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LATINA.1
1 Original en castellano del capítulo “Notas para urna Tecnologia Apropriada á Construçao
na América Latina” del libro “Tecnologia & Arquitetura’~ Lucía Mascaró coordinadora, O
Editorial Nobel de Sao Paulo, Brasil, 1990.
PRIMERA PARTE
SOBRE LA SITUACIÓN
El desarrollo y la acción de estas tres grandes estructuras culturales: la propia de los países
“centrales”; la de origen europeo, arraigada, adaptada y dominante en nuestras sociedades;
y la subyacente, informal, condicionada por ésta pero cada vez menos dependiente, se
manifiestan, con signos conflictivos, sobre el territorio físico y social de nuestro
subcontinente, en cualquier punto, a cualquier nivel, pero de manera marcada e
inconfundible en las acciones de construcción del hábitat: El crecimiento desmesurado y
fuera de todo control de las metrópolis del Tercer Mundo y particularmente las
latinoamericanas puede interpretarse como el resultado de la puja y la acción superpuesta
de las tres estructuras, cada una con sus medios y recursos, cada una con su interpretación
de la realidad y sus objetivos.
Con toda claridad, cada una de las tres estructuras culturales que actúan conflictiva e
interrelacionadamente en América Latina cuenta con su propia estrategia tecnológica: cada
una organiza sus recursos, sus materiales, sus procedimientos y sus actores en base a las
diferentes posibilidades concretas con que cuenta; también en base a distintas escalas de
valores, a distintos conceptos de riesgo, a distintos planteos de objetivos, plazos y
beneficios.
Cabe aclarar que la tecnología formal latinoamericana cuenta con una larga experiencia de
superación ingeniosa de las situaciones de precariedad o ausencia de algunos de estos
puntos fijos, pero la superación no es una adecuación: como norma la precariedad o
ausencia se toma como anomalía a superar mediante un “aislamiento” a presión de la
realidad en nichos dentro de la estructura social que garantizan la presencia de esos puntos
fijos.
La estructura cultural ha generado, por otra parte, en torno a esta modalidad de producción,
una compleja sub-estructura de partes estrechamente interrelacionadas: los reglamentos,
normas y leyes; las oficinas de contralor y ordenamiento; ¡as sociedades profesionales con
sus sistemas de regulación y aranceles; las carreras secundarias y universitarias dedicadas
a la docencia exclusivamente dentro de esta concepción de la producción; la industria y el
comercio de materiales y elementos; la industria de la construcción; los sistemas de
encomienda y adjudicación; los mecanismos impositivos; los sistemas de financiación; los
sindicatos.
Finalmente, además de los “puntos fijos” y de los intereses desarrollados por las personas,
grupos e instituciones que componen la infraestructura de esta estrategia tecnológica, se
encuentran ciertos valores de la cultura, formal, a que se integra que, si bien no son
realmente intrínsecos de esta modalidad tecnológica, condicionan hasta tal punto las
características de sus productos que han llegado a incidir profundamente en la
conformación de los materiales, procedimientos y herramientas que genéricamente emplea.
En este sentido, la particular concepción de “seguridad, calidad y comodidad (“confort”)” que
nuestra cultura formal ha desarrollado está profundamente arraigada en la estructura de la
tecnología que esta cultura utiliza.
Dado que él se adiestró para ser una pieza de ese sistema, desarrollará adecuados reflejos
para moverse dentro de sus límites y para considerar fuera de su campo de acción, o
simplemente ignorar, todo problema de construcción que escape a las reglas de juego del
sistema. Como, por otro lado, no ha desarrollado capacidad crítica en relacián con el
sistema mismo al que está integrado, carecerá de medios para evaluar esta situación actual
en que una parte impresionante del hábitat se está construyendo fuera de la jurisdicción del
sistema formal de producción al que él está integrado (y dentro, ciertamente, de la
jurisdicción de otro sistema, que él no solamente desconoce, sino que, dado el caso, él
negaría como sistema de producción), con reglas de juego tan diferentes que
probablemente no sea posible construir aquel perfil dibujado, o carezca de sentido hacerlo.
LA TECNOLOGIA INFORMAL
(La tecnología de los límites de supervivencia)
Esta estrategia tecnológica tiene por fin prioritario la resolución de necesidades básicas de
elemental supervivencia. Así como la tecnología formal se ha modelado en torno a
determinadas metas de confort, calidad y seguridad, la tecnología de la marginidad se ha
desarrollado a la medida de aquellas necesidades básicas y en la medida de los
mecanismos generales de producción y transferencia de bienes y servicios del grupo social
al que sirve: Está preparada y tiene flexibilidad para manejar, dentro de sus propias
limitaciones, todo tipo de materiales y elementos nuevos, usados o semidestruídos;
productos industriales específicamente destinados a la construcción y también otros
destinados a cualquier otro fin; materiales de origen natural (tierra, paja, cañas, piedra,
troncos). Sus mecanismos de comunicación, verificación, registro, control y medición no
están basados necesariamente en el idioma escrito ni en el sistema métrico (aunque
también los incluyen), a fin de dar cabida a las reales posibilidades de los recursos
humanos con que se cuenta. Sus mecanismos de intercambio y retribución no se basan
necesariamente en el sistema monetario (aunque incluyen el dinero cuando su empleo es
ineludible y posible) e incorporan cuantos recursos, en el medio social al que sirven, puedan
efectivamente usarse para procurar o producir bienes o servicios: trueque por otros bienes o
servicios; vínculos sociales o familiares. Estos mecanismos están estrechamente ligados a
los criterios de asignación de roles y, más específicamente, a la organización del trabajo: en
el campo de la tecnología informal el propietario puede actuar de peón del albañil que él
mismo ha contratado, y como parte del contrato.
Por otra parte la retribución de ese albañil puede consistir en alimentos, muebles, ropa o la
prestación recíproca de otro servicio de diferente índole; un equipo de mano de obra puede
estar constituido por una familia, que puede ser parte de la familia del propietario. Los
códigos de disciplina y los mecanismos de toma de decisiones son coherentes con estas
situaciones y no están desvinculados de los códigos generales de relación social entre
estas personas y grupos. En la tecnología informal se desdibujan los límites que tienen
vigencia en los sistemas formales de producción: el de la diferencia entre trabajo y
esparcimiento y entre trabajo y vida familiar; el de las diferencias entre producción y
mantenimiento; el de las distinciones y separaciones entre problemas que en la actividad
formal se atienden a través de organizaciones sectoriales diferenciadas (vivienda, salud,
educación, trabajo). En el mundo de la construcción informal el montaje de un techo puede
confundirse o ser la misma cosa que una reunión social o incluso que una fiesta; la
reparación de un elemento de la vivienda, en las manos de su propietario, puede significar
las mismas operaciones que llevó a cabo para construirlo; el proceso de producción de una
vivienda se superpone con su proceso de uso y con el de resolución, simultánea y
entremezclada, de otras necesidades básicas: la terminación de un muro se interrumpe, sin
perturbar el “sistema”, para reservar recursos para comprar una frazada, o una bicicleta; el
acarreo u ordenamiento de materiales se incorpora a la organización de las actividades
domésticas y se intercala con la preparación de la comida y con el cuidado de los chicos.
En este punto conviene precisar la intención que anima a esta revista de las características
de la organización informal: Estas imágenes son sin duda portadoras de un sentimiento de
simpatía por parte de quien las describe, pero intentan limitarse, sin embargo, al
señalamiento de rasgos estructurales en un modo de producción que, como cualquier otro,
tiene sus límites y su campo específico de acción. Ninguna especulación puede ocultar que
su producto es miserable y que el precio que se paga, en términos de inseguridad y de
insatisfacción, es alto, y que, por otra parte, su resultado físico, tanto en el carácter de lo
construido como en su modo de ocupación territorial, es la expresión irritante de una
situación social de grave conflicto no resuelto. Pero esta “tecnología” (y las comillas van,
todavía, como una concesión a la apreciación de quienes pueden considerar inadmisible la
aplicación del término a lo que ven como nada más que una lamentable acumulación de
situaciones de precariedad y semi legalidad), si conseguimos examinarla prescindiendo de
la valoración de sus resultados según standars “convencionales”, exhibe aspectos no
despreciables en un inventario realista de las disponibilidades de recursos para la
resolución integral de los problemas de habitat de nuestro subcontinente.
La tecnología formal
El cuadro de las (principales) estrategias tecnológicas que están dando forma física a
América Latina se completa con las manifestaciones de la transferencia directa de modos y
productos tecnológicos elaborados en los países hegemónicos: herramientas, materiales,
instrumentos, fábricas desarmables, sistemas de operación, comunicación y organización,
procedimientos, edificios completos”, “llave en mano”. Esta transferencia merece analizarse
tanto en su contenido como en el modo de producirse: en general, indican que la inserción
de la tecnología “central” en nuestras sociedades guarda escasa similitud con la forma de
inserción de esa tecnología en sus propias sociedades de origen. En los países centrales
los productos y modos tecnológicos guardan coherencia con la organización formal de la
sociedad y son controlados, utilizados y, en definitiva, generados (y también eliminados) de
acuerdo a los fines de la sociedad de origen o, al menos, a los de sus propios grupos de
poder.
La transferencia, de igual modo, se efectúa a través de todos los canales posibles: no sólo
por su incorporación “oficial” al sistema tecnológico formal de producción sino por su
incorporación de cualquier modo a cuanta actividad esté dispuesta a recibirlos, aún cuando
el medio de transferencia o el mecanismo de inserción no sea el técnicamente correcto, o el
originalmente previsto. Las sociedades de origen desarrollan, al mismo tiempo y
prácticamente en el mismo acto, y como un sólo objeto, la tecnología y la capacidad de
controlarla o encuadrarla dentro de sus objetivos. Previamente, también, han desarrollado
su capacidad de sustentarla (infraestructura, recursos humanos, sistema científico,
tecnologías subsidiarias). Nuestras sociedades no son autoras ni de esa tecnología ni de
los medios para controlarla. También carecen, por lo general, de base infraestructural
adecuada para sustentarla.
La “tecnología de punta”
Quizá sea arriesgado distinguir, dentro del universo de estructuras tecnológicas de los
países, como un cuerpo conceptual diferenciado y aparte, al conjunto de innovaciones que,
de manera no totalmente precisa, ni formal, reciben el nombre de “tecnología de punta”, o
“high-tech”, o “tecnología post-industrial”. Pero puede ser útil a los fines de este trabajo, que
busca aportar a la elaboración de una tecnología adecuada a la evolución de nuestras
sociedades, tal como estas se encuentran en estos momentos, diferenciar dos campos de
referencias: el de la estructura de producción convencional firmemente enraizada de los
países hegemónicos (“tecnología formal central”) y el de esta eclosión de innovaciones que
anuncia (más como parte que como una causa de un fenómeno más amplio) un replanteo
general de reglas de juego, incluso el de las relaciones entre Estados y el de las relaciones
entre clases.
En lo que a nosotros nos interesa, una de las características de esta tecnología son sus
modos inusitados y difícilmente controlables de introducirse en nuestro mundo. A diferencia
del aparato tecnológico formal convencional de los últimos siglos, que para su transferencia
necesitaba generar un aparato equivalente en nuestras sociedades, esta nueva tecnología
no parece depender necesariamente de nuestras estructuras tecnológicas formales para
introducirse en nuestro medio. Como observan los analistas, estas tecnologías están
superando la necesidad de las organizaciones jerárquicas, de las grandes estructuras
institucionales e incluso de la actuación excluyente de los profesionales como intérpretes o
mediadores entre la tecnología y la población. Las nuevas tecnologías de los países
centrales tienden, sostenidamente, a lograr su manipulación directa por el usuario. De esta
manera sus modos de acceso al mismo usuario adquieren una flexibilidad y una versatilidad
que en algunos aspectos se asemejan más a las del mercado informal que a las reglas de
juego más complejas de la estructura formal de producción e intercambio y, de hecho,
puede o podría llegar a entrar en contacto y transferirse directamente al mundo informal sin
pasar por las estructuras formales.
Es difícil determinar si esta nueva tecnología significa en términos absolutos una real
evolución (pese a que esta parece ser la convicción de algunos respetables analistas del
Tercer Mundo), a la vista de los problemas y críticas que, en forma simultánea y en todo el
mundo, se han ido acentuado hasta llegar a puntos límite, en muchos casos como
consecuencia directa y visible de lo que en etapas anteriores se consideró avances de la
tecnología occidental, pero estimo innegable que esta tecnología está definiendo pautas de
comportamiento, organización social y consumo de las que aparentemente ninguna
sociedad del planeta puede pretender sustraerse en forma permanente.
En los hechos, ningún país latinoamericano lo ha hecho. Veamos un ejemplo, referido a una
etapa inmediata anterior: Gran parte de la estructura física funcional de nuestros países y
ciudades ha sido modelada o remodelada en base a las leyes de organización inherentes a
la tecnología del transporte automotor. Esto ha echado raíces tan profundas que se ha
llegado al estado de aparente imposibilidad de generar opciones alternativas competitivas
en ese campo. Cualquiera sea nuestra apreciación sobre el peso de esta tecnología sobre
la estructura social general, cabe estimar que sería imposible eludirla en los pasos de
arranque de cualquier proyecto de evolución social armónica elaborado a partir de la
realidad, aunque entre sus metas se encuentre una alternativa de concepción del
desplazamiento de personas y bienes totalmente diferente. Esta reflexión, basada en una
estructura tecnológica ya incorporada, adquiere nueva validez frente a las “tecnologías de
punta”, aún no totalmente incorporadas y, lógicamente, con rasgos inéditos y
desconcertantes en sus mecanismos de inserción social. Quizás el rasgo más importante a
tener en cuenta en esta tecnología es que, a diferencia de la tecnología formal tradicional
que, por requerir “inteligencia” en casi todos los pasos de la cadena de producción y
transferencia, distribuye en alguna medida el poder de decisión a lo largo de todos estos
pasos, en las nuevas tecnologías la tendencia es a la máxima concentración de
“inteligencia”, y por lo tanto de poder de decisión, en la fuente de origen. Es muy difícil
hacer una apreciación crítica de este rasgo, que por un lado aumenta los grados de libertad
del usuario en su manipulación pero por otro implica, aparte de la obvia subordinación
tecnológica y económica con respecto a fuentes de inteligencia distantes e históricamente
hegemónicas (que eventualmente llegarían a ser reemplazadas por fuentes locales,
supuestamente propias, frutos de algún proceso de “modernización”), una intensa
proyección de elaboradísimas pautas culturales sobre organismos sociales como los
nuestros, tan pocas veces librados a sus propias leyes y a sus propios impulsos de
evolución. La presencia de los nuevos recursos tecnológicos es ya, de todos modos, parte
de nuestra realidad, inconteniblemente creciente. Quizá no tiene sentido calificar a un
cambio de deseable o indeseable cuando ya se está produciendo y no hay medios a mano
para detenerlo, si es que esto surgiera como necesario de alguna evaluación en
profundidad. Lo cierto es que será difícil, o imposible, formular una estrategia para el
desarrollo de una tecnología latinoamericana armónica con nuestras posibilidades y
tendencias de evolución que no haya pasado por el esfuerzo de “digerir’, en beneficio de
esas posibilidades y tendencias, la presencia de los recursos de la “tecnología de punta”.
Referencias para el
GRAFICO
* E, la tecnología formal de los países “centrales”. Actúa en América Latina de dos modos:
* 2. Esta relación coincidente con la relación entre los núcleos culturales correspondientes,
es compleja: La T. 1. absorbe excedentes de materiales, elementos y herramientas,
conocimientos empíricos y procedimientos simples, de la T. F. P., readaptándolos a sus
propias reglas de juego. El traslado de conocimientos científicos, teóricos, organización
empresaria o actividad profesional de la T.F.P. a la T.l. es mínimo o nulo.
* 3. La relación en este caso es parte del acarreo cultural general del sector autóctono al
informal, que incluye conocimientos, hábitos, formas de organización y habilidades. Por
la naturaleza misma de las tecnologías de supervivencia las transacciones de carácter
comercial entre la T.A. y la T.I. son mínimas.
* 7. Los límites con que se están encontrando los avances tecnológicos de los países
“centrales” en su relación conflictiva con el equilibrio de la trama social, y el de ésta con
su bioambiente, están llevando a algunos grupos de T. M. “R” a tomar como referencia
directa para sus reflexiones y propuestas para una tecnología superadora de esos
conflictos dentro de sus propias sociedades, a las tecnologías autóctonas de todo el
planeta.
*
9. La relación con las tecnologías de las otras regiones no hegemónicas del mundo,
hasta ahora prácticamente inexistente, como no sea en el campo experimental, formaría
parte del proyecto de desarrollo de una tecnología apropiada, explotando y
desarrollando las zonas de convergencia en torno a circunstancias compartidas.
SEGUNDA PARTE
Si las cuatro principales estrategias de producción (la tecnología formal de nuestros países,
la tecnología del sector informal, las tecnologías autóctonas y la tecnología actual de los
países hegemónicos) están confrontándose en una complicada puja por la construcción y
definición del hábitat que no es más que una de las manifestaciones de la puja global que
sostienen entre sí los sectores sociales a los que sirven, puede aparecer como ilusorio
especular sobre las posibilidades de formulación de una tecnología ideal que no encontraría
asidero para desarrollarse y actuar en una sociedad como esta, tal cual se encuentra en
este momento.
En lo que hasta aquí se expuso en este trabajo se ha procurado ir dejando asentada una
clara convicción sobre la interrelación estrecha entre la estructura tecnológica de un
proceso de construcción y la estructura social del grupo al que sirve ese proceso. ¿Qué
sentido tendría elaborar una propuesta tecnológica de laboratorio o de gabinete sin la
contrapartida de una estructura o de un proyecto social en los que la propuesta pueda echar
raíces? 6: ¿Qué sentido tendría suponer que una propuesta tecnológica históricamente
válida puede nacer de la iniciativa aislada e individual de un laboratorio o gabinete y no del
interjuego de la estructura social? Probablemente la respuesta está en que los “laboratorios
y gabinetes” forman parte del ínterjuego: Así como la estructura y los grupos sociales
consolidados durante un determinado período generan y dan sustento funcional a
tecnólogos y diseñadores, ingenieros y arquitectos, constructores y operarios que actúan
eficiente y coherentemente encajados dentro de cada una de esas estructuras,
perfeccionando, sin cuestionarlos, como no sea en su eficiencia y en sus detalles, los
procedimientos de las estructuras tecnológicas en ¡as que están ubicados, así las
situaciones históricas de crisis y conflicto, las intensas contradicciones sin solución, las
profundas carencias, las preguntas sin respuestas convincentes y tas oportunidades
abiertas, dan nacimiento a los “laboratorios y gabinetes”, a los núcleos humanos de
elaboración crítica, a ¡os inventores de alternativas y a los intuitivos “disociadores de
conceptos tradicionalmente asociados y asociadores de conceptos tradicionalmente
disociados’ que, en el campo de ¡as transformaciones del ambiente físico (así como en ¡os
otros campos) proponen o producen conceptos, en este caso tecnológicos, dirigidos a
colaborar en la superación de esos conflictos y contradicciones, a satisfacer las carencias, a
responder a los interrogantes no contestados y a aprovechar las oportunidades de
evolución sana.
Las estructuras sociales, en constante cambio, al pasar por sus etapas de crisis,
entendiendo las crisis como la eclosión de fallas estructurales largamente incubadas y
soportadas, dan lugar al desarrollo de núcleos de elaboración de conceptos alternativos,
pero no garantizan el acierto o éxito de sus productos. Difícilmente lo tenga el “laboratorio” o
grupo de elaboración que desarrolle sus propuestas a partir de sus propias elucubraciones,
por refinadas que estas sean, sin haber practicado una gimnasia de profunda interrelación
vivencial con la sustancia de la realidad social a que se dirigen y de la realidad ambiental en
la que se insertan. Por otra parte, sea cual sea su calidad, su autenticidad y sus
perspectivas de éxito, las propuestas alternativas para una tecnología superadora no serán
adoptadas nunca en forma directa, textual e inmediata por la estructura social actual. Esto
es elementalmente comprensible si se supone que esas propuestas pretenderán superar
¡os esquemas de la contraposición de los aparatos productivos vigentes: está claro que no
encajan bien en ninguno. Las propuestas innovadoras y alternativas están destinadas a
recorrer un largo y sinuoso camino a través de aulas, conferencias, libros, congresos,
experimentos, proyectos de ley, discursos políticos, reuniones comunitanas, charlas de
amigos, e irán completándose con otras propuestas, nacidas en otros campos técnicos o
sociales, hasta integrar o generar, quizá anónimamente, probablemente desfiguradas,
corrientes generales de cambio o, también, podrán quedar perdidas y sin vida en algún
punto del camino, luego de haber cumplido una función indescifrable, para siempre o hasta
que una nueva onda las vuelva a traer a la superficie.
Personalmente he dedicado largos años a esta actividad. Las propuestas que hemos
elaborado, con el equipo que fui formando, han intentado, permanentemente, nutrirse de la
realidad de un lugar de Argentina y de América Latina que, como todos sus lugares, puede
entenderse y mostrarse como uno de sus lugares clave, en un intenso y prolongado
esfuerzo por interpretar esa realidad en su esencia, no sabemos si acertadamente.
Nuestras propuestas han recorrido una pequeña parte de aquel camino indirecto e incierto
que debería conducirlas a colaborar con cambios positivos, intentando sacar el mejor
partido del efecto clarificador de las crisis, ya que poco puede hacerse para mitigar sus
efectos destructores.
Se ha dedicado la primera parte de este trabajo a recorrer, con mayor ayuda del método de
registro de impresiones y líneas de fuerza que el método de ordenamiento sistemático de
información “objetiva”, el campo de los sistemas de producción de la construcción habitable
en América Latina, a manera de un estudio del mapa del territorio al que se van a dedicar
las propuestas.
Esta segunda parte se dedica a desarrollar, con igualmente exento de objetividad, las líneas
de reflexión sobre las que se apoyan, dejando de lado otras descartadas pero quizá
igualmente respetables, nuestras propuestas para un desarrollo tecnológico apropiado a un
determinado modelo de evolución social.
Las siguientes son de alguna manera de las hipótesis de base en torno a ¡as cuales se ha
desarrollado nuestro trabajo.
* Todo desarrollo tecnológico coherente, cualquiera sea su signo, responde, consciente o
inconscientemente, a una imágen del tipo de sociedad al que va dirigido, o del tipo de
sociedad en cuya modelación va dirigido a colaborar. Incorporo aquí, por su claridad y
síntesis, y como una imagen de algunos de los rasgos del tipo de sociedad a que van
dirigidos los desarrollos tecnológicos que prefiero propiciar, el párrafo final de la
conferencia del Dr. Amílcar Herrera, pronunciada en la X CLEFA, Conferencia
Latinoamericana de Escuelas y Facultades de Arquitectura, en Sao Paulo, Brasil, en
1983:
* Para el desarrollo de una propuesta tecnológica de cambio, todos los antecedentes que
aporta
* Aunque lo que sigue está implícito en los dos puntos anteriores, merece explicitarse: El
desarrollo
* El problema del deficit de vivienda popular está tan estrechamente relacionado con los
de empleo, participación social y política, proyecto económico y productivo nacional,
distribución social de la riqueza, distribución geográfica de ¡a población y definición de
identidad cultural, entre otros, que la iniciativa de elaboración de una tecnología
apropiada para la resolución (técnica) del problema sin una contrapartida en los otros
campos puede aparecer como frívola o inoperante. Este es, sin duda, uno de los puntos
de mayor tensión polémica en este campo. Y uno de los más difícil respuesta, una vez
que se excluyó la de permanecer inmóvil (aunque la postura de permanecer inmóvil en
el campo de ¡a evolución tecnológica hasta tanto se hayan producido modificaciones en
otros, como el político o el económico, también es una toma de posición en la polémica,
adoptada por diversos grupos, algunos de ellos diametralmente opuestos entre sí en sus
raíces ideológicas. Este trabajo, con su carácter de conjunto de observaciones y
reflexiones de orientación basada en una línea de experiencias de búsqueda, incluye la
observación del principio de que “una situación de crisis y emergencia debe
contemplarse de inmediato, enérgica e independientemente de que puedan o no ser
resueltos los problemas estructurales que la originan (y si pueden serlo, las actuaciones
en los dos niveles han de ser coordinadas y complementarias, sin ser excluyentes)2
2 PeIk Víctor, “Resolución integradora y participativa de las villas marginaIes” revista
SUMMARIOS, n0 82/83, octubre/noviembre 1984, Buenos Aires.
* Esto puede referirse a materiales que en el futuro habrá que reemplazar porque se
originan o producen en otras regiones, o que requieren excesivo aporte de energía en su
fabricación, o capitales que implicarían una dependencia no deseable de fuentes
externas de financiación. También puede referirse a formas de organización de la mano
de obra basadas en una estructura autoritaria o excesivamente impersonal (como es la
práctica convencional en las empresas constructoras) que puedan en el futuro
evolucionar o ser reemplazadas por formas participativas; o a mecanismos de consulta
entre técnicos y comunidad, hasta ahora incipientes e imperfectos.
* A medida que fui elaborando este ensayo, fui descartando la inclusión de referencias
directas a mis propias experiencias y ensayos, o a los que tengo desarrollados con mi
grupo, con sus historias de personas, de materiales, costos y métodos. A esta altura del
camino consideré oportuno profundizar en las estructuras conceptuales que se vinieron
definiendo a lo largo de esas experiencias y transmitirlas como un conjunto no terminado
y abierto de percepciones y opciones. A la manera de la tecnología a cuya conformación
estas notas pretenden ser una contribución, me fue imposible concebirlo como un
esquema cerrado, de mi autoría personal, completo, con todas sus piezas, listo para
ponerse en marcha y funcionar. Nada sería más pretencioso e inútil.