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Taoísmo: el significado del Ying y el Yang

El símbolo de Ying Yang, como el Taoísmo, puede ser difícil de


comprender para los occidentales, ya que la filosofía occidental tiene su
base en la dualidad platónica. En nuestro sistema dualístico existe el bien y
el mal, lo correcto y lo equivocado, lo izquierdo y lo derecho, el cielo y el
infierno, Jesús y Satanás. Por lo tanto, al discutir la filosofía, los
occidentales tienden a separar las cosas con un "o". Algo es o bueno o
malvado. O moral o inmoral.
La filosofía oriental en su conjunto no es dualística. No hay Dios supremo, ni ningún mal final. Es
un punto de vista mucho más orgánico del universo.

El Ying Yang no representa el bien y el mal. Un oriental nos diría que demasiada oscuridad es
enceguecedora, pero lo mismo pasa si hay demasiada luz. Sin embargo, no interpretaría esto como
ambigüedad moral, ya que no asocian la luz y la oscuridad con el bien y el mal. De hecho, en la
filosofía oriental, el color blanco es la representación del mal, puesto que el blanco representa el
vacío. Pero el blanco es también el color de la pureza, lo que es consistente con la naturaleza
orgánica de la filosofía oriental.

La luz y la oscuridad del Ying Yang representan lo masculino y lo femenino. La luz es lo


masculino, que representa la razón, la lógica, la inteligencia, la acción, y la frialdad descorazonada.
La oscuridad es lo femenino, que representa las pasiones, las emociones, la sabiduría, la inacción, y
la rabia. El Ying Yang representa la armonía ideal entre los dos, que es un equilibrio completo entre
su luz masculina y su oscuridad femenina.

El Taoísmo puede tener algunos aspectos chamanistas populares, pero filosóficamente es no-deísta.
Sin Dios que proclame leyes morales, las acciones se definen no según adherencia a un canon, sino
según la circunstancia. En la religión taoísta, los demonios no son necesariamente malvados, ellos
representan el abandono juguetón, que en la acción humana puede ser crueldad o jovialidad. En
comparación con la dualidad cristiana, el Taoísmo tiene mucho más en común con la ética
aristotélica, que predica que no hay leyes éticas grabadas en piedra, sólo los fines que la acción se
propone alcanzar, y los medios que utiliza para alcanzar esos fines.

Otro aspecto importante del Taoísmo es el de la acción contra la inacción. Eso no significa
necesariamente ambición contra holgazanería; un taoísta diría que hay épocas en las que se necesita
tomar medidas, y hay épocas en las que la inacción es necesaria. Un proverbio del Tao Te Ching
que aplica esto a la política es “Un gobernante pobre es alguien cuyas acciones son desdeñadas por
la gente. Un buen gobernante es alguien cuyas acciones son amadas por la gente. El mejor
gobernante es alguien cuyas acciones son inadvertidas por la gente”. También afirma "Un líder es
mejor cuando la gente apenas sabe que existe. Cuando su trabajo esté hecho, su objetivo cumplido,
ellos dirán: nosotros mismos lo hicimos."

El concepto de inacción como medio para la mejora es un concepto central tanto en la política como
en la ética taoísta. El hombre sabio evalúa cuidadosamente cuando es tiempo para la acción y
cuando lo es para la inacción, entendiendo que ambas pueden llevar tanto a la mejora como al
desastre.

El filósofo chino considerado creador del taoísmo es conocido como Laozi. En esta dirección se
hallan algunas de sus frases: (Laozi).

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