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JESÚS DIJO: “NO LLAMÉIS PADRE VUESTRO A

NADIE EN LA TIERRA”…Y TAMBIÉN: “HONRA A


TU PADRE Y A TU MADRE”
¿PODEMOS LLAMAR PADRE A NUESTRO PROGENITOR O AL
PAPA?

Por Ing° Mario A. Olcese


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Date: 2007.08.14 20:27:38 -05'00'

La Soberbia de los Escribas y Fariseos

Resulta interesante lo que nuestro Señor dijo Entonces habló Jesús a la gente y a
sus discípulos, diciendo: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los
fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no
hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas
pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero
ellos ni con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para ser
vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de
sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las
sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí,
Rabí. Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro
Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a
nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis
llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor
de vosotros, sea vuestro siervo” (Mateo 23:1-11).

Aquí Jesús se estaba refiriendo a los escribas y fariseos quienes se creían muy
importantes y extremadamente doctos en la ley, y que disfrutaban en ser llamados
Rabí (maestro), y padre (doctor) de parte de la feligresía porque se sentían
superiores, y sumamente educados, y los depositarios de la verdad revelada (la
cátedra de Moisés).

En este capítulo 23: 1-11 Jesús enseña que entre los creyentes no deben existir
diferencias por títulos o jerarquías, y que más bien todos deben tratarse como
hermanos. Así que en lo que se refiere a la iglesia, los títulos pomposos están
prohibidos y están de más.

¿Podemos llamar padre a nuestro progenitor?


 
Todos hemos leído que en el Nuevo Testamento Jesús nos manda a “honrar a
padre y madre” (Mat. 19:19). Lo extraño del caso es que él mismo, que dijo que no
llamemos padre a nadie, ahora llama a cualquier progenitor como “padre”. Me
pregunto: ¿Cómo se explica esto?

¿Cómo se explica que Pablo escriba a los progenitores cristianos de la ciudad de


Colosas, aparentemente desatendiendo la advertencia de su maestro: “Padres, no
exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten” (Col. 3:21). Nos
preguntamos, ¿estaba errado Pablo al llamar padres a los progenitores humanos?
¡No lo creo!

A los Hebreos Pablo les dice: “Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales
que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor
al Padre de los espíritus, y viviremos?” (Hebreos 12:9). Aquí Pablo vuelve a llamar
padres a los progenitores que disciplinan y son venerados. Obviamente aquí la
obediencia a los padres humanos se compara con la obediencia que le debemos al
Padre celestial. Los creyentes tenemos dos padres, el celestial y el terrenal. Al
primero se le adora, y al segundo se le venera. Los fariseos y escribas querían usar
títulos honoríficos, especialmente el de Padre, no sólo para ser reverenciados como
progenitores, sino para destacarse y colocarse como cabeza de los demás como si
fueran cuasi deidades.

Da la impresión que el Señor estuviera viendo el futuro distante, a la aparición de


una iglesia con obispos arrogantes, creedores de una elección suprema, y
arrogándose títulos y honores que no les corresponden. Pareciera que el Señor
vislumbró la venida de líderes religiosos legalistas que se harían llamar padres, o
Santos Padres, para ser vistos como si fueran cuasi dioses con autoridad y poder
para asegurar la vida o la condenación eternas de sus devotos.

Es obvio que el Papa de Roma no se hace llamar Santo Padre porque sea nuestro
progenitor, sino porque toma en cierto modo el lugar del Padre celestial,
haciéndose pasar por infalible cuando de doctrina y enseñanza se trata, y cuando
afirma que tiene el poder temporal de absolver pecados en las confesiones, y otras
pretensiones como éstas. Recordemos que en la época de Cristo los emperadores-
dioses romanos usaban el título de Pontifex maximus, el cual varió con el tiempo
por el de Sumo Pontífice usado por el papado. Evidentemente el Papa de turno
aún usa un título pagano que estaba asociado con la falsa deidad romana.

Padre y Dios van de la mano

El problema de que un hombre se haga llamar Padre por aquellos que no son sus
verdaderos hijos, es que le arrebata la divinidad al Padre celestial para arrogársela
a sí mismo. Y es que tanto el título Padre como Dios están íntimamente ligados. El
Apóstol Pablo dice que hay UN DIOS Y PADRE DE TODOS (Ver Efesios 4:6). Así
que el problema de usar el título Padre (con “P” mayúscula) cuando no se trata de


 
un progenitor, es que uno se arroga también el título ‘Dios’. Y esta es la herejía y la
blasfemia que comete el supuesto “Vicario” de Cristo en Roma. Él no sólo toma un
título que no le corresponde, sino que también toma facultades de “Dios”.

Sólo el único Padre celestial puede ser llamado Padre por aquellos que él ha
adoptado como Sus hijos por la fe. Dice Pablo a los Romanos: “Porque todos los
que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis
recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu
mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (8:14-17).

¿Y qué hay del padre Abraham?

El cristiano puede muy bien llamar a Abraham padre porque según la Biblia él es
nuestro padre por la fe (Gálatas 3:7). Bajo la óptica divina, nosotros, los gentiles,
somos llamados “descendencia o simiente de Abraham” (Gál. 3:16,29) y con el
justo derecho de llamarlo a él padre.

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