Professional Documents
Culture Documents
Gerardo Merino
1
Ricœur, Paul, “La historia, la memoria, el olvido”, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2004,
157.g
El álbum fotográfico familiar (AFF) se presenta, en primer lugar, como un
“almacén de la memoria”, como un archivo.2 Se trata, sin embargo, de un tipo muy
particular de archivo: a diferencia de la institución del archivo histórico, que solo guarda
las huellas documentales, y diferencia también del individuo, que solo guarda las huellas
cerebrales y afectivas, el “archivo familiar” que es el álbum fotográfico guarda
simultáneamente huellas documentales y huellas afectivas.
Otro aspecto del AFF permite reafirmar su condición de “puente entre la memoria
individual y la memoria social”: es la temporalidad en el que se inscribe, que no es
estrictamente personal ni, por supuesto, una temporalidad histórica. El álbum familiar se
inscribe en lo que Jesús Martín Barbero, citando a F. Zonabend, llama “tiempo familiar”:
Ese tiempo a partir del cual el hombre se piensa social, un hombre que es ante todo un
pariente. De ahí que el tiempo familiar se reencuentre en el tiempo de la colectividad.3 De
manera que entre el tiempo de la historia –que es el tiempo de la nación y el mundo, de los
grandes acontecimientos que vienen a irrumpir en la comunidad- y el tiempo de la vida
–que va del nacimiento a la muerte de cada individuo y que jalonan los ritos que señalan el
paso de una edad a otra-, el tiempo familiar es el que media y hace posible su
comunicación.4
Ricœur señala también que “el archivo no es sólo un lugar físico, espacial; es
también un lugar social.”5 Y, citando a Michael de Certeau, llamará lugar “a lo que
permite y prohíbe” tal o cual tipo de discurso en los que se enmarcan las operaciones
propiamente cognitivas.”6 Siendo el AFF un lugar social, ¿qué tipo de discursos permite
y prohíbe a su operador, es decir, a la familia que lo compone? Armando Silva
responderá que el álbum familiar permite un discurso de “blancura familiar”, es decir, de
2
Ricœur (2004: 217) define el archivo como “un lugar físico que aloja esta especie de huella que, con todo
cuidado, nosotros distinguimos de la huella cerebral y de la huella afectiva, es decir, la huella documental.”
3
Hasta aquí se trata de una cita hecha por Barbero de La Mémoire Longue, de F. Zonabend, PUF, París,
1980, p. 308.
4
Barbero, Jesús Martín y Muñoz, Sonia, “Televisión y melodrama. Géneros y lecturas de la telenovela en
Colombia”, Tercer Mundo Editores, 1992, p.28.
5
Ibid. Nota 1, p. 217.
6
Ibid. Nota 1, p. 218.
los “momentos felices de este grupo familiar”7 y prohíbe la exhibición de la tristeza, el
fracaso o la vergüenza familiar. El AFF es el archivo para la exhibición por antonomasia,
el mediador entre los individuos y la familia y entre ésta y la sociedad.
Esto nos lleva a la siguiente pregunta, que intentaré responder a partir de las
fuentes investigadas: ¿qué se vuelve “memorable” en el AFF? ¿Qué sucesos entran y
salen del álbum? En primer lugar, entran los acontecimientos que podrían llamarse
cósmicos, que tienen que ver con los ciclos de la vida: nacimientos, uniones afectivas y
(aunque no es el caso de la fuente estudiada) funerales. Dentro de este género, podríamos
ubicar el subgénero de los “retratos familiares”, en los que predominan individuos solos
en el día de su nacimiento, matrimonio, graduación, etc. Después, están las
conmemoraciones (bautizos, cumpleaños, primeras comuniones, fiestas de 15 años,
navidades, fines de año, etc.), que son las que de alguna manera “enmarcan dentro de la
cultura” los acontecimientos cósmicos y las pervivencias de los ritos ancestrales que
marcan el paso de una edad a otra. Luego están las fotos de “viajes familiares”, que se
dirigen, casi sin excepción, a lugares turísticos fuera de la ciudad o a lugares de la ciudad
ritualizados por la memoria colectiva. Es importante mencionar el género de los hitos
escolares (compuesto sobre todo de graduaciones de primaria, secundaria, universidad)
porque es el que conecta más directamente la memoria individual con la memoria
histórica y la memoria oficial –memoria artificial, en el sentido de memoria memorizada-
que inculca el Estado por medio del aparato escolar. Luego está un género, muy
característico de la fuente analizada, que he llamado “Participación política” e incluye
imágenes de marchas, manifestaciones, visitas a organizaciones sindicales o campesinas
o participación de los miembros de la familia en algunas de estas manifestaciones
políticas. El género de las “Fotos de aeropuerto”, que se volvió muy frecuente desde la
décadas del 80, da cuenta la magnitud del fenómeno migratorio en el país y de cómo la
migración deja su huella en la memoria familiar. Finalmente, están las fotos del género
que he bautizado como “la memoria de la ciudad (o del país) como memoria familiar”, en
el que se incluyen fotos de acontecimientos naturales (la erupción del Pichincha), sociales
7
Silva, Armando, “La familia en el álbum de fotografías” en “La dinámica global/local. Cultura y
Comunicación: nuevos desafíos”, Rubens Bayardo y Mónica Lacarrieu (compiladores), Ediciones La
Crujía, Buenos Aires, 1999, p. 185.
(desfiles de las fiestas de Quito) o políticos, tomadas por miembros de la familia e
incorporadas al AFF.
8
Halbwachs, Maurice, “Los marcos sociales de la memoria”, ED. Anthropos, Barcelona, 2004, p. 319.
9
Ibid. Nota anterior, p. 323.
10
Ibid. Nota 7, p. 328.
11
Ibid. Nota 1. p. 83.
acontecimientos, de hechos relativos a una causa que hay que defender. Lo importante es
que estas ideas se vinculen a imágenes y que estos tiempos se almacenen en lugares.”12
Al preguntársele a la madre de familia entrevistada por la inclusión de las
imágenes relativas al Día del Civismo en el AFF (fotos 9, 10 y 11 del anexo), su
respuesta fue: “Esta foto la hizo tu papá el día que juraste la bandera… Era un hecho
importante tanto en lo social como en lo familiar. En lo social se da mucha importancia al
Día del Civismo y para mí era un motivo de orgullo porque culminabas la primaria...”.13
¿No es acaso la inclusión de las fotos sobre esta conmemoración de la memoria
oficial y el testimonio sobre ellas un indicio de cómo en el álbum de fotos la memoria
artificial se naturaliza como un recuerdo familiar?
“En este plano aparente, la memoria impuesta está equipada por la memoria
‘autorizada’, la historia oficial, la historia aprendida y celebrada públicamente...”14 Si me
atrevo a sostener la posibilidad de que en el AFF la memoria artificial se naturaliza como
recuerdo propio es porque la inclusión de este tipo de fotos no es exclusiva de la familia
estudiada sino que hace parte de lo que podríamos llamar géneros canónicos presentes en
casi todos los álbumes familiares, en los que las mismas situaciones se repiten, más allá
de las diferencias de escenarios, de encuadre y composición derivadas de las diferencias
de clase social y otros factores. La familia, sostiene Halbwachs, “entra en contacto con
otras familias y por medio de éstas con todo un medio social que impregna a las familias,
y en donde nacen unas costumbres que se les imponen y no invocan a ninguna en
particular.”15
¿Qué papel cumple el AFF en este aspecto? El de mediador entre la memoria
enseñada y la memoria ejercida, en este caso la memoria oficial del Estado-nación que
aparece en el AFF como recuerdo familiar.
12
Ibid. Nota 1, p. 88.
13
Entrevista a Martha Rosero efectuada el 16/03/08.
14
Ibid. Nota 1, p. 116.
15
Ibid. Nota 7, p. 339.
El AFF como “constructor” de la memoria colectiva
Esta foto me parece que era en la Hacienda Viloxi (sur de Quito), debo tener unos 4 años…
El máximo valor de la época era la hacienda. La clase dominante eran los hacendados… El
que mantenía esta aureola de “hacendados” era mi tío Eduardo Serrano, que no era dueño
sino que arrendaba esa hacienda… En esta foto está mi tía Lolita… mi mamá y yo. Abajo
están dos empleadas vestidas a la usanza indígena –más que nada las trenzas-. La gente en
la ciudad no se vestía así… Era un ambiente bastante rural: se empezaba a cocinar
temprano, la vida giraba en torno a las comidas, que hacían las empleadas para familias
grandes.
Está fue a los 5 días de dar a luz…Yo estaba reposando porque salí muy maltratada del
parto. Fue hecha en un departamento que arrendábamos en la calle Yaupi. Ningún amigo
nuestro tenía un espacio propio, entonces muchos de ellos iban adonde nosotros… La
mayoría de nuestros allegados eran artistas, gente de izquierda, que no veía como su
principal meta lo económico… Era algo extraño que a pesar del boom petrolero, a pesar de
la facilidad de tener cosas, en la gente que hacía arte, que hacía política se daba una especie
de rechazo a tener cosas… Más bien era bien visto el que no tenía nada, el que renunciaba a
todo.
Conclusiones
Después del análisis de las fuentes propuestas, una primera conclusión es que no
se puede leer el AFF desde una sola perspectiva. Es decir, si bien puede afirmarse que los
marcos sociales de la memoria y la memoria artificial aprendida en el sistema educativo
actúan sobre este artefacto de memoria, de un modo más bien inconsciente, para
enmarcar lo que se vuelve “memorable”, tampoco se trata de un proceso automático y
19
Ibid. Nota 7, p. 341
absoluto, en el que los actores actúan como “repetidoras” de lo que la memoria oficial
quiere que se fije en las conciencias individuales como digno de ser recordado.
El álbum fotográfico también construye una memoria individual y familiar
propias que se mueven en una dialéctica permanente con la memoria colectiva: los
hechos individuales representados en las fotos dan cuenta de una época, un espacio, una
atmósfera y unos valores cuya evocación se vuelve recuerdo compartido. Y viceversa: el
recuerdo de los hechos históricos y sociales que enmarcan las fotografías se interiorizan
en cada individuo haciéndose parte de su memoria individual. Como diría Ricœur: “Si la
memoria colectiva saca su fuerza y su duración de tener como soporte un conjunto de
hombres, son, sin embargo, individuos los que se acuerdan en cuanto miembros del
grupo. Diríamos de buen grado [sic] que cada memoria individual es punto de vista sobre
la memoria colectiva…”.20
La peculiaridad del AFF de “presentarse” en imágenes lo asemeja más a la
memoria natural que cualquier otro tipo de archivo. Por otra parte, en virtud de su
capacidad de provocar una ligazón entre las imágenes y los testimonios orales, pasando
por alto la mediación “logocéntrica” -diría Jacques Derrida- de la palabra escrita, el
álbum familiar, más fácilmente que otros aparatos de memoria, puede devolver a los
actores sociales el “poder de narrarse a sí mismos”, según el deseo de Paul Ricœur. Pues,
como diría Armando Silva, “todo álbum familiar termina siendo más para ser escuchado
que visto.”21
En este sentido, el álbum fotográfico, no solo el familiar, puede volverse no
únicamente un método para recuperar las memorias de los grupos sociales que por su
condición de subalternizados frente al poder no poseen documentos escritos que den
cuenta de su memoria, sino un terreno para pensar una historiografía en que los actores
sociales se tornen narradores de su propia historia.
De este modo, podría darse una contribución decisiva para el proyecto
mencionado por Ricœur de una “memoria integral”, que “agrupa memoria individual,
20
Ibid. Nota 1, p. 94.
21
Ibid. Nota SILVA, p. 187.
memoria colectiva y memoria histórica.”22 Y lo que es más importante, para que la
memoria deje de ser un objeto de estudio de la historia y se convierta en su matriz.
22
Ibid. Nota 1, p. 512