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LAS MODAS EN LA JERGA SOCIOLOGICA Y POLITICA

Quienes traducimos para organismos internacionales seguramente


hemos notado las distintas frases que se ponen de moda en el mundo de la
política y de las ONGs.

En la época del Reformismo Militar (1968 a 1974) en mi país, el Perú,


"el pueblo" se transformó en "las masas", se reconoció que existían "las
grandes mayorías", y se intentó que todo tuviera una "ancha base
[social]".
Cuando el socialismo dejó de estar de moda los términos sociales
empezaron a comprimirse. El gobierno aprista de alan garcía (1980 a 1985)
rompió récords de corrupción y desató una inflación de 2 millones por ciento
(sí: 2 000 000 %) en 5 años permitiendo que los bancos norteamericanos y
españoles compraran financieras y negocios muy rentables por el precio de
un pan francés, y precipitando al 80% de los peruanos por debajo de la línea
de la pobreza. Entonces las masas se comprimieron en "colectividades" y los
científicos sociales las comprimieron aún más denominándolas con el
singular "colectivo".

Cuando en plena crisis las mujeres del pueblo sacaron la cara,


trabajando voluntariamente 18 horas diarias, movilizándose para obtener
comida para sus hijos y llenando las calles, se empezó a hablar cautamente
de las organizaciones "de base" y, sobriamente en los 90 el pueblo se
convirtió en "los perwanos" adoptando la pronunciación del presidente
japonés Alberto Fujimori.

En la política peruana nunca faltaron los eufemismos: las barriadas


de los años 50 pasaron a ser pueblos jóvenes en el gobierno militar de
Velasco y las invasiones de la tercera oleada de migrantes, los campesinos
que se fugaban de las matanzas de Sendero y del Ejército en el gobierno de
Fujimori (y que se salvaron de estar entre los 60 mil muertos, torturados y
desaparecidos desde 1980) fueron tituladas Asentamientos Humanos.

Con el surgimiento de innumerables ONGs se impuso una nueva jerga


de interesante evolución. Los primeros proyectos presentados a las
fundaciones extranjeras para obtener financiamiento tenían objetivos
sociales y prioritarios, alcanzables mediante acciones muy definidas. Pero
también las modas fueron variando. Para evitar evaluaciones negativas sobre
el logro de los objetivos señalados en los proyectos, la redacción se fue
transformando y del "se alcanzarán" se mudó al "se desplegará esfuerzos
para alcanzar", y al "se procurará"; luego simplemente se "apuntaba al
logro" y como esto todavía implicaba una determinada exigencia de destreza
[o puntería], los objetivos se elevaron al limbo del azar pues "se apostaba al
logro" y bajaron al transitorio "pasarán por" para finalmente quedarse en
una ajena e impersonal "lectura".
Pero creo que es más sintomática la creciente y progresiva separación
que se produce entre los organismos de ayuda y sus poblaciones-objetivo,
con las cuales primero se identificaban plenamente, para luego
distanciarlas apoyándolas en sus esfuerzos de auto-ayuda, después les
exigieron rentabilidad empresarial en sus proyectos y a las cuales ahora
solamente acompañan.

No deja de ser curioso que en el nuevo milenio, mientras crecen las


estructuras administrativas de los organismos de desarrollo (adonde van a
parar 85% de los dineros destinados a aliviar la pobreza) y van
desapareciendo en todo el mundo los estados de bienestar, los
“beneficiarios” han pasado a ser “clientes” mientras los planes de
solidaridad se transformaron primero en planes de desarrollo económico y
hoy son planes de negocio.

Las compañías mineras que envenenan las aguas financian ONGs


ecologistas y con ello se convierten en buenos vecinos (¿de Rancas?) y
entonces todo el que se rebela ante tanta injusticia se convierte en
terrorista, automáticamente se le enmarca en el eje del mal y pronto pasa a
ser una pérdida colateral.

Yolanda Sala Báez Bélgica, junio 2005

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