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07/06/2011 10:55 a.m.

El Vínculo Transformador

“Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.”

-Colosenses 3:14 (NVI)

“Y sobre todo vístanse de amor, lo cual une a todas las cosas en armonía
perfecta.”

-Col. 3:14
(ESV traducido al español personalmente)

La palabra “vínculo” en este verso es el siguiente término griego:

“súndesmos: de G4862 y G1199; lazo conjunto, i.e. ligamento,


(figurativamente) principio unificador, control:-prisión, vínculo, ligamento.”

Por tanto podemos decir que el amor es un vínculo, un lazo, un


ligamento, una ligadura; o un “principio unificador”.

Anoche, mientras observaba el carácter de mi hijo: irritable, caprichoso,


agresivo, etc.; el Espíritu Santo me mostró que la mejor manera de cambiar,
mejorar o transformar el carácter de mi hijo es aplicando este principio, el
“principio unificador” del amor, que es el vínculo que pone a todas las
cosas en armonía perfecta.
En otras palabras, yo necesitaría crear un vínculo entre mi hijo y yo de
tal manera que él comience a cambiar su carácter para parecerse más a mí.

El ejemplo y las palabras de Jesús nos enseñan claramente este


principio:

“El Padre y yo somos uno.”


-Juan 10:30 (NVI)

“Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que
sean uno, así como nosotros… para que todos sean uno; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros…La
gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como
nosotros somos uno… Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos
en unidad…que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en
ellos.

-Juan 17:11,21,22,23,26

Jesús es uno con el Padre, de tal manera que él reflejaba perfectamente


el carácter del Padre. Él estaba perfectamente unido al Padre por medio del
vínculo perfecto del amor.

Así también el Espíritu Santo me mostró este principio tan poderoso y


transformador.

Cada vez que sea necesario tratar o transformar el carácter de una


persona, es necesario procurar establecer este vínculo perfecto.

A medida que yo sostengo este vínculo con una persona, esa persona, y
también mi persona, somos transformados para parecernos el uno al otro. Él
se transforma de acuerdo a mi carácter, y yo también me transformo para
parecerme a él.

Cristo no solo estaba unido al Padre por medio de este vinculo, sino que
también creó el vínculo con los de este mundo: con los pecadores, y con sus
discípulos. Él creó un vínculo fuerte con sus discípulos, y así sus discípulos
fueron transformados conforme al carácter del Señor, y a su vez Jesús se
“hacía” o “aprendía” a ser hombre y humano. La Palabra nos enseña en
Filipenses 2:7 que Cristo
“se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza[a] de *siervo y haciéndose
semejante a los seres *humanos.”

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