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UNA REALIDAD HUMANA

UNA REALIDAD HUMANA

(ensayo sico-filosófico)
Fotografía de cubierta:
En primer plano aparece un árbol quemado: la muerte.
A lo lejos, un camino serpenteante nos abre una salida; una esperanza
forjada con nuestra mente, reflejada en la luna suspendida por encima
del paisaje oscuro.

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A Paco y Santiago

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INDICE
UN CUENTO ………………………………………………8
DECLARACIÓN DE INTENCIONES ……………………15
PREÁMBULO ………………………………………………..18
PERSPECTIVA HUMANA ………………………………….20
LA INDIVIDUALIDAD ……………………………………...26
LA LEY DEL MÍNIMO ESFUERZO …………………….32
LA FELICIDAD ……………………………………………..33
LA AUTOCOMPASIÓN ……………………………………37
LA ENVIDIA ………………………………………………..38
COMPLEJO DE INFERIORIDAD Y MIMETISMO ……….40
LA HUMILDAD …………………………………………….44
LA FRUSTRACIÓN O ANULACIÓN DEL YO ……………….48
LA AGRESIVIDAD …………………………………………51
LA VOLUNTAD …………………………………………….52
EL RESPETO ………………………………………………..53
LA TOLERANCIA ………………………………………….54
LA MENTE ………………………………………………….55
EL RECHAZO COMPULSIVO
A RECONOCERNOS FALIBLES ……………………57
DIOS ………………………………………………………...61
LAS NEFASTAS CONSECUENCIAS
DE LA TRANSCENDENTALIDAD …………………65
LA RELATIVIDAD DE LOS CREDOS ……………....70
LA MUERTE ……………………………………………..73
SINCERIDAD ………………………………………….76
LA CREATIVIDAD …………………………………………82
LA VOCACIÓN ……………………………………………..84
LA MÚSICA …………………………………………………84
EL OPORTUNISMO …………………………………………86
ANHELO-TIEMPO ………………………………………….86
EL ESTRÉS ………………………………………………….87
LA PERCEPCIÓN DE LA REALIDAD ……………….88
UN CURIOSO FENÓMENO …………………………..93
LA PALABRA ……………………………………………….94
EJERCICIO INTELECTUAL ……………………………….96
LA INTELIGENCIA …………………………………………97
CULTURA, ERUDICIÓN, CONOCIMIENTO ……………101
LA DESCENDENCIA …………………………………….105
CONSUMISMO ……………………………………………..107
FAMILIA …………………………………………………….110
LA EDUCACIÓN ……………………………………………112
EL EGO …………………………………………………114
LA PARADOJA DEL IDEALISTA ……………………120
LA AMISTAD ………………………………………….121
LA LIBERTAD …………………………………………123
EL DINERO …………………………………………….124
LA POLÍTICA ………………………………………….128
LA MEDICINA …………………………………………129
UNA ALTERNATIVA …………………………………130
NOTA FINAL .…………………………………………136

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Nota Importante

Los términos que aparecen resaltados con


negrita en el texto, se encuentran en un glosario al final
del libro.
He considerado conveniente ofrecer el sentido
preciso, incluso un tanto personal de algunos de ellos,
dentro del contexto de la obra para así facilitar su
comprensión. Dado que muchos términos, poco usuales
en la jerga común, corren el riesgo de ser interpretados
de modo “intuitivo”, “por oidas”, poco preciso o
subjetivamente, es por lo que aconsejo consultar el
glosario con la frecuencia que sea necesaria, pues sin
duda contribuirá a entender cabalmente la obra.
Por otro lado he contemplado un amplio
espectro de lectores, lo que me ha motivado a incluir en
el glosario términos que pueden resultar comunes.
Todas las definiciones han sido elaboradas
consultando y contrastando varias fuentes
lexicográficas, y en ningún caso han sido transcritas
literalmente.

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UNA REALIDAD HUMANA

“Si necesitáis tanto amor, ¿por qué estáis


siempre tan obsesionados con el vil metal?. El
candor como pago a la bondad será inmensamente
más gratificante que el cobro de la mas valiosa de
las pecunias”.

“La sabiduría está exenta de arrogancia, sin


embargo la ignorante arrogancia presume de saber
pues, ¿se es acaso consciente de lo que no se
sabe?. La sabiduría no es pues un fin; es actitud
en el presente”.

“En un principio cada persona cree que “su


mundo” es el mundo, siendo esto un elemental
error de apreciación. El mundo es una realidad
inabarcable. Cuando se es consciente de ello
nuestra vida pasa a ser una preciosa posibilidad.
Luego, acabamos dándonos cuenta con humildad,
que ya es suficiente con preservar la honestidad y
el respeto”.

“En atacar la raíz del problema está el quid;


normalmente nos pasamos la vida retirando
basuras, en vez de evitar arrojarlas”.

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“Muchos se empeñan en asociar a la
existencia, sobre todo a la humana, una
transcendentalidad que es tan solo imaginaria,
prescindiendo ello de la atención que la vida les
clama y que suelen desdeñar”.

“Se tiene lo que se es, aunque se suele ser lo


que se tiene. Así, se tiene miedo a perder lo
poseído, mas ¿cómo perder lo que soy?”.

“La duda es como una luz que alumbra mi


camino”.

UN CUENTO
Los poderosos en aquellos tiempos
adolecían de una morbosa tendencia a provocar
todo tipo de tropelías, sociales y ecológicas; mas
se afanaban por todos los medios en confundir
declinando su responsabilidad, transfiriéndola al
pueblo.
Al pueblo llano por otro lado no le apetecía
hacer “sacrificios” por muy insignificantes que
fuesen, pues con certeza creía que era
responsabilidad de los poderosos.
Existía un grupo contestatario que siempre
tuvo la responsabilidad como modo de vida: los
insurgentes.
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Así nadie en aquel país, a excepción del
pequeño grupo de insurgentes, hacía nada por
mejorar el estado de cosas.
Un buen día apareció un señor que quiso
cambiar las cosas e intentó persuadir al pueblo
llano, pues desde luego los poderosos nunca lo
iban a hacer; ¡menudos orgullosos eran!. Así que
como ocurre siempre en estos casos, unos pocos
se acercaron a escucharle, otros se limitaron a
criticarle, y la mayoría le ignoraron. Finalmente
fué asesinado.
Pasaron los años y las condiciones del país
empeoraron de modo preocupante pues
incorporaron técnicas de producción harto más
agresivas que las artesanales de antaño. Unos (los
poderosos) seguían provocando daños, solo que
ahora desmesuradamente, otros (los insurgentes)
incluso crearon asociaciones altruístas
independientes con el fin de paliar un tanto los
destrozos infligidos por los poderosos. El resto
(los conformistas) vivió una etapa de
seudoesplendor en la que se limitó a disfrutar de
las múltiples comodidades y medios que les
proporcionaban los poderosos, eso sí, a cambio
de sustanciosas cantidades de dinero con las que
engrosaban, ¡y de que manera!, sus cuentas
bancarias y su poder, alcanzando tal punto que
perdieron la razón y se transformaron en locos
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avaros, donde tanto unos como otros no veían más
allá del propósito dominador-hedonista que en
última instancia se nutría de la naturaleza y de la
explotación de los grupos sociales más humildes,
degradándolos de un modo absolutamente
irracional en pro de mantener ese estado de cosas.
Un fatídico día saltó la noticia de un peligro
global, pues aquello que había permanecido
durante tantos años como amenaza latente, de
pronto aparecía como una real fatalidad. Y
efectivamente los problemas de todo tipo se
multiplicaron por doquier. Así que casi nadie se
consideraba ya feliz pues el grupo mayoritario de
conformistas se vió seriamente amenazado. La
verdad es que se asustaron muchísimo y no les
quedó más remedio que cambiar de actitud pues
les iba la vida en ello, forzando de paso un cambio
en las estrategias de los poderosos. Entonces las
cosas dieron un giro.
Y en la nueva era una luz apareció, no en el
cielo sino en la consciencia (o en el corazón como
dirían los más románticos), clamando con voz
profunda:
- “Ahora tenéis otra oportunidad”, y
dirigiéndose a los conformistas inquirió:
“Los poderosos son un caso perdido, pero
¿y vosotros?, ¿por qué vuestro
comportamiento todos estos años?”.
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Entonces el portavoz conformista respondió:
- “Mientras vivimos sin mayores problemas
obviamos nuestra responsabilidad, pero
ahora que sentimos tanto miedo nos
damos cuenta del error. Los insurgentes
siempre llevaron razón: la vida es nuestro
mayor patrimonio y nos preguntamos:
¿qué provocó nuestro abandono?”.
La luz contestó:
- “Una auténtica estupidez: incubarle el
huevo al cuco”.
El conformista anonadado interpeló:
- “¿Qué?”.
- “El cuco es un pájaro astuto que rehúsa
hacer nido alguno y coloca su huevo en el
de otra ave para que esta lo incube.
Cuando nace la cría se apodera del nido y
expulsa a las crías legítimas del ave
nodriza. Así, en su inocencia cree que la
cría de cuco es la suya y lo alimenta”.
El conformista seguía sin entender.
- “¿Podrías explicarme el significado de tu
parábola?”.
- “Claro. El cuco simboliza el poder. El ave
nodriza sois vosotros y el nido vuestro

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hogar. La cría de cuco es ese aparato con
forma de caja que todos tenéis”.
- “¡El televisor!”, exclamó el conformista.
- “Eso es. Y ahora fíjate: respondiendo a tu
anterior pregunta de qué provocó vuestro
abandono, te explicaré como funciona
todo el proceso: Los poderosos se dieron
cuenta que mediante ese aparato podían
manipularos a su antojo y así viene
ocurriendo desde hace algunas décadas.
Han puesto su engendro en vuestro hogar
sin que vosotros os percatéis de las
repercusiones que conlleva. Así han
aletargado vuestras ideas propias
sustituyéndolas por sandeces y mentiras.
La libertad ha sido mermada, vuestra
voluntad manipulada y la naturaleza
esquilmada. Y tal como el ave nodriza,
sois absolutamente ajenos a esa realidad.
De hecho estáis convencidísimos de
cumplir con vuestras responsabilidades y
de llevar una vida normal; pero la realidad
es otra. Solo debes observar a tu alrededor
para darte cuenta. Estáis destrozando
vuestro sustento: el planeta Tierra.
Millones de personas en el mundo sufren
para que vosotros viváis en el más
absoluto confort. No dedicáis tiempo para
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leer, estudiar o reflexionar y desarrollar
así la inteligencia (“Eso es para otros”,
pensáis. “Nuestro tiempo ya pasó”).
Tampoco conversáis con vuestros hijos y
amigos sobre temas propios de interés para
vuestras vidas, si es que tenéis amigos.
Vuestros hijos carecen de referentes para
ser educados porque vuestro
comportamiento solo refleja la
mediocridad de la inmensa mayoría: ser
vosotros parece demasiado arriesgado,
¿verdad?.
Todo debería ser distinto. Y te aseguro
que la solución está en vosotros, en cada
uno de vosotros, pero debéis cambiar
vuestros hábitos”.
- “¿Entonces?”. Inquirió con cierta zozobra
el representante conformista.
- “He respondido a tu pregunta. Te he
mostrado la piedra angular del sistema
y motivo de vuestro abandono. Cómo
tenéis que corregir la situación es cosa
vuestra. Precisamente el disponer de tantas
facilidades es uno de los inconvenientes,
sobre todo para las nuevas generaciones;
os dificulta buscar soluciones. Las
soluciones se buscan desde la necesidad,
no desde la confortabilidad que da
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poseerlo todo. Y creo que con esto ya he
dicho suficiente”.
Entonces la luz se apagó. El portavoz de los
conformistas quedo pensativo. La solución pasaba
por cambiar muchos de los hábitos adquiridos
durante años. Además tenía la duda de si eso
realmente contribuiría a mejorar las cosas. Pensó:
- “Al fin y al cabo qué puedo yo cambiar si
los demás seguirán haciendo lo mismo.
Mi esfuerzo será vano”.
Entonces el portavoz conformista decidió no
hacer nada y dejar que todo siguiera su rumbo.
Pero poco tiempo despues ese conformista murió.
Antes de morir apareció una vez más la luz de su
consciencia.
- “¿Por qué decidiste finalmente no hacer
nada?”. Preguntó la luz.
- “Simplemente por falta de voluntad, por
desidia”.
La luz entonces respondió no sin cierto aire
melancólico.
- “Has sido tremendamente torpe en tu
decisión, aunque no esperaba mucho más
de ti. Te voy a mostrar ahora como hubiera
sido tu vida de haber cambiado tu actitud”.
El conformista pudo presenciar en primera
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persona como habrían sido las cosas en otras
circunstancias. A decir verdad, solo había una
diferencia: en esa especie de pelicula, ¡era feliz!.
Entonces se dio cuenta de su error.
Durante toda su vida había creído ser feliz,
pero ahora que sabía lo que se sentía desde la
verdadera felicidad pudo vislumbrar su carencia.
Entre convulsiones y estertores expiró:
- “Nunca tuve…”
- “Sí. Te faltó paz. No hay felicidad sin paz,
y no hay paz si no puedes decidir qué
hacer con tu vida”. Respondió para si la
luz, y se apagó.

DECLARACIÓN DE INTENCIONES
“Todo largo camino siempre comienza con el deseo
de querer recorrerlo”.

Lo que os voy a exponer en este escrito no


es un tratado técnico, ni preciso. Es producto de
una temprana vocación por el pensamiento
aplicado a la existencia humana en el entorno de
nuestra cultura occidental. Observador y
consciente de parte de sus problemas, muchos de
ellos rectificables con la voluntad, otros producto
de la imaginación, de los prejuicios...he podido
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constatar que es posible mejorar la calidad de vida,
y todo sin depender del dinero, ni de ningún tipo
de dogma, premisa o atributo.
Se trata en general de procurar sensatez al
actuar, sinceridad, humildad, voluntad, constancia,
y poco más...algo espontáneo, sostenido todo ello
por una profunda tendencia de respeto hacia
cualquier manifestación de vida (incluso la
propia).
En todas las épocas han existido escritores
que han reflexionado y transmitido ideas sobre
cómo alcanzar la felicidad. Siempre se sugiere al
lector que adopte unas pautas de comportamiento
o de actitud, pero en general se incide
reiteradamente en el yerro de ancestrales
planteamientos: dar la solución del problema.
Por contra, si se entiende o asimila la esencia
del problema la solución será inmediata, y cada
cual aplicará su propio método, ¡hay millones de
ellos!. Por tanto es más eficiente presentar de
modo diáfano el problema que se debe resolver
(esto es a lo que aspira, entre otras cosas, el
presente ensayo), para que a continuación cada
cual comience a probar sus propias soluciones.
Como se decía en el aforismo del epílogo, se debe
reflexionar individualmente sobre el origen de los
problemas si pretendemos erradicarlos de nuestras

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vidas. ¿Aprehenderemos de una vez y para
siempre la real multiformidad perceptiva?.
No es fácil hacer comprender a alguien
mediante la reflexión “esta o aquella” cuestión.
El acto de leer o escuchar es un ejercicio incierto:
las interpretaciones de lo que se lee o escucha son
variopintas. A tenor de que cada individuo
interpreta lo que percibe según sus prejuicios, el
sentido preciso de la expresión literal resultará
ciertamente esquivo. Sin duda para transmitir
nítidamente el sentido de lo que se piensa
tendríamos que hacer enfoques personalizados
para cada receptor. Espero que la actitud y la
interpretación del lector sea lo más afín a la
intención pragmática del autor.
Comprendo que para transmitir mis
pensamientos debo ser escueto y preciso, y por
ello aconsejo al leer la máxima entrega, pues la
concisión de ideas será una constante.
Todos tenemos un lado noble pero el miedo
y la desconfianza sonsacan al elemento opuesto.
Solemos fijar nuestra atención en la parte débil
de todo porque por instinto de supervivencia
necesitamos sentirnos “mejores que…”.

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PREÁMBULO
“¿Qué es la palabra sin el ejemplo; sin la acción?”.

¿Es posible otro mundo?. Ésta es una


cuestión tan esperanzadora como vacía de
realismo.
Centenares de autores hablan de cómo ser
mejores y todas esas nobles causas, mas no
entiendo otra manera de transmitir la verdad que
no sea practicándola, a la vez que se es ejemplo.
¿Se ha reflexionado lo suficiente sobre la
importancia que le concedemos a la palabra?.
Con la palabra se engaña, se manipula, se
somete. ¿De qué se vale la política desvirtuada,
convertida en un medio lucrativo y de valor
clasista?. De la palabra y la demagogia; casi nunca
de la puesta en práctica.
No es legítimo que alguien me hable de un
mundo mejor con una pretensión lucrativa;
suponiendo esta afirmación un axioma porque
para alcanzar un mundo mejor hay que pasar
ineludiblemente por el desapego de ese estado
patético de estar constantemente maquinando
para procurarse peculio. Quien no entiende ésto
no puede hacer nada para cambiar ni su mundo,
ni el otro, ni el del “más allá”. Toda reflexión
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profunda sobre la existencia concluirá
indefectiblemente con una tendencia a
desprenderse o liberarse de cualquier vínculo con
el capital, el poder o el reconocimiento o
populismo. Entonces, ¿por qué las causas en pro
de la vida y dignidad humana suelen tener marca
o valen dinero?.
La palabra embauca, tambien sus argucias y
promesas. La difidencia es una constante; el
mundo sigue girando...y sobre él toda la
maquinaria humana con su decrépito ritmo
monótono.
Sólo un compromiso honesto y coherente
puede servir, y servirnos. Por cierto, una pregunta
para aquellos que dicen buscar respuestas en otros
planos existenciales...¿Hay un sentido más
contundente para la vida que éste?.
Ahí van otros tantos axiomas:
La maldad no respeta a la vida pero su
presencia la dignifica; es su complemento.
La maldad manifiesta hace uso de la tolerante
bondad para subsistir. Si la bondad no existiese la
degradación de nuestro mundo sería inimaginable.
La inconsciencia es también un modo de
maldad, aunque involuntaria; hablo de sus efectos.
Pero, ¿qué son la bondad y la maldad?. La
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bondad depende en primera instancia de la toma
de consciencia, del respeto y de la capacidad para
tolerar. La bondad aprende a tolerar al mal y lo
comprende porque sólo entiende la existencia en
un sentido abierto. Esa es su gran conquista y su
razón de ser.
La maldad sólo atiende sus propios intereses,
obviando el resto. Adolece de inconsciencia (es
insensible y/o obtusa), de irreverencia (es
dominante y/o autoritaria), y de intolerancia (es
agresiva y guarda rencor).
Por último: el hecho de que los humanos
tengamos la capacidad de ser conscientes no
significa que podamos entender el sentido
absoluto de la existencia.

PERSPECTIVA HUMANA
Si miramos el mundo y la vida desde una
perspectiva suficientemente distante como para
verlo en su conjunto, observamos que todo sucede
según la máxima universal: “Toda acción comporta
una reacción”, arrojando esto la comprensión
suficiente como para no tener que recurrir tanto a
la conjetura que suponen aquellos fenómenos
surgidos de la imaginación, tales como dioses,
esoterismo, espiritismo, futurología, y otros...

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La condición humana está regida por la gran
complejidad de la mente, pero simplificando
podemos concretar que cierto aspecto de esa
complejidad es erróneo o absurdo.
Creemos que el tener consciencia sobre
nuestro entorno nos hace seres extraordinarios
(predilectos de un dios). Pero paradójicamente esa
misma consciencia nos hace sufrir como ningún
otro ser sobre la faz de la tierra.
Creemos estar en posesión de las cosas y
practicamos la violencia para conservarlas, o
sufrimos ante su pérdida. A causa de tener una
característica llamada inteligencia provocamos
una secuencia de atrocidades que esquilman
nuestro medio de subsistencia; o lo que es lo
mismo, eso que llamamos “inteligencia” está
provocando su autoaniquilación (se llamó a si
mismo inteligente un ser que había inventado una
herramienta para talar y con la que se dispuso a
cortar la rama más gruesa de un árbol, solo que se
sentó del lado más alejado del tronco).
Muchos no compartirán ni asimilarán bien
la idea de autoeliminación. No importa lo que se
piense. La realidad no es sólo lo que se piensa; es
lo que se piensa y todo aquello sobre lo que no se
hace. Sería interesante en este punto remitirnos
al concepto convencional de solipsismo como una
peculiaridad más de nuestra mente.
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¿Es la inteligencia un privilegio?. O
planteado a modo de balance: ¿nos aporta
ventajas, o acarrea más inconvenientes?. Se
supone que la naturaleza es un sistema
autocontenido, y puesto que al fin y al cabo la
inteligencia es la evolución de un órgano biológico
más, supongo que todo lo que éste pueda
acarrearle “entra en sus planes”. Y es que cuando
la polarización sea lo suficientemente fuerte
“maquinará” un gigantesco cambio que establezca
su propio equilibrio, aunque no será del agrado
de todos. La especie humana está alcanzando unos
límites insospechados de resignación y dolor. A
nivel natural o cósmico eso es irrelevante, pero
no para el devenir de una inmensa mayoría,
determinado por las obtusas consignas y
manipulación de unos pocos.
La inteligencia genera deseo de poseer y
dominar abusivamente, degenerando esto en
agresividad y violencia. Nuestra imaginación nos
persuade y embauca, haciéndonos inmiscuir en
dimensiones imaginarias que son pequeñas o
monstruosas locuras. La locura es comportarse de
un modo insensato y arbitrario. Azarosas son, a
decir verdad, la mayoría de las acciones que
acometemos los humanos al cabo de un solo día:
nuestro comportamiento socializado e hipócrita,
nuestra degradada alimentación (que más que
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nada nutre al capital), el abuso de medios técnicos
o despilfarrador consumo energético... Y aún así,
absurda o paradójicamente, pretendemos ser libres
en nuestros actos y pensamientos.
Hoy como nunca, la manipulación ha
modelado una civilización homogénea, con
encefalograma plano, donde la gran masa sigue
las consignas que marcan los poderes económico,
político, dogmático..., quedando la individualidad
y la libertad lo suficientemente minimizadas como
para consolidar la hegemonía de aquellos.
El recurso más frecuente del poder son los
medios de comunicación, concomitantes con la
familia, concebida convencionalmente como
célula que se nutre del propio sistema social al
que a su vez sustenta y desarrolla involutivamente,
lo que engendra un fenómeno vejatorio de bucle
cerrado.
Pero, ¿qué es el poder?. El poder lo
conforman, a grandes rasgos, personas ávidas de
dominación, ostentación o reconocimiento, es
decir, aquella especie de personas insensibles a la
sencillez de lo natural porque adolecen
precisamente de la falta de ese valor; lo ignoran.
Otros muchos igual ignoran el sentido
existencial más simple que es aquel en el que la
gran mayoría de los supuestos enigmas y “grandes
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preguntas” sin respuesta, tienen una explicación
cercana, sencilla y suficiente. ¿Existe dios?. Ésta
suele ser la gran pregunta. Hay otras palabras y
conceptos que siendo reales (denominados
panteístas) lo explican todo: universo, cosmos,
naturaleza...
Todos los fenómenos que percibimos
obedecen a leyes universales, naturales, o son
invención de la imaginación humana. Por
desgracia es ésta última la que demasiadas veces
aparenta a la realidad y por ello nos vemos
abocados a problemas que no existirían si
prevalecieran criterios menos mediatizados y más
genuínos. Creo que el concepto convencional y
manipulador de dios ha generado ya demasiados
problemas.
En nuestra sociedad nace gente con
configuraciones neuronales tales que no les
permiten comprender aquellos planteamientos que
nos acercan al equilibrio con lo natural, y en otros
casos es la propia educación las que los marca de
por vida, implicándolos en determinados roles
sociales asociados por lo común a alguno de los
poderes establecidos, que a su vez generan clases
sociales con sus eternas diferencias. Creen en su
sino, como seres humanos que son (yo también
creo en el mio), y muchos otros son los que luchan
ansiosos para explotar aún más la situación; por
- 24 -
desgracia hoy en día demasiada gente aspira a
tener mucho dinero. Todo está diseñado para
sumirnos en la confortabilidad más recalcitrante,
lo que tiene una relación muy directa con la
intolerancia, la indolencia y la decepción. Es la
razón de su sinrazón.
El bien y el mal son dos conceptos
tradicionalmente irreconciliables aunque está
claro que siempre serán coexistentes, de lo que
parece colegirse que estamos abocados al fracaso
si nuestro empeño es establecer para todos lo que
un sólo individuo interpreta como “el bien”. De
aquí emana otra parte de los problemas que nos
atormentan: la intención de dominar desde el
concepto de lo que es “el bien” para cada uno
provocará siempre un choque de intereses; el mal
de uno es el bien para otro, y viceversa.
El problema realmente en este caso es la
dominación en cualquiera de sus formas. Esto
debe ser una señal de cómo no deben de suceder
las cosas en nuestro mundo. Si esto no fuera
posible yo desearía no haber nacido (tampoco
decidí estar aquí). Pero estoy, y no puedo hacer
otra cosa que ejercer el derecho que mi libertad
me brinda, esto es, vivir y respetar la vida.

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LA INDIVIDUALIDAD
¿Hay algo más importante que lo que puedas hacer
en tu propia vida?. Entonces, ¿por qué si los demás no
hacen, tú tampoco?.

Entiendo a la individualidad como un estado


de consciencia genuína.
Cuando una persona toma las riendas de su
vida, libertad para hacer y consciencia para querer
aquello que hace, no se somete ni al dinero ni al
poder. Individuos así tienen una actitud crítica y
cuestionan. Saben lo que quieren y lo que no. No
dependen del dinero ni del poder, y por ello
perciben la vida de otro modo. Aceptan la vida y
dan lo que son porque tienen lo que son, les
pertenece. En la individualidad está el quid de la
solución, y la esperanza.
El gregarismo se nutre fundamentalmente
del dinero o del poder, pero no goza de libertad,
pues está mediatizado por el propio sistema que
sustenta. Los gregarios con sus “grandes”
pequeños problemas están esquilmando al mundo.
A veces no reconocemos que somos
incoherentes con los dictados de nuestra
consciencia, mas eso ocurre porque ser
consecuentes resulta incordiante. Es
extremadamente fácil o tentador dejar de hacer.
- 26 -
Lo evidencia el que esa sea la pauta general.
El desarrollo de la individualidad nos brinda
la oportunidad de percibir la realidad filtrada desde
nuestra singularidad. A priori es una tragedia, pero
además la mayor esperanza.
Inmersos en una cultura de fuerte
mediatización y hábitos excluyentes, percatarse,
ser consciente de la singularidad propia es un
drama que se experimenta en soledad. Al otro lado
también se siente desazón cuando pretendemos
justificar los errores cometidos, cuando hay que
triunfar en todo lo emprendido librando para ello
mil batallas, cuando se cree que existe la
perfección o la purificación del ser, o cuando hay
que sentirse superior a…
Paradójicamente estamos en precario
porque, ¿quién de nosotros decidió venir aquí?.
Obligados a vivir con el miedo, estamos en
precario porque siendo por naturaleza egoístas
debemos fingir que no es así (educación). También
porque debemos reprimir íntimos deseos,
engañándonos.
Vivir la individualidad es reconocer, en
medio de toda esa inercia, quienes somos y ser
sobre todo, consecuentes. No somos lo que
creemos, como nos enseñan. Somos lo que
sentimos. Pero vivimos según lo que creemos.
- 27 -
Cuando el sentimiento se convierte en la propia
creencia (y no al revés) se está en paz y la vida
toma un sentido radicalmente distinto. Se da una
situación cruel porque se toma consciencia de la
“puesta en escena”. Se observa con más
objetividad la existencia. Y solo entonces no
apetece seguir el juego. Entre otras cosas, por eso,
porque se tiene libertad para elegir no jugarlo. Y
no es que uno se desmarque, no, es que se sabe lo
que hacer en cada momento. Es simplemente dejar
de hacer la guerra. Estar en paz con lo imperfecto.
Debe entenderse la existencia como un
campo de fuerzas antagónicas, que
conceptualmente es una abstracción del
funcionamiento natural del propio Cosmos.
Y es en esa individualidad dualista donde
nos podemos mover. Es imposible que sin que
cada cual “haga lo que deba hacer” el curso actual
de las cosas cambie, sin embargo es hora de
reflexionar sobre lo que cotidianamente cada uno
de nosotros venimos observando y sentimos en
nuestras vidas, y decidir si queremos seguir así, o
no.
Las insidias que percibimos, que no son pocas,
sólo se cambiarán mediante la ejemplarización
personal, esto es, cambiando nuestros hábitos en base
a lo que con honestidad creemos, superando el
complejo de inferioridad que portamos por defecto.
- 28 -
Se es feliz por ser uno consecuente consigo
mismo, no por secundar la dinámica social. La
dinámica social genera lo que ya se ha dicho, y
eso es la antítesis del gozo. Independientemente
de lo que la sociedad nos muestre y de lo que
creamos que deberíamos hacer, existe el
sentimiento de hacer las cosas por pura
convicción, no tanto ética, sino por sincera
convicción; por necesidad imperiosa interior. En
el equilibrio entre nuestro aspecto emocional y
ético está el quid.
No es absurdo ser yo y adaptarme al mundo
con todo lo que ésto conlleve. Sí será absurdo
negarme a mi mismo y aparentar, aunque ello vaya
ligado a una “buena acción”, pues la insinceridad
me generará sufrimiento y mi vida resultará ser
una farsa. Lo importante es ser y hacer, sin
escarceos.
Ser sincero es vital pero no todos saben serlo
porque se ejerce un comportamiento mimético o
aprehendido; no propio. Otros creen que ser uno
es seguir ciertos impulsos súbitos, aún provocando
insidias. Esto exige una reflexión.
El camino de la individualidad está minado.
Entrar en él es una decisión libre, quizá
vocacional, pero sus beneficios son inmensos. Con
ciertas actitudes radicalmente distintas a las que

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pretende inculcar la sociedad se siente ser dueño
de los actos y se podrá dar la cara por cada uno de
ellos con total honestidad y sensatez. Se
comprende que lo que debe hacerse hay que
hacerlo independientemente de que otros lo hagan
o no, siendo esta una consideración trivial,
reconociéndose así el sentimiento de paz interior
y no el común de culpabilidad o pavor.
Desde esa posición el ser penetra en otra
dimensión de la realidad en la que está en paz
porque no tiene gusto a la descalificación de los
demás, no siente envidia pues se siente
absolutamente bien con lo que es, no desprecia
porque no se siente más ni menos que nadie pues
no toma como referencia el dinero sino la persona
y su singularidad; tolera porque el resto de
personas se convierte en una preciosa posibilidad.
No agrede, ni impone, ni pretende dominar o
subyugar porque sabe que el mejor modo de
convivir es no imponer sino compartir. Imponer
implica anular una de las partes, mientras
compartir es promover la coexistencia con respeto
mutuo. Comprende que criticar es un modo
viciado donde se manifiestan realmente otras
deficiencias íntimas encubiertas como frustración,
envidia, intolerancia, soberbia, rencor,
autocompasión…Todas ellas esperando mientras
tanto ser resueltas.
- 30 -
La hipocresía hasta cierto punto es ineludible
pues nuestra propia consciencia se basa en
principios que son una farsa en si mismos. El
simple hecho de vivir en esta sociedad es ya una
hipocresía, por la sencilla razón de que ninguno
de nosotros elegimos venir aquí: no es difícil
comprender que todo lo que resulta de una acción
forzada es en esencia, hipócrita. En esto o se es
crítico o conformista, más sólo desde la toma de
consciencia del enfoque crítico podrá mejorar ese
estado de cosas.
Nuestro mundo, el de los humanos, se puede
ignorar o se criticará vehementemente. Y no creo
que ignorarlo sea la solución. El mundo visto por
los humanos siempre será idealizado, pero la
realidad casi siempre acaba abriéndonos los ojos.
El “homo imaginatio” idealiza el mundo porque
el mundo es ingrato y es ingrato porque tenemos
una consciencia parcial de la existencia.
Impera la estrechez de mente porque nuestra
sociedad funciona en base a un orden de
pensamiento en bucle cerrado tendente a la
frustración, el desengaño, la mentira, la sátira, o la
competitividad. Todo va modelando el prototipo
de ser horrendo en el que nos acabamos
convirtiendo. La confortabilidad hace el resto.
Algunos prefieren no aceptar esa realidad.
Aunque no se trate tan solo de aceptarla, lo que ya
- 31 -
supondría un primer gran paso, sino de asimilarla
y transmutarla; es por esto por lo que estamos
ahora aquí porfiad@ lector@.

LA LEY DEL MÍNIMO ESFUERZO


Esto que parece una ironía, justifica y da
explicación a una gran cantidad de incongruencias
del comportamiento humano y el estado decrépito
actual al que el avance tecnológico nos ha traído,
avance que por otro lado no ha hecho más que
explotar éste principio conductivo que nos ocupa.
No es difícil observar como todo en la
evolución humana se dirige cada vez más a la
consecución rápida y fácil. Es una tendencia de
la que difícilmente podremos escapar.
A modo general baste decir a priori que la
misma condición humana que nos impele a la
confortabilidad, igual necesita imperiosamente de
los contrastes para sopesar la realidad, o sea
percibir y valorar las distintas manifestaciones que
se nos presentan ante nuestros sentidos; fin que
solo se alcanza mediante la movilidad de la
voluntad.
Posteriormente se desarrollará sobradamente
este tema.

- 32 -
LA FELICIDAD
“La alegría es zozobra del alma, mientras que la
felicidad es su quietud”.

Analizamos ahora el ideal de todo ser vivo:


ser feliz. Pero, ¿se sabe lo que es la felicidad?.
Una definición simple es: la capacidad
desarrollada para no sufrir. Quiere esto decir que
en éste mundo lo que nos viene dado por defecto
es la infelicidad, y por tanto la felicidad será una
conquista a través del desarrollo de capacidades,
o lo que es lo mismo, la integración en nuestra
mente de facultades que minimicen la inducción
emocional de las adversidades.
Sufrimos cuando:
· La observación de la conducta o
estado de los demás nos genera ira
(agresividad), o induce nuestra
propia subestimación (complejos
o envidia).
· No aceptamos la libre
manifestación en nuestro entorno,
interpretándola como una especie
de amenaza o acción censurable
bajo la dictadura de nuestros
prejuicios (intolerancia).

- 33 -
· A sabiendas de cual debe ser
nuestro comportamiento,
claudicamos.

Cuando una persona manifiesta saber lo que


es la felicidad, presumiblemente ha debido
experimentar todos los estados emocionales
posibles, pues la determinación de cualquier
parámetro depende de la referencia que
adoptemos. Así la felicidad debe entenderse como
una tendencia, o bien una entelequia.
Comúnmente se experimenta un estado emocional
circunstancial y pasajero al que se llama felicidad,
pero que suele ser solo fugaz alegría.
Como decía la felicidad es la entelequia de
la existencia por antonomasia; el motor que nos
hace seguir. Suele estar vinculado a ciertos
principios o depender de otros. La ilusión, que es
nuestro medio para alcanzar la felicidad, nos
impulsa hacia adelante cada nuevo día. Pero ¿cuál
es nuestra capacidad para ser felices?, y sobre todo
¿qué se siente desde ese estado?.
La primera cuestión es fundamental pues en
la relación entre esa capacidad y sus posibilidades
se encuentra el quid. Tener mucha capacidad para
ser feliz favorecerá las posibilidades, incluso las
más ínfimas. En el otro extremo, puede que se
- 34 -
pretenda encontrar la felicidad en grandes cosas
o proyectos, lo que supondrá fracaso y frustración
si la capacidad es limitada.
En cuanto a la segunda cuestión se podría
decir que tratándose de algo tan subjetivo y
personal, resultaría vano definirlo. No obstante a
modo intuitivo se puede decir que tiene íntima
relación con la sensación de paz, y es en cierta
medida independiente de lo externo. También
guarda una estrecha relación con una actitud
ecléctica, tolerante, resuelta y equilibrada.
La infelicidad por el contrario emana del
rencor, de la ciega codicia para conseguir lo que
realmente no necesitamos, del afán de querer que
todo sea según nuestro deseo, o de la inercia social
de prejuzgar a los demás. La infelicidad desola,
hastía y decepciona; es un tipo de muerte.
La felicidad suele percibirse como espejismo
en el desierto: algo que se divisa allá a lo lejos;
apariencia que nunca se alcanza. Es esa sensación
la que suele desalentar, que es como haber muerto
un poco.
Sin embargo se podría decir que la felicidad
está aquí, ahora en éste momento, sutil, sin apenas
apercibirnos de ella. No es un espejismo, sino
realidad latente. Si descubrimos que nuestra vida
es como la hacemos, según nuestro compromiso
- 35 -
existencial más íntimo, y que la libertad nos lo
permite, la felicidad está, y podríamos
conquistarla desde nuestra individualidad. Si no
la sentimos es porque no somos los guías de
nuestra propia vida (“somos guiados”), o bien no
actuamos en libertad, sino en algún tipo de prisión
mental.
Toda acción implica una reacción. Nuestro
comportamiento presente desencadena el devenir,
y en ese devenir quedará reflejado de algún modo
nuestra condición de partida, aunque a veces
descubrir un error en nuestra conducta sea tan
improbable como descubrirnos una mancha en la
nuca. No ser conscientes de nuestros errores es
desgraciadamente una constante en la condición
humana.
Superarlo es sencillo: comprendiendo que el
respeto hacia la existencia (cualquier hábito se
adquiere con la ejercitación reiterada del mismo,
partiendo desde la idea o expresión más elemental)
nos da paz para tolerarla (tolerancia que entiendo
como una ausencia de padecimiento, y no, como
un soportar estoica e hipócritamente aquello que
nos es desagradable. Idealmente sería no
percatarse siquiera de aquellas manifestaciones
que comúnmente se perciben de modo luctuoso).
Con la libertad que ello nos brinda aprenderemos
a descubrir la felicidad sencillamente en el gesto
- 36 -
de ser nosotros (con todo lo que conlleva ser:
decidir, errar, aprender, reintentar, comprender,
integrar, evolucionar…).

LA AUTOCOMPASIÓN
Este sentimiento es en esencia lástima por
nosotros mismos, o sea un sentimiento
apesadumbrante que la observancia de nuestro
entorno puede inducirnos. Es complejo, variado,
y por tanto difícil de abordar. La tristeza nunca es
deseada. El hecho de sentirla obedece a una
interacción entre nuestra actual percepción
sensorial y síquica sincretizada como idea del
presente, y un universo de valores conformado
por nuestra experiencia, lo cual dificulta a veces
vislumbrar sus causas, pues ciertas experiencias
influyentes pasan inadvertidas al consciente.
En cualquier caso la autocompasión crea un
estado emocional que no contribuirá a solucionar
el problema sino más bien a mantenerlo.
En muchos casos bastará la voluntad para
superar el cómodo estado que supone la
inmovilidad. El pensamiento es a veces
incontrolable, pero podemos ser sensatos y obviar
ideas que sin ningún sentido nos acongojan.

- 37 -
LA ENVIDIA
La envidia puede considerarse como la
reacción contra la autocompasión, e irá
encaminada a anular la causa de la tristeza que
sentimos.
El modo de esa reacción es variable: puede
tomar la forma de superación personal, puede
también ir encaminada a eliminar la causa de
nuestra aflicción, o ni una cosa ni otra.
Cada cual podrá sonsacar muchas causas,
pero lo interesante aquí es ayudar a superar el
problema.
Si sentimos envidia es porque consideramos
que lo observado no forma parte de nosotros.
¿Antes de observar aquello sentíamos la necesidad
de integrarlo o poseerlo?. Nuestras necesidades
las deberíamos tener meridianamente claras sin
que nada ni nadie venga a indicárnoslo; lo demás
es producto de nuestra maltrecha imaginación. Por
cierto, qué es la consciencia sino la tendencia a
percibir aquello que no somos. Lo que somos, para
bien o para mal, tiende a pasar desapercibido. Por
eso los animales nos causan admiración: ellos no
son conscientes de lo que son; simplemente son.
Pero, ¿nos podremos librar los humanos del
vanidoso reconocimiento?.

- 38 -
Nuestra educación, nutrida de una tradición
comparativa y mimética nos lleva a convertirnos
en seres tendentes a desestimar nuestros propios
valores, o sea en individuos insatisfechos y
frustrados. Precisamente la industria aprovecha
este orden de cosas: nos estimula nuestras ganas
de poseer. La mayoría de las veces por
comparación con modelos presentados
convenientemente (conductivos o estéticos
principalmente), a los que deseamos emular por
un sentimiento profundo de inferioridad, producto
también de una vida llena de aspiraciones
frustradas porque, ¿cuántas desilusiones y
decepciones venimos soportando desde que
arribamos a este mundo?. Ese precario estado
mental es un caldo de cultivo ideal para fines
comerciales y de poder.
Otras veces la comparación es más
inmediata: está en nuestro entorno más cercano.
En resumen, el déficit de una vida
insatisfactoria es “repuesto” por la idea de
posesión. Y detrás, siempre acechante, el capital,
surgido de la tendencia irrefrenable de los
humanos a poseer y dominar.
Frecuentemente la manifestación más común
de este tipo de carencias es la crítica morbosa.
Entiendo como tal la crítica que hacemos sobre la

- 39 -
situación o proceder de los demás, lo cual es en
resumidas cuentas la observancia de aquellos
aspectos percibidos como vulnerables, surgida por
una necesidad de subestimar y aliviar así nuestro
enquistado sentimiento de inferioridad.

COMPLEJO DE INFERIORIDAD Y
MIMETISMO
“Los complejos suponen un choque traumático entre
la realidad del ser y un entorno intolerante, ebrio de
prejuícios”.

La omnipresente comparativa humana es


fuente de subliminales atrocidades en el proceso
de búsqueda de la propia identidad o
individualidad. Coarta la libertad y refrena la
iniciativa.
Lo que subjetivamente se interpreta como
carencia suele inducir aflicción o autocompasión,
generándose la envidia. Fragiliza a los individuos
volviéndolos gregarios y miméticos además de
ignorantes y por ende destructivos.
Desde niños nos educan usando
frecuentemente la comparación y dirigen nuestra
conducta potenciando lo que es realmente un
sentimiento de inferioridad, para así

- 40 -
aparentemente estimular eso que llaman “amor
propio”, lo que no es otra cosa que “espiritu
competitivo”. Vivimos inmersos en un mundo de
modelos envanecidos que nos inducen desde
nuestra precariedad e insolvencia, aflicción.
En este entorno un niño puede hacerse de un
nivel de autoestima que le ayude, pero siempre
estará supeditado a la aprobación de los demás,
pues difícilmente tendrá la capacidad intelectual
de apercibir y adaptarse a la realidad universal de
su incipiente ser. Por ello lo que la mayoría de la
veces ocurre es que las personas superan ese
sentimiento de inferioridad con altas dosis de
vanidad que no es más que la cubierta de un
problema latente.
Con tal educación y en una sociedad en la
que ha arraigado la idea de “vales según lo que
tienes” se hace difícil superar tal complejo. Asi
todos acaban claudicando en el “hacer por propia
convicción”, no llegándose a descubrir la
transcendentalidad que encierra ese gesto.
El complejo de inferioridad aparece
inevitablemente desde que venimos a un mundo
donde la comparación con “los mejores” y la
competitividad por emularlos y si es posible
“superarlos”, son una constante. Todos somos
víctimas de éste sentimiento endémico. Si

- 41 -
reflexionamos lo suficiente veremos en ello la
causa primigenia en multitud de comportamientos
cotidianos: agresividad, soberbia, envidia,
intolerancia...
La liberación de este estado debe pasar por
un desprendimiento radical de todo aquello que,
ya más maduros reconocemos y concluímos como
postizo o superfluo en nuestra propia naturaleza,
la cual está ahí siempre latente dispuesta para ser
libada.
Del complejo de inferioridad surge el miedo,
al faltar autoconfianza. De esto dimana
agresividad e intolerancia.
Del complejo de inferioridad surge la
autocompasión, desde la comparación, sentida
como una insoportable carencia del ser o tener
que desembocará en envidia.
Del complejo de inferioridad surge la
necesidad de encubrirlo como algo vergonzante,
echando mano de la vanidad o la soberbia, sin
darnos cuenta que encarar un problema es la clave
que nos brinda el devenir para superar un trauma.
Si no queremos ver espejismos ni ser presas
de esa fuerza centrípeta que atrae hacia si toda
energía circundante despersonalizada, no definida,
tendremos que ser consecuentes con nuestros
compromisos e intereses más genuínos; apartando
- 42 -
modas, modelos, arquetipos de conducta y tantas
vejaciones inducidas por la inicua sociedad
impregnada de mimetismo recalcitrante que
alimenta su propio cáncer, cual es ser pensados y
vividos.
Se establecen y cumplen las normas, pero
pocas veces se cuestionan.
El modo de llegar a esta conclusión y
posterior resolución es pausado, incierto a veces,
más cada logro se siente como una liberación de
un yugo que somete y envilece, un yugo que sin
darnos cuenta nos sumerge en un mundo que no
es el nuestro y del que nos percatamos demasiado
tarde. Dejamos así de aportar constructivamente
al mundo para pasar a ser una lacra.
Quiero ahora hablaros de los sueños y el
poder realizarlos. Y de superar la gran barrera de
no creer en que podamos conseguirlo.
Cuando no se hacen las cosas con convicción
resulta que no se pueden conseguir porque
bloqueamos los mecanismos sicológicos
necesarios para lograrlo. Aquí tiene una gran
presencia el sentimiento de inferioridad, o sea, el
convencimiento profundo de no estar a la altura
de las circunstancias.
Evidentemente muchos creen estar donde
anhelaron pero, ¿prescinden del reconocimiento?.
- 43 -
¿Prescinden de la rentabilidad?. ¿Hacen lo que
hacen espontáneamente?.
Ser y hacer tiene un inconveniente implícito:
al final, de un modo u otro solemos acabar en
manos de la vanidad, es decir, no solemos prever
las consecuencias de nuestra actitud, que
difícilmente llega a ser independiente y legítima:
muchos son los que acaban sucumbiendo a los
placeres del poder.

LA HUMILDAD
“Un índicador de humildad es que a pesar de que
las cosas no se presenten conforme a nuestro deseo,
prosigamos en el empeño de nuestras responsabilidades
como si en ello fuese nuestra vida”.

La humildad es no creer estar en posesión


de la verdad e implica mostrar actitud de respeto
hacia todo.
La arrogancia es una reacción a la
enajenante sociedad. Es una respuesta instintiva
del individuo en un mundo amenazante. Viene a
ser una manifestación del sentimiento de
inferioridad inculcado por la sociedad desde
temprana edad, que aunque debería
transformarnos en individuos involucrados en

- 44 -
superar responsablemente nuestras carencias, nos
induce a camuflarlas.
La persona que vislumbra aquellos valores
humanos que le permiten convivir en sociedad de
modo más equilibrado y gozoso, descubre en la
precariedad un estímulo para dignificar su
existencia.
La diferencia entre arrogancia y humildad
reside en el modo de resolver la problemática de
recuperar la autoestima: de un lado el individuo
se piensa con unos valores, esto es, engriéndose.
Del otro lado tenemos a un individuo que logra
integrar valores reales.
Los valores adoptados o postizos impulsan
a depender de los demás y hacer por aprobación
ajena. Quien integra valores reales no llega a ser
consciente de éstos pues se logran mediante
procesos constantes y muy pausados, no
necesitando por tanto la aprobación de nadie.
Un examen corriente es a veces una manera
de forzar a la aceptación de lo mucho que queda
por aprender. Quiero decir con esto que a falta de
otros criterios, la idea que uno se hace de las cosas
suele ser subjetiva y engreída. La humildad es
consciente. La prepotencia es algo así como
“creerse o pretender poseer más que...o ser
superior a...”. Hay gente prepotente por la sencilla
- 45 -
razón de no tener consciencia de lo mucho que
aún desconocen. Esto se da con bastante
frecuencia en la adolescencia, donde la secuencia
es como sigue: el joven comienza a tomar
consciencia del mundo que le rodea y a
independizarse intelectualmente: idealiza. La
actitud de sus padres y la sociedad no encajan en
su universo de ideas. El joven percibe situaciones
reprobables pues acaba de abandonar su onírico
mundo interior y es sensible. Aflora entonces un
sentimiento de desprecio o rechazo, a la vez que
sufre un proceso más o menos traumático de
adaptación al medio. El modo en como se encauce
esa adaptación va a ser determinante para el resto
de su vida como adulto.
En nuestra sociedad actual el joven tiene las
libertades ya establecidas, y no sólo eso, además
tiene un entorno confortable donde no le falta casi
de nada. Su intelecto sin embargo trabaja
biológicamente igual que siempre: procesando lo
que percibe de su entorno y descubriendo un mundo
nuevo. El adolescente idealiza un mundo interior
en base a su estado mental y a la confortabilidad
(que no valora, por no haberse tenido que esforzar
en alcanzarla). Y cuando se van produciendo los
inevitables choques entre los intereses de su mundo
interior y los del establecido, comienza a sentirse
incomprendido y frustrado.
- 46 -
A partir de aquí surgirán reacciones de todo
tipo. Una de ellas es la conformación de un
egoísmo libertino, en el que su ego se convierte
en eje sobre el que todo gira, pretendiendo
transgredir las reglas de juego que la sociedad
tiene establecidas, y que no compatibilizan con
sus ideas sobre cómo debería ser el mundo que
acaba de descubrir...siente ira porque la
observación de su entorno le resulta desagradable,
no pudiendo hacer nada por cambiar ese estado
de cosas. Creo además que las nuevas tecnologías
abren una brecha aún más profunda entre las
distintas generaciones, donde el ego del joven se
ve reforzado por la manipulación de unos medios
que potencian su vanidad y hacen que de algún
modo se sienta superior. El joven siente dominio
sobre una parafernalia de medios técnicos,
estéticos, etc., pero realmente está mediatizado,
manipulado y ensalzado por unos medios de
comunicación y mercadotecnia subliminal que le
convierten en protagonista y potencial
consumidor.
En resumen, la juventud suele ser engreída
debido a su connatural ignorancia.
Por el contrario, cuando profundizamos en
cualquier tema despertamos un sentimiento de
gozo tal que comprendemos que la vanidad o
arrogancia es un modo de complacencia o
- 47 -
estancamiento, siendo la humildad la actitud que
persevera en las necesarias y placenteras
respuestas de los por qués.
La humildad se nutre de sus propios frutos:
necesidad de conocimiento y respeto. La no
necesidad de superar a nada ni a nadie, sino a uno
mismo en relación con uno mismo la convierte
en un sentimiento exento de envidia o rencor y
por tanto sosegado y tolerante.

LA FRUSTRACIÓN O ANULACIÓN DEL YO


Cuando no somos consecuentes con los
principios que deben regir nuestra vida en pro de
la comodidad que supone “seguir la corriente”,
parte de ella queda frustrada, es decir, sin hacer.
Desde muy temprana edad la frustración se
convierte en una constante, pues todos hemos
acabado desechando deseos, anhelos y proyectos,
acuciados por la inercia social. Hay mil razones
para el abandono de nuestros principios pero las
razones más transcendentales son aquellas que han
dependido en última instancia de nosotros
mismos, pues las otras son insolubles.
La educación ha sedimentado un tipo de
comportamiento en pro de la subsistencia, que
apartará todo aquello que no vaya encaminado a

- 48 -
tal fin, implicando esto además una convicción
profunda de una superioridad incuestionable sobre
el resto de manifestaciones existenciales
conocidas.
Vivimos en una constante contradicción
entre nuestra condición inteligente más noble y
aquella otra deleznable. Está claro, y hoy más
que nunca, que la especie “humana inteligente”
es una especie destructiva y por ende estúpida.
El principal escollo es: ¿Cómo combinar una
premisa biológica, tal es la supervivencia
individual, con un experimento consistente en
perseguir cierto (o incierto) conocimiento humano
sobre la vida?. La respuesta está al alcance de
cualquiera que se preste: con honestidad.
El “homo imaginatio” se cree en un estado
de privilegio sobre el resto del mundo (a veces,
incluido el resto de congéneres), y la prueba
fehaciente de ello es su comportamiento arrogante
y prepotente, que amenaza, atenta y destruye.
Incluso ha creado dioses a “su imagen y
semejanza” (la “fé” nos persuade de esta realidad
y nos hace creer justo en lo contrario). Craso error
creernos con tal privilegio: el de ser superiores,
¿en qué?. Realmente siempre hemos resultado ser
una especie potencialmente destructiva (lo que
difícilmente se da en el resto de seres vivos).

- 19 -
Éste aspecto del problema existencial
quedaba reflejado en aquella fábula de ratones
preocupados ante su incierto futuro, dónde todos
se preguntaban “ ...pero, ¿y quién le pone el
cascabel al gato?”. Extrapolando: ¿quién está
dispuesto a sacrificar ni un ápice de su estatus o
patrimonio, en aras de algo que en principio
plantea sólo problemas?. No olvidemos el propio
personaje histórico de Jesucristo, que sufrió por
el hecho de ser íntegro, o sea, consecuente con
sus ideas. En realidad sus propias ideas aún siendo
de una nobleza indudable, fueron tan sólo ideas;
las de un hombre que creyó en que se podían
mejorar las cosas. Paradójicamente la realidad y
la historia han demostrado que despreciamos las
ideas más nobles, potenciando las más
deleznables.
Se constata que gentes que supuestamente
pretenden ayudar a los de su especie escriben
libros, muchos de ellos haciendo tal alarde de
erudición que resultan absurdamente ininteligibles
para el común, cuando no, el afán de
reconocimiento y lucro suplen toda noble
finalidad. Negociar con esto significa además
limitar la divulgación del mensaje, lo cual carece
de sentido.
Sólo aquellos que han podido comprender
la importancia del ser con la misma claridad que
- 50 -
se comprende la del poseer, pueden compartir
ciertos nobles estadios de consciencia. Se rehúsa
del poseer por propia necesidad de mantener un
estado emocional tal que de otra manera se
ignoraría.
Claro que se puede recaudar para fines
altruístas pero, ¿hay alguien realmente capacitado
para prescindir del reconocimiento y la
popularidad?. ¿Es compatible la vanidad con la
sencillez y la integridad?. ¿Por qué se necesita el
reconocimiento y la popularidad?.

LA AGRESIVIDAD
“Si no se está acostumbrado a saltar obstáculos se
estará tropezando siempre con ellos”.

“…volviéndonos finalmente demasiado


irascibles”, habría que añadir al aforismo.
La agresividad está íntimamente ligada a la
frustración allá donde la haya, es decir, a que las
cosas no ocurran como se espera. Ser consciente
de lo que uno quiere o de lo que no ya sería un
gran paso, pues solo se puede querer sinceramente.
Lo difícil en nuestro sistema es seguir el rastro
natural de la vocación innata. La maraña de
fuerzas que componen el sistema social confunden
- 51 -
al individuo oponiéndose a su desarrollo.
Por otro lado, la casi absoluta dependencia
de las personas respecto de sus posesiones,
esencialmente el dinero, les convierten en muy
vulnerables. El miedo de perderlas también les
hace agresivos.
El germen de la agresividad reside en nuestra
insolvencia ante un factor que nos molesta o
incomoda física o intelectualmente.

LA VOLUNTAD
“La voluntad como manifestación de la toma de
consciencia es un acercamiento al equilibrio, y por tanto
a la felicidad.”

Todos buscamos cierto estado anímico o


estado de consciencia en equilibrio.
¿Por qué resulta tan difícil encontrarlo?. Falla
la voluntad: el saber en un instante qué
necesitamos, siendo consecuentes. Falta, dicho sea
de paso, humildad para estar a la altura de nuestras
aptitudes.
Pasamos por alto el tiempo en el que
debemos actuar y ese tiempo perdido nos pasa la
factura de la decepción.

- 52 -
Lo esencial es hacer lo que debemos. Hacer
“lo que nos apetece” es un escape por el que
evacuar toda nuestra carga emocional pero
perpetuando nuestra irrealización, frustrados en
la base.
Una salida a la problemática planteada se
encuentra en el respeto hacia nosotros y lo que
nos rodea.
Entenderlo todo y sus causas…es decisivo.

EL RESPETO
El respeto trasciende las fronteras de lo
cotidiano. Al respeto hay que buscarlo en soledad.
Lo otro se podría llamar educación, formalidad,
costumbre...
El respeto pasa ineludiblemente por una
convicción profunda del sentido universal de la
existencia. Esto que parece un tanto subjetivo, en
última instancia no es más que estar en paz con
uno mismo y con el mundo.
El respeto no espera la aprobación de nadie
más que la de uno mismo, porque se tiene por
una necesidad básica, y no como una formalidad
de convivencia.
El respeto implica estar en posesión de un
conocimiento cabal de la vida y de las cosas.
- 53 -
LA TOLERANCIA
“Hasta que no poseamos la capacidad de respetar a
nuestros semejantes, la felicidad permanecerá velada; pero
¿cómo poseeremos tal capacidad sin respetarnos antes a
nosotros?”.

Muchos creen que la tolerancia es la


capacidad de soportar o de sacrificio. Este
concepto de la tolerancia contiene un alto grado
de hipocresía.
Al contrario de esto, creo que la tolerancia
es la capacidad o aptitud que se llega a alcanzar,
en virtud de la cual se tiende a ser menos irascible.
Todo ello en base a una toma de consciencia sobre
los beneficios que tal aptitud reporta.
La tolerancia es ejemplarizante y transforma
la actitud de los demás de un modo contundente.
A ella se llega desde la reflexión y el
conocimiento. Se puede entender como el acertado
uso de la inteligencia al servicio de una ecléctica
convivencia.
Hay una parábola que cuenta la historia de
un samurái, quien preguntó a su maestro por el
significado del “cielo y el infierno”. Súbitamente
el anciano arremetió contra él, insultándole
duramente por plantearle semejante pregunta
despues de tantos años de enseñanza. El joven
- 54 -
quedó atónito ante esta reacción. Poco a poco del
enmudecimiento pasó a la cólera, dado lo
humillante de las acusaciones. Llegado a un punto
era tal su ira, que desenvainando su daga prometió
al anciano cortarle la cabeza si no dejaba de
lanzarle improperios. El anciano señalándole dijo:
“Eso es el infierno”.
Avergonzado y abatido, envainó lentamente
su daga, arrepentido de tan desmedida y violenta
reacción. Finalmente y mirándole a los ojos el
maestro sentenció: “… y eso el cielo”.
¿Qué entiendo por tolerancia?. Entiendo la
capacidad de respetar, aceptar, confiar y compartir,
contrapuesto a la idea de rechazar, dominar, o
imponer. Cada cual tiene su escala de valores en
función de la cual tolerará unas u otras
manifestaciones, pero la máxima: a mayor
tolerancia menor padecimiento, es impepinable.
Concluímos pues que la tolerancia es uno
de los medios por los que se alcanza la paz.

LA MENTE
La mente es un órgano biológico
potencialmente extraordinario, pero puede resultar
potencialmente horrendo. Un fuerte golpe
emocional puede desencadenar una serie de

- 55 -
patologías. El proceso inverso nos es más familiar,
esto es, la merma emocional tras la aparición de
una enfermedad.
Su capacidad para imaginar puede
protagonizar acontecimientos tan horrendos como
el holocausto nazi en aras de un hipotético
“perfeccionamiento racial”, guerras en nombre de
un imaginario “dios”, violencia en aras de
ideologías desconocidas o incomprensibles para
los que las sufren, la destrucción de vastas
extensiones naturales y su contaminación en aras
de un determinado rol de poder y ostentación, o
miles y miles de ejemplos que hacen ver a las
claras tal potencialidad.
Muchos de esos nefastos individuos dieron
su vida por mantener aquellas ideas que
condujeron a tan macabros acontecimientos;
¡creían ciegamente lo que su imaginación les
dictaba!. ¿Pudo alguien hacerles comprender su
error?. Evidentemente, no.
Ello supone una sencilla demostración del
poder de convicción o sugestión de la mente
humana. Todos los humanos somos
potencialmente susceptibles a tal fenómeno. El
cambio circunstancial de nuestra percepción y por
tanto de nuestra actitud es algo cotidiano (“Donde
dije digo, digo Diego”). Hay veces que llegados

- 56 -
a un punto, ideas que nos hicimos sobre la realidad
acaban transformándose en el momento en que la
trama de acontecimientos evidencian lo limitada
y subjetiva de nuestra concepción primigenia.
Cuando esto ocurre con cierto retraso sobreviene
el arrepentimiento.
A pesar de todo, tenemos la necesidad, lejos
de una visión real y objetiva, de prever y
determinar todo con nuestro pensamiento, lo que
no es más que el hábito al que nos ha llevado
nuestro instinto de autoprotección. La sensación
de vulnerabilidad que todos sufrimos en mayor o
menor grado hace que tendamos a mantener una
actitud prejuiciosa como argucia defensiva, que
luego degenerará probablemente en algún tipo de
fobia.

EL RECHAZO COMPULSIVO A
RECONOCERNOS FALIBLES
La tendencia a no aceptar la relatividad
perceptiva sobre lo que nos rodea, nos empuja
hacia una actitud prepotente (aparentando lo que
no somos) , intolerante (temiendo/agrediendo
aquello que no dominamos o controlamos) y
autoritaria (dominando/imponiendo ideas).
De la relatividad inherente a nuestra
percepción debe emanar infinita humildad, pues
- 57 -
la toma de consciencia nos indica que
interpretamos la vida desde nuestro estado de
humanos, y por ello nuestro entendimiento será
siempre parcial y relativo, o sea, limitado.
Reconocer la pluralidad de lo existente y
reconocerse falible, es aprender a ser tolerante, lo
que supondrá ya un grado de respeto. De la rica
diversidad de criterios o manifestaciones, y de la
relatividad y circunstancialidad de todos ellos, se
deduce que la especie humana debe nutrirse de si
misma.
Consiste simplemente en escuchar a los
demás y compartir ideas. Con esta práctica los
egos se disuelven lo suficiente como para no
malgastar el tiempo al pretender imponer
“nuestras verdades”.
Pues bien, hablaba de falibilidad, y con ello
me refiero a la imperfecta condición humana,
aspecto sobre el que cada uno es consciente en su
fuero interno, aunque no consecuente: de cara a
la galería nuestro comportamiento dista mucho
de lo que sabemos y somos (aparentamos). ¿Será
que camuflamos nuestros déficits justo con la
apariencia de aquello de lo que carecemos?. Por
ejemplo, un talante arrogante, impositor o
prepotente bien puede ser la tendencia a evitar un
acusado sentimiento de inferioridad, pero es que
ese “no querer sentirse inferior” ocurre
- 58 -
precisamente porque ya teníamos consciencia de
lo que es sentirse inferior, o sea, que mediante la
arrogancia ocultamos un potencial sentimiento de
inferioridad que acecha y amenaza.
Por contra y siguiendo con este mismo
ejemplo, cuando se es espontáneo no se tiene
demasiada consciencia de ello y por ende la
vanidad es innecesaria. De hecho muchas de las
virtudes humanas que admiramos de los otros lo
son porque percibimos su autenticidad, siendo
muy común que esas virtudes las deban “apuntar”
otros desde fuera, pues como decía, la
espontaneidad pasa casi inadvertida para el sujeto.
El sabio refrán: “Dime de qué presumes y te diré
de qué careces”, se refiere a esto.
Se debe tener suficiente autoestima, pero sin
perder contacto con lo real, consideración ésta que
guarda su intríngulis o paradoja, pues como
“homos imaginatio” tenemos tendencia a creer en
“maravillosas” ideas que interpretamos como
reales, pero que no dejan de estar más que en
nuestra mente. Engreírse es un acto que denota
una carencia que deberemos reponer, y no obviar.
Pocos tienen la entereza de reconocer en si
mismos la precariedad que implica ser humanos
y estar dispuestos a comprender, tolerar y respetar.
A nuestro presente hemos llegado irreme-

- 59 -
diablemente, tanto por nuestra voluntad, como por
el azar, en contra de ciertas corrientes ideológicas
que aseguran que “nada es casual”, o bien que,
“todo es causal” (todo tiene una causa). El azar es
la posibilidad de que pueda ocurrir cualquier cosa
sin que nosotros ni nadie pueda preverlo, evitarlo
o controlarlo, y siempre han ocurrido y ocurrirán
hechos imprevisibles, absolutamente injustos e
indeseados; y esto para todos por igual. Esta
realidad forma parte de la existencia, sin más. Que
algo parezca injusto o incomprensible a la
consciencia humana, para la ley universal de
causa-efecto es algo obvio, pues ha ocurrido de
facto. El asesino mata por una razón que no
compartimos o vislumbramos, sin embargo él ha
consumado su acto; su acción es el efecto de una
causa, o secuencia de ellas: sociales, sicológicas,
genéticas, etc., que difícilmente podremos
hilvanar o comprender. Esto nos dice que a nuestro
entendimiento humano, la existencia le resulta en
gran medida imprevisible. El azar es
humanamente impredecible, y aunque siempre
responda a la ley universal de causa-efecto, decir
que “todo tiene un porqué” es vanidoso e inútil,
pues no siempre tendremos capacidad intelectual
para dilucidar ciertas causas, por muy injustos e
ilógicos que nos parezcan sus efectos. La lógica
es tan sólo, al fin y al cabo, humana.

- 60 -
En esa otra corriente de creer que las cosas
nos vendrán “a la medida” si sabemos mantener
cierta actitud ante la vida, va implícita una
manifestación más de la presunción de sentirse el
centro del mundo (solipsismo).
Realmente mantener cierta actitud nos
ayudará pero el azar siempre jugará su papel, y
en la mayoría de los casos no podremos hilvanar
o vislumbrar la serie de sucesos que han llevado
a que ocurra tal o cual acontecimiento. Siempre
habrá un factor de riesgo que debemos asumir.

DIOS
“Que la mente humana crea en Dios no significa
que exista Dios”

La actitud humana ante la observancia del


universo que nos rodea es de absoluto asombro.
Entendemos todo según nuestro limitado
estado mental, llegando a conclusiones que son
al fin y al cabo sólo humanas.
Dos pruebas de nuestras profundas
limitaciones mentales son: la imposibilidad de
imaginar el origen del tiempo, pues considerado
uno, siempre nos asaltará la pregunta: “Y
antes...¿qué había?”. Otra es la incapacidad de
- 61 -
imaginar los confines espaciales del cosmos, es
decir, que la idea de infinito es sólo un concepto
abstracto, o relativo.
Son las limitaciones de nuestra mente las que
empujan a buscar explicaciones que nos aquieten
el ánimo. Entonces se crea a “Dios” y se cree en
él, o sea surge lo que llamamos fé. Se trata de un
dios antropomorfo, humanizado, misericorde y
redentor, que nos ayudará a superar nuestras
insufribles dudas. Y como siempre, para explotar
tan ambiciosa empresa, aparecen oportunistas que
estableciendo monopolios espirituales y dominios,
sacarán provecho económico y poder; alimento
de sus egos. Así es la controvertida historia de las
religiones en el mundo, donde conviven
confesión, confusión y escepticismo (Son
instituciones realmente vinculadas a los intereses
del hombre. Cómo sino justifican los macabros
acontecimientos que su historia ha perpetrado y
sigue haciendo, ¿”En nombre de Dios”?).
El gran “pecado” ha sido generar
sentimientos de culpabilidad ante preceptos que,
honestamente y por nuestro propio criterio jamás
hubiéramos ni siquiera imaginado. Mantener ideas
con la extorsión y sacrificio humanos es la esencia
de toda corriente sectárea o dominadora, y una de
las razones por las que la humanidad sufre y no
evoluciona.
- 62 -
Se induce una actitud hipócrita en la gente
humilde sufridora de los arrebatos de la clase
elitista, que muestra sarcástica e impunemente
una ostentación de la que precisamente adolecen
gran parte de las miserias del mundo,
conociéndose además su vinculación y apoyo
hacia aquellos que con su poder las provocaron.
Paradójicamente la razón predicada por tales
instituciones debería conducirlos a compartir
generosamente aquello que por el contrario
detentan avara y opulentemente.
Desgraciadamente muchos son los que
defienden a ultranza ideas extraterrenas,
mostrándose indiferentes ante aquello que la vida
les clama palpable y compungidamente. Esto nos
dice a las claras, una vez más, que la especie
humana necesita imaginar la vida, o sea,
transformarla a su capricho, más que hacer el
esfuerzo de respetarla.
La “fé” no es más que una manifestación de
nuestra aparente insolvencia. ¿Por qué debe ser
la “fé” a lo que apelamos desde el desasosiego,
cuando sencillamente de lo que se trata es de hacer
un esfuerzo para adaptarnos a la realidad?.
Sencillamente porque las connotaciones de la fé
da patente de corso a la élite para manipular a
las masas y mantener su estatus. También porque
se renunciaría pavorosamente a la tradicional
- 63 -
“promesa de otra vida”. Por último, porque la idea
de morir como: “un no existir por siempre jamás”,
a muchos se les hace insoportable o absurda.
Los humanos tenemos tendencia a creer que
nos ocurren cosas extraordinarias, y a creer
puerilmente también que somos el centro del
universo, esto es, creernos descendientes de
“Dios”. Sin embargo demasiada gente muere del
hambre que no interesa paliar, o por las guerras
que se provocan, mientras la élite ostenta un
patrimonio material incalculable (gran parte de
éste en vanalidades absolutas: oro, suntuosos
edificios, tradiciones de interés turístico y
alimento de vanidades...).
Voy a relataros una curiosa anécdota:
Un hombre de unos cincuenta años, testigo
de Jehová, me visitó en mis primeros deprimentes
días universitarios y me habló de “la benevolencia
inmensurable de un Dios que había ubicado la
Tierra en el lugar preciso para que proliferase la
vida”, y seguía diciendo, “…un poco más cerca y
el calor hubiese sido insoportable...Y más lejos el
frío…”. Sorprendido le contesté: “¿No se le ha
ocurrido inferir la cuestión a la inversa?. Gracias
a que la Tierra estuvo en ese lugar idóneo estamos
aquí, y no que en previsión de nuestra existencia
la Tierra se ubicara allí. Evidentemente no le

- 64 -
interesó seguir hablando sobre el tema. Como los
misterios son insondables y por tanto irrefutables,
en última instancia para explicar lo inexplicable
se refugian en la fé. Lo que la ciencia les muestra
y demuestra no les interesa.
Todo este dislate sorprendentemente es
como si fuera irreal para una gran masa que sigue
a pies juntillas las pautas que les marca la tradición
(una prueba más del extraordinario poder de
sugestión de la mente). ¿No es todo ésto de locos?.
Si como aseguran, tras la muerte hay un
encuentro con “Dios”, ¿por qué tañen luctuosas
las campanas?.

LAS NEFASTAS CONSECUENCIAS


DE LA TRANSCENDENTALIDAD
La mayoría de los humanos tienen
absolutamente asumida la idea de que la vida debe
tener un sentido transcendental, y que la especie
humana es una especie privilegiada cuya
percepción de la realidad es absoluta e
incuestionable.
¿Comprenderemos que la imposición y la
libertad son excluyentes?.
¿Por qué nos empeñamos en creer que la
muerte no es el final de la vida?.
- 65 -
¿Tendremos suficiente humildad para no
manipular más la vida en nombre del miedo?.
Cuestiones todas que iremos aclarando.
Ningún tipo de energía, ni una imaginaria vida
posterrenal, ni esa romántica idea de vivir en el
recuerdo de otros podrá sustituir convincentemente
mi actual estado de consciencia humana. La verdad,
ninguna me consuela pues éste estado humano que
experimento, mediante el que puedo gozar del arte
y la naturaleza, pensar, imaginar, compartir
maravillosas ideas, hablar, viajar, conocer, sentir...es
lo que tengo con total seguridad y es a priori
insustituible. Lo demás son cantos de sirenas, ideas,
y no, no es sensato hipotecar esto por esas otras
cuestionables elucubraciones.
Quiero luchar para éste mundo, y no por y
para los que imaginan aquellos cuyo miedo,
oscura pretensión o simple ignorancia, les
conducen a olvidarse vergonzantemente de éste.
Creo que la muerte será el final de la vida
humana que experimento ahora, y aunque sé que
me transformaré en otros tipos de energía, eso no
me hace más feliz, ni menos. No es un consuelo.
Sencillamente, el pensar que voy a transformarme
en nada cuando muera (con referencia a ésta
manifestación humana que conozco), no se me
antoja horrible, sino más bien paz eterna.
- 66 -
Ese afán de transcendentalidad es un rasgo
típicamente humano que no tiene porque ser tan
incuestionable. Mediante la elucubración todo se
puede complicar mucho. Así por ejemplo,
podríamos considerar transcendentalmente que
“yo” soy una manifestación universal y eterna,
en vez de un ser biológico engendrado a través de
la relación coital entre mis padres.
Toda esa elucubración que pretende
concienciarnos de una realidad humana
cosmogónica, inmortal y un tanto
despersonalizada, creo que no nos aporta lo
suficiente. Más nos valdrá un modelo
simplificado, pues aún no implicando una realidad
absoluta nos resultará más útil. Quiero decir que
mezclar nuestra manifestación real humana con
otras hipotéticas, conlleva innecesarias trazas de
incertidumbre que suelen dar mucho juego a
oportunistas de todo tipo.
La solución reside en mantener una actitud
realmente sincera y sensata ante la vida.
Casi todos, despues de morir, quisiéramos
seguir siendo humanos (quizá en un entorno
natural y social más agradable), y no otra
manifestación energética indefinida. Por eso
precisamente dios es antropomorfo en la mayoría
de las religiones.

- 67 -
¿Por qué no nos quedamos en paz con lo que
nuestro entendimiento nos ha mostrado de modo
tan evidente, a través de todo este tiempo...?, esto
es, si nadie ha dado de un modo irrevocable
señales de vida tras ésta (desdeñando el poder de
la autosugestión o enajenación mental y
reconociendo que incluso la ciencia del siglo XXI
“balbucea” aún en los intrincados misterios del
cerebro humano); si por lo que sabemos ninguna
manifestación energética que no sea humana
podrá gozar del arte, de la naturaleza, ni de todo
lo demás, ¿no sería sensato aceptar y acatar sin
más dilación tal realidad?. ¿Por qué hay gente que
se empeña en no aceptar la idea de vacuidad que
implica la muerte?. ¿Podremos desprendernos de
nuestra vanidad e idea egótica y obtusa de
transcender a nuestra actual existencia?.
La libertad (el valor humano que más nos
dignifica) debería desligarnos de los yerros del
pasado; de todas esas ideas ilusoriamente vanas.
Aceptar la realidad seguramente nos haría más
libres y felices. Claro que el esfuerzo de
adaptarnos a esa nueva actitud no todos están
capacitados o dispuestos a asumirlo.
Nuestro sinvivir es ese intento de convertir
en realidad la subjetividad y desmanes de nuestro
pensamiento. Unos defienden unas ideas, otros
otras. Desdeñan conscientemente la realidad en
- 68 -
aras de lo imaginado, pues la imaginación guarda
la esperanza de una vida eterna, de un modo u
otro. Se hipoteca la solución definitiva de los
problemas que la vida nos plantea: hambre,
guerras, enfermedades, injusticia... a cambio de
toda una compleja trama de ideas sobre lo
inexistente: dioses, vida eterna, eterna
transformación...y todo lo que ello conlleva:
suntuosidad, dominación-imposición o
recogimiento.
Si finalmente fuésemos incapaces de cambiar
el mundo que conocemos, ¿para qué perpetuar la
especie?. ¿Para qué condenarla a un mundo tan
desagradable?. La madurez dota al individuo de
la comprensión y aceptación más elemental y
evidente de la existencia; así de modo simplificado
podemos decir que: nacemos por decisión de
nuestros padres, vivimos obligatoriamente una
vida que se muestra cruel por defecto y que
debemos transformar con denuedo e
innumerables argucias (situación ésta que
irónicamente se empieza a dominar en nuestra
última etapa de la existencia), y finalmente
morimos por puro desgaste biológico para ser
relevados por más vida. Es sencillo y evidente
como decía, pero pocos aceptan esta realidad.
Hoy vivimos en tiempos donde la ciencia ha
desentrañado muchos ancestrales enigmas.
- 69 -
Vivimos en un mundo donde la tecnología ha
adquirido principal protagonismo, y todo se
supedita a ella. Es muy difícil practicar en un
mundo así cualquier filosofía.
El individuo realmente se encuentra en una
encrucijada donde la espiritualidad y la ética son
como estrechas calles oscuras y aparentemente
sin salida, mientras el materialismo constituye una
gran avenida bien iluminada. Evidentemente la
gran masa prefiere la segunda opción. Unos son
atraídos por lo aparente, mientras otros buscan lo
genuíno. Unos se llevan a si mismos siempre con
la incertidumbre pegada a los talones, mientras
otros se dejan llevar desde la comodidad y
seguridad que ofrecen unas pautas ya marcadas.
Es nuestro mundo, el de los humanos.

LA RELATIVIDAD DE LOS CREDOS


Antes de nada quisiera advertir lo injusto de
creer ciegamente en algo que nunca se ha podido
comprobar, en oposición con la acreditación que
exigimos en nuestra cotidianidad. ¿Será porque
lo desconocido otorga y relaja a las consciencias?.
Y es que escuchan la voz de “Dios”, le ven,
le sienten. Pero al menor contratiempo cualquiera
de esos que tanto le proclaman y glorifican se
revuelven con la misma difidencia y violencia que
- 70 -
aquellos a los que reprueban.
Jesús como personaje histórico ha sido a lo
largo de todo este tiempo un ejemplo para los
nobles de espíritu, no así para los oportunistas
demagogos que han manipulado la noble causa
transformándola subrepticiamente en
dominación y lucro.
Pues bien, personalmente prefiero
enfrentarme a la realidad que hipotecar mis días,
por la sencilla razón de que la realidad se puede
modificar y puede tener un claro sentido. Tiene
sentido lo concreto: aquello que tiene principio y
final. No tiene sentido lo incierto. ¿Por qué nacer,
vivir y morir no tiene sentido?. ¿Acaso tiene
sentido vivir ésta vida creyendo que viviremos
otra?. ¿Cómo puedo estar haciendo algo de verdad
sin creer en el presente?.
Afrontar la realidad significa ser conscientes
de su crueldad. Y una vez que se da esta
circunstancia cada uno elegirá la solución que le
vaya mejor: el oportunista no tendrá escrúpulos
éticos para sacar provecho indiscriminadamente,
el asesino intentará satisfacer su apetito de
sufrimiento ajeno, la persona evolutiva verá un
reto y una razón para seguir mejorando las cosas,
el enfermo de mal social común sentirá el deseo
irrefrenable de sentirse superior, y así todo...pero
de verdad.
- 71 -
Abarquemos ahora el tema de la “fé”
resaltando su relatividad inherente.
Quizá muchos creyentes de ciertos dogmas
nunca se hayan preguntado: ¿creería en lo que creo
si hubiese nacido en otro entorno cultural, o en el
seno de una familia que me hubiese inculcado
otras ideas?. Personalmente soy consciente que
de haber nacido por ejemplo en la India, mi
comportamiento estaría determinado por ese
entorno, y no por el actual. Con todo lo que esto
conllevaría, lo cual en mi realidad actual resulta
inimaginable. Esto demuestra a las claras que mi
fé o mis creencias son circunstanciales.
Por ello no puedo aceptar el tema de la fé
sin cuestionarlo. Se podrán dar en mi vida muchas
circunstancias que me lleven finalmente a esa
aspiración ciertamente humana; pero desde luego
no la de la tradición, pues resulta gregario e
impersonal.
A partir del mito de Cristo algunos
transcendieron la idea estigmatizante y horrenda
del ineludible sufrimiento para alcanzar la
“Gloria”. Este mito es respetado por el miedo
inculcado a partir de la noción maniquea del
infierno por un lado, y de la del omnipotente
“Dios” por otro, que castiga a aquellos que
incumplen “su ley” o difaman su nombre. Pero

- 72 -
no habrá castigo providencial sino el infligido
subrepticiamente por aquellos humanos con una
percepción de la realidad absolutamente distinta.
Sabemos de la naturaleza, del cosmos, pero
no de ese dios antropomorfo, “humano”, que ve,
oye, habla, siente amor...tal como nosotros. Sólo
lo imaginamos. El legado de Jesucristo trajo bien
en cuanto que apeló por una actitud noble ante la
vida, pero eso fué manipulado para generar la
barbarie y vana suntuosidad de la que todos
sabemos a través de miles de años. Por lo tanto:
¿de qué lado pesa más la balanza?.

LA MUERTE
El escritor Mario Benedetti dijo: “La vida
es un paréntesis entre dos nadas”. Antes de nacer
no somos nada, y cuando morimos volvemos a la
nada. Y no es que pueda demostrarlo, es que no
pudiendo probar lo contrario esta opción resulta
la más sensata.
La muerte es un sueño eterno. A efectos del
estadio humano es como la nada: dejamos de
existir. Ya hemos sido nada: antes de venir a este
mundo. A muchos les gusta imaginar la muerte
como un estado indeterminado de energía.
Seguramente no tenemos capacidad para entender,
o aceptar la muerte como idea de la nada. Otra
- 73 -
limitación mental y otra inquietud más.
La muerte parece ser un estado de paz
perfecto. Algunas corrientes filosóficas persiguen
ese fin, pero en esta vida.
Trato de hacer una reflexión sobre las
nefastas consecuencias que el miedo a la muerte
genera en nuestras vidas y la coyuntura que
brinda a los poderes para manipular a las masas.
La ciencia y el sentido común nos han
demostrado que la humanidad aún no existía en
los albores de la vida, sino que ha sido la evolución
a partir de seres unicelulares, a través de millones
de años. Y también se sabe que la inteligencia es
un carácter evolutivo más de tantos. Vista así, la
vida no tiene misterio alguno. Nacemos, vivimos
y morimos. Esto es lo que podemos entender desde
una perspectiva biológica y humana. Pero la vida,
que es lo único que podemos constatar, la
ignoramos. Y hay demasiados ejemplos que nos
revelan esa actitud indolente ante ella:
explotación, expoliación y destrucción por
doquier.
La idea de la muerte, a muchos les parece
sencillamente inaceptable. Aterradora e
insoportable la idea de desaparecer por siempre
jamás. Entonces inventamos dioses y la promesa
de una vida posterrenal en cualquiera de sus
- 74 -
modalidades. No hay pruebas de esto, y entonces
surge la “fé”, que poco más o menos es “creer en
lo nunca visto”, salvando así cierta incapacidad
humana para afrontar la realidad.
La barbarie se nutre y mantiene del talante
débil que abdica de la ley natural, apartándose y
luchando contra ella, “contaminándola” en pro de
intereses bastardos. La vida nos pide a gritos ser
respetada, pero es más cómodo imponer nuestros
indolentes egos que “transformarnos” para
respetarla. O sea, teniendo la posibilidad de la
vida, hipotecamos la real por otra imaginada. Si
la vida es desagradable, es por nosotros.
Deberíamos implicarnos con la vida
prescindiendo de tanta transcendentalidad. Aquí
tenemos mucho que cambiar, en primer lugar a
nosotros mismos como para preocuparnos tanto
de otras vidas, y otros mundos...(¡cuántos medios
económicos, humanos…energía, se invierten en
experimentos “extraterrestres”, ignorándose por
contra los problemas de este mundo!).
Y no, no es sólo problema del poder. ¿Quién
puede decir que no CONSUME el tiempo que nos
vende el poder en el “escaparate” de nuestro salón
en forma de manipulación y propósitos
comerciales?.
Muchos han dado su vida y sesgado la de
- 75 -
otros, no en virtud de la real, sino de una
imaginada. Absurdo “homo imaginatio”...

SINCERIDAD
La sinceridad es un valor transcendental en
cuanto que atañe al presente, dependiendo del
presente todo lo que está por venir.
Uno teme ser sincero porque eso implica la
posibilidad de que la frustración de otros se cebe
con nosotros (el mal de otro alivia al propio). La
sinceridad es como una caída al vacío,
adoptándose por tanto maneras normalizadas de
comportamiento, esto es, aparentando. La
apariencia es inmediata y embauca al observador
en el presente. Se aparenta porque no se acepta al
verdadero ser, esto es, no se acepta la
individualidad con sus rarezas y falibilidad.
Sufrimos un gran sentido del ridículo,
inducido por normas sociales. Tememos a lo
desconocido porque supone un riesgo potencial y
nuestra capacidad de recuperación es limitada.
En realidad somos, entre otras cosas, falibles
y hasta “ridículos”. Aceptar eso nos fortalecería.
Lo que ocurre es que nos estructuramos, no sobre
lo experimentado, sino sobre lo aparentado; sobre
esa rígida plataforma mal llamada educación. Y

- 76 -
lo aparente es débil por ser un estado impropio,
no experimentado. Precísamente esta falta de
seguridad, por no ser, se pretende sustituir con el
poseer. Poseer riquezas, poder, erudición o
reconocimiento.
¿Nos conocemos a nosotros?. Para conocer
es requisito fundamental experimentar. Si
hubiésemos experimentado la vida lo suficiente
seríamos irremisiblemente honestos. La mentira
es proporcional a la falta de experiencia liberadora.
La sinceridad no es simplemente no mentir, sino
algo mucho mas transcendental: no mentirnos.
Aquí es donde radica la complejidad, porque la
relatividad de nuestra percepción nos impide
observarnos con objetividad y por tanto reconocer
nuestra propia farsa.
La falta de experiencias induce miedos y el
miedo se vale de la mentira, aunque seamos
inconscientes de ella, lo cual es un mal común
que hace que nuestra sociedad sea decadente. Ya
el simple acto de la violencia, la agresividad o la
dominación implica un alto grado de
inconsciencia, y por ende de inexperiencia.
Cuando se es sincero y se sabe lo que se
quiere (o lo que no se quiere, que a la postre será
lo mismo), cualquier problema implica una
reorganización del universo interno de ideas para

- 77 -
superarlo. Por el contrario cuando se está
mediatizado y se aparenta, cualquier contratiempo
se convierte en una amenaza que el temor y
precariedad tratarán de evitar de un modo más o
menos violento o desproporcionado. Observamos
que en un caso los problemas se encaran y superan,
mientras que en el otro se perpetúan.
Los problemas siempre existirán, es nuestra
mente la que debe minimizarlos. Esto es tolerar.
“Ser maduro” es apoyar la vida. Taramos la vida
verbigracia cuando criticamos morbosamente
desde la ignorancia, rechazamos o agredimos
desde la intolerancia, o mentimos desde la
inconsciencia.
El gran dilema existencial siempre será: “ser
o no ser”. “Ser”, requiere un talante honesto,
paciente, emprendedor, tolerante, respetuoso y
hasta en apariencia sacrificado. “No ser” es el
estado involutivo al que la sociedad nos impele
por defecto.
Aquí por desgracia uno aprende a “no ser”;
“ser” es adentrarse en el mundo real, y observar
que lo perfecto y lo imperfecto coexisten, lo justo
y lo injusto, “lo bueno” y “lo malo”.
Comprendiéndose entonces que la única
alternativa es la honestidad y la tolerancia. La vida
hay que tolerarla en alto grado pues no hacerlo es

- 78 -
entrar en un conflicto donde el bien y el mal
pugnan en eterna lucha, constituyendo una fuente
de eterno sufrimiento como bien sabemos.
Creo que uno debe transformarse y desde el
respeto, entregarse a la vida. Aprender siempre.
Esta es la esencia; lo que la mayoría rehúsa hacer
sin comprender que en ese constante esfuerzo y
transformación personal está el verdadero sentido
de vivir. La posibilidad de ser personas es una
dicha inmensurable.
Se debe ser coherente hasta donde sea
posible, lo que dará una medida fiel de nuestra
capacidad. Si no somos críticos con nosotros
mismos, ¿cómo evolucionaremos?, ¿por lo que
digan los demás?. Si no evaluamos nuestra vida
honestamente, ¿cómo estaremos en paz?.
Todo esto supone cierto sacrificio en el
sentido de que no concluiremos una solución
global. Algunos dirán: “no me interesa”. Bien, el
presente es lo único que tenemos pero, ¿hay mayor
coherencia o sentido que ser consecuentes con
nosotros mismos ?. Muchos han sido forzados a
aprender esto tras sufrir fuertes traumas, tomando
consciencia sólo entonces del sentido existencial
ecuménico. Hay muchos modos en cada momento
de presentarnos ante los demás, pero sólo uno en
cada momento de aceptarnos y ser nosotros. En

- 79 -
el primer caso emulamos pautas de conducta. En
el segundo nos encontramos con lo desconocido,
que es decidir según nuestro propio criterio o
interés, y no hablo del interés ponderable o
tangible, sino del que me ayuda a ser.
Cuando tenemos dignidad,
independientemente del criterio ajeno, somos.
Erramos cuando pretendemos, modificándonos,
ser infalibles. “Sólo al sabio se le hace innecesario
aparentar, pues nunca se equivoca”. Pero, ¿existen
los sabios?. El sabio, como dios, es una
idealización, y sólo viene a confundir y a
minimizar nuestra dignidad. Dignidad que implica
a lo bello, pero también a lo imperfecto. Esa es
nuestra realidad. No aceptarla será perpetuar la
enajenación humana.
No conozco a nadie infalible. De hecho, me
gusta observar la falibilidad en los demás porque
es un rasgo natural y humano. Y no me cebo ni
me mofo con ello, pues me reconozco a mi mismo
tan potencialmente falible como el que más.
Simplemente me gusta que las cosas sean como
son.
La sinceridad y tolerancia son como dos
valores que se complementan: la sinceridad es un
flujo emocional que va de dentro hacia fuera,
mientras la tolerancia es una actitud emocional

- 80 -
que favorece el flujo en sentido inverso.
La sinceridad supone aceptación de uno
mismo, supone también la aceptación de riesgos,
y lo más importante, la posibilidad de contemplar
nuestra propia precariedad, conocernos
cabalmente, conocer nuestras limitaciones, y con
ello evolucionar coherentemente.
Por otro lado, toda frustración refleja de
algún modo no haber sido consecuentes con
nosotros mismos; con nuestros intereses. Si se
sabe lo que se quiere, o lo que no se quiere, se es
menos manipulable. Cuando nos autoengañamos,
la imaginación transforma en insignificante o
ridícula aquella postura que nos hubiera permitido
discernir. “Ser o no ser” es así “no ser” , y lo hará
en aras de poseer. Este es el mecanismo más
común de cómo fracasa nuestra voluntad.
Resulta de aquí una paradoja porque
actuando aparentemente con sinceridad, sin
embargo nos engañamos. Es una tendencia que
responde a instintos de supervivencia muy
primarios. A pesar de que las satisfacciones que
nos reporta nuestro aspecto emocional son
incomparables a las que nos pueda brindar el
físico, con frecuencia terminamos de este lado.
La apreciación de todo lo que percibimos
desde fuera es transformado en nuestro interior
- 81 -
como algo subjetivo y personal, lo cual demuestra
que en última instancia todo es mental; incluso el
dolor físico. La sinceridad nos convierte siempre
en hacedores de nuestras vidas.
La sinceridad y espontaneidad son modos
naturales del ser (los niños los tienen), que la
educación y la vida van transformando.
Desenseñarnos inteligente y sensiblemente para
reaprender a mostrarnos transparentes es una
experiencia que merece la pena: todos somos
sensibles ante lo auténtico, lo que es un signo vital.
Lo sincero no deja indiferente, y esto es así porque
se trata de un valor escaso.
La vida no debería ser una escuela de lucha
y defensa, aspecto éste que reconoceremos como
el más común, sino lo opuesto: una posibilidad
para preservarla y potenciarla en todas sus
manifestaciones, pues es el único sentido
irreprochable.

LA CREATIVIDAD
Creo que es un aspecto del intelecto tan
importante como descuidado.
Si observamos, todos tenemos una constante
necesidad de crear. Nuestro trabajo cotidiano es
una posibilidad de creación remunerada. Y digo
posibilidad porque en última instancia lo que
- 82 -
hacemos en nuestras vidas es proporcional a
nuestro empeño por conseguirlo. Lo que dejamos
de hacer, exactamente igual. La persona no activa
en el campo de la creatividad se siente incompleta,
frustrada. Todos necesitamos crear.
Es muy común sin embargo encontrarse con
gente que reconoce no haber desarrollado su
creatividad. La excusa es haber sobrepasado cierta
edad o no disponer del tiempo necesario. Parece
como si en la creatividad se tratara de alcanzar un
fin, cuando la esencia reside en superarse a si
mismo cada día.
Ocurre comúnmente que la creatividad se
asocia con el reconocimiento o con la actividad
remunerada provocándose un efecto de
estrangulamiento, donde todo el potencial creativo
queda frustrado. Siendo algo espontáneo e
inherente a la condición humana, se degrada
cuando se la relaciona bien con el reconocimiento
social, bien con el dinero. No es lo mismo hacer
espontáneamente, que siendo mediatizado. Todo
lo que se deriva de la creación “interesada” u
oportunista provocará siempre dependencia.
Quiero decir con todo esto que deberiamos
potenciar y ejercitar la creatividad espontánea,
desinteresada, independientemente de la otra.
Las dos alimentan el ego, pero una lo hace
adicto y la otra lo libera.
- 83 -
LA VOCACIÓN
La vocación es la tendencia natural a que la
creatividad se desarrolle en un tema concreto, y
no en otros. En una sociedad es importante que
cada individuo la satisfaga. De lo contrario surge
la frustración y se conforma una sociedad
hipócrita, que además tiende a ser destructiva.
Hay demasiada gente que ven en su trabajo
más que una satisfacción, algo indeseable. Y el
trabajo ocupa la tercera parte de un día por lo que
debería estar más ligado a la vocación.
El potencial económico de ciertas vocaciones
constituye en si mismo un adictivo que puede
desvirtuarlas.
Se supone que el individuo busca hacer de
su vida una experiencia agradable. Esto es el
objetivo fundamental. Y como la mente es más
insondable e imprevisible de lo deseable, no habrá
mejor aliado que nosotros mismos.

LA MÚSICA
Pienso en la música. Hay una crisis creativa
que se reparte entre la sobreexplotación de unas
fórmulas musicales convencionales demasiado
lamidas ya, y una tendencia minimalista (no me
refiero al estilo minimalista, sino a la expresión
- 84 -
musical simple y ramplona), y urge la pregunta,
¿por qué?. Pues porque surge y se nutre de la
seudocultura e ignorancia imperantes, dimanadas
del capital.
Frecuentemente el improvisado creador
musical acomete su tarea con un grado de
desconocimiento tal que se limita a usar fórmulas
prestablecidas, o a expresarse desde esa falta de
recursos. Se atienden otros factores extramusicales
como la rentabilidad económica y la popularidad.
Más que creadores musicales son productores
industriales que tratan de sacar máxima
rentabilidad económica, o reconocimiento con el
mínimo esfuerzo.
El hecho de que a una mayoría le interese la
misma cosa es suficientemente clarificador: se
manipula mediante la mercadotecnia. Lo que
espontáneamente sería pluralidad de criterios,
socialmente es degradado a un criterio común.
La música es una experiencia íntima y
personal que cada uno debe descubrir.
Resulta presuntuoso desde un aspecto crítico
someter a la música a criterios técnicos, siempre
transitorios. Mas bien deben prevalecer la
pluralidad y emocionalidad.
Eso a lo que llaman arte es sencillamente la
manifestación de una determinada sensibilidad
- 85 -
estética sustentada por cierto soporte técnico. No
es mejor lo más complejo sino una alternativa más.
Lo sencillo igual.

EL OPORTUNISMO
Un fenómeno muy común en la sociedad es
el de seguir los pasos abiertos por otros.
Cuando un descubrimiento reporta beneficios,
cualesquiera que estos sean, y una vez se sabe lo
que hacer, corren raudos oportunistas que aparecen
por doquier.
Esto denota la parte paupérrima y obtusa de
la condición humana, que es desgraciadamente
plural, entiéndase, la anteposición de valores de
consecución inmediatos a aquellos que tienen que
ver con la vocación y satisfacción del esfuerzo y
superación.

ANHELO-TIEMPO
Es muy interesante éste fenómeno dualista.
Cuando algo llega sin esperar, el tiempo se
transforma en algo instantáneo, casi inapreciable.
Al contrario, mantener un deseo puede dar buena
cuenta de él y convertirlo en una experiencia
desesperante.

- 86 -
Anhelar es algo natural y beneficioso pero
se transforma en ansiedad cuando se somete a la
dictadura del tiempo. Se ha potenciado demasiado
la adquisición, y todo lo que se consigue con
dinero es de factura inmediata. Este hábito
desvirtúa la perseverancia y degrada la
imaginación, el esfuerzo y la satisfacción de un
trabajo bien hecho.
Sabemos que cada cosa que se deba hacer
requiere su tiempo, sin embargo el disponible, que
es justo nuestro presente, se suele perder en
vanalidades.

EL ESTRÉS
El estrés está provocado por la no aceptación
del momento presente. Asolados por la celeridad
o espectativas, el presente se torna opresivo,
potenciado además por el concepto morboso del
tiempo como pérdida irreversible.
Estos defectos los hemos adquirido por la
inercia que nos lleva, acumulando un importante
déficit de individualidad. Que esto es así lo
demuestra nuestra connivencia hacia todo aquello
que precisamente en nuestro fuero interno
repudiamos.

- 87 -
LA PERCEPCIÓN DE LA REALIDAD
En este caso bastarán varios ejemplos.
¿Qué sienten el terrorista al perpretar un
atentado, y el damnificado (si no ha muerto)?.
¿Qué sienten el estafador, y el estafado?.
¿Qué sentían el emperador y vulgo romanos
que condenaban al reo, y éste que moría bajo la
espada o fauces de un león?.
Lo mismo que para uno es satisfacción, para
otro es sufrimiento. Y no hace falta ejemplos tan
drásticos. La vida diaría está repleta de
incomprensión e indolencia debido al interés y
subjetividad de cada uno. Lo que para uno es
correcto, justo o bello, para otro es lo opuesto. Esto,
en temas de cierta relevancia puede tornarse en
pesadilla. En esos casos nadie comprende a nadie,
porque el interés sugestiona hasta tal punto a la
razón que la objetividad queda transitoriamente
obnubilada, aparececiendo la agresividad.
La subjetividad de la razón se puede observar
claramente en el efecto que el paso del tiempo va
infligiendo en nuestra conducta y percepción del
entorno. Siempre hay una diferencia substancial
de criterios entre las distintas generaciones. ¿No
evidencia esto subjetividad, o maleabilidad de
la mente?.

- 88 -
Un individuo difícilmente podrá apercibir
el sufrimiento ajeno si no existe algún vínculo
afectivo o de otro tipo. Aceptar esto debería
prevenir de tanta hipocresía.
La vida puede tornarse cruel, pero la
capacidad de adaptación humana es
inconmensurable, hasta el punto extremo de
transformar esa crueldad en un sentimiento noble
y gozoso: Jesucristo soportó el sufrimiento por
su fé ciega en una idea de la que no claudicó.
Muchos de los causantes de los problemas
del mundo se sienten dichosos de sus actos. La
mente tiene un carácter tan subjetivo y un poder
de autosugestión tan contundente que dificulta la
tarea de plantear soluciones globales. La toma de
consciencia sobre esa subjetividad favorecería la
actitud de intentar invertir lo que consideramos
como mal, desde el absoluto respeto, sin cometer
el error de reaccionar del mismo modo, ni con la
imposición. Se invertiría por una vez el sentido
de ese flujo. A esto lo llamo actitud íntegra. A esto
lo llamo ser nosotros: transformar desde el
respeto, y no ser transformados.
Si llegamos a comprender que responder a
la destrucción con más destrucción no la
erradicará, sino todo lo contrario, el mal no tendrá
lugar en nosotros, lo que no quiere decir que deje

- 89 -
de existir. En nosotros se transforma porque de
pronto su “sinrazón” resulta comprensible.
Los tipos de sentimientos que nos induzca
la vida son un modo de evaluar nuestra actitud, y
de ver si aún debemos dilatar más nuestras
capacidades. Sentimientos de rencor, sean cuales
fueren, son claro síntoma de una actitud errónea.
¿Por qué?. Sencillamente por la máxima
existencial: ser felices. El rencor intoxica.
Se debe tener claro que una cosa es cómo
percibimos los fenómenos y otra muy distinta será
nuestra actitud para afrontarlos. Yo hablo de lo
segundo, pues lo primero es inevitable.
En cuanto a nuestra actitud, no se si existirá
un estado mental abstraído del “mundanal ruido”,
pero si eso fuese posible atentaría contra una
máxima: la de su propia supervivencia. Por lo
tanto no creo en la tolerancia plena, pero sí en
nuestra predisposición.
Es conveniente decir que hablo siempre en
el entorno de lo cotidiano: “Todo largo camino,
comienza dando un primer paso” (Lao Tse). Las
heroicidades y grandes revoluciones no han
evitado que estemos en la era actual: la del capital
y su globalización. ¿Por qué?, porque las
decisiones las tomaron unos pocos; el resto las
secundó. Por ello la verdadera revolución será la
- 90 -
de la toma de consciencia individual de una
mayoría. Y de seguro que habrá que fortalecer la
base, los niños.
¡No al intento de aniquilación del mal desde
la imposición!. No debe pues transformarse lo que
consideramos como mal, desde la dominación,
subyugación, ni siquiera desde la agresividad, sino
desde el ejemplo. En la mayoría de los casos será
suficiente con prevenir.
Sencillamente: nuestra integridad es el único
patrimonio potencialmente inalienable. Tenemos
sólo una vida y por tanto sólo una posibilidad. Lo
demás es “hipotecarla”. Lo demás son “cantos de
sirenas”.
Los reveses de la vida serán la prueba
irrefutable de nuestra incapacidad, ya sea
incapacidad de resolución, prevención, o
tolerancia, siendo siempre estos contratiempos
una oportunidad para superarnos y crecer.
La verdadera “revolución” será la de
secundar nuestras consciencias individualmente.
Y repito, en el mundo habrá de todo, más lo
importante es que cada cosa sea ella íntegramente.
No más hipocresía, no más manipulación, no más
oportunidades perdidas.
El concepto maniqueo considera que el
mundo se divide entre bien y mal. Esto es sólo
- 91 -
cierto en apariencia, pues lo considerado bueno
para unos, es malo para otros. Elucubrar sobre
qué cosas son universalmente buenas o malas es
un ejercicio controvertido o vano. Finalmente cada
uno deberá ser y hacer conforme a su escala de
valores. No debería de haber otra consideración
más que esta. Por lo que sí abogo es porque nadie
claudique jamás de sus propios valores.
Los humanos nos hemos instalado mediante
la imaginación o la tradición, en un mundo alejado
de lo natural y cercano al creado por personas
manipuladoras de masas, sustentadoras del mismo
sistema subyugador que les hace padecer.
La humanidad necesita la presunción,
necesita camuflar su cruel percepción de la
realidad: muerte, competitividad, hipocresía,
crueldad... y sentirse más que... La humanidad es
una especie enferma en su estadio evolutivo, pero
que sin embargo tiene una posibilidad de cambiar
mediante la individualidad, o sea, la toma de
consciencia íntima y la voluntad para dar un
sentido constructivo a la vida.
Por primera vez en la historia cada uno va a
tomar las riendas de su propia vida en relación
con su entorno, y a sabiendas que nunca faltarán
“otros modos de pensar”, va a hacer lo que le
reporte auténtico gozo, sin complejos de

- 92 -
inferioridad, sin concesiones a la apatía, sin
comparaciones, sin exclusiones y tantas y tantas
limitaciones que acaban convirtiendo a las
personas nobles en inicuas. Nuestra consciente
“pequeña aportación” nos parece algo
insignificante, sin embargo a causa de nuestras
“pequeñas aportaciones” (las de todos) hemos
hecho un mundo desagradable.
El camino puede resultar difícil y confuso:
nuestro poder de sugestión nos hará ver en
ocasiones matices que en otro momento veíamos
de otro modo. Cuando pensamos que algo merecía
la pena, ahora puede parecernos un lastre. Así son
las cosas. Pero ¿es esto razón para claudicar?,
¿acaso no podemos intentarlo una y otra vez?.
Iremos haciendo muchas conquistas, poco a poco.
Aquello que no es posible hoy, mañana sí.

UN CURIOSO FENÓMENO
Quisiera ahora exponer de modo breve una
observación muy interesante en relación con
nuestra capacidad de percepción.
Cuando nuestra atención se centra en una
idea, por ejemplo conseguir un objetivo, y además
lo hace de un modo equilibrado o inteligente,
ocurre que de pronto “nos parece” que todo a

- 93 -
nuestro alrededor confabula para, casi de modo
mágico, hacernos alcanzar nuestro objetivo.
Hay autores que achacan este hecho a un
“poder”, mas creo que esto es tan solo presunción.
No existe “poder” alguno, solo ocurre un
fenómeno sencillo: cuando nuestra atención se
centra o circunscribe sobre cierta realidad, abre
automáticamente nuestra capacidad perceptiva, y
la enfoca en ese sentido, con lo cual percibimos
hechos o experiencias que de otro modo “no
atento”, pasarían desapercibidas, aún estando ahí
en cualquier caso.¿ No os ha ocurrido alguna vez
que ante determinado contratiempo o problema
descubrís curiosamente que hay muchas más
personas en vuestro entorno con ese mismo
problema y de las que antes no sabíais?.
En resumen, a partir de nuestra percepción
forjamos nuestra realidad, pero hay infinitas
posibilidades, infinitas realidades distintas a la
nuestra. Por esto la humildad, y no el poder, la
dominación o la vanidad, es la que expandirá
nuestra limitada mente.

LA PALABRA
“Hablar la mayoría de las veces es un ejercicio
puramente surrealista pues en unos casos no sentimos lo
que decimos, en otros ignoramos de lo que hablamos, y

- 94 -
en la mayoría de los casos estamos simplemente soñando
lo que contamos”.

La palabra trasciende a la realidad aquí y


ahora, o sea que tiene el poder para que una idea
del presente se realice en el futuro. La palabra,
que es tan solo un sonido, tiene una potencialidad
ilimitada y eso es porque suele diverger de los
hechos a los que señala, aspecto sobre el que
debemos reflexionar.
Es interesante observar que puede embaucar
hasta tal punto que, incluso siendo el hecho la
antítesis de la idea a la que corresponde, aún podría
invertir en la consciencia tal realidad para hacerla
afín con la idea. El ejercicio de precisar la palabra
depende sobre todo de nuestra capacidad para
asimilar la realidad pues el “homo imaginatio”
necesita constantemente evadirse de ella.
La expresión e interpretación de nuestras
ideas son actos que pueden requerir una reflexión
y responsabilidad de los que normalmente
carecen. La reflexión debe tener la capacidad de
contrastar objetivamente la palabra con su propia
realidad. La responsabilidad pasa por aprender a
usarla honestamente y a comprometerse con ella.
La palabra debería ser un medio para
comunicarnos de un modo sucinto, cabal y
- 95 -
sincero. Desgraciadamente es inflacionista o
demagógica, o sea, pretende reflejar un realismo
muchas veces inexistente, lo que ha supuesto un
despropósito inmensurable cual es la degradación
múltiple y progresiva de nuestro mundo. De esto
saben mucho la clase política y capitalista.

EJERCICIO INTELECTUAL
El trabajo intelectual, o lo que es lo mismo,
el desarrollo del razonamiento lógico y deducción
experimental o intuitiva, cualidad exclusiva de los
seres humanos, es a la inteligencia lo que el
ejercicio al cuerpo.
¿Qué quiero decir con la expresión
“deducción experimental o intuitiva”?. Me refiero
expresamente a aquel conocimiento que dimana
de haber resuelto situaciones insolubles para la
razón, por medio de la intuición (aspecto
eminentemente pragmático del intelecto que
normalmente prescinde del pensamiento lógico),
pasando así a formar parte de nuestro acervo
cultural.
Así como con la práctica del ejercicio físico
armonioso se optimizan los mecanismos de
oxigenación, se flexibilizan y robustecen los
tejidos, mejoran los procesos metabólicos,
aumenta la capacidad de trabajo…, con el ejercicio
- 96 -
intelectual se amplia la red neuronal, y al igual
que una buena red de carreteras permite optimizar
trayectos, aquella permitirá tener una visión
amplia y más precisa de las circunstancias que se
nos presenten, un mayor control sobre esas
circunstancias, así como una mayor capacidad
resolutiva. Todo esto viene a desembocar en una
mayor calidad de vida, independencia, actitud
crítica, conquista de libertad…
Por último valga decir que el trabajo
intelectual complejo guiado por buenos maestros
siempre será más indicado que el autodidacta, pues
en el primer caso se puede mostrar aquello que se
desconoce, mientras en el segundo no.

LA INTELIGENCIA
“Se llamó a si mismo inteligente un ser porque había
creado una herramienta para talar, disponiéndose a cortar
la rama más pesada de un árbol… solo que se sentó del
lado más alejado del tronco”.

La complejidad de la mente es el fenómeno


evolutivo de un órgano puramente biológico
regido por principios químicos, eléctricos y
electromagnéticos: el cerebro.
La mente genera errores de interpretación y
con ello diferencias y confrontación.
- 97 -
La inteligencia tiene connotaciones de
prestigio y poder. Las circunstancias,
emocionalidad e interés fundamentalmente
determinan su desarrollo.
¿Se puede llamar a si mismo inteligente
quien atenta contra la vida?. ¿Son inteligentes
aquellos que dirigen grandes emporios pero que
ignoran los perjuicios ecológicos o humanos
derivados?.
Ya he hablado de ello. La manipulación
mediática al servicio del capital da tratamiento a
aquello que las masas demandan, a aquello que
reporta beneficios económicos, y a nadie le
importa que los medios naturales o la propia
humanidad estén gravemente amenazados, lo cual
denota una ignorancia supina. El por qué de este
absurdo es muy fácil: sólo se es consciente de lo
que se percibe a nivel individual (el principio
solipsista una vez más). Lo que no, es como si no
ocurriera, o no existiera. Ser conscientes de toda
la barbarie que se practica en este mundo
diariamente nos sumiría en un profundo estado
de ánimo, aunque ignorarla permite que se
perpetúe. Ésto nos demuestra una vez más nuestra
precariedad y falibilidad, en contra de la engreída
actitud que solemos adoptar.
Inteligente es todo aquel que vive y respeta

- 98 -
la vida, pues éste gesto a priori sencillo, en realidad
requiere un acopio de conocimientos y capacidad
de asimilación encomiables, o sea un estado
intelectual sobresaliente. Y lo que es más
importante: es la única fórmula que puede
reportarnos paz y por ende, dicha.
Está por tanto en nuestras manos minimizar
fenómenos dantescos como los de la producción
industrial. En esta apreciación coincidiremos
muchos. La actitud mostrada sin embargo,
impedirá cambio alguno. ¿Somos pues
verdaderamente inteligentes?.
Ahora voy a tratar el aspecto convencional
de la inteligencia o aptitud intelectual que tienen
ciertas personas para comprender y resolver
asuntos de cierta complejidad, y lo haré para
denunciar su error implícito; sobre todo por el
daño que ha infligido y sigue haciendo.
No debemos olvidar que el uso de este
concepto siempre ha provocado no pocos
atropellos contra la autoestima de aquellos a los
que, muchas veces por circunstancias
indeterminables o bien subjetivas, se les ha
catalogado como intelectualmente mediocres
mediante criterios poco acertados. Es decir, son
demasiados los niños a los que se les “concede”
el título vitalicio de ineptos. Unos lo llevarán con

- 99 -
resignación, y otros realmente decepcionados de
si mismos, resultando a su vez ésta una edad en la
que difícilmente se tiene el raciocinio y la
capacidad para superar este tipo de traumas.
Dado que el ser inteligente goza en el sistema
de un gran “prestigio”, todos lo ansían y muchos
son los decepcionados por creer no ser dignos.
Quiero plantear además una cuestión que
quizás muchos no se hayan planteado. ¿Por qué
se considera convencionalmente más inteligente
a aquel que muestra aptitudes, por ejemplo para
las matemáticas, que a este otro con unas dotes
sobresalientes para la pintura?. Tambien pregunto:
¿se tienen en cuenta el interés, el estado
emocional, o simplemente la actitud del individuo,
cuando se le concede ese título vitalicio?.
El autor tuvo una primera etapa académica
realmente mediocre. Al día de hoy, y a pesar de
mi entonces supuesta etiqueta de “mediocre
intelectual” pude, en determinadas circunstancias,
sobre todo emocionales, realizar y culminar
estudios universitarios complejos. De no haber
tenido la oportunidad de demostrarme a mi mismo
esa capacidad, jamás la hubiera descubierto. Pero
no sólo ocurrió eso, sino que descubrí que la
inteligencia es una capacidad potencial, que entra
en funcionamiento impredeciblemente bajo

- 100 -
circunstancias indeterminables.
El estado emocional sí que es determinante
en ello, y seguramente más de lo que muchos
creen.

CULTURA, ERUDICIÓN, CONOCIMIENTO


“Ser culto”, al igual que ser inteligente, posee
unas connotaciones demasiado importantes y
universalistas como para asociarla a aquella
concepción vulgar que convencionalmente
entendemos como acopio de conocimientos en su
concepto más amplio, lo cual es erudición,
resultando ser ésta en la práctica una concepción
parcial o sesgada del conocimiento universal, que
además convencionalmente no contempla
aquellos conocimientos propios de los estados
emocionales; esto es, el erudito no es culto por su
actitud ante la vida sino por su capacidad de
procesar información, mas ¿cómo considerar culta
a una persona que consciente o incoscientemente
contribuye al caos, a las diferencias y a la
destrucción, o simplemente malogra su
interrelación con el entorno?.
Incurrir en estos actos implica una falta de
conocimiento integral, evidenciando una visión
parcial y obtusa de la existencia. No puede ser
considerada culta la persona falaz, ni aquella que
- 101 -
incita a la violencia, o la que obvia lo que la
naturaleza dispone (a la inteligencia siempre le
resultará imposible combinar las infinitas
variables inherentes a una naturaleza en constante
cambio).
Particularmente reconceptuaría la cultura
como el conocimiento que permite tal
comprensión e interrelación con el mundo, que
incita a sentir un profundo respeto por la vida.
Aliento a aprender más sobre nosotros
mismos y sobre el mundo, a ser consecuentes con
nuestras ideas, a intentar ser más nosotros, y
también a reconocer nuestros errores en el intento.
A no aceptar el sufrimiento como realidad
ineludible.
A considerar nuestro patrimonio más en el
ser, y no tanto en el poseer.
Exhorto a comprender y a respetar toda
manifestación de la vida, porque en el respeto
reside la paz.
A mediante la sensatez y la honestidad perder
los miedos que tanto nos angustian y limitan. A
no emular aquello que la tradición o la costumbre
nos impongan. A liberarnos de sus yugos y a andar
por nuestros propios pasos, descubriendo día a
día lo que nos hace sentir realmente bien,

- 102 -
comprobando y aprendiendo qué nos sirve y qué
no.
Propongo comprobar que siendo nosotros,
siendo sinceros por tanto y cambiando aquello que
haya que cambiar, la vida se convierte en una
experiencia digna e interesante.
Induzco a transformar, desde el respeto y el
gozo de nuestra coherencia aquello que
consideremos como mal. Es imposible que en el
respeto pueda residir el mal. Para respetar se debe
ser humilde en primer lugar y no creer que estamos
en posesión de la verdad, pues ésta actitud sólo
denota obnubilación del entendimiento: hay tantas
verdades como personas. Las verdades universales
debe descubrirlas cada uno por si mismo y nadie
debe engreírse como portador de ellas.
La sinceridad debe estar muy presente, de
tal manera que nuestra respuesta ante la vida sea
un reflejo fiel de nuestra propia comprensión de
la misma. Es el único modo de tener consciencia
sobre nuestras limitaciones y nos da la
oportunidad de evolucionar. Nos da la oportunidad
de conocernos y de ser nosotros.
Pero nada en la vida es estrictamente cierto,
por lo que ser se convierte en una aventura incierta
en la que se puede desembocar en cualquier
situación...ahí reside la libertad. El equilibrio
- 103 -
debería ser una constante, no algo postergable.
Si la búsqueda de nuestra felicidad implica
la falta de respeto, es que se ignora. La falta de
respeto sólo provocará a corto o largo plazo,
estadios violentos.
La cultura que nos sirve es comprender la
vida y aprender a relacionarnos con ella. La
erudición sume al individuo en una arrogancia
intolerante que lo aleja de la transformación hacia
el “ser”, o sea, del conocimiento de si mismo, por
si mismo, y de la existencia.
La cultura implica humildad para estar
dispuestos a cambiar hábitos y prejuicios, implica
la valentía de afrontar la vida desde la certeza de
su incertidumbre, descubrirla y sentirla como algo
fresco, nuevo. Dejarnos llevar desde la sincera
percepción de nuestro entorno.
La cultura no es descubrir la vida según un
impuesto y limitado “catálogo” de posibilidades,
sino ser consecuentes con nosotros mismos y
descubrirla de este modo.
La cultura es conocimiento perfecto. Una
quimera. Como una luz que nos guía desde el
fondo de un camino infinito.

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LA DESCENDENCIA
El planteamiento de tener hijos es
fundamentalmente la respuesta de la mujer a un
requerimiento biológico instintivo para preservar
la especie, y también al ego.
Fijándonos en el aspecto objetivo de la
existencia, y no en el subjetivo del individuo, la
sociedad resulta tan desagradable: hay tanta farsa,
se hace tanto daño, hay que sobreponerse con tanta
frecuencia a la decepción, se sufre tanto dolor
síquico y físico, la frustración es tan grande, la
lucha por la vida absorbe tanto tiempo y agota
tanto, está degradándose tanto la naturaleza, se
está induciendo a los educadores y educandos al
abandono de tantos valores fundamentales... y
siempre de telón de fondo el miedo a la muerte.
Es tan desagradable la sociedad, digo, que la
procreación resulta ser, en primera instancia,
egoísta o inconsciente.
Por suerte la abstracción mental alivia de ese
estado de cosas. Aquí pasa un poco como en las
cuestiones de “fé”.
Si el intelecto tuviese tanta presencia en la
vida como el instinto, resultaría entonces una
situación comprometida: por un lado nuestra parte
biológica nos sugestionaría con todo tipo de
argucias físico-biológicas y emocionales para
- 105 -
concebir, pero de otro el intelecto nos obligaría,
por un respeto profundo hacia el nuevo ser, a no
hacerlo.
En las sociedades más desarrolladas hay una
localizada tendencia a no procrear tan
alegremente, aunque sea política y socialmente
inaceptado, o no interese. Esto nos dice algo. Los
motivos pueden ser los expuestos u otros, pero la
“inquietud” de algunos por perpetuar la especie
me resulta incoherente e impersonal (con poco
criterio propio), según la forma en como se están
haciendo actualmente las cosas.
Naturalmente los planteamientos para la
concepción de un hijo se hacen desde el ego, mas
ante la evidente desnaturalización yo pregunto:
¿quién piensa en lo que se le reportará al hijo?.
Pocos, a pesar de que casi todos en nuestro fuero
interno reconocemos que la sociedad es por
defecto un lugar desagradable donde hay que usar
la imaginación para enmascarar la cruel realidad:
hipocresía, indolencia, falta de respeto, egoísmo,
destrucción, sometimiento…y otras endemias.
El problema de fondo es la sublimación de
nuestras fantasías, o ausencia de objetividad.
Quizá un poco de reflexión nos ayude a
mejorar la situación.

- 106 -
CONSUMISMO
“La codicia de la estructura económica liberal es
indiferente ante el dolor ajeno de débiles y desamparados.
Es catalizador para la frivolización de la vida y
consecuente consumismo. Su actitud es la de someter y
sentir alivio con la miseria de otros”.

Lo alarmante no es tanto la reafirmación de


esa realidad, pues es inherente al mundo que
habitamos, como la magnitud de sus consecuencias,
habiéndose producido una fuerte polarización social
y una grave amenaza para la naturaleza, donde la
destrucción supera con mucho a la disponibilidad
de medios. Por un lado resulta fácil saber lo que
debemos hacer; lo extraño es consumarlo.
El consumismo es la avidez permanente por
adquirir bienes materiales superfluos. Una
sociedad en la que sus individuos carecen de
individualidad está abocada a ejercitar actividades
que suplan la falta de creatividad e imaginación.
Por otro lado hay una crisis existencial
general que surge de la incapacidad de valoración
de aquello que ya poseemos. El hecho de poseer
todo lo que se desea tiene unas repercusiones
sicológicas nefastas, pues la satisfacción al
conseguir un objetivo será proporcional al
esfuerzo invertido en alcanzarlo. En esencia este

- 107 -
fenómeno se fundamenta en la sensibilización que
conlleva experimentar situaciones con fuertes
contrastes. A nivel fisiológico valdría el ejemplo
del frío y el calor. ¿Cuándo se aprecia más el frío,
o el calor?. Evidentemente al pasar de un estado a
otro. Si nos sometemos durante el suficiente
tiempo a un determinado régimen de temperatura
acabaremos adaptándonos a él. Los contrastes, por
tanto, aguzan la sensibilidad. Así, un régimen de
esfuerzos concentrados en una finalidad
conllevará una íntima satisfacción.
Volviendo al problema sicológico-emocional
planteado de la consecución a través del esfuerzo,
podríamos concluir que todo ello deberá partir de
un profundo deseo.
Contaré una breve parábola.
Ocurrió junto a un río. Un pequeño grupo
de jóvenes recibían las enseñanzas de su entusiasta
maestro, cuando uno de ellos ansioso e impaciente
inquirió: “Maestro, quiero saber tanto como tú.
¿Qué debo hacer?”.
El maestro se acercó hasta él, con una mano
le sujetó la nuca y con la otra aprisionó
fuertemente las del joven tras la espalda; a
continuación caminaron hasta el río y le sumergió
la cabeza bajo el agua.
Al cabo de unos instantes el alumno comenzó
- 108 -
a angustiarse por la falta de aire. Finalmente,
desesperado ya, el agua comenzó a penetrar en
sus pulmones, mas el maestro no cejaba en su
empeño. Al punto de perder el conocimiento le
liberó.
El alumno tosía y aspiraba aire con la avidez
y estertores propios de un moribundo.
Entonces el maestro le preguntó:
“¿Qué deseabas?”.
El alumno con la cara enrojecida por la falta
de oxígeno, montado en cólera y tras tomar una
fuerte bocanada de aire, le respondió:
“¡Respirar!”.
“Bien -respondió pausadamente el maestro-
, así tendrás que anhelar el conocimiento”.
¿Qué nos dice todo esto?. Pues que solemos
anhelar objetivos que se consiguen con dinero, a
partir de un deseo inducido, no genuíno. Además,
el deseo profundo por conseguir algo integrará
los esfuerzos por conseguirlo, radicando en este
gesto la esencia del gozo y no tanto en el fin que
se persigue.
Se comprende pues que el consumismo es
otro factor que diezma la dignidad, en este caso,
la posibilidad de ser felices.

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FAMILIA
“De mi querido padre, mis hermanos y yo,
heredamos una inmensa fortuna: el sentido de la
honestidad y el respeto”.

El concepto de familia es aquel en el que los


individuos que la forman mantienen una
interrelación afectiva y sustancial suficientes
como para asegurar la subsistencia de sus
miembros.
Esto, que es connatural, se encuentra hoy
muy desvirtuado. La familia actual es una entidad
sustentadora de un sistema que coarta la libertad.
Supone una dedicación casi exclusiva de los
padres hacia sus hijos. Aparte del sustento
primario y formacional, esta dedicación consiste
en sobreproteger de un entorno agresivo y en
abastecer de objetos que aseguren la
confortabilidad y colmen la avidez consumista.
La comodidad es una aspiración natural de
todo ser viviente, esto es, la “ley del mínimo
esfuerzo”, o sea, complicarse la vida lo menos
posible. La tecnología favorece ese fin y el
individuo se ve abocado a utilizarla. Esto que
aparentemente es trivial, tiene unas consecuencias
nefastas y transcendentales.
La vorágine de fuerzas o dinámica social
- 110 -
pone muy difícil a los padres modificar ese estado
de cosas, convirtiéndose la familia en la célula
básica para el desarrollo y afianzamiento de esta
lacra que finalmente se mantiene por el fenómeno
de retroalimentación, donde sus avaros
promotores se nutren de su propio engendro,
cuales son las células familiares que nutren a su
vez a aquellos que dirigen sus vidas.
Resulta así una sociedad insatisfecha y
absurda, donde sus miembros renuncian
inconscientemente a la misma libertad que
aclaman.
La libertad la da el esfuerzo por conseguir
un modo de vida imbuído de respeto, exento de
crítica, en paz, donde la agresividad y la
imposición de uno para otro no tenga lugar, y
donde la relación con las demás personas sea más
sincera y afectiva que pretenciosa y lucrativa.
Por otro lado como decía, la agresividad
social generada, tan patente hoy día, induce a una
sobreprotección desmedida de los padres hacia
sus hijos, que converge en una dejación de
responsabilidades y engreimiento de estos
improvisados “héroes virtuales”, llegándose
finalmente a situaciones absurdas donde el que
marca la pauta es aquel que adolece de madurez
para ello.

- 111 -
Nos apercibiremos por tanto que realmente
estamos más manipulados y exentos de nuestros
modos propios de lo que imaginábamos, a tenor
de la observación y resultados de nuestro sistema
social.
La solución a toda esta problemática está una
vez más en la libre individualidad, esto es,
descubrirnos y ser consecuentes con nuestras
ideas.

LA EDUCACIÓN
“Obras son amores, y no buenas razones”.

Sin duda una educación fehaciente se basa


en el ejemplo que con su actitud dan los padres, y
no tanto en saber formar moral, ética, socialmente,
o en aplicar correctivos de conducta. Y esto es así
porque se supone que un educador ha dispuesto
del tiempo suficiente y puede ofrecer a los
educandos un reflejo fiel de comportamiento
maduro. Otra cuestión es lo que consideremos por
madurez. Brevemente, ser maduro es tener gran
capacidad de comprensión, tolerancia y respeto.
Otro factor fundamental es el tiempo que los
padres pasan físicamente junto a sus hijos y la
calidad de esa relación. Es típico el caso en el que
- 112 -
los padres abastecen a sus hijos de todo tipo de
medios materiales pero apenas dialogan con ellos.
Que un niño se eduque en un ambiente donde casi
todo se puede obtener de modo relativamente fácil
conlleva a la formación de una actitud insolvente,
que desembocará con frecuencia en agresiva ante
la imposibilidad de asimilar y resolver los
problemas que la sociedad le va a plantear.
Además, ya lo hemos dicho, poseer mucho
implica infravalorar. La mente posee una
sensibilidad o capacidad emocional condicionada
y desconocer el contraste que supone la carencia,
implica falta de apreciación.
Desarrollar todo el acervo de valores
humanos necesarios para la consecución de un
ideal es algo que se ha pasado por alto por el error
de creer que lo importante es el fin perseguido.
Lo importante en educación es el desarrollo de la
capacidad para conseguir ese fin. La diferencia
está en el vínculo emocional que asociamos al
objetivo. Poseerlo con facilidad derivará
fácilmente en desidia, resultando que se adquiere
un concepto degradado y superfluo de la vida,
donde el sentido que nos transmite ésta es seguir
una dinámica basada puramente en la posesión
material inmediata.
Si a lo anterior sumamos la influencia de los
medios de comunicación, entre ellos el más común
- 113 -
la televisión, nos encontramos además con
individuos que no sólo han disminuído su
capacidad de relación con el entorno, sino que se
les ha inducido a formarse unas ideas sobre la
existencia muy mediatizadas donde prevalecen los
aspectos más envilecedores y execrables de la
condición humana: la agresividad, el populismo,
la envidia, la presunción...
En resumen, por un lado el ejemplo de
comportamiento dado por los educadores y su
íntima relación con los educandos, componen los
pilares de la educación. Por otro la emocionalidad
vinculada al esfuerzo y la prevención ante los
poderes mediáticos, conformará un desarrollo
estable.

EL EGO
“La medida de la imposición del ego sobre el
entorno es la medida de nuestra inmadurez, y por ende de
nuestra infelicidad”.

El ego está ahí y forma parte de la vida. Puede


no gustarnos, pero eso no lo exime de su condición.
El pensamiento humano lo detesta normalmente
porque pensamos en términos educacionales
preestablecidos. Idealizamos un estado de cosas,
cuando la práxis suele funcionar de otro modo.
- 114 -
La naturaleza engendra a cada ser vivo y lo
dota de ese instinto de supervivencia a cuya
manifestación llamamos racionalmente ego.
El ser humano tiene la extraordinaria virtud
de adaptarse al medio gracias a sus ideas, siendo
ésta la principal virtud que le ha permitido
subsistir, y a la que llamamos inteligencia. Esa
adaptación puede incluso hacer a veces al ego,
altruísta. Todos preferimos a un egoísta generoso
que a otro avaro. En el mundo coexistirán los dos,
nos guste o no.
Si observamos nuestra propia vida
apreciaremos que es más agradable gracias a que
hemos contado con el ingenio y el esfuerzo de
otras personas, la mayoría ya inexistentes, que
procuraron avances de los que todos nos
beneficiamos sin pararnos a pensar en ello. Los
más cercanos nuestros padres, aún con sus
evidentes limitaciones generacionales.
Actualmente se potencia demasiado el ego,
por una lado debido al bienestar, y por otro a un
mal uso de las libertades. El bienestar aporta todo
aquello que deseamos. Las libertades nos permiten
manifestarnos abiertamente. Si podemos tener de
todo y podemos hacer lo que nos apetezca el ego
se extralimita.
Los jóvenes, que son pequeños egoístas
- 115 -
avaros, adolecen de falta de experiencia y de
conocimientos, por eso pretenden imponerse. Los
mayores (lo que no implica ser maduros) son
negligentes en educación por las mil fuerzas que
el sistema les planta y no pueden dominar.
Muchas de las acciones derivadas de la
inteligencia son paradójicamente el mayor
inconveniente para entender y gozar de algo tan
sencillo como la vida. Las circunstancias de cada
persona son modificables, falibles. Lo que hoy
entendemos o sentimos de una manera, mañana
puede ser entendido o sentido de otra, simplemente
extremando ciertas condiciones. La ilusión queda
anulada por el dolor, y más cuanto más intenso, de
tal manera que cuando el poder ilusionista de la
mente falla, la vida se torna confusa y cruel. Esta
virtualidad del “homo imaginatio” es una de las
razones de su precariedad. El poder de la imaginación
es tan fuerte que el individuo es literalmente incapaz
de desligarse de la realidad que conforma en su
interior, con su percepción y sus ideas. De hecho,
siente pánico ante la amenaza de perder el control
sobre su “virtual realidad interior”, lo que está
íntimamente ligado al instinto natural de
supervivencia (todo esto quedaba reflejado
magistralmente en la película “La naranja mecánica”,
donde un delincuente maniático es forzado a sufrir
un cambio perceptivo de la realidad).
- 116 -
La difidencia aumenta en una sociedad
competitiva, amenazante y violenta. El
aislamiento cada vez es mayor y los lazos
afectivos entre personas se deterioran por ser algo
que se puede suplir con “otras cosas”. Por un lado
se encuentra un mundo amenazante y por otro la
posibilidad de refugiarse en si mismo, en un
entorno confortable y evasivo. Todo ello hace que
la introversión se convierta de alguna manera en
un acto de subsistencia, donde el individuo se
evade y se parapeta ante la agresividad exterior.
Centrarnos demasiado en nuestra propia vida
resulta finalmente patológico, pues estamos
abocados a convivir. Y se debe primero ser
consciente, para posteriormente desarrollar cierto
esfuerzo orientado a evitar esa inercia
obstinadamente ególatra a la que nos impelen o
tendemos por defecto.
No debemos ignorar con indiferencia todo
lo que ocurre en el mundo porque se perpetuaría
el problema, atentando así contra nosotros
mismos. El aniquilamiento de personas y de
medios naturales es algo tan cotidiano que hemos
acabado acostumbrándonos a ello. Nuestra
reacción es la indiferencia, sino de palabras, sí de
hechos. Y presenciamos impertérritos en los
medios de comunicación toda la vorágine
destructiva, quizá sintiéndonos aliviados “porque
- 117 -
no nos toca”, de paso que, de modo inconsciente
favorecemos que ese estado de cosas se perpetúe.
Conozco a mucha gente que habla
pormenorizadamente sobre deplorables
programas de televisión y que además advierten
de su mediocridad absurdamente, pues el solo
hecho de conocerlos evidencia que se les presta
atención. Se es así cómplice incondicional de su
perpetuación, pues éstas cosas sólo existen porque
los televidentes inconscientes e “incondicionales”
engrosan los índices de audiencia, favoreciéndose
la incidencia de las campañas publicitarias del
capital en esos medios.
Se comprende que nuestra actitud debe ir
más allá de nuestra toma de consciencia sobre las
cosas; además hay que ser responsables o
consecuentes con nuestras ideas, resultando así
una toma de consciencia activa. En pocas palabras:
seamos plenamente conscientes y dirijamos
nuestras vidas.
No se trata de cambiar drásticamente la
sociedad, sino de descubrir ese mundo
subyacente en que está nuestra propia identidad.
El mundo de nuestras propias ideas con las que
realmente gozamos la vida y somos libres: menos
dependientes de valores adquiridos, vacuos e
innnecesarios; menos manipulables. Pasar de ser
un elemento más de la maquinaria destructiva a,
- 118 -
sencillamente minimizar nuestra participación en
ella.
Todo largo camino comienza dando un
primer paso, y el quid del proceso no está en lo
que se pueda conseguir, que se alcanzará o no,
sino en el gozo de sentirse más a uno mismo (debe
haber gozo en los medios empleados, no sólo en el fin,
pues éste será una consecuencia cuando se pongan los
medios adecuados).
La actitud apática y conformista procede de
un sentimiento de frustración y desencanto del que
somos objeto desde muy temprana edad. Se trata
de la convicción inducida de una aparente
impotencia para solucionar los problemas, a la vez
que una excusa para no perturbar nuestra cómoda,
aunque “breve” y vapuleada existencia.
Generalmente se desconoce el hecho de
gozar con la admiración, y cuando se hace, suele
estar asociado a un sentimiento de envidia.
En la toma de consciencia y en el
conocimiento de la vida se encierran las claves
para personalizar o individualizar la vida y gozar
de ella dignamente.
La “revolución” debe ser absolutamente
pacífica y se le puede llamar de muchos modos:
toma de consciencia, individualidad versus ego
mimético, ser...
- 119 -
“La existencia no debe ser una lucha por la
supervivencia, sino una posibilidad del ser”.
Al fin y al cabo no se es humano todos los
días.

LA PARADOJA DEL IDEALISTA


A la persona que pretende esos valores
liberalizadores se le presenta a veces una gran
paradoja existencial, puesto que el hecho de
saberse consciente le hace creer que comprende
cosas que los demás ignoran, sintiendo de esta
manera su singularidad. Ésta situación le obliga a
tomar determinadas decisiones en su relación con
los demás y creyendo que su proceder es el
correcto vuelve a errar en aquello que
precisamente lo llevó a su acción, esto es, la
determinación. El creer que se está
irrevocablemente en lo cierto es la antítesis de la
humildad, pero si uno no está convencido de sus
propias ideas ¿de qué manera podrá evolucionar
o desenvolverse?. Nadie puede subsistir sin tener
un referente, sin tener prejuícios, sin la difidencia,
y sin tantas otras maquinaciones
desgraciadamente involutivas.
Llegamos al punto en el que se comprende
que para el “homo imaginatio” es imposible, al
menos a corto plazo, un estado inmaculado y puro.
- 120 -
El estado humano es precario desde el propio
punto de vista humano más consciente y crítico.
Cierta actitud arrogante y prepotente es
necesaria en nuestra sociedad pues, ¿quién puede
subsistir sin una actitud resuelta, sin repudiar la
injusticia, o sin los códigos de convivencia que
nos protegen de la barbarie ajena?. ¿Quién podría
vivir en un mundo donde cada uno pudiera hacer
y deshacer a su libre albedrío?. Por todo esto es
evidente que los humanos estamos muy lejos de
lo ideal.
La salida una vez más reside en la
individualidad y su poder inherente para
transformar desde la legitimidad “inconsciente”
del ser íntegro y no mediante la demagogia del
pensamiento, pues, ¿quién no se envanece cuando
es secundado por alguien?, ¿y si son miles?. A
esa inextricable maraña o locura arriban muchos.

LA AMISTAD
La sociedad se estructura en base a
hipotéticas células afectivas. Ciertas
circunstancias, vividas en soledad, pueden resultar
insufribles. Los lazos afectivos tienden a alíviar
este aspecto cruel de la vida. Con esto queda claro
que ampliar lazos afectivos sinceros es mejorar
nuestra estabilidad emocional.
- 121 -
Desgraciadamente no somos tan sinceros
como creemos y los lazos afectivos son tan
vulnerables que acaban aflorando ciertos intereses
egoístamente “inconfesables”. Como siempre, nos
hacemos una idea de nuestras capacidades, pero
no tenemos un conocimiento cabal emanado de
la experiencia. Ocurre así que la vida suele
desvelarnos sorpresivamente nuestros aspectos
más miserables.
Creo que se debe perseguir, más que cambiar
el orden de cosas del mundo, cambiarnos a
nosotros mismos; cosa claramente factible (“Si
te duelen los pies al caminar, cálzate, en vez de
alfombrar el camino”). Con esta consideración la
amistad se torna en una opción de desarrollo y no
en un intercambio material de intereses. La
posibilidad que este orden de cosas ofrece es
inmenso pues se dispondrá de una alternativa para
evolucionar al aprender de lo único que es posible
aprender: de lo diferente. La capacidad de
interrelación obligará a comprender, o por el
contrario aislará.
¿Cómo saldremos del atolladero si no
tomamos nuevos caminos?.

- 122 -
LA LIBERTAD
La libertad absoluta es una quimera, algo
imposible. Pasa como con dios y el sabio. Es un
objetivo que exige ser conquistado en cada
instante. No se está en posesión de la vida: la vida
hay que crearla en todo momento.
La libertad es la posibilidad individual de
vivir tal como cada uno considere necesario. Mas
no puede existir libertad sin respeto puesto que la
interrelación con el entorno es una constante.
Afortunadamente nuestro sistema social favorece
la pluralidad de expresión en su sentido más
amplio, siendo entonces la libertad una
posibilidad. Muchos sin embargo optan por el
libertinaje, obviando el respeto y aprovechando
esas libertades como oportunistas al uso que
explotan subliminal e indignamente a la gran
masa. En un sistema donde las libertades
fundamentales están establecidas es de esperar que
aparezcan oportunistas y desequilibrados para
sacar provecho particular con planteamientos en
los que el respeto brilla por su ausencia. Entienden
la vida solo parcialmente y por ello sus conductas
tendenciosas tienen consecuencias nefastas para
el conjunto. No son conscientes de sus
limitaciones y acometen acciones llevados por el
ansia patológica de reconocimiento, de lucrarse o
de imponer. Castigan la vida con sus pequeñas o
- 123 -
grandes locuras. Tienen el poder, hacen leyes y
poseen técnicas de programación para cerebros
humanos. Ellos tienen muy difícil tomar
consciencia cabal de la existencia porque la inercia
de sus vidas se los impide. Y además tienen gran
capacidad de destrucción.
La libertad con estas condiciones resulta a
priori una ironía.
No se si existe un tipo de personas libres
realmente pues ciertamente se me antojan de
imposible localización. Lo encomiable es
encontrar gente que se encuentra en el camino; a
los que no importa tanto el fín como la noble
intención de perseguirlo.
La virtud se me antoja de aquellos que se
encuentran en la eterna búsqueda de lo certero.

EL DINERO
“Ser uno implica no tener miedo a perder nada. Tengo
lo que soy. Se teme perder lo que no se tiene, lo que no se es.
Si mi vida no me pertenece, tendré miedo a perderla.
Pero si vivo mi propia vida, ¿cómo temer a perder lo que
soy?”.

El dinero y lo vinculado a él promueven las


bajas pasiones tales como la envidia, la vanidad o
- 124 -
el afán de dominación. Tiene una raíz profunda
en nuestra conducta social. El dinero es lo mismo
que decir: “garantía de subsistencia en el mundo”,
o sea, asegurar el primer objetivo biológico vital:
subsistir.
Pero se puede llegar a la identificación del
ego (el yo-para mi) con el dinero. Justo en este
punto es donde la idea del dinero alcanza su
máximo poder de persuasión. Cuando el individuo
se identifica con el dinero: “tanto tienes, tanto
vales”, resulta que ese “valor” aparece como la
degradación más radical del “ser” (el yo-para el
mundo). Se produce entonces un desapego del
sentido ecuménico y de respeto por la vida,
incurriéndose en una vorágine de fuerzas que
empujan indefectiblemente hacia la dimensión
somática-hedonista.
La oportunista connivencia mediática (que
persigue igualmente el mismo fin económico),
favorece la escalada amenazante del capital, y
sobre todo nutre la ignorancia de la gran masa
social, creándole cada vez más dependencia de
un modo de vida basado en el consumismo de
bienes de todo tipo, favorecida además por una
tecnología que ha alcanzado en pocas décadas
cotas de investigación y producción
insospechadas.

- 125 -
Todo ello redundará en una mejor calidad
de vida, pero también en un modo de seguir
adelante con esa dinámica económico-consumista
sin otros planteamientos.
Hay además una falta de objetividad en
nuestro comportamiento, transgrediendo el “homo
sapiens” hasta el virtual estadio evolutivo del
“homo imaginatio”, por lo que siendo incapaces
de reconocernos en nuestra precariedad del “sin
ser” que tiene miedo a perder “su vida”, y
deslumbrados ante los atractivos modelos de la
imaginativa industria del consumo, resultamos
maleables.
Hoy, equipos de mercadotecnia
especializados en imagen y persuasión subliminal
han alcanzado atractivos y sutiles métodos de
manipulación. Esta corriente está íntimamente
ligada al capital. El capital se nutre en última
instancia de la naturaleza, agrediéndola. No somos
demasiado conscientes de la destrucción que se
está ejerciendo sobre el medio natural, ni de la
insufrible situación humana en la mayor parte del
mundo.
Todos estamos en el mismo mundo y lo sensato
es pretender soluciones globales, pues la existencia y
el sostenimiento de intereses parciales siempre
provocará damnificados. Esa es la lección que se
debería haber aprendido.
- 126 -
Es irónico el concepto de “globalización”
difundido como la panacea a los problemas del
mundo, ¡no!. Sólo es una trama que favorece en
última instancia al capital y a sus secuaces.
Mientras no se modifiquen esos valores humanos
en voga, estos son: el capital como máxima
aspiración en la vida y todo lo que de ello deriva;
mientras no se modifique esto digo, la dinámica
de acontecimientos seguirá igual. Y es que del
capital emana envidia, intolerancia,
incompatibilidad entre clases sociales o culturas,
miedo o ansiedad a perder lo que se posee,
agresividad para preservarlo, esquilmación o
destrucción de los valores naturales...
Cuanto más apegado se está al mundo de la
confortabilidad, de los medios tecnológicos y del
hedonismo, más alejados nos encontraremos de
ejercer nuestro compromiso con el resto del
mundo. Sólo si soy consciente de mi actitud podré
rectificarla, pero si parte del esfuerzo necesario
es anulado por el hedonismo me convertiré en
esclavo de lo fácil.
El poder del dinero es tal que incluso
preferiremos sufrir antes que perderlo. Hasta
descubrir nuestro error. Entonces la vida cambia...
La persona consciente puede prescindir del
dinero en exceso y todo lo que de impersonal
conlleva (estatus, superfluidad, arrogancia,
- 127 -
soberbia, dominación, vanidad, explotación,
engaño…). Estas personas sienten la felicidad en
otros valores sencillos y “gratuítos”: la naturaleza,
la creatividad (no remunerada), el arte, la
honestidad, la nobleza de espíritu, la sinceridad,
la amistad (aquella que tolera y se entrega sin
condicionamientos)…

LA POLÍTICA
“Si todo el que se dedica a la política lograra su
permanencia con el ejemplo y no por demagogia…”
Las personas que la ejercen responderán
normalmente a uno de tres tipos de intereses, o
combinación de estos. El primero codicia el
capital. El segundo ansía el poder. El tercero clama
populismo. Estos individuos sin legítima
autoestima ni humildad (lo primero sufrido por
defecto, pero lo segundo por propia voluntad) les
toman placer al hecho de ser agasajados y
entronizados por aquellos que haciendo gala de
una hipocresía bien encubierta le engalonan y
vitorean, haciéndoles sentir “superiores”.
Las causas de estas desviaciones son
múltiples pero todas tienen un denominador
común: déficit de autoestima mal resuelto y
consecuente afán de dominación.

- 128 -
LA MEDICINA
Los avances en la medicina científica han
permitido prolongar la vida. Pero el mismo
sistema que prolonga la vida, la corrompe y la
convierte en algo, no tanto absurdo como
desagradable, porque resulta que los últimos años
de vida que no son pocos, suponen una lacra que
la propia sociedad aparta como un estorbo. Siendo
esto además típicamente una de los argumentos
que promueven la descendencia.
Nos hemos separado mucho de la ley de
selección natural, resultándonos inaceptable
incluso que nuestras vidas sean gobernadas por
sus principios, y no por los artificios de la ciencia.
Aquellos que se pueden permitir el lujo de
ignorar todo el sufrimiento que subyace en el
mundo son precisamente los que lo provocan. Una
vez más se da la ironía de un mundo donde el
sufrimiento de unos es atenuante del de otros, que
mediante la vertiente mediática de su poder se
encargan de rentabilizar. La sociedad está montada
de este modo, pero esta fórmula es errónea.
Quizá cambiando el sentimiento del miedo
a la muerte todo sería distinto. Quizá mitigando
el miedo a la muerte sintamos más la vida. Para
vivir con dignidad y en paz hay que aceptar la
muerte como parte inseparable de la existencia.
- 129 -
Se hace necesaria una concepción “holística” de
la vida.

UNA ALTERNATIVA
Hoy somos más que ayer los conscientes del
sentido universal de la existencia y apostamos por
un mundo más libre y gozoso, aunque es también
una realidad la aún mayoritaria fuerza mimetista
de la gran masa.
La tendencia común de las personas es a
mejorar sus condiciones de vida, entendida
generalmente como posesión sobre lo material,
pero esta situación deberá pivotar ineludiblemente
hacia un estadio de respeto y paz más globales.
Por ello debe ser una realidad concentrar en la
“revolución pacífica” un elenco de fuerzas
actualmente dispersas y sin sentido. Ese cambio
producido por gente más consciente debe
evolucionar y dotar al mundo de nuevos aires que
contrarresten su actual decrepitud. Eso ocurrirá a
largo plazo y tendremos que desprendernos del
concepto de inmediatez imperante: “aquí y ahora”,
porque lo que sea lo será a muy largo plazo. Y no
importa tanto el fin, que podrá alcanzarse o no,
como el camino.
Estoy hablando de comenzar a andar en la
consecución real de un mundo más agradable.
- 130 -
Estoy hablando de hacer pequeñas cosas
cotidianas, pero de verdad. No hacer por lo que
puedan pensar los demás, o por cuestiones de
educación, o por tantas razones “no sentidas”.
Digo que aprendamos a ser nosotros y que
aceptemos de ese modo nuestras limitaciones,
observando que vistos así somos realmente
deficitarios de muchos valores. Si no nos
reconocemos jamás sabremos qué debemos
cambiar. El mundo siempre ha sido el que es. Digo
que la única opción real es cambiarnos a nosotros
mismos (individualidad). Nuestra actitud no
cambiará el mundo, al menos a corto plazo, pero
nuestro mundo interior que es el que nos permite
gozar o sufrir el de fuera, será más generoso con él.
El crecimiento personal debe producirse
como el crecimiento de un árbol: lento y arraigado.
Todo aprendizaje que comporta muchas variables,
es decir, todo aprendizaje complejo implica una
entrega constante y a veces tambien incertidumbre
que casi siempre experimentaremos
desabridamente, mas paradójicamente la duda
acabará siendo la luz que nos guíe, porque superar
las dudas supondrá forjarnos humanamente. Así,
viviendo según nuestros principios y sentimientos
sin caer demasiado en la autocompasión, se estará
haciendo algo, digo algo, para mejorar el mundo,
y no algo, digo algo, para degradarlo.
- 131 -
Aprender a respetar podría ser un gran
proyecto. En esa experiencia descubriremos algo
que si nunca se intenta no podremos vislumbrar:
la paz. Sólo la paz confirma irrevocablemente la
ejercitación del respeto. Junto a la paz la
posibilidad de observar la vida desde su lado más
afable: aquel lado que nos presenta al resto del
mundo como una posibilidad para vivir
dignamente, y no como un contendiente contra el
que hay que estar luchando “subrepticiamente”
toda la vida.
Cada uno en función de su aspiración y
capacidad, elige. La vida de hecho es así. La
consciencia y la inconsciencia son
reciproexcluyentes, de no ser así el mundo sería
distinto. El que es consciente lo es porque está en
paz, está en paz porque ha podido asimilar lo que
significa el respeto, y respeta porque tolera al
mundo, esto es, aprende con el mundo y le entrega
lo mejor de si mismo.
Con la lucha por la dominación, con la
mentira, con la posesión, con el hedonismo como
único fin no se es consciente ni íntegro,
simplemente se está dependiendo de algo que
finalmente se esfuma... dejándonos de nuevo un
vacío que corremos prestos a llenar con más y
más de lo mismo, como en un síndrome común
de abstinencia.
- 132 -
No se debe interpretar todo lo anterior como
una casta negación al poseer o al placer, sino como
un modo de alcanzar la libertad de elección y no
depender unívoca e indefectiblemente de aquello.
No debemos olvidar que el mundo es una
maravillosa posibilidad para extendernos por él y
gozar con él. Reflexionemos cada uno si actuamos
o no conforme a nuestras ideas del mundo que
querríamos, y así corroboraremos lo que hacemos
para mejorarlo. Me consta que una gran mayoría
“sigue la corriente”, porque según dicen: “es inútil
ir en contra de ella”.
“Seguir la corriente” es vivir cada día en una
inevitada (no inevitable) dinámica de confortabilidad
ignorando que se está provocando la destrucción
brutal e irreversible de los medios naturales, lo cual
a corto plazo nos hará comprenderlo, ya no por la
reflexión, sino con la tragedia.
“Seguir la corriente” es evitar la
incomodidad, por la falta de costumbre que
suponen las soluciones sencillas.
“Seguir la corriente” también es vivir
apoyando ingenuamente a los poderes fácticos
(políticos, religiosos, capitalistas, etc.) que
potencian ese estado de cosas y además acentúan
las diferencias entre las gentes del mundo, lo que
está originando ya el malestar, la desesperación y
- 133 -
el desequilibrio emocional de muchas de ellas que
llegan a las manifestaciones más brutales u
homicidas. Debemos tomar las riendas de nuestras
propias vidas, sabiendo lo que hacemos, porque
en ese ejercicio va nuestra propia satisfacción.
La ejemplarización no debe ser un objetivo
consciente y aunque nos cueste hacer, no para ser
reconocidos sino para reconocernos, nuestra
actitud se acabará convirtiendo en un modo de
vida. Lo esperanzador es que se puede aprender a
mejorar nuestro mundo interior y con ello el
enfoque que nos hacemos del de fuera. No es fácil,
pero en ningún caso imposible.
El ego es tan osado que atiende
impulsivamente la necesidad inmediata. La vital
vocación, la honesta responsabilidad, la audaz
voluntad y la tolerante humildad serán buenos
motivos para transformar el mundo, y no la
degradante frustración, la hipócrita arrogancia, la
cobarde desidia y la intolerante dominación que
lo están esquilmando.
Aquel que es infeliz, ¿hace lo propio para no
serlo?. Aquel que padece, ¿sabe cómo dejar de
hacerlo?. Estoy totalmente convencido, igual que
muchos de vosotros, que una inmensa cantidad de
problemas son solucionables simplemente con una
actitud más reflexiva, genuína y menos cómoda.
Esos son los problemas que analizo.
- 134 -
- 135 -
NOTA FINAL
Este escrito fué concebido finalmente para
ser ofrecido a todos a través del medio de
comunicación más popular que jamás ha dado
nuestra civilización: Internet.
Su autor desea mantenerse en el anonimato,
entre otras cosas porque el hecho de que se sepa
quién ha escrito esto no es lo relevante, sino su
contenido.
Igualmente ha renunciado a cualquier
beneficio material que esta obra pudiera reportarle
pues hacerlo supondría una profunda
contradicción. Por ello se brinda sin ánimo de
lucro desde éste portal digital, habiéndose
registrado convenientemente en el organismo
oficial de la Propiedad Intelectual que velará,
desde la intransferibilidad de autoría de la obra y
la denuncia de actos malintencionados, por los
derechos éticos del autor.

- 136 -
“El mejor obsequio que puedes hacer a
quienes aprecias es ser feliz”.

- 137 -
GLOSARIO (en orden alfabético)

Abdicar: Renunciar.
Abocado: Impulsado hacia una situación involuntariamente.
Acervo: Conjunto de valores intelectuales o culturales.
Adolecer: Tener algún defecto en la conducta. Carecer de algo.
Aforismo: Frase breve ilustrativa o aleccionadora.
Antonomasia: Figura literaria que consiste en considerar un término particular como la
generalidad.
Apercibir: Darse cuenta.
Aprehender: Interiorizar lo externo. Captar.
Argucia: Trama ideada para la consecución de un fin.
Axioma: Afirmación evidente que no necesita demostración.
Cabal: Preciso, ajustado.
Catalizador: Que estimula la realización de un proceso, pero no forma parte del mismo.
Circunscribir: Limitar la acción o percepción a un área concreta.
Claudicar: Abandonar o renunciar voluntariamente a un compromiso ético o moral.
Compungidamente: Lastimosamente.
Concomitante: Que actúa conjuntamente.
Confabular: Tramar algo en secreto.
Connivencia: Permisividad negligente ante una acción censurable.
Connotación: Idea sugerida o inducida en el pensamiento a partir de un estímulo cualquiera,
especialmente verbal, sin que tengan relación directa entre ellos.
Consciencia: Estado mental de gran sensibilidad perceptiva.
Consumar: Llevar a fin un proceso.
Cosmogónico: Relativo a las hipótesis sobre el origen del Universo.
Coyuntura: Situación propicia para una finalidad.
Craso: Necio. Muy torpe.
Damnificado: Quien ha sufrido pérdida personal o patrimonial accidentalmente.
Dantesco: Término derivado del nombre del poeta italiano Dante Alighieri, y que tiene
connotaciones de fatalidad.
Declinar: Eludir o rehuir.
Decrépito: Estado degradado.
De facto: De hecho.
Deleznable: Detestable, repudiable.
Denuedo: Coraje.
Desdeñar: Ignorar de modo despreciativo.
Desmán: Insensatez.
Devenir: Progresión de acontecimientos futuros.
Difidencia: Desconfianza.
Dislate: Disparate.
Dualista: Concepto que implica dos ideas.
Ecléctico: Que combina lo mejor de varias partes.
Ecuménico: Universal.
Egótico: Autocomplacencia desmedida.
Elenco: Conjunto de personas o cosas.
Elucubración: Actividad intensa del pensamiento racional.
Enajenar: Maltratar moralmente.
Emporio: Zona de gran extensión dedicada al desarrollo comercial y económico.
Encomiable: Digno de admiración.
Endémico: Dícese del mal que afecta periódicamente a un grupo de seres o cosas.
Entelequia: Principio básico o eje ideático por el que conduce una persona su propia existencia.
Envilecedor: Que insensibiliza y hace cruel.
Escollo: Inconveniente.
Esquilmar: Sustraer irracionalmente los legítimos elementos constitutivos de algo.
Estertor: Respiración dificultosa.
Estigmatizante: Que provoca una herida.

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Execrable: Repulsivo.
Exhortar: Sugerir o estimular a alguien para que haga algo.
Eximir: Liberar de una responsabilidad.
Expoliar: Despojar algo a alguien súbita y violentamente.
Extorsionar: Forzar a que se haga algo mediante amenazas.
Extrapolar: Pasar un conjunto de valores de un sistema de referencia a otro.
Falaz: Mentiroso.
Fehaciente: Que testimonia o acredita de modo indudable.
Gregarismo: Tendencia a hacer lo que hacen los demás.
Hedonista: Que tiene como única finalidad procurar placer físico a los sentidos. Epicúreo.
Holística: Visión general de las cosas, interrelacionando y considerando sus partes
constituyentes como un todo inseparable. Contrasta con el modo tradicional de considerar y
dar tratamiento a los diferentes aspectos de una totalidad, por separado.
Homo Imaginatio: Término creado por el autor (Hombre de lo Imaginado) para ironizar al
convencional y relativo Homo Sapiens (Hombre del Conocimiento), siendo más apropiado al
carácter crítico de la obra.
Imbuído: Impregnado.
Impeler: Empujar, incitar.
Impertérrito: Que no pierde la calma.
Impepinable: Que no admite contrarespuesta.
Inalienable: Que no puede ser usurpado o despojado.
Indefectible: Que no puede ser evitado, o no puede dejar de ser.
Indolencia: Apatía, desgana, indiferencia.
Inextricable: Que no puede ser desembrollado o desenredado.
Inflacionista: Que subsiste basándose en lo aparente.
Inicua: Dañina, maliciosa.
Insidia: Acto dañino, aparentemente inofensivo.
Insolvencia: Incapacidad para resolver un asunto.
Insurgente: Quien se subleva contra las fuerzas dominadoras, aún prescindiendo de la violencia.
Inconformista.
Intríngulis: Dificultad.
Irascible: Que se enoja con facilidad.
Irrefutable: Irrebatible verbalmente.
Irreverencia: Falta de respeto.
Lacra: Defecto, tara.
Lao Tse: Autor hipotético de la mítica obra filosófica “Tao Te Ching”. En realidad es un apodo
que significa “el viejo”. Hay una corriente de investigación que sostiene que se trata de una
obra compendiada por varios pensadores chinos.
Latente: Aquello que tiene potencial para ser, pero se encuentra en estado inactivo.
Luctuoso: Triste o melancólico.
Maleable: Persona manipulable o cosa a la que se puede dar forma con facilidad.
Maniquea: Que considera el bien y el mal como manifestaciones contrapuestas y
reciproexcluyentes.
Maquinación: Trama, argucia.
Mediatización: Influencia sistemática en el modo de proceder de las personas, que implica
pérdida de libertad o espontaneidad.
Mimetismo: Actuar tomando como modelo el comportamiento ajeno.
Minimalista: Expresión, normalmente artística, tendente a la simplificación estructural, o
minimización en la cantidad de elementos constituyentes.
Mitigar: Minimizar, reducir; especialmente un problema.
Mofarse: Burlarse.
Nodriza: Hembra que cuída y alimenta una cría ajena.
Obnubilada: Confundida.
Obtuso: Intelectualmente estrecho o de corto alcance.
Obviar: Evitar o apartar aquello que incomoda.
Onírico: Relativo a los sueños.
Panacea: Medicamento ideal (irreal) que lo cura todo.

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Parafernalia: Conjunto de objetos numeroso y variopinto, específicos de una actividad.
Patente de corso: Consentimiento para realizar actos normalmente no permitidos.
Pavor: Temor.
Pecunia: Moneda.
Piedra angular: Fundamento en que se basa una idea.
Ponderable: Que puede ser medido.
Práxis: Realización práctica.
Premisa: Precepto o condición que se debe cumplir para la realización de algo.
Presunción: Afirmar algo tan sólo por indicios. Presumir.
Quid: Esencia de un asunto.
Quimera: Fantasía, irrealidad.
Recalcitrante: Persistente, irreductible.
Reciproexcluyente: Cosas que se excluyen mutuamente, no pudiendo coexistir conjuntamente.
Retroalimentación: Fenómeno que consiste en reintroducir en el transcurso de un proceso,
como elemento constituyente, aquello que el mismo proceso da como resultado.
Sarcasmo: Acción irrespetuosa y descarada.
Secuaz: Seguidor acérrimo de un ideal ajeno.
Sincretizar: Elaborar una idea combinando varios conceptos.
Solipsismo: Creencia de que no existe más realidad que la percibida o imaginada por el propio
individuo.
Somático: Relativo a lo corpóreo.
Sublimación: Acto de atribuir máxima relevancia a una apreciación subjetiva.
Subrepticio: Camuflado, encubierto.
Subyacente: Que permanece sin manifestar su presencia.
Subyugar: Acto de someter o dominar una persona a otra.
Supina: Se dice de la ignorancia extrema.
Transmutar: Convertir una cosa en otra.
Transgredir: Pasar por encima de lo establecido como norma.
Tropelía: Acto agresor y atropellado.
Unívoca: Que implica una única opción o sentido.
Vacuidad: Condición de vacío.
Vapuleado: Maltratado.
Vejatorio: Que inflige maltrato moral.
Verbigracia: Por ejemplo.
Versus: Contra, frente a.
Vil metal: Dinero.
Vislumbrar: Ver algo con cierta claridad en una situación confusa.
Vitalicio: Vigente durante la vida de una persona.
Vorágine: Conjunto de fuerzas muy intensas que atraen hacia si todo lo circundante.
Yerro: Error.
Zozobra: Inquietud.

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Queda autorizada la reproducción de este libro.

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