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NOTAS PARA UNA TECNOLOGIA APROPIADA DE LA CONSTRUCCION EN AMERICA

LATINA.1
1 Original en castellano del capítulo “Notas para urna Tecnologia Apropriada á Construçao
na América Latina” del libro “Tecnologia & Arquitetura’~ Lucía Mascaró coordinadora, O
Editorial Nobel de Sao Paulo, Brasil, 1990.

Victor SaúI PeIIi

PRIMERA PARTE

SOBRE LA SITUACIÓN

Si se acepta que la tecnología puede contribuir tanto al desarrollo como al estancamiento


como a la desintegración de una sociedad en la medida en que una determinada modalidad
y su estrcuctura tecnológica se desarrolle en esta sociedad en armonía o en oposición con
su naturaleza y con sus objetivos, se admitirá, también, que la discusión sobre la tecnología
más apropiada para construir viviendas y ciudades en América Latina a favor de nuestras
expectativas más sanas de evolución para nuestras propias sociedades requiere una
referencia a su historia y su estructura y la formulación de hipótesis sobre esas expectativas
de evolución.

En estas sociedades con ancestros nativos, africanos y europeos en su mayoría, no es


novedad afirmar que los europeos impusieron sus herramientas, sus formas de construir y
también sus modos de vida, sus escalas de prestigio, sus reglas de juego para todo tipo de
transacción y, consecuentemente, sus mecanismos de poder. “Impusieron” en este caso
equivale a “Sobreimprimieron” pues por abajo de esta estructura cultural impuesta se
desarrollaron, latentes y aplastados, modos de vida y de relación, códigos y mecanismos,
resultantes de una larga secuencia de respuestas de supervivencia de extensos sectores
sociales sin posibilidades de total comprensión, total adaptación o total acceso a los
beneficios de la cultura impuesta, pero ineludiblemente relacionados con ésta por vínculos
desfavorables. Según su mayor o menor contacto con la cultura predominante, según el rol
adjudicado por esta, o según la mayor o menor presión recibida, estas “culturas”
subyacentes mantuvieron abundantes rasgos y en muchos casos incluso las localizaciones
geográficas originales de las organizaciones autóctonas, o desarrollaron rasgos inéditos
resultantes de aquellos procesos de adaptación a circunstancias excesivamente extrañas a
las originales, generalmente de excepcional dureza. Tanto la estructura “sobreimpresa”
como la subyacente experimentaron, en lo que va del siglo y de manera más marcada en
las últimas cuatro décadas, notables cambios y ajustes que como una suerte de quiebre
geológico, han puesto al descubierto situaciones hasta ahora ocultas, han dado lugar a
problemas sin solución prevista, y han generado interrogantes que requieren, no sólo
nuevas respuestas, sino un nuevo encuadre para esas respuestas.

Por un lado la cultura originalmente europea extendió geográficamente su área central de


elaboración y de liderazgo por casi la totalidad del hemisferio norte; se desarrolló en
profundidad con una relación tan sorprendente entre la magnitud de los cambios y el tiempo
brevísimo en que se han producido, que se prefiere hablar de ellos como mutaciones totales
más que como pasos de desarrollo (“tercera ola”; “era post-industrial”, etc.).
Complementariamente esta cultura “central” se internó en una nueva etapa de su
característica actitud de permanente cuestionamiento y revisión de sus propios fines y
valores. Con esta renovación han tomado un contacto distante (sería difícil afirmar que han
participado) las estructuras culturales de origen europeo predominantes en nuestro
subcontinente, tensionadas por sus dificultades, en su rol histórico de intérpretes e
importadoras y también de custodios de la cultura central, para compatibilizar las nuevas
pautas provenientes del centro con los nuevos fenómenos que, mientras tanto, se
desencadenan en su propio contexto.

Por el otro lado, en nuestro subcontinente, amplios sectores de la creciente población


urbana fueron gradualmente asumiendo su marginación (de los niveles de satisfacción y de
los mecanismos sociales, económicos, jurídicos y técnicos predominantes) con un sentido
activo, de avance, y dándose a sí mismos, con un vigor que se acentúa día a día, las
soluciones a sus necesidades y problemas que nunca les llegaron por vías de la estructura
impuesta, europea formal. Estas soluciones son insuficientes y miserables; no hay forma de
engañarse y de atribuirles el carácter de modelos deseables, al menos en su contexto y
forma actuales, pero han llegado a trascender su carácter de soluciones aisladas de
emergencia para manifestarse como una estructura de intercambio y producción y de
interrelación social con características y centro propio y con una magnitud hasta ahora
desconocida.

El desarrollo y la acción de estas tres grandes estructuras culturales: la propia de los países
“centrales”; la de origen europeo, arraigada, adaptada y dominante en nuestras sociedades;
y la subyacente, informal, condicionada por ésta pero cada vez menos dependiente, se
manifiestan, con signos conflictivos, sobre el territorio físico y social de nuestro
subcontinente, en cualquier punto, a cualquier nivel, pero de manera marcada e
inconfundible en las acciones de construcción del hábitat: El crecimiento desmesurado y
fuera de todo control de las metrópolis del Tercer Mundo y particularmente las
latinoamericanas puede interpretarse como el resultado de la puja y la acción superpuesta
de las tres estructuras, cada una con sus medios y recursos, cada una con su interpretación
de la realidad y sus objetivos.

Con toda claridad, cada una de las tres estructuras culturales que actúan conflictiva e
interrelacionadamente en América Latina cuenta con su propia estrategia tecnológica: cada
una organiza sus recursos, sus materiales, sus procedimientos y sus actores en base a las
diferentes posibilidades concretas con que cuenta; también en base a distintas escalas de
valores, a distintos conceptos de riesgo, a distintos planteos de objetivos, plazos y
beneficios.

El análisis, o al menos el reconocimiento, de cada una de estas estrategias de producción,


permitirá al autor y probablemente a los lectores de este trabajo, ubicados en el campo de
la cultura “formal”, no sólo ampliar a la totalidad del campo real su visión de lo que está
pasando en la construcción de nuestro hábitat, sino contar con referencias para trabajar,
más adelante, con la siguiente hipótesis de base: las propuestas de evolución tecnológica
apropiada no pueden basarse necesariamente en un mejoramiento o adecuación de ¡a
estructura de producción formal (vale decir de sólo una de las tres “estrategias” de
producción) sino en una síntesis de lo que está ocurriendo en todos los campos, apropiada
a los reales recursos, a las reales circunstancias, a las reales posibilidades de evolución y a
los objetivos propios de un modelo de sociedad que, ineludiblemente, cualquiera sea ese
modelo, deberá preceder, enmarcar y condicionar al modelo de propuesta tecnológica.

LA TECNOLOGIA FORMAL LATINOAMERICANA

La estrategia tecnológica que en nuestros países, en el lenguaje coloquial de los


profesionales de la construcción, se denomina impropiamente “tradicional “y que es la que
organiza institucionalemnte todas las actividades de construcción del hábitat, tomó forma en
los países centrales a partir del cambio estructural de la revolución industrial, se aplicó en
nuestros países a ¡o largo del siglo XIX importando materiales, profesionales,
procedimientos, normas y tipologías, aunque sólo en las construcciones de infraestructura y
en las correspondientes a las instituciones y a las capas sociales dominantes, y terminó de
concretare en nuestros países como la única estructura organizativa de producción del
hábitat artificial institucionalmente admitida, a lo largo de la primera mitad del siglo
XX. Esta estrategia “tradicional” está montada sobre un conjunto de puntos fijos: sistema
monetario; sistema de medidas (en nuestro caso el métrico, en un conflicto con el de pies y
pulgadas que no es ajeno al cuadro general que estamos analizando); idioma escrito;
manejo de servicios de infraestructura: energía eléctrica, agua potable y corriente, correos,
teléfonos, transportes y redes viales.

Cabe aclarar que la tecnología formal latinoamericana cuenta con una larga experiencia de
superación ingeniosa de las situaciones de precariedad o ausencia de algunos de estos
puntos fijos, pero la superación no es una adecuación: como norma la precariedad o
ausencia se toma como anomalía a superar mediante un “aislamiento” a presión de la
realidad en nichos dentro de la estructura social que garantizan la presencia de esos puntos
fijos.

La estructura cultural ha generado, por otra parte, en torno a esta modalidad de producción,
una compleja sub-estructura de partes estrechamente interrelacionadas: los reglamentos,
normas y leyes; las oficinas de contralor y ordenamiento; ¡as sociedades profesionales con
sus sistemas de regulación y aranceles; las carreras secundarias y universitarias dedicadas
a la docencia exclusivamente dentro de esta concepción de la producción; la industria y el
comercio de materiales y elementos; la industria de la construcción; los sistemas de
encomienda y adjudicación; los mecanismos impositivos; los sistemas de financiación; los
sindicatos.

Finalmente, además de los “puntos fijos” y de los intereses desarrollados por las personas,
grupos e instituciones que componen la infraestructura de esta estrategia tecnológica, se
encuentran ciertos valores de la cultura, formal, a que se integra que, si bien no son
realmente intrínsecos de esta modalidad tecnológica, condicionan hasta tal punto las
características de sus productos que han llegado a incidir profundamente en la
conformación de los materiales, procedimientos y herramientas que genéricamente emplea.
En este sentido, la particular concepción de “seguridad, calidad y comodidad (“confort”)” que
nuestra cultura formal ha desarrollado está profundamente arraigada en la estructura de la
tecnología que esta cultura utiliza.

Todos estos factores que encuadran y sustentan a ¡a tecnología formal de nuestras


sociedades son los que le han dado los alcances que tiene y también, consecuentemente,
sus límites. Son los que definen dentro de qué campo cultural (y socioeconómico) es
eficiente y, por exclusión, dentro de qué campos resulta inadecuada, no pertinente, o
inoperante.

Es cierto que algunos de estos supuestos podrían alterarse sustancialmente, o suplantarse,


sin modificar la esencia de los procesos mecánicos básicos que están en la esencia de los
procedimientos tecnológicos: podrían, quizá, soslayarse ¡as transacciones en dinero; o
reemplazarse los sistemas jerárquico-autoritarios de organización de la mano de obra; o
modificarse las nociones de calidad, los coeficientes de seguridad y las exigencias de
confort, por ejemplo, pero estas alteraciones implicarían tales cambios en la organización y
los procedimientos tecnológicos que, de hecho, se estaría ante el desarrollo de una nueva
tecnología. Que no es el tema de esta parte del trabajo.

Para algunos es obvio, para otros es un descubrimiento y ciertamente para la mayoría de


los arquitectos es innecesario o indiferente tomar conciencia de que cuando, por ejemplo,
un estudiante de arquitectura traza el perfil de una fachada luego de profundas cavilaciones
sobre su impacto en el contexto urbano, o sobre su afinidad con la identidad de los
usuarios, o sobre su aporte a la definición de un lenguaje formal propio de la época, del
lugar o del autor, o simplemente sobre su elegancia, está presuponiendo, sin prestarle en
ese momento demasiada atención, la existencia de toda aquella estructura de producción
que se pondrá en funcionamiento cuando un comitente provea el terreno, el dinero y la
decisión y que involucrará, en la materializacón del perfil dibujado, hasta los actores y
mecanismos más lejanos del sistema, como una suerte de tela de araña que registra un
movimiento en uno de sus puntos y lo transmite al resto.

Dado que él se adiestró para ser una pieza de ese sistema, desarrollará adecuados reflejos
para moverse dentro de sus límites y para considerar fuera de su campo de acción, o
simplemente ignorar, todo problema de construcción que escape a las reglas de juego del
sistema. Como, por otro lado, no ha desarrollado capacidad crítica en relacián con el
sistema mismo al que está integrado, carecerá de medios para evaluar esta situación actual
en que una parte impresionante del hábitat se está construyendo fuera de la jurisdicción del
sistema formal de producción al que él está integrado (y dentro, ciertamente, de la
jurisdicción de otro sistema, que él no solamente desconoce, sino que, dado el caso, él
negaría como sistema de producción), con reglas de juego tan diferentes que
probablemente no sea posible construir aquel perfil dibujado, o carezca de sentido hacerlo.

LA TECNOLOGIA INFORMAL
(La tecnología de los límites de supervivencia)

Puede ser severamente discutible que pretenda Ilamarse “estrategia tecnológica” o


simplemente “tecnología” a los modos con que construye su hábitat la población a la que no
llega la tecnología formal: no sólo sus viviendas en la periferia o en los intersticios de las
ciudades, sino también sus veredas, escalinatas, canales de desagüe, redes eléctricas y de
agua, sus puentes y hasta sus edificios religiosos. Obras de pequeña envergadura pero de
una masividad que está contribuyendo a la conformación (o deformación) de ciudades como
Sao Paulo, Buenos Aires, México o Caracas, en un proceso de crecimiento urbano que
hasta ahora nadie sabe cómo frenar o revertir, y que está dando movimiento a un mercado
de bienes y servicios, de carácter informal, semilegal, cuya envergadura económica
empieza a tomar la escala de sectores importantes de la producción y el intercambio
formales. Estos dos datos bastan para llamar la atención sobre este movimiento de
producción, pero no para calificarlo de “estrategia tecnológica”. Lo que induce a hacerlo es
la verificación de que, por debajo de la apariencia o de la calificación de informal que lleva a
pensar en decisiones o acciones casuales, puramente empíricas y derivadas de las
condiciones del momento, se ha desarrollado un mecanismo productivo de complejidad
equivalente a la de la tecnología institucional, sujeto a otras leyes y estructuras, y a otra
interpretación de las circunstancias y, en definitiva, de la realidad.

Esta estrategia tecnológica tiene por fin prioritario la resolución de necesidades básicas de
elemental supervivencia. Así como la tecnología formal se ha modelado en torno a
determinadas metas de confort, calidad y seguridad, la tecnología de la marginidad se ha
desarrollado a la medida de aquellas necesidades básicas y en la medida de los
mecanismos generales de producción y transferencia de bienes y servicios del grupo social
al que sirve: Está preparada y tiene flexibilidad para manejar, dentro de sus propias
limitaciones, todo tipo de materiales y elementos nuevos, usados o semidestruídos;
productos industriales específicamente destinados a la construcción y también otros
destinados a cualquier otro fin; materiales de origen natural (tierra, paja, cañas, piedra,
troncos). Sus mecanismos de comunicación, verificación, registro, control y medición no
están basados necesariamente en el idioma escrito ni en el sistema métrico (aunque
también los incluyen), a fin de dar cabida a las reales posibilidades de los recursos
humanos con que se cuenta. Sus mecanismos de intercambio y retribución no se basan
necesariamente en el sistema monetario (aunque incluyen el dinero cuando su empleo es
ineludible y posible) e incorporan cuantos recursos, en el medio social al que sirven, puedan
efectivamente usarse para procurar o producir bienes o servicios: trueque por otros bienes o
servicios; vínculos sociales o familiares. Estos mecanismos están estrechamente ligados a
los criterios de asignación de roles y, más específicamente, a la organización del trabajo: en
el campo de la tecnología informal el propietario puede actuar de peón del albañil que él
mismo ha contratado, y como parte del contrato.

Por otra parte la retribución de ese albañil puede consistir en alimentos, muebles, ropa o la
prestación recíproca de otro servicio de diferente índole; un equipo de mano de obra puede
estar constituido por una familia, que puede ser parte de la familia del propietario. Los
códigos de disciplina y los mecanismos de toma de decisiones son coherentes con estas
situaciones y no están desvinculados de los códigos generales de relación social entre
estas personas y grupos. En la tecnología informal se desdibujan los límites que tienen
vigencia en los sistemas formales de producción: el de la diferencia entre trabajo y
esparcimiento y entre trabajo y vida familiar; el de las diferencias entre producción y
mantenimiento; el de las distinciones y separaciones entre problemas que en la actividad
formal se atienden a través de organizaciones sectoriales diferenciadas (vivienda, salud,
educación, trabajo). En el mundo de la construcción informal el montaje de un techo puede
confundirse o ser la misma cosa que una reunión social o incluso que una fiesta; la
reparación de un elemento de la vivienda, en las manos de su propietario, puede significar
las mismas operaciones que llevó a cabo para construirlo; el proceso de producción de una
vivienda se superpone con su proceso de uso y con el de resolución, simultánea y
entremezclada, de otras necesidades básicas: la terminación de un muro se interrumpe, sin
perturbar el “sistema”, para reservar recursos para comprar una frazada, o una bicicleta; el
acarreo u ordenamiento de materiales se incorpora a la organización de las actividades
domésticas y se intercala con la preparación de la comida y con el cuidado de los chicos.

En este punto conviene precisar la intención que anima a esta revista de las características
de la organización informal: Estas imágenes son sin duda portadoras de un sentimiento de
simpatía por parte de quien las describe, pero intentan limitarse, sin embargo, al
señalamiento de rasgos estructurales en un modo de producción que, como cualquier otro,
tiene sus límites y su campo específico de acción. Ninguna especulación puede ocultar que
su producto es miserable y que el precio que se paga, en términos de inseguridad y de
insatisfacción, es alto, y que, por otra parte, su resultado físico, tanto en el carácter de lo
construido como en su modo de ocupación territorial, es la expresión irritante de una
situación social de grave conflicto no resuelto. Pero esta “tecnología” (y las comillas van,
todavía, como una concesión a la apreciación de quienes pueden considerar inadmisible la
aplicación del término a lo que ven como nada más que una lamentable acumulación de
situaciones de precariedad y semi legalidad), si conseguimos examinarla prescindiendo de
la valoración de sus resultados según standars “convencionales”, exhibe aspectos no
despreciables en un inventario realista de las disponibilidades de recursos para la
resolución integral de los problemas de habitat de nuestro subcontinente.

Probablemente el eje de esta estructura de producción pasa por la visión e interpretación de


la realidad en que está basada: esta visión de la realidad prioriza de manera absoluta la
supervivencia, y salta, si es necesario, y apoyada en esta prioridad sin margen, por encima
de estereotipos, normas, reglamentos y leyes. Quizá la imagen de “saltar por encima”, con
connotaciones de indiferencia o desprecio, no es la adecuada. Ya está también
demostrado, en abundancia, que la ilegalidad, la clandestinidad y el desprejuicio no son
actos de rebedía, soberbia o subversión, en nuestras comunidades empobrecidas, sino de
impotencia y adecuación a lo posible, sin opciones. De esta manera, tanto para la
construcción de la vivienda como para la resolución de otras necesidades básicas, son
recursos frente a cada problema no sólo los que la estructura cultural formal ha asignado a
ese problema sino todos los recursos disponibles y accesibles. Es de la mayor importancia
la capacidad de esta tecnología para dar cabida a la totalidad de los medios a mano como
referencia para el diseño de estrategias tecnológicas superadoras. Pero el rasgo más digno
de atención en esta tecnología del desastre, es su relación de identidad y pertenencia con
los grupos humanos que en definitiva están protagonizando, en escala multitudinaria, la
parte más crítica y auténtica de los problemas del hábitat en América Latina.

De todos modos, esta estrategia tecnológica, rica en claves de adecuación a la realidad y


datos para el diseño de una tecnología adecuada y aceptable para la evolución de nuestro
contexto físico, no puede ser vista como el camino directo para esa evolución: Una
tecnología de superación o, más precisamente, una estrategia tecnológica integrada a una
estrategia general de superación, ya sea impulsada “de abajo arriba” o apoyada “de arriba
abajo”, deberá incorporar otras prioridades al lado de la única y exclusiva de “supervivencia
salvaje”: la incorporación de esas nuevas prioridades, restauradoras y evolutivas, junto a un
enriquecimiento de los recursos, significaría, en términos de tecnología, que también aquí
estaríamos hablando, anticipadamente, de otra cosa.

LAS TECNOLOGIAS AUTOCTONAS

La exploración de las formas de producción propias de las “culturas subyacentes” de


América Latina, que pone en evidencia la acción y los productos de la tecnología de los
estratos sociales de la “pobreza” urbana, conduce también a advertir y tener en cuenta la
vigencia, como una categoría diferente de estrategia de producción de los grupos no
integrados a la estructura cultural predominante, de las tecnologías autóctonas,
correspondientes a organizaciones socio-económico-culturales cuyo proceso, hasta ahora
al menos, es decreciente y con signos de extinción. Estas tecnologías, con sus propias
pautas de equilibrio entre recursos-actores-procedimientos-productosmedio ambiente,
presentan varios rasgos significativos para la reflexión integradora de aportes para nuevas
estrategias: Las tecnologías autóctonas son una de las referencias básicas, aunque lejanas
y deformadas, de la tecnología informal: si bien en esta se han perdido todas las pautas de
relación no agresiva, recíprocamente nutriente, con el medio natural, propias de la
tecnología autóctona, se conservan sin embargo gran parte de sus mecanismos de
integración entre producción, vida comunitaria y vida cotidiana. En otro orden de cosas la
creciente conciencia en el campo mundial de reflexión sobre el proceso acelerado de
destrucción del marco bioambiental de la vida humana en el planeta, como consecuencia
del modelo de vida y desarrollo en vigencia en esta civilización; de la relación destructiva
entre sociedad y naturaleza que este modelo lleva implícita; y de la estrategia tecnológica
que lo implementa, ha llevado a técnicos, teóricos y movimientos masivos de opinión, a
modificar la actitud vigente en el siglo pasado y comienzos del actual, de considerar a los
bolsones de vida rural organizados en base a estructuras socioeconómicas de subsistencia,
y a su tecnología, como estadios arcaicos y obsoletos que deberían ser superados y
reemplazados por estructuras “modernas”, y a revalorizar los logros de estos sistemas, en
algunos aspectos de sus posibilidades de regulación de la calidad de la vida de relación
comunitaria y sobre todo en los efectos no destructivos de su relación con el medio
ambiente. Estos movimientos de revalorización se traducen en un abanico de actitudes,
desde las propuestas de “vuelta a lo primitivo”, “vuelta a los orígenes”, ensayos casi
excluyentes de todo aporte de los sistemas culturales más recientes, hasta movimientos
más complejos de ensayo de integración de elementos y modos de vida y producción de
distintas formas culturales, desde la rural de subsistencia, con formas primarias de
producción y de relación comunitaria, hasta la introducción rigurosamente controlada de
elementos de “tecnología de punta”. Cabe anotar que estos experimentos se dan en forma
más masiva como parte de los resortes de autocrítica y reelaboración experimental de los
países” centrales”, que en nuestras sociedades.

El tercer aspecto a tener en cuenta en las tecnologías autóctonas, al margen de sus


posibilidades de actuar como fuente de referencia para el análisis de fenómenos y la
elaboración de propuestas de evolución externas a su propio ámbito, es la vigencia
concreta de este propio ámbito: de algún modo, las tecnología autóctonas, junto con las
organizaciones que las sustentan, son de hecho, todavía, el medio actual de desarrollo de
una porción considerable de nuestra población latinoamericana. Al haberse debilitado, como
señalé antes, la vigencia indiscutible del proyecto de eliminación y reemplazo de esas
culturas, (con sus tecnologías) se hace evidente que, en un nuevo proyecto de evolución de
esos sectores de población, esa cultura y esa tecnología serán cuando menos,
cuidadosamente evaluadas en su capacidad de aporte al nuevo proyecto.

LA PRESENCIA EN LATINOAMERICA DE LA TECNOLOGIA ACTUAL DE LOS PAISES


HEGEMÓNICOS

La tecnología formal

El cuadro de las (principales) estrategias tecnológicas que están dando forma física a
América Latina se completa con las manifestaciones de la transferencia directa de modos y
productos tecnológicos elaborados en los países hegemónicos: herramientas, materiales,
instrumentos, fábricas desarmables, sistemas de operación, comunicación y organización,
procedimientos, edificios completos”, “llave en mano”. Esta transferencia merece analizarse
tanto en su contenido como en el modo de producirse: en general, indican que la inserción
de la tecnología “central” en nuestras sociedades guarda escasa similitud con la forma de
inserción de esa tecnología en sus propias sociedades de origen. En los países centrales
los productos y modos tecnológicos guardan coherencia con la organización formal de la
sociedad y son controlados, utilizados y, en definitiva, generados (y también eliminados) de
acuerdo a los fines de la sociedad de origen o, al menos, a los de sus propios grupos de
poder.

La tecnología que se transfiere a nuestros países (generalmente sólo el fragmento operativo


de la tecnología original) abarca, en los hechos, los productos-propuestas más recientes y
también los caducos, obsoletos o suprimidos, indiscriminadamente.

La transferencia, de igual modo, se efectúa a través de todos los canales posibles: no sólo
por su incorporación “oficial” al sistema tecnológico formal de producción sino por su
incorporación de cualquier modo a cuanta actividad esté dispuesta a recibirlos, aún cuando
el medio de transferencia o el mecanismo de inserción no sea el técnicamente correcto, o el
originalmente previsto. Las sociedades de origen desarrollan, al mismo tiempo y
prácticamente en el mismo acto, y como un sólo objeto, la tecnología y la capacidad de
controlarla o encuadrarla dentro de sus objetivos. Previamente, también, han desarrollado
su capacidad de sustentarla (infraestructura, recursos humanos, sistema científico,
tecnologías subsidiarias). Nuestras sociedades no son autoras ni de esa tecnología ni de
los medios para controlarla. También carecen, por lo general, de base infraestructural
adecuada para sustentarla.

Pueden encontrarse ejemplos ocasionales de correcta introducción del paquete completo:


mecanismos de producción-productos, infraestructura de sustentación y mecanismos de
control técnico y social. Como se sabe, estos ejemplos muestran un calco, a veces
excelente, del esquema completo del país de origen en algún sector geográfico y/o social
de nuestros países que funciona como un parche en el contexto general. Este “parche
tecnológico” tiene siempre un alto costo económico y social. Ciertamente, cuando las
decisiones surgen de una evaluación cuidadosa y acertada, este costo merece pagarse,
como una excepción riesgosa. El “parche” es un injerto delicado cuyos resultados deberían
controlarse meticulosamente y este control también implica un esfuerzo y un nivel
tecnológico difícil de alcanzar.
Quizás ayude a una mejor definición del perfil conceptual de este trabajo afirmar, a manera
de hipótesis, que lo que puede entenderse como tecnología “formal” en los países
centrales, es decir aquella estructura de interrelaciones entre actores, operaciones,
instrumentos y materiales que organiza las actividades de transformación dentro de la
industria convencional de la construcción en los países hegemónicos, es intransferible a los
países periféricos sin transformarse en su esencia, si suponemos que esa tecnología o
estructura de interrelaciones no se limita a los hechos mecánicos de transformación que la
definen y mucho menos a los materiales y herramientas por sí sólos, sino que abarca
también las formas de inserción de esos hechos de transformación dentro de un sistema
social, tecnológico, económico y cultural con el que deben establecer una relación orgánica.
Por la misma naturaleza de las diferencias y de las relaciones no simétricas entre los países
hegemónicos y los nuestros, la facilidad con que se efectúan las transferencias de
instrumentos (intelectuales o físicos), materiales y técnicas de transformación entre esos
países y los nuestros se encuentra con una contraparte de fricciones, deformaciones y
frustraciones cuando el tejido social, cultural y económico de nuestros países debe recibir,
sustentar y controlar las acciones y los productos resultantes de esas transferencias.

La “tecnología de punta”

Quizá sea arriesgado distinguir, dentro del universo de estructuras tecnológicas de los
países, como un cuerpo conceptual diferenciado y aparte, al conjunto de innovaciones que,
de manera no totalmente precisa, ni formal, reciben el nombre de “tecnología de punta”, o
“high-tech”, o “tecnología post-industrial”. Pero puede ser útil a los fines de este trabajo, que
busca aportar a la elaboración de una tecnología adecuada a la evolución de nuestras
sociedades, tal como estas se encuentran en estos momentos, diferenciar dos campos de
referencias: el de la estructura de producción convencional firmemente enraizada de los
países hegemónicos (“tecnología formal central”) y el de esta eclosión de innovaciones que
anuncia (más como parte que como una causa de un fenómeno más amplio) un replanteo
general de reglas de juego, incluso el de las relaciones entre Estados y el de las relaciones
entre clases.

En lo que a nosotros nos interesa, una de las características de esta tecnología son sus
modos inusitados y difícilmente controlables de introducirse en nuestro mundo. A diferencia
del aparato tecnológico formal convencional de los últimos siglos, que para su transferencia
necesitaba generar un aparato equivalente en nuestras sociedades, esta nueva tecnología
no parece depender necesariamente de nuestras estructuras tecnológicas formales para
introducirse en nuestro medio. Como observan los analistas, estas tecnologías están
superando la necesidad de las organizaciones jerárquicas, de las grandes estructuras
institucionales e incluso de la actuación excluyente de los profesionales como intérpretes o
mediadores entre la tecnología y la población. Las nuevas tecnologías de los países
centrales tienden, sostenidamente, a lograr su manipulación directa por el usuario. De esta
manera sus modos de acceso al mismo usuario adquieren una flexibilidad y una versatilidad
que en algunos aspectos se asemejan más a las del mercado informal que a las reglas de
juego más complejas de la estructura formal de producción e intercambio y, de hecho,
puede o podría llegar a entrar en contacto y transferirse directamente al mundo informal sin
pasar por las estructuras formales.
Es difícil determinar si esta nueva tecnología significa en términos absolutos una real
evolución (pese a que esta parece ser la convicción de algunos respetables analistas del
Tercer Mundo), a la vista de los problemas y críticas que, en forma simultánea y en todo el
mundo, se han ido acentuado hasta llegar a puntos límite, en muchos casos como
consecuencia directa y visible de lo que en etapas anteriores se consideró avances de la
tecnología occidental, pero estimo innegable que esta tecnología está definiendo pautas de
comportamiento, organización social y consumo de las que aparentemente ninguna
sociedad del planeta puede pretender sustraerse en forma permanente.
En los hechos, ningún país latinoamericano lo ha hecho. Veamos un ejemplo, referido a una
etapa inmediata anterior: Gran parte de la estructura física funcional de nuestros países y
ciudades ha sido modelada o remodelada en base a las leyes de organización inherentes a
la tecnología del transporte automotor. Esto ha echado raíces tan profundas que se ha
llegado al estado de aparente imposibilidad de generar opciones alternativas competitivas
en ese campo. Cualquiera sea nuestra apreciación sobre el peso de esta tecnología sobre
la estructura social general, cabe estimar que sería imposible eludirla en los pasos de
arranque de cualquier proyecto de evolución social armónica elaborado a partir de la
realidad, aunque entre sus metas se encuentre una alternativa de concepción del
desplazamiento de personas y bienes totalmente diferente. Esta reflexión, basada en una
estructura tecnológica ya incorporada, adquiere nueva validez frente a las “tecnologías de
punta”, aún no totalmente incorporadas y, lógicamente, con rasgos inéditos y
desconcertantes en sus mecanismos de inserción social. Quizás el rasgo más importante a
tener en cuenta en esta tecnología es que, a diferencia de la tecnología formal tradicional
que, por requerir “inteligencia” en casi todos los pasos de la cadena de producción y
transferencia, distribuye en alguna medida el poder de decisión a lo largo de todos estos
pasos, en las nuevas tecnologías la tendencia es a la máxima concentración de
“inteligencia”, y por lo tanto de poder de decisión, en la fuente de origen. Es muy difícil
hacer una apreciación crítica de este rasgo, que por un lado aumenta los grados de libertad
del usuario en su manipulación pero por otro implica, aparte de la obvia subordinación
tecnológica y económica con respecto a fuentes de inteligencia distantes e históricamente
hegemónicas (que eventualmente llegarían a ser reemplazadas por fuentes locales,
supuestamente propias, frutos de algún proceso de “modernización”), una intensa
proyección de elaboradísimas pautas culturales sobre organismos sociales como los
nuestros, tan pocas veces librados a sus propias leyes y a sus propios impulsos de
evolución. La presencia de los nuevos recursos tecnológicos es ya, de todos modos, parte
de nuestra realidad, inconteniblemente creciente. Quizá no tiene sentido calificar a un
cambio de deseable o indeseable cuando ya se está produciendo y no hay medios a mano
para detenerlo, si es que esto surgiera como necesario de alguna evaluación en
profundidad. Lo cierto es que será difícil, o imposible, formular una estrategia para el
desarrollo de una tecnología latinoamericana armónica con nuestras posibilidades y
tendencias de evolución que no haya pasado por el esfuerzo de “digerir’, en beneficio de
esas posibilidades y tendencias, la presencia de los recursos de la “tecnología de punta”.

Referencias para el
GRAFICO

LAS ESTRATEGIAS TECNOLOGICAS

* A, B, O y, de un modo aún difuso pero creciente, D, representan las tecnologías que


operan en

forma contínua y directa en América Latina. A, B y O, en consonancia con la estructura y


los intereses de los respectivos sectores sociales, se superponen, se interrelacionan y se
disputan, con diferentes estrategias, la construcción de nuestro hábitat.

* E, la tecnología formal de los países “centrales”. Actúa en América Latina de dos modos:

integrándose a A, a través de sus vínculos naturales y actuando con las modalidades


adaptadas al medio y propias de nuestra tecnología periférica, u operando directamente
con sus propias estructuras y modalidades en nuestro territorio. Esta tecnología,
desarrollada en consonancia con el aparato social, cultural, legal, económico y
tecnológico general de sus sociedades de origen no es, a mi criterio, directamente
asimilable por nuestras sociedades sin distorsiones de alto costo.
* F, grupo caracterizadoa aquí como “tecnologías marginales ricas’ actúa casi totalmente
(con la excepción que se comenta más adelante) fuera del ámbito latinoamericano y
corresponde a la dinámica cultural de los países hegemónicos, en particular los de
América del Norte y Europa capitalista. Por tocar sólo tangencial o indirectamente
nuestro campo se han resumido en un sólo título, que pretende englobar distintas
estrategias “marginales’l algunas de las cuales tiene escasa o nula relación con otras o
llegan a ser violentamente antagónicas entre sí. Pero todas tienen en común el carácter
de “banco de pruebas y experimentación” de ideas y propuestas que pueden llegar a ser
absorbidas por los sistemas formales, o que apuntan a ser adoptadas por la estructura
social, provocando el reemplazo de sistemas formales vigentes. Entre estas tecnologías
“marginales ricas”se incluyen, sin relacionarse necesariamente entre sí: la tecnología
“radical’V la tecnología de las comunidades contestatarias; la tecnología de los centros
científicos experimentales no convencionales; la tecnología “Vogue’ artesanal opulenta;
la tecnología “Popular Mechanics” “hágalo usted mismo”. Un tratamiento más cuidadoso
(y reconozco que más respetuoso) de este campo que el que puedo dar aqui~ daría
lugar a un trabajo extenso y rico en información e ideas. Debe anotarse que un sector
dentro de este grupo, en el que convergen diversas (y a veces, también opuestas)
motivaciones políticas, ideológicas y filosóficas, está empeñado en producir propuestas
específicas, alternativas a la tecnología formal, para las regiones del Tercer Mundo.

* G es la propuesta de desarrollo de una tecnología latinoamericana apropiada a las


circunstancias de nuestra sociedad para organizarse en torno a una estructura
productiva que la beneficie como conjunto y que responda a sus prioridades de
distribución y participación.

LAS RELACIONES ENTRE LAS DISTINTAS TECNOLOGIAS

* 1. Se da en dos niveles: en el primero, sincrónico, nuestras tecnologías formales se


nutren de una corriente permanente de transferencia unidireccional: materiales, partes,
herramientas, organización, equipo, “know-how”, licencias, patentes, fórmulas cientificas,
bibliografía, profesionales, capitales. En el segundo nivel, diacrónico, la estructura global
de nuestra tecnología formal no se asemeja a la de los países hegemónicos sino a la de
los períodos anteriores de ésta. Esto no se refiere a la estructura de elementos aislados,
como por ejemplo empresas o núcleos profesionales, sino a la estructura tecnológica
total: leyes, normas, instituciones, prácticas, equipo, infraestructura, sistema educativo.

* 2. Esta relación coincidente con la relación entre los núcleos culturales correspondientes,
es compleja: La T. 1. absorbe excedentes de materiales, elementos y herramientas,
conocimientos empíricos y procedimientos simples, de la T. F. P., readaptándolos a sus
propias reglas de juego. El traslado de conocimientos científicos, teóricos, organización
empresaria o actividad profesional de la T.F.P. a la T.l. es mínimo o nulo.

* 3. La relación en este caso es parte del acarreo cultural general del sector autóctono al
informal, que incluye conocimientos, hábitos, formas de organización y habilidades. Por
la naturaleza misma de las tecnologías de supervivencia las transacciones de carácter
comercial entre la T.A. y la T.I. son mínimas.

* 4. Es una relación orgánica y bidireccional. Puede interpretarse como el conjunto de


vínculos, deliberados y controlados, entre dos sectores con roles diferenciados y
complementarios dentro de un único sistema productivo.
* 5. Por las características mismas del “grupo F “, estas relaciones son variadas y
complejas e incluyen distintas vías, desde la crítica, el ataque y el rechazo, hasta la
imitación, la inducción y el parasitismo. En los hechos, D, E, y F se nutren recíproca e
intensamente.
* 6. En el texto de este trabajo se desarrolla la hipótesis de que, por sus características, la”
tecnología de punta’l más precisamente algunos sectores de ella, pueden prescindir del
aparato formal y pasar a introducirse directamente en el sector informal, a cuyas reglas
de juego pueden llegar a adaptarse con relativa facilidad.

* 7. Los límites con que se están encontrando los avances tecnológicos de los países
“centrales” en su relación conflictiva con el equilibrio de la trama social, y el de ésta con
su bioambiente, están llevando a algunos grupos de T. M. “R” a tomar como referencia
directa para sus reflexiones y propuestas para una tecnología superadora de esos
conflictos dentro de sus propias sociedades, a las tecnologías autóctonas de todo el
planeta.

* 8. El proyecto para una tecnología apropiada latinoamericana, con metas de su


autonomía e independencia con relación al resto de las sociedades del mundo, exige la
convergencia, conversión y síntesis de la totalidad de los recursos de que, en sus
distintos sectores, se ha provisto nuestra sociedad, y una relación de información,
absorción crítica y controlada, y confrontación de propuestas alternativas, con respecto
al producto de los núcleos creativos y críticos de los países hegemónicos.

*
9. La relación con las tecnologías de las otras regiones no hegemónicas del mundo,
hasta ahora prácticamente inexistente, como no sea en el campo experimental, formaría
parte del proyecto de desarrollo de una tecnología apropiada, explotando y
desarrollando las zonas de convergencia en torno a circunstancias compartidas.

SEGUNDA PARTE

SOBRE LAS PROPUESTAS

Si las cuatro principales estrategias de producción (la tecnología formal de nuestros países,
la tecnología del sector informal, las tecnologías autóctonas y la tecnología actual de los
países hegemónicos) están confrontándose en una complicada puja por la construcción y
definición del hábitat que no es más que una de las manifestaciones de la puja global que
sostienen entre sí los sectores sociales a los que sirven, puede aparecer como ilusorio
especular sobre las posibilidades de formulación de una tecnología ideal que no encontraría
asidero para desarrollarse y actuar en una sociedad como esta, tal cual se encuentra en
este momento.

En lo que hasta aquí se expuso en este trabajo se ha procurado ir dejando asentada una
clara convicción sobre la interrelación estrecha entre la estructura tecnológica de un
proceso de construcción y la estructura social del grupo al que sirve ese proceso. ¿Qué
sentido tendría elaborar una propuesta tecnológica de laboratorio o de gabinete sin la
contrapartida de una estructura o de un proyecto social en los que la propuesta pueda echar
raíces? 6: ¿Qué sentido tendría suponer que una propuesta tecnológica históricamente
válida puede nacer de la iniciativa aislada e individual de un laboratorio o gabinete y no del
interjuego de la estructura social? Probablemente la respuesta está en que los “laboratorios
y gabinetes” forman parte del ínterjuego: Así como la estructura y los grupos sociales
consolidados durante un determinado período generan y dan sustento funcional a
tecnólogos y diseñadores, ingenieros y arquitectos, constructores y operarios que actúan
eficiente y coherentemente encajados dentro de cada una de esas estructuras,
perfeccionando, sin cuestionarlos, como no sea en su eficiencia y en sus detalles, los
procedimientos de las estructuras tecnológicas en ¡as que están ubicados, así las
situaciones históricas de crisis y conflicto, las intensas contradicciones sin solución, las
profundas carencias, las preguntas sin respuestas convincentes y tas oportunidades
abiertas, dan nacimiento a los “laboratorios y gabinetes”, a los núcleos humanos de
elaboración crítica, a ¡os inventores de alternativas y a los intuitivos “disociadores de
conceptos tradicionalmente asociados y asociadores de conceptos tradicionalmente
disociados’ que, en el campo de ¡as transformaciones del ambiente físico (así como en ¡os
otros campos) proponen o producen conceptos, en este caso tecnológicos, dirigidos a
colaborar en la superación de esos conflictos y contradicciones, a satisfacer las carencias, a
responder a los interrogantes no contestados y a aprovechar las oportunidades de
evolución sana.

Las estructuras sociales, en constante cambio, al pasar por sus etapas de crisis,
entendiendo las crisis como la eclosión de fallas estructurales largamente incubadas y
soportadas, dan lugar al desarrollo de núcleos de elaboración de conceptos alternativos,
pero no garantizan el acierto o éxito de sus productos. Difícilmente lo tenga el “laboratorio” o
grupo de elaboración que desarrolle sus propuestas a partir de sus propias elucubraciones,
por refinadas que estas sean, sin haber practicado una gimnasia de profunda interrelación
vivencial con la sustancia de la realidad social a que se dirigen y de la realidad ambiental en
la que se insertan. Por otra parte, sea cual sea su calidad, su autenticidad y sus
perspectivas de éxito, las propuestas alternativas para una tecnología superadora no serán
adoptadas nunca en forma directa, textual e inmediata por la estructura social actual. Esto
es elementalmente comprensible si se supone que esas propuestas pretenderán superar
¡os esquemas de la contraposición de los aparatos productivos vigentes: está claro que no
encajan bien en ninguno. Las propuestas innovadoras y alternativas están destinadas a
recorrer un largo y sinuoso camino a través de aulas, conferencias, libros, congresos,
experimentos, proyectos de ley, discursos políticos, reuniones comunitanas, charlas de
amigos, e irán completándose con otras propuestas, nacidas en otros campos técnicos o
sociales, hasta integrar o generar, quizá anónimamente, probablemente desfiguradas,
corrientes generales de cambio o, también, podrán quedar perdidas y sin vida en algún
punto del camino, luego de haber cumplido una función indescifrable, para siempre o hasta
que una nueva onda las vuelva a traer a la superficie.

Personalmente he dedicado largos años a esta actividad. Las propuestas que hemos
elaborado, con el equipo que fui formando, han intentado, permanentemente, nutrirse de la
realidad de un lugar de Argentina y de América Latina que, como todos sus lugares, puede
entenderse y mostrarse como uno de sus lugares clave, en un intenso y prolongado
esfuerzo por interpretar esa realidad en su esencia, no sabemos si acertadamente.
Nuestras propuestas han recorrido una pequeña parte de aquel camino indirecto e incierto
que debería conducirlas a colaborar con cambios positivos, intentando sacar el mejor
partido del efecto clarificador de las crisis, ya que poco puede hacerse para mitigar sus
efectos destructores.

Se ha dedicado la primera parte de este trabajo a recorrer, con mayor ayuda del método de
registro de impresiones y líneas de fuerza que el método de ordenamiento sistemático de
información “objetiva”, el campo de los sistemas de producción de la construcción habitable
en América Latina, a manera de un estudio del mapa del territorio al que se van a dedicar
las propuestas.

Esta segunda parte se dedica a desarrollar, con igualmente exento de objetividad, las líneas
de reflexión sobre las que se apoyan, dejando de lado otras descartadas pero quizá
igualmente respetables, nuestras propuestas para un desarrollo tecnológico apropiado a un
determinado modelo de evolución social.

Las siguientes son de alguna manera de las hipótesis de base en torno a ¡as cuales se ha
desarrollado nuestro trabajo.
* Todo desarrollo tecnológico coherente, cualquiera sea su signo, responde, consciente o
inconscientemente, a una imágen del tipo de sociedad al que va dirigido, o del tipo de
sociedad en cuya modelación va dirigido a colaborar. Incorporo aquí, por su claridad y
síntesis, y como una imagen de algunos de los rasgos del tipo de sociedad a que van
dirigidos los desarrollos tecnológicos que prefiero propiciar, el párrafo final de la
conferencia del Dr. Amílcar Herrera, pronunciada en la X CLEFA, Conferencia
Latinoamericana de Escuelas y Facultades de Arquitectura, en Sao Paulo, Brasil, en
1983:

“Náo é possivel descrever tal sociedade em detalhes, a priori, mas, pelo


menos, podemos dizer que tenderá a ser participativa, eqüitativa do
ponto de vista da distribuiçáo de riquezas e intrinsecamente compativel
com seu melo-ambiente natural”.

* Para el desarrollo de una propuesta tecnológica de cambio, todos los antecedentes que
aporta

la realidad son potencialmente válidos. Las cuatro estrategias tecnológicas (básicas) de


América Latina son lo que se está haciendo y lo que se sabe hacer y ofrecen elementos
que pueden ser disociados de sus estructuras y objetivos actuales y asociados formando
otros esquemas de producción: las microcomputadoras, las organizaciones de ayuda
mutua, ¡a energía eléctrica y la solar, el cemento portland y el reciclaje de desechos, la
caña de bambú, el barro, los materiales sintéticos y las nuevas aleaciones, los grupos
comunitarios solidarios y las comunicaciones inalámbricas, los mecanismos de trueque y
los créditos bancarios, etc., etc., merecen ser cuidadosamente analizados a la luz de
nuevas exigencias y condiciones y en vista de nuevos objetivos.

* Aunque lo que sigue está implícito en los dos puntos anteriores, merece explicitarse: El
desarrollo

de una estrategia tecnológica apropiada no se basa, en nuestro criterio, en el desarrollo


y ampliación de una de las cuatro estrategias vigentes para extenderla hasta cubrir todo
el campo y excluír a las restantes. Entendemos que cada una de las estrategias es
parcial o totalmente negativa e incompleta por sí misma, y que expresa claramente su
parte del conflicto de la estructura social vigente. Nuestro trabajo pretende expresar una
fuerte confianza en la posibilidad de una síntesis de todos los elementos positivos que
un trabajo creativo pueda detectar en la realidad existente, cualquiera sea su ampliación
y significado presente.

* Una propuesta tecnológica no se ¡imita a los procedimientos y piezas del proceso


específicamente productivo sino que abarca una estructura de mayor cobertura que se
asegura el control social sobre el proceso y sobre sus efectos, por un lado, y verifica la
capacidad de la sociedad de darle basamento y sustento sin violentarse, por otro.
Enunciada de otra manera, esta hipótesis se refiere a ¡a creciente conciencia sobre la
interacción entre tecnología y sociedad o, si se quiere, entre tecnología, sociedad y
naturaleza, que compromete al diseñador a ampliar su campo de responsabilidad
consciente, y consecuentemente su campo de reflexión. A diferencia de la visión
convencional de desarrollo tecnológico, limitada a la meta de “el producto más eficiente
con el menor insumo”, la propuesta tecnológica en este campo ampliado de
responsabilidad y conciencia está condicionada por la exigencia de su relación armónica
con el contexto histórico, social y natural, a fin de no agravar situaciones que se
encuentran al límite, de colaborar con procesos reconstituyentes de estas situaciones, y
de contnbur a la apertura de caminos y estados de evolución más semejantes a un
florecimiento, a partir de la savia interna, que a un remolque, a partir de motores
externos.

* Las propuestas para una tecnología de evolución requieren nuevos modos de


elaboración, estructurados de manera de lograr y asegurar la plena y directa
participación de los sectores sociales involucrados, en las acciones de elaboración de
esa tecnología. Las técnicas sociales de participación directa se incluyen, ellas también,
en el libreto de la tecnología a desarrollar. A riesgo de presentar una imagen obsesiva,
puede decirse que ¡as técnicas sociales de participación, para ser eficaces, también
deben ser elaboradas y evaluadas participativamente.

* En América Latina el centro de gravedad de los problemas de construcción del hábitat se


ubica

en los déficit habitacionales de ¡a población de máxima pobreza, numerosa y creciente.


Aunque haya otras áreas de déficit en el sector construcción, muy distantes de ésta y
por lo tanto condicionadoras de estrategias de resolución y producción muy diferentes,
que no se pondrán en discusión en este trabajo, el peso que en la actualidad tiene el
problema de la vivienda popular en la totalidad del campo de la construcción condiciona
a ¡as propuestas de estrategias tecnológicas a referirse directameente a las particulares
características de este problema y a teñirse de los datos sociales de sus principales
protagonistas: necesariamente tendrán que reflejar sus posibilidades y sus limitaciones y
en algunos casos directamente incorporar sus modos y sus códigos, por razones de
operatividad en las acciones y sobre todo de adecuación final en los productos.

* El problema del deficit de vivienda popular está tan estrechamente relacionado con los
de empleo, participación social y política, proyecto económico y productivo nacional,
distribución social de la riqueza, distribución geográfica de ¡a población y definición de
identidad cultural, entre otros, que la iniciativa de elaboración de una tecnología
apropiada para la resolución (técnica) del problema sin una contrapartida en los otros
campos puede aparecer como frívola o inoperante. Este es, sin duda, uno de los puntos
de mayor tensión polémica en este campo. Y uno de los más difícil respuesta, una vez
que se excluyó la de permanecer inmóvil (aunque la postura de permanecer inmóvil en
el campo de ¡a evolución tecnológica hasta tanto se hayan producido modificaciones en
otros, como el político o el económico, también es una toma de posición en la polémica,
adoptada por diversos grupos, algunos de ellos diametralmente opuestos entre sí en sus
raíces ideológicas. Este trabajo, con su carácter de conjunto de observaciones y
reflexiones de orientación basada en una línea de experiencias de búsqueda, incluye la
observación del principio de que “una situación de crisis y emergencia debe
contemplarse de inmediato, enérgica e independientemente de que puedan o no ser
resueltos los problemas estructurales que la originan (y si pueden serlo, las actuaciones
en los dos niveles han de ser coordinadas y complementarias, sin ser excluyentes)2
2 PeIk Víctor, “Resolución integradora y participativa de las villas marginaIes” revista
SUMMARIOS, n0 82/83, octubre/noviembre 1984, Buenos Aires.

* Si bien una solución de emergencia o de evolución a partir de la emergencia tendrá que


adecuarse a la estructura de la realidad actual, con todas sus aberraciones, es cierto
que una propuesta tecnológica puede acentuar estas aberraciones pero también puede
actuar frente a ellas contribuyendo a la apertura de caminos de evolución. La
consideración del problema habitacional popular dentro de su encuadre global, político -
económico - histórico, no puede conducir, en nuestro criterio, a la parálisis de las
propuestas de modos de producción adecuados y estimuladores de cambio, sino a la
práctica de desarrollar esas propuestas dentro del encuadre global, incorporando en esa
práctica la evaluación de causas y efectos en y sobre los grupos sociales involucrados.

* El concepto de estrategia, en estas condiciones, es particularmente adecuado: un


trabajo de desarrollo tecnológico adherido a hipótesis como las que aquí se formulan,
difícilmente pueda concretarse en una propuesta terminada, al mismo tiempo aplicable
de inmediato y coherente con sus objetivos en todos sus aspectos. Esta propuesta
deberá tomar la forma de una larga secuencia de rumbo sólo parcialmente determinado,
de la que sólo podemos, hoy, definir metas y diseñar los pasos de arranque (muchos de
los cuales ya pueden, ciertamente, haber sido dados). Estos pasos de arranque,
adaptados a las posibilidades reales actuales, tendrán que incluír sin duda algunos o
muchos elementos que no corresponden o se oponen a las metas finales, pero que son
imprescindibles hoy para la puesta en marcha.

* Esto puede referirse a materiales que en el futuro habrá que reemplazar porque se
originan o producen en otras regiones, o que requieren excesivo aporte de energía en su
fabricación, o capitales que implicarían una dependencia no deseable de fuentes
externas de financiación. También puede referirse a formas de organización de la mano
de obra basadas en una estructura autoritaria o excesivamente impersonal (como es la
práctica convencional en las empresas constructoras) que puedan en el futuro
evolucionar o ser reemplazadas por formas participativas; o a mecanismos de consulta
entre técnicos y comunidad, hasta ahora incipientes e imperfectos.

* A medida que fui elaborando este ensayo, fui descartando la inclusión de referencias
directas a mis propias experiencias y ensayos, o a los que tengo desarrollados con mi
grupo, con sus historias de personas, de materiales, costos y métodos. A esta altura del
camino consideré oportuno profundizar en las estructuras conceptuales que se vinieron
definiendo a lo largo de esas experiencias y transmitirlas como un conjunto no terminado
y abierto de percepciones y opciones. A la manera de la tecnología a cuya conformación
estas notas pretenden ser una contribución, me fue imposible concebirlo como un
esquema cerrado, de mi autoría personal, completo, con todas sus piezas, listo para
ponerse en marcha y funcionar. Nada sería más pretencioso e inútil.

* Espero que el esquema, completo y terminado, pero siempre cambiante, sea el


resultado de una actividad colectiva de discusión, propuestas y trabajo, en la que los
técnicos no sólo hayan creado nuevos mecanismos, materiales y artefactos, sino
también los procedimientos mediante los cuales las personas que van a usarlos, y que
van a servirse de sus productos, puedan participar de su gestación, probando,
rechazando, creando y creciendo.

Resistencia, junio de 1986.


Víctor Saúl Pelli

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