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O'Neill vs.

El Metz
Por José Rosario

Después de treinta años como entrenador estas son mi mejor historia de baloncesto. Todo
comenzó un año antes, cuando comencé como entrenador de baloncesto en mi ciudad natal
unos treinta y dos años atrás. Yo estaba en casa de mi vecino observando los amigos de mi
hermano, Manuel, invirtiendo cinco monedas en su mesa de la cocina. Manuel fue como
entrenador de un equipo de baloncesto en una liga patrocinado por el programa de parques y
recreo de verano en la Plaza de la ciudad. Mister Ortiz dijo que su "equipo tiene la mejor zona de
preseo en la Liga". Con sus cinco monedas demostraba a los chicos alrededor de el cómo se
trasladó su presea contra sus oponentes.

Mis días de escuela secundaria habian terminaron. Jugué baloncesto para la intermedia y la
secundaria y para muchas ligas de recreo sin mucho éxito. El entrenamiento no era el mejor
cuando yo jugaba. Aunque he practicado baloncesto cada día, mis habilidades nunca se
traduciron en éxito en la cancha.

De todos modos, preste poca atención a Manuel esa noche, hasta que algunos amigos y yo
cruzábamos es verano a través del centro de la ciudad y terminamose viendo un partido de
baloncesto que jugaba en el centro de la Plaza de recreos de la ciudad. Mucha gente rodeaban el
evento, por lo que resulta difícil ver que estaba sucediendo. Nos movimos a través de la multitud
a ver lo que estaba sucediendo. Y, a continuación, lo vi, un prodigio de nueve o diez años de
edad, destruyendo la competencia. Hasta entonces nunca había visto a un pequeño jugador de
baloncesto haciendo jugadas extraordinarias como esa noche. Era como si estuviéramos viendo
a Mozart tocando el piano. No sé si era que la Liga estába a la part con el, pero definitivamente
fue el mejor jugador en la cancha. Raúl Cacho llevaba espejuelo oscuro en su rostro juvenil
rostro dirigiendo a su equipo a la victoria. Llegamos allí en medio del segundo cuarto y nos
quedamos a ver el resto el juego. Fue entonces, mientras que veía esto niño de nueve o diez
años de edad dando clases a sus oponentes, cuando me dije a mí mismo que yo debía ser
entrenador de baloncesto próximo verano.

Por eso entonces yo tenia en mi mente convertirme en maestro de escuela, pero no había
querido ser un profesor de educación física o un entrenador de baloncesto. Vi la enseñanza
como una manera de tener los veranos libres y breves días de trabajo, además los estudiantes
pueden ser divertida y sanos. A decir la verdad, no estaba concentrado en mi futuro en ese
entonces. Creo que lo que estoy haciendo ahora me vino por ósmosis. Lo llaman destino, sin uno
desearlo suceda, es cómo resultó para mi.

Al año siguiente hice un equipo con algunos de mis vecinos; Tito Collazo y Roberto Meléndez,
quien iba a los Marista, una escuela para varones en mi ciudad natal. Otros tres niños de la
escuela que estaba sustituyendo, Ángel "el chato" González, Gerardo Rosario y Kique Ortiz, y
con José y Tony, o los primos de Ramírez, hizo el resto del equipo. Otros jugadores se añadieron
más tarde, sin embargo el equipo no era lo suficientemente bueno como para ganar nada aún.
Hasta que un día, fui al banco local y su Presidente me llamo a su escritorio para ver si su hijo
Víctor podría jugar en mi equipo. El Sr. Rodríguez, también, me preguntó que si quería tener en
mi equipo a un amigo de su hijo, Raúl Cacho. Ustedes necesitan comprender este primer lugar,
se trata de una liga para niños de 10 a 12 años de edad y los padres toman estas ligas muy en
serio.
Los propietarios de los equipos, en este caso yo, funciona mucho como propietarios de los
equipos de la NBA. Tienen muchos poderes, podría firmar jugadores del año anterior cuando el
jugador no pertenecía a otro equipo, y si lo hicieron los padres del jugador necesita una forma
que lo liberaría de su equipo anterior para poder jugar en otro equipo. Los propietarios deben
proporcionar con un uniforme que satisface con las normas de la Liga también. Era al muy serio
ser un propietario.

1979 fue mi primer año como entrenador. Mi equipo fue nombrado por una tienda de zapatos en
el centro del pueblo, la propiedad era el abuelo de Pepe Delgado, un amigo de Roberto
Meléndez. Mi equipo se llamaba Gredel, todavía no sé cuál es el significado. Nuestro uniforme
era verde y amarillo. En promedio, mis jugadores sabían cómo jugar el juego, sin embargo,
como entrenador por primera vez no pude reconocer su falta de fundamentos. Éramos el equipo
más joven en la cancha en comparación con los otros equipos de la Liga, el resto de los equipos
se fueron al menos un año de edad. Con la excepción de Raúl, éramos nuevos en el vecindario.

Nuestra primera temporada realmente fue un desastre; nosotros no gana un partido contra
equipo de O’Neill, nuestro mayor rival y dividido con los otros cuatro equipos en la Liga. Ese año
el Presidente de la Liga fue obligado a renunciar, porque le permitió al equipo de Zorrilla utilizar
a un muchacho de trece años. Uno de mis padres identifico al niño después de que fuéramos
derrotados por ellos. El era entrenador de pequeñas ligas y el niño jugó para su equipo y sabía
su verdadera edad. Zorrilla perdió todos los juegos que ganaron hasta ese momento. Sin
embargo, la temporada no iba bien para nosotros ese primer año, llegamos a las semifinales,
pero fuimos eliminados por el equipo de San Salvador.

Nuestro último partido de la temporada fue uno clásico, al final del juego, el papa de Raúl Cacho
entro en la cancha antes de que el partido terminara y golpeó al árbitro en la cara, comenzando
una pelea entre él y los árbitros. Las personas que estaban allí esa noche probablemente
recuerdan muy bien ese incidente. Los dos árbitros fueron Rolando "El ojón" y Víctor Cesar "el
Enano", en la opinión de mis padres los dos estaban pitando el juego en favor del equipo de San
Salvador. Víctor fue a quien el Señor Cacho le puso el puño en la cara, algunas personas dijeron
que él rodó tres veces por la tierra después de que fue golpeado. Este partido lo jugamos en la
cancha de O’Neill, que siempre fue hostil a nosotros. Algunas personas intentaron detener la
pelea, mientras que otros sólo querían pelear con nosotros. A todo esto, me sorprendido la
acción del padre de Raúl, después de todo, el dijo que los árbitros estaban arbitrando para el
otro equipo. Esta era la seriedad con que esta gente tomó esos juegos.

Mi amigo César me llevó casa esa noche, yo estaba llorando, a decir verdad que lloré como a un
chiquillo que le quitaron su juguete favorito, la derrota me afecto, como nunca pensé que me iba
afectar. Vi a todos mis jugadores llorando mientras estaban sentados en la banquilla después de
que el juego fue confiscado contra nosotros. Esa noche les prometí que ganaríamos el año
próximo. Por lo tanto, algo que iba a hacer por un verano resulto ser para el próximo verano
también.

Estaba en mi último año en la Universidad y todo lo que podía pensar era en mi equipo de
baloncesto. Por lo tanto, comencé a leer todo tipo de cosas sobre el entrenamiento de
baloncesto, hay una fuente de información sobre el tema en las librerías y las bibliotecas. Seguí
en contacto con todos los jugadores, o al menos los jugadores que regresarían, y durante el fin
de semana les llevaba a jugar baloncesto al Marista, la mayoría del equipo estudiaba en esa
escuela privado así que estaban familiarizados con el lugar. Solo jugamos baloncesto y nada
más, esa era mi obsesión, vencer a estos equipos que nos ganaron. Me sentía como si alguien
me hubiera golpeado bien duro en la cara y no me diera la oportunidad de volverle el golpe para
atrás.

Bueno, para hacer la historia corta, en la próxima temporada y solo habían dos equipos fuertes,
el mío, ahora los Metz y el de O’Neill. La persona que hizo el calendario de juegos sabía este
hecho; por eso puso a jugar al final de la primera ronda. Yo tenía confianza que podríamos
derrotarlos; nos habíamos pasado todo un año preparando para este momento. Sin embargo, la
variable que no podía controlar fue la de los árbitros. Si este juego fuera cerrado entre un
margen de 2 a 4 puntos, podríamos perderlo. La temporada estaba en camino y nuestros
márgenes de victoria eran siempre en los dos dígitos, O’Neill tenía 3-0, así como nosotros.

Nuestra liga jugó las reglas de baloncesto Biddy, lo que significa cuatro cuartos como las reglas
de baloncesto secundaria aquí en Florida. Ambos equipos deben utilizar todos sus jugadores al
menos en un cuarto, o 6 minutos. O’Neill era un equipo grande, tiene jugadores como Steven
Domínguez, quien al menos era 5'9", Ignacio López y Rubén De Jesús, y en promedio ellos eran
más altos que mis jugadores.

Cuando comenzó el juego nosotros saltó adelante. Mi equipo inicial fue, si me recuerdo bien,
Víctor Rodríguez, que tenía uno de los mejores tiros que yo he visto hasta hoy, Gerardo, como mi
escolta, Luis Lugo, Kique Ortiz, mi armador y Tito Collazo. No inicie con Raúl en el primer cuarto,
porque de esa manera el jugaría los tres últimos cuartos del juego sin interrupción. Sin
embargo, O’Neill utilizó su poder para permanecer en el juego, Steven era lento pero grande y
era capaz de dominar dentro del área de tres segundos. En el tercero y el cuarto nosotros
intercambiamos la ventaja del juego a las menos diez veces. Sin embargo, yo tenía confianza
que después que todos mis jugadores jugaron sus 6 minutos podría utilizar mi equipo inicial en el
último cuarto y de esa manera ganar el juego. Pero, O’Neill no era un equipo a subestimarse; se
mantuvieron con nosotros hasta el final cuando empataron el juego a ponernos en tiempo extra.
Jugamos tres tiempos extra esa noche. Y el punto final de esta obra maestra de juego fue algo
que nunca olvidaré.

Con seis segundos del partido, el juego empató otra vez; todo el mundo creía que íbamos a otro
tiempo extra. O’Neill tenía el balón; su entrenador iba a usar a Steven, su jugador más fuerte en
la cancha, de esa manera iba a trata de ganar el juego. Toda la noche fueron a él cuando
necesitaba un canasto. Por lo tanto, yo diseñado una zona 2-3 que se duplicaría cada vez que el
balón llegara a Steven. Mi jugador más alto, Tito Collazo, le desvió el balón de su manos el cual
callo en las manos de Roberto Meléndez, quien rebotó contra el tablero y lo paso a delante a
Pepe Delgado, quien estaba velando güira. Pepe era uno de mis mejores jugadores, pero era tan
lento como las melazas. Los siguientes cuatro segundos duró una eternidad. Todavía puedo ver
cómo manejó la pelota de cancha a cancha y coloco el balón en el aro cuando terminó el tiempo
extra. 62-60 fue el resultado final del juego. Como Pepe Delgado anotó el último canasto toda la
gente en las gradas saltaban de alegría al mismo tiempo. Incluso Cesar, quien estaba
chequeando la puntuación en la mesa, saltó con todos los demás. Por alguna razón no me di
cuenta que el gimnasio estaba lleno de gente. De ahí en adelante a través de los años cada vez
que estos dos equipos enfrentaron le seguía una multitud de fanáticos. Así comencé a entrenar
este deporte que amo.

Yo he entrenado a otros equipos en muchas otras ligas, sin embargo esos juegos entre O’Neill y
el Metz; no puedo sacar lo de mi mente. Todavía puedo ver Pepe Delgado dribleando el balón a
través de la cancha para la victoria. Gané muchos campeonatos en las ligas de esa ciudad, pero
es ese primer campeonato quien yo recuerdo mejor.
Otros jugadores que jugaron para mí ese año, en Edwin Montserrat, Jimmy Vigo, Javier
Beauchamp y Roberto Rodríguez.

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