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Introducción
Hoy empezamos el primer domingo de un período que se llama adviento. Como podéis
ver, tenemos puesta la corona de adviento y cada semana, conforme se vaya acercando la Na-
vidad, iremos encendiendo una vela y hablaremos de un tema que tenga que ver con esta ce-
lebración.
El adviento nos habla de la primera vez que vino el Señor Jesús a la tierra en forma hu-
mana. Pero también nos recuerda que estamos esperando su Segunda Venida que ocurrirá en
poder y gloria para llevarnos con Él.
¿Os habéis preguntado alguna vez cómo celebraban los primeros cristianos la Navidad?
¡No la celebraban! Estaban tan seguros del retorno inmediato del Señor Jesús que no tenían
tiempo para celebrar nada, sólo para predicar que ahora era el tiempo aceptable. Histórica-
mente, fue cuando las cristianos empezaron a perder la idea de que el Señor volvería inme-
diatamente, cuando empezaron a celebrar, a "institucionalizar" los mandatos del Señor y em-
pezaron a conmemorar ciertos eventos de su vida..
Esto se ve en las cartas que Pablo escribe a los tesalonicenses; dado que algunos tenían
tan en mente la venida del Señor que había dejado todas sus responsabilidades normales, Pa-
blo debe amonestarles sobre lo que significa el Día del Señor y a que el que no trabaje que no
coma y no se conviertan en unas personas ociosas..
w Pablo reconoce que los tesalonicenses tienen tan asumida la venida del Señor,
que afirma que acerca de esto no es necesario que les escriba nada.
w Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones (RVA). Pablo usa dos términos
griegos que significan lo mismo: tiempo. Una palabra es kronos que indica los
momentos del tiempo tal como lo indican los relojes; la otra palabra es kairós que
se refiere más bien a ocasiones, oportunidades o fechas especiales.
B. Cómo y cuando:
w El señor vendrá como ladrón en la noche. Esto quiere decir que vendrá cuando
menos se le espere.
w Para indicar tanto la certeza como lo inminencia de tal hecho, el griego original
no dice vendrá, sino viene, está llegando. Es decir, se trata de una acción conti-
nua. El Señor está viniendo desde entonces de esa forma: de noche, en una forma
silenciosa, sin hacer ruido y no cuando nosotros lo deseamos sino cuando Él
quiere presentarse. Por eso Pablo usa dos palabras para el tiempo: kronos para re-
ferirse quizá al hecho pasado y cronológico, histórico de la venida física de Cris-
to, y kairós para referirse a ese momento especial en que Cristo se acerca a la
puerta de tu corazón y llama para entrar y habitar contigo. Este kairós también se
puede referir a ese momento especial y concreto cuando venga de un forma literal
nuestro Señor a buscar los que son suyos.
w Esta acción tendrá (tiene) lugar cuando se creen estar en paz, cuando parece que
no hay problemas, que todo va bien, cuando hay seguridad y prosperidad. Incluso
cuando están celebrando una fiesta tan entrañable y tan familiar como la Navi-
dad.
w Destrucción repentina. Para destruir esa sensación de paz y seguridad, para ro-
barles esa sensación, ese sentimiento.
w Las personas así se dan cuenta de que realmente no tenían paz, o que la paz que
tenían no era suficiente. No tenían la paz que sólo Dios puede otorgar a través de
su Hijo.
Lo que el apóstol acaba de decir tiene aplicación directa a los inconversos, los hijos de
las tinieblas, a los que, precisamente por estar en tinieblas, les sorprende el día del Señor
como un ladrón en la noche. Precisamente por eso podemos entender el adviento también
como un tiempo de proclamación para que esos hijos de las tinieblas se conviertan en hijos de
luz.
Isaías nos dice que, como preparación para ese encuentro con el señor, debemos conso-
lar a los que no le conocen diciéndoles que su condena ha terminado y su iniquidad ha sido
perdonada, que de la mano de Jehovah ya ha recibido el doble por todos sus pecados. Fijé-
monos especialmente en los imperativos que se muestran en este texto:
A. Consolad:
B. Hablad:
w Al corazón. Lleguemos hasta lo más íntimo. Nuestro hablar no puede ser superfi-
cial. Debe apelar al corazón. Para los hebreos el corazón no era tanto donde resi-
dían los sentimientos, sino la voluntad. ¡Por eso hemos de apelar a la voluntad de
la persona cuando hablamos con ella! Pero tampoco podemos dejar fuera los sen-
timientos porque eso forma parte de nosotros y Dios mismo apela a nosotros de
la misma forma:
w Al corazón de Jerusalén. ¡Con qué ternura se relaciona Dios con su pueblo! Jeru-
salén es usada como una figura de la relación amorosa de Dios hacia su pueblo;
es puesta como la esposa del Señor que, aunque infiel (Oseas), es tan apreciada
que se dispone el Señor a reconquistar su amor. ¡Con esa misma ternura hemos
de hablar nosotros del Señor a las personas!
C. Proclamad:
No es suficiente hablar al corazón y con ternura; ¡hace falta gritar, decirle a voces, pro-
clamar! Ése es el sentido de la palabra proclamad. ¿Qué es lo que hay que gritar?
D. Preparad:
Hay que consolar al pueblo que está abatido, ha llegado el tiempo de hablar al corazón
de un forma amorosa, de proclamar que el tiempo (kronos) ya se ha cumplido y que todos los
pecados son perdonados por Dios mismo. Por eso los que oyen este mensaje de consolación
deben hacer algo más que escuchar: deben preparar el camino del Señor.
w Esto es una acción voluntaria de las personas que oyen: ¡hay que poner manos a
la obra!
w Esto presupone un trabajo de esperanza. La exhortación a rellenar los baches, re-
bajar los promontorios, allanar lo escabroso y enderezar lo torcido, tiene su fun-
damento en una costumbre antigua de preparar una vía fácil y cómoda para la lle-
gada de un rey o un alto personaje. Literalmente las palabras de Isaías eran para
los israelitas un llamado de Dios a preparar un camino real para el Señor que guía
a los deportados en su camino de vuelta a Sión.
w Esto presupone que se desea que venga ese alto personaje, ese rey. Por eso hay
que apelar a la voluntad de las personas, porque cuando se desea algo nos pone-
mos en marcha.
E. Enderezad:
La mejor forma de preparar el camino del señor es enderezando el camino para prepa-
rar su venida a nuestra vida. Y esto se hace básicamente de dos formas:
Lo que el apóstol acaba de decir tiene aplicación directa a los inconversos, los hijos de
las tinieblas, a los que, precisamente por estar en tinieblas, les sorprende el día del Señor
como un ladrón en la noche. Precisamente por eso podemos entender el adviento también
como un tiempo de proclamación para que esos hijos de las tinieblas se conviertan en hijos de
luz. Pero los fieles que están en Tesalónica no están en tinieblas. Por eso el adviento también
es una exhortación a los creyentes a velar.
w No estamos en las tinieblas. Las tinieblas es un término muy usado como símbo-
lo de la ignorancia espiritual, del error moral y de una vida de pecado no confesa-
do. es lo contrario a la luz.
w Somos hijos de luz. Ser hijos de luz es mucho más que ver la luz o estar en la luz;
es hacer de la luz nuestra característica distintiva, es irradiar luz, es alumbrar a
los hombres con la luz de Cristo. Por eso, al ser nuestra característica distintiva,
Pablo nos exhorta a que
La exhortación es a que no durmamos como los demás, es decir, que realmente nos
mostremos diferentes a los demás, que realmente brillemos, que actuemos de una forma dis-
tinta, que no vivamos la Navidad de una forma idéntica a los demás, que nuestras expectati-
vas sean diferentes, que nuestras motivaciones no sean semejantes a las de los demás, que
nuestros ojos estén puestos en otras cosas (las de arriba), etc. Pablo menciona dos formas de
no dormir:
w Velando, vigilando, estando alerta. "Velar es estar en pie, firme, como un centine-
la, aunque los demás se hallen postrados en el sueño de la indiferencia". Esta
imagen es muy usada en el N.T. referida a los creyentes. Velemos porque el Se-
ñor viene (está viniendo) cuando preparamos la Navidad.
w Siendo sobrios. Esto es equivalente a ser abstemio, es decir no beber vino. Buen
consejo para la Navidad. Pero metafóricamente es "no dejarse llevar por ninguna
pasión, es tener dominio propio". El cristiano sobrio es el que ha logrado esto por
el poder del Espíritu actuando en su vida. Seamos sobrios porque el Señor viene
(está viniendo) cuando preparamos la Navidad.
Conclusión
w Amigo: En nuestra celebración de la Navidad, preparemos nuestras vidas para la
venida de Jesús.
w Hermano: Seamos conscientes de que Él nos ha dado la tarea de alcanzar a las
personas que aun no le conocen. Que durante este tiempo, y durante toda nuestra
vida, podamos compartir el amor de Dios con los que nos rodean.