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a las tinieblas que hay en ti ¡para siempre!
Por Rosa Jiménez Jiménez
“Piensa mal y acertarás” es una frase que de seguro has escuchado muchas
veces. Y no sólo eso, sino que la has hecho tuya. Es parte fundamental de tu
forma de pensar. Sin embargo, habrás podido observar que no siempre es la más
acertada. Y no me refiero a cuestiones obvias, sino cuando nos convertimos en
personas injustas por causa del razonamiento negativo.
¿Cuántas veces hemos estropeado una amistad, terminado una relación de
pareja, desmoralizado a un familiar o simplemente perdido la posibilidad de tener
nuevos amigos porque se nos antojó “ver fantasmas” donde no existían?
¿Qué es lo que nos pasa cuando actuamos así? ¿Dónde está el problema y cómo
evitarlo? La Palabra de Dios tiene la respuesta. Ven, te invito a leer este hermoso
versículo que discierne magistralmente nuestra conducta:
“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno,
todo tu cuerpo estará en luz; pero si tu ojo es maligno,
todo tu cuerpo estará en tinieblas.
Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas,
¿cuántas no serán las mismas tinieblas?”
(Mateo 6:2223)
Nuestra manera de percibir las cosas determina nuestra conducta. Si nosotros nos
conducimos por la vida viendo casi todo a través de un velo oscuro, en
consecuencia actuaremos. Es menester entonces, saber qué debemos hacer para
corregir el problema con prontitud, por cuanto, aunque suene algo exagerado,
podría estar en juego nuestra salvación.
“¿Cuántas no serán las mismas tinieblas?”
Se trata de Pedro y María, esposos desde hace algún tiempo. Ella está muy
emocionada porque es su primer aniversario de bodas. Para celebrarlo decide
preparar una cena especial, en la que se esmeró en cada detalle. Asumió que
Pedro, consciente de la fecha, también estaría feliz y regresaría más temprano a
casa trayendo un hermoso presente. Esa tarde María lucía esplendorosa.
Las múltiples ocupaciones de Pedro no fueron obstáculo para recordar la fecha. Y,
dándose prisa, salió feliz al encuentro con su amada, pero en el camino tuvo
serios inconvenientes que le impidieron llegar a su destino, e incluso, llamarla.
Las ofensas proferidas, la falta de confianza y de respeto, lejos de fortalecer una
relación sólo socavan sus bases. Y este puede ser el principio del fin. Pero, ¿qué
pasó? ¿Dónde estuvo el problema? Evidentemente Pedro y María, al mirar el
problema con ojos malignos, también ellos cayeron enredados en la oscuridad.
Si alguien se nos acerca con un espíritu conflictivo, lo peor que podemos hacer es
caer en provocaciones. Dice la Biblia que “La blanda respuesta quita la ira; Mas la
palabra áspera hace subir el furor” (Prov. 15:1). Si Pedro no hubiese perdido los
¿Recuerdas la escena donde Jesús, luego de cuarenta días en el desierto, fue
tentado por Satanás? (Mat. 4:111) Si el Señor, de quien el profeta Isaías dijo: “No
contenderá ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz”, agobiado por el hambre
y la sed, hubiese perdido la compostura y le grita cuatro cosas a su enemigo,
habría quebrantado abiertamente la Palabra de Dios. Y la historia sería otra.
Bueno, eso es precisamente lo que hacemos cuando, olvidándonos de Sus
Estatutos, observamos un comportamiento inadecuado.
La Biblia es clara cuando dice:”Pero ahora dejad también vosotros todas estas
cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca”. (Col.
3:8). “Y manifiestas son las obras de la carne, que son (...) enemistades, pleitos,
celos, iras, contiendas, disensiones, herejías (...) los que practican tales cosas no
heredarán el reino de Dios”
“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el
marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es
su cuerpo, y él es su salvador”. (Ef. 5:2223). “(...) y la mujer respete a su marido”
(Ef. 5:33)
Ahora supongamos que ves una persona, pero aún no has tenido la oportunidad
de tratarla, ¿eres de los que dicen de buenas a primeras, “Fulano no me cae
bien”? Tal vez, para justificar tus sentimientos, digas: “Es que habla con
afectación”; “Quiere ser mejor que los demás”, etc. Tal vez te ha pasado que
cuando conoces a la persona en cuestión, su actitud positiva y su sonrisa franca,
echan por tierra todas tus presunciones. Obviamente ¡esa persona no te vio a ti a
través de cristales obscuros!
Un cristiano verdadero evita pronunciar juicios de valor contra los demás. Antes
bien se dedica a sacar esa viga de su ojo que le imposibilita ver con claridad a su
prójimo y conducirse por la vida sin tropiezos. Tal como la Biblia lo indica: “No
juzguéis, para que no seas juzgados.”. (Mat. 7:1) “¿Y por qué miras la paja que
está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga en el ojo tuyo?” (Mat. 7:3)
Otro caso muy frecuente es cuando se nos acerca una persona pobre solicitando
nuestra ayuda, y lejos de mirarla con ojos misericordiosos, endurecemos nuestro
corazón y entonces lo que vemos ante nosotros es un estorbo (¡qué fastidioso!
¡Que vaya a trabajar!). No conviene a un hijo de Dios, en lo absoluto, asumir esta
posición. Darle la espalda al más débil, es un claro indicio de haber perdido el
camino que nos conduce al reino de Dios, que no es precisamente de injusticias,
sino de justicia.
Ten en cuenta siempre algo muy importante: Dios asume como suyas las
injusticias que cometemos contra sus más pequeños (Mateo 25: 4145). Y no
solamente eso, si no que es vengador de esos agravios (1Ts 4:6.). Mucha gente
aparentemente buena y religiosa, en aquel día simplemente serán desconocidos
por el Señor. Si tienes buena posición económica, jamás permitas que
Por su parte Pablo nos insta a no ser vanagloriosos, sino humildes “estimando
cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Fil. 2:3), Además, si Dios no
hace acepción de personas, ¿será correcto que lo hagamos nosotros?
La regla de oro para tratar a nuestros semejantes es aquella que pronunció Jesús:
“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mateo
7:12)
Haz que tu luz brille ¡ahora mismo!
Salomón dijo que “El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en
tinieblas” (Ec. 2:14). Nosotros podemos decidir dar un giro a nuestras vidas
saliéndonos de las tinieblas. Aun cuando Pablo dijo que “no hago el bien que
quiero, sino el mal que quiero, eso hago” (Rom. 7:19), sabemos que Dios nos ha
dotado de un espíritu de dominio propio y que en Jesús, todo lo podemos.
El señor dijo:
“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá
la luz de la vida” (Jn. 8:12) Seguirlo en el sentido de amarlo y guardar Su Palabra.
“Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15)
Ciertamente, “Todas las cosas son puras para los puros, mas para los
corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia
están corrompidas” (Tit. 1:15). Entonces es menester purificar nuestros corazones
de mala conciencia. (He. 10:22). Entendiendo por corazón, no ese músculo que
Cuando lo hayamos logrado, miraremos a nuestros semejantes y todo lo que nos
rodea, a través de la luz de Cristo y habremos echado de nuestras vidas al
príncipe de las tinieblas. En otras palabras, seremos verdaderos hijos luz (Ef. 5:8).
¡Y todos lo notarán! Dios te bendiga.
rosant61@hotmail.com