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el aborto?
Aún así, hay muchas mujeres que, con pleno poder de decisión, optan por concebir en
su matriz a un hijo. Pero, ¿qué pasa cuando la situación puede afectar, hasta
mortalmente, la vida de la madre y de la criatura? ¿Qué pasa cuando el entorno familiar
y los especialistas en medicina instan a la madre a provocarse un aborto?
¿Qué haría usted?
Opiniones en conflicto
Todos poseemos la capacidad innata del raciocinio por lo que, al encontrarnos ante
esta clase de preguntas, es natural que busquemos la respuesta en nuestras propias
experiencias vividas y en nuestra forma de pensar. Se deduce, además, que no todos
vamos a tener la misma opinión sobre el asunto. En todo el mundo las cuestiones médicas
y éticas en pro y en contra del aborto suscitan fuertes sentimientos. Sectores pro y
antiabortistas hacen lo posible por dar a conocer sus opiniones sinceras, tratando de que
los demás se pongan a su favor. Los resultados son discusiones acaloradas. ¿Quién tiene
la razón?
Es imposible que el mundo entero tome la misma decisión en cuanto al tema, porque
las condiciones todavía no están dadas para ello. Aún así, personalmente uno puede
empezar a prepararse para hacer frente a la situación si se nos presenta*. Consideremos
en primer lugar el alcance del problema del aborto.
*Deseamos dejar claro que nuestro objetivo no es el de imponer nuestra forma de pensar o de actuar,
puesto que no es lo más apropiado. Tenemos en cuenta que cada uno debe llevar su propia carga de
responsabilidad (Gálatas 6: 4, 5). Por ésta razón, nos limitaremos a exponer hechos claros para dar una
forma amplia de pensamiento.
¿Será la solución más conveniente?
Sin importar la carencia de leyes a favor de esta decisión, los abortos se efectúan año
tras año. Esto genera estadísticas aberrantes en todo el mundo con mujeres de toda raza,
nacionalidad, nivel social y educativo, edad y religión. La solución más conveniente para
muchos implica la privación, legal y no legal, debida e indebida de millones de fetos con
miras a una vida mejor. Un estudio internacional realizado en el año 2007 reveló que en
2003 se practicaron 42.000.000 de abortos.
El sacrificio de los jóvenes a Mólek, a dioses aztecas o a la guerra está siendo
eclipsado por la matanza (en abortos) de bebés no nacidos, entre 40.000.000 y
50.000.000 de ellos anualmente por todo el mundo. La cantidad de bebés que han
muerto por abortos en tan solo los últimos tres años es mayor que los 100.000.000 de
personas que han muerto en todas las guerras de este siglo. Cada año hay varias veces
más abortos que todas las personas asesinadas durante los 12 años del dominio nazi. En
las últimas décadas han muerto miles de veces más bebés en abortos que todos los que
fueron sacrificados a Mólek o a los dioses aztecas.
¿Sería acertado pensar que estas cifras devastadoras son solamente debido a que
todos estos fetos iban a nacer con algún tipo de malformación, que de su muerte
dependía la vida de las madres o incluso que fueran el resultado de violaciones? Por
supuesto que sería ilógico llegar a semejante conclusión. Entonces, ¿por qué hay tantos
abortos?
En contraste, hoy en día se procura vivir una vida de marcado egoísmo, lo que se
denomina libertad de elección. Hombres y mujeres que, al ser concebidos permitiéndoles
sus padres la vida tuvieron la posibilidad de vivir y tomar sus propias decisiones, hoy se
toman libertades que no les corresponden ni les fueron concedidas. Esta actitud
impenitente transforma la libertad en libertinaje, aprovechándose deliberadamente del
libre albedrío que poseen.
Los países con menos influencia económica en el mundo se dejan llevar por la
corriente proabortista de los más industrializados. Esto se ve año tras año en las posturas
que adquieren asegurando que se basan en el derecho que tiene la mujer de tomar sus
propias decisiones morales.
El 25% de la población mundial vive en 54 países que prohíben el aborto
completamente o lo permiten sólo para salvar la vida de la mujer. Otros van más allá
puniendo el aborto sin importar la situación. Estos países que han decidido la
penalización absoluta son hoy una minoría en la comunidad internacional. El principal
argumento en que se basan es el de considerar más importante el derecho a la vida del no
nacido –al cual protege el Estado–, que el derecho a abortar de la mujer.
El 62% de la población mundial vive en 55 países donde el aborto inducido está
permitido, sin restricciones en cuanto a su causa; ya sea por motivos terapéuticos,
quirúrgicos, eugenésicos, sentimentales, y hasta por razones socioeconómicas.
Pero, una vez que la mujer ha concebido, ¿tiene el derecho incontrovertible de optar
por rechazar su papel de madre y abortar? ¿Es aceptable dicho proceder? Este es el punto
focal del debate actual en pro y en contra del aborto. ¿Cuál es la respuesta?
Mucho depende de cómo se defina: ¿Qué es la vida? ¿Cuándo comienza? ¿Tiene algún
derecho legal la criatura no nacida?
La concepción es el punto de origen del nuevo ser, el momento en que el óvulo queda
fecundado por un espermatozoide. Las moléculas que forman el ADN del padre y de la
madre se combinan para crear una nueva vida.
Es una célula primigenia donde da inicio el milagroso proceso de la "construcción" de
un ser humano completo. La naturaleza de este proyecto viene determinada por los
genes, que son segmentos de ADN encargados de controlar prácticamente todo detalle: la
altura, los rasgos faciales, el color de pelo y de los ojos, y miles de otras características.
A medida que se subdivide esta célula, el plano genético completo se duplica en cada
una de las nuevas células. Asombrosamente, todas ellas están programadas para
transformarse en el tipo de célula que se precise, como por ejemplo células del tejido
cardíaco, del cerebro, de los huesos, de la piel o de tejido transparente para los ojos. Es
realmente extraordinario el milagro de la vida, el como una sola célula llega a tener el
material genético de otros seres humanos que, al combinarse, forman vida humana desde
la concepción.
El profesor Jerome Lejeune de París, genetista de fama mundial, atestiguó ante un
tribunal, que trataba el caso de si se debía considerar a los embriones como una
propiedad o como seres humanos, que cada ser humano tiene un comienzo singular que
ocurre en el momento de la concepción, y que “tan pronto como ha sido concebido, el
hombre es un hombre”. En otras palabras, a partir del estadio de tres células (cigoto), los
embriones son —como él dijo ante el tribunal— “seres humanos minúsculos”.
Cuando se le preguntó si él quería decir que un cigoto debería tener los mismos
derechos que un adulto, el doctor Lejeune respondió: “No puedo decirlo porque no estoy
en posición de saberlo. Lo que afirmo es que se trata de un ser humano y que será un juez
quien decida si tiene los mismos derechos que los demás. [...] Pero usted me pregunta si
yo, como genetista, opino que se trata de un ser humano, y yo le diría que dado que es un
ser y de que es humano, se trata de un ser humano”.
El Dr. John C. Willke escribe: "El decir que usted en un tiempo fue una sola célula es
declarar una realidad biológica".
"El ser humano está programado para el crecimiento y el desarrollo durante toda la
vida desde su etapa unicelular", afirma el célebre biólogo molecular David FuChi Mark. Y
añade: "Ya no queda ninguna duda de que cada ser humano es completamente único
desde el mismo principio de su vida, desde la fecundación".
Aún así hay quienes sostienen que la vida comienza unas veinte semanas después de
la concepción inicial. Es más o menos para entonces cuando la madre empieza a sentir el
movimiento del feto. Considerando esta cuestión se acepta normalmente el aborto hasta
la vigésimo cuarta semana de embarazo.
En países en donde la ley no reconoce a la criatura no nacida como un ser humano el
aborto no se califica legalmente de asesinato. Pero una vez fuera del cuerpo de su madre,
aunque todavía permanezcan unidos por el cordón umbilical, el matar a ese niño sería un
delito criminal, teniendo el recién nacido todos los derechos legales que le corresponden.
Se ve claramente la mezcla que se hace al rechazar hechos científicos, como son el que
la vida comienza desde la concepción, aprobando sus propios pensamientos como si
fueran ley pero a la vez aceptando otros hechos todo recién nacido tiene sus derechos
alegando el respeto profundo por la vida de todo ser.
Muchos ante la disyuntiva de lo que está bien y lo que está mal recurren a una fuente
superior. Nos referimos a una fuente divina en la cual creen millones, pero que solamente
unos pocos toman como verdad absoluta y tratan sinceramente de guiar sus vidas de
acuerdo a lo que su creador sabe que es lo mejor para ellos.*
*En el mundo hay millones que creen en Dios o dicen hacerlo y millones que consideran esta creencia
como vanalidad. Sin embargo, consideramos trascendental que se mencione esta cuestión de un modo
esclarecedor para aquellos que aprecien la guía divina.
¿Tienen la solución estas religiones?
Al verse ante el dilema moral que suscita el aborto, muchas personas buscan la guía
de sus directores espirituales. ¿Qué opinan ellos?
La Iglesia Católica adopta una posición firme en contra del aborto y enseña que la
vida comienza en la concepción. Algunos sacerdotes que están metidos en la política
piden al Papa que excomulgue a los políticos católicos que se pronuncian a favor del
aborto. Sin embargo, muchos católicos defienden el aborto y piden una liberalización.
La Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos dice que el 46% de sus pastores “no cree
que la Biblia enseñe que el aborto está mal”. La postura oficial de dicha Iglesia es
proabortista.
El decimosexto Sínodo General de la Iglesia Unida de Cristo resolvió que ‘apoya el
derecho de los hombres y las mujeres a disponer de servicios adecuados de planificación
familiar y a contar entre sus opciones con el aborto legal practicado por profesionales
cualificados’.
La Iglesia Luterana Evangélica dice que el aborto “debería verse como un último
recurso”; de todas formas, se niega a calificar el aborto de “pecado” o a decir que “la vida
comienza en la concepción”.
La Asamblea Bautista del Sur es firmemente antiabortista. Pero la Iglesia Bautista de
Estados Unidos dice: “Estamos divididos en cuanto a la política particular de la Iglesia
ante el Estado con respecto al aborto. Por consiguiente, reconocemos la libertad que tiene
cada individuo de abogar por una política pública sobre el aborto que refleje sus propias
creencias”.
El judaísmo está dividido. La rama ortodoxa adopta una postura en gran medida
antiabortista, mientras que la rama reformada y la corriente conservadora están en su
mayor parte a favor del aborto.
El islam permite el aborto por cualquier razón durante los primeros cuarenta días de
vida, pero a partir de entonces solo lo permite si el embarazo supone un peligro para la
vida de la madre. El Hadiz dice que el feto está “cuarenta días en forma de una semilla,
luego es un coágulo de sangre durante un período similar, después se convierte en un
pedacito de carne durante un período similar, más tarde [...] se le envía el ángel que le
insufla el aliento de vida”.
El sintoísmo no adopta ninguna postura oficial al respecto, sino que lo deja a la
decisión de cada uno.
Los hindúes, los budistas y los sijs enseñan una doctrina de respeto general a la vida.
Pero no se envuelven en debates por la cuestión del aborto, pues creen en la
reencarnación; según ellos, el aborto no hace más que enviar a la criatura no nacida a
otra vida.
Se le hace cada vez más difícil a la gente decidirse por una opinión correcta. Teniendo
en cuenta que luego citaremos la cuestión de lo que realmente piensa Jehová Dios sobre
el asunto, podemos pasar a los peligros que encierra el aborto ilegal.
Peligros del aborto ilegal
Sabemos que cada individuo tiene la necesidad de decidir por sí mismo y también
sabemos que las leyes y edictos que se promulgan tienen como objetivo mejorar la
calidad de vida de cada persona. Sin embargo, en cuanto al aborto hay seres humanos
envueltos, profunda y personalmente, lo cual implica que no es apropiado que las
autoridades traten de imponer sobre las personas tratamientos que ellas jamás hubieran
elegido. Bajo presión la gente puede reaccionar de modo imprevisible.
En el caso de que un grupo antiabortista tenga éxito, sea en impedir que el gobierno
legalice el aborto o en revocar la legislación existente, ¿Se puede considerar que los
problemas dejan de existir? ¿Se resuelven? “Una mujer encontrará la manera [de
someterse a un aborto], a veces a costa de su propia vida —comentó Marilyn Waring,
antiguo miembro proabortista del Parlamento de Nueva Zelanda—, y no hay nada que los
políticos o las leyes puedan hacer para detenerla.” Y este es un argumento de peso. “¿Qué
es preferible?”, preguntan los que abogan a favor del aborto. Los abortos clandestinos
tienen un marcado índice de mortalidad puesto que se efectúan en condiciones
deplorables.
En el lado opuesto hay países en los que sí está legalizado. Los abortos se realizan bajo
estricta supervisión médica. Si bien ocurren muertes de mujeres embarazadas, estas son
las menos.
Pero, es indispensable tomar en cuenta los daños físicos, emocionales y mentales que
sufren los médicos y enfermeras que se encuentran ante esta situación por el trabajo que
realizan. Estas son algunas cuestiones que consideraremos a continuación.
Se dice que hay muchísimas organizaciones que no solo publicitan el aborto sino que
además lo efectúan. Una de ellas reconoce haber realizado 2.805.951 abortos entre 1977
y 2000. El dinero que de ese negocio obtiene más las donaciones de diversas fuentes
hacen que sus ingresos pasen de casi 300.000.000 de dólares en 1977 a cerca de
700.000.000 en el año 2001. Mire donde uno mire, lo que aflora en el aborto es el
dinero.
¿Qué se puede decir en cuanto a lo que los médicos sienten ante esta operación?
Muchos médicos se sienten cada vez más incómodos ante esta situación. Cuando
comenzaba la era del aborto en Gran Bretaña, el periódico Daily Mail citó las siguientes
palabras del profesor Ian Morris: “Si estuviese ahora empezando mi carrera sabiendo lo
que ahora sé en cuanto a los abortos, nunca habría escogido la ginecología”, y añadió:
“Detesto esa operación. Va totalmente en contra de toda mi formación médica. El entero
objetivo es salvar vidas, no llevar a cabo esta forma particular de homicidio”. No cabe
duda que estas son palabras fuertes, y no todos los médicos concordarán con ellas. Pero sí
transmiten hasta cierto grado la repugnancia que algunos médicos instintivamente
sienten con respecto al aborto.
Las consecuencias
El tomar la decisión de abortar y, posteriormente, llevarla a cabo pueden llegar a ser
decisiones rápidas e incluso tomadas a la ligera. Sin embargo, los resultados para la
mujer que ha abortado son realmente escalofriantes.
Físicamente se pueden contar la debilidad de la mujer y su cansancio. Los calambres,
las náuseas y posiblemente las hemorragias también son comunes. Cuando el aborto se
lleva a cabo en una etapa más avanzada, las consecuencias de la interrupción del
embarazo pueden durar hasta una semana o más según disminuye el nivel hormonal.
Otros factores son los pechos doloridos y un sentimiento de depresión.
Pero los síntomas van más allá. Una encuesta realizada en el año 2004 en la que
participaron 331 rusas y 217 norteamericanas reveló que alrededor de la mitad sintieron
remordimientos después de abortar. El sentimiento de culpa embargó a casi un 50% de
las rusas y a cerca del 80% de las norteamericanas. Más del 60% de estas últimas eran
incapaces de perdonarse.
Tras ver el desgarrador testimonio de 1.940 mujeres que abortaron se llegó a la
conclusión de que a muchas les encoleriza haber perdido a un bebé que, según se les dijo,
no existía. El saber que han matado a un hijo tiene consecuencias sumamente
devastadoras para ellas.
En 2006 se presentó un trabajo basado en la vida de mujeres que quedaron
embarazadas en la adolescencia. La mitad había dado a luz y la otra mitad había
abortado. Las probabilidades de necesitar tratamiento psicológico se encontraban
mayormente en aquellas que habían abortado. Además, padecían trastornos de sueño y
estaban más inclinadas al consumo de la marihuana (Journal of Youth and Adolescence).
Otro estudio sacó a la luz que existen índices más altos de enfermedades mentales
entre las que han abortado que entre las que no lo han hecho. (Report of South Dakota
Task Rorce to study Abortion, 2005)
El remordimiento que puede llegar a sentir durante toda la vida una madre que ha
abortado es muy entristecedor. El cómo puede llegar a torturarle la conciencia por haber
dado un paso sin pensar en las consecuencias.
Una mujer que en su juventud abortó a su criatura escribió una carta conmovedora
para todas aquellas madres que estén contemplando la posibilidad de un aborto. Al
hablar de sus sentimientos actuales dijo: "Mientras más años vivo, más a menudo me
atormenta este recuerdo. Durante todos estos años, evité pensar sobre ello. Cada vez que
me venía a la memoria, sencillamente despedía tal pensamiento. Enseguida “cambiaba de
tema” mentalmente. Ya no puedo lograr hacer eso. El vivir con esta constante
culpabilidad es verdaderamente un dolor atormentador". Y añadió: " Deje que ese niño
tenga la oportunidad de vivir y de ser amado. Hay miles de personas a quienes les
encantaría adoptar a un niño. Además, usted no tendrá que enfrentarse a la acusación de
su corazón y de su conciencia por haber asesinado a su propio hijo. Puede que no sienta
la culpabilidad ahora; pero algún día sí la sentirá. ¡Y nunca se irá de su mente!".
El considerar al aborto como una simple operación de conveniencia es una grave
equivocación. Una vez que se ha dado el paso, es irreversible. El problema inmediato
puede que desaparezca, pero, sus efectos pueden ser trascendentales y duraderos. Pero,
¿qué sucede cuando es el propio médico quien recomienda el aborto?
“Usted tiene que abortar”
Este fue el consejo franco que recibió Sue de su médico. ¿Por qué? Sue ya era madre
de dos hijos pequeños, y poco después de darse cuenta de que estaba embarazada, uno
de ellos enfermó de rubéola. “Era inevitable que yo también me contagiara, pues no la
había pasado”, dice ella. Efectivamente, al poco tiempo también contrajo la enfermedad.
La experiencia médica ha demostrado que cuando una mujer contrae rubéola al
principio de su embarazo es posible que el embrión se desarrolle con terribles
deformidades. Fue pensando en este hecho que el médico le aconsejó el aborto. Sue
recuerda: “Me dijo sin rodeos que la criatura nacería deforme y que yo nunca podría
enfrentarme a la situación. Estando una vez en su clínica insistió en que si no prestaba
atención a su consejo, tendría que firmar una carta exonerándole a él y aceptando yo
toda la responsabilidad”. Sue la firmó. “No obstante, y en justicia, debo decir a su favor
que él estaba sinceramente preocupado por mí, especialmente porque soy epiléptica”,
añadió.
El marido de Sue, aunque naturalmente estaba muy preocupado, dejó que su esposa
decidiera, y ella resolvió dar a luz. Al debido tiempo les nació una hija. Inmediatamente
le hicieron pruebas, y aparte de una ligera anemia, estaba perfectamente bien. Sin
embargo, los médicos se sorprendieron al encontrar anticuerpos en la sangre de la niña
que su madre no tenía, lo cual indicaba claramente que durante su desarrollo había sido
afectada por la rubéola.
Sue razonó de la siguiente manera: "Mi hijo no había pedido ser concebido, de modo
que ¿qué derecho tenía yo de terminar con su vida antes de que tuviera la oportunidad de
ver la luz?".
Su respuesta es muy sencilla. ¿Cómo la respondería usted?
Un ejemplo bíblico que demuestra que Jehová Dios puede conocer lo que será de una
persona y de sus cualidades aún antes que ésta nazca es el que se encuentra en el libro
bíblico de Lucas 1: 817. Allí se relata como un ángel de Jehová le dijo al sacerdote
Zacarías que su esposa Elisabet tendría un hijo uno que habían anhelado, y que deberían
llamarle Juan. Este hijo tuvo el privilegio de preparar el camino para Jesús, el Mesías.
Jehová sabía, aún antes de que se desarrollara y naciera, que para cumplir ese requisito
debería desarrollar humildad mental. Lo cual muestra que Jehová Dios, no solo conoce al
ser vivo que aún no ha nacido, sino que lo considera vida humana.
Jehová Dios es “la fuente de la vida” y es así que el apóstol Pablo dijo “por él [Jehová]
tenemos vida y nos movemos y existimos”. (Salmo 36:9; Hechos 17:28.) ¿Cuándo dice el
Creador que comienza la vida? Él considera que la vida de una criatura, aunque esté en
las primeras fases de desarrollo después de la concepción, es algo precioso. Hace más de
3.000 años Dios inspiró a su profeta David para que escribiera:
“Me tuviste cubierto en resguardo en el vientre de mi madre. Te elogiaré porque de
manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas,
como muy bien percibe mi alma. Mis huesos no estuvieron escondidos de ti cuando fui
hecho en secreto [dentro de la matriz], cuando fui tejido [alusión a las venas y arterias,
que están entrelazadas por todo el cuerpo como si fueran fibras de un tejido] en las
partes más bajas de la tierra [descripción poética de la oscuridad que reina en la matriz].
Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas.” (Salmo
139:1316.)
Desde el momento de la concepción, la vida que va desarrollándose sigue un patrón
preciso, como si obedeciese las instrucciones expuestas en un libro muy extenso. Se
considera que la cantidad de información que hay dentro del cigoto es tan enorme que
nadie puede medirla.
La vida del feto es preciosa
Por consiguiente, el feto que se desarrolla en la matriz es mucho más que una simple
masa de tejido. Debido a su gran valor Dios ha determinado que la persona que haga
daño a un feto tendrá que rendir cuentas. La ley de Dios registrada en Éxodo 21:22, 23
advierte: “En caso de que unos hombres luchen el uno con el otro y realmente lastimen a
una mujer encinta y los hijos de ella efectivamente salgan, pero no ocurra un accidente
mortal, a él sin falta ha de imponérsele el pago de daños conforme a lo que le imponga el
dueño de la mujer; y él tiene que darlo por medio de los jueces. Pero si ocurre un
accidente mortal, entonces tienes que dar alma por alma”.
Después de leer un artículo sobre el tema del aborto en la revista ¡Despertad!, una
madre de Inglaterra escribió lo siguiente:
“Acabo de leer la ‘Carta de una madre cuyo niño no nació’ que aparece en el número
del 22 de julio [1986] de la revista ¡Despertad!, y me ha partido el corazón.
”Yo nunca he abortado, pero cuando estaba embarazada de cuatro meses de mi
primer hijo, mi cuñada estaba en el segundo mes de embarazo de su tercer hijo. Sus dos
niñas acababan de empezar el colegio y ella se buscó un trabajo bien remunerado. Quería
conseguir ciertas cosas: muebles, vídeos, un automóvil nuevo, plantas para el jardín. Pero
otro hijo hubiera puesto fin a su empleo y, por consiguiente, a los ingresos que le
permitirían comprar todas esas cosas. De modo que decidió abortar.
”A medida que se acercaba el día del aborto, se sentía entusiasmada. Pero a mí me
daba cada vez más repugnancia solo pensarlo. Para entonces yo ya empezaba a notar las
pataditas del hijo que llevaba dentro, y solía pensar en el niño que mi cuñada llevaba en
su vientre, y que también estaba creciendo.
”Llegó la víspera del aborto y yo continuaba esperando que mi cuñada cambiara de
opinión. Podía imaginarme a su hijito, cómodo y seguro en su vientre, escuchando los
latidos suaves y relajantes del corazón de su madre. Pero me horrorizaba pensar que
aquel niñito iba a ser arrancado de su pequeño y seguro mundo para morir sin remedio.
El solo pensarlo me hacía llorar profundamente. El aborto se llevó a cabo. Mi hijita nunca
conocerá al primo con el que hubiera podido crecer, siendo tan poca la diferencia de
edad entre ellos.
”¿Qué pasó con mi cuñada? Perdió su empleo, pero encontró otro, y desde entonces
ha tenido varios trabajos. Consiguió sus vídeos, su nuevo automóvil, sus plantas, ropa
nueva, etc., pero se sumió en una depresión y dejó a su marido y a sus hijas; luego,
después de unos días, regresó a casa. De todos modos, no es feliz. Cuando viene a
visitarme, sus niñas juegan con la mía y con mi hijo de once meses, y de mi niña dicen:
‘¿No es encantadora, mamá? Nos hubiera gustado tener una hermanita o un hermanito’.
Cuando oigo estas palabras miro disimuladamente su expresión. Siento deseos de
consolarla porque cuando abortó no se daba cuenta realmente de lo que estaba haciendo.
Pero mi cuñada escogió el dinero antes que la vida de su hijo, y es por esta razón que
creo que ahora lo lamenta.
”Sin embargo, esto hace que me formule a mí misma una pregunta muy seria. Yo me
considero testigo de Jehová, aunque todavía no estoy bautizada. Pero me doy cuenta de
que todavía me falta mucho, pues los verdaderos Testigos son como Jesús, sienten amor y
compasión para con todos sin importar lo que hayan sido o hayan hecho. Anhelo el día en
que pueda decir que verdaderamente siento lo mismo que ellos por los demás y llevar el
nombre de Jehová con orgullo. Quizás si no me hubiera quedado indecisa tanto tiempo,
hubiera podido tener el valor de testificarle a mi cuñada, y su hijito pudiera haberse
salvado.”
Es nuestro sincero deseo que esta consideración del cambiante problema del aborto
pueda servirle a alguien. Ya sea a mujeres embarazadas que, seguramente, están tratando
de tomar la mejor decisión para que aquellos niños que se encuentran en el único lugar
en el que deben estar, en la matriz de su madre, tengan la oportunidad que solo ofrece
Jehová Dios de vida eterna en la Tierra (Salmos 37:10, 11, 29) (Revelación 21:35)
(Isaías 11:9).
Bibliografía:
¡Despertad! 8/4/1987; ¡Despertad! 6/2009; www.nacimientovivo.org
Carta de una madre cuyo niño no nació
TENGO 37 años de edad, soy casada y tengo tres hermosos hijos. Hace dieciséis años estuve acostada
sobre una mesa de cocina mientras le quitaban la vida a una persona que nadie jamás llegará a conocer.
Esa persona solo vivió tres meses y medio. Creo que Jehová Dios era el único amigo que ella tenía.
(Salmo 139:13-16.) Parecía que nadie más la quería.
En aquel tiempo —16 años atrás—, yo era estudiante universitaria que trabajaba media jornada y vivía
por mi propia cuenta en una ciudad grande de la costa oeste de los Estados Unidos. Mi ilusión era llegar a
ser “alguien importante” entre las personas de la “alta sociedad”.
Yo tenía grandes planes para el futuro. El tener un hijo realmente no cuadraba con mi estilo de vida. El
padre del niño sugirió un aborto, y ninguno de los dos habló acerca de otra alternativa. No quise pensar en
lo que realmente estábamos haciendo... quitándole la vida a un ser viviente. Ni siquiera consideré lo que
Dios pensaba del asunto. (Éxodo 21:22, 23; Romanos 14:12.)
Por supuesto, el aborto en aquel tiempo no estaba “legalizado”. El padre del niño se enteró de cierto
médico que los practicaba clandestinamente.
De modo que ahí estaba yo, en el apartamento de mi novio, permitiendo que este médico removiera la
“inconveniencia” que había entrado en mi vida. Rehusé tratar con la realidad de la situación y, por eso,
pude enfrentarme bastante bien a ella mentalmente. Físicamente, no me fue muy bien. Llegué a tener una
infección interna que en tres días me dejó delirante con fiebre. Después de recibir verdadera atención
médica, me recuperé completamente.
Al menos eso era lo que yo pensaba. ¿Quién sabe lo que le causó a mi personalidad el endurecer mi
corazón hasta el extremo de cometer ese horrible crimen?
No he compartido con mi esposo esta parte mórbida de mi pasado. (Nosotros nos conocimos muchos
años después de lo ocurrido.) No sé si serviría de algún propósito decírselo. Cuando aprendí la verdad
(hace más de diez años), le rogué a Jehová que me perdonara todos los pecados que yo había practicado,
incluso el quitarle la vida a mi hijo no nacido. Confío en que Él ha extendido su misericordia mediante el
sacrificio de Jesús para cubrir mis pecados. He dejado de practicar pecados flagrantes desde que limpié mi
vida al aplicar lo que he aprendido de Su Palabra la Biblia. Pero quizás nunca pueda perdonarme a mi
misma. (1 Juan 1:7.)
Si hubiera matado a mi hijo cuando este hubiera tenido algunos meses de nacido, o tal vez 6 ó 20 años
de edad, por lo menos tendría la esperanza de una resurrección en el nuevo sistema de Dios. (Lucas
23:43; Revelación 20:12, 13.) Pero este bebé nunca nació, nunca respiró el primer aliento de vida. Le robé
esa vida y cualquier perspectiva de volver a vivir. No hay manera de deshacer lo que se ha hecho.
Mientras más años vivo, más a menudo me atormenta este recuerdo. Durante todos estos años, evité
pensar sobre ello. Cada vez que me venía a la memoria, sencillamente despedía tal pensamiento.
Enseguida “cambiaba de tema” mentalmente. Ya no puedo lograr hacer eso. El vivir con esta constante
culpabilidad es verdaderamente un dolor atormentador. Ese bebé nunca tuvo la oportunidad de ser
amado. Tal vez por ahí haya un bebé que sí tendrá esa oportunidad.
Es por eso que estoy escribiendo todas estas cosas que he mantenido ocultas en mí durante muchos
años. Si alguien que esté contemplando un aborto lee esta carta, tal vez cambie de parecer y permita que
esa vida continúe viviendo. Deje que ese niño tenga la oportunidad de vivir y de ser amado. Hay miles de
personas a quienes les encantaría adoptar a un niño. Además, usted no tendrá que enfrentarse a la
acusación de su corazón y de su conciencia por haber asesinado a su propio hijo. Puede que no sienta la
culpabilidad ahora; pero algún día sí la sentirá. ¡Y nunca se irá de su mente! (Isaías 1:18; 55:6, 7.)
Con profundo pesar,
La madre del niño que no nació
NO ERA más que una anónima gata callejera de pelo corto que tenía cinco cachorros y trataba de salir
adelante en la jungla urbana del sector este de Nueva York. Había montado su guarida en un garaje en
ruinas donde se habían producido muchos incendios sospechosos. Recorría la barriada buscando en la
basura con qué alimentar a su camada.
Pero su situación iba a cambiar radicalmente a las 6.06 de la mañana del 29 de marzo de 1996. En el
garaje donde vivía la familia gatuna se declaró un incendio sospechoso. Acudió al lugar la Brigada de
Rescate 175 de los bomberos y no tardó en controlar el fuego. David Giannelli, uno de los bomberos, oyó
los maullidos de los gatitos. Encontró a tres justo fuera del edificio; otro, casi al otro lado de la calzada y el
quinto, en la acera. Los cachorros eran muy pequeños para haber escapado por su cuenta. Dado que la
madre los había sacado de uno en uno, las quemaduras —como constató el señor Giannelli— aumentaban
en gravedad de un gatito a otro, según el tiempo que hubieran tenido que esperar.
El periódico neoyorquino Daily News del 7 de abril de 1996 dio el siguiente informe sobre el paradero y
el cuidado de la madre: “Giannelli descubrió a la mamá desplomada de dolor en un solar vacío de las
cercanías; la escena le rompió el corazón. Tenía los párpados tan hinchados por el humo que no podía
despegarlos. Las almohadillas de los pies habían sufrido quemaduras graves y el fuego le había dejado
horribles marcas en la cara, las orejas y las patas. Giannelli colocó con delicadeza a la mamá y sus gatitos
en una caja de cartón que encontró. ‘Aunque no podía ni abrir los ojos —dijo el señor Giannelli—, fue
contándolos uno a uno con la pata.’”.
Cuando llegaron al centro veterinario North Shore Animal League, la gata se debatía entre la vida y la
muerte. El relato prosigue: “Se combatió el choque con medicamentos. Se le insertó una cánula para
administrarle antibióticos por vía intravenosa. Se le aplicaron cremas antibióticas en las quemaduras.
Luego fue colocada en una cámara de oxígeno para ayudarla a respirar, al tiempo que todo el personal del
centro contenía la respiración [...]. Al cabo de cuarenta y ocho horas, la heroína se incorporó. Cuando abrió
los ojos, los doctores pudieron comprobar que no habían sido afectados”.
Detengámonos a reflexionar. Dediquemos un instante a visualizar a esta madre intrépida,
instintivamente temerosa del fuego, entrando en un edificio lleno de humo para rescatar a sus pequeños,
que maúllan por auxilio. El hecho de penetrar una vez para sacar a sus indefensos gatitos ya sería
increíble; pero hacerlo en cinco ocasiones, cada vez con más dolor, al seguir quemándose los pies y la
cara, es casi inconcebible. A este valeroso animal se le llamó “Escarlata”, pues las quemaduras dejaron al
descubierto su piel rojiza.
Cuando esta conmovedora historia sobre el apego de una madre por sus hijos se difundió al mundo
entero desde el centro veterinario, los teléfonos no pararon de sonar. Llamaron más de seis mil personas
de lugares tan lejanos como Japón, los Países Bajos y Sudáfrica para interesarse por la salud de Escarlata.
De ellas, unas mil quinientas se ofrecieron a adoptarla junto con su camada. Uno de los gatitos murió
posteriormente.
Escarlata conmovió a muchas personas de todo el mundo. Uno no puede menos que preguntarse si el
ejemplo que dio de apego materno por sus cachorros no perturbará a los millones de mujeres que se
deshacen de los hijos cuando aún los llevan en su seno o que los matan poco después de nacer,
haciéndolos víctimas del maltrato.
5 DE OCTUBRE:
Hoy empezó mi vida. Mis padres no lo saben todavía, pero ya yo soy. Y voy a ser una
muchacha. Tendré cabello rubio y ojos azul celeste. Casi todo ya está decidido, hasta que me
gustarán las flores.
19 DE OCTUBRE:
Algunos dicen que todavía no soy una verdadera persona, que solamente mi madre existe.
Pero yo soy una verdadera persona, de la misma manera que una miguita de pan todavía es
verdaderamente pan. Mi madre existe. Y yo existo.
23 DE OCTUBRE:
Apenas está empezando a abrírseme la boca ahora. Fíjese, dentro de un año más o menos
estaré riendo y luego hablando. Sé cual será mi primera palabra: MAMÁ.
25 DE OCTUBRE:
Hoy empezó a latirme el corazón de por sí. ¡Desde ahora latirá suavemente durante el resto
de mi vida sin jamás detenerse para descansar! Y después de muchos años se cansará. Se
detendrá, y entonces moriré.
2 DE NOVIEMBRE:
Estoy creciendo un poquito cada día. Ya han empezado a formárseme los brazos y las
piernas. Pero tendré que esperar largo tiempo todavía antes de poder saltar con estas
piernitas a los brazos de mamá, y antes que estos bracitos puedan recoger flores y abrazar a
papá.
12 DE NOVIEMBRE:
Están empezando a formárseme deditos en las manos. ¡Es curioso ver lo pequeñitos que
son! Con ellos podré acariciar los cabellos de mamá.
20 DE NOVIEMBRE:
No fue sino hasta hoy que el médico le dijo a mamá que yo estoy viviendo aquí debajo de
su corazón. ¡Ay, qué feliz tiene que estar ella! ¿Estás feliz, mamá?
25 DE NOVIEMBRE:
De seguro mamá y papá están pensando en el nombre que me van a dar. Pero ellos ni
siquiera saben que soy una muchachita. Quisiera que me llamaran Juanita. ¡Si vieran lo mucho
que estoy creciendo!
10 DE DICIEMBRE:
Me está creciendo el cabello. Es liso y brilloso. ¿Cómo será el cabello de mamá?
13 DE DICIEMBRE:
Casi puedo ver. Está oscuro alrededor de mí. Cuando mamá me dé a luz, el mundo será
soleado y estará lleno de flores. Pero lo que más quiero es ver a mamá. ¿Cómo eres, mamá?
24 DE DICIEMBRE:
Me pregunto si mamá podrá oír el suave latido de mi corazón. Algunos niñitos salen al
mundo un poquito enfermos. Pero mi corazón es fuerte y saludable. Late con regularidad: tup-
tup, tup-tup. ¡Tendrás una hijita saludable, mamá!
28 DE DICIEMBRE:
Hoy mi mamá me mató.
—Anónimo