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MAJESTADES:
El solemne acto que nos hacéis el honor de presidir tiene una especial
significación para la ciudadanía española, puesto que es la ceremonia de
investidura de una nueva promoción de mujeres y de hombres que, desde
este momento, con su trabajo diario, van a ostentar y a ejercer el tercer
poder del estado social y democrático de derecho: el poder judicial.
Por esta razón esta entrega de despachos es mucho más que el punto final
de un largo proceso de preparación para aprender el oficio de juzgar. Es
mucho más que un homenaje merecido a quiénes han dedicado largos años
de estudio y sacrificio para estar hoy aquí.
Vos mismo, majestad, con la Reina y con las más altas instancias y
autoridades del Estado, como el Presidente del CGPJ con todos los vocales
que componen este alto órgano de administración de la judicatura, como el
Ministro de Justicia, el Presidente del TC, la Sala de gobierno del TS, los
presidentes de todos los TTSSJJ de España, el Presidente de la Generalitat de
Catalunya, las más altas jerarquías civiles y militares, y de las fuerzas de
seguridad, han relegado sus muchas ocupaciones para dar realce a esta
ceremonia.
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Es, además, un acto especialmente emotivo para mí, puesto que es la única
promoción a la que yo, como director de la EJ he tenido ocasión de
acompañar íntegramente. Tuve el honor de dirigirme por primera vez a
todos quiénes la integran en el acto de opción entre la carrera fiscal y la
judicatura. He tenido la responsabilidad de dirigir desde la EJ el proceso de
formación en los dos años del curso teórico práctico de acceso a la carrera
judicial, y les dejo en tierra firme, en el puerto de llegada, donde les reciben
también sus familiares, las personas que más los quieren y que saben la
ilusión y el esfuerzo que han empleado en este empeño.
Pido ahora vuestra venia, Majestad, para dirigir a los nuevos jueces unas
breves reflexiones que pongan punto final a la fase formativa que concluye.
Pero, por encima de vuestra capacidad técnica tenéis que trabajar cada día
los principios que deben presidir vuestra actuación jurisdiccional, para
transmitir a la sociedad civil los valores de la independencia, de la
imparcialidad, del respeto, de la diligencia, de la integridad y del riguroso
cumplimiento de la ley. Representáis para la sociedad una institución, la de
la Justicia, que como tal debe ser la primera en respetar, cumplir y
transmitir los valores que representa. Y no defraudéis nunca a las personas
que depositan en vosotros su última esperanza de que se haga justicia. Sed
jueces de la ciudadanía. Como también decía Edgar Morin, el juez aislado de
la sociedad en la que vive, por muy capaz que sea, no será más que un lobo
estepario que vive marginado de la comunidad que le otorga la legitimidad
del ejercicio de su poder.
Muchas gracias