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Prenda I. Derecho Romano II. Derecho Civil.

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Concepto. Del latín pignus, derivado a su vez de pugnus, puño, prenda (p.) indica la
idea de asir (prehendere), muy en consonancia con el fin de garantía a que tiende esta
institución, que puede ser considerada como contrato o como derecho real, siendo sus
respectivas diferencias: 1) el contrato de p. es un acto jurídico que sirve de medio para
constituir el derecho real de p.; 2) entre el contrato y el derecho real de p. existen las
mismas disparidades que entre las obligaciones y los derechos reales; 3) el contrato
de p. mira principalmente a proteger al deudor, para que éste, una vez que haya
pagado al acreedor, pueda obtener la devolución de la cosa dada en garantía,
mientras que el derecho real de p. está creado para proporcionar al acreedor una
seguridad de que será oportunamente satisfecho su crédito; y 4) por tanto, el contrato
de p. origina acciones personales a favor del deudor contra el acreedor, mientras que
el derecho real produce acciones reales a favor del acreedor contra el deudor o
cualesquiera poseedor de la cosa pignorada. Aunque desde el punto de vista histórico
y práctico es más importante el aspecto de derecho real, muchas legislaciones, entre
ellas CC español, regulan la p. en el libro dedicado a los contratos, quizá por defecto
de sistematización, reconociendo empeto sus caracteres y consecuencias de derecho
real. Desde este punto de vista, puede definirse como un derecho real constituido en
garantía del cumplimiento de una obligación sobre una cosa mueble ajena, que entra
en la posesión del acreedor o de un tercero (p. propia) o permanece en la del propio
deudor (p. impropia o sin desplazamiento de posesión), y por virtud del cual si éste no
satisface oportunamente su deuda el acreedor puede instar la venta de la cosa para
cobrarse con el precio obtenido.
Evolución histórica. La evolución histórica del derecho de p. va íntimamente unida
a la de la hipoteca (v.), a cuyo correspondiente artículo remitimos al lector, subrayando
únicamente que, en un principio, la diferencia fundamental estribaba en que en la p.
existía desplazamiento de la cosa ofrecida en garantía, la cual permanecía en el poder
del deudor en la hipoteca (p. convencional) y más tarde, en el Derecho común, la
distinción se cifró en el carácter mueble o inmueble de la cosa. Actualmente,
manteniéndose la diferenciación en el terreno de los principios, resulta un tanto
desdibujada en la realidad al admitirse las figuras intermedias de la hipoteca mobiliaria
y la p. sin desplazamiento de posesión, reguladas en España por la Ley de 16 dic.
1954.
Clases de prenda. 1) Con o sin desplazamiento de posesión, según que la cosa
que garantiza el cumplimiento de la obligación se entregue al acreedor o a un tercero,
o bien siga en poder del deudor o pignorante. La p. sin desplazamiento tuvo sus
modernos precedentes legislativos en la establecida a favor de los agricultores y
ganaderos (RD de 22 sept. 1917) extendida luego a los industriales (Ley de 17 mar.
1940) e introducida en el CC español (art. 1.863 bis a 1.873 bis) por la Ley de 15 dic.
1941 que, a su vez, fue sustituida por la citada de 16 dic. 1954, actualmente vigente.
Esta clase de p. ha adquirido gran importancia en el tráfico jurídico internacional,
habiendo sido objeto de consideración por la Asoc. Int. de Derecho comercial y de
Derecho de los negocios y por el Comité jurídico de la Federación bancaria de la
Comunidad Económica Europea. 2) P. civil y p. mercantil, según se regule por una u
otra legislación; entre estas últimas son importantes las p. con garantía de títulos-
valores, modalidad de los contratos bancarios y las constituidas en Montes de Piedad
o casas de préstamos (reguladas en España por RD de 12 jun. 1909). 3) P. regular e
irregular, según recaiga sobre cosas no susceptibles o susceptibles de sustitución por
otras semejantes (cosas fungibles, determinadas por cantidad, peso, número o
medida). Esta diferencia se traduce en la siguiente consecuencia: el deudor o
pignorante conserva la propiedad de la cosa pignorada en la p. regular (siquiera se
desprenda, en principio, de la posesión), mientras que dicha propiedad se atribuye en
la p. irregular al acreedor, quien viene obligado a restituir una cantidad igual cuando se
cumpla la obligación, pero no la misma cosa pignorada.
Constitución y elementos. La constitución de la p. exige los siguientes requisitos o
elementos: a) elementos personales: el acreedor pignoraticio o titular del derecho real
de p., y el pignorante o constituyente de la p., que ha de ser dueño de la cosa con
capacidad para disponer de ella, bien se trate del mismo deudor o de otra persona
(tercero, fiador real); b) elementos reales: la obligación cuyo cumplimiento se asegura
con la p., que puede ser de cualquier clase, y la cosa pignorada, que ha de ser
mueble, de lícito comercio y susceptible de posesión y enajenación o venta; c) como
elementos formales se requiere, salvo en la p. sin desplazamiento, que se ponga en
posesión de la cosa dada en p. al acreedor o a un tercero y, en todo caso,- para que
afecte a las demás personas el derecho del acreedor, que conste por documento
público la certeza de la fecha.
Contenido, efectos y extinción. Integran el contenido los respectivos derechos y
obligaciones del acreedor pignoraticio y del dueño de la cosa pignorada (pignorante).
Los principales derechos del primero son: 1) Retención, ó- sea, conservar la cosa en
su posesión o en la de la persona a quien se haya transferido hasta que se le pague el
crédito. 2) Obtener el reembolso de los gastos hechos para la conservación de la cosa.
3) Percibir los intereses o frutos que produzca la cosa, en su caso. 4) Ejercitar las
acciones que competan al dueño de la cosa pignorada para reclamarla o defenderla
contra tercero. 5) En el caso de no serle satisfecho su crédito oportunamente, proceder
por subasta pública notarial o judicial a la venta de la cosa pignorada y, a falta de
postores, hacerse dueño de la misma. 6) Preferencia en cuanto al valor de la cosa
pignorada sobre las demás personas que ostenten algún otro crédito sobre la cosa.
Estos dos últimos derechos, de persecución o realización y de preferencia, son los
típicos del derecho real en que la p. consiste. En contrapartida, tiene las siguientes
obligaciones: 1) Cuidar de la cosa pignorada cuya posesión tenga, con la diligencia
media propia de un buen padre de familia. 2) Abstenerse de usar la cosa pignorada sin
autorización de su dueño. 3) Devolver la cosa a su dueño una vez que haya sido
pagado su crédito.
Los derechos del dueño de la cosa pignorada son correlativos a las obligaciones
del acreedor pignoraticio que se acaban de exponer, inherentes a la propiedad que
conserva de la cosa y puede pedir que ésta se deposite si el acreedor o quien tiene su
posesión abusa de ella. Sus obligaciones se reducen fundamentalmente a no
obstaculizar el ejercicio de los derechos que competen al acreedor pignoraticio. A fin
de evitar que la cosa se venda, puede pagar el crédito con derecho a reclamar
después al verdaderamente obligado (deudor).
La p. se extingue: 1) Cuando se extingue la obligación que asegura, como
consecuencia de su carácter accesorio (lo más frecuente es que asegure un
préstamo). 2) Por pérdida o destrucción de la cosa pignorada, ya que en tal caso viene
a quedar el derecho sin objeto. 3) Por renuncia del acreedor que se presume si,
después de haber entregado la cosa a éste, se encontrase en poder del deudor o
propietario.
F. CASTRO LUCINI.
BIBL.: J. CASTÁN TOBEÑAS, Derecho civil español, común y (oral, II, 9 ed. Madrid
1957, 809-831, 851-857; P. FARGEAUD, Le gage sans dépossession conrme
instrument de crédit et le Marché Cornnztrn, París 1963; J. PUIG BRUTAU,
Fundamentos de Derecho civil, III, Barcelona 1953, 517-548.

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