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El primer pictograma (dibujo representando un objeto o una idea sin que la pronunciación de tal
objeto o idea sea tenida en cuenta) del que tenemos constancia se remonta al año 3.500 a.C.,
y es una tablilla en pieza caliza hallada en la ciudad de Kish (Babilonia).
Más tarde, los sumerios desarrollaron ideogramas (símbolos que representan ideas asociadas
menos concretas), sistema que fue desarrollándose hasta dar lugar al sistema cuneiforme
sumerio de escritura, basado en sílabas que imitaban el lenguaje hablado. Un ejemplo de
escritura de este tipo es la tablilla hallada en Ur, fechada sobre el 2900-2600 a. C., que
describe una entrega de cebada y comida a un templo.
La evolución posterior de este sistema silábico dio lugar a la escritura cuneiforme (2.800 a.C.),
que utiliza lo que podemos considerar como el primer alfabeto, cuyas letras se imprimían sobre
arcilla usando una cuña.
De esta época datan multitud de tablillas que contienen textos económicos, religiosos, poéticos,
y legales, como el famoso código de Hammurabi, uno de los documentos jurídicos más
antiguos que existen.
Sobre el año 1.500 a.C. se desarrollaron en Egipto tres alfabetos (jeroglífico, hierático y
demótico). De ellos el jeroglífico (mixto ideográfico y consonántico), basado en 24 símbolos
consonantes, era el más antiguo.
Los fenicios adoptaron este alfabeto egipcio 1.000 años antes de Cristo, usando para escribir
pieles y tablillas enceradas, y también lo transmitieron por el mundo civilizado, de tal forma que
poco después fue adoptado también por los hebreos y los arameos, sufriendo con el tiempo
una evolución propia en cada un de estas culturas.
El alfabeto fenicio fue también adoptado por etruscos y griegos, y de ellos lo fue por los
romanos, que en el siglo I ya manejaban un alfabeto idéntico al actual, a falta de la J, la W y la
V.
El Imperio Romano fue decisivo en el desarrollo del alfabeto occidental, por crear un alfabeto
formal realmente avanzado, y por dar la adecuada difusión a este alfabeto por toda Europa
conquistada, ya que muchas lenguas que no tenían sistema propio de escritura adoptaron el
alfabeto romano o latino.
La letra gótica se difundió por toda Europa, surgiendo diferentes variantes (Textura, Littera
Moderna, Littera Antiqua, Minúscula de Niccoli,, etc.).
En 1.450 se produjo uno de los hechos más importantes para el desarrollo de la Tipografía y de
la cultura humana: Johann Gutenberg (1398 – 1468) inventa a la vez los caracteres móviles y la
prensa, creando la imprenta. El primer texto occidental impreso, la "Biblia de 42 líneas" de
Mazarino, sale en 1.456, al parecer de la imprenta de Gutenberg.
El trabajo de impresión posibilitó el uso de nuevos tipos de letra. En 1470 Nicolas Jenson graba
el primer tipo en estilo romano inspirándose en las Quadratas romanas, en 1.495 Francesco
Griffo diseña el tipo conocido como Bembo, en 1.501 Francesco de Bolonia diseña para el
veneciano Aldo Manucio el primer tipo mecánico cursivo y en 1.545 el impresor francés Claude
Garamond crea una fundición y comienza a fundir un tipo más informal que la letra romana
trajana, basado en el trazo de la pluma de ave.
Desde entonces, multitud de tipógrafos aportaron su granito de arena a la creación de nuevas
fuentes, entre los que destacan Alberto Durero, Giambattista Bodoni, Fournier, Didot, Caslon,
Baskerville, Bodoni y, ya en el siglo XX, Max Meidinger (creador de la fuente Helvetica en
1.957), Cooperplate y Novarese.
Orígenes
A principios del siglo XV los libros eran enteramente manuscritos, aunque solían
caligrafiarse sobre pergamino o vitela (piel de ternera especialmente tratada) el uso
de papel —hecho con trapos de lino— se extendía cada vez más. Se comerciaba ya
con libros, cuya manufactura estaba organizada en líneas de
producción masiva, en «scriptoria», donde cierto número de escribientes
caligrafiaban al mismo tiempo un texto leído en voz alta. Aunque ya se celebraban
ferias dedicadas al libro,éste se hallaba muy lejos aún de ser algo tan incardinado
en la vida cotidiana como lo es hoy. bolo los ricos podían costearse su compra;
entre las personas sencillas los conocimientos seguían transmitiéndose de boca en
bocal y aunque muchas memorias conservaban cierto bagaje musical y
literario,eran muy pocos los que sabían leer. Pero la instrucción se extendía, se
fundaban universidades y era imperativo dar con un método de producir libros más
eficiente que caligrafiar a mano todas y cada una de sus letras. Al ser Gutenberg
orfebre de oficio, sabía cómo fundir objetos metálicos —monedas, por ejemplo—,
cómo punzonar y cómo estampar letras o imágenes en metal. Su idea era adaptar
estas técnicas para copiar el texto de los libros o, dicho de otro modo; mecanizar
su producción. Ignoramos cómo o cuándo concibió la noción de fundir caracteres
metálicos individuales combinables en palabras que, una vez impresas, se
deshicieran para reorganizar los caracteres en otras distintas que se imprimían a su
vez, pero lo cierto es que logró llevarla a la práctica y con ello revolucionó el
mundo.
Gutenberg compuso su Biblia con unos caracteres cuyo diseño pretendía simular la
caligrafía que la Iglesia de los Alpes para arriba usaba en Biblias y misales. Era una
letra de la familia que los impresores británicos denominan «gótica negra», aunque
no tiene nada que ver con los godos. Su denominación técnica es «gótica de
forma». Dice A. F. Johnson: «Es una letra vertical y angular caracterizada por una
casi total ausencia de curvas. Podría decirse que es una letra dibujada más que
escrita». Se había desarrollado, de igual modo que nuestra «redonda», partiendo
de la escritura carolingia perfeccionada por el inglés Alcuino en la Abadía de Tours
durante el reinado de Carlomagno (768-814). Hace el caso mencionar que los tipos
romanos quizá deban su nombre «al hecho de que la primera letra romana usada
en Francia —1470, imprenta de la Sorbona— era copia de la familia que
Schweynheym y Pannartz utilizaban en Roma desde 1467». La gótica de forma es
una letra de poco ojo, apretada, lo que podría estar motivado en parte por la
necesidad de que las líneas tuvieran el mayor número posible de letras y de
economizar vitela y papel. Es visualmente afín a la puntiaguda arquitectura de la
Europa septentrional. Precisa además Johnson su deficiente legibilidad, dado que
«los caracteres no están suficientemente diferenciados unos de otros: la n, por
ejemplo, es meramente dos íes ligadas y la m tres, con lo que combinaciones como
imn resultan confusas. Pero la legibilidad no ocupaba el primer puesto entre los
fines del copista medieval. Esta formal caligrafía le permitía producir páginas
sumamente densas, de elevada proporción negro-blanco cuyo aspecto recuerda la
textura de un tejido». Lo que se pierde en legibilidad se gana en belleza.
Pero aunque la letra gótica —en sus diversas variedades— sería el tipo más usado
en Alemania hasta mediados del siglo XX por lo menos, los estudiosos humanistas
de la Italia del siglo XV preferían los caracteres redondos; los impresores que
protagonizaron la expansión de la imprenta que, desde Renania, alcanzó todos los
rincones de Europa, fundían familias copiadas de la escritura que sus clientes
preferían. En las obras de los impresores que, habiendo cruzado los Alpes, se
instalaban cada vez más al Sur, puede constatarse la substitución de la gótica
negra por la redonda.
Ello no obsta, sin embargo, para que la gótica negra continúe usándose en ciertos
titulares periodísticos y en algunos documentos legales.
Los primeros libros impresos en Occidente (II)
Gutenberg compuso su Biblia con unos caracteres cuyo diseño pretendía simular la
caligrafía que la Iglesia de los Alpes para arriba usaba en Biblias y misales. Era una
letra de la familia que los impresores británicos denominan «gótica negra», aunque
no tiene nada que ver con los godos. Su denominación técnica es «gótica de
forma». Dice A. F. Johnson: «Es una letra vertical y angular caracterizada por una
casi total ausencia de curvas. Podría decirse que es una letra dibujada más que
escrita». Se había desarrollado, de igual modo que nuestra «redonda», partiendo
de la escritura carolingia perfeccionada por el inglés Alcuino en la Abadía de Tours
durante el reinado de Carlomagno (768-814). Hace el caso mencionar que los tipos
romanos quizá deban su nombre «al hecho de que la primera letra romana usada
en Francia —1470, imprenta de la Sorbona— era copia de la familia que
Schweynheym y Pannartz utilizaban en Roma desde 1467». La gótica de forma es
una letra de poco ojo, apretada, lo que podría estar motivado en parte por la
necesidad de que las líneas tuvieran el mayor número posible de letras y de
economizar vitela y papel. Es visualmente afín a la puntiaguda arquitectura de la
Europa septentrional. Precisa además Johnson su deficiente legibilidad, dado que
«los caracteres no están suficientemente diferenciados unos de otros: la n, por
ejemplo, es meramente dos íes ligadas y la m tres, con lo que combinaciones como
imn resultan confusas. Pero la legibilidad no ocupaba el primer puesto entre los
fines del copista medieval. Esta formal caligrafía le permitía producir páginas
sumamente densas, de elevada proporción negro-blanco cuyo aspecto recuerda la
textura de un tejido». Lo que se pierde en legibilidad se gana en belleza.
Pero aunque la letra gótica —en sus diversas variedades— sería el tipo más usado
en Alemania hasta mediados del siglo XX por lo menos, los estudiosos humanistas
de la Italia del siglo XV preferían los caracteres redondos; los impresores que
protagonizaron la expansión de la imprenta que, desde Renania, alcanzó todos los
rincones de Europa, fundían familias copiadas de la escritura que sus clientes
preferían. En las obras de los impresores que, habiendo cruzado los Alpes, se
instalaban cada vez más al Sur, puede constatarse la substitución de la gótica
negra por la redonda.
Ello no obsta, sin embargo, para que la gótica negra continúe usándose en ciertos
titulares periodísticos y en algunos documentos legales.
Los tipos romanos de Caslon y sus predecesores, que solemos considerar derivados
de la «romana antigua», se basaban en los trazos realizados con pluma de punto
cuadrado: si se desplaza lateralmente la línea es fina, si se mueve hacia abajo
gruesa. El modo más fácil de sujetar una pluma para la mano de quien escribe es
procurar mantenerla en ángulo de aproximadamente 45° con la línea de avance. El
efecto sobre letras redondas como la «e» y la «o» se conoce en tipografía como
«modulación oblicua».
Bodoni realizó tantas variantes de sus caracteres que cuando las fundiciones
comerciales iniciaron la manufactura y la venta de tipos Bodoni todos eran
diferentes. Escribía Stanley Morison de la versión para composición monotípica
(serie 135) tallado entre 1921 y 1928: la corporación eligió una versión general,
más rígida quizá que el propio trabajo del maestro. Excluía sus caracteres más
extremos, la pronunciada cola de la «R», la «g» con aspecto de haber recibido un
puntapié en el diafragma y se dieron alternativas para dos de sus caracteres
favoritos, las muy caligráficas «v» y «w». La serie 135 era una auténtica Bodoni en
que «cobraba su mejor aspecto con un buen interlineado y en que no se reportaba
bien sobre papel estucado». Muchos sistemas modernos de fotocomposición
disponen de variantes bonodianas. Téngase presente que si se elige una Bodoni
para componer páginas de libro hay que darle siempre al menos dos puntos más de
interlineado.
Página del Mannale
Tipográfico de Bodoni, Parma, 1818.