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Américo Martín cree que nadie heredará el liderazgo moral de Fidel Castro

Por primera vez se plantea en Cuba


una lucha posible por el poder

Ex guerrillero, líder emblemático de la izquierda venezolana y amigo en los


sesenta de Fidel, Américo Martín sostiene que la cesión temporal del poder
“marca un hito en la revolución cubana” y advierte que los poderosos generales
que comandan los tres ejércitos de la isla pueden desempeñar un rol
fundamental en el juego de la transición. Dedicado durante un año al análisis
del día después, presentó esta semana el libro La sucesión de Fidel Castro, una
herida abierta

Cristina Marcano

Cuando comenzó a escribir, Américo Martín no imaginaba que su libro vería la


luz en un momento tan propicio. Y es que es muy probable que el joven
barburdo al que conoció de cerca entre 1963 y 1964, al que admiró tanto y del
que se distanció pronto, esté todavía convaleciente este miércoles cuando
presente La sucesión de Fidel Castro, una herida abierta. Resultado de un año
de investigación en Miami, su análisis se adentra en la dinámica del régimen
reliquia del continente y los factores que decidirán el destino de la Cuba
huérfana del comandante.
Autor de América y Fidel Castro (2001) y La pesada planta del paquidermo
(2005), el ex dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), no
sólo se ocupa de los herederos políticos más visibles -Raúl Castro, Carlos Lage,
Felipe Pérez Roque, Ricardo Alarcón- sino también de aquellos que no suelen
figurar en la primera línea de sucesión: los poderosos generales que pudieran
disputar el poder. Su tesis: los días de la Cuba comunista están contados. El
camino hacia la apertura económica, con China como modelo, es inexorable. Y
también, tarde o temprano, el de un amanecer sin dictadura.

En su libro usted se adentra en los escenarios de la Cuba


postfidelista…

Es difícil hacer pronósticos pero es fácil ver tendencias. Por lo menos, desde
1989 ha ocurrido en el Partido Comunista de Cuba (PCC) un proceso progresivo
y acelerado de des-ideologización. Es un partido formalmente comunista,
marxista-leninista, pero en realidad eso ha ido desapareciendo muy
rápidamente de la atmósfera interna. Desde la muerte del general Arnaldo
Ochoa, cada dirigente está allí no por razones ideológicas sino para tratar de
evitar que le ocurra lo que le ocurrió a Ochoa y en la lucha por parcelas. En el
Comité Central hay fuertes contradicciones cuyo árbitro es siempre Fidel.
Ahora, no es posible que después de la muerte de Fidel Castro continúe el
proceso. En Cuba la única salida es intentar algo como la perestroika, como el
socialismo chino, que está basado en un control despótico. Eso ha sido posible
en China debido a que no hay tradiciones democráticas. Pero en el caso de Cuba
no es creíble que el partido comunista pueda mantener durante mucho tiempo
el monopolio del poder si prospera el capitalismo porque está ubicada en un
continente donde predominan los gobiernos democráticos, es una isla que no
tiene recursos y hubo una tradición democrática desde su independencia, con la

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constitución de 1902, hasta 1948. Es muy difícil que se mantenga un régimen
dictatorial una vez que se inicie el camino de apertura económica.

Ha señalado que tiende a creer que el poder de Raúl va a ser


transitorio

Raúl es el único dirigente fuera de Fidel que tiene poder propio en las instancias
fundamentales: en el Comité Central, en el Consejo de Estado, en el aparato
militar, en el ministerio de Relaciones Exteriores, a través de su fiel seguidor, el
general Abelardo Colomé Ibarra, y en el ministerio de las Fuerzas Armadas, que
él dirige. Además, garantiza a la burocracia política y militar la continuidad, la
preservación de sus privilegios y sus posiciones de poder. Pero su problema es
que no tiene popularidad y ha tenido que optar por apoyarse en generales y altos
oficiales, muchos de ellos convertidos en empresarios que se han enriquecido y
ganado privilegios manejando empresas militares que se reúnen bajo la
coordinación de Gaesa, dirigida por el general Julio Casas Regueiro, un raulista
extremo, y por el esposo de la hija mayor de Raúl Castro. Ellos son quienes
controlan este emporio de movimientos legales e ilegales de la economía, que no
pasan por la tesorería y que tienen vinculación directa con el extranjero en el
cambio de divisas. Eso ha irritado a los oficiales de rangos inferiores y también
al pueblo.

¿Es sólo un problema de popularidad?

Hay algo más delicado: el ejército cubano ha sido conformado por Fidel de
forma que difícilmente otro pueda controlar. Diseñado para defenderse de una
invasión norteamericana, no es un ejército sino tres ejércitos, cada uno
autosuficiente: el del centro, el de occidente y el de oriente. Son autónomos del
ministerio de las Fuerzas Armadas y reciben órdenes directas de Fidel. Sus jefes
son el general Leopoldo Cintra frías (centro), Joquín Quinta Solá (Oriente), y
Ramón Espinoza Martínez (Occidente), un general que tiene fama de ser muy
desenfadado y de los menos serviles. Hay otro oficial cuya estrella va en
ascenso: el general Arturo López Miera. Todos, menos Espinoza, se destacaron
en las guerras de Angola y Guinea. Cuando estos hombres vuelven a Cuba han
hecho carrera como generales con ejércitos de verdad y, por supuesto, se sienten
militarmente por encima de Raúl Castro, quien durante la guerra de guerrilla en
Sierra Cristal, al mando del segundo frente Frank País, no combatía sino que
organizaba. Al mando de poderosos ejércitos, estos generales vienen con una
trayectoria de combate que, desaparecido Fidel, uno no sabe qué camino
podrían tomar. Cualquiera de ellos podría pensar: mejor lo hago yo. Por primera
vez se plantea en Cuba una lucha posible por el poder, cosa que era impensable.
A eso se suma el hecho de que al partido le ocurre lo mismo que al ejército.
Arriba es pura formalidad, la fuerza está en las provincias, con la particularidad
de que estos dirigentes de las provincias se han relacionado con los ejércitos y
han creado una dinámica propia que puede actuar con mucha autonomía. Todo
eso me hace pensar, que Raúl pudiera ser un personaje transitorio y relegable
para abrir paso a una situación que pudiera ser similar a cualquiera de las
ocurridas en Europa oriental. Allí la transición comenzó con un jefe comunista y
después este fue desplazado. O, por el contrario, Raúl pudiera montarse en la
ola de la apertura y llegar más lejos de lo que la gente supone.

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¿Cuál es el principal reto de Raúl para mantenerse en el poder?

El de hacer viable un proceso de recuperación económica que no dependa de las


acciones aventureras exteriores. Raúl, junto con un creciente número de líderes
políticos y militares de Cuba, está pensando en el modelo chino. En China lo que
hay es un capitalismo, al extremo de que más de 90% de los bienes y servicios
que se producen provienen del sector privado. Ese modelo le gusta porque es
una opción para salir del agobio, conectarse con la vanguardia de la tecnología y
recibir masivas inversiones de capital. Tratar de hacer ese viraje y al mismo
tiempo ponerle orden a la manzana envenenada, desde el punto de vista
administrativo, que le ha dejado Fidel Castro son unos retos formidables, que va
a tener que acometer Raúl, sin tener carisma ni un prestigio grande. Es muy
posible que la tarea le quede grande, a menos que se produzca una fuerte
alianza de factores de poder que impulse el asunto en la dirección de una
apertura económica. Si asume esta política, Raúl tiene un obstáculo muy
grande: la ley Helms-Burton. Esta contempla el desembargo, al desaparecer
Fidel, con paquetes de ayuda muy grande, pero establece que no se aplicarán los
beneficios si Raúl está en el poder.

¿Y qué salida podría prosperar?

La de burlar la ley con la aquiescencia de Estados Unidos, una potencia que


como todas no tiene alma sino intereses. Esa salida pudiera ser colocar al frente
de Cuba a cualquiera de los delfines importantes -Carlos Lage (vicepresidente
del Consejo de Estado), Felipe Pérez Roque (canciller), Ricardo Alarcón
(presidente de la Asamblea Nacional) o cualquier otro- conservando Raúl el
poder real.

¿No se impondrá la obligación moral de mantener la Cuba fidelista


sobre la tentación de la apertura?

Eso no fue ningún problema en China. Allá todo se sigue haciendo en nombre de
Mao Tse Tung aun cuando todo el mundo sepa que Mao ha sido aniquilado. La
posibilidad de una apertura tiene sus dificultades, pero Raúl siempre fue
proclive a esto: fue pro soviético, no fue de los que más alentó la lucha
guerrillera en América ni figuró en los esfuerzos militares en el extranjero y
tampoco ha estado vinculado con el presidente Hugo Chávez. Raúl fue el
músculo financiero de la apertura económica con la creación de los mercados
campesinos y la libre circulación del dólar. Gente muy cercana a él asegura que
ya ha enviado misiones a China para estudiar esa realidad.

¿Qué lectura le dio a la manera cómo se anunció la enfermedad de


Fidel?

Es un hecho totalmente inédito. Nunca se produjo una cesión expresa del poder
como ha ocurrido ahora. Inusitado, aun cuando él ratifica tantas veces que es
provisional. Por primera vez, aparece un documento expreso delegando el
poder. Creo que esto es un hito en la historia de la revolución cubana, sobreviva
o no Fidel, vuelva o no al poder. En segundo lugar, la declaración se
produce con unas referencias extrañas. Por ejemplo, uno de los
cesionarios del poder es José Ramón Machado Ventura y no figura

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para nada Ricardo Alarcón. Machado Ventura es un hombre
tradicionalmente ligado a Raúl, que estuvo con él en Sierra Cristal,
en el segundo frente Frank País, en Oriente. Pero no goza de
prestigio dentro del partido. Que aparezca ahora en las supremas
instancias del poder sólo puede explicarse porque lo colocó allí Raúl.

¿Pueden Carlos Lage o Felipe Pérez Roque desplazar a Raúl?

Ambos provienen del verdadero centro del poder en Cuba, que es el Grupo de
Coordinación y Apoyo al Comandante en Jefe, un organismo que no figura en la
Constitución. De allí han salido todos los delfines, responden solamente a Fidel
y a nadie más. Ahí está la verdadera fuente del poder que abastece a Fidel para
sus políticas en cualquier área de la administración pública interna e
internacional. Pero discrepo de la idea de que Lage o Pérez Roque puedan
representar una forma alterna a un eventual gobierno de Raúl Castro. Ellos no
tienen poder propio, su poder es vicario, es el que les ha conferido Fidel. Una
vez desaparecido, no le quedan sino dos cosas que hacer: o plegarse a Raúl y
admitir todas las variantes políticas que Raúl podría emprender o
sencillamente arriesgarse a ser eclipsados y relegados del poder para que entren
otros más cercanos al círculo íntimo de Raúl.

Debido a su edad, Raúl no gobernará mucho tiempo, ¿a quiénes ve


en primera fila?

Si hacemos un ejercicio especulativo, no veo a nadie que tenga fuerza fuera de


los militares. Veo a López Miera, Cintra Frías, Quinta Solá y Espinoza Martínez.
Son los que, teniendo poder propio, si se unieran representarían una formidable
fuerza político militar. Naturalmente, creo que tienen que entender que no
pueden gobernar como lo ha hecho Fidel. Tendrían que buscar alianzas
políticas.

FOTOLEYENDA:

No es posible que después de la muerte de Fidel Castro continúe el proceso.


Foto: Sandra Bracho

EPÍGRAFE:

Hay generales que vienen con una trayectoria de combate que, desaparecido
Fidel, uno no sabe qué camino podrían tomar

Raúl, junto con un creciente número de líderes políticos y militares de Cuba,


está pensando en el modelo chino

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