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Instituto Internacional
para el Pensamiento Comple jo
Dossier:
Prolegómenos sobre quince tesis para una
filosofía de la Educación en la Era Planetaria
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Prolegómenos sobre quince tesis para una
filosofía de la Educación en la Era Planetaria1
Por Raúl Domingo Motta2
En este trabajo se desarrollan los distintos temas que permiten considerar, de una manera
multidimensional, el problema actual de la educación, consistente en repensar su
transformación en directa relación con la necesidad de reorganizar los conocimientos y los
saberes, para la resolución de los problemas y desafíos que enfrenta el devenir de la humana
condición3. Dicho problema además, ha sido afectado por las transformaciones sociales,
económicas y geopolíticas del pasado siglo y generadas, en parte, por el encabalgamiento y
solapamiento de los impactos producidos por los distintos componentes de la revolución
científica y tecnológica a lo largo de dicho período de tiempo.
Partimos para ello de un análisis de los distintos factores que han producido la ruptura y la
fractura de la débil correspondencia entre los órdenes curriculares y disciplinares de los
campos científicos y sus correspondientes dinámicas institucionales, y la crisis de
legitimación del actual orden institucional educativo y de las incumbencias profesionales.
Esta crisis del orden del saber y de las prácticas, reclama una nueva configuración de la
organización y relación entre el cosmos, la vida, la humanidad y la sociedad planetaria.
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Este texto pertenece a la Cátedra Itinerante hE^K͞ĚŐĂƌDŽƌŝŶ͟;/hDͿĚĞůInstituto Internacional para
el Pensamiento Complejo (IIPC) y difiere en algunos aspectos de redacción, del texto publicado por el Consejo
Mexicano de /ŶǀĞƐƚŝŐĂĐŝſŶ ĚƵĐĂƚŝǀĂ ;KD/Ϳ͕ ͞VII Congreso Nacional de Investigación Educativa.
ŽŶĨĞƌĞŶĐŝĂƐŵĂŐŝƐƚƌĂůĞƐ͘͟DĠdžŝĐŽ͕ϮϬϬϱ͘
2
ŝƌĞĐƚŽƌ ĚĞ ůĂ ĄƚĞĚƌĂ /ƚŝŶĞƌĂŶƚĞ hE^K ͞ĚŐĂƌ DŽƌŝŶ͟ ;/hDͿ LJ del Instituto Internacional para el
Pensamiento Complejo (IIPC). motta@complejidad.org www.complejidad.org
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ůƚĠƌŵŝŶŽ͞ŚƵŵĂŶĂĐŽŶĚŝĐŝſŶ͟ĞƐĐƌĞĂĚŽƉŽƌĚŐĂƌDŽƌin y quien suscribe para significar una diferencia con
ƌĞƐƉĞĐƚŽĂůƚĠƌŵŝŶŽ͞ĐŽŶĚŝĐŝſŶŚƵŵĂŶĂ͘͟>ĂĚŝĨĞƌĞŶĐŝĂĐŽŶƐŝƐƚĞĞŶƋƵĞĞůƉƌŝŵĞƌŽĂƐƵŵĞůŽƐĐŽŵƉŽŶĞŶƚĞƐĚĞ
referencia del segundo, entendiendo la situación existencial del ser como relativamente condicionada por el
contexto natural, histórico, social y cultural, pero agregando una circunstancia emergente en el siglo pasado, y
ƋƵĞ ͞ĐŽŶĚŝĐŝŽŶĂ͞ ĐĂĚĂ ǀĞnj ŵĄƐ͕ Ă ůĂ ĐŽŶĚŝĐŝſŶ ŚƵĂŵĂŶĂ ŚĞƌĞĚĂĚĂ͘ DĞ ƌĞĨŝĞƌŽ Ă ůĂ ĐƌĞĐŝĞŶƚĞ ĐĂƉĂĐŝĚĂĚ ĚĞ
autodestrucción alcanzada por la especie y también, a su intervensión en su devenir genético y en el de las
ĞƐƉĞĐŝĞƐĚĞůƉůĂŶĞƚĂ͘WĂƌĂƵŶĂŵĂLJŽƌĂŵƉůŝĂĐŝſŶĚĞůƚĞŵĂĐŽŶƐƵůƚĂƌ͗DŽƌŝŶ͕ĚŐĂƌLJDŽƚƚĂ͕ZĂƷůŽŵŝŶŐŽ͞ů
ĚĞƐĂĨşŽĚĞůĂƚƌĂŶƐĨŽƌŵĂĐŝſŶĚĞůĂŽŶĚŝĐŝſŶ,ƵŵĂŶĂĞŶ͞,ƵŵĂŶĂŽŶĚŝĐŝſŶ͟ƉĂƌĂůĂƐ,ƵŵĂŶŝĚĂĚĞƐ͘&ĂĐƵůƚĂĚ
de Filosofía y Letras. Universidad Autónoma de Nuevo León y CIUEM/IIPC. Nuevo León. 2006.
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Configuración que definiremos aquí como la convergencia dialógica, entre la emergencia de
la complejidad del proceso de planetarización de la humanidad y la planetarización de la
complejidad de la humana condición.
Justamente, la presencia de esta convergencia revela que el camino para resolver los
desafíos de la transformación educativa no consiste en reestablecer la ruptura mencionada
ajustando, adaptando, reorganizando o imitando los aciertos y las estrategias que se operan
desde hace años en el campo de la organización, de la producción y de la dinámica
financiera, por más globales o reticulares que éstos puedan ser.
Porque para nosotros la globalización de los mercados de producción y en especial el
financiero, no representa a la totalidad de la dinámica del mundo, sino que es un fenómeno
interior de la convergencia entre el proceso de planetarización de la humanidad y su
complejización, proceso que es preciso atender como una errancia planetaria que contiene
dentro de sí, una crisis general de las escalas y modalidades organizativas de la mayoría de
las sociedades que la conforman.
Realizar un esfuerzo de transformación educativa tomando en cuenta el estado actual del
devenir de las sociedades del planeta, tarde o temprano, nos lleva a tropezarnos con la
complejidad, ya no como declaración de impotencia, sino como el descubrimiento de la
característica principal de las dinámicas de la humana condición.
Para comprender la encrucijada en que se encuentra la educación y los desafíos que implica
su auto-‐transformación, en relación con el entorno, proponemos analizar y tomar en cuenta
los siguientes registros y procesos como puntos de partida:
a) La sustitución de los modelos de gestión organización mecánico-‐racionalistas,
piramidales y centralizados, por modelos de gestión de la organización/producción en
red es una de las características principales del actual sistema de producción global.
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Esta sustitución es imposible de comprender en su profundidad sin relacionarla con el
cambio de paradigmas tecnológicos que se produjo en el campo de las ingenierías de la
planificación y el control en la segunda mitad del siglo XX por efecto, en muchos casos,
de la transformación de los conocimientos y su circulación por los distintos campos del
saber, en la primera mitad del siglo XX.
b) Como un resultado de los procesos señalados en el punto anterior y retroctuando
sobre ellos, es preciso tomar muy en cuenta las transformaciones producidas en el
campo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación Social (TIC's) que
permitieron la concreción de dicha reticulación productiva.
La convergencia entre la incorporación de la forma red, como una morfología que se
estudia y se investiga con la finalidad de producir transformaciones en los modos de
producción, y en la expansión y articulación de dichos modos de producción, más allá de
las fronteras y a través de la utilización de TIC's, genera un impacto económico, social,
cultural y civilizacional sobre la sociedad y sus organizaciones precedentes, que si bien no
tiene un rostro definido, al menos ya se percibe como multidimensional, profundo e
incierto.
Se agrega a esta convergencia la velocidad de su desenvolvimiento y su solapamiento
con procesos cuya transformación no pueden ni planificarse, ni programarse y menos
aún sincronizarse con semejante velocidad, generando una disfuncionalidad creciente
entre la producción económica, la vida social, la acción política y la educación.
Disfuncionalidad que retroactúa sobre cada uno de estos campos y sobre su interacción
disfuncional misma, generando un efecto de ingobernabilidad, fragmentación, crisis de
valores, orfandad social e individual que es preciso comprender, con la finalidad de situar
la pertinencia de las estrategias educativas.
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c) La concentración y localización de los conocimientos, las tecnologías de producción y
gestión de estos procesos que, a su vez, permiten concentrar y, al mismo tiempo,
distribuir el poder financiero con una eficacia, velocidad y potenciación de la
especulación nunca vista, termina por fracturar o dislocar la relación entre: industria y
territorio, fuente de producción y mano de obra, capital y producción, producción y
mercado, educación y producción, cultura y economía, sociedad y sistema financiero,
poder y gestión, etcétera.
El sujeto mismo de este proceso es anónimo, es decir, se abstrae en una especie de
cuatrimotor planetario conformado por la actividad industrial, la actividad financiera, la
dinámica de la ciencia y la dinámica tecnológica. Cuatrimotor dislocado y dislocante que
articula estas dinámicas y, al mismo tiempo, desterritorializa su actividad de las
sociedades, las culturas, los saberes y los valores preexistentes.
Esta dinámica desterritorializante, sobrevuela los conglomerados humanos a través de
un entorno que se denomina sociedad de la información. Entorno que muestra, como si
fuera una tarjeta postal híbrida, lo que en realidad es una interacción entre las
sociedades y las culturas y que al registrar el impacto de este cuatrimotor dislocante,
reaccionan en forma impredecible sobre el mercado y las estructuras de las sociedades
"englobadas" y "aglomeradas" más que globalizadas.
Sin preverlo y de la mano del mismo proceso de desterritorialización, generado por la
convergencia y la concentración mencionada más arriba, se van gestando los
componentes de una sociedad planetaria desterritorializada, que busca
institucionalizarse construyendo nuevos territorios en el "in-‐mundo" globalizado, una
sociedad planetaria protomestiza que no encuentra todavía sus instituciones, ni sus
políticas y, menos aún, su educación y enciclopedia para vivir.
Fuera de los ghettos, la aglomeración y la exclusión/inclusiva creciente abroquela la
miseria humana que, a través de imágenes desterritorializadas, presenta la intemperie
social y política de la humana condición.
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d) Al mismo tiempo, esta convergencia y concentración mencionadas transforman a la
tecnología de guerra, provocando una cascada de mutaciones geopolíticas que
"desencuadernan" a la "agenda internacional", imaginada por las burocracias estatales e
internacionales, hasta mostrar que la planetarización de la especie es un bricolaje
humano sobre un "modelo para armar" político y civilizacional.
e) Durante esta veloz y voraz dinámica de transformación, emergen nuevos objetos y
problemas que se caracterizan por su globalidad y enormidad. Abarcan la Tierra o gran
parte de ella y fuera de las normas concebidas. Estos problemas globales que
transforman al planeta en un "objeto-‐mundo", retroactúan sobre la organización
humana precedente y desestabilizan sus instituciones nacionales e internacionales.
Problemas que transgreden las fronteras territoriales, pero también las culturas, las
incumbencias profesionales preestablecidas y los feudos disciplinares, arrasando con sus
paisajes mentales. En fin, cambian la relación y la percepción del vínculo (aún
impensado) entre la humanidad, la vida, el planeta y el universo.
Nacida de esa producción inaudita de conocimientos y saberes heterogéneos,
distribuidos entre campos casi incomunicados entre sí, con un capital de incomprensión
creciente sobre su organización y sobre su relación con su entorno, esta transformación
planetaria se vuelve sobre sí misma, provocando una implosión paradigmática no sólo de
sus campos fragmentados, no sólo de sus enciclopedias locales, no sólo de sus modelos
de control y gestión de la producción del conocimiento, sino sobre sus propios
fundamentos, lógicas, valores, procesos, métodos e identidades.
Hasta el punto de redescubrir, como en la época de Descartes, que si bien no hace falta
conocer el conocimiento, cuando conocemos, ahora sí es necesario conocerlo, por ser el
capital y la herramienta de una transformación que rebasa a la última frontera: la
identidad de la especie.
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g) A este fenómeno de convergencia y concentración, de interacción y retroacción, de
morfogénesis, reorganización, territorialización y desterritorialización de las
ĐŽŶĨŝŐƵƌĂĐŝŽŶĞƐ ŚƵŵĂŶĂƐ ĞŶ ƵŶ ƉůĂŶĞƚĂ ĐĂĚĂ ǀĞnj ͞ŵĄƐ ƉĞƋƵĞŹŽ͟ LJ ƐŝŶ ƵŶ ŚŽƌŝnjŽŶƚĞ
humano definido, lo denomino: errancia planetaria.
h) La dinámica de las TIC's han producido un campo virtual morfogenésico, donde
circulan e interactúan gigantescos volúmenes de información y conocimiento,
desconectados de sus orígenes y de sus campos de producción. Este campo virtual incide
de una forma cada vez más creciente en la opinión, el entendimiento y la transformación
de la realidad como si fuera una especie de inteligencia colectiva o noosfera.
i) El desconocimiento de la actual emergencia de una cultura planetaria juvenil
totalmente divorciada de la cultura de sus maestros y profesores, favorece una ya
creciente situación de violencia, sumando la incomprensión del contexto y al creciente
aislamiento irreflexivo de la escuela y la universidad con su entorno social.
La Errancia Planetaria como Contexto de la Globalización Económica
Los problemas más desafiantes para el hombre contemporáneo, en su mayoría, son
mundiales. La telemática y la informática permiten que la humanidad experimente la inédita
situación de encontrarse satelizada. El hombre es órbita de sí mismo y la Tierra se
empequeñece, en la misma proporción que el crecimiento de los desafíos descansan cada
vez más sobre nuestras débiles espaldas.
Protagonistas o víctimas, las naciones que conforman el actual devenir de la humanidad
comienzan su apertura y, al mismo tiempo, se encaminan hacia un encuentro tal vez sin
precedentes, mientras que en su interior sufren la fragmentación y la desterritorialización de
sus actividades. Los sistemas políticos plásticamente cerrados, cuando intentan abrirse,
fracturan la falsa homogeneidad que ocultaba su latente pluralismo.
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Hay un problema de forma y de orden. La forma se fractura mientras que el orden se
globaliza: errancia planetaria. La fractura señala que, tal vez, el mundo no tenga la
consistencia de antaño: errancia.
El (des)orden señala que, quizá, la humanidad necesita reescribir un nuevo orden más
creíble, menos asfixiante, en una época incierta y abierta: planetaria. Sin embargo, aún falta
mucho por recorrer; porque la errancia planetaria no es el fin, sino el comienzo del incierto
devenir humano de la planetarización.
No caben dudas que al mismo tiempo que el hombre arriba al dominio de la ciencia y la
técnología planetaria descubre que su planeta, la Tierra, descansa en la nada. Y es esta
tecnología y su modos de gestión cada vez más planetaria la que domina la política mundial:
que a través de crisis locales recurrentes por doquier, se transforma en política planetaria.
Pero, ¿qué es esta política, extraviada de la polis, de la ciudad-‐Estado y de la confederación
de ciudades-‐Estados? ¿Será la política planetaria, la política de los imperios? No, la política
planetaria no atañe a un lugar autónomo por grande que sea. Ella mueve el globo terrestre
en su conjunto, aunque no sepamos qué es en verdad. Tal vez la política planetaria sea la
experiencia de una civilización que asume el proceso de globalización de su pluralidad
desbordante, en tiempo real.
Cómo demarcar, en este nuevo contexto, la parte del todo. Sin embargo hay partes y todo.
Pero entonces, ¿cuál es el adentro y cuál es el afuera? La distancia habitual de las dos
dimensiones de la política no es real. La política interior y la política exterior de cada Estado
son algo más que interdependientes, la política "global" de cada Estado en "particular" se
entrelaza a la de los demás con la situación política internacional que emerge, como una
dinámica de acciones borrosas que retroactúan sobre lo precedente, a tal punto, que la
organización mundial, global y universal, técnica y prácticamente, no conoce ya nada
exterior a ella.
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El adentro se mimetiza con el afuera, las cosas no marchan, cambian de ritmo: danzan o
chocan entre sí. La época planetaria es el mundo transmutado en artificio, se borran las
antiguas fronteras entre lo ficticio y lo auténtico, ausencia de una verdad: absoluta y
terminante porque nadie ni nada puede contener el actual juego de las identidades y las
interdependencias.
La producción, la distribución y el intercambio de productos, igualmente que el consumo, se
desarrollan, cada vez en mayor grado, a una escala global. Si bien la economía mundial es la
organización de la carencia, la organización de la satisfacción de la carencia y de las
carencias experimentadas progresivamente y creadas, también artificialmente, no obstante
la humanidad actual intuye que se acerca el tiempo para alcanzar lo que falta con lo mucho
que sobra. Porque la mundialidad del mundo ha descubierto que la carencia es mucho más
abierta y total, porque ella tiene hoy la medida del deseo y de la producción del hombre
planetario.
Que el proceso de mundialización tienda hacia la unidimensionalidad de un Estado mundial,
o hacia una confederación mundial o federación mundial de Estados, o que tienda hacia los
Estados Unidos del mundo planetario, no lo sabemos con certeza. Que ese Estado mundial
se realice o no, que una organización planetaria, cualquiera que fuese su forma, resuelva o
no resuelva los problemas interestatales o internacionales o que, por fin, elimine el riesgo de
una conflagración mundial o de catástrofes particulares, tampoco lo sabemos a ciencia
cierta.
Sin embargo, todos estos interrogantes son ya fenómenos interiores del mundo planetario,
en donde las diferencias ideológicas, políticas y económicas, que hoy todavía pululan por el
mundo, pasan a un segundo plano a medida que cobran más importancia en el estado de
intemperie compleja que cada sociedad debe transitar en esta errancia planetaria. Sucede
que, actualmente, la arena política del mundo es compleja, cada cosa tiene su tiempo, su
inercia y su dimensión y, a su vez, todas las cosas se reúnen en un evento y una historia, una
página y una palabra de un libro que se reescribe permanentemente.
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Entre borrones y tachaduras un conjunto de potencias arribaron a esta arena, salidas del
seno mismo de la vieja Europa Occidental, desarrollando a fondo la tecnología y la industria.
Ellas aspiran a conquistar un lugar predominante en un previsible banquete.
Si bien nadie abandona por completo el sueño de la dominación mundial, los países
subdesarrollados, antiguos merodeadores de los márgenes de la historia, son convocados al
banquete para que tomen una parte activa en el juego planetario. Quién impondrá las
reglas, cuánto se comerá y cuánto se beberá, hoy todavía no lo sabemos a pesar del
facilismo de muchos agoreros.
Surgida hace más de quinientos años como producto de la aventura de los jóvenes Estados
de Occidente, la planetarización, como si fuera un segundo momento del espíritu absoluto
que interpretara Hegel, luego de agotar su marcha histórica del Oriente hacia el Occidente,
volviéndose renovado sobre sus talones, se expande por toda la superficie llana del planeta.
La tendencia planetaria representada por la inestabilidad organizacional de más de 300
asociaciones intergubernamentales, por el crecimiento de las organizaciones no
gubernamentales (ONG), por el poder creciente de las multinacionales, por la espiral de las
especulaciones globales, por las corrientes migratorias globalizadas y por el conflicto entre
regiones y Estados nacionales busca la organización y la planificación de la explotación
integral de todo, dirigiéndose a la producción mundial, a la distribución y al consumo global.
Lo sepan o no, todos los pueblos tienden a esa realidad interior de un mundo que se
empeñan por desconocer.
Es cierto, por el cambio se acentuarán las diferencias económicas, políticas, culturales,
religiosas, nacionales, raciales e ideológicas, pero no es menos cierto que todas estas
diferencias son absorbidas en el movimiento interdependiente y complejo de lo planetario,
bajo un juego irresponsable de inclusión y exclusión, dentro de una única nave que acelera
su paso errante.
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Las diferencias entre el viejo capitalismo y el socialismo, entre los burgueses y los
proletarios, entre los de la ciudad y los del campo, entre Occidente y Oriente; las diferencias
entre la conservación y la revolución, entre la derecha y la izquierda, entre el nacionalismo y
el internacionalismo, entre el individualismo y el colectivismo, entre los humanos blancos y
los humanos de color, entre los colonizadores y los colonizados; la diferencia entre la paz
armada y las guerras "locales", entre la esperanza y la desesperación, se encuentran en un
mismo territorio planetario signado por una transformación ciega.
El principio mismo y el significado de estas diferencias han cambiado de signo y, en muchos
casos, sobrevivirán modalidades con un fuerte aroma rancio. Ninguna sociedad, por sí
mismo y aislado del entorno mundial, podrá acumular el conocimiento y el poder necesarios
para interpretar el sentido de este proceso y ubicarse estratégicamente en esta travesía.
Sin embargo, aunque parezca improbable hoy, la operación y el desarrollo de políticas y
proyectos de crecimiento a mediano plazo, con el concurso y la participación de todos los
sectores de las comunidades en condiciones de riesgos e incertidumbres, serán una parte
sustancial del esfuerzo por arribar dignamente a un nuevo modelo de convivencia mundial.
En nuestros días, globalización significa también, la posibilidad de la emergencia de una
"sociedad planetaria" que demanda una nueva dimensión de la gobernabilidad planetaria
que no tiene antecedentes históricos.
Las transformaciones del sistema capitalista, en especial la creciente desterritorialización de
sus sistemas de producción, del capital financiero y del flujo de información y de
conocimiento, han creado una crisis de escala en las organizaciones públicas y las privadas.
Esta crisis de escala es apenas percibida y sin embargo se evidencia en la creciente
desincronicidad entre los sujetos entre sí y los sujetos con los objetos, en el interior de las
fronteras nacionales. Se suma a ello la emergencia de nuevos actores internacionales
desterritorializados, pero con gran poder de inserción en lo local a través de la gestión en
red, un ejemplo de ello es el narcoterrorismo que emerge retroactuando sobre la misma
sociedad que creó las condiciones de su posibilidad.
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Se agrega a este fenómeno el impacto de la revolución de las comunicaciones y el
transporte, que han producido una verdadera transformación en el "espacio" y el "tiempo"
de las sociedades, generando, por un lado, una sincronicidad informacional (tiempo real de
las comunicaciones) y, por otro, una creciente "heterogeneización" producida por la
revelación de la diversidad "temporal" de las distintas sociedades (distinta velocidad de
desarrollo económico, por ejemplo) y culturas, en un mundo que es "un pañuelo" y requiere
de una sincronicidad de decisiones políticas inédita.
Se ha afirmado muchas veces que la globalización produce "interdependencia" entre las
sociedades del planeta, pero pocos comprenden que esta globalización no produce sino que
es producida por la combinación de los componentes mencionados más arriba, los cuales
han generado una interactividad de la dinámicas de las sociedades, provocando una
interacción entre causas, efectos y retroacciones a escalas inéditas, que tiende a modificar la
gobernancia social, local y global.
En este sentido podemos mencionar los siguientes ejemplos:
a) Un fenómeno tradicionalmente alejado geográficamente impacta a muchos
kilómetros de distancia por los medios telemáticos.
b) Una causa de pequeñas dimensiones (fenómeno a escala despreciable) por efecto
de la revolución y expansión del transporte se transforma en un efecto globalizado
(SIDA).
c) El crecimiento y la expansión de la interacción entre distintas dimensiones de la
realidad social. Como por ejemplo la espiral ambiente/pobreza/salud repercute en el
espiral desarrollo económico/seguridad/gobernabilidad democrática.
d) El cambio climático global.
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Desde nuestra perspectiva, la globalización es un elemento interno a la dinámica de la
planetarización y es también un producto de la transformación de los sistemas de
producción que conlleva una crisis del tejido social y de las formas organizacionales en
tránsito.
Como tal, requiere de una nueva visión crítica de la vulnerabilidad del sistema global,
generada por el aumento de la complejidad de la dinámica de dicho cambio y, al mismo
tiempo, requiere ver los desafíos y las oportunidades que éste conlleva. El cambio del
sistema de producción obliga a una nueva percepción de las escalas organizacionales y
sociales, en especial de lo que entendemos por "espacio local" y por "espacio global".
En síntesis, el sistema de producción capitalista ha rebasado el estadio de la organización
estatal y lejos de estar en crisis obliga a una profunda redefinición del tejido social y de las
ideas de modernización y progreso. Pero ello no significa que el devenir de dicho sistema sea
determinado y continúe tal como actualmente es imaginado.
Un cambio en el sistema productivo y en las escalas de gobernabilidad social con sus
crecientes riesgos globales (epidemias, crisis ambientales, cambio climático global, tráfico de
armas -‐en especial las nucleares), manifiesta que la planetarización de la humanidad si se la
reduce al fenómeno de la globalización económica, oscurece la verdadera dimensión política
del desafío al que se enfrenta la humanidad en este siglo.
La fragmentación social es también un efecto de las transformaciones del sistema
productivo que pasa de una economía homogenizadora de producción de masas a una
economía de signos y espacios a medida y personalizados. Lo que produce esta
transformación no es sólo la aceleración de la destrucción de la sociedad tradicional
(sociedades remanentes que no habían entrado del todo en la modernidad), sino también la
quiebra del modelo de producción uniformante fordista, permitiendo que las sociedades -‐
como identidades constructivas no sólo se desterritorialicen sino que se conformen según
valores propios y autoconvocantes, pero por falta de una visión civilizacional, se
autoconstituyen sin mecanismos claros de articulación transculturales que aumentan el
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riesgo social por ausencia de un consenso global de gobernabilidad.
Todos estos fenómenos producen graves lesiones en el tejido social pero, a la vez, crean las
condiciones de la regeneración de nuevos vínculos a través de movimientos y redes sociales,
que no sólo critican y resisten semejante destrucción, sino que también proclaman la
necesidad de recrear una sociedad-‐mundo que sea verdaderamente planetaria y más
humana que la actual globalización económica y financiera.
De esta manera la planetarización, como ha señalado Edgar Morin requiere la toma de
conciencia de que la Tierra, desde la actual escala de intervención del hombre en la
naturaleza, es la única Patria y como tal, requiere un cambio civilizatorio.
La globalización es un fenómeno interior de la planetarización, es la edad de hierro
planetaria, la no percepción del nuevo estadio a que ha arribado la especie humana. Es más,
ricos o pobres, conscientes o no, la dinámica planetaria envuelve, viste y organiza nuestro
entorno artificial.
No sólo cada parte del mundo forma parte del mundo cada vez más, sino que el mundo
como todo, cada vez más está presente en cada una de sus partes. Esto se verifica no sólo
para las naciones y los pueblos, sino también para los individuos. Así como cada punto de un
holograma contiene la información del todo del que forma parte, así, de aquí en más, cada
individuo recibe o consume informaciones y sustancias de todo el universo.
Por ejemplo, el europeo se despierta cada mañana encendiendo su radio japonesa donde
recibe los acontecimientos del mundo: erupciones volcánicas, terremotos, golpes de Estado
y hasta conferencias internacionales le llegan mientras toma su té de Sri Lanka, India o China
-‐a menos que se trate de un café moka de Etiopía o de una variedad de América Latina-‐; se
sumerge en un baño espumoso de aceites tahitianos y utiliza un aftershave con esencias
exóticas, viste su ropa tejida, su slip, su camisa de algodón de Egipto o de la India; usa
chaqueta y pantalón de lana australiana manufacturada en Manchester y en Roubaix
Tourcoing, o bien un sacón de cuero proveniente de China sobre unos jeans tipo USA. Su
reloj es suizo o japonés. Sus anteojos tienen marco de caparazón de tortuga de Galápagos.
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Su portafolio es de pecarí del Caribe o de reptil africano.
En invierno en su mesa puede encontrar fresas y cerezas de la Argentina o Chile, judías
verdes frescas de Senegal, aguacates o ananás de África, melones de Guadalupe. Tiene, a
gusto, ron de Martinica, vodka ruso, tequila mexicano, bourbon estadounidense, malta
irlandesa. En su casa puede escuchar un tango o una sinfonía alemana dirigida por un
director coreano, a menos que se instale frente a su televisor y asista a La óveme, con la
negra Barbara Hendricks como Mimí y el español Plácido Domingo como Rodolfo.
En su villa miseria, el africano o el latinoamericano, cartoneros y recolectores de una basura
también planetaria, no se integra a ese circuito de confort, pero se halla en el mismo circuito
de la errancia planetaria. En su vida cotidiana sufre los contragolpes del mercado mundial,
que afectan los precios del cacao, del azúcar, de las materias primas que produce su país.
Fue expulsado de su pueblo por procesos mundiales originados en Occidente, en especial el
progreso del monocultivo industrial: de campesino autosuficiente se ha transformado en un
habitante de suburbios en busca de un salario; a partir de ahora sus necesidades se traducen
en términos de supervivencia monetaria. Aspira al bienestar. Utiliza vajilla de aluminio o de
plástico, bebe cerveza o Coca-‐Cola. Se acuesta sobre planchas recuperadas de espuma de
poliestireno y lleva playeras impresas a la manera estadunidense.
Baila con músicas sincréticas en las que los ritmos de su tradición se incorporan a una
orquestación proveniente de Estados Unidos, llevando la memoria de lo que sus ancestros
habían aportado. Transformado en objeto del mercado mundial, se ha transformado
también en sujeto de un Estado montado sobre el modelo occidental. Así, para bien o para
mal, cada uno de nosotros, rico o pobre, lleva en sí, sin saberlo, el planeta entero. La
mundialización es a la vez evidente, subconsciente y omnipresente.
Por si lo anterior fuera poco, ricos o pobres, sufrimos la aglomeración de objetos y procesos
conjuntamente con el achicamiento relativo del planeta, que se manifiesta en la relación que
existe entre el tiempo que se tarda en recorrerlo viajando como polizón, secuestrador,
trabajador o turista, con la última tecnología aeroespacial.
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Mientras que la aglomeración humana y de sus desperdicios rebasa todo cálculo, el tamaño
del planeta depende cada vez más, del cociente de la distancia (D) y la velocidad (V) con que
éste, en forma desterritorializada, es recorrido (por ejemplo la velocidad de la información
que circula en los soportes telemáticos se mide en nanosegundo).
Así, el empequeñecimiento relativo del planeta Tierra (TR), en función de las dos variables
anteriores, es equivalente al tiempo real (tr) generado por la velocidad de la información.
Pero como dice el antiguo adagio, parece que las desgracias circulan en tiempo real
desterritorializado mientras que sus posibles soluciones circulan a otra velocidad, la del
tiempo "real" territorializado y tropezando con montañas y océanos.
La mayoría de los asentamientos humanos se encuentran a merced de un proceso y una
lógica organizacional que combina, con diversos grados de complejidad, los siguientes pares
de opuestos (contradictorios, complementarios y antagonistas): local y global; rigidez y
flexibilidad; concentración y desconcentración; rearticulación y fragmentación;
inclusión/exclusión; destrucción y regeneración; revolución y conservación; desarrollo y
subdesarrollo.
De esta manera, mientras se globaliza aquello que se flexibiliza y puede dislocarse para
rearticularse, se fractura o fragmenta aquello que se rigidiza local o globalmente, para
regenerarse y organizarse. Estamos en presencia de una dinámica dislocante que también
concentra subdesarrolladamente desarrollo, y descentra subdesarrolladamente
subdesarrollo produciendo, entre otras cosas, una exclusión social inclusiva, porque todas
estas dinámicas son parte de una y la misma realidad humana que se vuelve contra sí
misma.
En esta dinámica vertiginosa, que se produce dentro de un mundo abiertamente cerrado,
todos compartimos (aunque con distinto grado de confort y capacidad de supervivencia) la
misma vulnerabilidad.
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El mundo emergente no es ya un mapa compuesto por un rompecabezas de naciones para
armar, sino un conglomerado urbano semejante a un mapa meteorológico donde los frentes
climáticos se arremolinan y se desplazan con independencia de sus fronteras, y frentes de
altas y bajas presiones crean nuevas condiciones metereológicas imprevistas y a gran
distancia es decir, todo implica una creciente complejidad.
En estas condiciones, más que una gobernabilidad sostenida por instituciones locales y
globales, existe una inestable correlación de procesos auto-‐eco-‐organizacionales que
sostienen la vieja coreografía, sobreviviente de un antiguo teatro internacional devorado por
las llamas del siglo XX. De esta manera se comienza a percibir, cada vez más, un inédito
aumento de la complejidad social que nos ha arrebatado las condiciones de convivencia hoy
imposibles de sostener con viejos esquemas políticos y con los actuales paisajes mentales.
Sistema social desvanecido para bien o para mal, por el impacto que significa estar arrojados
en una aglomeración social dominada por acciones, reacciones y retroacciones combinadas
dentro de un mismo territorio percibido fragmentariamente.
La inconsistencia e incontinencia de la mayoría de las instituciones que administran lo
público y lo privado no asumen lo que el habitante de estos conglomerados urbanos percibe
cotidianamente:
a) Los procesos tienden a retroalimentarse -‐incluyendo la ceguera de la gestión
económica y política unidimensional más de lo que nos damos cuenta. Por ejemplo, la
crisis ambiental, el desempleo y la pobreza se retroalimentan entre sí y, a su vez, forman
una espiral retroalimentante con la sociedad que los amplifica.
b) Todo el mundo se encuentra en un estado de total interdependencia creciente.
c) La vulnerabilidad de las sociedades es directamente proporcional al crecimiento de la
complejidad de dicha interdependencia.
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d) Las acciones tendientes a reducir la complejidad, ignorando su modalidad, lejos de
lograr sus objetivos, agregan a la creciente vulnerabilidad social el incremento de la
violencia y de los riesgos.
e) La inestabilidad organizacional del sistema es un hecho natural cuando éste se halla en
un crecimiento de su complejidad inherente.
f) La ignorancia y los esquemas estáticos, reduccionistas y mecánicos de educación,
gerenciamiento y socialización son un verdadero obstáculo para la gobernabilidad de
sistemas inestables y vulnerables, característica, por cierto, de todas las sociedades del
planeta.
g) La flexibilidad, la participación específica, el autoconocimiento y la formación
permanente son los insumos más importantes para el desarrollo político, social y
económico.
h) La retroalimentación de procesos de percepción e información local en función de lo
global no sólo fortalecen los desarrollos locales, sino que también son una necesidad
imperiosa para la gestión de procesos globales.
i) La selectividad de las ideas y la reflexión participativa es vital para el sostenimiento de
la identidad de las organizaciones en procesos de mutación social.
j) Mientras que para algunos países el principio de soberanía estatal constituye la única
base de cohesión o identidad nacional este principio concebido sólo de ésta manera, es
crecientemente incompatible con las realidades políticas generadas por las
interdependencias de las sociedades actuales.
k) La administración de los gobiernos actuales otorgan prioridad a soluciones
políticamente útiles a corto plazo y desdeñan sistemáticamente la perspectiva a largo
plazo.
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Como consecuencia de tales legados de abandono, los problemas tienden a complicarse
y los Estados caen en un permanente ritmo de gobierno de crisis.
l) Los gobiernos se organizan principalmente bajo la forma de ministerios sectoriales,
identifican opciones sectorialmente a través de evaluaciones fragmentarias, tratan
síntomas aisladamente y proponen soluciones estáticas y sectoriales mediante
administradores cuyas incumbencias profesionales son rebasadas por problemas
globales.
m) La gobernabilidad ya no es monopolio de gobiernos y organismos
intergubernamentales y/o internacionales. Su eficacia dependerá, cada vez más, de la
generación de condiciones de posibilidad de co-‐gobierno con los ciudadanos quienes, a
pesar de su situación actual, no son una multiplicidad cualquiera.
La comprensión de los problemas globales (de fuerte impacto local) y la generación de
respuestas locales requieren de un espacio decisional basado en una visión del planeta
entendido como "Tierra-‐Patria". Este desafío político requiere además de la generación de
condiciones socioculturales propicias para el ejercicio de una democracia cognitiva
(articulado y soportado por una paradigmatología), el reconocimiento de una ética de la
comprensión de la diversidad humana, como soporte de una dialógica intercultural situada
en una civilización planetaria.
Dentro de este marco de condiciones iniciales los proyectos de transformación educativa se
han encontrado con los siguientes interrogantes:
-‐ ¿Qué ciudadanos queremos para el siglo XXI?
-‐ ¿Cuál es la enciclopedia de la sociedad de la información y del conocimiento?
-‐ ¿Cómo es posible pensar la relación entre complejidad y la planetarización humana?
-‐ ¿Es posible una sociedad planetaria?
-‐ ¿Qué rol tienen las ideas de interdisciplina, multidisciplina y transdisciplina en las
circunstancias descritas?
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-‐ ¿Cómo pensar el conocimiento para crear la sociedad del conocimiento en la actual fase
de la sociedad de la información?
-‐ ¿Cómo pensar las nociones de organización, interacción, orden, programa, parte y todo,
en función del ocaso del modelo mecánico racionalista y de la crisis de paradigmas de las
ciencias sociales y humanas?
-‐ ¿Cómo educar en la incertidumbre?
-‐ ¿Qué entendemos hoy por universidad?
En función de los temas y los interrogantes anteriores, la hipótesis que sustenta a las quince
tesis, afirma que la transformación de las políticas educativas dependerá de la
transformación del entendimiento humano y éste, a su vez, de la transformación educativa,
círculo vicioso que no nos permite comprender la emergencia de la complejidad inherente al
actual devenir de la especie humana.
En este sentido y en función del análisis de distintos proyectos de transformación educativa
se han constatado los siguientes obstáculos:
Si bien muchos proyectos de diseño curricular -‐que toman en cuenta el problema de la
rearticulación de los conocimientos, han superado la rígida oposición entre un pétreo
árbol de conocimiento y un flácido "desorden posmoderno" sin ejes estratégicos ni
lógicas relacionales, proponiendo modelos curriculares sistémicos, no se ha superado
aún la visión tecnocrática que consiste en imponerlos por decreto, sin operar las
condiciones de posibilidad de la transformación de la cultura docente, totalmente
alejada de las fuentes y los modelos de comprensión paradigmática que solicitan dichas
rearticulaciones.
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Una transformación paradigmática del orden y la dinámica de los conocimientos y las
currículas -‐sin considerar un cambio equivalente en las modalidades de gestión
institucional de las escuelas y sus sistemas políticos y de servicios, ahonda mucho más la
situación cotidiana de frustración e ingratitud en que se hallan sumergidos la mayoría de
los docentes. Pero, aunque sucediera una transformación adecuada en los términos
señalados en el punto anterior, la eficacia de la misma dependería, a su vez, de la
introducción de un modelo de formación-‐investigación-‐aprendizaje en todos los niveles
de la comunidad educativa. De otra manera se reduplicarían las visiones, los esquemas y
los modelos obsoletos de enseñanza, planificación y gestión.
En los programas de formación y calificación docente, si bien se hace mención o, en
muchos casos, son parte de una estrategia general de fortalecimiento educativo, los
contenidos que se brindan adolecen de la pertinencia de una verdadera
contextualización de los conocimientos contenidos en dichos programas. En este sentido
se destacan, por un lado, la ausencia de conceptos epistemológicos pertinentes para
tratar la distinción y, al mismo tiempo, la relación entre los distintos campos del saber
contemporáneo y por otro lado, la ausencia de metodologías para el tratamiento de la
información y la organización de los conocimientos acordes con el actual desarrollo de
las TIC's y su impacto en la producción e investigación cognoscitiva.
En función de las condiciones iniciales elaboradas anteriormente y a partir de la perspectiva
del pensamiento complejo representado por la cátedra itinerante UNESCO "Edgar Morin", se
presentan quince tesis para la construcción de una filosofía y una epistemología de la
educación en directa relación con el contexto de la errancia planetaria y con la
reconfiguración organizacional que hoy se produce en los distintos campos del saber y la
ciencia contemporánea, con la finalidad de desarrollar los criterios filosóficos necesarios
para una verdadera transformación educativa:
1) No podemos educar pertinentemente si no comprendemos la complejidad de
nuestra humana condición, de la condición de nuestro mundo y la relación inédita que
hoy emerge entre el devenir actual del mundo y el presente devenir de nuestra
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especie.
2) Sin la construcción de un prisma (biodegradable) de visión estratégica de la era
planetaria en la que vivimos, no es posible anticipar y digerir el impacto de los
procesos globales en lo local; ni regenerar y reubicar las identidades y culturas locales
en una posición digna y estratégica en el mundo actual. Tampoco es posible repensar
las estrategias institucionales que permitan renovar la política, la gestión social y la
planificación científica y tecnológica.
3) Priorizar la comprensión humana y el fortalecimiento de las capacidades
estratégicas del individuo por sobre el entendimiento y la acumulación de información.
4) Sin amor, esperanza y sapiencia, la misión política de la educación se reduce a una
mecanización reproductiva extremadamente aburrida.
5) La educación necesita comprender que la humana condición habla en lenguas y que
estas lenguas son multirreferenciales.
6) La revolución científica y tecnológica revela y reclama a la educación el cultivo del
desarrollo de la imaginación, entendida como el sustento principal del desarrollo
económico, cltural y social.
7) La interacción entre las reorganizaciones paradigmáticas de los conocimientos y la
evolución de las TIC's que, a su vez, retroactúan sobre dicha reorganización
paradigmática, exige repensar y recrear la noción de entendimiento humano y la idea
de enciclopedia de los saberes en la era planetaria.
8) La escisión entre prosa y la poesía, no sólo entendidas como estilos literarios, sino
como modalidades de organizar y comprender la vida y correlacionadas con los
cambios de los formatos de la producción, archivo y transmisión de la información,
produjo un tipo de educación que fragmentó hasta divorciar totalmente la vida
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prosaica de la vida poética.
Sin embargo, en las actuales transformaciones paradigmáticas, la educación -‐con la
finalidad de fortalecer la comprensión de la humana condición-‐ debería desarrollar
estrategias de rearticulación de estas dos dimensiones de la vida humana.
9) La reinserción del sujeto (desterrado del pensamiento por el mito del "objetivismo")
de parte de la ciencia actual, con un fuerte énfasis en las problemáticas sobre la
observación de segundo orden, requieren que la educación desarrolle las condiciones
de posibilidad de un aprendizaje basado en una verdadera complejización de lo que
hoy se entiende por sujeto.
10) La educación debería partir de una visión transversal de la humana condición para
elaborar una verdadera transversalidad de las currículas educativas.
11) La discusión de los problemas inter, multi y transdisciplinarios -‐si bien siempre han
existido en los distintos campos del conocimiento-‐ es primordial en la educación, con
la finalidad de presentar a las nuevas generaciones una organización de los
conocimientos acorde con la complejidad de la humana condición actual. Pero no se
trata tanto de discutir si hay o no transdisciplinariedad en las ciencias sino, más bien,
de interrogarse por cuál ha de ser la transdisciplinariedad que se necesita para educar
al ciudadano del siglo XXI.
12) Una visión educativa que continúe divorciando la heterogeneidad y, al mismo
tiempo, la homogeneidad antropológica y social de la humanidad con respecto a la
homogeneidad y heterogeneidad biológica y antropológica de esa misma humanidad
imposibilita, aún más, las condiciones de regeneración de una política de civilización
basada en la Unitas Multiplex de la humana condición.
13) No es posible educar a las nuevas generaciones sin comprender que la crisis del
futuro, emergente de los acontecimientos producidos a partir de la mitad del siglo XX,
ha sumergido a las sociedades en una dialógica entre esperanza y desesperanza que es
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preciso comprender y tratar con las jóvenes generaciones.
14) La emergencia de la "noosfera" o la "inteligencia colectiva" producida por las TIC's
no sólo ha generado la cibercultura de la sociedad de la información, sino que también
una creciente descontextualización de imágenes, ideas, información y conocimientos
que, a través de una recontextualización realizada por los medios masivos de
comunicación, poseen a los ciudadanos de esta sociedad, como en el pasado los dioses
poseían a los antiguos. La educación tiene que considerar este fenómeno y educar en
relación con el problema de la posesión de las ideas que también nos poseen.
15) El orden social, el racional, el educativo y el cosmológico siempre han tenido,
explícita o no, una correlación y una organización determinada, que la filosofía de la
educación hoy debería explicitar a través de una estrategia compleja de articulación
entre epistemología, pedagogía, antropología y cosmología de la actual humana
condición.
La finalidad de la presentación de estas tesis consistió en una sintética manera de proponer
los ejes que deberían desarrollarse, a través de una verdadera participación de toda la
comunidad educativa, para construir una plataforma filosófica de una transformación
educativa para la humana condición.
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