el analista
puede interrogarse sobre qué hace con este trabajo y plantearse la pregunta si en efecto descifrar el
inconsciente se justifica o si no existe el inconsciente; pero la cuestión es si hay que descifrarle o no. Eso
es una pregunta muy precisa en el seno mismo del ser del analista, entonces él debe tener una cierta luz
sobre el desciframiento de su propio inconsciente, pero con ellos no se trata del desciframiento del
propio inconsciente, se trata del reforzamiento de la función del ego. Cuando el analista interviene en la
transferencia, ¿de dónde viene la palabra para el paciente y su relación al inconsciente? Viene de aquí,
del objeto de la transferencia, es decir del objeto imaginario que la persona del analista sirve al paciente,
o viene del lugar del otro, es decir de una identificación a tal figura de la historia del paciente que hace
soportar y encarnar imaginariamente por el analista. La cuestión de dónde viene, quién habla cuando se
habla en la transferencia, es una pregunta.
Es Lacan quien hace la pregunta: ¿quién dirá lo que es el analista y lo que queda al pie del muro de
la tarea de interpretar?, ¿en nombre de qué, este analista interpreta y por qué?. Todas esas preguntas
ningún analista las planteaba en los artículos, en los círculos de analistas, sí se podía hablar pero no se
decía eso, esas preguntas no eran convenientes, no se puede decir qué es el analista, lo que queda al pie
del muro de la tarea de interpretar, que se atreva a decirlo él mismo si todo lo que tiene que
respondernos es que es un hombre, va a decir: que lo tenga o no es todo el asunto. Aquí aparece algo
que Lacan va a llamar el falo, pero el falo va a aparecer en el transcurso del texto y precisamente en esta
última parte ‐Hay que tomar el deseo a la letra‐ en que la cuestión de la función del falo junto a la
cuestión del deseo, aparece como el problema central de toda la economía del análisis. Lacan sigue su
respuesta y voy a leer porque es perfecto: «Que lo tenga o no sería pues todo el asunto, sin embargo es
allí donde vuelve grupas no sólo por la impudicia del misterio, sino porque es ese tener, es del ser de lo
que se trata, y del cómo», refiriéndose aquí Lacan a la función del falo en el deseo, entonces el efecto del
análisis prefiere atenerse al yo de la realidad, y bueno, no voy a decir que eso si se trata de la parte sana
del yo y si se trata de reforzar el yo, entonces no se trata más de psicoanálisis.
Para terminar esta parte, Lacan sitúa el problema diciendo quién es el analista: ¿el que interpreta
aprovechando la transferencia?; es en efecto la primera pregunta. ¿El que analiza como resistencia? , ¿ ó
el que impone su idea de la realidad?, esas son las preguntas que Lacan va a enfrentar en la continuación
del texto.