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Por último, hay que dejar constancia de que en este trabajo se defiende desde
el ámbito jurídico-penal, un concepto estricto o restringido de delincuencia
juvenil, comprensivo únicamente de aquellas infracciones que constituirían
delito o falta, según el Código penal, si hubieran sido cometidas por un adulto.
1. Consideraciones generales
La criminalidad juvenil es una manifestación específica de la edad. Los jóvenes
comenten actos en su mayoría sin planearlos, por lo que su delincuencia
parece a primera vista menos grave y más sencilla que la de los adultos. La
delincuencia juvenil se caracteriza por ser una delincuencia expresiva e
instrumental que busca el placer inmediato por recreación o por rebeldía,
demanda aventura, emoción, excitación, en una palabra, satisfacer sus deseos
aunque sea en forma hostil o dañosa.
2.1. Características
Aunque no hay una definición consensuada, se puede entender por banda
juvenil (gang) un grupo de jóvenes unidos de forma permanente por mutuos
intereses con las siguientes características: un nombre y una simbología que
haga reconocible a la banda, un líder identificable, un territorio geográfico bajo
su control, un lugar de reunión regular, e implicación en actividades delictivas.
El porqué se unen los jóvenes a las bandas se debe a una seria de factores
difíciles de ordenar. Diversos estudios e investigaciones han señalado, entre
otros:
2º. Factores de riesgo asociados con los miembros de las bandas han sido
identificados con relativa seguridad. Por tanto, las estrategias de prevención e
intervención deben tener como objetivo prioritario los jóvenes que se
encuentran en estas situaciones de riesgo.
Una vez asumidos estos presupuestos se pueden llevar a cabo los siguientes
tipos de programas de prevención:
Además de estos factores estructurales, otros autores han destacado como los
factores culturales también juegan un papel en la participación criminal. Una
versión muy extendida de la teoría cultural puede ser la teoría de SELLIN sobre
el conflicto cultural. Los inmigrantes al mantener como normas de referencia
y de comportamiento los de su cultura de origen, pueden entrar en conflicto con
las normas sociales y culturales de los países a los que emigran.
Aunque puede parecer raro, los estudios reflejan una más alta de criminalidad
de estos jóvenes inmigrantes que sus progenitores inmigrantes e incluso que
los nacionales del país. Diversos estudios sostienen que el conflicto cultural se
manifiesta con más fuerza en la segunda generación de inmigrantes, que se
encuentra expuesta a normas confrontadas. La segunda generación debe por
tanto integrar dos fuentes de normas muy diferentes, lo que genera conflictos
culturales en muchas ocasiones, ya que se encuentran situados entre dos
modelos de socialización, que frecuentemente se muestran como opuestos o
enfrentados. Por un lado, la segunda generación tiende necesariamente a
continuar con el legado cultural de sus progenitores, mientras que por otro lado
comienza un proceso de asimilación cultural de las normas y costumbres del su
ya nuevo país. La asimilación cultural aparentemente debilita el impacto de los
controles sociales tradicionales en las comunidades de inmigrantes, al romper
el sentimiento de identidad entendido como la pertenencia a un grupo social
cohesionado con unas características sociales y culturales comunes.
Sin embargo, pese a que las tasas de delincuencia de los inmigrantes no son
tan altas como pudiera esperarse, no es menos cierto que si observamos las
estadísticas policiales, las detenciones de menores inmigrantes han
experimentado un fuerte aumento. Esto puede deberse, en parte, al alto
número de menores extranjeros denunciados en comparación con los
nacionales y a la mayor probabilidad de ser detenidos y condenados.
De los datos elaborados por el Ministerio del Interior en el año 2003 sobre
menores de 18 años detenidos por grupos de edad y tipo penal se pueden
extraer algunas primeras consideraciones de ciertas importancia: un aumento
cuantitativo del volumen de la delincuencia según va aumentando la edad de
los menores, independientemente del sexo.
b) Los delitos contra la libertad sexual. Los delitos contra la liberta sexual
cometidos por menores de 14 años e incluso por menores de 16 años,
consisten generalmente en pequeños abusos sexuales. Según vaya en
aumento la edad de los jóvenes, unido a su mayor desarrollo sexual y físico, ira
aumentando la gravedad de los actos contra la libertad sexual.
Un dato que se observa con claridad meridiana es que los delitos que más
frecuentemente cometen los jóvenes son contra la propiedad, lo que se
desprende de la constatación de las cifras siguientes: el mayor número de
detenidos se aprecia en la sustracción de vehículos, seguido por los robos con
fuerza en las cosas.
2. Criminalidad detectada. El estudio mediante autoinforme de Rechea et
al.
Para paliar este hándicap vamos a mencionar los aspectos más relevantes que
ofrece la primera investigación empírica sobre delincuencia juvenil a nivel
nacional, por medio de la técnica de autoinforme, llevada a cabo por la Unidad
de Criminología de la Universidad de Castilla-La Mancha en el año 1992.
Entre aquellas conductas con una mayor tasa de prevalencia (tasa de sujetos
que han realizado una conducta delictiva o problemática), destaca en primer
lugar el consumo de alcohol. A continuación se sitúan conductas consideradas
problemáticas o conductas antisociales relacionadas con los jóvenes: faltar al
colegio (47.8%), conducir sin permiso (42,2%), viajar en transportes públicos
sin pagar (33,7%) y fugarse de casa (5,5%).
Las infracciones contra la propiedad son las más numerosas y las más
cometidas por los jóvenes. Son: robar en tiendas (23,2%), allanamiento 21,7%);
robar en el colegio (14,4%); comprar objetos robados (12,8%).
De estas conductas, la más precoz es robar en el colegio y robar en casa con
una media de 12,4 y 12,8 años respectivamente, como edad de inicio.
Otro factor a considerar debe ser el mayor rigor por parte de los agentes de
control social formal en la persecución de este tipo de delincuencia. No cabe
duda que la especialización policial, con la creación de los Grupos de Menores
(GRUME) ha repercutido en un mayor conocimiento y operatividad, lo que ha
podido redundar en un aumento de las detenciones de menores delincuentes.
Este fenómeno se debe en gran parte a la creación de los Juzgados de
Menores, a la especialización de Jueces y Fiscales y a la mayor dedicación de
los nuevos Jueces.
El vivir en una sociedad de consumo, en la que tanto tienes tanto vales, incita a
muchos jóvenes de ámbitos sociales medio y medio-alto a conductas delictivas
para conseguir aquello que les es negado por sus padres. Si además añadimos
una liberalización y relajación en las costumbres nos encontramos con unos
niños y adolescentes de clase media y alta que, al tener casi todo lo que
desean, en seguida se aburren y pasan su tiempo de ocio con los amigos
inventando actividades de riesgo y emocionantes, que en muchos casos
chocan de lleno con la ley.
Actividad preventiva realizada antes del delito a través del sistema penal: se
puede definir de esta forma el efecto intimidante derivado de la existencia
misma de la ley penal y de su aplicación a la generalidad de los ciudadanos o a
una categoría particular de ellos (prevención general).
2. Métodos de evaluación
1. Prevención primaria
1.2. Programas de prevención con niños en edad escolar. The Seattle Social
Development Project
CLARKE identifica una serie de técnicas para reducir la oportunidad del delito,
denominadas Técnicas de prevención situacional que clasifica en 16
categorías divididas en cuatro grandes grupos.
Cuatro son las técnicas mencionadas en este primer grupo cuyo principal
objetivo es incrementar notablemente el esfuerzo del delincuente en el
momento de cometer el delito, para que ante esas dificultades desista del
mismo. La primera implica un endurecimiento de los objetivos, mediante
barreras físicas, como cerrraduras, candados, etc.; la segunda, el control de
accesos, implica medidas destinadas a excluir potenciales delincuentes de
lugares como oficinas, fábricas o edificios de viviendas, mediante conserjes,
porteros automáticos, llaves electrónicas de acceso a los garajes, o control de
acceso mediante el uso de números electrónicos de identificación personal; la
tercera se refiere a la desviación de potenciales delincuentes, que es una
medida que trata de reducir la convergencia en especio y tiempo de
delincuentes motivados; y la última supone el control de facilitadores, es decir,
de aquellos elementos que pueden facilitar la comisión de ciertos delitos como
la prohibición de vender alcohol en gasolineras (para reducir los accidentes de
tráfico).
(3) Legitimidad moral del modelo. Los críticos han señalado que este
paradigma de prevención nos lleva a un modelo de sociedad orwelliana y
clasista en la que, por un lado, el Estado y las grandes corporaciones tendrían
un poder omnímodo de intrusión y la legitimación moral para ello (con la excusa
de la prevención del delito), y por otro, los ciudadanos con medios económicos
suficientes se protegerían con innumerables medidas de seguridad como
señores feudales.