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El proceso de formación de los discípulos misioneros

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

Oración para la V Conferencia General


del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

Señor Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, rostro humano de Dios


y rostro divino del hombre, enciende en nuestros corazones
el amor al Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristianos.
Ven a nuestro encuentro y guía nuestros pasos para seguirte
y amarte en la comunión de tu Iglesia, celebrando y viviendo
el don de la Eucaristía, cargando con nuestra cruz,
y urgidos por tu envío.
Danos siempre el fuego de tu Santo Espíritu, que ilumine nuestras
mentes y despierte entre nosotros el deseo de contemplarte,
el amor a los hermanos, sobre todo a los afligidos,
y el ardor por anunciarte al inicio de este siglo.
Discípulos y misioneros tuyos, queremos remar mar adentro,
para que nuestros pueblos tengan en Ti vida abundante,
y con solidaridad construyan la fraternidad y la paz.
Señor Jesús, ¡Ven y envíanos!
María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros. Amén.

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

EL PROCESO DE FORMACIÓN
DE LOS DISCÍPULOS MISIONEROS

APARECIDA
DISCÍPULOS MISIONEROS
AL SERVICIO DE LA VIDA
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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

© Instituto Pastoral Apóstol Santiago (INPAS)


Arzobispado de Santiago
San Isidro 560
Santiago

Estos libros son una producción conjunta del INPAS, la Vicaría General de Pastoral y Editorial
Tiberíades.
Agradecemos especialmente la colaboración del P. José Luis Fernández de Valderrama, MSpS,
en la realización de este número.

Colección Aparecida: 978-956-8188-66-5

ISBN: 978-956-8188-69-6
Derechos de Autor: 165.733

Diseño portada e interiores: Gráficanueva Ltda.

Impreso en Chile, Octubre de 2007.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna
para fines comerciales, por ningún medio ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o
de fotocopia, sin permiso previo y por escrito.

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

1. Introducción
En el Documento de Aparecida1 nuestros Pastores nos expresan con
claridad el objetivo y la pretensión de su encuentro:

“Con la luz del Señor resucitado y con la fuerza del Espíritu Santo,
Obispos de América nos reunimos en Aparecida, Brasil, para cele-
brar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y
del Caribe. Lo hemos hecho como pastores que queremos seguir
impulsando la acción evangelizadora de la Iglesia, llamada a hacer
de todos sus miembros discípulos y misioneros de Cristo, Camino,
Verdad y Vida para que nuestros pueblos tengan vida en Él” (1).

“Esta V Conferencia se propone la gran tarea de custodiar y ali-


mentar la fe del pueblo de Dios, y recordar también a los fieles
de este Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados
a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (10).

Nos invitan, pues, a reconocer y revitalizar nuestra vocación, identidad


y misión como cristianos, agraciados e incorporados por el Espíritu en
el Bautismo a Cristo y a su Iglesia, para ser hijos del Padre en el Hijo
y continuar su misión en el mundo.

1 Cf. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Documento conclusivo.
Aparecida, 13-31 de mayo de 2007. Conferencia Episcopal de Chile, Santiago 2007. Será citado
como DA y a él corresponden los números entre paréntesis en el texto.

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

Y, como nos recuerdan nuestros Obispos en el Mensaje final, “La


primera invitación que Jesús hace a toda persona que ha vivido el
encuentro con Él, es la de ser su discípulo, para poner sus pasos en
sus huellas y formar parte de su comunidad. ¡Nuestra mayor alegría
es ser discípulos suyos! Él nos llama a cada uno por nuestro nombre,
conociendo a fondo nuestra historia (cf. Jn 10,3), para convivir con
Él y enviarnos a continuar su misión (cf. Mc 3,14-15)” 2.

El discipulado y la misión no son pues dos dimensiones añadidas sino


constitutivas de la identidad cristiana. “Discipulado y misión son como
las dos caras de una misma medalla” 3.

La identidad de discípulos misioneros nos remite inmediatamente a


la formación. El discípulo es un formando, una persona que sigue a su
maestro para dejarse formar por él, para aprender y parecerse a él,
y, en el caso del cristiano, para dejarse transformar en Cristo. Pero
además, es también un formador. Está llamado a continuar la misión
de Jesús de formar discípulos misioneros en la Iglesia al servicio de
la vida. Por eso nuestros Pastores desde el inicio le piden a María,
“como madre, perfecta discípula y pedagoga de la evangelización,
que nos enseñe a ser hijos en su Hijo y a hacer lo que Él nos diga (cf.
Jn 2,5)” (1).

De ahí la importancia que conceden a la formación: “Aquí está el


reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Igle-

2 Mensaje Final, DA p.26


3 Benedicto XVI, Discurso inaugural de la V Conferencia, Aparecida, n.3.

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

sia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan


a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de
gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos
otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que
ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo
sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado
a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. Este es el
mejor servicio -¡su servicio!- que la Iglesia tiene que ofrecer a las
personas y naciones” (14).

La formación de los discípulos misioneros se convierte en un eje trans-


versal fundamental de la reflexión y el discernimiento de nuestros
Pastores, por lo que está presente y atraviesa todo el documento.

Quizás, estas pueden ser las razones que le hacen decir al Papa Be-
nedicto XVI, en la carta que dirige a los Hermanos en el Episcopado
de América Latina y del Caribe para autorizar la publicación del Do-
cumento conclusivo, “En este Documento hay numerosas y oportunas
indicaciones pastorales, motivadas con ricas reflexiones a la luz de la
fe y del contexto social actual. Entre otras, he leído con particular
aprecio las palabras que exhortan a dar prioridad a la Eucaristía y
a la santificación del Día del Señor en los programas pastorales (cf.
nn. 251-252), así como las que expresan el anhelo de reforzar la for-
mación cristiana de los fieles en general y de los agentes de pastoral
en particular”.

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

Como se puede comprender fácilmente, el tema de la formación no


es un tema menor y de ahí surge la necesidad de trabajarlo en estos
Cuadernos, para ayudarnos a conocer, reflexionar, asumir y vivir las
orientaciones de nuestros Pastores en Aparecida. Pero precisamente
por ser un tema de vital importancia, lo atraviesa y se contempla
prácticamente en todos los temas tratados.

Aparecida dedica todo el amplio capítulo 6 al “Itinerario formativo de


los discípulos misioneros”, que se inicia y fundamenta en el encuentro
con Jesucristo, describe el proceso de formación, resalta la iniciación
cristiana y la catequesis, para concluir analizando los lugares de for-
mación. En este Cuaderno recogeremos solamente las orientaciones
sobre “el proceso de formación de los discípulos misioneros”, por lo
que recomendamos la lectura de los otros números, y no abordaremos
la formación en otros temas específicos que aborda Aparecida y que
serán trabajados en otros Cuadernos.

Y lo haremos, como ya apuntábamos, con una doble mirada, puesto


que “Todos en la Iglesia estamos llamados a ser discípulos y misione-
ros. Es necesario formarnos y formar a todo el Pueblo de Dios para
cumplir con responsabilidad y audacia esta tarea” (DAP p.27). Sí, todos
somos formandos en el seguimiento de Jesús Maestro (Camino, Verdad

4 Cf. ver por ejemplo los números: 174, 226c, 231, 238, 287, 296, 299, 302, 306, 319, 338, 376,
400, 406, 413, 437c,g,i,f, 441a,f, 446d, 450, 456, 469, 475, 483, 486, 492, 497, 517h, 518d,k,o,
538.
5 Mensaje Final, DA p.27

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

y Vida) y todos somos continuadores y colaboradores de su misión de


formar discípulos misioneros, como padres de familia, hermanos en
nuestras comunidades, agentes pastorales, educadores, ciudadanos
y constructores de la sociedad.

Proponemos un itinerario que nos invite y ayude a reflexionar, perso-


nal y comunitariamente, sobre su necesidad e importancia, sobre las
llamadas y desafíos que escuchamos y sobre las acciones que podemos
realizar para mejorar nuestra formación personal y nuestra labor for-
mativa, y así crecer en nuestra identidad, vocación y misión.

2. Miramos nuestra realidad (Ver)


Aparecida comienza con una “Mirada de los discípulos misioneros sobre
la realidad” (cap. 3), constatando las luces y sombras que vivimos en
el mundo y en la Iglesia. Y nos recuerda que, “En el fiel cumplimien-
to de su vocación bautismal, el discípulo ha de tener en cuenta los
desafíos que el mundo de hoy le presenta a la Iglesia de Jesús, entre
otros: el éxodo de fieles a las sectas y otros grupos religiosos; las
corrientes culturales contrarias a Cristo y la Iglesia; el desaliento de
sacerdotes frente al vasto trabajo pastoral; la escasez de sacerdotes
en muchos lugares; el cambio de paradigmas culturales; el fenóme-
no de la globalización y la secularización; los graves problemas de
violencia, pobreza e injusticia; la creciente cultura de la muerte que
afecta la vida en todas sus formas” (185).

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

Los cambios son profundos y los desafíos enormes, por lo que “No re-
sistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje,
a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción
fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades
de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la
repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados
que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza
“es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual
aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe
se va desgastando y degenerando en mezquindad”6.

De ahí la necesidad urgente, el reto fundamental de la formación,


como veíamos al inicio. “Para cumplir su misión con responsabilidad
personal, los laicos necesitan una sólida formación doctrinal, pasto-
ral, espiritual y un adecuado acompañamiento para dar testimonio
de Cristo y de los valores del Reino en el ámbito de la vida social,
económica, política y cultural” (212). Pero esta necesidad recorre
todo el documento y se resalta en todas las realidades, sectores y
actividades que integran la actividad pastoral de la Iglesia.

6 RATZINGER, J., Situación actual de la fe y la teología. Conferencia pronunciada en el Encuentro de


Presidentes de Comisiones Episcopales de América Latina para la doctrina de la fe, celebrado
en Guadalajara, México (1996). Publicado en L’Osservatore Romano, el 1-XI-1996.

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

+ Para la reflexión y el diálogo:

- ¿Compartimos esta mirada sobre los desafíos que


el mundo presenta a nuestra fe?

- ¿Cómo describiríamos la formación que tenemos


los cristianos y la labor formativa que realizan?

- ¿Qué realidades y desafíos vemos nosotros que


hacen urgente la necesidad de una mayor for-
mación?

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

3. Nos dejamos iluminar por Aparecida (Juzgar)


Vamos ahora a leer, escuchar y dejarnos iluminar por lo que nos dice
Aparecida, para ayudarnos a discernir juntos lo que el Señor quiere
de nosotros.

3.1. El proceso de formación de los discípulos misioneros

“La vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y misioneros de


Jesucristo en América Latina y El Caribe, requieren una clara y decidida
opción por la formación de los miembros de nuestras comunidades, en
bien de todos los bautizados, cualquiera sea la función que desarrollen
en la Iglesia. Miramos a Jesús, el Maestro que formó personalmente a
sus apóstoles y discípulos. Cristo nos da el método: “Vengan y vean”
(Jn 1,39), “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). Con Él
podemos desarrollar las potencialidades que están en las personas y
formar discípulos misioneros. Con perseverante paciencia y sabiduría,
Jesús invitó a todos a su seguimiento. A quienes aceptaron seguirlo,
los introdujo en el misterio del Reino de Dios, y, después de su muerte
y resurrección los envió a predicar la Buena Nueva en la fuerza de su
Espíritu. Su estilo se vuelve emblemático para los formadores y cobra
especial relevancia cuando pensamos en la paciente tarea formativa
que la Iglesia debe emprender, en el nuevo contexto sociocultural de
América Latina” (276).

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

“El itinerario formativo del seguidor de Jesús hunde sus raíces en la


naturaleza dinámica de la persona y en la invitación personal de Jesu-
cristo, que llama a los suyos por su nombre, y éstos lo siguen porque
conocen su voz. El Señor despertaba las aspiraciones profundas de sus
discípulos y los atraía a sí, llenos de asombro. El seguimiento es fruto de
una fascinación que responde al deseo de realización humana, al deseo
de vida plena. El discípulo es alguien apasionado por Cristo, a quien
reconoce como el maestro que lo conduce y acompaña” (277).

3.2. Aspectos del proceso formativo

“En el proceso de formación de discípulos misioneros, destacamos


cinco aspectos fundamentales, que aparecen de diversa manera en
cada etapa del camino, pero que se compenetran íntimamente y se
alimentan entre sí:

a) El Encuentro con Jesucristo. Quienes serán sus discípulos ya lo


buscan (cf. Jn 1,38), pero es el Señor quien los llama: “Sígueme”
(Mc 1,14; Mt 9,9). Se ha de descubrir el sentido más hondo de la
búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da
origen a la iniciación cristiana. Este encuentro debe renovarse
constantemente por el testimonio personal, el anuncio del keryg-
ma y la acción misionera de la comunidad. El kerygma no sólo es
una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en
la madurez del discípulo de Jesucristo. Sin el kerygma, los demás

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

aspectos de este proceso están condenados a la esterilidad, sin


corazones verdaderamente convertidos al Señor. Sólo desde el
kerygma se da la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera.
Por eso, la Iglesia ha de tenerlo presente en todas sus acciones.

b) La Conversión: Es la respuesta inicial de quien ha escuchado al


Señor con admiración, cree en Él por la acción del Espíritu, se de-
cide a ser su amigo e ir tras de Él, cambiando su forma de pensar
y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, consciente de que morir
al pecado es alcanzar la vida. En el Bautismo y en el sacramento
de la Reconciliación, se actualiza para nosotros la redención de
Cristo.

c) El Discipulado: La persona madura constantemente en el conoci-


miento, amor y seguimiento de Jesús maestro, profundiza en el
misterio de su persona, de su ejemplo y de su doctrina. Para este
paso, es de fundamental importancia la catequesis permanente
y la vida sacramental, que fortalecen la conversión inicial y per-
miten que los discípulos misioneros puedan perseverar en la vida
cristiana y en la misión en medio del mundo que los desafía.

d) La Comunión: No puede haber vida cristiana sino en comunidad:


en las familias, las parroquias, las comunidades de vida consa-
grada, las comunidades de base, otras pequeñas comunidades

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

y movimientos. Como los primeros cristianos, que se reunían en


comunidad, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el
encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida
fraterna solidaria. También es acompañado y estimulado por la
comunidad y sus pastores para madurar en la vida del Espíritu.

e) La Misión: El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor,


experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de
ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y
resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona
de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de
Dios. La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe
entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque se la
realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al
momento de la maduración humana y cristiana en que se encuentre
la persona” (278).

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

+ Para la reflexión y el diálogo:

- ¿Cómo entiende Aparecida el proceso de forma-


ción? ¿Qué elementos nos han llamado más la
atención?

- ¿Qué resaltaríamos de este proceso como espe-


cialmente importante para el momento actual?

- ¿Qué aspectos están más presentes en mi propia


formación y en mi labor formativa?

- ¿Qué llamadas y desafíos escuchamos para


nuestra formación y para nuestra misión de
formadores a partir de la comprensión de estos
criterios?

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

3.3. Criterios generales para el proceso formativo

3.3.1. Una formación integral, kerygmática y permanente

“Misión principal de la formación es ayudar a los miembros de


la Iglesia a encontrarse siempre con Cristo, y así reconocer,
acoger, interiorizar y desarrollar la experiencia y los valores que
constituyen la propia identidad y misión cristiana en el mundo.
Por eso, la formación obedece a un proceso integral, es decir,
que comprende variadas dimensiones, todas armonizadas entre
sí en unidad vital. En la base de estas dimensiones está la fuerza
del anuncio kerygmático. El poder del Espíritu y de la Palabra
contagia a las personas y las lleva a escuchar a Jesucristo, a
creer en Él como su Salvador, a reconocerlo como quien da
pleno significado a su vida y a seguir sus pasos. El anuncio se
fundamenta en el hecho de la presencia de Cristo Resucitado
hoy en la Iglesia, y es el factor imprescindible del proceso de
formación de discípulos y misioneros. Al mismo tiempo, la for-
mación es permanente y dinámica, de acuerdo con el desarrollo
de las personas y al servicio que están llamadas a prestar, en
medio de las exigencias de la historia” (279).

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

3.3.2. Una formación atenta a dimensiones diversas

“La formación abarca diversas dimensiones que deberán ser


integradas armónicamente a lo largo de todo el proceso forma-
tivo. Se trata de la dimensión humana comunitaria, espiritual,
intelectual y pastoral-misionera.

a) La Dimensión Humana y Comunitaria. Tiende a acompañar


procesos de formación que lleven a asumir la propia histo-
ria y a sanarla, en orden a volverse capaces de vivir como
cristianos en un mundo plural, con equilibrio, fortaleza,
serenidad y libertad interior. Se trata de desarrollar per-
sonalidades que maduren en el contacto con la realidad y
abiertas al Misterio.

b) La Dimensión Espiritual. Es la dimensión formativa que


funda el ser cristiano en la experiencia de Dios, manifes-
tado en Jesús, y que lo conduce por el Espíritu a través de
los senderos de una maduración profunda. Por medio de
los diversos carismas, se arraiga la persona en el camino
de vida y de servicio propuesto por Cristo, con un estilo
personal. Permite adherirse de corazón por la fe, como la
Virgen María, a los caminos gozosos, luminosos, dolorosos
y gloriosos de su Maestro y Señor.

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

c) La Dimensión Intelectual. El encuentro con Cristo, Pala-


bra hecha Carne, potencia el dinamismo de la razón que
busca el significado de la realidad y se abre al Misterio. Se
expresa en una reflexión seria, puesta constantemente al
día a través del estudio que abre la inteligencia, con la luz
de la fe, a la verdad. También capacita para el discerni-
miento, el juicio crítico y el diálogo sobre la realidad y la
cultura. Asegura de una manera especial el conocimiento
bíblico teológico y de las ciencias humanas para adquirir la
necesaria competencia en vista de los servicios eclesiales
que se requieran y para la adecuada presencia en la vida
secular.

d) La Dimensión Pastoral y Misionera. Un auténtico camino


cristiano llena de alegría y esperanza el corazón y mueve
al creyente a anunciar a Cristo de manera constante en su
vida y en su ambiente. Proyecta hacia la misión de formar
discípulos misioneros al servicio del mundo. Habilita para
proponer proyectos y estilos de vida cristiana atrayentes,
con intervenciones orgánicas y de colaboración fraterna
con todos los miembros de la comunidad. Contribuye a
integrar evangelización y pedagogía, comunicando vida y
ofreciendo itinerarios pastorales acordes con la madurez
cristiana, la edad y otras condiciones propias de las personas
o de los grupos. Incentiva la responsabilidad de los laicos
en el mundo para construir el Reino de Dios. Despierta una
inquietud constante por los alejados y por los que ignoran
al Señor en sus vidas” (280).
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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

3.3.3. Una formación respetuosa de los procesos

“Llegar a la estatura de la vida nueva en Cristo, identificándose


profundamente con Él y su misión, es un camino largo, que
requiere itinerarios diversificados, respetuosos de los procesos
personales y de los ritmos comunitarios, continuos y graduales.
En la diócesis el eje central deberá ser un proyecto orgánico de
formación, aprobado por el Obispo y elaborado con los orga-
nismos diocesanos competentes, teniendo en cuenta todas las
fuerzas vivas de la Iglesia particular: asociaciones, servicios y
movimientos, comunidades religiosas, pequeñas comunidades,
comisiones de pastoral social, y diversos organismos eclesiales
que ofrezcan la visión de conjunto y la convergencia de las di-
versas iniciativas. Se requieren, también, equipos de formación
convenientemente preparados que aseguren la eficacia del
proceso mismo y que acompañen a las personas con pedagogías
dinámicas, activas y abiertas. La presencia y contribución de
laicos y laicas en los equipos de formación aporta una riqueza
original, pues, desde sus experiencias y competencias, ofrecen
criterios, contenidos y testimonios valiosos para quienes se
están formando” (281).

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

3.3.4. Una formación que contempla el acompañamiento


de los discípulos

“Cada sector del Pueblo de Dios pide ser acompañado y for-


mado de acuerdo con la peculiar vocación y ministerio al que
ha sido llamado: el obispo que es el principio de la unidad en
la diócesis mediante el triple ministerio de enseñar, santificar
y gobernar; los presbíteros, cooperando con el ministerio del
obispo, en el cuidado del pueblo de Dios que les es confiado;
los diáconos permanentes en el servicio vivificante, humilde y
perseverante como ayuda valiosa para obispos y presbíteros;
los consagrados y consagradas en el seguimiento radical del
Maestro; los laicos y laicas que cumplen su responsabilidad
evangelizadora, colaborando en la formación de comunidades
cristianas y en la construcción del Reino de Dios en el mundo.
Se requiere, por tanto, capacitar a quienes puedan acompañar
espiritual y pastoralmente a otros” (282).

“Destacamos que la formación de los laicos y laicas debe contri-


buir, ante todo, a una actuación como discípulos misioneros en
el mundo, en la perspectiva del diálogo y de la transformación
de la sociedad. Es urgente una formación específica para que
puedan tener una incidencia significativa en los diferentes cam-
pos, sobre todo en el mundo vasto de la política, de la realidad
social y de la economía, como también de la cultura, de las

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios


y de otras realidades abiertas a la evangelización” (283).

3.3.5 Una formación en la espiritualidad de la acción misionera

“Es necesario formar a los discípulos en una espiritualidad de


la acción misionera, que se basa en la docilidad al impulso
del Espíritu, a su potencia de vida que moviliza y transfigura
todas las dimensiones de la existencia. No es una experiencia
que se limita a los espacios privados de la devoción, sino que
busca penetrarlo todo con su fuego y su vida. El discípulo y
misionero, movido por el impulso y el ardor que proviene del
Espíritu, aprende a expresarlo en el trabajo, en el diálogo, en
el servicio, en la misión cotidiana” (284).

“Cuando el impulso del Espíritu impregna y motiva todas las


áreas de la existencia, entonces también penetra y configura la
vocación específica de cada uno. Así, se forma y desarrolla la
espiritualidad propia de presbíteros, de religiosos y religiosas,
de padres de familia, de empresarios, de catequistas, etc.
Cada una de las vocaciones tiene un modo concreto y distintivo
de vivir la espiritualidad, que da profundidad y entusiasmo al
ejercicio concreto de sus tareas. Así, la vida en el Espíritu no
nos cierra en una intimidad cómoda, sino que nos convierte
en personas generosas y creativas, felices en el anuncio y el

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

servicio misionero. Nos vuelve comprometidos con los reclamos


de la realidad y capaces de encontrarle un profundo significado
a todo lo que nos toca hacer por la Iglesia y por el mundo”
(285).

+ Para la reflexión y el diálogo:

- ¿Qué criterios de la formación nos han llamado


más la atención?
- ¿Qué criterios resaltaríamos como especialmente
importante para el momento actual?
- ¿Cuáles de estos criterios y dimensiones están
más presentes en mi propia formación y en mi
labor formativa?
- ¿Qué llamadas y desafíos escuchamos para
nuestra formación y para nuestra misión de
formadores a partir de la comprensión de estos
criterios?

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

4. Lo llevamos a nuestra vida (Actuar)


Repasemos brevemente la ficha que hemos estudiado. Volvamos a ver
las respuestas que hemos dado y después de eso, respondamos las
siguientes preguntas para ver cómo llevar lo que hemos conversado
a nuestra vida.

- ¿Cómo podemos dar respuesta a los desafíos


escuchados?

- ¿Qué aspectos necesitamos potenciar en nuestra


formación y en nuestra labor formativa?

- Y ¿cuáles necesitamos incorporar para alcanzar


y realizar una formación integral?

- ¿Qué acciones o medios necesitamos poner para


conseguirlo?

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El proceso de formación de los discípulos misioneros

5. Celebramos y oramos
- Agradecemos al Señor este momento de encuen-
tro fraterno, la reflexión compartida y las luces
recibidas...

- Ofrecemos al Señor y a los hermanos nuestra


disponibilidad y compromiso para dar los pasos
que hemos descubierto...

- Le pedimos al Señor su ayuda y el Don del Espí-


ritu, para dejarnos formar y ser formadores de
sus discípulos misioneros al servicio de su Reino
de Vida...

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

“El discípulo experimenta que la vincu-


lación íntima con Jesús en el grupo de
los suyos es participación de la Vida
salida de las entrañas del Padre, es
formarse para asumir su mismo estilo
de vida y sus mismas motivaciones
(cf. Lc 6, 40b), correr su misma suerte
y hacerse cargo de su misión de hacer
nuevas todas las cosas” (131).

“Le hemos pedido a María, como ma-


dre, perfecta discípula y pedagoga de
la evangelización, que nos enseñe a ser
hijos en su Hijo y a hacer lo que Él nos
diga (cf. Jn 2,5)” (1).

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12
Quédate, Señor
Oración de Benedicto XVI en Aparecida, Brasil.
Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido
reconocerte. Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo
más densas las sombras, y tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la de-
sesperanza, y tú los haces arder con la certeza de la Pascua. Estamos cansados
del camino, pero tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros
hermanos que en verdad tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser
testigos de tu resurrección.

Quédate con nosotros, Señor, cuando en torno a nuestra fe católica surgen las nieb-
las de la duda, del cansancio o de la dificultad: tú, que eres la Verdad misma como
revelador del Padre, ilumina nuestras mentes con tu Palabra; ayúdanos a sentir la
belleza de creer en ti.

Quédate en nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus dificul-


tades, consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día, cuando en torno a
ellas se acumulan sombras que amenazan su unidad y su naturaleza. Tú que eres
la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos donde nazca la
vida humana abundante y generosamente, donde se acoja, se ame, se respete la
vida desde su concepción hasta su término natural.

Quédate, Señor, con aquéllos que en nuestras sociedades son más vulnerables;
quédate con los pobres y humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no
siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cul-
tura y la sabiduría de su identidad. Quédate, Señor, con nuestros niños y con
nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro Continente, pro-
tégelos de tantas insidias que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas
esperanzas. ¡Oh buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nuestros en-
fermos. ¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

Índice de temas

1 Discurso Inaugural del Papa Benedicto XVI.


2 Mirada creyente de la realidad.
3 La vocación de los discípulos misioneros.
4 La espiritualidad de los discípulos y discípulas misioneros.
5 La parroquia: comunidad misionera.
6 CEB y pequeñas comunidades.
7 Ministerios y servicios en la Iglesia y en el mundo.
8 El laicado al servicio de la vida.
9 La Palabra, alimento de la vida.
10 Creer, celebrar y vivir el misterio de Jesucristo.
11 La religiosidad popular.
12 El proceso de formación de los discípulos misioneros.
13 La iniciación a la vida cristiana y la catequesis.
14 La educación católica.
15 La misión de los discípulos al servicio de la vida.
16 Reino de Dios y promoción de la dignidad humana.
17 La Pastoral Social y la solidaridad.
18 Desafíos de la movilidad humana
19 La buena nueva del trabajo.
20 La buena nueva de la familia.
21 Jóvenes al servicio de la vida.
22 La cultura de la vida.
23 La cultura y su evangelización.

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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 12

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