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XIX)
TEMA 3: LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII
1. LA MONARQUIA ABSOLUTA DE LOS BORBONES
El absolutismo es la última fórmula del poder político del Antiguo Régimen. Apareció en
Francia durante el siglo XVII como resultado de la evolución de la monarquía autoritaria,
que en España estuvo encarnada por la dinastía de los Austrias. La llegada al trono
español de la dinastía francesa de los Borbones significó la implantación de dicha fórmula
política en nuestro país.
a) Causas internas:
a. Descontento por la colonización española.
b. Corrupción administrativa.
c. Mal trato a los indígenas.
d. Expulsión de los jesuitas (labor importante en América)
e. Prosperidad económica que permite la aparición de una burguesía criolla
fuerte.
f. Monopolio español de la economía/comercio americanos.
g. Guerra de la Independencia española vacío de poder ocupado por
JUNTAS de autogobierno.
h. Desigualdad españoles/criollos.
b) Causas externas:
a. Influencia de la Ilustración y del liberalismo.
b. Ejemplo de la Revolución:
i. Americana.
ii. Francesa.
c) Capitanía de Chile:
a. Líder: Sanmartín.
b. Territorios: Chile.
a. Líder: Sanmartín.
e) Virreinato de Perú:
a. Líder: Bolívar.
b. Territorio: Perú.
-El Carlismo recogía una ideología tradicionalista y antiliberal y su lema era “Dios,
Patria y Fueros” y defendía la legitimidad dinástica de Don Carlos, la monarquía
absoluta, la preeminencia social de la Iglesia, el mantenimiento del Antiguo
Régimen y la conservación de un sistema foral particularista y estaba apoyado por
el clero, la pequeña nobleza agraria y con una amplia base social campesina.
-La causa isabelina contó con el apoyo de la alta nobleza, los funcionarios y parte
de la jerarquía eclesiástica. Más adelante contó con el apoyo de la burguesía y los
sectores populares de las ciudades a cambio de acceder a las demandas de los
liberales que exigían el fin del absolutismo y del Antiguo Régimen.
-La disolución del régimen señorial, que implicó la pérdida de las atribuciones
jurisdiccionales de los señores, aunque mantuvieron la propiedad de las
tierras.
-La desvinculación, que significo el fin de los patrimonios unidos a una familia
o institución, y sus propiedades fueron libres para poder venderlas.
-La desamortización había sido medio para conseguir recursos para el Estado.
Los bienes desamortizados fueron puestos a la venta pública a la que podían
acceder todos los particulares. Mendizábal pretendía así conseguir los recursos
necesarios para financiar al ejército, recuperar vales de duda pública y
aminorar el grave déficit supuestario de Estado, y al mismo tiempo los nuevos
compradores constituían unos sólidos apoyos sociales al liberalismo
Soberanía: Nacional
Carácter: Progresista
Relación Iglesia/Estado: Aconfesional (pero mantenimiento estatal
del culto y el clero)
Declaración de derechos: Muy amplia
Separación de poderes: Legislativo: 2 cámaras: congreso y senado.
(El senado elegido por el rey)
Ejecutivo: Rey y ministros
Judicial: tribunales
2.5 LA ALTERNANCIA EN EL PODER (1837-1843)
Los moderados en el gobierno (1837-1840)
En esta etapa del gobierno, los moderados intentaron desvirtuar los elementos más
progresistas de la legislación de 1837 y en 1840prepararon una ley electoral más
restrictiva y una ley de Ayuntamientos que dio a la corona la facultad de nombrar a
alcaldes de las capitales de provincia. Además pretendían devolver los bienes
expropiados al clero y reimplantar el diezmo.
Los moderados
Los progresistas
4. LA DÉCADA MODERADA
Tras la caída de Espartero en 1843 y la proclamación de la mayoría de edad de Isabel II, los
moderados accedieron al poder con el apoyo de la Corona. Se inició así un período de
gobiernos moderados que duró diez años y que finalizó en 1854 mediante el pronunciamiento
militar progresista conocido como la “Vicalvarada”.
La Constitución de 1845
El gobierno aprobó la nueva Constitución de 1845 que recogió las ideas básicas del
moderantismo: soberanía conjunta entre el rey y las cortes, ampliación del poder
ejecutivo y disminución del legislativo, restricción del derecho de voto e institución de
un Senado no electivo. Ayuntamientos y diputaciones se sometieron a la
Administración central y se suprimió la Milicia Nacional. Se declaró a la religión católica
la oficial del Estado y se acordó el mantenimiento del culto y del clero. Un decreto de
1845 reguló la libertad de imprenta y suprimió el jurado para este tipo de delitos, es
decir, estableció control gubernamental sobre la prensa. Al año siguiente, la ley
electoral de 1846, planteó un sufragio censitario muy restringido que no llegaba al 1 %
de la población.
Los moderados intentaron mejorar la relación con la Iglesia, que se había mostrado
contraria al liberalismo por sus reformas. En 1851 se firmó un Concordato con la Santa
Sede, donde se establecía la suspensión de la venta de los bienes eclesiásticos
desamortizados y el retorno de los no vendidos.
El temor a que una mayor centralización diera lugar a un rebote del levantamiento
carlista, mantuvo en el país vasco y Navarra los ayuntamientos forales y las Juntas
Generales, pero trasladó las aduanas a los Pirineos.
El gobierno presentó la ley del trabajo (que introducía algunas mejoras) pero la
creciente conflictividad social retrajo y atemorizó a las clases conservadoras. Además
las discrepancias dentro de la coalición gubernamental entre el progresismo más
moderado y el más radical se agudizaron. Espartero dimitió y la reina confió el
gobierno a O’Donell quien reprimió duramente las protestas. Es significativo el hecho
de que el propio O’Donell ayudase a derribar al gobierno que él había colocado en el
poder dos años antes.
La crisis financiera, provocada por la bajada del valor de las acciones en Bolsa, se originó a raíz
de la crisis de los ferrocarriles. Además la crisis financiera coincidió con una crisis industrial.
La crisis de subsistencia se inició en 1866 y la causó una serie de malas cosechas que
provocaron la escasez de trigo, alimento básico de la población española. Los precios
empezaron a subir, el coste del pan sufrió por consiguiente un aumento, y lo mismo ocurrió
con otros productos básicos para la alimentación. La combinación de las dos crisis (agrícola e
industrial) agravó la situación. En el campo el hambre condujo a un clima de fuerte violencia
social. En las ciudades, la consecuencia fue una oleada de paro que provocó un descenso del
nivel de vida de las clases trabajadoras.
1.2. EL DETERIORO POLÍTICO
A mediados de la década de 1860, gran parte de la población española tenía motivos de
descontento contra el sistema. Tras la revuelta de sargentos del cuartel de San Gil y su dura
represión, O’Donell fue apartado del gobierno por la reina y los del partido moderado
continuaron gobernando por decreto, cerraron las Cortes e hicieron oídos sordos a los
problemas del país.
Al pacto se sumaron los unionistas tras la muerte de O’Donell. Esta adhesión fue fundamental
para el triunfo de la revolución y para definir su carácter. Pero el carácter conservador redujo
el levantamiento a un simple pronunciamiento militar, por mucho que las proclamas y los
manifiestos hablaran de revolución y utilizaran las reivindicaciones de libertad y justicia social.
Además del pronunciamiento militar y de los hechos bélicos, en la revolución tuvieron gran
protagonismo las fuerzas populares dirigidas por un sector de los progresistas, demócratas y
los republicanos. En muchas ciudades se constituyeron Juntas revolucionarias que organizaron
el levantamiento y lanzaron llamamientos al pueblo, pero el radicalismo de algunas propuestas
de las Juntas revolucionarias no era compartido por los dirigentes unionistas y progresistas, así
que estos propusieron a la Junta revolucionaria de la capital (sin consultar con las provinciales)
el nombramiento de un gobierno provisional centrista. El general Serrano fue proclamado
regente, y el general Prim presidente de un gobierno progresista y unionista que marginaba al
resto de fuerzas políticas. El nuevo ejecutivo ordenó disolver las Juntas y desarmar la Milicia
Nacional.
Las Cortes se reunieron en el mes de febrero y crearon una comisión parlamentaria encargada
de redactar una nueva Constitución. La Constitución de 1869 fue de carácter democrático y
estableció un régimen de derechos y libertades: derechos de manifestación, reunión y
asociación, libertad de enseñanza e igualdad para obtener empleo y libertad para profesar de
manera pública o privada cualquier religión (aunque el Estado debía mantener el culto
católico). La constitución también proclamaba la soberanía nacional. El Estado se declaraba
monárquico pero la potestad de crear leyes únicamente residía en las Cortes. Las Cortes se
componían de un Congreso y un Senado que se reunirían a la vez. Las provincias de ultramar,
Cuba y Puerto Rico, gozaban de los mismos derechos que las peninsulares, mientras Filipinas
se gobernaba por una Ley especial.
Pero el problema más grave era el caótico estado de la Hacienda. Además, la crisis de los
carriles sólo se solucionaría utilizando recursos públicos para subvencionar a las compañías
ferroviarias. Todo ello se pretendió solucionar mediante la ley de minas, una medida que
ofrecía facilidades a la entrada de capitales exteriores. Con los ingresos obtenidos de la
desamortización del subsuelo se hizo frente a la devolución de los préstamos.
La última gran acción sobre la economía fue la liberalización de los intercambios exteriores
mediante la Ley de Bases Arancelarias que ponía fin a la secular tradición proteccionista de la
economía española.
2.4. LA FRUSTRACIÓN DE LAS ASPIRACIONES
POPULARES
La Constitución de 1869 consolidó un régimen político liberal democrático que inspiró a los
impulsores de la revolución de septiembre del 68, pero frustró algunas de las aspiraciones de
otros grupos políticos.
La mayoría de los sectores descontentos se inclinaron hacia las posiciones más radicales y
apolíticas (internacionalismo). Las ideas internacionalistas llegaron a España gracias a la
ampliación de las libertades públicas otorgadas por el Gobierno provisional. La expansión de
las ideas vinculadas abrió una nueva etapa y condujo a la organización del proletariado y del
campesinado alrededor de nuevas organizaciones de clase, alejadas de los partidos clásicos.
Prim recurrió al ejército para contener estos levantamientos y a finales del 69 el movimiento
republicano federalista fue vencido, aunque dejó huellas y en los siguientes años surgieron
más insurrecciones.
Saboya estableció el sufragio universal y algunas libertades políticas, pero su reinado se vio
marcado por dificultades constantes.
4.3. UNA PERMANENTE INESTABILIDAD
Amadeo I siempre obtuvo oposición por parte de los moderados, que continuaban fieles a los
Borbones y éstos empezaron a organizar la restauración borbónica en la persona del príncipe
Alfonso. Cánovas del Castillo (líder del grupo) captó a los disidentes unionistas y progresistas y
les convenció de que la monarquía borbónica garantizaría el orden y la estabilidad frente al
excesivo liberalismo de la monarquía de Saboya. Además contaron el apoyo de la Iglesia y de
la élite del dinero.
Los carlistas se reorganizaron como fuerza política y la llegada de Saboya junto con la
desaparición de Isabel II les dio la excusa para sublevarse e intentar sentar en el trono a Carlos
VII. Esto no supuso un verdadero peligro pero formó más problemas e inestabilidad. Mientras,
una parte del carlismo se consolidó como fuerza política ultra católica y opuesta a la nueva
monarquía.
A parte, se produjo un conflicto en Cuba (grito de Yara) dirigido por criollos que contaron con
el apoyo popular al prometer el fin de la esclavitud en la isla y la guerra se convirtió en un gran
problema.
A pesar de todo, la República se recibió con entusiasmo entre las clases populares, que
creyeron que había llegado el momento de cumplir sus aspiraciones de cambio social. Los
federales constituyeron Juntas revolucionarias para desplazar de la Administración a los
antiguos cargos monárquicos.
Gran parte de los dirigentes del Republicanismo Federal estaban lejos de las aspiraciones
revolucionarias de las bases de su partido y disolvieron las Juntas y reprimieron las revueltas
populares. Una vez pacificado el panorama, se convocaron elecciones a Cortes y ganaron los
republicanos.
El aspecto más novedoso era la estructura del Estado. La Nación española se componía por 17
Estados y declaraba que el poder emanaba de municipios, Estados regionales y Estado Federal.
Los Estados regionales tendrían autonomía política, económica y administrativa (compatible
con la existencia de la Nación) y elaborarían sus constituciones (compatibles con la del Estado
federal). Pero todo quedó en un proyecto que no llegó a desarrollarse.
También continuó la Guerra en Cuba que iniciada en 1868 seguía extendiéndose y cuya
situación la República fue incapaz de resolver, pero intentó dar una solución al problema con
el proyecto de estructuración federal del Estado que consideraba a Cuba y Puerto Rico como
un territorio más de la Federación española.
El presidente Pi y Margal se opuso a sofocar la revuelta por las armas y dimitió siendo
sustituido por Nicolás Salmerón quien inició una acción militar contra el movimiento
cantonalista, y excepto en Cartagena, la intervención militar acabó con la insurrección pero
otorgó un inmenso poder a los generales que asumieron la represión y volvió a colocar al
ejército en el papel único asegurador del orden y barrera contra la revolución.
Salmerón dimitió al sentirse incapaz de firmar las penas de muerte impuestas por la actividad
militar contra activistas cantonalistas. La presidencia pasó a Emilio Castelar (dirigente del
republicanismo unitario) y entonces la República comenzó un desplazamiento hacia la
derecha. Castelar consiguió plenos poderes de las Cortes para reorganizar el ejército, obtener
un crédito y gobernar con el Parlamento cerrado.
El poder pasó, en los siguientes meses, a manos de una coalición de unionistas y progresistas al
mando del general Serrano, que intentó estabilizar un régimen republicano de carácter
conservador. Pero la base social que podía apoyar este proyecto ya había optado por la
solución Alfonsina, que provocó la vuelta del hijo de Isabel II, Alfonso XII.
En diciembre del 74, el pronunciamiento militar de Arsenio Martínez Campos proclamó rey de
España a Alfonso XII. Ese mismo mes Alfonso XII había firmado el Manifiesto de Sanhurst,
redactado por Cánovas del Castillo, que sintetizaba el programa de la nueva monarquía
absoluta, régimen conservador y católico que garantizaría el funcionamiento del sistema
político liberal y restablecería la estabilidad política y el orden social.
TEMA 9: LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA (1875-1898)
1. EL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN
El pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874, acogido favorablemente por el
ejército y las fuerzas políticas conservadoras, significó la restauración de la monarquía en la
persona de Alfonso XII, el único hijo varón de Isabel II. El político clave del momento fue
Antonio Cánovas, que asumió la regencia hasta el regreso del rey en enero de 1875.
La primera medida política fue la convocatoria de elecciones para unas Cortes constituyentes.
Pese a que Cánovas no era partidario del sufragio universal, dispuso que las primeras
elecciones del nuevo régimen se hiciesen por este sistema, pero luego se volvería al censitario.
Las Cortes eran bicamerales y estaban formadas por el Senado y el Congreso. La Constitución
también proclamaba la confesionalidad católica del Estado (aunque permitía otras creencias
mientras fuera en privado) y se restableció el presupuesto para financiar el culto y el clero.
La consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la abolición definitiva del régimen foral,
sin embargo se estipuló un sistema de conciertos económicos que otorgaba un cierto grado de
autonomía fiscal a las Provincias Vascas.
El final de la guerra carlista permitió acabar antes con la insurrección cubana. Como resultado
de la actuación militar y de la negociación con los insurrectos se firmó la Paz de Zanjón que
incluía una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud y la promesa de reformas políticas y
administrativas por las que Cuba tendría representantes en las Cortes españolas.
La alternancia regular en el poder entre las dos opciones dinásticas tenía como objetivo
asegurar la estabilidad institucional.
La adulteración del voto era habitual en todas las elecciones, que se logró mediante es
restablecimiento del sufragio censitario y por la manipulación y las trampas electorales.
Los caciques eran personas notables, a menudo ricos propietarios que daban trabajo a
jornaleros y que tenían una gran influencia en la vida local (a nivel social y político). Con su
influencia los caciques orientaban la dirección del voto. Los caciques manipularon las
elecciones continuamente de acuerdo con las autoridades. El conjunto de trampas electorales
que alteraban los resultados se conoce como pucherazo. Para conseguir la elección del
candidato, no se dudaba en falsificar en censo (incluyendo a personas muertas o impidiendo
votar a las vivas), manipular las actas electorales, comprar votos, amenazar al electorado con
coacciones de todo tipo e incluso emplear la violencia para atemorizar a los contrarios.
Partido Republicano Posibilista, dirigido por Emilio Castelar, que evolucionó hacia posturas
moderadas ya que creía que la Restauración garantizaría el orden social y consideró posible
que la monarquía asumiese algunos de los principios democráticos.
Partido Republicano Progresista, dirigido por Ruiz Zorrilla, era un partido radical que no
descartaba la acción violenta contra la monarquía y que llegó a tener influencia en algunos
militares.
Partido Republicano Centralista, dirigido por Salmerón, que se separó de Ruiz Zorrilla por su
acción violenta.
Partido Republicano Federal, dirigido por Pi y Margal, que seguía fiel a las ideas iniciales del
republicanismo.
Los republicanos consiguieron rehacerse de su descalabro electoral cuando por primera vez en
la restauración hubo una minoría republicana en las Cortes. El sufragio universal comportó
cierta revitalización del republicanismo y estimuló la formación de la Unión Republicana, que
agrupó a las distintas familias republicanas excepto a los posibilistas. Pero el republicanismo
tuvo que luchar por los votos populares en competencia con el nuevo obrerismo representado
por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
3.2. LA RECONVERSIÓN DEL CARLISMO
El Carlismo entró en crisis y además la Constitución de 1876 descartaba de la sucesión al trono
a la rama carlista de los Borbones. La dirección del Carlismo tardó en readaptar su actitud.
Cándido Nocedal se convirtió en el jefe del Carlismo y extendió los círculos carlistas por todo el
país y la renovación del partido la llevó Juan Vázquez de Mella, quien propuso un programa
adaptado a la nueva situación política (Acta de Loredán). La propuesta carlista renovada
mantenía la vigencia de antiguos principios como la unidad católica, el fuerismo, la autoridad
del pretendiente carlista y la oposición a la democracia, pero ya no se manifestaba a favor de
Antiguo Régimen y aceptaba el nuevo orden liberal-capitalista.
Pero dentro del partido carlista había problemas y finalmente hubo una escisión y se fundó el
Partido Católico Nacional (cuyo líder fue Ramón Nocedal) que dejó de reconocer a Carlos y se
convirtió en un partido católico integrista.
Partido Democrático-monárquico.
Izquierda dinástica.
4. EL SURGIMIENTO DE NACIONALISMOS Y
REGIONALISMOS
En el último cuarto del siglo XIX comenzó en España el ascenso de movimientos de carácter
regionalista o nacionalista. Grupos de intelectuales, políticos, periodistas y hombres de
negocios empezaron a proponer en ciertas regiones españolas, primero en Cataluña, el País
Vasco y Galicia, pero más adelante también en Valencia, Andalucía y Aragón, políticas
contrarias al uniformismo y al centralismo estatal propios del liberalismo español.
A mediados del siglo XIX nació un nuevo movimiento conocido como la Renaixença, cuyo
objetivo era la recuperación de la lengua catalana.
Un paso muy importante en la consolidación del catalanismo político fue la elaboración de las
Bases de Manresa, un documento producido por la Unió Catalanista que proponía la
consideración de Cataluña como una entidad autónoma dentro de España. El regionalismo
pasó a convertirse en nacionalismo.
La burguesía catalana quería tener su propia repetición política al margen de los partidos
dinásticos y se creó la Lliga Regionalista. El nuevo partido aspiraba a participar activamente en
la política y tener representantes que defendiesen los intereses del catalanismo.
Sabino de Arana (principal propulsor) pensaba que los maketos (inmigrantes) ponían en
peligro el euskera, las tradiciones y la etnia vasca.
Arana creó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y popularizó un nuevo nombre para su patria
“Euskadi”, una bandera propia y propuso un lema para el partido: “Dios y ley antigua”.
El partido era católico, defendía la tradición y pretendía impulsar la lengua y las costumbres
vascas y tenía un sentido xenófobo.
5. LA GUERRA DE ULTRAMAR
En 1895 estalló en Cuba una nueva insurrección, a la que se sumó más adelante la rebelión de
las islas Filipinas. Después de una corta guerra con Estados Unidos, en 1898, España perdió sus
últimos territorios coloniales y quedó inmersa en una grave crisis política y moral.
Partido Autonomista (cubanos) que pedía autonomía para la isla, propugnaba un programa de
reformas políticas y económicas sin llegar a la independencia.
Unión Constitucional.
En 1891 el gobierno español elevó las tarifas arancelarias para los productos importados a la
isla que no procedieran de la península. El presidente norteamericano manifestó su protesta y
amenazó con cerrar las puertas del mercado estadounidense al azúcar y al tabaco cubano si el
gobierno español no modificaba su política arancelaria en la isla. Al temor de una nueva
insurrección independentista, se sumó el recelo a que ésta contara con el apoyo de EEUU.
En el plano militar, la guerra no favorecía a los soldados ya que se desarrollaba en plena selva y
contra fuerzas muy extendidas por el territorio, además el mal aprovisionamiento, la falta de
municiones y las enfermedades tropicales causaron gran mortandad en las tropas, haciendo de
la victoria final un objetivo cada vez más difícil de alcanzar.
En 1897 tras el asesinato de Cánovas y conscientes del fracaso de Weyler, el nuevo gobierno
liberal le destituyó y puso al mando al general Blanco. Además inició una estrategia de
conciliación, decretó la autonomía de Cuba, el sufragio universal masculino, la igualdad de
derechos entre insulares y peninsulares y la autonomía arancelaria. Pero las reformas llegaron
demasiado tarde.
Paralelamente al conflicto cubano, se produjo una rebelión en las Islas Filipinas, donde había
una escasa inmigración española y contaba con una débil presencia militar, que se veía
reforzada por un contingente de misioneros de las principales órdenes religiosas. Los intereses
económicos eran menores que en Cuba, pero se mantenían por su producción de tabaco y por
ser una puerta de intercambio con Asia.
España perdió ante Estados Unidos en Cuba y Filipinas así que en diciembre de 1898 se firmó la
Paz de París por la cual España se comprometía a abandonar Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que
pasaron a ser protectorado norteamericano.
Pero la crisis del 98 fue fundamentalmente moral e ideológica. La derrota sumió a la sociedad y
a la clase política en un estado de desencanto y frustración ya que relegó a España al papel de
potencia secundaria. Además la prensa extranjera presentó a España como una “nación
moribunda” con un ejército ineficaz, un sistema político corrupto y unos políticos
incompetentes.
6.2. EL REGENERACIONISMO
El fracaso de la revolución de 1868 hizo que los intelectuales progresistas lo consideraran
como pérdida de la gran ocasión para modernizar el país. Este grupo de intelectuales se reunió
en la Institución Libre de Enseñanza, que estaba profundamente influida por el Krausismo, la
cual fue una gran impulsora de la reforma de la Educación en España.
La derrota militar tuvo consecuencias en el ejército, ya que la opinión pública le acusaba del
desastre. Frente al antimilitarismo, parte de los militares se inclinó hacia posturas más
autoritarias e intransigentes, atribuyendo la derrota a los políticos. Los militares creían que
debían tener más presencia y protagonismo en la vida política del país. Este sentimiento fue
aumentando y finalmente hubo un golpe de Estado, por parte de Primo de Rivera, que dio
lugar a una dictadura.