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Abran sus Biblias en Exodo 15:22. A estas alturas, ya deben conocer algo de
esta historia. El Pueblo de Dios ha estado bajo una esclavitud cruel en la tierra
de Egipto por 400 años, y Dios los ha sacado usando milagros y prodigios.
Moisés está al mando y van rumbo a la tierra prometida. Lo que estamos a punto
de leer, sucede antes de darse los Diez Mandamientos, pero justo despues de
cruzar el Mar Rojo. Dios empieza a revelarse a su pueblo, y aquí hay algo
tremendamente importante que necesitamos ver.
Exodo 15:22-27 dice, “E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron
al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua.
23. Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran
amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. 24. entonces el pueblo
murmuró contra Moisés y dijo: ¿Que hemos de beber?
25. Y Moisés clamó a Jehová , y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las
aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los
probó; 26. Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo
recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos
sus estatutos, ninguna enfermedad de la que envié a los egipcios te enviaré a ti;
porque yo soy Jehová tu sanador.” 27. Y llegaron a Elim, donde había doce
fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí junto a las aguas.
Tomen nota que Dios les dice al final del versículo 26, “Porque yo soy Jehová tu
sanador.” Este actualmente es uno de los nombres de Dios en la Biblia. Es un
nombre compuesto; Jehováh Rophe, el Señor tu Médico, el Señor tu Sanador.
Dios está revelando algo sobre su caracter y su naturaleza. “Este es quien soy.
Este es mi nombre. Yo soy El Señor tu Sanador.” Dios por naturaleza es un
sanador, y lo que es por naturaleza, siempre lo será. Las Sagradas Escrituras
nos dicen en Malaquías 3:6, “Porque yo Jehová no cambio.” Lo que Dios fue
ayer, Dios es hoy; lo que Dios es hoy, Dios será mañana. El no cambia. El era el
sanador de su pueblo es esos días; Él es el sanador de su pueblo hoy en dia.
Esto es significativo dado el hecho que Israel acababa de salir de tantos años de
esclavitud en Egipto. Al cruzar el Mar Rojo, pueden ver como el mismo mar se
traga a sus enemigos. Ya están del otro lado y esto es lo primero que Dios
comparte con ellos. Era tan importante para Èl, que quería que su pueblo lo
entendiera de corazón. Antes aún de darles los Diez Mandamientos, El quiere
hacerles saber que cuidaría de sus cuerpos físicos. Igual que una madre cuida
de las necesidades físicas de su hijo antes de las de su educación, así era Dios
con su pueblo. Esto es importante por esta razón, que fue dado antes de darse
la Ley. Esto no es algo que se muere con la Ley porque existió antes de la ley.
Sin embargo vemos que es algo permanente, porque Dios lo llama un estatuto y
ordenanza. El versículo 25 dice, “...Allí les dió estatutos y ordenanzas”. En otras
palabras, les estaba demostrando que era algo permanente.
Igual que Abraham pagó sus diezmos antes de la Ley, y por consiguiente el
diezmo existe después de la ley, no murió con la ley, así es con la sanidad. Dios
es un Dios de sanidad. En estos tres versículos existe suficiente esperanza
como para que yo quede sanado. Además es importante, porque en esta
situación, el pueblo estaba clamanado, “No tenemos agua.” Las aguas de aquel
lugar eran amargas y Moisés clama a Dios. ¿Y qué es lo que hace El Señor? Le
demuestra un arbol. Es algo chistoso ¿no? O sea que tiene un problema y Dios
le enseña un arbol. Pero el arbol era símbolo de otra cosa. El arbol era tipo y
sombra. Estaba señalando a algo mejor, y Moisés tiró el arbol a las aguas
amargas y se hicieron dulces. Mi querido amigo, ese arbol apunta a otro madero
sobre el cual murió nuestro salvador, porque en el libro a los Gálatas nos dice
“maldito el que es colgado en un madero?.” Cristo tomó nuestra maldición
cuando el colgó sobre al cruz. Y cuando aplicas la obra redentora de Jesucristo
sobre la cruz a las cosas amargas de tu vida, tiene el poder parar endulzarlas.
Una de las cosas más amargas de la vida puede ser la enfermedad. Puede
hacer que la vida sea muy amarga. Pero cuando aplicamos la obra de Cristo a la
amargura de la enfermedad, Dios puede cambiar la situación por completo.
A través del Antiguo Testamento, Dios fue fiel a su promesa de ser su sanador.
Podemos encontrar caso tras caso donde Dios sanó a su pueblo de forma divina
y sobrenatural. A lo largo de los andares de Israel, durante la época de los
reyes; hasta llegar al último capítulo del último libro del Antiguo Testamento,
encontramos que Malaquías está profetizando en el capítulo 4:2 y dice, “Mas a
vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá
salvación (en inglés es “sanidad”).” Amigo, Dios es un sanador.
Repito, los beneficios son buenos; y el Nuevo Testamento nos dice en el libro de
los Hebreos, que tenemos mejor pacto establecido sobre mejores promesas,
porque Jesucristo es el mediador de ese pacto. Las promesas y los beneficios
del nuevo pacto son mejores que las del antiguo. Digamos que su patrón se le
acerca mañana en el trabajo y le dice, “ vamos a cambiar su contrato de trabajo,”
y eso es lo que significa la palabra pacto, o mejor pacto. Y su patrón le dice,
“pues sí, le vamos a cambiar el contrato. Vamos a acortar sus vacaciones de
tres semanas a tres dias por año. Vamos a quitarle el seguro de salud y el
seguro dental, y aumentaremos su jornal por cuatro horas. Así que en vez de
trabajar ocho horas, ahora va a trabajar doce horas.” Usted diría, “Un momento,
¡eso no es mejor! Me está quitando beneficios.” Si eso es tan obvio, no entiendo
como alguna gente puede decir, “Pues la epoca de la sanidad ha pasado. Bajo
la nueva dispensación Dios no sana. En el nuevo pacto, no podemos esperar
que Dios nos sane.” Mi querido amigo, si bajo el pacto antiguo Dios perdonó
todas sus enfermedades y sanó todas sus dolencias, y nosotros tenemos un
nuevo pacto que es mejor que el viejo, entonces por lo menos deberíamos
esperar los mismos beneficios que ellos recibieron. Amigo, las cosas no han
cambiado. El sigue sanando todas nuestras dolencias.
Otra verdad que para mi es convincente del deseo que Dios tiene de seguir
sanando a su pueblo hoy, tal como lo hizo antaño, es la vida de Jesucristo.
Sólo tengo que mirar a la vida de Jesús. Me convence totalmente que la sanidad
es la voluntad de Dios, y quiero demostrarle como.
En el libro de los Proverbios nos dice, “No dejes que esta palabra se aparte de
tus ojos.” Necesita usted mismo leerla. Ahora miremos las palabras de Jesús en
San Juan 14:7 donde hace una afirmación sorprendente. El dijo, “ Si me
conocieses, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le
habéis visto.”
Sigue hablando en el versículo 9 del mismo capítulo, “...El que me ha visto a mí,
ha visto al Padre...” Ver a Jesús es ver al Padre. Conocer a Jesús es conocer al
Padre. Jesús es la voluntad de Dios en acción. La forma en que Jesús trataba a
los pecadores, es la manera en que el Padre los trata. La actitud que Jesús
demostró hacia la religiosidad, la pompa, la ceremonia y los rituales vacíos, es la
misma actitud que el Padre tiene hacia esas cosas. Conforme Cristo ministra a
los enfermos, podemos ver el corazón y la actitud del Padre hacia los enfermos.
Porque Cristo dijo, “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Así que
echemos un vistazo a la voluntad expresa de Dios, y la voluntad de Dios en
acción. El libro de los Hebreos nos dice que Cristo es la imagen exacta del
Padre. El es la impresión exacta y la expresión del Padre.
Vayamos al libre de San Mateo. Estos son sólo algunos de los muchos
versiculos que nos enseñan la misma verdad. Empezaremos en San Mateo
12:14-15 y nos dice, “ Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para
destruirle. 15. Sabiendo esto, Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha gente, y
sanaba a todos.” ¿A cuantos sanó? Los sanó a todos. Quiero que tomen nota
que dice, “y le siguió mucha gente.” No era sólo un grupo grande, sino muchas
multitudes. Algunos comentaristas estiman que las multitudes superaban las
cien mil personas, y estos seguían a Jesús. Ahora para mí es interesante que
esta mucha gente le seguía y Jesucristo los sanaba a todos. ¿No pueden ver
que en Jesús estamos viendo al Padre? Y no se olviden que él es el Señor que
no cambia.
Ahora vamos a Mateo 14:13-15: “Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en una barca
a un lugar desierto y apartado; y cuando la gente lo oyó, le siguió a pie desde las
ciudades. 14. Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos,
y sanó a los que de ellos estaban enfermos.”
Bien, miremos ahora la motivación que Jesús tuvo al sanar a los enfermos. Era
la compasión. Demostraba compasión hacia los enfermos y los que sufrían. No
era para probar su deidad. Jesús tuvo compasión, y sigue siendo el mismo
Cristo lleno de compasión hoy en dia.
Miremos otros versículo en Mateo 14: 35-36: “...y trajeron a él todos los
enfermos; 36. y le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto;
y todos los que lo tocaron, quedaron sanos.” Dense cuenta que aquí estamos
recibiendo una revelación del Padre.
En Mateo 15:30 dice,”Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos,
ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos...” esto quiere decir que eran
personas con otras enfermedades y dolencias, “...y los pusieron a los pies de
Jesús, y los sanó.” Amigo, allí es donde quieres ir si estás enfermo en tu cuerpo.
Necesitas encontrar el camino a los pies de Jesús (Mat. 15:31). Hay una
multitud. Son ciegos, están cojos. Hay todo tipo de enfermedad y dolencia que
puedas imaginar; pero encontraron el camino a los pies de Jesús, y cada uno de
ellos fue sanado.
Las escrituras declaran que él sanó a todos los que llegaban a él. Al llegarle
estas grandes multitudes... miles y miles de personas viniendo a Jesús con todo
tipo de enfermedad y dolencia, no verá ni una vez....no encontrará en ninguna
parte del Evangelio, pero ni una sola vez donde Jesús le dijo a una persona, “Lo
siento, pero no es la voluntad de Dios sanarle.” Nunca dijo, “No quiero.” El no
dijo ni una sola vez, “Pues Dios quiere enseñarle la paciencia y está obrando en
usted, por eso le ha dado esta enfermedad.” ¡NO! Jesús sanò a todos los que
vinieron a él. Jesús dijo, “Si me has visto a mí, has visto al Padre.”
Sigue siendo el mismo Cristo lleno de compasión. En el libro de Hebreos nos
dice en el capítulo 13:8, “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.” Lo
mismo que hizo en la ribera del lago de Galilea, hará hoy a favor de cualquier
persona. El es el mismo Jesús amoroso, maravilloso, compasivo y poderoso que
siempre ha sido. El ver a Jesucristo, es ver al Padre.
Ahora miremos en Mateo 9:37-38. Nos dice, “...a la verad la mies es mucha, mas
los obreros pocos. 38. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su
mies.” De nuevo aquí vemos a Cristo. Su gran corazón de compasión alcanza a
las multitudes que sufren, y él está sanando a todos los que llegan a él. De
hecho, podemos leer varios casos donde Jesús, en la madrugada, está sanando
y ministrando a cada uno. Pero su gran corazón de compasión no estaba
satisfecho porque se encontraba limitado a un lugar geográfico. El se
encontraba limitado por su cuerpo físico. Si querian sanidad, tenían que ir a
donde estaba él. Pero Jesús dijo, “¡No es suficiente!” Por eso dice, “la mies es
mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe
obreros a su mies.”
Luego dice en Mateo 10:1, “..ahora ustedes vayan y sanen a los enfermos, y
echen fuera a los demonios.” No era suficiente que Cristo lo hiciese. El llamó a
los doce y los envió para que ministraran misericordia a los que sufrían y que
sanaran a los que estaban enfermos.” Pero aun así, no estaba satisfecho. El
dijo, “No, hay demasiados que sufren. Hay demasiados que necesitan ser
tocados por Dios.” Así que si vamos a Lucas 10:1 vemos, “ Después de estas
cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos
delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir.”
Miremos algunas de las instrucciones que dió a estos setenta en el Lucas 10:8:
“en cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan
delante; 9. Y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado
a vosotros el reino de Dios.” Ahora no sólo es Jesús y los doce los que están
ministrando sanidad, sino que tiene a otros setenta ministros del Evangelio, que
han sido ungidos por el Espíritu de Dios y que están llevando el poder sanador
de Dios a las masas. ¿Pero sabe que? Aun con eso no se satiface su gran
corazón lleno de compasión. El clama, “No es suficiente. Hay demasiadas
personas que están sufriendo. Mi corazón se quebranta por ellos.”