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72 Horas

(Basado en una hecho real)

de
Rodolfo Vergara Muñoz

C A P I T U L O I
Roberto se encontraba caminando por las carreteras suizas rumbo
a la frontera con Francia, por la mañana había recibido un
correo electrónico de Patricia, la chica de la cual siempre ha
estado enamorado; le dijo que estaba de viaje por España y los
últimos cinco días estaría en Barcelona, lamentablemente ya
había pasado dos días. Ahora se decidía llegar a Barcelona,
tenía muy poco dinero y el tiempo encima de él.

Su compañero de casa, Christopher, tenía un viaje pendiente a


Barcelona, pero Roberto casi no hablaba con el ni sus otros
compañeros, y por orgullo y soberbia, no hizo ningún esfuerzo
por acercarse a él y comentarle la situación por la cual
atravesaba.

A causa de esto, caminaba durante unas 2 horas aproximadamente,


hacía señas a los automóviles que pasaban por ahí, pero ninguno
le hacía caso, hasta que uno de ellos se paro, se le hizo
familiar el coche, era de un conocido vecino quien le dijo:

- Hey! Robert, pero, ¿Qué haces aquí?

- Solo camino, le dijo groseramente.

- Venga! A dónde vas?

- Pretendo llegar a Lyon, para tomar un tren a Barcelona,


ya que de aquí es muy caro.

- Ahhh! Pero me hubieras dicho, yo voy para Lyon. Allez!


Sube!

De cierta forma se sintió genial por saber que iba a Lyon y así
recortaría el tiempo, pero jamás hablaba con él, no era de su
importancia. Pero a pesar de ello tuvo que acceder.

- Está bien, gracias; le dijo mientras subía a su coche.

En el camino su vecino le preguntaba sobre cuál era el motivo


que quería ir a Barcelona. Roberto no muy entusiasta a pesar de
que lo estaba, le contaba muy poco sobre Patricia.

- Con que entonces se llama Patricia, ¿tienes alguna foto


de ella?

Roberto lo miro fijamente y su vecino al notarlo respondió:


- Ok, está bien, solo preguntaba. No tienes porque ponerte
así.

Roberto reflexionando, saco de su mochila una foto y se la


mostró diciendo:

- Es ella, la conozco desde hace 6 años.

- Tiene una sonrisa muy linda; dijo el vecino


felicitándolo.

Durante las siguientes horas, Roberto y su vecino poco a poco


fueron estableciendo mayor comunicación y platicando cada vez
más y más. Hasta llegar a Lyon.

- Bien, hemos llegado a la estación de tren de Lyon, dijo


su vecino

- Muchísimas gracias, amigo; dijo Roberto en un tono


familiar y amable.

- No te preocupes, no hay de que, recuerda nuestra


plática, la gente estará ahí para ayudarnos, al igual
que yo.

- Gracias, tomare en cuenta tu consejo, y suerte en tu


camino!

- Gracias, llegaras a tiempo. Y dale mis saludos a


Patricia. Ciao!

- Ciao!

Al dar la vuelta, Roberto se pone a pensar mucho sobre lo que


paso y se da cuenta que la plática que tuvo con su vecino, de
cierta forma le ayudo para seguir adelante.

Ya en la estación del tren, Roberto se dirige a la ventanilla a


comprar un boleto para Barcelona, pero se lleva la sorpresa de
que es más caro de lo que pensaba.

- ¿Qué? ¿Cómo que son 350 euros para ir a Barcelona?,


pregunta Roberto.

- Si, es el precio de siempre señor; le dice amablemente


la señorita.

- ¿Y tiene algún descuento de estudiante?

- Claro, serian 20% menos del total. En este caso pagaría


280 euros.
- No es nada! Mire, solo tengo 100 euros, adonde puedo ir
con ellos? Lo mas cerca para Barcelona.

- Si pretende llegar a Barcelona, le puedo recomendar


valla a Montpellier, con descuento de estudiante le sale
en 70 euros.

- Perfecto! A qué hora sale el próximo?

- A media noche.

- Mmmm… faltan 5 horas para eso, ok, démelo.

De esta manera Roberto compro su boleto para Montpellier.


Durante el viaje, Roberto contaba las horas, pensaba como iba a
hacer cuando estuviera en Montpellier; solo contaba con 50 euros
y aun faltaba más. Llego la hora de salida y Roberto esta
entusiasmado porque se acercaba cada vez mas a Patricia.

Roberto se queda dormido.

C A P I T U L O II

A la mañana siguiente Roberto se despierta y ha llegado a


Montpellier, baja del tren y dentro de la estación pasa por una
tienda donde ve sándwiches. Decide entrar y preguntar:

- ¿Cuánto cuesta el sándwich de atún?

- Buen día señor. 7 euros; dice el que atiende.

Roberto, pensando en el precio y con solo 50 euros para llegar


hasta Barcelona, pregunta:

- Y, ¿Cuánto cuesta el sándwich de jamón?

- Con queso o sin queso?

- Con queso; responde Roberto con temor.

- 5 euros y sin queso 4 euros.


Preocupado por esta decisión, accede en comprar el sándwich sin
queso. Después, Roberto va a la taquilla para saber el precio de
tren para Barcelona.

- Señorita, por favor! El boleto para Barcelona, ¿Cuánto


cuesta? Soy estudiante; con voz desesperada.

- Buen día señor, ¿Para que día lo necesita?

- Hoy! ¿Cómo que para que día? ¿A qué hora sale el próximo
tren?; levantando la voz.

- Discúlpeme señor, pero le pido que cambie su tono de voz


para poder brindarle mejor servicio.

- Aghh…! De acuerdo, lo lamento.

- El próximo tren para Barcelona es a las 17 horas.

- ¿y cuando tiempo tarda en llegar?

- El viaje dura 5 horas, señor.

- Y, ¿Cuánto cuesta?

- 50 euros, señor.

- ¿50? No, no… gracias. Dijo lamentándose.

Roberto muy pensativo y preocupado se decía a sí mismo en voz


alta:

-No, no. ¿Qué voy a hacer? Mañana es el último día en el


que estará Patricia en Barcelona, y estoy estancado aquí en
Montpellier! ¿Ahora qué voy a hacer?

Comenzándose a desesperar, Roberto prefiere sentarse un momento


y comer su sándwich, ya que tenía desde el día anterior que no
comía nada. De esa manera pensaría que podría hacer para llegar
a Barcelona.

En un intento desesperado, Roberto checa en su celular cuanto


crédito tiene, al ver que no era lo suficiente, se arriesga a
ponerle 10 euros más. Con esto Roberto vuelve a llamar a
Patricia.

- Aló? Paty? Soy yo, Roberto

- ¿Qué? ¿Roberto?

- Si! Vi tu correo electrónico, estoy en Montpellier,


Francia, y voy para Barcelona!
- ¿Qué? ¿Hablas en serio?; le dice Patricia muy
sorprendida.

- Si! Escucha, no tengo mucho tiempo, ¿a que ahora sale tu


avión?

- A las 12h00…

- ¿Patricia? ¿Me escuchas? Patricia!

La llamada termino antes de que pudieran seguir hablando más.

Roberto con tristeza se queda sentado pensado que podría hacer,


con esto las horas pasaron y no se le ocurría nada para resolver
el problema. En eso vio a un vagabundo pidiendo dinero y pensó:

- ¿Y si pido algo de dinero en algún negocio?

Su orgullo y soberbia hizo que lo detuviera, entonces, siendo


casi las tres de la tarde, entra en desesperación y se acerca a
una panadería:

- Buena tarde, mire; lo que pasa es que tengo solo 26


euros y necesito viajar Barcelona esta noche, y el
boleto cuesta 40. Me da pena pedirle, pero quisiera que
me apoyara con algo.

La señora de la panadería viéndolo que no estaba mal vestido se


negó diciendo:

- Mire señor, póngase a trabajar y no pida dinero, es muy


joven aun, no entiendo el propósito del porque la
urgencia. Lo lamento

Roberto decepcionado dice:

- Lo entiendo señora y disculpe las molestias pero


realmente hay algo importante que tengo que hacer en
Barcelona, pero gracias.

Roberto sale de la panadería, e intenta ir a una tienda, y de


nueva cuenta dice:

- Buena tarde señor, lo que pasa es que tengo solo 26


euros y necesito viajar Barcelona esta noche, y el
boleto cuesta 40. Me da pena pedirle, pero quisiera que
me apoyara con algo.
De nueva cuenta, el señor de la tienda lo mira y le dice
fríamente:

- No hay nada para usted aquí, lo siento.

Roberto con los ánimos por los suelos, sale sin decir adiós. Sin
más que hacer, se acerca a una banca donde se encuentra un señor
y le dice:

- Buena tarde, ¿puedo sentarme a su lado?

- Si claro hijo, adelante; sirve que le das un poco de


compañía a este viejo solitario.

Roberto, al ver al señor y escuchar eso, le conmueve, a pesar de


que no está mal vestido, él vio en los ojos de aquel señor algo
especial, y le dijo:

- Señor, ¿por qué dice eso?

- Hijo hay una edad en la que uno ya no ve sentido a las


cosas, aunque uno tenga a la familia algunos que otro
amigos, siempre esta ese sentimiento de soledad en uno
mismo. Eso joven, es lo peor que el ser humano puede
hacer.

- Lo entiendo, paso una situación parecida, siento que


pronto me sentiré solo, y los esfuerzos que hago, no
servirán para nada.

Aquel señor, le respondió ante tal comentario de Roberto:

- ¿A qué te refieres hijo?

- Pues mire, hay una chica de la cual siempre he estado


enamorado, cada vez que hablaba con ella era fantástico,
me tranquilizaba cuando me sentía enojado, me hacia reír
cuando estaba triste y cosas así; nos conocimos en
México, somos mexicanos por cierto. Yo vivo en Suiza y
ella esta ahorita en Barcelona, y se va mañana, en
exactamente 24 horas. He venido desde Ginebra, con
grandes esfuerzos y pocos recursos para encontrarme con
ella, pero creo que aquí ha terminado mi viaje.

El señor con más interés ah preguntado más cosas acerca de


Roberto, y le dijo:

- Hijo, cuentame tu historia.


Y así pasaron las horas y ya casi eran las 7 de la tarde y
Roberto se sentía muy bien y alivianado al hablar con este
extraño, que lo veía ya como un amigo. Entonces, el señor le
dijo a Roberto:

- Verdaderamente fabulosa tu historia con esta chica


Patricia, algo que nunca había escuchado, y vale que se
dé historias hijo.

- Si, un hombre con su edad, sabe muchas cosas, y vale la


pena escuchar sus consejos. Pero dígame, ¿a qué se
dedica?

El señor sonrió y soltó una carcajada, Roberto desconcertado


dijo:

- ¿Por qué ríe?

- Te haré un par de preguntas para finalizar nuestra


platica y al final, sabrás quien soy, te parece?

- Ok, dígame; le dijo Roberto con gran duda.

El señor se acomodo y se puso más en dirección a Roberto y le


dijo:

- Primero, cómprame un café en la tienda de allá, por


favor.

- ¿Cómo? ¿Un café? Pero ya no tendré dinero para regresar


a Suiza.

- Venga, hazlo por un viejo como yo.

Roberto, no entendía el porqué el señor le había pedido eso,


pero algo muy en el fondo de él, sabía que era lo correcto.
Entonces, Roberto fue a la tienda y compro el café. Al regresar
le dijo:

- Aquí tiene su café, me eh quedado tan solo con 20 euros.

- Ven, siéntate de nuevo; le dijo con un tono dulce.

Al hacer esto Roberto, el señor dio un trago al café y dijo:

- ¿Que estas dispuesto a hacer por ella?

- ¿Hacer por ella? Todo, ella es lo mas fantástico que he


conocido en esta vida, eh viajado tanto por conseguir
verla, me he esforzado por venir; pero si, haría lo que
fuese por tomarla en mis brazos de nuevo.
- Eso hijo mío, es amor. Y recuerda que el amor lo es todo
en esta vida, sin él, no hay vida.

- Para mí, ella es mi vida; dijo Roberto con un nudo en la


garganta.

El señor, le sonrió y le dio una palmada en el hombro a Roberto


y se paro, inmediatamente Roberto le dijo:

- ¿A dónde va?

- Hijo, creo que hemos hablado suficiente el día de hoy,


sé que te servirá esta plática para tus propósitos,
Adiós.

Roberto, sin saber que hacer dijo:

- Pero… ¿se va así como así?, me quito dinero por un café


que usted se tomo. Ahora, ¿qué haré?

El señor se volteo y dijo:

- Hijo, sonríe y veras que todo cambiara en tu vida.

Roberto dijo en voz baja con un suspiro:

- Sonríe, si. Eso hay que hacer.

Luego, le hablo al señor con un tono más fuerte y dijo:

- Eso haré! ¿Lo volveré a ver?

El señor volteo de nuevo y le dijo:

- Tenlo por seguro, Roberto.

Roberto, sorprendido de que el señor sabia su nombre a pesar de


que nunca lo mención, se volvió a sentar, y al mirar el espacio
vacío que dejo en la banca se percato que había un sobre. Al
tomarlo, decía el nombre de Roberto en letras grandes. Él lo
tomo y volteo a todos lados, al abrirlo había una nota que
decía:

“Roberto, siempre tienes que sonreír a la vida, a tus


amigos, a los vecinos, a tu familia, a todo mundo, porque
no estás solo, eres parte de este universo, y el universo
esta en ti, síguete esforzando por cumplir tus propósitos y
llegaras muy lejos. P.S. sabes quién soy”
Roberto anonadado, sintió una gran alegría y escalofrío en todo
su cuerpo al notar que dentro del sobre, venían 100 euros.
Rápidamente, corrió a la estación de tren y fue a la ventanilla
para comprar el boleto para Barcelona que salía a media noche.
Con el boleto ya en su mano, Roberto paso por una florería y
decidió comprar una orquídea para dársela a Patricia al verla.

Ya mucho más feliz, Roberto estaba dentro del tren, pensando en


que sus esfuerzos no son en vano, y sobretodo en aquel extraño
personaje que lo había hecho pensar y reflexionar sobre si
mismo.

C A P I T U L O III

Las horas pasaban, y cada vez mas Roberto sentía esa emoción por
llegar, y también la incertidumbre de saber de que manera
lograría encontrar a Patricia antes de que se valla. Solo
faltaban 4 horas y Roberto estaba llegando a la estación de tren
de Barcelona. El paso por la aduana le había quitado una media
hora, así que tenia que apresurar el paso. Fuera de la estación
de tren Roberto pensaba en voz alta

-¡Rayos! Y ahora, ¿para donde le doy?

En ese momento iba pasando un chico de unos 13 años al cual le


preguntó:

-¿Que tan lejos esta el aeropuerto de la ciudad?

El chico respondió:

-Pues, a las afueras de la ciudad.

Roberto puso sus manos en el rostro mientras las frotaba, al


terminar pregunto:

-Y, ¿cuanto tiempo se hace hasta allá?

-En coche unos 40 minutos, yo creo.

-¿Hay algún autobús que me lleve hasta allá?

-Si, el bus 15
Roberto con una mirada mas tranquila, volvió a preguntar:

-¿y donde tomo ese bus?

-Tenéis que caminar unas 4 calles hacia allá; Ahí podéis


coger el bus. Le indicaba con su mano la calle correcta.

Roberto entusiasmado le dio las gracias y par de euros por la


ayuda. Sin darse cuenta él tenia un poco menos de 70 euros y tan
solo 3 horas y media para llegar al aeropuerto.

Roberto corrió como nunca las 4 calles que le había indicado el


pequeño niño. Iba pasando una calle tras otra, negocio tras
negocio,todo mundo lo veía correr, pero a Roberto no le
importaba. Al llegar a la calle que el chico le indico, volvió a
preguntar a una señora que esperaba en la parada del bus:

-Disculpe señora, por aquí pasa un autobús que me lleve al


aeropuerto El numero 15, me parece.

-Así es, por aquí pasa.

Un rato después, el bus paso y Roberto lo tomo. Ya en camino la


adrenalina comenzaba a subir ya que solo faltaban 3 horas para
la salida del avión de Patricia.

-Son casi las 11, y el autobús no llega al aeropuerto. Se


decía Roberto a si mismo preocupado

A lo pocos minutos el autobús llego al aeropuerto, rápidamente,


bajo Roberto de él y corrió al interior del aeropuerto.
Inmediatamente busco una pantalla que le indicara de donde
saldría el vuelo de Patricia, ya identificada la puerta de
salida volvió a correr, pasaba por todos los lugares del
aeropuerto, entre la gente, sin importarle nada mas que llegar.

Al subir por unas escaleras se percato que ya no traía consigo


la orquídea, ante tal hecho, Roberto entro en mayor ansiedad,
vio una tienda de regalos a lo lejos, del otro lado de la
plataforma en la que se encontraba. Fue directamente a aquella
tienda donde vendían algunas flores y entre ellas la única
orquídea, antes de comprarla dio la vuelta, vio a una mujer que
caminaba a lo lejos, era Patricia; se dirigía a la puerta de
despegue.

-¡Patricia!. Grito Roberto.

Patricia jamas se dio cuenta de aquel llamado que hizo Roberto y


siguió su camino. Rápidamente corrió hacia donde estaba ella,
intentando seguirla con la mirada, pero la muchedumbre le
complicaba cada vez mas y mas el paso y la visibilidad.
Al hacer esto, Roberto olvido pagar la flor, y la tienda llamo a
la seguridad del aeropuerto. Inmediatamente los agentes de
seguridad fueron en busca de Roberto.

Mientras tanto, Roberto seguía buscando desesperadamente a


Patricia, corría en dirección a la sala donde ella abordaría el
avión Pero lamentablemente, Patricia ya había pasado por la
puerta de acceso. En ese instante en el que Roberto llego a la
sala donde abordaría el avión, unos agentes de policía llegaron
corriendo donde estaba Roberto, al darse cuenta de esto y ver a
lo lejos como Patricia subía al avión, siguió corriendo a lo
largo del pasillo de las salas de espera.

Patricia mientras tanto,era la ultima en subir al avión ya que


volteaba hacia atrás con una mirada de tristeza y darse cuenta
que Roberto no había llegado, como el dijo que haría. Roberto,
desesperado y con la adrenalina al máximo, buscaba la manera de
poder salir a la zona de despegue donde estaban abordando los
pasajeros. Mientras era perseguido por los agentes de seguridad
iba contando cuantos aviones pasaba para luego saber cual era el
correcto, decidió meterse por la banda del equipaje y así lograr
salir.

De esta manera y con la alerta emitida por parte del aeropuerto,


Roberto siguió corriendo por debajo de los aviones que se
encontraban estacionados, hasta llegar al avión correcto. Al
termino de su cuenta, vio el que el avión en el que estaba
subiendo Patricia, ya estaba de lado moviendose y preparandose
para el despegue. Roberto, dio de gritos y saltos para llamar la
atención de Patricia, mientras unos agentes de seguridad corrían
hacia el.

Justo en ese momento, Patricia estaba del lado de la ventanilla


y volteo a afuera viendo a Roberto a lo lejos.

F I N

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