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Corte Suprema de Justicia

Relatoría Sala de Casación Penal


Indice Segundo Trimestre de 2001

SENTENCIA ANTICIPADA-Interés para recurrir/ SENTENCIA ANTICIPADA-


Irretractabilidad/ SENTENCIA ANTICIPADA-No depende de lo demostrado o
controvertido en la actuación/ SENTENCIA ANTICIPADA-Oportunidad para
solicitarla/ SECRETARIA-Libro de registro: Tránsito de expedientes/
CONSTANCIAS SECRETARIALES/ PRUEBA-Contradicción probatoria:
Mecanismos/ PRUEBA-Los vicios propios no se comunican a la actuación
procesal SENTENCIA ANTICIPADA-Imputación fáctica, imputación jurídica/
ENRIQUECIMIENTO ILICITO DE PARTICULAR-Sentencias de
constitucionalidad/ CIRCUNSTANCIAS GENERICAS DE AGRAVACION
PUNITIVA-Ordinal 11/ CIRCUNSTANCIAS DE AGRAVACION PUNITIVA

1. En la materia ha sostenido la Sala que en la actuación penal todos los sujetos


procesales tienen en principio el derecho de impugnar las providencias judiciales
emitidas en el curso del trámite, desde luego, atendida la naturaleza de las mismas y
los recursos que por razón de ella admiten; sin embargo, como los medios de
refutación constituyen un mecanismo para obtener la corrección de los errores de
estructura, de apreciación probatoria o de simple lógica jurídica en los que incurre el
juzgador y que perjudican a una o a varias de las partes, de una determinada decisión
sólo pueden recurrir quienes en concreto derivan de ella un agravio.

Ahora bien, tratándose de las sentencias proferidas en desarrollo de las formas de


terminación anticipada del proceso, esto es, de la audiencia especial y la sentencia
anticipada, el interés jurídico para recurrirla a través de la alzada se encuentra aún
más restringido tratándose del procesado o su defensor, por cuanto se sustraen del
ámbito de la impugnación aquellos aspectos que integran la aceptación del cargo o el
acuerdo sobre el mismo, según el caso, así como lo atinente a la responsabilidad
penal; reserva que encuentra sustento en la imposibilidad de retractarse de lo
admitido en virtud de los principios de eventualidad o preclusión y de la seguridad
jurídica.

Efectivamente, al tenor del numeral 4º del artículo 37B del estatuto penal adjetivo,
que desarrolla normativamente esa comprensión de tales institutos, la legitimidad
para apelar la sentencia anticipada, tratándose del sindicado o su defensor, se
circunscribe a los tópicos establecidos en dicho precepto, esto es, a la dosificación de
la pena, al subrogado de la condena de ejecución condicional y a la extinción del
dominio sobre bienes, dentro de los cuales cabe predicar también la temática de la
condena al pago de perjuicios con ocasión de la declaratoria de inexequibilidad del
numeral 5º ibídem, subrogado por el artículo 12 de la Ley 365 de 1997, que sustraía
la definición de la responsabilidad civil en los fallos de carácter anticipado (sentencia
C - 277 de junio 3 de 1998, M.P. Dr. Vladimiro Naranjo Mesa).

Estas restricciones, previstas de manera expresa para el recurso de apelación se


pregonan también en sede de casación como ha precisado de antaño la Sala y
recuerda la Delegada, pues un criterio distinto "conllevaría al desconocimiento de las
finalidades del proceso especial -fundadas en razones de una política criminal
enderezada a brindar el doble beneficio de disminuir costos con la administración de
una justicia pronta y eficaz, que comporte al tiempo un resultado punitivo menos
gravoso para el procesado- mediante la introducción a destiempo de la posibilidad de
arrepentirse de la manifestación de conformidad con los cargos y la prueba de ellos,
expresada en la diligencia previa a la sentencia (autos de julio 3 de 1997 y marzo 4
de 2000, M.P. Dr. Arboleda Ripoll).

2. De tiempo atrás la Sala ha sostenido la posibilidad de denunciar en la sede


extraordinaria la nulidad cimentada en la violación de las garantías fundamentales,
sin embargo, el interés jurídico para recurrir en casación en estos específicos eventos
no se determina por la simple alegación de su menoscabo, como parece entenderlo la
Delegada al derivar su existencia, sin más miramientos, de la naturaleza del cargo

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elevado; adversamente, conforme al reiterado y pacífico criterio de la Corporación, se
torna necesario verificar si el planteamiento del reproche de nulidad simple y
llanamente propende por la inaceptable retractación del cargo libremente aceptado
por el sindicado o acordado de su parte con la Fiscalía, según el caso (casaciones del
11 de agosto de 1999, M.P. Dr. Carlos Augusto Gálvez Argote, 26 de octubre de 1999,
M.P., Dr. Carlos Eduardo Mejía Escobar, junio 6 de 2000, M.P., Dr. Alvaro Orlando Pérez
Pinzón, entre otras), que es precisamente la situación que fluye aquí ostensible al
examinar en detalle la formulación y sustentación del reproche consignado en la
demanda, así como los argumentos a través de los cuales el actor fundamentó la
procedencia de la censura desde la óptica del requisito de procedibilidad en comento.

En efecto, el demandante invocó la causal tercera de casación para reclamar la


invalidación del proceso a partir del cierre del ciclo instructivo, y sin mención al
artículo 304 del C. de P.P. que recoge las causales de nulidad, aludió en forma
tangencial al menoscabo del derecho a la defensa, para finalmente concretar las
anomalías puestas de presente y atrás deslindadas, en dos ataques que traducen la
simple pretensión de retractarse de lo admitido o la de retrotraer el trámite al estadio
del sumario para revivirle a su asistido la coyuntura de acceder a la sentencia
anticipada en esa fase con mayores beneficios en la tasación de la pena.

3. Con tal planteamiento que nada tiene que ver con el respeto de las garantías
fundamentales el actor perdió de vista, además, que las formas de terminación
anticipada del proceso, como fórmulas del llamado derecho penal premial, no
dependen de lo demostrado o controvertido en la actuación sino de la intención del
sindicado de contribuir a la eficacia y celeridad de la administración de justicia a
través de la aceptación incondicional de su responsabilidad penal ante el aliciente de
los beneficios en punto de la pena.

4. Este debate en torno a los manidos documentos y que concluyó con la tajante
afirmación de la Corte de estar incorporados en el plenario, conviene advertir, se
produjo con precedencia a la ejecutoria del cierre de la investigación, por lo tanto, si
en gracia de discusión se admitiera que por cualquier causa el procesado y sus
representantes judiciales no habían tenido acceso con antelación a tales elementos
de juicio, no puede negarse que a partir de entonces quedaron alertados de su
existencia, que pudieron y debieron imponerse de su contenido, en fin, que con
ocasión de tal proveído, por lo menos, les fue permitido si era el caso y como se
afirma hipotéticamente, replantear la estrategia defensiva para solicitar otras pruebas
o decidir sobre la conveniencia de optar por la terminación anticipada del proceso en
la fase del sumario.

Más aún, con idéntica orientación argumentativa señálase que la discusión sobre el
aporte de los extractos y consignaciones de marras quedó zanjada antes de la
ejecutoria del cierre de la investigación, pues en el auto que resolvió el recurso
impetrado contra tal decisión la Sala insistió una vez más en que los documentos
echados de menos obraban incorporados en el plenario, del que igualmente fueron
impuestos en forma personal el sindicado y el defensor suplente (fls. 64 a 68, 69, 72
cdno. 6); y así las cosas, desde ninguna óptica les quedó cercenada al sindicado y a
sus apoderados la oportunidad de conocerla, controvertirla o debatirla, así como de
orientar sus pretensiones hacia nuevos rumbos con cimiento en ella, incluso, de
solicitar el proferimiento del fallo anticipado pues como tiene discernido la Corte el
hito para dicho efecto en la fase del sumario se extiende hasta la firmeza de la
providencia que pone fin al ciclo instructivo.

5. Por otra parte, despejando cualquier inquietud que aun pudiera subsistir sobre la
permanencia del anexo número 21 en tales dependencias, no en el Despacho del
entonces Magistrado Sustanciador como se insinúa mediante la alegada enmienda
que presenta el libro que registra el tránsito de los expedientes entre las distintas
oficinas de la Corte, de mero control y despojado de idoneidad probatoria para los
fines indicados, pues conforme a la usanza judicial está caracterizado por la
informalidad en sus anotaciones, se tiene la constancia de la Secretaría de la Sala,
que constituye ésta sí documento público revestido de presunción de autenticidad y
veracidad, emitida con fecha mayo 9 de 1996...

6. La controversia de la prueba se materializa a través de diversos mecanismos, vr.


gr., asistiendo a su práctica e interviniendo en forma activa en la respectiva diligencia,
que tratándose del testimonio puede traducirse en el interrogatorio del deponente;
permitiéndosele al procesado y a su defensor contradecir en un plano argumentativo
o mediante la solicitud y aporte de prueba aquellos elementos de juicio incorporados

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al plenario que le son adversos; impugnando las decisiones en las que se les concede
un mérito probatorio del cual se discrepa; o bien demostrando la ilegalidad del medio
o de la forma como fue obtenido para excluirlo del análisis del juzgador.

De ahí que en el caso de autos así se admita que por causas ajenas a la voluntad de
la defensa el representante judicial del doctor (...) no pudo intervenir en la recepción
de la referida prueba de cargo, abiertas quedaban las posibilidades de orientar la
controversia de ese medio de persuasión por cualquiera otro de los mecanismos
aludidos, quedando salvaguardado con suficiencia el ejercicio concreto del derecho
de defensa respecto de dicha prueba.

7. En fin, ninguna anomalía se detecta en el decreto, producción y aporte de la


comentada prueba al informativo, sin que sobre añadir en este punto, que a los
sujetos procesales revestidos de interés en intervenir en la recepción de la versión
juramentada del citado les asistía la carga de estar pendientes de su evacuación,
ordenada de manera previa en auto que precisó su realización a través de funcionario
comisionado por encontrarse el exponente en los Estados Unidos bajo protección del
gobierno de ese país.

Adicionalmente, así se aceptara en gracia de discusión el irregular recaudo del


testimonio en comento, es decir, que su obtención se verificó con menoscabo del
debido proceso o del derecho de defensa, tal vicio sólo tendría la virtualidad de
afectar a dicha prueba, sin que los efectos de una anomalía de ese talante se
extendieran a la restante actuación cumplida, de ahí que ni aún en este evento se
configuraría una nulidad o el menoscabo de alguna garantía fundamental que
impeliera a la Corte a la intervención oficiosa de que trata el artículo 228 del estatuto
penal adjetivo.

8. La sentencia anticipada exige como presupuesto indefectible que el sindicado


acepte en forma libre, consciente e incondicional los cargos imputados por la Fiscalía
en la acusación oral verificada en la etapa del sumario con ese específico fin, o en la
resolución acusatoria formalmente emitida cuando tal manifestación de conformidad
del procesado se produce en el estadio de la causa.

Ahora bien, la acusación elevada con apego al rito ordinario o la formulada en


audiencia cuando se pretende la terminación festinada del trámite con antelación a su
proferimiento, reivindica de la Fiscalía, de un extremo, la cabal determinación de la
conducta o conductas objeto de reproche con precisión de las circunstancias que las
especifican, es decir, la imputación fáctica; pero además, la precisión de las normas
infringidas con el proceder del agente, esto es, la imputación jurídica, que en cuanto a
la tipicidad, según ha indicado de antaño la Sala, demanda la precisión de los "tipos
penales correspondientes a la denominación jurídica y a las circunstancias agravantes
y atenuantes modificadoras de la responsabilidad, así como a las genéricas que
deben ser advertidas desde ese momento, esto es, aquellas que requieren de una
valoración o análisis precios a su deducción" (sentencia de agosto 2 de 1995, M.P. Dr.
Ricardo Calvete Rangel).

Así las cosas, la actitud sumisa e incondicional del procesado que abre compuerta a la
emisión anticipada del fallo se extiende a esos dos ámbitos de la acusación, es decir,
a las imputaciones fáctica y jurídica, como también, obviamente, a la responsabilidad
penal, y como esa actitud de colaboración con la eficacia de la administración de
justicia, que contribuye al menor desgaste de la misma, está retribuida con un
benévolo tratamiento punitivo, al sindicado y a su defensor les está vedado impugnar
el fallo en esos aspectos que integran la conformidad de aquél con el cargo o los
cargos, pues en caso adverso, se abriría una indebida compuerta a la retractación de
lo aceptado con desmedro de la seguridad jurídica y del principio de preclusión de los
actos procesales.

9. Abundando en consideraciones, si a pesar de lo anotado persistiera alguna


incertidumbre sobre el carácter propugnado para las motivaciones de la sentencia C-
127 de 1993 en lo que respecta al enriquecimiento ilícito de particulares, se
desvanece por completo al constatarse que la Corte Constitucional dentro de la
facultad que ha reivindicado para señalar los efectos de sus fallos de control
constitucional, precisó de manera postrera que los conceptos contenidos en ella
tenían esa colegida naturaleza, cuando sobre ese específico aspecto señaló en el fallo
C-319 de 1996: "…la Corte se ve precisada a reconsiderar el planteamiento hecho en
la parte motiva de la Sentencia C-127 de 1993…Debe aclararse que no se trata en
este caso de un cambio de jurisprudencia, por cuanto, por una parte, la decisión

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adoptada en esa providencia fue de exequibilidad de las normas acusadas, es decir
del delito de enriquecimiento ilícito tal como estaba concebido en ellas y, por otra
parte, el articulo 48 de la Ley 270 de 1996, Estatutaria de la Administración de
Justicia, que fue declarado exequible por esta Corte establece, respecto de las
sentencias de la Corte proferidas en cumplimiento del control constitucional "que sólo
serán de obligatorio cumplimiento y con efecto erga omnes en su parte resolutiva", y
que "la parte motiva constituirá criterio auxiliar para la actividad judicial y para la
aplicación de las normas de derecho en general".

Este criterio fue reiterado después en la sentencia de unificación SU-047 de 1999, M.P.
Drs Carlos Gaviria Díaz y Alejandro Martínez Caballero, oportunidad en la que al
respecto indicó:

"En segundo término, en varios casos, esta Corte ha aplicado las anteriores
distinciones, con el fin de mostrar que una aparente variación de una doctrina
constitucional sentada en una decisión anterior, en realidad no tenía tal carácter, sino
que constituía la mera corrección de una opinión incidental de la parte motiva. Así, al
reexaminar el alcance del delito de enriquecimiento ilícito en la sentencia C-310 de
1996, esta corporación explícitamente se apartó de los criterios que había adelantado
sobre ese delito en una decisión anterior (sent. C-127/93), en donde había sostenido
que para que una persona pudiera ser condenada por ese hecho punible, las
actividades delictivas de donde derivaba el incremento patrimonial debían estar
judicialmente declaradas. Sin embargo, la Corte invocó las anteriores decisiones y
concluyó que no había cambio de jurisprudencia, por cuanto esas consideraciones no
eran vinculantes, al no estar indisolublemente ligadas a la decisión de
exequibilidad…" (negrillas fuera de texto).
.....

Restaría agregar en este punto frente a la alegada vulneración del principio de


favorabilidad y afianzando la conclusión esbozada, que tal postulado en casación está
referido al ámbito de validez temporal de la ley sustancial o procesal de efectos
sustanciales, de manera que presupone un tránsito de legislación o en otros términos,
la sucesión de leyes en el tiempo, echada de menos con evidencia en materia del
enriquecimiento ilícito de particulares pues la norma que erigió tal conducta en delito,
esto es, el artículo 1º del Decreto 1895 de 1989, fue reproducida a cabalidad al ser
elevada a la categoría de disposición permanente a través del artículo 10 del Decreto
2266 de 1991.

10. El monto del enriquecimiento, el grado de corrupción generado, la conmoción


social causada por el reato, al igual que las especiales circunstancias comisivas
reflejadas en la utilización abusiva de los dependientes del entonces congresista para
sus fines delictivos, quedan comprendidos dentro del criterio de la gravedad y
modalidades del hecho punible que atiende, entre otras aristas, a la entidad del bien
jurídico tanto cualitativa como cuantitativamente, a su forma de afectación y el daño
producido; el querer incrementar de manera fácil e inescrupulosa el patrimonio
perfila un rasgo de la personalidad relacionado con la perpetración del ilícito; y por
último, las referencias a la posición distinguida del agente en la Sociedad, que el
juzgador de primer grado vinculó a la elección del procesado como Representante a
la Cámara, revestido por ello de mayores compromisos éticos y morales, quien
defraudó la confianza de sus votantes, traduce ni más ni menos que la circunstancia
genérica de agravación recogida en el artículo 66-11º del Código Penal, a la que
incluso se le asignó dicho carácter aunque con la omitida invocación de tal precepto.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Sentencia Casación
FECHA : 02/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal
CIUDAD : Nacional
PROCESADO : GARAVITO HERNANDEZ, RODRIGO
DELITOS : Falsedad en documento privado, Enriquecimiento
ilícito
de particular
PROCESO : 14536
PUBLICADA : Si

Salvamento de Voto CONJUEZ: Dr. JOSE IGNACIO TALERO LOZADA

4
Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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PRESCRIPCION-Delitos: Instantáneos, permanentes y las tentativas/ ESTAFA-


Consumación/ ERROR IN IUDICANDO-Error in procedendo: Técnica/ ERROR
DE HECHO-Falso juicio de identidad/ CONGRUENCIA-Acusación y sentencia:
Aspectos básicos/ IMPUTACION FACTICA-Concepto. Circunstancias genéricas
objetivas y subjetivas/ CIRCUNSTANCIAS DE AGRAVACION PUNITIVA-No es
necesario que la norma que la tipifica aparezca especificada en la acusación/
FALSO JUICIO DE IDENTIDAD/ RESOLUCION DE ACUSACION

1. Los planteamientos y cómputos realizados por el casacionista sobre el término de


prescripción de la acción penal son equivocados. El artículo 83 del Código Penal, al
regular el momento a partir del cual deben ser contabilizados los términos
prescriptivos, establece que en los hechos punibles instantáneos debe empezar a
contarse a partir de su consumación, y en los delitos tentados o de carácter
permanente, desde la perpetración del último acto.

2. Las estafa, como acertadamente lo destaca el Procurador Delegado en su concepto,


es un delito de resultado, que se consuma con la obtención del provecho ilícito.
Mientras una tal situación no se produzca, o lo que es igual, mientras no se obtenga
una ventaja de contenido patrimonial, no resulta posible afirmar que la conducta
típica ha tenido cabal realización, ni por ende, que se ha consumado.

En el caso sub judice, el resultado típico solo vino a concretarse con la obtención de la
sentencia de declaración de pertenencia debidamente ejecutoriada, en cuanto fue a
través de dicho acto que el sujeto agente logró, con perjuicio ajeno, el acrecimiento
patrimonial, al ser declarado propietario del bien constitutivo del provecho. Los actos
precedentes de presentación y radicación de la demanda respectiva en el Juzgado
Civil del Circuito (reparto) de Santa Fe de Bogotá, y de adelantamiento del proceso
mismo, solo pueden ser entendidos como desarrollo de la actividad defraudatoria
orientada hacia la obtención del resultado típico; y, el subsiguiente de inscripción de
la sentencia en el registro de instrumentos públicos, como su agotamiento.

Hechas estas precisiones se concluye que el delito investigado solo vino a


consumarse en el mes de septiembre de 1985, cuando causó ejecutoria el fallo que
declaró al demandante Fernando Jiménez propietario del bien (la decisión de segunda
instancia tiene fecha 6 de agosto de 1985, y el proceso de notificación se extendió al
mes siguiente) y que es, por tanto, a partir de entonces, que debe ser contabilizado el
término de prescripción (fls.36 a 45 vto/1).

3. Una lectura desprevenida de la demanda permite advertir que el actor entremezcla


antitécnicamente errores de naturaleza in iudicando, susceptibles de ser alegados
solo por la vía de la causal primera, con errores in procedendo, propios de la tercera,
pues al tiempo que sostiene que los juzgadores incurrieron en errores de apreciación
probatoria, afirma la violación del debido proceso y del principio de investigación
integral, aspectos estos últimos que, como se sabe, constituyen atentados de
actividad procesal.

4. Adicionalmente a lo expresado, se tiene que en lo concerniente al cargo por errores


de apreciación probatoria el demandante se limita a denunciar la existencia del yerro,
sin entrar en el análisis de su trascendencia, es decir, de sus repercusiones
probatorias en las conclusiones del fallo, tarea que, como lo ha precisado
reiteradamente la Corte, presupone valorar en su expresión material auténtica, y
frente a todo el haz probatorio, la prueba indebidamente contemplada, con el fin de
establecer si el error fue o no determinante de la decisión recurrida.

5. La congruencia como principio estructurante del proceso y garantía, implica que la


sentencia ha de guardar adecuada relación de conformidad con la resolución de
acusación, en sus tres aspectos básicos: personal, fáctico y jurídico. La congruencia
personal dice relación con la conformidad que debe existir entre los sujetos a que se
refiere la acusación y aquellos a que se contrae la sentencia. La fáctica, con la
identidad entre los hechos y circunstancias definidos en la acusación, y los que sirven

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de sustento al fallo. Y, la jurídica, con la correspondencia entre la calificación,
entendiendo por tal el juicio que de los hechos se hace frente a su regulación jurídica,
que contiene la acusación, y la que preside la sentencia.

Las dos primeras (congruencia personal y fáctica), son absolutas. Es decir que los
sujetos y los supuestos fácticos de la sentencia deben ser necesariamente los mismos
de la acusación. La jurídica, en cambio, es relativa, pues nuestra legislación permite al
Juez condenar por una especie delictiva distinta de la imputada en el pliego de
cargos, siempre y cuando pertenezca al mismo género, y la situación del procesado
no resulte afectada con una sanción mayor. Si estas condiciones no se cumplen,
habrá lugar, en principio, a solicitar la enmienda del fallo, para ajustarlo al objeto
definido en la acusación.

Lo hasta aquí expuesto, permite hacer dos precisiones: a) Que la congruencia se


predica del fallo respecto de la resolución de acusación en sus aspectos personal,
fáctico y jurídico, y no de ningún otro acto procesal, ni de la verdad que la actuación
revelaría de una nueva estimación probatoria. Esto significa que para efectos de
determinar si se está en presencia de un vicio de incongruencia, la acusación cumple
las veces de elemento referente, y el fallo de elemento referido. b) Que el error se
origina en la sentencia, en cuanto desconoce el marco personal, fáctico o jurídico
definido en la resolución de acusación. Por eso, cuando se ataca en casación este
vicio, debe necesariamente partirse del supuesto de que la acusación es correcta, y la
sentencia incorrecta.

6. La imputación fáctica ha sido tradicionalmente definida como el hecho o el


conjunto de hechos que configuran la conducta típica, y las circunstancias de modo,
tiempo y lugar que los especifican. Así surge del contenido del artículo 442.1 del
Código de Procedimiento Penal, y ha sido entendido por la doctrina y la
jurisprudencia de la Corte. ¿Pero a cuáles circunstancias en concreto se refiere la
norma? ¿A las específicas o modificadoras de la responsabilidad? ¿A las genéricas o
dosimétricas? ¿A unas y otras? La Corte, hoy día, estima que a todas, sin excepción,
siempre que impliquen modificaciones de la responsabilidad o de la pena, pero esta
postura no ha sido la que ha guiado siempre sus decisiones en la materia.

Inicialmente fue del criterio que solo las específicas debían hacer parte del contenido
de la imputación fáctica, y que su no comprensión en la acusación enervaba cualquier
posibilidad de deducirla en la sentencia, cuando representaba un mayor compromiso
penal para el procesado. Correlativamente se dijo que las genéricas podían, en
cambio, ser imputadas directamente por el Juez en el fallo, sin incurrir en vicio de
incongruencia, por tratarse de circunstancias que no modificaban los límites
punitivos establecidos en los tipos penales, sino de incidencia solo en la dosificación
que el Juez hacía de la pena dentro de los mínimos y máximos legalmente previstos,
con arreglo a lo dispuesto en el artículo 61 del Código Penal (Cfr. Casaciones de 30 de
noviembre de 1994, Magistrado Ponente Dr. Juan Manuel Torres Fresneda; y, 17 de
mayo de 1995, Magistrado Ponente doctor Nilson Pinilla Pinilla, entre otras).

En otras decisiones, algunas de ellas coetáneas a las ya mencionadas, adoptadas por


mayoría, la Corte distinguió entre circunstancias genéricas objetivas o no valorativas,
y circunstancias genéricas subjetivas o valorativas, para sostener que las últimas
debían hacer también parte de la imputación fáctica, por requerir de análisis o
valoraciones previas para su deducción, y que solo frente a una inequívoca y concreta
declaración de las mismas en el pliego de cargos, podía el Juez deducirlas en la
sentencia (Cfr. Casaciones de noviembre 9 de 1994, Magistrado Ponente Dr. Dídimo
Páez Velandia; Agosto 2 de 1995, Magistrado Ponente Dr. Ricardo Calvete Rangel; julio
29 de 1998, Magistrado Ponente Dr. Carlos Eduardo Mejía; mayo 11 de 1999,
Magistrado Ponente Dr. Fernando Arboleda Ripoll; y marzo 23 del 2000, Magistrado
Ponente Dr. Jorge Córdoba Poveda, entre otras).

En los más recientes pronunciamientos, ha sido entendido que tanto las


circunstancias objetivas como las subjetivas deben estar sometidas, en menor o
mayor grado, a juicios de valor, y que frente a esta realidad, ambas especies deben
aparecer imputadas en la resolución de acusación, o su equivalente, para que puedan
ser objeto de deducción en la sentencia, no siendo necesario que se las identifique
por su nominación jurídica, o que sean citadas las disposiciones que las describen y
señalan sus implicaciones punitivas (aunque lo ideal es que esto suceda), sino que el
supuesto fáctico aparezca claramente definido en ella, y que no exista la menor duda
acerca de su imputación (Cfr. Casaciones de diciembre 18 del 2000 y febrero 21 del
2001, Magistrado Ponente doctor Carlos Augusto Galvez Argote).

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En síntesis, se tiene que la Corte, en la actualidad, es del criterio que todas las
circunstancias que impliquen incremento punitivo, específicas o genéricas, valorativas
o no valorativas, en cualquiera de sus modalidades, deben hacer parte de la
imputación fáctica de la acusación para que puedan ser deducidas en la sentencia,
siendo suficiente para que esta exigencia se cumpla que el supuesto de hecho que las
estructura aparezca claramente definido en ella, de suerte que su imputación surja
inequívoca de su contenido.

Como ha sido ya precisado en pronunciamientos anteriores, no se trata de exigir que


la circunstancia aparezca jurídicamente identificada a través de la norma que la
consagra, o mediante fórmulas sacramentales predeterminadas, pero tampoco de
suponer que se las dedujo, donde no lo fueron, con el argumento de que su
imputación resulta implícita o sobreentendida, en razón a la naturaleza de los hechos,
o el simple recuento que de los mismos pudo haber sido efectuado en la acusación
Lo exigible es que el supuesto de hecho de la circunstancia que fue objeto de
deducción en la sentencia (específica o genérica, valorativa o no valorativa), aparezca
precisado inequívocamente en la acusación, de suerte que entre los dos actos
procesales (sentencia y pliego de cargos) exista identidad plena en el aspecto fáctico
(Cfr. Casación de 30 de noviembre de 1999, Magistrado Ponente Dr. Carlos Augusto
Galvez Argote).

8. Del examen de la resolución de acusación se establece que en ella el instructor no


hizo ciertamente alusión expresa a la disposición legal que prevé la circunstancia de
agravación punitiva por razón de la cuantía prevista en el artículo 372.1 del Código
Penal, y que esto podría dar lugar a pensar que los juzgadores, al tomarla en cuenta
en la sentencia, desbordaron el marco fáctico de la acusación, e incurrieron en un
vicio de incongruencia. ¿Pero es acaso necesario que la norma que tipifica la
circunstancia aparezca especificada de una determinada manera en la acusación para
que pueda hablarse de congruencia fáctica? Desde luego que no. Ya se dijo que lo
importante no es que ello acontezca, sino que exista congruencia fáctica, es decir,
que los supuestos básicos de los hechos y de las circunstancias deducidas en la
sentencia coincidan con los de la acusación, y esta conformidad, como será
establecido a continuación, no fue quebrantada en el presente caso.

Existen circunstancias de agravación punitiva cuyo supuesto fáctico coincide con el


hecho básico constitutivo del tipo penal, como ocurre, por ejemplo, con la prevista en
artículo 372.1 del Código Penal, o la establecida en el artículo 38.3 de la ley 30 de
1986, sin desconocer las variantes menores que en una y otra se dan, que se
identifican con el objeto material de la conducta, y constituyen, por ende, un
elemento propio del hecho punible, caracterizándose porque cumplen una función
simplemente dimensionante, en cuanto se limitan a deslindar cuantitativamente el
objeto material, ya en razón a su cuantía, o cantidad, a efectos de fijar escalas
punitivas diferentes.

Esta especial particularidad en una tal clase de agravantes hace que al ser
determinado en la resolución acusatoria el supuesto fáctico básico del hecho típico, lo
sea también, en virtud de la relación de identidad que los vincula, el supuesto
estructurante de la circunstancia, y por tanto, que la consideración de esta última en
la sentencia no constituya un vicio de congruencia por disconformidad fáctica con la
acusación, por fundamentarse, naturalísticamente, en el mismo hecho (Cfr. Casación
de 30 de noviembre de 1999, ya citada).

Es lo que ocurre, precisamente, en el caso analizado, donde el objeto material de la


conducta se encuentra representado por el inmueble ubicado en la carrera 9ª No. 17-
66 del perímetro urbano del Municipio de Chía, que el propio procesado avaluó en la
suma de $220.000.oo en la demanda que terminó con la sentencia de declaración de
pertenencia por prescripción adquisitiva de dominio, el mismo que sirvió de
fundamento para la contabilización en el fallo de la agravante del artículo 372.1 del
Código Penal, en razón a su valor (superior de $100.000.oo).

Cierto es, como lo sostiene la Delegada, que en la acusación no se hizo mención


expresa al citado artículo 372.1 del Código Penal, ni se vinculó el objeto material con
su cuantía, pero esto resultaba secundario, y no impedía la imputación de la
circunstancia, ni tornaba incongruente la decisión. Ya se dijo que el hecho básico de la
agravante quedó inequívocamente definido al ser concretado el objeto material de la
conducta en la resolución de acusación (hecho básico del tipo penal), y ello resulta
suficiente, acorde con lo que se deja expuesto, para hacerla producir consecuencias.

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Esto no implica que el juzgador haya terminado desbordando el marco fáctico de la
acusación, y cumpliendo, de este modo, una función que no le corresponde, al
deducir en la sentencia una circunstancia no concretada en ella. El Juez, al dosificar la
pena, no puede renunciar al deber legal de analizar los hechos definidos en la
resolución de acusación, como lo sugiere la Delegada, en orden a fijar su alcance o
sentido, puesto que ello implicaría limitar la función que le es consustancial, de
aplicar el derecho a los hechos que fueron imputados en aquélla, y declarados
probados en el fallo.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Casación
FECHA : 04/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : SOCHA BARBOSA, MARIO
DELITOS : Estafa agravada
PROCESO : 10868
PUBLICADA : Si

Salvamento de Voto Dr. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON


Salvamento de Voto Dr. MAURO SOLARTE PORTILLA

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RESOLUCION DE ACUSACION-Error en la fecha de su proferimiento no


genera nulidad/ PROVIDENCIAS

1. El impugnante aduce que la sentencia fue proferida en un proceso viciado de


nulidad, porque la resolución de acusación aparece con fecha anterior a los hechos
investigados, lo cual afectó el debido proceso.

Los delitos que dieron origen a esta acción penal fueron perpetrados el 12 de octubre
de 1994 y ciertamente la resolución de acusación aparece con fecha 9 de febrero de
"1994" (f. 242 cd. 1), pero es palmar que tal inconsistencia se debió a un simple desliz
de escritura y que en verdad la fecha del enjuiciamiento proferido en primera
instancia corresponde a ese día, pero de 1995, como claramente se infiere de los
actos procesales anteriores y posteriores.

En efecto, las fechas que aparecen en los folios que directamente anteceden en el
expediente a la providencia en cuestión, muestran que transcurría el mes de febrero
de 1995, precisamente el día 9 en la constancia secretarial inmediatamente anterior
(f. 241 ib.); y las notificaciones a las procesadas y al representante del Ministerio
Público fueron efectuadas personalmente el 10 y el 14 de febrero de 1995,
respectivamente (f. 252 v. ib.). El expediente brinda los medios que permiten
establecer la fecha exacta del proveído, parcialmente errada en su tenor literal, al
cual no es inexorable atenerse y en este caso es fácilmente superable la
equivocación.

El lapsus cálami para nada afecta los requisitos sustanciales instituidos en el artículo
441 del estatuto procesal penal, ni compromete la validez de la decisión proferida.

Adicionalmente, tal imprecisión de escritura no posee el carácter señalado en el


ordinal 2° del artículo 308 ibídem, no incide contra el debido proceso, ni presenta la
trascendencia que le lleve a desquiciar las bases fundamentales del juzgamiento.
Además, según el postulado de la convalidación, previsto en el ordinal 1° de la norma
en mención, no se declarará la invalidez del acto que cumpla la finalidad para la cual
estaba destinado; en el caso concreto, la resolución de acusación fue debidamente
notificada y confirmada al tramitarse la apelación interpuesta, declarándose la
agravación del homicidio y convirtiéndose en el fundamento del juzgamiento, para
producir todos los efectos correspondientes.

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El impugnante transcribe antigua providencia de esta Corte, datada el 2 de marzo de
1973, la cual obedeció a tiempos y concepciones distintas, bajo otra normatividad,
que no guarda armonía con lo dispuesto por la Constitución Política, artículo 228,
sobre la prelación del derecho sustancial, ni con lo señalado en los artículos 9° y 219
del Código de Procedimiento Penal acerca de la finalidad del procedimiento y de la
casación, determinantes de la proscripción del formalismo a ultranza, que el defensor
pretende revivir.

En síntesis, se trata de un evidente lapsus cálami, sin capacidad de poner en peligro


la integridad de la resolución de acusación ni generar riesgo alguno sobre la
estructura básica del proceso, ni causó perjuicio a la defensa; carece de incidencia en
el desarrollo de la actuación procesal y en la sentencia, no constituyendo causal
alguna de nulidad, por lo cual el reproche no prospera.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Sentencia Casación
FECHA : 04/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D.C.
PROCESADO : MALDONADO AYALA, ESQUIA BEATRIZ
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Homicidio agravado
PROCESO : 12016
PUBLICADA : Si

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ERROR DE HECHO-Falso juicio de identidad y sana crítica/ FALSO JUICIO DE


IDENTIDAD/ SANA CRITICA

Insistente y pacíficamente la jurisprudencia de esta Corte tiene establecido que la


modalidad de violación indirecta de la ley sustancial por error de hecho por falso
juicio de identidad, cuya configuración postula el impugnante, encuentra realización
cuando el juzgador distorsiona, cercena o adiciona, el contenido fáctico de la prueba,
poniéndola a decir lo que objetivamente no expresa.

Si lo pretendido es demostrar la existencia de un error de esta índole, es


imprescindible que el casacionista confronte el contenido material del medio
probatorio con las concreciones que de su texto hicieron los juzgadores de instancia,
a fin de mostrar la incoincidencia que se presenta, siendo su deber, además, acreditar
la trascendencia del error demostrando cómo de no haberse incurrido en él, el sentido
de la decisión contenido en la parte resolutiva del fallo, habría sido sustancialmente
distinto.

En este caso, el actor no solamente incurre en el defecto técnico de dejar de


demostrar el error de identidad que pregona configurado, sino que desvía la censura
al ámbito de un tipo de error probatorio distinto de aquél que enuncia, dedicándose a
hacer apreciaciones personales sobre el mérito persuasivo de las pruebas allegadas,
para anteponerlas al criterio valorativo del fallador de segundo grado, en posición que
resulta de inadmisible postulación en sede de casación por la libertad relativa de que
gozan los juzgadores para apreciar las pruebas y asignarles su mérito persuasivo,
limitada sólo por las reglas de la sana crítica, cuya transgresión ni siquiera menciona.

Es así como sin indicar la prueba o pruebas sobre las que se materializó el aludido
error de hecho, ni concretar las consideraciones que de ellas hizo el juzgador, con lo
cual no podría culminar el proceso demostrativo del yerro ni la trascendencia de éste,
al referir que los juzgadores confirieron a la prueba una valoración equivocada y
distinta de la que tiene de acuerdo con los principios que rigen la sana crítica,
constituye ataque que debió formular como error de hecho por violación a las reglas
que gobiernan la persuasión racional en la apreciación probatoria y no por falso juicio
de identidad como es propuesto. Sin embargo, aún de suponerse que éste es el norte
que se persigue dar a la censura, tampoco bajo un tal supuesto se establece cuál fue

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la ley de la ciencia, el postulado de la lógica o la regla de la experiencia que resultó
conculcado, ni sobre cuál prueba o pruebas tuvo configuración, con lo cual también
por dicho aspecto el cargo se mantiene en su solo enunciado.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Auto Casación
FECHA : 04/04/2001
DECISION : Rechaza la demanda y declara desierto el recurso
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bucaramanga
PROCESADO : BAÑOS CALA, CLAUDIA STHELLA
DELITOS : Peculado por apropiación, Falsedad en
documento
privado
PROCESO : 16942
PUBLICADA : Si

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VIOLACION DIRECTA DE LA LEY-Técnica/ PROPOSICION JURIDICA


INCOMPLETA/ CARGOS EXCLUYENTES-Técnica

1. Cuando la sentencia se acusa con base en la causal primera, cuerpo primero, del
artículo 220 del C.P.P., se aceptan los hechos y las pruebas tal como fueron apreciados
por el juzgador. No se cuestionan los elementos de convicción. El desacierto es de
selección, por falta de aplicación o por aplicación indebida de la norma sustancial; o
de interpretación, cuando se acierta en el precepto que debe regular el caso y se
aplica, pero se le da un sentido o alcance que no tiene.

En una censura como la examinada, resulta indispensable para el censor demostrar el


yerro del Tribunal de manera manifiesta, precisa, contundente, estableciendo la
transcendencia en el fallo, esto es, de qué manera distinta hubiese sido la decisión
final adoptada de no haberse incurrido en el defecto, a riesgo de que el esfuerzo del
casacionista quede trunco. En este orden de ideas, se debe proceder con la
identificación de las normas sustanciales desconocidas, el sentido y el concepto de la
violación.

2. En el sub judice la proposición jurídica quedó enunciada más no desarrollada y


demostrada. Genéricamente predicó la inaplicación y la aplicación indebida, pero en
ningún momento el actor identificó en relación con cada una de las más de
veinticinco disposiciones que denunció como violadas, entre constitucionales, del
código penal y del código civil y la ley 54 de 1990, el sentido de violación, por qué el
error era de selección de la norma sustancial, lo cual era menester precisar, pues
dichos sentidos tienen contenidos propios y diferenciables, que no le es dado a la Sala
entrar a determinar o inferir específicamente para cada artículo citado, supliendo o
complementando la actividad del censor, en virtud del principio de limitación que
gobierna este extraordinario recurso.

3. La expresión de cargos excluyentes, auspiciada por el artículo 225-4 del C. de P. P.,


no puede traducirse en autorización para atropellar las reglas de lógica y la técnica
del recurso, como ocurrió en este caso, al punto de abordar bajo un único reproche,
anunciado como de violación directa de la ley sustancial, cuestionamientos
relacionados con los hechos, las pruebas, la validez de la denominación jurídica del
delito imputado en la resolución de acusación, y después de todas estas
inconsistencias, agregar toda suerte de lucubraciones, sin importar su
incompatibilidad.

Pretender, como se hace en el cargo examinado, la no punibilidad de la conducta con


base en la proscripción de la responsabilidad objetiva (art. 5 del C.P.), implica aceptar
la plena demostración de la tipicidad y antijuridicidad de la conducta atribuida al
procesado, planteamiento que no es posible, invocarlo simultáneamente con la
atipicidad de la acción, y proceder a solicitar con base en estas premisas la
absolución del incriminado. Dado el carácter excluyente de dichos reproches, se

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imponía no solamente formularlos de manera separada, sino en forma subsidiaria, ya
que es imposible su prosperidad coetánea.

El desatino en la formulación del cargo es mayúsculo si se tiene en cuenta que el


demandante sugiere que el punible cometido corresponde a la contravención del
ejercicio arbitrario de las propias razones. En este caso, si lo pretendido era atribuir al
Tribunal un error en la denominación jurídica del ilícito, se ha debido acudir a la
causal tercera, pues la única manera de subsanar esa falla es invalidando la
calificación. Este proceder del libelista, al mezclar ataques que corresponden a
distintas causales, desconoce el principio de la autonomía que rige a éstas, pues sus
fundamentos, regulación, demostración y consecuencias jurídicas son diversas.

MAGISTRADO PONENTE: DR. MAURO SOLARTE PORTILLA

Sentencia Casación
FECHA : 04/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bucaramanga
NO RECURRENTE : ACERO CABALLERO, JOSE DEL CARMEN
NO RECURRENTE : ACERO NIÑO, YASMIN
PROCURADOR EN LO JUDICIAL : PROCURADOR 54
DELITOS : Falsedad en documento privado, Tentativa de
hurto
PROCESO : 14589
PUBLICADA : Si

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SENTENCIA ANTICIPADA-Interés para recurrir-Irretractabilidad/ ESTAFA/


CIRCUNSTANCIAS DE AGRAVACION PUNITIVA

Ha sido abundante, pacífica y reiterada la jurisprudencia de la Sala en el sentido de


que tratándose de esta clase de fallos que permiten la culminación del proceso sin
que se sigan los ritos ordinarios, el interés para acudir en casación se sujeta por igual
que en la apelación a lo dispuesto por el artículo 37B.4 del Estatuto Procesal en
cuanto señala de manera expresa y taxativa los motivos por los que el defensor y el
sindicado pueden recurrir el fallo de primer grado, esto es, únicamente en lo que
tiene que ver con la individualización judicial de la sanción, la suspensión condicional
de la ejecución de la sentencia y la extinción del dominio sobre los bienes, por
manera que alegaciones sobre aspectos que impliquen una controversia sobre los
extremos de la imputación quedan excluídos, por cuanto se trata de decisiones que
están regidas por el principio de irretractabilidad según el cual, una vez exteriorizada
por el procesado la voluntad libre de allanarse a la acusación que por esta vía
propone la Fiscalía, se consolida el objeto de la condena, a condición de que no medie
vulneración a los derechos fundamentales del destinatario de la sentencia.

En el presente asunto, como se puntualizó en precedencia, el cuestionamiento del


demandante apunta a desvirtuar la causal específica de agravación de la estafa por
razón de la cuantía, no obstante que al delimitar la imputación en la diligencia de
formulación de cargos, la Fiscalía hizo expresa alusión a ella, siendo aceptada sin
condicionamiento alguno por los procesados, lo que significa que ahora, pretextando
la legalidad del fallo, la defensa pretende una especie de parcial retractación a partir
de una sui generis postulación de un cargo en donde el fundamento basilar es la
exclusión de una sentencia de la Corte Constitucional sobre la exequibilidad del
artículo 372.1 del Código Penal.

Así las cosas, forzoso es concluir que si bien la afirmación o negación de la aludida
circunstancia de agravación tiene incidencia sobre la pena, en el fondo, el
planteamiento del censor apunta a que se llegue a esa consecuencia, pero solo una
vez se discierna el problema jurídico que propone en cuanto a la adecuación típica de
la conducta de estafa, pues no puede desconocerse que, como lo tiene dicho la
jurisprudencia de esta Sala, circunstancias agravantes de esta naturaleza integran el
tipo penal. No se trata pues, de un error en el proceso de graduación de la pena, sino

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de uno que trasciende el objeto y fines de la aceptación de los cargos, como que
compromete la esencia de los mismos al punto de que pone en tela de juicio la
imputación como tal respecto del delito contra el patrimonio económico, y en esa
medida, carece de interés para acudir a la casación por cuanto desborda las expresas
limitaciones que la propia ley le ha impuesto al defensor y al procesado para atacar
los fallos anticipados.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 04/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cali
PROCESADO : COLLAZOS MORENO, ALVARO
PROCESADO : CONDE GORDILLO, PABLO ARTURO
DELITOS : Falsedad en documento privado, Estafa agravada
PROCESO : 12669
PUBLICADA : Si

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PARTE CIVIL-Interés para recurrir/ VIOLACION INDIRECTA DE LA LEY-


Concreción del error

1. En el presente asunto, absteniéndose de citar norma alguna relacionada con la


casación y obviamente sin mencionar la causal en la cual apoya el primer ataque
contra el fallo demandado, el actor formula este cargo así: "Acuso la sentencia objeto
de este recurso de casación que interpuse, expedida por el Honorable Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Cartagena, por haber sido dictada en un juicio viciado
de nulidad".

En lo que pudiera entenderse como desarrollo de la censura, omite señalar si la


irregularidad que pone de presente tiene el carácter de sustancial y menos indica
cómo ésta pudo afectar las garantías fundamentales de su patrocinado o en qué
medida desconoció las bases de la instrucción y el juzgamiento, únicos motivos con
potencialidad para afectar la validez de la actuación, omisión con la cual no sólo
incumple los requisitos que para una tal solicitud impone el artículo 307 del C. de P.
Penal, sino que desconoce los principios que orientan la declaratoria de las nulidades,
concretamente el de trascendencia definido en ordinal 2° del artículo 308 ibídem.

Al censor le bastó afirmar que con la resolución de acusación de primera instancia por
el injusto de homicidio culposo "se aseguraron los intereses económicos de la parte
civil", por lo que considera que la única explicación para el recurso de alzada es "la
inconfesable intención de conseguir para el procesado un delito más grave y una más
severa punibilidad".

No explica el censor por qué con la variación de la forma de culpabilidad, además del
inevitable efecto de un eventual incremento de la punibilidad en la conducta típica
imputada a su patrocinado que ciertamente debe ser indiferente para la parte civil, no
se mejoraba la pretensión resarcitoria de los perjudicados con el delito, en la medida
en que, de hallarse culpable el acusado por homicidio doloso en vez de la modalidad
más benévola de culposo, serían más gravosos el grado de su responsabilidad y las
consecuencias todas de la conducta típica, incluida la indemnización por perjuicios,
resultado éste que en orden a ser procurado legitima el interés para recurrir de la
parte civil, como reiteradamente lo ha reconocido la jurisprudencia de la Corte*.

A este respecto, lo que surge claro de la demanda es que al pretender desarrollar el


cargo construido sobre la base de un hipotético vicio in procedendo que no se
configuró, cuando se esperaba la certera y precisa demostración de la irregularidad
sustancial con incidencia para quebrar la legalidad del trámite, el censor terminó
desviando el ataque hacia un aspecto sin cabida dentro del tema de las nulidades,
como sería el error in iudicando que se infiere de su protesta, propio de la violación
directa de la ley por la posible indebida aplicación de la norma sustancial que se

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ocupa del delito de homicidio doloso por el que se condenó a su representado, toda
vez que si el demandante consideraba que a partir de las pruebas en que se edificó el
fallo de segunda instancia y del mérito persuasivo que a las mismas le otorgó el ad
quem lo que quedaba en evidencia era que su patrocinado debía responder por un
delito de homicidio culposo y no doloso como en definitiva se concluyó, la situación
quedaba reducida a un error de subsunción, esto es a la violación directa de la ley
sustancial por no adecuarse los hechos demostrados al precepto legal tenido en
cuenta por el sentenciador.

2. Tiene establecido la jurisprudencia que cuando el ataque propuesto en casación


está referido a la violación indirecta de una norma sustancial, ya sea por error de
hecho o de derecho, compete al actor demostrar en forma clara y precisa cómo el
desacierto que pone de presente tuvo incidencia definitiva en el proferimiento del
fallo censurado, a tal punto que de no haberse incurrido en él el juicio se hubiera
decidido de manera sustancialmente distinta. Lo anterior por cuanto este
extraordinario instituto no tolera la discusión de yerros intrascendentes, sino sólo de
aquéllos relevantes en la decisión final, lo que impone al casacionista la carga de
analizar de nuevo los elementos de prueba con abstracción de los eventualmente
afectados por el vicio, en el desideratum de establecer si desprovista de yerros la
conclusión de la sentencia atacada se mantiene o por el contrario pierde su
fundamento.

Y cuando se trata de error de hecho por falso juicio de existencia por preterición como
aquí acontece, es del exclusivo resorte del demandante precisar claramente el medio
o los medios de convicción que legalmente incorporados en el proceso fueron
ignorados en el fallo, indicando con los mismos atributos qué se acredita con ellos y
cómo de haber sido apreciados conforme a las reglas de la sana crítica y de manera
conjunta con los demás cuyo mérito no se cuestiona, hubieran propiciado una diversa
declaración de justicia.
____________________________
* 25 de febrero de 1993. Rdo.7342 M.P. Guillermo Duque Ruiz; 20 de noviembre de
1997. Rdo.10354. M:P. Jorge Córdoba Poveda; 18 de febrero de 2000. Rdo.10.466. M.P.
Fernando Arboleda Ripoll; 25 de mayo de 2000. Rdo.13.290 M.P. Mario Mantilla
Nougués

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Sentencia Casación
FECHA : 04/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cartagena
PROCESADO : PUELLO POLO, JEFERSON
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 10894
PUBLICADA : Si

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ERROR DE HECHO-Falso raciocinio/ TARIFA LEGAL/ NULIDAD-Captura ilegal/


FALSO RACIOCINIO/ CAPTURA

1. Precisa el actor que el Tribunal al analizar la prueba glosada incurrió en error de


derecho, pero no indica el falso juicio que lo determinó, si de legalidad, por
desconocimiento de las reglas que regulan su práctica o incorporación al proceso, o
de convicción.

En el desarrollo de la censura parece orientarse por esta última modalidad, al atacar


la credibilidad otorgada por el sentenciador al testimonio rendido por (...), sin acatar,
como lo ha reiterado la Sala, que no es posible demandar en esta sede el grado de
valoración otorgado o negado por el sentenciador a los medios de convicción, toda
vez que en nuestro sistema procesal, como norma general, no rige el sistema de la
tarifa legal para la apreciación probatoria, sino el de la sana crítica o persuasión
racional, en la que el juzgador goza de libertad para determinar el mérito que le

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asigna a los elementos de juicio, sólo limitada por los principios de la lógica, las leyes
de la ciencia o las reglas de la experiencia, cuya vulneración debe demostrarse por la
vía del error de hecho por falso raciocinio.

El procedimiento utilizado por el casacionista es propio de las instancias y ajeno a la


casación, en la que la simple disparidad entre el fallador y el censor sobre la fuerza
persuasiva de los medios de prueba no configura vicio de ninguna naturaleza,
prevaleciendo el criterio del primero, por venir la sentencia amparada por la doble
presunción de acierto y legalidad.

El libelista, bajo la falsa creencia que en Colombia opera la tarifa legal, método en el
que el legislador prefija el valor de las pruebas, niega la credibilidad otorgada al
testigo único y reclama por haberse conferido al citado declarante "mérito superior al
que le señala el legislador", desconociendo que en el método de la sana crítica tiene
capacidad para llevar la certeza al juzgador, desde luego que purgado de vicios.

Ahora bien, si el casacionista pretendió orientar la censura por la senda del error de
juicio por falso raciocinio, no le bastaba con afirmar que el testigo no merecía
credibilidad, o que incurrió en algunas contradicciones y hacer amplias
especulaciones al respecto, sino que ha debido indicar cuáles fueron los postulados
de la sana crítica quebrantados por el sentenciador al estimar su mérito, de qué
manera lo fueron y cuál su incidencia en la parte dispositiva del fallo.

2. Debe señalarse que la Corte, de siempre, ha repudiado la nulidad del proceso como
efecto de la captura ilegal, por cuanto el sumario y la causa pueden adelantarse
válidamente con o sin captura, y con o sin detenido. Resulta inoficioso luego de
superadas las instancias que la Sala se ocupe en determinar si realmente la retención
de TORRES VELANDIA fue irregular y arbitraria, pues ello es una circunstancia de la
actuación que no afecta su objeto y estructura básica, y de ahí que la propia ley ha
establecido mecanismos adecuados de protección del derecho a la libertad, diversos
a la nulidad, como por ejemplo, el habeas corpus.

En este orden de ideas el vicio de estructura pretendido por el censor resulta


improcedente. De este tema de la captura ilegal, sus efectos y manera de corregir la
irregularidad, se ha ocupado la Corte en varias ocasiones, como cuando en sentencia
de casación del 15 de agosto del año inmediatamente anterior (Rdo. 14.368, M. P.
Carlos Eduardo Mejía Escobar) dijo:

"Debe señalarse, además, que la supuesta ilegalidad de una captura no es planteable


como fundamento de una solicitud de nulidad procesal. La acción de habeas corpus y
la petición de libertad por captura arbitraria que puede dirigirse al funcionario judicial
inmediatamente le es puesto a su disposición el aprehendido, son los instrumentos
previstos para la protección del derecho de libertad. Y si no se utilizan en el momento
pertinente, la irregularidad en la retención en manera alguna puede corregirse
mediante la nulidad de todo el proceso. La protección del derecho, en conclusión,
tiene lugar en la oportunidad procesal oportuna y a través de las vías que en concreto
consagra la ley.

"(…). La descalificación del debido proceso ha de atribuirse a vicios inherentes al


mismo y no a los abusos que terceras personas lleven a cabo contra los investigados
penalmente. El mandato constitucional obliga a la autoridad a omitir la consideración
de las pruebas ilegalmente obtenidas, a rechazar los actos de fraude o de fuerza
realizados ilegítimamente, pero no a ignorar los hechos ocurridos, ni a dejar de
investigarlos, ni a desoir las evidencias, ni a impulsar las actuaciones siempre que
llegue a su conocimiento la probable existencia de un hecho punible o de su autoría".

El rito procesal cuestionado no responde a un error de garantía o de estructura, de


aquellos que dan lugar a nulitar la actuación, por lo que no es útil a la justicia admitir
el formalismo a ultranza de que se vale el casacionista para fundar la nulidad,
deprecada más en el interés que le asiste en el resultado del proceso que en la
efectividad del derecho material o en la protección de las garantías debidas a las
personas que intervienen en el proceso penal, los cuales representan los más altos
propósitos que el legislador trazó a la corporación en el trámite del recurso
extraordinario de casación.

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MAGISTRADO PONENTE: DR. MAURO SOLARTE PORTILLA

Sentencia Casación
FECHA : 04/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cúcuta
PROCESADO : CARRILLO, JOSE LEONARDO
RECURRENTE : CARRILLO, MARCO AURELIO
NO RECURRENTE : CORDOBA CARRILLO, GUILLERMO
PROCEADO : TORRES VELANDIA, JORGE ARMANDO
DELITOS : Homicidio
PROCESO : 10417
PUBLICADA : Si

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EJECUCION DE LA SENTENCIA-Funcionario competente para dirimir el


conflicto de competencia/ EJECUCION DE LA SENTENCIA-Juez de Ejecución
de Penas y Medidas de Seguridad/ COLISION DE COMPETENCIA-Ejecución
sentencia de juzgado regional/ JUZGADO REGIONAL/ JUEZ DE EJECUCION
DE PENAS/ PENA ACCESORIA

1. La diferencia de posturas entre los juzgados a quienes aparentemente


correspondería ejecutar una sentencia en firme no es propiamente una colisión de
competencias, pues tal problema no se adecua en ninguna de las hipótesis que prevé
el artículo 97 del Código de Procedimiento Penal.

A pesar de ello, como la realidad y la naturaleza de las cosas demuestra que suelen
ocurrir verdaderos conflictos o choques de criterio entre funcionarios diversos a
quienes se envía la sentencia para su ejecución, por inexistencia real o aparente del
Juez de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad, tales discrepancias deben ser
definidas por una tercera autoridad judicial, ante la renuencia de los enfrentados.

A la sazón, la jurisprudencia de la Sala ha venido explicando que por analogía al


principio general aquellos conflictos deben ser resueltos por el superior funcional
común a los dos jueces en litigio. En el caso en cuestión corresponde arbitrar a la Sala
de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, pues la disparidad se ha tejido
entre jueces de diferente distrito judicial: Bogotá e Ibagué.

2. El artículo 500 del Código de Procedimiento Penal, dispone que una vez en firme la
sentencia condenatoria, su ejecución corresponde al Juez de Ejecución de Penas.

Es claro que el legislador asignó la tarea de vigilar el cumplimiento de toda la


sentencia condenatoria a los jueces de ejecución de penas, sin distinguir entre penas
privativas de la libertad y penas que no restringen el derecho a la locomoción.

De ahí que, siempre que exista un juez de ejecución de penas con jurisdicción en el
lugar donde deba ejecutarse el fallo, éste funcionario debe adelantar las gestiones
inherentes a su cargo, sin que pueda rehusarse válidamente, so pretexto de no existir

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persona privada de la libertad, puesto que de hacerlo estaría introduciendo una
escisión a la normatividad que la ley no contempla.

En este orden de ideas, no resultan ajustadas a derecho las conclusiones a las que
arriba el señor Juez Cuarto de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Bogotá,
cuando pretende que la competencia del juez ejecutor termina una vez que el
condenado por los antiguos jueces regionales recupera su libertad.

Esa afirmación genérica comporta el desconocimiento del artículo 500 del Código de
Procedimiento Penal; no consulta el espíritu del legislador, ni obedece a las
regulaciones implementadas por el Consejo Superior de la Judicatura. Por el contrario,
se percibe como el resultado de una confusa mezcla de conceptos jurídicos desde sus
expectativas individuales.

El Acuerdo No. 54 del 24 de mayo de 1994 "por el cual se fijan los criterios para el
funcionamiento de los Juzgados de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad",
expedido por la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura establece:

"ARTICULO PRIMERO.- Los jueces de ejecución de penas y medidas de seguridad,


conocen de todas las cuestiones relacionadas con la ejecución punitiva de los
condenados que se encuentren en las cárceles del respectivo Circuito donde
estuvieren radicados, sin consideración al lugar donde se hubiere proferido la
respectiva sentencia."

"Asimismo conocerán del cumplimiento de las sentencias condenatorias, donde no se


hubiere dispuesto el descuento efectivo de la pena, siempre y cuando que el fallo de
primera o única instancia se hubiere proferido en el lugar de su sede."

"En los sitios donde no exista aún, Juez de Ejecución de Penas y Medidas de
Seguridad, continuará dándose cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 15
transitorio del Código de Procedimiento Pena* ."

"PARAGRAFO: Cuando algún condenado sea trasladado de penitenciaría o pabellón


psiquiátrico, aprehenderá el conocimiento, el juez de ejecución de penas respectivo, a
quien se remitirá la documentación correspondiente. Si no hubiere juez de ejecución
de penas, reasumirá la competencia el Juez que dictó el fallo en primera o única
instancia."

Se reitera, entonces, la cláusula general de competencia según la cual la sentencia


debe ser ejecutada por el juez de esta especialidad; que esa atribución no cambia por
el hecho de no existir persona privada de la libertad; y que sólo excepcionalmente el
juez de primera o única instancia asumirá las funciones de ejecutor.

3. El artículo primero del Acuerdo No. 567 de 1999, (agosto 20), del Consejo Superior
de la Judicatura expresa:

"Cuando no existan juzgados de ejecución e Penas y Medidas de Seguridad con sede


o competencia territorial donde se ejecuta la sentencia y ésta fue proferida por jueces
de la extinta justicia regional, las funciones de ejecución de la sentencia serán
encargadas a los jueces penales de circuito especializados del lugar donde se dictó la
sentencia, ya sea que exista condenado no detenido o hubiere sentencia de ejecución
condicional o el condenado haya recibido el beneficio de libertad condicional."

La interpretación armónica de este precepto con los anteriores y el Código de


Procedimiento Penal conduce a dos inferencias:

Si se trata de sentencias proferidas por la anterior "justicia regional", exista o no


exista persona privada de la libertad, los jueces penales especializados del circuito
donde se dictó el fallo ejercerán como ejecutores de penas, siempre y cuando en el
lugar donde se ejecuta la sentencia no exista juez de esta especialidad.

Cuando el implicado ya se encuentre gozando de libertad de manera definitiva, el


sitio de reclusión no puede seguirse considerando como factor de competencia para
determinar quién ejecutará la sentencia. En este evento, el lugar de expedición de la
sentencia es el factor que permite deducir a cuál juez le corresponde continuar
vigilando su ejecución.

16
En tal sentido se pronunció la Sala de Casación Penal al resolver otro asunto de la
misma índole:

"En el presente caso, si bien el sentenciado estuvo recluido durante los últimos años
en la cárcel de Duitama (Boyacá), municipio en el que aun no existe juez de ejecución
de penas y medidas de seguridad y cuya falta dio lugar precisamente a que se
planteara esta discusión, lo cierto es que para el momento en que ha de definirse la
competencia ya se encuentra gozando de libertad de manera definitiva, de suerte que
no será el sitio de reclusión sino el de expedición de la sentencia condenatoria el
factor que permitirá deducir quién es el juez que continuará vigilando su ejecución."
(Radicación No. 17.367. Auto del 5 de diciembre de 2000. M.P. Dr. ÁLVARO ORLANDO
PÉREZ PINZÓN)
.....

En el presente caso la sentencia fue proferida por un Juez Regional de Bogotá. Ello
implica que el cumplimiento de la pena, en cuanto a la interdicción de derechos y
funciones públicas, debe vigilarse en esta misma Ciudad. Como en la Capital de la
República tienen asiento varios jueces de ejecución de penas, es a uno de ellos a
quien corresponde dicha labor, y no al Juez Especializado del Circuito.
....

Teniendo en cuenta que el Juez Cuarto de Ejecución de Penas de Bogotá,


(colisionante), asumió el conocimiento del asunto y vigiló el cumplimiento de la pena
de prisión hasta la liberación definitiva del señor JULIO CESAR TORO ARIAS,
corresponde al mismo funcionario continuar en su labor de ejecución mientras se
cumple a cabalidad la pena accesoria de interdicción de derechos y funciones
públicas.
_____________________________________
* Código de Procedimiento Penal. Artículo 15 transitorio: jueces de ejecución de
penas. Mientras el Consejo Superior de la Judicatura crea los cargos de jueces de
ejecución de penas, las atribuciones que este Código les confiere serán ejercidas por
el juez que dictó la sentencia en primera instancia.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Auto Colisión de Competencia


FECHA : 04/04/2001
DECISION : Declara la competencia del Juzgado 4 de Ejec. de
Penas y
Medidas de Bogotá
PROCEDENCIA : Juzgado 2 P. C. E.
CIUDAD : Ibagué
PROCESADO : TORO ARIAS, JULIO CESAR
DELITOS : Violación a la Ley 30/86
PROCESO : 17784
PUBLICADA : Si

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ERROR EN LA CALIFICACION JURIDICA-Técnica en casación

1. En lo atinente al pretendido error cometido en la resolución de acusación, al


efectuar el proceso de adecuación típica del comportamiento, el cargo está bien
enunciado pero antitécnicamente desarrollado.

Así, como lo ha dicho la Sala , se trata de un error de mérito o in iudicando que, como
tal, debe aducirse por la causal primera y corregirse dictando fallo de sustitución. Pero
puede acontecer, como aquí se acusa, que el vicio trascienda a la validez de la
actuación, en forma tal que si se enmendara con fundamento en la causal primera se
generaría un nuevo dislate, al no quedar la sentencia en consonancia con la
resolución de acusación, lo que ocurre cuando el delito que erróneamente se imputa
en el pliego de cargos y el que se ha debido imputar corresponden a distinto capítulo,
esto es, son de distinto género. Pero como el desatino sigue siendo de juicio, aunque
debe denunciarse y remediarse con fundamento en la causal tercera, es preciso

17
desarrollarlo conforme a la técnica que gobierna la primera debiéndose, por ende,
señalar la forma de quebrantamiento de la ley sustancial, si directa o indirecta y, en la
última hipótesis, la naturaleza del yerro cometido, si de hecho o de derecho, y el falso
juicio que lo determinó, o si consistió en un falso raciocinio por desconocimiento de
los postulados de la sana crítica, con indicación de las pruebas comprometidas y la
trascendencia del desacierto en la parte conclusiva del fallo.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Sentencia Casación
FECHA : 04/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : ARAGON CORDOBA, EUSEBIO ALIAS TURBO
PROCESADO : CORRALES PANESSO, CARLOS MARIO
PROCESADO : VALLE, EDISON
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Porte de armas de
defensa
personal, Homicidio agravado, Tentativa de
homicidio
agravado
PROCESO : 13318
PUBLICADA : Si

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ENRIQUECIMIENTO ILICITO DE PARTICULAR-Consumación/ COMPETENCIA


TERRITORIAL/ FISCALIA GENERAL DE LA NACION-Comisión de fiscales/
INVESTIGACION PREVIA-Validez de las pruebas practicadas/ PRUEBA EN EL
JUICIO-Pueden practicarse antes de la ejecutoria del auto que las ordenó/
ENRIQUECIMIENTO ILICITO DE PARTICULAR-Sentencias de
constitucionalidad/ ENRIQUECIMIENTO ILICITO DE PARTICULAR-Incremento
patrimonial

1. Nulidad por incompetencia territorial. Alude el censor a una falta de competencia


territorial de los jueces regionales de Cali, dado que el concepto de patrimonio está
unido al de domicilio, y no hay duda de que el procesado tenía el asiento de su
residencia, profesión y negocios en la ciudad de Bogotá.

Pues bien, la competencia territorial se individualiza por el lugar de comisión del


delito, pero éste a su vez está íntimamente relacionado con la acción u omisión que
configura el hecho punible. Es preciso transcribir entonces el artículo 1° del decreto
1895 de 1989:

"El que de manera directa o por interpuesta persona obtenga para sí o para otro
incremento patrimonial no justificado, derivado, en una u otra forma, de actividades

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delictivas, incurrirá, por ese solo hecho, en prisión de cinco (5) a diez (10) años y
multa equivalente al valor del incremento ilícito logrado".

La acción delictiva consiste en obtener para sí o para otro incremento patrimonial no


justificado, derivado, en una u otra forma, de actividades delictivas. De acuerdo con
el artículo 13 del Código Penal, que regula el principio de territorialidad de la ley
penal, el hecho punible se considera realizado "en el lugar donde se desarrolló total o
parcialmente la acción".

La pregunta obvia es: ¿dónde obtuvo el incremento patrimonial no justificado el


procesado (...)?.

De acuerdo con el pensamiento del actor, dicho incremento patrimonial se logró con
el depósito de los cheques recibidos en la cuenta corriente N° 00700027517-5 de la
Caja Agraria, de la cual era titular el procesado en la ciudad de Bogotá, salvo uno que
fue consignado en la ciudad de Bucaramanga y otro que se cobró en la ciudad de Cali.

Sin embargo, nadie discute que los títulos valores fueron recibidos por el señor (...) en
la ciudad de Cali, personalmente o por interpuesta persona. Ocurre entonces que el
incremento patrimonial se logra con la sola recepción de los cheques, como pasa a
demostrarse.

En efecto, la expresión cualificada "incremento patrimonial", obviamente deriva del


sustantivo "patrimonio", y éste jurídicamente se entiende como el conjunto de
derechos y obligaciones con carácter económico, respecto de las cuales se predica
una determinada relación jurídica. No hay duda de que los títulos valores en general,
y en especial los cheques, incorporan un derecho de contenido crediticio, literal y
autónomo, que nace a la vida jurídica (tanto como la obligación cambiaria correlativa)
con la sola puesta de la firma y "la entrega con la intención de hacerlo negociable
conforme a la ley de circulación…". La sola entrega del titulo valor constituye el pago,
así lleve envuelta la condición resolutoria, en caso de que sea rechazado o no sea
descargado de cualquier manera. Es lo que se desprende nítidamente de las
previsiones hechas en los artículos 619, 624, 625, 628 y 882 del Código de Comercio.

De modo general puede afirmarse que el incremento patrimonial se obtuvo cuando el


procesado recibió los cheques en la ciudad de Cali, por sí o por interpuesta persona,
sin importar que después los haya consignado en su cuenta corriente abierta en
Bogotá, pues a partir de la recepción de los títulos valores nació el derecho integrador
del concepto de incremento patrimonial injustificado, máxime que se ha probado que
los mismos fueron librados de cuentas corrientes pertenecientes a los hermanos (...),
pública y probatoriamente reconocidos en la actividad del narcotráfico.

2. Cuando la comisión de fiscales de Bogotá dictó la resolución de apertura de


instrucción, no actuó por razón de un territorio determinado, ni con apego a hechos
ocurridos en su sede, sino con motivo de una designación especial que les permitía
asumir una investigación que se adelantaba en la ciudad de Cali. Los criterios del
artículo 80 del Código de Procedimiento Penal, relacionados estrictamente con la
competencia territorial, entran en juego siempre que el Fiscal General no haya hecho
uso de la facultad de designar un funcionario especial, sin atención a su inicial
competencia en el lugar donde ocurrió el hecho.

Por otra parte, sin la consideración de una asignación especial, el artículo 80 del
Código de Procedimiento Penal tampoco puede entenderse aisladamente del artículo
13 del Código Penal, de tal manera que así sean distintos los funcionarios judiciales
del lugar donde primero se formuló la denuncia, o se abrió la instrucción o donde
haya sido capturado el imputado, todos finalmente serían territorialmente
competentes si, en sus respectivas jurisdicciones, se realizó parcialmente la acción,
pues la primera norma a la postre consagra un reparto del trabajo y no estrictamente
de la competencia. De modo que si irregularmente se quebrantara el orden y la
prelación previstos en la disposición, no habría lugar a nulidad alguna porque, al fin y
al cabo, todos son competentes por haberse realizado parcialmente la acción en sus
territorios.

3. No queda duda que el accionar de la Fiscalía, en la etapa de la investigación


previa, fue diáfano y acorde con las reglas de eficacia y garantía que deben equilibrar
la persecución penal.
...

19
Las pruebas de investigación previa, practicadas de manera limitada y circunscritas al
objeto previsto en el artículo 319 del Código de Procedimiento Penal, solamente
sirvieron para abrir instrucción y recibir indagatoria al imputado.

4. Si se tiene en cuenta que el auto que decreta pruebas en el juicio es notificable, de


conformidad con el artículo 186 del Código de Procedimiento Penal, razón por la cual
admite el recurso de reposición, resulta evidente la irregularidad porque el juzgado
comenzó a ejecutarlo antes de su ejecutoria, dado que el 20 de mayo se enviaron los
comisorios al juez de Bogotá para que escuchara en ampliación de indagatoria al
procesado y los testimonios de los profesionales que realizaron el estudio patrimonial
y financiero (cuaderno 43, fs. 280).

Sin embargo, la irregularidad de ejecutar la providencia que decreta pruebas en el


juicio, antes de su ejecutoria, no constituye nulidad en virtud del principio de
instrumentalidad de las formas, según el cual no habrá lugar a la invalidez del acto
"cuando se cumpla la finalidad para la cual estaba destinado" (C. P. P., art. 308).
Como el propósito era practicar unas pruebas propuestas por la defensa y
supuestamente favorables a la situación del procesado, la falta de ejecutoria de la
respectiva providencia no perjudicaba a los peticionarios, pues bastaba enterarlos por
cualquier medio de las fechas dispuestas y ellos no tenían interés en oponerse a lo
que los mismos habían solicitado expresamente, pero paradójicamente fueron
quienes entorpecieron su curso por el expresado anhelo de obtener la libertad por
vencimiento de términos, sin importarles la celeridad del trámite.

5. Con todo, como quiera que la adjetivación hecha en la sentencia C-127 de 1993, en
el sentido de que era preciso contar con sentencia condenatoria ejecutoriada sobre la
actividad delictiva matriz para poder condenar subsecuentemente por el delito de
enriquecimiento ilícito de particulares, ella no obedeció a una razón fundamental para
sostener la exequibilidad del precepto (ratio decidendi), sino a argumentaciones
circunstanciales que para nada condicionaron la constitucionalidad del mismo (obiter
dicta). Ya la Corte había analizado y rechazado una propuesta similar a la de hoy en
el auto del 12 de junio de 1996, respondida en los siguientes términos: ....

En virtud de la claridad dogmática y político criminal que reflejaba el auto antes


citado, la misma Corte Constitucional, en la mencionada sentencia C-319 de 1996,
acogió buena parte de sus reflexiones y, no obstante que "reconsideró" el
planteamiento ligero hecho en la sentencia C-127 de 1993, de igual manera explicó
que no se trataba de recoger una doctrina constitucional ya sentada sino de
determinar la motivación que correspondía como objeto directo e inescindible de la
declaratoria de exequibilidad del artículo 10 del decreto 2266 de 1991. Dijo entonces
la Corte Constitucional:........

Aunque se respeta la hipótesis interpretativa que propone el actor, la otra que asumió
el fallador y que ha sido prohijada por esta Corporación y la Corte Constitucional, es la
que razonablemente se ha impuesto aún antes de la sentencia C-319 de 1996. Una
interpretación más favorable, se preferiría cuando definitivamente el texto legal
tolere, en igualdad de condiciones, dos o más interpretaciones razonables, pero, en
este caso, no pueden equipararse valorativamente las premisas teóricas de las
sentencias C-127 de 1993 y C-319 de 1996 (porque no son equiparables en cuanto
criterios de interpretación), con el fin de señalar un tránsito entre las mismas como si
se tratara de una sucesión de leyes.

6. De acuerdo con la norma transcrita, es cierto que el ingreso no siempre está


orientado a incrementar el activo, porque puede hacerse para afectar en disminución
el pasivo, pero de todas maneras constituye un incremento patrimonial. De modo
que, sin ninguna demostración, el impugnante sostiene absurdamente que "todo
ingreso no constituye incremento patrimonial" (fs. 187), cuando lo cierto es que el
ingreso contablemente se estima como la materia prima de la intensificación del
patrimonio, así no promueva los activos sino que simplemente reduzca el pasivo.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Sentencia Casación
FECHA : 04/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Nacional
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : MESTRE SARMIENTO, JOSE EDUARDO
DELITOS : Enriquecimiento ilícito de particular

20
PROCESO : 16356
PUBLICADA : Si

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DEMANDA DE CASACION-Principio de autonomía/ NULIDAD-Técnica en


casación/ CONTUMAZ-Capturado: Asume el proceso en el estado en que esté/
INDAGATORIA

1. Los desaciertos en que incurre el libelista al formular los cargos son evidentes,
siendo comunes a los reproches presentados, el desconocimiento a los principios de
autonomía, subsidiariedad, claridad, precisión y trascendencia.

La invocación de la nulidad y de la violación directa de la ley sustancial con base en el


mismo hecho, desconoce la autonomía de la causal tercera y primera del artículo 220
del C.P.P., así como también la que corresponde a los cargos entre sí. Como
consecuencia de ello se incurrió en un planteamiento que por naturaleza resulta
contradictorio, pues si se presentan aquéllos como principales, y así ocurrió en este
caso, tales aseveraciones conducen al supuesto ilógico de negar y admitir la validez
del proceso al mismo tiempo. De ahí que en este caso concreto la técnica aconsejaba
la postulación de la nulidad como principal y la violación directa como subsidiriaria.

2. En la causal 3ª del artículo 220 del C. de P. P, el impugnante debe indicar con


claridad y precisión los fundamentos que demuestren el menoscabo de una
cualquiera de las garantías fundamentales que orientan el proceso penal, o que rigen
su estructura básica, y para completar la argumentación ha de señalar la fase
procesal a partir de la cual se presenta el vicio invalidante. A este propósito apunta el
hecho de exigirse el señalamiento de la causal aducida con base en una de las que
taxativamente prevé el artículo 304 ídem. Adicionalmente debe acreditarse un
perjuicio concreto irrogado y que la conducta del censor no contribuyó a la producción
del acto irregular, salvo que se trate de la ausencia de defensa técnica, ni que por una
actuación posterior se convalide aquélla, según los numerales tercero y cuarto del
artículo 308 ibídem.

3. De manera que cuando el inculpado de un delito, como en este caso ocurre, se


sustrae voluntariamente al deber de comparecer ante los jueces para responder por
sus actos, no puede luego alegar la invalidez del proceso por situación que tuvo como
causa su propia decisión de ausentarse con ese fin. Esta última forma de actuar se
opone al principio de protección que gobierna la declaración de nulidades
...

En consecuencia, el hecho denunciado por el casacionista y el Ministerio Público no


constituye una irregularidad de carácter sustancial, no tiene los efectos que se le
atribuyen, por cuanto que los derechos y las garantías debidas al procesado
realmente no resultaron comprometidas. No debe ignorarse que el reticente una vez
esté ante la autoridad que lo juzga, asume el proceso en el estado en que se
encuentra.

MAGISTRADO PONENTE: DR. MAURO SOLARTE PORTILLA

Sentencia Casación
FECHA : 14/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal
CIUDAD : Nacional
PROCESADO : OVALLOS RODRIGUEZ, GUSTAVO
DELITOS : Tentativa de homicidio, Porte de armas de
defensa
personal, Homicidio, Utilización ilegal de
uniformes de
uso priv.
PROCESO : 14010
PUBLICADA : Si

21
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ERROR DE DERECHO-Falso juicio de legalidad/ DOCUMENTO PUBLICO-El


carácter público lo confiere el funcionario que lo autoriza/ FALSEDAD EN
DOCUMENTO PUBLICO-Consumación/ FALSO JUICIO DE LEGALIDAD

1. En la tercera censura, expresa que al habérsele atribuido la calidad de documento


público con aptitud probatoria, se dejaron de aplicar los artículos 1760 del Código
Civil y 266 del Código de Procedimiento Civil, que impedían que pudiera servir de
prueba en el tráfico jurídico ante la falta de una firma, lo cual llevó a la aplicación
indebida de los artículos 4°, 22, 26, 133 y 219 del Código Penal, ya que en esas
condiciones no podía vulnerar el bien jurídico tutelado, además de ser esencial la
utilización del documento, aun cuando no lo exija expresamente el tipo, uso
frustráneo al no tener capacidad para engañar.

Los tres reproches se basan en la falta de firma de una de las partes contratantes,
pero escalonadamente el demandante le otorga efectos diferentes sobre la tipicidad o
la antijuridicidad. De tal manera, la respuesta a dicho aspecto se extiende
necesariamente a los tres cargos.

Dice acudir a la violación indirecta de ley sustancial, en la formulación de todas las


censuras, por haberse incurrido en un error de derecho, pero no señaló que el escrito
contentivo de la orden 081 de 1995 hubiera sido incorporado ilegalmente al proceso,
como para generar un falso juicio de legalidad, ni que se restara el valor establecido
en la legislación procesal penal u otorgado uno no previsto, en el supuesto caso de
que existiera tarifa legal probatoria, como para dar lugar a falso juicio de convicción.
Expresamente señaló, además, en lo concerniente al primer cargo, que estaba de
acuerdo con los hechos que el juzgador consideró demostrados y que no habían sido
tergiversadas las pruebas, pero al proponerse no atacar los medios de convicción,
debió acudir a la violación directa.

Al respecto la Sala, en sentencia del 12 febrero de 1996 (rad. 8.958, M. P. Carlos


Augusto Gálvez Argote), indicó:

"Como invoca un falso juicio de legalidad, significa que una o varias de las pruebas
sobre las que se fundamentó la responsabilidad del inculpado, no reunían los
requisitos legales para su aducción, caso en el cual no tenía por qué considerarlas el
fallador, o no fueron tenidas en cuenta pese a que sí los poseían a plenitud, debiendo
confrontar tal situación con el sustento fáctico en que la sentencia apoyó la condena.

El desfase es evidente, pues la censora pretende cuestionar aquí la capacidad del


acta 26 para servir de prueba ante la Superintendencia y no si el documento... que
demuestra la existencia del acta, fue allegado con las formalidades legales y, por
tanto, podía ser tenido en cuenta en el momento evaluar el acervo probatorio...

Mejor suerte le hubiera acompañado si hubiese elevado la censura en el ámbito de la


violación directa de la ley sustancial por aplicación indebida del artículo 224 del C. P.,
merced a la atipicidad de la conducta, ya que el documento carecía de tal calidad de
prueba..."

2. De otra parte, el casacionista y la representante del Ministerio Público consideran


que el artículo 251 del Código de Procedimiento Civil establece tres clases de
documentos públicos: los públicos per se, los instrumentos públicos o de doble autor y
las escrituras públicas. Esa no es la distinción pretendida por la norma, ni su
contenido. Basta con precisar que la calidad de instrumento la da la forma escrita,
mientras que el carácter público lo confiere el funcionario que lo autoriza. Así, es
instrumento público el escrito autorizado por un servidor oficial, en ejercicio de sus
funciones, pero en el concepto de documento público también caen formas no
escritas, como una grabación o una fotografía, o textos gráficos diferentes a rasgos
escriturales, como un plano o mapa, que no necesariamente han de estar suscritos.

22
El impugnante acudió al artículo 266 del Código de Procedimiento Civil, para concluir
que la falta de firma de quien sería el contratista, en la orden de compra 081 de 1995,
adolecía de un vicio de forma y, por tanto, no era documento ni podía ser tenido como
instrumento público, cuando dicho precepto no degrada el documento público a
privado, sino que lo tiene como tal en cuanto a la fuerza obligatoria y vinculante,
entre las partes, los causahabientes o sucesores, que será igual a la asignada a los
documentos privados. Se trata de aspectos distintos, que tuvo en cuenta el Tribunal
para que no se confundiera la calidad del instrumento con lo que denominó su
"capacidad probatoria".

En el caso concreto, la orden de compra 081 de 1995 fue expedida por el director del
FIS, servidor público en ejercicio de sus funciones, que como máximo directivo le
correspondía implementar todo aquello que permitiera al Fondo cumplir las
actividades para la cual fue creado y allí se hizo figurar que ello pretendía satisfacerse
con el objeto de la orden.

De tal manera, al contrario de lo sostenido por el demandante, la orden en mención sí


es un documento público y, por eso, desaparece la base de su argumentación.

Se diferencia la eficacia o el valor probatorio del documento y su fuerza vinculante u


obligatoria entre las partes. Aquél es un predicado general por ser el documento un
elemento de convicción, en cambio ésta es de carácter particular y sólo la poseen los
documentos contentivos de obligaciones.

Los documentos públicos, además de sus características de perdurabilidad,


inmutabilidad, innegabilidad de su existencia, objetividad y, consecuencialmente,
eficacia probatoria, cuentan con presunción de autenticidad; según la ley, son
oponibles frente a todos y de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 264 del Código
de Procedimiento Civil, hacen fe de su otorgamiento, de su fecha y de las
declaraciones que en ellos efectúe el funcionario que los autoriza. Con relación a
estos aspectos su eficacia probatoria es, por tanto, erga omnes.

Algunos documentos públicos contienen obligaciones, pues además de las


declaraciones hechas por el servidor oficial que lo autoriza, se plasman
manifestaciones de voluntad de los particulares que participan en el acto. Se trata de
instrumentos formalmente públicos y sustancialmente privados y dichas
manifestaciones tienen fuerza vinculante entre las partes.

El impugnante se refiere exclusivamente a las prestaciones que surgen de esos


instrumentos, olvidando que la característica principal del documento es poder servir
de prueba, no solo de derechos subjetivos, sino de cualquier otra pretensión que
tenga trascendencia pública o privada.

La Sala, en sentencia del 15 de octubre de 1986 (rad. 1.986, M. P. Rodolfo Mantilla


Jácome), señaló sobre la tipificación de la falsedad:

"Busca la protección de un aspecto de la fe pública, referido a la genuinidad y


veracidad de la prueba documental, como medio para la preservación del normal
tráfico jurídico. En consecuencia, en sus disposiciones se habla de la protección de los
documentos públicos y privados que puedan servir de prueba y en manera alguna a
documentos calificados por alguna de las características que deduce el ordenamiento
procesal civil o la doctrina. Para que proceda el amparo penal es suficiente la aptitud
probatoria del escrito que ha sido objeto de modificación en su contenido o en su
forma, pues dicha aptitud probatoria no depende de la naturaleza del escrito o de las
solemnidades accesorias de que pueda estar rodeado, sino de la posibilidad que le
brinda el derecho de ser medio para la demostración de algo."

Posteriormente, en sentencia del 19 de mayo de 1999 (rad. 11.280, M. P. Fernando E.


Arboleda Ripoll), reiteró:

"… "Todo documento público tiene capacidad probatoria, consecuencialmente toda


alteración que en él se haga atenta contra el bien jurídico de la fe pública, puesto que
por lo menos en forma potencial afecta el llamado tráfico jurídico..." (sent. del 25 de
nov. de 1982, M. P. Luis Enrique Aldana Rozo), con lo cual advierte que lo sancionado
penalmente es la pontencialidad lesiva de la conducta falsaria, independientemente
del mérito que pudiere otorgársele al medio en un particular ámbito, puesto que lo
que trasciende es la aptitud probatoria frente a la totalidad del tráfico jurídico."

23
3. Debe recordarse que la falsedad documental no es un delito de daño, sino de
peligro, donde no es necesario que se haya causado un deterioro efectivo al bien
jurídico, pues basta la creación de la amenaza directa en su contra.

Sobre la consumación de la falsedad en documento público, la Corte, en la ya citada


sentencia del 19 de mayo de 1999 (rad. 11.280, M. P. Fernando E. Arboleda Ripoll),
indicó:

"La descripción comportamental recogida en el tipo de falsedad ideológica en


documento público, alcanza realización, ha sido dicho, cuando el empleado oficial, en
ejercicio de sus funciones, extiende documento que pueda servir de prueba y
consigna en él una falsedad o calla total o parcialmente la verdad,
independientemente de los cometidos ulteriores que hubiese perseguido con su
conducta, pues lo que la norma protege es la credibilidad en el contenido de tales
documentos dada por el conglomerado, en cuanto se ha convenido otorgarles el valor
probatorio de las relaciones jurídico-sociales que allí se plasman."

En la falsedad en documento público es suficiente que tenga aptitud para generar


perjuicio, que sea potencialmente dañoso, lo cual aconteció en el asunto examinado,
porque la orden de compra 081 de 1995 hacía referencia a un contrato oficial, en
donde la ley presume su veracidad y le confiere la capacidad de probar la relación
que el Estado mantuvo con los particulares. Sin entrar a considerar su uso, la sola
falsificación generó el riesgo de que el instrumento fuera considerado legal por la
administración y la sociedad, como si se hubiera cumplido el principio de
transparencia, con las consecuencias jurídicas respectivas.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Sentencia Casación
FECHA : 17/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : DE LA HOZ VIÑAS, EDUARDO
PROCESADO : ROCA SARMIENTO, WILSON ANTONIO
DELITOS : Peculado por apropiación, Falsedad en
documento
público, Tentativa de peculado por apropiación
PROCESO : 14798
PUBLICADA : Si

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NULIDAD-Técnica en casación/ INVESTIGACION INTEGRAL-Técnica para


alegar su vulneración/ DEFENSA TECNICA-Ausencia de defensor: Se deben
demostrar sus efectos negativos/ RECURSOS-Razón seria y valedera

1. Si bien la causal tercera de casación, vale decir cuando la sentencia se haya


dictado en un juicio viciado de nulidad, aparentemente no exige en su redacción
formas específicas de discernir en cuanto su proposición y desarrollo, la demanda no
es un escrito de libre confección, pues, igual que en las otras causales, debe ajustarse
a ciertos parámetros lógicos de modo que se entiendan con claridad y precisión los
motivos de la nulidad, las irregularidades sustanciales alegadas, la manera en que se
quebranta la estructura del proceso o se afectan las garantías de los sujetos
procesales, la transcendencia de tales defectos en el fallo, e indicar con precisión el
momento procesal al que deban retrotraerse las actuaciones una vez excluidas las
alcanzadas por los vicios.

2. No es válido aducir genéricamente, en el mismo capítulo y de manera


indiscriminada que se desatendió el principio de la investigación integral por no
haberse decretado pruebas de oficio, y que se vulneró el derecho a la defensa
material debido a la inactividad de los abogados.

24
Cada uno de estos aspectos debe plantearse separadamente debido a que su
desarrollo implica sustentación específica, como lo ha sostenido la Sala en diversos
pronunciamientos:

"Además, si la nulidad está referida a la violación del principio de investigación


integral, no basta enumerar las pruebas supuestamente omitidas, sino que es preciso
señalar su fuente, conducencia, pertinencia y utilidad, amén de su incidencia
favorable a los intereses del procesado frente a las conclusiones del fallo, puesto que,
como también lo ha señalado la Sala, la no práctica de determinada diligencia no
constituye, per se, quebrantamiento de la garantía fundamental que se reputa
violada, como quiera que el funcionario judicial, dentro la órbita del Art. 334 del C. de
P. Penal y conjugando los criterios de economía, celeridad y racionalidad, está
facultado para decretar, bien de oficio ora a petición de los sujetos procesales,
solamente la práctica de las pruebas que sean de interés para la investigación,
procurando siempre el mejor conocimiento de la verdad real. Por consiguiente, la
omisión de diligencias inconsecuentes, dilatorias, inútiles o superfluas, no constituyen
menoscabo de los derechos a la defensa o al debido proceso."

"Ahora bien, en lo que dice relación con la trascendencia del vicio denunciado, ésta
no deriva de la prueba en sí misma considerada, sino de la confrontación lógica de las
que sí fueron tenidas en cuenta por el sentenciador como soporte del fallo, para a
partir de su contraste evidenciar que las extrañadas, de haberse practicado,
derrumbarían la decisión, erigiéndose entonces como único remedio procesal la
invalidación de la actuación censurada a fin de que esos elementos que se echan de
menos puedan ser tenidos en cuenta en el proceso." (Auto del 12 de marzo de 2001,
radicación 16.463, M.P. Dr. Jorge Aníbal Gómez Gallego).

3. En cuanto al compromiso del derecho de defensa por la inactividad de los


abogados es necesario que el demandante explique con claridad y de manera
sustentada en qué aspectos se concretan las omisiones.

Si se hacen consistir en no haber interpuesto recursos ordinarios contra las


providencias, no es suficiente alejar este aspecto de manera genérica. Es
indispensable que el demandante individualice las decisiones que era necesario
cuestionar, que en cada caso identifique los argumentos que en su criterio era factible
rebatir, y que exponga las razones por las cuáles la decisión a adoptar tenía que ser
sustancialmente más favorable a los intereses que representa.

Si la inactividad del defensor se verifica en no haber solicitado pruebas, como se


anotó en precedencia, además de referirse a cada prueba que añora se hubiese
practicado, el demandante tiene el deber de explicar de la mejor manera posible en
qué habrían consistido las mismas, para brindar la oportunidad a la Sala de esudiar
aquellos elementos de convicción frente a las motivaciones del fallo y así poder
concluir si en realidad se han vulnerado las garantías fundamentales del procesado
por causas atribuibles a su abogado.
...

Ha reiterado esta Sala de la Corte que no toda omisión de formalidades dentro del
proceso ni todo descuido de la defensa en él están llamados a generar la invalidación
de lo actuado, de allí en adelante, si en el primer caso no se trata de una irregularidad
sustancial, valga decir, de aquellas que afectan la estructura misma de la instrucción
o del juzgamiento, y en el segundo de una verdadera inasistencia o desamparo que
ponga en riesgo o lesione el derecho del procesado a ser debidamente asistido dentro
de la actuación.
...

Y en lo que toca con la actividad que los profesionales encargados de la asistencia del
acusado pudieron haber llevado a cabo, es pertinente anotar, como de modo repetido
lo ha puesto de presente esta Sala, que no es suficiente con afirmar que el abogado
no asistió a la prueba, no recurrió, o no hizo formulación de alegatos, para que ello
solo abra el camino a la invalidación del trámite, sino que es preciso indicar cuáles
fueron los actos que en concreto debió ejecutar el defensor y no lo hizo, y que
pudieron haber exonerado la responsabilidad del acusado, o cuando menos
morigerando su situación frente a la pena.

4. Que el defensor no hubiese tomado notificación de la medida de aseguramiento, o


que a pesar de notificarse personalmente de la resolución acusatoria, ni de una ni de
otra hubiese impugnado, tampoco es argumento que amerite la invalidación del rito,

25
pues los recursos tienen que obedecer a una razón de inconformidad seria y valedera
y no al ejercicio mecánico, abstracto u obligado de una prerrogativa, cuyo empleo sin
argumentos basados en la propia evidencia ninguna utilidad práctica reportarían en
pro del implicado, y acaso devendrían en mecanismos dilatorios.

No se olvide que la actuación del abogado se halla reglada por la ley, y que el artículo
1o. del Decreto 196 de 1971 le impone a la abogacía una función ético-social de
colaboración con las autoridades en la conservación y perfeccionamiento del orden
jurídico del país y "en la realización de una recta y cumplida administración de
justicia" lo que contrasta con el abuso del derecho, que bien por el contrario se
sanciona como sucede cuando se proponen incidentes, se interponen recursos o
excepciones manifiestamente encaminadas a entorpecer o demorar el desarrollo
normal de los procesos.

Si el casacionista no precisa la utilidad de los recursos que denuncia como omitidos,


no es procedente inferir ni suponer que ellos tenían que interponerse
obligatoriamente, ni se puede concluir que no haberlos interpuesto necesariamente
refleja abandonado en su asistencia al procesado.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Sentencia Casación
FECHA : 17/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cali
PROCESADO : VERGARA DIAZ, JOSE WEIMAR
DELITOS : Violación a la Ley 30/86
PROCESO : 11793
PUBLICADA : Si

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PRESCRIPCION/ ACTA DE ACEPTACION DE CARGOS-Equivalencia con la


resolución de acusación/ SENTENCIA ANTICIPADA-Interés para recurrir/
CONDENA DE EJECUCION CONDICIONAL-Se debe demostrar la presencia de
yerros

1. Ante todo, debe indicarse que el delito de porte ilegal de arma de fuego de defensa
personal, prescribió debido al tiempo transcurrido hasta el momento, contado desde
la fecha del acta de aceptación de cargos.

No sobra transcribir lo dispuesto en el inciso primero del artículo 80 del Código de


Penal:

"La acción penal prescribirá en un tiempo igual al máximo de la pena fijada en la ley
si fuere privativa de la libertad pero, en ningún caso, será inferior a cinco años ni
excederá de veinte. Para ese efecto se tendrán en cuenta las circunstancias de
atenuación y agravación concurrentes".

A su turno, el artículo 84 ejusdem, determina:

"La prescripción de la acción penal se interrumpe por el auto de proceder, o su


equivalente, debidamente ejecutoriado.

Interrumpida la prescripción, principiará a correr de nuevo por tiempo igual a la mitad


del señalado en el artículo 80. En este caso el término no podrá ser inferior a cinco (5)
años."

El 3 de mayo de 1995, sin que se hubiera cerrado la investigación, la Fiscalía llevó a


efecto la diligencia prevista en el artículo 37 del Código de Procedimiento Penal, en
donde formuló los cargos de porte ilegal de armas de fuego de defensa personal y
hurto calificado agravado, los cuales fueron aceptados por el sindicado (fs. 83 y Ss.,
cd. 1). El acta respectiva es equivalente a la resolución de acusación, según lo

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dispuesto por el ordinal segundo del artículo 37 B ibídem, interrumpiéndose la
prescripción de la acción penal, circunstancia que lleva a que corra de nuevo por un
término igual a la mitad del lapso señalado.

2. La libelista también busca establecer que se hallaba en estado de ebriedad que le


generaba inimputabilidad cuando cometió el hurto, pero debe observársele que con
ello trata de atacar un presupuesto de la culpabilidad, sobre lo cual carece de interés
jurídico de conformidad con lo instituido por el ordinal 4° del artículo 37 B del Código
de Procedimiento Penal, al no estar facultada para discutir la responsabilidad ni sus
fundamentos, en procura de una retractación inadmisible cuando se acude a la
sentencia anticipada.

La pretensión de la defensora no tiene aptitud para impedir los efectos jurídicos de la


manifestación libre y voluntaria de su representado, realizada con todos los requisitos
formales y sustanciales exigidos legalmente, pues no aduce vicio del consentimiento,
por insanidad mental, que lo inhabilitara para aceptar los cargos, evento último que le
otorgaría interés, pero acudiendo a la causal tercera de casación.

3. Los elementos de juicio de los cuales partió el fallador no fueron atacados por la
demandante, quien pretendió que se tuviera en cuenta que su representado
posiblemente estaba embriagado cuando cometió el ilícito, pero omitió demostrar la
presencia de yerros en la intelección realizada por la judicatura al inferir, de la
personalidad demostrada por la forma como se comportó al preparar, ejecutar y
consumar el ataque a bienes jurídicos dignos de tutela, que su asistido requería
tratamiento penitenciario.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Sentencia Casación
FECHA : 17/04/2001
DECISION : Declara prescripción, ordena cesación de
procedimiento,
reajusta pena, no casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cali
PROCESADO : CRIOLLO BONILLA, ADOLFO
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Porte de armas de
defensa
personal
PROCESO : 11149
PUBLICADA : Si

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CAMBIO DE RADICACION-No existe período probatorio/ CAMBIO DE


RADICACION-Causal de recusación/ RECUSACION/ IMPEDIMENTO

1. En lo referente al trámite del cambio de radicación, el artículo 85 ibídem establece:


"La solicitud debe ser motivada y a ella se acompañarán las pruebas en que se
funda..." (resalta la Corte). En esta clase de incidente no existe período probatorio,
que pueda utilizar el funcionario llamado por la ley a definirlo; en otras palabras, para
esclarecer las razones del pedimento no hay ocasión de acopiar pruebas, a iniciativa
de parte o de oficio y ellas tienen que ser presentadas con la solicitud, con los
argumentos que la fundamentan, si se aspira a que prospere.

Además, el cambio de radicación no está supeditado a las apreciaciones subjetivas de


quien lo propone, sino a que se evidencie que en el territorio donde se lleva a cabo el
juzgamiento no se dan los factores de neutralidad, ecuanimidad y rectitud, para el
caso planteado, dentro de los cuales debe obrar la judicatura.

En el asunto propuesto, el defensor de (...) no aporta ninguna prueba que muestre


objetivamente falta general de imparcialidad o de independencia de la administración
de justicia en el Distrito Judicial de Pasto, donde se adelanta el proceso en la etapa del
juicio. Lo que expone no contiene elementos de juicio, más allá de la aprensión

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genérica y ambigua, que sustenten que no encuentra "garantías mínimas a efecto de
corresponder con criterios jurídicos alejados de toda afectación que por relación de
amistad y colegaje, generen la parcialidad en la decisión", simplemente por ser la
víctima de uno de los tipos penales materia de acusación un Fiscal Delegado ante el
Tribunal Superior de Pasto.

2. Si uno de los Magistrados de la Sala Penal del Tribunal intercambió conceptos sobre
la conducta punible y le une amistad íntima con la víctima, la prevención lo
compromete únicamente a él y no a la generalidad de los servidores del Distrito
Judicial de Pasto, así ellos, como refiere el solicitante, mantengan con el Fiscal obvia
"relación", que no tiene por qué comprometer su independencia. Además, para
sanear el riesgo personal de parcialización a favor de una causa, lo procedente no es
el cambio de radicación, pues para tal efecto se hayan instituidas las causales de
impedimento y recusación, a dos de las cuales acudió precisamente el Magistrado, en
prenda de ecuanimidad y corrección.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Cambio de Radicación
FECHA : 17/04/2001
DECISION : No accede al cambio solicitado
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Pasto
PROCESADO : AGUDELO OCAMPO, FABIAN ANDRES
DELITOS : Porte de armas de uso privativo de las F.M.,
Secuestro
extorsivo, Utilización ilegal de uniformes de uso
priv.
PROCESO : 18129
PUBLICADA : Si

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COLISION DE COMPETENCIA-Acumulación de procesos/ ACUMULACION


JURIDICA DE PROCESOS

Por resultar improcedente la colisión de competencia planteada en razón del presente


asunto, la Sala no puede entrar a proveer de fondo en la medida en que la
determinación sobre la acumulación de procesos tiene su propia regulación, decisión
esta que en manera alguna da lugar al conflicto que aquí se pretende discutir.

Ciertamente, de conformidad con lo estipulado por el inciso 2º del Art. 96 del C. de P.


Penal, subrogado por el Art. 9º de la Ley 504 de 1999, el juez competente para
pronunciarse en este evento, positiva o negativamente, en relación con la
acumulación advertida por el Juez 5º Penal del Circuito de Bogotá, es el Juez 7º Penal
del Circuito Especializado de la ciudad, funcionario al que se le reasignó el proceso
que por secuestro extorsivo se adelanta contra el procesado (...), a quien igualmente
se juzga por falso testimonio en el despacho judicial citado en primer lugar.

Ahora, contra la decisión tomada por el Juez Especializado respecto de la referida


acumulación, cabe el recurso de apelación, impugnación que de ser ejercida por uno
cualquiera de los sujetos procesales debe ser resuelta, de plano, por el respectivo
superior funcional, a voces del inciso final del Art. 95 ibidem.

Pues bien, en claro acto de suplantación, como lo dijera la Sala en auto del 7 de
diciembre de 1999 al resolver un caso similar, Rdo. 16.616, M. P., Dr. Jorge E. Córdoba
Poveda, pretende el Juez 5º Penal del Circuito de Bogotá a través de la colisión de
competencia propuesta, sustituir a los sujetos procesales con tal de desconocer la
determinación que sobre la acumulación de procesos a la que se contrae estas
diligencias, ya adoptó el Juez 7º Penal del Circuito Especializado de esta localidad.
Sobre su legalidad, sólo puede pronunciarse el superior funcional del juez que profirió
el auto censurado, común, en este caso, para ambos funcionarios trabados en el
supuesto conflicto -el Tribunal Superior de Bogotá-, pues así lo dispone

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perentoriamente el precepto normativo que viene de reseñarse, al facultar al sujeto
procesal inconforme para que impugne el proveído de marras.

Independientemente de los fundamentos en los cuales se finca la negativa del Juez


competente para decretar la acumulación pedida, en este caso el Especializado,
ninguna atribución le asiste al Juez Penal del Circuito aludido para oponerse a aquella
decisión, pues, como ya se vio, esta facultad exclusivamente radica en cabeza de los
sujetos procesales, se reitera, a través del recurso ordinario dicho. Otra cosa resulta
ser la eventual responsabilidad en que pueda incurrir el funcionario remiso, por
negarse a cumplir con las preceptivas contenidas en una norma vigente, hallándose
satisfechos los presupuestos inherentes a su aplicación.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Auto Colisión de Competencia


FECHA : 18/04/2001
DECISION : Se inhibe de desatar la colisión propuesta,
devuelve al
juez 5 P.M. de Btá.
PROCEDENCIA : Juzgado 7 P.C.E.
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : RAMIREZ, PEDRO ANTONIO
DELITOS : Falso testimonio
PROCESO : 18211
PUBLICADA : Si

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CAMBIO DE RADICACION-Orden público

Se ha dicho que la labor del peticionario habrá de consistir en demostrar, de manera


clara y evidente, cualesquiera de las circunstancias anteriormente citadas para que la
Corte, en cumplimiento de lo normado en el numeral 8° del artículo 68 de la misma
obra, se pronuncie sobre la viabilidad o no del cambio de radicación solicitado.

Planteadas así las cosas, se advierte que el solicitante denuncia una serie de
circunstancias generales en torno a la situación de orden público que padece la
Provincia de García Rovira, sin que evidencie si esa alteración afecta de modo
ostensible la ciudad sede del despacho judicial y, además, si puede poner en peligro
la integridad de quienes intervienen en el proceso penal, la imparcialidad o
independencia de la administración o las garantías procesales.

Al respecto ha dicho la Corte:

"Para una interpretación razonable de los motivos de orden público a los que se
refiere el artículo 83 del Código de Procedimiento Penal, la Corte entiende que ha de
establecerse una razón vinculante entre el proceso que ahora se adelanta en
Florencia y algunas manifestaciones específicamente de perturbación, zozobra e
inseguridad producidas por los hechos a los cuáles se concreta aquél. Si las
dificultades de la actividad judicial se vinculan genéricamente con el deteriorado
orden público reinante en la región, bastaría determinar que el departamento del
Caquetá fue declarado zona especial de orden público, y de una vez se paralizaría la
administración de justicia en dicha entidad territorial, porque todos los procesos
tendrían que cambiar de radicación por el generalizado entorpecimiento de la
convivencia en paz, absurdo tan intolerante como saber que, si bien la justicia no es
la responsable del manejo del orden público, su ausencia, y ahora su huida,
inocultablemente contribuyen a acentuar el deterioro de las condiciones necesarias
para el ejercicio de los derechos y libertad públicas.

"Las circunstancias que afectan la imparcialidad o independencia de la administración


de justicia, como motivo de cambio de radicación, han de ser generalizadas por la
fuerza conmovedora misma del hecho investigado o por una manifestación previa y

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colectiva de los encargados de la justicia, de tal manera que resultaría palpable el
perjuicio de todos los funcionarios judiciales de una misma población o región. De ese
modo, el motivo de afectación de imparcialidad o independencia de ciertos
funcionarios judiciales, como causa individualizable y no extendida en el municipio o
zona, no puede ser objeto de discusión para el cambio de radicación, pues se trata
más bien de una razón válida para tratar de purificar el órgano judicial por la vía de
los impedimentos y recusaciones"

En consecuencia, como quiera que las circunstancias de perturbación del orden


público a que hace referencia el memorialista para solicitar el cambio de radicación
del proceso, en las condiciones actuales del país, resultan comunes, con mayor o
menor intensidad, a casi todos los departamentos, no se evidencia que afecten,
gravemente, la ciudad sede del despacho judicial y, de todas maneras, no están
asociadas al diligenciamiento, el cambio es improcedente.
_______________________________________
* Auto del 23 de octubre de 1997. M.P. Dr. Jorge Aníbal Gómez Gallego

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Cambio de Radicación
FECHA : 18/04/2001
DECISION : No accede al cambio solicitado
PROCEDENCIA : Juzgado Penal del Circuito
CIUDAD : Málaga - Santander
PROCESADO : ORDUZ ACERO, ELVER CRISTOBAL
DELITOS : Rebelión
PROCESO : 18176
PUBLICADA : Si

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CASACION-Procedencia, decisiones interlocutorias/ NULIDAD-Acta de


formulación de cargos: Sentencia comprende todas las conductas/
CONFESION-Técnica para alegar su desconocimiento/ ACTA DE
FORMULACION DE CARGOS

Es usual que dentro de una misma providencia se incluyan decisiones de diferente


carácter, como en este caso concreto, en donde la nulidad parcial del proceso aparece
involucrada en la sentencia, sin que ello implique que la determinación de menor
entidad cambie su naturaleza. Con el fallo culmina la instancia respectiva y se
resuelve de fondo el problema jurídico, mientras la anulación gravita en un auto que
comporta rehacer parcialmente la actuación, para subsanar una irregularidad
sustancial que no pueda convalidarse de otra manera.

De conformidad con lo dispuesto por el artículo 218 del Código de Procedimiento


Penal, la casación procede contra sentencias de segunda instancia y no contra
providencias de diferente índole.

Apartándose del camino adecuado, la inmensa mayoría de la argumentación del


casacionista comporta un ataque a la decisión que decretó la nulidad parcial del acta
de aceptación de cargos suscrita por (...) y, aunque solicita que se case la sentencia,
lo que en el fondo pretende es la revocatoria de dicho aspecto de la decisión, para
que su materia se incluya en el fallo.

Es decir, no está conforme con la nulidad parcial decretada y busca que sea dejada
sin efecto, con lo cual, en realidad, pretende dirigir la casación contra una decisión
interlocutoria y no contra la sentencia en sí misma.

2. Si el defensor aspiraba a una sentencia que comprendiese todas las conductas


punibles involucradas en la formulación de los cargos y, al no determinarse así
procedía la nulidad del fallo, lo pertinente era acudir a la causal tercera de casación
(no a la segunda), para que se declarara la invalidez y, en remplazo, se incluyera el

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pronunciamiento en torno a los delitos de enriquecimiento ilícito de particular y
falsedad en documento privado.

3. En cuanto a la rebaja de pena por confesión, le correspondía al censor encaminarse


por la causal primera, ante la eventual violación, por uno u otro motivo, de la norma
sustancial contenida en el artículo 299 del Código de Procedimiento Penal, y no incluir
este reproche, como inarmónico agregado, dentro de la causal segunda. Desacató así
lo estatuido en el ordinal 4° del artículo 225 del mencionado estatuto, que impone
sustentación separada para los cargos diversos.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Auto Casación
FECHA : 18/04/2001
DECISION : Rechaza in límine la demanda y declara desierto
el
recurso
PROCEDENCIA : Tribuna Nacional
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : PRADO CUERO, SALOMON
DELITOS : Testaferrato
PROCESO : 16545
PUBLICADA : Si

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CASACION-Interés para recurrir-Apelación/ SITUACION JURIDICA-Marco de


referencia para ejercer el derecho de defensa/ INDAGATORIA-Ampliación: No
es necesario volver a definir situación jurídica/ INVESTIGACION INTEGRAL-
Nulidad

1. De manera reiterada, la jurisprudencia de la Sala ha dicho que en virtud del


principio de limitación que rige la segunda instancia, según el cual "la apelación le
permite (al superior) revisar úni-camente los aspectos impugnados" como lo pregona
el artículo 217 del Código de Procedimiento Penal, modificado por el artículo 34 de la
Ley 81 de 1993, no es admisible que se aleguen en casación as-pectos que no fueron
objeto de censura respecto de la sentencia de primera instancia, porque resulta
contrario a la lógica que se le re-proche al fallo haber incurrido en error sobre un
asunto que no fue objeto de pronunciamiento.

En esta medida, si el demandante aceptó algún tema ex-puesto en la sentencia de


primer grado y, por ello, no expresó ante el Ad quem su inconformidad para que
revocara la decisión, mal podría ahora aceptarse que en sede de casación pretenda
discutir lo que en las instancias no fue motivo de inconformidad.

La ausencia de interés jurídico en la casación, que se expresa en una de sus


manifestaciones como la falta de correspondencia entre el contenido material de la
apelación y el de la casación, tiene sin embargo algunas excepciones que la Sala ha
puntualizado en diversas oportunidades, en una de las cuales sostuvo:

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"Una tal situación, lleva a la Sala a reexaminar el tema, para precisar que no solo en
los casos señalados por la Delegada, sino en todos los eventos en los cuales se
postule la existencia de vicios in procedendo, originados en la fase de la instrucción o
la subsiguiente del juicio, resulta viable recurrir la sentencia de segunda instancia en
sede extraor-dinaria, sin que sea necesario para acceder a ella, que el impugnante
haya apelado el fallo de primer grado. Esto, en la medida que la actuación
irregularmente surtida haya ocasionado un perjuicio real, o represente uno potencial
para el recurrente".

"Esta nueva postura jurisprudencial encuentra también sustento en la consideración


de que la aceptación del con-tenido material del fallo, revelada a través del silencio
de parte, solo resulta válida si el procedimiento que lo sustenta es legítimo, y en la
circunstancia de ser la casación en nuestro medio, fundamentalmente un juicio de
validez, como puede inferirse del contenido de los artículos 219 y 228 del estatuto
procesal".

"Lo dicho no significa que quien acude en sede extraordi-naria en procura de obtener
la nulidad, pueda hacerlo sin que hubiese sido agotada la segunda instancia. En el
pro-cedimiento penal no tiene cabida el instituto de la casación per saltum. Por eso,
quien pretenda ejercer este derecho, debe tener en cuenta que para ello debe mediar
fallo de se-gundo grado, y que es su obligación propiciar este pronun-ciamiento
cuando las otras partes no lo hagan, pues si omite hacerlo, no podrá después intentar
el recurso de ca-sación, por no existir sentencia de segunda instancia contra la cual
proponerse".

"En tratándose, entonces, de la alegación de errores in pro-cedendo, derivados de


irregularidades ocurridas en de-sarrollo del proceso, no necesariamente se requiere
haber apelado el fallo de primer grado para poder acceder al re-curso extraordinario,
punto en el cual se precisan los pro-nunciamientos anteriores de la Sala." *

2. Se trata de definir, como ha quedado expuesto, si frente al man-dato contenido en


el inciso 1º. del artículo 438 del Código de Proce-dimiento Penal, según el cual "en
ningún caso podrá cerrarse la in-vestigación si no se ha resuelto la situación jurídica
del procesado", es preciso que después de cada ampliación de indagatoria en la que
se hubiere interrogado al imputado respecto de nuevas conductas delictivas deba
realizarse una valoración complementaria de la si-tuación actual de compromiso en
que se encuentra, bien ampliando la medida de aseguramiento para extenderla a los
nuevos cargos o bien absteniéndose de hacerlo o si, por el contrario, es suficiente la
decisión que luego de la injurada inicial se adoptó en los términos del artículo 387 del
mismo estatuto.

Sabido es que, de acuerdo con el artículo 385 C. de P.P., "no podrá resolverse situación
jurídica, sin que previamente se haya recibido indagatoria al imputado, o se haya
declarado persona au-sente", oportunidades estas en las que se concreta la
imputación. A partir de ese conocimiento, ha dicho la Sala, "…el sindicado tiene toda
la etapa investigativa para propiciar la producción de la prueba que considere
indispensable como respaldo a sus pretensiones pro-cesales de defensa, o para
ejercer el derecho de contradicción, oponiendo otros medios de convicción a las
pruebas que lo incrimi-nen".**

Así, indagatoria o declaración de ausencia se constituyen en los actos


verdaderamente trascendentes en el sumario para efectos del derecho de defensa.
Claro está que la definición de situación jurídica, resolución que permite establecer si
al sindicado se le debe imponer una medida de aseguramiento, una de cuyas
finalidades consiste en garantizar su comparecencia al proceso ***, "cumple también
un papel de información sobre los hechos que el Estado-jurisdicción investiga, su
calificación jurídica y la pena correspon-diente"****, pero su carácter provisional,
variable, no vinculante, la convierte apenas, frente al ejercicio del derecho de defensa
que es el tema a que se contrae este examen, en un marco de referen-cia para el
sindicado quien no podrá alegar, por ejemplo, que una imputación que se le hubiese
hecho en la indagatoria no se pueda considerar en la calificación por haberse omitido
su examen en la situación jurídica.

En el mismo sentido, la omisión de valorar la situación del sindicado en el curso del


sumario no impediría que válidamente se hiciera luego de clausurada la
investigación, de manera que la irre-gularidad derivada de la inobservancia del inciso
1º. del artículo 438 C.P.P. carecería de la sustancialidad necesaria para que se erija en

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causal de nulidad, lo que bien podría haber aconsejado su elimi-nación del nuevo
estatuto procesal penal, como en efecto ocurrió.

En realidad, si aquella decisión tuviera la trascendencia que se le ha querido dar y


significara para el procesado una obligada referencia de cara al ejercicio del derecho
de defensa, de ella y no de la inda-gatoria habría de predicarse la necesidad de
congruencia con la re-solución de acusación lo cual, ciertamente, resulta inadmisible
en nuestro sistema procesal*****.

Ha de insistirse, por eso, en que "…lo esencial, para el adecuado ejercicio del derecho
de defensa, y preservación del debido proceso, es que sobre los cargos que le
resulten en el decurso de la investi-gación, se interrogue al procesado puntualmente
para que dé las explicaciones que a bien tenga, cargos sobre los cuales obviamente,
la justicia no puede guardar silencio"******.

3. Y aunque después de las iniciales injuradas la Fiscalía resolvió la situación jurídica


de los sindicados, no procedió de análoga manera cuando los escuchó por segunda
vez sino que, casi seis meses des-pués, el 10 de junio de 1994, decretó el cierre de la
investigación (fl. 5.509) y calificó el 19 de julio del mismo año (fl. 5. 536).

Lo cual no implica que los procesados "…no tuvieron la opor-tunidad de conocer


concretamente el objeto de la investigación y ejercer su derecho de contradicción" (fl.
622, C # 2 del Tribunal) porque, como lo sostuvo la Sala en caso similar al que ahora
se re-suelve,

"Con medida de aseguramiento o sin ella, una vez definida la situación jurídica la
instrucción del proceso continúa sin que haya ninguna norma que diga que si se
amplía la in-dagatoria es necesario volver a definirla, y realmente una orden en ese
sentido sería absurda desde el punto de vista de la agilidad que debe tener la
actuación sumaria, especialmente si se tiene en cuenta que la etapa de in-vestigación
termina con un nuevo y más riguroso examen de la situación jurídica, en donde no
solamente se evalúan las pruebas recaudadas y se mira lo atinente a la medida de
aseguramiento, sino que si se profiere resolución de acusación se concreta la
denominación jurídica de los he-chos por los cuales debe el imputado responder en
juicio. El sindicado puede solicitar cuantas ampliaciones de inda-gatoria considere
necesarias (art. 361 C. de P. P.), pero ese no es un mecanismo que obligue al
funcionario judicial a proferir sendas definiciones de la situación jurídica".

"Así las cosas, independientemente de que en la definición de la situación jurídica se


haya impuesto o no medida de aseguramiento, del número de delitos allí endilgados,
y de la denominación jurídica que se les hubiere dado, es en la resolución de
acusación en donde se definen los cargos, por lo tanto creer que entre las dos
providencias debe existir congruencia es darle al primer pronuncia-miento un alcance
que no tiene, y desconocer lo obvio, esto es, que si después de definir la situación
jurídica se puede seguir investigando, es de esperarse que las nue-vas pruebas
puedan dar lugar a que lo consignado en ese proveído sufra profundas
modificaciones. Incluso podrían presentarse cambios sin que surjan nuevas pruebas,
sim-plemente porque al momento de calificar ya se tenga una mejor comprensión de
lo ocurrido y un más informado criterio para decidir".

"Trasladando lo anterior al campo de la casuística para una mejor ilustración, podrían


darse, entre otras, las si-guientes situaciones: a) que en la definición de la situa-ción
jurídica se impute un delito, y al momento de la cali-ficación se estime que los hechos
investigados dan lugar a dos o más punibles en concurso; b) que en la definición de la
situación jurídica se de a los hechos una denominación, y en la resolución de
acusación se considere que es otra; c) que en la primera oportunidad se diga que no
hay lugar a medida de aseguramiento por no haber suficientes ele-mentos de juicio
sobre la tipicidad, la antijuridicidad, la culpabilidad, etc., y en el momento de la
calificación se encuentre que hay mérito para enjuiciar por uno o más ilí-citos".

"En síntesis, lo que se califica a continuación del cierre de la instrucción son los
hechos que fueron objeto de la mis-ma, y sobre los cuales se indagó al sindicado, y
para ha-cerlo el criterio que se hubiere expuesto en la definición de la situación
jurídica no constituye ninguna limitante, todo lo contrario, si en ese pronunciamiento
se hubiere cometido algún error, es la oportunidad para subsanarlo. Dicho de otra
manera, si bien la definición de la situación jurídica es un requisito procesal para
poder cerrar la in-vestigación, su contenido no limita el de la calificación."*******

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4. Dispone el artículo 333 del Código de Procedimiento Penal que "el funcionario tiene
la obligación de investigar tanto lo favorable como lo desfavorable a los intereses del
sindicado y de las demás par-tes", principio que respecto de aquél se complementa
con el man-dato contenido en el artículo 362 del mismo estatuto en cuanto or-dena
que se verifiquen "las citas y demás diligencias que propu-siere para comprobar sus
aseveraciones".

Obviamente, como lo tiene definido la Sala, la investigación integral no implica la


práctica indiscriminada de pruebas, al compás de las peticiones de los sujetos
procesales o de las simples mencio-nes que aparezcan en el desarrollo de la
instrucción, sino que igualmente ellas deben someterse a las reglas generales de
condu-cencia, pertinencia y eficacia que consagra el artículo 250 del C. de P.P., guiado
siempre el funcionario judicial por la búsqueda de la verdad real que le impone
"averiguar, con igual celo, las circuns-tancias que demuestren la existencia del hecho
punible, agraven o atenúen la responsabilidad del imputado, y las que tiendan a de-
mostrar su inexistencia o la eximan de ella" según la preceptiva del artículo 249
ibídem.
...

Ciertamente con los datos que obraban en el expediente era fácil labor, nada
dispendiosa ni que implicara complicadas tareas inves-tigativas, descartar cualquier
posibilidad de error recaudando la mayor información posible sobre el agente (…). Lo
que imploraba el procesado y secundaba su defensa no era la irracional búsqueda de
cualquier otro miembro de la Policía Nacional que con el mismo apellido suyo hubiera
prestado servicios en alguna indeterminada seccional de policía judicial sino, por el
contrario, la simple consta-tación de las características morfológicas de una persona
plena-mente identificada, individualizada, localizable, cuyos datos repo-saban en las
mismas dependencias donde se practicaron inspeccio-nes judiciales y suministraron
fotografías y diversos documentos relacionados con otros agentes.

Que la persona a la que se refirieron (…) y (…) sea en reali-dad (…), no es una
hipótesis descabellada -tanto menos cuanto que la discordancia entre la información
recogida y lo averiguado sobre (…), de un lado, y la correspondencia de muchos de
esos datos con (…), de otro, resulta palpable- y, por lo mismo, no podía descartar-se
en la forma tan descuidada como lo hicieron los fiscales y jueces que intervinieron en
este proceso quienes, aun sin mediar petición de parte, haciendo uso de la potestad
de que gozan para decretar pruebas de oficio, debieron proceder en ese sentido para
cumplir con el mandato de buscar con imparcialidad los medios de convic-ción
necesarios, favorables o no al procesado pero en todo caso conducentes a la
determinación de la verdad real (arts. 249, 333 y 362 C.de.P.P.).

Tan palmaria omisión vulnera sin duda el principio del debido proceso y conduce
ineluctablemente a la declaratoria de nulidad que demanda el casacionista y prohija
el Ministerio Público.

En este sentido, cuando con apoyo en la causal tercera de ca-sación se pretenda


atacar la sentencia de segunda instancia por haber sido dictada en un juicio viciado
de nulidad en razón de la violación del principio de la investigación integral, no le
basta al demandante señalar simplemente las pruebas que no fueron practi-cadas o
las citas que no se verificaron, sino que también debe de-mostrar la incidencia que los
medios de convicción omitidos ten-drían en la sentencia o, lo que es lo mismo, cómo
hubiesen permi-tido excluir o atenuar el juicio de responsabilidad.
___________________________
* Auto del 11 de febrero de 1999, M.P. Dr. Fernando Arboleda Ripoll, rad.9998.
** Providencia del 27 de agosto de 1992, M.P. Dr. Edgar Saavedra Rojas, rad. 6440
*** Corte Constitucional, sentencia C-301 de 1993, M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz. En en el
mismo sentido, art. 355 de la Ley 600 de 2000
**** Providencia del 11 de agosto de 199, M.P. Dr. Jorge Aníbal Gómez Gallego, rad. 12368.
***** Sentencia de única instancia, del 31 de julio de 1997, M.P. Dr. Ricardo Calvete Rangel, rad.
7830.
****** Auto del 17 de febrero de 1998, M.P. Dr. Dídimo Páez Velandia, rad. 8041.
******* Sentencia de única instancia del 31 de julio de 1997, M.P. Dr. Ricardo Calvete Rangel.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 24/04/2001
DECISION : Desestima, casa parcial y oficiosa., casa respecto
a un
procesado, otorga libertad

34
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cúcuta
PROCESADO : CASADIEGO BAUTISTA, HERNANDO
PROCESADO : GUERRERO MENDOZA, MEDARDO
PROCESADO : SALGADO, ALFONSO
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Homicidio agravado,
Secuestro, Concierto para delinquir
PROCESO : 12424
PUBLICADA : Si

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COLISION DE COMPETENCIA-Tribunal Superior Militar-Fiscalía/ COLISION DE


COMPETENCIA-Naturaleza de la función y momento procesal determinan la
competencia/ JUSTICIA PENAL MILITAR/ FISCALIA GENERAL DE LA
NACION

Debería entrar la Corte a pronunciarse de fondo sobre el asunto planteado, sino fuera
porque encuentra que la ley no asigna a ninguna autoridad la función de dirimir el
conflicto de competencias entre un fiscal, cualquiera sea su grado, y el Tribunal
superior militar, por la sencilla razón de que no puede existir entre ellos una real y
efectiva colisión de competencias, como así lo ha venido sosteniendo de manera
reiterada.

Pues bien, una revisión cuidadosa de las disposiciones legales que interesan en esta
materia, permite a esta Sala concluir que en ninguna de ellas se encuentra el soporte
jurídico que pueda facultarla para pronunciarse sobre el particular.

La disposición citada por las autoridades en conflicto, esto es el numeral 3º del


artículo 17 de la ley 270 de 1996, aparte de que asigna la función a la Corte en pleno,
se refiere exclusivamente a los conflictos de competencia que puedan llegarse a
presentar en la jurisdicción ordinaria, jurisdicción que obviamente no incluye a la
penal militar.

Si por el principio de integración aplicamos la regla contenida en el numeral 5º


(modificado por el artículo 35 de la ley 504 de 1999) del artículo 68 del código de
procedimiento penal, nos encontramos frente a una situación similar, en tanto que
esta disposición se refiere también a la jurisdicción penal ordinaria.

Desde luego que el conflicto no lo recoge el inciso 2º del artículo 16 de la ley


estatutaria de la Administración de justicia, pues allí se atribuye la competencia a
esta Sala para desatar las colisiones que se presenten entre las salas de un mismo
tribunal, o entre tribunales, o entre éstos y juzgados de otro distrito, o entre juzgados
de diferentes distritos.

El artículo 234 del nuevo código penal militar (ley 522 de 1999) tampoco resolvió el
problema, ya que nada estableció al respecto.

Y tampoco le fue asignada esa función a otra autoridad, pues si se repasa el numeral
1º del artículo 9º del decreto 2652 de 1999, allí únicamente se faculta a la sala
disciplinaria del Consejo superior de la judicatura para dirimir los conflictos de
competencia que se presenten entre las diversas jurisdicciones.

La razón de ser de este aparente vacío legislativo, se reitera, obedece sencillamente a


que no puede presentarse conflicto de competencias positivo o negativo entre una
fiscalía delegada y el Tribunal superior militar con relación al conocimiento de la
consulta de una providencia que dispone la cesación de procedimiento, por cuanto la
naturaleza acusatoria del nuevo proceso penal militar, aplicable sin ninguna
restricción a partir del 12 de agosto del año pasado, les asigna a cada una de esas
autoridades funciones específicas y por ello diferentes.

Si bien las dos autoridades tienen competencia para conocer de la consulta de los
autos de cesación de procedimiento, conforme a lo previsto en los artículos 231, 238-

35
3 y 261-2 del código penal militar, es en últimas la naturaleza investigadora,
acusadora o juzgadora de sus funciones, y por supuesto el momento procesal en que
se profiera la decisión, la que habrá de discernir la competencia para conocer de ese
grado jurisdiccional.

Por manera que, al ser perfectamente regladas sus atribuciones en esta materia, no
puede presentarse entre ellas la posibilidad de disputarse o rehusarse a conocer de
un determinado asunto, como así en casos similares lo ha resuelto esta Sala *

2. Si la cesación de procedimiento proferida en estas diligencias ocurrió en el sumario,


resulta para la Corte evidente que la consulta debe desatarla el Fiscal segundo penal
militar delegado ante el Tribunal superior militar, quien es el que actúa en esta fase;
desde luego sin importar que la decisión haya sido proferida por un juez de primera
instancia, pues no es la clase de funcionario la que determina la competencia sino la
naturaleza de la función y el momento procesal en que la decisión fue proferida. De
no ser así se presentarían situaciones absolutamente contradictorias, como por
ejemplo que el Tribunal revoque la decisión y profiera resolución de acusación, caso
en el cual tendría que actuar eventualmente como juez y sujeto procesal en un mismo
asunto, lo cual desde luego repugna a la naturaleza del nuevo procedimiento.
____________________________-
Decisiones de abril 16 de 1993 y octubre 31 de 1994, Magistrados ponentes Drs.
Edgar Saavedra Rojas y Nilson Pinilla Pinilla, respectivamente.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Auto Colisión de Competencia


FECHA : 24/04/2001
DECISION : Se inhibe de decidir, remite a fiscalía 2 Delegada
ante el
Trib. Militar
PROCEDENCIA : Tribunal Superior
CIUDAD : Militar
PROCESADO : ST. HERRERA REINA, CESAR GIOVANNY
PROCESADO : SI. FLOREZ, ARMANDO
PROCESADO : AG. BASTO MENDEZ, APOSTOL
DELITOS : Lesiones personales, Privación ilegal de la
libertad
PROCESO : 18253
PUBLICADA : Si

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ERROR DE HECHO-Falso juicio de existencia por omisión/ FALSO JUICIO DE


EXISTENCIA-Por omisión/ FALSO RACIOCINIO/ PARTE CIVIL-Interés para
recurrir en caso de absolución/ FALSEDAD DOCUMENTAL-Bien jurídico objeto
de tutela/ FALSEDAD EN DOCUMENTO PRIVADO

1. El falso juicio de existencia por omisión, como bien lo enunció el casacionista en su


libelo, consiste en el que el sentenciador deja de apreciar una prueba con capacidad
para modificar la decisión impugnada, a pesar de haber sido legalmente incorporada
al proceso.

Generalmente bajo este motivo de censura a los fallos de instancia suele presentarse
el evento en que el sentenciador no le otorga ningún valor probatorio a un
determinado medio de prueba, porque en su sentir no comporta esa capacidad o le
atribuye uno diverso al reclamado por el censor.

36
Es lo que ocurre en el asunto en examen. El cotejo grafológico que según el libelista y
el señor Procurador Delegado (quien encontró acertados los fundamentos del libelo)
fue omitido por el Tribunal (folios 364 y 367 del cuaderno original No 1), sí fue tenido
en cuenta por la colegiatura, que antes de hacer pronunciamiento alguno sobre su
contenido y mérito probatorio, advirtió que no entraría a analizar la conducta de la
procesada (...) respecto del traspaso del vehículo Renault 4, pues la propiedad y
posesión del automotor era compartida entre ella y su hermano (...). Igualmente, que
el presunto delito querellable de hurto entre condueños no había sido denunciado por
la persona legitimada, quien a la postre allegó escrito en el que afirmaba haber
firmado el documento de traspaso de ese automotor, entregándoselo para su trámite
al fallecido (...). Y añadió que la preclusión de investigación que respecto de tal
comportamiento hiciera la Fiscalía a favor de (...), tenía el valor de cosa juzgada. (fl 10
C. Tribunal).

2. El desacuerdo de criterios sobre la valoración probatoria sólo es atacable en


casación si se demuestra que en ese ejercicio el fallador desconoció de manera
ostensible las reglas de la sana critica, y que a consecuencia de ello el resultado del
fallo no se adecua a la realidad procesal, incurriendo así en un error de hecho por
falso raciocinio.

3. La Sala no comparte los planteamientos expuestos por el señor Procurador


Delegado, en tanto encontró acertados los fundamentos del libelo y además en
cuanto señaló que en este caso no le asistía legitimidad a la parte civil para pretender
la condena por el delito de Falsedad en documento privado porque para la
Procuraduría en este caso el interés no era privado sino público.

En efecto, dejando de lado las imprecisiones en que incurrió el censor, es evidente


que al representante de la parte civil le asiste pleno interés para intentar la casación
contra la sentencia absolutoria, siempre que demuestre la correspondiente afectación
económica derivada del delito.

Al respecto debe tenerse en cuenta que el delito de falsedad es considerado como


pluriofensivo en la medida que con él no sólo se garantiza la fe pública, sino que la
sanción también se extiende al quebranto que con el hecho punible hayan sufrido
otros derechos. En tratándose de documentos privados, más allá de preservar la
confianza depositada por los particulares, el legislador también ha querido proteger la
relación jurídica contenida en el documento y /o los derechos que a través del mismo
se pretendan hacer valer.

En este caso, de haberse demostrado la responsabilidad de los procesados por el


delito de falsedad en documento privado, la pretensión indemnizatoria habría tenido
viabilidad siempre y cuando se hubiese acreditado el consecuente daño patrimonial
sufrido por la parte civil reconocida en este proceso a causa de dicho
comportamiento.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Sentencia Casación
FECHA : 25/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bucaramanga
PROCESADO : MARTINEZ RODRIGUEZ, SANDRA JANETH
PROCESADO : MENDEZ SANCHEZ, AUGUSTO
PROCESADO : ROJAS GARCIA, EDUARDO
DELITOS : Hurto agravado, Falsedad en documento privado

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PROCESO : 15363
PUBLICADA : Si

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TERMINO-Demanda de casación/ NOTIFICACION-Sentencia/ REPOSICION/


DEMANDA DE CASACION

1. El artículo 6° de dicha ley además de referirse al requisito de procedibilidad visto


desde la óptica de la oportunidad en que los sujetos procesales pueden acudir a la
casación, también prevé en su inciso final la consecuencia procesal que deben
soportar cuando la demanda se presenta por fuera del perentorio término de treinta
días, contados a partir de la ejecutoria del fallo de segunda instancia.

En efecto, tanto en cuanto tiene que ver con la casación ordinaria como con la
discrecional, la siguiente es la preceptiva que a este aspecto se refiere:

"Si la demanda se presenta extemporáneamente, el tribunal así lo declarará mediante


auto que admite el recurso de reposición".

Pero si bien la facultad para ejercer el control de términos se encuentra radicada en el


tribunal respectivo o en el juez de segundo grado cuando se trata de los fallos a que
se refiere el inciso final del artículo 1° de la Ley 553 de 2000, modificatorio del
artículo 218 del estatuto procesal penal, ello per se no tiene potencialidad para
modificar la naturaleza de la decisión sobre extemporaneidad o hacer nugatorio el
derecho de impugnación, cuando la misma deba ser adoptada por la Corte frente a
ostensible omisión de los funcionarios de segunda instancia.

Lo anterior porque si lo que se pretende precaver con tal recurso es la incidencia


negativa en el derecho de defensa del condenado de errores sobre aspectos
emimentemente objetivos como la contabilización aritmética de términos o la
constatación de la forma como se cumplieron los actos de notificación del fallo que se
pretende demandar en casación, es claro que el logro de tan particular teleología
compete a los funcionarios judiciales que por disposición de la ley o por
circunstancias de trámite como la atrás señalada, deban adoptar decisiones sobre el
requisito de oportunidad de que aquí se ha dado cuenta, espectro que comprende la
definición del referido recurso.

Si la Sala interviene funcionalmente para admitir o rechazar una demanda que ha


sido presentada en término y para adoptar decisión de fondo en cuanto al tema
mismo de la casación, con mayores razones puede hacerlo para suplir la omisión del a
quo sobre el control de términos y consecuentemente para resolver el recurso de
reposición previsto por la ley que contra decisión adversa en esta materia se
interponga.

2. Sobre el tema la Sala ha precisado que cuando se trata de fallos que ponen término
a un proceso no se requiere la previa citación a que alude el artículo 190 del estatuto
procesal penal, habida cuenta de que para esta clase de decisiones judiciales la ley
no ha previsto el enteramiento personal como forma prioritaria de notificación.

Así lo precisó, entre otras, en decisión de fecha junio 17 de 1998 proferida dentro del
proceso de radicación No. 14.519 con ponencia del Magistrado JORGE E. CORDOBA
POVEDA que, a su turno, recogió criterio interpretativo expuesto en fallo de tutela del
29 de noviembre de 1994 del cual fue ponente el Magistrado GUILLERMO DUQUE
RUIZ.

Allí sobre el tema de la notificación de las sentencias se dijo:

"Si se hace un estudio sistemático de todas las normas que regulan las notificaciones
dentro del Código de Procedimiento Penal, teniendo en cuenta, obviamente, las
disposiciones de la ley 81 de 1993 que las modificaron, se llega a la conclusión de
que por parte del Juzgado 49 Penal del Circuito de Santafé de Bogotá no se incurrió en
omisión alguna, ya que la "diligencia de citación mediante telegrama" que ordena el

38
artículo 190 del C. de P.P. (subrogado por el artículo 25 de la ley 81 de 1993), sólo es
exigible cuando se trate de notificaciones que por ley deben hacerse personalmente.

"Además y en este mismo orden de ideas, es pertinente destacar que de conformidad


con el artículo 187 del C. de P.P., "las notificaciones pueden ser personal, por estado,
por edicto, por conducta concluyente y por estrados", lo cual corrobora el aserto de la
Sala de que no todas las notificaciones previstas en la ley hay que hacerlas
personalmente a todos los sujetos procesales, pues de no ser así, sobraría la
referencia legal a otras formas de notificación distintas de ésta.

"También es importante destacar que si la voluntad del legislador hubiera sido la de


que todas las notificaciones tuvieran que hacerse personalmente, no tendría sentido
que excluyera de esta forma de notificación a las sentencias, que por su naturaleza
son determinaciones de mayor trascendencia que los autos. Y esta afirmación la hace
la Corte, teniendo en cuenta que el artículo 25 de la citada ley 81 se refiere sólo a la
notificación por estado y no a la notificación por edicto, forma esta última de
enteramiento propia de las sentencias de conformidad con el artículo 323 (subrogado
por el decreto 2282 de 1999) del Código de Procedimiento Civil, aplicable al proceso
penal en virtud del principio de integración (art. 21 C. de P.P.).

"Partiendo de esta inicial premisa, hay que entender que el artículo 25 de la citada ley
81 se refiere exclusivamente a las providencias que por mandato legal expreso
deben ser notificadas personalmente, y no aquellas otras que por voluntad del
legislador se notifican por estado o por edicto. Así se desprende con claridad de la
primera parte de su texto "cuando no fuere posible la notificación personal..", pues
éste presupone, necesariamente, que la ley ha ordenado que la notificación sea
personal, y que no obstante ello no resulte posible hacer este enteramiento personal.
En estos casos y sólo en ellos, es cuando se impone la obligación de realizar "la
diligencia de citación mediante telegrama dirigido a la dirección que a aparezca
registrada en el expediente".

"La disposición en comento, tiene por finalidad impedir que por la no comparecencia
de un sujeto procesal para que se le notifique personalmente lo que por ley debe
comunicársele así, se paralice la actuación, como sucedía antes de que existieran
estas normas. Ahora basta con que el sujeto procesal sea citado para la notificación
personal y si no comparece, "se hará la notificación por estado que se fijará 3 días
despues" de la diligencia de citación, salvo que se trate de la notificación de la
resolución de acusación que tiene previsto un régimen especial diferente (art. 59 de
la ley 81 de 1993), o de la notificación al sindicado que se encuentre privado de la
libertad o al Ministerio Público, eventos estos últimos expresamente exceptuados por
la norma.

"Mas cuando se trata de proveídos que por ley no es necesario que sean notificados
de manera personal, no existe obligación alguna de hacer previamente la "diligencia
de citación" a que alude el ya citado artículo 25 de la ley 81. En esta hipótesis, la
providencia quedará bien notificada con la sola fijación del estado o del edicto, según
el caso" (Tutela del 29 de noviembre de 1994, M. P. GUILLERMO DUQUE RUIZ).

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Auto Casación
FECHA : 25/04/2001
DECISION : No repone auto del 31-01-01 que declaro
extemporáneo
el recurso
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cúcuta
PROCESADO : GUECHA RANGEL, LUIS MARIA
DELITOS : Peculado por apropiación
PROCESO : 17512
PUBLICADA : Si

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EXTRADICION POSITIVA-Concepto del Ministerio de Relaciones Exteriores/
EXTRADICION POSITIVA-Estados Unidos: Inexistencia de convenio aplicable/
EXTRADICION POSITIVA-Validez formal de la documentación/ EXTRADICION
POSITIVA-Doble incriminación/ EXTRADICION POSITIVA-Ausencia de
jurisdicción del país requirente/ EXTRADICION POSITIVA-Equivalencia de la
acusación/ EXTRADICION POSITIVA-Prescripción/ EXTRADICION POSITIVA-
Proceso en Colombia/ EXTRADICION POSITIVA-Ejecutivo: Eventualmente
puede subordinar la concesión de ésta

1. La facultad para señalar la forma o el contenido del concepto de la Cancillería e


indicar la normatividad aplicable, no es competencia de la Sala, la ley ha asignado
ese deber a la rama ejecutiva, autonomía e independencia que la autoridad judicial
en la extradición debe acatar. De ahí que, en consonancia con lo expuesto, el control
de legalidad de los actos cumplidos en la fase anterior y posterior al rito cumplido
ante la Corte, sólo puede ejercerse a través de las acciones ordinarias ante la
jurisdicción contenciosa administrativa. Estas razones son suficientes para entender
que la corporación carece de competencia para pronunciarse sobre la validez del
concepto emitido por el Ministerio de Relaciones Exteriores en relación con la
motivación y a la competencia de la persona que lo suscribe.

La ley le otorga a la Cancillería, como "organismo", más "no a un funcionario


particular " la potestad de conceptuar acerca del orden jurídico que regula el trámite
de la extradición. En estos términos se pronunció la Sala, con ponencia del Magistrado
doctor Nilson E. Pinilla Pinilla, en auto del 2 de agosto de 2000, radicado 16725, y no
como equivocadamente lo sostiene la apoderada de VILLAFAÑE.

De otra parte, no es cierto que el concepto del Ministerio de Relaciones Exteriores


deba ser motivado. El artículo 552 del C.P.P. "no" lo "exige". Así lo estableció la Sala, al
hacer un examen de la citada disposición, señalando que ella "Solamente establece
que una vez recibida la documentación, "el Ministerio de Relaciones Exteriores
ordenará que pasen las diligencias al Ministerio de Justicia junto con el concepto que
exprese si es del caso proceder con sujeción a convenciones o usos internacionales o
si se debe obrar de acuerdo con las normas de este código"" (Auto del 18 de febrero
de 2000, Rdo 16.515, M.P. Dr. FERNANDO E. ARBOLEDA RIPOLL).

2. La sugerencia acerca de la vigencia del tratado de 1979 suscrito entre Colombia y


los Estados Unidos, es aspecto que la Sala ha dilucidado en pronunciamientos
anteriores, como por ejemplo en la providencia del 4 de mayo del pasado año (Rdo.
16708), con ponencia del Magistrado doctor JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO, en la
que se dijo: "Así pues, como quiera que la ley 27 de 1980 (3 de noviembre),
aprobatoria del tratado de extradición de 1979 (14 de septiembre), suscrito entre
Colombia y los Estados Unidos de América, fue declarada inexequible por la Corte
Suprema de Justicia, según sentencia del 12 de diciembre de 1986, dicho instrumento
bilateral no es aplicable en Colombia mientras no se produzca su aprobación por el
Congreso, pues por el momento sólo existe como un compromiso internacional que
aún no se ha perfeccionado (Const. Pol., art. 224)".

No existiendo tratado de extradición entre Colombia y los Estados Unidos de América,


tal como lo manifiesta el Ministerio de Relaciones Exteriores en la comunicación de
noviembre 29 de 1999, la petición debe decidirse de conformidad con las normas
contenidas en el Capítulo III del Libro V del Estatuto Procesal Penal.

3. De acuerdo con el artículo 538 del Código de Procedimiento Penal, la corporación


debe fundar su concepto en la validez formal de la documentación presentada, en la
demostración plena de la identidad del solicitado, el principio de la doble
incriminación, en la equivalencia de la providencia proferida en el extranjero y,
cuando fuere el caso, en el cumplimiento de lo previsto en los tratados públicos.

Respecto de los documentos que se relacionan con la actuación judicial seguida en


contra de ELVER VILLAFAÑE MARTINEZ, específicamente en lo que concierne al
"Indictment" 99-6153 CR-RYSKAMP (s) (s) (s) (s) a través de la cuarta acusación
sustitutiva del 18 de noviembre de 1999, así como de las normas penales infringidas
y vigentes en el Estado requirente, la declaración de la Fiscal Auxiliar THERESA M.B.
VAN VLIET y PAUL K. CRAINE (Agente de la DEA), se observa que fueron legalizadas
ante la titular de la Oficina de Autenticaciones del Departamento de Estado, el Cónsul
de Colombia en Washington ha certificado que la firma impuesta corresponde a quien
desempeña dichas funciones, y posteriormente el Jefe de Legalizaciones del Ministerio
de Relaciones Exteriores de Colombia abonó la firma del funcionario consular.

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Teniendo en cuenta que los anteriores documentos y la solicitud de extradición se
hizo por vía diplomática, y que los trámites, expedición y traducción se ajustan a las
previsiones de ley, la Corte los estimará como formalmente válidos, por cumplir las
exigencias del art. 259 del C.P.C, modificado por el artículo 1º Num. 118 del D.E.
2282/89, disposición aplicable al caso por virtud del principio de integración
normativa previsto por el artículo 21 del C. de P.P., y el inciso último del artículo 551
ejusdem. Tal certeza se obtiene además con base en la certificación expedida por la
Coordinadora del Area de Traducciones del Ministerio de Relaciones Exteriores de
Colombia de fecha 29 de noviembre de 1999, en la que se da cuenta que las
"traducciones informales" son fieles y completas, citando expresamente la nota verbal
1203 (fl. 43 Cap. de Anex.).

La solicitud de asistencia judicial que echa de menos la defensora, para calificar de


fraudulentas las pruebas utilizadas en la presente actuación por los Estados Unidos de
Norteamérica, no es necesaria para efectos del concepto que debe emitir la
Corporación. Además, debe tenerse en cuenta que esta actuación no se trata de un
proceso sino de un simple trámite, como reiteradamente se ha sostenido.

4. El principio de la doble incriminación implica que la manifestación exterior del


comportamiento humano esté previsto como delito tanto en el estado que eleva la
solicitud como en el país requerido, independientemente de la denominación jurídica,
o del bien jurídico tutelado.

5. La Sala ha señalado que la supuesta falta de jurisdicción del país requirente para
juzgar al solicitado, trasciende la tarea que ha de cumplir la Corte en orden a lo
previsto en el artículo 558 del C.P.P., además que un tal proceder desconocería la
soberanía del Estado reclamante y la competencia de las autoridades judiciales.

La Corte Constitucional sostuvo en la sentencia de tutela 1736/2000 que el criterio


expuesto en el párrafo anterior de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia encontraba respaldo en la jurisprudencia constitucional, invocando en esa
oportunidad como apoyo de dicha conclusión, lo aseverado en la sentencia C -
1106/2000, en donde expresó:

"De conformidad con lo expuesto, y por su propio contenido, el acto mismo de la


extradición no decide, ni en el concepto previo, ni en su concesión posterior sobre la
existencia del delito, ni sobre la autoría, ni sobre las circunstancias de tiempo, modo y
lugar en que se cometió el hecho, ni sobre la culpabilidad del imputado, ni sobre las
causales de agravación o diminuentes punitivas, ni sobre la dosimetría de la pena,
todo lo cual indica que no se está en presencia de un acto de juzgamiento, como
quiera que no se ejerce función jurisdicente.

"Entrar en una controversia de orden jurídico como si se tratara de un acto


jurisdiccional, implicaría el desconocimiento de la soberanía del Estado requirente,
como quiera que es en ese país y no en el requerido en donde se deben debatir y
controvertir las pruebas que obren en el proceso correspondiente, de conformidad
con las disposiciones sobre Derecho Internacional Humanitario y con las normas
penales internas del Estado extranjero".

6. El indictment vigente en la causa 99-6153 CR-RYSKAMP (s) (s) (s) (s) corresponde a
la cuarta acusación sustitutiva del 18 de noviembre de 1999, proferida por la Corte de
los Estados Unidos para el Distrito Sur de la Florida, División de Fort Lauderdale. En
este caso, tal providencia constituye presupuesto necesario para el inicio de la etapa
del juicio, a su pronunciamiento lo precedió el recaudo probatorio mínimo sobre las
conductas ilícitas imputadas y el análisis de aquéllas y de los hechos por parte del
Gran Jurado, en el que además se precisó la adecuación de la conducta realizada con
conocimiento y voluntariedad del acusado, y la normatividad infringida. En tales
condiciones esta decisión desde el punto de vista material es equivalente en su valor
a la resolución de acusación, a que hace referencia el artículo 549-2 del C. de P. P.
Sobre este aspecto la Sala con ponencia del Magistrado NILSON PINILLA PINILLA, dijo:
"La equivalencia de la providencia proferida en el extranjero se verifica con la sola
comparación de su texto con los preceptos de la ley colombiana, en el entendido que
se trata de una equiparación de condiciones y no de identidad de formas,

7. En cuanto a la incidencia de la fecha de los delitos para los efectos de establecer la


prescripción, importa destacar que ello no es tema de que se deba ocupar el concepto
que le corresponde emitir a la Corte, precisamente por no constituir un

41
condicionamiento para que se conceda o no la extradición, dado que la función
judicial en estos asuntos es la verificación formal y objetiva de los aspectos
precisados por el artículo 551 del C.P.P.

8. En relación con el planteamiento en el sentido de que en Colombia existe una


investigación penal en contra del señor (...) por los mismos hechos por los cuales el
gobierno de los Estados Unidos de América solicita su extradición, es pertinente
señalar que en el artículo 546 y siguientes del Código de Procedimiento Penal se
establece que la existencia de procesos en contra del solicitado en Colombia, es
asunto que le compete determinar o verificar al Ministerio de Justicia. En
consecuencia es a esta autoridad y no a la Corte, de acuerdo con sus facultades, la
que debe hacer la verificación de los procesos adelantados por los operadores de
justicia colombianos y del país requirente, y definir si concede o niega la extradición,
o eventualmente la concede de manera diferida (Artículos 559, 560 a 562 y 571 del
C.P.P.).

9. El trámite que se cumple ante la Corte tiene como propósito la obtención de un


concepto jurídico que se regula por el artículo 558 del Código de Procedimiento Penal,
sin que allí se contemple facultades relacionadas con el condicionamiento de la
extradición. Es al Gobierno Nacional a quien le compete subordinar la concesión de la
extradición a las condiciones que estime oportunas, de acuerdo a lo estipulado en el
artículo 550 del Código de Procedimiento Penal y lo señalado por la Corte
Constitucional en la sentencia C - 1106 del 24 de agosto de 2000.

MAGISTRADO PONENTE: DR. MAURO SOLARTE PORTILLA

Concepto Extradición
FECHA : 25/04/2001
DECISION : Conceptúa favorablemente
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : VILLAFAÑE MARTINEZ, EVER
DELITOS : Violación a la Ley 30/86, Concierto para delinquir
- Ley
30/86, Lavado de activos
PROCESO : 16713
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

****************************

EXTRADICION POSITIVA-Concepto de la Corte Suprema de Justicia/


EXTRADICION POSITIVA-Documentos anexos-Presunción de autenticidad/
EXTRADICION POSITIVA-La intervención de la Corte no es de carácter
judicial: Naturaleza/ EXTRADICION POSITIVA-Doble juzgamiento del
solicitado/ EXTRADICION POSITIVA-Principio de territorialidad/
EXTRADICION POSITIVA-Lugar de comisión del delito/ FAVORABILIDAD/
TERRITORIALIDAD

1. Reitera su inicial petición, en el sentido de pretender demostrar que el indictment


no es equivalente a la resolución de acusación, a lo que se le observa, nuevamente,
que el memorialista desconoce el estadio procesal que se está surtiendo en este
trámite, toda vez que, como se ha insistido, se está en el período probatorio, por lo
que de entrada se advierte que no se repondrá la decisión impugnada.

En efecto, al tenor de lo dispuesto en el artículo 558 del C. de P. Penal, entre los


fundamentos que debe tener en cuenta la Corte para emitir el respectivo concepto,
con el cual se finiquita la etapa judicial de la extradición, se encuentra el relacionado
con la equivalencia de la providencia proferida en el extranjero, razón por la cual los
argumentos del impugnante, resultan extraños a este momento procesal.

Además, los medios de convicción allegados a este trámite por vía diplomática, son
suficientes para que la Corte, en su debida oportunidad, se pronuncie sobre el tema
que inquieta al memorialista, máxime que en el auto atacado se le relacionaron las
piezas procesales que servirán de fundamento para dilucidar el tema que por ser

42
estrictamente jurídico, es propio de la jurisdicción y de la competencia de la Sala y no
de personas extrañas a ella, por lo que las pruebas pedidas son superfluas e
inconducentes.

2. Como claramente se ha puntualizado, el apoderado del solicitado en extradición,


señor (...), no está cuestionando la validez formal de la mencionada documentación,
sino la competencia de las autoridades extranjeras que adelantaron el trámite de
autenticación y legalización de los documentos que sirvieron de soporte para el
pedido de extradición, instrumentos que, al tenor de lo preceptuado en el artículo 259
del C. de P. Civil, gozan de la presunción de haberse otorgado conforme a la
legislación del Estado requirente.

Del mismo modo, se insiste, en el presente diligenciamiento obran las constancias


expedidas por las respectivas autoridades de los Estados Unidos de América, donde
se certifica la legalidad y autenticación de los multicitados documentos, los cuales no
sólo cuentan con el aval del Cónsul de Colombia en Washington, sino también de los
Ministerios de Relaciones Exteriores y de Justicia y del Derecho, constancias que para
la Sala son suficientes para establecer, al momento de emitir el concepto, si se
cumplió o no con el requisito de la validez formal de la documentación presentada.

Ahora bien, no es cierto que la competencia de la Corte llegue al punto de poder


sugerir u ordenar a las autoridades extranjeras cómo deben elevar las solicitudes a
nuestro gobierno, ya que, de acuerdo con la Constitución y la ley, no puede realizar tal
cometido, pues, caso contrario, estaría entrometiéndose en la soberanía y
competencia de otro Estado, razón por la cual resulta inconducente e impertinente
que se allegue la normatividad que rige en el país requirente sobre la autenticación y
legalización de los referidos documentos, sin que con ello, como lo indica, se esté
transgrediendo el derecho de defensa a su protegido, máxime cuando dentro del
presente trámite no se están realizando juicios de responsabilidad.

En efecto, los documentos aportados contienen la suficiente información e ilustración


para emitir el concepto, dentro de los parámetros que establece el artículo 558 del C.
de P. Penal, los que forman una sola unidad, en razón a que los anexos hacen parte
inescindible de la solicitud de extradición. Absurdo sería que la ley contemplara dicha
petición de manera fraccionada, sin que sus anexos pudieran servir de apoyo y
complementación a la Nota Verbal que formaliza la petición de extradición.

3. Como se dijo en la providencia impugnada, la solicitud de los citados medios de


convicción hacen relación exclusiva al aspecto de responsabilidad del requerido,
señor (...), por lo que los mismos deben postularse al interior del proceso penal y ante
los tribunales extranjeros competentes.

Recuérdese que el trámite de extradición no es un proceso judicial en el que se


juzgue la conducta del solicitado, por lo que no tienen cabida cuestionamientos
relativos a la validez o mérito de la prueba recaudada en que se apoya la solicitud, ni
sobre la ocurrencia del hecho, ni sobre el lugar de su realización.

De otro lado, itérase, una vez más, que el control que ejerce la Corte en la fase
judicial del trámite de extradición, está centrada en los precisos requisitos que
contempla el artículo 558 del C. de P. Penal, los que serán objeto de análisis y de
estudio al momento de emitir el correspondiente concepto.

4. Arguye que como quiera que su representado, en pretérita oportunidad, se sometió


a la justicia colombiana, lo que le implicó la confesión de delitos distintos a los que
son objeto de la petición de extradición, los cuales se cometieron en Colombia y en el
exterior, le preocupa que vaya a ser juzgado por los mismos hechos que motivaron el
mencionado sometimiento, advirtiendo que a la Corte le corresponde velar para que
sus garantías y sus derechos no sean conculcados.

Como quiera que los medios de convicción impetrados en los citados capítulos, tienen
como finalidad que el requerido no vaya a ser juzgado en el exterior por hechos
anteriores a la entrada en vigencia del Acto Legislativo N° 1 de 1997, el que autorizó
la extradición de colombianos por nacimiento, ni por hechos diferentes a los que han
motivado el presente diligenciamiento, nuevamente dígase que son aspectos que no
requieren de prueba y que en el evento de que el concepto de la Corte fuere
favorable a la extradición, sólo lo sería para los hechos cometidos a partir de la
vigencia del Acto Legislativo N° 1 de 1997 y que, además, el Gobierno Nacional, le
corresponde exigir al Estado requirente que el solicitado no vaya a ser juzgado por un

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hecho anterior diverso del que motiva la extradición, según así lo dispone el artículo
550 del C. de P. Penal.

5. Por su parte, el ciudadano (…) solicita que se ponga fin al presente


diligenciamiento, toda vez que, en virtud del principio de favorabilidad, debe ser
investigado y juzgado en Colombia y no en el extranjero, según el numeral 1° del
artículo 13 del C. Penal, en la medida en que los hechos que han motivado la solicitud
de extradición tuvieron ocurrencia en Colombia.

Sobre el punto, la Sala ha sostenido:

"En estas condiciones, parte el solicitado del equívoco supuesto de que en este
asunto se presenta un problema de favorabilidad entre la Constitución de 1.991 y lo
dispuesto en el artículo 13 del Código Penal en cuanto al principio de territorialidad de
la ley penal, las cuales en modo alguno ofrecen espacio para una discusión de esta
naturaleza, sino que por el contrario, se manifiestan acordes al nuevo ordenamiento
constitucional si se tiene en cuenta, no solo que la disposición de la Carta prevalece
por encima del resto del ordenamiento interno, sino que la misma es posterior al
propio Estatuto Procesal.

"En este sentido, importa, entonces, recordar que ya la Corte Constitucional tuvo
oportunidad de pronunciarse sobre la conformidad existente entre la referida
preceptiva legal con el texto superior, pues:

"Tanto el principio de territorialidad como sus excepciones -los principios de


extraterritorialidad- encuentran reflejo en el ordenamiento jurídico colombiano a nivel
constitucional y legal.

"La Carta Política, en sus artículos 4 y 95, inciso 2, ordena a quienes se encuentren en
territorio colombiano, sean nacionales o extranjeros, cumplir con las leyes de la
República; es decir, toda persona que se encuentre dentro de los límites territoriales a
los cuales se refiere el artículo 101 superior, está sometida a las normas prescritas por
el legislador nacional. En este sentido, el principio de territorialidad es la regla general
a aplicar. Ahora bien, la misma Carta Política, en su artículo 9, recoge los principios
generales del derecho internacional, entre los cuales se encuentran los que delimitan
el ejercicio de la jurisdicción, arriba enumerados. Por lo mismo, también encuentran
sustento constitucional los principios de extraterritorialidad, siempre y cuando se
apliquen de conformidad con los mandatos de reciprocidad, equidad y respeto por la
soberanía foránea.

"Por su parte, la ley criminal colombiana recoge dichos principios en los artículos 13 y
15 del Código Penal, que deben leerse de manera conjunta por cuanto conforman un
sistema. En efecto, el artículo 13 consagra el principio de territorialidad como norma
general, pero admite, que a la luz de las normas internacionales, existan ciertas
excepciones, en virtud de las cuales se justifica tanto la extensión de la ley
colombiana a actos, situaciones o personas que se encuentran en el extranjero, como
la aplicación de la ley extranjera, en ciertos casos, en el territorio colombiano. En
forma consecuente, el artículo 15 enumera las hipótesis aceptables de
"extraterritorialdad", incluyendo tanto los principios internacionales reseñados, como
algunas ampliaciones domésticas de los mismos: allí se enumeran el principio "real" o
"de protección (numeral 1), las inmunidades diplomáticas y estatales (numeral 2), el
principio de nacionalidad activa (numeral 4) y el de nacionalidad pasiva (numeral 5),
entre otros". (Sentencia C-1189 del 13 de septiembre de 2.000).

"Además, olvida el petente, que, como lo viene sosteniendo de manera constante y


reiterada la Sala, en materia de extradición, su competencia se remite a la
verificación y análisis de los presupuestos señalados en el artículo 558 del Código de
Procedimiento Penal, esto es, a emitir concepto sobre la validez formal de la
documentación, la demostración plena de la identidad del solicitado, el principio de la
doble incriminación, en la equivalencia de providencia proferida en el extranjero y
cuando fuere el caso en el cumplimiento de lo previsto en los tratados públicos, por
manera que en estos asuntos no le corresponde escoger el presupuesto jurídico a
partir del cual se define dónde se considera realizado el delito, pues ello, de un lado
es asunto a debatir al interior del proceso que se adelanta en el extranjero, y de otro,
la incidencia de ello frente a la petición del Gobierno Norteamericano, la decide
finalmente el Gobierno Nacional, pues él es el destinatario de las determinaciones
que eventualmente tome al respecto la Fiscalía General de la Nación como autoridad

44
a la que constitucionalmente le corresponde llevar a cabo la función de investigación
de los delitos" . *

6. En tres memoriales, el defensor de Fabio Ochoa Vásquez, solicita la nulidad o,


subsidiariamente, la suspensión del presente trámite de extradición, por cuanto que,
en su criterio, no se ha establecido si los hechos en los cuales se apoya la petición de
extradición, se realizaron en Colombia, ya que al tenor del Acto Legislativo N° 1 de
1997, la extradición sólo procede por hechos cometidos en el exterior. Agrega que tal
aspecto constituye un requisito de procedibilidad para la continuación del presente
trámite, razón por la cual es la Fiscalía General de la Nación la encargada de verificar
dicha circunstancia, al punto que a su representado ya se le practicó un interrogatorio
tendiente a concretar este punto.

Igualmente advierte que de acuerdo con la declaración que en otro proceso judicial,
adelantado en los Estados Unidos, rindió la señora Theresa Van Vliet, funcionaria que
conoció de la solicitud de extradición de su representado, se infiere que los citados
hechos no sólo tuvieron ocurrencia con anterioridad a la citada reforma
constitucional, sino que también acaecieron en Colombia, circunstancias de las que
tenían conocimiento tanto la Fiscalía General de la Nación como los Ministerios de
Relaciones Exteriores y de Justicia y del Derecho. Por ello, solicita que se establezca si
las citadas autoridades actuaron conforme a los postulados de la Constitución y de la
ley.
En cuanto al primer punto, de manera reiterada la Sala ha sostenido:

"Lo anterior, no significa, como parece entenderlo el memorialista, que la actuación


que le corresponde adelantar a la Corte en esta clase de asuntos quede supeditada a
que previamente se determine si los hechos que dan origen a la solicitud de
extradición ocurrieron o no en territorio colombiano, pues, como se señaló en
precedencia, ese no es tema del que le corresponda ocuparse a efectos de emitir el
concepto que según el artículo 558 del Código de Procedimiento Penal se exige de
esta Corporación; más aún cuando la intervención de esta Corte no es de carácter
judicial y mucho menos decisoria, toda vez que es el Ejecutivo el que definitivamente
resuelve si accede o no al requerimiento del país extranjero -en caso de que el
concepto sea favorable- y, por ende, es allí donde adquieren plena validez e injerencia
los resultados y determinaciones que al respecto emita el ente investigador.

"Efectivamente, considerando lo manifestado por la Corte Constitucional en la


mencionada decisión de tutela, la Sala sostuvo en reciente concepto de extradición
que:

"...En respuesta al tema de la territorialidad para el ejercicio de la jurisdicción penal,


por el lugar de la comisión del hecho, han de recordarse las posiciones que al
respecto la Sala hizo en providencia del 12 de septiembre de 2.000, con ponencia del
Magistrado JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO: "aparte de que el lugar de la comisión
del delito y la competencia son elementos que tienen que ver con el objeto del
proceso (cuya definición incumbe a la autoridad que juzga) y no con la eficacia de los
fines del mismo (tema de la extradición), también olvida el reclamante toda la
dinámica que comporta una conducta de "importar" o "sacar del país" un producto
ilícito, en la que se fijan destinos, se eligen recorridos y se prevé concomitancias
como el decomiso en lugares diferentes.

"La Sala ha señalado que la supuesta falta de jurisdicción del país requirente para
juzgar al solicitado, trasciende la tarea que ha de cumplir la Corte en orden a lo
previsto en el artículo 558 del C.P.P., además que un tal proceder desconocería la
soberanía del Estado reclamante y la competencia de las autoridades judiciales.

"La Corte Constitucional sostuvo en la sentencia de tutela 1736/2.000 que el criterio


expuesto en el párrafo anterior de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia encontraba respaldo en la jurisprudencia constitucional, invocando en esa
oportunidad como apoyo de dicha conclusión, lo aseverado en la sentencia C-
1106/2.000, en donde expresó:

"De conformidad con lo expuesto, y por su propio contenido, el acto mismo de la


extradición no decide, ni en el concepto previo, ni en su concesión posterior sobre la
existencia del delito, ni sobre la autoría, ni sobre las circunstancias de tiempo, modo y
lugar en que se cometió el hecho, ni sobre la culpabilidad del imputado, ni sobre las
causales de agravación o diminuentes punitivas, ni sobre la dosimetría de la pena,

45
todo lo cual indica que no se está en presencia de un acto de juzgamiento, como
quiera que no se ejerce función juirisdicente.

"Entrar en una controversia de orden jurídico como si se tratara de un acto


jurisdiccional, implicaría el desconocimiento de la soberanía del Estado requirente,
como quiera que es en ese país y no en el requerido en donde se deben debatir y
controvertir las pruebas que obren en el proceso correspondiente, de conformidad
con las disposiciones sobre Derecho Internacional Humanitario y con las normas
penales internas del Estado extranjero". (Concepto del 24 de enero de 2.001, Rad.
16.176)" .**

Es necesario recalcar que si el concepto fuere favorable a la extradición sólo lo sería


para los hechos cometidos a partir de la reforma del artículo 35 de la Carta y que al
Gobierno Nacional le corresponde exigir que el solicitado no vaya a ser juzgado por un
hecho anterior diverso del que motiva la extradición, al tenor de lo dispuesto en el
artículo 550 del C. de P. Penal.***

__________________________________
* y ** Extradición No.16724, 2º de febrero de 2001, M.P. Dr. Carlos Augusto Gálvez
Argote
*** Ver entre otras, Extradición 16728, 2º de febrero de 2001, M.P. Dr. Carlos Augusto
Gálvez Argote

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Extradición
FECHA : 25/04/2001
DECISION : No repone auto del 01-11-00 sobre pruebas, no
accede a
peticiones del requerido
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : OCHO VASQUEZ, FABIO
PROCESO : 16715
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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EXTRADICION POSITIVA-Lugar de comisión del delito/ EXTRADICION


POSITIVA-La intervención de la Corte no es de carácter judicial: Naturaleza/
EXTRADICION POSITIVA-Principio de territorialidad/ EXTRADICION
POSITIVA-Fiscalía: Su colaboración se circunscribe a ordenar la captura con
fines de extradición/ FISCALIA GENERAL DE LA NACION/
TERRITORIALIDAD/ CAPTURA

1. Lo primero que debe recordarse es que el fallo de tutela mencionado fue emitido a
raíz de la acción instaurada por los ciudadanos (...), quienes igualmente estaban
involucrados en distintos trámites de extradición, pero en la parte resolutiva sólo se
impartió una orden a la Fiscalía General de la Nación, en el sentido de que iniciara la
averiguación (si no lo había hecho) tendiente a establecer si los hechos que
motivaron la solicitud de extradición habían sido cometidos en jurisdicción territorial
colombiana o fuera de ella.

Ni siquiera dentro de tal proceso de tutela, referido a dos personas distintas de la que
ahora está sometida al trámite de extradición, se ordenó la suspensión de éste

46
mientras se contaba con una anhelada determinación de la Fiscalía General de la
Nación.

Ahora bien, es cierto que en la parte motiva del fallo de tutela se hizo la siguiente
reflexión:

"… no hay norma de la Constitución, el Código Penal o el Código de procedimiento


Penal, que autorice a la Fiscalía para diferir la investigación preliminar de hechos que
pueden constituir delito y que ocurrieron en el territorio nacional, hasta que se
pronuncien otros órganos del Estado, incompetentes para decidir si tales hechos
deben ser investigados y juzgados en Colombia, o se inscriben en una de las
excepciones al principio de la territorialidad, caso en el cual se hace
constitucionalmente procedente la extradición. La falta de ese pronunciamiento,
previo al concepto de la Corte Suprema de Justicia, evita que esta última examine si
se cumple con uno de los límites establecidos por la Carta Política para que se
conceda de manera válida la extradición de colombianos por nacimiento, y contradice
la doctrina constitucional reiterada en las sentencias C-543/98, C-622/99 y C-740/00
citadas en el aparte 3 de esta providencia…" (se ha subrayado).

Sin embargo, además de que la transcrita observación no se vinculó


consecuencialmente con la parte resolutiva de la sentencia, en el sentido de ordenar
la suspensión del trámite de extradición, debe tenerse en cuenta que en este caso la
falta de un pronunciamiento de la Fiscalía sobre si los hechos que motivaron el pedido
de extradición están o no sometidos a la jurisdicción penal colombiana, no impide a la
Corte Suprema de Justicia establecer que aquéllos ocurrieron en el exterior (así sea
parcialmente), pues así se infiere del contenido de una solicitud de extradición y sus
anexos (como debe ser), presentada formalmente por el país requirente,
determinación suficiente para colmar la exigencia del artículo 35 de la Constitución
Política, en el sentido de que la extradición de nacionales colombianos por nacimiento
"se concederá por delitos cometidos en el exterior, considerados como tales en la
legislación penal colombiana". Repárese que la norma constitucional se refiere sin
matizaciones a "delitos cometidos en el exterior", de modo que la realización puede
ser total o parcialmente cumplida fuera de los límites territoriales patrios.

En el mismo sentido lo ha interpretado la Corte Constitucional, pues en la sentencia C-


1106 de 2000 expuso:

"El fundamento de esta figura (se refiere a la extradición) ha sido la cooperación


internacional con el fin de impedir que una persona que ha cometido un delito en el
exterior burle la acción de la justicia, refugiándose en un país distinto de aquel en el
que se cometió el delito. En efecto, una de las causas que ha dado origen al
nacimiento de esta figura de cooperación internacional, ha sido el interés de los
Estados en lograr que los delitos cometidos en su territorio ya sea total o
parcialmente, no queden en la impunidad. De ahí, que esta figura haya sido objeto de
tratado o convenciones internacionales de naturaleza bilateral o multilateral" (Énfasis
fuera de texto).

En la documentación aportada por el Gobierno requirente, la autoridad extranjera


competente hace la manifestación de que los hechos fueron cometidos por lo menos
parcialmente en su territorio, de modo que, conforme con el artículo 9 de la
Constitución Política, que reconoce valor a los "principios de derechos internacional
aceptados" (la extraterritorialidad es uno de ellos), las autoridades colombianas
deben acatar esa expresión plasmada en la solicitud de extradición, como ejercicio
legítimo de la jurisdicción extraterritorial foránea, por razones de respeto a la
soberanía extranjera y confianza recíproca en las decisiones de los países
involucrados en la lucha contra ciertos delitos, salvo motivos de deficiencia legal o
constitucional que se adviertan de entrada en la misma petición o sus anexos.

2. La misma Corte Constitucional ha dicho claramente que el trámite de extradición


no es el espacio indicado para controvertir los hechos ni la responsabilidad del
procesado, pues ello concierne al debate en el proceso que adelantan soberanamente
las autoridades del país requirente. Así en la sentencia C-1106 de 2000, dijo dicha
Corporación:

"De conformidad con lo expuesto, y por su propio contenido, el acto mismo de la


extradición no decide, ni en el concepto previo, ni en su concesión posterior sobre la
existencia del delito, ni sobre la autoría, ni sobre las circunstancias de tiempo, modo y
lugar en que se cometió el hecho, ni sobre la culpabilidad del imputado, ni sobre las

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causales de agravación o diminuentes punitivas, ni sobre la dosimetría de la pena,
todo lo cual indica que no se está en presencia de un acto de juzgamiento, como
quiera que no se ejerce función jurisdicente".

Y agrega:

"Para esta Corporación, no son de recibo los argumentos esgrimidos por el


demandante, porque la Corte Suprema de Justicia en este caso no actúa como juez,
en cuanto no realiza un acto jurisdiccional, como quiera que no le corresponde a ella
en ejercicio de esta función establecer la cuestión fáctica sobre la ocurrencia o no de
los hechos que se le imputan a la persona cuya extradición se solicita, ni las
circunstancias de modo, tiempo y lugar en que pudieron ocurrir, ni tampoco la
adecuación típica de esa conducta a la norma jurídico-penal que la define como
delito, pues si la labor de la Corte fuera esa, sería ella y no el juez extranjero quien
estaría realizando la labor de juzgamiento.

"Por esto -y no por otra razón-, es que la intervención de la Corte Suprema de Justicia
en estos casos, se circunscribe a emitir un concepto en relación al cumplimiento del
Estado requirente de unos requisitos mínimos que ha de contener la solicitud, los
cuales se señalan en el Código de Procedimiento Penal" (se ha subrayado).

3. Por otra parte, el mismo fallo de tutela en el que se ampara el recurrente, tras
invocar el contenido de la sentencia
C-1189 de 2000, reconoce la extraterritorialidad como una excepción de la regla de la
territorialidad, y hace acotaciones del siguiente tenor:

"Por su solidez e importancia, se puede considerar al principio de territorialidad como


la regla general a aplicar, y a los demás principios como sus excepciones, puesto que
legitiman el ejercicio extraterritorial de la jurisdicción. Estos últimos operan en un
doble sentido: por una parte, permiten que un Estado determinado imponga sus
leyes a personas, situaciones o cosas que no se encuentren dentro de su territorio; y
por otra, obligan al mismo Estado a aceptar que, en ciertos casos, se apliquen las
leyes extraterritoriales de naciones extranjeras a personas, situaciones o cosas que se
encuentran u ocurren dentro de su territorio.

"Finalmente, en lo relativo a la petición subsidiaria de declarar la constitucionalidad


condicionada de las normas, la Corte considera suficiente reiterar: a) que el derecho
internacional no se resume en los tratados; b) que las excepciones a la territorialidad
de la ley, ni se identifican con las inmunidades diplomáticas, ni se agotan en ellas, y
además encuentran su fuente tanto en normas consuetudinarias como en principios
generales; y c) que en consecuencia, no es válido ni razonable, a la luz de la
Constitución, de la ley o del Derecho Internacional, afirmar que todo delito que se
cometa en Colombia tiene que ser juzgado por los jueces nacionales" (Subrayas fuera
de texto).

De una vez, el mismo fallo de tutela (apoyado de nuevo en la sentencia C-1189 de


2000) explica el alcance del artículo 4, numeral 3 de la Convención de las Naciones
Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas, suscrita
en Viena el 20 de diciembre de 1988 y aprobada en Colombia por medio de la Ley 67
de 1993 (norma que el impugnante en este caso impropiamente invoca como el
artículo 7° y genéricamente se refiere a la "Convención de Viena"). Sobre el
particular, y como respuesta a la inquietud de territorialidad obligatoria que proclama
el recurrente, dice la Corte Constitucional:

"… el artículo de la Convención que el actor transcribe, lejos de referirse a una


territorialidad obligatoria, consagra el principio de jurisdicción universal que, como ya
se vio, coexiste con las competencias jurisdiccionales ordinarias de los Estados en
materia criminal, tal y como lo dispone el artículo 4, numeral 3, en cuestión. Esto
quiere decir que, junto con las competencias jurisdiccionales que les asisten por
virtud de los principios de territorialidad y nacionalidad, los Estados Partes pueden
aplicar sus leyes penales, únicamente sobre la base de que los delincuentes en
cuestión se encuentren en su territorio; pero ello no obsta para que el Estado nacional
de tales personas, o el Estado en cuyo territorio se cometió el delito, ejerzan su propia
jurisdicción, si en cada caso concreto las circunstancias tornan tal ejercicio razonable
y prevalente…" (se ha subrayado).

El ejercicio extraterritorial de la jurisdicción foránea en Colombia que acepta la


sentencia de tutela en estudio, lo justifica porque los delitos hayan sido cometidos "en

48
su territorio ya sea total o parcialmente", como lo demuestra la cita textual que hace
de la sentencia C-1106 de 2000.

4 Ahora bien, otras consecuencias que puedan derivarse de la investigación que


adelanta la Fiscalía General de la Nación, supuestamente por los mismos hechos, es
algo que concierne confrontar y declarar en su momento al Gobierno Nacional, por
medio del intercambio de información con aquella entidad que el mismo artículo 250
de la Constitución Política propicia, en aplicación del artículo 565 del Código de
Procedimiento Penal.

Entretanto, a manera de conclusión, huelga determinar que el procedimiento


establecido en el capítulo III, título I del Libro V del Código de Procedimiento Penal,
referente al tema de la extradición, no consagra una intervención de la Fiscalía
General de la Nación para establecer el lugar de comisión de los hechos (si ocurrieron
en Colombia o en el extranjero), previa al concepto que debe rendir la Corte Suprema
de Justicia, pues la colaboración de aquella entidad en el respectivo trámite se
circunscribe a ordenar la captura con dichos fines de extradición, si se cumplen los
presupuestos del artículo 566 del Código de Procedimiento Penal.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Extradición
FECHA : 25/04/2001
DECISION : No repone auto del 20-03-01que negó suspensión
del
trámite
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : MESA SANIN, JAIRO DE JESUS
PROCESO : 16708
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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EXTRADICION POSITIVA-Proceso en Colombia/ EXTRADICION POSITIVA-


Prueba procedentes en el período probatorio/ EXTRADICION POSITIVA-
Documentos anexos-Presunción de autenticidad/ EXTRADICION POSITIVA-
Ejecutivo: Eventualmente puede subordinar la concesión de ésta/
EXTRADICION POSITIVA-Identidad del solicitado/ EXTRADICION POSITIVA-
Doble incriminación

1. La Procuradora Cuarta Delegada para la Casación Penal pide que se oficie a la


Fiscalía General de la Nación, con el fin de que esta entidad informe si adelanta o ha
adelantado investigación en contra del ciudadano (…), en relación con los hechos a
los cuales se concreta la solicitud de extradición formulada por el gobierno de los
Estados Unidos de América. Advierte la peticionaria que no desconoce los aspectos
incluidos en el artículo 558 del Código de Procedimiento Penal, como parte del
concepto que debe rendir la Corte en materia de extradición, además de que
corresponde al Ejecutivo el análisis de las demás circunstancias contempladas en el
capítulo III, título I del Libro V del mismo ordenamiento, pero que de todas maneras
estima conveniente que en el desarrollo del trámite adelantado ante la Corte, se
perfeccionen en lo posible las diligencias, bien para que la Sala se pronuncie sobre el
tema ora con el fin de que el Gobierno en su momento cuente con la información
necesaria para adoptar la decisión correspondiente.

Pues bien, como lo reconoce la misma Procuradora, resulta extraña a la competencia


de la Corte, dentro del trámite de extradición, la averiguación sobre las
investigaciones penales que se adelantan en relación con el requerido (…), pues, en
primer lugar, ello no está comprendido dentro del objeto de actuación delimitado
taxativamente por los artículos 549, 551 y 558 del Código de Procedimiento Penal; y,
en segundo lugar, la eventual aplicación del artículo 565 del mismo estatuto, merced
a la identidad de hechos y otros requerimientos legales, corresponde al Gobierno
Nacional, quien en uso de su exclusiva facultad podrá solicitar información al Fiscal

49
General sobre las investigaciones que esté adelantando o que haya impulsado y,
correlativamente, dicho funcionario está en el deber de suministrársela.

2. La Corte reitera que dentro del espacio probatorio que a ella se le ha


encomendado, orientado exclusivamente a preparar el concepto señalado en el
artículo 558 del Código de Procedimiento Penal, no proceden discusiones sobre otras
investigaciones adelantadas en relación con el solicitado en extradición. De igual
manera, no puede la Sala imponer al Ejecutivo pruebas que se relacionan
específicamente con una facultad que a él concierne, pues será dicho órgano o los
sujetos procesales los que en su momento, después de emitido el concepto, relieven
si se perfilan los presupuestos del artículo 565 del Código de Procedimiento Penal y la
necesidad de determinarlo antes de la decisión final.

3. De acuerdo con los artículos 259 del Código de Procedimiento Civil y 8° de la


Resolución N° 2201 de 1997, el Jefe de Legalizaciones del Ministerio de Relaciones
Exteriores certificó, el 13 de octubre de 2000, que la mencionada funcionaria
desempeñaba en la ocasión las funciones de cónsul de Colombia en Washington
(carpeta anexa, fs. 120vto.). De modo que, como documento público, la certificación
se presume auténtica, mientras no se compruebe lo contrario mediante tacha de
falsedad (C. P. C., art. 252).

4. En tercer lugar, solicita que se oficie al Ministro de Relaciones Exteriores para que
certifique si entre Colombia y Estados Unidos de América existe acuerdo o convenio
que garantice, en caso de condena, que a su asistido no se le impondrá la pena de
prisión perpetua, de conformidad con el artículo 549 del Código de Procedimiento
Penal. Expone que, de conformidad con la "Hoja de castigo" que obra a folios 52, el
requerido podría ser condenado en los Estados Unidos de América a la pena de
prisión perpetua y, de acuerdo con la sentencia C-1106 del 24 de agosto de 2000, la
Corte Constitucional declaró exequible el artículo 550 del Código de Procedimiento
Penal, a condición de que al extraditado no se le someta a las sanciones de destierro,
prisión perpetua y confiscación, además de otras consecuencias, conforme con los
artículos 11, 12 y 34 de la Constitución Política.

Como lo dice el artículo 550 citado, el Ejecutivo es el órgano competente para


eventualmente subordinar la concesión de la extradición a que en el Estado
requirente no se imponga la pena de prisión perpetua, entre otras condiciones, razón
por la cual será en cada caso, y en su oportunidad, cuando el Gobierno exija las notas
diplomáticas de compromiso, sin necesidad de acreditar convenios previos.

5. En la solicitud de extradición se ha aportado lo que la autoridad estadounidense


estima como identidad plena del requerido, como lo exige en numeral 3° del artículo
551 del Código de Procedimiento Penal, motivo por el cual el procedimiento de
extradición resulta extraño para la indagación sobre los métodos y técnicas utilizados
en el respectivo proceso penal para identificar al procesado. El trámite de extradición
corresponde a una colaboración para la eficacia de las decisiones judiciales soberanas
de las autoridad extranjeras, dentro del objetivo de combatir solidariamente la
delincuencia internacional, y en manera alguna una instancia de revisión del proceso
que ellas adelantan, de modo que la suficiencia o la insuficiencia de los datos
aportados por el Gobierno requirente serán objeto de discusión al momento de emitir
el concepto pertinente, pues, entretanto, la Corte no podría exigirle a la Fiscalía
extranjera que cambiara en dicho sentido la acusación.

6. No obstante que el sustento de la petición nada tiene que ver con el principio de la
doble incriminación, según el cual se exige una reciprocidad legislativa en la
regulación de la conducta delictiva por la cual se pretende la extradición en ambos
países, vale la oportunidad para reiterar que en el trámite de extradición no es posible
cuestionar las conductas o las circunstancias en que éstas ocurrieron, tarea que
concierne soberanamente al sistema judicial del país requirente, de acuerdo con su
propio procedimiento.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Extradición
FECHA : 25/04/2001
DECISION : Niega pruebas de la defensa, ordena otras
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : FRANCO LABRADOR, WILLIAM JOSE
PROCESO : 17880

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PUBLICADA : Si

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EXTRADICION POSITIVA-Suspensión del trámite: No se creó un nuevo


requisito de procedibilidad/ TUTELA

Acerca de la petición de suspensión del trámite de extradición, sustentada en la


acción de tutela interpuesta por el reclamado y decidida por la Corte Constitucional, la
Sala la rechazará con base en las siguientes razones:

El trámite de la acción de tutela, por si solo, no tiene la virtud legal de engendrar la


suspensión del acto fuente de la supuesta transgresión o puesta en peligro del
derecho fundamental cuya protección se pide, en este evento dentro del trámite de
extradición.

La aplicación del artículo 40 del Código de Procedimiento Penal, en concordancia con


el artículo 170 del Código de Procedimiento Civil, reclamada por el peticionario para
obtener la suspensión del trámite no es procedente, en virtud a que la prejudicialidad
regulada en el primer precepto constituye un dispositivo legal aplicable en los
procesos penales, pero no al procedimiento de extradición, el cual tiene carácter
preponderantemente administrativo y en el que la Corte no cumple función
jurisdiccional.

Además, el artículo 7º del decreto 2591 de 1.991 en el artículo 7º regula de manera


específica la suspensión del acto que amenaza o lesiona el derecho fundamental cuyo
amparo se demanda con la acción de tutela, hipótesis que en este caso no se
presentó.

El presupuesto de la petición de suspensión desapareció, toda vez que a través de la


Sentencia 1736 del 2.000, la Corte Constitucional ordenó tutelar el debido proceso
vulnerado por la Fiscalía General de la Nación, disponiendo a esa Entidad, dentro de
las 24 horas siguientes a la notificación de la providencia, adelantar la investigación
tendiente a definir si los hechos por los cuales se solicitó la extradición de (...) están
sometidos a la jurisdicción penal colombiana o no.

Conociéndose que la Fiscalía abrió investigación en su contra.

No obstante, esta determinación tampoco tiene la potencialidad de producir la


suspensión del trámite, como la Sala lo ha pregonado en los procedimientos en que
se ha solicitado la declaratoria de nulidad o la misma suspensión, fincados en que es
imprescindible que la Fiscalía conceptúe o determine el lugar en donde ocurrieron los
hechos base de la extradición; así, en el concepto del 24 de enero y en dos autos del
2 de febrero del corriente año, con ponencia del Magistrado Dr. CARLOS AUGUSTO
GALVEZ ARGOTE, y en auto del 8 de febrero del presente año, en el que actúo como
ponente el Dr. CARLOS E. MEJIA ESCOBAR.

Y, en auto del 28 de marzo del corriente año, la Corporación con ponencia del
Magistrado que hoy cumple igual función, expresó:

"Ninguno de los preceptos que conforman el capítulo III del título I del libro V del
Código de Procedimiento Penal que reglamenta el trámite de extradición, exige como
requisito previo a la participación de la Corte, que la Fiscalía General de la Nación,
haya definido en qué lugar tuvieron realización los hechos base de la reclamación.

" Ciertamente, los artículos 552 a 555 de dicho ordenamiento, que regulan la fase
previa a la intervención de la Sala, solo exigen que el Ministerio de Relaciones
Exteriores haya conceptuado si procede actuar de acuerdo con convenios o usos
internacionales, o en armonía con las normas del Código de Procedimiento Penal, y
que el Ministerio de Justicia y del Derecho haya obtenido el perfeccionamiento del
expediente, en cuyo caso lo enviará a la Sala, para que cumpliendo con el rito
descrito en el artículo 556 ibídem, rinda el concepto que de ella demanda el artículo
557 de la misma obra; pasos que en este asunto fueron cabalmente observados.

51
" 2. En el fallo de tutela invocado, tampoco encuentra la Sala que la Corte
Constitucional haya instituido como presupuesto el aludido concepto de la Fiscalía
General de la Nación, pues lo que allí se resolvió fue tutelar el derecho al debido
proceso, el cual halló menoscabado por esa Entidad, en virtud a que habiendo
aceptado tener conocimiento de la posible comisión de un delito en Colombia, decidió
diferir la apertura de la investigación, para después de que fuera decidida la demanda
de extradición; actitud que esa Corporación consideró desconocía las funciones
atribuidas por el artículo 250 de la Constitución Política a la Fiscalía, ordenando en
consecuencia el inicio de la investigación pertinente.

" De la misma manera, la Corte Constitucional no encontró que esta Corporación


hubiese incurrido en vías de hecho, en la solicitud de nulidad presentada en uno de
los trámites de extradición allí controvertidos, por no pronunciarse supuestamente
sobre la jurisdicción de Colombia o de los Estados Unidos de América, para juzgar los
hechos que dieron origen a la reclamación; dejando en claro que la Sala si resolvió
dicho tópico, al aseverar que la eventual falta de jurisdicción del país requirente, es
un asunto que desborda el objeto del concepto, pues de ocuparse de él desconocería
la soberanía de esa Nación, en razón a que son sus autoridades judiciales las que
dentro del proceso fuente de la reclamación deben definir tal situación

" Además, reiteró que comparte la posición que la Sala viene pregonando sobre el
tema, traducida en que atendiendo a la naturaleza jurídica del instituto de la
extradición y a la regulación que de su trámite hace la Ley Procesal Penal, la
intervención de la Corte no es de carácter judicial pues en ella no juzga la conducta
atribuida al requerido, sino que se limita a verificar si concurren los fundamentos del
concepto previsto en el artículo 558 del Código de Procedimiento Penal, labor que
cumple realizando un proceso de constatación objetivo formal con los documentos
aportados al expediente, el cual excluye la realización de juicios de valor acerca de su
contenido material, sobre el acierto o no de las decisiones anexadas como soporte de
la petición, y la posibilidad de ocuparse de establecer en qué circunstancias
sucedieron los hechos, si coexisten los elementos del hecho punible y en general la
responsabilidad del solicitado; debido a que estos aspectos hacen parte del objeto del
proceso adelantado en el país requirente, en donde el procesado cuenta con los
instrumentos jurídicos necesarios para hacer valer sus derechos.

" Efectivamente, dijo la Corte Constitucional sobre este aspecto:

" Tal pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia, encuentra respaldo en la


jurisprudencia constitucional, puesto que en ella se ha reiterado que el procedimiento
de extradición en Colombia no es un acto de juzgamiento y, en consecuencia, en él no
se puede ejercer el derecho de defensa respecto al delito cometido. En efecto, así lo
determinó la Corte Constitucional en la Sentencia C-1106/2000.

"De conformidad con lo expuesto, y por su propio contenido, el acto mismo de la


extradición no decide, ni en el concepto previo, ni en su concesión posterior sobre la
existencia del delito, ni sobre la autoría, ni sobre las circunstancias de tiempo, modo y
lugar en que se cometió el hecho, ni sobre la culpabilidad del imputado, ni sobre las
causales de agravación o diminuentes punitivas, ni sobre la dosimetría de la pena,
todo lo cual indica que no está en presencia de un acto de juzgamiento, como quiera
que no se ejerce función jurisdicente.

"Entrar en una controversia de orden jurídico como si se tratara de un acto


jurisdiccional, implicaría el desconocimiento de la soberanía del Estado requirente,
como quiera que es en ese país y no en el requerido en donde se deben debatir y
controvertir las pruebas que obren en el proceso correspondiente, de conformidad
con las disposiciones sobre Derecho Internacional Humanitario y con las normas
penales internas del Estado Extranjero.

"Tal posición ratifica una de las consideraciones de la Sentencia C-700/2000, donde la


Corte afirmó que el estado carece de jurisdicción para verificar la legalidad del
proceso, lo cual implica que el derecho de defensa por parte del extraditable debe
ejercerse en el proceso que ha llevarse a cabo en el país requirente:

"Si la hipótesis de la cual se parte es la de que el Estado requerido -en este caso
Colombia- se limita a atender una solicitud de entrega de quien es buscado por la
administración de justicia de otro Estado, hallándose sometido a los procesos que allí
se le han iniciado o adelantado, según el orden jurídico correspondiente, no puede

52
admitirse que la norma acusada esté desconociendo el derecho de defensa, toda vez
que el ámbito jurídico de su aplicación no es el proceso penal -que se siguió o se
cumple en el Estado extranjero- sino la captura con fines de entrega en extradición.

" La persona requerida en extradición, que puede ser nacional o extranjera, no está
sujeta, en cuanto al juzgamiento de su conducta, a las normas de nuestra legislación,
puesto que no va a ser procesada ni juzgada por autoridades nacionales. Además,
dentro del proceso que ya se adelantó y culminó en el Estado requirente, o que cursa
con resolución de acusación en su contra, ha dispuesto -se presume-, o deberá
disponer, de oportunidad para su defensa y de todas las garantías procesales, como
también las tiene en Colombia al ser solicitada y tramitada la extradición. En efecto,
el artículo 567 del C. de P.P. sobre el particular dispone:

"Artículo 567. Derecho de defensa. Desde el momento en que se inicie el trámite de


extradición la persona tendrá derecho a designar un defensor, de no hacerlo, se le
nombrará de oficio.

" No podría partir esta Corte de la presunción de que el derecho de defensa y las
garantías procesales han sido violadas en el extranjero, pues el trámite del que se
trata opera sobre la base de la necesaria ejecución de decisiones judiciales
adoptadas, cuyos antecedentes (internos en el Estado requirente) no son objeto de
análisis de la autoridades colombianas, ni podrían incidir en la inconstitucionalidad de
la norma legal que en Colombia contempla lo referente a la captura."

" 3. Igualmente la Sala viene predicando que para los efectos previstos en el artículo
565 del Código de Procedimiento Penal, es al Gobierno Nacional a quien compete
establecer si la persona cuya entrega se reclama, está siendo investigada o fue
juzgada en Colombia, por los mismos hechos por los cuales es requerido; en virtud a
que es a él a quien concierne decidir si concede o no la extradición.

"Lo anterior no obsta, para que la Fiscalía General de la Nación, en desarrollo de la


función natural que le atribuye el artículo 250 de la Carta Política, cuando a ello haya
lugar, adelante las investigaciones pertinentes por los hechos delictivos
presuntamente ocurridos en Colombia, cuya incidencia en el trámite de extradición,
atañe determinar al Gobierno Nacional.".

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Extradición
FECHA : 25/04/2001
DECISION : No suspende el trámite de extradición solicitado
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : TASCON AGUIRRE, ALFREDO
PROCESO : 16726
PUBLICADA : Si

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EXTRADICION POSITIVA-La intervención de la Corte no es de carácter


judicial: Naturaleza/ EXTRADICION POSITIVA-Identidad del solicitado/
EXTRADICION POSITIVA-Equivalencia de la acusación/ CONCIERTO PARA
DELINQUIR/ LAVADO DE ACTIVOS

1.De antiguo viene señalando la Corte que en el trámite que le corresponde adelantar
en la extradición, no tienen cabida debates atinentes a la validez o mérito a la prueba
recaudada por las autoridades extranjeras sobre la ocurrencia del hecho, el lugar de
su realización, la forma de participación o el grado de responsabilidad del encausado,
la normatividad que prohibe y sanciona el hecho delictivo, la calificación jurídica
correspondiente, la competencia del órgano judicial, la validez del trámite, o la pena
que le correspondería purgar para el caso de ser declarado penalmente responsable.
Tales aspectos corresponden a la órbita exclusiva y excluyente de las autoridades del
país que eleva la solicitud, y su postulación debe hacerse al interior del respectivo

53
proceso con el ejercicio de los recursos e instrumentos que contemple la legislación
del Estado requirente.

Lo anterior, debido a que la Corte no emite una orden de extraditar o dejar de hacerlo,
sino un concepto que se regula en los parámetros concretos que señala el artículo
558 del Código de Procedimiento Penal, disposición que no contempla la controversia
que la defensa insta a la Corporación. En estos casos no puede ignorarse la
intervención activa del Gobierno Nacional, quien dentro de su autonomía política da
inicio al trámite al recibir la solicitud y la documentación correspondiente, con la que
se precisa el marco normativo aplicable en cada caso, antes de darle curso a la Corte
Suprema de Justicia para lo de su competencia. La extradición culmina con la emisión
de una resolución, bien sea concediendo o negando el pedido del Gobierno
Extranjero. También puede diferir la entrega conforme al artículo 560 ibídem.

La Corte Constitucional refiriéndose a la labor que cumple esta corporación en estos


asuntos, en sentencia C-1106 de 2000, señaló:

"(…) la Corte Suprema de Justicia en este caso no actúa como juez, en cuanto no
realiza un acto jurisdiccional, como quiera que no le corresponde a ella en ejercicio de
esta función establecer la cuestión fáctica sobre la ocurrencia o no de los hechos que
se le imputan a la persona cuya extradición se solicita, ni las circunstancias de modo,
tiempo y lugar en que pudieron ocurrir, ni tampoco la adecuación típica de esa
conducta a la norma jurídico-penal que la define como delito, pues si la labor de la
Corte fuera esa, sería ella y no el juez extranjero quien estaría realizando la labor de
juzgamiento.

" Pero esto - y no por otra razón - , es que la intervención de la Corte Suprema de
Justicia en estos casos, se circunscribe a emitir un concepto en relación al
cumplimiento del Estado requierente de unos requisitos mínimos que ha de contener
la solicitud, los cuales se señalan en el Código de Procedimiento Penal.

" Así, resulta claro entonces, que ese concepto de la Corte Suprema de Justicia puede
ser acogido o no por el Jefe del Estado, si es favorable, lo que significa que, en
últimas, es el Presidente de la República como supremo director de las relaciones
internacionales del país, quien resuelve si extradita o se abstiene de hacerlo.

"Y, por la misma razón, dada la naturaleza jurídica de la actividad que cumple la Corte
Suprema de Justicia al emitir el concepto aludido, cuando este es negativo lo que se
manifiesta por ella es que no se cumplieron por el Estado requirente, los requisitos
mínimos de esa figura de cooperación internacional señalados en el Código de
Procedimiento Penal y, por ello, ese concepto negativo resulta obligatorio para el
Presidente de la República, pues tanto él como la Corte Suprema de Justicia se
encuentran sometidos a la ley colombiana, sin que, se repite, ese concepto negativo
sea un acto jurisdiccional dado que el emitirlo no se dicta una providencia de
juzgamiento, como ya se dijo…"

Tampoco le asiste razón a la profesional del derecho que representa los intereses del
señor (…), en cuanto a la tesis sobre la falta de jurisdicción del país requirente para
juzgar al solicitado. La Sala en esta materia ha sostenido que un pronunciamiento en
tal sentido trasciende la tarea que ha de cumplir en orden a lo previsto en el artículo
558 del C.P.P., además que un tal proceder desconocería la soberanía del Estado
reclamante y la competencia de las autoridades judiciales.

La Corte Constitucional sostuvo en la sentencia de tutela 1736/2000 que el criterio


expuesto en el párrafo anterior de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia encontraba respaldo en la jurisprudencia constitucional* , invocando en esa
oportunidad como apoyo de dicha conclusión, lo aseverado en la sentencia C -
1106/2000, en donde expresó: "Entrar en una controversia de orden jurídico como si
se tratara de un acto jurisdiccional, implicaría el desconocimiento de la soberanía del
Estado requirente (...)"

2. La afirmación de la defensora en el sentido de que por no militar en la actuación la


copia del registro civil de nacimiento no se encuentra suficientemente identificado el
ciudadano requerido en extradición, carece de la entidad suficiente para desvirtuar el
cumplimiento del presupuesto en estudio, habida consideración de que la solicitud
elevada por el Gobierno de los Estados Unidos de América se refiere a una persona
concreta y suficientemente identificada, cuya fotografía reposa en la actuación y
responde a las características de quien se encuentra detenida por orden del Fiscal

54
General de la Nación con fines de extradición (fl. 10 a 23, carpeta anexos). Además,
probatoriamente se corrobora la señalada coincidencia, con el hecho de corresponder
los nombres, apellidos y documentos de identidad, con los que el reclamado ha
utilizado en el sub judice (fl. 3 cdno Corte ). De esta manera quedan colmadas las
exigencias sobre el requisito examinado.

3. No le asiste razón a la defensora del solicitado en extradición, cuando asegura que


no existe la equivalencia requerida de la acusación formulada por el Gran Jurado ante
el Tribunal del Distrito Sur de la Florida, con la resolución de acusación que regula en
sus aspectos sustanciales y formales los artículos 441 y 442 del Código de
Procedimiento Penal Colombiano. El citado argumento no tiene solidez jurídica, dado
que, aquélla y ésta guardan algunas similitudes y diferencias, debido, precisamente, a
que corresponden a piezas procesales propias de sistemas judiciales distintos, pero
ello no impide, como ha quedado visto, que se satisfaga el requisito examinado,
atendiendo que uno y otro instrumentos marcan el inicio de la fase de juzgamiento, y
por ende, no existe duda alguna que la persona reclamada en extradición ha sido
acusada y llamada a responder en juicio criminal por las autoridades de los Estados
Unidos de América.
_________________________
* Cfr. Sent.C-1189-2000, Corte Constitucional

MAGISTRADO PONENTE: DR. MAURO SOLARTE PORTILLA

Concepto Extradición
FECHA : 25/04/2001
DECISION : Conceptúa favorablemente solo por unos cargos
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : SANCHEZ VIDAL, JORGE MAURICIO

DELITOS : Violación a la Ley 30/86, Concierto para delinquir


- Ley
30/86, Lavado de activos
PROCESO : 16721
PUBLICADA : Si

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EXTRADICION POSITIVA-Concepto de la Corte Suprema de Justicia/


EXTRADICION POSITIVA-Validez formal de la documentación/ EXTRADICION
POSITIVA-Objeto del concepto/ EXTRADICION POSITIVA-Equivalencia de la
acusación/ PRUEBA

1. En el trámite de extradición regulado por el Código de Procedimiento Penal, a la


Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, le corresponde emitir concepto
sobre la viabilidad de su otorgamiento, el cual, por mandato del artículo 558 se
fundamentará en lo siguiente: a) La validez formal de la documentación enviada por
el ejecutivo; b) demostración plena de la identidad del solicitado, correspondiente a
la persona aprehendida con dicho propósito; c) concurrencia de la doble
incriminación, en el entendido que el hecho que motiva la petición sea delito en
Colombia, se reprima con pena privativa de la libertad cuyo mínimo no sea inferior a
cuatro años, y no se trate de un delito político o de opinión; d) equivalencia de la
providencia proferida en el extranjero, cuando de formulación de cargos se trata,
equiparable a la resolución de acusación del sistema colombiano; y e) el
cumplimiento de lo previsto en tratados públicos, si fuere el caso.

Sentadas estas premisas, es de ver que el decreto y práctica de pruebas dentro del
trámite previo al concepto de extradición a cargo de la Sala de Casación Penal de la
Corte Suprema de Justicia, deviene condicionado a la conducencia que guarden con
las precisas exigencias que se deben cotejar para determinar la viabilidad o no de la
entrega solicitada por el Estado extranjero.

2. El peticionario no cuestiona la validez formal de la documentación presentada por


el gobierno de los Estados Unidos de América, ni demuestra que se hayan incumplido
los requisitos de autenticación, traducción y legalización establecidos por el

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ordenamiento jurídico del país que hace la solicitud, debiéndose adicionar que es la
propia ley la que le otorga presunción de autenticidad y legalidad a los documentos
otorgados por autoridades extranjeras o con su intervención, en la medida que por
haber sido presentados ante sedes diplomáticas colombianas o de una nación amiga,
han de tenerse como expedidos conforme a la ley de la respectiva nación.

Sobre este particular, el artículo 259 del Código de Procedimiento Civil (modificado
por el 1° numeral 118 D. 2282 de 1989), aplicable en virtud del principio de
integración a que alude el artículo 21 del procesal penal, establece que "los
documentos públicos otorgados en país extranjero por funcionario de éste o con su
intervención, deberán presentarse debidamente autenticados por el cónsul o agente
diplomático de la República, y en su defecto por el de una nación amiga, lo cual hace
presumir que se otorgaron conforme a la ley del respectivo país". El peticionario no
demuestra situación distinta, existiendo acopio probatorio sobre la traducción,
autenticación y legalización de los documentos presentados.

3. Tiene establecido la Corte que cuando examina los elementos de juicio aportados
en cumplimiento del deber de emitir concepto sobre la extradición solicitada, lo hace
en un plano jurídico-formal, limitado al lleno de las condiciones previstas en el
respectivo tratado o, en su defecto, a la regulación que sobre el tema establece el
Código de Procedimiento Penal, entre las cuales no se encuentra una evaluación
crítica sobre el mérito de las pruebas que sirvieron al Estado requirente para dictar
resolución de acusación o sentencia condenatoria contra la persona cuya extradición
se reclama, toda vez que tales evaluaciones materiales son potestativas de la
autoridad que profiere la decisión en ejercicio de su soberanía jurisdiccional (cfr.
concepto de fecha 10 de marzo de 1999, rad.14.324, M. P. Carlos E. Mejía Escobar,
entre otros).

Dentro de los objetivos del instrumento de extradición no se incluye la necesidad de


establecer si los hechos que la fundamentan en realidad tuvieron ocurrencia en el
territorio del país que hace la solicitud o en otro distinto, lo acertado o no del juicio de
adecuación típica, menos sobre el establecimiento del tipo, tanto en lo objetivo como
en lo subjetivo, la forma de intervención en el hecho punible o la responsabilidad de
la persona requerida, o la legalidad de las pruebas aducidas en el Estado requirente,
sino verificar el cumplimiento de los requisitos establecidos, para el caso, en el Código
de Procedimiento Penal colombiano.

4. La equivalencia de la providencia proferida en el extranjero se verifica con la sola


comparación de su texto con los preceptos de la ley colombiana, en el entendido de
tratarse de una equiparación de condiciones y no de identidad de formas, atendiendo
la naturaleza de los procesos en uno y otro país. Si los documentos allegados sirven
de fundamento al concepto que le corresponde emitir a la Corte, ninguna utilidad
reportaría buscar información adicional, menos aún pedir a la Academia Colombiana
de Jurisprudencia y a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional que rindan
"peritazgo jurídico" sobre la equivalencia del indictment, exótica pretensión que sólo
puede tener como respuesta la denegación, puesto que no le es dable a la Corte
despojarse de las funciones que le corresponde asumir en la fase judicial del trámite
de extradición, siendo su concepto el que se requiere y no el de alguna otra entidad.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Extradición
FECHA : 25/04/2001
DECISION : Niega el allegamiento de las pruebas pedidas
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : LOPEZ CARDONA, MARIO GERMAN
PROCESO : 16725
PUBLICADA : Si

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CASACION DISCRECIONAL-Requisitos antes de la ley 553 de 2000/


CASACION DISCRECIONAL-Sustentación

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1. Teniendo en cuenta que a la casación discrecional en este asunto acudió el
defensor del procesado (…)el 9 de diciembre de 1999, es claro que su trámite queda
regido por las previsiones contenidas en los artículos 218 y siguientes del Decreto
2700 de 1991, reformado por la Ley 81 de 1993, tal como expresamente se señaló en
el artículo 18 transitorio de la Ley 553 de 2000 que en materia de casación introdujo
sustanciales modificaciones.

Precisado lo anterior se tiene que a la luz de la normatividad aplicable, como


reiteradamente lo ha señalado la Sala, la viabilidad de la casación discrecional
dependía de la acreditación conjunta de los siguientes requisitos:

- Que el objeto de la impugnación lo fuera una sentencia de segundo grado proferida


por el extinto Tribunal Nacional, un Tribunal Superior del Distrito Judicial o el Tribunal
Superior Militar, por delitos sancionados con pena máxima privativa de la libertad ,
inferior a seis (6) años o con pena diversa de aquélla. O una sentencia dictada en
segunda instancia por un Juzgado Penal del Circuito, sin consideración al factor
cuantitativo de la pena o a la naturaleza de la sanción impuesta.

- Que existiere legitimación para recurrir, la cual estaba radicada en forma taxativa en
cabeza del Procurador, su Delegado o el defensor del procesado.

- Que a este recurso se acudiera dentro del término de ejecutoria de fallo impugnado,
esto es, dentro de los 15 días siguientes a la última notificación; y

- Que dentro de los 30 días siguientes se sustentara la impugnación extraordinaria


con indicación de los motivos suficientes (necesidad del desarrollo jurisprudencial o
de garantía a los derechos fundamentales) para franquear el acceso a la impugnación
extraordinaria que de modo general le niega la ley.

2. No obstante haber anticipado el demandante como motivo para que la Corte


intervenga excepcionalmente la vulneración de garantías fundamentales del
procesado, es lo cierto que su desarrollo además de contradictorio resulta
insuficiente, porque se encuentra ayuno de la precisa indicación del derecho
eventualmente vulnerado, las normas constitucinales que lo protegen y la concreta
incidencia de su desconocimiento en el fallo recurrido, exigencia que no puede
tenerse por cumplida con la genérica referencia ensayada por el demandante.
...

Sobre la impertinencia de esta forma de sustentación del interés en la casación


discrecional bien está traer a colación el reiterado criterio interpretativo de la Sala
contenido, entre otras, en decisión del 25 de septiembre de 1997 con ponencia de
quien ahora cumple igual función y que en lo pertinente señala:

"Este medio de impugnación excepcional sólo se justifica por la urgencia de proteger


derechos fundamentales conculcados, si el daño se pone en evidencia con la sola
indicación descriptiva del escrito de sustentación. Los giros de fundamentación por la
apreciación de la prueba, dada la indeterminación de los resultados por la posibilidad
de meras discrepancias valorativas, no pueden ser argumento suficiente para
reclamar una casación sujeta a tan singulares necesidades".

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Casación Discrecional
FECHA : 25/04/2001
DECISION : Inadmite la Casación Discrecional propuesta
PROCEDENCIA : Juzgado 4 Penal del Circuito
CIUDAD : Ibagué
PROCESADO : PINILLA MORALES, RAUL EDUARDO
DELITOS : Lesiones personales culposas
PROCESO : 16822
PUBLICADA : Si

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DEFENSA TECNICA-Indagatoria-Persona honorable/ DEFENSA TECNICA-
Indagatoria-Un defensor asiste simultáneamente a dos imputados/ DEFENSA
TECNICA-Situaciones en que se puede presentar su ausencia/ ERROR DE
HECHO-Falso juicio de existencia por omisión/ FALSO JUICIO DE EXISTENCIA
POR OMISION

1. Designación de una persona honorable como defensora de los procesados en


indagatoria: Este reproche es infundado. El 22 de noviembre de 1994, fecha en la cual
los procesados (…) fueron escuchados en indagatoria, era todavía aplicable el inciso
primero del artículo 148 del Código de Procedimiento Penal, que autorizaba la
designación de una persona honorable como defensora del imputado en indagatoria,
cuando en el lugar no hubiera abogado inscrito que pudiera cumplir esta función.

Aunque en el acta no se dejo constancia de las razones por las cuales el funcionario
instructor omitió designar como defensor a un profesional del derecho, ha de
entenderse que lo hizo porque en el sitio donde se estaban llevando a cabo las
diligencias (cárcel de Bellavista) no encontró uno que pudiera asistirlos, situación que
lo autorizaba para proceder en la forma en que lo hizo, resultando su actuación, por
tanto, acorde con la normatividad vigente.

2. Haber estado los procesados asistidos simultáneamente en sus indagatorias por la


misma defensora: El hecho en el cual se sustenta el cargo es cierto, pues del estudio
de las actas correspondientes se observa que la indagatoria de Giovanny de (...) se
inició a las 3:10 horas de la tarde, y la de (...) a las 3.12 horas, es decir, dos minutos
después, y que la defensora debió asistir, por tanto, simultáneamente, a los dos
procesados. Esto es indiscutible (fls.15 y 19/1).

Pero no por haberse presentado esta anómala situación puede inferirse, como lo hace
el demandante y la Delegada, que uno de los dos procesados, necesariamente,
careció de defensor. El argumento que sirve de sustento a la censura, consistente en
que ningún ser humano tiene el don de ubicuidad, podría ser razonablemente
invocado si las indagatorias hubieran sido recibidas en lugares totalmente distintos,
que hicieran materialmente imposible, por sus características, que una misma
persona pudiera haber estado presente en todos ellos al mismo tiempo, pero no
cuando el lugar es común, como aconteció en el presente caso.

Del contenido de las indagatorias se establece que ambas fueron realizadas en el


Consultorio Jurídico de la Cárcel de Bellavista, es decir, dentro de unas mismas
oficinas, y que nada impedía, por tanto, que la persona encargada de la asistencia de
los procesados pudiera cumplir adecuadamente la función encomendada, que como
se sabe, es de control, de constatación de que el funcionario instructor respete las
garantías procesales, máxime si se toma en cuenta que la persona designada tenía
conocimientos jurídicos, como quiera que se trataba de una estudiante de derecho
que hacía practicas en el establecimiento carcelario, y que esto facilitaba el
cumplimiento de su misión.

Lo aconsejable, desde luego, es que esto no ocurra, y que cada procesado tenga su
propio defensor, o que siendo el mismo, las indagatorias sean tomadas en forma
consecutiva para evitar que el profesional designado pueda distraerse en el ejercicio
de su función, pero no por el hecho de haberse realizado a la vez es dable sostener
que la actuación es nula, porque la ineficacia de los actos no deriva de la
simultaneidad en su realización, sino de la ausencia de defensa como presupuesto de
validez de la diligencia, y esta segunda condición no aparece demostrada en el
proceso.

3. La jurisprudencia de la Corte, al estudiar la ausencia de defensa técnica en el


proceso penal, y sus implicaciones en la eficacia de la actuación, ha distinguido tres
situaciones: 1) Ausencia absoluta de asistencia profesional durante todo el proceso
(investigación y juzgamiento); 2) Ausencia de asistencia profesional durante toda la
fase de la investigación, o toda la fase del juzgamiento; y, 3) Ausencia de asistencia
profesional durante períodos del trámite de la investigación, o del juzgamiento.

En los dos primeros casos la consolidación del motivo de nulidad deviene


incontrastable, en razón a que el artículo 29 de la Constitución Nacional establece que
el procesado tiene derecho a contar con la asistencia de un profesional del derecho
durante la investigación y el juzgamiento, adoptando, de esta manera, la concepción
doctrinaria y jurisprudencial de acuerdo con la cual el ejercicio de la defensa técnica

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debe ser obligatoria, no solo en el juicio, como ocurría antes, sino también en la fase
de la investigación.

En la tercera hipótesis, la declaratoria de nulidad dependerá de la trascendencia del


vicio, y por ende, de que haya afectado realmente el derecho de defensa, puesto que
si no lo ha sido porque en dicho lapso, por ejemplo, no se presentó actividad
probatoria importante, o porque la informalidad fue oportunamente subsanada,
permitiendo que el defensor solicitara pruebas al interior de la respectiva etapa
procesal, o controvirtiera las ya incorporadas, ningún motivo existiría para invalidar el
proceso (Cfr. Casaciones de 27 de mayo de 1999, Magistrado Ponente Dr. Ricardo
Calvete Rangel, y 11 de agosto de 1999, Magistrado Ponente Dr. Fernando Arboleda
Ripoll entre otras).

El caso analizado se enmarca dentro de la última hipótesis, pues como ya se dijo, los
procesados solo estuvieron desprovistos de defensa técnica durante una parte de la
fase investigativa. Esto implicaba para el demandante tener que demostrar la
trascendencia del vicio, labor que no se cumple afirmando simple y llanamente que
los procesados carecieron de la asistencia de un abogado que pudiera adelantar una
adecuada controversia probatoria, como lo hace el actor en su escrito. Y, en igual
falencia, incurre el Ministerio Público.

Al margen de estas inconsistencias en la fundamentación del cargo, se tiene que la


irregularidad fue oportunamente subsanada, como quiera que los procesados fueron
provistos de defensa técnica mucho antes de la clausura del ciclo investigativo, y que
los abogados designados contaron con tiempo suficiente para solicitar pruebas,
controvertir las ya incorporadas, u oponerse a la clausura de la investigación, de
suerte que si resolvieron no hacerlo, no fue precisamente por falta de oportunidades,
como ahora se postula, sino porque lo consideraron innecesario o inconveniente, o
porque prefirieron esperar la decisión que pudiera adoptarse en la calificación del
sumario.

4. El error de hecho por falso juicio de existencia por omisión se presenta cuando el
juzgador, al apreciar las pruebas incorporadas al proceso, ignora la existencia de
alguna o algunas de ellas. Por consiguiente, cuando se plantea en casación esta clase
de vicio, se impone para el censor tener que identificar, en primer término, la prueba
o pruebas que fueron pretermitidas por el Juez, y adicionalmente demostrar que de
haber sido tenidas en cuenta, las conclusiones del fallo habría sido sustancialmente
distintas.
...

Alegar simple y llanamente que los juzgadores de instancia declararon probados, sin
estarlo, aspectos relacionados con la materialidad del hecho, o la responsabilidad de
los procesados, nada dice. Para que un cargo de esta naturaleza pueda tener
vocación de éxito en sede casacional, es necesario demostrar que las conclusiones
probatorias son realmente equivocadas, y que a esta falencia se llegó porque el
juzgador incurrió en errores de hecho por falsos juicios de existencia, identidad, o
raciocinio, o de derecho por falsos juicios de legalidad o convicción, en la apreciación
del material probatorio.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Casación
FECHA : 25/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : MAZO NAVALES, CARLOS MARIO
PROCESADO : TABARES CASTRILLON, GEOVANNY DE JESUS
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Homicidio agravado
PROCESO : 11635
PUBLICADA : Si

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EXTRADICION POSITIVA-Acuerdo Bolivariano/ EXTRADICION POSITIVA-
Doble incriminación/ EXTRADICION POSITIVA-Proceso en Colombia/
NARCOTRAFICO

1. Teniendo en cuenta que en este evento la solicitud de extradición debe regirse de


acuerdo a lo previsto en el Acuerdo Bolivariano de Extradición suscrito en Caracas el
18 de julio de 1.911, incorporado a nuestra normatividad interna mediante la ley 26
del 4 de octubre de 1.913 y depositados los instrumentos de ratificación por Colombia
el 28 de julio de 1.914 y por Perú el 22 de agosto de 1.915; y en la Convención de las
Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de estupefacientes suscrita en Viena el 20 de
diciembre de 1.988, aprobada por el Congreso mediante la Ley 67 del 23 de agosto
de 1.993 suscritos y ratificados por Colombia y Perú, procede a emitir el concepto
respectivo conforme a los lineamientos del artículo 558 del Código de Procedimiento
Penal, puesto que de acuerdo con dichos instrumentos internacionales éste debe
regirse por la legislación interna de los países firmantes.

Al efecto, se tiene, entonces, que la Ley 26 de 1.911 establece en el inciso tercero del
artículo VII que, "la extradición de los prófugos, en virtud de las estipulaciones del
presente tratado, se verificará de conformidad con las leyes de extradición del Estado
al cual se haga la demanda"; y en el mismo sentido el parágrafo 5º del artículo 6º de
la Ley 67 de 1.993 prevé que, " la extradición estará sujeta a las condiciones previstas
por la legislación de la Parte requerida o por los tratados de extradición aplicables,
incluidos los motivos por los que la parte requerida puede denegar la extradición".

2. Importa precisar que si bien, conforme a la legislación del país requirente se trata
de un delito de narcotráfico en modalidad agravada por haberse cometido por tres o
más personas o el agente activo integra una organización internacional dedicada al
tráfico ilícito de drogas, esta específica circunstancia encuentra en nuestro Código
Penal individualidad típica en el artículo 186 (modificado por el artículo 4º de la Ley
365 de 1.997) que describe como modalidad agravada el concierto para delinquir, "si
la conducta se realiza para cometer delitos de genocidio, desaparición forzada de
personas, tortura, desplazamiento forzado, homicidio, terrorismo, narcotráfico,
secuestro extorsivo, extorsión o para organizar o promover, armar o financiar grupos
armados al margen de la ley, la pena será de prisión de diez (10) a quince (15) años y
multa de dos mil (2.000) hasta cincuenta mil (50.000) salarios mínimos mensuales
legales vigentes" (subraya la Corte).

Como se ve, en uno y otro evento se cumple en la legislación colombiana el principio


de la doble incriminación, pues se trata de conductas que en nuestra regulación legal
se hallan sancionadas con pena de prisión, cuyo mínimo es superior a 4 años y
superior a 6 meses el máximo aplicable, conforme lo prevé el literal a del artículo 5º
del Acuerdo Bolivariano.

De otra parte, necesario es tener en cuenta, como ya lo ha hecho la Sala en otras


oportunidades y así lo recuerda el Delegado, que si bien el delito de tráfico ilícito de
drogas no aparece enunciado entre los que de conformidad con el Acuerdo
Bolivariano procede la extradición entre los países signatarios, no hay lugar a
inconveniente alguno por este aspecto, comoquiera que de conformidad con el
numeral 2º del artículo 6º de la Ley 67 de 1.993 (aprobatoria de la Convención de
Viena), "Cada uno de los delitos a los que se aplica el presente artículo se considerará
incluido entre los delitos que den lugar a extradición en todo tratado de extradición
vigente entre las partes...", refiriéndose precisamente a todos los hechos punibles
relacionados con la producción, fabricación, extractación, preparación, oferta para la
venta, distribución, venta, entrega el cualquier condición, corretaje, envío, envío en
tránsito, transporte, importación o exportación de cualquier sustancia sicotrópica.

3. Es de recordarse que en el auto del primero de noviembre de 2.000 al resolver lo


atinente a la solicitud de pruebas en este asunto, con criterio que se mantiene vigente
en la actualidad, al pronunciarse sobre petición similar la Sala sostuvo que:

"Igual suerte habrá de correr la petición tendiente a allegar copias de varios procesos
tramitados por las autoridades judiciales colombianas y que a juicio del defensor,
corresponden a hechos idénticos a los que le sirven de fundamento al Gobierno del
Perú para elevar el pedido de extradición, ya que se apunta con ello a demostrar un
asunto del que no es la Corte la competente para su constatación en la medida en
que si bien, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 565 del Código de
Procedimiento Penal, de tratarse de los mismos hechos que motivan la solicitud no
procedería la extradición, es el Gobierno Nacional la autoridad que tiene a su cargo la

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obligación de establecer si existe esa correspondencia, por ser él el que finalmente
decide frente al país extranjero si la concede, como así lo ha sostuvo la Sala en
reciente oportunidad al consolidar su posición al respecto:

"Y se afirma que la Corte no tiene competencia para establecer si el requerido en


extradición posee o no asuntos pendientes con la justicia colombiana, y de tenerlos si
los hechos por los que se investiga o juzga son los mismos por los que el Gobierno
extranjero solicita su extradición, o corresponden a otros distintos, pues dentro de los
fundamentos a tener en cuenta en el concepto que de ella demanda el Gobierno
nacional, establecidos por el artículo 558 del Código de Procedimiento Penal, no se
incluyen dichos aspectos, ya que si es el Gobierno Nacional al que compete decidir al
final del trámite si concede o no la extradición, o si difiere la entrega del solicitado,
será a él a quien compete establecer si en contra del reclamado existe o no proceso
en Colombia, y si existiendo, trata de los mismos hechos por los cuales solicita la
extradición.

Esta postura de la Corte, no es manera alguna novedosa, pues la misma ha sido


expuesta, por ejemplo en los siguientes pronunciamientos: Mayo 22/96, M.P. Dr. JUAN
MANUEL TORRES FRESNEDA , Rad. 10624; Nov. 24/99, M.P. Dr. EDGAR LOMBANA
TRUJILLO, Rad. 15824; DIC. 7/99. M.P. Dr. EDGAR LOMBANA TRUJILLO, Rad. 16307; feb.
21/2000. M.P. Dr. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON; feb. 21/2000 M.P. Dr. MARIO
MANTILLA NOUGUES, Rad. 16310, a cuyas decisiones en esta ocasión la Corte se
remite.

Y si bien, en alguna oportunidad la Corte interpretando el artículo 565 del Código de


Procedimiento Penal, precisó que la extradición para extraditar cuando en contra del
requerido en Colombia exista proceso penal por los mismos hechos que motivaron la
solicitud, opera solo en los casos en que con anterioridad a la solicitud de extradición
las autoridades colombianas hayan dictado apertura de instrucción y ordenado la
vinculación de dicha persona al proceso (Concepto de agosto 12/97 M.P. Dr. RICARDO
CALVETE RANGEL. Rad. 12547), este entendimiento no cambia la estructura del
trámite de extradición , su estructura jurídica, ni las facultades de la Corte para
establecer el punto, pues, como ha sido visto, también de años atrás la jurisprudencia
ha dejado en claro que la disposición invocada por el recurrente tiene por destinatario
al Gobierno Nacional y no a la Corte, dado que, de una parte, dicho tema no se halla
contenido entre los presupuestos a considerar en el concepto, y, de otra, aquél es
quien de acuerdo con la órbita de su competencia toma la decisión política de
extraditar, diferir la entrega, o negar el pedido del Gobierno extranjero" (Auto de
septiembre 26/2.000, M.P. Dr. Fernando Arboleda Ripoll)".

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Concepto Extradición
FECHA : 25/04/2001
DECISION : Conceptúa favorablemente
PAIS REQUIRENTE : Perú
REQUERIDO : ACOSTA ARAMSIBIA, EDGARDO, O
REQUERIDO : ACOSTA ARAMCIBIA, EDGARDO, O
DELITOS : Violación a la Ley 30/86, Concierto para delinquir
- Ley
30/86
PROCESO : 16916
PUBLICADA : Si

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EXTRADICION POSITIVA-Presencia del sujeto en el territorio del país


requerido

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Ese requisito implícito de la presencia del sujeto en el territorio del país requerido,
atañe a la eficacia de las decisiones de extradición y no a la validez del respectivo
trámite y sus resultados. Es decir, una cosa es que el concepto de la Corte o la
decisión final sobre el pedido de extradición puedan ser cumplidos, merced a la
presencia o ausencia del requerido en el territorio de nuestro país -e inclusive la
captura- (eficacia), porque lo más importante ahora es que se cumplan los requisitos
y condiciones legalmente previstos para que se pueda emitir el concepto y
posteriormente adoptar la resolución positiva o negativa (validez).

Por ello, como bien lo reconoce el defensor, los artículos 551-3 y 558 del Código de
Procedimiento Penal exigen como presupuesto del concepto de la Corte, que el Estado
solicitante envíe todos los datos necesarios para la "demostración plena de la
identidad del solicitado", ente otras exigencias, y no más. No demanda la prueba o
certeza de que el requerido se halla en el territorio del país exigido.

Así como la eventual presencia del extraditable en el territorio del Estado requerido
es una exigencia implícita para la eficacia del trámite de extradición (no de su
validez), de igual manera el mismo Estado asume tácitamente que la formalización
del pedido por el solicitante se asienta sobre datos serios en dicho sentido, pues, al
igual que los hechos del proceso, la legislación de extradición no demanda prueba
sobre el particular. A este respecto, para abundar en argumentos, basta saber que ni
siquiera existe falta de motivo suficientemente acreditado para proceder en la
solicitud presentada por el Gobierno del Perú, porque en el intercambio de
información confidencial entre las oficinas de INTERPOL de ambos países, según lo
advierte un oficio del 7 de mayo de 1996, se estableció provisionalmente que RÍOS
LASTRA y otro individuo, para esa época, se encontraban "ubicados en Colombia y
que dentro de dos días abandonarían su escondite a otra ciudad…" (fs. 619).
...

En la actividad del narcotráfico, que es la que motiva el pedido de extradición, sus


gestores y agentes entran y salen de un país, generalmente por vías irregulares,
razón por la cual no puede ser ingenua la solicitud de extradición, pues
ordinariamente se dirige al territorio en el cual se ha visto al responsable con motivo
del giro de sus operaciones.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Extradición
FECHA : 25/04/2001
DECISION : No concede las pruebas solicitadas
PAIS REQUIRENTE : Perú
REQUERIDO : RIOS LASTRA, ANTONIO MODESTO
PROCESO : 16800
PUBLICADA : Si

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INVESTIGACION INTEGRAL-Omisión de prueba/ DERECHO DE


CONTRADICCION-No se limita al sólo contrainterrogatorio/ PRUEBA-
Aducción/ RECONOCIMIENTO FOTOGRAFICO

1. Acusa al sentenciador de haber dictado sentencia en un juicio viciado de nulidad


por omisión en la práctica de las declaraciones de (...) y un señor de apellido
Rodríguez, "alias el Paisa", personas que fueron citadas por el procesado en su
indagatoria. Así mismo, que como quiera que (...), denunciante y lesionada, lo
señalaron como uno de los autores materiales de los delitos investigados, era
necesario que se realizara una diligencia de reconocimiento en fila de personas.

Considera que con tales omisiones se vulneró la garantía de la defensa, al haberse


desconocido el principio de investigación integral.

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Los anteriores reproches serán contestados conjuntamente, tal como han debido ser
planteados y desarrollados por el censor, pues si las pruebas deben ser apreciadas
mancomunadamente por el sentenciador, resulta ilógico atacarlas insularmente en
cargos separados, para reclamar por la omisión en su práctica, ya que cada reproche,
aisladamente tomado, carecería de trascendencia para quebrar la legalidad de la
decisión, lo que eventualmente se podría lograr si el vicio se asume como uno solo.
....

Como lo ha sostenido la Corte, cuando se trata de la violación del derecho de defensa


por desconocimiento del principio de investigación integral, no basta con señalar
cuáles fueron los elementos de convicción no practicados, ni cuál su fuente, sino que
se debe indicar su pertinencia, conducencia y utilidad y su trascendencia, que no
emana de la prueba en sí misma considerada, sino de su confrontación lógica con las
demás que sustentaron la sentencia, de modo que se evidencie que de haberse
practicado ésta habría sido diferente y favorable al acusado, por lo que la única
manera de remediar el desatino, es anular lo actuado para que se aduzcan.

2. El demandante no evidencia la trascendencia del vicio que acusa, esto es, no


muestra cómo de haberse llevado a cabo el interrogatorio, el fallo hubiera sido
distinto y favorable al acusado.

Así mismo, desconoce que el derecho de contradicción no es reductivo y que, por lo


mismo, la única manera de efectivizarlo no es repreguntando al testigo, sino que
existen otras, entre las cuales, criticar la declaración, no sólo aisladamente
considerada sino con relación al resto del material probatorio, como lo ha hecho la
defensa a lo largo de todo el proceso.

3. Confunde el error in iudicando con el in procedendo, al afirmar que al haber sido


ilegalmente practicada la diligencia de reconocimiento efectuado por el declarante
Ortíz Castillo, se vulneró el debido proceso, sin acatar, como lo ha reiterado la Sala,
que la ilegalidad en la aducción de uno o de varios medios de prueba de los que no
depende la validez del resto de la actuación procesal, no se remedia con la nulidad de
ésta, sino eliminando en el juicio del sentenciador el medio ilegal y reexaminando la
decisión a la luz del nuevo haz probatorio, pudiendo eventualmente concluirse que tal
medio, jurídicamente inexistente, era de tal trascendencia, que lo único procedente es
casar la sentencia y dictar la de reemplazo.

4. Finalmente, no se percató el casacionista que no se está en presencia de una


diligencia de reconocimiento fotográfico, por lo que no era procedente ni posible
someterse a las formalidades previstas para su práctica en el artículo 369 del C. de P.
P, sino que se trató, simplemente, de la recepción de un testimonio, en el que el
deponente señaló al procesado, en una fotografía del periódico "El Caleño", como
una de las personas que algunos meses antes lo había atracado.

En consecuencia, si iba a atacar la prueba del hecho indicador del que se infirió la
"capacidad para delinquir", el reproche ha debido dirigirlo contra el testimonio de
Ortíz Castillo y no contra una diligencia de reconocimiento que no existió.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Sentencia Casación
FECHA : 25/04/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Popayán
PROCESADO : RODRIGUEZ SINISTERRA, GALO VISMAR
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Porte de armas de
defensa
personal
PROCESO : 13198
PUBLICADA : Si

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EXTRADICION POSITIVA-Convención de Montevideo/ EXTRADICION


POSITIVA-Sistema colombiano/ IMPEDIMENTO Y RECUSACION-Diferencias
en su trámite/ CONVENCION DE MONTEVIDEO/ RECUSACION

1. En este caso, el Ministerio de Relaciones Exteriores ha conceptuado que es


aplicable la Convención de Montevideo del 26 de diciembre de 1933, aprobada en el
orden interno por la ley 74 de 1935.

Si la petición de extradición del recurrente se solicita con base en el numeral b) del


artículo 5° de la normatividad en mención que, tratándose de quien es requerido para
que comparezca al proceso, tan sólo exige que a la solicitud se acompañe "una copia
auténtica de la orden de detención, emanada del Juez competente", con una relación
precisa del hecho imputado y una copia de las leyes penales del país requirente
aplicables al caso, reitera la Sala que ninguna utilidad aporta que aquí se establezca
si la providencia dictada en el extranjero se equipara a la resolución acusatoria del
sistema procesal colombiano.

Además, tiene definido la Corte que en materia de extradición juegan papel


preponderante las estipulaciones establecidas en los tratados públicos, que sólo a
falta de ellos remite a lo que establezca la ley, de manera que si en este caso es
aplicable la Convención de Montevideo, se imponen los requisitos que allí se
establece deben acompañar la petición de extradición, mientras que el Código de
Procedimiento Penal Colombiano a que se refiere el recurrente, simplemente
constituye normatividad complementaria a la regulación que al efecto disponga la
Convención.

2. De otra parte, el artículo 35 de la Constitución Política de Colombia, modificado por


el Acto Legislativo N° 1 de 1997, establece que "la extradición se podrá solicitar,
conceder u ofrecer de acuerdo con los tratados públicos y, en su defecto, con la ley" y
el artículo 235-7 de la Carta prevé que son atribuciones de la Corte Suprema de
Justicia, las demás señaladas en la ley. El artículo 547 del Código de Procedimiento
Penal alude a que "corresponde al gobierno, por medio del Ministerio de Justicia,
ofrecer o conceder la extradición de una persona condenada o procesada en el
exterior" y el 548 ibídem prevé que la "oferta o concesión de la extradición es
facultativa del Gobierno; pero requiere concepto previo y favorable de la Corte
Suprema de Justicia."

Es claro, entonces, que le corresponde a la Corte Suprema de Justicia, Sala de


Casación Penal, emitir concepto previo en el trámite de la extradición pasiva, de
manera que resulta improcedente la petición de nulidad que por ese motivo eleva el
ciudadano argentino (...).

3. Ha definido la jurisprudencia de la Corte que la declaración de impedimento debe


surgir motu proprio del funcionario judicial, no siendo válida la invitación a declararse
impedido, manifestación de parte que tampoco se puede asimilar a una recusación,
pues si bien los motivos para una y otra eventualidad son los mismos, la forma de dar
lugar al correspondiente trámite y proseguirlo es distinta, en la medida que cuando se
advierta la configuración de uno o varios de los motivos de inhibición establecidos por
la ley, nace para el funcionario la obligación de declararse impedido; a los sujetos
procesales les corresponde presentar la recusación, de manera expresa y clara, por
escrito ante el servidor público que conoce del asunto, acompañando las pruebas,
cuando fuere posible, y exponiendo los motivos en que se funde (C. de P. P. art. 108).

Al respecto, la Sala tiene establecido que se presenta distorsión cuando


"pretendiendo eludir eventuales responsabilidades y sanciones establecidas para el
recusante temerario, en muestra de deslealtad procesal una de las partes pretende
suscitar la excusa del funcionario para el conocimiento del asunto a través de la
solicitud, invitación o sugerencia de que se declare impedido, ya que la manifestación
de impedimento corresponde al fuero interno del servidor público, siendo de su
exclusivo resorte la valoración de la situación personal que enfrenta en orden a la
adopción de las decisiones que estime pertinentes." (Auto 22 marzo/2000, Rad.
16.720, M. P. Fernando E. Arboleda Ripoll).

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MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Extradición
FECHA : 27/04/2001
DECISION : No repone providencia que negó unas nulidades
solicitadas
PAIS REQUIRENTE : Argentina
REQUERIDO : MASSOTA, RICARDO PABLO
PROCESO : 16379
PUBLICADA : Si

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NULIDAD-Postulación en el traslado para preparar la audiencia/


NOTIFICACION PERSONAL/ INFORME DEL C.T.I.-No es un dictamen
propiamente dicho/ PROCURADURIA GENERAL DE LA NACION-Informes:
Tacha/ PRUEBA PERICIAL/ INFORME DE POLICIA JUDICIAL

1. Como la no existencia de causal de invalidez es presupuesto de prosecución del


juicio, le corresponde a la Sala analizar, en primer término, lo concerniente a la
solicitud de declaratoria de nulidad, desde los tres enfoques presentados por el
defensor, debiendo empezar por recordar que tal medida extrema sólo opera por las
causales previstas taxativamente en el artículo 304 del estatuto procesal penal, y que
en este estadio procesal no pueden invocarse sino aquéllas que, suscitadas en la
etapa instructiva, no se hubieran resuelto, o surgieran con posterioridad a la
providencia calificatoria.

2. Igualmente, tal como se afirmó en auto del Magistrado Ponente, de fecha 19 de


diciembre de 2000, ante la tardía solicitud del defensor de (...) de librar despacho
comisorio para ser notificado de la providencia que resolvió el recurso de reposición,
el artículo 188 del Código de Procedimiento Penal sólo señala la obligatoriedad de la
notificación personal, al procesado privado de la libertad y al representante del
Ministerio Público, la cual se surtió en relación con el primero, el 6 de diciembre de
2000.

En desarrollo del artículo 190 del aludido estatuto, la notificación por estado debe
hacerse "tres (3) días después, contados a partir de la fecha en que se haya realizado
la diligencia de citación mediante telegrama dirigido a la dirección que aparezca
registrada en el expediente", por lo cual, al aparecer constancia del envío del
telegrama dirigido al defensor, con fecha 5 de diciembre de 2000, informándole el
sentido del auto de 29 de noviembre anterior, el 13 diciembre se fijó el estado y
corrieron los días de ejecutoria, 14, 15 y 18, por lo cual el auto así notificado cobró
firmeza a última hora hábil del 18 de diciembre de 2000.

En consecuencia, no es válido afirmar que el término del artículo 446 del estatuto
proceso penal, empezó a correr antes de quedar ejecutoriado el auto del 29 de
noviembre de 2000, pues el punto nuevo contra el cual el procesado dijo interponer el
recurso de reposición, que no sustentó, no existe, y en consecuencia no resultaba
procedente contra el proveído que decidió similar impugnación, como tampoco el
término de ejecutoria se suspendía por la petición del defensor de que se comisionara
para efectos de una notificación personal, que no exige la ley procesal penal.

3. No encuentra eco la aseveración del defensor de haberse incurrido en nulidad por


la negativa de la Corte de su objeción al informe de la Dirección Seccional del C. T. I.,
porque tal como se explicó en la providencia de fecha 29 de marzo de 1995 al mismo
defensor que ahora se desempeña como tal, no se trataba de un dictamen
propiamente dicho sino de "unas simples apreciaciones que no resultan propias de la
policía judicial y corresponden al resorte conceptual del funcionario encargado de la
evaluación de la prueba" (f. 354 cd. 2 Corte) y la objeción no cumplía con los
requisitos del artículo 271 del C. de P. P., decisión que cobró ejecutoria sin
impugnación alguna.

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4. Además, en cuanto a la actual solicitud de ampliación, adición o complementación
de los informes de la OIE de la Procuraduría, elevada por la defensa, se remite esta
Sala a las consideraciones plasmadas en el referido auto del 29 de marzo de 1995,
por el cual se negó la objeción contra al informe del C. T. I. de la Fiscalía, en donde se
analizó que aquéllos eran unos informes evaluativos de la OIE de la Procuraduría,
contentivos del "criterio de quienes lo suscribieron, respecto de los medios de prueba
que fueron recogidos durante la etapa de indagación preliminar desarrollada dentro
de los linderos de su competencia" (f. 344 cd. 2 Corte).

Por otra parte, esa solicitud de aclaración o complementación resulta extemporánea,


pues si bien el artículo 280 del Código de Procedimiento Penal prevé que los informes
se deben poner en conocimiento de las partes por el término de tres días para
solicitar las referidas adiciones o aclaraciones, trámite que no se imprimió de manera
expresa a tales conclusiones, éstas fueron conocidas por el procesado y su defensor
desde antes de ser definida su situación jurídica, hasta el punto de propiciar un
análisis elaborado por un contador privado, pretendiendo desvirtuar los informes
allegados hasta esa etapa procesal.

En lo relativo a la tacha que dice interponer el defensor contra el primero y el


segundo informe de la Procuraduría, al tenor de las previsiones del artículo 277 del
Código de Procedimiento Penal, resulta incoherente en el sentido planteado, porque
dicho precepto hace relación a la autenticidad de los documentos aportados a un
proceso, diferente de un informe. Tal norma señala:

"Reconocimiento tácito. Son auténticos los documentos escritos, las reproducciones


fotográficas o cinematográficas, las grabaciones fonográficas, las xeroscopias, las
fotocopias, el télex y, en general cualquier otra declaración o representación
mecánica de hechos o cosas, si el sujeto procesal contra el cual se aducen no
desconoce antes de la finalización de la audiencia pública, su conformidad con los
hechos o las cosas que se expresan."

En ese orden de ideas, esa tacha sólo podría resultar procedente contra alguno de los
documentos allegados al proceso, pero en manera alguna en el presente caso, frente
a un informe contable sujeto a la valoración del juzgador.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Unica Instancia
FECHA : 02/05/2001
DECISION : Niega nulidad, se abstiene de tramitar solicitud,
niega
pruebas, decreta otras...
PROCEDENCIA : Corte Suprema de Justicia
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : SALCEDO BALDION, FELIX
DELITOS : Enriquecimiento ilícito
PROCESO : 8099
PUBLICADA : Si

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CASACION DISCRECIONAL/ RECURSO DE SUPLICA-No está consagrado


como recurso en la legislación penal

Olvidó el recurrente que de conformidad con lo dispuesto por el artículo 195 del
Código de Procedimiento Penal "Contra las decisiones proferidas dentro del proceso
penal, proceden los recursos de: reposición, apelación y de hecho, que se
interpondrán por escrito, salvo disposición en contrario". Tampoco la súplica está
consagrada como un medio excepcional para que una decisión sea nuevamente
revisada, como que también esa posibilidad está expresamente prevista en los
artículos 218 y 232 del mismo estatuto procesal, referidos a la casación y a la acción
de revisión.

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Al examinar situación semejante, dijo la Sala en auto de 25 de julio de 1995 dentro
del proceso radicado 9719, con ponencia del Magistrado Doctor ÉDGAR SAAVEDRA
ROJAS:

"Vistas así las cosas, es claro que el contenido del escrito que presenta el denunciante
en estas diligencias carece de validez legal, por cuanto la impugnación en que se
ampara para recurrir la decisión inhibitoria es inexistente, habida consideración que
el instituto de la "súplica" no forma parte de los recursos ordinarios y extraordinarios
que contempla la legislación penal para contradecir las decisiones interlocutorias de
los funcionarios judiciales.".

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Casación Discrecional
FECHA : 02/05/2001
DECISION : Rechaza el recurso de súplica por improcedente
PROCEDENCIA : Juzgado 14 Penal del Circuito
CIUDAD : Cali
PROCESADO : VIVAS DELGADO, NILO
DELITOS : Abuso de función pública
PROCESO : 17002
PUBLICADA : Si

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EXTRADICION POSITIVA-La intervención de la Corte no es de carácter


judicial: Naturaleza/ EXTRADICION POSITIVA-Ejecutivo: Decisión final frente
al pedido de extradición

La razón por la cual ha venido sosteniendo la jurisprudencia de la Sala que la


determinación por parte de la Fiscalía General de la Nación en cuanto al sitio en que
tuvo lugar el delito, no corresponde a ninguno de los temas señalados taxativamente
en el artículo 558 del Código de Procedimiento Penal, toda vez, que en esta materia
es la propia ley la que delimita la competencia de la Corte para pronunciarse sobre
algunos requisitos que hacen viable la extradición y, segundo orden, debe tenerse en
cuenta que la actuación en este sentido no tiene la connotación de un proceso judicial
propiamente dicho, por cuanto, en estos casos no tiene vocación decisoria sobre el
fondo del asunto, en tanto que no define la responsabilidad que eventualmente le
pueda corresponder a la persona solicitada, ni dónde se cometió el delito y por lo
mismo, no culmina con un fallo, sino con la emisión de un concepto jurídico sobre la
validez formal de la documentación presentada, , la demostración plena de la
identidad del solicitado, el principio de la doble incriminación , la providencia
proferida en el extranjero y, cuando sea del caso, en el cumplimiento de lo dispuesto
en los tratados públicos.

En ese sentido es que se afirma que esa clase de disquisiciones implicarían el


desconocimiento de la soberanía de las autoridades judiciales extranjeras, puesto que
se trata de asuntos que se debaten al interior del proceso penal que se adelanta en el
país que hace la solicitud de extradición.

Ese, y no otro es el entendimiento de la posición de la Sala, pues un pronunciamiento


sobre la presunta falta de jurisdicción del Estado solicitante es un tema que
trasciende el objeto del concepto, como así lo manifestó la Corte Constitucional en la
referida sentencia de tutela al avalar dicho criterio. Caso distinto, es que ante la
presencia de delitos presumiblemente cometidos en el país y no cobijados por las
excepciones al principio de territorialidad, la Fiscalía General de la Nación, como
autoridad que en Colombia es la encargada por mandato constitucional de su
investigación y acusación, no puede sustraerse al cumplimiento de dicha obligación.

Igualmente, son dos situaciones bien diversas las que se presentan frente a los
resultados a los que arribe la Fiscalía General de la Nación en las investigaciones que
adelanta contra personas requeridas en extradición en ejercicio de la jurisdicción que
le otorgan la Constitución y la ley, ya que lo que concierne a la Corte, está dado por la
documentación, que una vez debidamente perfeccionada, le remite el Ministerio de

67
Justicia y del Derecho para que emita concepto sobre los temas indicados en el
artículo 558 del Estatuto Procesal, y otra, los efectos que eventualmente puedan tener
al momento en que, una vez emitido el concepto por la Sala, tome el Gobierno
Nacional, pues no puede desconocerse, como lo hace el recurrente, que no sea el
Ejecutivo el que tiene a su cargo la decisión final frente al pedido de extradición, pues
es allí, a través del Ministerio de Justicia y del Derecho, que se profiere la resolución
en la que se accede o niega la solicitud de esta naturaleza.

Siendo ello así, entonces, mal puede sostenerse que la Corte le ha "diferido" dicho
compromiso al Gobierno Nacional para no adquirir responsabilidad política, ya que
con ello se desconoce la naturaleza que el es propia a dicha figura jurídica, entendida
como un mecanismo de colaboración entre Estados. De ahí que, en sistemas como el
nuestro, el depositario y director de las relaciones internacionales es el Presidente de
la República, como Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y Suprema Autoridad
Administrativa, y en esa medida los Ministros del Despacho actúan bajo su dirección,
por manera que las inquietudes sobre la autonomía que pueda tener esa autoridad
para decidir sobre la extradición de (...), no dejan de ser comentarios al margen que
no logran variar el sentido y alcance de la ley.

2. Igualmente, son dos situaciones bien diversas las que se presentan frente a los
resultados a los que arribe la Fiscalía General de la Nación en las investigaciones que
adelanta contra personas requeridas en extradición en ejercicio de la jurisdicción que
le otorgan la Constitución y la ley, ya que lo que concierne a la Corte, está dado por la
documentación, que una vez debidamente perfeccionada, le remite el Ministerio de
Justicia y del Derecho para que emita concepto sobre los temas indicados en el
artículo 558 del Estatuto Procesal, y otra, los efectos que eventualmente puedan tener
al momento en que, una vez emitido el concepto por la Sala, tome el Gobierno
Nacional, pues no puede desconocerse, como lo hace el recurrente, que no sea el
Ejecutivo el que tiene a su cargo la decisión final frente al pedido de extradición, pues
es allí, a través del Ministerio de Justicia y del Derecho, que se profiere la resolución
en la que se accede o niega la solicitud de esta naturaleza.

Siendo ello así, entonces, mal puede sostenerse que la Corte le ha "diferido" dicho
compromiso al Gobierno Nacional para no adquirir responsabilidad política, ya que
con ello se desconoce la naturaleza que el es propia a dicha figura jurídica, entendida
como un mecanismo de colaboración entre Estados. De ahí que, en sistemas como el
nuestro, el depositario y director de las relaciones internacionales es el Presidente de
la República, como Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y Suprema Autoridad
Administrativa, y en esa medida los Ministros del Despacho actúan bajo su dirección,
por manera que las inquietudes sobre la autonomía que pueda tener esa autoridad
para decidir sobre la extradición de (...), no dejan de ser comentarios al margen que
no logran variar el sentido y alcance de la ley.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Extradición
FECHA : 02/05/2001
DECISION : No repone auto del 20-03-01 que negó la
suspensión del
trámite
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : ARISTIZABAL PALACI, ALVARO JOSE
PROCESO : 17206
PUBLICADA : Si

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URBANIZADOR ILEGAL-La ley 308 de 1996 no derogó el Art.6 del Decreto


2610 DE 1979/ URBANIZADOR ILEGAL-Art. 6 Decreto 2610 DE 1979:"recibo
de anticipo de dineros/ VIOLACION A LA LEY 66 DE 1968

Advertido, según ya se anotó, que por este el casacionista afirma aplicado un


precepto que carecía de existencia jurídica por haber sido tácitamente derogado, la
cuestión se reduce, en los precisos términos señalados por el Ministerio Público, a

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verificar si en efecto, como aquél lo propone, el tipo penal de urbanizador ilegal
excluyó del ordenamiento el establecido en el artículo 6º del Decreto 2.610 de 1.979,
despenalizando, de paso, la conducta de quien, sin el registro previsto en su artículo
3º o sin el permiso señalado en su artículo 4º, se dedicaba a anunciar y desarrollar las
actividades de enajenación definidas por el mismo Decreto.

Para tales efectos, es claro, en primer término que, expedida la Ley 308 de 1.996, no
se produjo ciertamente una derogatoria expresa del citado artículo 6º del Decreto
2.610 de 1.979, pues en aquella simplemente se señaló la de "todas las disposiciones
que le sean contrarias", de modo que se dejó al operador la tarea de confrontación
entre el texto anterior y el nuevo, para concluir si éste dejó o no sin existencia jurídica
al primero.

Resulta, en consecuencia, imperativa la comparación que propone el Ministerio


Público, pues mientras en la Ley 308, al crear el tipo "Del Urbanizador Ilegal", se pune
a quien adelante, promueva, patrocine, induzca, financie, facilite, colabore o permita
la división, parcelación, urbanización de inmuebles, o su construcción sin el lleno de
los requisitos de ley", aumentándose la pena "cuando la parcelación, urbanización o
construcción de viviendas, se efectúen en terrenos o zonas de preservación ambiental
y ecológica, de reserva para la construcción de obras públicas, en zonas de
contaminación ambiental, de alto riesgo o en zonas rurales", el Decreto 2.610 de
1.979, modificatorio de la Ley 66 de 1.968, sanciona, en su artículo 6º, a "quienes sin
hallarse registrados ante el Superintendente Bancario anuncien o desarrollen las
actividades de que trata la Ley 66 y el presente Decreto" o a quienes, desplegando las
mismas actividades, a pesar de encontrarse registrados, no cuenten con el permiso
establecido en el artículo 4º del mismo Decreto.

En otros términos, la norma que modificó el artículo 11 de la Ley 66 de 1.968, tiene


por verbo rector el enajenar inmuebles, entendiéndose por tal "la transferencia del
dominio a título oneroso de las unidades resultantes de toda la división material de
predios; la transferencia del dominio a título oneroso de las unidades resultantes de la
adecuación de terrenos para la construcción de viviendas; la transferencia del
dominio a título oneroso de las unidades resultantes de la edificación o construcción
de viviendas en unidades independientes o por el sistema de propiedad horizontal; la
transferencia del dominio a título oneroso de viviendas en unidades independientes o
sometidas al régimen de propiedad horizontal y la celebración de promesas de venta,
el recibo de anticipos de dinero o cualquier otro sistema que implique recepción de
los mismos, con la finalidad de transferir el dominio de inmuebles destinados a
vivienda" y como ingrediente normativo jurídico la carencia del registro o del permiso
señalados, respectivamente, en sus artículos 3º y 4º.

Por su parte el artículo 367A del Código Penal, creado por la mencionada Ley 308,
aunque tiene por ingrediente normativo jurídico la expresión "sin el lleno de los
requisitos de ley", formula sus verbos rectores en términos de adelantar, promover,
patrocinar, inducir, financiar, facilitar, tolerar, colaborar o permitir la división,
parcelación, urbanización de inmuebles o su construcción, con lo que, evidentemente,
no se incluye en modo alguno la conducta de aquél, que como se dijo es la de
enajenar, bajo las cinco acepciones que establece el artículo 2º.

Es obvio, en consecuencia, que frente al devenir de la problemática social que a lo


largo de los años, ha venido planteando la carencia de vivienda y con ello el desorden
urbanístico que tal déficit ha generado, el ordenamiento jurídico ha reaccionado de
diversas maneras, según la coyuntura que en la determinada época se le proponga.
Es innegable que la búsqueda de una solución al problema habitacional resulta
ciertamente compleja y que en ello pueden verse afectados distintos órdenes de la
vida social, así como la situación individual de los asociados.

Por eso mismo, no puede haber lugar a hesitación que la Ley 66 de 1.968 y su
Decreto modificatorio, regulan aspectos diferentes de una misma actividad o de un
mismo problema, a los regidos por la Ley 308 de 1.996, como que por aquellos se
legisla sobre la actividad de enajenación de inmuebles, mientras que por ésta,
aunque referida en términos generales al problema de vivienda, se refiere a otro
momento del mismo, no a la enajenación, sino a la división, parcelación, urbanización
de inmuebles o su construcción.

Siendo ello así, precisado que en efecto ambas normas regulan aspectos diversos de
la misma actividad o problemática, la conclusión no puede ser otra que la extractada
por la Delegada: "estamos frente a dos tipos penales complementarios pero

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distintos", por manera que no es posible afirmarse incompatibilidad entre dichas
normas o que la anterior contraría a la nueva para que de ese modo aquella se
entendiera tácitamente derogada, pues, indudablemente, a pesar de algunos
elementos en común, el Decreto 2.610 de 1.979 mantiene en vigencia un tipo
especial aplicable a las actividades de enajenación y no a las de división, parcelación,
urbanización de inmuebles o su construcción a que hace referencia el artículo 367A
del Código Penal.

En esas circunstancias como la procesada, ejecutó recurrentemente la actividad de


enajenación prevista en el numeral 5º del artículo 2º del Decreto 2.610 de 1.979, esto
es, recibió anticipos de dinero con la finalidad de transferir el dominio de inmuebles
destinados a vivienda, sin que entonces hubiere hecho el registro a que obligaba el
artículo 3º del mismo Decreto, el que además se constituía en requisito para obtener
el permiso de la autoridad municipal respectiva, establecido en el artículo 4º, y tal
conducta no fue regulada, en manera alguna, por el precepto 367A del Código de las
Penas, que dejó así vigente esa especial disposición, no cabía posibilidad distinta que
la de su aplicación, por ende, arribando a la conclusión contraria a la que llegó el
extraordinario recurrente, el fallador no incurrió en falso juicio de existencia de la
norma, pues, tal como se dejó anotado, aplicó un precepto que, sin duda, se
encontraba y se encuentra vigente, lo que además fue cierta y tácitamente afirmado
por la Corte en providencia de febrero 18 de 2.000, siendo ponente el Magistrado
Fernando Arboleda Ripoll.

Ciertamente el verbo rector enajenar inmuebles que rige el tipo penal del artículo 6º
del Decreto 2.610 de 1.979 en su expresión de "recibo de anticipos de dinero", exige
la concurrencia de un ingrediente subjetivo en la medida en que dicha recepción ha
de tener por finalidad la de "transferir el dominio de inmuebles destinados a
vivienda", ingrediente que sin duda alguna, sin entrar en disquisiciones probatorias
que no son propias de la vía escogida por el censor, fue debidamente sopesado por el
juzgador, así, en efecto, hubiere empleado algunas expresiones, como aquellas de las
que se vale el demandante para sustentar el cargo, que innegablemente resultaban
fuera de contexto habida consideración que ninguna relación guardaban con el delito
materia de juicio y porque no era su objeto ningún punible contra el patrimonio
económico..

Por consiguiente, si lo que pretende el impugnante es demostrar que el fallador


señaló como propósito de la captación ilegal de dineros, un motivo engañoso o un
ilícito aprovechamiento económico, tal censura resulta infundada y sofísticamente
planteada cuando lo cierto es que, según se aprecia de la lectura del fallo, éste dio
por reunido el mentado elemento que permitió integrar acertadamente la tipicidad de
la conducta de la acusada en relación con el artículo 6º del pluricitado Decreto 2.610
de 1.979.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 02/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Manizales
PROCESADO : RESTREPO RAMIREZ, LUZ MERY
DELITOS : Falsedad documental, Violación al art. 6 del D.
2610 de
1979
PROCESO : 13548
PUBLICADA : Si

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NULIDAD-Debido proceso/ DEFENSA TECNICA-Carencia absoluta

1. El cargo adolece de desaciertos técnicos, como el de entremezclar, de manera


confusa, dos motivos de nulidad, a saber, el quebrantamiento del debido proceso y el

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del derecho de defensa, sin acatar que si bien el segundo se deriva del primero, han
sido claramente diferenciados por la ley y la jurisprudencia, razón por la cual su
vulneración amerita postulación y desarrollo autónomos, pues el primero es un vicio
de estructura y el segundo de garantía, sin descartar que hay irregularidades que al
mismo tiempo afectan los dos derechos, pero sin que evidencie que éste sea uno de
esos casos.

Así mismo, como lo acota el Ministerio Público, y en lo que atañe a la alegada


violación al debido proceso, se observa que equivocó la vía del ataque, ya que si lo
que acusa es la comisión de irregularidades en la diligencia de reconocimiento
fotográfico y en la recepción del testimonio de la esposa de la víctima, ha debido
optar por la causal primera, pues de existir, se trataría de un vicio in iudicando, en la
modalidad de error de derecho por falso juicio de legalidad.

2. De la actuación procesal se infiere que el procesado (...) careció de defensor


técnico desde la diligencia de indagatoria hasta cuando se ordenó el cierre de la
investigación.

En efecto, aparece que una vez que la Fiscalía identificó al agresor y se enteró de que
se hallaba detenido en la Cárcel de la Policía, ubicada en el municipio de Facatativá,
dispuso su vinculación, ordenando que se le escuchara en indagatoria, a través de un
funcionario comisionado, la que se cumplió el 30 de agosto de 1995, dentro de la cual
lo asistió oficiosamente, "para esta diligencia", un abogado de esa localidad.

Esta circunstancia, conforme a la jurisprudencia de la Sala, no constituye, en


principio, irregularidad alguna, ya que, al tenor de lo dispuesto por el artículo 139 del
C. de P. Penal, el nombramiento de defensor hecho desde la indagatoria "se
entenderá hasta la finalización del proceso". Empero, este aspecto no es predicable
en el presente asunto, toda vez que, de acuerdo a las constancias procesales, el 12 de
septiembre siguiente, es decir, trece días después de que el procesado fue vinculado
a la instrucción, el profesional del derecho quedó inhabilitado para seguir
representándolo, habida cuenta que en la citada fecha se posesionó en un cargo
público. Además, en esos días en que pudo actuar como defensor, abandonó
totalmente la labor defensiva, sin que hubiera cumplido la más mínima actividad.

La ausencia del defensor se prolongó hasta el 9 de abril de 1996, fecha en la cual fue
reconocido un nuevo abogado de confianza, según poder presentado ese mismo día,
cuando ya se había clausurado la investigación, lo que evidencia no sólo que el
acusado careció de defensor técnico desde el 12 de septiembre de 1995 hasta el 9 de
abril del año siguiente, sino que en el escaso lapso que lo tuvo, en la investigación, la
distancia entre el lugar donde ejercía sus actividades el profesional del derecho
(Facatativá) y aquél en que se adelantaba el proceso (Medellín), hizo imposible el
cumplimiento de su deber, no pudiendo ni siquiera vigilar la actuación.

Finalmente, la falta de defensor técnico no pasó inadvertida por la Fiscalía, toda vez
que al folio 142 del cuaderno original aparece el oficio N° 9143 del 16 de noviembre
de 1995, dirigido al Defensor del Pueblo de la ciudad de Medellín, mediante el cual se
le solicita el "nombramiento de defensor oficioso", por cuanto el procesado no tiene
quien "lo represente en este proceso", pedimento que no fue atendido, motivo por el
cual, la carencia acusada se prolongó hasta el 9 de abril del año siguiente.

Las consideraciones anteriores llevan a la Sala a concluir que le asiste razón al


demandante y al Ministerio Público, cuando aseveran que el procesado, (...) careció
de asistencia profesional letrada en el lapso ya conocido, irregularidad que atenta
contra el derecho que tiene todo sindicado de contar con un abogado que lo asesore y
represente durante la instrucción y el juzgamiento, consagrado en el artículo 29 de la
Constitución Política, y cuya carencia comporta la invalidez de la actuación, al tenor
del artículo 304.3 del C. de P. Penal.

Al respecto, ha sostenido insistentemente la Corte que la defensa técnica debe ser


real, permanente, continua e ininterrumpida, lo que significa que el sindicado debe
estar asistido por un abogado defensor en todas las etapas del proceso, debiéndose
garantizar su ejercicio sin limitaciones de ninguna clase, "pues siendo derecho
fundamental y condición esencial de validez de la actuación, no puede estar referido
a sólo un estadio de ella, ni convertirse en una prerrogativa opcional del trámite
procesal, ni hacerse depender de las posibilidades de éxito de su ejercicio atendida la
mayor o menor contundencia de la prueba incriminatoria" .*
___________________________

71
* Ver, entre otras, casación 9906 del 22 de octubre de 1999, M.P. Dr. Fernando
Arboleda E. Arboleda Ripoll, y casación 13033 del 26 de octubre de 2000, M.P. Dr.
Jorge Córdoba Poveda.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Sentencia Casación
FECHA : 02/05/2001
DECISION : Si casa, declara nulidad a partir de la clausura de
la inv.,
otorga la libertad
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : VILLALBA CASTRO, ERNESTO JOSE
DELITOS : Porte de armas de defensa personal, Homicidio
PROCESO : 13387
PUBLICADA : Si

Aclaración de voto DR. NILSON PINILLA PINILLA

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ERROR EN LA CALIFICACION JURIDICA-Técnica en casación/ DEFENSA


TECNICA-Defensor en la indagatoria en el Código Penal Militar/
CONVOCATORIA-Consejo Verbal de Guerra: Anfibológica/ TRANSITO DE
LEGISLACION-Peculado por apropiación en el C.P.M / TRANSITO DE
LEGISLACION/ FAVORABILIDAD/ JUSTICIA PENAL MILITAR

1. Nulidad de la actuación por error en la denominación jurídica de los hechos


imputados.

Manifiestamente desatinado resulta el enfoque del reproche, al pretender la nulidad


de la actuación teniendo como fundamento la presunta equivocación en la especie y
no el género de la calificación jurídica, pues la Corte ha precisado en forma reiterada
que cuando en casación se discute la ubicación de la conducta en otro tipo penal del
mismo capítulo de aquel por el que se profirió sentencia, no es un vicio de actividad lo
que se presenta sino un error in iudicando, obviamente manifestado en el fallo objeto
de impugnación, y por lo mismo controvertible a través de la causal primera,
invocando ya la violación directa de la ley sustancial, ora la indirecta, identificando en
este último caso los medios de prueba que generaron error en la selección de la
norma que finalmente resultó aplicada en la sentencia, y precisarse si el desacierto se
debió a la indebida selección o aplicación de la ley, de manera directa o a través de la
apreciación probatoria.

Lo anterior por cuanto resultaría ilógico pretender la anulación de lo actuado cuando,


habiéndose establecido el error en la selección normativa a partir de la cual se
cimentó la sentencia, la nueva adecuación típica, por no desbordar el capítulo
contentivo de la imputación inicial, no comportaría inconsonancia entre acusación y
sentencia, y de contera la Corte estaría facultada para proferir el fallo de sustitución,
en este caso por peculado culposo y no por peculado por apropiación, variación ésta
que además resultaría favorable al procesado, lo que con mayor razón excluye la
pretendida anulación de lo actuado.

2. Infundado resulta el reproche formulado a la actuación aduciendo la ausencia de


defensor al momento de la indagatoria, pues a folios 186 y siguientes se evidencia la
designación que hizo el sindicado de un oficial de la Fuerza Aérea como su defensor,
actuación que para la época de su realización (27 de enero de 1993) se adecuaba a la
hipótesis contemplada en el artículo 374 del Código Penal Militar, donde se establecía
que "en los procesos penales militares el cargo de defensor puede ser desempeñado

72
por un abogado en ejercicio o por un oficial de las Fuerzas Militares o de la Policía
Nacional en servicio activo. Los oficiales sólo podrán actuar en los recursos de
casación y revisión cuando sean abogados en ejercicio".

Lo anterior no resulta desvirtuado con la declaratoria de inexequibilidad de la parte


pertinente del citado artículo, donde se permitía al sindicado designar como su
defensor a un oficial de las Fuerzas Militares en servicio activo, pues tal
pronunciamiento constitucional se produjo el 9 de diciembre de 1993, es decir, once
meses después de evacuada la diligencia de inquirir cuya inexistencia se invoca,
deduciéndose, ante la imposibilidad de aplicar retroactivamente los fallos de
inexequibilidad -por la inseguridad jurídica que ello implicaría-, que la vinculación del
procesado se llevó a cabo con apego a las normas en esa fecha vigentes.

3. La anfibología del pliego enjuiciatorio consiste en la imposibilidad de entender la


acusación -lo que inexorablemente diluye el necesario ejercicio del derecho de
defensa-, debido a la concurrencia de proposiciones contradictorias, excluyentes e
invalidantes entre sí sobre los pilares de la adecuación típica y/o la responsabilidad
del procesado.

Su demostración en sede de casación no se desprende de las afirmaciones más o


menos razonables del impugnante, sino del estudio de la situación procesal concreta,
que determinará, por el contenido de la pieza que se predica anfibológica, de las
alegaciones realizadas por los sujetos procesales, y del decurso de la actuación como
expresión de la intercomunicación de las partes entre sí y entre éstas y el director del
proceso, si el pliego de cargos informa inequívocamente a los sujetos procesales, y al
incriminado en particular, los hechos materia de enjuiciamiento y las normas que
regulan la conducta imputada, permitiendo la identificación de la pena eventualmente
aplicable.

4. No puede la Sala dejar de advertir que con la entrada en vigencia del nuevo Código
Penal Militar (ley 522 de 1999), no se operaron cambios que hagan imperiosa la
aplicación del principio de favorabilidad por desjudicialización de la conducta, o
modificaciones en la punibilidad (artículos 29 de la Constitución Nacional, 44 y 45 de
la ley 153 de 1887, y 5º del Código Penal).

El procesado fue investigado, juzgado y condenado por el delito de peculado por


apropiación descrito en el artículo 189 del Decreto 2550 de 1988 (Código Penal
Militar), por haberse apoderado de bienes pertenecientes al Almacén Comisariato
No.5 del Grupo Aéreo del Sur, en cuantía de $10"029.866.04. La norma en mención
adscribía como sanción, cuando el valor de lo apropiado no superaba la suma de
quinientos mil pesos, pena privativa de la libertad de 2 a 10 años de prisión, y cuando
la sobrepasaba, de 4 a 15 años. Al ser dosificada la sanción, los juzgadores aplicaron
la mínima prevista para el peculado de mayor cuantía, es decir cuatro años de prisión.

Mediante sentencia C-445 de agosto 26 de 1998, la Corte Constitucional declaró


inexequible "las expresiones "incurrirá en prisión de 2 a 10 años y multa de un mil a
quinientos mil pesos e interdicción de derechos y funciones públicas de 1 a 5 años",
contenidas en el citado artículo 189 del Código Penal Militar, y también el inciso final
del mismo artículo, bajo el entendimiento de que las penas para las conductas por él
descritas son las consagradas en el artículo 133 del Código Penal ordinario, en la
forma en que fue modificado por el artículo 19 de la ley 190 de 1995". Es decir, que a
partir de esa fecha, la pena aplicable al delito de peculado por apropiación descrito en
el artículo 189 del Decreto 2550 de 1988 (Código Penal Militar), debía ser la prevista
en el artículo 19 de la ley 190 de 1995.
...

Con la derogatoria del Decreto 2550 de 1988, y la entrada en vigencia del nuevo
Código Penal Militar (ley 522 de 1999), el delito de peculado por apropiación sobre
bienes distintos de los previstos en el artículo 180 del referido estatuto (de dotación),
cometido por miembros de la fuerza pública en servicio, siguió siendo sancionado por
el Código Penal, conforme a lo previsto en el artículo 133, modificado por el 19 de la
ley 190 de 1995, norma que, como ya se dejó visto, prevé una sanción mucho más
gravosa de la que se establecía en las normas aplicadas en el caso sub judice.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Casación
FECHA : 02/05/2001
DECISION : No casa

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PROCEDENCIA : Tribunal Superior Militar
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : DURANGO VILLA, JOSE DARIO
DELITOS : Peculado por apropiación
PROCESO : 10075
PUBLICADA : Si

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NULIDAD-Debido proceso, derecho de defensa/ ERROR DE DERECHO-Falso


juicio de legalidad/ DEMANDA DE CASACION-Causal primera/ FALSO JUICIO
DE LEGALIDAD/ DEBIDO PROCESO/ DERECHO DE DEFENSA

1. En lo concerniente al primer cargo que bajo el auspicio de la causal tercera formula


el censor, bien está recordar que aunque en estos eventos se permite alguna amplitud
en su proposición ello en modo alguno apareja la conclusión de que el escrito con que
se invoca sea de libre elaboración, porque la demanda, al igual que acontece con las
demás causales, debe cumplir los requisitos de claridad y precisión exigidos por el
artículo 225 ibídem, toda vez que si dicha causal instrumenta un medio para
preservar la estructura del proceso y las garantías de los sujetos que en él
intervienen, quien la aduzca no sólo debe acatar los principios que rigen la casación,
sino que también ha de correr con la carga de una adecuada sustentación, dejando
claramente establecido, entre otros aspectos, el motivo de la nulidad, la irregularidad
sustancial que alega, la manera como ésta socava la estructura del proceso o afecta
las garantías de las partes, y todo ello sin dejar de demostrar que de no haberse
incurrido en ella otra hubiera sido la decisión.

Además, si el motivo de nulidad formulado es la violación del debido proceso, como


no toda irritualidad tiene virtud para afectar la validez del trámite, indispensable le
resulta al actor demostrar que la alegada es realmente sustancial, vale decir, que al
conculcar garantías de los sujetos procesales socava el desarrollo del proceso
desquiciando las bases mismas de la instrucción o el juzgamiento. Y si el vicio
alegado se sustenta en la vulneración del derecho de defensa, al sujeto que ha
acudido a la casación corresponde precisar en cuál de sus modalidades se da la
transgresión, esto es, si en la defensa material o en la técnica, indicando la actividad
o la oportunidad en que aquélla se vio entrabada o sufrió menoscabo, con
señalamiento adicional e inequívoco de la trascendencia del vicio en la parte
dispositiva del fallo.

Los anteriores parámetros de admisibilidad, como ya se anunció, no fueron


observados en la demanda, pues si bien formalmente el libelista hizo referencia a un
número plural de actuaciones que juzga irregulares, a ellas atribuye virtud para
afectar indistintamente el debido proceso o el derecho de defensa, omitiendo señalar
por qué resultan sustanciales, condición esta de imposible cumplimiento cuando ni
siquiera se atina a explicar de qué manera las supuestas irregularidades desconocen
el rito procesal o lesionan los intereses del procesado.

2. Tratándose de un supuesto vicio en la aducción de la prueba, la censura debía


enmarcarse en la causal primera, por violación indirecta de la ley sustancial en la
modalidad del error de derecho por falso juicio de legalidad, toda vez que de hallar
demostración el vicio no tendría el efecto de invalidar las pruebas afectadas y menos
todo el proceso (vicio in procedendo), sino que por darle valor el juez a la prueba
allegada al proceso sin el rito que le es propio, el error se traslada a la sentencia
donde es apreciado el medio de convicción (vicio in iudicando), con la consecuencia
de cambiar el sentido de la decisión si, al prosperar el cargo, el resto del material
probatorio no resulta suficiente para sustentar la adoptada en el fallo objeto de
impugnación.

3. Desde su formulación, el segundo cargo se ofrece igualmente inidóneo para


concitar el juicio de casación, pues el demandante omite señalar el sentido de la
violación de la ley sustancial al invocar escuetamente "la causal de casación
consagrada en el numeral (1°) del artículo 220 del C. de P.P."., para pasar de
inmediato a referirse a algunos testimonios tenidos en cuenta por el fallador de

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segunda instancia como demostrativos de la responsabilidad de su patrocinado y
confrontar luego un aparte del fallo con fragmentos del testimonio de uno sólo de los
referidos deponentes, esto para concluir que como lo sostenido por el tribunal no lo
dijo el testigo, el procesado terminó siendo condenado "por una (prueba)
erróneamente apreciada".

Una tal forma de argumentar hace que de entrada la censura pierda vocación para
dar paso al debate en casación, por la elemental consideración de que si el actor se
orientaba por la violación indirecta de la ley sustancial pretendiendo evidenciar
protuberantes errores en la apreciación de la prueba -como podría concluirse con
dificultad del sustento normativo que aportó-, era de su exclusivo resorte, como lo
tiene dicho la Sala reiterada y pacíficamente, concretar y demostrar la configuración
de alguna de las hipótesis de desacierto posibles, esto es si se trata de errores de
hecho o de derecho, indicando en el primer caso si es debido a un falso juicio de
existencia bien por haberse omitido la apreciación de alguna prueba ora por haberla
supuesto, o si el vicio corresponde más bien a un falso juicio de identidad por haberse
cercenado o distorsionado su contenido fáctico, o finalmente si lo ocurrido es un falso
raciocinio por haberse desatendido las reglas de la sana crítica en el examen de
determinado elemento de convicción; y en el segundo supuesto, si el yerro consiste
en un falso juicio de legalidad por haberse tenido en cuenta una prueba allegada
irregularmente al proceso, o más bien por haberse dado al medio un valor que la ley
no le otorga o por haberle negado el que ella expresamente le reconoce, modalidades
estas dos últimas del falso juicio de convicción de imposible configuración en un
sistema como el nuestro donde no impera la tarifa probatoria.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Auto Casación
FECHA : 02/05/2001
DECISION : Inadmite la demanda y declara la deserción de la
casación
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Montería
PROCESADO : CHEVELL GUILLEN, HUGO CESAR
DELITOS : Hurto agravado
PROCESO : 17226
PUBLICADA : Si

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CASACION-Técnica/ ERROR DE HECHO-Falso juicio de identidad y falso


raciocinio/ IN DUBIO PRO REO/ FALSO JUICIO DE IDENTIDAD/ FALSO
RACIOCINIO

1. Es necesario reiterar, una vez más, que la casación no es una tercera instancia,
donde en forma libre se puedan hacer toda clase de cuestionamientos a una
sentencia que, por ser la culminación de todo un proceso, está amparada por la doble
presunción de acierto y legalidad, sino que se está en presencia de un medio de
impugnación extraordinario y rogado, en el que sólo es posible acusar los errores de
juicio o de procedimiento cometidos por el fallador, al tenor de los motivos expresa y
taxativamente señalados en la ley, demostrarlos y evidenciar su trascendencia en la
parte dispositiva del fallo, parámetros que no fueron observados por el censor, por lo
que desde ya se manifiesta que los cargos presentados están condenados al fracaso.

2. Este reproche no puede tener ninguna posibilidad de éxito, como quiera que, como
lo conceptúa el Procurador Delegado, el censor desconoce que esta clase de yerro
consiste en falsear el contenido material de la prueba, en forma tal que no hay
identidad entre lo que ella materialmente dice y lo que el sentenciador manifiesta que
su texto contiene, y no en discrepar de la credibilidad otorgada o negada a los medios
de prueba, lo que no configura desatino demandable en casación, dentro del método
de la persuasión racional que nos rige, en el que el juzgador goza del poder
discrecional de valorar la prueba, sólo limitado por los postulados de la sana crítica,

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cuya vulneración debe denunciarse y desarrollarse por la vía del error de hecho por
falso raciocinio.
....

Ahora bien, si lo pretendido por el censor era acusar que el Tribunal al valorar el
mérito de los testimonios citados vulneró los postulados de la sana crítica y que este
dislate lo llevó a declarar una verdad distinta de la que revela el proceso, ha debido
orientar el reproche por la vía del error de hecho por falso raciocinio, indicando cuáles
fueron las leyes científicas o los principios lógicos o las reglas de la experiencia
quebrantados, de qué manera lo fueron y cuál su incidencia en la parte dispositiva
del fallo, labor que no emprendió.

3. Lo aduce por violación directa de la ley sustancial, al considerar que aunque el


sentenciador reconoce la existencia de la duda sobre la responsabilidad del acusado,
sin embargo lo condena, cuando ha debido absolverlo, con lo que quebrantó los
artículos 323 del C. Penal y 247 y 248 del C. de P. Penal, éste último por aplicación
indebida.
...

No distingue entre preceptos sustanciales y procesales, pues le da el carácter de tales


a normas de naturaleza procesal como los artículos 247 y 248 del C. de P. P. y si bien
cita como infringido el artículo 323 del C. Penal, no indica cuál fue el sentido del
quebrantamiento, esto es, si lo fue por falta de aplicación, por aplicación indebida o
por interpretación errónea.

Aunque es cierto que cuando el juzgador admite que existe duda probatoria sobre la
existencia del hecho o sobre la responsabilidad del procesado y, sin embargo, no la
reconoce en la parte resolutiva y condena, el ataque en casación debe formularse
bajo los postulados de la violación directa de la ley sustancial, no es el caso presente,
ya que aparece evidente que el sentenciador concluyó que existía certeza sobre el
hecho y certeza sobre la responsabilidad..

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Sentencia Casación
FECHA : 02/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Pasto
PROCESADO : ARCINIEGAS NARVAEZ, GUILLERMO RICARDO
DELITOS : Homicidio
PROCESO : 10332
PUBLICADA : Si

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PREVARICATO POR ACCION-Tipicidad: Objetiva y subjetiva/ PRUEBA-


Apreciación: Límites/ PENA ACCESORIA-Legalidad

1. Desde el punto de vista de tipicidad objetiva, la conducta prevaricante activa se


configura cuando el servidor público emite dictamen, auto, resolución o sentencia
ostensiblemente contrarios a la ley; y desde la perspectiva subjetiva cuando a la
solución jurídica prevista por el ordenamiento vigente para el caso concreto, el
funcionario antepone su voluntad o capricho sobre la norma legal que por conocerla
está en la obligación de aplicar y sin embargo voluntariamente transgrede, generando
con ello una manifiesta disparidad entre el derecho aplicable y el aplicado al caso, y,
de contera, afectando el bien jurídico administración pública expresado en el
sometimiento del Estado a la legalidad en sus relaciones con los particulares, en
virtud de la cual, los asuntos de conocimiento de sus agentes deben resolverse según
la normatividad que los rige, pues sólo de esta manera se puede garantizar la
vigencia del ordenamiento y la pacífica convivencia en el medio social.

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La evaluación de la relevancia social y jurídica del comportamiento objeto del juicio,
impone al juzgador el deber de consultar no sólo la ostensible contrariedad entre la
decisión y lo reglado, sino, también, las concretas circunstancias de adopción de la
resolución prevaricante, sujetándose a lo que realmente hizo el imputado asistido de
sus propios medios y conocimientos en la respectiva actuación, sin dejar de hacer
evidente la norma que el infractor conocía y que, no empece contar con reales
posibilidades para su aplicación, soslayó intencionalmente para hacer prevalecer su
propio capricho sobre la voluntad de la ley.

La demostración objetiva de esta clase de conductas punibles, por tanto, ha de surgir


nítidamente de cotejar el contenido de la sentencia, resolución, auto o dictamen
emitidos por el imputado, y el mandato de la ley destinada a resolver el asunto
concreto de su conocimiento, en cuanto establecer la concurrencia del componente
típico "manifiestamente contrario a la ley", que involucra al tiempo el concepto de
dañosidad social, no impone complejas elucubraciones o elocuentes y refinadas
interpretaciones.

2. Y si bien no debe desconocerse que los funcionarios judiciales cuentan con relativa
libertad en la función de apreciar las pruebas y asignarles su mérito persuasivo,
limitada solo por los postulados de la lógica, las leyes de la ciencia, o las reglas de la
experiencia, esta facultad no puede ser entendida como posibilidad de obrar de modo
arbitrario disponiendo la aceptación o rechazo de los medios de prueba a su libre
albedrío, ignorar su existencia, validez, u otorgarle alcance del que objetivamente
carecen, con el definido propósito de acomodar los hechos a otros distanciados de la
realidad que el proceso evidencia, pues de dicha manera también se transgrede la
ley, por decidir los asuntos en contra de la voluntad de ésta, animado por el solo
capricho e independientemente de que se quiera favorecer a una de las partes o se
actúe movido por otra clase de interés.

3. La Sala no puede dejar pasar la oportunidad de censurar la omisión del Tribunal en


pronunciarse sobre la procedencia de sancionar al doctor (…) con la pérdida del
empleo oficial, que como pena accesoria prevé el artículo 42 del Código Penal,
máxime si, como se ha dejado visto, llevó a cabo conducta de gran trascendencia
social, generada en el hecho de haber sido realizada por un administrador de justicia
en ejercicio de sus funciones.

Esto por cuanto las penas accesorias han sido instituidas por la ley para limitar, aparte
de la libertad de locomoción, algunos derechos del procesado a quien se declare
penalmente responsable, tomando en cuenta las modalidades del hecho punible y
otras circunstancias que rodearon su comisión. Si bien, como se establece del artículo
52 del Código penal, la única sanción accesoria de forzosa aplicación, siempre que la
pena principal sea de prisión, es la de interdicción de derechos y funciones públicas
en tanto que todas las demás quedan a la discrecionalidad del juzgador, ello no
significa que la decisión respecto de éstas tenga la característica de fundarse en la
arbitrariedad o capricho, puesto que se hallan legalmente ceñidas a unos parámetros
concretos en cuanto a su aplicación y duración, como son los de gravedad y
modalidades del hecho punible, el grado de culpabilidad, las circunstancias de
atenuación y agravación, y la personalidad del agente, según se establece del artículo
61 ejusdem, factores todos ellos que involucran para el juzgador la necesidad de
realizar un cuidadoso análisis con miras a evaluar tanto la procedencia de la
respectiva imposición como su posible prolongación en el tiempo, siendo su deber,
además, considerar las diferentes funciones que dentro del ordenamiento penal
justifican su imposición conforme a la regulación normativa, al respecto contenida en
el artículo 12 del estatuto punitivo.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 02/05/2001
DECISION : Confirma sentencia condenatoria
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Riohacha
PROCESADO : SARMIENTO MAESTRE, EDUARDO PASTOR
DELITOS : Prevaricato por acción

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PROCESO : 13683
PUBLICADA : Si

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ERROR DE DERECHO-Falso juicio de legalidad, falso juicio de convicción/


ERROR DE HECHO-Falso raciocinio/ PROPOSICION JURIDICA COMPLETA/
ERROR DE HECHO-Falso juicio de existencia: suposición de la prueba/
VIOLACION DIRECTA DE LA LEY-Interpretación errónea/ FALSO JUICIO DE
LEGALIDAD/ FALSO JUICIO DE CONVICCION/ FALSO RACIOCINIO/ FALSO
JUICIO DE EXISTENCIA

1. El falso juicio de legalidad se relaciona directamente con la norma sobre la


aducción de la prueba al proceso y, por lo tanto, se configura cuando se tienen en
cuenta elementos de convicción ilegalmente incorporados al mismo; en cambio, el
último desatino mencionado toca con el precepto que le fija su mérito legal de
convicción, en consecuencia, se estructura cuando el sentenciador le da a la prueba
un valor diferente al que la ley le atribuye o le niega el que ésta le asigna, etc., de ahí
que sea propio de los sistemas tarifados y extraño al de la persuasión racional que
actualmente nos rige.

Por otra parte, la integración de la proposición jurídica con la que pretende desvirtuar
la legalidad del fallo fluye no menos incoherente e incompleta, pues el demandante
no sólo omitió señalar cuál es el sentido del quebranto denunciado, sino que también
involucró la infracción mediata de disposiciones adjetivas, como es el caso de las
referidas a los requisitos probatorios del fallo de condena, a los medios de prueba
admitidos, a los criterios de apreciación del dictamen, así como a las que regulan la
prueba documental e indiciaria; finalmente, porque en esta cita indiscriminada de
normas dejó entrever postulaciones excluyentes, al anunciar a través de ellas una
simultánea controversia sobre la autoría, la culpabilidad, inclusive, sobre las
circunstancias de agravación del homicidio culposo cuando ninguna fue deducida en
los fallos de instancia.

2. Ciertamente, el error de hecho por falso raciocinio se configura cuando el fallador al


discernir la eficacia de una prueba quebranta las reglas de la sana crítica, llevando a
declarar una verdad distinta a la que obra en el proceso. Por tal razón, en tales
hipótesis para una adecuada estructuración de la censura se exige del demandante,
conforme ha precisado la Sala, señalar el postulado científico o de la lógica o la
máxima de la experiencia desconocida; "2.2 indicar cuál ha debido ser el aporte
científico correcto, la regla de la lógica apropiada o la máxima de la experiencia que
debió tenerse en cuenta para esclarecer el asunto debatido; y finalmente, 2.3
demostrar la trascendencia de ese error de modo que si no se hubiera incurrido en él
la decisión del juez hubiera sido radicalmente distinta" (Cfr. Sentencia del 23 de
noviembre de 2000, radicado 10.479).

3. Más aún, tampoco indicó el sentido de la transgresión invocada, ni le señaló a la


Corte el sendero normativo por el cual debía transitar en el evento de encontrar
prosperidad la censura, es decir, omitió la perentoria obligación de integrar la
proposición jurídica, perdiendo de vista que la precisión echada de menos, según
tiene establecido desde antaño la Sala, es indispensable no sólo como un requisito de
forma contemplado en el artículo 225-3º del C. de P.P., "sino también para
fundamentar la impugnación y por constituir un presupuesto de elemental lógica
cuando se imputa la configuración de un error in iudicando" (Cfr., sentencia del 19 de
diciembre de 2000, radicado 13.278).

4. De otra parte, como el ataque fue elevado arguyendo el error de hecho por falso
juicio de existencia en la modalidad de suposición de prueba, del desarrollo
argumentativo esbozado con miras a sustentarlo se tiene que el casacionista
incumplió el deber de indicar el medio o los medios de convicción supuestos en el
análisis de los juzgadores, señalamiento que resultaba ineludible para discernir
también la trascendencia del desatino frente a la declaración de justicia contenida en
el fallo recurrido.

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5. En la interpretación errónea el yerro del fallador recae sobre el sentido de la norma
sustancial aplicada, que a pesar de ser la que regula el asunto materia del juicio
recibe un entendimiento equivocado, es decir, se trata de un error de hermenéutica
que en manera alguna fue planteado y, menos aún, desarrollado en la formalización
del reproche.

Por otra parte, en esta comprensión no le resultaba posible al recurrente hablar de la


infracción directa por interpretación errónea, cuando el ataque finalmente lo hizo
consistir en la falta de aplicación de los preceptos, que en su opinión, concurrían a
deslindar en el plano objetivo la conducta punible, pues este discurrir argumentativo
es propio de la exclusión evidente donde el desacierto del juzgador recae sobre la
existencia o validez en el tiempo o en el espacio de la norma que se aplica o deja de
aplicarse.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Sentencia Casación
FECHA : 03/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : GONZALEZ CASTELLANOS, LUIS HERNANDO
PROCESADO : DIAZ CAMPOS, OSCAR ARMANDO
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 14082
PUBLICADA : Si

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DEMANDA DE CASACION-Principio de autonomía/ RESOLUCION DE


ACUSACION-Notificación/ NOTIFICACION-Comunicación por medio de
telegrama

1. En efecto, si bien en forma general todas las causales de casación del artículo 220
del C. de P.P. se orientan a demostrar la ilegalidad del fallo contra el cual se aducen,
debe tenerse presente que cada una obedece a los desaciertos de diferente
naturaleza susceptibles de ser cometidos por el sentenciador de segunda instancia,
de ahí que tengan un ámbito y requisitos de desarrollo propios o, en otros términos,
una insoslayable autonomía.

Así, la causal primera implica la violación de la ley sustantiva, es decir, un desatino de


lógica jurídica en el que puede incurrir el fallador por dos vías: la directa, en la que le
corresponde al recurrente verificar la existencia de un quebranto de dicho talante con
razonamientos de puro derecho, por tal motivo, resulta ajena a cualquier controversia
sobre los hechos declarados en la sentencia recurrida y en lo atinente a la apreciación
que se hizo en ella de los medios de convicción acopiados; pero tratándose del cuerpo
segundo de la hipótesis en comento, el actor debe acreditar la infracción mediata del
derecho como consecuencia de un error de apreciación probatoria.

En ambos casos, conviene advertir, demostrada la causal la Corte procede a casar el


fallo impugnado y a dictar el de sustitución correspondiente.

La causal tercera de casación que es la otra de interés para los actuales fines, en
cambio, alude a yerros de actividad trascendentes que pueden ser de estructura o de
garantía; los primeros referidos al trámite propio del juicio, en tanto que estos últimos
se predican cuando se desconocen los derechos consagrados a favor de los sujetos
procesales, cuyo restablecimiento no es posible, por regla general, sino mediante la
anulación del trámite.

En el caso de autos la inexcusable confusión de la impugnante sobre estas


elementales nociones la llevó a denunciar la violación directa de la ley sustancial, que
hizo consistir a renglón seguido en la falta de aplicación del artículo 29 de la
Constitución Política, vinculada al menoscabo del derecho de defensa perdiendo de

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vista que al acusar de este modo la existencia de un vicio in procedendo,
concretamente, la inobservancia de esa garantía de arraigo superior y legitimadora
del ejercicio de la potestad punitiva del Estado, su afirmado quebranto, por lo atrás
expuesto, debía encuadrarse entonces dentro de la causal tercera del precitado
artículo 220 del C. de P.P. Así las cosas, los términos en los que fue presentado el
cargo traducen, en síntesis, un mayúsculo yerro de técnica que descalifica de
antemano la censura propuesta.

2. Los reclamos atinentes a la omitida notificación personal al sindicado de la medida


de aseguramiento, de la clausura del ciclo instructivo y de la resolución acusatoria, así
como los alusivos a la falta de una efectiva citación del procesado para obtener su
comparecencia para ejercer el derecho a la defensa material, se quedan en el mero
enunciado pues la demandante no indicó las disposiciones infringidas y, lo que es más
importante, tampoco demostró el influjo que tuvieron esos supuestos errores de
actividad en la sentencia recurrida.

A esta deficiencia se suma que ninguna disposición adjetiva determinaba a los


instructores de entonces a realizar las notificaciones de esas providencias a Chabur
Durán en forma personal; adversamente, encontrándose el sindicado evadido de la
justicia, al tenor del artículo 188 del Código de Procedimiento Penal resultaba viable
su realización por estado.

Desde luego, en lo que respecta al pliego de cargos, se exigía la previa satisfacción


del trámite establecido en el artículo 440 ibídem, subrogado por 59 de la Ley 81 de
1993, al que se ajustó la Fiscalía tanto al citarlo en forma telegráfica al acriminado a
la dirección que registró en la indagatoria, como al proceder luego a la notificación
personal de tal resolución al defensor designado de oficio ante la imposibilidad de
obtener la comparecencia de la profesional que lo venía representando
convencionalmente (fls. 82, 261, 271 cdno. 1), sin que antes de tal relevo estuviera
obligado el instructor de antemano a realizar los esfuerzos adicionales aludidos en la
demanda.

Ahora bien, mal puede censurar la actora que no se hubieran cumplido los trámites
señalados en el artículo 318 del Código de Procedimiento Civil para el emplazamiento
de quien debe ser notificado personalmente en los trámites de esa específica
naturaleza y para la designación del defensor de oficio con quien prosiguió el trámite,
pues las prescripciones contenidas en el estatuto ritual penal en materia de la
notificación del pliego de cargos excluyen la posibilidad de aplicar esa otra norma,
máxime que de acuerdo con el principio de integración ello sólo resulta viable en
aquellas materias que no se encuentran expresamente reguladas.

3. Resta agregar en este punto que de tiempo atrás la Sala ha precisado que las
comunicaciones telegráficas dispuestas en el artículo 190 ibídem, subrogado por el 25
de la Ley 81 de 1993, sólo son exigibles tratándose de las notificaciones que por
disposición de la ley deben surtirse de manera personal, situación que no podía
predicarse del referido sindicado al tenor del artículo 188 ibídem por encontrarse
prófugo de la justicia; finalmente y, en todo caso, que la Fiscalía trató de obtener la
comparencia de (...) en el curso del sumario en la forma establecida en el primer
precepto atrás citado, esto es, a través de comunicaciones dirigidas con estricta
sujeción a la dirección registrada por el citado en la injurada, por lo tanto, mal puede
reprocharse ahora que las mismas no se extendieran también a otro de sus domicilios

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Sentencia Casación
FECHA : 03/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : CHABUR DURAN, MARIO TUFFYK
DELITOS : Estafa, Falsedad en documento privado
PROCESO : 16076
PUBLICADA : Si

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CASACION-Conexidad/ CASACION DISCRECIONAL-Ley 553 de 2000-
Reforma al trámite/ DELITOS CONEXOS

1. Debe comenzar por precisarse que el demandante se refirió dentro de un capítulo


que tituló: "Legitimidad", al hecho de haberse juzgado en este proceso en forma
conexa los delitos de concusión y abuso de autoridad por omisión de denuncia
atribuídos a (...) y a (...), respectivamente, en una argumentación implícita según la
cual la casación sería procedente en razón de la referida conexidad existente entre
dichos delitos, conforme lo tiene previsto el inciso segundo del último precepto en
cita.

Siendo ello así, resulta necesario recordar, que cuando la ley dispone que "La
casación se extiende a los delitos conexos, aunque la pena prevista para estos sea
inferior a la señalada en el inciso anterior", esto es de acuerdo con la reforma "cuyo
máximo exceda de ocho años", tal y como lo ha estudiado la jurisprudencia en
diversas oportunidades, está admitiendo la posibilidad de hacer extensiva la casación,
siempre y cuando el demandante haya sido condenado por un punible en relación con
el cual ella procede, así no argumente censura alguna en su contra y exclusivamente
cuestione el delito por el cual en forma aislada en principio no procedería, sin que
dicha extensión pueda entenderse posible simplemente por el hecho de concurrir
otros procesados en relación con los cuales sería pertinente la casación común, al
margen de que hayan o no demandado la sentencia del Tribunal por esta vía, pues es
bien sabido que así como la condena es individual, la legitimidad para acudir en
casación también lo es.

En este sentido se pronunció la Corte en la sentencia del 24 de febrero de 1.998 (M.P.


Dr. Juan Manuel Torres Fresneda) que ratifica el criterio de la Sala expuesto en los
autos del 10 de marzo (M.P. Dr. Dídimo Páez Velandia) y 5 de septiembre de 1.994
(M.P Dr. Guillermo Duque Ruíz).

Precisamente en la referida decisión del 10 de marzo de 1.994, la Sala señaló:

"Es cierto que el inciso segundo de dicho precepto permitía y lo sigue permitiendo hoy
la reforma (alude a la adoptada en la Ley 81/93, debiéndose afirmar lo propio en
relación con lo normado por la Ley 553/00), extender el recurso a "los delitos conexos,
aunque la pena prevista para éstos sea inferior a la señalada en el inciso anterior",
pero ha de entenderse tal precepto siempre que se haya impugnado el fallo por el
delito cuyo máximo punitivo l admite, o por lo menos, cuando se haya condenado por
él al recurrente así su cuestionamiento sólo se relacione con los conexos (por ser este
aspecto solamente conocido en el escrito de demanda).

Además de lo expresado en preedencia, existen otras razones que permiten arribar a


idéntica conclusión, a saber: a) En materia penal la responsabilidad es siempre
individual y por consiguiente la conexidad delictiva para efectos de viabilidad del
recurso extraordinario cuenta independientemente para cada procesado, y b) Porque
de no ser así, se estaría desconociendo el interés legítimo para recurrir, en la medida
en que no podría impugnar un procesdo condenado por el delito conexo cuyo máximo
punitivo no admite la casación a nombre del coprocesado condenado por el delito
cuya pena si la admite".

Por tanto, es claro entonces que la casación se extiende a aquellos delitos conexos en
relación con los cuales ella no procedería en principio dada la penalidad que les ha
señalado la ley, siempre y cuando el demandante haya sido condenado por punibles
que si la admiten, bien en un sólo proceso o en un trámite de procesos acumulados,
independientemente de que en relación con estos últimos no haya formulado
censura alguna.

2. Lo primero que debe acotarse es que tal y como se desprende de la reforma que en
materia de casación introdujo la referida Ley 553 en nuestro derecho procesal penal,
específicamente en relación con la denominada discrecional o exepcional, existe en la
actualidad una evidente abreviación del trámite, sin que esto signifique un
menoscabo de aquellos requerimientos que le son propios en razón de su especial
índole y que en concreto se manifiesta en la concentración que en su ejercicio deben
tener la interposición motivada de ella y la sustentación de las causales esgrimidas
con miras a quebrar la sentencia que es su objeto, de donde se desprende el deber
del demandante de destinar un acápite previo de la demanda para explicar

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sustentadamente la puntual finalidad que la motiva en un caso en el cual
ordinariamente no procede la casación, esto es, que debe exponer las razones por las
cuales se hace necesario un pronunciamiento de la Corte a efectos de consolidar su
pensamiento jurisprudencial en algún tema, o la garantía de los derechos
fundamentales, hecho lo cual le corresponde al libelista cumplir con los demás
requisitos señalados en el artículo 8° de la Ley y proponer los cargos en que se basa
el ataque, los cuales desde luego deben guardar perfecta armonía con las razones
justificadoras esbozadas previamente para la casación.

Pues bien, como se dejó visto, en este caso el defensor del procesado (...) en ningún
momento señaló que acudía a la casación discrecional, no obstante que, como ya se
observó, dada la sanción señalada en la Ley para el delito por el cual fue condenado,
esta era la única alternativa posible para demandar el fallo por esta vía, conforme lo
entendió la Magistrada Ponente al remitir el proceso ante la Corte.

Y, así como no advirtió el actor la índole de la casación propuesta, consiguientemente


habría también omitido exponer las razones por las cuales ella era viable, siendo
estas exigencias absolutamente indispensables para que la Sala pudiese entrar a
valorar los demás requisitos de una demanda en forma, todo lo cual la hace inepta,
debiendo declararse, como se anticipara, su inadmisión.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Auto Casación
FECHA : 03/05/2001
DECISION : Inadmite una demanda y declara ajustada otra
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cali
PROCESADO : MARTINEZ PAYAN, JULIO CESAR
PROCESADO : TAFUR MUÑOZ, ROSARIO EUGENIA
DELITOS : Concusión, Abuso de autoridad por omisión de
denuncia
PROCESO : 17508
PUBLICADA : Si

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ERROR DE DERECHO-Falso juicio de legalidad/ TESTIMONIO-No se requiere


previa citación al defensor para su validez/ CONFESION-Técnica para alegar
su desconocimiento/ FALSO JUICIO DE LEGALIDAD

1. En efecto, cuando se pretende en sede de casación el desquiciamiento de un fallo


con invocación de la causal tercera del artículo 220 del C. de P. P., debe demostrar el
demandante no sólo que la irregularidad es sustancial, sino además que ésta afecta
garantías de los sujetos procesales o que desconoce las bases fundamentales del
proceso, señalando en todo caso las consecuencias que un tal vicio acarrea.

Con todo, al referirse indiscriminadamente el censor a la violación del debido proceso


y al derecho a la defensa por el aducido desconocimiento del principio de
contradicción, que hace consistir en supuestos vicios en el diligenciamiento de la
prueba, bien porque "ninguna fue previamente decretada", ora porque "los
deponentes vierten su conocimiento de los hechos en el proceso de manera ilegal", o
también "porque el Juzgado escuchó los testimonios en mención, al parecer sin
ningún control"; es evidente que enfoca mal el cargo porque una censura de esta
naturaleza no se puede hacer con auspicio en la causal tercera, sino en la primera,
cuerpo segundo, más concretamente como error de derecho por falso juicio de
legalidad, toda vez que el desatino se habría presentado en el fallo en el momento en
que para fundamentar la condena el sentenciador le atribuye mérito a las probanzas
no obstante haberse practicado éstas con desconocimiento de las ritualidades
previstas para su existencia legal.

Es claro que un error como este es en principio in procedendo, o sea de actividad, de


rito o de trámite, y no in iudicando o de juicio que son los que se presentan en la
sentencia y están relacionados con el mérito de la decisión. Lo que ocurre es que el

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yerro no se queda en la simple irregularidad de la producción del medio probatorio
sino que el juez, en lugar de desestimarlo por su irritualidad, lo aprecia y le da valor
suasorio para fundamentar la sentencia, razón por la cual el desatino se presenta es
en el sentido del fallo, en la modalidad de un error de derecho por falso juicio de
legalidad que conduce a la violación indirecta de la ley sustancial, cuya enmienda
halla sustento en el segundo apartado de la causal primera y no en el motivo tercero
de casación como equivocadamente lo planteó el impugnante.

2. El señalamiento del día y la hora en que se llevará a cabo el diligenciamiento de la


prueba testimonial en ejercicio del postulado de investigación integral, aunque puede
corresponder a una previsión legal, no hace parte del rito propio de este medio de
convicción ni es presupuesto para su validez como equivocadamente piensa el
censor; al contrario, cuando los testimonios se recogen oficiosamente, aunque lo ideal
es avisar anteladamente su práctica, no siempre es aconsejable hacerlo por auto o
resolución específica y previa, pues ello multiplicaría el trámite y haría más engorrosa
la instrucción en perjuicio de la dinámica de la actividad probatoria en una etapa
como la de instrucción que debe caracterizarse por su agilidad y continuidad, pues
para ello tales diligencias están precedidas de un decreto general de pruebas, que
eso y no otra cosa significa la resolución de apertura de instrucción, en la cual, como
en el caso que ahora ocupa la atención de la Corte, no sólo se dispuso en concreto la
práctica de algunos testimonios sino que se ordenaron las demás pruebas "que sean
pertinentes y conducentes para el esclarecimiento de los hechos" (Fl. 35).

Aquella específica actuación previa sólo se impone por disposición expresa de la ley
en dos casos: primero, en tratándose de una prueba pericial (art. 264 del C.P.P.), lo
que resulta obvio frente a la necesidad de indicarle al perito los puntos sobre los
cuales debe versar su dictamen (art. 368 C.P.P.), y segundo, en el caso de una
inspección dispuesta en la causa o en la fase de instrucción, pero aún en esta última
se puede obviar la providencia que expresamente la ordena con tal de que una vez
practicada la diligencia quede garantizada la controversia de los elementos
probatorios recaudados en ella.

Ahora bien, si lo que se echa de menos es la posibilidad de controvertir los


testimonios incorporados al proceso no a espaldas de la defensa, como sin
fundamento se ha dicho, pero sí sin su previa y especial citación, bueno es advertir
que la condición de prueba causal o controvertida, en oposición a la sumaria, deviene
no de la real participación de los sujetos procesales en su práctica sino de la
posibilidad en que éstos se encuentran para discutirla en el proceso, garantía que por
el principio de publicidad que le es inherente está a salvo siempre que su aducción o
diligenciamiento se cumplan en desarrollo de la fase instructiva o la probatoria del
juicio.

3. Una vez más yerra el casacionista porque si lo pretendido era alegar la falta de
aplicación de la diminuente punitiva debido a la equivocación del sentenciador al dar
al testimonio de visu la connotación excluyente del fenómeno de la flagrancia, así
debió alegarlo y demostrarlo al amparo de la causal escogida, que bajo este supuesto
sería la adecuada. Empero, si la consideración del censor era la de que el tácito
desconocimiento de la flagrancia como evidencia procesal correspondía a que
indebidamente obstruía la rebaja de pena por un supuesto yerro del tribunal en la
apreciación del testimonio en que aquélla se apoya, lo debido era enrutar la censura
por la vía de la violación indirecta de la norma sustancial, demostrando, claro está, la
presencia del error de hecho (bien por suposición del testimonio en que el tribunal
fundó la flagrancia, o por distorsión de su contenido fáctico, o por haberse estimado
aquél sin sujeción a las reglas de la sana crítica) o de derecho (porque el medio
apreciado se allegó ilegalmente al proceso), y en todo caso dejando establecida la
incidencia trascendente del supuesto vicio en la negativa de la reducción punitiva
consagrada en la norma dejada de aplicar.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Sentencia Casación
FECHA : 03/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cundinamarca
PROCESADO : LUGO VILLAMARIN, JAIRO ENRIQUE
DELITOS : Homicidio
PROCESO : 11067
PUBLICADA : Si

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VIOLACION DIRECTA DE LA LEY-Interpretación errónea/ VIOLACION


DIRECTA DE LA LEY-Aceptación de los hechos y su prueba/ FALSEDAD EN
DOCUMENTO-Concepto/ DICTAMEN PERICIAL-Legalidad del emitido por un
particular/ INDICIO-Técnica para atacarlo en casación/ DICTAMEN PERICIAL-
Oficial: No revela hechos relacionados con el proceso/ PRUEBA PERICIAL

1. Suele ocurrir que la aplicación indebida o la falta de aplicación de una norma tenga
como motivo la errónea interpretación de la misma, al final y al cabo, ésta es una
operación que en la lógica de la decisión judicial precede a la activación del precepto,
pero indudablemente en este caso el error sólo se consuma cuando el precepto queda
excluido de manera evidente o se selecciona el que no corresponde a la facticidad.
La interpretación errónea per se, como sentido de la violación de la ley sustancial,
supone que ésta fue bien seleccionada, sólo que se ha trastornado su comprensión.

2. Suficientemente claro tiene dicho la Corte en torno al motivo de casación regulado


en la causal primera, cuerpo primero del artículos 220 del Código de Procedimiento
Penal, que sus fundamentos deben obedecer a un riguroso raciocinio jurídico, pues,
en tratándose de la violación directa de la ley sustancial, al demandante no le está
permitido plantear la comisión de errores por parte del juzgador en la tarea que le es
propia, como es la de examinar la prueba y calificar los hechos.

Lo anterior no significa cosa distinta a que el actor debe asumir los hechos tal cual
fueron declarados en el fallo y, de igual manera, aceptar el mérito persuasivo
asignado a los diferentes medios de prueba sustento de la decisión, pues, con esta
específica modalidad de la causal primera de casación, lo que le incumbe demostrar
es que el yerro se cometió por exclusión evidente de una disposición, selección
errónea de la misma o adjudicación de un falso sentido.

3. No obstante, debe aclararse que la conducta de falsedad en documentos


jurídicamente consiste en darle apariencia de verdad a aquello que en realidad no lo
es, propósito delictivo que bien puede lograrse mediante la impostura de una firma
ora por la adulteración del documento, o con la mixtificación de ambos elementos a
la vez. Por ello se habla de falsedad total o parcial.

4. La prueba pericial en el ordenamiento jurídico colombiano no puede salirse de los


controles judiciales en su formación, dado que requiere su previo decreto por
funcionario judicial y las partes a lo sumo están autorizadas para proponer
cuestionarios al perito (C. P. P., arts. 264 y 268); pero, de igual manera, el actor nada
dice o controvierte sobre la hipotética naturaleza documental privada del concepto
rendido por la grafóloga particular (...) y su posterior reconocimiento por la autora
ante funcionario judicial (fs. 18 a 33 y 113), lo cual denotaría la presencia de una
prueba no sólo auténtica, conforme con el artículo 252-1 del Código de Procedimiento
Civil, sino además legalmente aportada de conformidad con la autorización especial
conferida a la víctima o el perjudicado en el artículo 28 del Código de Procedimiento
Penal.

La trascendencia de la prueba grafológica particular también se ha dejado en vilo por


la demanda, porque el actor omite decir que si bien el Tribunal se refirió a ella para
afirmar que se oponía a las manifestaciones del dictamen grafológico oficial (fs. 549),
de todas maneras la responsabilidad de la acusada se fundamentó exclusivamente en
la prueba indiciaria.

5. Como en reiteradas ocasiones lo ha repetido la Sala, las glosas a la prueba


indiciaria en casación deben hacerse según se trate de cuestionar la prueba del hecho
indicador, la inferencia lógica o el poder de convicción del indicio, puesto que los
errores en cada caso son de distinta naturaleza (Cfr. Casaciones de mayo 30/96, M.P.
Dr. Fernando Arboleda Ripoll, abril 17/97 y febrero 26/98, M.P. Dr. Jorge Aníbal Gómez
Gallego, entre otras). En este último pronunciamiento, se expuso:

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"(…) importa recordar que cuando se trata de atacar en casación la prueba indirecta o
circunstancial (…) la Corte de manera reiterada ha señalado que, atendida la
estructura lógica del indicio, la censura puede dirigirse hacia cualquiera de los
distintos momentos de su construcción, ya sea en relación con la prueba sostén del
hecho indicador, ora respecto de la operación mental de inferencia del dato indicado,
o bien de la valoración individual o articulada de su poder persuasivo; sólo que es
preciso concretar en la demanda en cuál de esos momentos diversos se presenta el
yerro y de qué tipo es éste, si de hecho, por falso juicio de existencia -resultante de la
omisión o suposición del elemento constitutivo del hecho indicante o indicador- o por
falso juicio de identidad -debido a la distorsión del contenido fáctico de la prueba que
soporta aquella premisa del indicio, o por haberse desconocido las reglas de la sana
crítica en la estimación de la misma o de la inferencia que surge del raciocinio lógico-;
o si el error es de derecho, por falso juicio de legalidad, como resultaría por ejemplo
de la demostración del hecho indicante con una prueba irregularmente aducida o
incorporada al proceso."

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Sentencia Casación
FECHA : 03/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : VELASQUEZ RESTREPO, JENNY ADRIANA
DELITOS : Falsedad en documento privado
PROCESO : 13228
PUBLICADA : Si

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REDENCION DE PENA-Competencia de la Corte/ BENEFICIO


ADMINISTRATIVO/ LIBERTAD PREPARATORIA/ LIBERTAD PROVISIONAL/
PERSONALIDAD DEL PROCESADO

1. Como ya se advirtiera, aportado un nuevo elemento de juicio, en el sentido de que


la redención de pena se solicita para efectos de obtener la libertad preparatoria, debe
examinar la Corte si con él es viable el reconocimiento de la rebaja demandado.

En ese propósito, aunque así se halle cumplido el supuesto del artículo 102 de la Ley
65 de 1.993, resulta incuestionable que la Corte carece de competencia para admitir
la redención punitiva deprecada por cuanto el beneficio para el cual se reclama no es
posible entratándose de procesados, tal es la condición del petente, toda vez que a la
Sala, de conformidad con el Decreto 1.542 de 1.997, sólo le es dado el citado
reconocimiento, a más del que se suscite con ocasión de solicitudes de libertad
provisional, cuando se trate del beneficio administrativo del permiso hasta de 72
horas.

En ese orden, no teniendo el peticionario la calidad de condenado, sino de procesado,


no es viable en su favor la libertad preparatoria, y no siéndolo, deviene en

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incompetencia para la Sala el reconocer un descuento punitivo que se persigue con
propósito de que administrativamente se le conceda, por ello se abstendrá
nuevamente la Corte de redimir la pena que solicita el acusado Mauricio Eduardo
Gómez Sandoval.

2. Tampoco logra el recurrente hacer plausible su argumentación de inconformidad


frente al auto de abril 16 del año que cursa, por medio del cual se le negó la
liberación provisional, pues a más de que termina por aceptar que su situación no es
igual a la de aquél ex funcionario del Estado que fue liberado condicionalmente y que
le sirve supuestamente de elemento de confrontación para argüir una infundada
vulneración del principio de igualdad, no logra, en modo alguno desvirtuar el sustento
del que reiteradamente se ha valido la Sala para negarle la excarcelación que solicita,
pues, además de que la ley autoriza, artículo 415 del Código de Procedimiento Penal y
72 del Código Penal, la elaboración de un juicio sobre la personalidad de quien
reclama el beneficio, bien como liberación provisional ora como libertad condicional,
según que se trate de procesado o de condenado, sin que en ello pueda señalarse
afectada la presunción de inocencia, es evidente que se trata siempre de un juicio
valorativo, subjetivo, de las condiciones personales del procesado, por manera que no
podría esgrimirse un elemento de comparación, cuando en efecto, las condiciones en
ese aspecto se revelan diferentes.

En ese estado de cosas, las circunstancias que revelan la personalidad de quien


aspira a beneficiarse de la liberación resultan específicas y restringidas al ámbito
procesal al que se encuentra vinculado, de modo que su objetivización deviene en un
imposible porque se trata del análisis de la personalidad de quien reclama la
excarcelación, por ello mal puede, so pretexto de un mal entendido principio de
igualdad, pretenderse la aplicación de unas determinadas decisiones que
favorecieron a un ex Ministro, cuando indudablemente las circunstancias que hacen
referencia a la personalidad no son las mismas.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Auto Segunda Instancia


FECHA : 08/05/2001
DECISION : No repone decisiones que negaron redención de
pena y
libertad provisional
PROCESADO : GOMEZ SANDOVAL, MAURICIO EDUARDO
DELITOS : Concusión
PROCESO : 15454
PUBLICADA : Si

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FUERO-Gobernador: Competencia de la Corte Suprema para su juzgamiento/


PECULADO POR APROPIACION-Bien jurídico tutelado/ PECULADO-
Favorabilidad ley 190 de 1995/ GOBERNADOR/ FAVORABILIDAD

1. El numeral 4° del artículo 235 de la Constitución Política establece como atribución


exclusiva de la Corte Suprema de Justicia "juzgar" a los "Gobernadores" y su
parágrafo advierte que cuando "hubieren cesado en el ejercicio del cargo, el fuero
sólo se mantendrá para las conductas pu-nibles que tengan relación con las funciones
desempeñadas".

En el asunto que se estudia, es claro que el procesado (...) dejó de ser gobernador
desde junio de 1992, pero como las conductas objeto de la presente investigación se
relacionan con las funciones que desempeñó como primera autoridad civil del
Departamento del Vaupés, se conserva el fuero para que la Corte adelante el
juzgamiento, pues en su condición de tal fue gestor de la orden de pago en ejercicio
de una función oficial, a través de la cual logró que los dineros del presupuesto

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Departamental fueran situados en una cuenta personal de (...), con quien
mancomunadamente manejaba sus recursos personales. Resulta indiscutible,
entonces, que ese vínculo de ordenador del gasto y receptor de los dineros por
intermedio de terceros, constituyen el nexo con la función oficial desempeñada.

2. Simultánea a la apropiación es la ofensa al bien jurídico tutelado. En delitos como


el que ocupa la atención de la Sala, la administración pública es lesionada cuando el
servidor, debiendo ceñir su comportamiento a las normas constitucionales y legales
que organizan y diseñan estructural y funcionalmente todo lo relacionado con los
bienes -estatales, particulares o mixtos-, sintiéndose señor y dueño de las cosas que
con base en la confianza se le han entregado para que las custodie, cuide, administre
o vigile, las toma para sí y/o para otro, con lo cual rompe esa normatividad,
desmorona esas organización y estructura regladas e incurre y genera la sensación o
certeza de deslealtad, improbidad y ausencia de transparencia dentro de los
coasociados.

Realizado lo anterior, se concluye que el ex gobernador juzgado vulneró el bien


jurídico de la administración pública, afirmación que se ratifica si se observa que,
además, obró pluriofensivamente pues su conducta se dirigió y se concretó en dineros
conformantes del patrimonio del Estado.

3. En la resolución de acusación se le atribuyó al ex gobernador el tipo penal previsto


en el artículo 133 del Decreto 100 de 1980, modificado por el ar-tículo 2º. de la ley 43
de 1982, disposición que establecía una pena de 4 a 15 años de prisión, multa de
$20.000 a $500.000 e interdicción de derechos y funciones públicas de 2 a 10 años,
cuando el objeto material de la conducta pasara de quinientos mil pesos.

El artículo 19 de la ley 190 de 1995 modificó esa normatividad y estableció una pena
principal de 6 a 15 años de prisión, pero en el inciso segundo la disminuyó
considerablemente, de la mitad a las tres cuartas partes, en aquellas hipótesis en las
que el valor de lo apropiado no superara 50 salarios mínimos legales.

Como de la comparación de las dos disposiciones se establece que la última es más


favorable dado que el peculado que se juzga lo fue en cuantía inferior al tope
mencionado toda vez que para la época de los hechos el monto se habría establecido
en $3.259.500, procede la aplicación retroactiva del artículo 19 de la ley 190 de 1995.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON, NILSON


PINILLA PINILLA

Sentencia Unica Instancia


FECHA : 08/05/2001
DECISION : Condena, condena en perjuicios, concede
subrogado,
tiene como pena cumplida......
PROCEDENCIA : Corte Suprema de Justicia
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : BOCANEGRA PRIETO, RUDY
DELITOS : Peculado por apropiación
PROCESO : 14841
PUBLICADA : Si

Salvamento Parcial de Voto DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

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ERROR EN LA CALIFICACION JURIDICA-Técnica en casación/ CASACION-


Interés para recurrir-Apelación

1. Bajo los mismos argumentos de la pretensión principal acusa el demandante la


sentencia de segunda instancia de haberse dictado en un juicio viciado de nulidad por
desconocimiento del debido proceso, dado que al proferirse la resolución acusatoria
se habría incurrido en un error en la calificación jurídica de la infracción, en lo que
hace al punible contra la fe pública, pues a juicio del demandante, la imputación

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hecha por el delito de falsedad de particular en documento público es equívoca,
siendo la correcta, la de la suplantación personal. Este es, pues, el primer desacierto
sustancial en que incurre el libelista en la demanda, ya que, así haya acudido a la
subsidiariedad, es evidente que con ello pone de presente su confusión frente a la
correcta causal para demandar el yerro que acusa, no obstante que dice conocer la
jurisprudencia de la Sala sobre esta temática.

Por ello, lo primero que importa precisar, es que por tratarse de comportamientos
delictuales descritos típicamente en la sistemática del Código Penal dentro del mismo
título (VI) y capítulo (III) no es el motivo de nulidad el llamado a regular dicha
alegación, pues en este sentido múltiple y variada ha sido la jurisprudencia de la Sala
en sostener que esta clase de yerros son de naturaleza in iudicando, por cuanto
comprometen el juicio intelectivo del fallador, el cual bien puede presentarse por
defectos en la aplicación o interpretación de la ley o de manera mediata, esto es, a
través de la apreciación probatoria debido a falsos juicios de existencia por omisión o
suposición, identidad, o de legalidad, solo que en algunos casos, cuando la norma que
recoge correctamente el supuesto de hecho que da lugar a la imputación penal
implica un desplazamiento en el ordenamiento sustantivo a distinto título y capítulo
que conlleve a una variación en la denominación genérica de la conducta, es
necesario acudir, ahí sí, a la causal tercera de casación a efectos de que sea viable
corregir el error presente en el pliego acusatorio y sea también posible dictar fallo
conforme a ella, caso en el cual, su demostración, se impone por los derroteros de la
causal primera en cualquiera de sus modalidades.

Siendo lo anterior más que suficiente para desechar esta censura, no está de más,
agregar que la misma carece por completo de demostración, pues aparte de su mero
enunciado no se ocupó el demandante por explicar siquiera escuetamente las razones
por las que estima desacertada la calificación dada en la resolución acusatoria y por
qué, entonces, el delito de suplantación personal es al que se adecúa la conducta
desplegada por el procesado (…).

En lo que tiene que ver con el cargo principal, que presenta el casacionista con
sustento en el cuerpo primero de la causal primera de casación, discrepa la Sala de
las críticas que en tal sentido eleva el Delegado, pues conforme quedó dicho en
precedencia, este es uno de los eventos en que la proposición correcta de la censura
se impone por los derroteros de la referida causal y no por el motivo de nulidad, toda
vez que, como se dijo, se trata de conductas punibles reguladas dentro del mismo
título y capítulo de la codificación sustantiva, correspondientes, por ende, a idéntica
denominación genérica, que además, en este evento, la adecuación que por esta vía
se reclama tiene consecuencias punitivas inferiores a la deducida en la resolución
acusatoria.

En este sentido, es precisamente la decisión que cita el recurrente como fundamento


para invocar el yerro al amparo de la causal primera, pues:

"Cuando el juez al dictar sentencia, se equivoca en la calificación jurídica de los


hechos precitados en la acusación , porque adecúa la conducta investigada dentro de
un tipo penal distinto del que la describe, la causal aducible en casación dependerá
de la naturaleza del yerro. Si compromete el nomen iuris, entendiendo por tal la
denominación genérica bajo la cual se agrupan distintos tipos penales dentro de un
mismo Capítulo de la Parte Especial del Código Penal, la causalalegable será la
tercera. Pero si el nomen iuris se mantiene dentro del género, la causal a invocarse
será la primera" (Auto de febrero 18 de 1.997, M.P. Dr. Fernando Arboleda Ripoll, Rad.
11.768).

2. Dando por descontado, así, que en este caso resulta correctamente escogida la
causal primera de casación para demandar el error en la selección del tipo penal
contra la fe pública objeto de imputación en la resolución acusatoria, puesto que de
prosperar no sería necesario invalidar lo actuado, sino que podría la Corte entrar a
dictar fallo de reemplazo sin que se presente incongruencia desde el punto de vista
del nombre genérico de la infracción, forzoso se hace advertir que frente a tal
alegación la defensa de (...) no tiene interés para demandar en casación por cuanto al
interponer el recurso de apelación no se mostró inconforme con esta imputación en
concreto.

En efecto, las razones que para apelar tuvo el profesional que encarnaba la defensa
del procesado cuando se profirió el fallo de primer grado, se contrajeron a sostener

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que la prueba recaudada no demuestra participación alguna de aquél en tales ilícitos,
y menos que haya obtenido algún beneficio por su proceder.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 08/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : GARCIA GOMEZ, ELIAS
DELITOS : Falsedad material de particular en doc. púb.,
Estafa
agravada
PROCESO : 15025
PUBLICADA : Si

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APELACION-Sentencia: Efecto suspensivo/ LIBERTAD PROVISIONAL-


Competencia del juez de segunda instancia/ REDENCION DE PENA-Para su
reconocimiento el juez está sometido al imperio de la ley/ REDENCION DE
PENA-Requisitos: Iguales para detenidos domiciliariamente o en centros de
reclusión/ REDENCION DE PENA POR ESTUDIO Y ENSEÑANZA/
DETENCION DOMICILIARIA

1. De acuerdo con el artículo 204 a) del Código de Procedimiento Penal, la apelación


de la sentencia se surte en el efecto suspensivo, y en virtud del artículo 203-1 del
mismo estatuto, cuando se trata de tal efecto la competencia del inferior se suspende
desde cuando se profiere la providencia que concede el recurso. Si, como se demostró
atrás, el Tribunal resolvió la petición de libertad inicialmente presentada y la
documentación que extrañaba llegó después de concedida la impugnación, resulta
evidente que no podía ocuparse de una nueva petición de libertad, entre otras cosas
porque no se le había hecho.

2. Es cierto que según el inciso 4º del numeral 2º del artículo 415 del Código
Procedimental, "...la libertad provisional...será concedida por la autoridad que esté
conociendo de la actuación procesal al momento de presentarse la causal...". Sin
embargo, ello no significa que la Corte no pudiera hacerlo, porque:

-El Tribunal, se repite, había perdido competencia y con el argumento de que la causal
habría surgido estando en sus manos el expediente, no se le podría obligar a
prorrogar su capacidad de conocimiento del asunto.

Como se trata de una causal centrada en el transcurso del tiempo, por tránsito del
mismo y/o por abono, no desaparece por el hecho de que haya surgido en primera
instancia. En una sana interpretación de las normas, acorde con la naturaleza de las
cosas, con el decurso naturalístico del tiempo, es obvio que a partir de su concreción
se sigue presentando, perdura, y no resulta eliminada por el paso del asunto de un
juez a otro. A partir de aquí, sería ilógico pensar que, por ejemplo, durante el juicio no
sería posible pronunciamiento alguno sobre la libertad porque las exigencias legales
se habrían cumplido durante la instrucción; o que un funcionario de 2a. instancia no
podría decidir sobre el mismo fenómeno porque el de 1a., concurriendo los requisitos
legales en su sede, no hubiera procedido de oficio al decreto liberatorio o un defensor,
vgr., no hubiera caído en cuenta y se hubiera abstenido, por ello, de pedir la libertad.

3. El artículo 228 de la Constitución Política, entre otras cosas, afirma que en la


actuación judicial prevalece el derecho sustancial. Sin embargo, ello no implica la
supresión o la evitación del nacimiento de la ley sino, al contrario, la necesidad de la
misma para que la desarrolle mediante reglas, por ejemplo aquellas nítidamente
expuestas en la ley 65 de 1993 (Código Penitenciario y Carcelario) y en las
disposiciones subsiguientes que regulan el funcionamiento de esta regla. Agréguese a
lo dicho, como es apenas obvio, que la Constitución es un mandato general,
abstracto, equivalente a una ley que fija un marco elástico que debe ser conformado

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y precisado más adelante, por medio de la ley común y corriente, salvo, naturalmente
en aquellas hipótesis en las que la Carta manda de manera inmediata.

De lo expuesto surge algo incontrovertible: si conforme con el contenido del artículo


230 de la Constitución Política, el juez está sometido al imperio de la ley y si ésta
reglamenta lo relacionado con la detención domiciliaria, con el cumplimiento de la
pena, con las finalidades de la misma, con la redención de sanciones y con el
tratamiento penitenciario y la resocialización -que no lo hace directamente la Carta-,
no es posible que tal funcionario, haciendo caso omiso de la ley que no viola la Norma
Superior, pretenda aplicar, sin más, directamente la Constitución. Seguramente por
ello el artículo 123-3 de ésta dispone que los servidores públicos deben ejercer sus
funciones "...en la forma prevista por la Constitución, la ley y el reglamento".

También es cierto que existen varias labores que sirven para redimir pena y de la
forma de hacerlo. Pero el legislador colombiano ha escogido unas y ha establecido la
reglamentación pertinente, como emanación del ius puniendi que compete
exclusivamente al Estado, dado el carácter básicamente público del derecho penal,
con lo cual excluye toda posibilidad de que el particular, por sí mismo, pueda
determinar las causales de redención punitiva y la manera de materializarlas. Y si la
ley penitenciaria fija los trabajos válidos para redimir pena (artículo 80), dice quién y
cómo evalúa y certifica el trabajo en la medida en que se va realizando (artículo 81),
regula lo referente a los contratos de trabajo (artículo 84) y especifica los requisitos
exigidos para el trámite y reconocimiento de la redención, es irracional, por ilógico y
contradictorio, pensar que esa normatividad pueda ser soslayada para entrar a
predicar cualquier trabajo, en cualesquiera condicio-nes, como aptos para la
reducción cuantitativa de la pena.

4. Afirma la defensa que la detención domiciliaria es una institución nueva que


amerita también la creación de nuevos mecanismos dirigidos a la redención. A pesar
de la asevera-ción, es evidente que la figura forma parte del Código de Procedimiento
Penal de 1991 -artículo 396- y que la ley peni-tenciaria es muy posterior, de donde se
desprende que la re-gulación esencial establecida en esta para la detención tam-bién
es predicable de la detención domiciliaria. Valga recordar, para los efectos que
ocupan la atención de la Sala, que la principal diferencia entre las dos especies de
detención es el lugar donde se cumple, diversificación que no impide predicar de los
dos institutos las regulaciones básicas del trabajo y el estudio, el seguimiento cercano
de uno y otro, su calificación y su reglamentación, su previa observación y
autorización, etc.

No se trata, como lo afirma el defensor, de quebrantar el derecho a la igualdad de


quienes están recluidos en su do-micilio, sino precisamente de exigir tanto de los
detenidos in-tramuros, como de los privados de libertad domiciliariamente, el
cumplimiento de las principales reglas legales que se ocupan de la redención de pena
(programación, autorizaciones, plani-llas de control, evaluaciones, etc.) que se
encuentran en la Ley 65 de 1993 y demás disposiciones que se ocupen de ello.

Se violaría, ahí sí, la igualdad, si se aceptara la pro-puesta de la defensa, en el


sentido de permitir que para des-contar pena el detenido en su domicilio se dedicara
a la activi-dad que a bien tuviera sin sujeción ni control de las autorida-des
penitenciarias, en tanto que el reducido a un estableci-miento carcelario fuera
sometido al Código Penitenciario y de-más disposiciones que regulan el fenómeno.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Auto Segunda Instancia


FECHA : 08/05/2001
DECISION : No repone auto del 28-03-01 que negó la libertad
provisional
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : PINILLA CUERVO, JOSE HERNANDO
DELITOS : Peculado por apropiación, Prevaricato por acción
PROCESO : 18222
PUBLICADA : Si

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VIOLACION INDIRECTA DE LA LEY-Concreción del error/ ERROR DE


DERECHO-Falso juicio de legalidad, falso juicio de convicción/ FALSEDAD EN
DOCUMENTO PRIVADO

1. Lo que la demandante no tuvo en cuenta es que, como bien lo acota la


Procuraduría, esa declaración que se echa de menos y la indagatoria rendida ante el
funcionario instructor dentro de este proceso penal resultan similares en su
contenido, pero ya en la ampliación de la misma diligencia, la implicada cambió su
versión inicial y fue a ésta a la que el fallador otorgó credibilidad, por encontrarla más
acorde con el restante material probatorio.
...

Para el juzgador, la segunda versión rendida por la implicada encontró respaldo en los
documentos aportados por ella en esa oportunidad (fls 578 y ss del c.o.2) los cuales, a
la postre, sirvieron para determinar que las explicaciones presentadas por (...)
carecían de cualquier respaldo.

Es tan evidente la situación puesta de presente, que la misma libelista la admite


cuando intenta explicar que si la señora (...) desmintió todo lo afirmado, se debió a
que se encontraba frente a un proceso penal lo que la llevó a desconocer la realidad
de los hechos.

Esta es solo una apreciación subjetiva que nada aporta a la demostración del yerro
denunciado, sino que torna confusa la censura porque se denuncia una omisión
probatoria, para luego formular opiniones contrarias a las del juzgador, con lo que
resulta imposible la demostración del error pregonado.

Si se pretende desvirtuar la doble presunción de acierto y legalidad que cobija a los


fallos de instancia, es necesario demostrar que el juzgador incurrió en un error de tal
trascendencia que de no haberlo hecho, otro habría sido el sentido de la decisión que
se objeta. Pero la diferencia de opiniones que se tengan con lo plasmado en los fallos
de instancia, no constituye error manifiesto de apreciación probatoria.
...

Ninguna razón le asiste a la libelista para asegurar que no es posible atribuirle a su


representado la adulteración de las actas, ya que su actuación generó investigaciones
de diversa índole que protegen intereses también distintos, sin que por tratarse de los
mismos hechos ambas deban correr la misma suerte.

La censora parece confundir el falso juicio de existencia con la circunstancia de no


otorgarle mérito a determinado medio de prueba pues, como se ha visto hasta este
punto, no es que las pruebas señaladas como omitidas se hayan dejado de reconocer
fenoménicamente, sino que el juzgador no les atribuyó el mérito que la demandante
reclama.

Los fundamentos en que se soporta demostración del cargo son inaceptables, ya que
no consultan la realidad probatoria contenida en autos, y de esa manera continua la
demandante atribuyendo errores al juzgador que no han tenido real ocurrencia.

2. El error de derecho en la apreciación de las pruebas se presenta cuando el


sentenciador admite como prueba y le confiere valor probatorio a un elemento de
convicción que se aportó al proceso sin el lleno de los requisitos legales (falso juicio
de legalidad) o cuando no le otorga a la prueba el mérito preestablecido en la ley o le
asigna uno diverso al consagrado por aquella (falso juicio de convicción).

La demandante no encauza su alegato a la demostración de una de tales


posibilidades ya que asegura que las actas aportadas por la señora (...) no pueden
constituir prueba del estado en que llegaron al banco. Luego advierte que "la prueba
en sí es equívoca" e impide llegar a la apreciación hecha por el fallador y que "tal
yerro de percepción en las pruebas documentales" ocasionó que el sentenciador
aplicara indebidamente el artículo 121 del Código Penal.

Esta amalgama de argumentos, no sólo resulta extraña e incompatible con el motivo


de casación invocado, derivado de la inaceptable pretensión de querer enrostrar

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como errores atacables en casación las inconformidades de quien demanda contra lo
resuelto en el fallo censurado.

También es evidente que no se enfretan los razonamientos del sentenciador ya que el


reclamo del sentenciador se centra en atribuirle responsabilidad a la co-procesada (...)
en la alteración de las actas, cuando en el fallo jamás se desconoció su participación.
Muy claro quedó que la citada señora adicionó algunas de las actas y que ella misma
así lo aceptó en su ampliación de indagatoria. Pero también se dejó establecido que
se trató de una actuación mancomunada de ella y el procesado (..), respecto de quien
obran los elementos de prueba suficientes que determinan su responsabilidad, cuyo
análisis y valoración se ajustan a los parámetros legales.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Sentencia Casación
FECHA : 10/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : SIERRA ZULUAGA, OMAR YAMEL
DELITOS : Falsedad en documento privado
PROCESO : 13449
PUBLICADA : Si

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CONCURSO APARENTE DE TIPOS-Factores determinantes-Soluciones/


PRINCIPIO DE ESPECIALIDAD/ PRINCIPIO DE CONSUNCION/ PRINCIPIO
DE SUBSIDIARIEDAD-Como solución al concurso aparente de tipos/
CONSULTA-Competencia ilimitada del superior/ REFORMATIO IN PEJUS-
Legalidad de la pena/ FALSEDAD PERSONAL/ EXTORSION

1. La Corte ha reiterado, y en esto concuerda con la doctrina mayoritaria, que el


concurso aparente de delitos tiene lugar cuando una misma situación fáctica
generada por la conducta del autor pareciera poderse adecuar a las previsiones de
varios tipos penales, cuando en realidad una sola de estas normas es aplicable al
caso concreto, debido a que las demás resultan descartables por defecto en su
descripción legal, o, contrario sensu, porque las hipótesis que contienen van más allá
del comportamiento exteriorizado por el sujeto activo.

En tales eventos, cuando el concurso es aparente, el intérprete debe seleccionar la


única norma a la cual de verdad se adecua típicamente la conducta, pues verificada la
unidad de acción los aplicadores del derecho penal deben evitar que una persona sea
sancionada varias veces a pesar de haber desarrollado una sola conducta penalmente
relevante.

Para solucionar racionalmente el concurso aparente de tipos, en el sentido de


seleccionar la norma que resulte adecuada, la doctrina ha depurado varios criterios,
entre ellos los principios de especialidad, subsidiariedad y consunción, aceptados
también por la jurisprudencia de la Sala:

"Una norma penal es especial cuando describe conductas contenidas en un tipo


básico, con supresión, agregación, o concreción de alguno de sus elementos
estructurales. Por consiguiente, para que un tipo penal pueda ser considerado
especial respecto de otro, es necesario que se cumplan tres supuestos
fundamentales: 1) que la conducta que describe esté referida a un tipo básico; b) Que
entre ellos se establezca una relación de género a especie; y, c) Que protejan el
mismo bien jurídico. Si estos presupuestos concurren, se estará en presencia de un
concurso aparente de tipos, que debe ser resuelto conforme al principio de
especialidad: lex specialis derogat legi generali.

Un tipo penal es subsidiario cuando solo puede ser aplicado si la conducta no logra
subsunción en otro que sancione con mayor severidad la transgresión del mismo bien

92
jurídico. Se caracteriza por ser de carácter residual, y porque el legislador, en la
misma consagración del precepto, advierte generalmente sobre su carácter accesorio
señalando que solo puede ser aplicado si el hecho no está sancionado especialmente
como delito, o no constituye otro ilícito, como acontece, por ejemplo, con el abuso de
autoridad (art.152, modificado por el 32 de la ley 190 de 1995), o el empleo o
lanzamiento de sustancias u objetos peligrosos (artículo 198 ejusdem), entre otros.

De acuerdo con lo expresado, dos hipótesis pueden llegar a presentarse en el proceso


de adecuación típica frente a disposiciones subsidiarias: 1) Que la conducta
investigada corresponda a la del tipo penal subsidiario exclusivamente; y, 2) Que
simultáneamente aparezca definida en otro tipo penal de mayor jerarquía (básico o
especial) que protege el mismo bien jurídico. En el primer supuesto ningún
inconveniente se presenta, pues siendo una la norma que tipifica la conducta, se
impone su aplicación. En el segundo, surge un concurso aparente de tipos que debe
ser resuelto con exclusión de la norma accesoria, en virtud del principio de
subsidiariedad: lex primaria derogat legis subsidiariae.

Finalmente se tiene el tipo penal complejo o consuntivo, que por regla general se
presenta cuando su definición contiene todos los elementos constitutivos de otro de
menor relevancia jurídica. Se caracteriza por guardar con éste una relación de
extensión-comprensión, y porque no necesariamente protege el mismo bien jurídico.
Cuando esta situación ocurre, surge un concurso aparente de normas que debe ser
resuelto en favor del tipo penal de mayor riqueza descriptiva, o tipo penal complejo,
en aplicación del principio de consunción: lex consumens derogat legis consumptae.
(Radicación 12.820. Sentencia del 18 de febrero de 2000. M.P. Dr. Fernando Arboleda
Ripoll)

Razón asiste al Procurador Delegado en tanto afirma que el cargo debe desestimarse
puesto que el caso que involucra al señor (...) configura un concurso material y
heterogéneo entre los delitos de falsedad personal y extorsión en la modalidad de
tentativa, debiendo, en consecuencia, desecharse la aplicación del principio de
subsidiariedad como solución al conflicto aparente aducido por el demandante, ya
que la disyuntiva es francamente inexistente.
...

Como advierte el Procurador Delegado, es claro que la suplantación del señor (…),
ocurrió cuando la extorsión ya había iniciado a ejecutarse y alcanzado el grado de
tentativa, pues este delito contra el patrimonio es de peligro, no de resultado; y, de
otra parte, aquel ilícito contra la fe pública tuvo una finalidad adicional y distinta al
provecho económico, consistente en ocultar la identidad de los implicados para eludir
a las autoridades y así poder usufructuar el dinero que pensaban conseguir
ilegalmente.

2. La subsidiariedad es un método de solución al concurso aparente de tipos penales


al que se puede acudir cuando la única conducta punible realmente cometida
pareciera acomodarse al mismo tiempo a los supuestos fácticos de dos normas
penales, con la condición de que una de ellas sea subsidiaria respecto de la otra, que
se considera básica o especial.

El tipo catalogado como principal contiene en su redacción más amplitud en las


hipótesis conductuales que describe y generalmente prevé mayor punibilidad para la
misma conducta, porque a ésta se añaden notas o ingredientes que la hacen especial.
El otro, en cambio, ha dado en llamarse subsidiario debido a que el legislador en su
propio texto hace la salvedad de que será aplicado siempre y cuando no constituya
otro delito sancionado con pena mayor, pero con relación al bien jurídico de la misma
naturaleza.

3. Sobre este tópico la jurisprudencia de la Sala, acorde con la Corte Constitucional,


ha reiterado de tiempo atrás que la correcta hermenéutica del artículo 206 del Código
de Procedimiento Penal, modificado por el artículo 29 de la Ley 81 de 1993, permite
inferir que las sentencias no anticipadas proferidas por los jueces regionales siempre
son consultables, aún cuando contra ellas se interponga el recurso de apelación*.

La frase "son consultables cuando contra ellas no se interponga recurso alguno"


contenida en dicha norma establece el deber que tiene el superior funcional de
revisar oficiosamente y en su integridad las actuaciones procesales en los eventos
que contempla, sin necesidad de esperar que las diligencias le sean enviadas con
ocasión de los recursos ordinarios interpuestos por los sujetos procesales.

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Dando alcance a la citada frase, con ponencia del H. Magistrado Fernando Arboleda
Ripoll, en sentencia del 21 de octubre de 1998, la Sala indicó:

"La expresión "son consultables cuando contra ellas no se hubiere interpuesto el


recurso de apelación", utilizada en normatividades anteriores (ley 17 de 1975, art. 1º
y Decreto 050 de 1987, art.210), e incorporada hoy con algunas variantes en el texto
del artículo 29 de la ley 81 de 1993, tenía entonces razón de ser porque el recurso de
apelación otorgaba competencia al ad quem para conocer sin limitaciones de la
providencia impugnada (Ley 17 de 1975, art. 3º y Decreto 050 de 1987, art. 538),
tornando por contera innecesaria la consulta, e imprimiéndole a ésta un verdadero
carácter subsidiario.

"Frente a la normatividad actual, en que el recurso de apelación otorga competencia


al superior para decidir únicamente sobre los aspectos impugnados, una
consideración de esta índole pierde vigencia, no siendo posible postular que la
consulta es subsidiaria de la apelación.

"La supletoriedad del instituto de la consulta ha de ser entendida en relación con los
aspectos que no han sido objeto de apelación, y sin que la interposición del recurso
comprometa la potestad del ad quem, derivada de la ley, de poder reformar sin
limitación alguna la decisión consultada, aún en los aspectos impugnados y en
perjuicio del procesado.

"Totalmente equivocado resulta, por consiguiente, impugnar un determinado aspecto


de la decisión consultable, en el entendido de que así se impide su examen integral
por la segunda instancia, o que de esta manera el procesado en cuyo nombre se
apela amparado por el principio de no reformatio in pejus"

También ha dicho la Sala en repetidas ocasiones que el instituto procesal de la


consulta no es un medio de impugnación ni un recurso, sino un mecanismo de
revisión de la legalidad de ciertas decisiones judiciales, que opera por ministerio de la
ley, y que debe cumplir ex oficio el superior funcional de quien la ha proferido, pues
se funda en razones de interés general y es de carácter imperativo.

De no ser así bastaría que el interesado interpusiera el recurso de apelación contra la


providencia que de suyo es consultable, para extraerle de un tajo tal carácter, dando
al traste con el grado jurisdiccional de consulta, que en manera alguna fue previsto
por el legislador como un mecanismo destinado a operar dependiendo de la voluntad
de los sujetos procesales.

Cabe recordar que la Corte Constitucional en sentencia C-583 del 13 de noviembre de


1997, (M.P. Dr. Carlos Gaviria Díaz) declaró exequible el artículo 217 del Código de
Procedimiento Penal, modificado por el artículo 34 de la Ley 81 de 1993, en cuanto la
consulta habilita al superior para decidir sin limitación alguna sobre la providencia
consultada o la parte pertinente de ella. A diferencia de la apelación que permite
revisar únicamente los aspectos impugnados.

4. No podía el superior funcional pasar por alto los desaciertos en el cálculo de la


pena vertidos en la sentencia de primera instancia, so pretexto de la prohibición de la
no reformatio in pejus, pues esta veda jurídica no tiene cabida cuando el A-quo haya
ignorado el principio de legalidad de los delitos y de las penas, y de contera el debido
proceso.

La institución jurídica comúnmente denominada prohibición de la reformatio in pejus,


o reforma peyorativa, o reforma en lo peor ha sido ampliamente alinderada por la
jurisprudencia de la Sala de Casación Penal, especialmente en cuanto a explicar que,
a pesar de su constitucionalización, el artículo 31 de la Carta no ha consagrado un
derecho absoluto y sin excepción alguna para los condenados que apelan como parte
única la sentencia.

La Sala ha sido reiterativa en determinar que la prohibición de la reformatio in pejus


no tiene lugar cuando la sentencia materia del recurso de apelación ha desconocido
el principio de legalidad.

Ejemplar y de enorme valor ilustrativo es la Sentencia del 28 de octubre de 1997, con


ponencia del Honorable Magistrado Dr. Carlos E. Mejía Escobar. En ella se expresó:

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"La Sala ha venido considerando que dada la constitucionalización del principio de
legalidad y habida cuenta del mandato que sobre el carácter normativo de la Carta
contiene la propia Constitución, no es posible sostener la prevalencia de la prohibición
de reforma en peor de las sentencias (Art 31 C.P.), para aplicar ésta última disposición
en prejuicio de aquel. La garantía fundamental que implica el principio de legalidad
(C:P. art 29) no se puede agotar en la recortada perspectiva de la "protección del
procesado" en un evento determinado, sino que ella trasciende en general a todos los
destinatarios de la ley penal a fin de que el Estado ( a través de los funcionarios que
aplican la ley, esto es, los jueces ) no pueda sustraerse de los marcos básicos (mínimo
y máximo) de la pena declarada por el legislador para cada tipo penal o para cada
clase de hecho punible.

"Grave perjuicio a la igualdad de todos ante la ley penal (basilar en el Estado de


Derecho) se originaría de admitir que por la vía particular de la sentencia, un sujeto
de derecho pudiese recibir penas más allá de los límites máximos dispuestos por el
legislador, o que estén por debajo de sus límites mínimos, o no consagrados en ley.
De ahí que se acuda al principio de coexistencia de las disposiciones constitucionales
para intentar un marco de aplicación que no sacrifique ninguna de las garantías
(legalidad de la pena y exclusión de reformatio in pejus) en detrimento de la otra, y
que de paso tampoco desconozca principios, valores y derechos también
fundamentales como los de separación de poderes (arts. 1 y 113 C.P.), sometimiento
del juez al imperio de la ley (entendiendo en ella a la constitución misma) (arts 4 y
230 C.P.), primacía y aplicación inmediata de los derechos fundamentales (arts 84,93,
y 94 C.P.), y reserva del legislador para la expedición de códigos (arts. 28 y 150 C:P)
entre otros.

Para el Tribunal Nacional, se insiste, era imperativo restablecer la legalidad ignorada,


es decir aplicar las sanciones dentro de los parámetros previstos por el legislador. Al
enmendar el desatino palpable en la sentencia de primera instancia, consistente en
reprimir como si fuera tentado el delito de falsedad personal, a pesar de haber
admitió su consumación, y fijar desfasadamente los mínimos punitivos, si bien es
cierto se vio obligado a aumentar la pena hasta empalmarla con la legalidad, no
incurrió en desconocimiento de la prohibición de la reformatio in pejus.
_______________________
* Confrontar: Radicación 12.741.Sentencia del 5 de septiembre de 2000. M.P. Dr.
Edgar Lombana Trujillo

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Sentencia Casación
FECHA : 10/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal
CIUDAD : Nacional
PROCESADO : GOMEZ CABRERA, MIGUEL ANTONIO
PROCESADO : MONROY, URIEL
PROCESADO : ARIAS OROZCO, EDGAR
DELITOS : Tentativa de extorsión, Falsedad personal
PROCESO : 14605
PUBLICADA : Si

Aclaración de voto DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL


Salvamento de Voto DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON
Salvamento de Voto DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

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CASACION-Principio de limitación/ CASACION-Principio de autonomía de los


cargos/ ERROR EN LA CALIFICACION JURIDICA-Técnica en casación/
RESOLUCION DE ACUSACION-Resolución de situación jurídica: No es
limitante/ DEFENSA TECNICA/ RESOLUCION DE SITUACION JURIDICA

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1. Como lo ha reiterado la jurisprudencia de la Sala, no basta presentar un escrito
donde se acusen yerros in procedendo para que se proceda a su estudio, sino que,
como lo impone el carácter rogado de la casación, es indispensable que se demuestre
que dicha irregularidad socavó, de modo grave, la estructura del proceso (error de
estructura) o afectó las garantías de los sujetos procesales (error de garantía), caso
contrario, la censura quedará en un simple enunciado que la Corte, en virtud del
principio de limitación, no puede entrar a complementar.

2. En el presente asunto, se observa que el actor desconoce el principio de autonomía


de los cargos, en razón a que al interior de la misma censura entremezcla tres
reproches de nulidad que dada su diferente naturaleza y alcance invalidatorio,
referido a diferentes estadios procesales, ha debido presentar y desarrollar de manera
separada y respetando su prioridad, toda vez que considera que en el pliego de
cargos se incurrió en error en la denominación jurídica de los hechos imputados, así
mismo que no hay concordancia entre éste y la resolución que definió la situación
jurídica y que se violó el derecho de defensa.

3. Siendo del caso que la Sala reitere que cuando el fallador se equivoca en el proceso
de adecuación típica, calificando la conducta con el nombre que corresponde a otro
delito, se está en presencia de un error de mérito o in iudicando que, como tal, debe
acusarse al amparo de la causal primera y corregirse dictando el fallo de sustitución.
Pero puede acontecer, como en este caso, que, por excepción, el vicio in iudicando
trascienda a la validez de la actuación, en forma tal que si se enmendara con
fundamento en la primera se generaría un nuevo dislate, al no quedar la sentencia en
consonancia con la resolución de acusación, lo que ocurre cuando el delito que
erróneamente se imputa en el pliego de cargos y el que se ha debido atribuir
corresponden a distinto capítulo del Código Penal. Pero como en este evento, el
desatino sigue siendo de mérito, aunque debe denunciarse y remediarse por la causal
tercera, debe desarrollarse conforme a la técnica que gobierna a la primera,
debiéndose, por ende, señalar la forma de quebrantamiento de la ley sustancial, si
directa o indirecta, y en esta hipótesis, la naturaleza del vicio cometido, si de hecho o
de derecho, y el falso juicio que lo determinó (existencia, identidad, raciocinio,
legalidad o convicción), con indicación de las pruebas comprometidas y la
trascendencia del error en las conclusiones.*

4. En lo atinente al segundo vicio que menciona, a saber, haberse proferido resolución


de acusación por el porte de armas de fuego de defensa personal, no obstante no
haberse comprendido este punible en la resolución que definió la situación jurídica,
además de que tampoco lo desarrolla, ninguna razón le asiste, ya que, como lo ha
reiterado la Sala **, lo que exige la norma (art. 438 del C. P. de P.) es que no se cierre
investigación sin haberse definido situación jurídica, pero no señala límites a la
facultad que tiene el funcionario para calificar el proceso sin consideración a los
hechos incriminados en esa determinación.

Es en la resolución de acusación donde se definen los cargos, por lo que debe existir
congruencia entre ella y la sentencia, la que no se exige entre ésta y la providencia
que define la situación jurídica, pues si con posterioridad a ese momento se puede
seguir investigando es de esperar que las nuevas pruebas den lugar a modificaciones,
las que, incluso, pueden darse sin que surjan otros medios de convicción,
simplemente porque al momento de calificar se tenga una mejor comprensión de lo
ocurrido y más informado criterio para decidir.

"En síntesis, lo que se califica a continuación del cierre de la investigación son los
hechos que fueron objeto de la misma y sobre los cuales se indagó al sindicado y para
hacerlo el criterio que se hubiera expuesto en la definición de la situación jurídica no
constituye ninguna limitante, todo lo contrario, si en ese pronunciamiento se hubiera
cometido algún error, es la oportunidad para subsanarlo. Dicho de otra manera, si
bien la definición de la situación jurídica es un requisito procesal para cerrar la
investigación, su contenido no limita el de la calificación".***

5. Es preciso que la Sala reitere que no siempre la mejor defensa es aquella que
atiborra el proceso de peticiones y recursos, sin cuidarse de su pertinencia, que
insinúan más un propósito dilatorio que defensivo.****

___________________________
* Ver entre otras, casación 10.036, noviembre/97, M.P. Dr. Carlos Augusto Gálvez Argote;
10055, diciembre/98, M.P. Dr. Fernando Arboleda Ripoll, julio 29/99 y marzo/2000, M.P. Dr. Jorge
E. Córdoba Poveda

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** Auto 24 de julio/97, M.P, Dr. Ricardo Calvete Rangel; auto junio/98, M.P. Dr. Jorge E. Córdoba
Poveda, casación 12741 agosto 3/2000, M.P. Dr. Edgar Lombana Trujillo.
*** Auto julio 24 de 1997. M.P. Dr. Ricardo Calvete Rangel.
**** Casación 11040 octubre 22/99 M.P. Dr. Jorge Aníbal Gómez Gallego, entre otras.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Sentencia Casación
FECHA : 11/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Antioquia
PROCESADO : BENJUMEA SUAZA, JORGE ALBEIRO
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Porte de armas de
defensa
personal, Homicidio agravado
PROCESO : 14670
PUBLICADA : Si

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DEFENSA TECNICA-Silencio como estrategia defensiva/ AUTOS


INTERLOCUTORIOS/ REINTEGRO DE LO APROPIADO-Técnica en casación/
CIRCUNSTANCIAS DE ATENUACION PUNITIVA/ PECULADO POR
APROPIACION

1. La simple falta de actividad visible de los defensores no necesariamente genera


vulneración del derecho de defensa, de constituir actitud meramente expectante, en
la razonable táctica de dejar actuar sin postulación ni oposición expresa, tolerando el
recaudo probatorio y no impugnando las providencias, de no apreciarse que la
actividad manifiesta podría fundadamente reportar beneficios para el sindicado.

Así lo ha expresado reiteradamente esta Sala, por ejemplo el 11 de agosto de 1998


(rad. 13.029, M. P. Ricardo Calvete Rangel):

"Para el tema concreto planteado, esto es, la presunta violación del derecho a la
defensa, no es suficiente extrañar que el defensor no hubiera pedido pruebas, o que
no hubiera interpuesto recursos, o que no se hubiera notificado personalmente de las
decisiones. Es necesario que se demuestre que con esa actitud se dejaron de allegar
elementos de juicio fundamentales para la decisión, o que no obstante ser evidente
que los intereses del procesado se lesionaron no hubo una oportuna impugnación.

... es precisamente la ley procesal la que autoriza las notificaciones por estado. Igual
aspaviento hace con la ausencia de recursos, desde luego sin intentar siquiera una
explicación sobre por qué estima que si se hubiera recurrido... la situación del
procesado hubiera sido mejor. Acaso ante la claridad de lo sucedido era viable
demostrar la no responsabilidad? O se podía esperar una pena más benigna...? Cuáles
fueron las pruebas de descargo que se dejaron de practicar, y a qué aspecto tan
importante conducían, de modo que el hecho de no haberlas pedido lesionó el
derecho de defensa?

... hubiera sido interesante conocer qué fue lo que no hizo el defensor que afectó de
manera tan grave, como para llevar a la nulidad, la garantía de la defensa técnica.

97
La respuesta a los anteriores interrogantes ha debido formar parte de la sustentación
del recurso, pues lo que se anotó en la demanda no es otra cosa que posibilidades
procesales cuya trascendencia se ignora porque el actor no la mencionó, mucho
menos intentó demostrarla...

La actitud pasiva del defensor no es en sí misma indicativa de ninguna irregularidad,


pues como lo ha reiterado la jurisprudencia, hay casos, y éste podía ser uno de ellos,
en donde la mejor defensa es dejar que el Estado asuma toda la carga de la prueba
ante la evidencia de que las que se pidan perjudican al acusado; o en donde no
conviene recurrir dado el acierto indiscutible o la generosidad del fallador. Esos
pueden ser también méritos de una buena defensa, y demostración de un
comportamiento ético y serio de una abogado..."

No obstante que los defensores de oficio no se notificaron personalmente de las


providencias proferidas con anterioridad a la resolución de acusación, se aprecia que
les fueron libradas comunicaciones. Debe además tenerse en cuenta que de las
lecturas del expediente o de las informaciones suministradas por la secretaría al
abogado no queda constancia escrita, no obstante demostrar la expectativa de la
defensa.

Está visto que la no impugnación de providencias no configura per se violación del


derecho de defensa, porque puede obedecer a una táctica defensiva o a una tácita
conformidad por considerarla acertada; corresponde al censor demostrar su injusticia,
o la carencia de sustentación, o la falta de solidez jurídica o probatoria, que ameritara
su revocación o modificación, no tratándose de recurrir simplemente para dar la
apariencia de estarse ejerciendo la misión conferida, de pronto con riesgo de hacer
más gravosa la situación del asistido. En el caso concreto, el libelista ni siquiera hace
referencia a qué, por qué y para qué resultaba apropiado recurrir, sino que
genéricamente enuncia que no se impugnaron las decisiones proferidas en la etapa
instructiva.

También debía comprobar que la falta de defensa técnica fue la causa de una decisión
contraria a los intereses del procesado, pues tal asistencia busca evitar el menoscabo
de los derechos de contradicción e igualdad y asegurar el equilibrio entre los sujetos
procesales y ante la judicatura; entonces, la eventual incuria ha de tener capacidad
para producir un perjuicio material concreto y no meramente formal ni especulativo.

2. De conformidad con el artículo 179 del Código de Procedimiento Penal, autos


interlocutorios son lo que resuelven algún incidente o aspecto sustancial (ordinal 2°) y
de sustanciación los que se limitan a disponer cualquier otro trámite de los que la ley
establece para dar curso a la actuación (ordinal 3°), disposición que debe armonizarse
con el artículo 182 ibídem, en cuanto señala que éstos serán dictados por el ponente
y aquéllos, para el caso, por la sala de decisión penal del tribunal.

Los autos de 6 de septiembre y 24 de octubre de 1995 no resolvieron de fondo la


solicitud de dar aplicación al inciso 2° del artículo 139 del Código de Procedimiento
Penal; simplemente se declaró su extemporaneidad, pues ya se había proferido la
sentencia de segundo grado, en la cual resultaba imposible tomar en cuenta una
situación no reportada y el fallo no puede ser reformado por la autoridad que lo
produjo, por norma general (art. 211 C. de P. P.).

Ante tal situación, no hubo pronunciamiento sobre la tardía pretensión de la defensa,


sino autos de sustanciación ordenando la incorporación de la petición al expediente,
sin que ello configure irregularidad alguna, pues el ad quem ya no podía modificar la
pena impuesta; sólo correspondía, entonces, anexar el recibo y la petición al
expediente, como se hizo, para lo que pudiera requerirse posteriormente, por ejemplo
en caso de ejecución civil.

Además, como bien conceptuó en este aspecto el representante del Ministerio


Público, la viabilidad de examinar el asunto no tiene lugar por la causal tercera de
casación, sino por la primera, pues se trataría de una hipotética falta de aplicación de
lo instituido por el inciso 2° del artículo 139 del Código Penal, que consagra una
reducción punitiva por un hecho posterior al delito, al reintegrarse el valor de lo
apropiado antes de dictarse sentencia de segunda instancia, lo cual es lógico, pues no
de otra manera podría ser considerado por el fallador. Finalmente, ha de recordarse
que la casación es una impugnación extraordinaria, caracterizada por ser rogada y
sometida al postulado de limitación, que por regla general impide que la Corte asuma

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una causal de casación distinta a la alegada expresamente por el demandante (art.
228 C. de P. P.).

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Sentencia Casación
FECHA : 11/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : ZABARAIN BRAVO, GIL
DELITOS : Peculado por apropiación
PROCESO : 11386
PUBLICADA : Si

Salvamento de Voto DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

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CASACION-Interés: Pretensión más gravosa al recurrente/ ERROR EN LA


DENOMINACION JURIDICA DE LA INFRACCION/ CASACION-Causal
segunda/ DEMANDA DE CASACION-Juicio técnico-jurídico

1. La Corporación afirma que le asiste razón al Ministerio Público cuando echa de


menos la legitimidad del demandante en la postulación de tal censura, máxime en la
comprensión que el interés jurídico se erige en una exigencia a la cual no escapa la
casación, concebida en la normatividad como un medio extraordinario de
impugnación de las sentencias proferidas en segunda instancia.

A partir de tal premisa se tiene, entonces, que en la actuación penal, en principio,


todos los sujetos procesales tienen el derecho de impugnar las providencias, sin
embargo, como los recursos ordinarios y extraordinarios constituyen un mecanismo
para obtener la enmienda de los errores de procedimiento, de lógica jurídica o de
apreciación probatoria en los que incurre el juzgador y que perjudican a una o varias
de las partes, de una determinada providencia sólo puede recurrir quienes derivan de
ella un concreto agravio.

Ahora bien, por el motivo atrás indicado los recursos deben orientarse obviamente a
la reparación del perjuicio irrogado con la decisión atacada, o en otros términos, a
procurar un beneficio para la parte en cuyo favor se proponen, y en este orden de
ideas, resulta evidente la ausencia de esa comentada legitimidad cuando la
postulación que se formula a través de ellos propende de manera expresa o tácita por
tornar más gravosa la situación del sujeto procesal recurrente, que es la hipótesis
configurada en el caso examinado frente al primer cargo elevado en las dos
demandas presentadas por el defensor común de los procesados.

El demandante contrariando el papel de la defensa propugna por agravar la situación


jurídica de los procesados que representa, despropósito que incluso se atisba en el
caso examinado así se entienda referida tal pretensión del censor exclusivamente a
los delitos contra la administración pública, por cuanto el Tribunal en el fallo
impugnado ordenó la expedición de copias para la investigación separada de las
falsedades informadas en estas diligencias.

2. Si se entiende que el actor acusó por la vía de la nulidad el error en la


denominación jurídica, que asegura fue asentido por el juzgador ad quem pero que se
marginó de decretar, también desde esta perspectiva el ataque estaría condenado al
fracaso.

Ciertamente, el demandante perdió de vista que para un completo y suficiente


planteamiento de una censura de dicho talante le correspondía identificar la
irregularidad invocada, las normas infringidas, la clase de nulidad configurada,
consignar los fundamentos del ataque y acreditar la trascendencia del desatino
denunciado en el fallo recurrido, teniendo presente además, que en la equivocada
calificación jurídica de la conducta ilícita puede incurrirse por errores de lógica jurídica

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en la aplicación del derecho al caso concreto o como consecuencia de los desaciertos
en el análisis probatorio, por ende, que la demostración y la sustentación de un
reproche de esta naturaleza debía desenvolverse con sujeción a la técnica que
gobierna la casual primera de casación, requisitos a cuya observancia se sustrajo
abiertamente el actor al pretender la fundamentación del cargo con la recortada
transcripción de las críticas que el Tribunal hizo a la calificación jurídica contenida en
la resolución acusatoria.

3. En el segundo reproche el casacionista acusa en ambas demandas que la


sentencia impugnada no guarda consonancia con la resolución acusatoria; censura en
relación con la cual se observa ausente también el interés jurídico para recurrir, como
destaca el Ministerio Público, por cuanto se pretende de la Corte un fallo de
sustitución con franco detrimento de la situación jurídica de los procesados (…) y (…),
esto es, mediante el cual se predique de ellos la responsabilidad penal a título de
autora y cómplice, respectivamente, de un concurso de hechos punibles, en lugar de
la condena que les fue impuesta en segunda instancia por el delito único de peculado
por apropiación.

El ataque carece además de la claridad y precisión requeridas con apego a la técnica


que gobierna el recurso extraordinario, pues en algunos apartes del libelo se insinúa
que en el pliego de cargos se les imputó a los acriminados un concurso "tanto de
peculados por apropiación como de éstos con las 237 falsedades" cometidas con la
pretensión de justificar contablemente el desfalco patrimonial de la entidad
hospitalaria oficial, sugiriéndose que las sentencias de instancia debieron comprender
la totalidad de esos ilícitos informados en autos, en tanto que en otros se alega
derivada exclusivamente la pluralidad de las apropiaciones de bienes del Estado, por
la que en últimas se solicita el fallo de sustitución en esta sede.

Ahora bien, a esta impropiedad llegó el demandante al desarrollar el cargo a partir de


sus apreciaciones personales sobre la forma cómo debió calificarse el mérito
probatorio del sumario y con absoluto marginamiento del contenido de la resolución
acusatoria, que le resultaba necesario confrontar con la sentencia impugnada para
poner en evidencia de este modo el afirmado e indebido desbordamiento en ésta
última de la acusación, bien en cuanto a la imputación fáctica, ora en lo atinente a la
calificación jurídica; cotejo que de haber realizado le habría permitido colegir que en
manera alguna fue quebrantada la identidad entre esas dos piezas procesales.

4. En síntesis, el impugnante perdió de vista en este discurrir argumentativo que el


recurso de casación constituye un juicio técnico jurídico contra la sentencia de
segunda instancia, atacable exclusivamente por los motivos y con sujeción a la
técnica que les es propia y, por ende, que en la sede extraordinaria no resulta viable
la controversia aquí pretendida en torno al análisis expuesto por el juzgador,
amparado por la doble presunción de acierto y legalidad, para reclamar de la Corte
que le conceda prevalencia al postulado por el demandante, del que sólo se asegura
en últimas y en esencia que resulta más acorde con los parámetros del sistema de
persuasión imperante.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Sentencia Casación
FECHA : 11/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : RUBIO CARDENAS, CLARA INES
PROCESADO : GALVIS RODRIGUEZ, JORGE ENRIQUE
DELITOS : Peculado por apropiación
PROCESO : 15535
PUBLICADA : Si

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VIOLACION INDIRECTA DE LA LEY-Modalidades/ INDICIO/ SANA CRITICA/
FALSO RACIOCINIO/ CAUSALIDAD/ PRUEBA PERICIAL-Apreciación
probatoria

1. Como premisa general se ha señalado respecto de la causal primera, segundo


motivo de casación, que cuando la vulneración de un precepto sustancial se atribuye
a yerros de apreciación probatoria la misma es de carácter indirecto, por cuanto tal
defecto en la aplicación del derecho por desconocimiento de los criterios legalmente
establecidos para que produzca todos los efectos que le son propios en la dinámica
que su final valoración implica, supone primero una violación medio recaída en la
norma probatoria que se pretende infringida, que antecede a la demostración del
quebranto final de la ley sustancial que, por lo mismo, es indirecto.

Esta modalidad de violación de la ley que tiene por objeto la prueba, admite dos
sentidos en su expresión: el conocido como error de hecho que comprende los
denominados falsos juicios de existencia por suposición y omisión, e identidad y falso
raciocinio, y el error de derecho que en su concepción teórica se expresa a través de
los llamados falsos juicios de legalidad y de convicción.

De este modo, el ataque en el error de hecho, en los primeros tres casos debe
encaminarse a establecer si la prueba estimada por el fallador fue supuesta, omitida o
tergiversada en su objetiva significación, o por desconocimiento de los postulados de
la sana crítica en la cuarta hipótesis, caso este último que supone demostrar cómo al
someter a análisis el juzgador alguno de los elementos de convicción ha procedido
con desconocimiento de las reglas que informan este método de apreciación, esto es,
de los principios lógicos, las leyes de la ciencia y las reglas de la experiencia común,
en tanto que en el error de derecho, la prueba debe contrastarse con la norma jurídica
que la regula, bien para revestirla de particulares requerimientos en su práctica o
aportación al proceso o en cuanto al valor demostrativo que le fija.

Por ello y dadas sus particularidades y diferencias, no es factible confundir o crear


mixturas entre sus dos clases, toda vez que necesariamente resultan irreconciliables,
partiendo de la fuente que les da origen, pues como ya se vio, trátese del error de
hecho o de derecho, uno y otro exigen diversos supuestos para su alegación y
demostración.

2. De ahí que, emerge como un evidente contrasentido, que esta primera censura sea
esbozada por error de hecho derivado de falso juicio de convicción, pues, desde
luego, además de la oposición de conceptos que la misma implica en el sentido
señalado, la propuesta del demandante, como en forma copiosa y reiterada lo ha
precisado la jurisprudencia sobre esta materia, también surge antitécnica e indebida,
toda vez que en relación con la prueba de indicios, que asegura es la cuestionada, no
ha fijado la ley, como no podía hacerlo dada su especial conformación, un valor previo
que deba otorgársele...

Así, referido como está el cargo a la prueba de indicios, era imprescindible que el
demandante señalara si el mismo se orienta a censurar el hecho indicador o la
inferencia lógica...

3. Tampoco resulta admisible al interior del falso juicio de convicción presentado, que
el actor culmine afirmando el desconocimiento por parte del Tribunal de los
postulados de la ciencia, experiencia y lógica, en el entendido de que conforman la
sana crítica que en nuestro sistema procesal demarca el método de valoración de las
pruebas (art. 254 del C. de P.P.), pues, conforme ya se anotó, cuando esto ocurre el
alegato pertinente debe encaminarse pero por falso raciocinio.

4. Sencillamente, reconocer la concurrencia de conductas culposas, tanto en la


víctima como en el procesado, es un primer aspecto que de suyo no dilucida desde el
punto de vista jurídico el problema del compromiso penal, pues como bien se ha
precisado la causalidad resulta ser una condición mínima pero no suficiente de
responsabilidad y todos estos factores incidentes en la producción del hecho tienen
mayor o menor preponderancia según la apreciación judicial que de ellos se haga,
desde luego, respetando el marco general que los derroteros de la sana crítica
señalan.

Y, desde este punto de vista, es claro que el juzgador tuvo en cuenta la condición de
la víctima, como una circunstancia más que confluyó al momento de suceder el
accidente, pero no la calificó de factor o causa eficaz en la realización del hecho,

101
conforme se desprende de la referida cita del fallo, en la que sólo estima como causa
asociada al evento aquella condición que efectivamente lo determinó, esto es, la
manera como el conductor del campero abandonó el separador, pues, así reconocidos
los hechos, el reproche penal se entendió recaía sobre quien fue procesado y no sobre
quien falleció en el accidente.

5. El primer cargo de este segmento, está fundado en los mismos motivos en que
hiciera radicar el anterior, sólo que ahora, sin mejorar en manera alguna su
antitécnica exposición, lo encamina por error de derecho por falso juicio de
convicción, que dice recaería sobre la necropsia, particularmente en cuanto al
hallazgo de alcohol en el análisis de la sangre del interfecto, dando por supuesto que,
en verdad, a esta prueba pericial se le ha señalado en la ley un valor de "convicción"
específico, que de no ser de esta forma sopesada por el intérprete lo hace incurso en
la violación indirecta del respectivo precepto.

Pues bien, es absolutamente claro que no existe en el ordenamiento procesal positivo


una norma que por anticipado le haya atribuido a esta prueba un rasero específico,
como implícitamente lo da por cierto el demandante, siendo por el contrario que dicha
experticia, como todos los demás medios allegados al proceso, deben justipreciarse,
conforme ya se advirtió, bajo las reglas de la sana crítica.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 11/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cali
PROCESADO : LOZANO TORRENTE, GABRIEL ANGEL
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 14360
PUBLICADA : Si

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EXTRADICION POSITIVA/ HABEAS CORPUS- Incompetencia de los jueces


colegiados/ CORTE SUPREMA DE JUSTICIA-Sala Penal: Carece de superior
funcional

1. Que el juez sea ajeno al proceso no significa, como equivocadamente lo entiende el


recurrente, que la acción sea examinada por fuera del proceso o de la actuación en
virtud de la cual permanece privado de la libertad el ciudadano en cuyo favor se
invoca el derecho. También, y principalmente, implica que sea un juez diferente a
aquél que tiene a su cargo resolver el objeto propio de la actuación o del trámite
correspondiente.

Que la acción no puede intentarse ante juez colegiado, es doctrina que la Corte dejó
sentada por lo menos desde el auto del 14 de julio de 1992, M.P. Dr. Jorge Carreño
Luengas, radicado 7806, en términos que la Sala, para la mayor ilustración del
impugnante, se permite transcribir para reiterar en su integridad:

"Si las corporaciones judiciales se entendieran como "juez penal" susceptible de


conocer de las acciones de hábeas corpus, el trámite y decisión no podría cumplirse
dentro del término determinado tantas veces citado pues por su estructura y
organización, las determinaciones interlocutorias solamente pueden ser adoptadas en
Sala de Decisión, por mayoría absoluta, es decir, que el magistrado sustanciador, a
más de tener que darle el trámite respectivo, como lo es el practicar diligencia de
inspección judicial al proceso por el que se halla detenido quien invoca el hábeas
corpus o solicitar los informes que sean pertinentes al director del centro de reclusión
o al funcionario que dispuso la captura, cuando su sede se encuentra en lugar
diferente (ciudad o población), deberá presentar proyecto para ser sometido a la

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consideración de sus compañeros de Sala, con el riesgo de ser derrotado, en cuyo
caso, el que le siga en turno, deberá elaborar uno nuevo y el magistrado disidente,
presentar su salvedad de voto. Todo ello iría contra los postulados del artículo 30 de la
Carta Magna que determina como plazo máximo para decidir la acción el de treinta y
seis horas".

2. Tampoco accederá a la contradictoria petición de remitir la actuación a la Sala


Plena de esta Corporación, pues si la razón para ello es la existencia de un conflicto
de competencia, es claro que en este evento tal discusión no se ha presentado como
que ninguna autoridad judicial ha entrado en colisión con la Sala y es a los jueces, no
a las partes o a los intervinientes procesales, a quienes les corresponde trabar dicho
conflicto. Si de lo que se trata es de darle curso a una competencia funcional para que
la Sala Plena examine por apelación la providencia cuestionada, debe recordar el
recurrente no sólo que tal competencia no está prevista en el artículo 235 de la
Constitución Política ni en el artículo 17 de la Ley 270 de 1996, sino que la Sala es
órgano límite de la jurisdicción penal y, por lo tanto, carece de superior funcional que
pueda revisar sus decisiones.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Extradición
FECHA : 11/05/2001
DECISION : No repone auto del 03-05-01 sobre hábeas
corpus, no
concede recurso de apelación
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : FERRARIO POZZI, ROBERTO ANGELO
PROCESO : 16107
PUBLICADA : Si

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DEFENSA TECNICA-Garantía permanente/ INDAGATORIA-Ampliación:


Técnica de ataque en casación/ HOMICIDIO-Cometido por militares: Pena a
tener en cuenta/ EXCEPCION DE INCONSTITUCIONALIDAD/ JUSTICIA
PENAL MILITAR

1. Reiteradamente la Corte ha sostenido que el carácter permanente de la defensa


técnica, entendido como el ejercicio continuo y unitario de asistencia profesional, es
una prerrogativa que debe ser garantizada durante todo el proceso, pero que no por
la circunstancia de haberse presentado solución de continuidad en su desempeño
durante períodos de la investigación o el juzgamiento, o no haber sido revestida de
vocación de permanencia en un determinado momento del acontecer procesal, puede
sostenerse que la actuación así cumplida es ineficaz por violación del debido
proceso, o el derecho de defensa.

El criterio jurisprudencial ha sido reiterativo en el sentido de que si la ausencia de


defensa técnica se presenta durante toda la fase de la investigación, o la del
juzgamiento, o comprende todo el proceso, la declaración de nulidad resulta
inevitable, en razón a que por mandato constitucional su ejercicio debe ser
garantizado en ambas etapas. Pero si el vicio no compromete en su totalidad ninguno
de estos estadios procesales, separadamente considerados, sino solo una parte de
ellos, habrá de determinarse, en cada caso concreto, si el derecho de defensa resultó
realmente afectado, puesto que si no lo ha sido, porque durante dicho lapso, por
ejemplo, no se presentó una actividad probatoria importante, o porque fue
oportunamente subsanado permitiendo una adecuada controversia al interior de la
respectiva etapa procesal, la informalidad sería intrascendente, y ningún motivo
válido existiría para declarar ineficaz la actuación.

En el caso sub judice, es claro que el procesado contó con defensa técnica durante la
investigación y el juzgamiento, pero también, que en la fase de la investigación, su
ejercicio fue fragmentario, y sin vocación de permanencia, en razón a que el órgano
instructor, en una actitud reprobable, decidió apartarse de las directrices fijadas en el
artículo 139 del Código de Procedimiento Penal, que dispone que el nombramiento de

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defensor hecho desde la indagatoria, o cualquier otro momento posterior, se
entenderá hasta la finalización del proceso, para en su lugar, realizar designaciones
provisionales, cada vez que debía practicar pruebas con la asistencia del procesado, y
por consiguiente, de un abogado.

Así ocurrió en la indagatoria, en la cual designó defensora de oficio para esa sola
diligencia a la doctora Victoria Cecilia López, y después en las ampliaciones, donde
nombró abogados distintos, y aunque esto no liberaba a la inicialmente designada de
su obligación de asumir la defensa hasta la finalización del proceso (Cfr. Casación de
10 de octubre del 2000, Magistrado Ponente Dr. Fernando Arboleda Ripoll), creó
confusión en torno a su condición de defensora permanente, haciendo que
desatendiera el asunto, y que el funcionario instructor la ignorara en el trámite
subsiguiente.

2. El reproche por haber sido escuchado el procesado en ampliaciones de indagatoria


con la asistencia de abogados distintos de la inicialmente encargada de su defensa,
tampoco está llamado a prosperar, por varias razones: En primer término, porque esta
informalidad, de llegar a ser considerada relevante, no tendría la virtualidad de
afectar la validez de toda la actuación procesal, sino solo de las diligencias en las
cuales la defensora habría sido indebidamente desplazada, y ello imponía dirigir el
ataque por la vía de la causal primera de casación, cuerpo segundo, por error de
derecho por falso juicio de legalidad, con el fin de procurar su exclusión del acervo
probatorio.

En segundo lugar, porque la casacionista no desarrolla la censura, sino que se limita a


plantearla, dejando de lado su fundamentación, y porque no puede perderse de vista
que las personas designadas como defensores tenían también la condición de
abogados, y que su nombramiento contó con la aquiescencia del acusado, realidad
fáctico procesal que impide afirmar, al menos ab initio, que las diligencias en las
cuales intervinieron adolezcan de inconsistencias sustanciales en su producción
formal que las tornen inexistentes, o que con ocasión de su designación se hubiese
presentado afectación del derecho de defensa, como pareciera sugerirlo la
impugnante.

3. Este reparo, como acertadamente lo destaca la Procuradora Delegada en su


concepto, carece hoy de toda relevancia jurídica, toda vez que la Corte Constitucional,
en sentencia C-358 de 5 de agosto de 1997, declaró la inconstitucionalidad el artículo
259 del Decreto 2550 de 1988 (Código Penal Militar), aclarando que las penas
aplicables para el delito de homicidio cometido por militares deben ser las que se
establecen en el Código Penal, decisión que deja sin fundamento el cargo propuesto,
apoyado en la consideración contraria: que las penas aplicables debían ser las
previstas en el Código Militar.

4. Adicionalmente a lo dicho cabe igualmente precisar, con la Delegada, que un


ataque amparado en el supuesto de que el Juzgador omitió dar aplicación al principio
de excepción de inconstitucionalidad en relación con una determinada norma legal,
no tiene cabida en sede de casación, puesto que la posibilidad de hacerlo no es
obligatoria, y la aplicación de la norma cuya constitucionalidad se cuestiona, mientras
conserve vigencia, no torna ilegal la decisión.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Casación
FECHA : 11/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : ACEVEDO, FABIAN ALEXANDER
DELITOS : Tentativa de homicidio, Porte de armas de
defensa
personal, Homicidio

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PROCESO : 13371
PUBLICADA : Si

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ERROR EN LA CALIFICACION JURIDICA-Técnica en casación/ ERROR DE


HECHO-Falso juicio de identidad y falso raciocinio/ FALSO JUICIO DE
IDENTIDAD/ FALSO RACIOCINIO

1. No obstante la falta de precisión de la demanda, no hay duda de que en ella se


intenta cuestionar la calificación jurídica de la conducta imputada a (…) en la
resolución de acusación, acogida en las sentencias por los jueces de instancia,
censura que de acuerdo con la reiterada jurisprudencia de la Sala debe hacerse con
apoyo en la causal tercera de casación, pues a pesar de tratarse de un error in
iudicando que correspondería plantearse desde la causal primera, el éxito de la
pretensión tendría que conducir a la nulidad de la resolución de acusación para que,
calificado adecuadamente el hecho, la sentencia que entonces se dicte guarde
consonancia con el enjuiciamiento como lo exige el debido proceso.

También se ha dicho que el demandante debe demostrar el cargo siguiendo las


pautas fijadas para la causal primera, de manera que le corresponde indicar si la
inadecuada calificación fue producto de la indebida aplicación de una norma e
inaplicación de otra por un error de selección, o de un yerro en la apreciación de la
prueba y, en este caso, si se trata de un error de hecho o de derecho y qué condujo a
él.
...

No basta, entonces, que se aduzca la causal tercera, sino que es menester que se
concrete la clase de nulidad que se invoca, expresar sus fundamentos, especificar las
normas infringidas, precisar la incidencia de la irregularidad en el trámite que se
pretende hacer dejar sin valor y su trascendencia y señalar razonadamente desde que
momento procesal solicita que se declare la nulidad, temas a los que el demandante
omitió referirse en su libelo como que a este propósito sólo menciona que se violó el
debido proceso y pide que "se dé aplicación al art. 229 numeral 2 del C. de. P. P. de
acuerdo con la causal invocada".

2. El falso juicio de identidad, como se sabe, surge cuando el juez tergiversa,


desdibuja, distorsiona o desfigura el hecho que revela la prueba, dándole a ella un
alcance objetivo que no tiene, bien porque se mutile el hecho, o porque se le agregue
una parte, o porque se le sectorice, parcele o divida. En síntesis, consiste en hacerle
decir al medio de convicción algo que no dijo, modificar o alterar su contenido, lo cual
se demuestra simplemente comparando con objetividad la prueba recaudada con la
que se traslada al fallo, antes de su valoración. En cambio, si lo que se dice cuestionar
es la valoración misma, que se reputa equivocada porque el juez, por desatender los
principios de la sana crítica, obtuvo inferencias erróneas de los hechos objetivamente
vistos, no se está en presencia de un falso juicio de identidad sino de un error de
apreciación.

Pero, independientemente de la equivocada denominación dada por el recurrente a lo


que en realidad constituiría un error de esta última estirpe, pues no se cuestiona la
percepción misma de la prueba tal como fue recaudada sino su valoración, lo cierto es
que no logra demostrar el cargo. Quizás por aquella confusión, el censor no intentó
siquiera, como era su deber, señalar las reglas de la experiencia, de la ciencia o de la
lógica que no observó o contrarió el fallador para arribar a la conclusión que se
reprocha en la demanda, limitándose respecto del indicio derivado de la región
corporal vulnerada a oponerle una cita doctrinaria, y con relación al testimonio del
ofendido a descalificarlo porque la afirmación que acogió el Tribunal no era más que
una imaginación o suposición del testigo.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 11/05/2001

105
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : HENAO CARDONA, JHON JAIRO
DELITOS : Tentativa de homicidio, Tentativa de hurto
calificado y
agravado
PROCESO : 13145
PUBLICADA : Si

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NULIDAD-Debido proceso/ DEMANDA DE CASACION-Principio de autonomía/


NULIDAD LEGAL/ INDAGATORIA-Interrogatorio/ UNIDAD PROCESAL-
Ruptura/ REFORMATIO IN PEJUS/ CONSULTA/ CONCIERTO PARA
DELINQUIR

1. Acusa al Tribunal Nacional de haber dictado sentencia en un juicio viciado de


nulidad, por vulneración del derecho de defensa y del debido proceso, por cuanto su
poderdante careció de defensa técnica en la etapa de instrucción, como quiera que
los profesionales del derecho por ella designados no desplegaron ninguna actividad
defensiva a lo largo de dicha fase, lo que implicó que no se recibiera declaración a las
personas mencionadas en la denuncia ni se verificaran las citas hechas por la
procesada en la indagatoria, lo que determinó el fallo de condena.

Esta censura adolece de insalvables desatinos técnicos que la condenan al fracaso.

En efecto, entremezcla los conceptos de debido proceso y de derecho de defensa, sin


acatar que si bien el segundo se deriva del primero, han sido claramente
diferenciados por la ley y la jurisprudencia, razón por la cual su vulneración amerita
postulación y desarrollo autónomos, pues la primera es un vicio de estructura y la
segunda de garantía, sin descartar que hay irregularidades que al mismo tiempo
afectan los dos derechos, pero sin que evidencie que éste sea uno de esos casos.

2. Se observa, igualmente, que al interior del mismo cargo pretende oponerse al


criterio del Tribunal en cuanto no le otorgó credibilidad a las exculpaciones dadas por
la acusada, las cuales fueron desechadas al ser tenidas como inverosímiles frente a
las demás pruebas allegadas legalmente al diligenciamiento, desviándose a la causal
primera y violando el principio de autonomía de las causales y los cargos, al tenor del
cual, no se pueden intermezclar dentro de un mismo cargo ataques correspondientes
a causales distintas, como quiera que su configuración, reglas técnicas de
demostración y consecuencias son diferentes.

3. Afirma que cuando se quebrantan las garantías consagradas a favor del procesado
se estructura no sólo una nulidad legal, sino de carácter constitucional o supralegal,
con lo que desconoce que si bien todas las nulidades tienen como fuente inmediata la
C.P., a partir de la entrada en vigencia del Decreto 050 de 1987 se recogió la
clasificación de nulidades supralegales, en forma tal que su expresa consagración en
la ley implica que basta aludir a la norma legal que las prevé.

4. Denuncia que la sentencia se dictó en un juicio viciado de nulidad, por cuanto que
a su defendido no se le interrogó por el cargo concerniente al concierto para delinquir,
previsto en el artículo 44 de la Ley 30 de 1986, lo que condujo a la transgresión del
derecho de defensa y del debido proceso.
....

Sobre este punto, es oportuno reiterar que la ley procesal no exige que al sindicado
se le interrogue en términos técnicos, tales como el nomen juris de la conducta que se
le atribuye, toda vez que el artículo 360 del C. de P. Penal establece que el funcionario
judicial interrogará al imputado en relación con los hechos que originaron su
vinculación, es decir, sobre las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que los
mismos ocurrieron, sin que existan formas sacramentales cuya omisión genere
alguna irregularidad*.

106
5. Aduce que el fallo se dictó en un juicio viciado de nulidad, por cuanto que el cierre
de la investigación y la calificación del sumario se hicieron de manera parcial, pues
sólo se refirieron al punible de concierto para delinquir, cuando, en su criterio, la
instrucción comprendía también la infracción al artículo 33 de la Ley 30 de 1986,
yerro que condujo a que se rompiera la unidad procesal con detrimento del debido
proceso y del artículo 27 del Código Penal, en razón a que los dos comportamientos
no sólo son conexos sino que están tan íntimamente relacionados que la tipificación
del primero depende necesariamente de la demostración del segundo.

El reproche se queda en el enunciado, pues el libelista no demuestra, frente a lo


dispuesto por los artículos 438 A del C. de P.P., que faculta al fiscal para disponer el
cierre parcial de la investigación, 88, ibídem, al tenor del cual la ruptura de la unidad
procesal no genera nulidad siempre que no afecte las garantías constitucionales, y
505, ejusdem, según el cual, la acumulación jurídica de penas también procede
cuando los delitos conexos se hubieren fallado independientemente, que la ruptura
de la unidad procesal socavó la estructura del proceso o afectó las garantías del
procesado.

6. Entendiendo que el ataque a la sentencia está centrado en el desconocimiento del


precepto constitucional estatuido en el artículo 31, esto es, la prohibición de la
reforma peyorativa cuando el procesado es apelante único, en forma reiterada y
constante ha sostenido la jurisprudencia de la Sala que la censura debe plantearse
acudiendo a la causal primera por la vía de la violación directa de la ley sustancial,
pues se trata de un error in iudicando que nada tiene que ver con la valoración de los
hechos o de las pruebas.

Por tal motivo, resulta evidente que el censor equivocó la vía de ataque, al orientarlo
por los senderos de la transgresión indirecta de la ley sustancial, por error de hecho
por falso juicio de existencia por suposición probatoria, ya que, como se dijo, la
discusión debe ser eminentemente jurídica sin inmiscuir análisis fácticos y
probatorios.

7. Una vez más debe reiterar la Corte que la consulta es un grado de competencia
funcional que, al tenor del artículo 217 del C. de P. Penal, permite al superior decidir
sin limitación alguna sobre la providencia o la parte pertinente de ella. Es un
mecanismo imperativo de revisión de la legalidad de ciertas decisiones adoptadas por
el inferior, distinto de la apelación, establecido por motivos de interés público, que se
surte por ministerio y en los casos expresamente previstos en la ley, sin que la
extensión de ese control quede a discreción de los sujetos procesales, de modo que la
competencia del juez no depende de si una sola o ambas partes apelaron, ya que con
apelación o sin ella tiene la facultad de revisar de manera ilimitada y en todos sus
aspectos el proveído que se somete a su conocimiento y agravar la situación del
procesado, así sea apelante único.

Dentro de ese entendido, si se aceptara que con la apelación única, cuando se trata
de providencias consultables, el superior no puede reformar peyorativamente la
decisión, se estaría negando el instituto y el control obligatorio que a través de él y en
beneficio del Estado de derecho y del interés público se quiso establecer, pues
bastaría que el procesado apelara para que no operara, ya que, en tal caso, sólo se
podrían revisar los aspectos impugnados.

Por lo anterior, si bien es cierto que el artículo 31 de la Carta consagra una garantía a
favor del condenado, cuando es apelante único, no es absoluta, sino que está
ponderada por la institución de la consulta y la legalidad de la sanción.
______________________
* Ver entre otras, casación del 3 de marzo de 1999, M.P. Dr. Carlos Augusto Gálvez
Argote.

107
MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Sentencia Casación
FECHA : 15/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal
CIUDAD : Nacional
PROCESADO : RODRIGUEZ LOZANO, JIMMY
PROCESADO : RIOS VARGAS, JOSE VICENTE
PROCESADO : GONZALEZ PULIDO, INES
DELITOS : Violación a la Ley 30/86
PROCESO : 13565
PUBLICADA : Si

Salvamento Parcial de Voto DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON -

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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NARCOTRAFICO-Competencia por la naturaleza de la sustancia: Derivados de


la Amapola/ INVESTIGACION-Fines/ JUEZ PENAL DEL CIRCUITO
ESPECIALIZADO/ JUEZ REGIONAL/ COMPETENCIA

1. De conformidad con la providencia de la Sala de junio 24 de 1994, que trae a


colación el funcionario recurrente y que se ratifica en esta oportunidad, en la fijación
de la competencia en materia de conductas asociadas al tráfico de drogas el
legislador ha tenido en cuenta para asignarla a la justicia ordinaria o a la especial,
entre otros factores, la naturaleza de la sustancia y su cantidad.

El artículo 9º de la ley 81 de 1993, modificatorio del 71 del Código de Procedimiento


Penal, que era la norma aplicable al presente caso, le otorgó a los Jueces Regionales
en sus tres primeros numerales competencia para el conocimiento de algunas
conductas descritas en la ley 30 de 1986. Y tomando en cuenta los factores indicados
estableció en los ordinales 1º y 2º unas cantidades de sustancias específicas a partir
de las cuales dicha justicia especial debía conocer de los delitos previstos en los
artículos 32, 33 y 34 de la ley aludida. No fueron mencionados allí ni la amapola ni
sus derivados, a los que únicamente se vino a hacer referencia en el numeral 3º, en
los siguientes términos:

"Artículo 71. Competencia de los jueces Regionales. Los Jueces Regionales conocen:

"3. De los delitos descritos en los artículos 35, 39, 43 y 44 de la ley 30 de 1986 y de
los que se deriven del cultivo, producción, procesamiento, conservación o venta de la
amapola o su látex o de la heroína".

Es muy claro que esta última disposición en forma alguna condicionó la competencia
de los Jueces Regionales a la cantidad de la sustancia, sino al hecho exclusivo de su
naturaleza, es decir a que se tratara de una derivada de la amapola.

Aunque es verdad que la norma no se refirió a "portar" o "llevar consigo" la sustancia,


es manifiesto que tal acción se deriva lógicamente del cultivo, producción o
procesamiento de la amapola y en esa medida se trataba de una conducta cuyo
juzgamiento estaba atribuido a la justicia regional, sin que exista ninguna razón para
que el legislador haya dejado por fuera de dicha competencia ese tipo de
comportamiento. Lo que tiene claro la Corte -como se dijo en la jurisprudencia citada-
es que frente a la amapola y su látex, de donde es obtenida la heroína, se reprime
desde su cultivo hasta su venta y dado el enorme daño social ligado a su consumo el

108
legislador optó por asignar a la justicia especial el conocimiento de dicho tipo de
casos, sin importar para nada la cantidad de la sustancia en la fijación de tal
competencia.

El artículo 5º de la ley 504 de 1999, modificatorio del 71 del Código de Procedimiento


Penal, afianza la conclusión anterior. El mismo, ante el desaparecimiento de la
denominada Justicia Regional, le asignó a los Jueces Penales del Circuito
Especializados en su numeral 11 el conocimiento de los delitos "…que se deriven del
cultivo, producción procesamiento, conservación o venta de la heroína en cantidad
igual o superior a 250 gramos o de la amapola o su látex". Que esta norma
(reproducida por el numeral 11 del artículo 5º transitorio de la ley 600 de 2000)
establezca la cantidad de sustancia como factor para la determinación de
competencia, no hace otra cosa que enfatizar el hecho de que la ley 81 de 1993, al no
establecer ninguna, simplemente fijaba en cabeza de los Jueces Regionales la
competencia para conocer de todos los comportamientos ligados al cultivo de la
amapola, hasta su venta y la de sus derivados.

Si se tiene en cuenta que el procesado (...) fue sorprendido con 1.593,95 gramos de
látex de amapola, es claro que el proceso en la instrucción debió haberlo tramitado un
Fiscal Regional y en el juicio un Juzgado Regional. Al no ser de dicha manera se
incurrió en la causal de nulidad prevista en el artículo 304-1 del Código de
Procedimiento Penal, frente a la cual no existe otro remedio que la invalidación de la
actuación en atención a su carácter de insubsanable.

2. No existe ninguna razón para acceder a la invalidación de toda la actuación, que


fue lo que solicitó el Procurador Delegado en su concepto. Uno de los fines de la
investigación es el esclarecimiento de los hechos y naturalmente la determinación de
si se ha infringido o no la ley penal, por lo que los actos de instrucción orientados a
esa finalidad se consideran válidos ante la eventualidad de que como producto de los
mismos se genere una conclusión de cambio de competencia. La jurisprudencia de la
Sala ha sido reiterada al respecto y ha considerado que sólo es viable extender el
vicio de incompetencia al auto de apertura de la instrucción en casos de fuero por
razón del cargo, en atención a que en los mismos el privilegio se deriva de una
circunstancia puramente objetiva, que como tal se puede advertir antes de la
iniciación del proceso.*

_____________________________
* Cfr. Sentencia de la Sala del 18 de septiembre de 1996. Radicación 9996 M.P. Dr.
Fernando Arboleda Ripoll.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Sentencia Casación
FECHA : 16/05/2001
DECISION : Si casa, declara nulidad desde la audiencia de
aceptación
de cargos, remite.....
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cundinamarca
PROCESADO : POLO MILLAN, GILDARDO
DELITOS : Violación a la Ley 30/86
PROCESO : 13004
PUBLICADA : Si

Salvamento de Voto NILSON PINILLA PINILLA -

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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EXTRADICION-Sistemas/ EXTRADICION POSITIVA-Sistema colombiano/


EXTRADICION POSITIVA-Proceso en Colombia/ EXTRADICION POSITIVA-
Documentos anexos-Presunción de autenticidad/ EXTRADICION POSITIVA-
Doble incriminación: Concierto para delinquir/ EXTRADICION POSITIVA-
Equivalencia de la acusación/ EXTRADICION POSITIVA-Hechos ocurrido en
Colombia: Concepto desfavorable/ EXTRADICION POSITIVA-Principio de

109
territorialidad/ EXTRADICION POSITIVA-Lugar de comisión del delito/
CONCIERTO PARA DELINQUIR/ NARCOTRAFICO

1. Al interesado en los temas relacionados con los sistemas que rigen la extradición;
el sistema colombiano; y cuando se esté surtiendo un proceso en Colombia contra el
requerido en extradición, se le sugiere que se remita a la providencia de fecha
26/09/2000. Rad. 17.216, M.P. Dr. Fernando E. Arboleda Ripoll.

2. Teniendo en cuenta que la solicitud de extradición del ciudadano colombiano (…),


se hizo por vía diplomática, y que en la expedición, trámite y traducción de los citados
documentos se cumplieron los ritos formales de legalización prescritos por las normas
del Gobierno de los Estados Unidos de América, la Corte los tendrá como aptos para
servir de prueba de aquello cuanto en ellos se refiere, atendiendo además a lo
establecido por el artículo 259 del C. de P.C. modificado por el artículo 1º Num. 118
del D.E. 2282/89, según el cual, "Los documentos públicos otorgados en país
extranjero por funcionario de éste o con su intervención, deberán presentarse
debidamente autenticados por el cónsul o agente diplomático de la república, o en su
defecto por el de una nación amiga, lo cual hace presumir que se otorgaron conforme
a la ley del respectivo país", disposición aplicable al caso por virtud del principio de
integración normativa previsto por el artículo 21 del C. de P.P., y el inciso último del
artículo 551 ejusdem.

3. De conformidad con lo previsto por el artículo 549-1 del Código de procedimiento


penal, para conceder la extradición es requisito indispensable que el hecho que la
motiva, también esté previsto en Colombia como delito y reprimido con sanción
privativa de la libertad cuyo mínimo no sea inferior a cuatro años.

4.1.- Según el PRIMER CARGO de la resolución enjuiciatoria proferida contra (...) por
un Gran Jurado ante la Corte de distrito de los Estados Unidos -distrito este de Nueva
York-, se le acusa de conspirar a sabiendas e intencionadamente para distribuir y
poseer con intención de distribuir y para importar a los Estados Unidos un kilogramo o
más de heroína y quinientos gramos o más de cocaína.

Las normas sustanciales aplicadas, cuya traducción fue oportunamente allegada al


expediente, tratan de los delitos de intento y asociación delictiva para importar al
menos un kilogramo de sustancia que contiene heroína y quinientos gramos o más de
sustancia que contiene cocaína, ilicitud en que incurre "toda persona que intente o
conspire para cometer algún delito" relacionado con la importación de sustancias
ilícitas. Es así como se sanciona punitivamente "importar a través de la aduana del
territorio de los Estados Unidos de cualquier lugar exterior al mismo (pero dentro de
los Estados Unidos) o importar a los Estados Unidos desde cualquier lugar exterior al
mismo cualquier sustancia regulada de las listas I o II del subcapítulo I de este
capítulo, o cualquier narcótico de las listas III, IV o V del subcapítulo I de este
capítulo", precisando la normatividad allegada, que la persona que realice dichos
comportamientos será sentenciada con "un período de encarcelamiento que no debe
ser inferior a 10 años o superior a cadena perpetua", entre otras sanciones.

En la legislación colombiana, por su parte, esta conducta corresponde al "concierto


para delinquir" previsto por el artículo 186 del Código Penal, modificado por el artículo
8º de la Ley 365 de 1997, que se configura cuando varias personas se conciertan con
el fin de cometer delitos, y que, entre otras hipótesis, prevé pena de prisión de diez
(10) a quince (15) años cuando, como se establece de los términos de la acusación, el
concierto sea para realizar delitos de narcotráfico, con lo cual, por este cargo, se
cumple el presupuesto relativo a la doble incriminación, pues, como se deja visto,
tales comportamientos se hallan definidos como delito, y por su realización se prevé
pena mínima superior a cuatro años de prisión.

Salvo la aclaración que más adelante se hará en torno al lugar donde tuvo lugar el
hecho por el que ha sido acusado, es de decirse que al señor (...), las autoridades
judiciales de los Estados Unidos, por medio de la resolución acusatoria base de la
solicitud, le atribuyen no solamente haber participado en varias negociaciones
relacionadas con sustancias estupefacientes, sino acuerdo previo con (...) para dichos
propósitos, de lo cual se establece que la imputación no consiste simplemente en una
coparticipación criminal en relación a un solo hecho delictivo, sino el convenio de
llevar a cabo una pluralidad de conductas ilícitas, que es precisamente lo que otorga
autonomía al tipo de concierto para delinquir de que trata la legislación colombiana.

110
Esto da lugar a concluir que, al menos, la conspiración para distribuir y poseer con la
intención de distribuir sustancias estupefacientes imputada en el exterior a Ayala
Varón, también se halla tipificada como delito en Colombia y sancionada con pena
privativa de la libertad, en su mínimo superior a cuatro años, pues, como se verá en el
capítulo correspondiente de este concepto, la conspiración para importar
estupefacientes en los Estados Unidos de América, sólo resulta predicable respecto de
(...) y (...), también mencionados en la resolución acusatoria base de la solicitud.

4. El presupuesto mínimo de equivalencia exigido por el artículo 549-2 del Código de


Procedimiento Penal, la Corte lo considera satisfecho, pues tal norma establece "que
por lo menos se haya dictado en el exterior resolución de acusación o su equivalente".
En este caso, no queda ninguna duda que la acusación formal introducida por el Gran
Jurado ante la Corte de Distrito Este de Nueva York, en contra del señor (...),
corresponde a la resolución acusatoria en la legislación colombiana, pues además de
que dicho acto procesal da paso al juicio oral que finaliza con el respectivo fallo de
mérito, como aquí sucede, desde el punto de vista de los elementos a que debe
corresponder su elaboración especificará el lugar y la fecha o época en que los
hechos tuvieron ocurrencia, los nombres de los partícipes y la calificación jurídica de
la conducta, con lo cual se satisfacen en suficiencia los aspectos fácticos y jurídicos
de la imputación.

Si a ello se agrega que el sistema procesal en los Estados Unidos se define como
acusatorio, y que el pliego enjuiciatorio lo formula el fiscal o el gran jurado, según el
caso, que en éste la acusación del gran jurado es un pliego de cargos en contra del
procesado para que se defienda en el juicio, que contiene la definición de la conducta
típica imputada, con las circunstancias que la especifican, el lugar y la fecha o época
de su ocurrencia, y señala las disposiciones sustanciales realizadas y su ubicación
genérica y específica en el Código de la materia, y que con dicho acto, como sucede
en la legislación colombiana, se interrumpe la prescripción de la acción penal, no
queda duda que la persona reclamada en extradición en este caso, ha sido acusada y
llamada a responder en juicio por las autoridades de los Estados Unidos de América.

5. El ordenamiento jurídico colombiano se integra como sistema de jerarquías


normativas y ubica la Constitución Política en posición prevalente frente al resto del
ordenamiento que lo compone, conforme se establece de lo contenido en su artículo
4º.

En razón de ese carácter normativo y aplicación directa, la Carta Política se erige en


"norma de normas" (art. 4º. C.P.), y da lugar a que el ordenamiento jurídico se
reconozca así mismo un todo constitucionalizado y jerarquizado, como ha de ser
desarrollado por los poderes constituidos, en exigible sujeción a sus valores y
principios. En ese sentido, la expedición, interpretación o aplicación de las normas
que como orden lo integran no puede evadir su sometimiento al Estatuto Superior, sin
dar lugar a desquiciar el sistema, e invalidar los fundamentos que lo inspiran.

Esta fuerza vinculante de las normas constitucionales, subordina, como es obvio, el


ámbito de la actividad jurisdicente. Si bien el juez debe aplicar la ley respetando la
jerarquía normativa que emana de la Carta, la función integradora del sistema le
impone ajustar su interpretación a los mandatos de ésta; excluir aquellas
disposiciones que resultan inarmónicas ante el orden constitucional; reificar la norma
acorde con los valores y principios básicos; complementarla con éstos para dotarla de
sentido; o acudir directamente a la fuerza normativa directa que como orden ostenta
el constitucional.

El sistema de eficacia directa de la Carta Política de que se viene hablando, significa,


entonces, que la Constitución, a partir de su posición jerárquica preponderante como
norma superior, en sí misma es fuente de derecho, debiendo ser tomada como
premisa de decisión por el operador del sistema como norma aplicable al igual que
cualquier otra, para extraer de ella la solución que el caso demande, pues de tal
principio se establece que la Constitución se aplica junto a la ley para interpretarla o
complementarla -como en este caso-, o incluso frente a ella cuando resulte
manifiestamente incompatible.

En este caso, observa la Corte, entre los presupuestos del concepto de extradición
establecidos por el artículo 558 del Código de procedimiento no se incluye la
impidiente constitucional referida a que los delitos imputados a nacionales
colombianos por nacimiento hayan sido cometidos en el exterior, razón por la cual, en
acatamiento del principio de eficacia directa y fuerza vinculante de la Constitución, el

111
fundamento normativo inmediato de este pronunciamiento, no es otro que la Carta
Política, a partir de la supremacía de los valores y principios establecidos en ella, pues
los derechos y libertades que la Constitución reconoce, en razón de su valor
normativo resultan directamente operantes, aun cuando el legislador, como acontece
en este particular evento, no haya procedido a regularlos.

Así, el artículo 35 del Estatuto Superior, modificado por el artículo 1º del Acto
Legislativo No. 01 de 1997, establece:

"La Extradición se podrá solicitar, conceder u ofrecer de acuerdo con los tratados
públicos y, en su defecto con la ley.

Además, la extradición de los colombianos por nacimiento se concederá por delitos


cometidos en el exterior, considerados como tales en la legislación penal colombiana.

La extradición no procederá por delitos políticos.

No procederá la extradición cuando se trate de hechos cometidos con anterioridad a


la promulgación de la presente norma" (se destaca).

De la solicitud de extradición elevada por el Gobierno de los Estados Unidos de


América, a través de su Embajada en Bogotá, establece la Corte que las conductas
imputadas a (...) no ocurrieron en el exterior como lo exige la Carta Política para que
la extradición resulte procedente, sino en Colombia, lo cual impide conceptuar
favorablemente a la extradición independientemente del cumplimiento de los
presupuestos establecidos en el Código de procedimiento, y del lugar donde la
sustancia a que alude la acusación hubiere sido incautada, pues fue en territorio de
este país donde se agotó la configuración típica de los delitos de concierto para
delinquir y tráfico de estupefacientes endilgados al solicitado en extradición por
autoridades judiciales del Estado requirente.
....

Con ello no queda duda que "los hechos del caso", en cuanto hace a la conducta
imputada a (...), material y objetivamente tuvieron lugar en Colombia, pues en la
información suministrada por el país solicitante no existe elemento de juicio que
permita dar lugar a establecer la existencia de acuerdo delictivo de éste con (...) para
exportar la droga, sino sólo con (....) para entregársela en la sede de la embajada en
Bogotá, con lo cual, al no existir en la solicitud y la documentación anexa, referencia
concreta sobre concierto delictivo entre (...) y (...), el supuesto de que trata el artículo
35 de la Carta Política, consistente en que el delito por el que se solicita la extradición
haya sido cometido en el exterior no se cumple.
....

Lo expuesto, no significa, sin embargo, que con esta declaración referida


exclusivamente al supuesto fáctico mencionado por las autoridades de los Estados
Unidos de América y su cotejo con los preceptos de la Constitución Política, la Corte se
inmiscuya en ámbitos que no le corresponden y suplante la competencia para
ponderar la validez o mérito de la prueba recaudada por autoridades extranjeras,
tanto en el proceso judicial que allí hace curso como la aportada ante funcionarios
judiciales de los Estados Unidos de América en apoyo de la petición de extradición.
Por el contrario, resulta del examen objetivo del contenido de la solicitud y la
documentación en que se funda, a fin de verificar el cumplimiento estricto del
mandato constitucional contenido en el artículo 35 Superior, del cual se establece que
los hechos tuvieron realización en Colombia.

Esta consideración no resulta desvirtuada aún si se entendiera que los hechos


imputados a (…) tuvieron ocurrencia dentro de la sede diplomática de los Estados
Unidos de América, puesto que, de conformidad con la Carta Política y lo establecido
en la ley 6ª de 1972 por la cual se aprueba la "Convención de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas" del 18 de abril de 1961 ratificada por Colombia y con efectos
vinculantes para las autoridades constituidas en este país, las sedes locativas
destinadas a embajadas y consulados no forman parte del territorio a que pertenece
la misión sino a aquél donde se hallan ubicadas, y por lo tanto respecto de ellas no
opera el principio de extraterritorialidad para el ejercicio de la soberanía, imperando
en cambio, un tratamiento jurídico preferencial para los funcionarios del Estado
acreditante.

112
Y aun de optarse por alguna de las diferentes hipótesis identificadas dogmática y
doctrinariamente como instrumentos jurídicos para establecer el lugar de ocurrencia
del hecho, tales como el lugar de realización de la acción, según la cual el hecho se
entiende cometido en el lugar donde se llevó a cabo la exteriorización de voluntad; la
del resultado, que entiende realizado el hecho donde se produjo el efecto de la
conducta; y la teoría de la ubicuidad o mixta que entiende cometido el hecho donde
se efectuó la acción de manera total o parcial, como en el sitio donde se produjo o
debió producirse el resultado, se tiene que la solución no es distinta de la advertida.
....

Igual sucede con la imputación por concierto para traficar sustancias estupefacientes,
pues de acuerdo con la estructura del tipo de que trata el artículo 186 del Código
Penal, modificado por el artículo 4º de la Ley 589 de 2000, se tiene que su ámbito de
operancia territorial es aquél donde se lleva a cabo el convenio ilícito o donde éste
surte sus efectos, sin que su configuración típica exija la incautación de sustancia
estupefaciente alguna o el lugar donde esto suceda determine la competencia para el
ejercicio de la jurisdicción, resultando, entonces, de la información suministrada por la
Embajada de los Estados Unidos de América, que dicho acuerdo entre (...) y (...), tuvo
realización en Colombia, siendo aquí donde igual se surtieron sus efectos jurídicos,
pues en la solicitud formal, la acusación, y las declaraciones rendidas en apoyo de
aquella, no se indica que el acuerdo entre éstos para adquirir la sustancia ilícita
hubiere traspasado las fronteras nacionales, o hubiere incluido la participación de
terceras personas en el exterior, como el caso del señor Hernán Arcila.

6. Estos comportamientos, precisamente por haber sido realizados en el país, se


insiste, en cumplimiento de lo dispuesto por el artículo 13 del Código penal que
consagra el principio de territorialidad para la aplicación de la ley penal colombiana a
quien la infrinja en el territorio nacional, la Fiscalía general de la nación como
autoridad a la que constitucionalmente le corresponde llevar a cabo la función de
investigación de los delitos, en ejercicio de la soberanía judicial inició de oficio la
correspondiente indagación previa (agosto 13 de 1999), incluso antes de solicitarse la
detención provisional con fines de extradición (28 de diciembre de 1999) y de
formalizarse el pedido de los Estados Unidos de América (12 de abril de 2000), y
posteriormente la formal instrucción penal (26 de abril de 2000).

Así, la aplicación de la ley colombiana resulta privilegiada en el juzgamiento del caso,


con independencia del trámite de extradición iniciado con posterioridad, sin que la
circunstancia de existir proceso en Colombia en contra del reclamado por los mismos
hechos en que se funda la solicitud, sea la determinante del sentido en que
conceptuará la Corte en este asunto.

También es claro, que de acuerdo con las fechas que ostentan la solicitud de
detención provisional con fines de extradición, y la petición formal elevada por el
Estado extranjero, cotejadas con aquella en que la Fiscalía colombiana inició de oficio
indagación preliminar y posteriormente formal investigación penal durante la cual se
vinculó mediante indagatoria al señor Ayala Varón, se permite diferenciar el asunto
que aquí ocupa a la Corte, de aquellos eventos en los cuales la Fiscalía ha dado inicio
a investigaciones en Colombia por razón de pronunciamientos de la Corte
Constitucional proferidos en ejercicio de acciones de tutela instauradas con
posterioridad a la iniciación del trámite de extradición.

Al efecto baste recordar el pronunciamiento de quince de febrero último, proferido


dentro del trámite de extradición de radicado 17781, con ponencia del Magistrado
GALVEZ ARGOTE:

"Además, del referido fallo de tutela (T1736/2000, aclara la Sala) no puede


entenderse que en todos los eventos en que la solicitud de extradición tenga como
sujeto a un ciudadano colombiano por nacimiento, la Fiscalía General de la Nación
esté en la obligación de iniciar investigación penal por los hechos que motivan dicha
demanda, sino que ese proceder se hace necesario cuando se trata de "posibles
hechos delictivos cometidos en el país y no cubiertos por las excepciones al principio
de territorialidad", conforme a lo expuesto sobre el tema en la sentencia C-1189 de
2000 transcrita en dicho fallo como fundamento de la aludida conclusión…"

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Concepto Extradición
FECHA : 16/05/2001
DECISION : Conceptúa desfavorablemente,

113
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : AYALA VARON, JORGE ALFONSO
DELITOS : Violación a la Ley 30/86, Concierto para delinquir
- Ley
30/86
PROCESO : 17216
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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EXTRADICION POSITIVA-Concepto de la Corte Suprema de Justicia/


EXTRADICION POSITIVA-La intervención de la Corte no es de carácter
judicial: Naturaleza/ EXTRADICION POSITIVA-Lugar de comisión del delito/
TUTELA/ PRUEBA

1. Reitérase, que de conformidad con el artículo 558 del C. de P. Penal, el concepto


que emita la Sala acerca de la viabilidad o no de la extradición, se fundamentará
exclusivamente en la demostración plena de la identidad del solicitado, en la validez
formal de la documentación presentada, en el principio de la doble incriminación y en
la equivalencia de la providencia emitida en el extranjero, por lo que las pruebas
solicitadas deben versar sobre dichos aspectos.
...

En efecto, como quiera que los temas objeto de controversia están circunscritos a
aspectos que no guardan relación con el concepto que debe emitir la Corte, las
probanzas deprecadas resultan improcedentes e inconducentes para con el objeto del
trámite.

2. En cuanto a la afirmación que el requerido no participó en la conspiración, punible


por el cual fue acusado en el extranjero, es una opinión personal que desborda el
concepto de la Corte, ya que ésta no realiza un acto de juzgamiento, ni obra como
juez, pues, en caso contrario, se estaría atentando contra la soberanía de los
tribunales de los Estado Unidos de América. Además, en este trámite no tienen cabida
cuestionamientos relativos a la validez o mérito de las pruebas que sustentan el
indictment.

A igual conclusión se llega en lo que atañe a la legalidad o no de los medios de


convicción que apoyan la petición de extradición y la competencia de los funcionarios
judiciales que los recaudaron, toda vez que tal controversia deberá darse, si fuese el
caso, en el proceso y ante las autoridades del país requirente, además que, como se
ha dicho, no es uno de los precisos requisitos que establece el citado artículo 558 del
C. de P. Penal.

3. Frente a la pretendida suspensión del presente trámite, es oportuno reiterar lo que


al respecto la Sala ha sostenido:

"Lo anterior, no significa, como parece entenderlo el memorialista, que la actuación


que le corresponde adelantar a la Corte en esta clase de asuntos quede supeditada a
que previamente se determine si los hechos que dan origen a la solicitud de
extradición ocurrieron o no en territorio colombiano, pues, como se señaló en
precedencia, ese no es tema del que le corresponda ocuparse a efectos de emitir el
concepto que según el artículo 558 del Código de Procedimiento Penal se exige de
esta Corporación; más aún cuando la intervención de esta Corte no es de carácter
judicial y mucho menos decisoria, toda vez que es el Ejecutivo el que definitivamente
resuelve si accede o no al requerimiento del país extranjero -en caso de que el
concepto sea favorable- y, por ende, es allí donde adquieren plena validez e injerencia
los resultados y determinaciones que al respecto emita el ente investigador.

"Efectivamente, considerando lo manifestado por la Corte Constitucional en la


mencionada decisión de tutela, la Sala sostuvo en reciente concepto de extradición
que:

114
"...En respuesta al tema de la territorialidad para el ejercicio de la jurisdicción penal,
por el lugar de la comisión del hecho, han de recordarse las posiciones que al
respecto la Sala hizo en providencia del 12 de septiembre de 2.000, con ponencia del
Magistrado JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO: "aparte de que el lugar de la comisión
del delito y la competencia son elementos que tienen que ver con el objeto del
proceso (cuya definición incumbe a la autoridad que juzga) y no con la eficacia de los
fines del mismo (tema de la extradición), también olvida el reclamante toda la
dinámica que comporta una conducta de "impotar" o "sacar del país" un producto
ilícito, en la que se fijan destinos, se eligen recorridos y se prevé concomitancias
como el decomiso en lugares diferentes.

"La Sala ha señalado que la supuesta falta de jurisdicción del país requirente para
juzgar al solicitado, trasciende la tarea que ha de cumplir la Corte en orden a lo
previsto en el artículo 538 del C.P.P., además que un tal proceder desconocería la
soberanía del Estado reclamante y la competencia de las autoridades judiciales.

"La Corte Constitucional sostuvo en la sentencia de tutela 1736/2.000 que el criterio


expuesto en el párrafo anterior de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia encontraba respaldo en la jurisprudencia constitucional, invocando en esa
oportunidad como apoyo de dicha conclusión, lo aseverado en la sentencia C-
1106/2.000, en donde expresó:

"De conformidad con lo expuesto, y por su propio contenido, el acto mismo de la


extradición no decide, ni en el concepto previo, ni en su concesión posterior sobre la
existencia del delito, ni sobre la autoría, ni sobre las circunstancias de tiempo, modo y
lugar en que se cometió el hecho, ni sobre la culpabilidad del imputado, ni sobre las
causales de agravación o diminuentes punitivas, ni sobre la dosimetría de la pena,
todo lo cual indica que no se está en presencia de un acto de juzgamiento, como
quiera que no se ejerce función juirisdicente.

"Entrar en una controversia de orden jurídico como si se tratara de un acto


jurisdiccional, implicaría el desconocimiento de la soberanía del Estado requirente,
como quiera que es en ese país y no en el requerido en donde se deben debatir y
controvertir las pruebas que obren en el proceso correspondiente, de conformidad
con las disposiciones sobre Derecho Internacional Humanitario y con las normas
penales internas del Estado extranjero". (Concepto del 24 de enero de 2.001, Rad.
16.176)" .*
___________________________________________
* Extradición No. 16724, 2º de febrero de 2001, M.P. Dr. Carlos Augusto Gálvez Argote.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Extradición
FECHA : 16/05/2001
DECISION : No repone auto del 23-10-00 que negó unas
pruebas
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : PERDOMO LIEVANO, SERGIO HERNAN
PROCESO : 16719
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

****************************

EXTRADICION POSITIVA-Naturaleza mixta del trámite/ EXTRADICION


POSITIVA-Concepto del Ministerio de Relaciones Exteriores/ EXTRADICION

115
POSITIVA-Prueba-Objeto/ EXTRADICION POSITIVA-Lugar de comisión del
delito/ PRUEBA

1. Nuevamente considera la Corte necesario reiterar que el trámite de extradición


pasiva tiene una doble naturaleza jurídica, es decir, que el diligenciamiento se
sustenta sobre actuaciones administrativas y judiciales. Las primeras competen
exclusivamente al Gobierno Nacional, a través de los Ministerios de Relaciones
Exteriores y de Justicia y del Derecho, por lo que la Corte no puede inmiscuirse en esa
órbita funcional claramente delimitada por la Constitución y la ley, ni ejercer control
sobre ella, el que está reservado a la administración o a la jurisdicción de lo
contencioso administrativo, razón por la cual carece de facultad para señalar la forma
o el contenido del concepto.

Por otra parte, los artículos 9°, 226 y 227 de la Constitución Política contemplan los
principios básicos en los cuales Colombia debe fundamentar sus relaciones
internacionales, encontrándose, entre ellos, el de reciprocidad, cuya aplicación atañe
exclusivamente al fuero del Gobierno Nacional en cabeza del Presidente de la
República, como Jefe de Estado y Suprema Autoridad Administrativa, y no a la Rama
Judicial, motivo por el cual a la Corte le está vedado entrar a pronunciarse sobre el
punto y, menos, imponer dicho postulado con base en un antecedente ajeno a este
caso concreto.

De otro lado, no se requiere allegar a la documentación, con fundamento en la cual la


Sala debe emitir su concepto, ningún acuerdo, ni disposiciones penales aplicables en
ausencia de tratado vigente, como reiteradamente lo ha sostenido la Corte, a menos
que el trámite se rija por tratado internacional y allí se exija ese requisito, que no es el
caso presente, toda vez que los instrumentos que se requieren para el
perfeccionamiento del expediente son únicamente los señalados en el artículo 551
del C. de P. Penal.

2. Fue el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, y de


conformidad con el artículo 552, ibidem, el que señaló que la extradición, en este
evento, se regulaba por lo dispuesto en el Código de Procedimiento Penal, por no
existir convenio aplicable, concepto que debe ser respetado, a menos que de su
contenido emergiera una ostensible y manifiesta contradicción con la Constitución.
Además, a la Sala no le es permitido dirigir o controlar el marco normativo a que el
Estado colombiano debe sujetar sus relaciones internacionales, como lo pretende el
memorialista.

3. En cuanto a la solicitud de pruebas hecha por la defensa, serán denegadas en su


totalidad, de acuerdo con las razones que se exponen a continuación, teniendo en
cuenta los parámetros fijados por los artículos 250 y 556 del C. de P. Penal.

Si de conformidad con el artículo 558 de la obra citada, el concepto que emita la Corte
acerca de la viabilidad o no de la extradición, se fundamentará en la demostración
plena de la identidad del solicitado, en la validez formal de la documentación
presentada, en el principio de la doble incriminación y en la equivalencia de la
providencia proferida en el extranjero, necesario es que las pruebas solicitadas
tengan relación con dichos aspectos y que así lo sustente el peticionario.
....

Ninguna de las probanzas contenidas en los citados numerales, se refieren a los


aspectos sobre los cuales la Sala debe emitir su concepto, al tenor del artículo 558 del
C. de P. Penal y, además, la Corte no obra como juez ni realiza un acto de juzgamiento,
ni puede reemplazar en su autonomía y soberanía al juez extranjero, por lo que en
este trámite no tienen cabida cuestionamientos relativos a las relaciones sociales y
humanas, los antecedentes penales y de policía y la situación económica de la solicita
en extradición, y menos puede emitir juicios de responsabilidad sobre cargos que en
su contra formularon los tribunales de los Estados Unidos de América, como
reiteradamente lo ha sostenido la Sala.

4. Por último, en escrito separado, el defensor de la requerida solicita que se


suspenda el presente trámite de extradición, toda vez que el fallo de tutela T- 1736
del 12 de diciembre de 2000, dictado por la Corte Constitucional, es aplicable a este
asunto, por cuanto que la Fiscalía General de la Nación debe averiguar, previamente,
si los hechos por los cuales su defendida es solicitada en extradición, tuvieron o no
ocurrencia en Colombia.

116
Frente al tema planteado, es oportuno reiterar lo que al respecto la Sala ha sostenido:
"Lo anterior, no significa, como parece entenderlo el memorialista, que la actuación
que le corresponde adelantar a la Corte en esta clase de asuntos quede supeditada a
que previamente se determine si los hechos que dan origen a la solicitud de
extradición ocurrieron o no en territorio colombiano, pues, como se señaló en
precedencia, ese no es tema del que le corresponda ocuparse a efectos de emitir el
concepto que según el artículo 558 del Código de Procedimiento Penal se exige de
esta Corporación; más aún cuando la intervención de esta Corte no es de carácter
judicial y mucho menos decisoria, toda vez que es el Ejecutivo el que definitivamente
resuelve si accede o no al requerimiento del país extranjero -en caso de que el
concepto sea favorable- y, por ende, es allí donde adquieren plena validez e injerencia
los resultados y determinaciones que al respecto emita el ente investigador.

"Efectivamente, considerando lo manifestado por la Corte Constitucional en la


mencionada decisión de tutela, la Sala sostuvo en reciente concepto de extradición
que:
"...En respuesta al tema de la territorialidad para el ejercicio de la jurisdicción penal,
por el lugar de la comisión del hecho, han de recordarse las posiciones que al
respecto la Sala hizo en providencia del 12 de septiembre de 2.000, con ponencia del
Magistrado JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO: "aparte de que el lugar de la comisión
del delito y la competencia son elementos que tienen que ver con el objeto del
proceso (cuya definición incumbe a la autoridad que juzga) y no con la eficacia de los
fines del mismo (tema de la extradición), también olvida el reclamante toda la
dinámica que comporta una conducta de "impotar" o "sacar del país" un producto
ilícito, en la que se fijan destinos, se eligen recorridos y se prevé concomitancias
como el decomiso en lugares diferentes.

"La Sala ha señalado que la supuesta falta de jurisdicción del país requirente para
juzgar al solicitado, trasciende la tarea que ha de cumplir la Corte en orden a lo
previsto en el artículo 538 del C.P.P., además que un tal proceder desconocería la
soberanía del Estado reclamante y la competencia de las autoridades judiciales.

"La Corte Constitucional sostuvo en la sentencia de tutela 1736/2.000 que el criterio


expuesto en el párrafo anterior de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia encontraba respaldo en la jurisprudencia constitucional, invocando en esa
oportunidad como apoyo de dicha conclusión, lo aseverado en la sentencia C-
1106/2.000, en donde expresó:

"De conformidad con lo expuesto, y por su propio contenido, el acto mismo de la


extradición no decide, ni en el concepto previo, ni en su concesión posterior sobre la
existencia del delito, ni sobre la autoría, ni sobre las circunstancias de tiempo, modo y
lugar en que se cometió el hecho, ni sobre la culpabilidad del imputado, ni sobre las
causales de agravación o diminuentes punitivas, ni sobre la dosimetría de la pena,
todo lo cual indica que no se está en presencia de un acto de juzgamiento, como
quiera que no se ejerce función juirisdicente.

"Entrar en una controversia de orden jurídico como si se tratara de un acto


jurisdiccional, implicaría el desconocimiento de la soberanía del Estado requirente,
como quiera que es en ese país y no en el requerido en donde se deben debatir y
controvertir las pruebas que obren en el proceso correspondiente, de conformidad
con las disposiciones sobre Derecho Internacional Humanitario y con las normas
penales internas del Estado extranjero". (Concepto del 24 de enero de 2.001, Rad.
16.176)" .*
_______________________________
* Extradición No. 16724 de febrero de 2001, M.P. Dr. Carlos Augusto Gálvez Argote.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Extradición
FECHA : 16/05/2001
DECISION : No dispone devolución, niega pruebas, dispone
otras, no
suspende el trámite
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América

117
REQUERIDO : VACCA BOJACA, ADRIANA MARCELA
PROCESO : 16722
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

****************************

EXTRADICION POSITIVA-Concepto del Ministerio de Relaciones Exteriores/


EXTRADICION POSITIVA-Suspensión del trámite: No se creó un nuevo
requisito de procedibilidad/ NULIDAD/ TUTELA

1. Para demostrar lo anterior, basta recordar que la supuesta invalidez es sustentada


en la eventual aplicación a este asunto, de la Convención de las Naciones Unidas
contra el Tráfico de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas de 1.988, la cual
demostraría la mendacidad del concepto emitido por el Ministerio de Relaciones
Exteriores, referente a que por no existir tratado operable procede actuar con arreglo
a las normas pertinentes del Código de Procedimiento Penal; en tanto, que con el
mismo propósito de acreditar la vigencia y aplicación de la Convención y la supuesta
falta de regularidad de algunos medios de prueba aportados como apoyo de la
demanda de extradición, el defensor entre otras pruebas, pidió se obtuviera de la
Cancillería certificación sobre la existencia o no de tratados aplicables entre los dos
países, acerca de la vigencia de los artículos 6 y 7 de la misma Convención, si el
entendimiento 2 presentado por el país requirente le permite reclamar la extradición
de colombianos por nacimiento y a Colombia a un ciudadano Estadounidense, de
acuerdo con el artículo 6o; solicitar a la ONU informara cuáles son los Estados Partes,
las fechas de ratificación y adhesión, acerca de las reservas, las declaraciones y
eventuales objeciones hechas a la Convención de Viena de 1.969 sobre el Derecho de
los Tratados; y se admitiera como prueba una constancia del mismo Ministerio en
donde certifica que la Convención de Viena de 1.988 está vigente.

2. Respecto a la suspensión del trámite de extradición, basada en la sentencia de


tutela T-1736 de 2.000 proferida por la Corte Constitucional, será rechazada por la
Sala, fundada en los siguientes argumentos, que en esencia son idénticos a los
expuestos en el concepto del 24 de enero y en autos del 2 de febrero del corriente
año, con ponencia del Dr. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE; en el auto del 8 de
febrero siguiente con ponencia del Dr. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR, y en los
autos del 28 de marzo y del 25 de abril de este año, en donde actuó como ponente
quien hoy cumple igual función.

Que la Fiscalía General de la Nación adelante un proceso criminal en contra del


requerido, al parecer por los mismos hechos que se demanda su extradición, no
constituye causa legal que obligue a suspender el trámite, dado que el Código de
Procedimiento Penal, solo exige previo a la intervención de la Corte, que el Ministerio
de Relaciones Exteriores haya determinado cuál es el ordenamiento jurídico que debe
regular la demanda de extradición y que su homólogo de Justicia y del Derecho haya
obtenido el perfeccionamiento del expediente; presupuestos cumplidos cabalmente
en este asunto por parte de la Administración.

Ahora, el trámite que debe cumplir la Corte para rendir el concepto que la ley le exige,
delineado en el artículo 556 del Código de Procedimiento Penal, tampoco prevé dicha
hipótesis.

La sentencia de tutela únicamente prosperó contra la Fiscalía General de la Nación,


por abstenerse de abrir investigación por hechos aparentemente ocurridos en nuestro
territorio, ordenándole adelantar las pesquisas correspondientes de conformidad con
lo reglado en el artículo 250 de la Carta Política; al paso que la Corte Constitucional
encontró ajustada a la legalidad la decisión por medio de la cual esta Corporación
negó la nulidad pedida por falta de jurisdicción del país requirente, con el argumento
de que dicha materia rebasaba el objeto del concepto, avalando de paso el criterio
que insistentemente ha venido pregonando esta Sala, relativo a que con arreglo a la
naturaleza jurídica del instituto de la extradición, su actuación en el rito se
circunscribe a verificar formal y objetivamente la presencia de los elementos del
concepto, sin que en su desarrollo pueda valorar la veracidad y legalidad de las
pruebas adosadas por la Nación solicitante, por no cumplir funciones judiciales; temas

118
que la defensa debe plantear en el proceso base de la extradición y ante las
autoridades norteamericanas, en donde cuenta con las garantías procesales
suficientes para hacer valer sus derechos.

En ninguna parte del fallo, se indica como requisito del trámite de extradición, la
existencia del pronunciamiento de la Fiscalía General de la Nación en la investigación
criminal, acerca de la tipicidad o no de los hechos y del lugar de ocurrencia; pues tal
decisión no podía ser adoptada, ya que de ser creado un requisito adicional a los
previstos en la ley, se socavaría el principio de legalidad que cubre el rito, y de
contera el Estado de Derecho que nos rige.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Extradición
FECHA : 16/05/2001
DECISION : No suspende el trámite
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : GOMEZ MORENO, OSCAR ALONSO
PROCESO : 16706
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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EXTRADICION POSITIVA-Doble incriminación-Normas del país requirente/


EXTRADICION POSITIVA-Equivalencia de la acusación/ HOMICIDIO
PRETERINTENCIONAL/ EXTRADICION POSITIVA-Doble incriminación-
Cargos erróneos en el país requirente/ EXTRADICION POSITIVA-Ejecutivo:
Eventualmente puede subordinar la concesión de ésta/ CONCIERTO PARA
DELINQUIR

1. En tratándose de una extradición que se rige por las normas del Código de
Procedimiento Penal, el principio de la doble incriminación se define conforme al
llamado sistema de eliminación cuya característica principal es la conexión de los
hechos a unas sanciones punitiva mínimas. Tal como lo señala el Código, es necesario
"que el hecho que la motiva también esté previsto como delito en Colombia y
reprimido con una sanción privativa de la libertad cuyo mínimo no sea inferior a 4
años".(artículo 549-1).

Los 6 cargos por los que el gobierno de los Estados Unidos de América solicita la
extradición de la ciudadana colombiana (...) para que responda ante la justicia
estadounidense están contenidos en la acusación formal (Indictment) No. S1 99 Cr.
1113, respecto de los cuales la Corte ya hizo el análisis correspondiente al principio
de la doble incriminación, habida cuenta que tal acusación es la misma que motivó la
petición de extradición del ciudadano ecuatoriano Nelson Báez* y del ciudadano
colombiano Alex Restrepo**, respecto de los cuales se emitió concepto favorable para
algunas conductas y desfavorables para otras.

Respecto del Cargo 2 se indicó que:

"En el SEGUNDO CARGO, se acusa a NELSON BAEZ y a otros (PAOLA RESTREPO, entre
ellos), de haberse combinado, conspirado, confederado y puesto de acuerdo "para
violar las leyes de Crimen Organizado en los Estados Unidos, específicamente, la
sección 1962 del Título 18, del Código de los Estados Unidos que trata de conducir y
participar, directa e indirectamente, en la conducta de los negocios de esa empresa
que se involucró en actividades las cuales afectaron el comercio interestatal y
extranjero a través de un patrón de actividades de delincuencia organizada.

"Las normas sustanciales aplicadas, cuya traducción fue oportunamente allegada al


expediente, tratan de los delitos y actividades de crimen organizado o "cualquier
acción que involucre asesinato, secuestro, juegos ilícitos, incendio premeditado, robo,
cohecho, extorsión, tratos obscenos, o venta de sustancias controladas, o sustancia
química clasificada …lo cual está sujeto a una acusación bajo las leyes estatales y
penado con prisión por más de un año", siendo "ilegal para cualquier persona

119
empleada por, o asociada con cualquier empresa dedicada a actividades que afecten
el comercio interestatal o extranjero el conducir o participar, directa o indirectamente,
en la conducta de tal empresa a través de actividades de Crimen Organizado",
precisando la normatividad allegada que "Cualquiera que viole cualquiera de los
términos de la sección 1962 de este capítulo será multado bajo este título o
encarcelado por no más de veinte años (o de por vida si la violación está basada en
una actividad de Crimen Organizado cuya máxima pena incluye prisión de por vida), o
ambas penas".

"En la legislación colombiana, por su parte, los delitos de "delincuencia organizada" y


"conspiración para conducir los asuntos de la empresa a través de un patrón de
actividades de crimen organizado", corresponden al "concierto para delinquir"
previsto por el artículo 186 del Código Penal que entre otras hipótesis, prevé pena de
prisión de diez (10) a quince (15) años cuando, como se establece de los términos de
la acusación, el concierto sea para cometer delitos de narcotráfico.

"Dado que las autoridades judiciales de los Estados Unidos de América acusan a
NELSON BAEZ "y a otros (PAOLA RESTREPO, entre ellos) con delincuencia
organizada", de "conducir los negocios de la empresa utilizando un patrón de crimen
organizado, incluyendo en este caso la distribución de narcóticos", es de concluirse
que en relación con los CARGOS UNO y DOS de la resolución enjuiciatoria se cumple
el presupuesto relativo a la doble incriminación para extraditar pues en la legislación
penal colombiana tales comportamientos también se hallan definidos como delito, y
por su realización prevé pena mínima superior a cuatro años de prisión".

En el concepto rendido respecto de Alex Restrepo, se dijo en lo que tiene que ver con
el cargo segundo:

"En cuanto al cargo segundo, se acusa a Alex Restrepo y a otras personas (PAOLA
RESTREPO, entre ellos) de haberse combinado, conspirado, confederado y puesto de
acuerdo para violar la leyes de crimen organizado, a que se refiere el Título 18,
sección 1962, del Código de los Estados Unidos, desde al menos 1995 hasta e
incluyendo agosto de 1999, según la cual: "será ilegal para cualquier persona
empleada por, o asociada con cualquier empresa dedicada a actividades que afecten
el comercio interestatal o extranjero el conducir o participar, directa o indirectamente,
en la conducta de tal empresa a través de actividades de crimen organizado.

"A su vez la sección 1961 del mismo Título 18 que trata sobre las "Definiciones para
delitos de Crimen Organizado", preceptúa que "Actividades de Crimen Organizado
significa … cualquier acción que involucre asesinato, secuestro, juegos ilícitos,
incendio premeditado, robo, cohecho, extorsión, tratos obscenos, o venta de
sustancias controladas, o sustancia química clasificada (como se define en la sección
102 de la Ley 102 de la Ley de Sustancias Controladas), lo cual está sujeto a una
acusación bajo las leyes estatales y penado con prisión por más de un año". Así
mismo, se resalta que " el término empresa incluye a cualquier individuo, sociedad,
corporación, asociación, u otra entidad legal y cualquier unión o grupo de individuos
asociados de hecho a pesar de que no sean una entidad legal.

"Entonces, resulta nítido que los hechos punibles imputados al solicitado en


extradición, corresponden al concierto para delinquir (art.186, inciso 2° del C. Penal),
preceptiva que tiene, para este caso, una pena privativa de la libertad de 10 a 15
años, ya que dentro de los actos concertados estaban los de poseer y distribuir
narcóticos, cumpliéndose, por lo tanto el presupuesto de la doble incriminación.

"Sin embargo, es pertinente aclarar, con respecto a los delitos de "delincuencia


organizada" y "conspiración de crimen organizado", previsto en Colombia con el
nomen iuris de "concierto para delinquir", como se vio, que se empezaron a cometer
desde antes de ser promulgado el Acto Legislativo 01 de diciembre 16 de 1997,
reformatorio del artículo 35 de la Constitución, que autorizó la extradición de los
colombianos por nacimiento, salvo para hechos cometidos con antelación a su
vigencia, pero que se continuaron cometiendo con posterioridad, tratándose de
conductas permanentes, por lo que les es aplicable la nueva normatividad
constitucional y, por ende, es procedente la extradición".

El señor Procurador Tercero Delegado en lo Penal reclama un concepto desfavorable


de extradición para el concierto para cometer delitos de narcotráfico que él estima
incorporado a las acusaciones dictadas contra (...). El agente del Ministerio Público

120
considera que la ausencia de las normas que rigen en los Estados Unidos de América
las conductas de narcotráfico, hacen imposible la rendición de un concepto favorable.

El Procurador incurre en error, generado por el desmenuzamiento que hace del


Indictment dictado en el país requirente para concluir de su propio análisis que a la
requerida (...) se le hacen 25 cargos (folio 52, cuaderno de la Corte, página 12 del
escrito del Ministerio Público) y no los 6 que se concretan en la Nota Verbal No. 070.

La formalización de la petición de extradición, es un acto de política exterior del país


requirente que se hace por la vía diplomática y en casos excepcionales por la
consular o de gobierno a gobierno. En el documento diplomático por medio del cual
se formaliza la extradición, el gobierno requirente concreta los cargos por los que
solicita la remisión del que considera prófugo de su sistema de justicia. Dentro de un
trámite de extradición que se rige por el Código de Procedimiento Penal ante la
ausencia de Convenio Internacional, a esos cargos debe limitarse el estudio de la
extradición, sin que aquella ley otorgue potestad alguna a la Corte para completarlos
o variarlos.

En este orden de ideas el yerro del Ministerio Público surge patente al identificar un
cargo (concierto para cometer delitos de narcotráfico) que no está contenido en la
Nota Verbal que formaliza la petición de extradición y que por tanto no fue incluido
como objeto del trámite de extradición y menos puede serlo, ni siquiera para
excluirlo, en el Concepto que debe rendir la Corte.

Los hechos del cargo 2 del Indictment hacen referencia, como se anotó en los
antecedentes atrás referidos, al concierto para delinquir de que trata el artículo 186
del Código Penal Colombiano que está penado con una sanción privativa de la libertad
mínima de 10 años, en cuanto los actos concertados de la "Organización Restrepo" a
la que pertenece (...) incluyeron el robo a narcotraficantes y la posesión y distribución
de los narcóticos. No es como lo estima erradamente el Procurador Delegado que en
los Estados Unidos de América se le haya formulado a la señora (...) un cargo
autónomo de concierto para narcotráfico. La acusación del país solicitante se limita a
"la conspiración de crimen organizado" dentro de la cual la empresa criminal como
parte de sus múltiples actividades asaltó a narcotraficantes para despojarlos del
dinero producto de la venta de narcóticos o de la mercancía ilícita que expendían, la
cual a su vez la "Organización Restrepo" colocó en el comercio. Ese tipo de hechos
fueron estimados en el Indictment estadounidense como otros actos de crimen
organizado. Y esos acontecimientos fácticos en Colombia son constitutivos de
concierto para delinquir con fines de narcotráfico, que la legislación nacional
sanciona con una pena privativa de la libertad mínima de 10 años.

En asuntos atinentes al tema de la doble incriminación, la normatividad del país


requirente no es relevante para determinar qué tipo de punible constituiría en el país
requerido la conducta por la que es solicitado algún ciudadano, nacional o extranjero
en extradición. Tales normas sirven para determinar el tipo de delito que constituye
en el extranjero y su punibilidad (clase y extremos). Así, resulta claro que las normas
que el Procurador echa de menos en la actuación, son irrelevantes para la acusación a
(...) en los Estados Unidos, ya que para el tipo de cargo que se le formuló allí, la
normatividad agregada es suficiente y necesaria.

2. Equivalencia de la providencia proferida en el extranjero.

También este tema se analizó en los conceptos a los que se viene haciendo referencia
en el texto de esta decisión, señalando que "en el presente caso advierte la Sala que
no existe dificultad alguna para concluir que se cumple con el requisito de la
equivalencia, contemplado en el numeral 2° del artículo 549 del Código de
Procedimiento Penal, el cual exige "que por lo menos se haya dictado en el exterior
resolución de acusación o su equivalente".

"En efecto, el Jurado Indagatorio del Tribunal de Distrito de los Estados Unidos, Distrito
Sur de Nueva York, acusó, entre otras personas, a Alex Restrepo por los delitos
señalados en precedencia, mediante acto procesal que en nuestra legislación
equivale a la resolución de acusación, como lo ha sostenido la Sala*** , como emerge
de las siguientes similitudes, que los tornan equivalentes, mas no iguales, pues
corresponden a sistemas judiciales distintos:

"a) Es un pliego concreto de cargos en contra del acusado para que se defienda de
ellos en el juicio.

121
"b) La actuación procesal subsiguiente es el juicio oral que finaliza con el respectivo
fallo de mérito.

"c) Se señalan los hechos, con especificación de las circunstancias de tiempo, modo y
lugar en que ocurrieron y la calificación jurídica de la conducta, con indicación de las
disposiciones sustanciales aplicables y su ubicación genérica en el Código de la
materia.

"d) Con dicho acto se interrumpe la prescripción de la acción penal."

3. "El CARGO TRECE, que en la acusación de los Estados Unidos se menciona como
"HOMICIDIO PRETERINTENCIONAL", se hace consistir en que NELSON BAEZ y otros
(PAOLA RESTREPO, entre ellos), "los inculpados, ilegalmente, intencionalmente y
deliberadamente cometieron un robo, y en el curso de ese delito y para llevarlo a
cabo y darse a la fuga del mismo, causaron la muerte de una persona ajena a los
participantes en el delito, específicamente Donald Pagani, en violación de la ley penal
del Estado de Nueva York". En principio, dicho supuesto fáctico, en la legislación
colombiana, no correspondería a la definición típica de Homicidio preterintencional
del artículo 325 del Código Penal, sino a la de homicidio agravado de que tratan los
artículos 323 y 324-2 ejusdem, que establecen pena de prisión de cuarenta a sesenta
años cuando la muerte se comete "para preparar, facilitar o consumar otro hecho
punible; para ocultarlo, asegurar su producto o la impunidad, para sí o para los
partícipes".

"En Colombia la doctrina tiene establecido que la disposición hoy vigente sobre
homicidio preterintencional, contempla la hipótesis fáctica de quien con el propósito
de perpetrar una lesión corporal, ocasiona la muerte de su víctima, de tal forma que
el resultado producido, por falta de previsión, o por haber confiado imprudentemente
en poder evitarlo, excede la voluntad del agente, situación que dista de coincidir con
los hechos a que se refiere este cargo de la acusación proferida contra NELSON BAEZ.

"Sin embargo, como la información que el cargo suministra no es suficiente para


aclarar el punto y establecer con precisión si el hecho corresponde al supuesto fáctico
de homicidio agravado, o del homicidio preterintencional definidos en el Estatuto
Sustancial Penal de Colombia, es de decirse, que, de todas maneras, aún de
aceptarse que la imputación se basa en que la intención de los agentes no fue la de
ocasionar la muerte de DONALD PAGANI, en esta hipótesis de solución también se
cumple el presupuesto relativo a la doble incriminación y la pena mínima para
extraditar, dado que de juzgarse en Colombia al requerido en extradición, la pena
mínima correspondiente al hecho sería de 13 años y cuatro meses de prisión".

4. Como dentro de la respuesta al escrito del Ministerio Público, quedan contenidas


varias de las peticiones del abogado defensor y de la requerida en extradición, se
responderá exclusivamente lo atinente a la doble incriminación que PAOLA RESTREPO
señala se le hace en el Indictment, al formulársele 2 cargos diferentes a partir del
mismo hecho. La requerida en extradición indica que el homicidio de Donald Pagani,
que ocurrió dentro del robo a los empleados de la American Sirloin Meat Company en
el Bronx, Nueva York, se le imputa como homicidio preterintencional y homicidio.

Tiene razón la señora RESTREPO en el alegato, pues efectivamente el Indictment


estadounidense formula 2 cargos diversos (el 12 y el 13) a partir de un mismo hecho.
El homicidio de Donald Pagani al oponer resistencia al hurto de que estaba siendo
objeto el 27 de agosto de 1999. Para la justicia del país requirente, ese mismo hecho
constituye "murder" y "felony murder" (traducidos como homicidio y homicidio
preterintencional).

En Colombia ese hecho constituye homicidio agravado con una pena mínima de 40
años de prisión, por cuanto se causó la muerte de Donald Pagani para facilitar la
consumación del hurto. Sin embargo, no es a la Corte a la que le corresponde
corregir la acusación del país requirente en el sentido de reducir los dos cargos
formulados a uno solo, sino que es al requerido en extradición una vez frente al Juez
del país requirente al que le compete discutir ese punto que hace relación a que su
presunta responsabilidad penal en el homicidio de Pagani, no le puede ser imputada
en dos tipos penales diferentes. Ese es un tema que la Corte ha señalado de tiempo
atrás, del exclusivo resorte del Juez del país requirente y respecto del cual la
autoridad jurisdiccional colombiana no puede emitir opiniones de ninguna índole,

122
habida cuenta que la ley que rige el trámite de extradición no le permite hacer juicios
o adelantar debates sobre aspectos sustanciales de la acusación.

5. Finalmente y en lo atinente a las peticiones del defensor de la requerida en


extradición y del Agente del Ministerio Público para que la Corte Suprema de Justicia
condicione y advierta al gobierno nacional que debe exigir verdaderos compromisos
diplomáticos de respeto a las condiciones en que se autoriza la extradición, se
responde.

La sentencia de constitucionalidad 1106/2000 del 24 de agosto de 2000 de la Corte


Constitucional decidió la exequibilidad, entre otras normas, de los artículos 550 y 565
del Código de Procedimiento Penal. La del inciso 2° del artículo 550 se condicionó al
"(...)entendido de que la entrega de una persona en extradición al Estado requirente,
cuando en este exista la pena de muerte para el delito que la motiva, solo se hará
bajo la condición de la conmutación de la pena, como allí se dispone, e igualmente,
también a condición de que al extraditado no se le someta a desaparición forzada, a
torturas ni a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, ni a las penas de
destierro, prisión perpetua y confiscación, conforme a lo dispuesto por los artículos
11, 12 y 34 de la Constitución Política". Ese condicionamiento, necesario para que la
norma sea constitucional, naturalmente no modifica su redacción literal, sobretodo
en cuanto que el destinatario de ese precepto es el gobierno, tal como aparece
claramente en su texto, por lo que la Corte en su Concepto no puede imponer las
condiciones reclamadas por el defensor y el Agente del Ministerio Público, que
finalmente se contraerían a que el gobierno cumpla la Constitución y la ley, lo que es
su obligación constitucional y le genera responsabilidad en cuanto las infrinja, las
omita o las extralimite.
___________________________________
* Radicación No.16912. Concepto del 1 de agosto de 2000, Magistrado PonenteDR. FERNANDO
ARBOLEDA RIPOLL.
** Radicación No. 16.911. Concepto del 29 de agosto de 2000, Magistrado Ponente Jorge
Córodba Poveda.
*** Extradición No.16515, agosto 8 de 2000. M.P. Fernando Arboleda Ripoll.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Concepto Extradición
FECHA : 16/05/2001
DECISION : Conceptúa favorablemente por unos cargos y
desfavorablemente por otros
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : RESTREPO, PAOLA ,O,
REQUERIDO : RESTREPO ALVAREZ, PAOLA ANDREA ,O,
REQUERIDO : SANTANDER, PETRONILA MARIA, O,
REQUERIDO : ZULUAGA ALVAREZ, LORRAINE, O,
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Porte de armas de
defensa
personal, Homicidio, Concierto para delinquir,
Homicidio
preterintencional, Concierto para delinquir - Ley
30/86
PROCESO : 16915
PUBLICADA : Si

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ERROR DE DERECHO-Falso juicio de legalidad/ ERROR DE HECHO-Falso


raciocinio/ VIOLACION INDIRECTA DE LA LEY-Técnica/ FALSO JUICIO DE
IDENTIDAD-Demostración/ FALSO JUICIO DE LEGALIDAD/ FALSO
RACIOCINIO

1. Debe recordarse inicialmente que el error de derecho tiene lugar cuando el fallador
admite como prueba y le otorga mérito persuasivo a un elemento de juicio que carece
de los requisitos legales necesarios para su aducción. A pesar de que el actor señala
que se transgredió el artículo 266 del Código de Procedimiento Penal (debió señalar el
artículo 267 que consagra los requisitos que debe contener un dictamen), no acredita

123
cómo se produjo su transgresión, ni su trascendencia en el fallo atacado y cómo a
causa de ese yerro se aplicaron indebidamente las normas sustanciales ya
mencionadas

El reproche se orienta a criticar aspectos puramente técnicos de la prueba al afirmar


que le faltó precisión y detalle porque se omitió la cromatografía en capa fina y dar
los fundamentos científicos de la diferencia de tintas, de lo que no se deriva ilegalidad
en la aducción del estudio técnico o falta de capacidad para ser considerado como
elemento de convicción.

Las objeciones que ahora esgrime el libelista debieron ser expuestas en las
instancias, desde el momento del traslado a los sujetos procesales hasta antes de
finalizar la audiencia pública, cuando se hubiera podido solicitar la aclaración,
ampliación o adición del dictamen, máxime cuando el mismo grafólogo forense
advirtió que no era necesario recurrir a la cromatografía en capa fina, ya que por la
coloración de la tinta era posible establecer la diferencia cromática entre la tinta
original y la advenediza. (fl 360 c.o 1).

2. Si lo pretendido por el libelista era desvirtuar el valor probatorio otorgado a las


conclusiones de la pericia, no era el falso juicio de legalidad el motivo por el cual se
podía lograr ese propósito, si se tiene en cuenta que de acuerdo con el sistema de
valoración racional de la prueba, las conclusiones del perito se constituyen en otro
medio de convicción que debe ser apreciado por el fallador en conjunto con los demás
elementos de prueba que hacen parte del plenario.

Si el casacionista estimaba que al dictamen no se le podía otorgar mérito probatorio,


es asunto que debió atacar por la vía del error de hecho por falso raciocinio que surge
cuando la valoración de los falladores aparece totalmente desconocedora de los
postulados de la sana crítica (lógica, ciencia y experiencia) pues el desacierto surge
de la ostensible contradicción entre la valoración realizada por el fallador y dichos
parámetros y no de la diferencia de criterios entre aquél y los del censor.

3. En cuanto a los errores de hecho que atribuye a las diferentes probanzas, debe
señalarse inicialmente que tampoco atiende el libelista a los requerimientos de la
técnica casacional para su demostración. Ello obliga a recordar que el ataque a la
sentencia por la vía indirecta, que se refiere a la censura de yerros fácticos en el
momento de analizar las pruebas allegadas al proceso, implica la necesidad de
identificar cada elemento de convicción en los que se dice recae el yerro, así como su
trascendencia en la decisión adoptada, al punto que de no haber ocurrido, la situación
del procesado sería más favorable.

El demandante en este asunto consideró suficiente con enunciar la ocurrencia de


varios yerros atacables por esta vía extraordinaria para luego, en su desarrollo,
presentar argumentos que son ajenos a los fines de la casación, convirtiendo la
censura en una infructuosa exposición de criterios para sobreponerlos a los del
fallador, los cuales por tener tal condición gozan de la doble presunción de acierto y
legalidad.

4. Como se sabe, el falso juicio de identidad surge cuando el fallador al apreciar una
prueba distorsiona su contenido objetivo o lo cercena, poniéndola a decir lo que ella
materialmente no dice. La demostración del yerro implica que el demandante debe
acreditar no solamente la incongruencia de la prueba entre lo apreciado por los
falladores y lo que ella materialmente revela, sino la incidencia de ese desacierto en
la decisión objetada y obviamente su desacuerdo con la ley.

El libelista consideró que podía exponer sus opiniones libremente y destacar lo que de
cada declaración favoreciera la situación de su representada como lo hace con el
testimonio del agente Amín Antonio Acuña Severiche o criticar aquellos elementos de
juicio que en nada la favorecen como ocurre con la alusión al testimonio del agente
Gilberto Antonio Rodríguez Builes, de quien afirma que su opinión está más cerca de
lo narrado por aquél y por la procesada que de lo manifestado por la denunciante.
Nada más alejado del juicio técnico-jurídico que debe soportar la elaboración de una
censura orientada a la demostración de la ilegalidad del fallo, que la informal
presentación de inconformidades que solo implican la prolongación del juicio.

Tan notorio es el desconocimiento de las pautas técnicas por parte de quien


incursiona en esta sede, que luego de pregonar una supuesta tergiversación de los
medios de prueba, culmina afirmando que con ello se desconocieron las pautas de la

124
sana critica, aspecto cuya modalidad de ataque, fundamentos y fines son totalmente
diversos al escogido por el libelista al inicio de su censura.

Tampoco constituye distorsión de un medio de prueba la discrepancia que el


casacionista tenga con respecto al mérito probatorio otorgado por el fallador a un
determinado elemento de prueba. El juzgador es libre de apreciar las pruebas y aún
cuando puedan existir diversas hipótesis a las expuestas en el fallo de instancia
respecto de la forma como ocurrieron los hechos, las declaraciones hechas en la
sentencia y sus fundamentos probatorios no son susceptibles de ser atacados sino por
el desconocimiento de las pautas de la sana crítica.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Sentencia Casación
FECHA : 16/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Sincelejo
PROCESADO : MORRIS TABOADA, SAHILY
DELITOS : Peculado por apropiación, Falsedad material
empleado
oficial en documento publico
PROCESO : 11475
PUBLICADA : Si

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GOBERNADOR-Pérdida de competencia

Según el parágrafo del artículo 235 de la Carta Política, el fuero constitucional que
cubre a los Gobernadores para ser juzgados por esta Sala de Casación, desaparece
una vez el procesado haya dejado el cargo y el delito que se le atribuya no tenga
relación con sus funciones; hipótesis que en el presente caso se evidencia, ya que el
ex mandatario departamental, es acusado de haber cometido el delito de estafa, por
hechos acaecidos con anterioridad a su desempeño como Gobernador del
Departamento del Meta; en consecuencia la Corte perdió la competencia para
juzgarlo, la cual recae en los Juzgados Penales del Circuito de Villavicencio según la
naturaleza del delito y el factor territorial; por lo tanto, se dispone el envío del
expediente al Reparto de dichos juzgados para que se continúe con el trámite de esta
causa.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Unica Instancia
FECHA : 17/05/2001
DECISION : Se declara incompetente para seguir conociendo,
remite
a juzgado de reparto
PROCEDENCIA : Corte Suprema de Justicia
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : JARA URZOLA, ELAN EDMUNDO
DELITOS : Estafa
PROCESO : 14407
PUBLICADA : Si

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ERROR EN LA CALIFICACION JURIDICA-Técnica en casación/ IN DUBIO PRO
REO-Técnica en casación/ MINISTERIO PUBLICO-Limites del concepto en
casación

1. El régimen de las nulidades en el proceso penal obedece, entre otros principios, al


de la máxima consecuencia, que no podía soslayar aquí el demandante como quiera
que de encontrar cabida la propuesta impugnatoria, en el sentido que la totalidad de
los daños causados a la integridad física de las víctimas se adecua al tipo penal
descriptivo de las lesiones personales, no uno de ellos en el homicidio imperfecto,
tendría que admitirse además la falta de competencia del fiscal que profirió la
resolución acusatoria, así como de los falladores de primero y segundo grado, por
cuanto la investigación y el juzgamiento de ese género delictivo están atribuidas a
otra categoría de funcionarios, irregularidad que impondría por ende la invalidación
de lo actuado, que en este asunto, desde dicha óptica, ni siquiera fue planteada
dejando la censura sin lugar a dudas incompleta.

Más aún, la Corporación ha precisado en forma reiterada y de antaño que la


desatinada subsunción de los hechos en las normas sustanciales infringidas, cuando
implica la afectación del género delictivo, a pesar de tratarse de un error de lógica
jurídica debe demandarse por la vía de la nulidad, porque en estos eventos de
comprobarse la existencia del vicio sólo resultaría posible enmendarlo a través de la
invalidación del trámite, como quiera que de casarse el fallo impugnado para dictar el
de reemplazo con apego a la certera adecuación típica de la conducta juzgada, éste
último surgiría en abierta inconsonancia con la acusación.
...

Sin embargo, el acierto del recurrente se restringe a ese único aspecto, pues en aras
de una mal entendida brevedad perdió de vista que la hipótesis de la nulidad, de
viable alegación en la impugnación extraordinaria, en manera alguna resulta ajena a
las exigencias técnicas de forma y contenido inherentes a tal instituto, donde por
razón del principio de limitación la competencia de la Corte está deslindada por lo
alegado y razonado en el respectivo libelo, sin que pueda suplir las deficiencias
argumentativas de la demanda.

En este orden de ideas, para un completo y suficiente planteamiento del cargo al


actor le correspondía identificar la irregularidad denunciada, las normas infringidas, la
clase de nulidad configurada, consignar los fundamentos del ataque y demostrar la
trascendencia del error denunciado en el fallo recurrido; requisitos a cuya observancia
se sustrajo abiertamente con la inapropiada remisión a los razonamientos esbozados
tratándose de otra de las censuras elevadas en el libelo.

2. La comentada confusión del censor acerca de las formas posibles de violación del
derecho, en la que incurre también aquí, unida a la inobservancia de las reglas de
técnica que rigen el recurso extraordinario interpuesto, se confabulan contra la
prosperidad de este otro reproche enunciado al amparo de la causal primera de
casación por el quebranto, entre otras disposiciones, del artículo 445 del estatuto
procesal penal.

Ciertamente, el actor acusó la infracción directa de la ley sustancial por falta de


aplicación del precitado artículo en cuanto consagra el principio del in dubio pro,
previno además en armonía con la censura así enunciada, que se marginaría de todo
cuestionamiento de la prueba que brindó fundamento al fallo para adentrarse en un
debate estrictamente jurídico, sin embargo, muy pronto abandonó estos derroteros
pues en el seguido desarrollo argumentativo del cargo, contrariando de manera
palmaria los lineamientos trazados, le endilgó a los juzgadores la incursión en
múltiples desatinos al valorar los medios de convicción acopiados.

El desacierto técnico fluye entonces evidente, pues como ha precisado la


jurisprudencia de la Sala, la vía para atacar la infracción del postulado invocado será
la violación directa si el juzgador reconoce en el fallo la existencia de la duda
probatoria sobre la materialidad del hecho punible o la responsabilidad penal
deducible al sindicado y a pesar de ello profiere la condena, que no era el caso de
autos conforme a lo alegado en últimas por el actor; adversamente, el ataque debe
orientarse al amparo de la causal primera, cuerpo segundo, bien cuando el fallador
admite la duda a pesar de su inexistencia y absuelve al procesado, ora cuando la
niega no empece su presencia y condena, que fue precisamente lo argüido en la
demanda.

126
Pero si en gracia de discusión se admite que la impropiedad detectada obedece a una
simple deficiencia de carácter formal por cuanto el impugnante al esbozar la censura
señaló que la acusada transgresión de la ley sustancial se derivaba de un "error de
hecho" por "falso juicio de existencia", tampoco desde esta perspectiva el ataque
resulta bien librado, como quiera que la sustentación del mismo se ofrece de todos
modos precaria, antitécnica y deficiente.

3. En lo concerniente a esta solicitud de casación parcial oficiosa, la Corte encuentra


que la Procuraduría Delegada desbordó los límites del concepto que le es propio en la
casación para formular un pedido frente al cual carece de interés, razón que resulta
suficiente para no acceder a tal pretensión. En efecto, el Ministerio Público advierte
que el cargo consistente en el imputado error en la denominación jurídica de uno de
los delitos objeto del juicio, que el demandante enmarcó de manera equivocada
dentro de la causal primera de casación por violación directa de la ley sustancial, se
ofrece además deficiente ante las impropiedades que en materia de técnica se
evidencian en ella, a extremo tal, que resulta del todo ineficaz para el pretendido
propósito de quebrar la legalidad del fallo; sin embargo, excediendo la función que le
compete de acuerdo con las previsiones del artículo 226 del C. de P. P., el Delegado
retoma el reparo del casacionista a la calificación jurídica, corrigiéndolo en cuanto a la
vía escogida para el ataque para plantear entonces la necesidad de invalidar el
trámite por esa misma causa, empero predicando aquí una adecuación típica diversa
a la postulada por el actor.

En fin, perdió de vista conforme al reiterado criterio de la Sala, que "la tarea del
Ministerio Público dentro del trámite de la casación, si bien no se encuentra limitada a
emitir concepto sobre las pretensiones que se formulen en la demanda, sino que, al
tenor de lo dispuesto en el artículo 228 del Código de Procedimiento Penal, podrá
sugerir a la Corte la invalidación de lo actuado cuando advierta la existencia de
violaciones ostensibles de las garantías fundamentales de los sujetos procesales,
pudiendo, por lo tanto, plantear posiciones jurídicas en ese sentido, no le es
permitido, so pretexto de su quebrandamiento complementar o enmendar el libelo
objeto del concepto, ni formular sus propios cargos, pues se estaría atribuyendo la
calidad de impugnante de la que carece y desnaturalizando la razón de ser del
traslado" (sentencia del 24 de enero de 2001, M.P. Dr. Jorge E. Córdoba Poveda).

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Sentencia Casación
FECHA : 17/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : CANO DIAZ, JOSE ADALBERTO
DELITOS : Lesiones personales, Tentativa de homicidio,
Porte de
armas de defensa personal
PROCESO : 14262
PUBLICADA : Si

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INVESTIGACION INTEGRAL-Obligación de investigar lo favorable como lo
desfavorable al imputado/ GRABACIONES MAGNETOFONICAS-Trascripción/
AUTOR/ COMPLICE/ COHECHO POR DAR U OFRECER/ NULIDAD-Técnica en
casación/ FISCALIA GENERAL DE LA NACION-Competencia nacional/
DENUNCIA-No existen limitaciones temporales para instaurarla/
IMPEDIMENTO-Diligencias previas/ FALSO JUICIO DE EXISTENCIA

1. Pues bien, surge como un imperativo constitucional la obligación de "investigar


tanto lo favorable como lo desfavorable al imputado" (arts. 29 y 250 de la C.P., 333 y
362 del C. de P.P.), toda vez que forzoso resulta en la búsqueda de la verdad, que en
desarrollo de los actos procesales y particularmente en la expresión más importante
de ellos, esto es, los actos de prueba, el funcionario judicial propugne por lograr el
pleno convencimiento en relación con los hechos que son objeto de la investigación, a
través de una imparcial dirección del proceso, que no solamente posibilite tanto
desde el punto de vista de la producción de las pruebas, esto es, como actividad de la
parte interesada dirigida a que se recepcione por el investigador un concreto medio,
que en sus diversas fases comprende la proposición, admisión y práctica de las
solicitadas por los sujetos intervinientes, sino que de oficio también se oriente al
cumplimiento del mismo cometido, esto es, a acopiar todos aquellos elementos de
convicción dirigidos a la demostración de los hechos materia de imputación y en
especial, de los que permitan establecer si el sujeto a quien se atribuyen ha tomado o
no parte y de qué manera, en su comisión.

Sin embargo, en cualquiera de estos casos, esto es, ante la actividad dispositiva de
los sujetos que solicitan el recaudo de diversos elementos probatorios, o la oficiosidad
del investigador que en cumplimiento de sus deberes ordena su incorporación al
expediente, la prueba debe caracterizarse por ser útil, conducente y pertinente, esto
es, por servir como medio fundante para adoptar una decisión, tener viabilidad legal y
estar inequívocamente dirigida a demostrar un hecho de importancia para el proceso,
teniendo que rechazarse todas aquellas alternativas probatorias surgidas por fuera de
este marco a la manera de un inventario conjetural de elementos que sólo provienen
de la especulación a que conduce la observación interesada de quienes inclusive han
tomado parte en desarrollo de la actividad instructiva y nunca reclamaron por la
práctica de las pruebas cuya reivindicación sólo viene a postularse en esta sede.

2. Acusa dentro de este supuesto de ataque el casacionista, no haberse dado traslado


del texto contentivo de la transcripción de las comunicaciones interceptadas al
abonado telefónico perteneciente a la residencia del procesado.....

Basta simplemente con precisar, que así como dichas transcripciones no tienen
naturaleza pericial, ya que la copia del texto contenido en el casete no requiere
conocimientos especiales científicos, técnicos o artísticos (art. 264 del C. de P.P.) y se
trata simplemente de una operación mecánica, esa transliteración de las
conversaciones tiene un evidente carácter documental, y por lo mismo extraña
resulta cualquier exigencia relacionada con el traslado que para el conocimiento de la
prueba pericial contempla el art. 270 ejusdem, ingresando la misma al flujo probatorio
y posibilitándose su contradicción en las mismas condiciones y oportunidades que
respecto del resto del caudal allegado a un proceso.
....

La referencia que hace el censor, al valor que pudo tener dicho "experticio" - que ya
se dijo no es pericial -, como prueba de cargo en la resolución acusatoria, no lo
autoriza para confrontar su legalidad y menos acudiendo al equivocado entendido de
asumir que dicha decisión se integra a los fallos, cuando, como es bien sabido, el
principio que opera en casación dice relación a las sentencias de primera y segunda
instancia, que en efecto se complementan cuando existe unidad de criterio en la
decisión, sin que el mismo sea predicable, en modo alguno, sobre otra clase de
pronunciamientos proferidos en desarrollo del proceso, como que el juicio de
legalidad propio de la casación tiene por exclusivo y excluyente marco, el fallo.

3. Se sabe por los hechos juzgados, que el 22 de agosto de 1.995 antes de las ocho
de la mañana, (…) acudió ante técnico judicial (…) en la Secretaría Común de los
Juzgados Regionales de Cali, para enterarlo de que estaban dando 36 millones de
pesos para quienes colaboraran en hacer desaparecer del sistema dos
investigaciones preliminares. A su vez, al día siguiente, también en horas de la

128
mañana, se presentó en el mismo lugar el ex fiscal regional (…), haciéndole
exactamente igual ofrecimiento.

Esta fue la concreta sindicación que bajo la gravedad del juramento hizo desde un
principio Bolaños Suárez, en sostenida y coherente postura durante toda la actuación
procesal, en contra de los dos implicados.

Sabido resulta, que según la intervención que una persona ha tenido en el hecho
punible, es dable distinguir entre autores (art.23 del C.P.) y los demás partícipes, que
el Estatuto Penal denomina cómplices (art.24 ibídem). Los primeros tienen carácter
principal, en tanto que los segundos actúan en forma accesoria, siendo lo normal que
por razón de las características de su protagonismo en el delito, a aquéllos se les
sancione punitivamente con mayor drasticidad que a éstos.

Dado que cada uno de los imputados cumplió con las exigencias objetivas y
subjetivas de la descripción típica del punible en referencia, la medida de
aseguramiento lo fue a título de autores del delito de cohecho (fl.146) y la declaración
penal de responsabilidad en los fallos, como queda visto, correspondió exactamente
al mismo grado participativo, tanto (…) como (…), fueron acusados y sentenciados
como "autores", o "coautores", en una distinción que no ofrece ambivalencia ninguna,
salvo porque con esto último se quería significar la concurrencia plural de sindicados,
pero bajo el muy claro entendido de que cada uno al desarrollar en su integridad
materialmente la conducta debía responder, como en efecto ocurrió, como autor,
siendo jurídicamente incuestionable que uno y otro actuaron de manera
independiente con pleno dominio del hecho.

4. En primer orden, es palmaria la falencia de técnica en que incurre el libelista, en la


medida en que, como ya se advirtiera, siendo la de nulidad una causal de casación,
en su proposición y desarrollo ella también está regida por los derroteros y principios
que este extraordinario medio de impugnación ha consolidado, como inexorables
exigencias para la aceptación misma de una censura, el estudio de fondo de ella y su
eventual prosperidad.

Entre otras pautas, se ha dicho en forma concreta que así como no es dable
entremezclar argumentos que corresponden a diversas causales, también se ha
puntualizado que cada cargo debe postularse de manera independiente, en tanto, en
principio, debe bastarse a si mismo para derrumbar la sentencia atacada, de suerte
que no sea admisible la simultánea aducción de diversas y encontradas
circunstancias que, por ejemplo, conduzcan dentro de ámbitos distintos a la
invalidación de la actuación procesal.

5. Sobre la forma en que se distribuye el conocimiento de los distintos asuntos en los


diversos órdenes de la Fiscalía General, en reciente oportunidad y con ponencia de
quien en esta oportunidad actúa en la misma calidad, en la casación radicada bajo el
número 15.491 en fallo del 15 de diciembre de 2.000, la Sala precisó:

"En efecto, es bien sabido que de conformidad con lo regulado en el artículo 250.5 de
la Constitución Política, la Fiscalía General de la Nación tiene competencia para
investigar y actuar en todo el territorio y que, consecuente con esta atribución, la
actividad instructiva que le es propia, en principio, no supone la existencia de una
concreta y previa determinación de asuntos de los cuales deba conocer, o lo que es
igual, que dada la órbita general de competencias que tiene para el cumplimiento de
sus funciones dentro de dicha fase, no es viable afirmar de manera general que actos
de instrucción puedan verse afectados de nulidad por no haber sido adelantados por
alguna autoridad especial de dicha entidad, con la limitante referida a aquellos
asuntos promovidos contra funcionarios con fuero, en relación con los cuales, dado su
particular carácter, el conocimiento de los mismos debe desarrollarse por
determinadas autoridades a riesgo de viciarse la actuación procesal".

6. De manera que, careciendo los imputados de fuero legal o constitucional, que


condicionara la investigación y juzgamiento de los hechos punibles imputados a una
autoridad determinada, dada la estructura unitaria jerarquizada de la Fiscalía, debe
afirmarse que la ley de procedimiento no ha fijado competencias para el conocimiento
de específicos asuntos en las diversas escalas de la Fiscalía, sólo que éstas se han
establecido tomando como referencia el hecho de que los fiscales delegados deben
acusar ante los jueces competentes (art. 79 del C. de P.P.), lo cual implica que, salvo la
excepción ya precisada, durante el período instructivo no sea factible que concurran
motivos de nulidad por falta de competencia, pues no puede pasar desapercibido que

129
las Fiscalías Regionales o Seccionales hacen parte de la justicia ordinaria, aun
cuando nada obsta que aquello si sea predicable, pero por quebranto de otras
garantías inherentes al debido proceso o al derecho de defensa.

Por tanto, en criterio de la Sala, independientemente de que el delito de cohecho sea


de conocimiento de los Jueces Penales del Circuito y de que, en principio, su
investigación deba adelantarse por una Fiscalía Seccional, la actuación cumplida no
puede afirmarse viciada por falta de competencia de la Fiscalía Regional, por haber
instruído en sus albores la misma, pero no solamente por los motivos precisados, sino
por cuanto es lo cierto que nada excluía, en principio, que de las informaciones
inicialmente suministradas por (...), se pudieran desprender delitos por los cuales
debiera ejercer labores de acusación, o en los que estuvieran involucrados Fiscales de
la propia Regional, quienes si gozaban de fuero legal.

7. Descalifica el censor, por entenderlo un anómalo procedimiento, el haberse


escuchado la primera declaración de (…), después de las seis de la tarde. Basta
simplemente con observar que tratándose esta versión de la primera en que tal
empleado denunció formalmente los hechos de corrupción de que había sido objeto,
para la recepción de esta clase de diligencias la ley no ha señalado una oportunidad
ni requisitos específicos, pues por el contrario es perentorio el art. 171 del C. de P.P. al
disponer que "Todos los días y horas son hábiles para practicar actuaciones y los
términos legales y judiciales no se suspenden por la interposición de días feriados
durante ella", de donde se ha comprendido que, entre otras diligencias, para la
recepción de la noticia del delito, no existen limitaciones temporales.

8. En la misma tónica se encuentra, desde luego, la afirmación según la cual,


comenzando por el propio Director de Fiscalías Regionales de la época, doctor (…), el
Fiscal a quien se comisionó para el preliminar conocimiento del proceso, doctor (...), el
denunciante (…) y en general todos los testigos de dicha dependencia, según el
casacionista, se encontraban "impedidos", por haberse enterado por su propio
superior de las averiguaciones adelantadas, o haber intervenido u opinado sobre el
caso.

Siendo el impedimento la manifestación que el funcionario judicial hace en forma


voluntaria para negarse a conocer de un proceso, por estimar concurrente alguna de
las circunstancias prevista en la ley (art.103 del C. de P.P.), no es admisible en manera
alguna que en relación con la mayoría de las personas a quienes reputa el actor una
situación impeditiva, esta pudiese presentarse, por la sencilla razón de que no eran
funcionarios que estuviesen conociendo de este asunto judicial, pero si así fuese,
como se predicaría de la situación del Fiscal comisionado, era a éste a quien
eventualmente habría correspondido expresar la inhibición, de modo tal que no
hacerlo debe entenderse como la implícita exclusión de cualquier motivo.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 17/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cali
PROCESADO : HORTUA RAYO, FERNEY ANTONIO
PROCESADO : COY PINEDA, CARLOS ABEL
DELITOS : Cohecho por dar u ofrecer
PROCESO : 15623
PUBLICADA : Si

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ACCION DE REVISION-Constancia de ejecutoria/ ACCION DE REVISION-


Causal tercera/ ACCION DE REVISION-Pruebas

1. La acción de revisión procede contra sentencias que hayan hecho tránsito a cosa
juzgada, dispone perentoriamente el Art. 232 del C. de P. Penal, y el escrito por cuyo
medio se pretende su remoción no es de libre formulación, por cuanto el Art. 234

130
ibidem impone el cumplimiento de los presupuestos de forma y contenido allí
relacionados, cuya inobservancia hace que la respectiva demanda resulte inidónea y
por consiguiente su inadmisión es la consecuente declaración que ha menester hacer.

Entre las exigencias señaladas en el precepto citado en último lugar, su inciso final
establece que con el escrito correspondiente debe acompañarse copia de los fallos de
primero y segundo grados, "y constancia de su ejecutoria", según el caso, cuya
omisión, dado el carácter rogado de la acción, no le es posible enmendar de oficio a la
Corte.

De una tal falencia, adolece la demanda de cuyo examen en su aspecto formal se


ocupa la Sala, puesto que si bien el libelista arrimó como anexo de su escrito copias
de los fallos producidos en las instancias ordinarias, olvidó aportar las constancias
acerca de su ejecutoria, defecto este que impone su inadmisión a voces del Art. 235
ejusdem.

2. En tratándose de la causal 3ª esgrimida por el demandante como motivo de


revisión, tiene dicho la Corte que esta acción no es una instancia más a la cual acudir
en demanda de un nuevo examen probatorio, como aquí se pretende, puesto que si el
objetivo fundamental de la revisión es enmendar la injusticia material de un fallo -en
el evento sub lite permitir la demostración de que ha sido tenido como sujeto pasible
de pena un inimputable-, temas como el que se plantea en la demanda atinentes a la
violación del derecho de defensa y al principio de investigación integral, valga decir,
vicios in procedendo, o aducir situaciones que dicen relación con yerros originados en
la apreciación y estimación probatorias, son ajenas a esta clase de impugnación.

3. Y, como si todo lo anterior no bastara para declarar inepta la demanda, a las


falencias relacionadas con antelación se suma la omisión en allegar las pruebas
soporte del hecho que pudiera permitir la revisión incoada. Como lo viene
sosteniendo la Sala y ahora lo reitera:

"No basta relacionar las pruebas cuando para quebrar la condición de res iudicata que
ostenta una sentencia en firme, el actor invoca la acción de revisión; es menester
aportar con la demanda, ha precisado la Sala en múltiples ocasiones, los elementos
de persuasión con los cuales se pretende acreditar los hechos básicos de la petición,
so pena de que aquella sea rechazada, pues, independientemente de las
consecuencias o resultados que pueda deparar su desarrollo ante la eventualidad de
que se ordene impartir el trámite de rigor a la respectiva acción rescisoria, tal
exigencia se erige en presupuesto formal de insoslayable cumplimiento a voces del
artículo 234-4 de la Ley Procesal Penal." -auto de julio 6 de 1999, Rdo. 14.404, M.P.,
Dr. Jorge Aníbal Gómez Gallego-.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Acción de Revisión
FECHA : 17/05/2001
DECISION : Reconoce apoderado, rechaza in límine la
demanda de
revisión
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Militar
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : HARVEY OSORIO, JOSE
DELITOS : Abandono del servicio
PROCESO : 17210
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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SENTENCIA ANTICIPADA-Oportunidad/ SENTENCIA ANTICIPADA-Solicitud


concreta/ TERMINACION ANTICIPADA DEL PROCESO-Diferencia entre la

131
audiencia especial y la sentencia anticipada/ SENTENCIA ANTICIPADA-
Oportunidad en el juicio/ SENTENCIA ANTICIPADA-Negación dentro del
término legal: No genera nulidad; se ajusta la pena/ NULIDAD

1. Para establecer una interpretación sistemática frente a la aplicabilidad de lo


dispuesto por el artículo 37 del Código de Procedimiento Penal que, analizando sus
fundamentos y objetivos, ajuste esta disposición de manera integrada con el resto del
ordenamiento jurídico, tanto en su redacción original como en lo implementado
posteriormente por las leyes 81 de 1993 y 365 de 1997, viene sosteniendo la Sala,
mayoritariamente, que la oportunidad en la instrucción se proyecta hasta la ejecutoria
de la resolución del cierre de investigación.

Así, en fallo de fecha 16 de abril de 1998, radicación 10.397, con ponencia de los
Magistrados Jorge Aníbal Gómez Gallego y Carlos Eduardo Mejía Escobar, reiterado,
entre otros, en el de fecha 11 de junio de ese mismo año, radicación 10.327, ponencia
del Magistrado Dídimo Páez Velandia y quien cumple igual función en este asunto,
expresó:

"De la norma y el método de interpretación antes expuestos, se infiere que una


exigencia fundamental en la interpretación jurídica, como paso previo a su aplicación,
es la de la preservación de la unidad o carácter sistemático del ordenamiento jurídico.
Por ello, la expresión "antes de que se cierre la investigación", no puede entenderse
como escuetamente la dispone el artículo 37 del C. de P. P., sino que es necesario
precisarla conforme con las definiciones y matizaciones que de la figura se hace bien
sólo dentro de la ley de procedimiento penal ora dentro del resto de reglas y
principios del ordenamiento jurídico y, en especial, de las normas constitucionales."

Se indicó a continuación que "para precisar el "antes", como momento que precede
ese algo que se discute", debe saberse cuándo se entiende jurídicamente cerrada la
investigación, no solamente a la luz de lo establecido en el mencionado precepto, que
no define el asunto y apenas lo tiene como punto de referencia para situar un plazo
legal, sino desde la óptica más clara y directa de normas como las siguientes:

El artículo 438 del Código de Procedimiento Penal, según el cual el cierre de la


instrucción se produce por medio de una providencia de sustanciación, notificable
personalmente y que sólo admite el recurso de reposición, donde se declara tal
clausura y se ordena que el asunto pase a despacho para calificar, previo traslado por
ocho días para que los sujetos procesales presenten sus alegaciones.

Los artículos 196 y 197 del mismo ordenamiento procesal, en cuanto las providencias
quedan en firme respecto de su contenido declarativo y dispuestas para ejecutar lo
que de ellas se deriva, cuando hayan transcurrido tres días contados a partir de la
última notificación, lo cual se reitera en el referido artículo 438, en cuanto dice que el
traslado a los sujetos procesales para alegar sólo se realizará una vez ejecutoriada la
providencia de cierre.

También el artículo 334 del Código de Procedimiento Civil, dentro del título de efecto y
ejecución de las providencias, determina de que sólo podrá exigirse la ejecución de
las decisiones judiciales una vez ejecutoriadas. La Corte agregó en la jurisprudencia
en cita:

"Se concluye parcialmente que ese "antes" escrutado no se agota con la mera
declaración de cierre de investigación, sino que se proyecta hasta la ejecutoria de la
respectiva providencia. Aunque se pensara, en gracia de discusión, que el genuino
querer de los redactores de la ley se orientaba a sellar la oportunidad con el sólo
proferimiento de la resolución, lo cierto es que no fue eso lo que expresaron
claramente en el texto normativo, y por ello se impone esta suerte de interpretación
contextual o sistemática que, frente a la ambigüedad de la letra de la ley, es el único
método que suministra seguridad jurídica, uno de los valores fundamentales del
derecho -aunque no el único-, en el sentido de que fijar como punto de llegada la
ejecutoria de las resoluciones es algo que, no sólo por su sentido jurídico - sistemático
sino también por su ambientación en la práctica judicial para otras instituciones,
resulta más fácil de prever a los destinatarios de la norma."

Como razones adicionales se incluyó la racionalidad teleológica, que enseña que la


creación del instituto de la sentencia anticipada surgió "del propósito racional de
economizar jurisdicción en asuntos relativamente fáciles, con el fin de alistarla y
concentrarla para casos difíciles o para dedicarla más ágilmente a un abundante

132
número de procesos pendientes de solución y que significan impunidad latente. Estos
objetivos sociales estarían más limitados con la interpretación que para la Corte (por
mayoría) no puede prosperar, por contener una restricción del plazo que ni siquiera se
aviene con el contexto legal; en cambio, aquéllos tendrían más posibilidades de
desarrollo en la significación normativa que aquí se avala. Y la eficacia de la norma,
entendida como el logro de ciertos objetivos sociales, obviamente no puede ser ajena
a la interpretación y aplicación del derecho".

También, la discusión se centra desde la perspectiva del procesado que, merced a su


allanamiento para aceptar responsabilidad, se hace merecedor a una reducción de
pena; así "la conclusión no podría ser distinta, pues, por obra de una interpretación
segmentada de la ambivalente expresión lingüística, se le estaría negando una
oportunidad de participar más activamente (como sujeto y no como objeto) en las
decisiones que lo afectan (art. 2° Const. Pol.) y, por la misma vía, la posibilidad de una
significativa rebaja en la sanción que pueda llegar a imponérsele".

Involucrada en los anteriores niveles de interpretación, "aparece la idea de la


racionalidad ética, como último peldaño también favorable a la postura hermenéutica
que se ha asumido, pues valores como la seguridad jurídica, la eficacia y la eficiencia
social de las normas y el derecho participativo (menos impositivo), de verdad
justifican los fines sociales perseguidos, que se potencian mayormente si se acepta la
dimensión de la oportunidad que se ha propuesto".

En la tesis asumida, se chocaría con lo dispuesto en el inciso 2° del artículo 37


examinado, sobre la previsión de ampliar la indagatoria y practicar pruebas dentro de
un plazo máximo de ocho días, impracticable en los casos en que ya se ha dictado la
resolución de cierre de investigación, aunque no esté ejecutoriada ("argumento
consecuencialista"). Esa posibilidad explícita de continuar la instrucción después de la
petición de sentencia anticipada, podría tomarse como una evidencia de la intención
legislativa de cerrar el plazo en el acto de dictar la resolución de cierre de
investigación, argumento que parece apropiado en abstracto y formalmente, pero:

"... amén de su soledad y de la subordinación del elemento lógico-subjetivo en la


tarea hermenéutica, desde el punto de vista de una justificación material, todo resulta
falaz porque dicha previsión legislativa que se hizo para proteger la dirección de las
investigaciones potencialmente eficaces pero que aún estaban en ciernes, con el fin
de evitar la manipulación de la verdad cuando las averiguaciones apenas comienzan,
no entraña ningún obstáculo a la tesis interpretativa propuesta, pues tal necesidad de
prueba indudablemente no se tendrá en aquellas investigaciones en las que el fiscal
ya haya dictado la resolución de cierre, inequívoca señal de que cuenta con la prueba
necesaria para calificar o de que ha vencido el término de instrucción, de cara a las
condiciones que fija el artículo 438 para poder adoptar una decisión de tal naturaleza
(prueba necesaria)."

2. Este mecanismo excepcional proviene de la voluntad clara del sindicado de


renunciar al procedimiento ordinario, que de concretarse, le representa una
significativa rebaja de pena, luego se trata de una actuación rogada, no impuesta por
el funcionario.

Así, es potestativo del procesado invocar o no la terminación extraordinaria del


proceso, de manera que, como lo ha fijado la Sala, "también es claro que para efectos
de la diligencia de formulación de cargos con fines de sentencia anticipada lo
expresado debe ser nítido, inequívoco, libre, diáfano, directo y voluntario, como
quiera que, además, el instituto analizado presupone aceptar la responsabilidad por
los hechos delictivos imputados."

Por el contrario, "si la manifestación del procesado es equívoca, internamente


contradictoria, condicionada o generadora de perplejidades emanadas de conductas
ulteriores, la petición se torna, por sí misma, en inadmisible, pues tales situaciones
surgen, entre otros factores, si al peticionario lo acompaña la incertidumbre y,
obviamente, cuando desiste o se arrepiente de lo solicitado" (cas. 12.865, diciembre
7/2000, M. P. Alvaro Orlando Pérez Pinzón).

3. En relación con las instituciones de la sentencia anticipada y la audiencia especial


existen diferencias, que inciden frente a la eventual irregularidad que pudiese
acarrear su no verificación. Así se pronunció la Sala el 15 de febrero de 2000,
radicación 11.434, con ponencia del Magistrado Jorge Enrique Córdova Poveda:

133
"En efecto, a la sentencia condenatoria, previa audiencia especial, se llega en virtud
de un acuerdo, de una transacción, cuando hay duda probatoria sobre la existencia de
alguno o algunos de los aspectos a que se refiere el artículo 37A: adecuación típica,
grado de participación, forma de culpabilidad, circunstancias del delito, condena de
ejecución condicional y preclusión por otros comportamientos sancionados con pena
menor. En cambio, a la sentencia anticipada se arriba no en virtud de un consenso,
"sino porque el procesado, motu proprio, resuelve admitir los cargos, sin condiciones
ni controversia", como lo ha sostenido la Sala.

Por eso, en el trámite de sentencia anticipada, previsto en el artículo 37 del C. de P. P.,


se cita para una audiencia de formulación y aceptación de cargos, en tanto que en el
de audiencia especial se convoca a debatir los puntos que propongan el procesado (o
su defensor), o el fiscal (cuando de él parte la iniciativa), y con relación a los cuales se
considere que existe duda probatoria, por lo cual, una vez presentados los cargos por
el fiscal, se entrará a debatir tales aspectos, de manera que si se llega a un acuerdo,
que constará en el acta respectiva, el proceso se remitirá al juez del conocimiento,
quien deberá dictar sentencia conforme a lo acordado "si encuentra el acuerdo
ajustado a la ley y no se han violado los derechos fundamentales del procesado".
Contrario sensu, si no hay duda, o no se puede llegar a un acuerdo en la audiencia
con relación a la advertida, el proceso continuará su trámite normal.

... Como a la sentencia condenatoria, previa audiencia especial, se llega en virtud de


un acuerdo que permitió superar la duda probatoria existente, la ley faculta al fiscal
para negarse a citar la diligencia cuando considere que no hay duda, y, por lo tanto,
que no hay nada que debatir, como se desprende de lo estatuido en el primer inciso
de la norma en comento y en su parágrafo 2°, al tenor de los cuales el citado
funcionario judicial no estará obligado a citar a la audiencia "cuando advierta que
existe prueba suficiente en relación con los aspectos sobre los cuales puede versar el
acuerdo"."

4. El inciso último del artículo 37 del Código de Procedimiento Penal, modificado por el
3° de la ley 81 de 1993, que se hallaba rigiendo al efectuar la solicitud (julio 10 de
1996, fs. 223 a 225 cd. 4), antes de la reforma que disminuyó a una octava parte la
concesión, introducida por el artículo 11 de la ley 365 de 1997, establecía la segunda
oportunidad para el trámite de sentencia anticipada en los siguientes términos:

"También se podrá dictar sentencia anticipada, cuando proferida la resolución de


acusación y hasta antes de que se fije fecha para la celebración de la audiencia
pública el procesado aceptare la responsabilidad penal respecto de todos los cargos
allí formulados. En este caso la rebaja será de 1/6 parte de la pena."

Siguiendo los mismos derroteros de hermenéutica trazados por la Sala en la citada


providencia del 16 de abril de 1998, radicación 10.397, se llega a la conclusión que la
oportunidad para acceder a sentencia anticipada en el juicio, se proyecta hasta la
ejecutoria del auto que fija fecha para la celebración de la audiencia pública o, para el
caso, aquél que efectuaba la citación para sentencia.

Tal precisión surge del análisis integral y sistemático de la preceptiva


correspondiente, empezando por los artículos 186 del Código de Procedimiento Penal,
acerca de notificar el auto que "señala día y hora para la celebración de la audiencia",
y 447 ibídem, que establece la "Fijación de fecha para la audiencia. Si no se declara la
invalidez del proceso, finalizado el término señalado en el artículo anterior, se fijará
fecha y hora para la audiencia ..., la cual no podrá exceder de diez días hábiles."

Tal fijación de fecha para audiencia, al igual que sucedía en la citación para sentencia
(art. 457 C. de P. P., derogado por el 52 L. 504/99), se produce jurídicamente por
medio de una providencia de sustanciación, que debe notificarse.

Adicionalmente, en los mismos términos expuestos acerca de la instrucción, de


acuerdo con lo instituido por los artículos 196 y 197 de dicha codificación procesal, las
providencias quedan en firme respecto de su contenido declarativo y dispuestas para
ejecutar lo que de ellas se derive, cuando hayan transcurrido tres días contados a
partir de la última notificación, si no se han interpuesto recursos y no deban ser
consultadas, o una vez se hayan decidido las impugnaciones o la hipotética consulta.

134
En virtud del principio de integración, ha de observarse también lo establecido por el
artículo 334 del Código de Procedimiento Civil, acerca de poderse exigir la ejecución
de las decisiones judiciales una vez ejecutoriadas.

Se concluye entonces que se podrá dictar sentencia anticipada, así mismo, cuando
proferida la resolución de acusación y hasta la ejecutoria del auto que fija fecha para
la celebración de la audiencia pública, o para la citación para sentencia, en el caso, el
procesado aceptare la responsabilidad penal respecto de todos los cargos allí
formulados.

5. Había definido la Sala que la negación de la solicitud de sentencia anticipada,


cuando se formula dentro del término legal, podría acarrear nulidad. Así, en la
providencia de fecha 16 de abril de 1998, que ampliamente se ha venido recordando,
sostuvo la corporación que lo que en frase tradicional se conoce como pronta y
cumplida justicia, o proceso rápido, es un derecho fundamental, que protege no sólo a
la sociedad, sino también a las personas involucradas. "Este valor de la celeridad, lo
mismo que los de la participación democrática, defensa auténtica e igualdad de
oportunidades, que hacen parte del debido proceso penal en línea constitucional, se
ven afectados cuando se niega injustificadamente la opción de sentencia anticipada y,
en consecuencia, la decisión que así lo haga estará afectada de nulidad".

Pero también se dejó en claro que la "prevista nulidad habrá de examinarse sin
perjuicio de la solución menos traumática para los objetivos del proceso penal, pues
así se desprende de variados principios que rigen la institución".
....

Si la solicitud de sentencia anticipada se formula durante el correspondiente lapso de


ejecutoria, de la providencia que cerró la instrucción, o de la que fijó fecha para
audiencia pública, o de la que citó para sentencia, esto último en el caso de la
desaparecida justicia regional y, en consecuencia, se debe rebajar la pena, la solución
tanto en sede de apelación como de casación, no será la nulidad, sino la corrección de
la sentencia para ajustar la sanción, en la medida legalmente autorizada según la
respectiva oportunidad.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Sentencia Casación
FECHA : 17/05/2001
DECISION : Desestima, casa parcial y oficiosamente
rebajando la 6
parte de la pena
PROCEDENCIA : Tribunal Nacional
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : VELA MONTAÑA, GUILLERMO
DELITOS : Violación a la Ley 30/86
PROCESO : 15634
PUBLICADA : Si

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CAMBIO DE RADICACION-Finalidad/ CAMBIO DE RADICACION-Pruebas/


CAMBIO DE RADICACION-Imparcialidad e independencia

1. Como reiteradamente lo ha señalado la Sala, el instituto seleccionado por el


peticionario está inspirado en la necesidad de garantizar la consolidación de la
administración de justicia, ajena a cualquier factor que pueda incidir en el debido
proceso, la vida del justiciable o el orden público. Por constituir una medida de
carácter excepcional y residual, por virtud de la cual con la finalidad señalada se
alteran las reglas generales de competencia por el factor territorial, su procedencia
queda ligada a la demostración de que en el lugar donde se adelanta el proceso
existan factores "que puedan afectar el orden público, la imparcialidad o la
independencia de la administración de justicia, las garantías procesales, la publicidad
del juzgamiento, la seguridad del sindicado o su integridad personal", eventos estos
taxativamente señalados en el artículo 83 del citado estatuto adjetivo.

135
2. En punto de la decisión que debe adoptarse en este caso, conviene precisar que las
circunstancias con potencialidad para alterar las reglas generales de competencia,
aparte de estar referidas a factores externos y poseer la virtualidad suficiente para
incidir en la función de administrar justicia, deben ser demostradas por quien
pretende el cambio de radicación.

"El cambio de radicación -ha sostenido la Corte - sólo procede ante la cabal
demostración de los factores objetivos señalados, los cuales por su gravedad y
actualidad imponen la remoción del proceso del sitio donde se adelanta la causa.

"… a la solicitud de cambio de radicación, se deben allegar las pruebas en que se


funda, pues, el funcionario judicial no puede relevar en la labor de demostración de
los supuestos de la petición, al sujeto que promueve el cambio de radicación…".

Precisado lo anterior, hay que afirmar en este evento que la insular referencia que
hace el postulante a la parcialidad del juzgador, per se, no sustenta la eventual
procedencia del extrañamiento del proceso de su sede natural.

3. El legislador no ha previsto como causa exceptiva para variar la competencia las


opiniones negativas que un tercero pueda tener sobre el funcionamiento de la justicia
en un determinado distrito.

Tampoco constituye circunstancia con potencialidad para alterar las reglas generales
de competencia, que el procesado crea que la solidaridad de cuerpo afecta la
imparcialidad que deben observar los jueces en el trámite de los asuntos a su cargo.

En esta materia, la procedencia del instituto depende de la certera demostración por


parte del peticionario de los supuestos de hecho que a la luz del artículo 83 del código
de procedimiento penal autorizan esta medida residual y extrema, por lo que si se
trata de acreditar circunstancias que puedan afectar la imparcialidad, los simples
enunciados no bastan para lograr el cometido. El interesado está en la obligación de
demostrar las causas objetivas y manifiestas de intereses entre los operadores de la
justicia, que por sus dimensiones comprometen la neutralidad de la función.
...

No sobra advertir que, dada la naturaleza exceptiva y residual de la figura procesal


que nos ocupa, el libelista bien puede acudir a otros mecanismos intraprocesales; tal
el caso de las causales de recusación previstas en el artículo 103 del estatuto
procesal penal, que al igual están establecidas para preservar las garantías de
autonomía, independencia e imparcialidad en la administración de justicia.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Cambio de Radicación
FECHA : 17/05/2001
DECISION : Niega el cambio solicitado
PROCEDENCIA : Juzgado 2 P.M.
CIUDAD : Quibdó
PROCESADO : DIAZ CAÑADAS, GONZALO
DELITOS : Calumnia, Injuria
PROCESO : 18157
PUBLICADA : Si

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CAMBIO DE RADICACION-Juez: Tribunal debe estudiar la solicitud antes de


remitirla a la Corte/ CAMBIO DE RADICACION-Finalidad/ CAMBIO DE
RADICACION-Obligación de sustentar las razones que motivan la petición/
CAMBIO DE RADICACION-Seguridad del funcionario/ CAMBIO DE
RADICACION-Seguridad e integridad personal del sindicado

136
1. La Sala ha indicado reiteradamente en su jurisprudencia que las solicitudes de
cambio de radicación formuladas por los jueces deben ser conocidas inicialmente por
el Tribunal Superior del Distrito Judicial respectivo, para confirmar o descartar si el
problema puede solucionarse con el traslado del proceso a otro circuito dentro del
mismo distrito.

Sin embargo, en este evento, el estudio previo por el Tribunal Superior del Magdalena
no es necesario, debido a que en dicho Distrito únicamente existe un solo juez de
circuito penal especializado, el de Santa Marta, con competencia en todo el
Departamento, por lo cual, precisamente se pretende el cambio de radicación con
destino a una jurisdicción territorial distinta.

2. El cambio de radicación es un mecanismo jurídico perentoriamente regulado a


través del cual puede exceptuarse la regla general de competencia deducida por el
factor territorial, cuando se haya probado de manera fehaciente que en el territorio
donde se está adelantando la actuación procesal existen circunstancias que pueden
afectar el orden público, la imparcialidad o la independencia de la administración de
justicia, las garantías procesales, la publicidad del juzgamiento, y la seguridad del
sindicado o su integridad personal, como lo estipula el artículo 83 ibídem.

Es, entonces, fin primordial del cambio de radicación asegurar que el fallo sea
proferido por un juez que esté en el medio adecuado para que pueda dispensar una
recta, cumplida y eficiente administración de justicia, cuando por converger alguna de
las circunstancias anteriores, la serenidad ideal en el funcionario judicial competente
se hubiere quebrantado.

3. Las circunstancias concretas en que se ubique la solicitud de cambio de radicación


que haga el juez o alguno de los sujetos procesales deberán estar probadas, o poder
comprobarse objetivamente en las actuaciones, siendo obligatorio para quien las
propone señalar específicamente y de manera sustentada las razones que motivan la
petición.

Sin embargo, la exposición de tales motivos no podrá consistir en raciocinios


subjetivos, ni en suposiciones, ni en valoraciones aisladas acerca de la conveniencia
de variar la sede del juzgamiento, sino en el aporte o señalamiento de los medios de
convicción idóneos que permitan adoptar la decisión con respaldo en la realidad.

El funcionario llamado a resolver sobre la solicitud de cambio de radicación no puede


sustituir en esta labor probatoria al sujeto procesal que lo ha promovido, puesto que
por la naturaleza del procedimiento que regula la materia, esta carga radica
básicamente en cabeza del interesado.

4. El temor que experimenta el funcionario judicial, como factor inherente a la


condición de todo ser humano en determinadas circunstancias, no puede convalidarse
como causal de cambio de radicación cuando tales circunstancias no constituyen
situaciones evidentes, reales y objetivas de las que se pueda colegir fundadamente
que existen factores extraños al proceso penal, que lo condicionan y determinan
gravemente, al punto de tornarse extremadamente difícil continuar adelante con el
juzgamiento en un ambiente de normalidad.

Quien acepta el cargo de Juez de la República, al tiempo que es enaltecido con tal
dignidad, asume de manera consciente ciertos riesgos que la noble labor de
administrar justicia comporta. El Estado debe velar por la minimización de esos
riesgos dotando a los jueces de todas las medidas de seguridad que llegaren a
requerirse en un momento dado.

En este caso, no se tiene noticia de amenazas de ninguna especie ni de acciones que


eleven el nivel de riesgo al que de algún modo están expuestos todos los funcionarios
judiciales del País.

Adicionalmente, la señora Juez Especializada no ha denunciado situaciones


irregulares que pudieren comprometer su integridad personal; no ha solicitado
protección especial al Consejo Superior de la Judicatura, ni ha elevado similares
peticiones a los organismos de seguridad; precisamente debido a que, como ella
misma lo acepta, no existen circunstancias actuales y concretas que la coloquen en
una situación de riesgo anormal o en peligro inminente.

137
5. Tratándose del procesado privado de la libertad corresponde al Instituto Nacional
Penitenciario y Carcelario INPEC proveer cuanto fuere necesario para garantizar su
seguridad, cualquiera sea la cárcel en que se encuentre detenido, como lo dispone la
Ley 65 de 1993, Código Penitenciario y Carcelario. A esta autoridad deben dirigirse las
peticiones que se estime pertinentes.

Cabe recordar que el derecho a la vida y la integridad personal de que es titular todo
adulto capaz, conlleva arraigado indisolublemente el deber de propender por el
propio cuidado. De ahí que, sería inútil que el Estado despliegue sus instrumentos
destinados a garantizar la vida de sus asociados, si estos se sustraen a las
obligaciones inherentes a la función social que deriva del derecho a vivir en
comunidad.

Por ello, si el señor (...) tiene conocimiento de personas o grupos que pudieran
acometer contra su vida, debe presentar las denuncias pertinentes, para que las
autoridades encargadas adopten los correctivos a que haya lugar. A la sazón, los
artículos 75 y 76 de la Ley 65 de 1993, prevén la posibilidad de trasladar a un interno
de un reclusorio a otro que ofrezca mayores condiciones de seguridad, o por motivos
excepcionales, cuando un detenido o condenado constituya un peligro evidente para
la vida e integridad personal de algunos de sus compañeros o empleados del
establecimiento, por virtud de enemistad grave o amenazas manifiestas.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Cambio de Radicación
FECHA : 17/05/2001
DECISION : Niega el cambio solicitado
PROCEDENCIA : Juzgado 2 P.C.E.
CIUDAD : Santa Marta
PROCESADO : ROJAS MENDOZA, RIGOBERTO
DELITOS : Homicidio agravado, Concierto para delinquir
PROCESO : 18226
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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TRASLADO PARA PREPARACION DE LA AUDIENCIA-Actuación de los


sujetos procesales y de la Sala Penal de la Corte/ REPOSICION-Sustentación/
CONGRESO DE LA REPUBLICA-Revocatoria del mandato/ NOTIFICACION
PERSONAL/ INFORME TECNICO/ PERJUICIOS/ DICTAMEN PERICIAL

1. Ahora el defensor insiste en que al iniciarse la etapa de juzgamiento, debe volver la


Corte a efectuar el estudio sobre la legalidad del proceso, sin ninguna cortapisa, pero
tal argumento se desvirtúa con las previsiones de los artículos 446 y 307 del estatuto
procesal penal, que disponen que ese término de traslado tiene como finalidad
"preparar la audiencia pública, solicitar las nulidades que se hayan originado en la
etapa de instrucción que no se hayan resuelto, y las pruebas que sean conducentes" y
que "El sujeto procesal que alegue una nulidad, deberá determinar la causal que
invoca, las razones en que se funda y no podrá formular nueva solicitud de nulidad,
sino por causal diferente o hechos posteriores, salvo en el recurso de casación".

La nulidad invocada por la omisión de análisis de pruebas en la resolución de


acusación fue planteada por el defensor en la reposición contra dicha providencia,
como sustento de la revocatoria pretendida, y resuelta en forma negativa al

138
recurrente, por lo tanto, al haber sido decidida no podía volver a plantearse en la
etapa del juicio, ni por la misma causal, como lo hiciera el defensor.

2. De ninguna manera puede admitirse la aseveración del impugnante de haber sido


coartado el sindicado para la no sustentación de este recurso, pues la improcedente
petición del defensor de disponer la notificación personal del auto que resolvió la
reposición elevada contra la acusación, a través de funcionario comisionado, cuando
ya se habían surtido las personales de ley, no podía prorrogar indebidamente la
ejecutoria del proveído de fecha 29 de noviembre de 2000, ni otorgar plazo extralegal
para esa sustentación, que no allegó.

3. Tampoco es viable admitir la aseveración del recurrente, que la revocatoria del


mandato a los congresistas, prevista por el art. 3° transitorio de la Constitución
Política de 1991 hubiera surtido efectos a partir del momento en que empezó el
período, pues el simple sentido gramatical de revocar equivale a dejar sin efecto, pero
no desde el inicio, sino desde la fecha de esa revocatoria.

En el art. 380 de la Carta Política, se dispuso "Queda derogada la Constitución hasta


ahora vigente con todas sus reformas. Esta Constitución rige a partir del día de su
promulgación", y apareciendo constancia del Secretario de la Asamblea Nacional
Constituyente de haberse publicado el 7 de julio de 1991 en la Gaceta N° 114, debe
colegirse que en esa fecha fue promulgada.

A su vez, el artículo 3° transitorio de la Constitución estableció: "Mientras se instala, el


1° de diciembre de 1991 el nuevo Congreso, el actual y sus comisiones entrarán en
receso y no podrán ejercer ninguna de sus atribuciones ni por iniciativa propia ni por
convocatoria del Presidente de la República".

La diafanidad de ese precepto no admite interpretación distinta de haber cesado el


mandato de los congresistas a partir de la fecha de vigencia de la nueva Constitución
(7 de julio de 1991) como se indicó en el auto impugnado, y de ninguna manera fue
retroactiva al 20 de julio del año anterior (1990), de lo cual se infiere la competencia
de la Corte para juzgar a (...) por el delito que se viene investigando, definido hasta el
31 de diciembre de 1990.

4. En relación con la tercera causal de nulidad, observa la Sala que no se ha incurrido


en ningún caso en ambigüedad en el tratamiento de los informes de la OIE de la
Procuraduría, como lo insinúa el defensor, y por ello no se puede acceder a considerar
sus solicitudes de correrse traslado, o de adición o complementación, porque como se
indicó en el auto impugnado, al haber sido conocidos desde la etapa instructiva por
dicho profesional, de hecho, así no se hubiera ordenado expresamente su traslado, el
término de tres días para solicitar esas aclaraciones o adiciones, se encontraba
vencido, según la previsiones del art. 280 del estatuto procesal penal.

Por otra parte, el tratamiento de los dictámenes periciales es diferente al de los


informes técnicos, lo que explica que se encuentre regulado en diferentes capítulos
del estatuto procesal penal, y por ello la tacha en que insiste el recurrente, sólo
procedería contra la autenticidad de los informes, pero no por error, aspecto en que
está confundido, porque tales objeciones sólo son viables frente a los peritajes.

Además, ninguna vulneración al debido proceso se estructuró al descartarse


razonadamente las objeciones contra los informes de la Procuraduría, y negar la
objeción contra el rendido por el perito del C. T. I. , en el auto de fecha 29 de enero de
1995, porque además se estimó en tal decisión que "la objeción no cumple con los
requisitos del artículo 271 ibíd., precisando el error -que no meras discrepancias
conceptuales- y solicitando las pruebas para su comprobación -que no aportando
motu proprio lo que es improcedente-".

5. Jurisprudencialmente se ha venido analizando, en especial para efectos del pago de


perjuicios a los herederos de las víctimas, que de los ingresos mensuales laborales se
debe descontar un 20% que el trabajador dedica a sus gastos personales, los cuales
no se pueden desconocer de ninguna manera porque el individuo debe satisfacer en
primer término sus necesidades básicas propias fuera de las de su familia, y luego sí
le puede quedar la posibilidad de capitalizar el resto, pues según las máximas de la
experiencia no se puede invertir sin antes gastar en los requerimientos de
subsistencia.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

139
Unica Instancia
FECHA : 22/05/2001
DECISION : No repone auto que negó nulidades
PROCEDENCIA : Corte Suprema de Justicia
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : SALCEDO BALDION, FELIX
DENUNCIANTE : PASTOR CASTELLANOS, JUSTO
DELITOS : Enriquecimiento ilícito
PROCESO : 8099
PUBLICADA : Si

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NULIDAD-Debido proceso, derecho de defensa/ NULIDAD


CONSTITUCIONAL/ DEFENSOR-Designación para la indagatoria/
INSPECCION JUDICIAL/ FALSO RACIOCINIO/ FALSO JUICIO DE
IDENTIDAD/ FALSO JUICIO DE CONVICCION

1. El cargo adolece de desaciertos técnicos como son el de entremezclar, de manera


confusa, dos motivos de nulidad, a saber, el quebrantamiento del debido proceso y el
del derecho de defensa, sin acatar que si bien el segundo se deriva del primero, han
sido claramente diferenciados por la ley y la jurisprudencia, razón por la cual su
vulneración amerita postulación y desarrollo autónomos, pues la primera es un vicio
de estructura y la segunda de garantía, sin descartar que hay irregularidades que al
mismo tiempo afectan los dos derechos, pero sin que evidencie que éste sea uno de
esos casos.

2. No resulta acertado que se califiquen las nulidades como de carácter


constitucional, pues si bien todas tienen como fuente la Constitución Política, a partir
de la entrada en vigencia del Decreto 050 de 1987 se recogió la clasificación de
nulidades constitucionales, en forma tal que su expresa consagración en la ley implica
que basta aludir a la norma legal que las prevé.

3. Contrario a lo planteado por el libelista, y a pesar de las equivocaciones cometidas


por el instructor al respecto, como no percatarse que el nombramiento de defensor
hecho desde la indagatoria o en cualquier otro momento posterior se entiende hasta
la finalización del proceso, al tenor del artículo 139 del C. de P. Penal, y que el
abogado con licencia temporal vigente puede actuar como tal en la instrucción,
conforme a los artículos 31 y 32 del Decreto 196 de 1971, resulta evidente que el
procesado contó con defensa técnica tanto en la etapa de instrucción como en la de
juzgamiento.

Así, en procura de garantizar el derecho de defensa técnica en la primera etapa, el


investigador procedió a designar un defensor de oficio, el 8 de abril de 1996, el que
se excusó, por lo que el 17 de abril siguiente, le designó un nuevo abogado,
habiéndose clausurado la investigación el 22 siguiente.

Significa lo anterior que ese profesional del derecho tuvo la oportunidad de ejercer la
labor encomendada, pues contó con un término que, si bien no fue amplio, resultaba
suficiente para conocer el diligenciamiento y proceder a realizar las actividades
defensivas que a bien tuviera, es decir, que desde que se encargó de la defensa
corrieron dos días hábiles en los que pudo solicitar pruebas, pedir que aún no se
clausurará la investigación e impugnar esa decisión. Así mismo, una vez ejecutoriada,
pudo haber presentado alegatos precalificatorios.

Por otra parte, a partir del 15 de mayo, día en que el proceso ingresó al despacho
para la correspondiente calificación del sumario, designó un nuevo defensor, el que
fungió como tal hasta dos días antes de quedar ejecutoriada la resolución de
acusación, fecha en que otorgó poder al profesional que ahora recurre en casación y a
quien se le debe tener como defensor desde el día en que presentó el memorial poder
(cuando además solicitó copias de la actuación), al tenor de lo preceptuado por el
artículo 142 del C. de P. Penal, así el reconocimiento como tal sólo se haya efectuado
el 11 de junio, pues esa determinación no puede desconocer lo preceptuado en la

140
norma citada, en el sentido de que "el defensor designado por el sindicado podrá
actuar a partir del momento en que presente el respectivo poder y desplazará al
defensor que estuviere actuando".

En consecuencia, no es cierto que el procesado hubiera carecido de defensor técnico


en la fase investigativa y los que tuvo, uno de oficio y dos designados por él, tuvieron
la oportunidad de ejecutar actos de defensa, como pedir pruebas, solicitar que aún no
se cerrara la investigación, recurrir esta decisión, alegar en el término previo a la
calificación e impugnar la resolución de acusación.

Por otra parte, tanto el casacionista como el Ministerio Público hacen hincapié en que
la falta de abogado al momento de proferirse la medida de aseguramiento, impidió
que se recurriera esta decisión, con lo que se afectó el derecho de defensa, pero sin
que indiquen cuál era la trascendencia de esa actuación, esto es, cómo de haberse
impugnado ello hubiese redundado en beneficio del procesado.

4. No demuestra la trascendencia del vicio, como quiera que no ilustra a la Corte


cómo el medio de convicción echado de menos era conducente, pertinente y útil con
el objeto del diligenciamiento y con la formación del convencimiento del juzgador,
esto es, cómo de haber sido practicado y cotejado con los elementos de juicio que
sustentaron el fallo, éste hubiera sido favorable al acusado.

Sobre este tema, cabe recordar que no basta enumerar las pruebas presuntamente
omitidas, sino que es preciso señalar su fuente, su conducencia, pertinencia y utilidad
y su incidencia frente a la parte conclusiva del fallo, ya que como lo ha señalado la
jurisprudencia, la no práctica de determinadas diligencias no constituye, per se,
quebrantamiento del derecho de defensa, pues el funcionario judicial únicamente
está obligado a decretar bien sea de oficio o a petición de los sujetos procesales, la
práctica de aquellas pertinentes y útiles para los fines de la investigación y formación
del convencimiento, por lo que la omisión de las inconducentes, dilatorias o inútiles
no constituye quebrantamiento de ningún derecho.

Finalmente, la mencionada inspección judicial no fue denegada de manera arbitraria


por el juez de primera instancia, en decisión confirmada por el Tribunal, sino al
considerarla superflua, en razón a que independientemente del número de camas que
hubiera en la habitación donde ocurrió el hecho y de su ubicación, aparecía
establecido con la versión de la víctima, corroborada con el dictamen médico forense,
que el procesado "realizó maniobras repetidas a nivel anal que dejaron como huella
en el menor una luz de un 1 cm.". Además, porque dicha diligencia resultaba tardía
para verificar los aspectos aludidos por la defensa en aquella oportunidad.

5. Acusa al Tribunal de haber dictado sentencia en un juicio de nulidad, por violación


del debido proceso y del derecho de defensa, ya que en la etapa del juicio se negó la
práctica de una de inspección judicial en el lugar de los hechos, a fin de que se
determinaran las circunstancias en que éstos ocurrieron, ubicación de las camas y
demás muebles, así como de los moradores, considerando que en la habitación
dormían seis personas, diligencia que fue negada con el argumento de que no tendría
ninguna incidencia para variar lo probado hasta ese momento y, además, porque
sería tardía para verificar dichos aspectos.

No demuestra la trascendencia del vicio, como quiera que no ilustra a la Corte cómo
el medio de convicción echado de menos era conducente, pertinente y útil con el
objeto del diligenciamiento y con la formación del convencimiento del juzgador, esto
es, cómo de haber sido practicado y cotejado con los elementos de juicio que
sustentaron el fallo, éste hubiera sido favorable al acusado.

Sobre este tema, cabe recordar que no basta enumerar las pruebas presuntamente
omitidas, sino que es preciso señalar su fuente, su conducencia, pertinencia y utilidad
y su incidencia frente a la parte conclusiva del fallo, ya que como lo ha señalado la
jurisprudencia, la no práctica de determinadas diligencias no constituye, per se,
quebrantamiento del derecho de defensa, pues el funcionario judicial únicamente
está obligado a decretar bien sea de oficio o a petición de los sujetos procesales, la
práctica de aquellas pertinentes y útiles para los fines de la investigación y formación
del convencimiento, por lo que la omisión de las inconducentes, dilatorias o inútiles
no constituye quebrantamiento de ningún derecho.

Finalmente, la mencionada inspección judicial no fue denegada de manera arbitraria


por el juez de primera instancia, en decisión confirmada por el Tribunal, sino al

141
considerarla superflua, en razón a que independientemente del número de camas que
hubiera en la habitación donde ocurrió el hecho y de su ubicación, aparecía
establecido con la versión de la víctima, corroborada con el dictamen médico forense,
que el procesado "realizó maniobras repetidas a nivel anal que dejaron como huella
en el menor una luz de un 1 cm.". Además, porque dicha diligencia resultaba tardía
para verificar los aspectos aludidos por la defensa en aquella oportunidad.

6. Acusa al sentenciador de haber violado indirectamente la ley sustancial, por error


de hecho, en razón a que al dictamen médico legal que se practicó a la víctima, se le
hicieron producir efectos probatorios que no tiene. Así mismo, porque no obstante
reconocerse que no es vinculante con el hecho que se pretende probar, se le otorgó el
valor de plena prueba, con lo que se "falseó su expresión fáctica".
....

Del mismo modo, no logra saberse si el defensor quiso referirse al error de hecho por
falso raciocinio, cuando sostiene que no hay vinculación entre la experticia médica y
el hecho que se pretende probar; o al error de hecho por falso juicio de identidad,
cuando asegura que se falsificó la expresión fáctica de la prueba; o al error de
derecho por falso juicio de convicción, cuando cuestiona el Tribunal por haberle dado
a ese medio el valor de plena prueba.

Si se entiende que el demandante optó por el primer sendero, se encuentra que no


indicó cuáles fueron los postulados de la sana crítica vulnerados, de qué manera lo
fueron y cuál la incidencia del yerro en la parte conclusiva del fallo. Si se admitiera
que orientó el reproche por el falso juicio de identidad, se halla que no demuestra que
el contenido material del dictamen haya sido falseado, en forma tal que no hay
coincidencia entre lo que su texto dice y lo que el juzgador manifestó que rezaba.
Finalmente, si quiso referirse al error de derecho por falso juicio de convicción, se le
observa que esa clase de desatinos no tienen cabida en sede de casación, cuando se
trata de pruebas no sometidas en cuanto a su valoración al método de la tarifa legal,
sino de la sana crítica.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Sentencia Casación
FECHA : 22/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : HUEPE ORTIZ, GILBERTO
DELITOS : Acceso carnal abusivo con menor de 14 años
PROCESO : 13899
PUBLICADA : Si

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ACCION DE REVISION-Finalidad/ ACCION DE REVISION-Ministerio Público:


Legitimidad de los Delegados/ MINISTERIO PUBLICO/ PROCURADURIA
GENERAL DE LA NACION

1. La acción de revisión fue concebida por el legislador como un mecanismo a través


del cual se busca la invalidación de una decisión que ha adquirido firmeza material y
de la cual resulte razonable predicar que entraña afrenta a derechos fundamentales
del sujeto procesal por antonomasia, porque se profirió en un proceso que no podía
iniciarse o proseguirse por haberse configurado con antelación una causal objetiva de
extinción de la acción penal, evento en el cual el efecto rescisorio apunta al
restablecimiento del derecho quebrantado y, desde luego, a procurar la vigencia de
un orden justo.

Este instrumento de garantía, dada su naturaleza excepcional no sólo por sus


alcances sino también por el hecho de que se ejerce por fuera del proceso ya
culminado, lo cual le otorga el atributo de acción judicial autónoma, exige en un
primer momento como requisito para su ejercicio e iniciación de trámite la
acreditación por quien la promueve de su legitimidad plena para instaurar la

142
demanda y luego el estricto acatamiento de las exigencias formales y sustanciales
previstas en el artículo 234 del estatuto procesal penal.

2. En punto de los titulares de la acción de revisión , es claro que al Ministerio Público


la ley le otorga facultad de postulación según la preceptiva del artículo 233 del
estatuto adjetivo que viene de citarse, previsión normativa que encuentra sus raíces
en el numeral 7° del artículo 277 de la Carta Política que atribuye al Procurador
General de la Nación como supremo director del mencionado organismo de control, la
función de intervención ante las autoridades judiciales o administrativas, cuando sea
necesario, "en defensa del orden jurídico, del patrimonio económico público o de los
derechos y garantías fundamentales".

Sin embargo esa genérica previsión constitucional y legal no resulta suficiente en


sentir de la Sala para que frente a situaciones como la de que aquí se trata, cualquier
Procurador Delegado decida acudir en revisión abrogándose una legitimidad que no
le ha sido expresamente delegada por quien la ostenta y que legalmente tampoco se
le ha atribuido.

La anterior conclusión surge nítida porque no obstante que de los posibles motivos de
revisión (prescripción de la acción y muerte del procesado) tuvo noticia el Procurador
General de la Nación al decir del demandante por información de la señora (...)
(personas ésta ajena por completo al proceso adelantado contra LUCIANO VELASQUEZ
por fraude procesal y estafa), es lo cierto que ninguna decisión se adoptó por su
titular en orden a delegar en el Procurador 4° Delegado en lo Penal para la Instrucción
y el Juzgamiento el desarrollo de los trámites judiciales indispensables para el logro
de la rescisión del fallo de segunda instancia que finiquitó en la forma conocida la
referida investigación penal.

Tampoco se encuentra que esa facultad esté permanentemente atribuida a un


Delegado de esa categoría, porque lo que a ellos se atribuye en cuanto a procesos de
revisión que se tramiten ante la Corte es una mera intervención diferente desde
luego por su naturaleza y efectos de la facultad de postulación que por su mayor
significación y contenido no puede considerarse implícita en aquélla, a la cual se
refería el literal b) del artículo 88 del Decreto 201 de 1995 que estableció la
estructura y organización de la Procuraduría General de la Nación.

A esta función de intervención judicial en procesos penales se refiere en forma


general el Decreto 262 de 2000 modificatorio del antes citado, cuando en el artículo
29 enumera en forma taxativa las actuaciones judiciales donde los procuradores
judiciales actúan como Ministerio Público, siendo del caso reseñar para lo que aquí
interesa, que entre ellas figuran las acciones de revisión de competencia de la Corte.
Esta previsión fue reproducida con el agregado de que la delegación implica tanto las
funciones como las competencias y la mención expresa a las Procuradurías Delegadas
para la Casación Penal y la Investigación y el Juzgamiento Penal, en el artículo 7° de la
Resolución N° 0017 de marzo 4 de 2000.

De manera particular, el artículo 22 de esta resolución, por el cual se distribuyen entre


las distintas procuradurías delegadas las funciones de intervención judicial atrás
referidas, en su inciso 2° precisa:

"Las Procuradurías Primera y Segunda Delegadas para la Investigación y el


Juzgamiento Penal ejercen las funciones y competencias establecidas en los
numerales 2, 4, 5, 6 del artículo 29 del Decreto 262 de 2000, así como las
establecidas en el numeral 7 de la misma norma, excepto cuando se trate del
juzgamiento que promueva el Senado contra el Presidente de la República".

Como el numeral 5° aquí referido es el que otorga en forma general a las


procuradurías delegadas la facultad de "intervención judicial" en las acciones de
revisión de competencia de la Corte, es claro que como atrás se adelantó, la
conclusión no puede ser otra distinta a la de que el Procurador Delegado a cuyo
cargo estuvo la presentación de la demanda génesis de este trámite, para ello carece
de legitimidad.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Acción de Revisión
FECHA : 22/05/2001
DECISION : Declara la nulidad de lo actuado, ordena el
archivo del

143
expediente.
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : VELASQUEZ, LUCIANO
DELITOS : Estafa, Fraude procesal
PROCESO : 13638
PUBLICADA : Si

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COLISION DE COMPETENCIA-Competencia a prevención/ COMPETENCIA A


PREVENCION

Por regla general, el juez competente para conocer de un asunto resulta ser, en virtud
del factor territorial, el del lugar de comisión del hecho. Empero, el artículo 80 del C.
de P. Penal establece excepciones a dicho principio al regular sobre la competencia a
prevención, disponiendo que en los eventos en que el hecho se haya realizado en
varios sitios, en lugar incierto o en el extranjero -regla que igualmente impera para los
delitos conexos-, conocerá del caso por la naturaleza del hecho el funcionario judicial
del territorio:

a) Donde primero se haya formulado la denuncia.


b) En el cual se hubiere decretado primero formal apertura de instrucción.
c) El del lugar donde fuere aprehendido el imputado, en caso de haberse iniciado
simultáneamente la instrucción en varios sitios.
d) O el del lugar en el que se llevó a cabo la primera captura, en tratándose de varios
aprehendidos.

Tal como se encuentra redactado el precepto, de manera secuencial debe irse


agotando cada uno de los presupuestos allí relacionados, para que este factor de
competencia pueda tener cabida en el asunto específico del que se trate.

En el evento examinado, contrariamente a lo apreciado por el Juez Penal del Circuito


de Funza, resulta incierto el lugar donde se le causó la lesión a la víctima que a la
postre le produjo su muerte, por la sencilla razón de que sobre dicho tópico no se
interrogó de manera específica a los agentes de policía que participaron en el
correspondiente operativo, y menos a los procesados, oportunidad esta que se tuvo
en la vista pública con (...) cuando a sabiendas del fallecimiento del otro coprocesado,
aparentemente se sinceró y se dispuso a narrar lo realmente acontecido.
......

Ahora, sabiéndose que entre los delitos conexos imputados al procesado se encuentra
el de porte ilegal de arma de fuego de defensa personal -comportamiento punible con
carácter de conducta permanente-, y que los prófugos en su recorrido luego de salir
de Bogotá irrumpieron en el espacio geográfico del Distrito Judicial Cundinamarca
para volver a retornar al lugar inicial de origen, son aspectos que permiten concluir,
sin hesitación alguna, que la mentada ilicitud se perpetró en varios sitios.

Por modo que, establecido como se tiene que en el presente asunto se procede por
delitos conexos, que en relación con el homicidio el lugar donde se cometió deviene
incierto, y que respecto del atentado contra la seguridad pública su consumación
acaeció en diversas jurisdicciones, la solución al conflicto planteado no puede ser
distinta a la que para estos eventos contempla con la competencia a prevención el
artículo 80 del C. de P. Penal, correspondiéndole por consiguiente proseguir con el
conocimiento del asunto, al funcionario judicial del territorio donde primeramente se
iniciaron de oficio las pesquisas, el mismo que primero profirió en este caso la
resolución de apertura de instrucción, que dada la naturaleza de los hechos objeto de
juzgamiento y encontrándose las diligencias en la etapa de la causa, lo es el Juez
Único Penal del Circuito de Funza, Cundinamarca, como acertadamente lo vislumbró
el Juez 46 Penal del Circuito de Bogotá.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Auto Colisión de Competencia

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FECHA : 22/05/2001
DECISION : Asigna al juez único P.C. de Funza -Cundinamarca
PROCEDENCIA : Juzgado 46 P. C.
CIUDAD : Bogotá D.C.
PROCESADO : SUSPES CASTELLANOS, CESAR AUGUSTO
DELITOS : Hurto, Porte de armas de defensa personal,
Homicidio
PROCESO : 17560
PUBLICADA : Si

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DEMANDA DE CASACION-Principio de autonomía/ FALSO JUICIO DE


LEGALIDAD/ SANA CRITICA-Pruebas/ VIOLACION INDIRECTA DE LA LEY-
Deber de demostrar la trasgresión del derecho

1. El artículo 225 del Código de Procedimiento Penal establece los requisitos formales
que debe reunir toda demanda de casación. De manera que el incumplimiento total o
parcial de los mismos conduce a su rechazo y a la consecuente declaratoria de
deserción del recurso, al tenor de lo previsto en el artículo 226 ibídem.

Esos presupuestos de admisibilidad no son satisfechos por el actor en el presente


caso. Si bien acertó al identificar los sujetos procesales y la sentencia impugnada, así
como al hacer la síntesis de los hechos materia de juzgamiento y de la actuación
procesal, no atinó a indicar con claridad y precisión los fundamentos en que se apoya,
ni a desarrollar de manera técnica y lógica cada uno de los cargos formulados.

El primer reproche lo planteó en el marco de la causal primera, cuerpo segundo, por


violación indirecta de la ley sustancial, pero en su justificación y explicación
incursionó en la causal tercera al pretender demostrar una "violación al debido
proceso" y a "las formas propias de cada juicio", con lo cual abandonó el principio de
autonomía de las causales, pues cada una de ellas tiene fundamentos diferentes, se
rige por precisas reglas técnicas y genera consecuencias jurídicas diversas.

2. Aun si se aceptara, en gracia de discusión, que lo pretendido por el libelista era


plantear un error de derecho por falso juicio de legalidad, resultado de valorar una
prueba (la declaración juramentada del incriminado) que presuntamente fue aducida
al proceso de manera ilegal o con inobservancia de las normas que regulan su
producción, lo cierto es que olvidó señalar, con vigor y lucidez, la trascendencia de
ese presunto yerro y su nexo de causalidad con la parte resolutiva de la sentencia; en
otras palabras, omitió demostrar que sin el supuesto dislate judicial el fallo del
Tribunal habría sido diferente.

3. Indicó en forma genérica que la valoración probatoria realizada por el Tribunal


"implicó un error en la apreciación de la prueba que favorecía al sindicado" y un yerro
al "tomar como prueba de convicción el dicho de los parientes de la víctima", pero no
determinó en qué consistió el "error de apreciación" que le reprocha al Tribunal en la
valoración de la prueba que supuestamente favorecía a su representado. Olvidó que
cuando se plantea esta especie de error, que se dirige hacia la sana crítica empleada
por el fallador, le compete al censor indicar y demostrar cuáles fueron los principios
de la lógica, la ciencia, el sentido común o las reglas de la experiencia indebidamente
utilizados y, naturalmente, señalar también cuál o cuáles de ellos eran los apropiados
para dilucidar el asunto objeto de debate.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Auto Casación
FECHA : 22/05/2001
DECISION : Rechaza in límine la demanda y declara desierto
el
recurso
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cali
PROCESADO : VIVEROS BONILLA, SOFONIAS
DELITOS : Homicidio culposo

145
PROCESO : 16131
PUBLICADA : Si

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FISCALIA GENERAL DE LA NACION-Competencia nacional/ PROVIDENCIAS-


Fundamentada en prueba legal y oportunamente allegada/ TRASLADO PARA
PREPARACION DE LA AUDIENCIA/ LIBERTAD PROVISIONAL-Causal 5ª:
Suspensión razonable y justificada de la audiencia/ AUDIENCIA PUBLICA

1. Tal como lo analizó el a quo, el artículo 119 del estatuto procesal penal señala la
competencia de la Fiscalía General de la Nación y sus delegados en todo el territorio
nacional, además que ese mismo precepto contempla la posibilidad de distribuirse de
acuerdo con "las necesidades del servicio y la especialidad técnica", y e inclusive que
puedan instruir, calificar y acusar por delitos realizados fuera de su sede.

De lo anterior se infiere, que no siempre tiene que mediar una causa grave para
desplazar esas funciones de un Fiscal a otro de diferente Distrito Judicial, que tiene
plena competencia. Además, no se observa cómo ese traslado hubiera podido influir
desfavorablemente en la defensa del doctor (...), cuando si bien no recusó a la Sala
presidida por el Magistrado Carlos Alejandro Chacón Moreno cuando la actuación llegó
a ese Tribunal para el control de legalidad que éste solicitara, lo propició en la etapa
del juicio.

2. Estima esta Sala acertadas las consideraciones del Tribunal cuando indica que de
conformidad con el art. 246 del C. de P. P., "Toda providencia debe fundarse en
pruebas legal, regular y oportunamente allegadas a la actuación", carácter del cual
carecían tales copias.

Dichos documentos fueron aportados sin haber sido ordenados, y después de haberse
clausurado la etapa instructiva, luego no le era dado a la Fiscal entrar a considerarlos.

3. Tampoco resulta viable cuestionar la prueba sobre la existencia del "pacto


corrupto" como elemento estructural del cohecho, puesto que como bien lo analizó el
a quo, el traslado del art. 446 del C. de P.P. "no es una etapa de valoración probatoria
en la que el Juzgador que ha de proferir sentencia esté abocado a realizar
motivaciones valorativas de los diferentes medios probatorios, pues ello equivaldría
simplemente a pronunciarse anticipadamente sobre lo que es el núcleo central de su
labor", citando en sustento de tales conclusiones, una providencia de esta Sala, de
febrero 21 de 1995, con ponencia del Magistrado Carlos Eduardo Mejía Escobar.

4. Sobre este aspecto, esta Sala, con ponencia de quien ahora cumple igual función,
en providencia de 28 de marzo de 2000, rad. 17.071, ha analizado en relación con la
aplicación del inciso 2° del numeral 5° del art. 415 del C. de P. P., de conformidad con
lo analizado por la Corte Constitucional en su sentencia C-846/99:

"Aunque en las consideraciones de esta providencia la Corte Constitucional expresó:


"ha de entenderse que la iniciación de la audiencia pública, no interrumpe el término
establecido en el primer inciso del numeral 5° del artículo 415 del C. P. P. para acceder
a la libertad provisional", también se analizó:

"Claro está, que lo anterior no significa como ya se mencionó, que la audiencia jamás
pueda suspenderse; supone, eso sí, que la interrupción del curso normal de esta
etapa del juicio debe ser excepcional, por el tiempo mínimo que las circunstancias lo
requieran, y, bajo ningún supuesto, puede fundarse en criterios arbitrarios, ni en la
indebida actuación del juez o de quienes intervinieron en el proceso. En otras
palabras, la suspensión tiene que estar plenamente justificada.
... ... ...
De igual forma, la exequibilidad del aparte analizado, también debe estar
condicionada al entendido de que la causal por la cual se ordena la suspensión de la
audiencia ha de ser razonable, estar plenamente justificada y el término de duración
debe ser el mínimo que las circunstancias lo ameriten"."

146
En este orden de ideas, si bien la solicitud de libertad la elevó el anterior defensor del
doctor DUPLAT cuando se acababan de vencer objetivamente los 6 meses de
ejecutoria de la resolución de acusación, que corresponde al 1° de marzo del año en
curso, dado que la fecha de la acusación de segunda instancia es de 29 de agosto de
2000, no es menos cierto que la suspensión de la audiencia el 7 de marzo pasado, se
llevó a cabo cuando ya se habían practicado la mayoría de las pruebas solicitadas y
en razón del artículo 455 del Código de Procedimiento Penal, causal legal para esa
suspensión, que la justifica.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Auto Segunda Instancia


FECHA : 22/05/2001
DECISION : Confirma autos que niegan nulidad, libertad y
pruebas
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cúcuta
PROCESADO : DUPLAT VILLAMIZAR, HUGO ALBERTO
DELITOS : Prevaricato por acción, Cohecho
PROCESO : 18258
PUBLICADA : Si

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EXTRADICION POSITIVA-Devolución de la actuación/ EXTRADICION


POSITIVA-Naturaleza mixta del trámite/ EXTRADICION POSITIVA-Facultad
oficiosa de la Corte para devolver el expediente/ EXTRADICION POSITIVA-
Suspensión del trámite

1. No es posible retornar el expediente a las oficinas que señala el defensor porque,


como lo ha dicho la Corte repetidamente, ante la inexistencia de una ley aprobatoria
de Convenio alguno entre EE. UU. y Colombia en materia de extradición, es apenas
obvia la aplicación de la normatividad interna, en especial la del Código de
Procedimiento Penal ( Cfr., por ejemplo, auto del 22 de septiembre de 1999, proferido
por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, M. P. Jorge Aníbal Gómez Gallego,
radicación 15825 ).

2. En el estatuto mencionado, el trámite de la extradición pasiva tiene naturaleza


mixta, esto es, administrativo-jurisdiccional, con nítida delimitación de tres etapas: la
primera, de carácter preliminar, de esencia administrativa, que corresponde al
Gobierno Nacional en cabeza de los Ministerios de Justicia y del Derecho y de
Relaciones Exteriores, a quienes compete perfeccionar el expediente e informar sobre
el ordenamiento jurídico aplicable; la segunda, asignada al Poder Judicial - en este
supuesto, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia -, quien tras el trámite
establecido en el artículo 556 del Estatuto Procesal, debe emitir concepto sobre la
viabilidad o no de la extradición, ceñido a los temas a que alude el artículo 558
Ibídem; y la tercera etapa, también de naturaleza administrativa, que corresponde de
nuevo al ejecutivo, caracterizada por la emisión de un acto que concede o niega la
extradición.

Como consecuencia de la naturaleza de cada una de las etapas, el control de la


actuación surtida en la primera y en la tercera compete a la propia administración o a
la jurisdicción contencioso administrativa, y no a la Corte, pues esta tiene que ver
únicamente con el control de la legalidad en la segunda fase, es decir, en la de
naturaleza eminentemente jurisdiccional. Debe recordarse, además, que con relación
a la primera etapa o preliminar, la controversia únicamente es viable cuando sea
expedida la resolución del gobierno que decide el asunto ( Cfr., por ejemplo, el auto
del 24 de noviembre de 1999, proferido por la Sala Penal de la Corte Suprema de
Justicia, M. P. Edgar Lombana Trujillo, radicación 15824).

Si la fase preliminar, de la cual surgió la información entregada por el Ministerio de


Relaciones Exteriores - que es censurada por el defensor - es de naturaleza
administrativa controlable por la jurisdicción contencioso administrativa una vez
proferida la resolución que niega o concede la extradición, carece la Corte de

147
facultades para analizar los temas destacados por la defensa sobre los supuestos
materiales de la actuación ejecutiva, pues la inhibe la propia organización política del
Estado que, centrada en la Constitución y demás reglamentaciones, delimita las
órbitas de competencia de cada autoridad.

3. Como también lo ha dicho la Sala, no impide que la Corte, oficiosamente, pueda


retornar el expediente al ejecutivo en aras de su perfeccionamiento cuando, por
ejemplo, se encuentre con la ausencia de piezas sustanciales, cuando haya emitido su
comunicación dentro de un marco jurídico que no co-rresponda al trazado por
instrumentos internacionales, o en circunstancias similares ( Cfr., vgr., auto del 30 de
no-viembre de 1999, radicación No. 16515 ).

4. Tampoco es viable, en primer lugar porque se trata de un lapso establecido


legalmente - no judicialmente -, previsto en el artículo 556 del Código de
Procedimiento Penal, es decir, fincado en el principio de legalidad; y, en segundo
lugar, por cuanto en virtud del principio de perentoriedad de los plazos procesales, los
actos de las partes deben ser cumplidos dentro del número de días y oportunidades
señalados por la ley. Agréguese, así mismo, que si bien el señor defensor solicitó la
devolución del expediente al ejecutivo, ello no le impedía anunciar y pedir la práctica
de pruebas, sí así lo consideraba.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Extradición
FECHA : 22/05/2001
DECISION : Niega devolución del exp., no considera solicitud
de
pruebas, niega otras del Ministerio Público.
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : ARBOLEDA SALDARRIAGA, MARCO ANTONIO
PROCESO : 16727
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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RECURSO ORDINARIO-Reposición/ EXTRADICION POSITIVA-Pruebas/


EXTRADICION POSITIVA-Requisitos/ EXTRADICION POSITIVA-Trámite
interno impartido al proceso en el país requirente/ EXTRADICION POSITIVA-
Documentos anexos-Presunción de autenticidad/ EXTRADICION POSITIVA-
Responsabilidad de la persona solicitada

1. Recuérdese que el recurso de reposición, por antonomasia, no puede ser construido


a partir del señalamiento de una global insatisfacción. Dentro de la dialéctica que lo
caracteriza se hace menester, para el impugnante, delimitar al funcionario que ha
proferido la decisión, de manera detallada, los puntos que debe volver a estudiar con
el fin de que los confronte con el contenido y razones de su proveído para que, ahí sí,
proceda a confirmarlo, modificarlo o revocarlo. Cuando el recurrente se sale,
trasciende sin sustancia tal exigencia, su memorial se convierte en una simple
invitación para que el juez, sin ninguna propuesta adicional del censor, entre a
reconsiderar su posición. Actuar así, como lo ha hecho la señora defensora del
ciudadano (…), no se compadece con la etiología y dinámica del instituto.

2. El planteamiento se rechaza por cuanto en materia de pruebas, en asuntos como el


que ocupa la atención de la Sala, se parte del estrecho ligamen existente entre los
artículos 250, 556 y 558 del Código de Procedimiento Penal, armonía de la cual
resulta que entre la solicitud y el decreto o rechazo de pruebas en el trámite de
extradición median los criterios de conducencia, pertinencia y de necesidad o utilidad,
pilares de la actividad probatoria.

La interpretación hecha por la defensora realmente es extraña. Para responderla


basta tener en cuenta que si fuera razonable se impondría la obligación de disponer la
práctica de toda prueba pedida a pesar de su visible inconducencia, impertinencia o
superfluidad. Ello, obviamente, es a todas luces inadmisible, sobre todo dentro de un

148
trámite cuyo thema probandum se encuentra suficiente y precisamente determinado
por el legislador en el artículo 558 del Código de Procedimiento Penal - la validez
formal de la documentación presentada, la demostración plena de la identidad del
solicitado, la concurrencia de la doble incriminación, la equivalencia de la providencia
proferida en el extranjero y, eventualmente, el cumplimiento de lo previsto en los
tratados públicos -.

3. En efecto, de una parte, la Corte no adelanta contra el señor (…) un proceso penal,
como para referirle toda nuestra normatividad. Como se sabe, la Sala exclusivamente
desarrolla un trámite, dentro del cual, más adelante, debe producir un concepto sobre
una invocación realizada por otro país; y, de la otra, como quiera que en este asunto
se aplica lo pertinente del Código de Procedimiento Penal y éste expresa como uno de
los requisitos para conceder la extradición que por lo menos se haya dictado en el
exterior "...resolución de acusación o su equivalente" ( artículo 549-2 ), fácilmente se
concluye que no es imprescindible la concurrencia de una sentencia condenatoria
ejecutoriada.

4. Tampoco persuade la idea, especialmente si se recuerda que dentro de las


facultades otorgadas a la Corte por la ley no se incluye la de debatir sobre los hechos
imputados por las autoridades extranjeras, la real o no existencia de ellos, ni sobre las
circunstancias en que se dice fueron cometidos o en torno al mérito persuasivo de las
pruebas en que se soporta la acusación o la decisión que sirve de base a la solicitud.
Esto corresponde exclusivamente a las autoridades judiciales del país requirente.

5. Si la documentación allegada con la solicitud ha sido traducida y la oficina


correspondiente del Ministerio de Relaciones Exteriores ha certificado su fidelidad e
integridad, la Corte no puede cuestionar dicho trámite. Podría hacerlo, sí, por ejemplo
y eventualmente, de oficio o a petición de parte, ante la ausencia de versión
idiomática, para, vgr., devolver las diligencias para que se hiciera la conversión al
castellano.

Nótese - repite la Sala - que es la propia ley colombiana la que confiere presunción de
autenticidad y legalidad a los documentos otorgados por autoridades extranjeras o
con su intervención. Si han sido presentados ante las autoridades diplomáticas
colombianas, o ante las de una nación amiga, se tienen como expedidos conforme
con la ley del respectivo país. Por esto el artículo 259 del Código de Procedimiento
Civil - modificado por el Decreto 2282 de 1989 -, aplicable en virtud del principio de
integración previsto en el artículo 21 del Estatuto Procesal Penal, dispone que "Los
documentos públicos otorgados en país extranjero por funcionario de éste o con su
intervención, deberán presentarse debidamente autenticados por el cónsul o agente
diplomático de la República, y en su defecto por el de una nación amiga, lo que hace
presumir que se otorgaron conforme a la ley del respectivo país".

6. Una vez más, la apoderada olvidó el objeto materia de trabajo de la Corte. Como
bastante se ha dicho, ésta no cuenta dentro de sus facultades legales con la
posibilidad de rebatir ningún aspecto relacionado con la presunta responsabilidad
penal del ciudadano pedido en extradición por hechos que hubiera podido perpetrar
en jurisdicción foránea, tarea que compete a otras autoridades, especialmente al juez
del país extranjero y, desde luego, a los varios sujetos procesales que allí, en la sede
del requirente, integran el contradictorio. La labor de la Sala está taxativamente
circunscrita por la Constitución y por el artículo 558 del Código de Procedimiento
Penal.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Extradición
FECHA : 22/05/2001
DECISION : No repone auto del 15-08-00 sobre pruebas y
nulidad
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : SANCHEZ CRISTANCHO, JAIRO MARIO
PROCESO : 16711
PUBLICADA : Si

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149
EXTRADICION POSITIVA-Concepto de la Corte Suprema de Justicia/
EXTRADICION POSITIVA-Ejecutivo: Decisión final frente al pedido de
extradición/ EXTRADICION POSITIVA-Validez formal de la documentación/
EXTRADICION POSITIVA-Doble incriminación: Concierto para delinquir/
EXTRADICION POSITIVA-Equivalencia de la acusación/ CONCIERTO PARA
DELINQUIR/ NARCOTRAFICO

1. De acuerdo con lo dispuesto por el artículo 558 del Código de Procedimiento Penal,
"La Corte fundamentará su concepto en la validez formal de la documentación
presentada, en la demostración plena de la identidad del solicitado, en el principio de
la doble incriminación, en la equivalencia de la providencia proferida en el extranjero
y, cuando fuere el caso, en el cumplimiento de lo previsto en los tratados públicos".

De manera que, contrario al querer de la defensa pero con estricta sujeción a la ley, la
Sala limitará su análisis a la verificación de estos aspectos sin invadir las
competencias propias del Ejecutivo en un trámite que, como se sabe, de las tres
etapas que lo integran sólo en la intermedia interviene la Corte, pero exclusivamente
para examinar el cumplimiento de los requisitos formales.

2. Reitérase, entonces, que es al Gobierno Nacional al que le compete, de acuerdo


con las expresas previsiones que consignó el legislador en el Código de Procedimiento
Penal, conceder u ofrecer facultativamente la extradición (artículos 547 y 548),
establecer las condiciones que en ambos casos considere oportunas (artículo 55O),
expresar a través del Ministerio de Relaciones Exteriores si es del caso proceder con
sujeción a convenciones o usos internacionales o si se debe obrar de acuerdo con las
normas del estatuto procesal (artículo 552), examinar la documentación recibida y su
perfeccionamiento si fuere necesario (artículos 553 y 554), expedir la resolución que
niega o concede el pedido (artículo 559), disponer la improcedencia o la entrega
diferida por la existencia previa de un proceso en Colombia (artículos 56O y 565),
establecer el orden de precedencia cuando existan varias demandas de extradición
(artículo 561), sufragar los gastos que se causen dentro del territorio nacional
(artículo 564), etc.

Por esta razón, la Corte no abordará el examen de las implicaciones que para la
concesión de la extradición tenga el hecho de que la señora (...) hubiese sido
condenada por el Juzgado Tercero Penal del Circuito Especializado por infringir la Ley
30 de 1986 o Estatuto Nacional de Estupefacientes ni cotejará los hechos que le
imputan las autoridades norteamericanas para determinar su identidad o no con los
valorados por la justicia colombiana, pues ello compete al Ejecutivo como, una vez
más, lo reiteró la Sala en decisiones de 20 y 28 de marzo de 2001, radicados 16.708 y
17.881, respectIvamente.

3. Hope Hill, Subsecretaria del Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el
Distrito Sur de La Florida, División de Miami, certificó la autenticidad tanto de la
acusación formal inicial como de la segunda acusación de sobreseimiento (fls. 110 y
94 anexo); Thomas G. Snow, Director de la Oficina de Asuntos Internacionales del
Departamento de Justicia avaló las firmas de quienes suministraron las declaraciones
de apoyo (fl. 144) y la Secretaria General del Departamento, Janet Reno, hizo lo propio
con la del señor Snow (fl. 145). Por su parte, el Oficial de Autenticaciones del
Departamento de Estado expidió igual certifi-cación respecto de la documentación
proveniente del Departamento de Justicia (fl. 146) y la Cónsul de Colombia en
Washington D.C., cuya firma es refrendada por el Ministerio de Relaciones Exteriores
de Colombia (fl. 147 vto.), dio fe de que en efecto quien suscribe el documento es el
oficial de autenticacio-nes (fl. 147).

Se cumple, en consecuencia, este primer requisito, pues de acuerdo con lo dispuesto


por el artículo 259 del Código de Procedimiento Civil, modificado por el artículo 1-118
del D.E. 2282 de 1989, "Los documentos públicos otorgados en país extranjero por
funcionario de éste o con su intervención, deberán presentarse debidamente
autenticados por el cónsul o agente diplomático de la república, o en su defecto por el
de una nación amiga, lo cual hace presumir que se otorgaron conforme a la ley del
respectivo país".

150
4. El primer cargo se refiere igualmente a la conspiración para importar heroína,
conducta punible que describe nuestra legislación en el artículo 186 del Código Penal
-modificado primero por el artículo 8º de la Ley 365 de 1997 y luego por el artículo 4º.
de la Ley 589 de 2000- según el cual "Cuando varias personas se concierten con el fin
de cometer delitos, cada una de ellas será penada, por ese solo hecho, con prisión de
tres (3) a seis (6) años", pero si el comportamiento se realiza para cometer delitos de
narcotráfico, la pena será de prisión de diez (10) a quince (15) años y multa de dos
mil hasta cincuenta mil salarios mínimos legales mensuales vigentes.

Los cargos II, V, VII, IX, XI y XIII también se refieren a conductas que en Colombia
están tipificadas en las disposiciones que se acaban de señalar, esto es, los artículos
186 del Código Penal -subrogado por el artículo 8º de la ley 365 de 1997 y modificado
por el artículo 4º de la ley 589 de 2000- y 33 del Estatuto Nacional de Estupefacientes
-modificado por el artículo 17 de la ley 365 de 1997-.

El cargo III, que alude a la conspiración para distribuir drogas, encuentra acomodo en
la legislación colombiana en el concierto para cometer delitos relacionados con el
narcotráfico que consagra el ya citado artículo 186 del Código Penal, en armonía con
el inciso 1º del artículo 33 de la Ley 30 de 1986.

5. El hecho de que la acusación formal pronunciada por el Gran Jurado y la resolución


de acusación prevista en el artículo 441 del Código de Procedimiento Penal contengan
los elementos esenciales que las convierten en presupuesto del juzgamiento en sus
respectivos sistemas, es razón suficiente para entender cumplido también este
requisito. No otra puede ser la conclusión cuando se observa que en ambas
decisiones se consignan las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que se realizó
la conducta reprochable, su descripción típica y las normas sustanciales aplicables al
caso.

Naturalmente, es apenas obvio que entre tales providencias existan algunas


diferencias, pues ellas se adoptan de conformidad con ordenamientos que, como se
sabe, pertenecen a sistemas jurídicos sustancialmente distintos. Sin embargo,
repárese en que, contrario a lo que considera la defensa, el numeral 1º del artículo
551 del C. de P. P. no exige identidad sino equivalencia y esta expresión, según el
Diccionario de la Real Academia Española, significa "igualdad en el valor, estimación,
potencia o eficacia de dos o más cosas" (Diccionario de la Lengua Española, vigésima
primera edición, Madrid, Espasa - Calpe, 1992).

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Concepto Extradición
FECHA : 22/05/2001
DECISION : Conceptúa favorablemente
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : HIGUERA MORENO, DESSY
DELITOS : Violación a la Ley 30/86, Concierto para delinquir
- Ley
30/86
PROCESO : 17344
PUBLICADA : Si

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CAMBIO DE RADICACION-Orden público/ CAMBIO DE RADICACION-Seguridad de


los representantes de la parte civil

En relación con la solicitud que ahora ocupa la atención de la Sala, de bulto surge su
inconsistencia e imprecisión, pues además de incluir motivos no previstos por la ley,
en cuanto al único que si lo está, el respectivo escrito se limita a la nuda mención de
la situación de orden público que registra el departamento de Antioquia agravada por
la presencia e intervención en cercanías de su capital de alguna facción de grupos al
margen de la ley, más exactamente de los llamados paramilitares, sin señalar en

151
forma precisa el efecto que ello pudiera tener en la actividad judicial que se pretende
precaver.

Y no puede tenerse cumplida la exigencia con la genérica referencia a decesos y


secuestros de que han sido víctimas desde 1.997 miembros de la Unidad de Derechos
Humanos y del C.T. I. de Fiscalía General de la Nación, no sólo por la falta de precisión
sobre los efectos que esas situaciones pudieran proyectar hacia este proceso, sino
porque se trata de meras suposiciones o especulaciones o, mejor aún, de subjetivas
apreciaciones del fiscal acusador, que él mismo se encarga de poner en evidencia al
afirmar que las diversas investigaciones que se adelantan contra miembros de la
fuerza pública aún inconclusas, "podrían en un momento dado afectar, perturbar e
impedir un juzgamiento imparcial".

Aceptar con la trascendencia que pretende el libelista la situación de alteración del


orden público así traída a colación, que como lo tiene señalado la Sala, "en las
condiciones actuales del país resultan comunes con mayor o menor intensidad a casi
todos los departamentos que lo componen", implicaría en la práctica una parálisis de
la administración de justicia por imposibilidad de ejercicio de las funciones que la
Constitución Política le atribuye. Como sobre el particular ya la Corte ha tenido
oportunidad de consignar su apreciación interpretativa en providencia de la cual fue
ponente quien ahora cumple similar cometido al resolver una colisión de
connotaciones similares a la presente, bien está traer a colación lo que allí se dijo
para lograr sobre el punto la mayor claridad posible:

"Para una interpretación razonable de los motivos de orden público a los que se
refiere el artículo 83 del Código de Procedimiento Penal, la Corte entiende que ha de
establecerse una razón vinculante entre el proceso que ahora se adelanta en
Florencia y algunas manifestaciones específicas de perturbación, zozobra e
inseguridad producidas por los hechos a los cuales se concreta aquél. Si las
dificultades de la actividad judicial se vinculan genéricamente con el deteriorado
orden público reinante en la región, bastaría determinar que el departamento de
Caquetá fue declarado zona especial de orden público, y de una vez se paralizaría la
administración de justicia en dicha entidad territorial, porque todos los procesos
tendrían que cambiar de radicación por el generalizado entorpecimiento de la
convivencia en paz, absurdo tan intolerable como saber que, si bien la justicia no es la
responsable del manejo del orden público, su ausencia, y ahora su huida,
inocultablemente contribuyen a acentuar el deterioro de las condiciones necesarias
para el ejercicio de los derechos y libertades públicas.

Las circunstancias que afectan la imparcialidad o independencia de la administración


de justicia, como motivo de cambio de radicación, han de ser generadas por la fuerza
conmovedora misma del hecho investigado o por una manifestación previa y colectiva
de los encargados de la justicia, de tal manera que resultaría palpable el prejuicio de
todos los funcionarios judiciales de una misma población o región. De ese modo, el
motivo de afectación de la imparcialidad o independencia de ciertos funcionarios
judiciales, como causa individualizable y no extendida en el municipio o zona, no
puede ser objeto de discusión para el cambio de radicación, pues se trata más bien de
una razón válida para tratar de purificar el órgano judicial por la vía de los
impedimentos y recusaciones" (Auto de octubre 23 de 1997. Rad. No. 13.697).

2. En cuanto a los restantes motivos referidos a los familiares de las víctimas, por
desaparición de uno de sus miembros y amenazas para otros, al igual que para el
apoderado de la parte civil y la O.N.G. ante quien inicialmente se puso en
conocimiento la situación que originó el proceso, aunque pudieran ser ciertos,
ninguno de ellos pone al descubierto cualquiera de las opciones dadas por el
legislador para hacer jurídicamente posible el cambio de competencia en razón del
territorio, a lo cual es necesario agregar la consideración de que los factores de
seguridad o de protección a la integridad personal como motivo para acceder a
peticiones como la del fiscal acusador, se encuentran exclusivamente referidos al
sindicado y sólo para cuando ello pueda afectar las garantías procesales que le son
inherentes.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Cambio de Radicación
FECHA : 22/05/2001
DECISION : Niega el cambio de radicación solicitado
PROCEDENCIA : Juzgado 3 P.C. E.
CIUDAD : Medellín

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PROCESADO : PRADA BARAJAS, DAVID
DELITOS : Secuestro simple
PROCESO : 18198
PUBLICADA : Si

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FUERO/ JUSTICIA PENAL MILITAR-Competencia/ CASACION-Principio de


autonomía de los cargos/ DERECHO DISCIPLINARIO/ NON BIS IN IDEM/
VIOLACION DIRECTA DE LA LEY-Técnica/ REFORMATIO IN PEJUS-Legalidad
de la pena/ COMPETENCIA

1. La censura por falta de competencia del juez de primer grado no sólo se quedó en
su simple formulación, pues no recibió la debida demostración y desarrollo, sino que
no corresponde a la realidad normativa. Basta leer desprevenidamente el artículo 337
del Código Penal Militar de la época -Decreto 2550 de 1988- para advertir que el
reproche carece totalmente de soporte legal, pues de acuerdo con tal precepto, "Los
comandantes de fuerzas navales, bases navales y base de entrenamiento conocen en
primera instancia de los procesos penales militares contra oficiales, sub oficiales,
grumetes, alumnos y demás personal militar bajo su mando". Agréguese a esto que
en lo relacionado con la Jurisdicción Militar importa tener en cuenta todo lo inherente
al mando y que estando creados legalmente los jueces pueden ser reactivados a
partir de esta función, afirmación que adquiere mayor contenido si se tiene en cuenta
que el Código penal Militar, no hace ninguna distinción en cuanto a los destinatarios
de sus juzgadores.

Descendiendo al asunto concreto, lo anterior significa que el Capitán de Navío y


Comandante de la Fuerza Naval Fluvial que intervino en la actuación a partir del 27 de
septiembre de 1993 como juez de conocimiento (C.1, fol. 27), contrario a lo afirmado
por el casacionista, sí estaba facultado expresamente por la ley para conocer en
primera instancia del proceso penal adelantado en contra del Teniente de Fragata (...),
adscrito a esa guarnición como oficial activo de la Flotilla Fluvial del Oriente.

2. En la exposición del cargo por la presunta falta de competencia del juez de primera
instancia el casacionista introdujo otras hipotéticas nulidades, que sustentó en la
violación del debido proceso por la supuesta infracción de los principios non bis in
ídem y la prohibición de la reformatio in pejus. Sin embargo, olvidó que cuando se
proponen varias irregularidades con capacidad anulatoria es menester separar los
reproches y realizar el planteamiento con autonomía en cada caso, con observancia
del principio de preeminencia, es decir, debe presentar una nítida propuesta principal
y las demás en 2º., 3er., 4to., etc., lugar, pues las consecuencias que dimanan de la
eventual existencia de una de ellas pueden afectar de manera diferente y desde
distinta oportunidad el trámite del proceso*.

3. El hecho de que en contra del oficial (…) se hubieran ejercido en forma simultánea
las acciones penal y disciplinaria por las mismas irregularidades no configura
violación del principio non bis in ídem. Como lo ha reiterado esta Corporación** , las
pretensiones con las acciones penales y disciplinarias son diferentes y tienden a
diversas finalidades, pues mientras la penal tutela y garantiza derechos individuales,
sociales y estatales, la segunda busca regular, alinear y velar por el correcto
comportamiento de grupos humanos que realicen actividades profesionales regladas
por el Estado. Por esa razón, tales acciones no se excluyen y pueden coexistir con
autonomía. Seguramente por el mismo motivo el artículo 115 del reglamento de
Régimen Disciplinario para las Fuerzas Militares (Decreto 085 de 1989) prevé que " Si
se hubiere sancionado disciplinariamente un hecho del cual podría derivarse la
comisión de un delito, se ordenará la acción penal correspondiente".

4. El casacionista, de manera confusa, ataca la sentencia del Tribunal por violación


directa de los artículos 227 del C. de P. P. y 31, inciso 2º, de la Carta Política, pero
omite precisar el concepto de la violación, es decir, si se produjo por falta de
aplicación, aplicación indebida o interpretación errónea, amén de que no despliega
ningún esfuerzo argumentativo para acreditar de manera fundamentada el yerro que

153
le atribuye al Tribunal, apartándose así de las exigencias de la casación (artículo 225-
3 del C. de P. P.).

5. Si bien es cierto que en el caso analizado el procesado debe ser recibido como
apelante único porque el otro impugnante, el Ministerio Público, recurrió en pro de
aquél pues persiguió su absolución con fundamento en la duda***, también lo es que
el Tribunal Superior Militar no vulneró la proscripción de la reformatio in pejus
consagrada en los artículos 31 de la Carta Política, 17 y 227 del Código de
Procedimiento Penal.

En verdad, como lo ha sostenido la Sala en forma mayoritaria, la prohibición de


agravar la sanción parte de la consideración de que la pena impuesta haya respetado
los parámetros punitivos previstos en la ley, pues en caso contrario, cuando por
ignorancia o arbitrariedad judicial, la sanción se aparta de las previsiones legales, no
puede ser objeto de protección, por cuanto la garantía constitucional no debe ser
entendida de manera absoluta, esto es, aun a costa de la propia Constitución. Tal
garantía adquiere efectividad sólo si ese principio de legalidad, consustancial a un
Estado de Derecho, ha tenido cabal observancia. Así se armonizan las dos normas -la
que apunta a la legalidad y la referida a la prohibición de la reforma peyorativa-, sin
que una inhiba la aplicación de la otra, pues es obligación del administrador de
justicia hacer operante el precepto superior primordial e imponer su acatamiento ( Cfr.
por ejemplo, casaciones del 29 de julio de 1992, Rad. 6304., M. P. Dr. Dídimo Páez
Velandia; 21 de octubre de 1997, Rad. 13.493, M. P. Dr. Carlos Augusto Gálvez Argote;
2 de agosto de 2000, Rad. 15.559, M. P. Dr. Jorge Aníbal Gómez Gallego; 10 de octubre
de 2000, Rad. 10.967, M. P. Dr. Nilson Pinilla).

Sobre el punto, a título de ejemplo que ahora se reitera, expresó la Corte:

"La Sala ha venido considerando que dada la constitucionalización del principio de


legalidad y habida cuenta del mandato que sobre el carácter normativo de la Carta
contiene la propia Constitución, no es posible sostener la prevalencia de la prohibición
de reforma en peor de las sentencias (Art. 31) para aplicar ésta última disposición en
perjuicio de aquél. La garantía fundamental que implica el principio de legalidad (C. P.
art.29) no se puede agotar en la recortada perspectiva de la "protección del
procesado" en un evento determinado, sino que ella trasciende en general a todos los
destinatarios de la ley penal a fin de que el Estado (a tra-vés de los funcionarios que
aplican la ley, esto es, los jueces) no pueda sustraerse de los marcos básicos (mínimo
y máximo) de la pena declarada por el legislador para cada tipo penal o para cada
hecho punible".

"Grave perjuicio a la igualdad de todos ante la ley penal (basilar en el Estado de


Derecho) se originaría de admitir que por la vía particular de la sentencia, un sujeto
de derecho pudiese recibir penas más allá de los límites máximos dispuestos por el
legislador, o que estén por debajo de sus límites mínimos, o no consagrados por la ley.
De ahí que se acuda al principio de coexistencia de las disposiciones constitucionales
para intentar un marco de aplicación que no sacrifique ninguna de las garantías
(legalidad de la pena y exclusión de reformatio in pejus) en detrimento de la otra, y
que de paso tampoco desconozca principios, valores y derechos también
fundamentales como los de separación de poderes (arts. 1 y 113 C. P.), sometimiento
del juez al imperio de la ley (entendiendo en ella a la Constitución misma), primacía y
aplicación inmediata de los derechos fundamentales (arts. 84, 93 y 94 C. P.), y reserva
del legislador para la expedición de códigos (arts. 28 y 150 C. P.), entre otros".

"Cuando el constituyente declara que nadie puede ser juzgado sino conforme a leyes
preexistentes al acto que se le imputa, está declarando implícitamente, entre otras
muchas cuestiones, que a nadie se le puede imponer pena no prevista por el
legislador para ese hecho. Ese legislador, en el orden jurídico-político colombiano, ha
decidido, a su vez, un sistema punitivo ecléctico que contiene elementos de los
regímenes de punibilidad judicial y punibilidad administrativa o penitenciaria, es
decir, que el legislador define topes y criterios, el juez individualiza la pena dentro de
esos límites y la administración jalona el proceso de ejecución de la pena pero
sometida a controles judiciales definidos previamente en la ley. Y en tanto mayor o
menor movilidad considere el legislador que debe otorgar al juez, así lo declara de
manera expresa, juicio político éste que se manifiesta en normas como las que
regulan los términos de duración de las diversas clases de pena (art. 44 Código
Penal), la distinción entre penas principales y accesorias (arts. 41 y 42) las que
definen cuándo y a cuáles penas principales acceden las accesorias (art. 52) o cómo

154
se ejecutan o con qué criterios se aplican, o qué mecanismos alternativos o sustitutos
proceden para ellas y en qué clase de eventos".

"De modo que es por ello por lo que el margen de apre-ciabilidad que la Carta otorga
al juez para aplicar la pena e impo-nerla en concreto, no es, no puede ser,
enteramente libre, desata-da o absuelta, sino que la misma debe ser conforme a
leyes preexistentes tal y como lo declara el artículo 29 del documento fundante del
Estado Colombiano. Salirse de ese entorno, y admitirse tal marginamiento bajo la
consideración de una prevalencia de la prohibición de reforma en peor, prioridad que
la Constitución no declara, es tanto como validar una función judicial absolutizada,
descoordinada del resto del sistema jurídico, intocable y por lo mismo incontrolada. Es
tanto como hacer de la judicatura un poder al margen del poder de corrección, incluso
hacia su mismo interior, frente a sus jerarquías, frente a sus instancias." (Casación del
28 de octubre de 1997, M.P. Dr. Carlos Eduardo Mejía Escobar).
_______________________________
* Cfr. por ejemplo, casaciones del 10 de marzo de 1994, M.P. Dr. Ricardo Calvete Rangel, y del
14 de septiembre de 1999, M.P. Dr. Carlos Eduardo Mejía Escobar .
** Sentencias del 23 de febrero de 1988, M.P. Dr. Guillermo Duque Ruiz, y 4 de diciembre de
1991, M.P. Dr. Edgar Saavedra Rojas.
*** Sentencias del 7 de octubre de 1992, Rad. 06501, M.P. Dr. Edgar Saavedra Rojas, y 29 de
enero de 1998, Rad. 11857, M.P. Dr. Juan Manuel Torres Fresneda.

MAGISTRADOS PONENTES: DRS. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON, NILSON


PINILLA
PINILLA

Sentencia Casación
FECHA : 22/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior
CIUDAD : Militar
PROCESADO : DELGADO MARRUGO, RICARDO ANTONIO
DELITOS : Peculado por apropiación
PROCESO : 12932
PUBLICADA : Si

Salvamento Parcial de Voto DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON


Salvamento Parcial de Voto DR. HERMAN GALAN CASTELLANOS

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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA-Facultad para resolver colisiones de


competencia/ COLISION DE COMPETENCIA-Tribunal Superior Militar-Fiscalía/
JUSTICIA PENAL MILITAR/ FISCALIA GENERAL DE LA NACION/ CONSEJO
SUPERIOR DE LA JUDICATURA

1. Sea lo primero anunciar, que la Corte Suprema de Justicia, bien en Sala Plena o a
través de la Sala de Casación Penal, carece de competencia para dirimir el conflicto
trabado en el presente proceso que adelanta la justicia penal militar contra el
Sargento Viceprimero (...) por el delito de peculado culposo, y surgido

155
específicamente en relación con el conocimiento de la consulta del cese de
procedimiento con el cual fue favorecido el citado, que se niegan a asumir el Tribunal
Superior Militar y la Fiscalía Primera Penal Militar ante esa misma Corporación.

En efecto, de conformidad con el artículo 234 de la Constitución Política, con


desarrollo normativo además en el artículo 15 de la Ley 270 de 1996, la Corte
Suprema de Justicia "es el máximo tribunal de la jurisdicción ordinaria", y en esta
comprensión, el legislador le asignó la facultad para resolver las colisiones de
competencia que se susciten entre los funcionarios que pertenecen a ella en los
específicos eventos señalados en el respectivo procedimiento o en la Ley Estatutaria
de la Administración de Justicia, partiendo además del presupuesto de que tal
atribución le corresponde a la autoridad judicial que ostenta el carácter de superior
funcional común de quienes se disputan el conocimiento de un determinado proceso
o que se niegan a conocer de él.

Por tal razón, el artículo 17-3º de la precitada Ley 270 de 1996 le asignó a la Sala
Plena de la Corte Suprema de Justicia la función de "Resolver los conflictos de
competencia en la Jurisdicción Ordinaria, que no corresponda a alguna de sus Salas o
a otra autoridad judicial"; norma cabalmente armonizada con el artículo 18 ibídem,
que en lo particular estatuye que los "conflictos de competencia que se susciten entre
autoridades de la jurisdicción ordinaria que tengan distinta especialidad jurisdiccional
y que pertenezcan a distintos distritos, serán resueltos por la Corte Suprema de
Justicia en la respectiva Sala de Casación que de acuerdo con la ley tenga el carácter
de superior funcional de las autoridades en conflicto, y en cualquier otro evento por la
Sala Plena de la Corporación" (se destaca).

Con no menor armonía el artículo 68-5º del Código de Procedimiento Penal,


subrogado por la Ley 504 de 1999, establece por su parte, que a la Sala de Casación
Penal de la Corte le corresponde conocer de "los conflictos de competencia que se
susciten en asuntos de la jurisdicción penal ordinaria entre tribunales o juzgados de
dos o más distritos judiciales" (se destaca); entre un tribunal y un juzgado de otro
distrito judicial; entre tribunales, o entre un juez penal del circuito especializado y
cualquier juez penal de la República.

Ahora bien, de este entendimiento recogido en las disposiciones atrás citadas una
conclusión surge irrebatible, no otra, que la Corte Suprema de Justicia carece de
competencia para dirimir los conflictos que se suscitan entre autoridades que no
pertenecen a la jurisdicción ordinaria, que al tenor del artículo 11 de la Ley 270 de
1996 sólo la integran la Corte Suprema de Justicia, los Tribunales Superiores de
Distrito Judicial y los "Juzgados civiles, laborales, penales, agrarios, de familia, de
ejecución de penas y los demás especializados y promiscuos que se creen conforme a
la ley".

2. En este orden de ideas, si la justicia penal militar en manera alguna concurre a


integrar la justicia ordinaria, mal puede predicarse que le corresponda a la Corte
Suprema de Justicia, en Pleno o mediante su Sala de Casación Penal, la función de
resolver los conflictos de competencia que se susciten entre los funcionarios adscritos
a ella, como el planteado en el presente caso, donde la disputa se centra entre el
Tribunal Superior Militar y la Fiscalía Primera delegada ante esa misma Corporación;
máxime en el entendimiento que la justicia penal militar en los términos de los
artículos 116 y 221 de la Carta Política, si bien administra justicia, restringida desde
luego por los sujetos sometidos a su ámbito y por los asuntos de los cuales conoce,
hace parte de la Fuerza Pública, no de la Rama Judicial de Poder Público, como precisó
la Corte Constitucional al declarar la inexequibilidad del literal f). del mencionado
articulo 11 de la Ley Estatutaria de la Administración de Justicia en los siguientes
términos:

"El literal f) establece que la jurisdicción penal militar hace parte de la rama judicial.
Al respecto, baste manifestar que este es uno de los casos en que a pesar de que se
administra justicia (Arts. 116 y 221 C.P.), los jueces penales militares no integran esta
rama del poder público, pues - conviene repetirlo - no se encuentran incluidos dentro
de los órganos previstos en el Título VIII superior. Por lo demás, no sobra advertir que
en providencia de esta Corporación ya se han definido los alcances del artículo 221
superior - que se encuentra dentro del Capítulo sobre la fuerza pública- al establecer
que la justicia penal militar únicamente juzga a "los miembros de la fuerza pública en
servicio activo, y sólo por delitos cometidos en relación con el mismo servicio"* . En
esa misma providencia se concluyó: "Es verdad que la Justicia Penal Militar, según lo
dice el artículo 116 de la Constitución, administra justicia. Pero lo hace de manera

156
restringida, no sólo por los sujetos llamada a juzgar, sino por los asuntos de los cuales
conoce". Por lo demás, estima esta Corporación que el hecho de que la ley le haya
atribuido a la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia el conocimiento en casación
de las sentencias proferidas por la justicia penal militar, no significa por ese sólo
hecho que ella haga parte de la rama judicial, pues se trata de una relación funcional
que en nada compromete la estructura orgánica de esta rama del poder público.

"Al ser indiscutible, entonces, que los jueces penales militares no tienen por qué
hacer parte de la rama judicial, esta Corporación deberá declarar la inexequibilidad
del literal f) del artículo 11 bajo revisión…" (sentencia C-037 del 5 de febrero de 1996,
M.P. Dr. Vladimiro Naranjo Mesa).

La ubicación discernida para la justicia penal militar dentro de la estructura del


Estado, a partir de la cual se colige que no hace parte de la justicia ordinaria, ni aún
de la Rama Judicial del poder público, se insiste, en manera alguna se diluye porque a
la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia se le haya asignado el
conocimiento de la casación y de la acción de revisión cuando se trate de sentencias
de segunda instancia proferidas por el Tribunal Superior Militar (artículos 234
numerales 1º y 2º de la Ley 522 de 1999; 1º de la Ley 553 de 2000), así como de la
consulta, de los recursos de apelación y de hecho en los procesos de que conoce en
primera instancia dicho Tribunal (artículo 234-5º ib.), pues esta competencia de la
Corte simplemente está determinada por la función de administrar justicia que en
últimas cumple la justicia penal militar con las restricciones atrás señaladas, y que no
puede ser ajena a las garantías previstas en el proceso penal ordinario.

Resta añadir que la conclusión anunciada en el presente asunto se afianza al observar


que la Ley 522 de 1999, reiteró implícitamente que el ámbito funcional de la Sala de
Casación Penal en la justicia penal militar escapa a la resolución de los conflictos de
competencia trabados entre los funcionarios adscritos a ella, pues en el artículo 274
le asignó su conocimiento a otra categoría de funcionarios. El precepto es pues del
siguiente tenor:

"La colisión puede ser provocada de oficio o a solicitud de parte. Quien la suscite se
dirigirá al otro juez o fiscal, exponiendo los motivos que tiene para conocer o no. Si
éste acepta, asumirá el conocimiento; en caso contrario, enviará el proceso al Tribunal
Superior Militar, o al fiscal ante esta Corporación o a la Sala Disciplinaria del Consejo
Superior de la Judicatura, para que allí se decida de plano, según el caso".

Ahora bien, al tenor de esta norma y dentro de la estructura que contempló la Ley 522
de 1999 para el proceso en la justicia penal militar, con dos fases claramente
definidas y bajo la dirección de funcionarios diversos: por una parte, de calificación y
acusación a cargo de los fiscales penales militares; por la otra, de juzgamiento
asignada a los jueces de primera instancia y al Tribunal Superior Militar, resulta obvio
colegir lo siguiente:

Cuando el conflicto se plantea entre Fiscales Penales Militares ante los juzgados de
primera instancia, le corresponde dirimirlo a los Fiscales Penales Militares ante el
Tribunal Superior Militar, conforme dispone expresamente además el artículo 261-3º
ibídem.

Si la colisión de competencia se plantea entre jueces penales militares de primera


instancia, es al Tribunal Superior Militar al que le compete resolverlo en su condición
de superior común de las autoridades trabadas en él (art. 238-4º ejusdem); y

Finalmente, cuando la controversia se plantea entre jueces penales militares de


primera instancia o el Tribunal Superior Militar y los Fiscales Penales Militares, al no
existir superior común, es en tales hipótesis que el artículo 274 de la Ley 522 atrás
transcrito le asignó la competencia para dirimirla a la Sala Jurisdiccional del Consejo
Superior de la Judicatura.

No sobra advertir en este punto, que en los eventos de tránsito de legislación, cuando
la cesación de procedimiento fue proferida por el juez de primera instancia como
resultado de un acto de calificación del mérito del sumario, la competencia para
conocer de él a través del grado jurisdiccional de consulta o como consecuencia de
los recursos ordinarios está radicada en el Fiscal Penal Militar de segundo grado, toda
vez que revocada la decisión sólo procedería la calificación del proceso, tal como
afirmó la Sala en las providencias de abril 24 de 2001, M.P. Dr. Fernando Arboleda

157
Ripoll, radicado 18.253, y del 17 de mayo de 2001, M.P. Dr. Carlos A. Gálvez Argote,
radicado 18.251.

Así las cosas, como en el caso examinado, se plantea la colisión entre el Tribunal
Superior Militar y la Fiscalía Primera Penal Militar ante esa misma Corporación, la Sala
se abstendrá de conocer del mismo y ordenará remitir las diligencias a la Sala
Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura para los fines
pertinentes.
___________________________
* Corte Constitucional. Sala de Revisión No. 1. Auto No. 12 del 1º de agosto de 1994.
Magistrado Ponente: Jorge Arango Mejía.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Auto Colisión de Competencia


FECHA : 22/05/2001
DECISION : Se abstiene de decidir, remite al Consejo sup. de
la
Judicatura
PROCEDENCIA : Tribunal Superior
CIUDAD : Militar
PROCESADO : MARTINEZ SABOGAL, MIGUEL ANGEL
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 18016
PUBLICADA : Si

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ACCION DE REVISION-En sentencia anticipada/ ACCION DE REVISION-


Decisiones ejecutoriadas/ ACCION DE REVISION-Prueba nueva

1. En tratándose de un proceso que culminó de manera prematura por el anticipado


juzgamiento al que por voluntad propia se sometió el procesado mediante el
mecanismo instituido en el Art. 37 del C. de P. Penal, la aceptación de su
responsabilidad penal frente a los cargos a él imputados, implica la imposibilidad de
cuestionar con posterioridad los aspectos que sirvieron de sustento al fallo.

Sin embargo, en estos eventos ha venido sosteniendo la Sala que una tal limitante no
se extiende a la acción de revisión, en el entendido de que si a lo que con ella se
aspira es a la remoción del carácter intangible que ostenta una decisión en firme
considerada injusta, mal pueden descartarse la concurrencia de circunstancias
taxativamente descritas en la ley -Art. 232 del C. de P. Penal- por el simple hecho de
que el fallo cuya revisión se pretende, haya sido el producto del acuerdo o del
allanamiento del procesado.

2. El carácter inmutable de una sentencia en firme sólo es posible removerlo


mediante el mecanismo de la acción de revisión, en aquellos eventos en que es
ostensible la injusticia de la respectiva decisión, viene sosteniendo con reiterativa
insistencia la Sala, pues, el extraordinario instrumento no fue concebido a manera de
una instancia adicional donde puedan tener cabida debates ya finiquitados en las
instancias, como la valoración probatoria decantada por el sentenciador, o el examen
que de los hechos tuvo lugar en el juicio.

La remoción de la cosa juzgada requiere de la demostración fehaciente de la


manifiesta injusticia en que se incurrió al emitirse el correspondiente
pronunciamiento, conforme con los lineamientos que para su invocación demanda la
Ley de Procedimiento Penal. Por ello, es imprescindible que quien impetra la revisión
de una sentencia ejecutoriada seleccione en debida forma la causal con la cual aspira
a acreditar la discrepancia entre la verdad procesal declarada en la sentencia
cuestionada, y la realidad histórica de los acontecimientos, pues de lo contrario sus
argumentos resultarían ser una más de las alegaciones de instancia.

3. Prueba nueva es aquella que surge con posterioridad a los debates en las
instancias y a la culminación del proceso con una sentencia en firme y por cuyo

158
desconocimiento, el fallador no tuvo la oportunidad de pronunciarse acerca de su
grado de validez y de eficacia en relación con los acontecimientos puestos a su
conocimiento, bien porque realmente se trate de la aparición de hechos nuevos que
contraríen la evidencia de lo ya decidido, ora porque no empece a su existencia
previa a la definición del asunto, por cualquier causa se omitió allegarla al
averiguatorio, viene enseñando la Corte, situación que de no haberse operado otro
muy distinto hubiera sido el sentido de la decisión que afecta los intereses del
procesado.

Para lo que es el objeto del presente pronunciamiento, ha menester destacar que


ninguna novedad a lo ya examinado en las instancias, aporta el documento cuyo
respaldo dizque lo constituye la versión testimonial de quien lo elaboró, y la de una
de sus hermanas, precisamente la que negó al interior del respectivo proceso
cualquier responsabilidad que pudiera caberle al hoy condenado en relación con los
hechos investigados, cuya prueba sumaria -la de los referidos testimonios- ni siquiera
se allegó con la solicitud de revisión.

No es pues a expensas de cuestionar el soporte probatorio sobre el cual se afianza la


sentencia atacada, insiste en reiterar la Sala, como se puede lograr quebrar su
intangibilidad, cuando de lo pretextado como prueba nueva o hecho nuevo,
realmente no se evidencia el más mínimo elemento que permita vislumbrar la
inocencia argüida.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Acción de Revisión
FECHA : 22/05/2001
DECISION : Reconoce apoderado, rechaza in límine la
demanda
presentada
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Tunja
PROCESADO : HUERTAS SANABRIA, RAFAEL ARMANDO
DELITOS : Acceso carnal violento, Acto sexual con menor de
14
años
PROCESO : 17063
PUBLICADA : Si

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FUERO-Congresista/ DEBIDO PROCESO/ SENTENCIA/ IMPUGNACION/


UNICA INSTANCIA/ EJECUTORIA DE LA SENTENCIA/ CONSULTA

1. El fuero de investigación y juzgamiento reservado a la Corte Suprema de Justicia y


consagrado para los Senadores y Representantes a la Cámara en el numeral tercero
del artículo 235 de la C.N., por ser un factor de competencia y por ende de orden
público, cobra vigencia frente a cualquier ciudadano que ostente una de esas dos
calidades, sin importar la índole del hecho punible que se le atribuya, ni la época de la
comisión del reato, dado que el fuero persistirá mientras se desempeñe el cargo, y se
mantendrá aún ante la cesación en el ejercicio de aquél, la renuncia a la investidura
de Congresista o la pérdida de ella, si el hecho imputado guarda relación con las
funciones parlamentarias ejercidas.

El delito por el cual se procesó al Representante a la Cámara (…), enriquecimiento


ilícito de particulares, es ajeno al ejercicio de los deberes que el cargo le impone.
Además, no fue con ocasión de estas que el hecho se ejecutó. Por tanto en este caso
no hay lugar a la prórroga de competencia ante la perdida de la investidura,
haciéndose necesario establecer los períodos en los cuales el acriminado fue
Representante a la Cámara para determinar el operador de la justicia competente
para conocer del asunto.

Conforme a la constancia expedida por el Subsecretario General de la Cámara de


Representantes, (…) fue elegido en dicha sección del Congreso para los períodos

159
1994 a 1998 y 1998 a 2002. En la primera oportunidad desempeñó la función
congresal desde el 20 de julio de 1994 hasta el 20 de julio de 1998. En la segunda
ocasión se posesionó como Representante a la Cámara a partir del 25 de mayo de
2000, labores que en la actualidad cumple.

Los hechos ocurrieron en marzo y abril de 1995. La investigación la inició el 1º de


diciembre de 1997 la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, declarando su
incompetencia el 4 de agosto de 1998 por perdida del fuero del procesado. Como el
ilícito no implicaba la prórroga de competencia, por las razones expuestas
anteriormente, la actuación subsiguiente en la etapa de instrucción la adelantó la
Fiscalía Delegada ante la Corte por asignación de la Dirección Nacional, y la causa se
tramitó por el Juzgado Regional de Bogotá y luego por el Especializado de Neiva que
lo sustituyó en funciones, conforme a la ley 504 de 1999, con base a la naturaleza del
hecho y el factor territorial, despacho éste último que profirió sentencia absolutoria el
23 de mayo de 2000, fecha en la que notificó al Procurador Delegado, cumpliendo la
misma actuación al día siguiente con el Fiscal Delegado y el Procesado. El 25 de mayo
el defensor presentó escrito manifestando que se daba por notificado del fallo en
mención.

El Juzgado Especializado de Neiva perdió competencia para actuar a partir del 25 de


mayo de 2000, por cuanto desde esa fecha el procesado adquirió fuero constitucional
conforme al art. 235 de la C.N. al posesionarse como Representante a la Cámara.
Desde la posesión y obtención de la calidad de Congresista, y durante el tiempo que
la ostente, la competencia para continuar conociendo de tales diligencias, cualquiera
sea el estado procesal de la actuación, le corresponde a la Sala Penal de la Corte
Suprema de Justicia, y en estas circunstancias, resulta acertada la decisión del
Tribunal de Neiva, el que se abstuvo de tramitar el grado jurisdiccional de la consulta
de la sentencia de primer grado, por no haber sido impugnada la decisión, con
fundamento en la razón acabada de exponer por la Sala.

2. El expediente se recibe estando pendiente de tramitar y resolver la consulta


ordenada en la sentencia proferida por el a quo. La Sala asume el proceso en el
estado en que se encuentra (se tramitó con sujeción a los mandatos legales), y por
ende debe ajustar la actuación pendiente por cumplir a las disposiciones propias que
regulan el trámite ante la Corte, que no son otras que las de los procedimientos de
única instancia, en los cuales, la sentencia no tiene recurso de apelación ni consulta,
por no existir superior funcional, por lo que la única solución ofrecida por el estatuto
procesal que nos rige, es la de declarar ejecutoriada la sentencia, disponer su
cumplimiento y el archivo de las diligencias, en la medida en que no tiene cabida
ninguna de las hipótesis del art. 211 del C.P.P.

En auto del 29 de septiembre de 1999, con criterio aplicable a la situación sub judice,
la Sala, señaló:

"8.- La estructura del proceso colombiano impone esta decisión, pues una definición
distinta del problema jurídico la desconocería.

"El derecho fundamental al debido proceso es un derecho que con fuerza


Constitucional abarca "toda clase de actuaciones judiciales y administrativas" y está
compuesto por las reglas que disciplinan las distintas etapas del rito, así como por la
observancia de los principios que el constituyente y el legislador han definido como
rectores de la actividad jurisdiccional en cada actuación específica.

"8.1.- El fuero constitucional que ampara a los Congresistas y que reserva


exclusivamente a la Corte la competencia para investigarlos y juzgarlos es automático
pues deviene de su mera posesión como miembros del Congreso. Así mismo, la
competencia de la Corte para su investigación y juzgamiento es derivada en cuanto
surge del hecho de la posesión y se mantiene después de su separación para aquéllos
ilícitos asociados con la función.

"8.2.- Pero ese fuero constitucional que ampara a los miembros del Congreso de la
República cuando los mismos acceden al Parlamento, no puede originar el
desconocimiento de las reglas ordinarias de investigación y juzgamiento que en cada
caso particular rigieron mientras se carecía de la protección foral, al punto de limitar
el alcance o la fuerza de las decisiones adoptadas por quienes en su momento
actuaron con jurisdicción y competencia en el asunto. Tal inobservancia desconocería
las reglas del debido proceso que como derecho fundamental rige para todo tipo de
actuaciones judiciales y administrativas.

160
"8.3. El debido proceso en la investigación previa que adelantó la Fiscalía Seccional
92 Delegada de la Unidad de Delitos contra la Administración Pública y Financieros de
Cali incluía la competencia de tal funcionario para decidir tal etapa procesal en la
forma como lo hizo profiriendo resolución inhibitoria.

"En este mismo debido proceso incluía la posibilidad de recurrir tal decisión por parte
del denunciante, tal como ocurrió, al punto que se alcanzó a definir el recurso de
reposición en el sentido de mantener la decisión impugnada.

"8.4.- Pero posesionado como Congresista de la república el favorecido con la


resolución inhibitoria, las reglas del debido proceso inherentes al trámite con doble
instancia variaron. Desde el momento de su posesión, la disciplina del proceso es
aquella que rige para los asuntos que adelanta la Corte Suprema de Justicia en
ejercicio de sus funciones de investigación y juzgamiento. Esto es, proceso inquisitivo
y de única instancia.

"8.5.- En tal situación, la Corte no puede hacer otra cosa que asumir el asunto en el
estado en que lo encuentra y amoldarlo al rito que compone el debido proceso de los
asuntos que aquí se tramitan, sin que pueda desconocer todos aquellos actos
procesales que ocurrieron antes de su conocimiento, en tanto hayan sido adelantados
con competencia.

"8.6.- Tal forma de solución no desconoce que algunos actos procesales pueden no
agotar su finalidad, como en este caso concreto la impugnación de la resolución
inhibitoria, que aunque formulada como reposición y apelación, se impidió el
desenvolvimiento del recurso de alzada, pero reconoce la plena vigencia del actio
impugnado y le deja cumplir la finalidad para la que esta destinado: definir la
investigación previa.

"Es clara la colisión de los dos actos procesales, el de definición de la investigación


previa mediante resolución inhibitoria y el de impugnación. Pero en el conflicto, debe
ceder aquel que resulte incompatible con la nueva estructura que asume el proceso
por cuanto el Juez llamado a decidirlo no puede actuar de manera simultánea como
Juez de única instancia y como Juez ad quem".

MAGISTRADO PONENTE: DR. HERMAN GALAN CASTELLANOS

Unica Instancia
FECHA : 23/05/2001
DECISION : Declara en firme la sentencia absolutoria dictada
por un
Juzgado Especializado.
PROCEDENCIA : Corte Suprema de Justicia
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : BELTRAN CUELLAR, ORLANDO
DELITOS : Enriquecimiento ilícito de particular
PROCESO : 17657
PUBLICADA : Si

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PECULADO POR APROPIACION-Cooperativas: Actividades financieras/


PECULADO POR APROPIACION-Recursos de ejecución inmediata/
PECULADO POR APROPIACION-Participación ingresos corrientes de la
Nación-Resguardos/ PECULADO POR APROPIACION EN FAVOR DE
TERCEROS-Actos de apropiación/ DOSIFICACION PUNITIVA-Circunstancias
de agravación y conceptos del artículo 61 del C.P/ PERJUICIOS/ CONDENA EN
COSTAS

1. El caudal probatorio puso de presente que la Cooperativa Multiactiva, no estaba


legitimada por el DANCOOP, para realizar actividades financieras; por consiguiente, el

161
procesado no podía colocar en ella dineros en mutuo con interés, pues al hacerlo
contrariaba la regulación legal pertinente.
...

En efecto, los artículos 98 y 99 de la ley 79 de 1.988, autorizaban a las cooperativas


multiactivas a tener secciones especializadas en el ejercicio de la actividad financiera,
disponiendo el artículo 1º del decreto 111 de 1.989, que el Gobierno Nacional
permitiría la creación de dichas secciones, cuando las condiciones especiales y
económicas así lo justificarán.

Por su parte el artículo 1º del decreto 1134 de 1.989, prescribía que las secciones de
ahorro y crédito de las cooperativas multiactivas o integrarles, podrían recibir y
mantener ahorros en depósitos solo por cuenta de sus asociados entre quienes
quedaría limitado el otorgamiento de préstamos; facultad que fue ampliada por el
artículo 3º, al extenderla hacia el cumplimiento de actividades financieras con
terceros no socios, siempre y cuando previamente observara los requisitos
contemplados en el artículo 4º del mismo decreto; y obtuviera resolución especial e
individual del DANCOOP -art. 5º -, Departamento a quien el artículo 16 ibídem le
entregó la inspección y vigilancia del cumplimiento adecuado de esa labor.

De estos medios de prueba la Sala infiere con claridad, que para la época de los
hechos, CORANDINA ostentaba la calidad de cooperativa multiactiva con sección de
ahorro y crédito, y que no podía ejercer actividades financieras, debido a que no
había tramitado ni obtenido del DANCOOP la resolución correspondiente.

Circunstancia que obviamente era del conocimiento del procesado, pues las reglas de
la experiencia nos enseña que cualquier persona con las características personales
del acusado, y bajo las circunstancias en que sucedieron los hechos, tenía
conocimiento que las cooperativas por lo general prestan sus servicios a los
asociados, con mayor razón si el portafolios de servicios así lo pregonaba.

De donde se deduce, que el incriminado también sabía que los únicos certificados que
podía expedir a sus asociados eran los C.D.A.T, los cuales no ofrecían protección
alguna a los recursos.

Conocimiento que el mismo procesado admitió en la audiencia pública, al afirmar que


(...) le informó sobre la solicitud elevada por el DANCOOP para que comunicaran si el
Departamento había hechos inversiones en la cooperativa en C.D.A.T, y que es
acreditado con los oficios que libró a CORANDINA recordándole la proximidad del
vencimiento del "C.D.A.T."; con el oficio que envió a la Tesorera Departamental para
que hiciera entrega de los cheques a un abogado para que adelantara las acciones
judiciales pertinentes contra CORANDINA; y con la versión que rindió el 10 de julio de
1.996 - antes de disponer el segundo depósito- , en la Contraloría Departamental, en
donde con absoluta claridad se le interrogó acerca de la constitución del "C.D.A.T"
0028 y no por el C.D.T.

Así pues, es inaceptable el argumento de la defensa, referente a que el


reconocimiento de la personería jurídica a la cooperativa, acreditaba la facultad de
realizar actividad financiera, toda vez que dicho acto le permitía ejercer derechos,
contraer obligaciones, y ser representada judicial y extrajudicialmente, mas no captar
recursos de terceros; actividad que como atrás se vio solo podía ser autorizada por el
DANCOOP mediante resolución especial e individual.

2. La Sala se ocupará de demostrar que el ex mandatario departamental esgrimió


como soporte legal el artículo 14 del decreto 359 de 1.995 y no el artículo 15 del
mismo cuerpo normativo, como ahora lo afirma el señor vocero, con el objetivo de
acreditar que las partidas no podían permanecer inactivas por mas de cinco días.

En efecto, el Secretario de Hacienda (...), así lo manifestó en sus diversas


intervenciones, y el oficio con el cual se ordenó hacer el segundo depósito,
expresamente lo registró como fundamento jurídico del acto.

Pero cualquier duda que pueda persistir, se diluye con el análisis del contenido de los
dos preceptos.

El artículo 14 prescribe:
"Los recursos que la Dirección del Tesoro Nacional, o quien haga sus veces a nivel
territorial, transfiera a las cuentas en cada órgano no tendrán por objeto proveer de

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fondos a entidades financieras, sino atender compromisos y obligaciones asumidos
por ellos frente a su personal y a terceros, en desarrollo de las apropiaciones
presupuestales.

"Mientras se desarrolla el objeto de la apropiación y se crea la exigencia de situar los


recursos, la Dirección General del Tesoro o quien haga sus veces a nivel territorial
deberán efectuar inversiones que garanticen seguridad y rendimiento. (subrayas
fuera del texto).

"Los rendimientos así generados, cualquiera sea la fuente que los produce, deberán
ser apropiados en el presupuesto con el fin de satisfacer las necesidades del gasto
público.

Por su parte el artículo 15 reza:


" Los recursos que formen parte del presupuesto nacional, girados por la Dirección
del Tesoro Nacional del Ministerio de Hacienda y Crédito Público, no podrán
mantenerse en cuentas corrientes AUTORIZADAS por más de cinco (5) días promedio
mensual, contados a partir de la fecha de los giros respectivos, sin perjuicio de
aquellos recursos correspondientes a cheques entregados a beneficiarios y no
cobrados….".

Interpretando sistemáticamente estas disposiciones con los artículo 17 y 18 del


mismo ordenamiento, que definen las cuentas autorizadas como aquéllas a través de
las cuales se transfieren recursos a las cuentas de los órganos que correspondan a las
secciones del Presupuesto General de la Nación, las cuales serán autorizadas por la
Dirección Nacional del Ministerio de Hacienda y Crédito Público; y las registradas
como todas las cuentas diferentes a las anteriores pertenecientes a los órganos
estatales de cualquier naturaleza y orden, a las que la Dirección del Tesoro Nacional
del Ministerio de Hacienda y Crédito Público traslade recursos del presupuesto
Nacional; patentizan que el supuesto de hecho esgrimido por el procesado como
excusa para justificar la irregular inversión, esto es, poner a rentar dineros que no
tendrían ejecución inmediata, - de reunir verdaderamente este presupuesto -, se
subsume en la hipótesis previstas en el artículo 14, que dice "mientras se desarrolla el
objeto de la apropiación" y no en la contenida en el artículo 15.

Norma que no fue cumplida por el incriminado, dado que como ya se vio, efectúo los
depósitos en una cooperativa no autorizada para captar dineros a terceros, utilizando
por lo menos tres de las cuatro partidas afectadas, que no podían ser destinadas para
esos efectos, por ser de ejecución inmediata...:

3. El artículo 357 de la Constitución Política dispone que los municipios participaran


en los ingresos corrientes de la Nación, y que la ley determinará el porcentaje de esa
participación.

El artículo 24 parágrafo 3º de la ley 60 de 1.993, prevé los criterios de la distribución


de la participación de los municipios en los ingresos corrientes para inversión en
sectores sociales, de la siguiente manera:

" El giro de los recursos de esta participación se hará por bimestres vencidos, dentro
de los primeros 15 días del mes siguiente al bimestre, máximo en las siguientes
fechas:

Bimestre Meses Giro


I Enero - Febrero 15 de marzo
II Marzo - Abril 15 de mayo
III Mayo - Junio 15 de julio
IV Julio - Agosto 15 de septiembre
V Septiembre - Octubre 15 de noviembre
VI Noviembre - Diciembre 15 de enero
Reaforo y 10 % restante 15 de abril.

El artículo 25 ibídem regula la participación de los resguardos indígenas para efectos


del artículo 357 de la Carta, los que son asimilados a municipios en el artículo 1º del
decreto 1809 de septiembre de 1.993.

El artículo 2º del mencionado decreto 1809, reza que cuando el resguardo está
localizado en una de las divisiones departamentales a que se refiere el artículo 21 del
decreto 2274 de 1.991, la participación será administrada por el Departamento, de

163
acuerdo con la población indígena; para cuyo efecto, deberán celebrarse contratos o
convenios entre el departamento y las autoridades del respectivo resguardo.

A su turno el artículo 2º del decreto 1386 de 1.994, dispone que la Unidad


Administrativa Especial de Desarrollo Territorial del Departamento Nacional de
Planeación, comunicará a los resguardos a más tardar el veintiocho de febrero de
cada año, la estimación de los valores que corresponderán a cada uno de ellos por
concepto de su participación en los ingresos corrientes de la nación; información que
deberá enviar a los departamentos en el evento previsto en el artículo 2 del decreto
1809, y a los municipios que de conformidad con la ley deban administrar dicha
participación.

Por último, el artículo 4º ibídem, ordena que los contratos o convenios marco deben
ser suscritos por el Gobernador del Cabildo y la autoridad indígena respectiva y el
Alcalde del Municipio o Gobernador del Departamento donde se encuentre ubicado el
resguardo indígena.

Preceptos que eran conocidos por el procesado, como fácilmente se colige de las
afirmaciones que hizo referente a que los recursos pertenecían a los resguardos
indígenas, que los mismos eran transferidos bimestralmente, y que su ejecución se
hacía con arreglo a los convenios marcos celebrados con los cabildos indígenas;
detalles a los que se deben adicionar, que las etnias lógicamente debían estar atentas
a la llegada de las partidas, no solo porque conocían las fechas de las transferencias,
sino porque era la única participación que tenían en el presupuesto.
...

4. De la convergencia de estos dos indicios, se infiere con certeza que el ex


gobernador del Vichada al colocar en mutuo con interés los seiscientos millones de
pesos, en una cooperativa que no estaba habilitada por el DANCOOP para cumplir
actividades financieras, utilizando recursos que no podían ser aplicados en esos
propósitos, transgredió flagrantemente los requisitos exigidos por el artículo 14 del
decreto 359 de 1.995. Actos que de manera inequívoca reflejan que el incriminado
se apropió de los recursos que administraba en razón a sus funciones, con el
ánimo de beneficiar a CORANDINA, pues es obvio concluir que si sabiendo que la
cooperativa no ofrecía ninguna garantía de seguridad procedió a colocar los dineros,
también conocía que ellos no regresarían al Departamento.

Conducta con la que el ex funcionario actualizó el delito de peculado por apropiación


a favor de un tercero, en cuantía superior a doscientos salarios mínimos legales
mensuales vigentes, hipótesis prevista en el inciso final del artículo 133 del Código
Penal, modificado por el artículo 19 de la ley 190 de 1.995, que sanciona a sus
infractores con prisión entre seis (6) y quince (15) años, y multa equivalente al valor
de lo apropiado e interdicción de derechos y funciones públicas de seis (6) a quince
(15) años, incrementada hasta en la mitad en atención a la cuantía.

Ilícito que se perfeccionó al instante de realizarse los depósitos de dinero a favor de


CORANDINA por orden del procesado y en desarrollo del contrato de mutuo con
interés, acto con el cual se transfirió el dominio.

Medios de convicción que ponen de manifiesta la antijuridicidad de la conducta,


habida cuenta que con ella el ex mandatario departamental no solo transgredió los
deberes de fidelidad, lealtad y probidad en la disponibilidad jurídica de los bienes
públicos a él confiados en razón de sus funciones, sino que además menoscabó los
intereses patrimoniales de la comunidad de esa región, sin que mediara causal de
justificación que la legalizara.

5. Los señores vocero y defensor plantean la falta de relación causal entre la conducta
y la apropiación ilícita de dinero, argumento del que se distancia la Sala, pues es
notorio que los actos de apropiación justamente consistieron en el depósito de los
dineros sin observancia de los requisitos legales, con la convicción que no serían
retornados.

De otro lado, las irregularidades detectadas en el funcionamiento de CORANDINA, no


incidieron en el perfeccionamiento del delito, pues la apropiación a favor de la
cooperativa, se consumó cuando los recursos fueron depositado por orden del
procesado.

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6. El artículo 61 del Código Penal señala como criterios para fijar la pena dentro de los
límites señalados por la ley, la gravedad y modalidades del hecho punible, el grado de
culpabilidad, las circunstancias de atenuación o agravación y la personalidad del
agente.

Sobre este punto es oportuno recordar lo dicho por la Sala en providencia del 2 de
diciembre de 1.999, con ponencia del H. Mg. Dr. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO.

"Las circunstancias de agravación, bien específicas ora las genéricas, lógicamente


forman parte del concepto de gravedad y modalidades del hecho punible pero, desde
luego, existencialmente pueden presentarse otras manifestaciones comportamentales
que aumenten la intensidad del injusto, sin que el legislador las haya contemplado
expresamente como agravantes, y en tal medida se justifica la distinción que hace el
precepto examinado. Es que gravedad y personalidad se refieren globalmente al
injusto y al sujeto responsable del mismo, pero sólo incidirá en la dosificación en lo
relacionado con aquellos comportamientos que no quedan específicamente
comprendidos por una atenuante o agravante.

"Sin embargo, es preciso analizar primero, por respeto al principio de legalidad, si


concurren las circunstancias específicas y/o genéricas de agravación dispuestas como
tales por la ley, y sólo después otras supuestas manifestaciones existenciales de
conducta que puedan encuadrarse en la fórmula mas abierta de la "gravedad y
modalidad del hecho punible" o "personalidad del agente", pues bien puede ocurrir
que las últimas quepan perfectamente en la base fáctica de las primeras. En este
orden, el juzgador puede precaver la doble valoración de circunstancias o
comportamientos, con consecuencias punitivas apreciables, como expresión
substancial de la garantía que consagra el principio universal del ne bis in idem".

Así pues, para el delito de peculado por apropiación a favor de un tercero, de acuerdo
con lo dispuesto por el artículo 133 del Código Penal modificado por el artículo 19 de
la ley 190 de 1.995, la sanción a imponer oscila entre 6 y 15 años de prisión, marco
punitivo que en este caso debido a que la cuantía supera los doscientos salarios
mínimos mensuales de acuerdo al inciso final del tipo penal, queda delimitado entre 6
años y un día y 22 años y 6 meses; sin embargo, la Sala impondrá al procesado una
pena de 7 años de prisión, teniendo en cuenta que concurre la agravación genérica
del numeral 11 del artículo 66 del Código Penal, debido a la posición distinguida que
el procesado ocupaba en la sociedad, como quiera que se desempeñaba como
Gobernador del Departamento del Vichada; además, de la gravedad del hecho, y en
consideración a las circunstancias y repercusiones del injusto típico.

En efecto, la Corte pone de relieve la gravedad del hecho, en atención a las


peculiaridades en que fue ejecutado, no solo porque se presentó en el nivel mas alto
de la administración departamental, sino porque produjo grave daño a los intereses
de la sociedad departamental, habida cuenta que los recursos desaparecidos estaban
destinados a la pavimentación de las calles del municipio la Primavera; el
mantenimiento y garantía del buen funcionamiento de las plantas que dispensaban el
fluido eléctrico, para los resguardos indígenas del Departamento, y para iniciar las
obras de interconexión eléctrica de Puerto Carreño con Venezuela. Dineros destinados
en su totalidad a satisfacer necesidades básicas de esa apartada región del país.

7. Según el artículo 55 del Código de Procedimiento Penal, en todo proceso penal en


que se haya demostrado la existencia de perjuicios provenientes del hecho
investigado, el funcionario condenará al responsable de los daños en la sentencia.
Además, dispone que el Funcionario se abstendrá de imponer condena al pago de
perjuicios, cuando se haya evidenciado que el ofendido ha promovido
independientemente acción civil.

8. De conformidad con lo dispuesto en el numeral 1º del artículo 392 del Código de


Procedimiento Civil, habría lugar a condenar al procesado al pago de costas, incluidas
las agencias en derecho a favor de la parte civil constituida en el proceso y a los
gastos que debió asumir para que su derecho lograra reconocimiento judicial. Sin
embargo, como las primeras no fueron demostradas en la actuación, no habrá lugar a
la condenación por ese tópico, como tampoco por agencias en derecho, en virtud a
que el apoderado judicial de la parte civil, fue reconocido como tal cuando era
funcionario de la Gobernación del Vichada, al tenor de lo dispuesto en el inciso 2º del
artículo 393 del Código de Procedimiento Civil.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

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Sentencia Unica Instancia
FECHA : 23/05/2001
DECISION : Condena, no concede subrogado, condena en
perjuicios
no en costas, expide copias
PROCEDENCIA : Corte Suprema de Justicia
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : LONDOÑO ARISTIZABAL, ALVARO
DELITOS : Peculado por apropiación
PROCESO : 15826
PUBLICADA : Si

Salvamento Parcial de Voto DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON -

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VIOLACION DIRECTA DE LA LEY-Modalidades-Técnica/ DEMANDA DE


CASACION-Claridad y precisión/ DEMANDA DE CASACION-Principio de
inoponibilidad/ ATIPICIDAD/ ANTIJURIDICIDAD-Técnica en casación

1. Cuando se acude a la violación directa de la ley sustancial como causal de casación


es imprescindible, en esencia, señalar la forma de la vulneración, es decir, si se trata
de falta de aplicación de la norma sustantiva (exclusión evidente), de aplicación
indebida de la disposición (falso juicio de selección) o de interpretación errónea en
torno a la validez o al sentido o a-cance de la misma. En otras palabras, es imperioso
indicar la forma de la violación.

También es requisito sine qua non decir cuál o cuáles son las leyes sustanciales
infringidas y el por qué de la vulneración.

2. En virtud del artículo 225-3 del Código de Procedimiento Penal, la enunciación de la


causal, la del cargo, la fundamentación de los mismos y las normas que se estiman
infringidas, deben ser indicados en forma nítida y exacta. Es el llamado principio de
claridad y precisión.

3. En materia de casación opera el denominado principio de limitación, previsto en el


artículo 228 del Estatuto Procesal Penal. En virtud de tal principio, la Corte sólo se
puede ocupar de la causal o de las causales expresamente alegadas por el
recurrente. La fusión de esta norma con los numerales 3 y 4 del artículo 225 del C.
de. P. P. permite afirmar que la Corte solamente puede tener en cuenta aquellas
causales explícita, clara y precisamente planteadas por el impugnante, y que cuando
se trata de varios motivos de casación o de varios cargos, estos sólo pueden ser
atendidos si los fundamentos relativos a cada uno de ellos son formulados
nítidamente en capítulos separados.

4. Por ninguna razón es admisible en casación reducir la demanda a sentar el criterio


de su autor para contraponerlo al del Juzgador, con el propósito de que la Corte escoja
uno u otro. Ello, por sí sólo, no entraña la demostración de errores judiciales por
cuanto la sentencia de 2a. se presume acertada y legal. Es tarea del casacionista,
entonces, desvirtuar esa presunción probando la existencia de yerros protuberantes
e incidentes en el fallo. Por esta razón, y por muchas otras, la Corte no puede ser
concebida como una tercera instancia. Es el llamado principio de inoponibilidad.

5. Por confusión inicial, las falencias son grandes pues que resulta incomprensible
atacar la sentencia por atipicidad y reclamar a renglón seguido inaplicación del
artículo 22 del Código Penal porque si se pide atipicidad no se puede reprochar que se
hubiera dejado de lado una institución que, utilizada, generaría lo opuesto a lo
solicitado, es decir, tipicidad.

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6. El actor, sin duda, partió en la confección de su demanda del concepto de delito
que lo integra con tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, si se tiene en cuenta que se
sustenta en los artículos 1o., 2o., 3o., y 4o. del Código Penal, así como la terminología
que usa, por ejemplo cuando se refiere al hecho "típicamente antijurídico" (Fl. 12), a
la no producción de "...lesión al bien jurídico" (Fl. 14), al injusto penal o "típicamente
antijurídico" (Fl. 14) y a las disposiciones legales que exigen que toda conducta
punible sea "típica antijurídica y culpable" (Fl. 26).

Siendo así, hizo caso omiso de la técnica pues dentro de la misma causal y dentro del
mismo cargo, refundió atipicidad con ausencia de antijuridicidad, fenómenos que
deben ser propuestos y analizados separadamente, no sólo porque poseen contenido
y consecuencias diversas, sino porque cuando se ataca la antijuridicidad es necesario
presuponer la tipicidad pues que según el artículo 4o. del Código Penal, "Para que una
conducta típica sea punible se requiere que lesione o ponga en peligro, sin justa
causa, el interés jurídico tutelado por la ley".

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Auto Casación
FECHA : 23/05/2001
DECISION : Inadmite la demanda y declara desierto el
recurso
PROCEDENCIA : Sala Penal Especial del Tribunal de
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : MARIN DE ESTRADA, ALBA NELLY
DELITOS : Enriquecimiento ilícito
PROCESO : 16870
PUBLICADA : Si

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FALSO JUICIO DE EXISTENCIA-Por omisión y por suposición/ ERROR DE


DERECHO-Falso juicio de convicción/ USO DE DOCUMENTO PUBLICO
FALSO-Cuando el documento es falsificado y usado por quien lo falsificó/
FALSEDAD MATERIAL DE PARTICULAR EN DOCUMENTO PUBLICO-
Agravada: Pena/ FALSO JUICIO DE CONVICCION

1. La situación fáctico procesal que el casacionista plantea como error de hecho por
falso juicio de existencia, en procura de obtener la información del fallo impugnado,
no corresponde a ninguna de las manifestaciones de esta clase de yerro, porque para
que dicho error se presente, resulta necesario que concurra una cualquiera de las dos
siguientes dos hipótesis: a) Que el juzgador ignore la existencia de una prueba que
obra materialmente en el proceso; b) Que de por existente una prueba que no hace
parte del mismo. En el primer caso, se estará en presencia de un error de existencia
por omisión; en el segundo, de existencia por suposición.

El error que el casacionista denuncia lo deriva de la circunstancia de haber los


juzgadores omitido allegar a la investigación los registros civiles de nacimiento de las
procesadas, documentos que, en su criterio, resultaban necesarios para acreditar
frente a la ley sus verdaderas identidades, y por esta vía, demostrar la falsedad de las

167
cédulas de ciudadanía y de los pasaportes. Como no se hizo, no es dable afirmar que
los documentos cuestionados sean realmente espurios.

El supuesto fáctico así planteado no se ajusta a ninguna de las hipótesis de error de


hecho por falso juicio de existencia vistos. El de omisión no se presenta porque para
la estructuración de este yerro es necesario que la prueba obre materialmente en el
proceso, y los registros civiles de nacimiento no hacen parte del mismo. El de
suposición, porque para su configuración se requiere que el juzgador haya valorado
una prueba que no hace parte de la actuación, y esta eventualidad, tampoco se
presentó.

2. Dar por demostrado un hecho con fundamento en pruebas que la ley no considera
probatoriamente aptas para acreditarlo, es hipótesis que podría dar lugar a la
configuración de un error de derecho por falso juicio de convicción, que como es
sabido, se presenta cuando el juzgador desconoce las normas que tarifan el mérito
demostrativo de las pruebas (valor persuasivo), o de las que exigen un medio
probatorio específico para la demostración de un determinado hecho (eficacia del
medio), hipótesis esta última que vendría a corresponder al planteamiento del
casacionista, a juzgar por los términos de la demanda.

Empero, cabe hacer dos precisiones: Que el censor no plantea ni demuestra este
yerro, y que en materia penal rige el principio de libertad probatoria, de acuerdo con
el cual los elementos constitutivos del hecho punible, la responsabilidad del
procesado, y la naturaleza y cuantía de los perjuicios, pueden ser demostrados por
cualquier medio de prueba (art.253 del Código de Procedimiento Penal). Esto significa
que para declarar probada la materialidad del delito en el presente caso, no era
probatoriamente necesario allegar al proceso los registros civiles de nacimiento de las
acusadas.

3. El otro cuestionamiento que el censor formula al interior de este cargo, consistente


en que la conducta de la procesada debió regirse exclusivamente por el inciso
segundo del artículo 222 del Código Penal, que sanciona dos de sus modalidades
(falsificación y el uso del documento), y no por el 220 en concordancia con el 222,
como lo hizo el Tribunal, tampoco resulta de recibo. La Corte, al precisar el sentido y
alcance del inciso segundo del artículo 222 del Código Penal, ha dicho que el
incremento que allí se establece no está referido a la pena prevista en el inciso
primero para la hipótesis del solo uso del documento, sino a la pena consagrada en la
concreta especie de falsedad documental que se juzga, y por que tanto, cuando el
documento es falsificado y usado por quien lo falsificó, se impone la aplicación de la
pena prevista en el tipo penal que describe la conducta falsaria correspondiente
(artículos 218 a 220), aumentada hasta en la mitad, acorde con lo establecido en el
inciso segundo del artículo 222 ejusdem.

En decisión de 21 de febrero de 1984, con ponencia del Magistrado doctor Alfonso


Reyes Echandía, se dijo sobre el particular: "Es verdad que la redacción definitiva del
inciso segundo del artículo 222 no fue tan clara en este punto como la del inciso final
del artículo 246 del anteproyecto de 1974; no obstante, la solución jurídica se
mantuvo; la referencia que allí se hace al "inciso anterior", apunta al documento
público falso como objeto material de la conducta, no a la pena allí consagrada, pues
que ella se refiere a la bien distinta hipótesis del simple uso de documento público
falseado por otro; por manera que la pena base a la que ha de agregarse el
incremento punitivo señalado en el inciso segundo del artículo 222, no puede ser otra
que la prevista para la concreta especie de falsedad documental en que haya
incurrido el que ahora usa el documento por él mismo falsificado (artículos 218 a
220). Esta interpretación histórico - sistemática, por lo demás, resulta mucho más
coherente en el ámbito de la punibilidad, que la que se desprendería de la mera
literalidad del texto examinado, pues si remitimos la agravación punitiva del inciso
segundo del artículo 222 a la pena señalada en su inciso primero, tendríase que quien
solamente falsifica documento público sería sancionado con pena de 3 a 10 años de
prisión si fuere empleado oficial, o de 2 a 8 años si actuase como particular, a tiempo
que quien además de falsificar el documento público lo usa, resultaría penado con
prisión mínima de un año y un día, hasta 8 años y un día, y máxima de 18 meses a 12
años, sanción ésta, en promedio, menor de la prevista para el solo delito de falsedad
documental, lo que resulta ciertamente ilógico".

4. La falsedad material de particular en documento público (artículo 220 del Código


penal), tiene adscrita pena privativa de la libertad de 2 a 8 años de prisión. El
Tribunal, al dosificar la pena para este delito, partió del mínimo previsto en la norma,

168
es decir, dos (2) años de prisión, y lo incrementó en 6 meses por razón del uso, de
conformidad con lo establecido en el inciso segundo del artículo 222 ejusdem, que
autoriza un aumento de hasta la mitad de la pena, operación que la Sala encuentra
correcta, pues como se dejó dicho al dar respuesta al cargo anterior, el incremento
por razón del uso debe ser aplicado a la pena prevista en el tipo penal que describe la
conducta falsaria.

En principio, entonces, la pena imponible sería de 30 meses de prisión por razón de


cada delito de falsedad material de particular en documento público, agravado por el
uso. Pero como la procesada cometió dos falsedades (en las cédulas de ciudadanía y
en los pasaportes), se imponía dar aplicación, adicionalmente, al artículo 26 del
Código Penal, que ordena que en caso de concurso debe imponerse la pena más
grave, aumentada hasta en otro tanto, y tener en cuenta al realizar dicho incremento,
la limitación establecida en el artículo 28 ejusdem, en el sentido de que la pena
finalmente impuesta no puede exceder la suma aritmética de las que correspondan a
cada uno de los hechos punibles por los cuales se profiere decisión de condena. En
cumplimiento de este mandato, el Tribunal aumentó la pena en diez (10) meses, para
un total de 40 meses de prisión.

Pues bien. Si sumamos aritméticamente las penas que correspondería imponer a


Gloria Yanet Gutiérrez Ramírez ó Verónica Alvarez Ramírez por cada delito (30 meses),
obtenemos un total de sesenta (60) meses, límite hasta donde le era legalmente
permitido al Tribunal moverse en el proceso de dosificación, resultando claro, por
tanto, que la pena finalmente impuesta (40 meses), no desbordó los límites impuestos
en los artículos 26 y 28 del Código Penal. Tampoco se violó, por falta de aplicación, el
artículo 68, pues la pena en definitiva aplicada hacía improcedente el reconocimiento
del subrogado.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Casación
FECHA : 23/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : ALVAREZ RAMIREZ, JESSICA MARCELA, O,
PROCESADO : GARCIA ARENAS, SANDRA ELENA, O,
PROCESADO : GUTIERREZ RAMIREZ, GLORIA YANNETH,O,
PROCESADO : ALVAREZ RAMIREZ, VERONICA
DELITOS : Uso de documento público falso, Falsedad
material de
particular en doc. púb.
PROCESO : 11917
PUBLICADA : Si

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ERROR DE HECHO-Modalidades/ CONGRUENCIA-Acusación y sentencia/


INCONGRUENCIA DE LA SENTENCIA/ FALSO JUICIO DE IDENTIDAD/
FALSO JUICIO DE EXISTENCIA

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1. El error de hecho en la violación indirecta de la ley sustancial puede gestarse por
un falso juicio de identidad, de existencia o un error de raciocinio. Se hará mención a
los dos primeros, por corresponder a la situación sub examine.

Ambos errores corresponden a un error de contemplación de la prueba. El de


identidad está relacionado con el contenido material, por tergiversación o distorsión
de su expresión literal, al hacerle decir lo que en realidad no dice. El falso juicio de
existencia implica que el operador de la justicia omite considerar o supone un medio
de prueba.

Las precisiones hechas conducen necesariamente a sostener que tales yerros afectan
de manera diferente la evidencia y por tal razón no pueden formularse y desarrollarse
bajo un mismo cargo, como lo ha reiterado la doctrina y la jurisprudencia.

En consecuencia, el recurrente desatendió la regla elemental de técnica en comento,


como acertadamente lo advierte la Delegada de la Procuraduría, al formular
simultáneamente bajo un mismo cargo contra la providencia recurrida el error de
identidad y de existencia, incurriendo en el desacierto de omitir precisar los medios
probatorios respecto de los cuales específicamente se vincula cada uno de ellos.
....

Es elemental para el resultado positivo de las pretensiones del demandante que la


censura comprenda en su totalidad las evidencias y hechos deducidos de éstas, y que
indujeron al ad quem a optar por la decisión cuestionada a través de este medio
extraordinario de impugnación, pues cuando el ataque resulta incompleto, por no
descalificarse todos los aspectos determinantes en la providencia, a través de la
causal y motivo de casación que corresponda, resulta inocuo el ataque en la medida
en que la solidez de los demás factores que incidieron en el fallo impiden que éste se
quiebre legalmente.

El reproche examinado desconoció el deber esencial al cual se ha hecho alusión en el


párrafo anterior, pues las pruebas que determinaron la orientación de la decisión no
fueron solamente el acta 021, la escritura 2260 y el plano US - 60/4-2, a ellas se sumó
el alcance otorgado a la indagatoria, la denuncia, la declaración de Alvaro García
Godoy, y la prueba documental aportada diferente a la acabada de referir, como los
anexos del proceso de rescisión adelantado en el Juzgado 24 Civil del Circuito de
Bogotá, las escrituras de loteo y de venta de CHAVES a terceros de los lotes de las
manzanas 12,13,16,17 y 18, los actos administrativos proferidos por la
Superbancaria, Planeación Distrital, Secretaría de la Alcaldía de Bogotá y Catastro,
entre otros. Estas evidencias también aportaron al juzgador certeza sobre la
vinculación de las manzanas 11 a 13 y 16 a 18 a la Urbanización Gran Yomasa II
Sector y la localización de las mismas en el predio El Líbano de que trata la escritura
2592.

Queda claro que las equivocaciones supuestamente trascendentales atribuidas a la


sentencia de segundo grado, no fueron demostradas en la demanda. Era deber del
recurrente realizar el ejercicio comparativo (sentencia y pruebas) para comprobar que
se varió el contenido probatorio para afirmar circunstancias que no fueron
evidenciadas, o que se distorsionó de tal manera que se cambió la expresión fáctica
para afirmar algo diverso a lo que con exactitud la prueba contiene. Este propósito no
se logró, no sólo por la formulación incompleta del reproche, sino porque la realidad
procesal establecida, resulta acorde con la decisión del Tribunal.

2. El legislador ha establecido como exigencia fundamental, atendiendo la estructura


formal y conceptual del proceso penal, que la sentencia responda a los cargos
formulados en la resolución de acusación, de manera tal que no se sorprenda al
procesado, afectando el derecho de defensa. El desconocimiento de ese requisito que
implique grave y trascendente efecto nocivo a las garantías del procesado, impone al
juzgador inexcusablemente entrar a reponer la actuación en forma tal, que se respete
el legítimo derecho del encausado a conocer y rebatir los cargos.

La incongruencia por los cargos de la acusación y los atribuidos en la sentencia, tiene


cabida cuando la unidad fáctica o jurídica entre uno y otro acto procesal se rompe,
bien porque en la decisión final se desconozcan los cargos imputados, se incorporen
nuevos hechos, varíen sustancialmente los que constituyen el supuesto de la
acusación, se incluyan circunstancias de agravación específicas, formas de

170
culpabilidad o de participación más gravosas y no deducidas en el pliego de cargos o
se desconozcan las atenuantes reconocidas.

La demostración de la causal segunda obliga a confrontar la resolución de acusación


con la sentencia. En este caso, la defensa no desplegó esfuerzo alguno para
demostrar que la situación denunciada se acomodaba a alguno de los supuestos
referidos en el acápite anterior, actitud explicable, pues los resultados
necesariamente no podían ser positivos, dado que dicha inconformidad no se dio, por
el contrario, en tales providencias existe identidad de persona, de hechos, e
imputación jurídica.
....

Por último, ha de decirse que el cargo examinado se formuló con desconocimiento de


los principios que gobiernan la causal segunda de casación, porque se planteó la
absolución de (...), pretensión que no puede lograrse a través de la vía elegida por el
actor, pues con la incongruencia se acepta que la calificación fue correcta pero
desconocida en la sentencia, luego la solución no es la absolución, si se casa el fallo,
pues la Sala estaría obligada a proferir la sentencia de sustitución ajustando los
cargos al llamamiento a juicio, tal y como lo prevé el numeral 1° del art. 229 ibídem.

MAGISTRADO PONENTE: DR. HERMAN GALAN CASTELLANOS

Sentencia Casación
FECHA : 23/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : CHAVES JAIME, CLEMENTE
DELITOS : Estafa, Falsedad en documento privado, Fraude
procesal
PROCESO : 16249
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DEMANDA DE CASACION-Causal tercera/ DEFENSA TECNICA-Ausencia de


defensor: Se deben demostrar sus efectos negativos/ RESOLUCION DE
ACUSACION-Notificación/ PODER-Renuncia/ DEFENSA TECNICA-Silencio
como estrategia defensiva/ VINCULACION AL PROCESO PENAL-Personal:
Indagatoria. En ausencia: Declaración de persona ausente/ DEFENSA
TECNICA-Carencia momentánea que no afecta garantías

1. Los reproches propuestos no fueron debidamente demostrados y desarrollados.


Apartándose de las exigencias del artículo 225-3 del C. de. P. P., el libelista omitió
indicar con claridad y precisión los fundamentos de su censura. Olvidó que cuando se
invoca la causal tercera de casación no basta con enunciar supuestos vicios in
procedendo, y que de acuerdo con el principio de trascendencia previsto en el artículo
308 numeral 2º. ibídem, "Quien alegue la nulidad debe demostrar que la irregularidad
sustancial, afecta garantías de los sujetos procesales, o desconoce las bases
fundamentales de la instrucción o el juzgamiento".

2. Cuando se plantea que la defensa técnica ha sido abandonada por el profesional a


quien se ha encargado la representación, no es suficiente señalar que éste omitió
pedir pruebas, interponer recursos o que no se notificó personalmente de las
decisiones. Es necesario demostrar claramente que con esa actitud pasiva se dejaron
de incorporar elementos de juicio fundamentales para la situación del procesado, o
que no hubo una oportuna impugnación a pesar de ser evidente el desconocimiento
de los intereses o garantías de éste, y que de no haberse presentado estas
deficiencias, aquél habría tenido la posibilidad de una absolución o de una sentencia
de condena más favorable. Nada de ello hizo el censor.

3. Tampoco señaló en qué forma la falta de notificación personal de la resolución de


acusación al apoderado judicial pudo afectar la garantía invocada. Como lo indica el

171
Procurador Delegado en lo Penal, esta supuesta falencia no reviste ninguna
importancia a la luz de lo normado en el artículo 440 del C. de P. P., toda vez que
respecto del incriminado se realizó el acto de enteramiento personal de dicho
proveído. Debe recordarse, además, que al defensor se le enteró de igual forma del
auto de cierre de la investigación y que en varias oportunidades se le comunicó al
teléfono de su oficina acerca del proferimiento de la resolución de acusación, antes de
que esta decisión fuera notificada por estado ( Fols. 136, 149).

4. Por lo que atañe a la providencia que definió la situación jurídica del procesado, no
se advierte ninguna irregularidad en el acto de notificación personal al defensor, pues
esta actuación se cumplió -y se admitió personalmente por el profesional- el 6 de
febrero de 1996, un día después de que presentara memorial de renuncia al mandato,
el mismo día en que le fuera aceptada la dejación (fols. 93 y 94). Como que quiso
olvidar el censor que de conformidad con lo previsto en el artículo 69 del C. de. P. C.,
aplicable en el presente evento por virtud del principio de integración (artículo 21 del
C. de. P. P.), la renuncia no pone término al mandato sino cinco días después de la
notificación del auto que la admita y se le haya comunicado al procesado para que
designe nuevo defensor. Y se dice "como que quiso", porque sí tenía conocimiento de
la legislación: por ello aceptó ser notificado personalmente un día después de que
hubiera presentado la renuncia mencionada. Así mismo, omitió indicar qué incidencia
pudo tener esa situación en la decisión final adopta-da por los jueces de instancia.

5. El señor (...) fue vinculado al proceso mediante diligencia de indagatoria el 31 de


enero de 1996, el mismo día que los agentes del C.T.I. lograron su captura (fol. 70, 72
y 77). Por consiguiente, la fiscalía no estaba obligada a designarle un apoderado de
oficio antes de la fecha referida. De conformidad con el artículo 385 del C. de. P. P., la
vinculación del imputado al proceso se surte a través de la indagatoria o de la
declaración de persona ausente. Si bien el acto de emplazamiento del implicado es
presupuesto necesario para la declaratoria de persona ausente, tal diligencia en
ningún momento puede suplir ni constituir per se la providencia que debe dictar el
funcionario judicial para declarar al imputado persona ausente, como
equivocadamente lo cree el censor.

6. Como se indicó en precedencia, de conformidad con el artículo 69 del C. de. P. C., la


renuncia no pone término al poder, sino cinco días después de la notificación del auto
que la admita y se haga saber al procesado para que designe nuevo apoderado. Por
consiguiente, no es cierto que Villegas Castaño hubiera carecido de defensor entre el
6 y el 19 de febrero de 1996. Más, aun si se aceptara en gracia de discusión tal
eventualidad, esa falta ocasional de defensa técnica no significaría desconocimiento
de la garantía invocada, pues el nuevo defensor designado por el imputado tuvo la
oportunidad efectiva de realizar los ejercicios defensivos y específicamente la
contradicción probatoria a que hace referencia el libelista, tarea que él no efectuó
cuando representó al procesado en la etapa de investigación. Sobre este punto ha
dicho la Sala:

"Si la irregularidad es oportunamente corregida, de suerte que el profesional


designado pueda ejercer adecuadamente los actos defensivos que pudo haber
realizado durante el tiempo en que el procesado careció de defensa técnica, debe
entenderse que el derecho no ha sido conculcado, puesto que ningún sentido tendría
invalidar el proceso para que la defensa vuelva a tener una oportunidad que ya tuvo"
(Casación del 15 de diciembre de 2000, M. P. Dr. Jorge Enrique Córdoba Poveda).

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 23/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : VILLEGAS CASTAÑO, NICOLAS ALBERTO
DELITOS : Porte de armas de defensa personal, Homicidio
agravado
PROCESO : 13468

172
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NULIDAD-Técnica en casación/ DEFENSOR-Designación para la indagatoria/


DERECHO DE CONTRADICCION/ DEFENSA TECNICA-Silencio como
estrategia defensiva/ NOTIFICACION-Resolución de situación jurídica/
INIMPUTABILIDAD-Experticio médico legal/ FALSO JUICIO DE LEGALIDAD-
Práctica de pruebas/ VIOLACION DE LA LEY SUSTANCIAL/ RESOLUCION DE
SITUACION JURIDICA

1. Bien está recordar que aunque en estos eventos se permite alguna amplitud en la
proposición de la censura, ello en modo alguno apareja la conclusión de que el escrito
resulte ajeno a las exigencias técnicas de la impugnación extraordinaria, porque
como ha sido insistentemente reiterado por la Corte, cuando se alega en casación la
nulidad, debe el impugnante indicar con precisión y claridad los fundamentos que
demuestren el menoscabo de una cualquiera de las garantías de los sujetos
procesales o el desquiciamiento de las bases fundamentales de la instrucción o del
juicio, identificando las irregularidades ocurridas, las disposiciones que por razón de
ellas resultaron transgredidas, la clase de nulidad configurada y, primordialmente, la
incidencia que los errores de actividad denunciados tuvieron en la sentencia
recurrida; exigencias estas con arraigo en el numeral 3° del artículo 225 del estatuto
procesal penal.

2. Como acertadamente lo anota el Procurador Delegado, la referida garantía no ha


sufrido mengua, en primer lugar, porque no obstante ser evidente que cuando se
nombró el defensor de oficio para la indagatoria se hizo constar que la designación
era para esa sola diligencia, un tal agregado no releva al profesional del cumplimiento
de su función pasado dicho acto procesal, pues es la propia ley la que extiende su
intervención a todo el proceso al tenor de la previsión contenida en los artículos 139 y
147 del estatuto procesal penal.

3. El derecho de contradicción se mantuvo incólume en el proceso, porque desde el


momento en que asumió el poder el defensor contractual conoció todo el contenido
material de la prueba testimonial, que es lo que en esencia se controvierte, y a fuerza
de ello pudo ejercer libérrimamente sus derechos, probando y contraprobando, es
decir, solicitando y aportando los medios de convicción que considerara necesarios en
el desideratum de desvirtuar los cargos que la prueba recogida antes contenía.

Lo anterior, porque el ejercicio de la contradicción no se circunscribe al


contrainterrogatorio de los testigos, como tozudamente lo señala el demandante,
pues ésta es sólo una de las distintas formas de poner en práctica la dialéctica
probatoria, toda vez que con tal derecho lo que en esencia se busca es la
participación efectiva de los sujetos procesales en la postulación o aducción de la
prueba, en el diligenciamiento de la misma y posteriormente en su análisis crítico,
oportunidades todas ellas para ejercer el contradictorio, cuya limitación o
entorpecimiento al sentenciado o a su defensor no alega y menos demuestra el
casacionista.

4. La supuesta orfandad en que se puso al procesado en el interregno comprendido


entre la indagatoria y la intervención de un profesional de su confianza, que para el
demandante es motivo suficiente para invalidar la actuación porque el primer
defensor no solicitó pruebas, se abstuvo de asistir a la práctica de las decretadas por
el instructor, tampoco verificó las citas que surgían de la indagatoria y no impugnó la
medida de aseguramiento; como bien lo anota el Procurador Delegado, es aspecto
que al igual que los anteriores carece de la connotación de una irregularidad
sustancial toda vez que una tal actitud no corresponde necesariamente al abandono
de la gestión que fue encomendada de manera oficiosa.

En efecto, en este punto el demandante se limitó a enunciar actividades no realizadas


por el defensor de oficio pero sin señalar el impacto que tal omisión pudo producir en
el proceso o en el sentido del fallo, dejando el reproche reducido a una genérica

173
crítica sobre lo acontecido en materia de defensa técnica durante el lapso de dieciséis
días, o sea el tiempo comprendido entre la indagatoria y la designación de defensor
contractual, sin parar mientes en que si bien la defensa no puede faltar en ninguno de
los estadios procesales como lo ha reiterado la Corte, sólo mediante un desbordado
formalismo se podría exigir la intervención inexorable del defensor en cada paso de la
instrucción.

Cierto es que existen actuaciones para las cuales es inexcusable la presencia del
defensor, como son aquellas donde se requiere la asistencia o la intervención del
procesado (indagatoria, examen del imputado en el lugar de los hechos,
reconocimiento en fila de personas, sentencia anticipada, audiencia especial, etc.);
pero en las demás el concurso del defensor técnico no resulta indispensable, por lo
que su ausencia no vicia de nulidad lo actuado, máxime cuando la dinámica de sus
intervenciones puede corresponder a disímiles estrategias que dependen tanto de las
posibilidades que la misma investigación ofrece, como de los propósitos que busca
quien representa judicialmante al procesado, todo lo cual se manifiesta bien en actos
positivos de gestión ora en un silencio táctico.

5. La falta de enteramiento personal al defensor de la providencia que resuelve la


situación jurídica, no constituye agravio alguno a la garantía que se reputa
conculcada, porque de conformidad con los artículos 188 y 190 del C. de P. P. tal
forma de comunicación sólo resulta inexorable respecto del Ministerio Público y el
sindicado privado de la libertad, siendo válida la notificación por estado para los
demás. En el caso a estudio, al día siguiente de haberse proferido la medida de
aseguramiento (el 5 de enero de 1996) les fue comunicada personalmente a aquéllos
sujetos procesales, mientras que al defensor se le enteró por estado que se fijó seis
días después (el 11 del mismo mes).

Pero el reproche se hace menos consistente cuando se advierte que el defensor


convencional hizo presencia en el proceso recién proferida dicha medida, lo que le
permitía propender por su revocatoria directa si consideraba que la prueba practicada
posteriormente y con su activa participación daba para ello.

6. En cuanto se relaciona con la no práctica de una pericia psiquiátrica para


establecer la supuesta condición de inimputable del procesado, la Corte debe reiterar
la precisión hecha en múltiples pronunciamientos, en el sentido de que una prueba de
esta naturaleza sólo resulta necesaria cuando en el trámite de la actuación surgen
elementos de juicio que indiquen razonablemente que al momento de los hechos el
procesado padecía un trastorno mental de tal magnitud, que le impedía comprender
la ilicitud del hecho o determinarse de acuerdo con esa comprensión, mas no cuando
como en este caso la posibilidad del problema síquico resulta ser una especulación
recursiva, fundada apenas en una alegación insular y por ende carente de respaldo
probatorio.

Teniendo en cuenta que en este caso la necesidad de la prueba la infiere el censor de


la referencia equívoca y aislada de dos testigos que dicen haber visto al procesado
luego de la aprehensión "empepado" o "como drogado" o "borracho", dicho
planteamiento se ofrece impreciso e incompleto, porque no es solamente la ebriedad
o la ingesta de licor o sustancias estupefeciantes lo que per se puede conducir a una
conclusión de inimputabilidad, sino el trastorno síquico que deviene de la intoxicación
por tales sustancias con capacidad para enervar el entendimiento y/o la
autodeterminación del agente, haciéndose por tanto imprescindible establecer el
nexo causal que permita vincular inequívocamente el trastorno mental sufrido con la
conducta ejecutada.

7. De los argumentos plasmados para soportar esta censura, sólo el relacionado con
la inexistencia de un auto o resolución previa que dispusiera la práctica de la prueba
concierne al alegado error de derecho por falso juicio de legalidad; mas como a falta
de una resolución específica para la práctica de cada medio de prueba en particular la
ley tiene previsto el auto o la resolución de apertura de instrucción, que se constituye
en un mandato general de pruebas y en este caso se profirió al folio 6 del cuaderno
principal, la aducida irregularidad carece de fundamento.

8. Pero la inconsistencia del cargo no se agota en su deficiente planteamiento, porque


tratándose de una vulneración mediata de la ley sustancial como la aducida por el
censor, no basta con acreditar el error sino que además se debe cumplir con la carga
de demostrar su trascendencia, indicando cómo de corregirse el desacierto, esto es,
dejándose de apreciar el medio o los medios afectados con el yerro, los demás

174
válidamente recaudados darían lugar a variar sustancialmente y en forma favorable al
procesado la parte resolutiva del fallo objeto de impugnación.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Sentencia Casación
FECHA : 23/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : CARO CIFUENTES, OSWALDO ALFREDO
DELITOS : Porte de armas de defensa personal, Homicidio
PROCESO : 13704
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CASACION DISCRECIONAL/ JUSTICIA PENAL MILITAR-Delitos-


Desobediencia y Abandono del puesto/ DESOBEDIENCIA/ ABANDONO DEL
PUESTO

El propósito del desarrollo jurisprudencial, propuesto como motivo para acceder a la


casación discrecional, apunta a un deslinde entre las conductas típicas militares de
Desobediencia y Abandono del Puesto.

Dado que se discute la vulneración de dos intereses jurídicos distintos, con


repercusión en un juzgamiento también diferente, el cargo fue bien planteado por la
causal de nulidad con un desarrollo que si bien no se encasilló expresamente en la
causal primera, si se llevó a término con el ejercicio de demostración de un supuesto
error in iudicando, con la recurrente referencia a la indebida aplicación del artículo
111 del Código Penal Militar y la falta de aplicación del 100 de la misma codificación,
normas estas ambas de carácter sustancial.

Ahora bien, en lo que interesa para la solución de fondo del presente asunto, ha de
recordarse que tanto en el Código Penal Militar derogado como en el vigente, en
títulos separados se precisan los bienes jurídicos de la disciplina y el servicio, y por su
particular trascendencia en la organización castrense se tutelan con sendos hechos
punibles.

Es así como la parte especial del Código Penal Militar vigente para la fecha de
ocurrencia de los hechos objeto de la presente investigación, en el Título I trata de los
Delitos contra la Disciplina, y en su Capítulo II, bajo el epígrafe "De la Desobediencia",
se consagran los delitos de Desobediencia, Desobediencia de personal retirado y
Desobediencia de reservista, definiéndose el primero de ellos a través de la siguiente
preceptiva:

"Artículo 100. Desobediencia. El que incumpla orden del servicio o modifique la


impartida por su respectivo superior incurrirá en prisión de uno (1) a tres (3) años.

A su turno, el Título II, que versa sobre los "Delitos contra el Servicio", en su Capítulo I,
incluye los de Abandono del Comando, Abandono de comandos superiores, jefaturas o
direcciones; Abandono de Comandos Especiales, y Abandono del Puesto, este último
descrito y penalizando a través del artículo 111, así:

"El que estando de facción o de servicio, abandone el puesto por cualquier tiempo, sin
causa justificada, incurrirá en arresto de uno (1) a tres (3) años.

En la misma pena incurrirá el que estando de facción o de servicio se embriague o se


ponga bajo los efectos de sustancias estupefacientes.

Si quien comete el hecho es el comandante, la sanción aumentará de una cuarta


parte a la mitad."

175
En el Código Penal Militar actualmente vigente (Decreto 522 de 1999) se mantiene la
protección penal de los mencionados bienes jurídicos (disciplina y servicio) a través
de los mismos injustos, y si bien hay pequeños cambios en su redacción, en lo
fundamental la descripción típica y la punibilidad se mantienen invariables,
interesando resaltar para lo que es objeto del presente pronunciamiento, que en el
Libro Segundo, Título Primero "Delitos contra la Disciplina", Capítulo II, el artículo 115
describe el delito de Desobediencia, así: "El que incumpla o modifique una orden
legítima del servicio impartida por su respectivo superior de acuerdo con las
formalidades legales, incurrirá en prisión de uno (1) a tres (3) años".

Y en el Título Segundo de los "Delitos contra el Servicio", Capítulo I, el artículo 124,


con inclusión de una nueva modalidad conductual, describe el Abandono del Puesto
de la siguiente manera: "El que estando de facción o de servicio abandone el puesto
por cualquier tiempo, se duerma, se embriague o se ponga bajo los efectos de
sustancias estupefacientes o sicotrópicas, incurrirá, en arresto de uno (1) a tres (3)
años". ( ) "Si quien realiza el hecho es el comandante, la pena se aumentará de una
cuarta parte a la mitad".

Elevados por el legislador a la categoría de bienes jurídicos la disciplina y el servicio,


para la correcta selección de la norma aplicable al caso, además del examen de los
elementos del tipo, se impone la inmediata referencia al sentido y alcance de cada
uno de aquellos conceptos.

Pues bien, en cuanto a la disciplina se refiere, en el Régimen Disciplinario para las


Fuerzas Militares (Decreto No. 1797 de septiembre 14 de 2000), el artículo 16°
precisa:

"La disciplina, condición esencial para la existencia de toda fuerza militar, consiste en
mandar y obedecer dentro de las atribuciones del superior y las obligaciones y
deberes del subalterno; contrarresta los efectos disolventes de la lucha, crea íntima
cohesión y permite al superior exigir y obtener del subalterno que las órdenes sean
ejecutadas con exactitud y sin vacilación. Implica la observancia de las normas y
órdenes que consagra el deber profesional".

Y en relación con el concepto de servicio, tal como sin dificultad surge de la previsión
contenida en el estatuto castrense, se tiene que es término referido a los específicos
deberes que atañen a los miembros activos de la Fuerza Pública a quienes se asignan
labores de dirección o vigilancia.

La Delegada, entonces, carece de razón cuando otorga mayor amplitud a este último,
porque lo que surge claro es que entre estos bienes jurídicos, y desde luego entre los
injustos a través de los cuales se protegen, existe una relación de género a especie,
porque si bien los atentados contra la disciplina pueden predicarse de todos los
miembros de la fuerzas militares, las faltas contra el servicio sólo son atribuíbles al
militar en servicio activo a quien a través de trámites formales previamente
establecidos se le haya asignado una función, tarea o cargo específico como los atrás
señalados, que luego incumple.

Además, si se considera que el espectro de los delitos de desobediencia se amplía a


los oficiales y suboficiales en retiro temporal o de reserva, y al personal que haya
prestado servicio militar obligatorio y esté en situación de reserva que no atienda los
decretos de movilización o llamamiento especial al servicio, ello constituye razón
adicional para concluir que el bien jurídico de mayor envergadura es la disciplina y no
el servicio.

A partir de los anteriores conceptos y desde la perspectiva del bien jurídico tutelado,
razón le asiste a la demandante cuando como planteamiento general concluye que se
está frente a un delito de Desobediencia cuando el bien jurídico afectado es la
disciplina, y a uno de Abandono del Puesto cuando el bien afectado es el servicio,
porque ciertamente en este último evento más allá del genérico quebranto de la
disciplina se conculca específicamente el servicio.

Pero se equivoca la actora cuando critica la adecuación típica dada al


comportamiento del soldado MANRIQUE DUQUE en el fallo impugnado, con el
argumento de que no podía haber incurrido en un delito de Abandono del Puesto
porque si una vez terminado un turno, por razones personales, se alejó de la
guarnición y no se presentó a la ronda siguiente, ello implica que no se encontraba de

176
"Servicio o de Facción" como lo exige la norma, o según precisa la censora, si no se
encontraba de "puesto", por sustracción de materia "no lo abandonó", porque
causaría afrenta al principio de legalidad de los delitos y las penas si se consideraran
como continuidad del servicio los intervalos de alistamiento que separan los turnos de
seguridad.

Con esta percepción de los hechos, pierde de vista la impugnante que el procesado
había sido designado previamente y con las formalidades de ley para un turno de
veinticuatro (24) horas, que implicaba como lo anota con acierto la Delegada
"disponibilidad permanente y continua", por lo que el abandono de la función como
tal, que no del puesto entendido en la estrecha acepción de espacio o lugar donde
aquélla se cumple, estructuraba el tipo penal previsto en el artículo 111 de Código
Penal Militar vigente para la fecha de los hechos, esto es, la conducta punible
consagrada hoy en el artículo 124.

Ahora, como según la disposición número 010 de mayo 24 de 1982, por la cual se
aprueba el Reglamento de Servicio de Guarnición de las Fuerzas Militares, "facción"
equivale a "Función determinada dentro de los servicios de seguridad y vigilancia", es
claro que la conducta del soldado MANRIQUE DUQUE se subsume en el tipo de
Abandono del Puesto y no en el de Desobediencia, porque al alejarse de la facción en
que se hallaba el agente del reato no incumplió una orden del servicio que estuviera
pendiente de ejecutarse, sino que interrumpió la función determinada dentro de los
servicios de seguridad y vigilancia como orden del día N° 096, artículo 348, del 15 de
abril de 1996, que no terminaba con el turno de la madrugada del 17 siguiente, ni se
suspendía con los intervalos de reanimación o alistamiento que separan los lapsos de
efectiva vigilancia, en uno de los cuales aquél decidió abandonar el puesto.

Lo anterior porque correspondiendo el deber a una función determinada, para cuyo


ejercicio se señalan términos específicos (24 horas), de ella forman parte los lapsos
de disponibilidad y alistamiento que además de proporcionar el descanso necesario
tienen por finalidad permitir que los miembros de la Fuerza Pública que la cumplen,
puedan reasumir los turnos pendientes cuando sean requeridos.

Y es tal la continuidad cuando se está de facción, que en tratándose de delitos


militares se ofrece consustancial al servicio, pues ante la ausencia del encargado de
cumplir la labor de vigilancia debe procederse de inmediato a la designación de un
relevo, como en efecto ocurrió en este caso ante el comprobado abandono de la
función por parte del procesado.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Sentencia Casación Discrecional


FECHA : 23/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior
CIUDAD : Militar
PROCESADO : MANRIQUE DUQUE, BERNARDO ALFONSO
DELITOS : Abandono del puesto
PROCESO : 12878
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CASACION-Tutela: Inseguridad jurídica/ REFORMATIO IN PEJUS-Consulta-


Legalidad de la pena/ TUTELA

1. Si bien, como ya se anunciara, se ve avocada la Corte a proferir el fallo que en este


asunto le impone la decisión de tutela dictada por la Sección Segunda, Subsección
"B", Sala de lo Contencioso Administrativo del H. Consejo de Estado, confirmada por la
Corte Constitucional, no obsta ello para advertir la encrucijada frente a la cual se
encuentra esta Sala de Casación, dada la tendencia desbordante que el nuevo
constitucionalismo en materia penal ha propuesto, en una manifiesta expresión más
del excesivo ámbito que se ha dado a la tutela, como un mecanismo que mas allá de
propugnar por la protección real de los derechos fundamentales de los ciudadanos, ha

177
servido, entre otros muchos fines, para imponer no precisamente que la actuación de
las autoridades públicas y la aplicación de la ley estén condicionadas por los valores
superiores de la Carta Política, sino para introducir un elemento extraño al sistema
penal, que ha generado la más absoluta inseguridad jurídica a nivel de toda la
administración de justicia, creando a través de esa especial jurisdicción un sui géneris
paralelismo frente a la ordinaria, cuyos efectos nocivos permanecen latentes frente a
la firmeza de las decisiones judiciales, en el entendido de que el nuevo
constitucionalismo así aplicado, abre paso a un aparato de justicia que va imponiendo
en unos casos criterios de interpretación tan distantes frente a otros, que solamente
podrían explicarse a partir de un marcado relativismo axiológico.

2. Hecha una tal precisión y para los efectos ya advertidos, tiénese que el defensor
de (...) propuso un único cargo sustentado en la tercera causal del artículo 220 del
Código de Procedimiento Penal, el cual divide en dos argumentos respaldados por el
Delegado del Ministerio Público, los que en concreto están referidos al hecho de que
no obstante existir limitación legal y constitucional (la no reformatio in pejus), el
fallador de segunda instancia incrementó la pena privativa de la libertad del
procesado.

Dentro de ese contexto, la Sala resolvió negativamente las pretensiones casacionales,


destacando en detalle no sólo desaciertos en el orden a la técnica que rige la
extraordinaria impugnación, lo que de por sí ameritaba desechar la censura, sino
además, reiterando su consolidada posición jurídica en torno a esta materia, de
conformidad con la cual mediando el grado jurisdiccional de consulta la prohibición de
la no reformatio in pejus no tiene aplicación por ministerio de la propia ley.

Sin embargo y dado que a través de la referida sentencia de tutela se ampara el


derecho fundamental al debido proceso y en concreto el principio de la no Reformatio
in Pejus, sobre la base de que "a juicio de la Corte, el principio de la no reformatio in
pejus, no puede condicionarse bajo la idea de que el grado jurisdiccional de la
consulta lo desplaza, pues si bien es cierto, el legislador cuenta con un amplio espacio
para regular el debido proceso, en el caso que nos ocupa, su intención, conforme
quedó consagrado en los artículos 206, 217 y 227 el C. de P.P. transcritos
anteriormente, fue la de hacer operante dicha garantía, al disponer que la consulta
tiene un alcance subsidiario", en la medida en que "admitir que por el grado de
consulta, cuando concurre con la apelación, que es automático y no provocado, pueda
favorecer un aumento en la condena del procesado, resta toda eficacia al principio
constitucional, como que comienzan a serle introducidas excepciones que repugnan
con el contenido mismo de dicha garantía", debe proceder la Sala a dictar el fallo
correspondiente de acuerdo con estas directrices.

SALVAMENTO PARCIAL DE VOTO (Dr. Fernando E. Arboleda Ripoll)

En cuanto la decisión de mayoría casa la sentencia para dejar en firme la pena


impuesta en primera instancia, como lo ordena el fallo de tutela, no puedo más que
estar de acuerdo. Discrepo sí en el punto que tiene que ver con la declaratoria de
prescripción respecto del delito de porte ilegal de armas.

Como en otras ocasiones lo he sostenido (Tutela 8.041 y 8.094), no me parece que los
efectos de los fallos de tutela puedan extenderse a ámbitos más allá de la protección
de los derechos fundamentales. Hacerlo, conlleva la desnaturalización del
instrumento de amparo, atribuyéndole objetos y cometidos para los cuales no ha sido
consagrado, en un evidente para mi desquiciamiento de la institución, y, con él, del
sistema; como acontece cuando se le atribuye carácter de instrumento procesal o
instancia adicional no prevista en los procedimiento regulares.

Esto precisamente se constata en el fallo de que disiento. So pretexto de preservar la


prohibición de la reformatio in pejus, lo cual se cumplía, a términos del fallo de
amparo, reconociendo la firmeza de la pena impuesta en la primera instancia, se
acude al plus de declarar la prescripción de un delito, desconociendo con ello que la
orden contenida en la sentencia de constitucionalidad no podía trascender el amparo
dispuesto, suficientemente circunscrito, como si se tratara de surtir la actuación
procesal por primera vez, y no de amparar un derecho, según decisión adoptada en
acción de naturaleza y alcances diferentes a la penal.

Encuentro en este entendimiento, una asistematicidad de efectos impredecibles,


donde la tutela no solo concentra para sí todo el debate acerca de la observancia y

178
vigencia de los derechos y garantías básicas, sino que además ahora se le atribuye la
posibildiadde suplir los procedimientos y servir a cualquier tipo de aplicación, lo que
en mi sentir contraría su consagración constitucional, tornándose en institución
contraproductiva e ineficaz frente a los logros reales porque debe propender. Como
he leído del ponente en este asunto en otra parte, se convierte así en instrumento
para desarmar al Estado.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 23/05/2001
DECISION : Si casa, declara prescripción, impone nueva pena
PROCEDENCIA : Tribunal
CIUDAD : Nacional
PROCESADO : RONDON FERNANDEZ, GUIOVANNY
DELITOS : Porte de armas de defensa personal, Secuestro
extorsivo
PROCESO : 13049
PUBLICADA : Si

Aclaración de voto DR. HERMAN GALAN CASTELLANOS


Salvamento Parcial de Voto DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL
Salvamento Parcial de Voto DR. JORGE E. CORDOBA POVEDA

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REFORMATIO IN PEJUS-Técnica en casación/ REFORMATIO IN PEJUS-


Legalidad de la pena/ LEGALIDAD DE LA PENA/ FAVORABILIDAD/
RECEPTACION-Multa/ TRANSITO DE LEGISLACION

1. Como atinadamente lo señala el Procurador Segundo Delegado en lo Penal, se


evidencia un inconveniente de índole estructural en cuanto resulta desacertado el
camino elegido para cuestionar la violación del artículo 31 de la Constitución Política
aduciendo reformatio in pejus, pues, tratándose de una norma de contenido
sustancial de la mayor jerarquía, la censura ha debido formularse a través de la
causal primera de casación, cuerpo primero, por violación directa originada en su falta
de aplicación, máxime si para denunciar el desacierto por la omisión de aquel
precepto en nada se reprocha el acopio probatorio pertinente a los hechos
investigados.

De tiempo atrás la jurisprudencia de la Sala ha destacado la preponderancia que


como norma de contenido sustancial tiene el artículo 31 de la Carta, y que, debido a
tal categoría, la prohibición de la reformatio in pejus irradia la actividad judicial en
todo el marco del proceso penal.

179
En sentencia del 17 de febrero de 1993, con ponencia del H. Magistrado Dr. Gustavo
Gómez Velásquez, la Corte explicó que cuando se denunciaba la transgresión al
artículo 31 de la Constitución Política resultaba adecuada la demanda de casación
cuando se invocaba la causal primera, por violación directa de la ley sustancial,
tomando como punto de partida el reconocimiento de la preponderancia y jerarquía
que el derecho a la no reformatio in pejus, como norma de contenido sustancial que
es, comporta para los procesados:

"La Corte no deja de reconocer que una institución como la que introdujo el artículo
31 de la Constitución Nacional, tiene una jerarquía excepcional, como suele ser nota
caracterizante de los dictados de la Carta, háyanse o no recogidos o desarrollado en
sus pertinentes legislaciones especiales. No es dable entender que porque el C. de P.P.
en su artículo 17 reproduzca este contenido, ha perdido aquella su superior categoría,
ni podría determinar su decadencia de considerar que se trata de un dispositivo de
naturaleza procedimental por figurar en el estatuto que recoge esta particularizada
normatividad. Un precepto de esta entidad, que responde muy bien a principio o regla
rectora, traduce un tal significado que así aparezca en el Código de Procedimiento
Penal, como regulador de las funciones del juez en cuanto a la punición, o de la forma
o manera como debe entenderse el alcance de un recurso de alzada contra un monto
de pena, no reduce a esto su naturaleza sino que constituye un precepto sustancial,
dada su magnitud y multifacética incidencia."…"bastando para restablecer su imperio
invocar una violación directa de tanta magnitud que reclama su inmediata corrección
por quien la advierte, háyase alegado o no, y tenga su insinuación o su llamado
explícito, propiedad o impropiedad."

Más adelante, consecuente y armónica con la línea jurisprudencial trazada por el


pronunciamiento anterior, la Sala indicó:

"Esta Corporación en forma reiterada ha indicado que el artículo 31 de la Constitución


Nacional que en su inciso segundo consagra la prohibición de la reformatio in pejus es
una norma de derecho sustancial y que en consecuencia es atacable por la vía de la
causal primera de casación cuerpo primero, esto es la violación directa de la ley
sustancial, toda vez que la problemática recae directamente sobre el contenido de la
norma sustancial, sin que exija análisis sobre las pruebas o los hechos.

La prohibición de la reformatio in pejus es una garantía que se instituye en favor del


procesado, pero que tiene un hondo contenido sustancial en la medida que protege al
imputado frente a los desmanes que se presenten en la aplicación de normatividad
sustancial, como es toda la que tiene que ver con la punibilidad y si esta es su
naturaleza necesariamente se tiene que entender que el marco lógico de ataque es el
que enmarca la causal primera que es la instituida para resolver los yerros in
judicando." (Sentencia del 14 de septiembre de 1994. M. P. Dr. Ricardo Calvete
Rangel.)

Aunque la apoderada del señor (...) señala correctamente el artículo 31 de la


Constitución Política como norma quebrantada por falta de aplicación, lo que indicaría
una vulneración directa a la ley sustancial, equivocadamente ubica el reproche en el
ámbito de la causal tercera de casación (nulidad) denunciando una violación al debido
proceso.

2. Como el Juez Primero Penal del Circuito de San Andrés aplicó el genuino artículo
177 del Código Penal, ya modificado para el primero (01) de enero de 1996, fecha de
los hechos, no podía el superior funcional pasar por alto tal yerro so pretexto de la
prohibición de la reformatio in pejus, pues esta veda jurídica no tiene cabida cuando
la sentencia de primer grado haya ignorado el principio de legalidad de los delitos y
de las penas, y de contera el debido proceso.

La institución jurídica comúnmente denominada prohibición de la reformatio in pejus,


o reforma peyorativa, o reforma en lo peor, ha sido ampliamente alinderada por la
jurisprudencia de la Sala de Casación Penal, especialmente en cuanto a explicar que,
a pesar de su constitucionalización, el artículo 31 de la Carta no ha consagrado un
derecho absoluto y sin excepción alguna para los condenados que apelan como parte
única la sentencia.

Ningún derecho, incluidos los fundamentales de primera generación, es absoluto. Si lo


fueran a menudo se incurriría en innumerables antinomias jurídicas y prácticas. Verbi
gracia, no tendría cabida la excluyente de antijuridicidad por legítima defensa, puesto
que el respeto a la vida del agresor se opondría como una barrera infranqueable.

180
Ocurre sí que los derechos fundamentales coexisten, se complementan unos a otros y
si es preciso se restringen mutuamente, todo en función de la verificación de los fines
del Estado Social y Democrático de Derecho. Una norma constitucional como superior
que es, mal podría ser limitada por un precepto legal, en cambio, con el fin de
armonizar y posibilitar la aplicación en concreto del catálogo de garantías
fundamentales, otra norma de idéntica jerarquía, es decir constitucional, bien puede
en situaciones específicas confinar su ámbito, siempre que no sea posible jurídica ni
prácticamente hacerlas converger en su plenitud conceptual.

Tal supuesto conflicto suele presentarse cuando es necesario interpolar los derechos
fundamentales al debido proceso y a la no reformatio in pejus, para pasar por el tamiz
de estas perentorias garantías fundamentales la pena impuesta en una sentencia
condenatoria. Nunca esta prohibición sería viable si su prosperidad se edifica
cimentada en la vulneración de uno de los componentes de aquel, como es
precisamente el principio de legalidad de la pena.

El ingrediente del debido proceso que, como en el caso presente, a veces riñe con la
prohibición de la reformatio in pejus, consiste precisamente en el principio de
legalidad de la pena, según el cual nadie podrá ser condenado sino conforme a leyes
preexistentes al acto que se le imputa.

La ley preexistente, (salvo la correcta aducción de favorabilidad), es la que esté


vigente al momento de la comisión del hecho punible, en su cabal cobertura, precepto
y sanción, y en ésta, máximos y mínimos de la pena principal, y penas accesorias.

Si el juez sustituye la ley preexistente por otra, cualquiera sea la motivación para
hacerlo, atenta contra el principio de legalidad y, por ende el superior funcional debe,
en guarda del Estado de Derecho, adoptar los correctivos pertinentes, ajustando la
pena impuesta a la norma que verdaderamente corresponda, así el condenado sea
apelante único y así su situación se torne más gravosa.

La Sala ha sido reiterativa en determinar que la prohibición de la reformatio in pejus


no tiene lugar cuando la sentencia materia del recurso de apelación ha desconocido
el principio de legalidad. Al respecto podrían confrontarse, entre otras: sentencia del
28 de octubre de 1997, radicación 15290, M.P. Dr. Carlos E. Mejía Escobar; sentencia
del 1° de diciembre de 1999, radicación 14129, M.P. Dr. Jorge Córdoba Poveda; y
sentencia del 8 de mayo de 2001, radicación 14605, con ponencia de quien ahora
cumple la misma función.

3. Al margen de las reflexiones que anteceden, pero con la misma lógica y en guarda
del deber oficioso que asiste a la Corte Suprema de Justicia, es preciso casar
parcialmente la sentencia puesto que la normatividad vigente hoy para sancionar el
delito de receptación es la Ley 365 de 1997, publicada en el Diario Oficial No. 42.987
del 21 de febrero de 1997, de donde surge, en tanto que la sentencia condenatoria no
se encuentra en firme, la posibilidad de dar aplicación al principio general de
favorabilidad, en beneficio del señor (...).

En efecto, el primero (01) de enero de 1996, cuando ocurrieron los acontecimientos, y


el primero (01) de octubre del mismo año, fecha en que el Tribunal Superior del
Distrito de San Andrés desató la apelación, modificando el fallo de primera instancia,
se encontraba vigente el artículo 31 de la Ley 190 de 1995, que modificó el artículo
177 del Código Penal.

No obstante, una preceptiva posterior, como es la Ley 365 del 21 de febrero de 1997,
"por la cual se establecen normas tendientes a combatir la delincuencia organizada y
se dictan otras disposiciones", en su artículo 7°, nuevamente modificó el artículo 177
del Código Penal. Por consiguiente, el tipo penal de receptación que ahora debe
aplicarse es del siguiente tenor:......

Ha ocurrido un tránsito de legislación con significativa disminución punitiva para el


ilícito de receptación, pues la Ley 190 de 1995, lo sancionaba con prisión de tres (03)
a ocho (08) años; y, en virtud de la Ley 365 de 1997, la pena de prisión para el mismo
delito oscila entre uno (01) y cinco (05) años.

Dando alcance retroactivo al artículo 7° de la Ley 365 de 1997, en cuanto convergen


los requisitos básicos que allanan el camino al principio de favorabilidad, artículo 29
de la Constitución Política, 6° del Código Penal y 10° del Código de Procedimiento

181
Penal, se impone adecuar nuevamente la sanción impuesta al señor (...),
exclusivamente en cuanto a límites de punibilidad, puesto que el valor otorgado por
los jueces de instancia al acopio probatorio permanece incólume. Dichos límites
versan sobre el máximo y el mínimo de la pena de prisión y sobre el monto de la pena
de multa, las dos en calidad de principales.

4. De otra parte, en sujeción cabal al otro extremo de legalidad de la pena, y sin que
ello implique desconocer la prohibición de la reformatio in pejus, según viene de
explicarse, debe imponerse también la pena principal de multa, que de conformidad
con el artículo 7° de la Ley 365 de 1997, fluctúa entre cinco (05) y quinientos (500)
salarios mínimos legales mensuales.

Nótese que el artículo 177 del Código Penal, que consagra el tipo de receptación,
como fue reformado por el artículo 31 de la Ley 190 de 1995, vigente para la época
de los sucesos, no contenía en su parte sancionatoria la pena principal de multa,
como sí la trae el mismo artículo del Código Penal, fue modificado por el artículo 7° de
la Ley 365 de 1997.

No obstante, la pena de multa debe aplicarse como lo dispone el artículo 45 de la Ley


153 de 1887, que al señalar las reglas que gobiernan la favorabilidad en materia
penal preceptúa: "Si la nueva ley disminuye la pena corporal y aumenta la pecuniaria,
prevalecerá sobre la ley antigua."

Teniendo en cuenta los lineamientos establecidos en el artículo 46 del Código Penal,


concretamente la gravedad de la infracción, la situación económica del condenado, la
remuneración por su trabajo y las obligaciones a su cargo, se optará por la mínima
cuantía posible, es decir, que la multa a imponer al señor TORRES PUSEY ascenderá a
cinco (05) salarios mínimos legales mensuales que deberá pagar al Tesoro Nacional,
bajo la administración del Consejo Superior de la Judicatura, como lo ordena el
artículo 422 del Código de Procedimiento Penal.

El salario mínimo para determinar el valor final de la multa es el que hubiere


establecido el Gobierno Nacional para el año en que se produzca la ejecutoria del fallo
que declara la responsabilidad penal del procesado. En este sentido hizo claridad el
auto del 16 de octubre de 1997, con ponencia del Honorable Magistrado Dr. DIDIMO
PAEZ VELANDIA.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Sentencia Casación
FECHA : 23/05/2001
DECISION : No casa, casa parcial y oficiosamente ajustando
la pena
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : San Andrés Isla
PROCESADO : TORRES PUSEY, JOSE ISABEL
DELITOS : Receptación
PROCESO : 13325
PUBLICADA : Si

Salvamento Parcial de Voto DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON


Salvamento Parcial de Voto DR. HERMAN GALAN CASTELLANOS

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VIOLACION INDIRECTA DE LA LEY-Modalidades/ ERROR DE DERECHO-
Falso juicio de convicción, falso raciocinio/ SANA CRITICA/ IN DUBIO PRO
REO-Técnica en casación/ IRA E INTENSO DOLOR

1. La jurisprudencia de la Sala ha reiterado en multiplicidad de ocasiones que puede


demandarse la casación del fallo con fundamento en la causal primera, por violación
indirecta de la ley sustancial, cuando el tribunal en la apreciación probatoria haya
incurrido en errores de hecho o de derecho

El error de hecho, camino seguido por el casacionista, puede estar determinado por:
falso juicio de existencia, falso juicio de identidad y falso raciocinio.

Incurre en error de hecho por falso juicio de existencia el juez que omite apreciar una
prueba legalmente aportada al proceso, o cuando, contrario sensu, infiere
consecuencias valorativas a partir de un medio de convicción que no forma parte del
proceso por no haber sido legal y oportunamente incorporado.

El error de hecho por falso juicio de identidad supone, en cambio, que el juzgador si
tiene en cuenta el medio probatorio legal y oportunamente practicado; no obstante, al
sopesarlo lo distorsiona, tergiversa, recorta o adiciona en su contenido literal, de
suerte que arriba a conclusiones que real y objetivamente no se desprenden de él.

Si la prueba existe legalmente y es valorada en su integridad, pero se le asigna una


fuerza de convicción que vulnera los postulados de la sana crítica, es decir, las reglas
fundamentales de la lógica, las máximas de la experiencia y los aportes de las
ciencias aceptados como vigentes, se incurre entonces en error de hecho por falso
raciocinio.

2. Este tipo de error (falso juicio de convicción) no es admisible en casación. Si el


problema radica en la credibilidad, la fuerza de convicción o el poder de persuasión
que el Tribunal otorgó al acopio probatorio, este tema es extraño a la casación toda
vez que no existe tarifa legal o asignación ex ante del mérito a las pruebas, sino que
con la adopción del método de interpretación denominado sana crítica, artículos 254 y
294 del Código de Procedimiento Penal, el juez tiene cierto grado de libertad o
discrecionalidad frente al conjunto de pruebas para arribar a un estado de
conocimiento acerca de los sucesos y de la responsabilidad penal, estado que puede
ser de certeza o de duda según las circunstancias específicas de cada evento
concreto. Ese margen para la movilidad intelectual en la asignación del mérito a las
pruebas encuentra límite en los postulados de las ciencias, las reglas de la lógica y las
máximas de la experiencia o sentido común.

Ahora bien, si la pretensión consiste en demostrar que el Juez de segunda instancia


quebrantó definitivamente los postulados de la sana crítica y produjo una decisión a
todas luces desfasada y por ello arbitraria, el camino a seguir en búsqueda de la
casación es el del error por falso raciocinio, que tiene su propia técnica,
especialmente en cuanto exige al demandante:

a-. señalar cuál postulado científico, o cuál principio de la lógica, o cuál máxima de la
experiencia fue desconocido por fallador;

b-. indicar entonces cuál ha debido ser el aporte científico correcto, la regla de la
lógica apropiada o la máxima de la experiencia que debió tenerse en cuenta para
esclarecer el asunto debatido; y finalmente,

c-. demostrar la trascendencia de ese error de modo que si no se hubiera incurrido en


él la decisión del juez hubiera sido radicalmente distinta.

El yerro demostrado en la forma antes señalada, en operación de causa a efecto,


debe enlazarse con la violación indirecta de determinada ley sustancial por falta de
aplicación, aplicación indebida o interpretación errónea, todo en procura de verificar
que el fallo impugnado es manifiestamente contrario a derecho.

3. La sola discrepancia entre las opiniones jurídicas del juzgador y de la defensa no


implica vulneración de los principios de la lógica, la ciencia o la experiencia, que son
las bases de la sana crítica, por cuanto la opción que se escoja es el resultado del
proceso de convicción racional y fundada del juez; y para poder afirmar que aquellos
principios fueron conculcados, sería necesario contar con puntos de referencia que
permitieran deducir del razonamiento judicial el atentado a verdades

183
incontrovertibles con base en la experiencia, lo que comporta deformación en el
contenido de la prueba.

Esos han debido ser los objetivos de demostración a desarrollar por el casacionista,
quien, en este caso, escuetamente aportó un punto de vista distinto al de los
juzgadores, en procedimiento inocuo para probar la causal de casación alegada.

4. El demandante solicita a la Corte resolver las supuestas dudas que afloran a favor
de los hermanos (…) y (…). Sin embargo, no discurrió en armonía con la técnica de
casación, pues el in dubio pro reo requiere un desarrollo específico y acorde a ésta vía
extraordinaria y excepcional con la que se pretende anular la condena.

Los errores frente a la duda probatoria suelen ocurrir por una de dos hipótesis: la
primera, cuando el Tribunal, a pesar de reconocer en su discurso la ausencia de
certeza deja de aplicar el in dubio pro reo. En este evento se debe demandar la
violación directa del artículo 445 del Código de Procedimiento Penal, por falta de
aplicación. La segunda, se presenta cuando el Tribunal supone certeza a pesar de que
en verdad no se puede llegar a este grado de convencimiento. En este caso la
violación a la ley sustancial ocurre por vía indirecta y los cargos en casación deben
estructurarse por error de hecho en cualquiera de sus modalidades.

Es claro que para el Tribunal Superior de Bogotá el acopio probatorio no dejó resquicio
de duda y así lo declara en el texto del fallo, de suerte que optó por condenar ante su
convicción de certeza, quedando únicamente por explorar la violación indirecta de la
ley, (articulo 445 del Código de Procedimiento Penal), a través de errores de hecho o
de derecho en la valoración probatoria.

En la demanda que se examina, si bien el defensor seleccionó la vía adecuada, se


limitó a cuestionar algunas pruebas sobre las que hizo recaer los supuestos errores de
hecho. No obstante, como lo que perseguía era demostrar la ausencia de certeza
acerca de la responsabilidad de los procesados, debió adentrarse en el análisis global
de la prueba, pero no lo hizo.

5. En lo que atañe a la última censura, atina el Procurador Primero Delegado en lo


Penal al advertir que el reconocimiento de la violación directa de la ley impone como
presupuesto la aceptación por parte del demandante de la realidad procesal
declarada por los sentenciadores; ello significa que la inaplicación de la atenuante del
artículo 60 del Código Penal puede ser corregida en esta sede, solamente cuando la
sentencia impugnada tiene por demostrados sus elementos, esto es, que el procesado
haya actuado en estado de ira e intenso dolor, y que este haya sido causado por un
comportamiento grave e injusto. De no ser así, la censura debe ser encauzada por la
vía indirecta, por cuanto presupone la discusión probatoria sobre la concurrencia de
tales supuestos.

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Sentencia Casación
FECHA : 30/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : MORALES SANCHEZ, JOSE MAURICIO
PROCESADO : MORALES SANCHEZ, WILSON MANUEL
DELITOS : Homicidio
PROCESO : 10643
PUBLICADA : Si

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184
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VIOLACION DIRECTA DE LA LEY-Aplicación indebida/ HURTO CALIFICADO-


Con violencia sobre las personas o las cosas/ SECUESTRO

1. Asiste razón al demandante en el cargo primero que formula a la sentencia por la


indebida aplicación de los artículos 2 y 4 de la ley 40 de 1993, con base en los cuales
se responsabilizó al procesado por el concurso de delitos de secuestro simple
atenuado y hurto agravado y calificado (por la violencia sobre las personas de los
ayudantes del vehículo repartidor de mercancías conducido por ...). El efecto de ese
yerro judicial será la casación parcial de la sentencia, pero no para declarar, como
erradamente lo solicita el defensor, la atipicidad de los delitos de hurto y de
secuestro, sino para encajar el hecho declarado probado por el juzgador y admitido
por el censor, exclusivamente en la hipótesis fáctica descrita en el tipo de hurto
calificado por la circunstancia del numeral 1° del artículo 350 del C.P. con las demás
agravantes y disminuciones punitivas de la acción ejecutada.

2. Cuando al apoderamiento en el hurto lo acompaña la violencia sobre las personas,


si ésta es al menos concomitante con la realización de la acción, el atentado contra el
patrimonio económico resulta calificado de conformidad con el numeral primero del
artículo 350 del C. P. Si la violencia se produce subsiguientemente a la realización del
núcleo de la conducta contra el patrimonio económico, el reato también resulta
calificado, no se estructura otro ilícito, pero en este evento debe subsistir la
conexidad teológica (para asegurar el producto o lograr la impunidad de los
responsables) y la cronológica (inmediatez) entre la violencia y el resultado
pretendido.

La situación planteada en el acápite anterior es la que corresponde a la acción


ejecutada por (...), pues la violencia sobre las personas, consistió en una retención
fugaz, convirtiéndose esta última circunstancia en la razón para justificar la
imputación como acción única en cuanto al delito contra el patrimonio económico,
solución ésta con la que se hace prevalecer el principio del non bis in ídem.

La decisión que se ha de adoptar se apoya igualmente en la forma, el lugar y el


escaso tiempo que duró la custodia de los ayudantes, así como la posibilidad que
tuvieron de movilizarse sin problema y riesgo, todo lo cual apunta hacía una acción
ilícita única.

La intención de la retención no fue atentar contra la libertad de locomoción de los


ayudantes, este es un punto que aparece claro, vale decir, el delito de secuestro no
llegó a configurarse, porque la momentánea o efímera retención asumió el carácter
de violencia sobre las personas como calificante del hurto a la luz del numeral 1° del
artículo 350 del C.P, por el cual se había acusado al procesado, más no llegó a afectar
la libertad personal. De manera que no podía atribuirse con tino jurídico el concurso
de punibles cuestionado con razón en la demanda.

La retención de las personas concurrió con la consumación del apoderamiento, y


persistió por un espacio de tiempo ínfimo, sin solución de continuidad en relación con
la consumación de la conducta contra el patrimonio económico. Existió inmediatez en
estas acciones, y el tiempo durante el cual aquéllas fueron limitadas en su libertad
fue mínimo y sin trascendencia en el ámbito propio de los delitos contra la autonomía
personal.

La evidencia y los hechos registrados, no cuestionados por el censor, llevan a concluir


que en verdad se presentó la violación a la ley sustancial - artículos 2 y 4 de la ley 40
de 1993, que definen y sancionan el secuestro simple atenuado -, a los que se les dio
aplicación indebida, siendo esta la razón para que, en desacuerdo con el concepto del
Ministerio Público, se case parcialmente la sentencia y se dosifique la pena conforme
a la adecuación típica que corresponde al caso, con las precisiones que pasan a
hacerse seguidamente.

MAGISTRADO PONENTE: DR. HERMAN GALAN CASTELLANOS

Sentencia Casación
FECHA : 30/05/2001

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DECISION : Casa parcialmente condenando solo por un delito
y
absolviendo por otro
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : VILLADA RUIZ, EDUARDO ANTONIO
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Secuestro simple
PROCESO : 11954
PUBLICADA : Si

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CAMBIO DE RADICACION-Factores externos del medio/ CAMBIO DE


RADICACION-Seguridad e integridad personal del sindicado/ CAMBIO DE
RADICACION-Dilaciones en la celebración de la audiencia

1. Como repetidamente lo ha sostenido la Sala, uno de los factores determinantes de


la competencia en materia penal es el territorial y el cambio de radicación es una
excepción legal al mismo. El principio de que el juzgamiento debe tener ocurrencia
en el lugar donde se cometió el hecho, en consecuencia, no es absoluto. El mismo
puede variarse cuando en el territorio donde se esté adelantando el proceso existan
circunstancias que puedan afectar el orden público, la imparcialidad o la
independencia de la administración de justicia, las garantías procesales, la publicidad
del juzgamiento, la seguridad del sindicado o su integridad personal.

Tales circunstancias previstas taxativamente por el legislador deben ser externas al


juzgador, no subjetivas, y poseer la virtud de generar un ambiente territorial
inadecuado para el juzgamiento. Sólo cuando ello suceda, cuando se demuestre que
en un sitio la justicia no se encuentra en capacidad de ser administrada con rectitud y
eficacia, opera la excepción.

2. Las dificultades asociadas al traslado de reclusos para la celebración de la


audiencia pública o cualquier otra diligencia en la fase del juicio no corresponden en
principio, en condiciones normales, a ninguna de las hipótesis del artículo 83 del
Código de Procedimiento Penal, en consideración a que se trata de problemas
aparejados a la administración carcelaria. La Sala ha aceptado, sin embargo, frente a
situaciones de dificultad extrema en la movilización del detenido que incidan en
forma definitiva en la imposibilidad de finalizar la actuación dentro de los términos
legales previstos para ello, que es viable el cambio de radicación como forma de
protección del debido proceso, a pesar de que la circunstancia en sí misma no ponga
en entredicho ni la imparcialidad ni la independencia del Juzgador.

Así lo concluyó la Corte en un caso en el que un Juzgado de Villavicencio programó la


audiencia pública en 26 oportunidades y no pudo realizarla debido a la dificultad de
trasladar a esa ciudad, desde Bogotá, a varios de los procesados y que se concretó
inclusive en la muerte de un guardia de prisiones. Por estimarlo del caso se
transcriben a continuación algunas de las consideraciones expresadas en dicha
oportunidad:

"De una parte, se trata de un proceso en el cual se ha programado la diligencia de


audiencia pública en 26 oportunidades, sin que haya sido posible su realización. La
principal razón para ello está dada por la dificultad de trasladar de Santafé de Bogotá
a Villavicencio a algunos de los procesados privados de la libertad. Y por el riesgo
que ello ha significado derivado de la peligrosidad de los mismos, el cual se concretó
el 30 de marzo último cuando se surtía el desplazamiento de WILFOR DE JESUS
TABARES (privado de la libertad en la Cárcel Nacional Modelo), con ocasión de la
audiencia pública programada para el día siguiente en Villavicencio. Era conducido
en un bus del servicio público por dos guardias del INPEC y a la altura de Cáqueza
(Cundinamarca) logró escapar, luego de que quienes le ayudaron a hacerlo mataron
cobardemente de un disparo en la cabeza al empleado de prisiones FERNANDO SOTO
CARDENAS.

186
"El hecho precedente que sin duda alguna es demostrativo de la dificultad anotada
para poder continuar con el trámite procesal, paralizado por largo tiempo, no es único
y tampoco aislado. El 1º de agosto de 1997 había sido una vez más programada la
audiencia pública y YUBER BEDOYA LOPEZ debía ser trasladado de la Penitenciería
Central de Colombia a Villavicencio. Pero se decidió no hacer la remisión. El Director
del penal le comunicó al Juzgado que "…a última hora por informes de inteligencia se
tuvo conocimiento que el mismo iba a ser rescatado en el trayecto hacia ese
Juzgado…" (fl. 31). Un hecho similar tuvo ocurrencia el 31 de marzo de 1998. Ese día
la Asesoría Jurídica de La Picota, en relación con el mismo interno, le comunicó
telefónicamente al Juzgado de Villavicencio que la SIJIN en Santafé de Bogotá había
tenido conocimiento de un "plan de rescate… bien en el Aeropuerto o en el trayecto
de la Cárcel al Palacio de Justicia o viceversa".

"Se está entonces en presencia de una situación de riesgo especial que ha incidido de
manera definitiva en la imposibilidad de finalizar el proceso dentro de los términos
legales previstos para ello. Y en dicha medida no ha sido observado el debido
proceso, del cual sin duda alguna forma parte el cumplimiento de sus distintas etapas
dentro de los plazos legales establecidos, los que, por razones en absoluto ajenas al
juzgador, se han desbordado en el presente evento hasta el absurdo de haber sido
programada la audiencia pública en 26 oportunidades sin lograr su realización.

"Dicha afectación de las garantías procesales es a criterio de la Sala suficiente para


aceptar el cambio de radicación del proceso. Sin embargo, otra circunstancia lo
aconseja. Se trata de la seguridad personal de los procesados privados de su libertad
en la Cárcel Distrital de Villavicencio, respecto de los cuales, a raíz de la actitud que
asumieron dentro del proceso, se teme la adopción de represalias por parte de los
inculpados presos en Santafé de Bogotá. Tal fue el motivo de ubicarlos en distintas
cárceles y plantear como solución de la situación procesal existente el volver a
reunirlos en Villavicencio, para facilitar el juzgamiento, actualizaría otra vez el riesgo
que se pretendió resolver.

"Las razones anotadas, entonces, conducen a concluir en la necesidad del cambio de


radicación del proceso al Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, en donde la
infraestructura carcelaria, a pesar de situarse muy lejos de la ideal como es de
público conocimiento, cuenta no obstante con mejores y más adecuados recursos
para conjurar la imposibilidad de seguir adelantando el proceso con sujeción a las
formas propias del juicio y, en paralelo, el riesgo que se yergue sobre la integridad
personal de algunos de los procesados". *

Aunque el caso examinado guarda cierta similitud con el decidido por la Corte, no
cree la Sala que las circunstancias demostradas sean suficientes para autorizar el
cambio de radicación a otro Distrito Judicial. El plan de rescate violento del
procesado GONZALEZ MURGAS, que según las informaciones obtenidas por la Policía
trazaron sus familiares y socios de actividad criminal, aparte de que puede ser
conjurado con el concurso de todas las autoridades (INPEC, Fuerza Pública,
organismos de seguridad), se ha ligado al municipio de San Juan del Cesar y no a todo
el Departamento de La Guajira.

Efectivamente, si entre las opciones de solución al problema a las que se refirió el


Director de la Cárcel del Distrito de Valledupar está la de trasladar al interno a la
Cárcel de Riohacha, es porque esto es posible y porque también lo es la eventualidad
de variar el juzgamiento a dicha capital. En consecuencia, se devolverán las
diligencias a la Sala Penal del Tribunal de origen para que resuelva lo pertinente
dentro de su Distrito Judicial, debiendo enfatizar la Corte que la razón que dio esa
Corporación para que se considerara el cambio de radicación a otro Distrito, atinente
a que no hay transporte aéreo entre Valledupar y La Guajira, es absolutamente
inadmisible.
_____________________________-
* Providencia de la Sala del 2 de junio de 1998. Cambio de radicación 14.506

187
MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Cambio de Radicación
FECHA : 30/05/2001
DECISION : No accede al cambio, devuelve al tribunal para
que
resuelva si hay lugar ......
PROCEDENCIA : Juzgado 2 Promiscuo
CIUDAD : San Juan del Cesar-Guajira
PROCESADO : GONZALEZ MURGAS, EDER ENRIQUE
DELITOS : Homicidio
PROCESO : 18334
PUBLICADA : Si

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VIOLACION DIRECTA DE LA LEY-Interpretación errónea/ DOSIFICACION


PUNITIVA-Marco punitivo/ PENA

1. Es verdad que, en principio, el demandante en este caso ha sido respetuoso de la


técnica que informa la causal primera, sustentada en la vía directa de violación a la
ley sustancial, sobre la base de interpretación errónea de los artículos 61 y 67 del
estatuto Penal, en tanto el postulado que bajo esta fórmula propone, dice en principio
orientarse a demostrar que el Tribunal, pese al acierto en la escogencia de los
preceptos por aplicar, equivocó el sentido de los mismos, esto es, que les habría dado
un alcance jurídico extraño a su real contenido.

Y se afirma que sólo ab initio el actor ha cumplido con los derroteros que son de la
esencia de la vía escogida, en la medida en que siendo efecto de esta clase de
censuras, que el análisis únicamente se retrotraiga al sentido jurídico de la ley, dentro
de este ámbito se desenvuelve inicialmente el ataque al fallo.

2. Reiteradamente ha precisado la Sala que el referido art. 61 del C.P., contempla el


derrotero general regulador de los criterios para la imposición de la pena,
comenzando por la necesidad de atender a los concretos límites para dichos efectos
contemplados por el precepto que describe la conducta objeto de imputación
punitiva, con todas las circunstancias directamente incidentes en los tipos básicos o
especiales y las agravantes y atenuantes específicas concurrentes.

Obtenido después de dicha constatación el marco de la pena dentro de los límites que
la incidencia de todos esos factores tienen sobre la concreta sanción a imponer,
adquieren fundamental importancia los elementos atinentes a la gravedad y
modalidades del delito, el grado de culpabilidad y la personalidad del agente, cuya
deducción es auspiciada en la ley precisamente a partir de la concesión al juez de un
criterio de discrecionalidad y razonabilidad, con sujeción a los cuales finalmente debe
determinar la pena deducible.

Pero la ley no ha establecido en forma anticipada y con un criterio matemático cuál


debe ser la proporción de la pena que puede incrementar el valor de la que en forma
abstracta se ha obtenido a través de los elementos objetivos que la afectan, debiendo
fluctuar dicha variable únicamente entre los límites mínimos y máximos
correspondientes de cara a su concreta individualización, pero existiendo
precisamente un espacio y margen considerables de movilidad que corresponde al
juez concretar.

De este modo, los extremos punitivos, como se sabe, están demarcados por el
perentorio mandato de conformidad con el cual "Sólo podrá imponerse el máximo de
la pena cuando concurran únicamente circunstancias de agravación punitiva y el

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mínimo, cuando concurran exclusivamente de atenuación", sin que el específico
cálculo de la pena, frente a la presencia de circunstancias como las referidas que son
de privativa valoración judicial, esté supeditado por fórmula alguna ni por porcentajes
previos.

Por el contrario, el correcto entendimiento de dicha norma indica "que sólo se pueden
aplicar el mínimo previsto en los casos en que concurran solamente circunstancias de
atenuación, pero ese sólo hecho, la concurrencia exclusiva de circunstancias de
atenuación, no conlleva la obligación para el juez de imponer el mínimo, porque el
análisis del caso conforme al artículo 61 puede hacer aconsejable la aplicación de
pena mayor, tal conclusión se desprende de la expresión "sin perjuicio de lo dispuesto
en el artículo 61" que aparece al final de la norma comentada" (art.67) (Cas. 25 de
marzo de 1.987), mojones a partir de los cuales goza el juez de plena autonomía en la
imposición de la sanción, pues la valoración de los demás factores incidentes le
corresponde por mandato legal y para ello no ha establecido el ordenamiento sobre la
materia una camisa de fuerza cuantitativa exacta que por anticipado le indique los
resultados de una operación semejante.

Precisamente, el confuso planteamiento del casacionista, supone que aún para


deducir, conforme ha sucedido en este caso, la presencia de un ingrediente
intensificador punitivo, como lo es el grado de culpabilidad, el juez debe hacerlo en
un porcentaje tal que ante la concurrencia de otros factores, la sanción no fuese a
superar el tope máximo legal a imponer. Desde luego, esta proposición es errada,
pues mientras el sentenciador respete los límites de la pena y motive expresamente
el elemento que lo lleva a incrementar el reproche punitivo, no pueden operar como
factores incidentales negativos, aquellas circunstancias no predicables en cada caso.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 31/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : PARADA RINCON, ERNESTO ANTONIO
DELITOS : Homicidio
PROCESO : 13765
PUBLICADA : Si

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INDAGATORIA-Interrogatorio/ RESOLUCION DE SITUACION JURIDICA-


Carácter provisional/ ERROR DE HECHO-Falso juicio de identidad y falso
raciocinio/ FALSO JUICIO DE IDENTIDAD/ FALSO RACIOCINIO/ TESTIGO-
presencial

1. Como puede verse, el procesado fue inequívocamente interrogado sobre todos los
aspectos fácticos de la imputación: Los que motivaron la acusación por el delito de
homicidio consumado; los que dieron origen a la acusación por el delito de lesiones
personales; y. los que determinaron la acusación y posterior condena por el delito de
homicidio en la modalidad de tentativa. De suerte que, cualquier alegación
sustentada en la consideración de que el procesado no fue enterado oportunamente
de los hechos objeto de juzgamiento, y que esto le impidió controvertir en tiempo la
imputación, carece de todo sentido.

A juzgar por los términos en los cuales la propuesta de ataque se halla formulada,
podría pensarse que la inconformidad del demandante deriva de la circunstancia de
no haber el instructor definido complementariamente los hechos en la indagatoria por
su denominación jurídica, pero es claro que esta exigencia no está erigida en
condición de validez de la diligencia, y que la ley simplemente dispone que el
imputado sea interrogado "en relación con los hechos que originaron su vinculación"
(artículo 360 C. P. P.), con el fin de que pueda defenderse de ellos, requerimiento que,
como se dejó visto, fue cumplido cabalmente en el caso sub judice.

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2. Tampoco constituye motivo de ineficacia de la actuación procesal que el instructor,
al resolver la situación jurídica del procesado, no hubiese proferido medida de
aseguramiento en su contra por la tentativa de homicidio en María Cristina Muñoz,
pues, como lo sostiene la Delegada en su concepto, la calificación que en dicha
providencia se hace de la conducta investigada es de carácter provisional, y por ende,
susceptible de ser modificada o adicionada en el curso del sumario, o en la resolución
de acusación.

3. Ante todo debe ser precisado que lo planteado realmente por el casacionista no es
un error de hecho por falso juicio de identidad, sino de raciocinio, derivado del
desconocimiento de las reglas de la sana crítica en la apreciación del mérito de las
pruebas. El error de hecho por falso juicio de identidad, ha sido dicho por la Corte, se
presenta cuando el juzgador, al apreciar una determinada prueba, distorsiona su
contenido o expresión fáctica, poniéndola a decir lo que ella materialmente no dice.
Es de carácter objetivo, contemplativo, y su demostración implica hacer evidente dos
aspectos: que los fallos apreciaron la prueba contrariando su literalidad, y que este
desacierto condujo a una decisión contraria a la ley.

El de hecho por falso raciocinio, surge cuando el fallador, en el proceso de evaluación


racional de su mérito, o en la construcción de las inferencias lógicas de contenido
probatorio, se aparta caprichosamente de las reglas de la sana crítica, declarando por
virtud de ese yerro una verdad fáctica distinta de la que revela el proceso. Es de
valoración crítica, supone el respeto por el contenido fáctico de la prueba, surge
lógicamente en un momento posterior al de su contemplación material, y su
demostración impone acreditar, en primer lugar, que la apreciación realizada por los
juzgadores se aparta de los principios de la lógica, los postulados de la ciencia, o las
reglas de la experiencia; y, en segundo término, que por razón de este yerro se llegó
a una decisión contraria al ordenamiento jurídico (Cfr. Casación de 15 de diciembre
del 2000, Magistrado Ponente Dr. Fernando Arboleda Ripoll, entre otras).

La propuesta de ataque se apoya básicamente en la afirmación de que los juzgadores


desconocieron los criterios de valoración racional de la prueba, en la apreciación que
hicieron del mérito demostrativo de los testimonios de (…). Este planteamiento,
acorde con las precisiones que vienen de hacerse, imponía para el demandante tener
que evidenciar que la valoración realizada por ellos contrariaba de manera manifiesta
las reglas de la sana crítica, por desconocimiento de los principios de la lógica, las
reglas de la experiencia, o los postulados de la ciencia, y que esta equivocada
apreciación condujo a una decisión ilegal.
...

Si el casacionista pretendía, por tanto, acreditar la existencia de un error de hecho por


falso raciocinio en la apreciación de las mencionadas pruebas, debió haber probado
que las consideraciones que vienen de ser relacionadas, y las demás que sirvieron de
sustento a los fallos de instancia, contrariaban, de manera manifiesta, las reglas de la
sana crítica, mas no limitarse a criticar cada una de sus conclusiones probatorias con
afirmaciones generales sobre su incorrección, como lo hace cuando sostiene que los
razonamientos de los juzgadores resultan ilógicos y fútiles. O con apoyo en meras
conjeturas, como acontece cuando afirma que las imputaciones a su cliente son
producto de una venganza ideada por los testigos. O, con fundamento en
afirmaciones alejadas de la verdad fáctico procesal, como ocurre cuando asegura que
las versiones de (...), son contradictorias.

4. Cierto es que los citados relatos no son totalmente coincidentes, pero esto, como lo
destacan los juzgadores de instancia, resulta normal si es tomado en cuenta que no
todas las personas que presencian un hecho tienen la misma capacidad de
apreciación, ni se encuentran dentro del mismo plano de percepción visual o auditiva,
y que además de ello, las discrepancias que se presentan en el caso sub judice no son
de contenido sustancial, como para llegar a pensar, razonablemente, que los testigos
no estuvieron presentes en la escena del crimen, o que sus afirmaciones sobre lo
sucedido no son verdaderas.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Casación
FECHA : 31/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : CALDERON PAVA, ARMANDO

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DELITOS : Lesiones personales, Tentativa de homicidio,
Homicidio
PROCESO : 13838
PUBLICADA : Si

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IN DUBIO PRO REO-Técnica en casación/ FALSO JUICIO DE IDENTIDAD/


SANA CRITICA

1. Cuando quiera que la pretensión del casacionista se dirija al reconocimiento del in


dubio pro reo, según lo tiene entendido la jurisprudencia de la Sala, dos son las
alternativas que se le presentan para su reclamo por una tal extraordinaria vía: bien
acudiendo a efectuarlo bajo los postulados de la violación directa cuando el
sentenciador acepta su concurrencia pero no la reconoce en la parte resolutiva, que
no es ciertamente este el caso; ora bajo los lineamientos de la violación indirecta en
el evento en que el fallo no la admite pero el censor demuestra a la Corte su
existencia por haber incurrido aquél en error de hecho o de derecho.

Escogida por el acá demandante la segunda de dichas alternativas, si bien, en


principio, la formulación teórica del cargo se ciñe a las exigencias técnicas de la
casación, su desarrollo termina apartándose ostensiblemente de los postulados que la
harían viable, pues al censor, tal como lo relieva el Ministerio Público, le correspondía
demostrar en qué sentido el juzgador tergiversó el contenido objetivo de la prueba,
sin que le fuera posible suplir esta exigencia con una simple discrepancia en su
apreciación frente al análisis del fallador, pues una dicha clase de argumentos no es
examinable en esta sede, mucho menos cuando el demandante se apoya en
observaciones subjetivas que atañen únicamente a su ámbito personal, sin aportar
elemento alguno en aras de acreditar que el fallo impugnado incurrió efectivamente
en el invocado falso juicio de identidad.

2. El falso juicio de identidad, como error de hecho comprendido dentro de aquellos


que se denominan de contemplación por cuanto ocurre al momento de apreciar el
contenido material y objetivo del elemento de convicción, supone que el juzgador
alteró su objeto, tergiversándolo, ampliándolo o cercenándolo, lo que obviamente
habrá de repercutir en su valoración.

Sobre dicha premisa, si el censor perseguía, como primera etapa de su ataque, el


reconocimiento de que el fallador incurrió, al examinar el objeto de los testimonios
rendidos por la víctima y su hijo, en una de aquellas desviaciones, le correspondía
demostrar de qué manera la sentencia impugnada varió el sentido de las
declaraciones que éstos rindieron y no simplemente exponer una serie de
argumentos que se limitan a evidenciar el criterio muy personal del libelista acerca de
la veracidad de esos medios de prueba, pues, como bien lo indica el Delegado, ese
debate ya precluyó en las instancias, no siendo la casación una tercera en que se
propicie uno nuevo a través del cual se retorne sobre la mayor o menor credibilidad
que merecían las probanzas.

3. Es que, si el censor no está de acuerdo con la apreciación efectuada por el Juez, es


su deber demostrar fehacientemente que éste vulneró las reglas de la experiencia, las
leyes de la ciencia, o los principios de la lógica, precisando cuáles y de qué manera
ocurrió semejante infracción, expresando, por consiguiente cuáles entonces eran las
aplicables al caso y por qué. No basta la simple, escueta e indemostrada afirmación
de que el juzgador infringió unas tales reglas para que el ataque casacional sea
viable.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 31/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bucaramanga
PROCESADO : GUTIERREZ MORENO, MAURICIO

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DELITOS : Porte de armas de defensa personal, Tentativa
de
homicidio agravado
PROCESO : 13229
PUBLICADA : Si

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CASACION-Principio de autonomía de los cargos/ RESOLUCION DE


ACUSACION-Competencia del ad quem/ UNIDAD PROCESAL-Ruptura/
SENTENCIA-Omisión de respuesta a los alegatos/ ERROR DE HECHO-Falso
juicio de existencia: suposición de la prueba/ NULIDAD/ CASACION-
Procedencia, decisiones interlocutorias/ AUTOS INTERLOCUTORIOS

1. No discute la Corte, como afirma la Delegada rememorando el pacífico criterio de


esta Corporación, que constituye una impropiedad dentro de la técnica casacional la
alegación indiscriminada y bajo una misma censura de diferentes anomalías
cometidas en el curso del proceso, cuando a cada una se le atribuye entidad para
propiciar la anulación del trámite desde diverso hito, pues en tales eventos, por virtud
de la claridad y precisión a la que no resulta ajena la propuesta de nulidad, así como
en aras del principio de autonomía de los cargos, se impone al recurrente la
postulación separada de tales irregularidades con señalamiento del orden en que
deben ser examinadas por la Corte, determinado desde luego, por su mayor cobertura
o consecuencia.

Sin embargo, contrario a lo atestado por la Procuraduría, esa situación no se configuró


en este primer ataque donde el actor hizo consistir el único vicio in procedendo
denunciado, en el decreto sin competencia y por parte de la Fiscalía ad quem, de la
acusación elevada en esa misma sede en detrimento del también sindicado Pineda
Toro como coautor de los hechos punibles investigados.

Bien distinto es, de otra parte, que de la irregularidad así argüida el censor derive el
menoscabo de varias garantías fundamentales, concretamente, del derecho de
defensa, del debido proceso, del principio de la doble instancia, y que desde dichas
aristas intente sustentar el reclamo de nulidad, solicitado de acuerdo con este
discurrir argumentativo, desde la actuación que encuentra viciada.

2. Afírmase que cuando la Fiscalía Delegada ante el Tribunal Superior de Ibagué anuló
la acusación dispuesta en esa sede en detrimento del indagado Pineda Toro el
enjuiciamiento no había alcanzado ejecutoria y, por ende, mal puede asegurarse
iniciada la etapa de la causa donde cualquier decisión está reservada al juez
competente.

En efecto, como al desatar la alzada interpuesta contra el calificatorio revocó la


preclusión de la investigación con la cual fue favorecido en primera instancia el
mencionado, para elevar en su contra el correspondiente pliego de cargos con
imposición de la medida de aseguramiento pertinente, resulta forzoso colegir con
apego al artículo 197 del C. de P.P. en armonía con el 440 ibídem, que tal providencia
en manera alguna cobró firmeza con la simple suscripción; por el contrario, imperaba
su notificación con estricto apego al último precepto citado, que al intentarse, puso en
evidencia que Pineda Toro había carecido de asistencia técnica en el curso del
sumario.

Por otra parte, la facultad de la Fiscalía ad quem para declarar la nulidad surgida del
estado del proceso, aún en fase del sumario como se precisó atrás, encontraba
asidero específico y adicional en las atribuciones conferidas en el artículo 305 del C.
de P.P., que le permitía su decreto al advertir la existencia de alguna de las causales
que la propician, máxime en el entendido que la consulta o la apelación confieren al
funcionario de segundo grado la potestad para verificar la legalidad del trámite, a tal
extremo, que la decisión de mérito sólo resulta viable en cuanto se descarte la
configuración de anomalías con entidad para generar la nulidad del proceso.

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3. La unidad procesal en manera alguna constituye un postulado de fatal observancia;
adversamente, el legislador en el artículo 90 del C. de P.P., subrogado por la Ley 81 de
1993, prevé con carácter enunciativo los eventos en los cuales se produce su legítima
ruptura, entre otros y sin que se exceptúe tratándose de acriminados con acusaciones
recíprocas dado el carácter individual de la responsabilidad penal, "cuando se decrete
nulidad parcial de la actuación procesal que obligue a reponer el trámite con relación
a uno de los sindicados…"; hipótesis configurada en el presente asunto, y que
adversamente a lo alegado por el censor, permitió la válida continuidad de las
diligencias en forma separada respecto de los dos indagados.

Más aún, si desde dicho estadio las actuaciones prosiguieron en forma independiente,
ningún quebranto puede pregonarse del derecho de controversia frente a los
elementos de juicio que eventualmente fueron aportados o recaudados en el proceso
seguido por aparte para esclarecer el compromiso de (...) en los hechos punibles, pero
que ninguna consideración o análisis tuvieron en el trámite contra (...), precisamente,
por su inexistencia en él.
....

Finalmente, como la irregularidad que predicó la Fiscalía en relación con (...) por la
ausencia de asistencia técnica en manera alguna se comunicaba al implicado (...), no
podía proceder conforme echa de menos el actor a dejar sin efectos integralmente las
diligencias; por el contrario, la invalidación parcial del trámite surgía obligada de la
anomalía que se detectó respecto de uno sólo de los implicados, máxime que de
conformidad con el artículo 305 del C. de P.P. únicamente procede la nulidad de las
actuaciones que dependan del acto viciado.

De igual modo, conviene aclarar, la ruptura de la unidad procesal se fundamentó, no


en razones de conveniencia y con miras a evitar la dilación del proceso respecto a
(...), como entiende el demandante, sino que fue el resultado de la nulidad parcial
dispuesta en dicho estadio, fundamentada normativamente además, insiste la Corte,
en el supuesto establecido en el precitado numeral 3º del artículo 90 ejusdem.

4. Al tenor del artículo 180-3º del C. de P.P. constituye un requisito de forma y


contenido ineludible en todo fallo, la respuesta a los alegatos presentados por las
partes en la sustentación de sus pretensiones; exigencia que aparece vinculada al
derecho de defensa por cuanto se armoniza con el carácter dialéctico que impregna el
proceso penal.

Por tal razón, la Sala reitera que se genera la nulidad cuando la sentencia omite una
réplica precisa a las solicitudes de los sujetos procesales, particularmente, a las
presentadas por el sindicado y su representante judicial, pues la garantía de la
defensa en su doble ámbito: material y técnica, de manera alguna se satisface, al
menos no con contenido de realidad y en cuanto interesa para los actuales fines, a
través de la mera posibilidad de formular alegaciones antes del proferimiento del fallo
de primera instancia o en el escrito que sustente la apelación incoada contra él, sino
primordialmente, mediante el derecho a obtener una respuesta de fondo a las mismas
(sentencias de julio 6 de 1995, M.P. Dr. Torres Fresneda; marzo 3 de 2000, M.P. Dr.
Córdoba Poveda).

Pero esa situación traducida en la falta de motivación del fallo, corresponde advertir,
es bien distinta de la contestación que no cumple con las expectativas del sujeto
procesal, tildada de inadecuada o que es desacertada en su fundamentación fáctica,
jurídica o probatoria, hipótesis reflejada precisamente y en esencia en el ataque
elevado por el demandante en este asunto.

5. El error de hecho por falso juicio de existencia en la modalidad de suposición de


prueba se presenta cuando el juzgador tiene por existente un medio de persuasión
que no obra materialmente en el proceso, o cuando declara probado un hecho sin
existir medio probatorio que lo demuestre, situación denunciada por el censor y en
verdad constatada en el presente caso, pues ninguno de los elementos de juicio
incorporados al expediente le brinda sustento a esa tajante aseveración del Tribunal.

Sin embargo, el recurrente no demostró la trascendencia de tal yerro conforme se


exigía para un completo desarrollo de la propuesta, esto es, su influjo frente a la
resolución de justicia contenida en la sentencia impugnada, al conformarse con argüir
que por ese desacierto el ad quem no tuvo en cuenta la prueba sobre el
estacionamiento imprudente de otro automotor sobre la vía sin las señales de
prevención correspondientes, cuando se dejó establecido en precedencia, que dicha

193
circunstancia a pesar de ser aceptada por los juzgadores fue desdeñada al discernir el
compromiso de (…) en los sucesos objeto de la causa.

6. No discute la Sala el carácter contravencional de las lesiones causadas en los


mismos sucesos juzgados en las presentes diligencias a las ocupantes del taxi
accidentado (...) y (...), ni el término de prescripción de dos (2) años previsto para
ellas en el artículo 10 de la Ley 228 de 1995; tampoco la vigencia para la fecha del
fallo de primera instancia del artículo 32 ibídem, que disponía la ruptura de la unidad
procesal en caso de conexidad entre un delito y alguna de las contravenciones
establecidas en la precitada Ley; menos aún, que para la época del pronunciamiento
de segunda instancia esta última norma había sido declarada inexequible mediante la
sentencia C-357 del 19 de mayo de 1999.

Sin embargo, no encuentra procedente acceder al pedido del Ministerio Público de


casar el fallo para declarar la prescripción de la acción penal surgida de las referidas
contravenciones. En efecto, el juzgador a quo al advertir la imposibilidad jurídica que
existía para ese entonces de fallarlas conjuntamente con los delitos investigados, las
marginó expresamente de su pronunciamiento y ordenó la expedición de copias con
destino al funcionario competente, esto es, a las mismas no se extendió la sentencia
de primera instancia.

Apelado el fallo, el ad quem al revisar dicho punto y respecto a las contravenciones


decretó la nulidad parcial desde la resolución acusatoria y revocó la orden de expedir
copias por encontrarse prescritas; decisión que así hubiese sido tomada en la
sentencia no pierde su naturaleza interlocutoria que la sustrae por consiguiente del
ámbito del recurso extraordinario, reservado al tenor del artículo 218 del C. de P.P.,
tratándose de la casación ordinaria o excepcional, a las sentencias de segundo grado.

Reitera la Sala en este punto, entonces, que "resulta evidente que las providencias
judiciales se clasifican en sentencias y autos, siendo aquellas las que ordinariamente
ponen fin a una actuación procesal con reconocimiento expreso de la culpabilidad del
procesado - sentencia condenatoria - o de su inocencia - sentencia absolutoria -, si de
instancias se trata, o definen la casación o la acción de revisión; y éstas, decisiones
que si resuelven algún incidente o aspecto sustancial del proceso, se denominarán
"autos interlocutorios", para diferenciarlos de los de sustanciación que se ocupan de
meros trámites. Sólo por excepción, la Ley denomina "sentencia" a una decisión que
en sede de casación invalida el proceso, en los demás casos, la determinación que en
tal sentido tomen los jueces en las instancias, es naturalísticamente un "auto
interlocutorio", así se haya pronunciado, como ocurrió en este caso, con ocasión de la
revisión de una sentencia. Ha dicho la jurisprudencia pacíficamente que no porque
se tomen diversas decisiones dentro de un mismo cuerpo de providencia, cambia la
naturaleza jurídica que la Ley da a esas determinaciones; es apenas, una práctica que
por economía procesal suele usarse en los estrados judiciales" (sentencia de agosto
31 de 1995, M.P. Dr. Dídimo Páez Velandia).

Así mismo, que la naturaleza interlocutoria de una decisión, sea que se adopte en
forma separada o en el cuerpo de una sentencia de instancia, "impide que en su
contra pueda plantearse censura alguna en sede de casación, pues este recurso
extraordinario solamente procede contra sentencias, específicamente contra
sentencias de segunda instancia" (auto de julio 3 de 1996, M.P. Dr. Fernando Arboleda
Ripoll).

MAGISTRADO PONENTE: DR. EDGAR LOMBANA TRUJILLO

Sentencia Casación
FECHA : 31/05/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Ibagué
PROCESADO : CAMACHO PRADA, LUIS EUCLIDES
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 16534
PUBLICADA : Si

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194
CASACION-No es una tercera instancia/ INDICIO-Técnica para atacarlo en
casación/ VIOLACION INDIRECTA DE LA LEY-Técnica/ CAUSAL DE
JUSTIFICACION-Orden de superior/ HOMICIDIO/ CAUSAL DE
JUSTIFICACION-Orden de superior/ EJECUTORIA-Providencia que resuelve la
casación

1. Por ningún motivo, es admisible en casación reducir la demanda a sentar el criterio


de su autor para contraponerlo al del juzgador, con el propósito de que la Corte escoja
uno u otro. Ello, por sí sólo, no entraña la demostración de errores judiciales por
cuanto la sentencia de segunda se presume acertada y legal. Es tarea del
casacionista, entonces, desvirtuar esa presunción probando la existencia de yerros
protuberantes e incidentes en el fallo. Por esta razón, y por muchas otras, la Corte no
puede ser concebida como una tercera instancia.

2. En sentido estricto, no se sabe, en últimas, si el actor atacó el hecho indicador, la


inferencia o el indicio. De una parte, dijo que la justicia no había tenido en cuenta que
(...) se negó a ejecutar a las damas; y, de la otra, que si hubiera sido apreciado tal
hecho, la conclusión sería que las demás muertes habrían sido fruto de la coacción
desplegada por el superior sobre el inferior. Como confeccionó simultáneamente una
amalgama y, además, se abstuvo de demostrar cómo ha debido ser integrada la
prueba indiciaria con la restante, se salió de la técnica, que obliga, entre otras cosas,
a la exactitud de los planteamientos. Sobre esto, la Corte ha sido explícita en varios
pronunciamientos, por ejemplo en la casación del 20 de octubre de 1999, en la que,
con ponencia del Magistrado Carlos Eduardo Mejía Escobar, expuso:

"El indicio es un medio de prueba que permite el conocimiento indirecto de la


realidad. Supone la existencia de un hecho indicador que debe encontrarse
demostrado a través de cualquiera de los medios probatorios autorizados por el
Código de Procedimiento Penal, del cual es derivable la existencia de otro hecho
mediante un proceso de inferencia lógica. Como prueba que es, cuando se alegan en
casación defectos en su apreciación como fundamento de la violación de la ley
sustancial, la vía de ataque debe ser la indirecta y en tal medida es obligación del
recurrente señalar el tipo de error en el cual se incurrió, su modalidad y si el mismo se
predica del hecho indicador, de la inferencia lógica o de la manera como los indicios
se articulan entre síi, es decir, su convergencia, concordancia y fuerza de convicción
por su análisis conjunto".

"Si la equivocación se predica del hecho indicador y se toma en consideración que


debe estar demostrado con otro medio de prueba, los errores susceptibles de
plantearse son tanto de hecho como de derecho".

"De hecho, porque la prueba de la circunstancia conocida pudo haberse supuesto; o


porque pudo haberse dejado de apreciar otro medio demostrativo que la neutralizaba
o disolvía; o porque se tergiversó su contenido material haciéndola decir algo que no
decía; o porque el proceso de valoración que condujo a la afirmación de la premisa a
partir de la cual se hará luego la inferencia, se apartó de los principios de la sana
crítica".

"De derecho, porque el juzgador pudo haber admitido y valorado como prueba
fundante del hecho indicador alguna irregularmente aportada al proceso y por lo
tanto inválida. Como en ningún caso la prueba indiciaria está dentro del proceso
penal sometida a tarifa legal, es obvio que frente a ella la modalidad de error de
derecho conocida como falso juicio de convicción no es susceptible de ser propuesta
a través del recurso extraordinario de casación".

"Ahora bien, cuando el error se predica de la inferencia lógica, ello supone - como
condición lógica del cargo - aceptar la validez de la prueba del hecho indicador, ya
que si ésta es discutida sería un contrasentido plantear al tiempo algún defecto de
juicio valorativo en el marco del mismo ataque. Existe la posibilidad, no obstante, de
refutar el indicio tanto en la prueba del hecho indicador como en la inferencia lógica,
sólo que en cargos distintos y de manera subsidiaria".

"La inferencia lógica, entonces, es atacable en casación. Pero en atención a que la


misma es el resultado de un proceso intelectual valorativo, la única vía posible para
hacerlo es el error de hecho por transgresión ostensible de los principios de la sana
crítica. La hipótesis supone, por lo tanto, la aceptación del hecho indicador y la

195
demostración de que el juzgador realizó un juicio de valor en contravía de las leyes de
la ciencia, los principios de la lógica o de las reglas de la experiencia. Así las cosas,
para que el cargo quede correctamente formulado es imprescindible concretar el error
y demostrar cómo ha sido transgredida o desconocida una ley científica, un principio
de la lógica ( que no niegue ni desconozca la unidad del ser ) o una regla constante
de la experiencia común o aceptada y practicada en medios especializados en una
determinada materia. Se precisa, además y ello es obvio, la fundamentación
correspondiente a la trascendencia del error" (Resalta la Sala, ahora).

3. La violación indirecta de la ley implica la determinación exacta de la prueba o de


las pruebas omitidas, supuestas, tergiversadas o falsamente valoradas, y la
demostración de la recaída precisa de un yerro sobre una o varias de ellas. No tiene
eficacia en casación, entonces, la presentación in genere, de hipotéticas falencias. Es
más que claro que los reparos no se pueden hacer a la prueba "global" o "conjunta".
...

Y conclúyase diciendo que además de las anteriores observaciones, el censor no


comprobó con precisión la existencia de errores ni la infracción, a partir de violaciones
medio, de disposiciones sustanciales. Unicamente - se dice por tercera vez - quiso
organizar y presentar su criterio personal sobre los hechos, sin basamento ni
dirección alguna, aunque, en verdad, mencionó unas disposiciones que estimaba
vulneradas.

4. El tercer cargo sufre de lo mismo que los anteriores. Añádase que si fuera cierto
que (…) hubiera obrado compelido por un mandato superior, éste no eximiría de
responsabilidad penal, como emana de la correcta interpretación de los artículos 91
de la Constitución Política y 29-2 del Código Penal (artículo 2o. de la ley 589 del
2000). Sobre el tema, la Corte Suprema de Justicia siempre ha sido nítida. Así, por
ejem-plo:

En 1952, en vigencia del Código Penal de 1936, dijo lo si-guiente respecto de la orden
entre militares:

"...para que la obediencia sea causal de justificación del hecho realizado por el que
obedece, se requieren varias condiciones: a) Que el hecho ejecutado lo haya sido en
virtud de una orden de carácter militar; b) Que la orden haya sido dada y cumplida
por militares en servicio; c) Que esa orden tenga carácter obligatorio por tratarse de
actos que se ejecutan por razón del servicio, lo que excluye que en esos casos pueda
tener carácter delictuoso; y d) Que no haya habido exceso en su ejecución" ( G. J. T.
LXXI -1952-, p. 552).

Posteriormente, el 17 de marzo de 1961, en presencia del artículo correspondiente del


mismo Estatuto Penal, expresó:

"El artículo 25 del código penal establece, en su ordinal 1o., que el hecho se justifica
por "orden de autoridad competente". La Corte ha decidido que la obediencia
justificativa exige los siguientes requisitos: 1) Una relación oficial de subordinación,
pues nadie puede alegar obediencia si no está obligado a cum-plir lo que se le
manda; 2) Que la orden emane de autoridad superior, y esté dada dentro de los
límites ordinarios de su competencia en relación con su subordinado; 3) Que la orden
sea expedida en las formas en que el subordinado esté obligado a recibirla, ya sea
por escrito u observando determinados requisitos que el procedimiento establezca; y
4) Que la orden no sea delictiva de un modo manifiesto" ( M. P. Dr. Primitivo Vergara
Crespo).

Y más recientemente, el 13 de junio de 1995, determinó:

"...cuando el contenido de una orden sea manifiestamente contrario a derecho, el


funcionario público debe abstenerse de cumplirla, so pena de que al realizar la
actuación contenida en el mandato se deriven consecuencias punibles, caso en el
cual, responderá al igual que su superior. Por su parte, la orden como justificante,
cuya previsión legal se encuentra en el artículo 29 numeral 2o. del Código Penal,
contiene en sí misma unos requisitos que obligan examinar si el mandato es legítimo.
De lo anterior se desprende que, en uno y otro caso, la orden debe ser legítima; que
auncuando se emita con las formalidades legales, si tiene un contenido antijurídico
jamás podrá justificar un hecho, pese a que se invoque el principio constitucional de
que trata el artículo 91, pues de él no se desprende, un obedecimiento ciego, sino su
cumplimiento dentro de los límites racionales y coherentes que demandan un estado

196
de derecho y apreciando las concretas circunstancias que rodeen el hecho al
momento de su ejecución" (M.P. Dr. Carlos E. Mejía Escobar. G.J.T. CCXXXVI, 1er.
semestre, No. 2475, Volumen II, ps. 1151/2).

Si como se desprende del expediente y como lo han manifestado las dos instancias,
los hechos investigados y juzgados no tenían nada que ver con la investidura militar,
ni con el servicio ni con ocasión del mismo, es claro que la orden impartida no forzaba
a (...) a cumplirla, sobre todo si, como está establecido, la finalidad era cometer
delitos fácilmente perceptibles. Por eso el juzgado de primera instancia, cuando
afrontó el tema, dijo que "...no se trataba de actos del servicio sino de actos de
pillaje..." (fol. 359, C.8).

5. Por último, la Sala debe precisar lo siguiente: en esta sentencia se ha decidido, de


una parte, no casar el fallo impugnado, por las ra-zones suficientemente explicadas;
y, de la otra, cesar procedi-miento por razones totalmente objetivas, la muerte del
procesado y la prescripción de la acción penal, lo que implica, en este último evento,
redosificar la pena, también con criterio eminentemente objetivo, es decir, siguiendo
los lineamientos de fijación tomados en cuenta por la primera y la segunda instancias.
De aquí se des-prende que como no se sustituye o reemplaza la sentencia im-
pugnada, con las voces del artículo 197 del Código de Procedi-miento Penal, este fallo
queda ejecutoriado el mismo día de su ex-pedición. Este ha sido la postura de la Sala,
como se percibe, por ejemplo, en decisiones del 2 de noviembre y del 18 de
diciembre del año 2000, M.s.Ps. Nilson Pinilla Pinilla y Carlos Eduardo Mejía Escobar,
respectivamente.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 31/05/2001
DECISION : No casa, cesa procedimiento por muerte, declara
prescripción, reajusta penas
PROCEDENCIA : Tribunal
CIUDAD : Nacional
PROCESADO : CASTILLO VELEZ, JHON JAIRO
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Homicidio agravado,
Daño
en bien ajeno
PROCESO : 15566
PUBLICADA : Si

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NULIDAD-Principios/ INDAGATORIA-Interrogatorio/ SITUACION JURIDICA/


DICTAMEN PERICIAL-Traslado/ PRINCIPIO DE LEALTAD/ DICTAMEN
PERICIAL-Incompleto

1. Para responder lo planteado en torno al punto por el Ministerio público y la defensa,


ha de comenzar por decir la Corte, conforme lo ha hecho en oportunidades anteriores,
que el ordenamiento procesal penal vigente, contrario a la regulación mantenida en
precedentes estatutos, se ocupa del tema relacionado con los motivos de invalidación
de los actos procesales, reconociendo la operancia de los principios de oportunidad,
lealtad, taxatividad, protección convalidación, trascendencia y residualidad.

De acuerdo con ellos, si bien con carácter general es posible invocar nulidades
originadas en la etapa de instrucción hasta el término de traslado común para
preparar la audiencia, ya que de no hacerse sólo podrán ser debatidas en el recurso
extraordinario de casación (oportunidad), en virtud del principio de lealtad, es deber
para las partes y el juez, postular la configuración del motivo anulatorio, en un caso, o
decretar la nulidad, en el otro, apenas se tenga conocimiento del vicio; solamente es
posible alegar las nulidades expresamente previstas en la ley, (taxatividad); no puede
invocarlas el sujeto procesal que con su conducta haya dado lugar a la configuración
del motivo invalidatorio, salvo el caso de ausencia de defensa técnica, (protección);
aunque se configure la irregularidad, ella puede convalidarse con el consentimiento
expreso o tácito del sujeto perjudicado, a condición de ser observadas las garantías

197
fundamentales, (convalidación); quien alegue la nulidad está en la obligación de
acreditar que la irregularidad sustancial afecta las garantías constitucionales de los
sujetos procesales o desconoce las bases fundamentales de la instrucción y/o el
juzgamiento, (trascendencia); y, además, que no existe otro remedio procesal, distinto
de la nulidad, para subsanar el yerro que se advierte (residualidad).

2. En el evento bajo examen, respecto de la censura formulada por la Representación


del ministerio público, que en síntesis se reduce a sostener que el doctor (…) no fue
interrogado en la indagatoria acerca de la totalidad de los hechos que dieron lugar a
proferir resolución acusatoria en su contra, y las del defensor en el sentido de que
además de dicha irregularidad no se practicaron las pruebas pedidas en la diligencia
de ampliación de indagatoria y tampoco se corrió traslado del dictamen pericial, debe
advertir la Sala que en los dos primeros casos los supuestos fácticos en que se basa la
pretensión no se comprueban en el trámite, y en el último, si bien ello se aviene a la
realidad de la actuación, carece de la trascendencia jurídica que la defensa reclama,
en términos que seguidamente pasan a precisarse.

Como se tiene establecido y la jurisprudencia lo reconoce, es la injurada una garantía


procesal para la efectividad del derecho de defensa del imputado, en cuanto
corresponde a la oportunidad que el Estado le brinda para que conozca los hechos
que determinaron su vinculación al proceso. También ha sido precisado que la
normatividad procesal no le atribuye carácter de acto de formulación de cargos, y no
exige al instructor precisar la correspondencia de la conducta objeto de investigación
con alguna valoración jurídica concreta, sino exhortarlo a que libre de juramento
responda de manera clara y precisa las preguntas que le sean hechas en relación con
los supuestos fácticos que determinaron su vinculación al proceso con el fin de que
pueda explicar su conducta, sin que para la validez de la diligencia o de las decisiones
que deban adoptarse con fundamento en ella, deban cumplirse determinadas reglas o
fórmulas sacramentales.

Tampoco establece la ley de un específico orden en la formulación del interrogatorio,


ni que las preguntas se expresen en determinado sentido; simplemente que sean
referidas "en relación con los hechos que originaron su vinculación" de modo que
pueda brindar las explicaciones que considere pertinentes.

"De esta manera el Estado cumple con la obligación que le compete de garantizar el
derecho de defensa, y el interrogatorio que deba ser desarrollado por el funcionario
judicial dependerá, como es apenas de obviedad entenderlo, de los antecedentes y
circunstancias conocidas en el proceso, y de la postura que en relación con ellos
asuma el indagado en la diligencia, no de formatos o fórmulas abstractas
preconcebidas.

"Si el imputado, por ejemplo, acepta los hechos, habrá necesidad de entrar a
concretar con su colaboración las circunstancias en las cuales acontecieron, su grado
y forma de participación, y la de los demás intervinientes si los hubo, pero si los
niega, teniendo cabal conocimiento del acontecer fáctico sobre el cual está siendo
interrogado, ningún sentido tiene entrar a indagar sobre dichos aspectos, por resultar
inoficioso, y además inconducente, no siendo dable alegar después, por quien ha
propiciado una tal situación, violación del derecho del derecho de defensa, o
quebrantamiento de las bases fundamentales de la instrucción o el juzgamiento, con
el argumento de que no fue interrogado en debida forma sobre los hechos" (Cfr.
sentencia casación Nov. 24/99. Rad. 14227).

Por ello ha sido dicho que "lo importante es que el interrogatorio al imputado sea
pertinente en relación con los hechos que originaron su vinculación, y que no haya
limitaciones a su intervención o evasivas a sus requerimientos sobre las constancias y
verificaciones que advierta necesarias para su defensa, pues las preguntas
simplemente deben ser eficientes, en el sentido de abarcar, por lo menos
fácticamente, la infracción o las infracciones imputadas al indagado, de tal forma que
pueda ejercer la defensa sobre éstas" (Cfr. Sentencia Casación Diciembre 15 de 1999.
Rad. 12374).

Con todo, si se da en considerar el carácter progresivo que el proceso penal ostenta,


necesariamente ha de concluirse que la diligencia de indagatoria no puede ser
entendida como acto aislado del trámite, separado de las actuaciones anteriores a
ella o de las que deban surtirse con posterioridad a la vinculación formal del
imputado, pues si el objeto de la investigación es el mismo que ha dado lugar a
adelantar indagación preliminar, y en esta etapa el imputado no solo tuvo la

198
oportunidad de acceder al expediente sino de brindar las explicaciones que consideró
necesarias en torno a los hechos materia de averiguación, resulta claro que la
versión, la indagatoria, las sucesivas ampliaciones y la intervención en la audiencia
que llegue a realizarse, integran lo que se conoce como la posición defensiva respecto
del acaecer fáctico génesis de intervención estatal.

De ahí que la legislación haya establecido que el acto de vinculación mediante


indagatoria tiene lugar por razón de los antecedentes y circunstancias que obren en
el proceso, no de otros distintos, sin que resulte viable desconocer la actividad
probatoria llevada a cabo en la indagación preliminar, ni las explicaciones que sobre
el objeto de la investigación hubiere suministrado el imputado en la diligencia de
versión.

Esto no es cabalmente entendido por las partes que en esta oportunidad demandan la
nulidad de lo actuado, aduciendo que el doctor (...) no tuvo conocimiento de la
totalidad de los hechos que determinaron su vinculación jurídica, y que por tanto no
tuvo oportunidad de defenderse de ellos, lo cual, como se verá más adelante, no
consulta la realidad que el proceso evidencia.

Si se revisa la actuación llevada a cabo, sin dificultad se observa que, contrariamente


a lo plasmado por la Procuradora delegada, desde la diligencia de versión libre el
doctor (...) tenía cabal conocimiento de los hechos objeto de averiguación, porque
sobre ello fue interrogado....

Resulta por tanto, carente de fundamento el reproche que se formula, ya que ante la
claridad del interrogatorio sobre los hechos objeto del proceso que ahora se
cuestiona, sobra cualquier explicación por parte de la Corte, pues bien distinto es que
el imputado haya evadido o eludido suministrar las explicaciones que de él fueron
requeridas, a que ahora se aduzca no haber tenido oportunidad de conocer los hechos
por los cuales fue vinculado al proceso.

Y, es que, como ya fue advertido, el conocimiento por el procesado de los hechos por
los cuales se adelanta en su contra el proceso penal, no resulta sólo del interrogatorio
formulado en la diligencia de indagatoria, pues si ello fuera así, la legislación no
habría previsto la posibilidad de que en la etapa de indagación preliminar el imputado
tuviera la posibilidad de ser escuchado en diligencia de versión y tener acceso al
expediente, o habría señalado expresamente que las explicaciones suministradas en
aquella oportunidad no pueden ser tenidas en cuenta en las subsiguientes etapas de
la actuación, pues de acuerdo al carácter progresivo con que se estructura el
proceso, una y otra pieza responden al doble interés, referido, de una parte, a obtener
claridad sobre lo ocurrido, y de otra, a que el imputado tenga la posibilidad de
conocer los hechos que se le atribuyen, brindar las explicaciones que considere
necesarias, y aducir los medios probatorios de defensa.

Es así como, aún en la postrera etapa del juicio oral, el sindicado nuevamente puede
no sólo ser objeto de interrogatorio por el juez y los sujetos procesales, sino que
también puede plantear su argumentación de defensa, que junto con lo expuesto en
los albores de la averiguación preliminar, la instrucción formal y el juicio, integran su
postura defensiva, sin que la ley de rito tenga previsto que en la definición del
proceso únicamente deban considerarse las explicaciones ofrecidas en la audiencia y
no las dadas en las diligencias anteriores a ella.

3. Contrariamente, entonces, a lo consignado en los memoriales de la Representante


del Ministerio Público y la defensa, la Corte no definió la situación jurídica del doctor
(…) solamente por el auxilio de $40.000.000 como impropiamente se pregona, pues si
bien señaló el monto de lo apropiado en la suma de $38.671.586, es lo cierto que no
relacionó dicha suma con el citado auxilio sino con todos los gestionados por el
investigado, y estimó tal cuantía sólo de manera provisional atendiendo la
circunstancia de que la investigación debía continuar como en efecto así ocurrió
recaudando abundante material de prueba con posterioridad a dicho
pronunciamiento, sino en consideración a las consignaciones efectuadas en la cuenta
del investigado:

"La modalidad de peculado imputable es la de apropiación (art. 133 C.P.) que consistió
en sustraer del erario dinero en cuantía que, por ahora, se totaliza en $38.671.586.00,
teniendo en cuenta las consignaciones efectuadas en la cuenta del Senador (...) por
los miembros de la Fundación MESDOB" (Se destaca).

199
Al efecto, conviene recordar un pronunciamiento de esta Corte, con el cual de
despejan las dudas sobre el particular, si es que no empece la argumentación
expuesta, aún pudieran subsistir:

"Este punto ya lo ha dilucidado la Corte al señalar que definida la situación jurídica,


con medida de aseguramiento o sin ella, el proceso continúa sin que se encuentre
prevista la necesidad de volver a definirla por haberse allegado nuevos medios o
ampliado la diligencia de indagatoria, máxime si se toma en cuenta que la etapa
instructiva culmina con un más riguroso examen de las pruebas allegadas y de
proferirse resolución acusatoria se concreta la denominación jurídica de los hechos
por los cuales el procesado ha de responder. Y si el proceso sigue su curso
permitiendo la posibilidad de allegar nuevos elementos de juicio, es de esperarse que
los argumentos expuestos en el acto definitorio de la situación jurídica puedan verse
modificados de cara a la nueva realidad procesal, sea porque se recopilaron nuevas
pruebas o porque sin haber ello sucedido, se tiene una mejor comprensión del
asunto. Sintetizando lo dicho, el objeto de la calificación del sumario son los hechos
materia de investigación y sobre los cuales se indagó al procesado, para lo cual
ninguna limitante constituye lo plasmado en el acto mediante el cual se definió la
situación jurídica (Cfr. Sentencia Unica Instancia. Julio 31/97. MP. Dr Calvete Rangel)".(
Auto Unica Instancia, Junio 5/98 ).

No constituye, por tanto, irregularidad alguna, que la situación jurídica del procesado
hubiere sido resuelta atendiendo lo acreditado probatoriamente hasta el momento, en
tanto que otros aspectos de los hechos objeto de investigación aún no establecidos
con suficiencia, como la cuantía de la apropiación o las circunstancias en que fueron
llevados a cabo, hubieren sido dejadas para que, en el curso de la investigación, se
lograra mayor claridad al respecto.

3. En lo relacionado con el hecho de que se habría omitido el traslado del dictamen


pericial rendido por los expertos contables sobre los registros encontrados en la
Fundación, ha de decirse, de una parte, que de conformidad con lo dispuesto por el
artículo 270 del Código de procedimiento penal, el traslado a las partes sólo resulta
posible si éste es claro, preciso y detallado, condiciones que, como se anotó en el
proveído calificatorio y lo reconoce el defensor en el memorial sustentatorio del
recurso de reposición, distan de cumplirse debido precisamente a que para la fecha
de elaboración no se disponía de todos los elementos probatorios producidos con
posterioridad. Por ello, se destacó cómo al evaluar los soportes de los movimientos
financieros, los peritos utilizan expresiones ambiguas como "presumiblemente",
"probablemente", "supuestamente" que les impiden llegar a conclusiones ciertas y
objetivas.

Con todo, y aún de suponerse que el dictamen pericial refleja la totalidad de los
movimientos financieros realizados por Mesdob con fundamento en los auxilios
parlamentarios gestionados por el doctor (…), es lo cierto que el reparo expuesto se
mantiene sin fundamento, pues la jurisprudencia de esta Corte de antiguo tiene
establecido que la omisión de correr traslado a los sujetos procesales no acarrea
nulidad alguna "toda vez que el no surtirse el traslado de un dictamen a las partes, a
lo sumo podría aceptarse como una irregularidad en todo caso intrascendente y por
ende sin ninguna posibilidad de afectar los derechos del procesado o las reglas de
procedimiento, salvo que se lograse demostrar que no se contó con oportunidad
alguna para conocerlo y por ende para controvertirlo, pues contándose con la
posibilidad de objetarlo de conformidad con lo dispuesto por el artículo 270 del C. de
P.P. "hasta antes de que finalice la audiencia pública", guardar silencio en torno al
contenido del mismo, es mostrar entera conformidad con el resultado que la
comprobación científica ha arrojado" (Cfr. Sentencia de casación, marzo 17/99. M.P.
Dr. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE. Rad. 12.682).

4. El artículo 18 del Código de Procedimiento Penal, establece el principio de lealtad


de los intervinientes en la actuación judicial, el cual comporta el deber de ceñirse
estrictamente a la realidad que el proceso ofrece; presentar todos los argumentos
probatorios y jurídicos en aras de la defensa de los intereses de la parte que se
representa, y ejercer los instrumentos de dialéctica que el ordenamiento procesal
otorga, todo dentro de un marco de oportunidad sin que sea admisible su uso por
instalamentos.

Ello no se observa cumplido por la Representante del ministerio público quien parte
del supuesto errado que el procesado no tuvo oportunidad de conocer y defenderse
de la totalidad de los hechos por los que fue convocado a responder en juicio criminal,

200
lo cual, como ha sido visto, no consulta la realidad del proceso, y para encubrir su
silencio en las etapas previas del proceso, la fase instructiva, durante la ejecutoria de
la providencia calificatoria y aún con posterioridad a ella, en muestra de irrespeto por
la Corporación a la que se dirige como si fuera un órgano de inferior nivel y
denotando particular interés de último momento en este tipo de solicitudes, pretende
sin fundamento la invalidación de parte de lo actuado.

Contrario a lo apreciado en el memorial con que eleva la petición en comento, la


actuación revela que aún desde antes del acto mismo de apertura de la investigación,
se señaló con claridad su objeto, y se precisaron los hechos por los que habría de
indagarse al procesado y posteriormente fue interrogado, conforme así mismo se
consignó en la providencia definitoria de la situación jurídica y más tarde en el auto
calificatorio del sumario, descartando así cualquier clase de atentado a la legalidad
del proceso u otra garantía fundamental, como párrafos arriba se ha visto .

Y es que no obstante conocimiento del objeto de la averiguación previa, reiterado en


el acto de apertura de la investigación, y haber sido notificada personalmente de la
providencia definitoria de la situación jurídica del imputado (fl. 61 vto. cno. 3), del
auto de clausura del ciclo instructivo (fl. 236 vto. cno 5) y de la providencia mediante
la que se decidió no reponer dicho pronunciamiento (fl. 355), deja de lado los
principios de lealtad y oportunidad a que se ha hecho referencia, en la postulación de
la solicitud de que se ocupa este pronunciamiento.

Al efecto es de observarse, que no solamente declinó presentar alegatos de


conclusión, sino que una vez notificada del sentido de la providencia calificatoria del
sumario (fl. 164 vto. cno. 6), dejó vencer en silencio el término previsto en la ley para
haberla recurrido, y tampoco hizo uso del traslado concedido a las partes (fl. 182)
para exponer su posición sobre el recurso interpuesto o la validez de lo rituado hasta
ese momento, lo que por sí mismo deja sin base el argumento expuesto en el sentido
que tan sólo con ocasión del proferimiento de la resolución de acusación pudo
enterarse que la imputación contra el doctor García Romero era por la totalidad de los
auxilios y no por una parte de ellos como dice haberlo entendido.

Sin embargo, para tratar de suplir esta falta de participación activa en el proceso, en
conducta ostensiblemente distante de la fidelidad que la ley exige de las partes, y
más ante lo manifiestamente infundado del pedimento, como recurso de última hora
solicita la anulación, en pretensión que se constituye en abuso de los derechos de
postulación y controversia.

Por ello la Sala no puede dejar de deplorar conductas procesales de la factura de las
que vienen de ser destacadas, pues con ellas no se logra otra cosa que introducir
distractores al proceso, fundados en la sola circunstancia de haberse optado por dejar
transcurrir la actuación sin exponer criterio jurídico alguno sobre los hechos objeto de
averiguación o el trámite llevado a cabo.

No escapa a la consideración de la Corte, que si bien la sola condición de parte otorga


la facultad de demandar pronunciamientos de la jurisdicción en torno a los
planteamientos que se formulen en desarrollo del trámite, dicha discrecionalidad
encuentra un límite y amerita rechazo cuando pretextando ejercer la controversia
fáctica o jurídica, se acude a mecanismos que tienen por finalidad deslegitimar los
actos de las autoridades judiciales o agredir la dignidad del juez.

Debido a esto, llama la atención que en ésta y otras actuaciones a cargo de la


Corporación, sea actitud constante de ciertos litigantes y algunos funcionarios que
teniendo el deber de intervenir en representación de los intereses que les han sido
encomendados, dejan de lado el ejercicio recto del cargo, para dedicarse a cuestionar
de tal modo la validez de lo actuado o la integridad del juzgador con apoyo en
consideraciones ostensiblemente carentes de fundamento, por contrariar la realidad
del proceso en el que actúan.

Se espera por la Corte, no obstante, que en lo sucesivo cumpla las funciones


constitucionales que le son propias, interviniendo cuando sea necesario en defensa
del orden jurídico, del patrimonio público, o de los derechos y garantías
fundamentales; intervención que cobra singular trascendencia siempre que su
desarrollo se enmarque dentro del recto ejercicio de la facultad de control a la función
pública, de defensa del interés común y de respeto por la juridicidad, y no de
intereses particulares.

201
5. La pretensión de que la Corte ordene el traslado del dictamen emitido por el
Investigador Judicial I del Cuerpo Técnico de Investigación, señor Luis Eduardo
Camargo (Fl. 202 y ss. cno. 1 Fiscalía y fls. 300 y ss. cno. No. 1 Corte), resulta
contradictoria no solo con lo sostenido en el memorial precalificatorio donde se afirma
que el dictamen es incompleto por que el perito "no tuvo oportunidad de analizar toda
la ingente prueba producida con posterioridad que soporta la contabilidad", sino con
la siguiente prueba que en el memorial se identifica con el número XX, en la cual
solicita se decrete la prueba pericial "para que por medio de contadores públicos
titulados se siga el iter o camino de los dineros de auxilios oficiales".

Entonces, como en las aludidas condiciones lo procedente no es ordenar correr


traslado de un dictamen pericial que se acusa incompleto, ni disponer la repetición
del ya practicado, sino ordenar de oficio que el Investigador Judicial I (…), elabore de
manera clara y completa el dictamen teniendo en cuenta la totalidad de la prueba
recaudada al expediente.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Unica Instancia
FECHA : 07/06/2001
DECISION : Deniega nulidad, niega unas pruebas, concede
otras,
decreta otras de oficio
PROCEDENCIA : Corte Suprema de Justicia
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : GARCIA ROMERO, JUAN JOSE
DELITOS : Peculado por apropiación
PROCESO : 9230
PUBLICADA : Si

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COLISION DE COMPETENCIA-Fiscal Seccional y Juez Penal Municipal/ JUEZ


PENAL DEL CIRCUITO/ COMPETENCIA

Con el fin de establecer cuál es la autoridad judicial llamada a dirimir el presente


conflicto obligado se impone precisar que el mismo se presenta entre un Fiscal
Seccional que rechaza el conocimiento de las presentes diligencias porque, en su
criterio, la conducta a investigar (adulteración de uno de los sistemas de
identificación de un automotor) configura una contravención de conocimiento de los
Juzgados Penales Municipales, y un despacho de esta especialidad, que también la
declina, porque el "quehacer delictivo denominado FALSEDAD", no le ha sido
atribuido para su conocimiento ni por las Leyes 23 de 1991 y 228 de 1995 ni por el
estatuto procesal penal.

Si lo anterior es así, es claro que el llamado a dirimir conflictos como el presente,


atendida la naturaleza del hecho y los funcionarios involucrados, es el Juez Penal del
Circuito del lugar donde aquél tuvo ocurrencia, en tanto que así lo dispone en forma
perentoria el artículo 34 de la Ley 228 de 1995, cuyo tenor literal es el siguiente:

"Artículo 34.- Conflicto de competencias.- Todo conflicto de competencias que se


suscite entre autoridades de policía y entre fiscales, o entre fiscales y jueces, será
resuelto por los jueces del circuito del lugar donde se cometió el hecho"."

Esta norma, por su especialidad, excluye la intervención de la Sala Plena de la Corte a


la cual en principio correspondería su definición atendida la previsión sobre
competencia residual contenida en el artículo 17 de la Ley 270 de 1996, Estatutaria
de la Administración de Justicia, a cuyo amparo otrora se dirimieron conflictos de
similares características al ahora planteado.

202
No obstante, como sobre la vigencia del artículo 34 de la Ley 228 de 1995 aún con la
expedición de la referida ley estatutaria y, en particular, sobre su ámbito de
aplicación, ya la Sala Plena de la Corte mayoritariamente plasmó su criterio
interpretativo en providencia de julio 29 de 1999, con ponencia del Magistrado
NILSON PINILLA PINILLA, bien está traer a colación lo que entonces se puntualizó como
sustento de la decisión de abstención que habrá de adoptar esta Sala de Casación
Penal a donde fueron remitidas las diligencias por uno de los funcionarios
colisionados.

En efecto, sobre el particular allí se dijo:

"Esta es una norma especial vigente y, en consecuencia, de imperioso cumplimiento


para la totalidad de los casos subsumibles en la previsión, que de manera directa
instituye cuál es el funcionario competente para dirimir unos específicos eventos de
colisión de competencias. Su sentido es bien claro, lo cual impone que el tenor literal
no pueda ser desatendido a pretexto de consultar su espíritu o de encontrarle
significación latente, ni limitaciones no deducibles de su literalidad.

"Forma parte del régimen aplicable a las contravenciones especiales, establecido por
la Ley 228 de 1995, mediante la cual se determina el mencionado régimen "y se
dictan otras disposiciones", precaviendo algunas hipótesis de eventual contraposición
con lo dispuesto por el artículo 169 de la Constitución, al igual que el 158, en lo
pertinente, de acuerdo con lo que a continuación se analiza.

"Si bien el propósito del legislador fue consagrar un estatuto especial destinado a
regular tales contravenciones, para integrar su normatividad dentro del universo
jurídico con el cual necesariamente ha de interrelacionarse resultaba imprescindible
incluir en su articulado normas de concordancia, que como ocurre en cualquier otro
conjunto de preceptos, obligaban en este caso a ocuparse de aspectos más allá de lo
puramente contravencional, pero íntimamente relacionados y atinentes a la
aplicabilidad y armonización del régimen específico.

"Por tal razón, a manera de ejemplo y en referencia a un aspecto de la integración


requerida entre el régimen de los delitos y éste de las contravenciones, el artículo 32
de la ley en cuestión también se ocupó de aquéllos, para señalar que "en caso de
conexidad entre un delito y algunas de las contravenciones de que trata la presente
ley, no se conservará la unidad procesal". Este precepto fue declarado inexequible
recientemente (sentencia C-357/99, M. P. José Gregorio Hernández Galindo, mayo
19/99), por factores tendientes a preservar la unidad procesal y sin ningún reparo al
tratamiento en el estatuto de las contravenciones de asuntos interrelacionados entre
éstas y los delitos.

"Con respetable criterio se había venido observando que, por tratarse de un estatuto
contravencional, el precepto que dentro de él establece la competencia para dirimir
colisiones solamente se aplica a los conflictos que surjan en el conocimiento de las
contravenciones especiales.

"Así se plasmó esta parte de la tesis, en la providencia de fecha junio 11 de 1998, M.


P. doctor Juan Manuel Torres Fresneda, radicación 0137, que desde entonces y hasta
ahora venía siendo acogida por la mayoría de la Sala:

"… la Ley 228 de 1995 ni había modificado el Código de Procedimiento Penal en


materia de competencias, ni reguló tema distinto al de las contravenciones, lo que
hacía surgir una limitación de contenido que a modo de restrictor impedía entender
que allí se diesen facultades a los jueces del Circuito para definir temas relacionados
con conductas delictuales."

"Pero el precepto antes transcrito efectúa referencia expresa a los fiscales y éstos no
conocen sobre contravenciones, sino que instruyen y acusan únicamente acerca de
delitos.

"Puede colegirse, entonces, que si el legislador hubiere querido restringir la cobertura


de lo dispuesto en el artículo 34 de la ley 228 de 1995 exclusivamente a las
contravenciones, no habría involucrado en su texto a los fiscales. Si lo hizo, no
puede existir razón diferente a que también está incluyendo los conflictos de
competencia contravención versus delito, pues es éste último hecho punible lo que
ellos instruyen.

203
"5. TRAMITE LEGISLATIVO: Lo anterior viene a consolidarse al observar la Corte que el
proyecto inicial de lo que vino a convertirse en el artículo 34 de la ley 228 de 1995
proponía: "Artículo 57. Conflicto de competencia. Todo conflicto de competencia que
se suscite por razón del conocimiento de las contravenciones a que se refiere la
presente ley, será resuelto por los jueces del circuito."

"En la sesión conjunta de las Comisiones Primeras de Senado y Cámara celebrada el


22 de noviembre de 1995, el Representante Roberto Herrera presentó la proposición
número 24, por medio de la cual se modificaba aquel texto, entonces como artículo
35 del proyecto de ley número 168 de 1995 Senado, 129 de 1995 Cámara,
aprobándose en forma separada por dichas Comisiones la redacción que finalmente
quedó en la ley como artículo 34, donde resulta notable la supresión de la referencia
a "contravenciones" y la mención expresa de los funcionarios entre los que se puede
suscitar el conflicto que ha de ser dirimido por los jueces penales del circuito, fiscales
incluidos.

"En las Gacetas del Congreso no figuran las razones de esa modificación, pero se
deduce que el fundamento que llevó al legislador a efectuar el cambio de texto, fue
precisamente su propósito de cobijar también la atención de las colisiones de
competencia entre el funcionario que considera estar ante una contravención especial
y aquél que asume el hecho punible como constitutivo de delito. Se determina así
claramente su voluntad de no circunscribirse únicamente a las contravenciones, cuya
mención excluyó y, por el contrario, involucró a funcionarios que no conocen de ellas.

"6. VIGENCIA DEL ARTICULO 34 DE LA LEY 228 DE 1995: Se había interpretado que el
artículo 34 de la ley 228 de 1995 fue tácitamente derogado o al menos limitado por
los artículos 17, numeral 3° y 18, inciso 1°, de la ley 270 de 1996, estatutaria de la
administración de justicia, que le encomendaron a la Sala Plena de la Corte Suprema
de Justicia la resolución de los conflictos de competencia en la jurisdicción ordinaria,
no asignados a alguna de sus Salas o a otra autoridad judicial. En la misma
providencia antes citada se lee:

"El anterior entendimiento se ratifica al expedirse con posterioridad a la Ley 228 de


1995 (diciembre 21), la 270 de 1996 (marzo 7) Estatutaria de la Administración de
Justicia, en cuanto ésta torna además efímera la vigencia del artículo 34 de la anterior,
al contenerse ahora una amplia regulación del tema de las competencias en materia
de conflictos, restringiendo con ello aún más aquella normativa, en lo atinente a las
posibilidades de los juzgados del Circuito."

"De acuerdo con lo que anteriormente se expresaba en los salvamentos de voto,


determina ahora la Corte que no es así, precisamente porque las mencionadas
disposiciones del estatuto judicial están determinando una competencia residual, que
viene a aplicarse únicamente en los eventos donde no exista norma que adjudique la
función a otra dependencia, que para el caso sí está expresamente encomendada a
los juzgados del circuito por el artículo 34 en cita.

"La Ley 270, por ser estatutaria, se ocupa esencialmente de "la estructura general de
la administración de justicia y sobre los principios sustanciales y procesales que
deben guiar a los jueces en su función de dirimir los diferentes conflictos o asuntos
que se someten a su conocimiento... ...esa habilitación no incluye la facultad de
consagrar asuntos o materias propias de los códigos de procedimiento", sin que ello
signifique, de manera automática, que en algunos eventos no pueda ocuparse "de
regular aspectos que, en primera instancia, son de naturaleza procesal" (Corte
Constitucional, sentencia C-037, febrero 5/96, M. P. Vladimiro Naranjo Mesa,
consideración introductoria).

"Así, la finalidad cardinal de la Ley 270 no está dirigida, en este punto, a modificar per
se los procedimientos y competencias indicadas en las disposiciones pertinentes, sino
a señalar pautas y superar o llenar, por vía genérica, los vacíos de las regulaciones
específicas. Por eso consagró una competencia residual para resolver aquellos
conflictos que no corresponda expresamente dirimir a otro despacho judicial, lo cual
acarrea como consecuencia que preservó en la ley ordinaria, por lo general, el
señalamiento de la autoridad a quien corresponde tal función y, sólo en su defecto,
subsanará la carencia de disposición específica.

"De esta manera y a falta de otra norma posterior sobre el particular, es


incuestionable que el artículo 34 de la Ley 228 de 1995 se encuentra vigente y que es
obligatorio aplicarlo en todo su significado y extensión, particularmente en lo

204
relacionado a la competencia de los jueces penales del circuito para dirimir las
colisiones entre fiscales y jueces municipales en lo penal, cuando estos últimos estén
llamados a proceder sobre contravenciones, que es el asunto al cual se contrae la
presente motivación.

"De otra parte, es significativo y armoniza con el análisis precedente el tratamiento


distinto dado por el legislador a lo atinente a conflictos entre jueces o fiscales e
inspectores de policía, cuya resolución sí encomendó expresamente en la ley
estatutaria, artículo 114-3, a las Salas Jurisdiccionales Disciplinarias de los Consejos
Seccionales de la Judicatura, reformando allí sí, ex profeso, las disposiciones que
resulten contrarias a tal señalamiento específico.

"7. SOLUCION DEL CONFLICTO POR EL JUEZ PENAL DEL CIRCUITO: También se ha
argumentado que un funcionario judicial no puede resolver una colisión de
competencia en la que esté trabado otro de su misma categoría y que, por ende, no
ha de aceptarse que la ley le haya adjudicado a un juez del circuito la decisión de un
conflicto que se presente entre un juez penal o promiscuo municipal y un fiscal
seccional, delegado éste precisamente ante el juzgado penal del circuito y de su
misma jerarquía.

"No se discute la conveniencia y tradición de encomendar esas definiciones a un


superior jerárquico común de los servidores públicos en conflicto, pero esto no es un
precepto constitucional del cual el legislador no pueda apartarse. Si así fuere, no se
admitiría en las corporaciones límite definiciones de competencia efectuadas, por
ejemplo, por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura
en asuntos de distintas jurisdicciones que, como ha ocurrido, lleguen a injerirles.

"No existe razón válida para deducir que el artículo 34 de la Ley 228 de 1995 se aplica
sólo parcialmente, cuando debe regir y cumplirse en su integridad, máxime al
referirse categóricamente a "todo conflicto de competencias que se suscite… entre
fiscales y jueces". El perentorio texto no deja lugar a excepción alguna, salvo que
fuere de inconstitucionalidad, ni remotamente vislumbrada. Siendo que el legislador
no distingue una clase de fiscal ni de juez, mal puede hacerlo el intérprete, ante una
disposición que, se repite, está dirigida a "todo conflicto", cobijando sin distinción a
aquél que involucre a un fiscal local, como en el asunto bajo estudio, de la misma
manera que a un seccional cuando fuere del caso.

"Además, tal función a nivel equiparable no resulta extraña al ordenamiento jurídico.


Como es lógico y acorde con la naturaleza de las atribuciones procesales, es al juez
competente a quien el procedimiento penal le ha asignado el control de legalidad y su
decisión se impone sobre la del fiscal de su misma categoría, lo que también viene a
suceder frente a la calificación del hecho punible, cuando en el juicio aprecia
razonablemente que no es la acusada por el instructor.

"8. CONCLUSION: No subsiste fundamento para pretermitir la aplicación de un


precepto expreso e inequívoco, como lo es el tantas veces citado artículo 34 de la Ley
228 de 1995, vigente, especial e imperativo de acuerdo con la sustentación que se ha
expuesto. Por ello, la Corte carece de competencia para dirimir este conflicto y debe,
por ende, abstenerse de resolver (Radicación No. 0178)."

Desde luego que las anteriores razones sustentan conclusión similar en cuanto a una
eventual intervención de esta Sala para dirimir el presente conflicto, la cual queda
excluida fundamentalmente por la existencia de norma especial que asigna su
definición a los Juzgados Penales del Circuito del lugar donde ocurrió el hecho, razón
suficiente para que se abstenga de adoptar decisión de fondo.

Así, como se trata de un conflicto que tiene origen en la naturaleza misma del hecho,
en torno al cual la fiscalía considera que se trata de una contravención especial de
falsedad de competencia de los juzgados penales municipales, y el funcionario a
quien se remitió la actuación la declina porque el conocimiento de esta clase de
hechos punibles no le ha sido atribuido por norma vigente alguna, imperioso se ofrece
dar aplicación al artículo 34 de la Ley 228 de 1995.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Auto Colisión de Competencia


FECHA : 07/06/2001
DECISION : Se abstiene de dirimir, remite a juzgados de
reparto de

205
esta ciudad
PROCEDENCIA : Fiscalía 139 Seccional
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : ALARCON GUTIERREZ, SAMUEL GERARDO
DELITOS : Tentativa de hurto calificado y agravado
PROCESO : 18416
PUBLICADA : Si

Aclaración de voto DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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COMPETENCIA FUNCIONAL/ SEGUNDA INSTANCIA/ COLISION DE


COMPETENCIA

El principio de las dos instancias, postulado de raigambre constitucional y legal -Arts.


29, 31 y 86 de la Carta Política, y 16 del C. de P. Penal- cuyo sustento en tratándose
del mecanismo de impugnación lo constituye el recurso ordinario de apelación en los
eventos objeto de controversia, y el instituto de la consulta en los casos
taxativamente señalados por el legislador, presupone el conocimiento del asunto por
parte del superior funcional del juez que emitió la providencia recurrida o de la que
deba ser consultada, a fin de que al revisarla corrija los vicios o yerros de valoración
fáctico-jurídica o de procedimiento en los que pudo haber incurrido el A-Quo.

Dentro del esquema jerarquizado que rige la actividad judicial, resulta claro entonces
que el llamado a pronunciarse sobre la apelación o la consulta es el juez de grado
superior de quien funcionalmente depende el que profirió la providencia objeto de
revisión.

De un tal tenor son las preceptivas contenidas en el Código Procesal Penal, Arts. 200
in fine y 208 a 210, normatividad que expresamente le atribuye competencia al
superior para resolver el recurso de apelación cuando dicho medio de impugnación se
promueve en subsidio del de reposición, o el de hecho cuando se niega aquél; así
mismo, tal facultad es reiterada por el artículo 217 ibidem respecto de la alzada, con
las limitaciones impuestas por la propia Constitución Política y la Ley.

Precisamente en desarrollo de esa competencia funcional es que, conforme con lo


normado en el Art. 70-1 ibidem, los Tribunales Superiores de Distrito Judicial conocen
en segunda instancia de los recursos de apelación y de hecho instaurados en los
procesos de primera instancia de conocimiento de los jueces de circuito, así como la
Corte interviene en segunda instancia en los procesos que en primera conocen los
Tribunales Superiores (Art. 68-4), o los jueces de circuito respecto de las
determinaciones tomadas por los jueces penales y promiscuos municipales (Art. 72-
2).

Por modo que, "la competencia funcional se determina directa y automáticamente en


función de cuál sea el órgano que conozca del proceso, aún sin competencia objetiva
o territorial, en primera instancia", dijo en pasada oportunidad la Sala, auto del 11 de
marzo de 1997, con ponencia de quien aquí cumple similar cometido, como lo
recuerda el funcionario colisionante.

"Tal determinación legislativa -prosigue la Corte- se aviene con la definición


doctrinaria de la competencia funcional como la distribución de la jurisdicción penal
en atención a las fases de desarrollo de la relación procesal penal o a las específicas
actividades por cumplir dentro del proceso, de tal manera que dicho concepto,
analíticamente visto, se refleja más en una situación de dependencia entre órganos
jurisdiccionales, de correlación y coordinación de funciones, o bien de reparto y
supeditación de distintas actividades dentro de la actuación procesal.

"Pero claro que la competencia funcional presupone la competencia por razón de la


materia y por razón del territorio, de tal manera que si el funcionario de primera
instancia se equivoca en este sentido, la solución no se halla en que el órgano de
segundo grado, si en verdad es el superior de aquél que erróneamente se arrogó el
conocimiento y que dictó la providencia, se declare incompetente y deje intacta la

206
decisión que se somete a su revisión; todo lo contrario, debe el ad quem hacer uso de
la habilitación funcional para corregir el yerro en la cuestión objetiva o territorial.

"(…) Así entonces, interpuesto el recurso de apelación u ordenada la consulta, el


funcionario de segunda instancia no sólo cumple su función cuando aprehende de
fondo el asunto sometido a su revisión, sino también cuando examina, si se quiere
privilegiadamente, la regularidad del procedimiento desarrollado en primera instancia
y decreta la nulidad por error en la selección típica y en la determinación de la
competencia objetiva y/o territorial, si es del caso, con más veras cuando se trata de
un factor que constituye presupuesto procesal. Esta manera de proceder, según lo ha
sostenido la Sala en casos similares que examinó en el pasado, respeta no sólo la
dinámica de actuación jerarquizada que la ley ha acordado en la administración de
justicia para resolver el recurso de apelación o desatar la consulta, sino que también
deja a salvo su reiterado criterio doctrinario de que las nulidades sólo pueden ser
decretadas por el funcionario que tenga la competencia legal, pues, aunque el revisor
tenga reparos de facultad por razón de la materia o el territorio, de todas maneras
ostenta la competencia por ser el superior funcional del juez apelado o de aquél que
adoptó la decisión cuya consulta se impone legalmente." -Se ha subrayado-.

Darle interpretación o contenido diversos a las preceptivas que vienen de reseñarse,


conduciría al absurdo de que a expensas de una pretextada incompetencia, la
impugnación o el grado jurisdiccional de la consulta resultara desatándolos el
funcionario que no está llamado a sopesar la validez o legalidad de la providencia
revisada, o lo que es peor aún, el inferior, como lo advirtió la Sala en los
pronunciamientos del 24 de abril, 13 de noviembre y 6 de diciembre de 1996, con
ponencia de los Magistrados Ricardo Calvete Rangel y Fernando Arboleda Ripoll.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Auto Colisión de Competencia


FECHA : 07/06/2001
DECISION : Asigna el conocimiento al Tribunal de Cali
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : PALOMINO MACHADO, HECTOR FABIO
DELITOS : Violación a la Ley 30/86, Homicidio culposo
PROCESO : 18349
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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TERCERO CIVILMENTE RESPONSABLE-Interés para recurrir/ TERCERO


CIVILMENTE RESPONSABLE-Casación-Interés por la cuantía/ CASACION/
PERJUICIOS

Para la procedencia de los recursos ordinarios y de la casación es menester, entre


otros requisitos, que el impugnante tenga interés, que se concreta en el agravio o
perjuicio que la providencia atacada le causa. Además, cuando se trata de la
indemnización de perjuicios, para la existencia del mismo, es necesario que aquéllos
tengan un determinado valor.

Como en el caso que ocupa la atención de la Sala, el cargo tiene por objeto
únicamente lo referente a la indemnización de perjuicios decretados en la sentencia
condenatoria, ya que lo que pretende el tercero civilmente responsable es que se le
excluya del pago de los mismos, deberá tener como fundamento las causales y la
cuantía para recurrir establecidas en las normas que regulan la casación civil, al tenor
de lo establecido por el artículo 221 del C. de P. Penal.

Según lo preceptuado por los artículos 366, inciso 1º , del C. de P. Civil (modificado
por el Decreto 2282 de 1989) y 2º y 3º del Decreto 522 de 1988, la cuantía del
interés en el bienio comprendido entre el 1º de enero de 1998 y el 31 de diciembre de
1999, era de $53.790.000, la que no se alcanza en este evento.

207
En efecto, teniendo en cuenta que el fallo de segunda instancia, proferido el 4 de
mayo de 1998, condenó a los terceros civilmente responsables al pago solidario de
800 gramos oro por concepto de perjuicios morales, y que el valor del gramo oro para
esa fecha era de $13.459,36, se tendrá que el equivalente en moneda nacional era de
$10.767.488.oo, suma muy inferior a la exigida de $53.790.000, de lo que se colige
que el actor carece de interés.

Como el interés es un requisito de procedibilidad, la Sala se encuentra inhibida para


estudiar el cargo propuesto y, por consiguiente, la petición de casación oficiosa hecha
por el Procurador Delegado, siendo lo único procedente desestimar la demanda.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Sentencia Casación
FECHA : 07/06/2001
DECISION : Desestima la demanda
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Buga
TERCERO CIVILMENTE RESP. : GARCIA SANCHEZ, DIONISIO
PARTE CIVIL : RODRIGUEZ ESPINOZA, NESTOR RAUL
PARTE CIVIL : SANCHEZ DE GARCIA, EVANGELINA
PROCESADO : ORTIZ ROJAS, HUMBERTO
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 14873
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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EXTRADICION POSITIVA-Concepto de la Corte Suprema de Justicia/


EXTRADICION POSITIVA-Validez formal de la documentación/ EXTRADICION
POSITIVA-Identidad del solicitado/ EXTRADICION POSITIVA-Equivalencia de
la acusación/ EXTRADICION POSITIVA-Concepto del Ministerio de Relaciones
Exteriores/ PRUEBAS

1. La Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia debe fundamentar el


concepto de extradición en:

A.- Validez formal de la documentación presentada.


B.- Demostración Plena de la identidad del solicitado.
C.- Principio de la doble incriminación.
D.- Equivalencia de la providencia proferida en el extranjero, y
E.- El cumplimiento de lo previsto en los tratados públicos, cuando ellos rijan la
relación entre los Estados. (artículo 558 del Código de Procedimiento Penal)

Adicionalmente a lo anterior, la extradición no podrá concederse cuando el


fundamento de ella sea un delito político o de opinión (artículo 546), o cuando en el
caso de colombianos por nacimiento se trate de hechos cometidos con anterioridad a
la promulgación del acto legislativo No. 1 de 1997. (artículo 35 de la Constitución
Política)

El juicio de conducencia que sobre la prueba hace esta Sala de Casación Penal, está
entonces referido exclusivamente a la aptitud que tengan las pruebas para infirmar o
demostrar cualquiera de los hechos en los que la Corporación debe fundar su
concepto, por lo que a ello se procede en el análisis siguiente.

2. El tema de la validez formal de la documentación dentro de un trámite de


extradición que se rige por el Código de Procedimiento Penal ante la ausencia de
Convenio, está limitado al cumplimiento de los requisitos de forma por parte de la
documentación que es necesaria para solicitar una extradición (artículo 551 del
Código).

La revisión que la Corte hace de esa documentación es meramente formal y esto es,
precisamente, lo opuesto a lo sustancial. De acuerdo a esos parámetros que son
medida y límite de la actuación de la Corporación en este tipo de trámites, la

208
inconducencia de las pruebas que solicita el defensor de (...) es evidente, pues
pretenden discutir la jurisdicción del Estado requirente para el juzgamiento de los
hechos por los que ha solicitado la extradición del mencionado ciudadano
colombiano.

Tal tema no puede ser objeto de debate sino ante los Jueces del país requirente, es
ante ellos que en caso de emitirse concepto favorable y concederse la extradición por
parte del gobierno nacional, debe plantearse la presunta ilegitimidad de su propia
actuación.

2. Para la fundamentación del concepto que debe rendir la Corte no resulta relevante
la crítica que el defensor del requerido en extradición le hace a la Fiscal Delegada
Especializada que tiene a su cargo la investigación radicada con el No. 35.854. La
supuesta manipulación que esa Funcionaria hizo de esa indagación para negarse a
vincular mediante indagatoria a HUGO CARLOS GOMEZ MAYA y de esa manera, según
lo afirma el defensor, renunciar a la jurisdicción nacional, no es un tema que ataña a
ninguno de los aspectos sobre los cuales debe fundarse el concepto de extradición.

Las violaciones al debido proceso o al acceso a la administración de justicia que


predica el defensor del requerido en extradición deben ser denunciadas en otros
escenarios legales o constitucionales, si fuere el caso, los que en todo caso al
estudiarlas y resolverlas no comprometen el trámite que aquí se adelanta.

El defensor señala que es importante determinar la unidad de hechos entre los que
motivan la petición de extradición y aquellos a que se refiere la investigación 35.854
de la Fiscalía Especializada de Bogotá D.C. y que por ello solicita la incorporación de
copia de ese expediente a esa actuación. Al respecto, se ha señalado desde hace
bastante tiempo que "(...) no le corresponde a la Corte entrar a establecer si en
Colombia se adelantan otros procesos adversos al solicitado, ni, por lo mismo,
establecer si entre ellos y el proceso por el cual es requerido en extradición se dan
motivos de conexidad.

"Si de alguna manera la solicitud pretende acreditar que las autoridades nacionales
siguen algún proceso penal en contra del señor (...), es evidente que esa aspiración
desborda los fines del trámite que ante la Corte se impulsa, pues si alguna
consecuencia puede derivar de esa información la competencia y oportunidad de
valorarla conciernen al Ministerio de Justicia en los supuestos que indica el artículo
560 del Código de Procedimiento Penal, lo que devela la improcedencia de su
pedimento en esta sede.

"Y si lo que se busca es controvertir la eventualidad de que por unos mismos hechos
tanto en Colombia como en el exterior se adelanten dos procesos, tampoco ese hecho
es tema del trámite de extradición, pues de ninguna manera podría la Corte calificar
el acierto o validez del procedimiento cumplido por el Estado requirente, ante el cual
tiene el implicado la posibilidad de defenderse, ni, como queda dicho, entrar a
interferir en los procesos que las autoridades nacionales tuvieran bajo su
competencia."*

3. Ninguna relevancia tiene para el concepto que debe rendir la Corte, determinar si
la identidad plena del requerido en extradición fue establecida por el gobierno
requirente mediante algún mecanismo de colaboración previo con el gobierno
requerido . El abogado defensor no señala cuál es la conducencia de esa prueba que
pide, solo pretende demostrar que fue el gobierno nacional el que le suministró al
estadounidense el dato de la identidad plena del ciudadano. Colombiano. Pero es la
prueba por la prueba, no le da a la Corte ninguna razón para explicar cuál es la
utilidad de comprobar ese aserto dentro del trámite de extradición, o de qué manera
afecta la emisión del concepto por parte de esta Corporación demostrar esa hipótesis.
Como la carga de la demostración de la conducencia de las pruebas que se solicitan
le corresponde al solicitante y ella no fue cumplida por el peticionario, se negará su
práctica.

4. La inconducencia de las pruebas que solicita el abogado defensor para tratar de


infirmar el requisito de la equivalencia entre la providencia dictada en el país
requirente y la resolución de acusación nacional, es fácilmente apreciable. Esa
valoración la hará la Corte al momento de emitir el concepto que le corresponde
dentro de este trámite, para lo cual únicamente basta contrastar una y otra para
concluir lo que en derecho corresponda. En tal sentido, el tema de la equivalencia es
objeto de debate a partir de la documentación agregada por el gobierno extranjero

209
para formalizar la petición de extradición, pero por ser un problema estrictamente
jurídico no es objeto de prueba.

5. El Ministerio de Relaciones Exteriores rindió su concepto en la forma y términos del


artículo 552 del Código de Procedimiento Penal. Las discusión que sobre el contenido
de ese concepto advierte el defensor que planteará es estrictamente jurídica y por
tanto el tema no es objeto de prueba. Las hipótesis que propone, expresada en que
"entre los Estados Unidos y Colombia sí existe Tratado de Extradición vigente" no
requiere de elementos de prueba para su eventual demostración. Ese es un alegato
específicamente jurídico que debe sostenerse desde la perspectiva Constitucional y
legal que en Colombia regula la existencia, vigencia y ejecución interna de los
Tratados, nada de lo cual es objeto de prueba por tratarse de normas de carácter
nacional.
_________________
* Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, auto del 17 de agosto de 1995,
Radicación No. 10.624: Estados Unidos de América. Magistardo Ponente: Juan Manuel
Torres Fresneda

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Extradición
FECHA : 07/06/2001
DECISION : Niega las pruebas solicitadas
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : GOMEZ MAYA, HUGO CARLOS
PROCESO : 16309
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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EXTRADICION POSITIVA-Prueba-Responsabilidad del requerido/ NULIDAD

El peticionario no concreta en realidad ninguna violación al derecho de defensa de


(…) que haya ocurrido dentro del trámite de extradición que se adelanta en la Corte
Suprema de Justicia, sino que presenta objeciones a la sustentación probatoria del
Indictment sobre el cual el gobierno de los Estados Unidos de América formaliza la
petición de extradición.

En ese sentido, la nulidad es improcedente, pues la Corte no puede adentrarse en el


estudio sustancial de las pruebas sobre las cuales se sustenta el Indictment o
cualquiera sea el documento que haya aportado el gobierno requirente para dar
cumplimiento al requisito de la equivalencia de la providencia producida en el exterior
frente a la resolución de acusación nacional.

El defensor pretende a través de la anexión de un casete y de la transcripción del


mismo, demostrarle a la Corte que el contenido de esa conversación no guarda
correspondencia con los cargos que se le han formulado en los Estados Unidos de
América al señor (...).

La Corte dentro del trámite de extradición que adelanta no verifica ningún juicio sobre
la responsabildiad del requerido. Ese juicio se realiza o se realizó - según sea el caso
concreto - en el país requirente y es allí frente a los Jueces del Estado que ha
solicitado la cooperación internacional del colombiano, donde deben plantearse todos
los problemas atinentes al contenido sustancial de la resolución de acusación o su
equivalente que haya sido proferida en ese Estado. Frente a la Corte Suprema de
Justicia de Colombia el debate probatorio en ese punto se limita al contenido formal
de ese tipo de providencia, no a su contenido sustancial, ni a su corrección o presunta
incorrección.

Al respecto, la Corte Constitucional en juicio de constitucionalidad que hizo tránsito a


cosa juzgada constitucional, reiteró la posición de la Corte Suprema en los siguientes
términos:en la sentencia C-1106 de 2000, Magistrado Ponente Alfredo Beltrán Sierra.

210
"De conformidad con lo expuesto, y por su propio contenido, el acto mismo de la
extradición no decide, ni en el concepto previo, ni en su concesión posterior sobre la
existencia del delito, ni sobre la autoría, ni sobre las circunstancias de tiempo, modo y
lugar en que se cometió el hecho, ni sobre la culpabilidad del imputado, ni sobre las
causales de agravación o diminuentes punitivas, ni sobre la dosimetría de la pena,
todo lo cual indica que no se está en presencia de un acto de juzgamiento, como
quiera que no se ejerce función jurisdicente.

"Entrar en una controversia de orden jurídico como si se tratara de un acto


jurisdiccional, implicaría el desconocimiento de la soberanía del Estado requirente,
como quiera que es en ese país y no en el requerido en donde se deben debatir y
controvertir las pruebas que obren en el proceso correspondiente, de conformidad
con las disposiciones sobre Derecho Internacional Humanitario y con las normas
penales internas del Estado extranjero.

"4.3. Por otra parte, para el demandante, el concepto que emite la Sala de Casación
Penal de la Corte Suprema de Justicia, debe ser entendido como una providencia
judicial que pone fin al proceso y, por lo tanto, debe incluir un examen material y no
limitarse a realizar un examen formal sobre la documentación aportada, por cuanto,
ante todo, las actuaciones estatales deben propender por el respeto al debido proceso
y la prevalencia del derecho sustancial sobre las formas. Siendo ello así, el concepto
que emite la Corte Suprema de Justicia debe tener los mismos contenidos, exigencias
y recursos de toda providencia judicial.

"Para esta Corporación, no son de recibo los argumentos esgrimidos por el


demandante, porque la Corte Suprema de Justicia en este caso no actúa como juez,
en cuanto no realiza un acto jurisdiccional, como quiera que no le corresponde a ella
en ejercicio de esta función establecer la cuestión fáctica sobre la ocurrencia o no de
los hechos que se le imputan a la persona cuya extradición se solicita, ni las
circunstancias de modo, tiempo y lugar en que pudieron ocurrir, ni tampoco la
adecuación típica de esa conducta a la norma jurídico - penal que la define como
delito, pues si la labor de la Corte fuera esa, sería ella y no el juez extranjero quien
estaría realizando la labor de juzgamiento.

"Por esto - y no por otra razón -, es que la intervención de la Corte Suprema de Justicia
en estos casos, se circunscribe a emitir un concepto en relación con el cumplimiento
del Estado requirente de unos requisitos mínimos que ha de contener la solicitud, los
cuales se señalan en el Código de Procedimiento Penal.

"Así, resulta claro entonces, que ese concepto de la Corte Suprema de Justicia puede
ser acogido o no por el Jefe del Estado, si es favorable, lo que significa que, en
últimas, es el Presidente de la República como supremo director de las relaciones
internacionales del país, quien resuelve si extradita o se abstiene de hacerlo.

"Y, por la misma razón, dada la naturaleza jurídica de la actividad que cumple la Corte
Suprema de Justicia al emitir el concepto aludido, cuando este es negativo lo que se
manifiesta por ella es que no se cumplieron por el Estado requirente, los requisitos
mínimos de esa figura de cooperación internacional señalados en el Código de
Procedimiento Penal y, por ello, ese concepto negativo resulta obligatorio para el
Presidente de la República, pues tanto él como la Corte Suprema de Justicia se
encuentran sometidos a la ley colombiana, sin que, se repite, ese concepto negativo
sea un acto jurisdiccional dado que al emitirlo no se dicta una providencia de
juzgamiento, como ya se dijo.

"Por otra parte, si la manera como se proceda en otros Estados conforme a su derecho
interno comparativamente resulta distinta a la señalada por la ley colombiana y, ello
se considera que pudiera afectar el principio de la reciprocidad, en ese punto,
corresponderá al Jefe del Estado como director supremo de las relaciones
internacionales del país, proceder de acuerdo con la Constitución y con la Convención
de Viena - Derecho de los Tratados - a actuar en consecuencia, sin que pueda la Corte
Constitucional arrebatarle esa competencia".

211
MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Extradición
FECHA : 07/06/2001
DECISION : Niega solicitud de nulidad
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : MEJIA TORO, MAURICIO
PROCESO : 16730
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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CASACION-Principio de prioridad/ QUERELLA-Efectos procesales y


sustanciales/ ABUSO DE CONFIANZA/ PRINCIPIO DE PRECLUSION/ NON
BIS IN IDEM

1. Como bien lo anota el Ministerio Público, olvidó el casacionista el principio de


prioridad, que enseña que primero debe alegarse la nulidad, ya que si se parte del
postulado de que el proceso es nulo, mal puede invocar con preferencia la violación
directa de la ley, que implica reconocer la validez del proceso.

2. El demandante argumenta que debió aplicarse, por favorabilidad, una norma


posterior a la de la ocurrencia de los hechos, es decir la prevista en el decreto 2700
de 1991, que exige querella como requisito de procesabilidad para el delito de abuso
de confianza, y no el anterior Código de Procedimiento Penal, decreto 050 de 1987, en
el cual este delito es de investigación oficiosa.

La querella es la solicitud que hace el sujeto pasivo de la conducta punible para que
se inicie investigación penal por un ilícito para el cual se previó por el legislador esa
condición.

La legitimidad de la querella en este caso depende exclusivamente de que haya sido


presentada por el titular de los bienes muebles sobre los cuales recayó la conducta de
abuso de confianza imputada al procesado.

La condición de sujeto pasivo de un delito y por ende la titularidad para ser


querellante legítimo está otorgada por la ley y no por la decisión de un juez y menos
por la interpretación interesada que a una providencia le dé uno de los sujetos
procesales.

Conforme a lo dispuesto en el artículo 30 del decreto 2700 de 1991, son legítimos


querellantes: a) El sujeto pasivo de la conducta punible, o lo que es igual, el titular del
interés jurídicamente protegido por el tipo penal, b) De las sociedades el
representante legal, c) Del incapaz, el representante legal, el Defensor de Familia, el
Agente del Ministerio Público, o el Defensor del Pueblo, d) En caso de imposibilidad
del titular o impedimento de quien puede actuar por representación, la querella
puede ser interpuesta por los perjudicados directos, e) Cuando el bien jurídico
lesionado o puesto en peligro esté relacionado con el interés público, el Ministerio
Público, f) Si el sujeto pasivo es la sociedad el defensor del pueblo, g) En los delitos de
inasistencia alimentaria, también es querellante legítimo el Defensor de Familia.

El legislador, con acierto, reconoció de manera expresa que algunas disposiciones de


naturaleza procesal generan efectos sustanciales (artículo 10 del decreto 2700 de
1991).

En esta oportunidad es necesario precisar, si la querella tiene solamente alcances


procesales, dado que se le ha examinado en el marco de condición de procesabilidad,
naturaleza dada por el artículo 1° de la ley 81 de 1993.

Desde ya se hace necesario afirmar que resultan innegables los efectos procesales y
sustanciales que se derivan de la querella.

212
Efectos procesales. Si se le mira como presupuesto para que el Estado pueda
adelantar la acción penal, o como requisito previo a la adopción de una
determinación, desde luego que las disposiciones que regulan la institución en
comento tienen alcance de mera sustanciación y ritualidad para el juicio.

Un ejemplo de los efectos procesales de la querella, viene dado en los motivos que la
ley previó para disponer la terminación de la acción penal.

La querella legítima habilita la iniciación, adelantamiento y terminación de la


investigación penal. Su ausencia está legalmente prevista como motivo de
terminación de la actuación cumplida, impidiendo al funcionario resolver de fondo el
asunto sometido a su consideración. Así por ejemplo, los artículos 327 y 36 del C.P.P.
(artículos 34 y 352 del decreto 050 de 1987) ordenan dictar resolución inhibitoria,
preclusión de la acción penal o cesación de procedimiento, cuando se establezca que
la acción no podía iniciarse o proseguirse. Más aún, no es posible proferir sentencia,
si está ausente el presupuesto de procesabilidad de la querella.

Efectos sustanciales. Cuando el efecto de un acto procesal incide en la decisión final


que se ha de adoptar en un proceso penal, por ejemplo, impidiendo al funcionario
judicial la declaración de responsabilidad de una persona y la consiguiente imposición
de la sanción, en relación con un hecho determinado, contribuyendo de paso a
mantener incólume el buen nombre (ingrediente de la dignidad humana), dado que
no se genera antecedente penal, o porque habilita la ejecución de otros actos
procesales que producen tales consecuencias, debe admitirse, que estas superan el
ámbito procesal, se trasladan con naturaleza sustancial al asunto objeto del proceso
penal. En efecto:

Desistimiento.

El artículo 34 del Código de Procedimiento Penal determina que el desistimiento


aceptado por el querellado extingue la acción penal. Para que el funcionario judicial lo
admita debe ser presentado por escrito antes de que se profiera sentencia de
primera o única instancia. En los procesos iniciados por ser el delito investigable de
oficio, si no ha culminado la actuación y entra a regir una disposición que exige
querella, no cabe duda que el desistimiento resulta admisible, por los efectos
favorables que ello implica en la relación jurídica penal para el procesado.

La conciliación

La conciliación le permite al procesado terminar anticipadamente el proceso,


obviando la culminación del trámite que le puede significar una sentencia de
condena. Entre los delitos para los cuales se previó aquélla, están los "que admitan
desistimiento" (art. 6 de la ley 81 de 1993), esos delitos no son otros que los
querellables (artículo 34 del C.P.). Si nos ubicamos en el supuesto del proceso iniciado
oficiosamente y en cuyo trámite la legislación introdujo la querella, debe reconocerse
que habrá lugar a la terminación del proceso sin tenerse que hacer declaración de
fondo sobre el asunto, con las implicaciones favorables que de ello se derivan para el
incriminado.
...

El decreto 050 de 1987 tuvo vigencia hasta el día 30 de junio de 1992. A partir del 1
de julio siguiente entró a regir el decreto 2700 de 1991, legislación que dispuso en su
artículo 33 la querella cuando la cuantía del abuso de confianza superara los diez
salarios mínimos legales mensuales, que equivalían a $517.200.

El delito de abuso de confianza para la época en que se presentó la denuncia por el


titular del interés jurídico afectado con la conducta del procesado CAMARGO JIMENEZ
era de aquellos que implicaba para todo habitante del territorio colombiano que
tuviese conocimiento de su ocurrencia el deber de denunciarlo ante las autoridades
nacionales, siendo mayor de dieciocho años, por ser un delito investigable de oficio.

Una relación procesal equilibrada y razonable entre las investigaciones adelantadas a


partir de las disposiciones que impusieron la querella para los delitos de abuso de
confianza, para hacer referencia exclusiva al delito que ocupa la atención de la Sala, y
las actuaciones no terminadas e iniciadas oficiosamente, implica, en el estado en que
se encuentre el proceso y en lo pertinente a ese momento procesal, admitir la
aplicación de los mecanismos que se deriven de la institución de la querella y que
sustancialmente resulten favorables al procesado. Así por ejemplo, el desistimiento, la

213
conciliación, son mecanismos consecuenciales a la naturaleza querellable de los
delitos (art. 34, 38 del C.P.P., estos dos últimos modificados por los artículos 6 y 7 de la
ley 81 de 1993).

En un tránsito de legislación de las características señaladas, la aplicación de las


premisas normativas impone la necesidad de obrarse con prudencia, justicia y
equidad. Sólo así, la decisión judicial, la aplicación de los contenidos jurídicos y el
juicio realizado resulta razonable, coherente y lógico, y por ende, las soluciones serán
adecuadas y justas.

Aplicando lo dicho al asunto sub examine, se tiene que, los efectos procesales de la
querella, se deben resolver conforme al artículo 40 de al ley 153 de 1887, principio de
aplicación inmediata de la norma ritual, en caso de una nueva legislación.
Igualmente, a los trámites agotados se les aplica el principio de preclusión, según el
cual, el proceso se desarrolla a través de una sucesión ordenada y continua de actos
procesales que deben ejecutarse en un plazo predeterminado para ellos. Por
consiguiente, al expirar el término o agotarse la actuación, queda clausurada la
oportunidad procesal y habilitado el estadio subsiguiente, en pos de la culminación
del trámite a que haya lugar. De esta manera se confiere seguridad, precisión al
procedimiento y firmeza a las decisiones judiciales, cuyos efectos deben ser
respetados en el proceso en que se profieran, en la medida en que se respeten los
derechos y las garantías fundamentales de los intervinientes.
...

Si existe relación patrimonial que permita deducir sociedad de hecho o conyugal


entre dos personas, cualquiera de ellos es titular legítimo para querellar en el delito
de abuso de confianza que tenga por objeto material bienes cuyo dominio pertenezca
a esa sociedad. Y, en este caso, a la sociedad conyugal formada por el denunciante,
señor (...) y quien atendió la diligencia de secuestro, señora (...), pertenece la
propiedad de los elementos sobre los cuales recayó la medida cautelar y la conducta
típica.
...

La determinación del querellante legítimo está expresamente reglada por el artículo


30 del C.P.P. otorgándose al sujeto pasivo de la conducta ilícita, independientemente
que ésta coincida o no con quien haya afrontado la diligencia de secuestro.

3. El artículo 29 de la Constitución Política prescribe que "quien sea sindicado tiene


derecho (...) a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho". Este postulado es
repetido en el artículo 1º del C.P.P. De otra parte, la hipótesis jurídica prevista en el
artículo 15 ibídem, resulta concordante con el mandato superior, en cuanto a que la
persona a la que se le haya definido por sentencia ejecutoriada o por providencia de
igual valor su situación, no será sometida a otro proceso por el mismo hecho.

Constituyen una manifestación del debido proceso las garantías procesales


relacionadas con la cosa juzgada (res iudicata pro veritate habetur) y la prohibición de
la doble valoración (ne bis in idem), desarrolladas como norma rectora en los artículos
9° del Código Penal, 1º y 15 del Código de Procedimiento Penal.

Los principios en mención tienen como propósito impedir que se repita la imputación
penal parcial o totalmente, en el mismo o en otro proceso. En tal virtud, si se ha
resuelto de fondo un asunto, el juez penal queda vinculado con la decisión adoptada y
por tanto está obligado a abstenerse de hacer nuevo pronunciamiento de mérito, una
vez conozca de la existencia de esa resolución judicial.

La cosa juzgada se opone a revivir actuaciones judiciales agotadas, prohibe decidir


nuevamente, es un atributo reconocido por la ley a la sentencia en firme, a la decisión
de la que se puede predicar que es irrefragable o inmutable como garantía de
seguridad jurídica.

La esencia del principio de la cosa juzgada es la certeza judicial. El hecho ha sido


debatido y aprobado en juicio, de ahí que la decisión no represente una simple verdad
formal sino que constituya un verdadero acto de justicia material. En estas
condiciones, la providencia que asuma tal naturaleza - de cosa juzgada -, por cumplir
los requisitos que se expresan en seguida, permite en otra actuación que tenga por
objeto idéntico hecho al ya juzgado aplicar el non bis in idem.

214
Son pues requisitos para que una decisión judicial alcance la categoría jurídica de
cosa juzgada: a) La existencia de una providencia de fondo, b) Ejecutoria de la
decisión y que haga tránsito a cosa juzgada. Por lo tanto, no alcanzan este efecto, la
resolución inhibitoria, la sentencia de juez extranjero en los términos de los artículos
14, 15-1, 16 y 17-2 del C.P, la amnistía y el indulto a que se refiere el artículo 78 ídem,
la acción de revisión, la rehabilitación del condenado (526 del C.P.P.), los subrogados
penales, los asuntos que deban ser revisados por efectos del principio de
favorabilidad, entre otras.

El non bis in ídem no permite que simultáneamente los funcionarios judiciales


persigan a una persona más de una vez por un mismo hecho, independientemente de
si ha sido absuelta o condenada. Está garantía fundamental y procesal opera bajo una
triple identidad: de persona (eadem personam) o elemento subjetivo, de objeto
(eadem re) o aspecto fáctico resuelto y de causa (eadem causa petendi) o
fundamento de la pretensión jurídica ante la jurisdicción penal.

Razones de seguridad o certeza jurídica, eficacia de la jurisdicción, economía


procesal, justicia material, la misma naturaleza de derecho fundamental que ostenta,
la necesidad de impedir el proferimiento de decisiones contradictorias, imponen a los
jueces el deber de no desconocer decisiones anteriores o revivir asuntos finiquitados,
nociones estas comprendidas en la garantía procesal del non bis in idem.

Las persecuciones múltiples se pueden solucionar por la vía del non bis in idem o a
través de las reglas de competencia, aún mediante los incidentes de colisión de
competencias, conforme al Título II, Libro I, del Código de Procedimiento Penal.,
disposiciones que deben aplicarse en concordancia con el numeral 5 del artículo 308
del C.P.P. Estas dos últimas soluciones no tienen cabida cuando el rito procesal está
agotado en su totalidad, al menos en una de las actuaciones. En esta eventualidad la
revisión fue la vía que el legislador dejó como posible.

Significa lo dicho que ante dos trámites que versan sobre el mismo hecho, la
prohibición de la persecución múltiple (non bis in idem) impone la necesidad al
funcionario judicial de proceder en cuanto a la acción penal, así: a) Inhibirse de abrir
investigación en la fase previa (artículo 327 del C.P.P.), b) En el sumario precluir la
investigación (artículo 36 Ib.), c) En la causa cesar el procedimiento (artículo 36 Id.), y
d) De no resolverse la situación en las instancias, podrá reclamarse en casación o
mediante el ejercicio de la acción de revisión.
...

El recurrente acusa la sentencia de segunda instancia por el desconocimiento de la


cosa juzgada, apoyando su discurso en la fotocopia simple de una resolución
interlocutoria proferida por la Fiscalía 26 Local de Bogotá, mediante la cual precluyó
una investigación adelantada contra Alfonso Nereo Camargo Jiménez por el delito de
Abuso de Confianza. Es decir, sobre un documento aportado después de la sentencia
que acusa, para reprochar a la sentencia de haberlo desconocido. Hay en todo esto
varios despropósitos.

Se trata de un documento allegado al expediente en una etapa procesal que no


admite, por seguridad jurídica, ninguna fase probatoria.

El documento contiene una fotocopia simple de una resolución de preclusión, cuyo


sello es apenas visible, poco legible y sin que la fecha pueda ser realmente
establecida.

El contenido del documento no permite apreciar que haya existido un juzgamiento


sobre los mismos hechos a los que alude el proceso sobre el cual se estudia la
viabilidad de casar su sentencia de segundo grado.

El recurrente le ha presentado, sorpresivamente, al proceso, una supuesta prueba


sobreviniente para apoyar toda una argumentación sobre cosa juzgada y "non bis in
ídem", como principio de no incurrir en doble valoración, es decir, como su nombre lo
indica, postula, luego de culminadas las instancias, un hecho nuevo y una prueba
nueva como causal de cesación de procedimiento, para que sobre ello se anule y case
una sentencia, que no conoció ni el hecho, ni la prueba.

La cuestión planteada no encaja dentro de la causales objetivas de improseguibilidad


de la acción penal, puesto que el "non bis in ídem" exige justamente de una especial
valoración que se apoye no simplemente en el documento tardíamente aportado sino

215
en el "otro" juzgamiento que constituye este proceso, según la pretensión del
recurrente, en el que "dobla" aquel, a pesar de que ese "otro", al menos por la fecha
de la preclusión alegada, es posterior a la sentencia de segunda instancia atacada en
casación. Es decir, más pareciera que fue el proceso que supuestamente terminó con
preclusión ejecutoriada, el que el "dobló" el proceso que ahora ocupa la atención de
la Corte.

Es un imposible jurídico para la Sala pronunciarse en sede de casación sobre un


hecho ocurrido después de la sentencia de segunda instancia, objeto de este recurso
extraordinario y menos aún sobre una prueba tan elemental que no es posible, por la
etapa en que se encuentra este proceso, ni valorar, ni contradecir como tampoco y
menos todavía respecto del "juzgamiento" en el que fue proferida, lejos del alcance
de la Corporación en este momento procesal.

MAGISTRADO PONENTE: DR. HERMAN GALAN CASTELLANOS

Sentencia Casación
FECHA : 13/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : CAMARGO JIMENEZ, ALFONSO NEREO
DELITOS : Abuso de confianza, Fraude a resolución judicial
PROCESO : 15833
PUBLICADA : Si

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DEFENSOR-Incompatibilidad de intereses: Alcance de la prohibición/


INCONGRUENCIA DE LA SENTENCIA-Técnica/ CIRCUNSTANCIAS DE
AGRAVACION PUNITIVA-No es necesario que la norma que la tipifica
aparezca especificada en la acusación/ CASACION-Interés: Pretensión más
gravosa al recurrente/ FALSO JUICIO DE CONVICCION

1. En el presente asunto surge claro que se transgredió la prohibición contenida en el


artículo 143 del Código de Procedimiento Penal, en el sentido de estar vedado que un
solo defensor asuma la representación de implicados con intereses contrapuestos,
porque alguno de ellos puede quedar disminuido en la asistencia técnica, como
sucedió aquí en forma manifiesta tratándose del susodicho Villarraga, pues insiste la
Sala, el entonces abogado común de los dos indagados orientó sus esfuerzos
defensivos hacia el poderdante Caraballo, con el aditamento de haber procurado su
exoneración avalando la acusación que este último erigió contra aquél desde la
indagatoria. Esto es, tomó partido a favor del mandante, comprometiendo la
situación del defendido de oficio.

Resta añadir en este punto, que el director del sumario no agotó las actuaciones
previstas en la disposición atrás citada para restablecer la representación profesional
del referido implicado, concretamente, omitió declarar esta palmaria incompatibilidad
en la defensa a través de providencia que debía ser notificada personalmente a los
sindicados privados de la libertad y comunicada al defensor, susceptible además del
recurso de reposición.

En estas condiciones es forzoso concluir, como lo hacen la demandante y el


Procurador Tercero Delegado, que resulta extremadamente manifiesto que el
implicado de marras en realidad careció de asistencia técnica; en consecuencia, les

216
asiste razón cuando afirman configurada aquí la violación de dicha garantía y, por
ende, que la sentencia impugnada fue proferida en un juicio viciado de nulidad, al
tenor de lo dispuesto por el artículo 304-3º del C. de P.P., donde no se respetó el
derecho fundamental a una defensa profesional provista convencionalmente o de
oficio.

2. Con fundamento en el artículo 220-3º del C. de P.P., el impugnante acusa la


inconsonancia de la sentencia de segundo grado con la resolución acusatoria, no sólo
por habérsele deducido al sindicado (...) el porte ilegal de armas no imputado en el
pliego de cargos, sino también porque respecto del hurto se derivaron circunstancias
de agravación y atenuación no consideradas para su asistido en dicha providencia.

En la respuesta a esta censura la Sala reitera una vez más que si bien la falta de
congruencia entre la resolución de acusación y el fallo constituye un vicio in
procedendo, concretamente, un error de estructura conceptual por cuanto rompe la
armonía lógica que debe existir en el proceso, respecto del cual la ley ha previsto una
causal específica para demandarlo en la impugnación extraordinaria, no es menos
cierto que un desatino de este talante puede vulnerar las garantías fundamentales del
sindicado y, por ende, en manera alguna resulta desacertado en dicho evento
plantear el cargo por la vía de la causal tercera de casación* , que fue la invocada por
el recurrente en el caso examinado para acusar la violación del debido proceso y, de
contera, del derecho de defensa, ante el sorprendimiento del implicado con cargos y
circunstancias no contenidos en la acusación.

Se aclara sí que en el supuesto comentado, como el yerro involucra la sentencia


impugnada exclusivamente, de acuerdo con las previsiones del artículo 229-1º del C.
de P.P., para corregirlo basta con casar el fallo y dictar el que deba reemplazarlo, sin
que pueda pretenderse la nulidad de la resolución acusatoria, conforme propugna el
demandante perdiendo de vista esta comprensión y a pesar de no elevar reparo
alguno a su legalidad, pues radica el desacierto de los juzgadores, se insiste, en la
falta de consonancia de la sentencia con los cargos formulados en el enjuiciamiento.

3. Por otra parte, no discute la Corte que la falta de consonancia se estructura


también, entre otros eventos, cuando el juzgador al proferir el fallo incluye
circunstancias agravantes de omitida deducción en el calificatorio; sin embargo, esta
situación en manera alguna se verifica en el caso examinado tratándose de la causal
de calificación del hurto por razón de la violencia, que el demandante con apoyo de la
Procuraduría Delegada configuró a partir de la simple comparación de las partes
resolutivas de tales providencias, para establecer de este modo, como en verdad
acontece, que ninguna mención se hizo en dicho acápite del pliego de cargos a ese
supuesto finalmente imputado en el fallo de primer grado sin reparo del ad quem.

En respuesta al reproche así concebido téngase presente que "tanto las


circunstancias objetivas como las subjetivas deben estar sometidas, en menor o
mayor grado, a juicios de valor, y que frente a esta realidad, ambas especies deben
aparecer imputadas en la resolución de acusación, o su equivalente, para que puedan
ser objeto de deducción en la sentencia, no siendo necesario que se las identifique
por su nominación jurídica, o que sean citadas las disposiciones que las describen y
señalan sus implicaciones punitivas (aunque lo ideal es que esto suceda), sino que el
supuesto fáctico aparezca claramente definido en ella, y que no exista la menor duda
acerca de su imputación (Cfr. Casaciones de diciembre 18 del 2000 y febrero 21 del
2001, Magistrado Ponente doctor Carlos Augusto Gálvez Argote).

"En síntesis, se tiene que la Corte, en la actualidad, es del criterio que todas las
circunstancias que impliquen incremento punitivo, específicas o genéricas, valorativas
o no valorativas, en cualquiera de sus modalidades, deben hacer parte de la
imputación fáctica de la acusación para que puedan ser deducidas en la sentencia,
siendo suficiente para que esta exigencia se cumpla que el supuesto de hecho que las
estructura aparezca claramente definido en ella, de suerte que su imputación surja
inequívoca de su contenido" (sentencia de abril 4 de 2001, M.P. Dr. Arboleda Ripoll,
radicado 10.868), como resulta claro en el presente enjuiciamiento en relación con la
aludida circunstancia de calificación del hurto.

En efecto, del simple examen de la resolución acusatoria se discierne que la Fiscalía


omitió toda referencia expresa a la norma descriptiva de dicho supuesto modificador
de los extremos de la pena, sin embargo, del contexto de la misma surge inequívoca
su imputación Así, en la valoración conjunta de la prueba allegada al proceso el
instructor aludió en forma insistente al despliegue de la violencia por parte de los

217
sindicados para procurar el apoderamiento del automóvil objeto material del delito
contra el patrimonio económico; más aún, en el aparte conclusivo de dicho análisis
luego de afirmar la comisión del delito sobre un automotor, en forma contundente se
señaló que "para asegurar el producto de tal ilícito fue que se ultimó violentamente al
precitado interfecto" (fl. 261 cdno. 2), reproduciendo en tales términos el supuesto
previsto en el aparte in fine del artículo 350 del Código Penal.

De conformidad con las motivaciones anteriores el cargo de incongruencia formulado


prospera sólo en parte, por lo tanto, impera casar parcialmente la sentencia recurrida
en relación con el sindicado José Luis Caraballo para armonizarla con la resolución
acusatoria, en el sentido de condenarlo únicamente por la coautoría en el homicidio
agravado y su complicidad en el hurto calificado e igualmente agravado,
circunstancia que conlleva, por ende, el correspondiente ajuste del quantum de la
pena.

4. Le asiste razón al Ministerio Público al afirmar la falta de interés jurídico del


demandante en esta censura, pues como ha precisado en forma reiterada la Sala, los
recursos deben orientarse a la reparación del perjuicio irrogado con la providencia
atacada y, en este orden de ideas, resulta evidente la ausencia de legitimidad cuando
la postulación que se formula a través de ellos propende de manera expresa o tácita
por tornar más gravosa la situación del sujeto procesal impugnante, que es la
hipótesis configurada en este reproche.

5. El actor derivó la violación indirecta de la ley sustancial del falso juicio de


convicción incurrido en el análisis de la confesión del procesado (...), y al respecto la
Corte reitera de antemano que esta modalidad del error de derecho es propia "de los
sistemas tarifados y, por ello, su ocurrencia es muy extraña bajo el estatuto procesal
penal colombiano, que acogió la sana crítica, en donde la normatividad no le da ni le
niega, por regla general, un valor predeterminado a la prueba, sino que permite el
libre razonamiento del fallador, que se orienta por los lineamientos que le brindan la
ciencia, la lógica y la experiencia" (sentencia de julio 12 de 2000, M.P. Dr. Pinilla
Pinilla)
_______________________________________
* Sentencia mayo 11 de 1999, M.P. Dr. Fernando Arboleda Ripoll; sentencia de agosto
17 de 2000, M.P. Dr. Jorge Córdoba Poveda, radicado 11.982; auto de diciembre 19 de
2000, M.P. Dr. Fernando Arboleda Ripoll, radicado 15.986, entre otras.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Sentencia Casación
FECHA : 13/06/2001
DECISION : Si casa referente a un procesado, declara
nulidad,
concede libertad, casa .....
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : CARABALLO, JOSE LUIS
RECURRENTE : PROCURADURIA 21 JUDICIAL PENAL, II
PROCESADO : VILLARGA, DAGOBERTO
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Porte de armas de
defensa
personal, Homicidio agravado
PROCESO : 14891
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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VIOLACION INDIRECTA DE LA LEY-Técnica/ RECONOCIMIENTO EN FILA DE


PERSONAS/ SANA CRITICA

1. Son ciertamente plurales los defectos que en punto a la técnica del extraordinario
recurso de casación se observan en el escrito de demanda presentado por el defensor
del procesado ... (a. basuco) contra el fallo impugnado, básicamente a partir de su
propio enunciado, si se tiene en cuenta que a través del mismo propugna el actor por

218
destacar dentro de la vía indirecta de violación a la ley sustancial escogida, errores de
hecho que se afirman concurrentes, derivados de apreciación errónea, falta de
apreciación y suposición de diversas pruebas, entremezclando no solamente
conceptos correspondientes a estas antagónicas y excluyentes modalidades del yerro
fáctico con el de derecho por falso juicio de convicción, sino confundiendo al propio
tiempo aquellas nociones que resultan inherentes a cada una dado el disímil defecto
que comprenden y la particular circunstancia de no resultar admisible su simultánea
invocación.

A lo anterior debe agregarse, el hecho de que los diversos preceptos que cita como
vulnerados, esto es, los artículos 2, 247, 248 y 254 del Estatuto procesal penal, son
todos de naturaleza estrictamente adjetiva, lo cual también influye negativamente
sobre la adecuada presentación del ataque, máxime cuando, por el mismo motivo, se
pasa por alto el deber de determinar el sentido de la violación, esto es, si encuentra
su fuente en la aplicación indebida o la falta de aplicación de la ley sustancial.
...

Como es ostensible, el libelista alega en forma coetánea dos incompatibles sentidos


del error de hecho, pues además de referirse al falso juicio de existencia, que
implicaría acorde con las premisas indicadas una hipotética suposición probatoria,
simultáneamente alude al falso juicio de identidad, cuando éste debería estar
encaminado a demostrar la tergiversación de los elementos de convicción, que a la
postre tampoco concreta.

2. Haber omitido el sentenciador valorar la diligencia de reconocimiento en fila de


personas con (...) por parte de (...), configura el segundo error a que alude el actor.

En realidad, este reproche es manifiestamente infundado, ya que, como el propio


demandante culmina admitiéndolo, sí se ocupó el fallador de la referida diligencia,
sólo que, desde luego, no le atribuyó la significación probatoria que el demandante
supone debía dársele, pues por el contrario, aun cuando la fugaz observación por
parte de (...) de sus atacantes hacía de por si difícil su reconocimiento, que fue
positivo respecto de (...) y (...) no ocurrió lo propio en tratándose de (...), pero
constancia se dejó en el fallo de las razones que habrían podido influir en este hecho.

En efecto, aun cuando se trata de una notable falencia en el desarrollo mismo de su


práctica atribuible al funcionario judicial a cuyo cargo estuvo la diligencia de
reconocimiento en fila de personas, es claro que a la misma se presentó ERAZO
utilizando una crema en la cara que pudo afectar su resultado y si bien ello no fue
corregido oportunamente, ni se dejó constancia en el acto mismo, la Fiscalía amplió la
indagatoria del procesado con miras a precisar las razones para haber obrado de
dicho modo, aspecto éste sobre el cual en forma expresa se ocupó el sentenciador,
desvirtuando cualquier duda que se pudiese generar a partir de este particular hecho,
todo lo cual niega de plano la afirmada pretermisión probatoria.
...

De suerte que si bien han debido adoptarse las medidas necesarias para que el
imputado no lograra ocultar su verdadera fisonomía, como lo afirma el actor, este
imperativo proceder echado de menos en nada incide sobre el indiscutible hecho de
que tal prueba si fue valorada por el fallador, realidad que contradictoriamente a su
postulado primero culmina admitiendo el demandante, al mostrarse inconforme pero
con el hecho de que a la misma se le haya negado "su intrínseco valor probatorio",
tema distante de la omisión acusada, como también lo es sostener que el análisis del
reconocimiento por parte del juzgador estuvo en "contravía de la sana crítica", sabido
como es que ignorar los principios y postulados que guían este método de apreciación
probatoria, exige demostrar el absoluto desapego a la lógica, la experiencia común y
la ciencia, siendo lo correcto su alegación pero por falso raciocinio.

3. Respecto de la cuarta censura, también son de destacar los defectos en su


composición técnica, en la medida en que acá el error de hecho dice estar referido a
una presunta falsa apreciación de la prueba por desconocimiento de los dictados de la
sana crítica, mas sin embargo, el demandante en ningún momento explica sobre qué
prueba se materializa el vicio y cuáles de los postulados que informan este método de
apreciación, tales como los principios lógicos, las leyes de la ciencia y las reglas de la
experiencia común, fueron transgredidos.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación

219
FECHA : 14/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bucaramanga
PROCESADO : NARANJO GARCES, MAURICIO ALIAS EL PAISA
PROCESADO : ERAZO, JHON JAIRO ALIAS BAZUCO
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Homicidio agravado
PROCESO : 12789
PUBLICADA : Si

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CASACION-Técnica/ CASACION-Causal primera/ TESTIMONIO-Credibilidad/


SUSPENSION DE LA DETENCION PREVENTIVA

1. El casacionista no solo desconoce el contenido teórico de cada uno de los sentidos


del error de hecho, sino que, sin mantener una coherencia argumental, lanza al azar
todas las posibilidades existentes, sin importarle que se excluyan o no, para que, por
ventura, sea la Corte la que supla sus deficiencias, y a partir de una reanudación del
debate probatorio escoja entre los planteamientos del actor el que resulte apto para
cuestionar la legalidad del fallo, tarea que le es ajena a esta Corte en esta sede,
precisamente porque la casación no es ni puede entenderse como una tercera
instancia.

Al efecto, interesa recordar, entonces, que siendo la casación un medio de


impugnación de naturaleza rogada, es la ley la que regula su trámite, no solo en lo
que tiene que ver con la procedencia, la oportunidad para interponerlo o los sujetos
procesales legitimados, sino que además, indica cuáles son los motivos que ameritan
un cuestionamiento extraordinario de una sentencia con la que se han agotado las
instancias ordinarias, y es precisamente por esa razón, que son expresas y taxativas
las causales de casación, correspondiendo cada una a una metodología, contenido y
alcances propios.

2. En este sentido, necesario es, por tanto, igualmente reiterar, como lo ha hecho la
Sala en abundante jurisprudencia, que la causal primera del artículo 220 del Código
de Procedimiento Penal, hace referencia a errores de juicio del sentenciador, en los
cuales bien puede incurrir de manera directa a través del proceso de aplicación de la
norma (por exclusión evidente o aplicación indebida) o por deficiencias en su
interpretación (por exceso o por defecto); pero cuando la ley aparece quebrantada de
manera mediata, esto es, como producto de la apreciación probatoria (violación
indirecta), varios son los sentidos en que a través de los errores sobre el contenido
objetivo y material de los medios de convicción, el fallador quebranta las
disposiciones sustanciales.

Al respecto, se tiene que si existiendo materialmente la prueba en el proceso no fue


integrada en los análisis del sentenciador para tomar las conclusiones definitorias del
proceso, entonces, se trata de un falso juicio de existencia por omisión. Pero, si valora
como tal un medio que no existe o no se incorporó a la actuación porque no se
practicó o nunca se decretó, entonces el juicio de existencia lo es por suposición.

Otra situación es la que se presenta respecto de las pruebas legal y oportunamente


aducidas al proceso y efectivamente apreciadas por el Juzgador, ya que si el yerro
consiste en que se le hace decir lo que objetivamente no corresponde a su contenido,
o dicho de otra manera, se pone a mentir la prueba, el falso juicio es de identidad.
Pero si a pesar de no desconocer su contenido real y material, las deducciones del
Juez atropellan las reglas de la lógica, la ciencia o la experiencia, se trata de un falso
juicio de raciocinio.

Siendo ello así, es de enfatizarse que si el actor pretendía acreditar la presencia de la


duda probatoria que no fue reconocida por los jueces de instancia, le correspondía su
demostración a partir del señalamiento claro y preciso no solo de los errores in
iudicando que estimase cometidos por el ad quem, sino de las pruebas objeto del
mismo, con su consecuente repercusión en el fallo frente a los medios allí valorados

220
para adoptar la decisión que se cuestiona y eso no es lo que se observa en la
demanda.

3. No puede dejarse de lado el cuestionamiento que hace el demandante con el


argumento de que la posición del Tribunal es contradictoria porque acoge las
manifestaciones de (...) en lo que tiene que ver con la incriminación a (...) y las
rechaza para negarle la presunta inculpabilidad con la que actuó, pues se trata de
una tesis más que baladí, si se tiene en cuenta que lo primero no excluye lo segundo,
y precisamente en eso consiste la labor del fallador a la hora de sopesar el grado
vinculante de los medios de prueba. Una cosa es que el sujeto ante la evidencia no
pueda negar su participación y la de sus compañeros, y otra, que aún así pretenda
salir bien librado; más aún cuando este procesado a pesar de conocida la confesión
de (...) y (...), mantuvo su versión hasta la audiencia pública, como se expresó en el
fallo de primera instancia.

4. Por último, se advierte que como durante el trámite de este recurso, por auto del
11 de mayo de 1.999, a petición de la defensa y por haberse demostrado la
ocurrencia de la causal 2º del artículo 407 del Código de Procedimiento Penal, la Sala
ordenó la suspensión de la detención preventiva de (...) porque le quedaban menos
de dos meses para dar a luz, haciéndose efectiva la misma el 18 siguiente, fecha en
que suscribió la diligencia de compromiso, se dispondrá su captura a efectos de que
cumpla con la pena impuesta en los fallos de instancia, debiéndose para ello librar las
comunicaciones pertinentes con destino al Departamento Administrativo de
Seguridad, D.A.S.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 14/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Villavicencio
PROCESADO : GARCIA MONTAÑA, LUZ JACKELINE
PROCESADO : LOZANO VILLAMIL, WILSON HERNANDO
DELITOS : Hurto calificado, Porte de armas de defensa
personal,
Homicidio agravado
PROCESO : 15164
PUBLICADA : Si

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PECULADO CULPOSO-Títulos judiciales-Deber de cuidado/ SECRETARIO/


JUEZ/ TITULO JUDICIAL

No es del caso entrar a estudiar si el artículo 211 de la Constitución, pudiese llegar a


tener implicaciones en el ejercicio de la función administrativa independientemente
del órgano que la desempeñe, pues no trata este asunto de una delegación
propiamente tal, sino de la simple formulación de una orden o instrucción por el Juez
a alguno de sus colaboradores, que de ninguna manera lo exime del propio deber de
cuidado, como responsable del despacho.

Sobre este tópico, la Sala señaló frente a asunto similar (junio 12 de 2000, casación
N° 11.541, M. P. Jorge E. Córdoba Poveda):

"Pero si por razón misma de las circunstancias se ve compelido a entregar ese manejo
físico al secretario, sigue obligado a la custodia material, la que hará efectiva con las
medidas adecuadas de vigilancia y control.

221
Ahora bien, esa custodia material no la puede confiar ni al secretario ni a ningún otro
funcionario subalterno, ni aun en el evento de que tenga que encomendarles la
tenencia y el manejo físico, pues en tal caso mantendrá y ejercerá tal cuidado,
mediante los pertinentes actos de vigilancia y control. Si indebidamente abandona
esa custodia material, es decir, se desentiende de la misma, la responsabilidad
permanece radicada en el juez, independientemente de la que corresponda a aquél
en quien se dejó."
...

No es válido argüir que el elevado volumen de expedientes a cargo del Juzgado


constituyó obstáculo para la consignación, pues es sabido que para dicho efecto
simplemente debía efectuar la debida comunicación y remisión a la institución
bancaria. Dejar esa suma en un archivador que, según admite el acusado, no ofrecía
la debida seguridad, dista de ser la conducta acuciosa que ha de observar el servidor
público en el cumplimiento de sus deberes y en el respeto debido hacia los bienes
ajenos sometidos a su cuidado, precisamente por razón del cargo.

Como lo analizó el Tribunal, el artículo 40 del decreto 052 de 1987, que determinaba
las funciones de los secretarios judiciales, con remisión a las señaladas en el artículo
14 del decreto 1265 de 1970, en lo concerniente a la administración de elementos les
atribuyó "6. Custodiar y mantener en orden el archivo de su oficina", ello se refiere a
documentos y efectos a su cargo y no relevaba al Juez del deber de custodia y
conservación de los elementos y caudales a él confiados, según lo instituido en el
artículo 55 de aquel decreto (resalta la Corte):

"Son deberes de los funcionarios y empleados:


… … …
f) Realizar personalmente las tareas que le sean confiadas y responder del uso de la
autoridad que le ha sido otorgada, o de la ejecución de las órdenes que puedan
impartir, sin que en ningún caso queden exentos de la responsabilidad que les
incumbe por la que corresponda a sus subordinados.
... ... ...
i) Responder por la conservación de los elementos, útiles, materiales, equipos,
muebles y demás bienes confiados a su guarda o administración y rendir cuentas de
su utilización."

También se desvirtúa esa exoneración de responsabilidad del deber de cuidado y


custodia de los dineros, en cabeza del Juez, con lo estatuido por el artículo 1° de la ley
11 de 1987, que modificó el artículo 1° del decreto 1798 de 1963, reglamentario de la
ley 2ª del mismo año, en cuanto disponía: "A partir del 1° de enero de 1987, las
cantidades de dinero que, de conformidad con disposiciones legales vigentes deban
consignarse a órdenes de los despachos de la Rama Jurisdiccional, se depositarán,
cualquiera sea su cuantía, en una sucursal o agencia del Banco Popular de la
localidad del depositante" (no está resaltado en el texto original).

Como se observa, no existe en la preceptiva citada, ni en el estatuto procesal civil, de


aplicación en estos eventos por el principio de integración contenido en el artículo 21
del Código de Procedimiento Penal, disposición que autorizara al administrador de
justicia, a delegar en sus colaboradores, para eximirse de responsabilidad, en este
caso del deber de consignar a órdenes del Juzgado 52 de Instrucción Criminal de
Bogotá, el numerario que empezando la noche del 10 de julio de 1991, le entregó la
escribiente Nubia Esperanza Rodríguez Rodríguez, ni a abstenerse de velar
debidamente por lo que se hallaba a su cuidado.

Esa falta ante las obligaciones de administración, guarda y control que legalmente le
estaban encomendadas, dio lugar al resultado previsible del faltante o extravío del
dinero en cuestión, determinante del peculado culposo (artículos 37 y 137 C. P.),
resultando indiferente para su estructuración que no se haya podido establecer cómo
ocurrió tal pérdida ni, en el evento de haberse presentado sustracción o
apoderamiento, quién lo realizó.

MAGISTRADOS PONENTES: DRS. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL, NILSON


PINILLA
PINILLA

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 14/06/2001
DECISION : Confirma sentencia condenatoria
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial

222
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : PAEZ MENDEZ, JORGE ERNESTO
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 12443
PUBLICADA : Si

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PREVARICATO POR OMISION/ DOLO

A pesar de la experiencia como Juez del doctor (...), aún no comprendía la naturaleza
tan especial de la acción de tutela, siendo la primera que atendía, ni la imperatividad
de la preceptiva consagrada por el decreto 2591 de 1991, para el caso en sus
artículos 3°, 15 y 29, además del propio artículo 86 de la Constitución Política, que en
su penúltimo inciso estatuye: "En ningún caso podrán transcurrir más de diez días
entre la solicitud de tutela y su resolución."

En el asunto analizado el doctor (...), como lo recuerda su defensor y ya se ha


mencionado, admitió haber recibido la acción de tutela invocada por (...), el 22 de
julio de 1993, que dado el cúmulo de trabajo que aquejaba a la oficina a su cargo,
sólo falló el 11 de octubre del mismo año, muchos días después de lo instituido.

Según las declaraciones de los empleados de aquel Juzgado, (...) (fs. 390 y Ss. cd. 2),
no tenía el Juez (...) relación alguna de amistad o animadversión con los interesados
en esa acción, que lo hubiera impulsado a tal retardo, y si hubo algún sentimiento,
según manifestación de (...) era de gratitud a la familia de la accionante, por la
manera de acogerle a su llegada.

Así, la providencia del 11 de octubre de 1993 sólo se ajustó a lo que consideró el


funcionario que correspondía a la realidad que reflejaba la actuación, y no obstante
que fue revocada por el superior, lo fue sólo acerca del derecho de petición, por haber
considerado la Sala de Familia del Tribunal Superior de Santa Marta que las
respuestas o constancias suministradas por el Banco Ganadero, no satisfacían los
pedimentos de la señora Meneses de Roncallo.

Tal como lo analizó esta corporación en sentencia del 15 de octubre de 1999 (rad.
11.516, M. P. Yesid Ramírez Bastidas):

"El delito de prevaricato por omisión es la conducta del funcionario que retarda,
deniega, omite o rehusa un acto propio de sus funciones, delito esencialmente doloso
en que el agente obra con el propósito de no cumplir con su deber, y por eso no es
suficiente para su configuración el mero retardo del funcionario en la tramitación de
los asuntos a su cargo, sino que resulta indispensable, además, la conciencia y
voluntad de omitir deliberadamente el acto que está obligado a realizar por mandato
legal."

En otras palabras y como también ha expuesto esta Sala, con ponencia de quien
ahora cumple igual labor, la inacción ha debido ser maliciosamente gestada, pues la
simple demora o falta de actividad "no acompañada de la actitud dolosa y
manifiestamente dirigida a retardar o denegar un acto propio de las funciones, no
constituye hecho punible alguno" (diciembre 4/95, única instancia rad. 9.471; marzo 3
de 2000, única instancia rad. 11.274).

En el caso sub examine, si bien el procesado no le dio al trámite y decisión de la


acción de tutela invocada, a través de apoderado, por Ana Mercedes Meneses de
Roncallo, la prelación consagrada normativamente, con lo cual demoró la
determinación y objetivamente su conducta se subsume en la descripción típica del
artículo 150 del Código Penal, además de ser antijurídica porque con ese retardo se
afectó el bien jurídico general de la administración pública, más concretamente en su
eficiencia, con desmedro de la imagen de la administración de justicia, del análisis
conjunto de todos los medios de convicción acopiados se desprende que no concurre

223
la demostración del elemento subjetivo, de haberse incurrido en tal retardo de
manera dolosa.

Aunque el propósito de favorecer o de perjudicar a una de las partes no es elemento


para la estructuración de un delito de esta naturaleza, la falta de tal propósito,
aunada a otras circunstancias que hayan rodeado el hecho, puede ayudar a que se
infiera la ausencia de culpabilidad.

No obstante que hoy en día, dada la publicidad que se le ha dado al desarrollo de la


tutela y su trascendencia, resultaría difícil admitir que un funcionario desconozca el
trámite imperiosamente prioritario de la acción, no se puede pasar por alto que, en
este caso, la petición de amparo presentada el 22 de julio de 1993 por (...), fue la
primera que llegó al despacho del Juez Promiscuo de Familia de El Banco, y la única,
al menos hasta el momento de rendir indagatoria (24 de agosto de 1994, f. 321 cd. 2),
siendo patente su inexperiencia en tal trámite, realzada por los términos en que
profirió el auto avocando su conocimiento y ordenando pruebas, como antes se anotó.

Ha analizado la Corte, por ejemplo en sentencia de diciembre 10 de 1997 (rad.


11.061, M. P. Carlos Eduardo Mejía Escobar):

"Por su parte, el Fiscal Delegado ante el Tribunal, hizo referencia a un


pronunciamiento de esta corporación, respecto de la formación académica que deben
tener los jueces y la oportunidad que tienen de conocer las bases de las disciplinas
jurídicas para aplicar la ley. Al respecto, estima la Sala que cada caso en particular
merece un especial análisis, porque no es una regla general que la persona que posea
amplia preparación académica y conocimiento de las disciplinas jurídicas para aplicar
la ley, no pueda equivocarse en sus interpretaciones, al punto que, como aquí ocurrió,
considere jurídicamente válida su actuación.
... ... ...

... las causales contenidas en el artículo 40 del Código Penal, impiden el nacimiento
del hecho punible por ausencia del elemento culpabilidad, que por su carácter
netamente subjetivo, operan únicamente en relación con el sujeto agente, en el
sentido de que le impiden tener conciencia de la ilicitud de su acción o descartan la
intención de realizar el tipo.

En el caso del error, tanto el de tipo como el de prohibición, excluyen el dolo ya que
debido a la errada apreciación fáctica o a la equivocada apreciación de una norma, el
sujeto actúa creyendo que lo hace conforme a derecho, bien porque considere que en
esa conducta no se dan los elementos del tipo, bien porque crea que ella está
amparada por una causal de justificación."

Si bien el juez acusado conocía el contenido del decreto 2591 de 1991, como lo
admitió en la versión y en la indagatoria, de su actitud frente al trámite y decisión de
la tutela aludida se infiere que se equivocó de buena fe, al creer que a pesar de los
términos consagrados en el artículo 86 de la Constitución Nacional y en el decreto
2591 de 1991, podía asumir dicha acción colocándola con los demás casos, en el
orden de entrada al despacho, sometida a las mismas dilaciones justificadas por el
exceso de asuntos, como de manera consuetudinaria ocurría con las otras
actuaciones a su cargo.

Tal como se viene analizando, del conjunto de su actitud frente a la tutela en cuestión,
se infiere el convencimiento errado del doctor (...), de estar justificado para decidirla
sin respetar los términos ni la prioridad que especialmente imponen la Constitución y
la ley.

224
MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 14/06/2001
DECISION : Revoca íntegramente la sentencia condenatoria,
absuelve
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Santa Marta
PROCESADO : YUNEZ SUAREZ, ALBERTO
DELITOS : Prevaricato por omisión
PROCESO : 13261
PUBLICADA : Si

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NULIDAD-Debido proceso, derecho de defensa/ DEFENSOR-Designación para


la indagatoria/ NOTIFICACION PERSONAL/ IMPUGNACION/
NOTIFICACION-Comunicación por medio de telegrama/ CIRCUNSTANCIAS
DE AGRAVACION PUNITIVA-Complicidad/ DEFENSA TECNICA-Indagatoria-
Estudiante de derecho/ PRUEBA-Ilegalmente incorporada: Técnica

1. Desconoce el principio de autonomía, pues al interior del mismo cargo aduce varios
reproches por nulidad que dado el alcance invalidatorio de cada uno de ellos,
referidos a diferentes estadios procesales, ha debido plantear de manera separada y
atendiendo a su prioridad.

En el enunciado y en el desarrollo de la censura entremezcla el debido proceso y el


derecho de defensa, sin percatarse que si bien el segundo se deriva del primero, han
sido claramente diferenciados por la ley y la jurisprudencia, por lo cual ameritan
postulación y desarrollo autónomos, como quiera que uno es un vicio de estructura y
otro de garantía, sin descartar que hay irregularidades que al mismo tiempo afectan
los dos derechos, pero sin que el censor se ocupe de mostrar que éste sea uno de
esos casos.

2. Es cierto que a dicho procesado se le nombró como apoderado a un profesional del


derecho "únicamente" para la diligencia de indagatoria, pero como lo ha reiterado la
jurisprudencia, ello no releva al abogado de cumplir su labor, puesto que la duración
de su oficio no depende de su querer ni de la voluntad del funcionario instructor, sino
de los expresos términos de la ley.

Así, por mandato del artículo 139 del Código de Procedimiento Penal, el
nombramiento de defensor, hecho desde la indagatoria o en cualquier otro momento
posterior, "se entenderá hasta la finalización del proceso."; y como lo ordena el
artículo 147 ibídem, tal designación es de forzosa aceptación y desempeño, salvo las
taxativas excusas que la misma norma contempla.

3. Que el referido defensor no hubiese recurrido la medida de aseguramiento


tampoco de suyo comporta una falta de defensa que indefectiblemente genere
nulidad, pues la posibilidad de impugnar una decisión se erige en un derecho y no en
una obligación para el abogado, y hacerlo o no dependerá de su valoración concreta
del asunto y de su discrecionalidad.

4. Que la resolución que impuso medida de aseguramiento no se haya notificado


personalmente al defensor, es reclamo del casacionista que carece de respaldo legal,
pues la misma se notificó personalmente a quienes por obligación legal correspondía:
a los sindicados detenidos y al agente del Ministerio Público; y para notificar a los
demás sujetos procesales se fijó el respectivo estado, de donde es fácil constatar que
la Fiscalía cumplió con las previsiones del artículo 188 del Código de Procedimiento
Penal.

Tratándose de la resolución que definió la situación jurídica provisionalmente no era


necesario citar mediante telegrama al defensor, para posteriormente fijar el estado.

225
La Sala de Casación Penal, frente a varios casos como el que se examina ha reiterado
que la citación mediante telegrama a que se refiere el artículo 190 del Código de
Procedimiento Penal, modificado por el artículo 25 de la Ley 81 de 1993, previa a la
notificación por estado, es indispensable sólo cuando se trata de providencias que la
ley obliga a notificar personalmente. Entre éstas no se encuentra la resolución que
define la situación jurídica. Así en sentencia del 15 de octubre de 1998, radicación
10.796, M.P. Dr. Ricardo Calvete Rangel; y sentencia del 11 de agosto de 1999,
radicación 10.666, M.P. Dr. Carlos Augusto Gálvez Argote.

5.
Tampoco tiene razón el censor en cuanto a que en la resolución acusatoria no se
precisó el grado de participación (cómplice o coautor) del procesado (...), pues en la
proferida por la Fiscalía Seccional se dijo y repitió que él y el coprocesado (...)
accionaron las armas de fuego contra el ebrio y su familia, y salieron disparando de
las casas contiguas (folios 408 y 409 cdno. ) por lo que no hay duda de que si se les
imputó la realización del tipo, se les consideró como autores. Es más, la calificación
de coautores fue todavía más explícita en la decisión que resolvió la apelación contra
dicha determinación, en la que se dijo:

"No merece reparo alguno por parte de esta instancia, la adecuación típica que el A-
quo ha dado a los punibles endilgados a los coinculpados, cuando en la misma se les
atribuye una coautoría." (folio 445 cdno. 1)

Por manera que fáctica y jurídicamente se precisó, sin lugar a dudas, la coautoría
como modalidad de intervención de los procesados.

Si se imputó la agravante de "obrar con la complicidad de otro" del artículo 67 del


Código de Procedimiento Penal, ello no significa que la "complicidad" como forma de
participación contemplada en el artículo 24 ibídem, sea realmente la manera como el
señor (...) intervino en los hechos, pues el término así utilizado para describir la
agravante en mención se remite es a la simple pluralidad de sujetos activos, siendo
concepto distinto del que se deriva de la participación, como lo ha sostenido la Sala
(cas. Julio 29/98 M.P.Dr. Carlos Mejía Escobar y cas. de octubre 26 de 2000, M.P. Dr.
Jorge Córdoba Poveda).

Se anota lo anterior sin perjuicio de que si el censor pretendía derrumbar dicha


agravante ha debido acudir a la causal primera de casación, artículo 220 del Código
de Procedimiento Penal, por violación directa o indirecta, tema en que a la Sala le está
vedado adentrarse por virtud del principio de limitación contemplado en el artículo
228 del la misma normatividad.

6. La aparente irregularidad que dimana del nombramiento de una estudiante


derecho para que asistiera al señor (...) en la indagatoria, no tiene los alcances que el
casacionista pretende, pues el 25 de septiembre de 1995, fecha de aquella
diligencia, se encontraba vigente el inciso primero del artículo 148 del Código de
Procedimiento Penal, que ante la carencia de abogado inscrito, autorizaba inclusive a
cualquier ciudadano honorable, para que en la indagatoria asistiera en calidad de
defensor al imputado.

Aquel inciso fue declarado inexequible por la Corte Constitucional mediante Sentencia
C-049 del 8 de febrero de 1996 (M.P. Dr. Fabio Morón Díaz), cuyos efectos se producen
hacia el futuro. Ante tal evidencia, la jurisprudencia de la Sala ha sostenido
reiteradamente que las situaciones consolidadas con anterioridad al mencionado
pronunciamiento Constitucional, no se afectan de nulidad sobreviniente, entendiendo
claro está que cumpliesen el supuesto de que en el lugar donde debiera realizarse la
indagatoria no hubiere un abogado inscrito disponible.

El censor advierte que la nulidad se presenta de todas maneras, aunque el fallo de la


Corte Constitucional sea posterior a la indagatoria del señor (...), debido a que el
presupuesto que haría viable la asistencia por parte de un ciudadano honorable no se
cumple en este caso, porque en la ciudad de Medellín podía encontrarse un abogado
inscrito.
....

Claramente se observa que la designación de la estudiante de derecho obedeció a


que el sindicado no tenía a quien nombrar, y en ningún caso a que en la ciudad de
Medellín no se localizara a un abogado inscrito.

226
Entonces, el cargo no ha debido estructurarse sobre la base de que el señor (...) fue
asistido en su indagatoria por un ciudadano honorable, en los términos del inciso
primero del artículo 148 del Código de Procedimiento Penal, sino que la discusión
debió plantearse en torno al contenido y alcances del inciso segundo del mismo
precepto, que habilita a los estudiantes de derecho para intervenir en las actuaciones
procesales, en el sentido de establecer si, de cara al Decreto 196 de 1991 y normas
complementarias, los alumnos de quinto año podían actuar como defensores, y si
concretamente la designada pertenecía o no al consultorio jurídico.

En efecto, el inciso segundo del artículo 148 del Código de Procedimiento Penal,
declarado exequible por la Corte Constitucional en la Sentencia C-049 del 8 de febrero
de 1996, expresa:

"Los estudiantes de derecho pertenecientes a consultorios jurídicos y los egresados,


podrán intervenir en las actuaciones procesales, en las condiciones previstas en los
estatutos de la profesión de abogado y de la defensoría pública."

El demandante se empeñó en descalificar de plano a la estudiante de derecho, en


lugar de haber comparado su designación y las funciones que efectivamente
desempeñó como defensora, con las normas jurídicas que regulan la intervención de
los estudiantes y egresados de facultades de derecho en los procesos penales. Este
vacío conspira contra la prosperidad del cargo, pues el principio de limitación que
gobierna el recurso extraordinario impide a la Corte adentrarse en aquel estudio.

7. En casación las censuras relativas a la presunta ilegalidad en la producción de una


prueba, no pueden alegarse por el camino de la nulidad que prevé la causal tercera
del artículo 220 del Código de Procedimiento Penal, sino a través de la causal primera,
cuerpo primero, es decir violación indirecta de la ley sustancial, por error de derecho
por falso juicio de legalidad, con el fin de que si el cargo llegare a prosperar la Corte
declare sin validez las pruebas cuestionadas, y que, en consecuencia, en el evento en
que se demuestre la trascendencia de los medios de convicción que ya no podrán
valorarse, dicte el fallo de sustitución a que hubiere lugar.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Sentencia Casación
FECHA : 19/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : AVILA, ALIRIO JOSE ALIAS EL COSTEÑO
PROCESADO : MEJIA SOTO, WILSON ORLEY
PROCESADO : ATEHORTUA, JORGE ELIECER ALIAS TORNILLO
DELITOS : Porte de armas de defensa personal, Homicidio
agravado, Tentativa de homicidio agravado
PROCESO : 13317
PUBLICADA : Si

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COLISION DE COMPETENCIA-Ejecución sentencia de juzgado regional/


EJECUCION DE LA SENTENCIA-Colisión de competencia/ JUZGADO
REGIONAL

Si bien, el planteamiento de las diversas posiciones entre despachos judiciales,


suscitadas por virtud de la ejecución de la sentencia y la inexistencia del Juez
legalmente encargado de ello, no corresponde, de acuerdo con el artículo 97 del
Código de Procedimiento Penal, en estricto sentido a una colisión de competencias, no
menos cierto es que la jurisprudencia de la Sala, admitiendo la realidad y naturaleza
del conflicto, ha venido dirimiéndolo cuando quiera que en él se involucren, como en
este caso, funcionarios de diferente distrito judicial.

227
A pesar de una tal premisa, no se evidencia, de todos modos, que entre los referidos
despachos judiciales exista, cierta y debidamente trabado, un conflicto de
competencias.

En efecto, habiéndose el Juzgado de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de


Valledupar declarado carente de facultad para ejercer su función en relación con el
fallo dictado en contra de José Luis Montes Montero y remitido, extraña y
contrariamente a sus motivaciones, el expediente a los Juzgados Penales del Circuito
de Montería, donde se encuentra recluido el sentenciado, la colisión que aquél
propusiera quedó eliminada en el momento mismo en que éste aprehendió el
conocimiento del asunto en auto de enero 26 de 2.001, sin que precisamente pudiera
entenderse revivido con su proveído del pasado 20 de febrero en el que, señalándose
sin atribución, aceptó la colisión planteada.

Pero además, de que en tales circunstancias, no se halla debidamente trabado el


conflicto, éste carece en realidad de cualquier sustento jurídico pues, es claro que
ambos despachos comparten similares planteamientos, sólo que absurdamente
llegaron a una errada conclusión.

Así, tanto para el despacho de Ejecución de Penas de Valledupar como para el Penal
del Circuito de Montería, es incuestionable, y acertado por demás, que en este asunto,
hallándose el condenado en cautiverio en establecimiento de la última ciudad, donde
aún no funcionan juzgados de aquella especialidad, la ejecución del fallo, por
aplicación del artículo 15 transitorio del Código de Procedimiento Penal y del Acuerdo
No. 54 de 1.994, atañe exclusivamente al funcionario que profirió el fallo de primera
instancia, es decir al Juzgado Regional de Barranquilla. Sin embargo, aunque fueron
atinados al sentar dicha premisa la conclusión les resultó un indescifrable acertijo,
pues, en lugar de remitir el expediente a quien hubiere reemplazado a esa autoridad,
por virtud de la Ley 504 de 1.999 y del acuerdo 567 del mismo año, terminaron, el
primero, enviándolo a quien precisamente no consideraba competente y éste
aceptando un conflicto de quien igualmente indicaba carente de facultad.

No cabe duda alguna, en efecto, de que en las condiciones dadas la ejecución de la


sentencia dictada en este proceso correspondería al Juzgado Regional de Barranquilla,
si aún siguiere funcionando, pero como ello no es así desde que entró a regir la
precitada Ley 504 es ineludible la aplicación del Acuerdo 567, toda vez que éste
dispone que "cuando no existan juzgados de ejecución de Penas y Medidas de
Seguridad con sede o competencia territorial donde se ejecuta la sentencia y ésta fué
proferida por jueces de la extinta justicia regional, las funciones de ejecución de la
sentencia serán encargadas a los jueces penales del circuito especializados del lugar
donde se dictó la sentencia…", norma que, sin embargo, impone cierta precisión,
pues su literalidad conduciría a que la sentencia proferida por el Juzgado Regional de
Barranquilla fuere ejecutada por el Penal Especializado de la misma ciudad.

Advertida cuál era la comprensión territorial de los entonces juzgados regionales y


vista la que ahora, de conformidad con el Acuerdo No. 527 de 1.999, se señaló a los
despachos especializados, la distribución efectuada por el Acuerdo 567 debe
igualmente fundarse en los demás factores de competencia, por manera que sea el
juez especializado que de conformidad con ellos resulte competente, el encargado de
ejecutar el fallo.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Auto Colisión de Competencia


FECHA : 19/06/2001
DECISION : Asigna competencia al Juzgado P.C.E. de
Valledupar
PROCEDENCIA : Juzgado 2 de Ejec. de Penas y M.
CIUDAD : Valledupar
PROCESADO : MONTES MONTERO, JOSE LUIS
DELITOS : Porte de armas de uso privativo de las F.M.,
Secuestro
extorsivo
PROCESO : 18194
PUBLICADA : Si

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228
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ACCION DE REVISION-Causal tercera

La acción de revisión no fue consagrada para debatir aspectos ya definidos en las


instancias, ni para subsanar errores de juicio o procedimiento, sino para reparar la
injusticia material cometida por causas que no fueron conocidas en el desarrollo de la
actuación procesal.

La causal tercera de revisión se invoca "cuando después de la sentencia condenatoria


aparezcan hechos nuevos o surjan pruebas no conocidas al tiempo de los debates,
que establezcan la inocencia del condenado o su inimputabilidad".

Si se trata de un hecho nuevo, ha dicho la Sala, se debe acreditar la existencia de un


acontecimiento o suceso fáctico vinculado al hecho punible que fue materia de
investigación y que no fue conocido en ninguna de las etapas de la actuación judicial.

Si se trata de prueba nueva, se debe demostrar la existencia de un elemento de juicio


que no fue aportado al proceso, que surgió con posterioridad a él y que da cuenta de
un hecho desconocido o que varía sustancialmente uno conocido, con capacidad para
concluir, en un grado de certeza, que se condenó a un inocente o como imputable a
quien no lo era.

El libelo que se revisa no está orientado a demostrar la existencia de uno de tales


aspectos, sino a que se haga una revisión integral de la actuación, so pretexto de que
se vulneró el debido proceso. Entiende el censor que con el hecho de presentar un
análisis de las pruebas, diverso al de los falladores, es suficiente para acreditar la
injusticia material que se pretende remediar, y adecuar el argumento a la precisa
causal que se invoca.

La remoción de una decisión que ha hecho tránsito a cosa juzgada excepcionalmente


puede intentarse y es mediante las causales de revisión y acorde a los requisitos que
consagra la ley. No es suficiente, como al parecer lo entiende el libelista, con afirmar
que se desconoció una garantía fundamental y que por ello el procesado tiene todo el
derecho a que a que se le dé una oportunidad para demostrar su inocencia.

Es necesario identificar si se trata de un hecho o de una prueba nueva y aportarlo al


libelo, demostrando que tiene tal aptitud que es posible desvirtuar el juicio de
responsabilidad elevado contra el sentenciado o su inimputabilidad.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Acción de Revisión
FECHA : 20/06/2001
DECISION : Reconoce apoderado, rechaza in límine la
demanda de
revisión
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Antioquia
CONDENADO : JIMENEZ DE ARCO, DARIO ANTONIO
DELITOS : Homicidio
PROCESO : 17983
PUBLICADA : Si

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NARCOTRAFICO-Dictamen: Clase de sustancia/ DICTAMEN PERICIAL/


PERITO/ PRUEBA-Libertad probatoria/ NARCOTRAFICO-Multa-Salarios
Mínimos Mensuales/ CONDENA DE EJECUCION CONDICIONAL

229
A juicio de la defensa, en efecto, la naturaleza de la sustancia estupefaciente debe
demostrarse a través de peritazgo químico porque así lo dispone la ley. Y como al
proceso no se allegó uno y sin embargo el Tribunal concluyó que lo incautado al
procesado era cocaína, no podía ser condenado por falta de certeza sobre el hecho
punible.

Le parece a la Corte que el hecho de que el casacionista no haya identificado


correctamente el error, no impide una respuesta a su planteamiento, que será
negativa como enseguida se verá.

La razón es sencilla. No es verdad que el artículo 79 de la ley 30 de 1986 sea una


norma de tarifa legal. Es decir -como lo sostiene el recurrente-que en ella esté
dispuesto que el dictamen pericial es la única prueba válida para demostrar la clase
de la sustancia estupefaciente incautada. Lo que allí se establece es el procedimiento
que debe seguir el funcionario instructor en casos de decomiso de drogas productoras
de dependencia, una vez las diligencias le son enviadas por la Policía Judicial.
Inspeccionar la sustancia, en primer lugar, y luego remitir una muestra de la misma
para que el Instituto de Medicina Legal realice una nueva peritación, procediendo a la
destrucción del remanente.

Ahora bien, siendo evidente que ni la norma anotada ni ninguna otra le atribuye al
experticio químico el valor en el que insiste el defensor, resulta claro que frente a la
determinación del tipo de droga incautada tiene plena vigencia el principio de libertad
probatoria *, según el cual los elementos constitutivos del hecho punible, la
responsabilidad del procesado y la cuantía de los perjuicios, pueden demostrarse con
cualquier medio de prueba, a menos que la ley exija prueba especial (art. 253 del C.
de P.P.).

Así las cosas, al tener el juzgador por demostrada la objetividad del delito con la
prueba de campo y con indicios, y no exigir la ley para el efecto un medio probatorio
específico, lo único que hizo fue cumplir con su deber y consecuencialmente no
incurrió en ninguna incorrección.

En las circunstancias anotadas la fundamentación del censor, no demostrativa de que


el Tribunal haya supuesto u omitido alguna prueba, tergiversado su contenido
material, transgredido la sana crítica o apreciado una prueba inválida, no traduce otra
cosa que la oposición de su criterio al del juzgador, lo cual es marginal al recurso de
casación como repetidamente lo ha sostenido la Sala.

No sobra advertir, de otra parte, que el error (de hecho) en la apreciación de la prueba
de campo, lo hace depender el recurrente de la premisa equivocada y refleja de una
contradicción insalvable, de que la única prueba válida para la demostración del tipo
de sustancia incautada es el peritazgo de Medicina Legal (error de derecho). El
planteamiento se hace aún más ilógico cuando decide también criticar la prueba
indiciaria. Si lo fundamental de su tesis era que ninguna prueba distinta a la pericia
química servía al fin de demostrar la materialidad de la infracción, lo coherente era
precisar la norma legal que así lo disponía y demostrar que ninguno de los medios de
prueba tenidos en cuenta para ese efecto correspondía a tal peritazgo.

2. El inciso 1º del artículo 33 de la ley 30 de 1986, es verdad, establecía antes de la


reforma introducida por la ley 365 de 1997, como pena paralela a la de 4 a 12 años
de prisión, la de multa entre 10 y 100 "salarios mínimos". Por el simple hecho de que
no dijera "mensuales" no puede concluirse, como lo hace el defensor, que la
disposición se refería a "salarios mínimos diarios". Basta señalar como lo hizo el
Procurador, para demostrar el desacierto del recurrente y concluir que el juzgador no
incurrió en ningún error interpretativo de la ley, que el inciso 2º del artículo 33, a
través del cual se penalizaban las mismas conductas del inciso 1º pero con menos
rigurosidad en atención a la menor cantidad de la droga objeto del tráfico, establecía
igualmente como pena principal la de multa de 2 a 100 "salarios mínimos
mensuales".

No cabe ninguna duda, entonces, que los salarios mínimos previstos en el citado
inciso 1º del artículo 33 eran mensuales, como continuaron siéndolo a partir de la
reforma introducida a la norma por el artículo 17 de la ley 365 de 1997.

3. La Sala debe llamar la atención sobre el incumplimiento por parte del Tribunal de
lo dispuesto en el inciso 2º del artículo 198 del C. de P.P.

230
Cuando no se concede la condena de ejecución condicional dicha norma no supedita
la expedición de la orden de captura a la ejecutoria del fallo en aquellos casos en los
que durante el trámite procesal se haya proferido en contra del sindicado detención
preventiva sin excarcelación. Así las cosas, si se tiene en cuenta que en el evento
examinado (...) estuvo dentro del proceso bajo el régimen señalado y que sólo obtuvo
la libertad provisional como consecuencia de la absolución dispuesta por la primera
instancia, es claro que el Tribunal tenía que haber ordenado su captura en el marco
de la sentencia, al no acceder a concederle el subrogado de la condena condicional.
En ningún caso subordinar esa actividad a la ejecutoria del pronunciamiento, como
impropiamente lo hizo en el numeral 3º de su parte resolutiva.
_________________________
* Cfr. Providencia de la Sala del 18 de septiembre de 1996.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Sentencia Casación
FECHA : 20/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Barranquilla
PROCESADO : PEREZ PEREZ, WILSON ENRIQUE
DELITOS : Violación a la Ley 30/86
PROCESO : 14545
PUBLICADA : Si

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LIBERTAD CONDICIONAL-Readaptación social/ LIBERTAD CONDICIONAL-


Requisitos factor subjetivo-Readaptación social-Tratamiento penitenciario/
RESOCIALIZACION/ TRATAMIENTO PENITENCIARIO

1. Según el artículo 72 del Código Penal el juicio de readaptación social supone la


consideración de todos los factores allí relacionados, esto es la personalidad,
conducta en el establecimiento carcelario y antecedentes de todo orden. Y es
indispensable la concurrencia positiva de todos ellos para la concesión de la libertad
condicional o de la provisional por conducto el numeral 2º del artículo 415 del Código
de Procedimiento Penal, como reiteradamente lo ha sostenido la Corte.

En la providencia recurrida se reconoció la buena conducta procesal y carcelaria de la


doctora (...), así como la ausencia de antecedentes penales y disciplinarios. Sin
embargo, a partir de las conductas por las cuales se le condenó, que son parte del
elemento "antecedentes de todo orden" y en esa medida una información procesal de
gran valor para la construcción de la idea sobre la personalidad del procesado, la Sala
concluyó en un diagnóstico negativo de readaptación social.
....

La sentencia goza de las presunciones de acierto y legalidad. Se trata de una verdad


irrefutable y en esa medida las declaraciones allí hechas no pueden discutirse en el
marco de una petición como la examinada. Proceder de manera contraria como es el
querer de la procesada, comportaría adelantar el debate propio de la decisión del
recurso de apelación, lo cual es simplemente ilógico.

Claro que como lo dijo la Sala en 1981 y lo aduce la doctora (...), la información que
contiene el expediente es una fuente a la que obligatoriamente debe acudir el Juez
cuando examina la personalidad del procesado en cumplimiento del artículo 72 del
Código Penal. Ello no involucra, sin embargo, el examen de los hechos declarados en
la sentencia pues -se repite-su discusión sólo es posible en virtud de los recursos
dispuestos contra ella. El Juez acude al expediente, entonces, para verificar con las
informaciones que allí obran quién es la persona, su historia, si cuenta o no con
antecedentes, cómo y con quién ha vivido, dedicada a qué y obviamente para saber
cómo ha sido su conducta procesal y carcelaria. En ningún caso -como lo quiere la
impugnante-para adelantar la discusión concerniente a la responsabilidad penal.

231
El punto de partida del recurso, entonces, es equivocado. Lo que está en discusión en
este momento es el juicio adverso de readaptación social hecho por la Sala a partir de
los comportamientos que se le atribuyeron a la doctora (...) en la sentencia y que la
Sala mantendrá en esta providencia.

2. Que un servidor público que administra justicia contradiga con sus actos lo que por
principio está llamado a reivindicar y defender como valor supremo, es decir el
respeto a la ley, revela un marginamiento de los valores éticos de tal magnitud que
trasciende hacia el campo del derecho, un desapego a las reglas en las cuales se
funda la cohesión social y que en esa medida requiere ser readaptado socialmente,
lógicamente a través del instrumento diseñado para ello que es el tratamiento
penitenciario. A este se refirió la Corte en la providencia del 25 de noviembre de
1999*, en los siguientes términos que es del caso recordar:

"El artículo 72 del C.P. al lado del requisito meramente cronológico u objetivo, trae
otro, el subjetivo, consistente en que el Juez puede suponer con fundamentos ciertos
que el procesado, se encuentra readaptado socialmente, teniendo en cuenta su
buena conducta en el establecimiento carcelario y sus antecedentes de todo orden.

"Expresado en otras palabras, para hablar de resocialización, sinónimo para estos


efectos de readaptación social, es menester hacer un doble juicio: un diagnóstico y un
pronóstico. El primero implica establecer qué necesita la persona con miras a la
finalidad preventiva - especial de la reclusión, y el segundo determinar, luego de
aquello que se ha hecho, si la persona se encuentra readaptada.

"De la ley penal, más exactamente de la ley de ejecución, se desprende que la ruta
para lograr la readaptación es el tratamiento penitenciario, instrumento que debe ser
precisado:

"a) En primer lugar, se le define como el conjunto de medios educativos, instructivos,


laborales, culturales, recreativos, deportivos y familiares que se usan con base en la
dignidad humana y en las necesidades particulares de la personalidad de cada
sujeto, para obtener el fin resocializante ( artículo 143, ley 35 de 1993).

"b) En segundo lugar , con los mismos objetivos, el estatuto penitenciario y carcelario
establece que el trabajo es obligatorio como medio terapéutico adecuado al propósito
(art 79); que la educación, al igual que aquel, es la base fundamental de la
resocialización, por lo que se oriente a enseñar y afirmar en el termino del
conocimiento y el respeto de los valores humanos, de las instituciones públicas y
sociales, de las leyes y normas de convivencia ciudadana y el desarrollo del sentido
moral (artículo 94), razón por la cual dentro de los programas educativos propios de
sistema educativo de debe " abarcar toda las disciplinas orientadas a la
resocialización del interno" (artículo 144-2); y que el tratamiento penitenciario es el
progresivo, que se realiza por medio de grupos interdisciplinarios integrados por
abogados, psiquiatras, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales, médicos,
terapistas, antropólogos, sociólogos, criminólogos, penitenciaristas y miembros del
cuerpo de custodia y vigilancia (artículos 144/5).

"c) En tercer lugar, es bueno tener en cuenta que si bien el tratamiento, en estricto
sentido, tiene que ver con los condenados, nada se opone a que sea predicable
también a los sindicados, primero porque varios de los instrumentos que en esencia lo
conforman se refieren legalmente a estos, por ejemplo, el trabajo, el estudio y la
instrucción, y segundo porque una relación armónica del estatuto carcelario con C.P.
y con el C.de P.P. -que en varias partes se refieren al tratamiento y a la
resocialización- permite esa conclusión.

"d) Y en cuarto lugar, como también resulta elemental, el tratamiento se debe realizar,
en principio, dentro del centro de reclusión pues no en vano se habla de "tratamiento
penitenciario", excepción hecha de aquellas fases del sistema progresivo que
implican el inicio de la "prisión abierta" . Pero el punto de partida tiene que ser el
estudio -científico de la personalidad dentro de la cárcel.

"Resulta claro de la reseña anterior que conforme con nuestro código penitenciario y
carcelario, y en virtud de los códigos penal y de procedimiento penal, mirados
armónicamente todo ellos, para hablar de resocialización es menester el tratamiento
penitenciario que conduzca a ella y que dicho tratamiento siempre tenga como punto
de partida y de llegada la personalidad del recluso, pasando, obviamente, por el
análisis de ésta dentro del entorno, es decir incorporándole el medio o mundo

232
circundante, salvo que, claro está, se trate de personas que, demostrado
científicamente, no requieran de terapia (artículo-145-2 del código penitenciario)".

Aparte de la idea negativa que sobre la personalidad de la exfuncionaria condenada


se desprende de los comportamientos por los cuales fue declarada responsable en la
primera instancia, es manifiesto que en el expediente no aparecen evidencias de que
los pasos del tratamiento penitenciario mencionados hayan tenido ocurrencia en el
presente caso. Aunque es cierto que la procesada ha observado buena conducta
carcelaria y que se ha dedicado unos meses al trabajo haciéndose acreedora al
descuento respectivo de la pena impuesta, igual lo es que lo mismo no traduce que se
haya resocializado, al no haber sido tratada penitenciariamente y no contar en dicha
medida con datos del avance de la terapia que permitan fundar el correspondiente
pronóstico de readaptación social.
____________________________-
* M.P. Dr. Alvaro Orlando Pérez Pinzón. Radicación 16.428

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Auto Segunda Instancia


FECHA : 20/06/2001
DECISION : No repone providencia del 17-05-01 que negó
libertad
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : CORTES QUIJANO, MARIA DEL ROSARIO
DELITOS : Prevaricato por acción, Cohecho propio
PROCESO : 17979
PUBLICADA : Si

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DELITOS CONTRA EL PATRIMONIO ECONOMICO-Cuantía/ HURTO


CALIFICADO Y AGRAVADO/ CONTRAVENCION/ INDEMNIZACION DE
PERJUICIOS/ CONEXIDAD/ PORTE ILEGAL DE ARMAS/ INVESTIGACION
INTEGRAL-Técnica para alegar su vulneración

1. El reparo se sustenta en dos consideraciones: 1) Que la cuantía de los ilícitos contra


el patrimonio económico es de ciento veinte mil pesos ($120.000.oo), monto en el
cual la sentencia de primera instancia tasó los perjuicios materiales causados con las
infracciones. 2) Que la competencia para conocer de los mismos, por razón de la
cuantía, radicaba en los Juzgados Penales Municipales, por tratarse de
contravenciones especiales, y no superar el valor de lo apropiado los diez salarios
mínimos mensuales vigentes, de acuerdo con lo dispuesto en la ley 228 de 1995.

Ambas premisas con equivocadas. La primera, porque el demandante incurre en una


confusión de contenido conceptual al equiparar la cuantía del ilícito, como factor
determinante de la competencia de carácter funcional en los delitos contra el
patrimonio económico (artículo 73.1 del Código de Procedimiento Penal, modificado
por el artículo 11 de la 81 de 1993), con el valor de los perjuicios materiales causados
con la infracción, en cuanto factor a tener en cuenta para fijar el monto de la
condena por daños y perjuicios.

La cuantía, en el hurto, se establece por el valor total de los bienes objeto de


apoderamiento, indistintamente de que los mismos hayan sido o no recuperados. En
el caso sub judice, los procesados fueron condenados como coautores responsables
de tres delitos de hurto, todos calificados agravados, en las siguientes cuantías:
Primer ilícito: Bienes hurtados a (...): $8"115.000.oo, monto que resulta de sumar los

233
valores correspondientes a los bienes recuperados ($7"995.000.oo) y los no
recuperados ($120.000.oo). Segundo ilícito: Bienes hurtados a la señora (...):
$1"810.000.oo (fls.9/1). Y, tercer ilícito: bienes hurtados a la señora (...):
$1"640.000.oo (fls.6/1).

Los daños materiales, en cambio, dicen relación con el perjuicio patrimonial derivado
directa o indirectamente del delito, y no está erigido en factor de competencia. En el
presente caso, fueron fijados, para el primer delito, en $120.000.oo, suma
correspondiente al valor de los bienes no recuperados (cien mil pesos en efectivo y
veinte mil pesos del reloj de pulso marca Tissot). Respecto de los otros dos delitos no
hubo condena por daños materiales, por haber sido todos los bienes recuperados, y
no existir exigencias en tal sentido (fls.16 de la sentencia de primera instancia).

El salario mínimo mensual vigente para 1995, año en el cual fueron cometidos los
ilícitos, ascendía a la suma de $118.933.50. Esto quiere decir que los Juzgados
Penales Municipales conocían de delitos contra el patrimonio económico en cuantía
hasta de $5"946.675.oo (hasta 50 salarios mínimos mensuales vigentes), acorde con
lo establecido en el artículo 73 del Código de Procedimiento Penal (modificado por el
11 de la ley 81 de 1993), y que los Juzgados Penales del Circuito debían hacerlo en
cuantías superiores (artículo 72 ejusdem, modificado por el artículo 10 de la
mencionada ley).

No obstante que solo el delito cometido contra el patrimonio económico de (...) supera
la cuantía de los 50 salarios mínimos mensuales vigentes al momento de la comisión
del hecho, es claro que la competencia por el factor funcional para conocer de los
otros ilícitos radicaba también en los Juzgados Penales del Circuito, por tratarse de
delitos conexos, (artículo 87.2 del Código de Procedimiento Penal), y ser el Juez del
Circuito el de mayor jerarquía (artículo 98 ejusdem, modificado por el 13 de la ley 81
de 1993).

2. Una razón adicional para afirmar la competencia de los Juzgados penales del
Circuito, lo constituye el hecho de que el delito de porte ilegal de armas de fuego de
defensa personal es de su conocimiento en razón de su naturaleza (artículos 72.1. del
Código de Procedimiento), y que dicho ilícito se encuentra ligado por vínculos de
conexidad teleológica y nexos de unidad temporo espacial con los delitos contra el
patrimonio económico, situación que hace que la competencia para conocer de estos
últimos sea atraída por aquél, en razón a su mayor jerarquía (artículos 88 inciso
segundo, y 89 citado).

Las argumentaciones que adicionalmente presenta el impugnante para demandar la


nulidad de lo actuado, consistentes en que los hurtos imputados a los procesados
constituyen contravenciones especiales, de competencia de los Juzgados Municipales,
tampoco son de recibo, no por las razones expuestas por la Delegada, puesto que
para la fecha de la comisión de los hechos (diciembre de 1995) no había sido todavía
declarado inexequible el artículo 10 de la ley 228 de 1995 (Sentencia C-364 de agosto
14 de 1996, Magistrado Ponente Dr. Carlos Gaviria Díaz), sino porque la cuantía, en
los tres casos, supera los diez (10) salarios mínimos legales mensuales vigentes, es
decir, $1"189.335.oo. Ya se dijo que el salario mínimo legal mensual para entonces
ascendía a $118.933.50.

3. Reiteradamente ha sido sostenido por la doctrina de la Corte que cuando se


plantea en casación violación del principio de investigación integral por omisiones de
carácter probatorio, el ataque debe cumplir las siguientes condiciones: 1)
Individualización de las pruebas dejadas de practicar; 2) Acreditación de su
pertinencia, conducencia y utilidad; y, 3) Demostración de su trascendencia.

En el presente caso, el actor, como lo destaca la Delegada en su concepto, relaciona


las pruebas omitidas, pero no se detiene en el análisis de la procedencia de su
práctica, ni en el estudio de sus implicaciones en la decisión impugnada, de haber
sido realizadas. Sus alegaciones se circunscriben a la afirmación de que los
funcionarios judiciales omitieron investigar lo favorable al procesado, sin indicar cómo
o por qué razón las pruebas echadas de menos tenían la virtualidad de infirmar los
fundamentos fácticos de la decisión de condena, o de hacer menos gravosas sus
consecuencias jurídicas.

De manera general sostiene que los testimonios dejados de practicar permitían


acreditar las circunstancias en las cuales se cometieron los ilícitos; la cantidad,
calidad y características de los elementos hurtados; la propiedad, preexistencia y

234
valor de los mismos; y la veracidad del informe de la policía, planteamiento que lejos
de conducir a la demostración del vicio denunciado, pareciera orientarse hacia la
invocación de una duda probatoria en torno a la materialidad del ilícito, o la
responsabilidad del procesado, que desde luego no se presenta.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Casación
FECHA : 20/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : CASTAÑEDA ORTIZ, JOSE ELIECER
PROCESADO : GARCIA CELADA, MARCO ANTONIO
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Porte de armas de
defensa
personal
PROCESO : 13612
PUBLICADA : Si

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SENTENCIA ANTICIPADA-Interés para recurrir/ VIOLACION DIRECTA DE LA


LEY-Modalidades-Técnica/ REINTEGRO DE LO APROPIADO/ FALTA DE
APLICACION DE LA LEY/ APLICACION INDEBIDA DE LA LEY/
INTERPRETACION ERRONEA DE LA LEY/ CONCURSO DE DELITOS/
DOSIFICACION PUNITIVA

1. Habiendo solicitado el Ministerio Público, por vía de la casación oficiosa, la nulidad


del trámite de sentencia anticipada surtido en este asunto, e imponíendose por virtud
del principio de prioridad, su previo análisis, considérase improcedente la petición que
así se formula para que, por aplicación de la excepción de inconstitucionalidad se
declaren unos tales efectos, cuando ciertamente la Corte Constitucional, a través de
sentencia de septiembre 12 de 1.996, mediando precisamente demanda del mismo
Delegado, encontró ajustado a la Carta dicho procedimiento, declarando, por ello,
exequible el artículo 3º de la Ley 81 de 1.993.

Sentada así la validez del expedito trámite, reunido, en principio, el supuesto de


interés que viabiliza el recurso extraordinario, como que, de conformidad con el
numeral 4º del artículo 37B del Código de Procedimiento Penal, la sentencia
anticipada "es apelable por el fiscal, el Ministerio Público, el procesado y por su
defensor aunque por estos últimos sólo respecto a la dosificación de la pena, el
subrogado de la condena de ejecución condicional y la extinción de dominio sobre
bienes…", y dirigiendo el casacionista su ataque precisamente a cuestionar la
tasación que de la pena se hizo en el fallo impugnado, acudiendo para eso a formular
un único cargo por violación directa de la ley sustancial, específicamente de los
artículos 26, 67, 222 y 139 del Código Penal, los tres primeros por aplicación indebida
y el último por falta de ella, supónese el total asentimiento sobre la manera en que el
juzgador valoró los hechos y las pruebas tanto de su existencia como de la presunta
responsabilidad del procesado, de modo que la discusión ha de centrarse en el
aspecto meramente jurídico, en la actividad de confrontación del sustrato de hecho
con la norma.

2. La violación directa de la ley sustancial, en sus tres sentidos, por falta de


aplicación, aplicación indebida o interpretación errónea, a distintos yerros de lógica
que se concretan, por el primero, en la existencia o validez de la norma que se aplica
o se deja de aplicar, bien porque la aplicada carece de existencia jurídica o porque
teniéndola, se desconoce, niega o ignora; en otros términos el fallador omite aplicar la
disposición que corresponde. En la aplicación indebida, se trata de un yerro de
escogencia del precepto aplicado por no ser éste el que regula el asunto debatido,
dando a la vez lugar a la inaplicación de la norma que recoge correctamente el
supuesto fáctico. Finalmente, la interpretación errónea parte del supuesto de que la
norma aplicada es la que corresponde al caso, sólo que, descartándose yerros de

235
existencia o de selección, se le imprime un entendimiento equivocado haciéndosele
producir unos efectos jurídicos que no emanan de su contexto.

3. Alegándose por el demandante la aplicación indebida del artículo 26 del Código


Penal, mal podría aducirse un quebranto de tal naturaleza cuando ciertamente,
habiéndose formulado al procesado cargos por un concurso delictual que él aceptó,
tal norma y no otra, era la aplicable a efectos de realizar la dosificación punitiva
frente a los punibles cuya comisión se le imputó; luego es evidente que no hubo un
error de selección del precepto, queriendo, más bien, el casacionista, darle un
entendimiento según el cual la rebaja de pena prevista en el artículo 139 del Código
Penal, que él denomina de disminución punitiva, afectaría la totalidad de la
dosificación operada por el fallador con fundamento en el artículo 26, cuando
evidentemente, tal como lo sostiene el Procurador Delegado, ese factor de rebaja de
pena, pues debe quedar claro que como lo viene sosteniendo la Sala, entre otras
oportunidades en los fallos de casación de 23 de noviembre de 1.998 y 9 de mayo de
2.000, con ponencia del Magistrado Dr. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL, aquí no se trata
de un fenómeno de atenuación punitiva sino de rebaja de pena, sólo surte efectos
frente al delito de peculado, sin que pueda hacerse extensiva a los demás punibles
que con él concurren, luego tampoco puede argüirse una falta de aplicación del citado
artículo 139 cuando lo cierto es que, demostrado su supuesto de hecho, el juzgador sí
lo tuvo en cuenta de manera correcta al efectuar la tasación, pues tras establecer la
pena más grave, como se lo ordenaba el artículo 26, no omitió considerar el reintegro
de los dineros apropiados a efectos de señalar el aumento que hasta en otro tanto le
facultaba el mismo precepto.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 20/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bucaramanga
PROCESADO : ESTUPIÑAN CARABALI, PARMENIDES
DELITOS : Peculado por apropiación, Falsedad ideológica en
documento público
PROCESO : 10583
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

****************************

DEFENSOR-Etica/ INVESTIGACION INTEGRAL-Técnica para alegar su


vulneración/ PRINCIPIO DE CONFIANZA/ HOMICIDIO CULPOSO/
SENTENCIA-De primera y segunda instancia constituyen un todo jurídico/
ERROR DE HECHO-Falso juicio de identidad y falso raciocinio/ FALSO JUICIO
DE IDENTIDAD/ FALSO RACIOCINIO

1. Ante todo, importa decir algo sobre la conducta del defensor que ahora acude a la
casación: acompañó como apoderado de confianza -así se presenta en sus escritos- al
señor (…) durante todo el proceso, inclusive desde la diligencia de indagatoria. En
desarrollo del trámite pidió dos veces la ampliación de un testimonio, fuera requerida
una historia clínica y algo relacionado con un médico, solicitud ésta hecha en
audiencia pública.

Todo le fue concedido por la atenta fiscalía que adelantó la instrucción y por el juez de
primera instancia. Pero jamás solicitó aquello que ahora reclama para plantear
nulidades, como tampoco impetró pruebas a propósito del artículo 446 del Código de
Procedimiento Penal. Igualmente, en la audiencia pública y en la sustentación de la
apelación interpuesta respecto de la sentencia de 1ª. instancia, se abstuvo de hacer
recriminaciones a los funcionarios judiciales sobre la prueba que ahora añora. Y tan
tenía conciencia de que no hubo la omisión, que se refirió en el debate a los dos
testigos mencionados por el procesado en la indagatoria y nada objetó.

El comportamiento ciertamente reprochable del letrado conduce a la Corte a


interrogarse sobre el por qué de su silencio en torno a aquello que ahora blande con

236
imputaciones hacia la fiscalía. Bien extraño es que respondido siempre que pedía,
haya guardado silencio sobre aquello que hoy muestra como infracción al debido
proceso y al principio de investigación integral.

Durante el proceso pudo y debió pedir las pruebas cuya omisión después critica. No lo
hizo y sin embargo luego, en sede de casación, con alarma reprueba lo que fue
producto de su callada actitud frente a las pruebas, con olvido de que una de sus
funciones es prestar colaboración en la búsqueda de justicia, por ejemplo provocando
la fuente de la cual partir para eventualmente proceder a practicar las diligencias.

Ese comportamiento deja estupefacta a la Corte, que se limita -quizás con respeto por
las tan mencionadas tácticas o estrategias defensivas o en guarda del contenido de
los artículos 306 y 307 del Código de Procedimiento Penal- a dejar el punto en la
conciencia del togado y a cumplir con estudiar el asunto y contestar sus inquietudes.

2. Lo primero que se advierte en la censura es la falta de demostración de la


trascendencia del vicio, pues el actor no comprobó cómo se habría producido un fallo
opuesto al adoptado si se hubieran realizado las pruebas sobre las cuales, dice, se
guardó silencio.

Como lo ha sostenido la Corte*, cuando se trata de la violación del derecho de


defensa por desconocimiento del principio de investigación integral no es suficiente
indicar cuáles fueron los elementos probatorios dejados de practicar, ni cuál su
fuente pues, además, es menester precisar su pertinencia, conducencia, utilidad e
importancia, sobre la base de que esta última no emana de la prueba en sí misma
considerada, sino de su confrontación lógica con las demás que han sustentado la
sentencia, de modo que se patentice si y de qué manera, ante la ausencia de dichas
pruebas, el juzgador ha proferido un fallo distante de la verdad, con afectación grave
del sujeto procesal que reclama. En otras palabras, le corresponde al censor
demostrar que si el juez hubiera contado con los medios probatorios omitidos, otro
habría sido el sentido del fallo.

En el asunto estudiado el defensor no hizo la demostración que se acaba de explicar.


Se limitó a consignar que si se hubieran ordenado y practicado las pruebas que
extraña, la sentencia hubiera sido absolutoria pues se habría podido establecer que el
accidente se debió a que la occisa se movilizara en la motocicleta sin luces, por una
zona oscura y en cuarto grado de embriaguez.

Resulta nítido que el defensor en el desarrollo de la censura no logró superar el


deleznable terreno de las especulaciones, pues en ningún momento demostró con
base en la confrontación objetiva de las pruebas echadas de menos con las que sus-
tentan el fallo, de qué forma el sentenciador se apartó de la realidad procesal y cómo,
por consiguiente, sus conclusiones sobre los hechos o la responsabilidad del
incriminado habrían sido diferentes y opuestas si aquéllas hubieran sido allegadas.

3. Olvida que dicho principio (de confianza) más que una simple "locución", es una
condición sine qua non operante en el tráfico automovilístico, que se funda en la
garantía que deben tener los usuarios de las vías públicas de que todos los demás
participantes en el tráfico rodado se comportan en forma prudente, como de manera
expresa lo contempla el Código Nacional de Tránsito Terrestre, cuando prescribe en su
artículo 109 que

"Toda persona que tome parte en el tránsito como conductor o como peatón, deberá
comportarse en forma que no incomode, perjudique o afecte a las demás y deberá
conocer y cumplir las normas de tránsito que le sean aplicables, así como obedecer
las indicaciones que le den las autoridades de tránsito. Además observará las señales
de tránsito que determine el Instituto Nacional de Transporte y Tránsito".

4. Es cierto que en la decisión del Tribunal no se hace expresa mención a la autopsia


ni al resultado del examen de alcoholemia que en el acta se consigna, pero ello en
ninguna manera faculta para acusar la sentencia por pretermisión de dicho medio
probatorio, pues este yerro no se estructura cuando las pruebas han sido analizadas
en la sentencia de primera instancia, así no lo hayan sido en la segunda, o viceversa,
pues para los fines del recurso extraordinario estas decisiones forman una unidad
jurídica, cuyos contenidos se integran recíprocamente. No es, entonces, técnicamente
válido escindir el fallo, para efectos de sustentar la imputación.

237
No recordó el defensor que, como lo ha reiterado la Sala Penal de la Corte** , las
sentencias de primera y segunda instancia constituyen un todo jurídico estrecho e
inseparable en los aspectos en que ambas coinciden de manera explícita o tácita, no
solo en lo concerniente a la parte motiva sino también en lo relacionado con la
resolutiva, de donde resulta que las consideraciones y el examen de la realidad
probatoria agotados por el juez de primer grado se entienden incorporadas a la
sentencia de segunda instancia en todo aquello en que no se desvirtúe o modifique,
así tales análisis o argumentaciones no se hayan reproducido en el fallo acusado.

5. El actor incurrió en el desacierto de querer hacer derivar el error de hecho por falso
juicio de identidad, no de la distorsión del contenido fáctico de la prueba, como lo
plantea en la censura, sino de las conclusiones que los falladores extractaron del
elemento de persuasión, con lo cual desvió el reproche hacia el error por falso
raciocinio. Olvidó que el primero es de carácter objetivo y surge, se repite, cuando el
juzgador, al apreciar la prueba, tergiversa su expresión literal, poniéndola a decir lo
que su texto no contiene; y que el segundo es de naturaleza valorativa y se presenta
cuando al analizar el mérito de una prueba sujeta a la persuasión racional se hace con
desprecio ostensible de las reglas de la sana crítica, cuya demostración impone
acreditar que han sido desconocidos los principios de la lógica, las leyes de la ciencia
o las reglas de la experiencia.

Esta confusión conceptual resulta palpable en la propia demanda:

" La ilegalidad de la sentencia y desacierto es manifiesta, se tergiversó el contenido


material de una prueba, es un error de juicio valorativo, un error de hecho que llevó al
sentencia-dor a violar la ley sustancial" (resalta la Sala) (Fl.465).

Por esta razón el demandante no tuvo tino para demostrar el vicio invocado, ni desde
la óptica del error por falso juicio de identidad, ni desde la del yerro por falso
raciocinio. En lugar de precisar con nitidez que fue lo que el juzgador le hizo decir al
croquis, distorsionando su contenido por adición, cercenamiento o tergiversación, se
dedicó a relacionar en detalle varios aspectos que en su opinión se dejaron de
consignar en dicho documento, tales como la posición que los vehículos tenían antes
y en el momento culminante de la colisión, la distancia del punto de impacto con la
línea imaginaria, la postura final de la motocicleta, el carril que ocupaba el procesado
antes de ingresar a la avenida 4ª., el ancho de esta vía, la constancia acerca de la
utilización de casco protector por parte de la señora (...), etc., aspectos que apuntan
más bien a tratar de restarle credibilidad al medio de prueba, que a demostrar un
error por falso juicio de identidad.
___________________________
* Sala Penal. Cfr, por ejemplo, Sentencias del 26 de septiembre del año 2000. M.P.
Carlos E. Mejía Escobar; 25 de febrero del 2001. M. P. Jorge E. Córdoba Poveda y del
15 de marzo del 2001. M. P. Fernando E. Arboleda Ripoll.
** Por ejemplo, sentencia del 29 de julio de 1999, M. P. Fernando Arboleda Ripoll.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 20/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cali
PROCESADO : ALZATE ARISTIZABAL, ANIBAL
DELITOS : Lesiones personales culposas, Homicidio culposo
PROCESO : 17174
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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ACCION DE REVISION-Hecho nuevo/ ACCION DE REVISION-Prueba nueva/


PERJUICIOS

La causal de revisión invocada es la 3ª del artículo 232 del Código de Procedimiento


Penal. Es decir, "cuando después de la sentencia condenatoria aparezcan hechos

238
nuevos o surjan pruebas, no conocidas al tiempo de los debates, que establezcan la
inocencia del condenado, o su inimputabilidad".

Por hecho nuevo ha entendido la Corte, y así lo ha plasmado en numerosos


pronunciamientos, todo acaecimiento o suceso fáctico vinculado al hecho punible
materia del proceso, del cual no se tuvo conocimiento en ninguna de las etapas de la
actuación judicial y que por lo tanto no pudo ser controvertido. El concepto de prueba
nueva, en cambio, hace relación a un medio probatorio no incorporado al proceso sino
cuyo surgimiento tuvo ocurrencia después de él, que da cuenta de un hecho
desconocido, o de una variante sustancial de un hecho conocido en las instancias
procesales, cuyo aporte conduce a concluir, en un grado de certeza, que se condenó a
un inocente o como imputable a quien no lo era.

La idea de prueba nueva, entonces, no se limita a la circunstancia de que el medio


probatorio no figure aportado al proceso cuya revisión se pretende o sea posterior a la
sentencia. Se exige, además, que la evidencia que se presenta como novedosa, de
haber sido conocida en su momento por el juzgador lo habría llevado con seguridad a
la absolución del procesado. Eso es precisamente lo que le otorga carácter de
novedoso.

Así las cosas, la prueba nueva a que se refiere la causal de revisión invocada, debe
ser de tal forma contundente que haga surgir de inmediato la idea de que se condenó
a un inocente o a un inimputable como imputable.*
...

El problema del estado mental del señor (...) no es un hecho nuevo. Fue un aspecto
de trascendental importancia dentro del proceso penal, copiosa fue la prueba
allegada sobre el particular y extenso su análisis en las sentencias de primera y
segunda instancia
...
La sentencia de interdicción, en consecuencia, no fue el fundamento de la imputación
delictiva, resultando abiertamente improcedente solicitar la revisión del proceso penal
por el hecho de la rehabilitación dispuesta por el Juzgado de Familia. No sólo ésta se
basó en elementos de juicio distintos a los tenidos en cuenta en el proceso penal, sino
que en ningún momento hizo referencia a la capacidad mental del interdicto para
cuando suscribió las escrituras públicas a través de las cuales hizo propietarios de sus
bienes a su hermano (...) e hijos.

2 El escenario para la discusión sobre la improcedencia de condenar al procesado por


razón de los perjuicios ocasionados con el delito o acerca de si la tasación de éstos
resultó o no exagerada era el propio proceso penal, siendo otra equivocación del
demandante pretender la actualización de la misma a través de la acción de revisión.
_____________________________
Cfr. Providencia de 27 de marzo de 2000. Revisión 15.822

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Acción de Revisión
FECHA : 20/06/2001
DECISION : Reconoce apoderado e inadmite la demanda
presentada
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cali
CONDENADO : MOLINA MEJIA, CIRO ALONSO
DELITOS : Abuso de Circunstancias de Inferioridad
PROCESO : 16669
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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ERROR DE HECHO-Falso juicio de identidad/ ERROR DE DERECHO-Falso


juicio de convicción/ SANA CRITICA-Pruebas/ TESTIMONIO-Credibilidad/ IN
DUBIO PRO REO-Técnica en casación/ TESTIGO SOSPECHOSO/ FALSO
JUICIO DE CONVICCION

239
1. Como es manifiesto, acá la incompatibilidad argumental y de planteamiento surge
evidente, en la medida en que uno debe ser, desde luego, el contenido de la
alegación que está referido a errores de hecho por tergiversación probatoria
-conocidos como falsos juicios de identidad- y otro muy distinto el de los errores de
derecho que el demandante ha concretado como falsos juicios de convicción.

Al paso que los primeros, como en ello la doctrina sobre esta materia lo tiene
clarificado desde antiguo y la jurisprudencia de la Sala no ceja en reiterarlo, tienen
que ver con el respeto que el sentenciador debe a la prueba en su objetivo contenido
fáctico, los segundos en su doble alternativa ocurren cuando se aprecia la prueba a
pesar de los vicios de su aducción o práctica dentro del proceso o cuando el juzgador,
por exceso o por defecto, le otorga a la misma un valor que la ley no le atribuye,
aspecto este último sobre el que parecería encaminarse el actor.

En un plano eminentemente teórico, la intrínseca contrariedad que emerge de esta


simultánea alegación, dentro de la cual el demandante culmina equiparando los dos
yerros, el fáctico y el jurídico, que tienen su propia autonomía, surge de tener que
considerar que si el medio fue falseado en su contenido objetivo, no puede ser
admisible que se haya ignorado el valor del que se supone el derecho lo ha revestido.

2. dado que la Ley procesal penal en forma expresa ha señalado en su artículo 254
que las pruebas deberán apreciarse en su conjunto, de acuerdo con las reglas de la
sana crítica, es claro que bajo este sistema no tiene cabida la tarifa legal, resultando
por ende extraño al mismo cualquier alegato dirigido a reclamar para una prueba un
"sentido de valoración" específico que no se le ha atribuido, ni a descartar
consiguientemente un medio al anteponerle exigencias para su estudio extrañas a la
propia regulación positiva que enmarca dicho análisis.

De ahí que la controversia casacional expuesta por el actor en este acápite, culmina
discrepando con el criterio asumido por los sentenciadores y los factores con atención
a los cuales se valoró el testimonio de (...), al margen de su contenido objetivo, pero
también del valor que adujo merecía según la ley, pues fuera de la ya destacada
contradicción que este alegato implica, ni desarrolló la supuesta tergiversación de la
prueba, pero tampoco, lo que no le era posible acorde con lo dicho, señaló qué valor
debía dársele según la regulación legal del mismo.

3. La doctrina clásica tradicional en materia de crítica testimonial ha llamado la


atención sobre el cuidado que debe tenerse en el análisis de la versión de la persona
directamente ofendida, en cuanto tiende a considerarse que la existencia de motivos
personales pueden inducir a crear dudas acerca de la credibilidad de la que puedan
hacerse merecedores esta clase de testigos.

Sin embargo, debe entenderse que el testimonio de quien se afirma víctima de una
conducta delictiva, resulta sospechoso o inidóneo, en tanto sea manifiesta la
búsqueda de un interés particular en el decurso del proceso, esto es, mientras se
pretenda a través de la imputación efectos favorables, de contenido patrimonial por
existir evidente enemistad entre la ofendida y el implicado, o por las condiciones
mismas en que el hecho se produjo que hacen dubitativo un reconocimiento del actor,
sobre todo si sólo se cuenta con detalles que hacen falible el señalamiento, esto es,
cuando la persona ofendida no conocía con anterioridad al sindicado, siendo distinto,
desde luego, el caso de quien sabe perfectamente quien es, pues acá no se presentan
dudas o circunstancias que puedan alterar su identificación.

De modo tal que no puede afirmarse a priori que es sospechosa la víctima como
órgano de prueba, ni deleznable su declaración, siempre y cuando no medien serios
motivos para considerar que sus atestaciones e imputaciones son producto de un
marcado interés en engañar a la justicia, o de provocar daño al acusado.

Fuera de cualquier duda en este caso se presenta, el hecho de que la ofendida haya
señalado al procesado como la persona que le infirió diversos golpes sobre su rostro y
cabeza hasta hacerla perder el sentido, para luego apoderarse de algunas alhajas que
llevaba consigo y acudir hasta el lugar de su dormitorio extrayendo de allí también
algunas prendas y una grabadora.

No se vislumbró durante toda la actuación la existencia de motivos personales que


indujeran a dudar de la credibilidad de las imputaciones hechas por aquélla en contra
de (...), por el contrario, ni siquiera la quejosa se constituyó en parte civil dentro del

240
proceso, es decir, que salvo el señalamiento de aquél como autor de los hechos
investigados, ningún interés de otra índole se hizo presente. Además, se trató de una
persona apenas conocida por ésta, respecto de la cual no existía ninguna relación y
menos sentimientos de enemistad que pudiesen explicar el hacer en su contra tan
gravísimas sindicaciones.

4. En casos como el presente, dadas las características del reproche, fácil es entender
que el actor ha dado al mismo un tratamiento jurídico equivocado, pues siendo lo
aducido la vulneración directa de la ley sustancial y la duda lo que espera le sea
finalmente admitido, dado que su precepto regulador habría dejado de ser aplicado
por el Tribunal, era imprescindible que el casacionista demostrara que el sentenciador
aceptó en el fallo su concurrencia, pero le negó las consecuencias que a ese
fenómeno otorga la ley, prescindiendo de cualquier debate o confrontación
probatoria.

Así lo ha glosado la jurisprudencia:

"Si el demandante se halla identificado con el estado de duda probatoria que dice
admitió el Tribunal, y, obviamente no lo discute porque conviene a su postula
dialéctica y al interés que defiende, simplemente habrá de abogar en la casación por
la enmienda del yerro del sentenciador demostrando la falta de aplicación del
precepto que la reconoce -artículo 445 del C. de P.P.- a todos los elementos
estructurales del delito, de donde se sigue la indebida aplicación de las normas
tipificadoras del hecho punible, pero, sin discusión probatoria de ninguna índole, vale
decir, a través de la violación directa de la ley sustancial, que es aducible en evento
tal" (Casación 8723, 28 de julio de 1.994, M.P. Dr. Dídimo Páez Velandia).

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 20/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Ibagué
PROCESADO : PUENTES SOLORZANO, ALIRIO
DELITOS : Tentativa de homicidio, Hurto calificado y
agravado
PROCESO : 11926
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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TRAFICO DE ARMAS/ COLISION DE COMPETENCIA-Resolución de


acusación

Es necesario advertir que la resolución de acusación proferida en contra del


procesado (…) es confusa, en lo relativo a la imputación jurídica, pues unas veces se
le endilga la participación en el punible de fabricación y tráfico de armas y
municiones de uso privativo de las fuerzas armadas, de que trata el artículo 202 del
Código Penal, y en otras parece que se le considera como autor del delito de
encubrimiento, descrito en el artículo 176, ibidem.

Empero, de la lectura de la providencia se colige que la imputación que la funcionaria


instructora quiso hacerle al procesado fue la de partícipe en el reato primeramente
mencionado, lo que no obsta para que el juez en quien quede radicada la
competencia tome las medidas procesales adecuadas para aclarar y precisar la
calificación jurídica dada a los hechos.

Así, entonces, teniendo en cuenta lo precedentemente expuesto y como quiera que


fue el delito de fabricación y tráfico de armas y municiones de uso privativo de las
fuerzas armadas el que se imputó en la multicitada resolución de acusación, conducta
punible relacionada en el numeral 5° del artículo 71 del Código de Procedimiento
Penal, modificado por el artículo 5° de la Ley 504 de 1999, lógico es colegir que el
competente para conocer del presente asunto es el Juzgado Segundo Penal del

241
Circuito Especializado de Medellín, por lo que se dispondrá la remisión del expediente
a este despacho judicial para lo de su cargo.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Auto Colisión de Competencia


FECHA : 20/06/2001
DECISION : Declara la competencia en el juzgado 2º P.C.E. de
Medellín
PROCEDENCIA : Juzgado 19 P. C.
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : GRISALES GUTIERREZ, JEAN ANDRES
DELITOS : Tráfico de municiones, Fabricación de
Municiones,
Tráfico de armas
PROCESO : 18064
PUBLICADA : Si

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ERROR DE HECHO-Modalidades/ INDICIO-Técnica para atacarlo en casación/


PRUEBA-Principio de necesidad/ ERROR DE HECHO-Falso juicio de existencia
por omisión/ FALSO JUICIO DE EXISTENCIA

1. Los errores de hecho, son de tres clases: 1) De existencia. 2) De identidad. 3) De


raciocinio. El de existencia se presenta cuando el juzgador ignora una determinada
prueba que obra materialmente en el proceso, o cuando, sin aparecer incorporada,
afirma su existencia y le hace producir efectos probatorios. En el primer supuesto, se
estará en presencia de un error de existencia por omisión. En el segundo, por
suposición. El de identidad surge cuando el juzgador, al apreciar una determinada
prueba, altera su texto o contenido material, poniéndola a decir lo que ella
literalmente no dice. El de raciocinio, cuando el juzgador desconoce las reglas de la
persuasión racional o sana crítica al apreciar el mérito de la pruebas, o en la
construcción de las inferencias lógicas derivadas de ellas.

Confrontados estos conceptos con la formulación y desarrollo de la propuesta de


ataque presentada por la recurrente, se concluye, sin mayor esfuerzo, que lo invocado
por ella no es un error de hecho por falso juicio de identidad, sino uno de raciocinio,
por desconocimiento de las reglas de sana crítica en la apreciación del mérito
probatorio de los indicios de cargo, planteamiento que imponía demostrar que la
valoración realizada por el Tribunal contravenía, de manera grosera, los postulados de
la lógica, las reglas de la experiencia, o los principios de la ciencia, y que por razón de
esta errada apreciación, se llegó a una decisión ilegal.

Este ejercicio demostrativo no es realizado por la casacionista. Sus alegaciones, como


con acierto lo destaca la Delegada en su concepto, se sustentan en apreciaciones
indemostradas, cuando no interesadas, sobre la incorrección de las conclusiones
probatorias del Tribunal, que toma como verdades absolutas para contraponerlas a
las del ente acusador, olvidándose que la casación es un juicio de derecho a la
sentencia, que presupone demostrar la incorrección jurídica de la decisión, no la

242
existencia de prueba que pueda respaldar o no una determinada hipótesis
investigativa.

2. La jurisprudencia de la Corte ha sido insistente en señalar que cuando se ataca en


casación la prueba indiciaria, debe ser precisado con total claridad si la equivocación
del juzgador se presentó en la apreciación de los medios de prueba que demuestran
el hecho indicador, en la obtención de las inferencias lógicas, o en el proceso de
valoración del mérito probatorio del indicio como categoría totalizada, sin que sea
dable atacar simultáneamente, las distintas fases de la construcción indiciaria, por
resultar contrario a la lógica del recurso, si se toma en cuenta que entre ellas se
presenta un encadenamiento secuencial que hace que cada una sea presupuesto
necesario de la siguiente, y que su validez lógico jurídica dependa de la validez de la
anterior. En este orden de ideas, la inferencia lógica será legítima si el hecho
indicador se encuentra demostrado, y las conclusiones sobre la fuerza vinculante del
indicio serán válidas, si la inferencia lógica es además correcta (Cfr. Casación de 11
de julio del 2000, Magistrado Ponente Dr. Fernando Arboleda Ripoll, entre otras).

3. La otra afirmación en la cual se soporta la censura, consistente en que el tribunal,


al apreciar la prueba indiciaria, desconoció la realidad probatoria y las reglas de la
experiencia porque el barrio donde sucedieron los hechos no es, como se da a
entender en el fallo, un sector convulsionado, ni allí se mata "por ver caer", escapa
también del ámbito del error propuesto, pues si lo planteado es que el ad quem
omitió tener en cuenta la prueba que demostraba lo contrario (que se trata de un
barrio normal) el ataque debió orientarse por la vía del error de hecho por falso juicio
de existencia por omisión, y demostrarse que la prueba ignorada, tenía la virtualidad
de derruir las conclusiones del fallo en este concreto punto, labor que en manera
alguna cumple la libelista.

Sus alegaciones sobre el particular se sustentan en dos afirmaciones: Que basta


observar las fotografías del lugar para concluir que se trata de un sector normal
popular, no de un barrio sub normal, y que la Fiscalía pudo constatar directamente
este hecho en la inspección judicial al lugar. Dichos argumentos muestran, una vez
más, el compromiso personal de la impugnante con una postura probatoria
desestimada por el Tribunal, y su empeño por sacarla adelante, apoyada solo en
conjeturas y apreciaciones personales, por varias razones:

En primer lugar, porque omite tener en cuenta la prueba testimonial que informa
sobre la inseguridad del sector, y con fundamento en la cual el Tribunal hizo las
afirmaciones objeto de cuestionamiento. En segundo término, porque la seguridad o
inseguridad de un barrio no es cuestión que pueda ser captada a través del registro
fotográfico de una determinada calle o edificación; y, finalmente, porque en virtud del
principio de necesidad de la prueba, las percepciones personales de los sujetos
procesales de hechos relacionados con la investigación, que no hayan sido
incorporadas al proceso a través de un medio regular de prueba, no pueden ser
considerados como fundamento de la decisión, cualquiera que ella sea.

4. Cierto es, como lo sostiene la impugnante, que el Tribunal no hizo referencia


expresa en el fallo impugnado al dictamen de balística, y que formalmente, podría
estarse en presencia de un error de hecho por falso juicio de existencia. Sin embargo,
la casacionista no demuestra la incidencia de esta omisión en el análisis general de la
prueba, ni sus implicaciones en el sentido de la decisión impugnada. Simplemente
sostiene que las conclusiones de la pericia sobre la posible ubicación del agresor (lado
derecho de la víctima y del vehículo), comprometen la responsabilidad de (...),
porque, de acuerdo con la versión del conductor, la procesada se encontraba a ese
lado, pero esto, como ya se dejó dicho en el acápite anterior, no prueba que hubiese
sido la autora de los disparos.

Aparte de la intrascendencia del cargo, el planteamiento no deja de ser contradictorio,


pues mientras en algunos apartes del libelo se afirma que la prueba pericial fue
ignorada, y que se incurrió, por tanto, en un error de hecho por falso juicio de
existencia, en otros se asegura que en su análisis fueron desconocidas "las leyes de la
ciencia", planteamiento que supone que fue tenida en cuenta, y que descarta, de
suyo, la configuración de un error por omisión de prueba.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Casación
FECHA : 20/06/2001
DECISION : No casa

243
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : URREGO ARENAS, NIDIA STELLA
PROCESADO : RUA VARGAS, JOSE LIBARDO
DELITOS : Porte de armas de defensa personal, Homicidio
agravado, Encubrimiento
PROCESO : 13469
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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ACCION DE REVISION-Prueba nueva

Lo que se busca atacar con la acción de revisión, eso se sabe, es la inmutabilidad de


la cosa juzgada. Y si ello es así, resulta natural y obvio que las exigencias que se
hacen para admitir la demanda respectiva sean especialmente rigurosas. Es
insuficiente, en consecuencia, la sola invocación de la causal. Debe el accionante,
además, demostrarle a la Corte en el grado de probable que la misma se estructuró,
lo cual implica la expresión de los fundamentos de hecho y de derecho orientados a
esa finalidad.

La causal 3ª del artículo 232 del Código de Procedimiento Penal, es decir la invocada
por el demandante, no escapa a esa lógica. La misma se encuentra instituida en
defensa del principio de justicia. Sería repudiable que no existiera ninguna
posibilidad de incidir sobre una sentencia condenatoria ejecutoriada, ante el
surgimiento de nuevos hechos o evidencias desconocidos en el curso de un proceso y
a partir de los cuales se establezca que se condenó a un inocente o como imputable a
alguien que no lo era.

Pero si bien es cierto la oportunidad de corrección de esos yerros existe en el


procedimiento penal nacional a través de la acción de revisión, a ésta únicamente se
le da curso en la medida de su seriedad. En cuanto lleve a presumir de manera
fundada, contundente, que se estructuró una injusticia. No le basta al demandante,
en consecuencia, asegurar la inocencia del condenado o su inimputabilidad. Es su
deber señalar los hechos o medios de prueba nuevos, indicar la razón para que no se
hayan conocido al tiempo de los debates y suministrar los argumentos que le hagan
evidente a la Corte que se está ante la posibilidad del error judicial, naturalmente sin
marginar en el análisis la estructura lógica sobre la cual se construyó la sentencia y
sin perjuicio de que admitida y tramitada la demanda, se ordene o no la revisión del
proceso. *

La noción de prueba nueva -como se vio-está asociada al surgimiento de una


evidencia que no le haya sido posible en su momento conocer al juzgador y que haga
pensar de inmediato, sin acudir a la especulación, en la injusticia de la sentencia.
__________________________
* Cfr. Providencia de la Sala del 3 de febrero de 1998. Revisión 13.949.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Acción de Revisión
FECHA : 20/06/2001
DECISION : Reconoce apoderado e inadmite la demanda
presentada
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
CONDENADO : GARCIA CHACON, JAVIER HUMBERTO
DELITOS : Hurto calificado y agravado, Porte ilegal de
armas,
Homicidio agravado
PROCESO : 17654
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

244
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NULIDAD-Técnica en casación/ NULIDAD-Debido proceso, derecho de defensa


e investigación integral/ INDAGATORIA-Interrogatorio/ DEFENSA TECNICA/
INVESTIGACION INTEGRAL-Técnica/ CONSEJO VERBAL DE GUERRA/
CIERRE DE INVESTIGACION-Notificación/ FALSO JUICIO DE LEGALIDAD

1. Olvida el demandante que la proposición de nulidades en casación, al igual que los


demás motivos de ataque extraordinarios tienen su propia metodología y técnica,
debiéndose, en todo caso, someter a los principios que regentan esta clase de vicios
que afectan la legalidad del proceso, que no son otros que los contenidos en el
artículo 308 del Código de Procedimiento Penal. De ahí que, insistentemente ha
sostenido la jurisprudencia de la Sala que si bien esta clase de reparos da un margen
de amplitud para su proposición y desarrollo, ello no equivale en modo alguno a que
se confunda con un espacio abierto que de cabida a la libre exposición de situaciones
que no son de acogida para los sujetos procesales, sino que, en todo caso, es
imprescindible acreditar el resquebrajamiento de las bases fundamentales de la
instrucción o el juzgamiento y la lesión de garantías fundamentales de los sujetos
intervinientes, según se trate de vicios que incidan en la estructura del proceso o
en las garantías propiamente dichas, como que no se trata de que a partir de una
serie de críticas indemostradas, se vea la Corte obligada a asumir un estudio oficioso
del asunto, pues ello desborda la naturaleza y alcances de este medio de
impugnación.

2. Una cosa son los errores in procedendo que tienen que ver directamente con la
estructura del proceso, que como actividad propia de la instrucción y del juicio en
cuanto fases antecedentes a la culminación de las instancias deben respetar una
serie de ritos a partir de los cuales se surte su curso normal, mientras que los errores
de garantía tienen que ver con aspectos sustanciales que legitiman la potestad
punitiva y que por lo mismo, se tornan en limitantes de dicho poder como ocurre
precisamente con el derecho de defensa, que bien puede verse quebrantado así se
hayan cumplido con todos los actos procesales necesarios o condicionantes de la
sentencia.

Sin embargo, existen eventos en que la irregularidad denunciada puede participar de


estas dos modalidades (como ocurre con la negativa injustificada a tramitar una
petición de sentencia anticipada), no siendo éste caso precisamente una de tales
hipótesis.

Ahora bien, las situaciones que emparenta la defensa dentro del criterio de debido
proceso y derecho de defensa, esto es, el deficiente interrogatorio, que a su juicio, se
le hizo a su asistido en la diligencia de indagatoria y la investigación integral,
corresponden a conceptos bien distintos, pero que a su turno, implican menoscabo
del derecho a la defensa y que por su naturaleza debían proponerse de manera
independiente, aunque de todas maneras, en este caso, el pretendido desarrollo no
corresponde a ninguno de tales postulados.

3. Lo concerniente al interrogatorio hecho durante la injurada de (…) parte de un


supuesto teórico falso, esto es, que allí ha debido procederse, casi con formulas
específicas, a hacerle preguntas al vinculado no en relación a los hechos que
motivaron su comparecencia en tal calidad al proceso, sino con la adecuación típica
que correspondería a las mismas, con lo que no solo se desconoce la naturaleza de
esta diligencia, que en cuanto medio de defensa y de prueba tiene como propósito,
por ser la primera intervención del imputado al proceso, permitirle explicar el
comportamiento que con visos de ilicitud se le atribuye. Esa es la razón por la cual, no
solo se hace sin la gravedad del juramento y ahora sin la invitación a que diga la
verdad en virtud de la declaratoria de inexequibilidad del aparte pertinente del
artículo 357 del Código de Procedimiento Penal (C-621 de 1.998, Corte
Constitucional), sino que, además, corresponde interrogarlo "con respecto a los
hechos que originaron su vinculación" tal y como lo preceptuaba el artículo 596 del
derogado Decreto 2550 de 1.988 bajo el cual se tramitó este asunto, y en similares
términos lo prevé el artículo 360 del Estatuto Procesal.

Implica lo anterior, que como es apenas obvio en el curso normal de una investigación
penal, a la persona que por cuyos antecedentes y circunstancias consignadas en el
proceso o por haberse operado su captura en flagranacia (artículo 590 Decreto 2550

245
de 1.988) se le deba vincular mediante indagatoria, se le interrogue por los hechos de
los que se desprende su eventual participación, pues, como lo ha sostenido la
jurisprudencia de la Sala en diversas oportunidades, es en el momento de resolver la
situación jurídica, en donde al valorar las pruebas recaudadas hasta ese momento
que el funcionario judicial cuenta con los elementos de juicio suficientes para
encuadrar jurídicamente la conducta imputada a uno o varios de los tipos penales
descritos en el estatuto sustantivo, como el militar en este caso.

En contraste, la investigación integral tiene que ver con la actividad que se espera del
funcionario judicial en la búsqueda de la verdad real, implicando desde luego,
averiguar tanto lo favorable como lo desfavorable, y en esa medida se tiene que
siendo de la esencia del derecho de defensa la posibilidad de contradecir los cargos y
las pruebas en su contra, se torna en un imperativo la observancia de ese principio,
solo que cuando se trata de este específico vicio, al libelista le corresponde demostrar
la necesariedad, procedencia y pertinencia de los medios de convicción no
practicados y confrontarlos con la sentencia a efectos de demostrar su incidencia, lo
cual no se predicaría de un incompleto interrogatorio en la indagatoria, pues en este
último caso la vulneración se presenta por no haberle permitido al sindicado explicar
su conducta frente a una determinada imputación que finalmente fue objeto de
condena.

4. La investigación integral tiene que ver con la actividad que se espera del
funcionario judicial en la búsqueda de la verdad real, implicando desde luego,
averiguar tanto lo favorable como lo desfavorable, y en esa medida se tiene que
siendo de la esencia del derecho de defensa la posibilidad de contradecir los cargos y
las pruebas en su contra, se torna en un imperativo la observancia de ese principio,
solo que cuando se trata de este específico vicio, al libelista le corresponde demostrar
la necesariedad, procedencia y pertinencia de los medios de convicción no
practicados y confrontarlos con la sentencia a efectos de demostrar su incidencia, lo
cual no se predicaría de un incompleto interrogatorio en la indagatoria, pues en este
último caso la vulneración se presenta por no haberle permitido al sindicado explicar
su conducta frente a una determinada imputación que finalmente fue objeto de
condena.

5. El segundo cargo por imprecisión, falta de motivación y motivación anfibológica de


la convocatoria a consejo verbal de guerra respecto de los delitos imputados, es de
suyo contradictorio como lo anotara el Procurador, en primer lugar porque al hacer
participar de las dos últimas carácterísticas mencionadas a la misma decisión está
acudiendo a dos situaciones excluyentes entre sí, es decir, que no pueden ser y no ser
al mismo tiempo, o se motivó deficientemente o simplemente no se expuso ninguna
consideración sobre el mérito de las pruebas.

6. Aduce el demandante que también se incurrió en nulidad porque no se notificó el


auto de cierre de la investigación, necesario es precisar que esa circunstancia
ameritaba la formulación de un cargo en el que demostrara, conforme se requiere en
esta sede, el menoscabo de las bases fundamentales de instrucción o el juzgamiento
o las garantías fundamentales de los sujetos procesales, pues presentado como una
reflexión aislada y carente de cualquier sustento frente al proceso, deviene en
irrelevante a efectos del estudio que le compete a la Sala al desatar la impugnación
extraordinaria.

7. En cuanto a lo primero (falso juicio de legalidad), tal y como se advirtió en


precedencia, aduce el libelista que la apertura de la investigación, la resolución de
situación jurídica, la convocatoria de consejo verbal de guerra y las sentencias de
primero y segundo grado tuvieron en cuenta pruebas obtenidas de manera ilegal,
esto es, las versiones de (…) y (…) y el informe policial que da cuenta de los hechos,
pues las primeras fueron recaudadas sin que aquellos estuvieran asistidos por un
abogado titulado o cuando menos por un estudiante de último año de derecho
perteneciente a consultorio jurídico, ni se hizo la advertencia de que no estaban
obligados a declarar contra sí mismos y el segundo no se hizo bajo juramento, ni
contiene la identificación de quien lo suscribe ni la indicación en el sentido de su
participación en la captura.

Así propuesta y desarrollada la censura, es evidente que las deficiencias técnicas que
la acompañan la tornan por sí sola en inepta, pues omite el actor indicar las normas
sustanciales quebrantadas y su sentido, ya que las que cita con ese propósito son de
naturaleza instrumental, aparte de que, desconociendo que en esencia la casación

246
comporta un juicio sobre la legalidad de la sentencia, extiende su reproche a
decisiones anteriores llevándola hasta la apertura de la investigación.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS AUGUSTO GALVEZ ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 20/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior
CIUDAD : Militar
PROCESADO : RODRIGUEZ CALVACHE, SIGIFREDO
DELITOS : Concusión, Falsedad documental por
ocultamiento,
Encubrimiento, Falsedad por destrucción de
documento
público
PROCESO : 14488
PUBLICADA : Si

Véase también en Internet : www.ramajudicial.gov.co

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INVESTIGACION INTEGRAL-Objeto/ TESTIMONIO-Credibilidad/ INFORME


POLICIVO/ ERROR DE HECHO-Falso juicio de existencia/ INDICIO-Técnica
para atacarlo en casación/ FALSO JUICIO DE EXISTENCIA/ FALSO JUICIO DE
IDENTIDAD

1. Cuando se acusa la sentencia por haber sido dictada en un juicio viciado de nulidad
por la violación del debido proceso que entraña el desconocimiento del principio de
investigación integral, resulta forzoso que el censor no sólo indique las pruebas que
-afirma- no fueron practicadas y acredite que eran conducentes y pertinentes, sino
también que compruebe la trascendencia de ellas y la incidencia que tendrían,
valoradas conjuntamente con las demás que se recaudaron, en el sentido de la
decisión.

Esto es apenas obvio, porque si dentro del objeto de investigación previsto en el


artículo 334 del Código de Procedimiento Penal el juez deberá decretar, de oficio o a
petición de los sujetos procesales, las pruebas que interesen a la investigación en
cuanto permitan "el esclarecimiento de la verdad sobre los hechos" que son materia
de ella, la no aducción de alguna no incide directa e indefectiblemente en la validez
del proceso sino en la medida en que, de haberse practicado, hubiese tenido la
posibilidad de que la decisión adoptada fuese distinta a la que finalmente tomó el
juzgador.
....

No es suficiente precisar qué se pretende demostrar con un determinado medio de


convicción, sino que es necesario también indicar la relación que el tema de prueba
tiene con el objeto de la investigación y, naturalmente, con el sentido del fallo.

2. Con relación a (…), como luego se dirá también respecto de las "importantes
pesquizas" que debían derivarse según el demandante de la declaración del testigo
con reserva de identidad, es claro que si se rechaza una versión por fantasiosa, hasta
el punto de que el juzgador de segunda instancia ordena que se compulsen copias
para investigar al deponente por el delito de falso testimonio, la prueba que se
decretara para corroborarla sería inconducente pues lo increíble no merece
confirmación.

La situación es similar frente al testimonio de (...) pues el Tribunal rechazó


enfáticamente su capacidad auditiva para escuchar desde la lancha en que
supuestamente se encontraba una conversación que se desarrollaba en pleno mar, a
doscientos metros de distancia, en otra embarcación.

Semejante ocurre, ya se anunció, respecto de las averiguaciones que no se


adelantaron para confirmar el dicho de quien en la instrucción conservó su identidad
reservada pero que en el juicio se supo que se trataba de (...), empleado de (...), quien

247
a su vez era desde quince años atrás arrendatario del restaurante Bocono, situado en
"Villa Concha" (fl. 210, C.2).

Ninguna credibilidad les mereció a los juzgadores su testimonio, al punto que el de


segunda instancia ordenó que se le investigara por la mendacidad de su versión (fl.
26, C.6). Que inicialmente el fiscal regional hubiera ordenado algunas diligencias que
se desprendían de lo dicho por (...) (fl. 1, C.4), lo que podría significar que para
entonces sus afirmaciones no se habían descartado, o por lo menos no totalmente, no
implicaba que ello no pudiera ocurrir en el futuro merced a una mejor valoración del
instructor o que forzosamente cada una de ellas tuvieran que ser objeto de
averiguación, no obstante que la credibilidad del testigo ya había sido cuestionada
seriamente por el fiscal delegado ante el Tribunal Nacional en la providencia que
confirmó la acusación (fls. 98/9, C. de la F.D.T.N.), oportunidad en la cual también
había desechado que (...) fuera el mismo "Capitán Blas" a que se refirió (...) (fl. 98 ibí-
dem).

En relación con estos tres testimonios -(...)-, la Sala debe precisar que ninguna
postulación probatoria podría predicarse a partir de ellos porque los jueces les habían
negado toda posibilidad de credibilidad, por las razones anotadas. Mal puede
pretender entonces el actor que haya omisión de práctica de pruebas por la no
verificación de sus dichos cuando los funcionarios judiciales los han descartado por
faltar a la verdad.

Como sin embargo el casacionista quiso hacerlo, y a sí lo planteó, la imputación a la


sentencia carece de fundamento por cuanto si bien es factible esbozar yerros en la
apreciación de la prueba testimonial, debe serlo pero por otra vía, más no por la
elegida, nulidad por violación del principio de investigación integral. El cargo, así, cae
de su peso.

Recientemente dijo la Corte que "…la investIgación integral no puede ser entendida ni
lo ha sido, como la necesidad de allegar y practicar todas las pruebas que puedan
surgir en las mentes de los jueces o los sujetos procesales, sino aquellas que son
conducentes y pertinentes a los objetivos de la acción penal, siempre y cuando se
encuentren al alcance de los medios que están a disposición del instructor" (Sala de
Casación Penal, sentencia del 22 de octubre de 1999, M. P. Edgar Lombana Trujillo,
radicación No. 11.127).

3. Con relación al informe rendido por el sargento (…) -mediante el cual deja a
disposición del jefe de la Sijín-Demag al señor (…) así como la marihuana y el arma
hallados en "Villa Concha"- sería suficiente recordar que en otra ocasión, respecto de
un "informe de inteligencia", dijo la Sala que este no podía ser identificado con una
versión "para proceder acto seguido a examinar en igualdad de condiciones el
contenido de él con el de un testimonio rendido ante el funcionario instructor con el
lleno de las formalidades legales. El informe es sólo eso" (Sentencia del 25 de mayo
de 1999, M. P. Carlos Eduardo Mejía Escobar, radicación NO. 12.885).

Así el asunto frente al informe del servidor policial, no hay duda que por contener
afirmaciones hechas por quien lo suscribe es susceptible de servir de pauta para
orientar el interrogatorio que posteriormente habrá de hacer el investigador cuando
aquél declare, pero no constituye en sí mismo un medio de convicción y, por esta
razón, tampoco se puede reprochar su falta de valoración en el fallo para hacer surgir
de tal circunstancia un falso juicio de exis-tencia por omisión.

Pero aun si laxamente se entendiera que por provenir del mismo testigo conforma con
la declaración una unidad que como tal debe ser apreciada por el juez, el error que se
aduce sólo podría ser alegado en tanto ésta hubiera sido desconocida por completo,
lo cual no sucedió en este caso pues, como lo destaca el señor Procurador Delegado,
"el referido testimonio visto en su conjunto, fue considerado - valorado en varios
apartes de las sentencias de primera como de segunda instancia".

4. Por otro lado, incurre el demandante en inexcusable contradicción cuando acusa a


los sentenciadores de no haber valorado o considerado los testimonios de (...),
miembros todos de la Policía Nacional -que sí lo fueron, como se advierte en los folios
19 y 27 de la sentencia de 1a. instancia-, pero seguidamente reconoce que no se
analizaron "de manera particularizada" sino que "se los menciona únicamente en
conjunto y de manera global" e incluso señala los folios en los que el fallador de
primera instancia aludió a ellos, desconociendo el libelista que el falso juicio de

248
existencia que alega se configura, en una de sus manifestaciones, por la falta de
apreciación absoluta de la prueba que materialmente obra en el proceso.

Ha de concluirse, por lo tanto, que si la sentencia de primera instancia -que conforma


con la que le imparte confirmación una unidad inescindible en todo aquello que no es
rectificado, corregido o modificado- tuvo en cuenta la prueba a que se refiere el
demandante, como se percibe con la simple revisión de los folios 582, 588 y 590 del
cuaderno No. 5, la alegada omisión probatoria no existe y el cargo que se aduce
carece de sustento en la realidad.

Finalmente, aunque es verdad que el A quo incurrió en falso juicio de existencia por
suposición al referirse al testimonio del agente (...), quien jamás declaró en este
proceso, no demostró el censor la incidencia del yerro en el sentido del fallo, lo que
torna impróspera la acusación.

5. Con el propósito de destruir la prueba indiciaria que sirvió de sustento a la


sentencia condenatoria, el demandante expresa que se tergiversaron diversos medios
de convicción debido a falsos juicios de identidad en que incurrieron los falladores.

Olvidó sin embargo que -como prolijamente lo ha venido di-ciendo la Sala- cuando esa
es la orientación del reproche, debe precisar inicialmente si su inconformidad se
refiere al hecho indicador, a la inferencia lógica o a la fuerza de convicción que su
valoración en conjunto pueda generar, pues en cada caso será necesario abordar el
ataque desde perspectivas diferentes.

En este sentido, si lo que se cuestiona es el hecho indicador, que naturalmente debe


estar demostrado con otro medio de prueba, se debe expresar si el error que cometió
el fallador en su apreciación fue de hecho o de derecho. En el primer caso, si obedeció
a un falso juicio de existencia porque omitió o supuso la circunstancia conocida, o a
un falso juicio de identidad porque tergiversó el contenido material de la prueba
haciéndole decir algo que no decía, o a un error de raciocinio porque la valoración de
la premisa a partir de la cual se hará luego la inferencia se apartó de los principios de
la sana crítica. En el segundo caso, si el error de derecho se produjo porque el juez
admitió y apreció como prueba del hecho indicador alguna que se incorporó
irregularmente al proceso y que por lo tanto carece de validez.

Pero si el reproche se dirige a la inferencia lógica, en tanto resultado de un proceso


valorativo el censor sólo podrá atacarla a través del error de hecho por
desconocimiento de los principios de la sana crítica, lo cual supone además que
acepte la validez de la prueba del hecho indicador.

Y si el error se predica tanto del hecho indicador como de la inferencia lógica, el


ataque se debe presentar en cargos separados y de manera subsidiaria (Por ejemplo,
en decisión del 20 de octubre de 1999, M. P. Carlos Eduardo Mejía Escobar).

En todo caso, sea cual fuere el vicio que se alega, es necesario también demostrar la
trascendencia del error y la incidencia en el fallo, aspecto este que el demandante
tendrá que examinar en su conjunto dado que de la pluralidad indiciaria ha de
predicarse su concordancia y convergencia según lo enseña el artículo 303 del Código
de Procedimiento Penal.

En el presente asunto, el libelista no precisa si la censura se dirige contra la prueba


del hecho indicador o contra la inferencia lógica o contra ambos, y aunque parece
referirse al primero, la inadecuada identificación de los indicios o el fraccionamiento
que hace de los medios de prueba que acreditan la circunstancia, la entremezcla de
hechos indicadores, la falta de correspondencia entre la prueba que dice haber sido
distorsionada por los juzgadores para acreditar la premisa y los medios de convicción
que en realidad tuvieron estos en cuenta, la expresión de particulares apreciaciones
de la prueba que formula al referirse a cada uno de los falsos juicios de identidad,
tanto como la falta de un eje central en torno al cual gire cada uno de los reproches,
tornan equívoca la argumentación.

6. Suficiente será recordar, entonces, en cuanto a los falsos juicios de existencia: 1)


Que el informe de captura no constituye prueba y por tanto no se puede cuestionar su
falta de valoración. En últimas, si en gracia de discusión se le considerara tal, la
apreciación del testimonio de quien lo suscribe obliga a concluir que la prueba no fue
omitida. 2) Que este error no se presenta cuando el testimonio se valora en cualquier
sentido. La apreciación fragmentaria, tergiversada o distorsionada de la prueba

249
constituiría un falso juicio de identidad, pero no de existencia. 3) Que aunque es
cierto que se supuso el testimonio del agente (...), no se demostró su influencia en el
fallo.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 20/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal
CIUDAD : Nacional
PROCESADO : DAVILA ARMENTA, EDUARDO ENRIQUE
DELITOS : Violación a la Ley 30/86
PROCESO : 13457
PUBLICADA : Si

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ENRIQUECIMIENTO ILICITO DE PARTICULAR-Consumación/ TITULO


VALOR/ DERECHO DE CONTRADICCION/ DEMANDA DE CASACION-
Principio de autonomía/ CASACION-Causal segunda/ APELACION-
Competencia limitada del superior/ VIOLACION INDIRECTA DE LA LEY-
Concreción del error/ NON BIS IN IDEM/ COPIAS

1. Le asiste la razón al Procurador Delegado cuando señala que el de-lito se realizó en


Cali, pues fue allí donde le giraron y consignaron al señor (…) los 208 cheques que
acrecentaron su peculio, librados contra las cuentas mencionadas en la reseña que de
los hechos se han fijado en esta sentencia y tal como se advierte con total claridad en
la relación de los tantos títulos-valores que aparece en la resolución acusatoria y en
las fotocopias de los propios cartularios (Fls. 219- 249, C. 36; Fls.1- 156, C. A).

El artículo 1º. del Decreto 1895 de 1989, adoptado como legislación permanente por
el artículo 10º. del Decreto 2266 de 1991, define el delito de enriquecimiento ilícito de
particulares en los siguientes términos:

"El que de manera directa o por interpuesta persona obtenga para sí o para otro
incremento patrimonial no justificado, derivado, en una u otra forma, de actividades
delictivas, incurrirá, por ese solo hecho, en prisión de cinco (5) a diez (10) años y
multa equivalente al valor del incremento ilícito logrado".

De la lectura de esta norma se concluye que el hecho se consuma - y prosigue su


ejecución permanente - en el momento y en el lugar en los que el autor obtiene, para
sí o para otro, incremento patrimonial no justificado, pues el verbo obtener es el
núcleo orientador y rector de la conducta.

El cheque - salvo ciertas excepciones que no concurren en el asunto en estudio - es


un instrumento de pago, es decir, equivale al porte de moneda o de valor en efectivo
o, como dice la ley mercantil, comporta la orden incondicional de pagar una
determinada suma de dinero (artículo 713-1). Es, en pocas palabras, una de las
formas como se dispone del numerario que se encuentra en el banco librado.

Dada la naturaleza de tales títulos, su emisión, transferencia o consignación en una


cuenta de alguien, implica la entrega de dinero al beneficiario de los mismos, de
donde surge que en el instante y en el lugar en que una persona pone a disposición
de otra uno o varios de estos instrumentos de pago, aumenta el patrimonio de ésta *.

Así las cosas, no cabe duda que el aumento patrimonial que se le reprocha al
procesado comenzó a consumarse en la ciudad de Cali, donde le fueron girados y
consignados los cheques y no después, cuando la moneda o billete en la cuantía por
ellos representada ingresó a sus cuentas bancarias en la ciudad de Bogotá y se
convirtió en dinero, materialmente hablando.

250
Como se sabe, la competencia territorial se individualiza por el lugar de realización
del delito, y éste a su vez está íntimamente relacionado con la acción u omisión que
configura el hecho punible.

2. No es cierto que al señor (…) se le hubiera vulnerado el derecho de defensa por no


haber tenido la oportunidad de controvertir la prueba que sirvió de cimiento a la
sentencia proferida en su contra. Según se infiere del estudio del expediente, tanto el
procesado como su defensor tuvieron acceso a todos los cheques a que se hace
alusión en la resolución acusatoria y en los que se cimentó el fallo del Tribunal.

Es cierto que al señor (…) no se le pusieron de presente en la primera diligencia de


indagatoria la totalidad de los títulos-valores que ingresaron a sus cuentas bancarias,
circunstancia obediente a que en ese momento procesal no habían sido descubiertos
aun todos los cheques girados o endosados a su favor. Esto, sin embargo, no fue
óbice para que los conociera después, en la medida en que eran hallados y luego
incorporados al expediente. Como el mismo defensor lo reconoce en la demanda, en
la etapa de la instrucción el procesado se enteró de la existencia de cerca de 150
títulos. De otra parte, posteriormente, cuando se calificó el mérito del sumario, la
fiscalía hizo una relación pormenorizada de cada uno de los 208, indicando el número
del título, su valor, fecha de expedición, nombre de girador o endosante, número de
cuenta y nombre del banco librado (Fls. 219-249, C. 36).

Significa lo anterior que el procesado y su defensor sí tuvieron la oportunidad de


conocer la totalidad de los títulos valores que sirvieron de soporte a la conducta
delictiva que se le imputó a aquél. Unos, a partir del 26 de mayo de 1995, cuando se
le recibió la primera diligencia de injurada, y los otros en el mes de abril de 1996,
cuando se les notificó personalmente la resolución de acusación (Fl. 287 Vto, C. 36).

Pero a pesar de ese conocimiento, en ningún momento ejercieron el derecho de


contradicción en relación con los medios de pago, pues no debatieron su contenido, ni
desvirtuaron su valor suasorio mediante la confrontación con otros medios de
convicción. No lo hicieron antes del 13 de abril de 1995 cuando según el defensor (…)
ya conocía cerca de 150 cheques, ni con posterioridad, cuando se les puso de
presente la totalidad de los mismos en que se soportó la resolución acusatoria.

3. Nuevamente, siguiendo el derrotero trazado en la censura anterior, el demandante


abandonó el deber de respetar la autonomía de los cargos y la obligación de
formularlos de manera límpida, precisa y fundamentada, como lo exige la
normatividad. Al inicio afirmó que la sentencia no estaba en consonancia con la
imputación contenida en la resolución acusatoria y, a renglón seguido, tildó a estas
decisiones de indeterminadas y anfibológicas, acusando al Tribunal por
desconocimiento del debido proceso, con base en que se había extralimitado al
modificar ilegalmente el fallo de primer grado e ignorar el principio non bis in ídem.
Olvidó que tales aspectos sólo pueden proponerse a la luz de la causal tercera.

4. Resulta asaz incoherente invocar el segundo motivo de casación previsto en el


artículo 220-2 ibídem, y acusar al mismo tiempo a la resolución acusatoria por
indeterminación en la imputación del tipo objetivo.

Como lo ha reiterado la Sala de Casación Penal de la Corte**, es de la esencia de la


causal segunda que quien la postule acepte, sin cuestionamientos, el cargo o los
cargos plasmados en la resolución acusatoria, porque la denuncia por incongruencia
apunta a que el juzgador respete el marco de la acusación y que retorne la
imputación al ámbito dentro del cual fue formulada. Ni la calificación jurídica, ni la
prueba, pueden ser objeto de impugnación cuando se acude a ella.

Por tanto, para la demostración de la falencia alegada se debe confrontar la


resolución de acusación con la sentencia, para verificar, de una parte, que se ha
condenado por cargos no previstos en aquélla, o, de la otra, que no se han resuelto
las imputaciones expresamente deducidas. Este error in procedendo implica
comprobar ante la Corte una condena que no corresponde a la realidad fáctica y
jurídica tenida en cuenta en la acusación, de manera que se ponga en evidencia que
ha sido desbordada por el fallo.
...

Como se demostró en las consideraciones de la censura anterior, no existe ninguna


divergencia entre la resolución acusatoria y el fallo del Tribunal. Son idénticos los
aspectos fácticos y jurídicos que le sirven de soporte a las imputaciones que en ellas

251
se formularon al procesado: que incurrió en el delito de enriquecimiento ilícito de
particulares definido el artículo 1º. del Decreto 1895 de 1989, adoptado como
legislación permanente por el artículo 10º. del Decreto 2266 de 1991, por haber
acrecentado su peculio injustificadamente en virtud de los 208 cheques que los
hermanos Rodríguez Orejuela le giraron de sus cuentas bancarias en la ciudad de
Cali, por un monto superior a mil trescientos millones de pesos y que ingresaron
mediante operaciones de canje a las cuentas que tenía en la ciudad de Bogotá.

5. Es incorrecto acusar al Tribunal de haber incurrido en violación del debido proceso


porque modificó el fallo de primer grado en el sentido de hacer claridad en cuanto al
señor (...) se le condenaba como autor del delito de enriquecimiento ilícito personal y
ordenar que se compulsaran copias para que se le investigara por el hecho punible de
enriquecimiento ilícito a favor de terceros.

Olvidó el demandante que cuando interpuso el recurso de apelación contra el fallo del
Juez Regional de Cali acusó su decisión, entre otros aspectos, por ser ambigua debido
a que no había precisado si el enriquecimiento ilícito que se le atribuía a su defendido
lo era a título personal o a favor de terceros (Fl 126, C. 45). Mal se recibe, entonces,
que ahora le reproche al Ad-quem la claridad que hizo con fundamento en las
facultades que le otorgaba expresamente el artículo 217 del C. de. P. P., en
consideración -se repite- a la petición expresa que le hiciera en el memorial de
sustento a la alzada.
....

Siendo así, no existe fundamento alguno para afirmar violación del principio non bis in
ídem. Las copias que el Tribunal ordenó compulsar se refieren a un hecho diferente,
del cual no se ocupó la actuación que merece ahora la atención de la Sala: su
probable intervención en la ilícita financiación de la campaña presidencial del doctor
Ernesto Samper Pizano. Es evidente, entonces, que el Ad-quem no infringió tal
principio y que obró obedeciendo el mandato previsto en el artículo 25-2 del C. de. P.
P.

6. Cuando se acude a esta causal de casación es indispensable que el censor concrete


y demuestre la configuración de alguna de las hipótesis de desacierto posibles, por
ejemplo equívoco por falso juicio de existencia, de identidad o de raciocinio.
Igualmente debe comprobar la definitiva incidencia que haya tenido el error en la
declaración de justicia contenida en la parte resolutiva del fallo, mediante el
señalamiento preciso de la manera como la decisión habría sido diversa si no se
hubiera incurrido en el error probatorio. La imputación al fallo, además, debe estar
dirigida a derruir todas las pruebas que constituyen su soporte, pues si así no se
procede y una de ellas goza de suficiencia para mantenerlo erguido, se impone la
improsperidad de la censura.***

El letrado no cumplió con estas exigencias de técnica casacional. Invocó violación


indirecta de la ley sustancial por errores de hecho, pero no indicó la forma o especie
del yerro, ni concretó con nitidez y determinación los medios de persuasión objeto de
los vicios, y, menos, mostró la importancia máxima de las falencias en la orientación y
determinación de la sentencia materia de impugnación.
___________________________________
* Cfr. por ejemplo, Corte Suprema de Justicia. Auto del 31 de octubre de 2000, Rad. 17.087.
Sentencia del 4 de abril de 2001, Rad. 16.356
** Sentencias del 19 de diciembre de 2000, 14 de agosto de 2000 y 11 de diciembre de 1999,
Radicaciones Nos.15. 941, 15.946, 14.655 y 14.796, respectivamente.
*** Cfr., por ejemplo, Casaciones del 14 de marzo de 1990, 22 de junio de 1990, 18 de octubre
de 2000, 12 de marzo de 2001, Radicaciones 3.759, 4.563, 15.214, 12.098, respectivamente.

MAGISTRADO PONENTE: DR. ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 20/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Nacional
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : GIRALDO LOPEZ, ALBERTO
DELITOS : Enriquecimiento ilícito de particular
PROCESO : 16717
PUBLICADA : Si

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252
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CASACION DISCRECIONAL-Procedencia/ CASACION DISCRECIONAL-


Sustentación

El libelo que se examina no cumple con los requisitos para acudir a la casación por la
vía excepcional.

En efecto, el inciso 3º del artículo 218 del Código de Procedimiento Penal, subrogado
por la Ley 553 del año 2000, establece que a discreción de la Corte, la casación
excepcional procede contra las sentencias ejecutoriadas de segunda instancia
proferidas por los Tribunales Superiores de Distrito Judicial y el Tribunal Penal Militar,
cuando la sanción prevista en la respectiva disposición sea diferente a la privación de
la libertad o cuando siendo de esta naturaleza su duración sea de ocho (8) años o
inferior a éste término - como ocurre en el asunto en examen -. Igualmente procede
contra las dictadas por los Juzgado Penales del Circuito, también en segunda
instancia, sin que para ello cuente la penalidad descrita en el tipo respectivo.

En este caso, la casación incoada por el defensor de (...) cumple con tales
presupuestos, y con los de legitimidad y oportunidad. No ocurre lo mismo en cuanto a
la fundamentación que corresponde al libelista respecto de los motivos por los que de
manera restrictiva procede el mecanismo.

Si bien es cierto que el censor invocó uno de ellos, esto es, la garantía de los derechos
fundamentales de su representado, omitió precisar con toda nitidez los motivos por
los cuales considera necesaria la intervención de la Corte en el asunto y procedió de
lleno a la elaboración de la demanda.

Es que aún con la entrada en vigencia de la nueva ley, que introdujo importantes
modificaciones a la casación, sigue siendo necesario que el libelista además de
elaborar los cargos elevados contra el fallo de instancia, exponga y haga explícitas
inicialmente las razones que permitan a la Corte deducir si es viable el mecanismo,
pues sólo de esa manera es posible establecer si el asunto amerita el trámite
especial.

Si la censura se contrae a denunciar la violación de una garantía fundamental como el


debido proceso, es obligatorio que el recurrente precise los motivos y su incidencia en
la estructura del proceso, aspecto que en el presente asunto no se cumplió.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Casación Discrecional
FECHA : 20/06/2001
DECISION : No accede a la casación por vía excepcional
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Tunja
PROCESADO : CARDENAS MELO, MARCO TULIO
DELITOS : Falsa denuncia
PROCESO : 17759
PUBLICADA : Si

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COLISION DE COMPETENCIA/ JUEZ DE EJECUCION DE PENAS/ EJECUCION


DE LA SENTENCIA/ ACUMULACION JURIDICA DE PENAS

Como la colisión negativa de competencias se suscitó entre el Juzgado Segundo de


Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Valledupar y el Juzgado Cuarto Penal

253
del Circuito de Montería, ambos pertenecientes a distritos judiciales diferentes, de
conformidad con el artículo 68.5 del Código de Procedimiento Penal, modificado por el
artículo 35 de la ley 504 de 1999, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia es la llamada a dirimirla.

Se debe resaltar que para resolver asuntos como el que nos ocupa, es preciso tener
en cuenta la ubicación física del condenado, criterio que se encuentra consagrado en
el artículo 1° del Acuerdo 54 de 1994, expedido por el Consejo Superior de la
Judicatura, según el cual:

"Los jueces de ejecución de penas y medidas de seguridad, conocen de todas las


cuestiones relacionadas con la ejecución punitiva de los condenados que se
encuentren en las cárceles del respectivo circuito donde estuvieren radicados, sin
consideración al lugar donde se hubiere proferido la respectiva sentencia".

Respecto al entendimiento de esta norma, resulta oportuno recordar lo que la Corte,


mediante providencia del 22 de noviembre de 1996* , reiterada posteriormente** ,
señaló:

"El precepto anterior es claro en establecer para los jueces de ejecución de penas y
medidas de seguridad un factor de competencia distinto a los establecidos para los
restantes despachos de la jurisdicción ordinaria. Se trata de un factor de índole
personal, de tal manera que la competencia para asumir el conocimiento de la
ejecución punitiva, depende de que el respectivo condenado se encuentre recluido en
uno de los establecimientos carcelarios del circuito sede del funcionario; y hasta tal
punto se mantiene ese factor de competencia que sigue al convicto al lugar donde
fuere, pues de ser trasladado de penitenciaría, su expediente debe ser enviado al juez
de ejecución de penas que esté radicado en el lugar de ubicación del centro de
reclusión, o, en su defecto, al juez que hubiera dictado el fallo de primera o única
instancia.

"También refulge que el artículo 15 transitorio del estatuto de procedimiento penal es


de aplicación residual, esto es, que mantiene la función de ejecutar la pena, en los
jueces que hubieren dictado la sentencia de primera o única instancia, sólo para los
casos en que el condenado se halle recluido en un centro penitenciario localizado por
fuera del circuito sede de un juez de ejecución de penas.

"En estas condiciones, carece de trascendencia determinar cuál fue el primer fallo
ejecutoriado o cuál el último, ni el número de condenas, ni cuál de ellas se encuentra
descontando el sentenciado, porque sólo dos elementos juegan en la determinación
del funcionario competente para resolver cuestiones derivadas del cumplimiento de
la pena: la ubicación del condenado y si en ese lugar existe o no juez de ejecución de
penas y medidas de seguridad".

Ahora bien, conforme a lo expuesto y teniendo en cuenta que el condenado (...) se


encuentra purgando pena en la Cárcel del Distrito Judicial de Montería, lugar donde no
existe juzgado de ejecución de penas y medidas de seguridad, se debe concluir, al
tenor de lo establecido en el parágrafo del artículo 1° del Acuerdo 54 de 1994, que el
funcionario judicial competente para conocer de la ejecución de dichas sentencias, en
las que las penas fueron acumuladas jurídicamente, es el Juzgado Primero Penal
Municipal de Valledupar, a quien se remitirá el diligenciamiento.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Auto Colisión de Competencia


FECHA : 20/06/2001
DECISION : Declara la competencia del Juzgado 1 P. M. de
Valledupar
PROCEDENCIA : Juzgado de Ejecución de P.
CIUDAD : Valledupar
PROCESADO : FUENTES MONTERO, EBRIN DE JESUS
DELITOS : Extorsión, Tentativa de extorsión
PROCESO : 18193
PUBLICADA : Si

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VIOLACION DE LA LEY SUSTANCIAL-Modalidades-Técnica/ NORMA
SUSTANCIAL/ VIOLACION INDIRECTA DE LA LEY-Modalidades

1. Cuando se invoca la causal primera de casación al tenor del artículo 220 del Código
de Procedimiento Penal, trátese de la violación directa o mediata de la ley, el
demandante tiene el deber de señalar las normas transgredidas, que no pueden ser
sino de naturaleza sustancial, así como el sentido de la violación reprochada, pues
sólo de esta forma se le traza a la Corte el derrotero a seguir en el evento de
encontrar prosperidad el ataque formulado.

Frente a esta exigencia el impugnante perdió de vista que la ley sustancial,


indiferentemente de su ubicación en el estatuto punitivo o procesal, es aquella que
describe determinadas conductas como delictivas o la que alude a la punibilidad o la
responsabilidad, y denunció como vulnerados algunos preceptos de carácter ritual sin
ninguna precisión además en cuanto al concepto de su violación; alegó en concreto,
el quebranto de las normas referidas a la necesidad de la prueba para fundamentar
las decisiones judiciales, a la prueba que es exigida para el fallo de condena, así
como los artículos que enuncian los medios probatorios en el proceso penal y regulan
su valoración. En otros términos, en aparte alguno del libelo indicó cuáles fueron las
normas sustanciales que resultaron infringidas como consecuencia del alegado
quebranto de estos preceptos en materia de pruebas.

2. La Sala tiene establecido que cuando se aduce la violación indirecta de la ley


sustancial por errores de hecho o de derecho en la apreciación de la prueba, el actor
tiene la carga de concretar y fundamentar la configuración de alguno de los yerros
posibles así como de precisar su incidencia, es decir, de señalar cómo el fallo
impugnado habría sido en otro sentido sin la existencia de los desatinos denunciados.

Ahora bien, como formas posibles del error de hecho, que fue el alegado en la
presente demanda, son conocidos el falso juicio de existencia, que se configura por
desconocer la prueba legal y oportunamente allegada al proceso o cuando se supone
la misma; el falso juicio de identidad, referido al aspecto material de la prueba, que es
apreciada pero con tergiversación o cercenamiento de su contenido objetivo
haciéndole producir efectos diversos de los que en realidad concita; y el falso
raciocinio, cuando en el análisis del medio probatorio se violan las reglas de la sana
crítica.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Auto Casación
FECHA : 20/06/2001
DECISION : Inadmite la demanda y declara desierto el
recurso
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Cali
PROCESADO : ECHEVERRY GALLEGO, WILLIAM
DELITOS : Tentativa de extorsión
PROCESO : 17046
PUBLICADA : Si

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VIOLACION DE LA LEY SUSTANCIAL-Modalidades-Técnica/ VIOLACION


INDIRECTA DE LA LEY

Cuando se invoca la violación directa de la ley sustancial, el casacionista debe señalar


si se debió a una falta de aplicación o a una indebida aplicación o a una interpretación
errónea del precepto y en su desarrollo abstenerse de hacer consideraciones en torno
a los hechos que declaró probados el sentenciador. Si el ataque se concreta en una
violación indirecta de la ley sustancial, por error de hecho, es necesario demostrar en
qué consistió, si se trata de falsos juicios de existencia por omisión o suposición o de

255
identidad, con delimitación precisa de los yerros en que haya podido incurrir el
Tribunal, así como su trascendencia en el fallo. Además es necesario precisar las
normas que consagran la clase de prueba sobre la cual recae la violación medio, el
precepto sustancial finalmente vulnerado y el sentido de su transgresión.

En el asunto objeto de examen, la formulación del cargo "violación INDIRECTA a


través de la interpretación errónea de la prueba de la norma de derecho sustancial
que tipifica el delito de HOMICIDIO (Art. 323 del C.P.)" no aparece muy clara, pues lo
que puede ser motivo de interpretación errónea es la norma de derecho sustancial -
no la prueba - transgresión que tiene lugar cuando a pesar de haberse aplicado
correctamente el precepto por regular de manera precisa la materia, el sentenciador
la interpreta de un modo que no corresponde, distorsionando su significado.

Teniendo en cuenta que el ámbito propio de la forma de violación escogida por el


casacionista es la vía indirecta, debe señalarse desde ya que el desarrollo de la
censura no corresponde a ninguno de los motivos que invocó de manera separada, ni
mucho menos a demostrar que el precepto sustancial finalmente vulnerado es el que
consagrada el delito de homicidio, a causa de una interpretación errónea.

Además constituiría un contrasentido pretender la absolución del condenado por el


delito de homicidio y predicar, al mismo tiempo, que el sentenciador mal interpretó la
norma que lo tipifica.

De otra parte el libelista hace mención de todos los errores en los cuales puede
incurrir el sentenciador en la apreciación de las pruebas, por la vía del error de hecho,
sin atender a la metodología de formularlos separadamente y su desarrollo, como se
pasa a demostrar, se reduce al simple cuestionamiento de las pruebas aportadas al
proceso, desconociendo de lleno los parámetros inicialmente referidos y sin
demostrarle a la Corte verdaderamente los quebrantos que le atribuye al fallo. Mucho
menos cumplió con la carga de acreditar cómo, de no haberse incurrido en los errores
sobre las pruebas objetadas, otro habría sido el sentido de la sentencia.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Sentencia Casación
FECHA : 21/06/2001
DECISION : No casa
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Medellín
PROCESADO : PULGARIN MARIN, GEORGE EDISON
DELITOS : Porte de armas de defensa personal, Homicidio
agravado
PROCESO : 13444
PUBLICADA : Si

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COLISION DE COMPETENCIA-Resolución de acusación/ NARCOTRAFICO/


ESTUPEFACIENTES

Como en innumerables oportunidades se ha advertido por la jurisprudencia de la Sala,


la definición acerca de la competencia para conocer o no de un asunto determinado
debe ceñirse a los hechos por los cuales se profirió resolución de acusación, sin que
sea posible introducir variaciones con fundamento en valoraciones fácticas o
probatorias, como erradamente lo entiende el señor Juez Segundo Penal del Circuito
de Pasto.

En esas condiciones se tiene que en la providencia calificatoria, el respectivo


funcionario instructor resolvió "Proferir Resolución de acusación en contra de (...) de
condiciones personales y civiles conocidas en este proceso, como presunto autor
responsable de violar el artículo 33 de la Ley 30 de 1986, modificado por el Art. 17 de
la Ley 365 de 1997, inciso 3º, en la modalidad de conservar en su poder sin permiso
de autoridad competente, droga estupefaciente (cocaína)" (fl 162 ).

256
El citado precepto es del siguiente tenor:

"Si la cantidad de droga excede los límites máximos previstos en el inciso anterior sin
pasar de diez mil (10.000) gramos de marihuana, tres mil (3000) gramos de hachís,
dos mil (2.000) gramos de cocaína o de sustancia estupefaciente a base de cocaína…
la pena será de cuatro (4) a doce (12) años de prisión y multa de diez (10) a cien
(100) salarios mínimos legales mensuales".

La competencia de los Jueces Penales del Circuito Especializados, conforme al artículo


71 del Código de Procedimiento Penal, modificado por le Ley 504 de 1999, artículo 5º,
respecto de los delitos señalados en el artículo 33 del Estatuto Nacional de
Estupefacientes tiene lugar cuando la droga o sustancia exceda de "cinco (5) kilos si
se trata de metaculaona, cocaína o sustancias base de ella o cantidades equivalentes
si se encontraren en otro estado".

En tales circunstancias, no cabe duda que plena razón le asiste a la señora Juez Penal
del Circuito Especializada de Pasto para no adelantar la etapa de la causa en este
asunto, pues independientemente de cualquier consideración de orden fáctico o
probatorio acerca del ilícito materia del juzgamiento, lo cierto es que los hechos
fueron adecuados al comportamiento descrito en el artículo 33, inciso 3º, de la Ley 30
de 1986, cuyo conocimiento corresponde al Juez Segundo Penal del Circuito de Pasto.

MAGISTRADO PONENTE: DR. CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Auto Colisión de Competencia


FECHA : 21/06/2001
DECISION : Asigna competencia al Juzgado 2 P.C. de Pasto
PROCEDENCIA : Juzgado P. C. E.
CIUDAD : Pasto
PROCESADO : SAPUYES LOPEZ, LUIS EDUARDO
DELITOS : Violación a la Ley 30/86
PROCESO : 18144
PUBLICADA : Si

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SENTENCIA ANTICIPADA-Interés para recurrir/ UNIDAD PROCESAL-


Ruptura/ CONDENA DE EJECUCION CONDICIONAL-Técnica en casación/
LIBERTAD PROVISIONAL/ SENTENCIA ANTICIPADA-En el juicio/ NULIDAD/
RESOLUCION DE ACUSACION

1. La actuación seguida contra (…) por el delito de falsedad material de particular en


documento público concluyó en fase del juicio a través del instituto de la sentencia
anticipada, por tal motivo, la Sala debe precisar de antemano que al tenor del
numeral 4º del artículo 37B del Código de Procedimiento Penal el interés jurídico para
recurrir en apelación, tratándose del sindicado o su defensor, está restringido a la
dosificación de la pena, al subrogado de la condena de ejecución condicional, la
extinción del dominio sobre bienes y la indemnización de perjuicios, éste último
aspecto, como consecuencia de la declaratoria de inexequibilidad del numeral 5º
ibídem, que excluía el pronunciamiento de la responsabilidad civil en los fallos de
naturaleza anticipada (sentencia C-277 de junio 3 de 1998, M.P. Dr. Naranjo Mesa).

Esta regulación encuentra fundamento en la imposibilidad de retractarse, en virtud de


los principios de eventualidad o preclusión y de la seguridad jurídica, de la aceptación
de la responsabilidad penal por cuanto constituye un presupuesto indefectible en los
institutos de terminación anticipada del proceso.

La limitación comentada, prevista de manera expresa para el recurso de apelación, se


extiende al recurso extraordinario como tiene discernido de antaño la Sala (autos de
julio 3 de 1997 y marzo 4 de 2000, M.P. Dr. Arboleda Ripoll, entre otros), y su aparente
taxatividad ha sido matizada en la jurisprudencia de la Corte, para admitirse que otros
y muy puntuales aspectos pueden ser impugnados en dichos eventos.

257
Así, en la comprensión que el ad quem con apego al artículo 305 del Código de
Procedimiento Penal adquiere la facultad para verificar la legalidad del proceso, y de
resultar viable la sentencia anticipada de conformidad con el artículo 37 ejusdem,
exclusivamente, cuando se han preservado a cabalidad las garantías fundamentales,
se abre compuerta entonces a la posibilidad de reclamar la nulidad por la vulneración
de las mismas.

Sin embargo, el interés jurídico para recurrir en casación en este específico supuesto
no se determina por el simple alegato del menoscabo de las garantías fundamentales;
por el contrario, de acuerdo con el reiterado y pacífico criterio de la Corte es necesario
verificar si el reproche de nulidad esconde la inaceptable retractación de la
responsabilidad penal aceptada por el sindicado para acceder a la terminación
anticipada del proceso (casaciones del 11 de agosto de 1999, M.P. Dr. Carlos Augusto
Gálvez Argote, 26 de octubre de 1999, M.P., Dr. Carlos Eduardo Mejía Escobar, junio 6
de 2000, M.P., Dr. Alvaro Orlando Pérez Pinzón, entre otras), que es precisamente la
situación evidenciada tratándose del primer cargo examinado.

Ciertamente, el demandante invoca la causal tercera de casación, reclama la nulidad


a partir del cierre de la investigación, acusa la vulneración del debido proceso y cita
como normas infringidas los artículos 88 y 90 del C. de P.P., para dejar entrever con
absoluta claridad esa indebida aspiración cuando en el posterior desarrollo
argumentativo asintió, en últimas, que ninguna trascendencia tuvo la supuesta
irregularidad denunciada, pero que simplemente pretende impedir "que jueces y
magistrados de los Tribunales Superiores de Distrito Judicial, muchas veces sin leer los
procesos, confirmen las decisiones".

Así las cosas, en esta censura resulta nítido que el recurrente desbordó el restringido
interés jurídico, pues el ataque no se orienta al restablecimiento de una garantía
quebrantada en el curso del trámite fallado contra su asistido, sino a retrotraer la
actuación nuevamente a la fase instructiva diluyendo la aceptación que hizo el
sindicado en forma libre y consciente de su responsabilidad penal frente al cargo que
le había sido imputado en la resolución acusatoria.

2. Aún de aceptarse en gracia de discusión, de una parte, que ese vínculo entre los
comportamientos punibles imputados a los procesados (…) y (…) no se subsume en
ninguna de las hipótesis de conexidad contempladas en el artículo 87 del C. de P.P., de
otra, que por esa causa no era posible por ende su investigación unificada, tampoco
en tal evento encuentra plausible asidero la pretensión de nulidad, como destaca la
Delegada.

En efecto, al tenor del inciso 2º del artículo 88 del C. de P.P., en armonía con los
principios que orientan la declaratoria de las nulidades de conformidad con el artículo
308 ibídem, el rompimiento del postulado de la unidad procesal de acuerdo con el
cual por "cada hecho punible se adelantará una sola actuación procesal", no genera la
nulidad siempre que no se afecte las garantías fundamentales, como precisamente
aquí sucede, pues en nada se afectó el debido proceso ni el derecho de defensa,
según admite el propio recurrente al excluir de esa situación cualquier "perjuicio" en
detrimento de su asistido.

Finalmente, contrario a lo atestado por el impugnante, con apego al numeral 3º del


artículo 37B del citado estatuto se produjo la ruptura de la unidad procesal por el
acogimiento de su representado a la sentencia anticipada, en consecuencia, mal
podía pretender la invalidación del trámite por no haberse separado el mismo del que
cursaba de manera conjunta respecto a Iván Darío Hernández, cuando por esa vía las
actuaciones contra uno y otro de los dos encausados quedaron definitivamente
segregadas.

3. El demandante incurrió en la impropiedad de plantear la violación directa de la ley


sustancial por errónea interpretación del artículo 68 del Código Penal, pues si el
citado precepto no fue aplicado en el fallo impugnado debiendo serlo, conforme
atesta y surge de la simple consideración de los fallos de instancia, ha debido
denunciar entonces, su falta de aplicación.

Frente a este desatino en materia técnica no está por demás reiterar, una vez más,
que la violación directa de una disposición de derecho sustancial en la actividad
judicial puede presentar tres sentidos: la falta de aplicación, cuando el juzgador
prescinde de aplicar la norma que regulaba el caso concreto; la aplicación indebida,
cuando el error recae en la selección de la misma; y la interpretación errónea, donde

258
se aplica la norma correcta, pero se le asigna un sentido o alcance diverso del que le
corresponde.

Por otra parte, en los conceptos enunciados se impone como requisito ineludible que
el demandante acepte los hechos tal como los entendió el juzgador y su valoración
probatoria, pues el ataque en la violación directa se orienta a demostrar un desacierto
de mera lógica jurídica; regla de la casación que resultó quebrantada con evidencia
en el desarrollo argumentativo del reproche, como destaca la Delegada.

En efecto, si la censura se hizo consistir en el análisis equivocado de los juzgadores


en torno a la gravedad del hecho punible, que tilda de caprichosa por aparecer
cimentada exclusivamente en la ponderación del bien jurídico; de igual modo, en las
conclusiones atinentes a la personalidad del sindicado por no atender el ad quem
algunos elementos de juicio que en opinión del censor concurrían a perfilarla de
manera favorable a la concesión del subrogado, concretamente, su ánimo de
superación, las circunstancias del delito y la ausencia de antecedentes, resulta
forzoso colegir que una controversia de esta naturaleza se muestra ajena al debate de
puro derecho que es inherente a la violación directa alegada, para caer en el ámbito
de la transgresión indirecta de la ley sustancial, donde se acusa un yerro de hecho o
de derecho determinado por desaciertos en la apreciación de las pruebas
incorporadas al proceso.

Resta añadir que la valoración efectuada por el funcionario instructor sobre las
exigencias del subrogado en comento al conceder la libertad provisional al
sentenciado en los albores del sumario, en manera alguna resultaba vinculante para
los juzgadores conforme parece entenderlo el impugnante, al reprochar la falta de
coincidencia entre tal providencia y los fallos de instancia.

En efecto, como ha precisado la Sala la libertad provisional tiene por finalidad "velar
por la garantía de los derechos del acusado a favor de quien pende la presunción de
inocencia hasta el pronunciamiento de sentencia en la cual se deje desvirtuado tal
principio, momento a partir del cual entran en juego las otras instituciones como
sustento de la liberación". De ahí, entonces, que no "es por capricho del legislador
que se dispone que sea únicamente al momento de dictar sentencia, no antes ni
después, que se estudie la posibilidad de suspender condicionalmente la pena,
porque es justamente en este estadio procesal que examina, con riguroso criterio
científico, los medios de información acopiados al proceso y a tiempo que adquiere
conocimiento, en grado de certeza, sobre la existencia real del hecho y la
responsabilidad del acusado, también asume, sobre bases ciertas, si la pena a
imponer al justiciable merece suspenderse condicionalmente por darse las
condiciones del artículo 68 del C.P." (providencia del 7 de julio de 1994, M.P. Dr.
Dídimo Páez Velandia).

4. En virtud del principio de celeridad y economía procesal, preferidos por el


sindicado, al juez de primera instancia le correspondía proferir sentencia condenatoria
congruente con los cargos aceptados que, a su vez, son los mismos de la resolución
de acusación, con lo cual se satisfacía el requerimiento expresamente señalado en el
último inciso del artículo 37 (Modificado por el11 de la ley 365 de 1997), cuyo texto
reza así:

"También se podrá dictar sentencia anticipada, cuando proferida la resolución de


acusación y antes de que se fije fecha para la celebración de la audiencia pública, el
procesado aceptare la responsabilidad penal respecto de todos los cargos allí
formulados"

Desde luego, si existe una resolución de acusación en firme, ello indica la fortaleza
probatoria requerida para que el sindicado prepare durante la causa su defensa, pero
si éste, ante la evidencia implícita, opta por anticipar su sentencia, es claro que no
está en condiciones de refutar o contradecir airosamente todo aquello que
probatoriamente obra en su contra, pues, de poderlo hacer, afrontaría la causa y la
audiencia en procura de esa posibilidad.

Entendido lo contrario, el procesado, asistido por su defensor y con la comparecencia


del Ministerio Público, solicita la sentencia anticipada, aceptando todos los cargos que
se le formularon en la resolución de acusación, advertido expresamente de las
consecuencias jurídicas que debe aceptar por dicha determinación por el propio juez
de la causa, como así consta en la diligencia respectiva.

259
Al juez del conocimiento no le corresponde actuación distinta a la de dictar sentencia
condenatoria, en la cual involucre todos los cargos formulados en la resolución de
acusación y aceptados en la diligencia de sentencia anticipada. Así culmina el debido
proceso en estos casos especiales, en los que el principio de oportunidad tiene tales
condiciones.

Sin embargo, como se aprecia, el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Bogotá, al
proferir la sentencia condenatoria del 24 de septiembre de 1996, con la cual se puso
fin a la primera instancia (f. 609 y s.s.) no incluyó en ella todos los cargos, puesto que
no sólo eliminó unilateralmente, sin requerimiento de ningún sujeto procesal, el
agravante de la falsedad documental por el uso del documento, sino que además
absolvió al procesado del delito de estafa, imputado en la acusación y aceptado por
aquel.

Ya la Sala se ha referido en pasadas ocasiones a eventos similares, con el resultado


de anular las actuaciones inconsecuentes con la estructura misma del proceso
establecida en la ley que regula el procedimiento penal. Para el efecto, baste
extractar de la sentencia de segunda instancia del 27 de septiembre de 2000 (M.P. Dr.
Carlos Eduardo Mejía Escobar, rad. 15.035) la parte pertinente que ilustra y apoya
bien las consideraciones arribas consignadas:

"En conclusión, la claridad del inciso examinado no admite ningún tipo de discusión y
por lo tanto a partir de la resolución acusatoria la sentencia anticipada sólo es
procedente si se aceptan "todos los cargos" allí formulados, con lo cual la Sala ratifica
la posición adoptada en la sentencia de marzo 4 de 1996, en la cual actuó como
Ponente el doctor Fernando Arboleda Ripoll. Se dijo en dicha oportunidad:

"Sobre el específico punto del contenido material del acta, la norma no admite
discusión. Si la solicitud se presenta en el sumario, el acta deberá registrar los cargos
formulados por el fiscal y la manifestación de la voluntad del procesado de acogerse
total o parcialmente a ellos. Si se remonta al juicio, no habrá necesidad de registrar
los cargos, puesto que éstos serán los formulados en la resolución acusatoria.
Bastará que se deje constancia de su aceptación integral por parte del acusado, pues
es oportuno precisar que en esta segunda etapa del proceso no tienen cabida las
aceptaciones parciales".

"Otra cuestión es qué sucede en casos como el examinado, cuando se aceptan


parcialmente cargos en la fase del juzgamiento. No cabe duda que ello constituye
una irregularidad o defecto procesal que, sin embargo, como se verá en seguida, no
alcanza la entidad suficiente para declarar nulo lo actuado a partir de dicho instante
del proceso.

"El mecanismo de la nulidad, como se sabe, es último remedio. Y para llegar a él se


requiere que el acto irregular sea sustancial, que no haya cumplido la finalidad para
la cual estaba destinado, que haya afectado garantías fundamentales de las partes o
desconocido la estructura básica del proceso, que a su ocurrencia no haya contribuido
el sujeto procesal que la reclama, que no la haya convalidado la parte perjudicada y
que no exista otra forma para subsanarla. Es lo que se desprende del artículo 308 del
Código de Procedimiento Penal que, además, como un factor más de limitación a la
declaración de nulidades, estatuyó en su numeral 6º el denominado principio de
taxatividad, según el cual únicamente procede la medida extrema por las
circunstancias previstas en el artículo 304 de la misma obra"

MAGISTRADO PONENTE: DR. HERMAN GALAN CASTELLANOS

Sentencia Casación
FECHA : 27/06/2001
DECISION : Desestima, casa de oficio, declara nulidad a
partir de
sentencia de primera instancia
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : RINCON JIMENEZ, HENRY
DELITOS : Falsedad material de particular en doc. púb.
PROCESO : 13398
PUBLICADA : Si

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260
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ERROR EN LA CALIFICACION JURIDICA-Técnica en casación/ CASACION

Si bien repetidamente la jurisprudencia de la Corte ha sostenido que es al amparo de


la causal tercera de casación que se debe denunciar la errada calificación jurídica de
la conducta imputada, cuando ésta en realidad se halla definida en un tipo penal
ubicado en capítulo distinto del Código, pues de prosperar el cargo la Corte quedaría
abocada a producir la sentencia de remplazo por un delito distinto del imputado en la
resolución de acusación dando con ello lugar al motivo de invalidación previsto en la
causal segunda, no puede perderse de vista que en rigor lógico el desarrollo y
demostración ha de hacerse siguiendo los lineamientos trazados para la causal
primera, sea porque el desacierto se hubiere generado por la indebida selección y
aplicación normativa de manera directa, o a través de la apreciación probatoria.

En la primera hipótesis es de cargo del actor aceptar los hechos tal y como fueron
declarados en el fallo, así como el mérito persuasivo asignado a los medios
probatorios que sirvieron de fundamento a la decisión, y, a partir de allí, demostrar
que el yerro recayó en la selección o interpretación por el juzgador de la norma
sustancial finalmente aplicada. Y, si se acude a la segunda eventualidad, el
casacionista debe precisar los errores probatorios cometidos y especificar su clase, si
de hecho o de derecho, y concretar una de las diversas posibilidades que al interior
de cada uno de ellos pueden ocurrir en la estimación de las pruebas, con la respectiva
la trascendencia en la calificación del sumario, y, por supuesto, en la parte dispositiva
del fallo.

Solamente luego de efectuado este raciocinio, si la calificación jurídica de los hechos


que se propone conlleva a determinar la equivocación en que incurrió el juzgador con
repercusión negativa en el debido proceso, puede plantearse la nulidad por este
concepto, siendo necesario, indicar, además, el estado en que quedaría la actuación y
el funcionario a que habría de remitirse el diligenciamiento para la reposición de lo
actuado (Cfr. auto cas. agosto 2/00. Rad. 15.006).

Este derrotero, ampliamente señalado por la jurisprudencia de esta Corte, no es


cumplido por el defensor del procesado (...), quien no especifica la manera como el
Tribunal llegó a incurrir en la errada calificación de la conducta imputada, pues no se
sabe si fue a consecuencia de no haber acertado en la selección, aplicación, o
interpretación de determinado precepto sustancial, o a través de la apreciación
probatoria, ninguna de cuyas hipótesis concreta, y que la Corte no puede suponer sin
transgredir el principio de limitación que gobierna el recurso.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Auto Casación
FECHA : 28/06/2001
DECISION : rechaza la demanda presentada
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : RESTREPO CIFUENTES, RIGOBERTO
DELITOS : Tentativa de homicidio
PROCESO : 17152
PUBLICADA : Si

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SENTENCIA ANTICIPADA-Interés para recurrir/ IRA E INTENSO DOLOR

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Si bien en este caso el actor denuncia violación directa de la ley sustancial con
incidencia en el quantum punitivo, lo cual en principio le otorgaría legitimidad para
interponer el recurso y presentar la demanda cuya admisión define ahora la Sala, el
desarrollo del reproche hace evidente que su intención es introducir la retractación de
los cargos formulados por la Fiscalía, no obstante que estos fueron voluntariamente
aceptados por la procesada en diligencia realizada en presencia del defensor.

Esta ausencia de interés se deriva de que los planteamientos relativos a la


concurrencia de diminuentes o agravantes punitivos, no pueden ser considerados sin
desconocer la apreciación probatoria realizada en las providencias que definieron la
situación jurídica y el acta de formulación de cargos libremente aceptada, toda vez
que las consecuencias jurídicas del fallo en relación con estos conceptos solamente
podrían ser cuestionadas en el trámite del juicio de casación por la vía de la violación
indirecta de la ley sustancial, pues comportan vicios in iudicando que no admiten
reproche en sede extraordinaria durante el proceso abreviado a menos de haberse
violado los topes máximos o mínimos establecidos legalmente para la imposición de
la sanción, no siendo este el caso presente donde la denuncia apunta a cuestionar la
desestimación por los juzgadores de las motivaciones expuestas por la procesada en
la diligencia de ampliación de indagatoria para haber determinado el homicidio de su
esposo, de la cual el casacionista deduce que actuó bajo los supuestos fácticos
contenidos en el artículo 60 del Código penal.

Cosa distinta sería que en la parte considerativa de la sentencia los juzgadores


hubieren declarado que la procesada actuó en estado de ira o intenso dolor causado
por comportamiento grave e injusto y que no obstante tal declaración en la parte
resolutiva del fallo dejaron de aplicar las consecuencias jurídicas previstas en la
norma de derecho sustancial que el casacionista estima transgredida, en cuyo evento
sí tendría cabida el recurso extraordinario para demandar el desquiciamiento del fallo
por la vía de la violación directa de la ley sustancial por falta de aplicación del artículo
60 del Código Penal, pero ello no es en manera alguna lo que se afirma en la
demanda como para suponer el interés requerido para disponer su admisión por la
Corte.

También distinto sería el caso en el que la sentencia hubiere sido proferida


desbordando el marco fáctico y jurídico que soportó la acusación libremente aceptada
y en la cual se hubiere reconocido que actuó bajo estado de ira o intenso dolor y que
sin embargo tal circunstancia no fue declarada en el fallo, en cuyo evento tendría
cabida el recurso extraordinario para demandar la invalidez de la sentencia misma
por no guardar consonancia con la acusación, pero un tal desacierto no es el que el
casacionista denuncia.

Desconociendo, además, que el fallo impugnado no pudo haber sido proferido en un


proceso ajustado a las prescripciones legales y al mismo tiempo viciado de nulidad,
sin desarrollar un capítulo separado como corresponde hacerse cuando son invocadas
varias causales de casación, bajo el mismo supuesto fáctico y jurídico también sugiere
el casacionista la transgresión de la garantía fundamental del debido proceso,
prevista por el artículo 29 de la Constitución Nacional, por no haberse aplicado las
consecuencias del artículo 60 del Código Penal, en postura que genera aún mayor
confusión pues de ella no se logra desentrañar si lo perseguido es que la Corte case el
fallo impugnado profiriendo el que daba reemplazarlo o decrete la nulidad de lo
actuado.

Entonces, como lo observado en el cargo que el libelista postula, en últimas es la


pretensión por reabrir el debate ya concluido en torno a las circunstancias en que el
hecho tuvo realización y la valoración de la diligencia de ampliación de la indagatoria
rendida por la procesada, con lo cual no sólo resultan contrariado el contexto del
procedimiento abreviado dentro del cual fue proferido el fallo sino las finalidades de
este medio extraordinario de impugnación, sin dificultad se advierte la ausencia de
interés para recurrir en casación, que impone el rechazo de la demanda y tener que
declarar desierto el recurso interpuesto.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Auto Casación
FECHA : 28/06/2001
DECISION : Rechaza la demanda y declara desierto el recurso
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : MARTINEZ DE MONDA, ANA HERMINIA

262
DELITOS : Homicidio agravado
PROCESO : 17060
PUBLICADA : Si

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SENTENCIA ANTICIPADA-Interés para recurrir

Como quiera que el recurso es dirigido contra una sentencia de segunda instancia
proferida dentro del trámite especial previsto por el artículo 37 del Código de
Procedimiento Penal, se impone el análisis previo del interés del recurrente para
acudir a esta sede extraordinaria, dado que de encontrarse ausente, cualquier
consideración en torno a la idoneidad formal de la demanda resultaría inane de cara a
los fines para los cuales fue establecido el instituto.

A propósito de obtener una significativa reducción punitiva en relación con la que


habría de corresponderle en el fallo de seguirse el trámite ordinario, la jurisprudencia
de esta Corte tiene por sentado, que el procedimiento abreviado, establecido bajo la
forma de sentencia anticipada, posibilita al reo ejercer la facultad de disponer de
parte del rito y renunciar a la controversia fáctica y jurídica por los hechos punibles
que le han sido imputados en la providencia que definió su situación jurídica o calificó
el mérito del sumario, según la etapa en que la solicitud sea presentada, para
allanarse, expresa y libremente a los cargos que la Fiscalía le formule, aceptando de
esta manera su responsabilidad penal por el hecho atribuido.

Por involucrar este procedimiento la voluntad del procesado de admitir sin


condicionamiento alguno la imputación delictiva y su responsabilidad penal, la ley no
estableció la posibilidad de interponer recursos contra el acta que contiene la
acusación, ni un período probatorio posterior que pudiera dar lugar a confirmar o
desvirtuar sus soportes, y señaló que el paso siguiente en el rito legal consistiera
solamente en el proferimiento de la correspondiente sentencia de mérito por el juez
competente, contra la cual puede ser ejercido el derecho de impugnación por el
Fiscal, el Ministerio Público, el procesado o su defensor, "aunque por estos dos últimos
sólo respecto de la dosificación de la pena, el subrogado de la condena de ejecución
condicional, y la extinción de dominio sobre bienes" (C. P. P. art. 37 B, num. 4o.).

En tratándose de las sentencias proferidas dentro del trámite abreviado, la


jurisprudencia ha precisado que los aspectos respecto de los cuales puede ser
interpuesto el recurso de apelación, condicionan igualmente la interposición del
recurso extraordinario de casación, "el cual no puede ser utilizado para desconocer el
hecho cierto de la responsabilidad penal voluntariamente aceptada que el procesado
tenía posibilidad de haber rechazado y, sin embargo, no lo hizo" (Auto Julio 2/97 M. P.
Dr. ARBOLEDA RIPOLL)

Al precisar el alcance del artículo 37 B num. 4 del C. de P.P., señaló además, que
implícitamente esta norma no "tolera la discusión de otros temas, porque ello
comportaría una retractación inoportuna, sin perjuicio obviamente del control de
legalidad que siempre concierne al fiscal y al juez. Para guardar la coherencia en la
aplicación del derecho en el curso de todo el proceso, la Corte ha sostenido y reitera
que tal restricción en los asuntos de debate también impera en el ejercicio del recurso
de casación, pues alimentar la controversia de otras materias en esta sede sería
propiciar la frustración de la legítima prohibición de retractación de la aceptación
voluntaria de responsabilidad, a través de otro medio legal (la burla de la ley por la
misma ley) y el desconocimiento de la naturaleza especial de estas formas
prematuras de terminación del proceso" (Auto Mayo 6/97, M. P. Dr. GOMEZ GALLEGO).

Si bien en este caso la demandante denuncia haber sido proferida la sentencia en un


juicio viciado de nulidad por violación de la garantía fundamental del debido proceso,
lo cual en principio le otorgaría legitimidad para interponer el recurso cuya admisión
define ahora la Sala, la fundamentación que le sirve de soporte hace evidente que su
intención es introducir la retractación de los cargos formulados por la Fiscalía, no
obstante que estos fueron voluntariamente aceptados por el procesado en diligencia
realizada en presencia del defensor quien no formuló objeción alguna a la legalidad

263
de su desarrollo, y sin que logre acreditar siquiera que la voluntaria aceptación de
responsabilidad penal por el hecho imputado fue inducida por error, fuerza o dolo,
como entidades capaces de viciar el consentimiento.

Tómese en cuenta que los planteamientos relativos a si en la diligencia de indagatoria


y la correspondiente ampliación el sindicado confesó o no su participación en el hecho
objeto del proceso, no pueden ser considerados sin desconocer la apreciación
probatoria realizada en las providencias que definieron la situación jurídica y el acta
de formulación de cargos, toda vez que las consecuencias jurídicas del fallo en
relación con estos conceptos solamente podrían ser cuestionadas en el trámite del
juicio de casación por la vía de la violación directa o indirecta de la ley sustancial,
pues comportan vicios in iudicando que no admiten reproche en sede extraordinaria
durante el proceso abreviado a menos de haberse violado los topes máximos o
mínimos establecidos legalmente para la imposición de la sanción, que no es el caso
presente donde la denuncia se funda en presuntos vicios in procedendo cuya
objetivización brilla por su ausencia.

Distinto sería que la sentencia hubiere sido proferida por fuera del marco fáctico y
jurídico que soportó la acusación libremente aceptada, en cuyo evento tendría cabida
el recurso extraordinario para demandar ya no la invalidación de los cargos
formulados sino la sentencia misma por no guardar consonancia con la acusación,
pero ello no es en manera alguna el motivo invocado en la demanda como para
suponer que tuviera algún fundamento la censura formulada.

Y en cuanto hace al reparo expuesto sobre el vicio de ilegalidad que el casacionista


advierte en la diligencia de indagatoria y la ampliación de la misma, por haber sido
exhortado el procesado a que dijera la verdad, ha de anotarse que no demuestra la
transgresión a lo dispuesto por el artículo 357 del Código de procedimiento penal
vigente para cuando tales diligencias tuvieron realización, ni la incidencia en la
validez del trámite llevado a cabo con posterioridad a tales actos, al extremo de
guardar silencio sobre la fecha del pronunciamiento o el contenido de "los dictados de
la Honorable Corte Constitucional" que según dice, le sirven de apoyo a su pretensión,
con lo cual tal aspecto del cargo permanece en el sólo enunciado.

Entonces, como lo observado en últimas es la pretensión por reabrir el debate ya


concluido en torno a responsabilidad penal del procesado en el hecho imputado por la
fiscalía en el acta de formulación de cargos libremente aceptada, contrariando el
contexto del procedimiento abreviado dentro del cual fue proferido el fallo y las
finalidades de este medio extraordinario de impugnación, resulta patente la ausencia
de interés para recurrir en casación, imponiéndose por tanto el rechazo de la
demanda y tener que declarar desierto el recurso interpuesto.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Auto Casación
FECHA : 28/06/2001
DECISION : Rechaza la demanda y declara desierto el recurso
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Bogotá D. C.
PROCESADO : MACIAS LOZANO, MARCO ANTONIO
DELITOS : Porte de armas de defensa personal, Homicidio
agravado, Tentativa de hurto
PROCESO : 17100
PUBLICADA : Si

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TERCERO CIVILMENTE RESPONSABLE-Interés para recurrir/ CASACION/


PERJUICIOS

Habiéndose interpuesto la casación en vigencia de la Ley 553 de 2000, resulta claro


que presupuestos insoslayables para su ejercicio son la presentación oportuna de
demanda en forma que reúna los requisitos establecidos por el artículo 8º ejusdem, y
acreditar el interés para acudir en sede extraordinaria, pues de no cumplirse alguno

264
de ellos, inexorablemente la Corte habrá de inadmitirla y devolver el expediente al
despacho de origen, conforme se establece en el artículo 9 del citado estatuto.

Dando por descontado que en este evento el tercero civilmente responsable hizo
ejercicio oportuno de la casación presentando la correspondiente demanda en el
término legalmente previsto, y que no obstante no ser éste el motivo de alegación le
asistiría interés en cuanto al factor cuantía del pago de la indemnización de
perjuicios, no ocurre lo mismo en relación con el objeto de su pretensión: la nulidad
de lo actuado por violación del derecho de defensa del sindicado.

Al efecto la jurisprudencia de esta Corte tiene establecido que "cuando se responde


por el hecho ajeno, se está respondiendo no por la culpa ajena sino por la propia,
concretada en no haber tomado las medidas del caso para evitar que el daño se
produjera, esto es, en haber violado el deber de cuidado en la vigilancia (p. e, si se
trata de hijos menores) o en la elección o vigilancia (p. e. cuando se trata de
subordinados contractualmente), por lo cual las dos culpas, la del autor directo del
hecho y la del tercero, aunque relacionadas frente al daño causado, no se pueden
confundir. Se responde por el hecho ajeno porque la propia culpa es una de sus
causas.

"Como lo sostiene la doctrina civil: el daño ha sido causado por la culpa de varias
personas, en que la culpa más próxima es la del que se halla bajo el cuidado de otra
persona; y la más alejada o remota, pero determinante con relación al daño, es la del
vigilante que habiendo podido evitar el daño, no lo evitó.

"Esta distinción trae la consecuencia procesal de que se trata de dos sujetos


procesales distintos, con sus propias facultades y pretensiones (que, incluso, pueden
devenir contrapuestas), y sin que al tercero se le otorgue la condición de co-defensor
del procesado, así en el desarrollo de la actuación y en miras de propio interés asuma
conductas que eventualmente puedan beneficiar a aquél.

"Por lo tanto, el tercero civilmente responsable carece de interés para pedir la nulidad
del proceso por los vicios cometidos en lo atinente a la actuación adelantada contra el
procesado, o para contradecir, a través de la casación, las pruebas que lo
comprometen personalmente. Sólo está legitimado para atacar los aspectos atinentes
a su propia culpa, como por ejemplo, que no tuvo oportunidad de defenderse por
haber sido vinculado tardíamente al proceso penal, que no existe nexo que lo vincule
con el procesado, que existió una causa extraña que le hizo imposible el
cumplimiento del deber jurídico concreto de vigilar, por fuerza mayor o caso fortuito,
hecho de un tercero o culpa exclusiva de la víctima" (Cfr. Auto casación oct. 3/2000.
M.P. Dr. JORGE E. CORDOBA POVEDA. Rad. 16538).

Entonces, como el demandante no cuestiona la violación del derecho de defensa


frente a la parte que representa, sino que lo hace desde la óptica del procesado,
cuando lo cierto es que uno y otro constituyen sujetos procesales distintos, no cabe
duda que carece de legitimidad para defender en casación los intereses de (...),
máxime si se tiene en cuenta que el procesado mostró conformidad con el fallo de
primera instancia al no haber interpuesto recurso de apelación en contra de éste.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Auto Casación
FECHA : 28/06/2001
DECISION : Inadmite la demanda presentada

265
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Buga
PROCESADO : CASTAÑO ARISTIZABAL, GUSTAVO
TERCERO CIVILMENTE RESP. : EXPRESO TREJOS, LTDA.
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 17627
PUBLICADA : Si

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DEMANDA DE CASACION-Principio de autonomía/ SENTENCIA/ AUTOS


INTERLOCUTORIOS/ COPIAS

1. Es de observarse que no obstante aducir violación de la ley sustancial, deja de


precisar el sentido y forma de una tal transgresión, al punto de no saberse si ello
ocurrió por vía directa o indirecta, o debido a falta de aplicación, aplicación indebida
o interpretación errónea de algún precepto sustantivo, e inopinadamente incursiona
en el ámbito de una causal distinta de la enunciada, con lo cual abandona el
desarrollo del enunciado del cargo del que dice partir, en clara transgresión del
principio de autonomía y no contradicción que preside el instrumento a que acude.

Es así cómo, bajo la misma hipótesis de censura y sin desarrollar un capítulo separado
como corresponde hacerse cuando son invocadas varias causales de casación,
sugiere que el fallo fue proferido en juicio viciado de nulidad por violación del debido
proceso en postura que genera aún mayor confusión, pues de ella no se logra
desentrañar si lo perseguido es que la Corte case el fallo impugnado profiriendo el
que deba reemplazarlo o decrete la nulidad de lo actuado.

2. La inconformidad del casacionista con la decisión del juzgador de ordenar expedir


copias para la investigación del delito en que pudo haber incurrido la señora (…), la
cual resulta inatacable en sede extraordinaria atendiendo la naturaleza jurídica de la
decisión ameritada.

Es de recordar que la jurisprudencia de esta Corte pacíficamente tiene establecido


que es práctica usual en los estrados judiciales "que por razones de economía
procesal, se incluyan dentro de una misma providencia decisiones de carácter
distinto, como ocurre cuando en un proveído interlocutorio se ordenan pruebas, o
cuando en una sentencia de instancia se decretan nulidades parciales o se declara la
extinción de la acción penal por un delito o respecto de uno de los procesados, sin
que ello traduzca modificación de la naturaleza jurídica de la decisión de menor
entidad, la cual continúa definiéndose por su contenido, conforme a la clasificación
que de las providencias judiciales trae el artículo 179 del Código de Procedimiento
Penal" (Cfr. cas. agosto 31/95, M. P. Dr. Dídimo Páez Velandia).

En este mismo parámetro de interpretación se inscribe la decisión de poner en


conocimiento de la autoridad competente un hecho considerado, en principio, como
punible que deba ser investigado de oficio (art. 25 del C. de P.P), la cual, por
corresponder al cumplimiento de preceptos de orden público, y, por tanto, de
obligatorio acatamiento por los servidores públicos a quienes se dirige, no admite
recurso alguno, así la orden judicial esté contenida en una sentencia que no por esto
se traduce en modificación de su naturaleza jurídica, puesto que el sentido y carácter
del pronunciamiento -en cuanto con él el funcionario se limita a acatar el imperativo
de dar noticia del hecho-, indica que será siempre de sustanciación o trámite, por
ende, de cumplimiento inmediato, conforme se establece del último inciso del artículo
186 del Código de Procedimiento Penal, modificado por el artículo 14 de la Ley 504 de
1999.

266
MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Auto Casación
FECHA : 28/06/2001
DECISION : Inadmite la demanda presentada
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Buga
PROCESADO : ZULUAGA CASTRO, JAVIER ELIECER
DELITOS : Porte de armas de defensa personal, Homicidio
PROCESO : 17663
PUBLICADA : Si

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EXTRADICION POSITIVA-Naturaleza de prevalencia administrativa/


EXTRADICION POSITIVA-La intervención de la Corte no es de carácter
judicial: Naturaleza/ EXTRADICION POSITIVA-Ejecutivo: Eventualmente
puede subordinar la concesión de ésta/ EXTRADICION POSITIVA-Documentos
anexos-Devolución/ REPOSICION/ PRUEBAS

1. El defensor del solicitado en extradición, señor (…), manifiesta que no comparte las
consideraciones de la Sala, toda vez que si bien el vicio alegado no ocurrió en el
trámite que adelanta la Corte, de todos modos estima que la Corporación tiene la
obligación de verificar la legalidad de las actuaciones cumplidas ante otras
autoridades, en virtud a lo ordenado en la Constitución Política.

Una vez más reitérese que el trámite administrativo a que se hace referencia le
compete exclusivamente al Gobierno en cabeza del Ministerio de Relaciones
Exteriores, consistente en alistar la documentación e indicar cuál sería la vía y la
legislación aplicable. Igualmente, el Ministerio de Justicia y del Derecho cumple una
función requirente del trámite judicial y del concepto, aunque no de la decisión final
que obviamente le corresponde al Gobierno.

Del mismo modo se ha dicho que dentro de esas precisas funciones administrativas
de alistamiento del expediente, como un requisito de procedibilidad, la Corte no
puede entrar a inmiscuirse en esa competencia careciendo, por ende, de la facultad
para señalar la forma como se debe desarrollar dicha etapa, pues, de lo contrario, se
estaría atentando contra la autonomía e independencia de las Ramas del Poder
Público, que dicho sea de paso, si bien, por mandato constitucional, deben laborar
armónicamente, también lo es que cada una de ellas desarrolla concretas funciones
propias de su fuero constitucional y legal.

Dentro de ese entendido, la misma Constitución establece, de manera taxativa,


cuáles son los tribunales a quienes les corresponde ejercer el control constitucional y
legal de los actos jurídicos emitidos por el Ejecutivo, siendo claro que no es la Sala de
Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia la llamada a realizar dicha actividad.

2. Insiste en manifestar que esta Corporación ha desconocido el control constitucional


que, en su criterio, debe hacerle a las actuaciones de otras autoridades, en especial a
las omisiones en que, en su criterio, ha incurrido la Fiscalía, máxime cuando la Corte
Constitucional las ha resaltado en las sentencias de tutela a que ha hecho referencia.

Frente a tales planteamientos, debe insistirse que dada la naturaleza y


características de la extradición, la competencia de la Corte se remite a la verificación
y análisis de los presupuestos señalados en el artículo 558 del C. de P. Penal, es decir,
a emitir concepto sobre la validez formal de la documentación, la demostración
plena de la identidad del solicitado, el principio de la doble incriminación, la
equivalencia de providencia proferida en el extranjero y cuando fuere el caso en el
cumplimiento de lo previsto en los tratados internacionales, razón por la cual no es de
resorte de la Sala entrar a definir o debatir en qué lugar se considera realizado el
delito por el cual se solicita a una persona en extradición, siendo el Gobierno Nacional
el destinatario de las determinaciones que eventualmente tome al respecto la Fiscalía
General de la Nación como autoridad a la que constitucionalmente le corresponde

267
llevar a cabo la función investigadora de los punibles, y, por ende, decidir, con
posterioridad al concepto de la Corte, si difiere o no la extradición.

3. Si el concepto fuere favorable a la extradición sólo lo sería por hechos cometidos


después de la reforma del artículo 35 de la Carta, mediante el Acto Legislativo N° 1 de
1997, y que al Gobierno Nacional le corresponde exigir que el requerido no vaya a ser
juzgado por una hecho anterior diverso del que motivo la solicitud de extradición, al
tenor del artículo 550 del Código de Procedimiento Penal.

4. Por último, en el capítulo que llamó "Sobre la devolución de documentos", afirma


que la orden de devolver los anexos viola el derecho de defensa, agregando que los
mismos le servirán en el momento en que el Gobierno Nacional se pronuncie sobre la
extradición de su representado.
Como quiera que la práctica de los medios de convicción impetrados por la defensa y
relacionados con esos documentos, se negó, no existe razón alguna para que formen
parte del expediente y sin que ello pueda considerarse como quebrantamiento del
derecho de defensa, ni de ningún otro, pues es apenas una consecuencia obvia de la
denegación de las pruebas deprecadas.

Por otra parte, si la Corte no puede inmiscuirse en las etapas previas y definitiva que
cumple la administración, dentro del trámite de la extradición, no puede recibir ni
conservar documentos que se pretenda eventualmente hacer valer ante el Gobierno,
pues ello implicaría confundir las competencias, y que, además, resultan
impertinentes para el objeto de la emisión del concepto, dentro de los límites del
artículo 558, citado.

MAGISTRADO PONENTE: DR. JORGE ENRIQUE CORDOBA POVEDA

Extradición
FECHA : 28/06/2001
DECISION : No repone auto del 25-04-01 que nego peticiones
PAIS REQUIRENTE : Estados Unidos de América
REQUERIDO : OCHOA VASQUEZ, FABIO
PROCESO : 16715
PUBLICADA : Si

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ACCION DE REVISION-Finalidad/ ACCION DE REVISION-Apoderado

1. La Corte reiteradamente ha precisado que la acción de revisión no es recurso que


pueda interponerse en el trámite del proceso, sino un derecho que surge de la
concurrencia de alguna de las causales previstas en el artículo 232 del Código de
procedimiento penal con miras a destronar, del carácter de cosa juzgada, la decisión
ejecutoriada que puso fin a la actuación, sea que se trate de sentencia, cesación de
procedimiento o preclusión de la instrucción, para cuyo ejercicio se requiere el
adelantamiento de un trámite especial y posterior al fallo definitivo. Desde esta
perspectiva, se concluye que la revisión es una acción judicial autónoma, dirigida
contra un proceso penal concluido.

2. No obstante dejar sentado la jurisprudencia de esta Corte que el sentenciado tiene


legitimidad para promover la acción de revisión contra un fallo adverso a sus
intereses, pues el hecho de que no aparezca señalado en el artículo 233 del Código
de procedimiento penal en modo alguno significa que carezca de titularidad para el
ejercicio de tan excepcional instrumento, también ha dejado en claro que la única
limitante prevista por el ordenamiento consiste en que la demanda se presente por un
abogado titulado que tenga poder especial para hacerlo, así se trate del mismo
profesional que intervino en el trámite ordinario, o de un defensor distinto.

Por manera que si en el accionante en revisión concurre esta doble calidad (de
procesado y profesional del derecho), bien puede actuar en causa propia bajo la
condición de que se identifique como tal, legitimidad que no resulta acreditada en el
evento contrario, dado que la presentación de la demanda está reservada por la ley

268
procesal a un abogado titulado, precisamente por el carácter eminentemente técnico
y rogado que el instrumento ostenta.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Acción de Revisión
FECHA : 28/06/2001
DECISION : Rechaza la demanda de revisión presentada
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Quibdó
PROCESADO : RENTERIA RENTERIA, LUIS AUGUSTO
DELITOS : Acceso carnal violento, Incesto
PROCESO : 18125
PUBLICADA : Si

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PRUEBA-Apreciación/ TESTIMONIO-Credibilidad/ SANA CRITICA/ IRA E


INTENSO DOLOR/ DOSIFICACION PUNITIVA/ INDEMNIZACION DE
PERJUICIOS

1. Ante las sólidas conclusiones a que arribó el fallador en el presente asunto, el


impugnante opuso su peculiar apreciación, con la pretensión de ser preferida por la
Corte, lo cual no es admisible en casación por no constituir la simple discrepancia de
pareceres un yerro en que haya incurrido el juzgador, ni trascender para que su
corrección conlleve a variar el fallo. Además, es sabido que la apreciación de los
juzgadores viene acompañada de la doble presunción de acierto y legalidad que, en
el caso bajo estudio, no consigue desvirtuar el censor.

2. La credibilidad otorgada por los administradores de justicia a unos testigos no es


atacable en casación, al haber consagrado el estatuto procedimental penal
colombiano el sistema de la sana crítica, que confiere al fallador la facultad de formar
su convencimiento racional, con acatamiento de las leyes de la ciencia, las reglas de
la lógica y máximas de la experiencia, y aquí el impugnante no alude que el Tribunal
se hubiera apartado de ellas al apreciar el testimonio de (...), prima de la occisa, como
para haber incurrido en falso raciocinio.

3. Se reprocha violación directa de la ley sustantiva, por interpretación errónea del


artículo 60 del Código Penal, pues aunque el Tribunal habría indicado que la pena a
imponer era la mínima del artículo 323 del Código Penal, no obstante reconocer la
diminuente de la ira, apenas rebajó una tercera parte, con lo cual, el juzgador habría
alterado los límites de la pena.

Como bien señaló el Procurador Delegado, el juzgador se encuentra facultado por el


artículo 61 del Código Penal para establecer la punibilidad dentro de los extremos
determinados por la ley, pero la Sala se aparta de su concepto en cuanto el Tribunal
no hubiera incurrido en error, porque en la motivación para fijar la punibilidad, de
manera clara adujo que la pena a imponer era la mínima señalada en el tipo básico
en razón de la ausencia de causales genéricas o específicas de agravación punitiva.

En efecto, al revocar el fallo absolutorio, el Tribunal discurrió de la siguiente manera,


para dosificar las sanciones a imponer:

"La pena, que ha de ser la mínima prevista en el artículo 323 del Código Penal
-veinticinco (25) años de prisión-, dada la ausencia de causales genéricas o
específicas de agravación punitiva, deberá disminuirse en una tercera parte, habida
consideración de la evidente presencia de la ira en el actuar del joven Carrasquilla
-de la cual da cuenta incluso la hermana de la víctima- y de lo justificado de ella en
virtud de la injusticia que comportaba para el sindicado que un bien recién adquirido
a crédito, con esfuerzo, para mejorar el nivel de la familia, para favorecer las

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inclinaciones de su mujer, terminara perdiéndose en el "empeño", para ayudar a
quien por propia voluntad se había colocado al margen de la ley." (fs. 28 y 29, cd.
Trib.).

De esto se infiere que si dentro de su facultad discrecional, el juzgador estimó que la


pena a imponer "ha de ser la mínima prevista", tomando en consideración la ausencia
de causales genéricas y específicas de agravación punitiva, es decir, acudió al
parámetro inferior, como asumió que el homicidio se atenuaba al concurrir la
circunstancia de la ira, necesariamente el marco menor quedaba ubicado en "la
tercera parte del mínimo"; no se trataba de rebajar la pena en esa proporción, como
erradamente hizo el Tribunal, al quererla reducir a "la mínima prevista".

Efectuando el Tribunal la rebaja de una tercera parte de la pena mínima del homicidio
simple, después de anunciar que impondría el mínimo, es evidente el yerro, pues
interpretó erróneamente el artículo 60 del Código Penal, que quiso reconocer y, en
consecuencia, modificaba el marco punitivo a los extremos de entre ocho años y
cuatro meses y veinte años de prisión ("no mayor de la mitad del máximo", 40/2=20
"ni menor de la tercera parte del mínimo", 25/3=8,33).

Corresponde a la Corte corregir tal error en esta sede, casando parcialmente el fallo
en cuanto a la pena impuesta para reajustarla a la anunciada por el juzgador.
Habiéndose señalado en la sentencia que habría de ser la mínima prevista en el
artículo 323 del Código Penal, al haberse reconocido a (...) que obró en estado de ira,
el contorno punitivo varió y la pena principal a imponer debe ser la tercera parte de
aquélla, es decir, 8 años y 4 meses de prisión, y por el mismo lapso la accesoria de
interdicción de derechos y funciones públicas .

4. Si bien esta Sala ha reconocido la repercusión que tiene esa circunstancia en la


indemnización de perjuicios, según dispone el artículo 2357 del Código Civil, en
cuanto "la apreciación del daño está sujeta a la reducción, si el que lo ha sufrido se
expuso a él imprudentemente" y en el asunto examinado, el Tribunal consideró como
injusto que el bien recién comprado a crédito, con esfuerzo, para mejorar el nivel
familiar atendiendo las habilidades de Adiela Beatriz, terminara empeñado por ella
para ayudar a su hermano, quien se había colocado al margen de la ley, y no se lo
consultó a su concubinario, generando así la iracundia, que desafortunadamente pasó
a tan grave y desproporcionada consecuencia, al haber acudido el fallador a la
fijación prudencial de los perjuicios aplicando los artículos 106 y 107 del Código
Penal, no hay lugar a otra disminución.

El juzgador, para efectuar esa tasación, consideró en la sentencia impugnada:

"El procesado deberá ser condenado, igualmente, a la indemnización de los perjuicios


causados con su delito, la cual se fija en mil (1000) gramos oro, por razón de los
daños materiales y en atención a la juventud de la joven, y en doscientos (200)
gramos oro, por concepto de perjuicios morales, representados en el dolor de la
madre y en la ausencia de su maternidad respecto de su menor hijo."

En esa tasación no se hizo alusión a que se efectuara alguna valoración pecuniaria


con fundamento objetivo por lo cual colige la Sala que la cuantificó el fallador
tomando en consideración los factores aludidos en los artículos 107 del Código Penal,
que para los daños materiales establece un límite de 4.000 gramos oro, y 106 ibídem,
que señala un máximo de 1.000 gramos oro para los morales, habida cuenta de las
modalidades de la infracción, las condiciones de la persona ofendida, la naturaleza y
consecuencia del agravio infligido.

En consecuencia, no resulta demostrado el yerro del fallador, a que hacen alusión el


censor y el Procurador Delegado, como para deducir que se hubiera inaplicado el
artículo 2357 del Código Civil, pues la fijación se realizó dentro de los parámetros
generales en que discrecionalmente puede aproximarse la justa indemnización de los
perjuicios no valorables pecuniariamente.

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Sentencia Casación
FECHA : 28/06/2001
DECISION : Casa parcialmente reduciendo la pena
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Santa Marta
PROCESADO : CARRASQUILLA QUINTERO, EDUARDO LUIS

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DELITOS : Homicidio
PROCESO : 11070
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CASACION-Técnica/ VIOLACION DIRECTA DE LA LEY-Aceptación de los


hechos y su prueba/ FALSO JUICIO DE IDENTIDAD-Demostración/
DEMANDA DE CASACION-Principio de autonomía

1. Nuevamente ha de decir la Corte que la casación no constituye instancia adicional


donde tenga cabida particulares consideraciones para oponerlas sin más al criterio
del fallador de segundo grado, cuyo pronunciamiento se presume acertado y legal, o
ilimitados juicios sobre el trámite cumplido.

Su ejercicio debe obedecer a la demostración de la violación de la ley en el fallo, a


través de la configuración de uno o varios de los motivos taxativamente señalados en
el estatuto procesal, que además establece los presupuestos mínimos de forma y
contenido a que debe sujetarse de modo estricto la demanda con la cual se persiga
desquiciar el fallo, a efectos de que pueda ser admitida, previo al pronunciamiento de
fondo que compete emitir a la Corte.

2. No obstante en el primer cargo el casacionista denuncia violación directa de la ley


sustancial por aplicación indebida del precepto que describe y sanciona el delito de
falsedad ideológica en documento público, lo que haría suponer que acepta los
hechos y su prueba, tal y como fueron declarados unos y apreciadas las otras en el
fallo objeto de censura, que llevaría asimismo a esperar que la discrepancia se
expresara en el plano del raciocinio estrictamente jurídico, en realidad lo que
pretende es cuestionar la demostración de los hechos en el proceso, para lo cual la
ley tiene prevista una vía de impugnación distinta; la indirecta.

3. Luego de analizar la apreciación del casacionista en el sentido de invocar


conculcado el artículo 247 del Código de procedimiento penal relativo a la prueba
para condenar, la que carece de sentido si se la deja de relacionar con el arsenal
probatorio con que cuenta el proceso y la apreciación que del mismo hizo el juzgador.

No son menos manifiestos los defectos técnicos y de fundamentación que el segundo


cargo ofrece. Aun cuando se enuncia como violación indirecta de la ley sustancial por
error de hecho en la apreciación probatoria, que se hace consistir en falso juicio de
identidad, para lo cual el casacionista reproduce algunos apartes del contrato suscrito
el 9 de diciembre de 1992 y la modificación hecha el día 18 siguiente; los testimonios
de (…); y, menciona apenas una supuesta investigación de la contraloría; no acata la
carga de demostrar cómo el contenido fáctico de dichos medios fue tergiversado,
adicionado o cercenado por el juzgador, ni cómo estos desaciertos tuvieron
repercusión definitiva en la declaración de justicia contenida en la parte resolutiva del
fallo que ataca.

Es de tal envergadura la precariedad de la censura, que el casacionista omite


confrontar la expresión fáctica de los aludidos medios de convicción, con las
consideraciones que de ellos se hizo en las instancias, condiciones en las cuales
menos podría acreditar la trascendencia del desacierto.

El censor tampoco aborda el deber de indicar a la Corte el fundamento y sentido en


que habría de proferirse sentencia de reemplazo para el evento de prosperar sus
pretensiones, pues decir que de no haberse incurrido en los yerros cuya configuración
apenas sugiere, "el resultado de la decisión era diverso", nada indica frente a la
petición de dictar un fallo de sustitución.

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Es tal la ausencia de fundamentación que el cargo ostenta, que de la argumentación
expuesta no logra saberse si la petición la funda en aparecer acreditado que el hecho
investigado no existió, que habiendo existido el sindicado no lo cometió, que
habiéndolo realizado su conducta no se halla prevista en la ley como delito, o que
obró al amparo de una demostrada causal de justificación, o de inculpabilidad,
aspectos todos ellos que no pueden ser invocados simultáneamente, como de manera
contradictoria se hace en la demanda al sugerir la transgresión a los principios de
legalidad, tipicidad, antijuridicidad y presunción de inocencia, a menos de tenerse una
particular concepción de la estructura del delito, distinta por supuesto, de aquella
aceptada en nuestro sistema penal.

4. En abierta rebeldía con el principio de autonomía de las causales de casación,


según el cual cada una de ellas obedece a naturaleza distinta y su configuración trae
consecuencias de diversa índole, ameritando, por tanto, su postulación en capítulos
separados bajo expresa mención de la prelación que han de tener en su estudio por
la Corte, al amparo del mismo enunciado se propone indebidamente la configuración
de un motivo de invalidación del proceso, referido a la transgresión de las garantías
contenidas en los artículos 28 y 29 de la Carta Política, lo cual genera mayor
incertidumbre sobre el verdadero propósito que se persigue, pues no se sabe si la
tesis de la que se parte es la validez de la actuación mostrando inconformidad solo
con el sentido del fallo, o si lo decidido no tiene trascendencia por haberse soportado
en un juicio viciado de nulidad.

MAGISTRADO PONENTE: DR. FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Auto Casación
FECHA : 28/06/2001
DECISION : Rechaza una demanda y declara desiertos ambos
recursos
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Santa Rosa de Viterbo
PROCESADO : CASAS VERA, CESAR AUGUSTO
PROCESADO : LARROTA GARCIA, OBDULIO
DELITOS : Falsedad ideológica en documento público
PROCESO : 17172
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SENTENCIA-Omisión de respuesta a los alegatos/ APELACION-Competencia


limitada del superior/ IMPUGNACION/ MINISTERIO PUBLICO-Interés/ NO
RECURRENTE/

1. Debe recordarse lo estatuido en el ordenamiento procesal penal colombiano, sobre


la redacción de las sentencias y las facultades otorgadas a los sujetos procesales
antes y después de ser dictadas, según se tenga o no la calidad de recurrente.

De conformidad con lo establecido en los ordinales 3° y 4° del artículo 180 del Código
de Procedimiento Penal, el fallo debe contener un resumen de los alegatos de los
sujetos procesales y el análisis de los mismos.

Antes de la sentencia de primer grado, cada uno de los sujetos procesales puede
proponer el estudio de los supuestos fácticos y los preceptos jurídicos relacionados
con el caso, con el fin de lograr una decisión favorable a su respectiva causa, sin que
imperen limitaciones o formalidades especiales en la alegación. Así, el representante
del Ministerio Público, el apoderado de la parte civil, el fiscal, la defensa y el tercero
civilmente responsable, cuentan con la oportunidad legal de elaborar sus alegatos, en
donde analicen los hechos, las pruebas y la repercusión jurídica, para fundamentar la
petición de absolución o condena del procesado.

El juzgador, según lo señalado en la norma citada, debe atender las propuestas de los
sujetos procesales, ocuparse de los aspectos planteados y acoger o rechazar sus
pretensiones, lo cual puede hacer destinando un capítulo especial para quienes
alegaron o incorporando lo aducido y la respuesta al texto general de la sentencia.

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2. Como la ley concede a los sujetos procesales la opción de impugnar las decisiones
judiciales, ha consagrado diferencias entre los que pretenden la modificación o
revocatoria de la providencia (recurrentes) y quienes están conformes con ella y, por
eso, no la impugnan, o dejaron vencer la oportunidad para interponer los recursos
respectivos (no recurrentes).

Como señala el Procurador Tercero Delegado para la Casación Penal, el recurrente


puede exponer todas las razones que considere necesarias para apoyar su solicitud
de modificación o revocatoria de la providencia apelada, mientras que el no
recurrente debe optar por defender la decisión o coadyuvar los planteamientos del no
impugnante, sin que le esté permitido proponer puntos nuevos, ni distorsionar la
oportunidad que le brinda la norma para adoptar una u otra posición.

Así se desprende de lo instituido en el artículo 217 del Código de Procedimiento Penal,


al disponer que la apelación le permite al superior "revisar únicamente los aspectos
impugnados". Es decir, los puntos presentados por los no recurrentes que no
aparezcan también en la sustentación de la impugnación, no están sometidos al
análisis del ad quem, por no ser materia del recurso ni objeto de la decisión.

En el caso concreto el Procurador Judicial, al desarrollar el cargo formulado en


casación, dijo que fue colocado en desventaja, por no haberse "analizado las razones
planteadas por este Ministerio Público en el memorial de sustentación del recurso de
apelación", mientras que en el escrito que presentó ante el juez de primera instancia
anotó que "dentro del término legal de traslado a los no recurrentes en base a la
apelación que interpusiera el apoderado de la parte civil" formula su alegación, o sea,
en su carácter de no impugnante, que fue el que adquirió, pues había vencido el lapso
de ejecutoria, corrido el traslado para los apelantes (Fiscalía y parte civil) y
transcurriendo el de los no recurrentes (defensor y Procurador Judicial).

3. El agente especial del Ministerio Público no era apelante y su papel se limitaba a


coadyuvar la posición de los recurrentes, así se extralimitara presentando otros
argumentos. Al ser estudiadas las propuestas de quienes acudieron a la segunda
instancia, aunque no se hiciera mención al Procurador Judicial, se estaba examinando
el objeto de la apelación, el cual convergía con lo pedido por el no recurrente y, por
esto, en el fondo la respuesta de la judicatura abarcó también su posición frente a la
sentencia atacada.

De todo lo anterior emerge falta de interés para interponer la casación, pues la


decisión del ad quem no podía causar agravio a quien no tenía una pretensión propia,
por su carácter de no impugnante, frente a una situación que se mantuvo en lo
referente a uno de los puntos materia de apelación y, con mayor razón, en lo
concerniente al otro aspecto, esto es, el peculado por aplicación oficial diferente, en el
cual el Tribunal se refirió ampliamente a lo expuesto por el Fiscal y, de contera, acogió
también lo instado por el agente especial del Ministerio Público, accediendo a revocar
la absolución para, en su lugar, dictar sentencia condenatoria por tal hecho punible.

Descartó el ad quem el estado de necesidad que invocó el otro Procurador Judicial en


la audiencia pública, ya que el caudal probatorio demostraba que el Director del
Hospital firmó la documentación que autorizaba ilícitamente los gastos, a pesar de
haber sido advertido por un asesor de la falta de recursos presupuestales.

No debe olvidarse que la representación del Ministerio Público en el proceso penal,


como lo ha indicado la Sala, no implica una sujeción directa a un diligenciamiento en
particular ni una responsabilidad hasta su culminación, en la medida que ella
depende de la autoridad y el momento en que se produce la intervención, sin que
pueda confundirse la parte representada, con el individuo que desarrolla la función,
ya que la representación está antes y por encima de la persona que encarna su
ejercicio (cfr. rad. 14.540 agosto 25/98, M. P. Carlos Augusto Gálvez Argote).

MAGISTRADO PONENTE: DR. NILSON PINILLA PINILLA

Sentencia Casación
FECHA : 28/06/2001
DECISION : Desestima la demanda por ausencia de interés
PROCEDENCIA : Tribunal Superior del Distrito Judicial
CIUDAD : Tunja
NO RECURRENTE : GUARIN CORTES, SAULO FLAVIO
DELITOS : Peculado por aplicación diferente

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PROCESO : 14428
PUBLICADA : Si

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Corte Suprema de Justicia
Relatoría Sala de Casación Penal
Indice Alfabético Segundo Trimestre de 2001

D
DERECHO DISCIPLINARIO............................................................................................153

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