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Revise el discurso completo de Sebastián

Piñera en la ceremonia de nombramiento


de su gabinete.
Cuando aún siguen las repercusiones por la incorporación de Jaime Ravinet al gabinete de Piñera,
hay quienes desean revisar palabra por palabra el discurso del Presidente Electo. Por Equipo El
Naveghable.
Sin duda que para ningún chileno el día de ayer le fue indiferente, y es que el nombramiento del
nuevo gabinete de Sebastián Piñera y la designación de Jaime Ravinet como Ministro de Defensa,
generaron el suficiente ruido mediático como para que, 24 horas después, aún estemos habando
del tema.
Es así como decidimos compartir con los lectores de El Naveghable, el discurso que Sebastián
Piñera realizó ayer luego de nombrar a los hombres y mujeres que liderarán su gobierno.
Estas fueron sus palabras, revíselas aquí:
DISCURSO PRESIDENTE ELECTO

SEBASTIAN PIÑERA E.

CEREMONIA DE PRESENTACIÓN DE LOS


FUTUROS MINISTROS DE ESTADO

Santiago, 9 de febrero de 2010

Muy buenas tardes queridas amigas y amigos,


He escogido este edificio lleno de trascendencia, historia y tradición, para comprometernos con el
cambio, el futuro y la esperanza.
En efecto, cuando Chile se apronta a cumplir 200 años de vida independiente, he querido recurrir a
estos muros longevos, testigos privilegiados de nuestros éxitos y fracasos, anhelos y frustraciones,
para dar a conocer al equipo de mujeres y hombres que me acompañarán como Ministros de
Estado a partir del 11 de marzo próximo, en la inmensa y hermosa tarea de conducir los destinos
de Chile y transitar los caminos del futuro.
La elección de este edificio, que hoy es Monumento Nacional, no es casualidad. Se trata de uno de
nuestros museos más significativos. Pero su mayor riqueza no está en los valiosos objetos
materiales que atesora. Está, más bien, en lo que ellos representan: los ideales y sueños por los
que lucharon e incluso murieron tantos compatriotas en los albores de nuestra vida independiente.
Es, en definitiva, un lugar donde viven nuestras mejores tradiciones republicanas y democráticas.
Bajo estos antiguos techos y gruesas paredes nació y dio sus primeros pasos, ni más ni menos,
que nuestra República. Por estos pasillos caminaron los Patriotas que nos enseñaron a amar la
libertad, la igualdad, la amistad cívica y la tolerancia pero que, por sobre todo, nos enseñaron a
amar a Chile con pasión.
Luego de haber servido durante la Colonia como Palacio de la Real Audiencia, fue en este lugar
donde los Padres de la Patria constituyeron el Primer Congreso Nacional y la primera Casa de
Gobierno, hasta que el General Mariano Osorio restableció la autoridad española y reinstaló aquí,
por un breve período, a la Real Audiencia.
Después de la derrota de los Realistas a manos de los Patriotas en las batallas de Chacabuco y
Maipú, fue en este edificio donde se reunió el Cabildo de Santiago para proponer a Bernardo
O’Higgins como primer Director Supremo. Y fue también entre estas paredes donde abdicó. A partir
de entonces, sirvió de sede de Gobierno hasta 1845, cuando el Presidente Manuel Bulnes la
trasladó al edificio de la Casa de Moneda. En los años siguientes acogió a la Intendencia de
Santiago hasta que, casi un siglo después, se transformó en lo que hoy conocemos como el Museo
Histórico Nacional.
Pero hoy día, queridas amigas y amigos, queremos que este edificio deje de dar cuenta de
nuestra historia y se transforme en el lugar desde el cual juntos tomaremos los pinceles y
comenzaremos a dibujar el rostro más hermoso del Chile del Bicentenario.
Desde la tarde del 17 de Enero pasado, cuando las chilenas y chilenos me concedieron el más alto
honor al que un ciudadano de esta tierra puede aspirar, al elegirme Presidente de la República, me
aboqué en cuerpo y alma a escoger un equipo humano de excelencia, con sólida formación e
intachable trayectoria académica, profesional y política. Pero por sobre todo con un profundo amor
por Chile y una férrea honestidad y sentido de servicio público, para navegar mar adentro y en
aguas profundas y enfrentar juntos los enormes desafíos que tenemos por delante.En este proceso
de reflexión no he estado sólo. He consultado y recibido el aporte de muchos a quienes quiero
agradecer sinceramente hoy.
En primer lugar, quiero expresar mis agradecimientos a la Presidenta Michelle Bachelet y a los ex
Presidentes Patricio Aylwin, Eduardo Frei y Ricardo Lagos, de quienes recibí generosas palabras
de estímulo y sabios consejos desde que fuera elegido Presidente. Cada uno de ellos tomó sobre
sus hombros la misma responsabilidad que me apronto a asumir. Y por eso, no he dudado ni
dudaré jamás en consultarlos cada vez que las decisiones de Estado que debamos adoptar así lo
requieran.
Quiero agradecer también a los partidos que conforman la Coalición por el Cambio, muchos de
cuyos principales líderes nos acompañan hoy en esta ceremonia, por la generosidad y libertad con
que me permitieron elegir a cada uno de los futuros Ministros. En todo este período, y más allá de
las trascendentales decisiones que he debido adoptar, sólo he visto generosidad y patriotismo de
parte de sus dirigentes y estoy seguro que podré contar con esa misma actitud y disposición
durante los próximos 4 años.
Y por cierto, quiero agradecer muy sinceramente a cada uno de las 22 mujeres y hombres que van
a integrar nuestro futuro gabinete. Quiero agradecerles su disposición y compromiso a dedicar sus
mejores esfuerzos para construir una patria más libre, más grande, más justa, más próspera y más
fraterna. Sé que muchos de ustedes están dejando atrás destacadas posiciones en la sociedad
civil, en el mundo de la academia, la empresa o el ejercicio libre de la profesión. Sé también que
ustedes y sus familias deberán sacrificar legítimos y merecidos logros y aspiraciones de la vida
privada, para asumir en cuerpo y alma una tarea que muchas veces es ardua, sacrificada e
incomprendida. Pero les puedo asegurar que hay pocas cosas en la vida más gratificantes que el
servicio público y la entrega a los demás, y muy especialmente a quienes más lo
necesitan.Chilenas y chilenos,
Durante esta campaña me comprometí a hacer un gobierno de unidad nacional. Ello no supone
confundir ni desconocer el importante e insustituible rol que le corresponde al gobierno y a la
oposición en una sociedad libre y democrática. Pero sí significa que nunca debemos olvidar que,
más allá de nuestras legítimas diferencias, nos une un profundo amor por Chile.
Me comprometí también a convocar un equipo de colaboradores de excelencia, cercano a la gente,
empapado de sus problemas y, más importante aún, comprometido con sus soluciones. Un equipo
cuyos integrantes fueran seleccionados en base a sus méritos, capacidades y vocación de servicio
público y no por cuoteos ni presione partidistas. Un equipo que, mientras los chilenos duermen,
trabajará incansablemente para que sus hijos tengan un mejor amanecer.
Pues bien, este equipo encarnará la nueva forma de gobernar: un gobierno que reestablezca la
cultura de hacer las cosas bien, la cultura de hacer las cosas en forma honesta y la cultura de
hacer las cosas con un sentido de urgencia.
Se trata de un equipo diverso, de mujeres y hombres libres, jóvenes y no tan jóvenes, militantes e
independientes, de Santiago y regiones, con distintos pasados políticos pero con un objetivo
común: servir incansablemente a los chilenos, especialmente a los más necesitados: los más
pobres, las dueñas de casa, los adultos mayores, los que están sin trabajo y los que viven con
alguna discapacidad. Para que en Chile todos puedan ser protagonistas de su propio destino.
Los chilenos pueden estar seguros que se trata de veintidós personas con auténtica capacidad y
formación académica y profesional, con gran vocación de servicio público y un profundo amor por
Chile. Estoy seguro que este es un gabinete que sabrá estar a la altura de los desafíos del Chile
del siglo XXI.
Pero que nadie se equivoque. No es ni será un grupo de iluminados, que crea saber todas las
respuestas ni tener todas las soluciones. No. Sabemos muy bien que para hacer un buen gobierno
hay que saber escuchar; ponerse en los zapatos de los demás, especialmente de los más débiles;
convencer con argumentos más que vencer con imposiciones; respetar a los adversarios; saber
dialogar y llegar a acuerdos; y estar siempre dispuestos a reconocer y corregir errores y pedir
perdón cuando corresponda.
A todos los futuros ministros les he pedido que se rodeen de equipos de excelencia que nos
permitan enfrentar los desafíos que tenemos por delante y que, sabemos, son muchos y muy
difíciles. Entre ellos destaco:

- recuperar nuestra capacidad de crecimiento y creación de empleos;


- empezar a ganarle la batalla a la delincuencia y el narcotráfico para que la gente honesta
recupere su derecho a vivir en paz y tranquilidad;
- derrotar la pobreza extrema y las desigualdades excesivas;
- profundizar la democracia y aumentar las libertades y participación ciudadana;
- mejorar las pensiones y calidad de vida de nuestros adultos mayores;
- lograr una salud y educación de calidad para nuestras familias y jóvenes;
- tener una política de Estado para el mundo agrícola y las Pymes;
- llevar la cultura y el deporte hasta el último rincón de nuestro país;
- erradicar los campamentos urbanos y construir viviendas de calidad, barrios más felices y
ciudades más amables;
- lograr un desarrollo sustentable con especial cuidado del medio ambiente y la naturaleza;
- potenciar con la inserción internacional de nuestro país.

A partir del 11 de marzo, los chilenos los verán trabajando no sólo en los Ministerios y sacando
adelante proyectos de ley en el Congreso. Los verán también en sus comunas y barrios, cerca de
la gente, donde las papas queman, participando en Consejos Ciudadanos en que cada chilena y
chileno podrá hacer oír su voz.

Amigas y Amigos:
Hace 20 años, cuando la transición a la Democracia daba sus primeros pasos, el ex Presidente
Patricio Aylwin interpretaba el mandato que recibió del pueblo soberano con las siguientes
palabras: “Lo que Chile nos pide es conservar lo bueno, corregir lo malo y mejorar lo regular.
Este es el único método para avanzar en el noble y justo afán de acercar la realidad al ideal”.

Hoy, dos décadas después, cuando damos comienzo a esta segunda transición, la transición
joven, la transición del futuro, la transición que nos permitirá hacer de Chile el primer país de
América Latina que alcance el desarrollo y supere la pobreza, quiero hacer mías las sabias
palabras del Presidente Aylwin: No partimos de cero. Hay mucho camino avanzado pero todavía
nos queda mucho camino por recorrer. Y en este desafío, le pedimos a Dios que nos dé la fuerza y
valor para cambiar lo que debemos y podemos cambiar, la serenidad para aceptar aquello que es
imposible transformar y la sabiduría para distinguir entre ambas.
Y que quede claro, para lograr estos propósitos no sólo no vamos a debilitar al Estado, sino que lo
vamos a fortalecer, porque en muchas áreas hace falta más y mejor Estado. Y en esas áreas su rol
no sólo es esencial, sino además, insustituible. Vamos a darle un rostro más humano y amable
para que todos, cualquiera sea su condición social, origen étnico, opción religiosa o preferencia
sexual, reciban del Estado un trato de calidad, eficaz, digno y oportuno, como el que necesitan y
merecen, sin discriminaciones ni abusos.
Pero al hacerlo, debemos tener conciencia que la libertad supone derechos pero también
responsabilidades. Y en la tarea de sacar adelante a nuestras familias no debemos olvidar el rol
fundamental que le cabe al esfuerzo personal que, en casos necesarios, debe ser apoyado y
complementado por la acción del Estado, pero nunca ahogando ni debilitando la iniciativa y
capacidad de emprendimiento de cada persona.
Estoy seguro que para ello contaremos con la leal y eficaz colaboración de nuestros funcionarios
públicos. Como hijo, hermano y padre de funcionarios públicos, estoy seguro que, en su inmensa
mayoría, son un ejemplo de capacidad, eficiencia, honradez y vocación de servicio público. Ellos
cuentan con todo mi aprecio y confianza. Y por eso hoy quiero pedirles que nos ayuden y se
sumen a este proyecto que es grande y noble. Necesitamos de su capacidad, experiencia y
creatividad para cumplir nuestras metas y acercar el Estado a la gente.
Chilenas y chilenos,
Como les decía al comienzo, he querido presentar nuestro gabinete en este edificio ancestral e
histórico para entroncar nuestro Gobierno con las raíces mismas y las mejores tradiciones de la
República. Quiero que nuestro futuro gobierno se impregne de un genuino espíritu republicano,
democrático y ciudadano. Quiero que, desde hoy mismo, la épica y la mística que habitan entre
estos muros nos acompañen hasta el último día de nuestro mandato.
Y a ustedes, futuros ministros, les digo: los desafíos que tenemos por delante son demasiado
grandes para permitirnos siquiera perder un minuto.
Es nuestra responsabilidad guiar a Chile hacia nuevas cumbres, cuyos senderos nunca están
pavimentados. Sabemos que el desafío no será fácil, que deberemos sortear mil obstáculos. Que
muchas veces tropezaremos en la ruta pero que siempre tendremos la fuerza y voluntad para
ponernos de pie y volver a caminar.
Queridos ministros electos,
Nunca olviden, sobretodo en los momentos más duros en sus futuras tareas, que en nuestra noble
y hermosa historia han sido miles y miles las mujeres y hombres que sacrificaron mucho más que
la comodidad de una vida serena y próspera por servir a la Patria.
No podemos claudicar. No debemos resignarnos. Las responsabilidades y desafíos son grandes y
el tiempo nos apremia. Pero tenemos lo fundamental: las ganas, la voluntad y, lo más importante,
un pueblo esperanzado y comprometido con ganar estas batallas que nos permitirán alcanzar el
desarrollo, superar la pobreza y crear un país de verdaderas oportunidades, seguridades y valores,
que nos dé a todos una vida más plena y feliz.
Compatriotas,
Este es nuestro futuro gabinete. A partir de hoy quiero que recuerden siempre las palabras del gran
Benjamín Vicuña Mackenna a los soldados que partían a la guerra del Pacífico, dichas, quizás,
entre medio de estos mismos muros: que cuando se trata de luchar por la Patria, debemos hacerlo
“en medio de mil fatigas, bajo un sol abrasador, entre movedizas arenas, luchando con la
soledad, con el sueño y con la muerte”.
Señoras y señores ministros,
Manos a la obra. Los espero mañana muy temprano para dar un paso más en esta noble y
hermosa misión.
Muchas gracias.

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