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¿ El despertar de las masas ?

Por : Gonzalo Prieto Navarrete*

La historia nos ha mostrado con rigurosa lucidez, que llegan momentos en los cuales existe un
quiebre de los paradigmas, que en ese entonces entendemos por tradicionales, instaurándose otros
que toman su lugar y se disponen a desplegar su movimiento en todos los sentidos hasta que
nuevamente sea desbancada por otra , ello de manera dialéctica ha sido constantemente así.

Desde una perspectiva marxista, podemos agregar que dicha situación siempre ha puesto a una clase
sobre otra, a unos dominadores sobre unos dominados en función de su lugar en la estructura de
producción de las sociedades que estemos observando. Y otros podrán decir que los sistemas se
organizan ante los nuevos eventos, ante la nueva información que hace que dicho sistema cambie y
vuelva al equilibrio. Sin embargo cuando estamos en la vorágine, en la construcción del proceso de
cambio, urge responder a las preguntas más obvias: ¿por qué ha sucedido?, ¿a qué dará lugar?,
¿realmente cambiará algo?.

Quienes estamos en el oficio de las ciencias sociales, o simplemente en el trabajo de pensar nuestra
sociedad tenemos la responsabilidad de hacernos las preguntas, estas y otras cuantas más, y dar
cierta aproximación a la realidad, que es lo que podemos ofrecer.

Dicho trabajo intelectual requiere el ejercicio metodológico de crear conceptos, un lenguaje


apropiado para dar sentido, reflexionar ante los hechos concretos y las estructuras que se encuentran
invisibles pero históricamente presentes, y finalmente generar una síntesis inteligible que pueda ser
comprendida. Todo ello para ser refutado o reproducido como parte de lo que creemos verdad.

El siglo XX, siglo de un capitalismo en plenitud, fuerte y robusto entra a la primera década del siglo
XXI con resistencias. Existe un consenso absoluto sobre el hecho de que a pesar de ser la época de
toda nuestra historia donde más hemos avanzando en todos los aspectos. Estamos también
evidenciando los costos que ha traído dicho avance. La enorme desigualdad social y la destrucción
de la política como ese espacio público que motivo la Revolución Francesa o la Revolución de
Estados Unidos. Hoy es probable que estemos evidenciando la semilla de un proceso transformador
de la sociedad en que vivimos.

Las revoluciones no ocurren de un día para otro, son un proceso de largo plazo en el que interfieren
tantos elementos que lleva otros muchos años comprenderlo con claridad.

El año 2011 ha sido el año de un despertar de las masas, ¿quizás?. Árabes, Islandeses, Españoles,
Chilenos han salido a la calle para demandar un cambio, para promover un cambio, de un estado de
las cosas que ya no gusta, que ya no fragua en las nuevas generaciones y en muchos que vieron
como sus intentos del pasado, fracasados en su mayoría, hoy en encuentran el correlato adecuado y
las acciones legítimas. Los sistemas que permitían la tranquilidad y la cohesión, la revuelta
ordenada ya no sirven, la tecnología la servicio de la información y la articulación de las masas que
remplazaron la asamblea face to face, hoy es reproducida a la velocidad de un click de ratón.

Un ejemplo es lo que ocurre hoy mismo en Chile y España, dos países que han compartido (a
destiempos) procesos parecidos y que ven hoy en la calle a miles de ciudadanos contra el poder,
contra el modelo, contra las reglas y los paradigmas que hoy ya son tradicionales y necesitan ser
remplazados por unos nuevos.

Si en Chile el detonante ha sido la crisis política que vive el país por su falta de representatividad,
que ha encontrado como vía de escape la cuestión medioambiental. En España la crisis económica
ha desatado el hartazgo de un sistema que ha fallado y que protege impunemente al gran capital, ese
del Siglo XX.

El mundo Árabe indignado con ese mismo modelo, el capitalismo, que llena día a día los bolsillos
de una clase política anclada más allá del siglo veinte, es la que despertó primero, reclamando tal
vez incluso menos de lo que podrían reclamar otros.

Será éste ¿El despertar de las Masas?. No podemos responder a ello aún, pero es evidente que aquí
se comienza a sembrar un nuevo siglo, que parece estar incubando nuevas generaciones, ciudadanos
y ciudadanas que ya no están dispuestas a vivir como hasta ahora y que pueden ser los que
reproduzcan las nuevas ideas y creen el proceso que decante en una nueva revolución.

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