Professional Documents
Culture Documents
c
Otros causas pueden ser trauma o lesión craneana, alta presión arterial, infección,
tumores, aterosclerosis (una enfermedad de los vasos sanguíneos donde las grasas se
acumulan dentro de las paredes arteriales) y otras enfermedades del sistema vascular,
fumar cigarrillos y el abuso de drogas. Algunos investigadores han especulado que los
anticonceptivos orales pueden aumentar el riesgo de desarrollar aneurismas.
Los aneurismas que son consecuencia de una infección en la pared arterial se llaman
aneurismas micóticos. Los aneurismas relacionados con el cáncer a menudo se asocian
con tumores primarios o metastáticos de la cabeza y el cuello. El abuso de drogas,
particularmente el consumo habitual de cocaína, puede inflamar los vasos sanguíneos y
llevar al desarrollo de aneurismas cerebrales.
c
c
Los aneurismas cerebrales pueden producirse en cualquiera, a cualquier edad. Son más
comunes en adultos que en niños y levemente más comunes en las mujeres que los
hombres. Las personas con ciertos trastornos heredados también corren mayor riesgo.
Todos los aneurismas cerebrales tienen potencial de ruptura y causan sangrado dentro
del cerebro. La incidencia informada de aneurisma roto es alrededor de 10 de cada
100,000 personas por año (cerca de 27,000 pacientes por año en los EE.UU.),
comúnmente en las personas entre 30 y 60 años. Los factores de riesgo posibles de
ruptura son hipertensión, abuso de alcohol, abuso de drogas (particularmente cocaína), y
el cigarrillo. Además, el estado y tamaño del aneurisma afectan el riesgo de ruptura.
Los aneurismas pueden estallar y sangrar dentro del cerebro, causando complicaciones
serias como el accidente cerebrovascular hemorrágico, daño nervioso permanente, o
ambos. Una vez que estalla, el aneurisma puede estallar otra vez y volver a sangrar
dentro del cerebro, pudiendo producirse aneurismas adicionales. Comúnmente, la
ruptura puede causar una hemorragia subaracnoidea, el sangrado en el espacio entre el
cráneo y el cerebro. Una complicación retardada pero seria de la hemorragia
subaracnoidea es la hidrocefalia, donde la acumulación excesiva de líquido
cefalorraquídeo en el cráneo dilata las vías del líquido llamadas ventrículos que pueden
hincharse y comprimir el tejido cerebral. Otra complicación retardada luego de la
ruptura es el vasoespasmo, donde otros vasos sanguíneos cerebrales se contraen y
limitan el flujo sanguíneo a áreas vitales del cerebro. Este flujo sanguíneo reducido
puede causar un accidente cerebrovascular o daño tisular.
La mayoría de los aneurismas cerebrales no muestran síntomas hasta que son muy
grandes o estallan. Los aneurismas pequeños que no cambian generalmente no tendrán
síntomas, mientras que un aneurisma más grande que crece constantemente puede
comprimir nervios y tejidos. Los síntomas pueden comprender dolor por encima y
detrás de los ojos; entumecimiento, debilidad o parálisis de un lado de la cara; pupilas
dilatadas y cambios en la visión. Cuando un aneurisma sangra, el individuo puede tener
una cefalea súbita intensa, visión doble, náuseas, vómitos, rigidez de la nuca o pérdida
del conocimiento. Los pacientes generalmente describen la cefalea como "la peor de su
vida" y generalmente es diferente en intensidad y gravedad de otros dolores de cabeza
que han tenido. Las cefaleas de advertencia o "centinelas" pueden deberse a un
aneurisma que pierde desde días a semanas antes de romperse. Solo una minoría de los
pacientes tiene una cefalea centinela antes de la ruptura del aneurisma.
Otros signos de que un aneurisma cerebral ha estallado son las náuseas y vómitos
asociados con una cefalea intensa, un párpado caído, sensibilidad a la luz y cambios en
el estado mental o nivel de conciencia. Algunos individuos pueden tener convulsiones,
otros pueden perder el conocimiento brevemente o entrar en un coma prolongado. Las
personas que tiene la "peor cefalea," especialmente cuando está combinada con otros
síntomas deben buscar atención médica inmediata.
c
ï
es una prueba con colorante usada para analizar las arterias o venas.
Una
puede detectar el grado de estrechamiento u obstrucción
de una arteria o vaso sanguíneo en el cerebro, la cabeza o el cuello, y puede identificar
cambios en una arteria o vena tal como un punto débil, como un aneurisma. Se usa para
diagnosticar el accidente cerebrovascular y para determinar con exactitud la ubicación,
el tamaño y la forma de un tumor cerebral, aneurisma, o vaso sanguíneo que ha
sangrado. Esta prueba generalmente se realiza en la sala de angiografía de un hospital.
Luego de la inyección de un anestésico local, se introduce un catéter flexible dentro de
una arteria y se avanza por el cuerpo hasta la arteria afectada. Una pequeña cantidad de
colorante de contraste (que se resalta en las radiografías) se libera en el torrente
sanguíneo y se deja que viaje hacia la cabeza y el cuello. Se toma una serie de
radiografías y se anotan los cambios, si los hubiera.
La
de la cabeza es una herramienta de diagnóstico
rápida, indolora y no invasiva que puede revelar la presencia de un aneurisma cerebral y
determinar, para aquellos aneurismas que han estallado, si ha pasado líquido al cerebro.
A menudo, este es el primer procedimiento de diagnóstico indicado por un médico
luego de la sospecha de una ruptura. Las radiografías de la cabeza se procesan en una
computadora como imágenes transversales bidimensionales, o "tajadas," del cerebro y el
cráneo. Ocasionalmente se inyecta un colorante de contraste en el torrente sanguíneo
antes de la prueba. Este proceso, llamado
, produce imágenes nítidas y
más detalladas del flujo sanguíneo y las arterias cerebrales. La TC generalmente se
realiza en un centro de pruebas o entorno hospitalario ambulatorio.
Las
Y Y
usan radioondas generadas por
computadora y un campo magnético poderoso para producir imágenes detalladas del
cerebro y de otras estructuras corporales. La
Y
produce imágenes más detalladas de vasos sanguíneos. Las imágenes pueden
verse como tridimensionales o cortes transversales bidimensionales del cerebro y los
vasos. Estos procedimientos indoloros y no invasivos pueden mostrar el tamaño y la
forma de un aneurisma no roto y pueden detectar el sangrado en el cerebro.
Puede solicitarse un YY si se sospecha una ruptura del
aneurisma. Luego de la aplicación de un anestésico local, se extrae una pequeña
cantidad de este líquido (que protege el cerebro y la médula espinal) del espacio
subaracnoideo, ubicado entre la médula espinal y las membranas que lo rodean, con una
aguja quirúrgica y se examina para detectar cualquier sangrado o hemorragia cerebral.
En los pacientes con sospecha de hemorragia subaracnoidea, este procedimiento
generalmente se hace en un hospital.
c
No todos los aneurismas cerebrales estallan. Algunos pacientes con aneurismas muy
pequeños pueden ser monitorizados para detectar un crecimiento o inicio de síntomas y
para asegurar el tratamiento agresivo de los problemas médicos coexistentes y los
factores de riesgo. Cada caso es único, y las consideraciones para tratar un aneurisma
no roto son el tipo, tamaño y ubicación del aneurisma; el riesgo de ruptura; la edad del
paciente, la salud, los antecedentes médicos personales y familiares y el riesgo del
tratamiento.
Se dispone de dos opciones quirúrgicas para tratar los aneurismas cerebrales, donde
ambas conllevan algún riesgo para el paciente (como daño posible a otros vasos
sanguíneos, el potencial de recurrencia del aneurisma y nuevo sangrado y el riesgo de
un accidente cerebrovascular postoperatorio).
Y implica cortar el flujo sanguíneo al aneurisma. Bajo
anestesia, se extrae una sección del cráneo y se localiza el aneurisma. El neurocirujano
usa un microscopio para aislar el vaso sanguíneo que alimenta al aneurisma y coloca un
clip pequeño y metálico parecido a un broche en su cuello, deteniendo el suministro
sanguíneo. El clip permanece en el paciente y evita el riesgo de sangrado futuro. Luego
se vuelve a colocar el trozo de cráneo y se cierra el cuero cabelludo. Se ha demostrado
que el clipado es altamente eficaz, dependiendo de la ubicación, forma y tamaño del
aneurisma. En general, los aneurismas que se cierran completamente no regresan.
Los pacientes que reciben tratamiento por un aneurisma deben permanecer en la cama
hasta que cese el sangrado. Deben tratarse las afecciones subyacentes, como la alta
presión arterial. Otro tratamiento del aneurisma cerebral es sintomático y puede
comprender anticonvulsivos para evitar las convulsiones y analgésicos para tratar las
cefaleas. El vasoespasmo puede tratarse con bloqueadores del canal de calcio, pudiendo
indicarse sedantes si el paciente estuviera intranquilo. Puede introducirse
quirúrgicamente una derivación en un ventrículo varios meses después de la ruptura si
la acumulación de líquido cefalorraquídeo está causando presión perjudicial sobre el
tejido circundante. Los pacientes que han sufrido una hemorragia subaracnoidea a
menudo necesitan terapia de rehabilitación, del lenguaje y ocupacional para recuperar la
función perdida y aprender a sobrellevar una incapacidad permanente.
Un aneurisma no roto puede pasar desapercibido durante toda la vida de la persona. Sin
embargo, un aneurisma que estalló puede ser fatal o llevar a un accidente
cerebrovascular hemorrágico, un vasoespasmo (la causa principal de discapacidad o
muerte luego del estallido de un aneurisma), hidrocefalia, coma, o daño cerebral a corto
plazo o permanente.
Los resultados del Ensayo Internacional sobre Aneurisma Subaracnoideo (ISAT, siglas
en inglés), patrocinado principalmente por los ministerios de salud pública del Reino
Unido, Francia, y Canadá y anunciados en octubre de 2002, encontraron que los
resultados para los pacientes tratados con espirales endovasculares pueden ser
superiores a corto plazo (1 año) que los resultados para los pacientes cuyo aneurisma se
trata con clipado quirúrgico. Los resultados a largo plazo de los procedimientos con
espirales son desconocidos, debiendo los investigadores realizar más investigación
sobre este tema, ya que algunos aneurismas pueden regresar después de usar espirales.
Antes del tratamiento, los pacientes tal vez deseen consultar con un especialista en
reparaciones quirúrgicas y endovasculares de aneurismas, para poder proporcionar
mayor entendimiento de las opciones de tratamiento. (La Asociación Estadounidense
de Cirujanos Neurológicos nota que la mayoría de los centros involucrados en el ISAT
estaba en Europa [principalmente en Inglaterra], Australia y Canadá, y que los
resultados pueden no corresponder a los pacientes en los Estados Unidos, "donde los
patrones de práctica, particularmente en referencia al grado de subespecialización de los
cirujanos neurovasculares en centros importantes, son diferentes."*)
c
$%"& '
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a navegación, búsqueda
'
TAC most o una hemorragia subaracnoi ea (zona blanca en
la parte central de la imagen).
v (
v I60
v
430
)
hemorragia+subaracnoidea
Afecta de 6 a 10 personas cada 100.000 por año. Según estudios retrospectivos, entre
todos los pacientes que concurren al servicio de emergencias concefalea, la hemorragia
subaracnoidea es la causante en el 1% de los casos. Si se consideran solo los pacientes
con la peor cefalea de sus vidas y un examen físico normal, este porcentaje asciende al
12%. Esta proporci n vuelve a incrementarse si se toman en cuenta los pacientes con un
examen físico anormal, llegando al 25%.
Es una patología grave, con una mortalidad aproximada del 20 al 40% de los pacientes
internados, más un 8 a 15% de mortalidad en los primeros minutos u horas, en la etapa
prehospitalaria. Puede ser traumática o no traumática, siendo esta última de la que trate
este artículo.
v
[ocultar]
O 1 Causas
O 2 Patogénesis y Factores de Riesgo
O 3 Fisiopatología del Sangrado Inicial
O 4 Cuadro Clínico
O 5 Diagnóstico
O 6 Complicaciones
O 7 Manejo del paciente
O Tratamiento
O > Manejo de las Complicaciones
O 10 Pronóstico
O 11 Manejo de Aneurismas Asintomáticos
O 12 Screening
O 13 Referencias
*
La causa más frecuente es la ruptura espontánea de aneurismas intracraneales.
Representa del 70 al >0% de los casos. Los aneurismas suelen ser asintomáticos antes
del sangrado. Se distribuyen en las grandes arterias, la mayoría en la circulación anterior
(0->0%), más comúnmente en la unión de la arteria carótida interna con la arteria
comunicante posterior, en la arteria comunicante anterior y en la trifurcación de la
arteria cerebral media. El 10-20% restante se ubican en la circulación posterior, con
frecuencia en la bifurcación de la arteria basilar. En un 10-20% de los casos se
encuentran múltiples aneurismas. Otras más infrecuentes incluyen:
*
Los signos y síntomas suelen aparecer en forma súbita en un individuo que por lo
general no presentaba alteraciones neurológicas previas. El inicio frecuentemente está
precedido por una actividad física intensa, si bien se observó que en una serie de 500
pacientes con hemorragia subaracnoidea, en un 34% de los casos se desarrolló durante
actividades no estresantes, y un 12% se produjo durante el sueño. Los signos y síntomas
más frecuentes se enumeran en la tabla 1.
,
.
$/
Cefalea 74-0
Náuseas y vómitos 70-0
Alteraciones de la conciencia 60-70
Pérdida transitoria de la
50
conciencia
Rigidez de nuca 40-50
La cefalea, que es el síntoma más frecuente, se describe como de inicio brusco, intensa e
inusual. Puede también ser referida como nucalgia y fotofobia. Frecuentemente se
acompaña de náuseas y vómitos. Pero no siempre es característica, dado que puede
tener cualquier localización, puede ser localizada o generalizada, puede ser leve y
resolver espontáneamente, o puede aliviarse con analgésicos no narcóticos. Según la
Sociedad Internacional de Cefalea un primer episodio de cefalea severa o inusual no
puede ser clasificado como migraña o cefalea tensional, dado que los criterios
diagnósticos requieren varios episodios con características específicas (más de nueve
episodios para la cefalea tensional y más de cuatro para la migraña sin aura). Frente a la
primera o peor cefalea, así como a una cefalea inusual en un paciente con un patrón
establecido de dolor, debe sospecharse hemorragia subaracnoidea hasta que se
demuestre lo contrario. Los pacientes también pueden referir vértigo, paresia o parálisis,
parestesias, diplopía, defectos en el campo visual, convulsiones y otros síntomas de foco
neurológico. Aproximadamente en la mitad de los casos existe una pérdida transitoria
de la conciencia al inicio del cuadro. Alrededor de la mitad de los pacientes presenta
alguna alteración del sensorio, que puede variar desde la obnubilación hasta el coma.
Pueden presentarse asimismo con rigidez de nuca, hipertensión o hipotensión arterial,
taquicardia, fiebre, parálisis de los pares craneanos, nistagmo, hemorragia subhialoidea
evidenciable en el fondo de ojo así como edema de papila. Casi el 50% de los pacientes
que desarrollan una hemorragia subaracnoidea presentan síntomas premonitorios días,
semanas o meses antes del sangrado mayor. Dichos síntomas pueden ser de dos tipos:
a)secundarios a una pérdida menor de sangre del aneurisma. Se presenta como cefalea
brusca e intensa, a veces acompañada por vómitos y náuseas, en un paciente lúcido, sin
signos de foco neurológico ni meníngeo y con tomografía computada (TC) de cerebro
normal. Solo se diagnostica si existe la correcta sospecha diagnóstica y se realiza una
punción lumbar.
Para la clasificación del cuadro clínico al ingreso se han descrito la escala de Hunt y
Hess (Tabla 2) y la escala de la Federación Mundial de Neurocirujanos (Tabla 3).
Grado
Sin sangre detectable.
I
Disposición difusa de la sangre en el
Grado espacio subaracnoideo sin coágulos
II localizados con una capa vertical
menor a 1 mm.
Coágulos localizados en el espacio
Grado
subaracnoideo o una capa vertical de
III
sangre mayor o igual a 1 mm.
Grado Sangre intraparenquimatosa o
IV intraventricular.
La punción lumbar debe ser realizada en todos aquellos pacientes cuya presentación
clínica sugiera hemorragia subaracnoidea y cuya TC sea negativa, dudosa o
técnicamente inadecuada. Frecuentemente se cometen errores en la interpretación de los
hallazgos del LCR, dada la dificultad en diferenciar la verdadera presencia de sangre en
el espacio subaracnoideo de una punción lumbar traumática, circunstancia que ocurre en
un 20% de los casos. Ni la impresión del operador ni la técnica de los tres tubos, en la
cual se busca la disminución del recuento eritrocitario, son confiables para tal fin. El
hallazgo de eritrocitos crenados tampoco tiene valor. Luego de la hemorragia
aneurismática los glóbulos rojos se diseminan rápidamente por el espacio subaracnoideo
donde persisten por días o semanas, siendo lisados en forma gradual. La hemoglobina
liberada se metaboliza a pigmentos moleculares oxihemoglobina (de color rosado) y
bilirrubina (amarilla) resultando en xantocromía. La oxihemoglobina se puede detectar a
las pocas horas pero la formación de bilirrubina, que es proceso enzimático, requiere
aproximadamente de doce horas. Esta última es más confiable en el diagnóstico pero su
hallazgo en el LCR depende del tiempo transcurrido entre el inicio del cuadro y la
realización de la punción lumbar (por lo que se recomienda que este no sea menor a 12
horas). El LCR debe ser centrifugado y examinado en forma rápida para evitar que los
glóbulos rojos originados en la punción traumática se lisen y generen xantocromía. La
mayoría de los autores aceptan que la presencia de xantocromía es el criterio
diagnóstico primario en los casos de hemorragia subaracnoidea con TC normal. Otros
sostienen que la simple presencia de eritrocitos, aún en ausencia de xantocromía es más
certera. Estas opiniones divergentes tienen su origen en los distintos métodos de
detección de la xantocromía (espectrofotometría versus visión directa, la cual tiene una
sensibilidad del 50%). Se han utilizado también anticuerpos monoclonales para la
detección de productos de degradación de la fibrina, para detectar en forma cualitativa
la presencia de sangre, lo cual parecería más exacto que la detección de xantocromía. El
segundo aspecto a tener en cuenta en el diagnóstico de la hemorragia subaracnoidea es
la localización del sitio de sangrado, para lo cual el estudio de elección es la angiografía
con sustracción digital de los cuatro vasos del cuello. Esta mostrará un aneurisma en el
70-0% de los casos. Si está fuera normal se sospechará:
b) aneurisma trombosado,
*
Pueden ser neurológicas o extraneurológicas.
6
Y
Tiene una mortalidad del 50 al 0% a los tres meses y el riesgo es mayor en las
primeras 24 horas. Es más frecuente en las mujeres, en pacientes con mal grado
neurológico, pacientes en malas condiciones clínicas y con tensión arterial sistólica
mayor a 170 mmHg. Se postula que la causa sería la lisis del coágulo perianeurismático.
Clínicamente se manifiesta por aumento brusco de la cefalea, disminución del nivel de
conciencia, nuevo déficit neurológico, convulsiones, coma, respiración atáxica o
fibrilación ventricular. Su diagnóstico se realiza sobre la base de los hallazgos
tomográficos.
Y Y Y
Es el estrechamiento subagudo de las arterias intracraneanas. Es una complicación
tardía que aparece entre el 4º y el 14º día, con un pico al 6º día. Su frecuencia varía
según el método empleado para su diagnóstico. El vasoespasmo angiográfico tiene una
frecuencia de 60 a 70%, el detectado mediante Doppler transcraneano 50%, y el
sintomático de 30 a 40%. Las causas implicadas en su patogenia serían la formación de
productos de degradación de la hemoglobina, formación de especies reactivas del
oxígeno, la peroxidación lipídica y la formación de eicosanoides y endotelinas. La
cantidad de sangre y su distribución en el sistema nervioso central se relacionan con la
localización y la severidad del vasoespasmo. Así, y según la clasificación de Fisher
(Tabla 4), el grado III es el que presenta con mayor frecuencia y severidad esta
complicación, mientras que para los grados II y IV la frecuencia es intermedia y baja
para el grado I. Otros factores que aumentan el riesgo son la edad mayor a 50 años, el
buen grado neurológico, la hiperglucemia, el sexo masculino y el tabaquismo.
Clínicamente se manifiesta según el territorio comprometido pudiendo presentar
indiferencia por el medio, deterioro del sensorio, aparición de nuevos déficit, aumento
inexplicable de la tensión arterial o poliuria perdedora de sal. Con cierta frecuencia se
acompaña de fiebre. Suele ser de comienzo gradual y a veces fluctuante y suele durar
algunos días pero puede extenderse por más de una semana. Dentro de los estudios
complementarios el Doppler transcraneano es útil en el diagnóstico temprano. El
diagnóstico definitivo se establece mediante un cuadro clínico compatible, después de
excluir otras situaciones tales como el resangrado, la hidrocefalia, sepsis, etc., y se
confirma mediante arteriografía.
!
Posee una frecuencia del al 34%. Puede ser de causa obstructiva, la cual se produce en
una fase temprana y se diagnostica mediante la evidencia de un aumento del tamaño de
los ventrículos laterales y del tercer ventrículo; o bien de tipo comunicante en la cual
existe una alteración en la reabsorción del LCR. Esta última puede ser temprana o tardía
y en la TC existirá agrandamiento de los cuatro ventrículos.
!Y"
Se produce en el 25% de los casos, en la mayoría de los pacientes con mal grado
neurológico. Es debida a hidrocefalia, hemorragias intraparenquimatosas o edema
cerebral.
Y Y
Y Y
Y
Y Y
Son frecuentes las infecciones urinarias, respiratorias y la sepsis. Debe recordarse que la
fiebre asociada con una hemorragia subaracnoidea puede ser de causa no infecciosa.
#Y"
$
*0
El objetivo final del tratamiento es la exclusión del saco aneurismático de la circulación
cerebral conservando la arteria que le dio origen. La cirugía ha sido el pilar del
tratamiento de los aneurismas intracraneanos, sin embargo las técnicas endovasculares
están tomando cada vez más importancia. El manejo quirúrgico de los aneurismas
cerebrales es un procedimiento efectivo y seguro con el desarrollo de técnicas de
microcirugía en manos de cirujanos experimentados. El tratamiento de elección de la
mayoría de los aneurismas consiste en la colocación de un clip alrededor del cuello del
aneurisma. El tratamiento endovascular consiste en la colocación de coils metálicos en
la luz del aneurisma, de esta forma se favorece la formación de un trombo local
obliterando la luz del aneurisma. Comparando ambas técnicas, en un estudio
prospectivo randomizado de 10> pacientes con hemorragia subaracnoidea aguda (menor
a 72 horas) debida a la ruptura de un aneurisma intracraneano se halló que resultados
significativamente mejores ocurrieron luego del tratamiento quirúrgico en pacientes con
aneurismas de la arteria cerebral anterior, pero en los casos de aneurismas en la
circulación posterior los resultados fueron mejores luego del tratamiento endovascular.
*
Y !%!YY
Otro factor que influye fuertemente en el pronóstico es la edad. En una serie grande de
casos se observó que en los pacientes mayores de 70 años la mortalidad era 3 veces
superior que en los pacientes de entre 30 y 3> años. La localización del aneurisma
responsable de la hemorragia subaracnoidea no tiene influencia en la evolución
cognitiva. La medición de la isoenzima BB de creatinfosfokinasa (CK) en LCR puede
ayudar a predecir la evolución neurológica. En un estudio las altas concentraciones de
CK-BB se asociaron a altos grados según la escala de Hunt-Hess (Tabla 2) , baja
puntuación en la escala de coma de Glasgow o 8 (por sus siglas en inglés $ Y
&
' )y peor evolución. Todos los pacientes con una evolución temprana
favorable tenían una concentración de CK-BB menor a 40 U/l. Sin embargo una
limitación de este estudio es el pequeño tamaño de la muestra (n = 30).
*.,&
&
El manejo de aneurismas intracraneanos que no han sufrido ruptura es controvertido.
Este tema fue investigado por el Estudio Internacional de Aneurismas Intracraneanos
Sin Ruptura, en donde se evaluó la historia natural de 144> pacientes con 1>37
aneurismas no rotos; 727 no tenían historia previa de hemorragia subaracnoidea (grupo
I), mientras que el resto tenía antecedentes de hemorragia subaracnoidea a partir de un
aneurisma diferente al estudiado y que había sido exitosamente tratado (grupo II). Se
hallaron los siguientes resultados:
En otras series también se hallaron bajas tasas de ruptura para aneurismas menores a 10
mm de diámetro. Sin embargo, en algunas series el tamaño crítico de ruptura hallado fue
menor. Recomendaciones: la suma de estos datos avala la conducta expectante frente a
aneurismas saculares menores a 10 mm de diámetro. Esto también ha sido validado por
un análisis costo-efectividad que halló que el tratamiento de aneurismas asintomáticos
menores a 10 mm de diámetro en pacientes sin antecedentes de hemorragia
subaracnoidea empeoraba la evolución clínica. De todas formas, cada caso debe ser
examinado en forma individual, considerando otros factores como las comorbilidades,
la edad del paciente y la localización del aneurisma. Los aneurismas remanentes o
coexistentes de cualquier tamaño en pacientes con hemorragia subaracnoidea debida a
otro aneurisma tratado garantiza la consideración de tratamiento en todos los casos. Así
mismo debe considerarse seriamente el tratamiento de aquellos aneurismas
asintomáticos con un tamaño mayor o igual a 10 mm de diámetro.