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los te al brio). pocas tificas en los como dades. La investigacion en Historia y la historia de la persecucion permanente Resumen Con este texto de Carlos Astarita inauguramos una discusién sobre la investigacién en los émbitos universi- tarios y en el CONICET. Como todo Jos articutos firmados, RyR no acuer- dda necesariamente con la totalidad de Jos juicios en él vertidos, aunque si comparte fa preocupacion por el pro= blema tratado. Por ello en el proximo hnamero presentaremos un articulo planteando nuestra posicién. Desde ‘ya todos los interesados en participar de este debate estén invitados a re imitir sus escrito a la redaccién de la revista Carlos Astarita Abstract With this text by Carlos Astarita, we open a discussion about the investigations in the University and the CONICET. As in all signed articles, RyR doesn’t necessarily agree with all the statements. However, we share the concern about the probiem. Due to this, we will release an article dealing with this problem in the next issue, stating our position. All the people interested in this debate are invited to participate, sending their works to the editors. Carlos Astrita es historiador, se desempeta como docente en Ia Universidad de ‘Buenos Aires y en La Universidad Nacional de La Plata Razin y Revolucién - Invierno de 2003 - 189 Introducei6n Los analisis sobre politica de investigacién suelen discurrir en términos abstractos: estrategias, productividad reflejada en papers, inversion monetaria y situacion. jnstitucional. Ese anilisis de correlaciones (por ejemplo, entre becas y doctores) oscurece tanto como aclara. En especial, sila discriminacién es una politica institucional, se requiere permutar un enfogue objetivo general por otro particular y cualitativo. Esa indagacion justifica la perspectiva declaradamente subjetiva de este articulo. Permitira reconocer la dimensién humana (e inhumana) que se encuentra en cada caso no anéaimo seleccionado: tn proyecto de investigacién rechazado afecta a un proyecto Esa visiGn permitiré también reconocer cémo, en determinadas circunstancias, la mas pura iracionalidad cientifica solo se descffa a través de una légica politica. Este es el rango problemético que interesa tratar aqui. De manera inevitable, este relato, armado con situaciones vividas, algunas que ime ataften directamente, otras de manera colateral, tiene una carga autorreferencial. Se ‘basa en algin documento buroeritico y en Ia memoria. Como examen de experiencia ¢s en parte testimonial, y en ese caricter un documento de historia intelectual, en parte es analitico, y por lo tanto ensayo historiogrifico. Comencemos por el hecho mas préximo cen el tiempo. Una historia de casos Corina Luchia estudi6 Historia en la Universidad de Buenos Aires (UBA). ‘Alumna de altisimo promedio (9,67), cuando estaba terminando su carrera se incorpora a lun proyecto de investigacién y a la docencia como ayudante de “Formaciones Econdmicas Precapitalistas” en Sociologia de la UBA. Defiende su tesis de licenciatura con sobresaliente en el aito 2001. Desea entonces continuar sus investigaciones sobre la propiedad coniunal en Castilla entre los siglos XIV y XVIL Solicita una beca de doctorado al CONICET. Con sus antecedentes no es ilusorio obteneria. Pero le es denegada. Esto no es extraio, Lo que lama la atencién es el dictamen. Veamos los argumentos. 1) El evaluador juzga insuficientes los conocimientos de latin que Luchia adquirié en la Facultad. Observacién: la documentacién no esté en latin. 2) El evaluador eree que so: casos los documentos a anal Observacisn: El proyecto ineluye once colecciones de documentos editados, algunas de varios tomos como las Cortes y la Novisima Recopilacién, ademas de inéditos. Todo medievalista sabe que esto representa um adccuado conjunto de fuentes. Muchos doctorados, ampliamente conocidos por los hispanistas, se basaron en un solo cuerpo documental, Basta recordar las tesis de Garefa de Cortézar sobre San Millan de la Cogolla, la de Moreta sobre Cardefta, la de Barrios sobre Avila 0 la de Monsalvo sobre Alba de Tormes. Podria seguir enumerando estudios que ningin especialista desconoce, pero los 190 - Razén y Revoluicién - Invierno de 2003 rmencionados son suficientes para mostrar Ia profunds ignorancia del evaluador. 3) Luchia no sabe paleografia, que considera imprescindible para realizar el proyecto. Observacién: Como se expres en cl apartado anterior, la mayoria de los documentos estin publicados. La parte inédita representa s6lo el diez por ciento de las fuentes. Con prescindencia de este hecho, que de por sf indica que las hipétesis pueden ser trabajadas, el aprendizaje de paleografia medieval no requiere de més de un cuatrimestre. En consecuencia, puede ser incluido entre los cursos de un doctorando, como Luchia previ6. Asi lo indica la experiencia que han realizado otros investigadores. El hecho de que el evaluador exagere las dificultades de la paleografia revela que no ha incursionado en el tema, 4) Sin la mas minima idea de cuestiones téenicas ¢ instrumentals, of Jas hipétesis. Las cree poco originales. CObservacién: La pregunta que guia una encuesta documental surge del examen de las imerpretaciones recibidas. Enel rigor del estado de la cuestin se dirime gran parte del proyecto, En este caso, Luchia analiza de manera exhaustiva los estudios sobre el tema, superando incluso el ambito de los hispanistas, y alrededor de cuarenta y cinco titulos son revisados en el estado de la cuestiGn, Este estudio profundo es explicable por el largo tiempo que insumid su licenciatura, que constituyé el verdadero trabajo preparatorio del proyecto de doctorado. Los problemas interpretativos que descubrié Sobre los comunales los reflejé en un articulo que se publicaré en Anales de Historia “Antigua, Medieval y Moderna de la UBA. Como director de esta revista, aprecié las hnucvas concepeiones que aportaba ese articulo para interpretar la privatizacién de comunales en oposicion a esquemas mis rigdos, de tipo esiructuralsta, que predominan en el tema, Cref pues que el estudio tenia originalidad teérica. No me encontré aislado en este parecer. Un investigador de Espaia, que juzg6 cl trabajo para la revista, coincidié en su calidad interpretativa y novedosa. Conservo su carta y leo sus palabras: “articulo plenamente publicable, maduro y muy reflexivo™ ') El evaluador se obstina en buscar aspectos negativos (recordemos que Luchia tuvo ua muy alto promedio en la carrera de Historia y debe justficarse un rechsz0). Encuentra otra razén: el proyecto es poco factible por la gran extensién cronolégica clegida a sobre Observacién: Seria tedioso mostrar estudios circunscritos @ un problema en su “larga duracién”, Esto sin hablar de andlisis regionales de conjunto que abarcan dos o més centurias, entre ellos, las tesis de doctorado ya mencionadas. Son éstas nociones muy celementales. Cuando se contempla este dictamen, que merece figurar en una antologia del disparate académico, surge Ja inquietud por saber quien ha logrado reunir tanta ineptitud fen un solo escrito, Entre los asistentes a las reuniones de becas doctorales det CONICET ue trabajaron en agosto y septiembre del aio 2002 encontramos a la “especialista”: la seflorita Nilda Guglielmi, ‘Su impericia no es una sorpresa. Muchos historiadores consideramos que el més in y Revolucion ~ Invierno de 2003 - 191 estimable aporte de la seforita Guglielmi a las ciencias sociales fue su jubilacion en Ia Gedia de Historia medieval de Is UBA: los alumnos se liberaron entonces de su Shurrdisima memoria. Aludo eon Ia memoria a ese intelecto que se distingue por la ineapacidad del pensamiento abstract. jucio compartido por ottos historiadores. Sanchez ‘ATbomoz, por ejemplo, deplors la falta de intcligencia y de erudicién de la seforta Guslicimi Sobre esto no conservo ninguna duds. Pero lo que si desconcierta es Ia eemesura de la ignorancia. Afirmar que los documentos del realengo castellano en los Siglos XIV-XVII estin eseritos en lain es un tan elevado nivel de impericia, que la presuncisn se desplaza del plano cientifco al de la persecucidn, Si recordamos que la Foporita Gulilm! tiene antecedentes en est prictica, nos asste el derecho de pasar de la duda a la certeza; de la légica cientifica a la l6gica politica. En 1989, cuando Menem Iegé a ta presidencia, los cruzados de la Historia tradicional tomaren posiciones en el CONICET. La sefiorta Guglielmi se encarg6, en ese fupo de tare, del area medieval. La Universidad de La Plata fue partcularmente Sfesteda: tanto el Centro de Historia Soctal Europea como su Boletin fueron privados de subsidios. Pro la ofensiva no sélo se dirigid contra determinadas instituciones. Afectd también a aquellas personas que n0 gozaron de la simpatia de los miembros de la ‘omision de Historia, Asi por ejemplo, a Cerlos Gareia Mac Gaw, que tenia una beca de iniciacién, le rechazaron el informe de trabajo y se lo privé de su beca. La injusticia dela medida queds demosirada por la trayectoria posterior. Aun cuando no pudo ya dedicarse Jul time ala investigacidn, Garcia Mac Gaw prosiguid sus estudios y_publicé en prestigiosas revists nacionsles y extranjras de circulacién intemacional (Anales de Historia Antigua y Medieval de 1a UBA, Studia Historica de Salamanca, Gerién de la Universidad Complutense), Culminé esta trayectoria con una creativa y erudita tesis de doctorado que detendiS en Ja Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (Paris) @ fines det aio 2001, tesis calificada con el méximo puntaje y que publica ah Universidad de Bordewn, Enfatiza est iltimo hecho: en Francia se publican actualmente solo unas pocas tesis eseogidas. La d¢ Garcia Mac Gaw lo merece; en algin aspecto se aseije aos antiguos doctorados de Estado que hicieron famosa a la historiografia francesa. No eabe duda entonces, d¢ que esa comisién del CONICET s cuando jurgé In potencialidad del becario, apreciacién que sélo admite una perspectiva cientifice, Desde otta perspeetiva, demorar una carera académica indeseable puede vite cle una eatrategia. Cuando en el aio 2002 Garcia Mac Gav pidié su itd en es0s Viejos sucesos los argumentos para un significar ingreso a carrera, In eomision en nuevo rechazor esti excedido en ed Podcmos awegar otro caso “medieval” del CONICET modclo 1989, Es el de Marta Madore a quien le fue denegado ef ingreso a la carera del investigador por un supuesta falta de mértoscientficos. Se tata de otro escindao. En ese momento Madero txt doctors por la Universidad de Pais, (tesis publicada por una conocida editorial es ola con prdlogo de Le Gof, y habfan aparecido contribuciones suyas en Annales Soc. Ch Hispania el Consejo Superior de lovestigaciones Cietifieas, Madrid) y en la 109. Poi, Pesci. teuponn de 2002 Historia de las mujeres dirigida por Duby, entre otros antecedemtes, Eran referencias nota- bies, en especial si se las compara con lo producido por algunos miembros de la carrera del investigador que nunea accedieron a una revista intemacional ni concretaron su docto- rado. Observo ademas que Marta Madero continué publicando en un excelente nivel [La particularidad de estos casos precipita otras consideraciones sobre las eausas de} ensatamiento. No siempre son didfanas. Por una parte, perseguir historiadores marxistas, o To que la estupidez hace ver como marxistas, es un programa de accién que “I CONICET periédicamente pone en prictica (enseyuids demostraré que esto esta lejos ‘leser una especulacién metafisica). Pero ese programa nunca tuvo una clara detimitacién, Y se indiferencié con una bastarda discriminacidn por nexos interpersonales, El eriterio lo ina expuesto Ariel Guiance, un discipule de Guglichwi, en un eserita en ef que me impugns Como jurado de un concutso para profesor de Historia Medieval en Ja Universidad de Candoba, Sélo una psicologia tortvosit, el hAbito de fx intriga, y uns historia en la cual el poder es el derecho de exeluir, pucelen explicar evta te alps heredada 0 transmitida, Sostiene que lay senganzas ac wobre diseipules y mistades de los enemigos cicntificas. La trusaeién que contenin esa teoria fue rerhazada por la universidad de Céroba, y en conscenencia, fui confirmado como vombro del jurado, El doctor Guience termind obtenrendo ei earge con un dictamen fremado por unanimidad, Ex este exsn Ie feoria no tincion’. Tampoco explica en su tofalidad el caso de Corina Luchia, ue hizo muchas méritos puta obtener su sancién ieclarindose marxista, sin necesidad de ogravar est nada favorable cundicién con wn ndeseable director de beca. Pero cn otros casos es posible que est teorfa explique tanto ‘como los motivos ideoldgicos, Maria Madero, por ejemplo, es una historiadora sin ‘compromiso politico, y posiblemente fue perjudivada por haber sido disefpula de Reyna Pastor, conocida medievalista que desde 1975 se encuentra exitiada en Madid. Fn suma, el CONICET modelo 1989 logré algunos de los objetivos que sc propusieron sus miembros, El Bolerin de Historia Social Europea dejé de aparece por falta de fondos, ef Instituto de Historia Antigua y Medieval José Luis Romero de lx UBA no recibié ninguna asistencia durante un tiempo prolongado, y muchos jévenes historiadores no pudieron aspirar a becas y debieron abandonar la investigacién. Pero también fracasaron en otros designios. En especial, no aleanzaron a truncar la carrera académica de algunos investigadores que mostraron wna admirable tenacidad para superar obsticulos (aunque si pudieron entorpecerla). La impunidad con la que actuaban Tos miembros de la comisiin de Historia det CONICET en esos momentos era extraordinaria, Convencidos de que debian cumplit con ‘una higiénica mision de eliuuinar a quienes no compartian sus premisas de una Historia anodi- rnamente descriptiva, avanzaban sin reparar en consideraciones de legitimidad. Experimente personalmente sus persccuciones. El caso merece ser relatado porque es muy instructivo. En el mes de septiembre de 1992, recibo el dictamen de Ia comisién de Historia xy Antropologia declarando “no aceptable” mi informe del periodo 1989/1990. Ese balance ‘dc trabajo ineluia mi tesis de doctorado, aprobada con sobresaliente en Ia UBA, y algunos pequeitos articulos. Analicemos las cosas por partes. ns 6 Jere Razin y Revolucién - Invierno de 2003 - 193 Una cuestion significativa se encuentra en dos argumentos de la resolucién. El primero era una respuesta a un articulo en el que me referia a los miembros de la comisién como irrelevantes positivistas que ocupaban cargos institucionales por razones politicas y tno por razones cientfieas. Mi parecer los puso de muy mal humor, y no lo disimularon dejando al descubierto sus més’ intimas convieciones persecutorias. Declararon en el dictamen: “agrega apreciaciones que se consideran improcedentes respecto del CONICET, que le ha beneficiado desde 18°8 con becas de perfeccionamiento primero y ahora lo incluye en su planta de investigadores”. Una retorica verdaderamente luminosa: usted es sancionado por eriticarnos. El segundo argumento no es inferior en este aspecto, Ante mis concepciones marxistas afirmaron que insistia en Ia presentacién de “tcorias metodolégicas parcializadas”, A pesar del interés que tienen declaraciones tan explicitas, lo més trascendente sobrevino después. La apelacién que dirigi a la comisién para que reviera su postura no produjo efecto. Tampaco lo tuvo el reclamo de mis colegas. Pero todo cambié cuando un profesor de Salamanca, Felipe Maillo Salgado, que pasaba por Buenos Aires camino a Australia, se enterd de que mi tesis, que habia leido en Espafa, fue rechazada por el CONICET. No conocia hasta entonces a Maillo Salgado. Me manifest su indignacién por la medida, y redacto una solicitada que firmaron dieciacho conocidos investigadores y catedriticos de Salamanca, donde se requeria que los miembros de los organismos destinados a fomentar la investigacién se abstuvieran de incluir eriterios de orden ideologico-politico 0 burocritico en la evaluacién del trabajo intelectual. Mencionaba a tres miembros de la comisin: Nilda Guglielmi, Tau Anz6ategui y Rey Balmaceda, Recibi una copia de la solicitada, que estaba dirigida al presidente del CONICET de ese momento, el Dr. Rail Matera, en mi domicilio, Pocos dias después fui convocado a reunirme con la comisién. Era el mes de noviembre de 1993. El recuerdo de ese encuentro es imborrable. ‘Se presentaron los mencionados: Guglielmi, Tau Anzéategui y Rey Balmaceda. Retengo la imagen de tres individuos que debian cumplir una misién que les resultaba muy penosa, Los habian amonestado enérgicamente respetables catedriticos extranjeros, y ahora se veian compelidos a retroceder ante uno de esos historiadores que aspiraban climinar. Evaco tres figuras patéticas que no se sabe si merecen compasién o desprecio. La sefiorita Guglielmi sélo tomaba apuntes sin levantar la vista. El sefior Tau Anzodtegui, que oficiaba de presidente de la comisién, se mostraba amable y melifluo (“:Doctor, desea agregar algo més?"), El rol del seflor Rey Balmaceda fue formular inocuas preguntas burocriticas, Dias después recibo otra comunicacién de la comision rectificando su anterior decision y deciarando aceptable mi informe. Fue entonces euando se me revelé el variable y contingente sistema ético de esos sujetos. Es curiosa su causa condicionante, No es la razén auténoma de Kant, ni el entendimiento integral objetivo de los escolisticos o las facultades especiales de los estoicos. Tampoco 1a voluntad divin El motivo prictico y utilitario que rige aqui la conducta es no padecer la mala opinién jena, Cuando surge esa amensza, los principios se transforman en una cliusula muy incémoda, y la dignidad pasa a ser un asunto secundario, 194 ~ Razén y Revolucién - Invierno de 2003 La Historia explica el presente Este relato nos traslada a otro escenario. Como acabo de expresar, fos miembr de esa comisién no disimularon que Ja sentencia recaia sobre opiniones e ideologi Encontraban en esa transperencia tna cualidad natural de sus funciones, Es explicable. Cuando Ia represién sistemitica pasa a ser vista como un aspecto mis de | cxistencia imeicetual, es muy dificil (por no decir imposible) conjeturar un mundo divers y tolerante, Esa visidn es el previsible resultado de una Historia ciemtifica y cultural q¢ uranie cuatro décadas, desde 1943 hasta 1983, fue un devenir de persecuciones desplaramientos. Esa Historia es un hecho educativo, Ciertos individuos termi apreciar eses pricticas como el ordinario decurso de las cosas. A veces olvidamos cémo era la vida cotidiana de un historiador de oficio ant {de 1983, Por ejemplo, en los institutos universitarios era inconcebible que ua iavestigad no participara de las convicciones del director, alincadas en cl flanco derecho del espec politico, Todo debia ser autorizado por el Seior Director. Su jurisdiccidn ineluin Facultad de permitir reuniones. Recuerdo que aun después de Ia instauracién de democtscia, Ia scforita Guglielmi sufrié una inestabilidad emocional, que inclu rrorviosss comunicaciones telefénicas con Horacio Pereyra, entonces sccretario investigacidn y postgrado de Ia Facultad de Filosofia y Letras de la UBA, por une reuni “no autarizada” que mantuve con investigadores jévenes del Instituto de Historia Anti y Medioval que ella dirigia. Tiempo después esos investigadores, que no soportaban ‘utoritarismo de la seforita Guglielmi, se alejaron de su Institute. Nadie admitia tampo ue en use edtedra se incorporaran docentes que no compartieran las interpretaciones¢ profesor ritulat, Légicamente, las lecturas prohibidas eran muy variadas, asf como temas que estaban vedados de tratamiento. Las listas negras de alumnos culminaben ¢ compromiso politieo-policial de muchos profesores. El hecho no es muy conocido y s6 puedo aportar al respecto mi experiencia, Hacia 1976, Bemardo Gandulla, ayudante en la materia Historia Antiz Oriental de la UBA, me comunica que los miembros de esa cétedra tenfan una lista des alummos subversivos. El tiempo revel6 tos alcances tan laxos y peligrosos de calificacién, Ante mi requerimiento, ley6 nombres de la lista. Retuve uno: el de Catt Malamud, 2 quien le comuniqué su incémoda situacién de sospechoso. Emigné a Esp Muchos aiios mas tarde, en enero de 1998, me encontré con mi antiguo comprero en Universidad de Salamanca. El era profesor de la Universidad a Distancia de Espaf Recordamos cl viejo episodio. Mi advertencia fue el empujén final que lo Hevd al exili En esos tiempos la investigacién sobrevivié en institutos privados, don primaban criterios de pluralidad, 0 en los débiles margenes de otganizacion izquierdistas. De una atmésfera tan opresiva surgicron tres tipologias sociolégicas: primer témino, el intelectual critico, aislado en su disidencia absoluta; on segundo lug se encontraban muchos eritcos que comenzaban a arrepentirse de su antiguo extremism ¥ por tiltimo, un no despreciable némero de complacientes apologistas del sistema q habian gozado de Ia continua prebenda oficial. Para esta diltima categoria, Ie prict Racbn y Revolucién ~Invierno de 2003 - I' Una cuestion significativa se encuentra en dos argumentos de la resolucién. EL rimero cra una respuesta a un articulo en el que me referia a los miembros de la comisién fomo irrelevantes positivistas que ocupaban cargos institucionales por razones politicas y ‘0 por fazones cicntificas. Mi parecer los puso de muy mal humor, y no lo disimularon siando al descubierto sus mas intimas conviceiones persecutorias. Declararon en el fetamen: “agrega apreciaciones que se considcran improcedentes specto del CONICET, que le ha beneficiado desde 19%8 con becas de ‘erfeccionamiento primero y ahora lo incluye en su planta de investigadores”. Una sorica verdaderamente luminosa: usted es sancionado por criticarnos. El segundo argumento no es inferior en este aspecto, Ante mis concepciones farxistas afirmaron que insistia en la presentacién de “teorias metodolégicas icializadas”, A pesar del interés que tienen declaraciones tan explicitas, lo més rascendente sobrevino después. ; La apelacién que ditigi a la comisiOn para que reviera su postura no produjo ecto. Tampoco lo tuvo el reclamo de mis colcgas, Pero todo cambié cuando un profesor e Salamanca, Felipe Maillo Salgado, que pasaba por Buenos Aires camino a Australia, se enterd de que ini tesis, que habia leido en Espatia, fue rechazada por el CONICET. No Jeonocia hasta entonces a Maillo Salgado, Me manifesto su indignacién por la medida, y J edacté una solicitada que firmaron dieciocho conocidos investigadores y catedraticos de Salamanca, donde se requeria que los miembros de los organismos destinados a fomentar ia investigacién se abstuvieran de incluir criterios de orden ideolégico-politico o lburocrético en la evaluacién del trabajo intelectual. Mencionaba a tres miembros de Ia [comisién: Nilda Guglielmi, Tau Anzéategui y Rey Balmaceda. Recibi una copia de la solicitada, que estaba dirigida al presidente del CONICET de ese momento, el Dr. Rail Matera, en mi domicilio. Pocos dias después fui convocado a reunirme con ta comisién. Era el mes de noviembre de 1993. El recuerdo de ese encuentro es itnborrable. ‘Se presentaron los mencionados: Guglielmi, Tau Anzéategui y Rey Balmaceda. RRetengo la imagen de tres individues que debian cumplir unz mision que les resultaba muy penosa, Los habian amonestado enérgicamente respetables catedréticos extranjeros, y ahora se veian compelidos a retroceder ante uno de ¢s0s historiadores que aspiraban ‘eliminat. Evoco tres figuras patéicas que no se sabe si merecen compasién 0 desprecio. La seftorita Guglielmi solo tomaba apuntes sin levantar la vista. El sefor Tau Anzodtegui, que oficiaba de presidente de la comisién, se mostraba amable y melifluo (“{Doctor, desea ares algo, més”). Fl rol del sefor Rey Balmaocda fue formular noc preguntas burccriticas, Dias después recibo otra comunicacién de la comisi rectficando su anterior decisidn y dectarando aceptable mi informe. Fue entonces cuando se ine revel6 el variable y contingente sistema ético de es0s sujetos. Es curiosa su causa conticonante, No esl azn auténoma de Kant el entendimient integral onic Jos escolésticos o las facultades especiales de los estoicas. Tampoco Ia voluntad divin [El motive prictico y utilitario que rige aqui la conducta es no padecer la mala opiniés: jena. Cuando surge esa amenaza, los principios se transforman en una clausula muy, incdmoda, y la dignidad pasa a ser un asunto secundario. 194 - Razén y Revolucién - Invierno de 2003 La Historia explica el presente Este relato nos traslada a otro escenario. Como acabo de expresar, los miembros de esa comision no disimularon que la sentencia recaia sobre opiniones e idcotogia, Encontraban en esa transparencia una cualidad natural de sus funciones. Es explicable ‘Cuando la represién sistemitica pasa a ser vista como un aspecto mis de la cexistencia inteectual, es muy dificil (por no decir imposible) conjeturar un mundo diverso yy tolcrante. Esa vision es cl previsible resultado de una Historia cientifiea y cultural que ‘durante cuatro décadas, desde 1943 hasta 1983, fue un devenir de persccuciones y splavamientos. Esa Historia es un hecho educativo. Ciertos individuos termina por aprociar eses pricticas como el ordinario decurso de las cosas. ‘A veves olvidamos cémo era la vida cotidiana de un historiador de oficio antes de 1983. Por ejemplo, en os insttutos universitarios era inconeebible quc un investigador ino panicipara de las convieciones del director, alineadas en el flanco derecho del espectro politico. Todo debia ser autorizado por el Sefior Director. Su jurisdiccidn incluin kx ultod de permitir reuniones. Recuerdo que aun después de la instauraciéa de fa democracia, Ia seiorita tuna inestabilidad emocional, gue ineluys neiviosas Comunicaciones telefonicas con Horacio Pereyra, entonces sccretario de 1ci6n y postgrado de la Facultad de Filosofia y Letras de la UBA, per un reunién ada” que mantuve con investigadores j6venes del Instituto de Historia Antigua y Medieval que ella dirigia. Tiempo después esos investigadores, que no sopostabon el roritarismo de la seforita Guglielmi, se alojaron de su Instituto. Nadie admitia tampoco que en una cétedra se incorporaran docentes que no compartieran las interpretaciones del profesor titular, Légicamente, las lecturas prohibidas eran muy variadas, asi como les temas que estaban vedados de tratamiento. Las listas negras de alumnos culinaban ese compromiso politico-policial de muchos profesores. El hecho no es muy conocido y slo puedo sportar al respecto mi experiencia. Hacia 1976, Bemardo Gandulla, ayudante en la materia Historia Antigua Oriental de la UBA, me comunica que los miembros de esa citedra tenian una lista de sus aluomos subversives. El tiempo revelé tos alcances tan laxos y peligrosos de cea calificacién. Ante mi requerimiento, ley6 nombres de la lista. Retuve uno: ot de Carlos Malamud, a quien le comuniqué su incémoda situacién de sospechoso, Emigné a Muchos atios mas tarde, en enero de 1998, me encontré con mi antiguo compaiiero en Ia Universidad de Salamanea. El era profesor de la Universidad a Distancia de Espaia Recordiamos cl viejo episodio, Mi advertencia fue el empujén final que lo Ilevé al exilio. En esos tiempos la investigacién sobrevivié en institutos privados, donde primaban criterios de pluralidad, 0 en los débiles mérgencs de organizaciones izquicrdistas. De una atmésfera tan opresiva surgicron tres tipologias sociolégicas: en mer témino, el intelectual critico, aislado en su disidencia absoluta; en segundo lugar s€ encontraban muchos eriticos que comenzabun a arrepentirse de su antiguo extremismo; ¥ Por tttimo, un no despreciable nimero de complacientes apologistas del sistema que habian gozado de la continua prebenda oficial. Para esta iltima categoria, le prictica Jiekmi sul Rosén v Revolucién ~ Invierno de 2003 - 195 intelectual era también, y de manera inevitable, una prictica politico-policial. Enfaticemos que interiorizaban una conducta: después de manipular una lista de estudiantes subversivos, rechazar una beca o un subsidio por razones ideologicas es un episodio menor de una secuencia habitual de acciones. Sélo en estados excepcionales, por tuna presién democratica endégena o por criticas externas, esos protagonistas de la politica cientifica modifican su comportamiento, Entonces, rodeados por una diversidad que los desconcierta, se subordinan a las pautas civilizadas del pluralismo. Es su transitorio cstadio de incomodidad por una subordinacién aparencial que, muy comprensiblemente, ‘estin dispuestos a abandonar para volver a lo que conocieron en toda su existencia. {Se puede hacer algo con el CONICET? En estos actores y en estas pricticas se dirimi6 la potenciatidad del sistema cientifico en su trinsito hacia la democracia, Con el intelectual critico reducido a una expresién social insignificante, la situacién comenz6 a dirimirse por un complicado juego de enfrentamientos y conciliaciones entre las dos categorias restantes. Por un lado, los historiadores que volvian de su juvenil excursién por los confines de Is izquierda, se obligaban de manera creciente con un liberalismo politico puro, y aplicaron una estrategia de inclusién miltiple. Marx tenia su lugar asignado en ese heterogéneo panorama como una influencia mas. Este seré el grupo que desde la Facultad de Filosofia y Letras de la UBA construird una clara hegemonia en la historia del pais. Fue tun ascendiente esperado; mis alla de sus limitaciones, un aire de sofisticacién profesional renovaba la diseiplina. Por otro lado, los historiadores tradicionales ensayaron un caleidoscopio de respuestas, Muchos debieron abandonar Ins universidades ante concursos que revelaban su limitadisima cultura, Se quejaron amargamente y apelaron a indtiles recursos Judiciales, De los que sortearon los concursos, algunos procuraron ponerse a tono con los ‘nuevos tiempos y se indigestaron con lecturas poco accesibles para su ingenio. Otros, finalmente, se alrincheraron en su rancio y prudente empirismo. En su diversidad, ta defensa teldrica de los valores democriticos que hasta entonces habian ignorado tos fue Lunificando, en especial cuando comprobaron que ese estado constitucional se afirmaba. Con este cuadro de situacién, en los primeros aftos de la democracia se sii la ins rispida relacién entre los nuevos historiadores y los tradicionales. Eran los costos de los acomodamientos en las estructuras institucionales, aunque fueron muy efimeros esos ruidos disfuncionales. E! compromiso fue imponiendo de manera paulatina un sistema de convivencia y respelo de esferas de poder que quedaron intactas. Profesores que obtuvieron dudosos pergaminos académicos con la diciadura fueron legitimados e incluso promovidos. Las cosas prosiguieron asi hasta el advenimiento del gobiemo de Menem, ‘cuando e cardicter meramente transaccional de la precaria democracia cientifica se puso de relieve, Fue entonces cuando los compromisos tendieron a mantenerse en tas universidades, pero se violaron ostensiblemente en el CONICET. Contra lo esperado, la 196 - Razén y Revolucién - Invierno de 2003 rucva edicién de la decrépita tradicién no eneontré un enfientamiento Franco y direct. Por el contrario, la coexistencia de posiciones diferentes (que presupO%© él conflict ‘eventual) se fue transmutando en convergencia. La respuesta del liberlismo mas puro tite Ta antigua derecha académica y politica fue cada vez més timidar eifeunscripta y condescendiente. Apelo otra vez a la memoria y a la experiencia vivid Cuando se produjo el desembarco de las fuerzas restauradoras & €! CONICET, cen 1989, asisti a una reunién de alermados iavestigadores democritico® "8 Prestigioso ‘colega enticipé lo que seria la politica consensuada de los historiador®s hegembnicos: evitar los enfrentamientos y limitarse a responder medidas arbitrarias, Mi contestacién fue inmediata: ante el fascismo no es valida ninguna politica florentina; si PO fe ee Stalingrado la opeién no sélo prictica sino también éica es convertirse € francotirador. £1 enjo de mi colega ante mi intransigencia, que calified como un incoregible vicio de iquierda, confirma fa seriedad con la que se adoptaba ef nuevo derroter®: Efectivamente, cl camino hacia la convergencia quedaba abierto como estrategia densa Ave desmentia mi primera y errada impresién de haberme enfrentado retdricamente con ust Chamnberlain de Jas ciencias sociales, En todo caso, el paraguas bajo cl cual “cabemos tod” habia Hegado para insialarse. En el grupo democritico ello implieé sacrificios; algurts 8¢ esforzaron this de la cuenta y de lo que la vieja derecha podia esperar, No consiger0 casual que el mismo profesor que fijaba el nuevo horizonte, tiempo después me manifestara que no estaba dispuesto a comprar la New Left Review para su instituto universitatio por ser una publicacién trotskista, Desconocer lo que constituye, como dijo Chris Wickham, la mis importante publicacion tedrica de ciencias sociales en lengua inglesa € un hecho sin importancia al lado de Ia monstruosa proseripcién declarads con conmo¥edor frangueza De ningiin modo quiero significar con esto que la antigua dereh® tradicional se confunde con el modemismo liberal. Las pricticas y politieas cienifie#s Siguen siendo diferentes, Pero el camino de la convergencia esti confirmado y elo implica cambios inevitables en los equilibrios de fuerzas y un desplazamiento de actores & la conduecion de la Historia. Alguien absorbe y alguien es absorbido: que Halperin Donhl se incorpore aun hiimedo cenéculo donde José Luis Romero tuvo probibida ta extrada, es todo un Simbolo de una transformacién que no es precisamente Ia de esos arc #iens aeadémicos que lo esperaban con los brazos abiertos Este ensayo es al mismo tiempo que un documento de exPetiencias una ceonfesidn det error. El miedo al estalinismo, el educado comportauiento de algunos representantes de la antigua tradicion, la conviccién hegeliana de A¥e cade sistema doctrinario puede tener czbida en Ia bisqueda de la verdad, fueron Conceptos que me ilusionaron con Ia nebulost cientiiea. He creido tanto en fos pfocedimientas de yiales, Escribir esta cevaluacion entre coleges como en la reetificacién de conductas tradicios historia me revelé toda la dimensiGn de mii propia ingenuidad, Ate el reino de la imperfeccién que representan los lugares mis concentrados de profesionales de le Historia sélo queda el camino de la ruptura por extensin de las esfeF# €© democracia aadquirida, Es la poitiea que estimo conveniente para el CONICET. Razin y Revolucién - Invig™%® de 2003 - 197 Esta costosa estructura protege todo tipo de caprichosas inclinaciones. Algunas son verdaderamente desquiciadas, como el mantenimiento de institutes de Historia al que no pueden acceder los especialistas que no gozan de la simpatia de sus directores. Para un pais pobre, sin becatios, con sucldos de investigadores bajisimos y con miltiples dificultades de recursos, crear y sostener ese tipo de centros, habiendo ademas otros en las universidades, parece realmente incomprensible. La pregunta sobre la Kogica oculta de esa imacionalidad devela la sustancia del problema, El CONICET permancce ficl a los principios que lo originaron: sustraer la investigacién del sistema tripartito de las uuniversidades, el dinico régimen que oftece alguna garantia de transparencia sistematica para la investigacién. Este recortido me conduce a una conclusién. EI CONICET se presenta como una estructura enorme ¢ irracional, como el lugar de maniobras a priori inexplicables, ye! refugio de figuras sustraidas a los avatares de los tiempos. Es también la estructura donde Ta convergencia de tradiciones se manifiesta con mayor nitidez. para que el critico sea domesticado y el historiador anodino se reproduzca sin sobresaltos. No sé si algo similar pasa en otras disciplinas, pero sospecho que ha llegado cl momento de una solucién total para que la oscuridad de esos pasillos se ilumine definitivamente. Para este cambio se necesita trascender el limite profesional de los “consagrados” y abrir las puertas a toda la ‘comunidad de historiadores, Los estudiantes, las graduados, los profesores y todas los que hacen historia desde lugares muy diversos pertenecen a esa comunidad. Pueden encontrarse en las universidades, el Ginico émbito donde deberia concentrarse 1a investigacién estatal 198 - Razin y Revolucién - Invierno de 2003

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