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I.

Un protagonista de nuestro siglo

FERNAND BRAUDEL nació el 24 de agosto de 1902 en


Luméville-en-Ornois, departamento de la Meuse. Un lore-
nense. Por consiguiente, un hombre de frontera, .tln el
contexto europeo (y no sólo en éste), el lugar de nacrnien-
to caracterizfi a las personas "aparte": precisamente a los
hombres de frontera. Braudel se volverá luego par sino,
hombre de la capital, pero conservará siempre una enorme
apertura hacia los problemas de aquello que suceco del
otro lado (tocos los otros lados) de la "frontera", y ;sto le
permitirá pasarla y sobrepasarla. Al examinar la bii «grafía
de Fernand Braudel de inmediato uno siente el impulso
—al recorrer fechas, hechos, títulos de libros— d»; pre-
guntarse (retomando una frase de Raymond Quep.>?au en
Las flores azules) si se trata de "una historia particular
en general o de una historia general en particular...". En
efecto, su vida particular está de tal manera empapada de
acontecimientos generales y estos acontecimiento-: gene-
rales han sido a veces de tal manera influidos por la í cción
particular de Fernand Braudel que la formulación de Que-
neau conserva aquí todo su valor. Así, pues, Braudel
termina sus estudios en la Facul ad de
* Publicado por primera vez en Dieci anni di storia, al cuidado ct R. Ro-

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Letras en París en 1922,1 a los 20 años; es agrégé en 1923; Hasta 1935, una aventura domina la vicisitud de Brau-
conseguirá el doctorado de estado en 1947. Desde 1927 es del: la del norte de África. En electo, en 1923 es nombra-
eventual en la Facultad de Letras de la Universidad de do profesor en el liceo [instituto de segunda enseñanza] de
Argelia y lo será nuevamente en 1931-1932. Todos estos Constantina; de 1924 a 1932 enseñará en el de Argelia.
son elementos de una carrera universitaria excepcional, Él, hombre del norte, se encuentra bruscamente enfrenta-
que encuentra su primer coronamiento cuando la Sorbona, do con el mundo mediterráneo. Ln espacio nuevo, un cli-
en 1934-1935, le confía un encargo modesto. Puede pare- ma (en todo sentido) nuevo: "Hs amado el Mediterráneo
cer poco, mas es necesario ponerse en la óptica de los con pasión, ciertamente porque he venido del norte, como
años treinta para comprender la importancia de obtener tantos otros, después de muchos otros", escribirá en las
apenas a los 30 años un encargo universitario en la presti- primeras líneas del prefacio de su' Méditerranée...
giosa Maison. Permítaseme aquí un paréntesis: la expe- En 1935 comienza una segunda aventura: Brasil. Junto
riencia de Fernand Braudel en la Sorbona durará sólo un con Monbeig, Lévi-Strauss, Maüj;ué, Braudel forma parte
año, y los guardianes de aquella noble institución no que- de la misión francesa que tiene ÍK tarea de levantar la Fa-
rrán saber más de él.2 El camino de Braudel seguirá otros cultad de Letras en la Universidad de Sao Paulo. Lo que
recorridos: el del Collége de France (de 1950). Póngase esta expedición ha representad 3 para Brasil no estoy en
atención, la Ecole y el Collége todavía existen, pero sería condición de decirlo, mientras ene para los protagonistas
absurdo creer que la primera, en 1937, y el segundo, en se puede decir con certeza que re jresentó una experiencia
1950, tuvieran el mismo poder de hoy; en aquellos años totalmente positiva.3
no eran más que instituciones hacia las cuales eran ca- Durante estos años es posible seguir la progresiva for-
nalizados intelectuales "incómodos", hombres a quienes mación de Fernand Braudel que colabora en la Revue
de una u otra manera se les marginaba: herejes del saber Historique, en cuyo ámbito está c icargado de continuar el
constituido. Decimos esto para eliminar un equívoco (man- boletín de las publicaciones esp¡.!.olas e italianas. Al mis-
tenido a veces de manera interesada) sobre Fernand Brau- mo tiempo es secretario de la Reme Africaine. Y es preci-
del, intelectual "integrado" desde los inicios de su carrera. samente en la Revue Africaine qi.e él publica en 1938 su
primer amplio ensayo: "Les Espa¿nols et l'Afrique du Nord
mano. Milán. 1981, III, pp. 497-524, y sucesivamente en R. Romano, Tra
storici ed economisti, Einaudi, Turín, 1982, pp. 29-30. de 1492 á 1577" (que será también retomado en un pequeño
1
Con una memoria sobre "Bar-le-Duc pendaní les troís premieres années volumen, ya imposible de encontrar, publicado el mismo
de la Révolution", publicada por entregas en Le Réveil de la Meuse, 1922- año que las ediciones Carbonnel de Argelia). Sería arries-
1923; reimpresa al cuidado de M. Harbulot, y con un prefacio de P. Braudel,
con el título de Les debuts de la Révolution Franfaise á Bar-le-Duc, Dossiers gado decir que en este escrito aparece ya el gran Braudel,
Documentaires Meusiens, Bar-le-Duc, 1989.
2
A decir verdad, Fernand Braudel fue de nuevo invitado en 1946 a dar un 3
Cf. las bellas páginas que Lévi-Straus; dedica a esos años en sus Tristes
curso d'agrégation en la Sorbona; pero renunciará después de algunas leccio
Trapiques [trad. it. Tristi tropici, II Saggiatore, Milán, 1982]. Cf. también P.
nes. Por lo demás, de esta experiencia conservará un recuerdo tan siniestro
Braudel, "Braudel antes de Braudel", en AA VV., Primeras jornadas braude-
que no hará mención de ello en la lista de "Titres et Travaux" que preparó en
lianas, Instituto Mora, México, 1993, pp. 9Í-92.
1949 para presentar su candidatura al Collége de France.

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aun cuando se comienza a entrever su capacidad de asignar go reaparecer, junto a otros de la B, en la C junto a nuevos
dimensiones nuevas a un problema que parece de pura conceptos. Y esto —quisiera decir—- al infinito.
historia política y desde luego diplomática. De la misma Una tercera aventura: la prisiór entre 1940 y 1945.
manera, en su reseña del bello libro de Henri Hauser Cinco años de reflexión, ya no sobre los enormes espacios
sobre La prépondérance espagnole se ve al historiador que mediterráneos o brasileños, sino sciire un pequeño mun-
ya domina los grandes archivos, de Simancas a Genova, do, sobre los informes dentro de uní comunidad limitada
de Venecia a Ragusa, que lee muchísimo. 4 Pero "su" Me- y, sobre todo, prisionera, no sólo de i enemigo, sino de sus
diterráneo no ha tomado todavía el espesor que vamos a mismas contradicciones (sociales, p ^líticas y culturales).
encontrar después, en la gran tesis. Es en estos años que Braudel ampliará su Méditerranée
Lo cierto es que Braudel muestra ya un enorme apetito: (esperando escribirla de nuevo ura vez vuelto a la li-
basta considerar la multiplicidad de intereses que surgen bertad).5
de las muy numerosas reseñas que publica en estos años 5
Nota de 1995. Algunas personas —no s¿ si por ignorancia o por otra
y, sobre todo, el hecho de que, siendo nombrado profesor cosa— ponen en duda que La Méditerranée h/iya sido redactado por Brau-
en la École Pratique des Hautes Études, bautiza su cáte- del durante su prisión. Así, por ejemplo, F. Dos.se escribe: "Dudo un poco.
dra como "Historia de los pueblos ibéricos y del Medite- Y pienso en los testimonios de personas que estaban con él en Brasil y que afir-
man que lo esencial estaba escrito antes de ia guerra"; cf. P. Chaunu-F.
rráneo occidental desde el Medievo hasta el siglo XVIIl". Dosse, L'instant éclaté, París, 1994, p. 190. A mi vez, yo dudo un poco de la
Un programa vasto, y no sólo en el sentido geográfico. afirmación de Dosse. En efecto, J. Maügué (Les ¡ients agacées, Buchet-Chas-
tel, París, 1982, p. 94) —que imagino sea la fuei;a de Dosse— afirma, cierta-
Otro punto cierto: en 1936 ya había redactado tal o cual mente, que en tiempos de Brasil la tesis estabs 'deja fort avancée", pero no
pasaje de lo que será La Méditerranée, un tema que le preo- dice que ella estaba ya definitivamente escrita por lo demás, continúa sus
cupaba desde hacía mucho tiempo, si se considera que ya recuerdos hablando de las "cajas de fichas y (!<• microfilms que Braudel no
cesaba de consultar en la habitación suplemer taria que había debido tomar
en 1922 en un trabajo estudiantil se había ocupado de la en el hotel Terminus y luego en el Esplanade, I,asta el día en que se alojó en
guerra franco-española y del tratado de Vervins, y que en una amplia casa". Pero es de observar también oue si Braudel había redactado
capítulos de su libro, esto no significa absol j lamente nada, puesto que es
1932 había retomado en algunas páginas su documen- notorio que siempre redactó muchas veces cada [ agina que publicó. Pero todo
tación sobre la paz de Cateau-Cambrésis. Mas, atención, esto (y algo más que podría añadir) es totalment. inútil, pues no hay peor sor-
en el caso de Braudel una "redacción" nunca se termina. do que el que no quiere oír. Recurramos entoi :es a un testimonio más que
cierto; léase la reseña de L. Febvre, "Un livre qi i grandit: La Méditerranée et
La misma página se escribe dos, tres, cuatro veces, y qui- le monde méditerranéen á l'époque de Philipct II", en Revue Historique,
zá vuelta a escribir todavía una vez más sobre las primeras abril-junio de 1950, p. 217: "No diré cómo —oficial francés prisionero en un
campo de concentración—, no contento con mantener el valor de todos en su
pruebas y otra más sobre las segundas. Las redacciones de calidad de 'rector' del campo, haya realizado el four de forcé inaudito de es-
Fernand Braudel son como andamies interconexos, inscri- cribir de memoria, unos después de otros, los cí[>rtulos sucesivos de una tesis
tas una en la otra: conceptos que aparecen en la redacción de 1100 páginas [...]. Yo los he recibido uno después del otro, durante cuatro
años mortales. Así como Fernand Braudel los i'_a escribiendo. Y si se consi-
A son sustituidos o incluso desaparecen en la B, para lue- dera el grande ejemplo de Henri Pirenne, depor ado al último confín de Ale-
4 mania, que escribía en cuadernos escolares, ;,ir .ibros ni notas, su Histoire de
Es interesante notar que ya en 1931 había leído la obra de E'. J. Hamilton,
l'Europe, es justo considerar el no menos bello ejemplo de Fernand Braudel,
y la había reseñado en la Revue Historique.
prisionero en Alemania, que escribe también er ouadernos, con aún menos li-

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sobre Lucien Febvre e, indirectamente, sobre Braudel. Es
verdad, esta influencia no puede negarse.8 Mas limitarse a manera, la guerra de 1870 se vuelve, grosso modo, una gue-
esto es demasiado fácil y, como todas las cosas simples, no rra entre historiadores por ejércitos interpuestos. ¿Una pa-
explica mucho. radoja? Mucho menos de cuanto se pueda creer (sobre
Sigamos, entonces, un camino diverso. La primera todo en 1876...). ¿Los términos de este problema? Monod
consideración por hacer es que, a lo largo de todo el siglo afirma: "Es Alemania la que ha -Contribuido más al trabajo
XIX, en Francia (y por toda Europa) la relación entre histórico de nuestro siglo. Alemania debe esta superiori-
historia y política es muy fuerte en términos de propaganda, dad sobre todo a la fuerte organización de sus universida-
de retórica y también de obras muy bien construidas. La des". O aun: "Se debe parangonar Alemania a un vasto la-
derrota de Francia en 1870 influye de manera boratorio histórico en el cual lodos los esfuerzos están
determinante sobre la investigación histórica: caemos en la concentrados y coordinados, y en el que ningún esfuerzo
cuenta de que es necesario hacer historia "seria" para se desperdicia". ¡Frases enormes! "Laboratorio" quiere
responder —para continuar respondiendo— a las exigen- decir plantear el problema del t"ibajo colectivo organiza-
cias nacionalistas de manera más "seria". Puesto que la do. ¡"Concentración", "coordinación"... he aquí de qué
historia debe servir a la causa del país (evidencia que no hacer un programa de una modernidad impresionante!
Y todo esto debe hacerse bajo la insignia de la cientificidad,
se pone absolutamente en discusión), buscar textos an-
de la objetividad más absolutas "Nosotros no tomaremos
tiguos parece un modo más concreto, más científico, de
ninguna bandera". O bien: "N-..estro tiempo, más que
servir a la gran causa. Como corifeos de la nación —en el
cualquier otro, es propicio pan. este estudio imparcial y
marco de las nuevas dimensiones atribuidas a la inves-
con simpatía por el pasado". Peí », es cierto, en el trasfon-
tigación histórica—, la religión y el culto de los textos. Se
do estaba presente la Comuna:
crea la École des Chartes y aparece la Nouvelle Revue du
Droit franjáis et étranger. Pero, hasta aquí, poco de nuevo
Las revoluciones que han sacucido y trastornado al mundo
y, sobre todo, poco de interesante. El gran viraje es en
moderno han hecho desvanece/ sn los ánimos los respetos
1876, con la publicación de la Revue Historique. Desde el
supersticiosos y las ciegas veneraciones, pero han hecho en-
primer número, Gabriel Monod lanza un verdadero mensaje tender al mismo tiempo todo aqt>->lo que un pueblo pierde en
revolucionario. No se contenta con hacer críticas a la fuerza y vitalidad cuando rompe v olentamente con el pasado.
investigación histórica en Francia, sino que demuestra
—trata de demostrar— que la responsabilidad de la derrota ¿La conclusión? Todo debe contribuir a una sola finali-
francesa es de los historiadores, más que de los ejércitos. dad: "El deber de despertar en u i alma de la nación la con-
Los franceses han perdido la guerra porque el discurso ciencia de sí misma, a través del conocimiento profundo
histórico francés no tenía la calidad del alemán. De esta de su historia".
8
Nota de 1995. Cf. L. Febvre, Michelet et la Renaissance, al cuidado de P. ¿Es esto un programa o el sueño de una historiografía
Braudel, Flammarion, París, 1992.
nueva? De cualquier modo, un t ntusiasmo que los hom-
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bres de la Revue Historique tratan de inmediato de reali- través de otros caminos, en partir i ijar los del marxismo), con
zar. Pero una realización supone (presupone) medios. su séquito de problemas y de r-Ut;vos filones de investiga-
¿Qué hacer? ción, aparece ahora de manera íritónoma e independiente.
Sobre todo, ¿qué es la historia? ¿Una rama de la lite- Por lo tanto, reflexionemos: un a problemática pasado/pre-
ratura? Pero, si así fuera, se volvería a las viejas concep- sente como elemento dialéctico de todo proceso histórico
ciones de los años anteriores a 1870. ¿Una ciencia exacta? está trazada de manera explíciíí por la Revue Historique.
Ya ahora existe alguno que lo pretende: Fustel de Coulanges. Dentro de este programa prodigiosamente moderno es nece-
¿Una ciencia moral? La Revue Historique escoge esta ter- sario reconocer límites (y maler tendidos). Éstos no le son
cera solución y llega a la conclusión de que "nosotros co- inherentes, sino que provienen del hecho de que ya la his-
nocemos la materia misma de la historia —es decir, el toriografía (sobre todo en Alema da) comienza a abrirse a
hombre y la sociedad— sólo mediante aquello que vemos intereses nuevos —en particular económicos—, gracias
alrededor de nosotros mismos, por medio del presente".9 a la influencia de un Schmoller, mientras la Revue Histori-
La historia sirve para mejorar la sociedad y enseña que que permanecerá vinculada a una mera problemática de
los hombres son "hijos de un pasado del que no tienen el historia política y diplomática. En el fondo, se trata de algo
derecho de renegar, la herencia y los padres de un porve- verdaderamente extraordinario. Gabriel Monod intenta
nir del que no tienen el derecho de impedir que se cierre"; una gran operación de recuperación para llevar la histo-
y, además, debe hacer "comprender las leyes de un des- riografía francesa a niveles al menos iguales (y también
arrollo gradual y cierto".10 De esta manera, Gabriel Monod superiores) a los de la historiografía alemana. Su programa
afirma que materia de la historia no son ni el hombre, ni la está bien formulado, pero, al mismo tiempo, pierde el au-
sociedad, ni la nación considerados a priori, dejados en el tobús de aquella gran novedad que se afirma precisamente
fondo o privilegiados, sino el hombre y la sociedad, con- en aquellos mismos años y que es la historia económica,
juntamente. Ya este hecho es revolucionario, pues pone en por la que la Revue Historique ni inifestará una repugnan-
escena una experiencia totalmente nueva de la historia. cia total. Hojéese la colección de finales del siglo XIX, y se
Ahora ya no será posible trabajar —según las viejas rece- verá que sólo D'Avenel y Fagniez se hacen presentes. Es
tas— en el estudio de un grupo de hombres o de fenóme- sólo en 1887 cuando Georges Blondel presenta la obra de
nos particulares. Monod propone reunir a los hijos, juntar- Karl Lamprecht, Deutsches Wirtuhaftsleben im Mittelalter,
los, recuperar el pasado y dominarlo. Pero ¿cómo? ¿A partir e indica la posibilidad de una hif.oria del Medievo en una
de qué? Por medio del presente y a partir de él. dimensión política, jurídica e .institucional reunidas en
Esta temática pasado/presente (que se volverá famosa a un contexto en que la parte económica, aun cuando no pre-
ponderante, se manifiesta importante. De cualquier modo
9
G. Monod reseña a Fustel de Coulanges, "Des transformations de la pro- hacía su aparición, para servirse de la expresión de Geor-
priété fonciére au Moyen Age. Lefori d'ouverture du cours d'Histoire du
Moyen Age professée á la Sorbonne", en Revue Historique, 1879, p. 147. ges Blondel, un "espíritu nueve'' Pero este "espíritu nue-
10 ¡bul. vo" experimentará mucha dificultad para abrirse un cami-
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no en Francia, y si lo logra ser á gracias a un historiador bel - las distintas ciencias sociales para encontrarse, confron -
ga, Henri Pirenne, y a Henri Berr. Mas, en el ínterin, los que tarse, enfrentarse. Desde el comierzo, Durkheim declara
cultivan la historia económica vivirán completamente ais - que "nosotros pensamos sobre toch en la historia", y su
lados (como acontecerá a Émile Levasseur). Después, pero ambici ón es la de "suscitar historiadores que sepan ver
sólo después, vendrán los Hauser, los Sée. los hechos históricos como sociólogos, o bien [...] sociólo -
De esta manera, hemos llegado a los comienzos del siglo. gos que posean toda la técnica de! historiador". 11 De esta
Mas, por el momento, ser ía inútil trascender el tiempo sin manera se inaugura aquella poiítiei de matrimonio entre
ver lo que ha sucedido en estos años en el campo de otras historia y sociología que volveremos a encontrar más tarde
disciplinas. En la sociología, el campo ha sido ocupado, en Lucien Febvre y Marc Bloch y, d? manera más pronun -
aquí, durante largo tiempo por Georges Sorel y por la Revue ciada, en Fernand Braudel. Mas, cespués de haber cons -
de Métaphyslque et de Morale. No es muy importante: una tatado que Durkheim ha querido es.ta política maírimoniai
sociología que se reduce a una ciencia que quiere estudiar y que los hombres de los Afínales 3 u ñan retomado, se dice
la sociedad (en el sentido más amplio de la palabra) e in - también que por parte de un Lucid Febvre o de un Brau -
capaz de un esfuerzo conceptual. La verdadera ruptura del la voluntad es otra, netamente "imperialista". Matrimo -
se tendrá con Émiíe Durkheim, personaje rico, complejo, nio, si se quiere, pero para pleno provecho de la historia,
monstruo sagrado de la historia cultural francesa y no sólo que debe tomar bajo su férula las oras disciplinas.
de la historia de la sociología. En 1893, su tesis sobre La El punto de contacto verdadero ?.r Ir é L'Année Sociologi -
división du travail social. Elude sur les sociétés supérieures que y los Annales me parece otro. Durkheim aporta la idea
representa una ruptura total: las sociedades superiores, la del trabajo colectivo. Pero no del tn'oajo colectivo entendi -
nobleza, el clero o la burguesía habían sido siempre estu - do como empresa de un grupo de }» rsonas empeñadas en
diados y analizados en función del concepto de propiedad. la misma investigación, sino en el d í un mismo problema,
Durkheim, en cambio, parte del concepto de división del grande, que puede ser estudiado, observado, analizado por
trabajo como clave para el estudio de las diferencias so - muchas personas, pero cada una individualmente, desde
ciales. Diferencias sociales, y no sólo de orden económico, el propio ángulo especializado, l'ran éstos, planteados
servirán a Durkheim para introducir y conservar en su desde finales del siglo XIX, los pr.j icros fundamentos de
análisis la variable moral. aquella interdisciplinariedad que rribría tenido una enor -
Esto, que en 1893 era el esfuerzo conceptual de una me influencia en la formación de i i Lucien Febvre o de
persona (y de una personalidad), se transforma en 1897, con un Fernand Braudel.
la creaci ón de L'Année Sociologique, en el compromiso de Si se hojea el primer volumen de L'Ann éSociologique, el
un grupo. La influencia del mundo alemán es aquí también balance es sin más singular, mas no por esto menos signi -
evidente, sobre todo por medio de Wilhelm Wundt y su ficativo. Un centenar de páginas esti consagrado a inves-
Volkerpsychologie. Pero lo que más cuenta, y que es mérito 11
E. Durkheim, "Prefacio" al primer núineto de L'Année Sociologique
1896-1897.
total y único de Durkheim, es la invitación que se hace a

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ligaciones originales; cerca de quinientas a reflexiones des civilisations" que constituye un llamado constante a
críticas sobre problemas conceptuales. Un bello testimo- las páginas de Durkheim y M?itss. Vale la pena detenerse
nio de la voluntad de Durkheim por examinar de nuevo su un poco sobre este punto. En efecto, si se piensa que los
disciplina. Pero se trata de una exigencia que Durkheim esfuerzos de la cultura francesa por definir el concepto de
desarrolla sin hacerse demasiadas ilusiones, pues sabe civilización habían sido verdaderamente de los más mo-
que en Francia no dispone de las "tropas" necesarias para destos (como lo demuestra Li escasa capacidad de esta
esta revisión. Esto explica por qué abre la revista a la co- misma cultura para participar en los grandes debates lan-
laboración masiva de autores extraños: de Simmel (que se zados por los estudiosos alemanes en torno de la "cultura"
volverá famoso por sus trabajos sobre el dinero) a Ratzel y la "civilización" durante la segunda mitad del siglo XIX),
(geógrafo propenso al determinismo geográfico), a Stein- es posible apreciar a fondo la verdadera revolución intro-
metz (también geógrafo, convencido del papel determi- ducida por Durkheim y Mausí (por una triste ironía, su
nante de la geografía en la formación psicológica y social construcción de un nuevo concepto de civilización verá la
de las sociedades). luz en 1913, en vísperas del í:.;tallamiento de la primera
Después de su fragorosa entrada en la arena sociológica Guerra Mundial, y por años se perderá entre las llamas de
con su tesis y con su revista, Durkheim publica otro en- aquel pavoroso conflicto).
sayo no menos importante y que, ciertamente —de ma- En estos años, a finales del XIX y comienzos del XX, tie-
nera directa o indirecta—, tendrá particular influencia so- ne lugar en Francia una gran ie novación en una disciplina
bre Lucien Febvre y Fernand Braudel: se trata del ensayo que tendrá un importante pp.pt?! en la formación de Fer-
Représentations individuelles et représentations collectives.12 En nand Braudel: la geografía. Er 1891 inicia la publicación
aquella enorme mina de ideas que es la obra de Émile de los Annales de Géographu. Y es ahí que actuará con
Durkheim es posible también encontrar los presupuestos extraordinaria inteligencia Vi;al de la Blache, recuperan-
de la atención que Fernand Braudel tendrá siempre para do la lección de un Von Humboidt sobre la observación di-
los conceptos de "modelo" y de "leyes" en las ciencias del recta de la naturaleza, o de u.: Ritter sobre las relaciones
hombre y, además, el particular concepto de "civilisation" entre naturaleza e historia. Pero de inmediato se subraya
(que Durkheim fijó en colaboración con Marcel Mauss en que no se trata de préstamos recibidos pasivamente de la
el gran ensayo Notes sur la définition de civilisation, de gran escuela geográfica alemana; todo es examinado de
1913), entendido en un ámbito ampliamente supranacio- nuevo, revisado de manera mi y original y, sobre todo, in-
nal. Este particular concepto de "civilisation" es precisa- teligentísima, hasta el punto ie que se puede hablar del
mente el que encontraremos de nuevo en buena parte del nacimiento, ahora, de una autónoma —y muy grande—
libro de Fernand Braudel, Le monde actuel,13 en que toda escuela geográfica francesa.
una sección está consagrada a establecer una "grammaire La influencia de Vidal de la : lache sobre Fernand Brau-
12
En Revue de Métapfiysique et de Morale, VI, 1898, pp. 273-302.
del (sobre todo el Braudel de li primera parte de ¿a Médi-
13
[París, 1963; trad. it. // mondo tatúale, 2 vols., Einaudi, Turín, 1966.] terranée) es evidente, y tam.oif;n determinante. Braudel

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puede ciertamente ser considerado un "alumno" de Vidal un programa): será modificado, algunos años después, por
de la Blache, pero un alumno fiel. Vidal de la Blache, en Revue de Synthése. La historia, p'ies, desaparece. Al me-
efecto, había reaccionado de manera extremadamente clara nos aparentemente pues, de lincho, para Berr, la des-
contra toda forma de determinismo geográfico (especial- aparición del adjetivo es una mar era de afirmar la superio-
mente en las formas propugnadas por Ratzel). Ahora, en ridad de la historia: una verdaoera síntesis general no
cierta manera, Braudel, en su Méditarranée, reintroducirá puede ser más que histórica... La influencia de una posi-
a Ratzel; no ciertamente todo el pensamiento determinista ción de tal género sobre la formación de Fernand Braudel
del geógrafo alemán, pero me parece que —a pesar de las es del todo evidente.
numerosas precauciones oratorias adoptadas por Brau- De esta manera hemos llegado a los años 1905-1915,
del— un poco de determinismo se asoma en su obra. aquellos en que Lucien Febvre y Marc Bloch publican sus
Poco a poco he construido —a espaldas de Braudel— primeros trabajos. Pero antes de hablar de estos dos "hé-
una especie de Pantheon. Podría completarlo con otras do- roes", es necesario abrir un paréntesis. Hasta aquí no he
cenas de nombres (desde el lingüista Meilleí, para el cual hablado de Marx y de marxismo, y ésta puede parecer una
era muy viva la instancia interdisciplinaria, al geógrafo grave laguna, pero el hecho es quí encontrar una influen-
Jules Sion). Mas esta reseña sería absolutamente incom- cia marxista en la evolución de la cultura francesa de los
pleta si no aludiese por lo menos a otros dos nombres: años aquí tratados sería una merv ilusión: en Francia no
Francois Simiand, por una parte, y Henri Berr, por la otra. existe una reflexión sobre Marx gual, por ejemplo, a la
Simiand ha sido ciertamente un inmejorable sociólogo y que en esos mismos años llevan a cabo en Italia Croce o
un buen economista, siempre animado en sus investiga- Labriola. Mas lo cierto es que en ¡"rancia, en esos mismos
ciones por uri sólido sentido histórico. Mas al Simiand a años, se puede advertir la presencia de una historiografía
quien quiero hacer alusión aquí es al de un artículo sobre "socialista" (ésta me parece la definición, no diré más
"Méthode historique et science sociale" de 1903, en el exacta, pero ciertamente más ar.-oximada), que con sus
cual se denunciaba a "los tres ídolos de la tribu de los his- aperturas hacia situaciones y co:diciones del "pueblo",
toriadores: el político, el individual, el cronológico". Ahora contribuía a reducir el papel del ndividuo para poner el
bien, toda la obra de Braudel se ha dirigido siempre, acento sobre aspectos colectivos, :e grupo; con lo que, na-
precisamente, hacia la lucha contra estos tres ídolos, y turalmente, nos acercamos (pero n.'da más nos acercamos)
reconocerá su deuda para con Simiand haciendo publicar a la que será una de las temática? dominantes en la obra
de nuevo, en 1960, el artículo en cuestión en los Annales de Fernand Braudel.
(hecho único, pues esta revista siempre se rehusó —y jus- Y es aquí donde intervienen de manera determinante dos
tamente— a reproducir artículos ya publicados en otra personalidades: Marc Bloch y Lúe: en Febvre. Diría—con
parte). un apremio casi excesivo— que. contrariamente a cuanto
Henri Berr, en 1903, inicia la publicación de su Revue pretende muy a menudo cierta historiografía, la influencia
de Synthese Historique. Atención al título (que es ya todo del primero sobre Fernand Braudel me parece relativa.

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Relativa, digo: no ciertamente nula. La verdadera "estrella por la "thése", que es, como el rrii-mo Febvre tuvo que
polar" —en el sentido práctico-organizativo como también decir, "a pesar de todo [...] una obligación, más que una
en el puramente intelectual— será Lucien Febvre. Ya se ha opción".15 Pero fue precisamente aquella multiforme
aludido anteriormente a sus encuentros; mejor: a su en- curiosidad la que lo indujo a plantearse el problema del
cuentro a bordo del Campana. Pero cuanto se ha dicho Franco-Condado como de "una persona histórica", y a en-
corre el riesgo de ser demasiado impresionista. En efecto, frentarse de inmediato, "por opciór" y no ciertamente por
Lucien Febvre es un personaje de extrema complejidad. "obligación", contra su propio "destino científico".
Dejemos de lado las leyendas sobre su mal carácter, de- En síntesis, en 1911, Lucien Febvre es ya enteramente
masiado fáciles y, sobre todo, demasiado "disponibles" él mismo. El primer contacto con la enseñanza universi-
para eliminar el verdadero problema de su importancia y taria en 1912, en la Facultad de Le'ras de Dijón, y el su-
de su grandeza. Nacido en 1878 (y muerto en 1956), Lucien cesivo periodo de guerra crean una vasta zona de silencio
Febvre, inmediatamente después de los estudios universi- en su producción. Al fin de las hostilidades pasa a la Fa-
tarios realizados en la École Normal Supérieure de París cultad de Letras de Estrasburgo, y aquí, en octubre de
(1898-1902) y del pensionado en la Fundación Thiers (1903- 1920, tiene lugar el primer encuentro con Marc Bloch y
1907), se manifiesta como personalidad de primer plano. nace "una gran historia". Por largos años los dos amigos
Desde los comienzos, mientras trabaja en su tesis sobre ejercieron su magisterio y, al mismo .lempo, afinaron sus ar-
Philippe II et la Franche-Comté (publicada en 1912),14 mas de estudiosos, cada vez más d ?:'ididos a no hacer de
reúne una serie de observaciones, estudios, notas y rese- la historia lo que "las abuelas han hecho del bordado: un
ñas sobre historia de la cultura, historia de la religión, pasatiempo".16 Pero en Estrasburgc (universidad de cul-
historia económica y social y, además, las primeras pre- tura alemana hasta 1918, no lo olviíuimos) no es sólo la re-
ocupaciones sobre los nexos entre historia y geografía, lación dialéctica con Marc Bloch la que actúa sobre la
historia y psicología. La influencia de maestros y amigos definición de la personalidad de Lucien Febvre, sino tam-
(muchos de los cuales hemos ya encontrado en las páginas bién los contactos con el filólogo E, Hoepffner, con el ar-
precedentes), como Durkheim, Démangeon, Halbwachs, queólogo Paul Perdrizet, con el grai i sociólogo y estudioso
Wallon, es indiscutible, y el mismo Febvre, hablando de de problemas religiosos Gabriel Le Rras, con el romanista
esta primera década del siglo, los mencionará enseguida. André Piganiol, con el historiado;' Georges Lefebvre y,
Sin embargo, esta multiplicidad de intereses no era habi- sobre todo, con Maurice Halbwachs y Charles Blondel. Este
tual, en los comienzos del siglo, en un joven que se consa- último preparaba precisamente en aquellos años su Intro-
graba a la carrera universitaria en un país como Francia, duction á la psychologie collectizt (1928), por la que
donde la preocupación fundamental estaba representada Lucien Febvre tuvo siempre gran ac miración —"esta obra
15
14 Desafortunadamente no encuentro ya la itísrencia exacta a esta cita y
[L. Febvre, Philippe II et la Franche-Comté. Étude d'histoire politique, me disculpo con el lector.
religieuse et sacíale, París, 1912; trad. it. Filippo II e la Franca Cantea. La lotta 16
Cf. nota anterior.
fra nobiltá e borghesia neU'Europa del Cinquecento, Einaudi, Turín, 1979.]

40 41
de arte: uno de los grandes libros de nuestro tiempo", 17 Estas palabras parecen muy válidis para indicar la pos-
lo definía— y que ciertamente debió tener sobre él gran tura no sólo de los Annales, sino 3e todo el movimiento
influencia. Eri estos años de Estrasburgo (1919-1933) Lu- que alrededor de esta revista se ha reado. Para esclarecer
cien Febvre continúa interesándose en los problemas más la dirección valdrá recordar el artículo —publicado en
diversos: vuelve sobre las relaciones entre historia y lin- 1955, con ocasión de la muerte de fiinstein— en el que el
güística; entre historia y geografía (y aquí, con espíritu muy historiador francés subrayaba cómo el gran científico ha-
lúcido, se orienta bastante pronto hacia todos los aspectos bía roto los cánones clásicos de la física con la introduc-
de la cartografía); entre historia y psicología. ción de un nuevo elemento, y observaba —en evidente
Entretanto, lo que más cuenta, en 1929: Lucien Febvre alusión a Picasso, a la escuela doclfcafónica, a Wright y a
implanta, en unión con Marc Bloch, los Aúnales, la revista oíros enfants terribles de la cultura moderna— cómo tam-
en la que durante años, junto con el amigo y, después de la bién en la pintura, en la música, en a poesía, habría suce-
trágica muerte de éste (1944), con otros colaboradores —en dido la misma cosa: la fuerza de n;jitura, la capacidad de
primera línea Fernand Braudel— sostendrá su "plaidoyer adecuación a las exigencias de un clima moderno, se ha-
pour rhistoire". La historia, para los Ármales, será investi- bían manifestado en estos hombre? precisamente a través
gación pura (nótese bien: pura; no ciertamente abstracta). del descubrimiento de una tercera dimensión. Es, pues,
Valdrá aquí, para aclarar este punto esencial, referir un en la búsqueda de un elemento nuev% para añadirlo a aque-
pasaje (inédito) escrito por Lucien Febvre en julio de 1956, llos clásicos de toda historiografía, que Lucien Febvre ha
pocos meses antes de su muerte: dirigido su investigación.19 Los /.-males se impusieron
pronto a la atención de los estudiosos, por su rigor, cierta-
La Ciencia es el conjunto de nociones consideradas como váli-
das en una época dada y transmitidas a los estudiantes a mente, pero sobre todo por su capacidad de innovación.
través de la enseñanza de las universidades y por medio de Mas sobre las vicisitudes de la revira volveré después.
los libros de ciencia [...]. La Investigación se separa de la Quiero subrayar aquí un hecho qae frecuentemente ha
Ciencia para precederla. Los investigadores no organizan el te- escapado a la atención de cuan! o s se han ocupado de
rreno conquistado (esto es tarea de los Eruditos...). Ellos pre- Lucien Febvre y de la historiograiia francesa de su tiem-
ceden a la Ciencia, de la que constituyen la Vanguardia [...]. po: en 1935 se le confió la direcc <tn de la Encyclopédie
La Investigación se propone conquistar lo nuevo. La Ciencia fran$aise (una gran obra, por desgiaeia poco conocida en
tiene la finalidad de organizar el saber adquirido [...]. Francia y todavía menos fuera de F'rincia); ahí, su curiosi-
Establecido esto, la Investigación no se enseña en el sentido dad multidisciplinaria, que se había manifestado desde
corriente de la palabra enseñar. No es el producto de un sus años de estudio en la Ecole Ñámale Supérieure, en-
método o de una receta.lñ
17 19
Nota de 1995. La misma comprobación que para la nota 12 {Introduction Nota de 1995. Me parece importante subisyar este punto, porque muestra
á la psychologie collective, Colin, París, 1928; trad. it. Psicología collettiva, el respeto que este gran innovador (verdaderamente innovador) tuvo siempre
Sansoni, Florencia, 1953]. por los "clásicos". Su innovación se hace 0.1 la continuidad y en el respeto de
1H
Mayúscula? y cursivas de Lucien Febvre. esta continuidad: una lección que por desgracia se ha perdido...

42 43
cuentra un terreno muy fértil y se refuerza a través de los
hacer cambiar) lo adquirido, lo viejo, lo muerto. Pero lo
diarios contactos con físicos, biólogos, fisiólogos, mate-
adquirido, lo viejo y lo muerto detentan el poder (cáte-
máticos, urbanistas, psicólogos, sociólogos, técnicos de dras, facultades, instituciones): un poder del que dema-
toda especie, los cuales encontraban, de su lado, en el his- crados sacerdotes se sirven sólo para incensar al saber es-
toriador, la capacidad concreta de la amalgama, de la tablecido.
unión, de la fusión: un centro. ¿Puedo —a través de una anotación autobiográfica—
Este hombre es el que Braudel encuentra en 1936. Pero dar un ejemplo de estas resistencias' Llegado a París en
no sólo es un hombre o el autor de libros entre los más 1947, un ilustre profesor de la Sorbor. i (del cual, por cari-
importantes que la historiografía mundial haya producido dad humana, no diré el nombre) me a<:<msejaba vivamente
en la primera mitad del siglo XX, reconocido internacio- leer la Introduction aux eludes historiques de Victor Langlois
nalmente,20 sino, más bien, el punto focal de un proceso y Charles Seignobos, de 1897, que -^presentaba justa-
larguísimo, a lo largo del cual la cultura francesa había mente la ciudadela fortificada (¿la íilíima?) contra todo
venido construyéndose fatigosamente desde los años se- aquello que de nuevo se había construioo en el hexágono.21
tenta del siglo XIX. Antes de entrar en lo vivo de la pre- Por tanto, en el momento en que Brauael comienza a ejer-
sentación del protagonista Fernand Braudel, quiero hacer cer verdaderamente su acción, la situación no es para nada
una última precisión. Al leer todos los nombres, las fechas, clara y, sobre todo, él no se mueve sobre un terreno sólido.
los títulos de obras a que he tenido la oportunidad de aludir ¡Al contrario!
en páginas anteriores, se podría tener la impresión de una La obra fundamental22 de Fernand Braudel es cierta-
especie de boletines de guerra que anuncian a cada mo- mente La Méditerranée, a la que muchas veces he hecho
mento victorias conseguidas por grandes generales que, alusión en las páginas anteriores: dtcir que se trata del
poco a poco, amplían el territorio del saber y ordenan forta- libro de historia más importante publicado en este siglo
lezas-conceptos para asegurar la organización. me parece un juicio que se impone c.isi por sí mismo, y
Todo lo que he referido aquí (y también algo de más) sobre el cual se puede establecer un amplio acuerdo entre
ciertamente ha acontecido. Pero ¿la victoria? ¿Las victo- todos los historiadores (¡por lo men.s aquellos con un
rias? Somos nosotros, historiadores, actualmente, quienes mínimo de buena fe!). ¿Cuál es su importancia? Es cierto,
vemos victorias que son tales en una evolución, en un pro- la reconstrucción en muy alto nivel de hechos y de aconte-
ceso continuo, pero que, en la realidad, no son victorias. cimientos; la capacidad extraordinaria de presentar nue-
En efecto, las capacidades de resistencia de las viejas 21
Nota de 1995. Para mayores detalles sobre <?,' te punto, séame lícito re-
estructuras son inmensas; cátedras, facultades, institucio- nitir a R. Romano, "Encoré des illusions", en AA. / V., Ruggiero Romano au
[>ays de l'histoire et des sciences humaines. Eludest> Miées á l'occasion de son
nes, perduran: al exterior o dentro de ellas en verdad f'iOéme anniversaire,Droz, Ginebra, 1983.
suceden cosas importantes que hacen cambiar (tratan de 22
Nota de 1995. Repito una vez m á s que no c i: ero hacer de Braudel el
hombre de un solo libro. Por lo demás, el lector ha. podido ver que en la Intro
20
Nota de 1995. Quiero decir: reconocido por sus iguales, de-la respublica ducción atribuyo a su gran obraCivilisation matérit I ',*.
, économie et capitalisme
litterarum. la importancia que merece.

44 45
vas tesis interpretativas; la valoración de nuevos tipos de ve.23 Mas procedamos por orden. Fernand Braudel, en una
fuentes. Todo esto es ciertamente verdad: pero no justifi- extraordinaria página24 que he tenido la ocasión de citar
caría en modo alguno la reputación de este libro y de su varias veces (cf. más adelante, cap il, pp. 74-75), ha indica-
autor. El hecho es que Fernand Braudel inventa (no veo do de manera muy clara —aludiendo a la veloz precipita-
qué otra palabra utilizar) tiempos nuevos de la historia. En ción de las imágenes cinematografías— qué entiende por
verdad, todos los historiadores manejan la categoría tiem- "acontecimiento". El instante de i n desfile militar; la fir-
po (y espacio). Sin tiempo, ninguna historia. Pero Braudel ma de un tratado de paz; el momento de una declaración
se plantea en el mismo punto de partida el verdadero pro- de guerra... Pero los ejemplos que ofrece son todos de tipo
blema: ¿cuál tiempo? Y ¿existe un solo tiempo o se debe político. Ahora bien, no sería difícil presentar ejemplos
hablar de tiempos, en plural? De esta pregunta surge una semejantes, de la misma naturaliza, a partir de la esfera
respuesta extremadamente importante: es imposible uti- económica: un tratado comercial, un barco que parte, otro
lizar el mismo tiempo para estudiar fenómenos diversos. que se hunde... Me parece, pues en realidad, que lo que
Existe un tiempo para estudiar fenómenos de larga y cuenta es saber si los "acontecimientos" que permanecen
larguísima duración (clima, historia de los ríos, desiertos), como tales (cualquiera que sea su naturaleza: económica,
otro de duración media (movimientos monetarios, de pre- política o cultural) se constituye/) 3 no en estructura. En
cios, de corrientes comerciales, de ciclos de producción...) otras palabras: más guerras entre dos pueblos dan lugar a
y finalmente un último de duración breve (una batalla, un (y son expresión de) toda una est; ,'ctura en las relaciones
tratado de paz, una declaración de guerra...). No sólo esto: entre esos dos pueblos, del misiro modo en que cada vez
se añade que Braudel establece una especie de jerarquía: más barcos que unen dos puerto.- dan lugar a una estruc-
así, en el primer tiempo largo encontramos la posibilidad tura económica.
de analizar un tiempo brevísimo (por ejemplo: una fuerte Mas estas reservas no quitan nada a la genialidad (no
nevada), un tiempo medio (una serie de fuertes nevadas) y titubeo al utilizar esta palabra) df; la intuición de Fernand
finalmente un tiempo largo (una glaciación); del mismo Braudel. A ésta regresará en un arí'culo que se ha vuelto un
modo, en el tiempo medio podemos encontrar la presencia clásico de la historiografía moderna: "La duración larga".
de tiempos breves (una operación de compraventa) o tam- De hecho, era todo el problema {(:l tiempo que se retoma-
bién de tiempos larguísimos (es evidente que una corriente
comercial marítima de muchos siglos es influida amplia- 23
N o ta d e 1 9 9 5 . D ic h o e s to , q u i shi ae f. r an i notar que si lo que he afirmado
mente por ritmos estacionales, los cuales, a su vez, están e s v e r d a d , n o s e d e b e o l v i d a r q u e B r aí uJd íe siempre ! sensible al problema
d e l o p o l í t i c o ( m u c h o m á s q u e d e l a p o l ícomo t i c a ) categoría de los tiempos
incluidos en un tiempo larguísimo). De esta manera, es l a r g o s y l a r g u í s i m ocsf:. a e s t e p r o p ó s i t o l a s aginas
¡ sobre lus imperios en la
una verdadera dialéctica de la duración la que Braudel p r i m e r a p a r t e ( l a d e l o s t i e m p o s m u y l a)r gde, eLa Mediterránea. Por otra
p a r t e , e n 1 9 5 8 , e n s u a r t í c u l o s o b r e l a ion d u rlarga,
a precisará que existe
inventa. Ahí donde Braudel —arrastrado por su ímpetu t a m b i é n u n t i e m p o b r e v e d e l o e c o n ó m i c o•. loí ',social,i de lo cultural y tam-
polémico— cae en error es cuando atribuye a la historia b ien d e la d em o g ra fía , d e la g eo g ra fía .
política y diplomática sólo la dimensión del tiempo bre- 24
Le fon inaugúrale faite le vendredi 1er Oí i c.mbre. 1950, Collége de France,
Chaire d'Histoire de la Civilisation Moderne ^arís, 1951, p. 18.

46 4,7
ba por Braudel en aparente contradicción con cuanto él bitual ampliación de estudios y cu^osidad. Y ni siquiera se
mismo había indicado en La Méditerranée. Alrededor de tratará de una elección de la que é sería el único beneficia-
este ensayo, toda una multitud de historiadores y de eco- rio. Para el historiador, aceptarlo -ignifica prestarse a un
nomistas (de Witold Kula a Walt Rostow; pero el análisis cambio de estilo, de actitud, a un Mielco del pensamiento, a
más bello es ciertamente el del historiador argentino Tulio una nueva concepción de lo socia!. Significa familiarizarse
con un tiempo moderado, a veces , asta el límite del movi-
Halperin Donghi) se dedicó a largas y complejas expo-
miento. En este nivel —y no en otro ~L...]— es lícito abando-
siciones.25 ¿De qué se trata? De la particular acentuación nar el tiempo exigente de la historii.. salirse, volver a él, pero
que Fernand Braudel pone sobre los tiempos muy largos: con otros ojos, cargados de otras inquietudes, de otras pre-
éstos subtienden los otros tiempos (largo y breve) con que guntas. En todo caso, es en relación con estos estratos de his-
el historiador debe confrontarse continuamente. Es eviden- toria lenta que la totalidad de la hi.j:oria puede ser repensa-
te que con este argumento Fernand Braudel ha "recupera- da, como partiendo de una infraestructura. Todos los planos,
do" buena parte de las críticas que yo mismo he enumerado todos los millares de fragmentos del tiempo de la historia se
anteriormente (y que había manifestado ya en 1955). Pero comprenden a partir de esta proímdidad, de esta semi-
no es sólo esto lo que cuenta. inmovilidad; todo gravita alrededor ie ella.26
Braudel resuelve, de hecho, el enorme problema con el
que todos los historiadores deben enfrentarse, y puede La página de Fernand Braudel e^ muy clara y me parece
resumirse en la frase siguiente: ¿la historia vive en la con- extremadamente importante, porqie permite acercarse a
tinuidad o en la discontinuidad? Esto es, la revolución otro punto fundamental en el pens-nniento del historiador
francesa de 1789 o la rusa de 1917 representan una ver- francés. Aquí ha aludido a la "totalidad": ahora bien, para
dadera ruptura, un corte, una fisura, o más bien —tras la Braudel, la gran meta del historiad. DT debe ser una historia
ruptura, corte y fisura— ¿existe aún una profunda línea global. Pero ¿qué es la globalidac •;« la historia? Dejemos
continua? Para Fernand Braudel no hay dudas: los gran- una vez más la palabra al mismo Braudel:
dísimos acontecimientos de la historia inciden, sí, sobre la
estructura de sustentación, mas ésta, a la larga, persiste. La globalidad no es la pretensión de escribir una historia
Por consiguiente, nos encontramos esencialmente ante total del mundo. No es esta pretensión pueril, simpática y
una historia casi inmóvil. loca. Es simplemente el deseo —cuando se ha enfrentado un
problema— de sobrepasar sistemáticamente los límites.
Entre los tiempos diferentes de la historia —escribe Brau- Según yo, no existe un problema de historia que esté circun-
del— la duración larga se presenta pues como un personaje dado por muros, que sea independier.te.27
obstruyente, complicado, a menudo inédito. Admitirlo en el
corazón de nuestra profesión no será un simple juego, la ha- 26
F. Braudel, "La longue durée", en Annalií, 1958, núm. 4, p. 733 [reim
preso en Écrits sur l'histoire, Flammarion, Psrís, 1969, pp. 41-83; trad. it.
2S
Nota de 1995. Se puede ver una parte de estas discusiones en Cahiers Scritti sulla storia, Mondadori, Milán, 1973].
Vil/redo Pareto-Revue européenne des sciences sociales, 1968, núm. 15, pp. 93- 27
Ibid., "En guise de conclusión", en Revi; t -Journal of Fernand Braudel
164. Ceníer, 1978, p. 245.

48 49
Por tanto, la globalidad es, esencialmente, la conciencia lo jamás igualado (menos logrado,, en cambio, los matri-
de que no existe un hecho aislado, sino que la historia es monios con la sociología y la economía). Y, además, un
un todo articulado y que, una vez que se examina un pro- hombre que ha teorizado sobre h necesidad de la unidad
blema, es necesario estar conscientes de que pone en mo- de las ciencias del hombre en numerosísimas páginas.
vimiento otra infinidad de problemas. No se trata de re- Un combate que, ciertamente, n 3 ha concluido. El mismo
montarse periódica y ritualmente a Adán y Eva, sino de lo reconoce cuando afirma que el diálogo entre historia-
saber —precisamente, tener conciencia— que, además dores y sociólogos "es un diálogo entre sordos", o bien
de aquel específico problema estudiado, existen otros, y "discutir con un historiador o un geógrafo significa, para
que la historia, en conclusión, es un mecanismo, y que cada un economista o para un socióloj;~>, sentirse todavía más
fragmento de un mecanismo no existe en sí mismo, sino economista o sociólogo de primera''; o incluso:
sólo en función de los demás, de todos los demás.
He aquí, in nuce, el pensamiento de Fernand Braudel. He tenido las mismas dificultade? con los psicoanalistas.
Mejor: éstos son los puntos fundamentales del pensamiento ¿Creen en verdad que un historiador pueda discutir útil-
braudeliano, así como se ha venido construyendo en una mente con un psicoanalista? Habéis oído a Eric Hobsbawm:
masa de artículos, sobre todo en las obras La Méditerranée y "El psicoanálisis realiza trabajo ir dividual". Mas, precisa-
mente, yo quisiera que pasara al ce lectivo, y se volviese cien-
Capitalisme et culture matérielle (pero confieso que prefiero
cia social.
claramente la primera a la segunda).
Si se tratase sólo de esto tendríamos, ciertamente, un muy ¿Un fracaso? Sí y no.
grande historiador, pero no un muy grande protagonista de La parte frustrante: me parece : ue la responsabilidad
nuestro tiempo. ¿Qué es lo que justifica esta definición? El consiste en el hecho de que las ce adiciones del contrato
hecho de que Braudel no na sido sólo un gran historiador, de matrimonio no eran las más ckyas. Mejor: eran claras
sino también un gran intelectual que ha dejado una huella en el sentido de que la historia se presentaba con una vo-
fundamental en la cultura francesa de los últimos 30 años, luntad de fagocitación (absorción) c 3 las otras disciplinas
y cuya acción está muy lejos de extinguirse. Aclaro: que algunas expresiones bien formuladas no lograban ocultar
Francia ha sido ciertamente el país que, antes y más que completamente. No sólo eso; cu-o que la falta funda-
ningún otro, se ha batido en favor de lo interdisciplinario. mental sería, en esta primera fase de preparación de lo
Además, Francia ha constituido un modelo en este interdisciplinario, el hecho de que más que las lógicas y
dominio. Está bien, pero es necesario incluso convencerse los fundamentos de las distintas disciplinas, se tratase de
de que a espaldas de este enorme movimiento está unir las técnicas: un matrimonio c'jtre técnicas es, casi
Fernand Braudel. Un hombre que ha hecho uso de lo por definición, imposible.
interdisciplinario de muy alta (y muy rara) calidad en la
Mas el éxito (mucho menos vistoso, es cierto, que el fra-
primera parte de su Méditerranée, donde el matrimonio entre
caso, pero al fin éxito) se ha mani!astado en el hecho de
historia y geografía constituye un mode-
que las cenizas de lo interdisciplinauo están ocultando algo
50
51
nuevo por completo: lo metadisciplinario, que al dejar de Lucien Febvre llamará a la codirec: ion a Fernand Braudel
lado la técnica pone más particularmente el acento sobre en 1946. Al desaparecer Lucien Febvre en 1956, Brau-
la lógica disciplinaria. Y me parece que, con toda honesti- del asumirá solo, de hecho, la dirección de la revista hasta
dad, se puede decir que también detrás de este fenómeno, 1972, año en que —sua sponte— pesará la revista a otros.
ciertamente destinado a tener una extraordinaria influen- Volvamos los ojos, pues, a los Aúnales entre 1956 y 1972
cia en los años por venir (y ya se ven las primeras señales, (y sería posible verlos también a partir de 1946, porque de
sobre todo en el campo de las disciplinas científicas), está inmediato, aún vivo Lucien Febvre, h influencia de Fernand
la acción de Braudel: no será directa, inmediata, pero es Braudel se hace sentir). Rápidamente, la revista se trans-
innegable. forma: lo que había sido una excelente revista de histo-
¿Hablaremos, por tanto, de una influencia de Braudel ria, aun continuando sobre la misim línea (mas se subra-
por osmosis intelectual? Se puede decir que muchos estu- yaría la acentuación sobre historia«;oonómica que Braudel
diosos son "braudelianos" sin saberlo... impone), se transforma cada vez más en una revista de
Pero un fenómeno de osmosis intelectual no se explica ciencias sociales (o del hombre, como Braudel prefiere
sólo con la extraordinaria inteligencia de un "actor". Cier- decir). Confieso que odio oír hablar de la "escuela de los
to que Braudel es hombre de escritura agradabilísima y Anuales", ya que escuela nunca hí sido, ni siquiera bus-
orador de gran clase; durante muchos años de enseñanza cándola con el microscopio.28 Pero lo cierto es que la re-
ha formado docenas de investigadores; viajero empeder- vista ha sido una extraordinaria caja de resonancia: Braudel
nido, ha tenido la oportunidad de influir a través de con- invitaba a sociólogos, antropólogos, economistas, psicólo-
ferencias y ciclos de lecciones sobre toda una serie de gos, a decir lo suyo, ya en términos de discurso metodo-
personas. Pero, repito, todo esto no podría servir para lógico, ya en términos de exposición de resultados y de
explicar la enorme influencia intelectual que ha ejercido investigaciones concretas. Y luego estaba su presencia:
en el mundo (no sólo en Francia, y no sólo entre los his- con un artículo de 30 páginas, con t na reseña de dos pági-
toriadores). El hecho es que ha tenido a su disposición dos nas, con una breve nota editorial di: pocas líneas. Era ahí
extraordinarios medios de difusión de su pensamiento: la donde la diáspora braudeliana com; i izaba.
revista Anuales y la École Pratique des Hautes Etudes (VI Pero el punto fundamental no eí. el de la revista, sino
Sección). "Ha tenido a su disposición" no significa que más bien el de la École. De 1956 a J 972 Braudel es su pre-
hayan sido dos regalos que le llovieron del cielo. Si ha sidente. De una veintena de docentes, a la vuelta de unos
sido "herencia" (como lo fue), es necesario de inmediato 15 años pasa a cerca de 120. No se :rata aquí de hacer la
apresurarse a decir que Fernand Braudel ha hecho fructi- apología del gran administrador Fe riand Braudel (cierta-
ficar el capital recibido, de tal manera que, al final, éste mente no seré yo quien lo haga, pues son mucha frecuencia
no tiene casi nada que ver con la herencia original. he estado en desacuerdo con él pre.lisamente sobre este
Los Anuales: fundados por Lucien Febvre y Marc Bloch 28
Nota de 1995. Una "escuela" ha venido líspués, cuando no había ya
en 1929; después del fusilamiento de Marc Bloch en 1944, mucho que enseñar...

52 53
punto), pero lo cierto es que tener en mano los medios y los economía (en este campo, con :.nenos éxito, pero no cierta-
instrumentos para organizar programas de enseñanza y de mente por culpa de Braudel), a, as matemáticas sociales, a
investigación puede significar un enorme despilfarro, o un la lingüística, al psicoanálisis... i7, atención, nada es casual.
gran éxito. ¿Cómo negar que haya habido simplezas y tam- He hablado de carteles, pero se subraya que existen dos:
bién errores? Pero sería tonto entretenerse en esto. Lo que uno para los profesores de tieirpo completo y otro para los
cuenta es el indiscutible éxito en el plano de la organiza- eventuales. No se trata de una discriminación entre los "ba-
ción general: poner juntos a un semiólogo como Barthes, rones" y los "otros". No, el problema es mucho más com-
un psicoanalista como Devereux, un sinólogo como Ba- plejo: desde el punto de vista <(e Braudel, pasar por el en-
lazs, un antropólogo como Lévi-Strauss, un sociólogo como cargo temporal de enseñanza stonificaba una ocasión para
Touraine, un historiador como Le Goff (y la lista es muy verificar no sólo y no tanto la capacidad de un hombre,
incompleta: ¿cómo no recordar a los Godelier, los Lacan, los sino el valor de un programa dt: enseñanza y de investi-
Dupront?), no es empresa sencilla. Sobre todo si se piensa gación. Investigación, porque para Fernand Braudel no
que en un sistema restringido, riguroso, formalista, como había enseñanza válida que no estuviera respaldada por la
el de las universidades francesas, Braudel ha llamado investigación. Lo que equivale i explicar cómo el "perso-
hombres, ya no títulos. La puerta está abierta a quien lo nal" de la École no se limitaba a los docentes, sino a todas
merece, no a quien tiene los "papeles en regla": puede ser las personas comprometidas precisamente con la inves-
extranjero, no tener ni siquiera el diploma del liceo; en una tigación.
palabra, un marginado del sistema. No es esto lo que cuen- Todo lo aquí dicho no es reconstrucción histórica hecha
ta, sino lo que se tiene para decir. Puede parecer normal por mí. Es el mismo Braudel qj.en lo reconoce en un texto
que Roland Barthes haya estado en la École; pero cuando extraordinario de 1977, que constituye, a mi parecer, el más
entró en ella ¿quién era Roland Barthes? Y un discurso de lúcido análisis que haya realizado de sí mismo y de todos
este tipo se puede multiplicar para una infinidad de casos. los acontecimientos en los que se ha visto implicado:
Creo —sin falsa modestia— que pocas personas conocen
la obra escrita de Fernand Braudel tan bien como yo, y Lucien Febvre ha estado hasta <; fin de su vida terriblemente
creo igualmente que pocas personas como yo la estiman de solo. Y es en el momento en que se ve reducido a sí mismo
manera tan entusiasta (aun cuando, con el tiempo, he cuando la situación cambia, y de una manera curiosa. En
podido tomar una cierta distancia). Y, sin embargo, no dudo 1947 nosotros habíamos tenido —yo era uno de los jóvenes
en decir que la verdadera y gran obra de Braudel es la directores de los Annales— la : ortuna de fabricar la École
colección de carteles en que cada año se anunciaban los des Hautes Eludes, o, como se dice más exactamente, pues
este era su título: la VI SecciSn de la École Pratique des
cursos de la École: no es sólo el crecimiento numérico de
Hautes Études. Una aventura Jf.ntástica [...]. No crean que
los profesores lo que cuenta, sino la construcción progre- fundamos la École des Hautes Et-ides por inteligentes. La fun-
siva de un proyecto que, partiendo de la historia, se ha damos porque teníamos mal caí icter. La Universidad quería
abierto poco a poco a la sociología, a la antropología, a la hacernos a un lado. Las puerías de la Sorbona estaban

54 55
cerradas para nosotros, a tal punto que Lucien Febvre, y yo francés, nació lambién en Hungría. Ruggiero Romano y Al-
mismo, habíamos sido remitidos a los honores del Collége de berto Tenenti son ambos italianos. Y nuestro mejor especia-
France, el Collége de France en que no había alumnos... Por lista en la India, Daniel Thoni;.-, perdido prematuramente, lo
consiguiente, no podíamos resultar nocivos... La École des encontramos en los Estados 'Jnidos. Y en el personal admi-
Hautes Eludes no era una escuela con derecho de conferir nistrativo de la École, mi más tnlimo colaborador—por cerca
títulos, como las Facultades. Estábamos en situación de infe- de 30 años—, Clemens He)¡t-;r, nació en Viena. Teníamos,
rioridad. Nos encontrábamos, pues, en un callejón sin salida, pues, abierta la École des Fiautes Eludes a reclutamienlos
y habíamos quedado expuestos a la irrisión general de la gente "anormales". No se enlra en t*s universidades francesas de
del "sistema". La fundación de la École des Hautes Eludes oirá manera que con los distintivos reglamentarios. Ahora
no inquietó por un solo segundo a la universidad tradicional; bien, la genle sin dislintivos 5 sin estrellas que acogimos en la
ésta se reía de nosotros, porque la encontraba profundamente École des Hautes Eludes ha lecho la grandeza y la fama de
ridicula. ¿Acaso porque admitimos en la École des Hautes la École.29
Eludes a personas sin título; a veces incluso extranjeros, reclu-
tados sólo con base en los méritos que les reconocíamos? ¿No Es aquí, pues, donde se encuentra el extraordinario me-
habíamos acaso tenido un sislema de reclutamiento de un dio de difusión sobre el que está fundada aquella osmosis
liberalismo extraordinario; un reclutamiento —debo recono- intelectual de que hablaba antes y que, cuando Braudel
cerlo— que "pescó" en aquel proletariado intelectual sim-
deja (por razones burocráticas de límites de edad) la pre-
pálico que exisle en todas las grandes capitales? Con estos
elementos creamos la École des Hautes Eludes. Y caímos en
sidencia de la École, será r ti ornada por la Maison des
la cuenta cinco, seis, siete años después que conslituíamos la Sciences de l'Homme, de la c_{ je él fue fundador. Por tan-
única instilución viva. Y nos convertimos —casi sin darnos to, es a través de estos vehículos —Annales y École— que
cuenta— en la organización fundamental de las ciencias hu- Braudel hizo circular su pensamiento.
manas en Francia, con una difusión considerable en el exte- Pero volvamos un instante sobre este pensamiento; cier-
rior. Mi colega y amigo K. Pomian ha hablado de la influen- tamente no para indicar los c< imponentes (esto se ha trata-
cia de los Anuales en Polonia. Pero no son sólo los Aúnales do de hacer en páginas antenores), sino más bien para
los que han brillado en Polonia; también la École des Hautes delimitar los confines. Braud ;1 mismo ofrece un indicio
Eludes. Habíamos recibido un millar de becarios polacos; no para acercarnos a este probleri a:
eslá mal... Habíamos lenido éxito en un cierto número de
direcciones, a través de la École y a través de los Annales. La Como todos, no reconozco ciei lamente mi voz cuando escu-
École, en efecto, acogía a numerosos profesores extranjeros, cho una grabación. No estoy cierto de que en la lectura [de
algo entonces rarísimo en Francia: Lucien Goldmann había viejos artículos reunidos en i;n volumen] yo reconozca —lo
nacido en Rumania; Julien Greimas, uno de los grandes lin- que se llama reconocer— mi pensamienlo de ayer. Sobre
güistas de nuestro liempo, en los países bállicos; Elienne todo, estos artículos releídos, .mo después del otro evocan
Balasz, el mejor especialista en historia de China, había para mí circunslancias del passdo. Me vuelvo a ver caminan-
nacido en Budapest; el más grande de nuestros psicoanalis-
tas se llama Devereux y, a pesar de este nombre de sonido 29
Braudel, "En guise...", pp. 248-24''

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do para arriba y para abajo a grandes pasos a través del cam- Braudel. A pesar de ello, por un conjunto de razones per-
po de Lübeck junto con Henri Brunschwig durante nuestra sonales que me han ligado a su actividad y a su vida por
interminable detención; cenando en la Rué de Vaneau en
mucho tiempo, tengo la impresión d<í no poder escribir de
casa de Georges Gurvitch; todavía más a menudo charlando
con Lucien Febvre, o más bien escuchando, como una cierta él, sino sólo hablar de él (de manera incompleta, en verdad
tarde en Souget —su casa de campo en el Jura—, mientras la no objetivo, por definición). Dígame;; entonces que estas
noche, bajo los cedros del jardín, nos había envuelto a todos páginas no son otra cosa que la proyección de la idea que
en su sombra desde hacía rato. Un pensamiento nutrido de yo me hago de Braudel historiador y ti 2 Braudel intelectual
tantos ecos, de tantos recuerdos, donde las voces escuchadas (naturalmente, no existe solución de continuidad entre los
retoman naturalmente vida, ¿es en verdad mi pensamiento?-^' dos). De lo que estoy seguro —fuera de toda impresión
personal— es de que Braudel tiene ciertamente un lugar
Naturalmente, a los nombres dados por Fernand Brau- muy preciso entre los grandes organ i madores del saber de
del sería muy fácil añadir docenas de otros. De manera nuestro tiempo.
indiscutible, el historiador francés es capaz de absorber,
asimilar y digerir el pensamiento de otro. Pero es nece-
sario también precisar que Braudel "braudeliza" el pensa-
miento ajeno, lo pliega a sus exigencias, a sus curiosidades;
más en particular, lo "combina" con otros pensamientos y,
sobre todo, con el suyo.
Me parece que precisamente esta capacidad "combina-
toria" constituye el rasgo más característico del pensa-
miento de este gran intelectual de nuestro tiempo. Lo repi-
to: Fernand Braudel es ciertamente el historiador que más
ha influido sobre la historiografía contemporánea en el
mundo. Su influencia como intelectual y como organizador
intelectual se ha manifestado sobre todo en estos últimos
años: lejos de envejecer, su pensamiento parece renacer
cada día.
Conocí a Fernand Braudel en 1948. Fue para mí un
maestro, un colega, un presidente, un amigo. Ahora,31 no
es más un amigo y se ha vuelto simplemente (!) Fernand

30
Id., "Prólogo" a Ecrits sur l'histoire,París, 1969, p. 5.
31
Evidentemente, me refiero a 1978.

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