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1).-
2 Cro. 13:5, 8 leemos: “¿No sabéis vosotros que Jehová Dios de Israel dio
el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos, bajo pacto de
sal? Y ahora vosotros tratáis de resistir al reino de Jehová en mano de los
hijos de David, porque sois muchos…”.
Comentario:
2).-
Comentario:
1.- Este pasaje enseña que Salomón, el hijo del rey David, y sucesor de su
trono, se sentó sobre el trono del reino de Dios en Israel. Por tanto, es
clarísimo que la dinastía del rey David en Israel era el reino de Dios
(Jehová). Este hecho Escriturario es inobjetable o irrefutable.
1
En Ezequiel 21:25-27 el Reino de Jehová sufre una violenta interrupción
debido a la impiedad del rey Sedequías (descendiente directo del rey
David). Dios dijo: “
“Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo
de la consumación de la maldad. Así ha dicho Jehová el Señor: Depón la
tiara, quita la corona: Esto no será más así; sea exaltado lo bajo, y
humillado lo alto. A ruina a ruina a ruina lo reduciré, y esto no será más,
HASTA QUE VENGA AQUEL CUYO ES EL DERECHO, Y YO SE LO
ENTREGARÉ” (Ezequiel 21:25-27).
“Pero siendo profeta (David), y sabiendo que con juramento Dios le había
jurado que de su descendencia en cuanto a la carne, levantaría al Cristo
para que se sentase en su trono”.
Así que Jesús es aquel varón a quien Dios eligió para que se sentase en su
trono en “el reino de Dios” o llamado también “el reino de David”. Y
estando esto del todo claro, es lógico reconocer que Cristo vino para
anunciarlo y a decir: “el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha
acercado” (Marcos 1:15) o lo que equivale a decir: “el Reino de David
está por restaurarse…está cerca, a las puertas, yo soy aquel que lo
inaugurará, pues el tiempo de su suspensión ha caducado”. Observen que
Cristo dijo que el tiempo se había cumplido---¿cuál tiempo? El tiempo de
la suspensión del reino davídico que se inició en 586 AC bajo Sedequías.
En Ezequiel 21:25 se le llama: “EL TIEMPO DE LA CONSUMACION
DE LA MALDAD”. Este tiempo se estaba acabando y Cristo vino a
anunciarlo y a decirnos que nuevamente el reino se estaba acercando a su
restauración. Este fue el evangelio del reino que Cristo vino a anunciar: que
el tiempo de la futura restauración del reino se había acercado (no llegado!)
en la presencia personal del rey entre ellos. El vino a dar cumplimiento a la
profecía Mesiánica de Isaías 61, pero sólo hasta el verso 2 (primera parte).
Los versos 3-11 los cumplirá Jesús en su segunda venida en gloria para
restaurar definitivamente el reino de Dios en la tierra. Estas fueron las
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Buenas noticias o EVANGELIO DEL REINO que Cristo vino a predicar
por parte de Dios (Lucas 4:43; Marcos 1:1,14,15).
De modo que aquellos que quieren enseñarnos que el evangelio del reino
que predicó Cristo fue el “evangelio de la familia o reino de Dios” mienten
descaradamente éstos pues ignoran totalmente lo decretado en el Antiguo
Testamento por Dios sobre un reino por restaurarse en la tierra de Israel.
El anuncio de Jesús fue muy bien entendido por sus paisanos por lo que él
no se vio en la necesidad de hacer una introducción o una explicación
detallada del mismo. Su anuncio fue directo, como si fuera algo ya harto
conocido por su auditorio: “el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se
ha acercado” (Marcos 1:15). Aquí Jesús no estaba predicando un nuevo
evangelio, o una nueva doctrina que requería de una explicación minuciosa.
Entonces es obvio que fue un tema que sus paisanos conocían a la
perfección y que estaban aguardando con mucha anticipación. Su misión
era sólo CONFIRMAR LO QUE ELLOS SABÍAN Y ESPERABAN (Rom.
15:8). Confirmar no es una nueva promesa o doctrina…¡es simplemente
ratificar lo que se ha prometido.
Tenemos que recordar que las promesas de Dios a los padres no han sido
aún cumplidas. La herencia de la tierra y del reino davídico por parte del
cristo se cumplirá cuando el Señor regrese a la tierra y les diga a los suyos:
“Heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del
mundo” (Mateo 25:31,34). Esto evidentemente demuestra que el reino no
son los “hijos de Dios” o la “familia de Dios” sino la herencia de éstos.
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