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Abel Albet i Mas, Una geografía humana renovada: lugares y regiones en un mundo global, Barcelona:

Vicens Vives, 2000.

Capítulo 1. ¿POR QUÉ LA GEOGRAFÍA ES IMPORTANTE?

A pesar de que las nuevas tecnologías y los cambios introducidos en las actividades económicas hayan eliminado las
barreras de las distancias y las limitaciones de los espacios, hoy por hoy la geografía no pasa desapercibida en
nuestras vidas. El mundo se nos hace próximo de muy diversas formas y podemos experimentar esta cercanía casi
"sin querer": unas imágenes televisivas rebotadas vía satélite hacia todo el planeta, unos estilos de vida
internacionalizados que conllevan la huella de una docena de países (moda étnica, world music, parques temáticos),
unos productos y unos servicios elaborados, distribuidos, vendidos y consumidos en el marco de un verdadero
mercado mundial...

Claro está que esta "experimentación del mundo" varía enormemente en significación e intensidad según unas
personas u otras, según unos lugares u otros: una fuga radioactiva en una central nuclear de la India puede
movilizar a muchos ecologistas en Canadá y en cambio tener una transcendencia mínima para una gran masa de
ciudadanos indios; el acceso a Internet abre muchas más posibilidades a un habitante de Dakar que a uno de
Madrid; quizá alguien no da importancia al hecho que la camiseta que usa esté confeccionada en Corea del Sur pero
en cambio se preocupa por boicotear el consumo de avellanas turcas... Cuanto más conscientes somos (a pesar de
que sea de una forma a veces débil y confusa) de lo que sucede en el conjunto del planeta y de las repercusiones
que ello tiene para nuestras vidas, más experimentamos la importancia de la geografía, más necesaria se hace la
explicación que el análisis geográfico puede hacer de todo ello.

Relacionado con ello, también se ha hecho cada vez más patente el reconocimiento de que buena parte de lo que
sucede en nuestras vidas cotidianas cada día está más influenciado por acontecimientos que están más allá de
nuestro "mundo local" y que, de una manera algo imprecisa, atribuimos a un proceso imparable de "globalización".
Cuando las comunicaciones y los transportes permiten a las empresas realizar una selección (ya muy precisa a
escala planetaria) de los lugares donde emplazarse, los obreros ven como se cuestionan y precarizan sus puestos de
trabajo y las administraciones locales y nacionales se dan cuenta de hasta qué punto sus actuaciones políticas
resultan impotentes en el marco de sus territorios. Cuando la contaminación atmosférica o la lluvia ácida atraviesa
impunemente las fronteras estatales, los ciudadanos multiplican sus preocupaciones acerca de la problemática de un
vertedero incontrolado en las afueras de su pueblo. Cuando las instituciones supranacionales como la Unión Europea
añaden otra escala territorial a nuestras actitudes políticas, las personas empiezan a preguntarse desde dónde están
siendo administradas y dónde radica el verdadero gobierno.

De hecho, en el contexto de esta globalidad e interdependencia, formamos parte de más de un mundo: vivimos
"versiones locales" del mundo y, al hacerlo, nos es necesario situarnos en un contexto global amplio. Entendemos
los cambios que acontecen a nuestro alrededor cuando comenzamos a comprender cómo los cambios que se
desarrollan de una manera generalizada afectan nuestro propio mundo, dado que nuestra cotidianeidad está ya
configurada por los cambios ocurridos en otros lugares. A su vez, todo lo que acontece localmente en nuestro propio
mundo, de alguna manera contribuye a perfilar los acontecimientos y las perspectivas del conjunto. Los mundos de
los que formamos parte están interconectados, son interdependientes, a pesar de que a veces lo estén de manera
imprecisa o aparente. El deportista de Los Angeles que desea adquirir unas zapatillas, entra en contacto con el
adolescente que las fabrica en Indonesia, a pesar de que sus respectivos mundos estén muy alejados de las esferas
de poder e influencia que deciden qué modelo estará "de moda" esta temporada y dónde emplazar el próximo taller
de calzado.

Si queremos entender el carácter local de nuestras vidas, la naturaleza cambiante de los lugares en los que vivimos,
nos hace falta, por un lado, escarbar en un contexto cada vez más amplio y global del que todos formamos parte y,
por otro lado, comprender qué elementos caracterizan y distinguen nuestro contexto local. Es en este sentido que se
mantiene y se proyecta la importancia de la ciencia geográfica en tanto que preocupación por el estudio de la rica
variedad de lugares y su carácter cambiante; igualmente, la creciente evidencia de la geografía en tanto que
tramado de conexiones globales nos obliga a ser más conscientes de nuestro lugar en un mundo interdependiente.

Otro de los rasgos que, recientemente, caracteriza los debates en geografía humana es la constatación de que el
proceso de globalización está planteando un serio reto no sólo al significado de "lugar" sino también al significado de

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"cultura". Tanto los contactos personales como las relaciones económicas, de poder y de dominación social se han
ido extendiendo por todo el planeta también afectando tradiciones y creencias, modificando prácticas sociales,
alterando ideas y valores, replanteando significados simbólicos. En medio de dicha interconexión global, lugares y
culturas sufren una considerable reestructuración al igual que anteriormente dicha reestructuración afectó a los
procesos económicos y a los sociales.

Así, se cuestionan muchas de las prácticas y de las representaciones culturales preestablecidas y se reconsideran
buena parte de los principios que durante siglos han venido configurando especificidades locales y regionales: no
sólo se pierden, transforman, introducen u homogeneizan fiestas, músicas, idiomas, o pautas alimentarias (por citar
algunos aspectos que permitían fijar la territorialidad y la identidad) sino que las posibilidades tecnológicas
(especialmente evidentes en el caso de Internet) crean nuevas fórmulas, nuevos criterios, nuevas perspectivas que
abren las puertas a la aparición de comunidades virtuales sin continuidad espacial y sin enraizamiento territorial.
Otro ejemplo de todo ello puede ser la continuada mezcla cultural que generan, entre otros factores, las
migraciones: las limpiezas étnicas, el estallido esporádico de los nacionalismos exclusivistas o las políticas "de
campanario" a las escalas sociales y espaciales más locales son ejemplos de la reacción contra el mestizaje y la
hibridez que aquellas interconexiones llevan implícitos. La alternativa a estos tipos de reacciones pasa por la
imaginación y por la concienciación de vivir una nueva forma de cosmopolitismo.

Si lugar y cultura son dos conceptos clave en el mundo contemporáneo, un tercero no menos destacado es, pues, el
de identidad, estrechamente relacionado con los dos anteriores. A menudo la identidad cultural ha sido interpretada
de manera interrelacionada con los lugares (y también con su significado), ya fuera a través de las nociones de
cultura local o bien mediante las propuestas más calculadas de construcción de una identidad nacional. La relación
con la identidad territorial puede ser igualmente fuerte desde el momento en que la gente se identifica con un
hogar-casa-pueblo-patria o se sienten forasteros en sitios pertenecientes a otros.

Un espacio de identidad que ahora mismo se está construyendo es el de la Europa unida: ¿a qué identidad personal
y cultural se está apelando en este proceso de construcción? ¿Quién puede ser incluido? ¿Quién queda excluido? Los
casos de Bosnia, Rwanda, Chechenia o el pueblo Tamil demuestran el enraizamiento y la efervescencia de los
nacionalismos en determinados territorios y/o la facilidad con la que las fronteras y los estados siguen siendo usados
para manipular conciencias, culturas e identidades y, a la vez, incrementar determinados intercambios comerciales,
especialmente en el sector armamentista. Las relaciones económicas se reorganizan en tomo a grandes bloques
comerciales (desde la Unión Europea hasta el Mercosur) que configuran nuevos espacios que facilitan los
intercambios internos (especialmente para algunos) y aprietan las barreras externas. Mientras que ciertos acuerdos
de la Organización Mundial del Comercio posibilitan el fin de las fronteras nacionales para facilitar el comercio, la
inversión, las comunicaciones y determinados flujos culturales, el primer mundo se debate para aumentar las
"barreras proteccionistas" a las migraciones y a la libre movilidad internacional de las personas. Las identidades
dejan de ser territoriales y culturales y pasan a fundamentarse en razones económicas ponderadas según el nivel de
integración en el sistema.

En un contexto como este, el concepto de "lugar", uno de los más esenciales en Geografía, parecería, pues,
tambalearse: los lugares y regiones que habitualmente ha estudiado la Geografía han sido espacios cargados de
identidad, singularidad y unicidad pero ahora que todo parece abierto a un juego de tensiones de amplio alcance el
sentido tradicional del "lugar" resulta fácilmente cuestionable. No obstante, el interés de estudio se centra en
analizar como las interconexiones globales (económicas, culturales, políticas, ecológicas, todas ellas aparentemente
homogéneas) se combinan con recorridos históricos diversos y desiguales y cristalizan de manera diferenciada en
cada lugar movilizando agentes, elementos y circunstancias siempre distintos. En conjunto resultan ser cuestiones
verdaderamente geográficas pero que también se relacionan directamente con aspectos sociales y intelectuales más
amplios, confirmando así la creciente y estrecha relación de la Geografía con el resto de las ciencias sociales.

Hace ya muchos años que la Geografía dejó de identificarse estrictamente con la disciplina encargada de la
descripción de la Tierra y de los fenómenos que en ella se dan. El análisis de los factores económicos, sociales,
políticos, naturales y culturales que intervienen en la configuración del territorio contribuyó a dotarse de un cuerpo
científico y a dar una salto cualitativo notable completado cuando a la simple ordenación analítica de dichos factores
se le reconoció su capacidad de explicación o interpretación. Dado el carácter social de la ciencia geográfica resulta
imposible que dicha explicación sea fielmente neutral y objetiva, de manera que una de las funciones implícitas de la
Geografía puede ser precisamente la de ofrecer una visión crítica ante las desigualdades y desequilibrios

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evidenciados gracias a aquella interpretación; cuando además de la denuncia, se plantean las posibilidades de una
intervención territorial que (quizá con los instrumentos que ofrece la planificación) ofrezca escenarios alternativos de
organización espacial que favorezcan la transformación de lugares y regiones (ciudades y campos) a partir de
criterios de justicia social distributiva, no sólo sigue demostrándose la validez científica y académica de la Geografía
sino que se hace patente su carácter aplicado y su utilidad social.

La Geografía que inicia el tercer milenio, ante las convulsiones que, local y globalmente, afectan a lugares y
regiones, no se dedica tan sólo a la obtención y acumulación de conocimientos sobre espacios concretos y cómo
estos están conectados con otros puntos del planeta. La Geografía trata de comprender, interpretar y transformar
estos mundos locales y globales en la que estamos inmersos y contribuye decisivamente a ofrecer pautas de
explicación, representación y valoración de nuestro lugar en este mundo cambiante.

Capítulo 2. HACIENDO GEOGRAFÍA: EL CARÁCTER APLICADO DE LA DISCIPLINA

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA DISCIPLINA GEOGRÁFICA

La geografía es una de las formas más antiguas de ejercicio intelectual y, a pesar de ello, todavía hoy no existe -
unanimidad entre los geógrafos a la hora de responder qué es o qué debería de ser la geografía. En los últimos dos
mil años la práctica de la geografía ha cambiado mucho y el ritmo de las transformaciones se ha acelerado en las
décadas recientes. Quizá debido a todo esto, la imagen que la sociedad tiene de la geografía acostumbra a estar
muy alejada de la realidad. Además, los geógrafos a menudo juegan un papel muy marginal en la toma de
decisiones políticas y en el nivel de implicación social, cosa que no deja de ser sorprendente si se tienen presentes
las numerosas investigaciones y las aportaciones básicas hechas por geógrafos en temas como el estudio del medio
ambiente, la reestructuración económica o el cambio climático.

La imagen de la geografía en la sociedad

Una definición académica de geografía podría apuntar a que se trata de aquello a lo que los geógrafos deciden
dedicarse; la disciplina es vista, así, como un fenómeno social producto de las estructuras institucionales y políticas
de las que procede. Otra definición podría venir de la delimitación de un campo o tema exclusivo y excluyente de
estudio, generando una competencia entre disciplinas para apropiarse de temas y ámbitos de investigación: en
geografía se hace difícil encontrar estos campos como no sea el estudio de la síntesis regional. Todavía una tercera
definición se encontraría en la coincidencia del tipo de métodos y técnicas que se usan: un ejemplo contemporáneo
pueden ser los sistemas de información geográfica. No obstante, todas estas definiciones son básicamente estáticas
en tanto que apuntan a una imagen invariable del mundo académico, justificada por la posibilidad de que algunos
temas o algunos métodos generan una disciplina concreta. Así, alguien se convierte en geógrafo después de haber
aprendido unos conocimientos, unas técnicas, unos métodos, unos principios.

Quizá una última definición centra la cuestión en el tipo de preguntas que cada disciplina se plantea y la manera de
abordarlas: si bien esta definición también puede propiciar la división del mundo y de la ciencia en compartimentos
más o menos estancos, al menos las preguntas planteadas por los especialistas no son nunca las mismas, de
manera que la disciplina se convierte en dinámica y útil. Así, la geografía puede dar respuestas a cuestiones
existenciales (intentando comprender la naturaleza intrínseca de este planeta, hogar de los humanos), éticas
(proveyendo conocimientos acerca de la interdependencia de los sistemas físicos y humanos de la Tierra se
establecen las bases de cooperación entre los humanos para el bien del planeta), intelectuales (la geografía estimula
la imaginación y la curiosidad sobre el mundo y su diversidad permitiendo superar el individualismo y el
etnocentrismo; un mayor y mejor conocimiento de la realidad permite tomar decisiones más óptimas y precisas) y
prácticas (a medida que el mundo acelera su interconexión, el conocimiento que proporcionan los datos geográficos
se hace más y más necesario a nivel local y global).

La producción social del espacio

Para todos aquellos que no están de acuerdo con las condiciones que permiten que haya miles de desplazados y
refugiados en Rwanda y Zaire, que persista la violencia racial en Francia, que personas duerman en las calles de
Sevilla, que se permita una guerra fratricida en Yugoslavia, que en Bangla Desh miles de personas queden sin casa

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ni alimentos por unas inundaciones... la geografía puede ofrecer un mensaje de acción y compromiso social y, a su
vez, demostrar la propia utilidad como disciplina. La imagen pública de la geografía es muy importante y para
mantenerla amplia y positiva es necesario que los geógrafos hagan oír su voz e intervengan, sin complejos ni
reticencias, en los foros de debate político y social y en los canales de difusión de la información. Si la utilidad de la
disciplina queda patente a través, por ejemplo, de este compromiso social, se ahuyenta también las dudas
sistemáticas sobre la propia definición, y se asegura la proyección futura de la disciplina y con relación a otras
disciplinas paralelas.

La geografía es el estudio de la producción social del espacio y esta constatación ha propiciado la progresiva
separación entre unos departamentos universitarios cada vez más orientados a las ciencias sociales y otros más
sesgados hacia las ciencias de la tierra. Esto que de entrada parecería positivo, a menudo ha hecho olvidar el
estudio del uso humano del terreno y de los recursos, es decir, el estudio del medio ambiente que requiere un
conocimiento profundo tanto de los procesos físicos como de las prácticas sociales. El objetivo de una geografía
crítica es conseguir que las personas reflexionen sobre la interacción que existe entre el mundo humano de la
experiencia y el mundo físico de la existencia, entre los mundos objetivo y subjetivo de la realidad.

LOS PROCEDIMIENTOS BÁSICOS: AMBITOS, INSTRUMENTOS Y MÉTODOS

Ámbitos y temas de estudio

La geografía implica el estudio de la Tierra en tanto que creación a partir de fuerzas naturales y en tanto que
modificada por la acción humana. La geografía física trata de los procesos naturales y de sus resultados, analizando
el clima, las condiciones meteorológicas, las formas de la superficie terrestre, la formación de los suelos, la ecología
animal y vegetal, etc. La geografía humana trata de la organización espacial de la actividad humana y de las
relaciones de las personas con sus contextos territoriales; ello incluye necesariamente una visión del medio físico
natural, desde el momento en que éste influencia y es influenciado por la actividad humana. Esto significa que la
geografía humana cubre un amplio abanico de fenómenos (desde la producción agrícola a los cambios demográficos,
desde la ecología de las enfermedades humanas hasta la gestión de los recursos, desde la planificación urbanística
al simbolismo de lugares y paisajes) que acostumbran a ser tratados temáticamente (geografía rural, urbana, social,
cultural, económica, política, de la población, ordenación del territorio, etc.).

La geografía regional se ocupa de analizar la forma en que las combinaciones únicas de los factores ambientales y
humanos producen territorios con paisajes de características singulares (de tipo social, cultural, económico). Así, el
concepto clave de región (y también a veces el de lugar) es usado por los geógrafos para tratar partes del territorio
que comparten un buen número de atributos similares en comparación a los atributos que caracterizan otros
territorios en otras partes.

De hecho, lo que distingue la geografía humana no es tanto los fenómenos que estudia sino la forma en que son
tratados. Así, la contribución principal de la geografía humana es interpretar, con relación al amplio espectro de
fenómenos naturales, sociales, económicos, políticos y culturales, cómo y por qué las relaciones geográficas son
importantes. En este sentido, el interés no se basa tanto en la descripción o enumeración de las características de,
por ejemplo, la producción agrícola de la Comunidad Valenciana (su producción y productividad, el paisaje agrario y
los rasgos culturales que genera) sino el papel de la agricultura valenciana en el sistema agrario nacional e
internacional (la interdependencia de las relaciones entre campesinos, distribuidores, transportistas, consumidores,
etc. de la propia zona y de otras regiones).

Métodos e instrumentos de estudio

En general el método de estudio seguido por los geógrafos es similar al de otras disciplinas: se empieza con la
observaci0n y con la subsiguiente recolección de informaciones y datos. El trabajo de campo (reconocimiento del
terreno, encuestas y entrevistas, mediciones y grabaciones, etc.), los experimentos de laboratorio, o las búsquedas
en archivos son, entre otros, procesos habituales para reunir información sobre las relaciones geográficas. Una vez
los datos han sido recogidos el siguiente paso es la visualización o representación (que puede incluir descripciones
escritas, mapas, diagramas, tablas, fórmulas matemáticas, etc.) y que permiten que la información pueda ser
explorada, sintetizada y ofrecida a otros. En la parte central de la investigación está el análisis, ya sea cuantitativo o

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cualitativo, que servirá para descubrir principios y regularidades y establecer relaciones e hipótesis. El
establecimiento de modelos (en tanto que abstracciones de la realidad) pueden ayudar a explicar el mundo real.

Los instrumentos y metodologías de los geógrafos también son similares a los usados por otros científicos sociales y
de las humanidades (análisis interpretativo de datos o de textos, razonamiento inductivo, etc.). No obstante, hay
una herramienta que distingue y caracteriza el trabajo del geógrafo: el mapa. No sólo sirve para presentar
información sino también es una fuente destacada y muy poderosa de análisis.

En los últimos años, los sistemas de información geográfica (SIG) se han convertido en uno de los métodos más
importantes para el análisis geográfico, especialmente en el contexto militar y comercial. Un SIG es una colección
organizada de ordenadores, programas informáticos y datos geográficos que ha sido diseñada para capturar,
almacenar, actualizar, manipular y mostrar información geográficamente referenciada. Además de producir mapas
extremadamente detallados, impensables de realizar por los sistemas de cartografía convencional, uno de los
aspectos más destacados de los SIG es que permiten mezclar información de diferentes fuentes, sobre diferentes
temas y a diferentes escalas, lo que posibilita enfatizar las relaciones espaciales entre los objetos cartografiados.

A pesar del riesgo evidente de manipulación de los datos y de la presentación de los resultados y a pesar también
del peligro de control y dependencia (el acceso a los datos es desigual, y el coste de la maquinaria, los programas y
el aprendizaje sigue siendo prohibitivo para muchos), es cierto que los SIG han contribuido notablemente a
generalizar la necesidad de ser más conscientes de la importancia de nuestra espacialidad y a permitir una mayor
precisión en la expresión de los conceptos fundamentales del análisis espacial: localización, distancia, espacio,
accesibilidad e interacción espacial.

UNA CIENCIA ANTIGUA, UNA PROFESIÓN NUEVA

Los geógrafos y su actividad

La imagen que del geógrafo suelen mantener muchas Personas es que se trata de un personaje que, a fuerza de
acumular conocimientos territoriales, ha llegado a saber "donde está todo": las capitales de los países del mundo,
los ríos, las montañas, los cabos y los golfos, etc. En cierta manera es lógico que sea así, ya que la geografía es,
para la mayor parte de la población, una asignatura escolar, y el geógrafo se identifica exclusivamente con aquel
maestro que, de una forma mecánica y repetitiva, obligaba a memorizar topónimos delante de un viejo mapa.
Hoy los métodos y objetivos de la geografía han cambiado substancialmente y cada vez es menos una asignatura
únicamente descriptiva sino que se potencian los aspectos analíticos y interpretativos, de crítica y de denuncia,
respecto a la realidad y la problemática de nuestro mundo. Continua siendo una disciplina universitaria con
diferentes campos de actuación y especializaciones pero cada vez más individualizada y autónoma respecto otras
ciencias, como por ejemplo la historia, que constituía hasta hace poco un marco en el cual la geografía jugaba un
papel complementario. Además, en nuestro país desde los años 70, y con un notable retraso respecto otros países
de Europa y América, muchos geógrafos han empezado a ejercer su profesión fuera del mundo de la enseñanza. En
un lapso relativamente corto de tiempo (unos quince años), el geógrafo ha pasado de ser casi un perfecto
desconocido para las demás profesiones que trabajan en aspectos territoriales a ser plenamente reconocido y
apreciado por sus aportaciones.

¿Quién necesita la geografía?

Un turista en una ciudad extranjera... un industrial que busca nuevas localizaciones para su empresa... la
administración pública cuando debe desconcentrar sus servicios... Todos ellos pueden beneficiarse de la
investigación y el quehacer de los geógrafos. Realización de mapas, localización de emplazamientos, marketing o
planificación medioambiental, son sólo algunos de los campos en que los geógrafos pueden ayudar a interpretar este
mundo cambiante. Los geógrafos, también a nivel profesional, estudian las características del espacio y de los
procesos que se producen, así como la localización y la ubicación de las actividades en el amplio contexto de las
relaciones interactivas entre las personas y el territorio, entendido éste en tanto que entorno social y físico.
Identifican y analizan los modelos globales que afectan las actividades humanas en un contexto espacial y lo
plasman en diagnosis y propuestas concretas.

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Así pues, la actividad del geógrafo en la su práctica profesional se inserta en un amplio abanico de campos entre los
cuales destacan cartografía, fotointerpretación, teledetección, sistemas de información geográfica, meteorología y
climatología, geomorfología, protección civil, impacto ambiental, estudios sobre el paisaje, análisis y gestión del
medio y de los recursos, prevención de riesgos de catástrofes, planificación de estadísticas, demografía, migraciones
y estudios de población, estudios agrarios, estudios rurales y urbanos, urbanismo, planificación de los transportes,
estudios de localización de actividades, planificación territorial, planificación de inversiones públicas, planificación y
gestión de servicios, delimitación de espacios funcionales, análisis y planificación de actividades turísticas,
delimitación territorial municipal, demarcaciones y divisiones territoriales, geografía política y de la administración,
estudios locales, comarcales y regionales, toponimia, trabajos editoriales, etc.

¿Dónde trabajan los geógrafos?

Al margen de las ocupaciones docentes y de la investigación y reflexión teórica y metodológica, en la actualidad los
geógrafos desarrollan su actividad profesional en las administraciones públicas a menudo ocupando plazas del
cuerpo específico de geógrafos (en ministerios y organismos de investigación y desarrollo vinculados; en los diversos
ámbitos de las administraciones autonómicas y locales: consejerías, direcciones generales, ayuntamientos, consejos
comarcales, entidades metropolitanas y diputaciones, etc.) así como en empresas consultoras y de servicios técnicos
(muchas de ellas formadas esencialmente por geógrafos). Cada vez hay más geógrafos que practican el ejercicio
libre de la profesión o que están vinculados a organizaciones no gubernamentales, gabinetes urbanísticos,
editoriales, etc.

El hecho que los estudios de geografía estén ubicados en el marco de las facultades de Filosofía y Letras o de
Ciencias Sociales comporta ventajas significativas ya que además de permitir una formación amplia en contacto con
otras disciplinas, resulta muy importante para el geógrafo profesional, dado que a menudo su actividad laboral se
realiza en el marco de equipos pluridisciplinares en los que trabaja conjuntamente con arquitectos, urbanistas,
economistas, historiadores, ingenieros, sociólogos, etc.

La definitiva consolidación académica y profesional de los geógrafos en España

En la década de los años 70 es cuando se implanta un plan de estudios específico de geografía y en España
empiezan a aparecer los primeros licenciados en geografía; paralelamente se van perfilando nuevos métodos y
conceptos gracias a la introducción de tendencias y enfoques procedentes del extranjero, especialmente en las
universidades situadas en Madrid y Barcelona y a través de los contactos de los docentes con universidades
europeas y norteamericanas. La fundación de la Asociación de Geógrafos Españoles (en 1977) supone un hito en la
organización profesional y académica de los geógrafos y de cara al reconocimiento social de la disciplina.

Este proceso de expansión de la geografía académica coincide con el crecimiento de la geografía aplicada y de los
geógrafos profesionales, especialmente a partir de 1978 cuando con la asunción plena de la disciplina urbanística
por parte de los ayuntamientos estos pasan a requerir los servicios de los geógrafos o, sobre todo, cuando la
progresiva implantación de los gobiernos autonómicos abre las puertas de la ordenación del territorio, el medio
ambiente, la planificación de los servicios, de las infraestructuras y los equipamientos. La proliferación de geógrafos
trabajando en las administraciones públicas o en libre iniciativa ha generado la aparición de diversas asociaciones de
geógrafos profesionales así como el establecimiento de un colegio oficial.

PARA SABER MÁS:

- COMAS, D. & RUIZ, E. (1993) Fundamentos de los sistemas de información geográfica Barcelona: Ariel
- GOULD, P. (1985) The geographer at work. London: Routledge
- HAGGETT, P. (1990) The geographer's art. London: Basil Blackwell
- JOHNSTON, R.J. (ed) (1993) The challenge for geography. A changing world: a changing discipline. Oxford.
Blackwell
- MORENO, A. & MARRÔN, M.J. (eds) (1995) Enseñar geografia. De la teoría a la práctica Madrid: Síntesis National
Research Council (1997) Rediscovering geography. New relevance for science and society WashingtonDC: National
Academy Press
- ROGERS, A.; VILES, H. & GOUDIE, A. (eds) (1992) The student's companion to geography London: Basil Blackwell

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