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INTERVENCIÓN DEL DIRECTOR DE LA ESCUELA JDICIAL EN


EL ACTO DE ENTREGA DE DESPACHOS A LOS JUECES DE LA
61ª , EN PRESENCIA DE SSMM LOS REYES

MAJESTADES:

El solemne acto que nos hacéis el honor de presidir tiene una especial
significación para la ciudadanía española, puesto que es la ceremonia de
investidura de una nueva promoción de mujeres y de hombres que, desde
este momento, con su trabajo diario, van a ostentar y a ejercer el tercer
poder del estado social y democrático de derecho: el poder judicial.

Por esta razón esta entrega de despachos es mucho más que el punto final
de un largo proceso de preparación para aprender el oficio de juzgar. Es
mucho más que un homenaje merecido a quiénes han dedicado largos años
de estudio y sacrificio para estar hoy aquí.

Celebramos con el máximo relieve que cabe otorgarle, que la sociedad


española deposita en estas personas un poder tan esencial para la vida
ciudadana como es el de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, y que los
nuevos jueces y juezas, asumen la responsabilidad del ejercicio de esta
función.

Vos mismo, majestad, con la Reina y con las más altas instancias y
autoridades del Estado, como el Presidente del CGPJ con todos los vocales
que componen este alto órgano de administración de la judicatura, como el
Ministro de Justicia, el Presidente del TC, la Sala de gobierno del TS, los
presidentes de todos los TTSSJJ de España, el Presidente de la Generalitat de
Catalunya, las más altas jerarquías civiles y militares, y de las fuerzas de
seguridad, han relegado sus muchas ocupaciones para dar realce a esta
ceremonia.
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Es, además, un acto especialmente emotivo para mí, puesto que es la única
promoción a la que yo, como director de la EJ he tenido ocasión de
acompañar íntegramente. Tuve el honor de dirigirme por primera vez a
todos quiénes la integran en el acto de opción entre la carrera fiscal y la
judicatura. He tenido la responsabilidad de dirigir desde la EJ el proceso de
formación en los dos años del curso teórico práctico de acceso a la carrera
judicial, y les dejo en tierra firme, en el puerto de llegada, donde les reciben
también sus familiares, las personas que más los quieren y que saben la
ilusión y el esfuerzo que han empleado en este empeño.

Pido ahora vuestra venia, Majestad, para dirigir a los nuevos jueces unas
breves reflexiones que pongan punto final a la fase formativa que concluye.

Es cierto que hoy vivimos tiempos difíciles, que la crisis económica ha


golpeado muy duramente a una parte importante de la ciudadanía
española, que soportamos un crecimiento desconocido de la litigiosidad,
que el proceso de reforma de la justicia en el que estamos inmersos ha
hecho desaparecer las certidumbres de las antiguas formas, sin que se
aprecien todavía las ventajas que se esperan de la modernización del
sistema. La administración de justicia se encuentra hoy en el proceso de
cambio de mayor envergadura que ha conocido desde la codificación. El
sistema de justicia que se construyó en el siglo XIX, hijo de la ilustración,
pero también de la España rural, ha emprendido una profunda
transformación para poder hacer frente a las necesidades de la ciudadanía
en el siglo XXI.

El nuevo sistema ha de construirse desde los sólidos cimientos del derecho


y la justicia, con paradigmas de eficacia y eficiencia, en una sociedad
sumamente compleja, en la que los valores tradicionales han
experimentado una evolución radical. Pero este horizonte, lejos de constituir
un elemento de preocupación, debe ser un estímulo para vosotros.
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Decía el filósofo francés Edgar Morin, en el acto de investidura como doctor


honoris causa por la Universidad de Barcelona, que “la crisis de las ideas
proviene de la incapacidad de pensar, y que se ha de combatir con la
emoción de enfrentarse a lo nuevo, de afrontar con ilusión e inteligencia la
amplitud y la complejidad de los problemas”.

Vosotros representáis la justicia con la que sueñan los ciudadanos de este


país: una justicia que ofrezca seguridad jurídica y confianza, respetuosa con
la ley, impartida por un Poder Judicial formado por juristas dotados de una
sólida cultura constitucional, y plenamente responsables ante la sociedad a
la que os debéis y que tanto espera de vosotros.

A diferencia de otras promociones anteriores, no tenéis en este acto la


incertidumbre de lo que os deparará vuestro primer juzgado, ni sobre las
condiciones en las que tendréis que ejercer vuestra primera
responsabilidad, puesto que con un gran sentido de la responsabilidad en
estos tiempos de crisis, ya habéis empezado a ejercer la jurisdicción con
carácter previo a la entrega formal de los despachos. El primer contacto con
la realidad os ha reportado la plena conciencia de que el ejercicio de la
judicatura no es, en la España de hoy, el premio anhelado, ni la adquisición
de un estatus que reporte beneficios ni prebendas de ninguna especie. Por
el contrario, la sobrecarga de trabajo en los despachos, los importantes
retrasos en la tramitación de los procesos, y la complejidad de los asuntos
que tenéis que resolver, van a exigir de vosotros un nivel de dedicación y de
sacrificio muy superior al que tuvieron que soportar anteriores
generaciones.

Estoy convencido de que vais a demostrar a la ciudadanía lo que ya nos


habéis demostrado a nosotros. Desde el CGPJ, desde la dirección de la EJ,
podemos decir hoy que estamos orgullosos de vosotros, que tenemos plena
confianza en vuestra capacidad como profesionales y en vuestro sentido de
la justicia.
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Bien sabéis que la 61º promoción ha marcado un punto de inflexión


importante en el papel que juega la EJ en la preparación profesional de los
jueces. Las responsabilidades que el juez del siglo XXI ha de atender en esta
realidad social tan heterogénea, necesita un nivel de preparación adecuado
a las altas responsabilidades que ha de desarrollar, y al manejo de los
instrumentos que pone a su alcance la “sociedad del conocimiento”, que
brinda la posibilidad de manejar información y de utilizar elementos
tecnológicos que nunca habían estado al alcance de los profesionales de la
justicia que nos precedieron.

Pero, por encima de vuestra capacidad técnica tenéis que trabajar cada día
los principios que deben presidir vuestra actuación jurisdiccional, para
transmitir a la sociedad civil los valores de la independencia, de la
imparcialidad, del respeto, de la diligencia, de la integridad y del riguroso
cumplimiento de la ley. Representáis para la sociedad una institución, la de
la Justicia, que como tal debe ser la primera en respetar, cumplir y
transmitir los valores que representa. Y no defraudéis nunca a las personas
que depositan en vosotros su última esperanza de que se haga justicia. Sed
jueces de la ciudadanía. Como también decía Edgar Morin, el juez aislado de
la sociedad en la que vive, por muy capaz que sea, no será más que un lobo
estepario que vive marginado de la comunidad que le otorga la legitimidad
del ejercicio de su poder.

A los profesores de la Escuela Judicial, a vuestros tutores en la jurisdicción, y


a nuestros colaboradores, a los que agradezco en este acto el enorme
esfuerzo realizado para materializar los cambios metodológicos que hemos
implantado, habéis demostrado vuestra capacidad y vuestra aptitud para
afrontar los retos que tenéis delante, con pleno sentido de la
responsabilidad del papel que tenéis que jugar en la construcción de una
administración de justicia moderna, eficaz, que sea la garantía del progreso
hacia un mundo más justo.

Muchas gracias

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