You are on page 1of 31

APLICACIONES DEL ENSAYO TRIAXIAL

1. TRAYECTORIA DE TENSIONES

2. MODELO HIPERBÓLICO

Artemio Cuenca Payá


Laboratorio de Carreteras
Servicio Territorial de Carreteras
ALICANTE

__________________________________________________________

La experiencia cotidiana ha demostrado que muchos


profesionales de la Geotecnia suelen huir de los ensayos
triaxiales, ya que lo consideran como un gasto superfluo si
con un corte, más barato, van a obtener el mismo resultado.
Esto es porque, en el triaxial, se limitan a tirar unas
tangentes a los círculos de Mohr, y llegar simplemente a
una cohesión y un ángulo de rozamiento interno. Eso es un
desperdicio de información, por lo que en las siguientes
líneas intentaré exponer algunas de las posibilidades de
ese ensayo, haciendo hincapié en sus aplicaciones
prácticas, con la intención de que los alumnos adquieran
una base complementaria a la que reciben en clase.
___________________________________________________________
TEMA 1º

TRAYECTORIA DE TENSIONES
En un ensayo de compresión triaxial, las fuerzas externas
que actúan sobre la probeta pueden definirse según dos
componentes:

a.- La presión isotrópica, definida como la media de las


tres tensiones principales en efectivas, es decir

σ´1 +σ´2 +σ´3


p´=
3

Dado que σ´2 = σ´3 tendremos

σ´1 +2σ´3
p´=
3

b.- El desviador, que es simplemente

q = σ1 σ3

A partir de los datos de laboratorio es sencillo llegar a


estos parámetros planteando una tabla como la siguiente:

Def σ1 u ∆u σ'1 σ'3 p' q A


0 900 600 0 300 300 300 0
1 989 740 140 249 160 190 89 1.57
2 1008 760 160 248 140 176 108 1.48
3 1021 772 172 249 128 168 121 1.42
4 1034 777 177 257 123 168 134 1.32
5 1043 780 180 263 120 168 143 1.26
6 1051 780 180 271 120 170 151 1.19
7 1058 780 180 278 120 173 158 1.14
8 1063 778 178 285 122 176 163 1.09
9 1068 778 178 290 122 178 168 1.06
10 1072 778 178 294 122 179 172 1.03
La primera columna es la deformación. En la siguiente están
los valores de la suma de presión en cola (600 kPa),
presión de consolidación (300 kPa), y desviador, con el
formato en que suelen presentarla muchos laboratorios.

A continuación, en la tercera, están las de lecturas de


presión intersticial, partiendo de la presión en cola.
Restándole el valor constante de esta última, se llega a la
de ∆u.

La quinta columna se obtiene restando, fila a fila, la


tercera de la segunda, y la sexta restándole al valor
constante de 900 kPa los diferentes valores de u, ya que
estos 900 kPa se mantienen invariables durante todo el
ensayo.

Las dos siguientes se calculan mediante las fórmulas para


p’ y q indicadas al principio, mientras que la última, el
parámetro A de Skempton, no es más que el cociente entre
sobrepresión intersticial (∆u) y desviador (q).

Como todo esto queda algo esotérico, vamos a representarlo


gráficamente.

200

150
∆u
q (kPa)

100 C
LE 3

1
50 M = 0.85
Efectivas
Totales
1

0 50 100 150 200 250 300 350 400


p' (kPa)
Figura 1

Este ya es el plano de tensiones, en el que nos aparecen


los puntos (p’,q) que hemos obtenido para cada deformación
de la probeta de 300 kPa, unidos mediante una curva que va
hacia arriba y a la izquierda, hasta que a partir de un
valor de p’ próximo a 165 kPa, cambia a una trayectoria
vertical, y comienza a desplazarse hacia la derecha. Es el
momento en que entra en fluencia, al alcanzar la Línea de
Estado Crítico (LEC), y que podemos considerar como la
envolvente por encima de la cual no hay estados posibles.
Puesto que estamos en efectivas, es obvio que pasa por el
origen.

La pendiente de esta LEC (CSL en la literatura


internacional) se representa convencionalmente como Μ,

letra griega Mu mayúscula, aunque ya nadie se preocupa de


ese detalle, y se escribe como latina normal.

M está relacionada con el ángulo de rozamiento interno en


efectivas por la siguiente expresión:

3M
sin ϕ´ =
6 + M

Dado que, en este caso, M vale 0,85, encontramos un ángulo


de 21.9º.

La LEC se dibuja a ojo, desde el origen hasta seguir el


trazado de los puntos de fluencia, o uniendo los puntos de
máxima presión intersticial. En este caso no aparece muy
bien definida esa fluencia, por lo que se ha seguido el
segundo criterio. Para ello se ha incluido en el gráfico,
en línea discontinua, la trayectoria que seguiría un ensayo
drenado o en totales, y que siempre llevará una pendiente
de valor 3. Esta constancia se deduce a partir de las
fórmulas definitorias de p’ y q, y teniendo en cuenta que
σ3 permanece constante.

Es evidente que la separación entre la recta de totales y


la curva de efectivas, medida en la escala de p’,
proporciona la variación de presión intersticial. Y si
dividimos estos intervalos por sus correspondientes
ordenadas en q, obtenemos los valores del parámetro A de
Skempton.

Como ejemplo de un caso en el que se sigue el criterio de


fluencia, tenemos el siguiente:
200

150
q (kPa)

100

50

0
0 100 200 300 400
p´ (kPa)

Figura 2

Todo esto puede parecer complicado a primera vista, pero


una vez automatizado en una hoja de cálculo, y vinculado a
un procesador de gráficos, permite una visión detallada de
la información proporcionada por el ensayo triaxial.

Para comprobarlo, podemos pasar a lo que se denomina


trayectoria de tensiones. Es un concepto que se cita en
algunos manuales, pero nunca viene bien explicado.
Utilizando el ejemplo anterior de la probeta de 300 kPa,
podemos dibujar el siguiente gráfico:

250
M = 0,85

200 φ' = 21,9º

150
q (kPa)

100

50 A

C
0
B
0 50 100 150 200 250 300 350
p' (kPa)

Figura 3

Con el punto A representamos el estado del suelo a 22


metros de profundidad, con el nivel freático a 1.5 metros
de la superficie, y un peso específico húmedo de 15.2
kN/m3.

En esas condiciones tenemos que σ’1 valdrá 134 kPa,


mientras que σ’3 lo podemos calcular aplicando la fórmula
de Jaky, en el supuesto de que el suelo se encuentre en esa
condición
σ´3 = σ´1 (1 − sin ϕ´) = 134 (1 − sin 21.9 ) = 84kPa
Podemos ahora calcular los valores de p’ y q para el estado
inicial, resultando:
p’ = 101 kPa

q = 50 kPa

Al sacarla del tomamuestras podemos estimar, aunque solo


sea como aproximación, que las presiones se anulan, pasando
la muestra al punto B.

Durante el ensayo se la somete a una compresión isotrópica


de 300 kPa para consolidarla, con desviador nulo, por lo
que, al final del proceso, se encontrará en el punto C.

Por último, al aplicar el desviador hasta rotura, se la


lleva al punto D.

Hemos definido así la trayectoria que ha seguido la muestra


desde su posición in situ hasta el final del ensayo, y
aunque el método de trayectorias de tensiones se utiliza
para problemas más complejos, este esbozo nos ha permitido
una toma de contacto con su fundamento.

Vamos a dar una vuelta de rosca y pasar a algo menos


evidente que lo tratado hasta ahora.

Trabajos experimentales llevados a cabo en las décadas de


los 50 y 60 del pasado siglo, demostraron que muestras de
suelo llevadas a la misma consolidación, por ejemplo al
punto A de la figura 4, descargadas hasta B, y cargadas de
nuevo bajo diferentes configuraciones de p’ y q, alcanzaban
la fluencia en unos puntos del plano de tensiones que
dibujaban una curva parecida a una elipse de ecuación
p´ M2
= 2
p´0 M + η2

Aquí p’0 es la presión de consolidación y η el cociente


entre q y p’.

Este es el modelo planteado por la escuela de Cambridge


(Modelo Cam Modificado). Hay otros más sofisticados, pero
la simplicidad de la ecuación de la elipse hace que sea
este el utilizado mayoritariamente.

Cualquier incremento positivo de p’ hará que la elipse


crezca, y p’0 se desplace a una nueva posición, más hacia
la derecha, que será la actual carga de preconsolidación,
olvidándose la anterior. Las trayectorias dentro de la
elipse son reversibles, e implican deformaciones que se
aproximan a condiciones elásticas, mientras que aquellas
que salen de ella, agrandándola, son plásticas.

350

300

250

M
200
q (kPa)

R 1

150
Q

100 P A

η
50
1

B
0

0 50 100 150 200 250 300 350


p' (kPa) p'0

Figura 4
Vayamos a la figura 5, y supongamos que un elemento de
suelo, en una masa normalmente consolidada, se encuentra a
una profundidad tal que su posición en el plano de
tensiones es A. Si se produce una excavación en superficie,
disminuirán tanto σ´1 como σ´3, pasando al punto B. Podemos
decir que en este momento se crea el espacio interior a la
elipse, en el que el suelo tendrá un comportamiento que
conocemos como sobreconsolidado.

Si sobre esta muestra en B realizamos un triaxial, el suelo


responderá como un material casi elástico, y seguirá una
trayectoria vertical con p’ constante. Esto es poco
intuitivo, pero podemos recordar que la trayectoria drenada
o en totales seguía una recta de pendiente 3, y el
parámetro A de Skempton vale 1/3 para condiciones
elásticas, lo que, en presiones efectivas, nos lleva a esa
trayectoria.

Si el desviador es suficientemente elevado, se alcanzará el


punto P, que es límite de la respuesta elástica, y se
producirá la rotura. Como ya muchos habrán interpretado, el
punto P define lo que se conoce como resistencia pico.

En la figura 6 tenemos el ejemplo de una probeta de un


suelo con una preconsolidación próxima a los 250 kPa. Se
puede ver la trayectoria vertical hasta alcanzar la elipse,
momento en que rompe de forma frágil, sin las grandes
deformaciones plásticas de los casos representados en las
figura 1 y 2.
150

100

q (kPa) 50

0
0 50 100 150
p' (kPa)

Figura 5

Si realizáramos un ensayo de corte directo sobre el suelo


sobreconsolidado, por ejemplo en el estado B, aplicando
unos valores de carga vertical de 50, 100 y 200 kPa, y
suponiendo un estado isotrópico dentro de la caja de corte,
así como teniendo en cuenta que q es el doble del máximo
cortante, la rotura del suelo se produciría en los puntos
P, Q y R de la figura 5, lo que nos llevaría al siguiente
resultado en el plano de Mohr.

100
c' = 35 kPa
R
φ' = 14º
(kPa)

50 Q
τ

0 40 80 120 160 200

σ1 (kPa)

Figura 6
Esto sería lo que obtendríamos en el ensayo de corte
directo. Un gráfico que todos estamos acostumbrados a ver.

Los puntos P y Q se han alcanzado por rotura en el campo


elástico, dentro de la elipse, mientras que al R se ha
llegado mediante fluencia plástica. Es evidente que los
procesos físicos no son comparables, pero sin embargo, los
integramos dentro de un modelo de respuesta unitario que
llamamos de Mohr-Coulomb. Y conviene recordar que la
cohesión es un concepto derivado del estudio de materiales
duros, con resistencia a tracción.

A la vista de lo expuesto, podemos llegar a la conclusión


de que tanto la cohesión como el ángulo de rozamiento
interno obtenidos en el ensayo de corte, dependerán de la
posición de los puntos P, Q y R sobre la elipse y la línea
de estado crítico, ubicación que estará ligada a los
valores que adoptemos para σ´1 en ese ensayo.

Para comprobarlo, realicemos el corte aplicando presiones


verticales de 50, 150 y 250 kPa. El nuevo resultado será:

150
c' = 29 kPa

100 φ' = 16.3º


(kPa)
τ

50

0 100 200 300

σ1 (kPa)

Figura 7
En definitiva, que los valores de c’ y φ’ que nos
proporciona un ensayo de corte directo sobre un suelo
sobreconsolidado, no son parámetros intrínsecos de ese
suelo, sino que dependen de la trayectoria de tensiones que
haya seguido, y de las condiciones que adoptemos para
realizar el ensayo. De todas formas, esto no es nuevo, pues
ya lo propuso Skempton en 1964, por las fechas en que en
Cambridge se pusieran a desarrollar sus modelos de estados
críticos.

En cualquier caso, para la mayoría de los problemas


cotidianos, es suficiente con la aproximación dada por el
corte. Pero hay ocasiones en las que puede ser más rentable
invertir un poco más de dinero en un triaxial, ya que la
información que proporciona creo que ha quedado claramente
de manifiesto.

Y puesto que hemos hablado de trayectoria de tensiones,


vamos a terminar con un ejemplo sencillo, para buscar una
aplicación práctica a todo lo anterior. Se trata de una
simplificación de un problema de ejecución de un terraplén
de ocho metros de altura sobre una capa de suelo blando.

Consideremos un punto del suelo a doce metros de


profundidad, con un φ’ de 30º, equivalente a M = 1.2, y un
valor para el parámetro A de Skempton de 0,6. Por encima
tiene una capa con peso específico aparente de 16.5 kN/m3,
con el nivel freático a 1,5 metros de profundidad, y a la
que le suponemos suficiente resistencia como para soportar
las cargas; puede suponerse que se trata de una zona
mejorada con columnas de grava. La intensidad de la carga
vertical a esa profundidad de diez metros será de 150 kPa.
Asumiendo una distribución de tensiones isótropa, los
valores de σ´1 y σ´3 en el comienzo de la capa blanda por
efecto del peso propio del terreno son

σ´1 = 95 kPa

σ´3 = 95 kPa

que proporcionan

p’ = 95 kPa

q = 0 kPa

Esto corresponde al punto A de la figura 8.

200

C H B
150

F
G
q (kPa)

100
E
D

50

A
0
0 50 100 150 200
p' (kPa)

Figura 8
Al aplicar la carga de 150 kPa, y suponiendo condiciones
drenadas, llegaríamos al punto B según

p’B = p’ + 150/3

qB = q + 150

Pero la sobrepresión intersticial generada para ese


incremento del desviador será

∆u = 150 * 0.6 = 90 kPa

que habrá que restarle a p’B, con lo que la trayectoria


real será la de A hasta C. Vemos que es imposible, ya que
alcanza la línea de estado crítico, y entrará en fluencia
plástica.

En estas circunstancias podemos plantear la construcción


del terraplén por etapas, con una inicial hasta alcanzar la
altura de cuatro metros, seguida por otras dos hasta seis y
ocho metros. El primer escalón de carga hace que σ´1 se
incremente en 81 kPa, por lo que, siguiendo el mismo
procedimiento, el nuevo estado en una trayectoria drenada
llevará hasta E, con los siguientes valores:

p´E = 122 kPa

qE = 81 kPa

Para este desviador, ∆u vale 49 kPa, que al restarlos a p´E


lleva hasta el punto D, próximo a la línea de estado
crítico, pero sin alcanzarla. Si dejamos esta carga parcial
durante tiempo suficiente, la sobrepresión intersticial irá
disipando, hasta que llegamos al punto E, en el que esa
sobrepresión ha desaparecido, y el suelo trabaja en
efectivas.

Al aumentar la altura hasta seis metros, el incremento en


la tensión vertical es de 37 kPa, y el ∆u de 22 kPa, por lo
que repitiendo el mismo proceso de cálculo, ahora desde E,
llegamos a F, y al disipar ∆u se alcanza G. Por último, y
siguiendo el mismo procedimiento, se alcanza el estado
final en B sin que el suelo haya entrado en fluencia
plástica.

Como puede apreciarse, es un método sencillo y muy gráfico.


Cierto que no de uso cotidiano, pero muy útil cuando hay
que actuar en zonas con suelos blandos.

En este ejemplo, y para simplificar el modelo, se ha


supuesto que el suelo se encontraba inicialmente en
condiciones hidrostáticas, con σ´1 = σ´3, pero en un caso
real ambas tensiones estarán relacionadas a través de la
Ley de Jaky, tomando σ´3 el valor:

σ´3 = 47,5 kPa

lo que lleva al punto A de la figura 9.

p’A = 63,3 kPa

q A = 47,5 kPa

Al recibir la carga del terraplén, y en condiciones


drenadas, el suelo pasará al nuevo estado en B.

p’B = 113,3 kPa


q B = 197,5 kPa
200 B

150
q (kPa)

100

50 A

0
0 50 100 150 200
p' (kPa)
Figura 9

Vemos que es imposible conseguir la estabilidad, por lo


que, en este caso, no sirve de nada la construcción
escalonada, aunque el problema puede resolverse mediante un
tratamiento de mejora del terreno, por ejemplo, con
columnas de grava (figura 10).

10

0
Altura (m)

-10 A
Zona plástica
-20

Figura 10
El punto que estamos estudiando se encuentra en A, justo
bajo la zona de influencia del tratamiento con columnas de
grava, que lo hemos llevado hasta una profundidad de 12
metros. El terreno dentro de la zona mejorada resiste por
las razones que apuntaremos más adelante, y hace que la
zona plastificada bajo el terraplén no pueda fluir, al
estar limitada, hacia arriba, por la propia capa tratada, y
lateralmente y hacia abajo por los empujes pasivos del
terreno circundante que no ha entrado en rotura. De esta
forma es posible mantener la estabilidad de la obra, aun
cuando las columnas no se apoyen en un substrato
resistente. Cierto que se producirán asientos relativamente
importantes en el terraplén, pero se elimina el riesgo de
colapso por punzonamiento o deslizamiento.

Antes hemos indicado que la zona tratada con columnas era


estable. Veamos ahora por qué.

El punto C de la figura 10 está a cinco metros de


profundidad bajo el eje del terraplén. Con los mismos datos
del ejemplo anterior, y suponiendo que se cumple la
condición de Jaky, su estado inicial será:

σ’01 = 48 kPa

σ’03 = 24 kPa

y en el plano de tensiones:

p’1 = 32 kPa

q 1 = 24 kPa

Es el punto 1 de la figura 11.


150

n

100 3

es
pr
m
co
en
C
LE
50

1
q (kPa)

LE
C
-50 en
tra
cc
ió 2
n

-100

-150

0 50 100 150 200

p´ (kPa)
Figura 11

Resulta evidente que si se levanta el terraplén sin ningún


tipo de tratamiento, se alcanzará inmediatamente el estado
crítico. Ahora bien, al compactar la grava de las columnas
se produce un empuje lateral sobre el terreno circundante,
de forma que estamos en un proceso de extensión triaxial,
en el que σV se mantiene constante, y σH aumenta. Para
evitar confusiones, utilizamos los subíndices V y H, ya
que, desde un punto de vista formal, σ1 sería ahora la
tensión horizontal y σ3 la vertical.
Medidas realizada en los campos de columnas de la Vega Baja
del Segura, han mostrado que la presión lateral a la
semidistancia entre puntos de inyección, en tratamientos
densos, es del orden de 95-100 kPa, por lo que, tras la
ejecución de la columna, σV seguirá valiendo 48 kPa, pero
σH habrá pasado a 119 kPa, lo que nos lleva al punto 2,
cuyas coordenadas son

p’2 = 95 kPa

q 2 = -71 kPa

En realidad, la trayectoria se aproximará a la línea de


puntos, ya que se generan sobrepresiones intersticiales que
se disipan rápidamente por la proximidad del elemento
drenante que es la columna de grava.

Al levantar el terraplén, la presión inducida a la


profundidad de cinco metros es de 172 kPa, que se suman a
σV, manteniéndose constante σH, por lo que el nuevo estado
es el representado por el punto C, de coordenadas:

p’3 = 153 kPa

q 3 = 101 kPa

Puede verse que, a pesar de la sobrecarga del terraplén,


queda dentro de la zona de estabilidad gracias a la
trayectoria seguida bajo la influencia de la presión
horizontal ejercida por las columnas.

Como puede suponerse, el efecto de las columnas de grava es


bastante más complejo, pero como ejemplo del tema aquí
tratado es suficiente.
TEMA 2º

MODELO HIPERBÓLICO
Nota inicial.- Aunque el método basado en el Modelo Hiperbólico es de
aplicación general, se suele reservar su uso para el caso de suelos
duros, tales como arcillas sobreconsolidadas y arenas de semidensas a
densas.

____________________________________

La experiencia demuestra que, en un ensayo de compresión


triaxial, los gráficos desviador-deformación dibujan unas
líneas cuya curvatura va aumentando progresivamente a
medida que lo hace la deformación, hasta alcanzar un máximo
a partir del cual comienza a disminuir (figura 1).

300

250

200
σ´1 - σ´3 (kPa)

150

100

50

0 0.05 0.1
Deformación vertical unitaria (ε)

Figura 1

Esto llevó a Kondner (1963) primero, y posteriormente a


Duncan y Chang (1970), a plantear que tales curvas podrían
ser asimiladas a hipérbolas de ecuación:
ε
σ´1 −σ´3 = (1)
a + bε
Los parámetros a y b se tienen que determinar para cada
muestra de suelo, cosa que se consigue poniendo la (1) en
la forma:

ε
= a + bε (2)
σ´1 −σ´3

Dado que tanto los valores del desviador como los de la


deformación unitaria son conocidos, a y b se obtienen como
la ordenada en el origen y la pendiente, respectivamente,
de la recta definida por (2), mediante la representación:

0.0004

a = 5.155 E-0.05
0.0003
b = 0.003015
ε/(σ´1 − σ´3)

b
0.0002

0.0001

a
0

0 0.05 0.1
ε

Figura 2

El desarrollo operativo puede seguirse en el siguiente


cuadro, tomado de una hoja de Excel en la que se ha
implementado el proceso, y que no requiere explicación,
salvo las filas inferiores que se comentan a continuación.

Probeta 1. σ3 = 300 kPa.


Deformación ε σ´1 σ´3 σ´1 - σ´3 ε/(σ1-σ3)
% kPa kPa kPa

0 0.00 300 300 0


1 0.01 367 235 132 7.58E-05
2 0.02 380 200 180 1.11E-04
3 0.03 386 182 204 1.47E-04
4 0.04 400 172 228 1.75E-04
5 0.05 416 168 248 2.02E-04
6 0.06 424 168 256 2.34E-04
7 0.07 435 171 264 2.65E-04
8 0.08 451 175 276 2.90E-04
9 0.09 460 180 280 3.21E-04
10 0.10 469 185 284 3.52E-04

b a R2 E0 σa σr
-1 -1
kPa kPa kPa kPa kPa

3.015E-03 5.155E-05 0.999 19400 332 288

Cuadro 1

Volviendo a la (2), el parámetro a es el límite para la


condición ε = 0, es decir, la pendiente de la tangente en
el origen, por lo que su inversa proporcionará el valor del
módulo inicial:

1
E0 = (3)
a

Por su parte, b es el límite cuando ε = ∞, o sea, la


ordenada de la asíntota a la hipérbola, y que físicamente
se interpreta como la resistencia máxima teórica a rotura
(σa) de la probeta ensayada.

1
σa = (4)
b

Todo esto queda gráficamente expuesto en la figura


siguiente:

350 σa

300 σr

250
σ´1 - σ´3 (kPa)

E0
200
1
150

100

50

0 0.05 0.1
Deformación vertical unitaria (ε)

Figura 3

La rama de hipérbola se ha obtenido introduciendo en (1)


los valores de a y de b del Cuadro 1. Puede apreciarse el
aceptable ajuste a los datos experimentales, cosa que era
de esperar viendo que el coeficiente de correlación R2
alcanzaba prácticamente la unidad, lo que puede llevar a
pensar que se ha elegido un ensayo modélico, algo que hasta
cierto punto es verdad, pero esas altas correlaciones no
son raras, de forma que valores de R2 inferiores a 0,97 ya
pueden hacer pensar en que los datos experimentales no son
buenos.

El parámetro σr es la resistencia real medida en el ensayo,


que evidentemente siempre será menor que σa, definiéndose
el cociente de aquella respecto a esta mediante lo que se
conoce como relación de rotura, y que suele citarse en la
literatura como Rf. Normalmente, los valores para esta
relación suelen oscilar entre 0,75 y casi la unidad.

En el ejemplo que aquí se está tratando se han utilizado


tres probetas, ensayadas a presiones de confinamiento (σ3)
de 300, 150 y 50 kPa. Los resultados a que se llega tras
extender el proceso anterior a las probetas de 150 y 50 kPa
queda reflejado en el Cuadro 2.

σ´3 b a R2 E0 σa σr Rf
-1 -1
kPa kPa kPa kPa kPa kPa

300 3.015E-03 5.155E-05 0.999 19400 332 288 0.868

150 3.971E-03 8.445E-05 0.999 11841 252 216 0.858

50 5.209E-03 1.559E-04 0.993 6414 192 160 0.833

Cuadro 2

Como era de esperar, el valor de E0 depende de σ´3,


aumentando cuanto mayor es la presión de confinamiento.
Existe una relación empírica entre ambos parámetros dada
por:

n
⎛ σ´ ⎞
E0 = kpa ⎜ 3 ⎟ (5)
⎝ pa ⎠
k y n son parámetros adimensionales característicos del
suelo que se está estudiando, y pa es la presión
atmosférica en las mismas unidades que E0 y σ´3. Ahora bien,
puesto que los vamos a obtener a partir de valores de estos
últimos expresados en unidades SI, se prescinde de la
normalización a pa.

Con esta salvedad, la (5) se puede escribir de la forma:

log E0 = log k + n log σ´3 (6)

cuya representación gráfica es una recta de pendiente n y


ordenada en el origen log k.

4.5

4.0

n
Log E0

3.5

3.0

log k

2.5

0.0 0.5 1.0 1.5 2.0 2.5


Log σ´3

Figura 4
En este caso, la variación de E0 con σ´3, ambos expresados
en kPa, queda de la forma:

E0 = 575 ( σ´3 )
0.612
(7)
Por otra parte, la relación entre σa y σ´3 puede obtenerse
también mediante un ajuste lineal:

350

300
σa (kPa)

250

200

150

0 50 100 150 200 250 300


σ´3 (kPa)

Figura 5

Para este ejemplo, la relación queda:

σa (kPa) = 166 + 0.56σ´3 (8)

En estas condiciones, si se conoce el estado tensional de


la zona de procedencia de la muestra ensayada, es posible
construir la rama de hipérbola que define su respuesta ante
la aplicación de un desviador, por ejemplo, una carga en la
superficie del terreno.

Suponiendo un valor para σ´3 de 100 kPa, se tendría:


E0 = 9631 kPa

σa = 222 kPa

Por lo que aplicando (3) y (4)

a = 0.000104

b = 0.00451

resultando la curva de la figura 6

200

150 E0

1
σ´1 - σ´3 (kPa)

100

Es

1
50

0 0.05 0.1
ε
Figura 6

En la misma figura se han representado el módulo tangente


(E0) y un módulo secante (Es). Se ha comprobado que para
sucesivos ciclos de carga y descarga, la secante a los
lazos de histéresis mantiene la misma pendiente que E0
(figura 7), por lo que este módulo puede ser utilizado para
el cálculo de cimentaciones sometidas a cargas dinámicas,
tales como las generadas por máquinas vibratorias.

200

150 E0

1
σ´1 - σ´3 (kPa)

100

50

0 0.05 0.1
ε

Figura 7

Ahora bien, para el caso más general de una carga estática,


y volviendo a la figura 6, un aumento en el desviador dará
lugar a un incremento en deformación, siguiendo la
trayectoria de la rama hiperbólica, por lo que el módulo
irá disminuyendo progresivamente. Así, un desviador de 120
kPa llevará hasta el punto A, con un módulo secante, que es
el que deberá utilizarse en los cálculos, de valor inferior
a E0, y cuyo valor puede deducirse para llegar a la
siguiente expresión:
⎛ σ´ −σ´3 ⎞
Es = E0 ⎜ 1 − 1 ⎟ (9)
⎝ σa ⎠

En una primera lectura de todo lo anterior, puede parecer


que el proceso es complicado, pero una vez implementado en
una hoja de cálculo los resultados salen de inmediato, sin
más que introducir los valores de σ´1 y σ´3 obtenidos en el
ensayo triaxial.

You might also like