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Portada :: EE.UU.
01-05-2011
Wal-Mart proyecta una sombra global sobre las vidas de cientos de millones de
personas, entren o no a un hipermercado. Con 405.000 millones de dólares en ventas
en el último año fiscal, Wal-Mart es tan grande, y tan obsesivamente centrado en la
reducción de costes, que sus acciones influyen en nuestro paisaje, trabajo, distribución
de ingresos, modelos de consumo, transporte y comunicación, política y cultura, y la
organización de industrias desde el comercio minorista hasta la manufactura, de
California a China.
Sin embargo otros caminos son posibles, y la compañía no tendría tanta influencia si el
mundo no hubiera cambiado para posibilitar su crecimiento similar a una metástasis. Si
los sindicatos hubieran sido más fuertes, especialmente en el Sur, y más dedicados a
organizar el creciente sector de los servicios, es posible que Wal-Mart no se hubiera
convertido en un obstáculo semejante a la renovación laboral. Si no se hubiera limitado
el control antimonopolios, Wal-Mart jamás habría crecido al tamaño que tiene. No
habría semejantes megamercados si los gobiernos estatales no hubieran revocado las
leyes de comercio justo de la era de la Depresión. Y el ímpetu que ha dado Wal-Mart a
la fabricación de productos de consumo estadounidense a China dependió de un
fundamente político y tecnológico previamente establecido de globalización favorable a
las corporaciones.
El trabajo era duro, rápido, y estresante, con “presión constante”, dice. “Si me mataba
haciendo 2.000 etiquetas al día, al día siguiente me daban 200 más. Aumentaban
constantemente la cuota. Era muy peligroso. Y con cada pedido de Wal-Mart, los
supervisores decían que era urgente que lo cumpliéramos. Los ejecutivos se quejaban
de que la compañía los presionaba considerablemente.”
Al apresurarse a cubrir una paleta en abril de 2009, Sánchez se cayó y se hirió. A pesar
de un historial de trabajo impecable, la agencia la despidió, supuestamente por un
error de papeleo, pero más probablemente –cree– porque se hirió. Incapaz de
encontrar otro trabajo, vive en una pequeñísima habitación en la casa de un primo,
haciendo tamales para venderlos y buscando trabajo. “No quiero volver a México
destruida y fracasada”, dice.
Es difícil, sin embargo cumplir los estándares de Wal-Mart a los precios de Wal-Mart.
Por eso el Consorcio de Derechos del Trabajador (WRC) basado en EE.UU. saca a la luz
frecuentemente grandes violaciones de los derechos de los trabajadores en fábricas
bangladeshíes (o indias o camboyanas) de proveedores de Wal-Mart y de otros grandes
comercios, a pesar de sus códigos de conducta y de los controles, dice el director
ejecutivo de WRC, Scott Nova.
“Las expectativas de calidad son altas, pero también la logística administrativa”, dice
Chowdury. “Limitan los plazos de entrega. La obtención de tejidos es difícil. Todo se
comprime”, incluidos sus trabajadores. Aunque el salario mínimo es de casi 42 dólares
mensuales, afirma que su compañía paga 90 dólares por mes porque si fuera mucho
menos, los trabajadores “no podrían sobrevivir”. Espera que alguien construya líneas
de alta tensión y carreteras en el campo, para trasladar la fábrica a un área donde
“cada trabajador pueda sobrevivir con un salario de entre 70 y 80 dólares mensuales”,
y así pagar menos. ¿Es posible que algún día Wal-Mart se vaya a un sitio más barato?
“¿Adónde se iría?”, pregunta.
de toda la vida, dirigió una de las dos tiendas de comestibles Econofoods en la ciudad
cuando abrió el supercentro. “La primera semana, nuestras ventas bajaron casi un
40%”, recuerda. “Luego, en entre seis y ocho semanas, se niveló, a una baja de cerca
del 18%”. Lo probaron todo: ventas con grandes descuentos (Wal-Mart los batió),
eventos especiales (Día de Nascar), mejores anuncios, jugando con el conocimiento de
sus clientes locales. Redujeron las horas para evitar despidos. Después de poco más de
un año, los administradores corporativos de la cadena cerraron las dos tiendas.
“La realidad con respecto a Wal-Mart es que simplemente es inmenso”, dice Frakes. “Es
difícil competir cuando consigue las cosas tan baratas. Es realmente duro para
Galesburg. Hemos perdido un montón de negocios familiares. Una tienda independiente
de comestibles, Hi-Lo, sobrevive, y Frakes trabaja ahora en ella.
“Hay dos o tres factores que nos ayudaron”, dice el subgerente de Hi-Lo, Jeff Jefferson.
“Los años que hemos estado en la ciudad y la lealtad de los clientes. Tenemos precios
justos, carne y vegetales de calidad. Nunca seremos el negocio más grande y más
nuevo, pero podemos ser el más amistoso, y ofrecemos servicio. Cortamos nuestra
propia carne y todavía llevamos las compras al coche.”
Semejantes historias ilustran unas pocas dimensiones del “Efecto Wal-Mart”, como
tituló el periodista Charles Fishman su libro sobre la vasta influencia de Wal-Mart. Los
promotores de la compañía aseveran que cada negocio nuevo tiene dos efectos
relevantes: Primero, activa la economía local; y, segundo, los precios más bajos para
los consumidores locales compensan otros efectos negativos.
También es bastante posible que Wal-Mart haya reducido el empleo en EE.UU. a través
de toda su amplia cadena de suministro, a pesar de la esperanza de los proveedores de
que contratarían más gente a medida que Wal-Mart vendiera más productos suyos.
Pero hay historias, bien documentadas por Fishman y otros, del virtual
desmantelamiento por parte Wal-Mart de proveedores emblemáticos como Huffy
(bicicletas), Master Lock (candados), Lakewood Engineering & Manufacturing
(ventiladores) y L.R. Nelson (aspersores para césped).
Ni siquiera está claro que los dóciles proveedores supervivientes hayan prosperado.
Dos estudios independientes establecieron que es probable que los proveedores de Wal-
Mart, especialmente empresas pequeñas, terminen con beneficios inferiores a los de los
proveedores que trabajan para otras grandes empresas minoristas. Más allá de
presionar los precios, Wal-Mart a menudo “saca un bocado” a los proveedores
retardando los pagos. Pero algunos proveedores, sobre todo los mayores, pueden
ganar lo suficiente con los grandes pedidos de Wal-Mart como para lograr mayores
beneficios a pesar de la presión.
El daño causado sobre los salarios por el efecto Wal-Mart es más obvio en el caso de
los trabajadores, tanto si trabajan para la compañía como si trabajan para sus
proveedores o para sus competidores. Un grupo de investigadores de la Universidad de
California, Berkeley, dirigido por Arindrajit Dube, encontró en 2007 “considerable
evidencia de que la llegada de Wal-Mart redujo los ingresos promedio y totales del
comercio minorista, los salarios y las prestaciones sanotarias de sus empleados durante
los años noventa, sobre todo en las áreas urbanas”. La pérdida, debida a la apertura de
Wal-Mart, de un 1,5% de los ingresos de todos los comerciantes minoristas en un
condado, más la pérdida de prestaciones sanotarias, provino del reemplazo de
trabajadores mejor pagados por trabajadores mal pagados y de que Wal-Mart “impulsó
la reducción de los salarios de sus competidores”.
En promedio, informa Dube, los trabajadores de los grandes negocios minoristas ganan
cerca del 15% más que los empleados de Wal-Mart, que paga a un asociado de ventas
un promedio de 8,81 dólares por hora, según el investigador de mercado IBISWorld.
estiman que los precios de Wal-Mart son entre 5% y 25% inferiores a los de la mayoría
de los competidores. Por encargo de Wal-Mart, IHS Global Insight calculó que los
precios más bajos de la compañía ahorraron a los consumidores estadounidenses
365.000 millones de dólares en 2007 –cerca de 1.200 dólares por persona o 3.100 por
hogar familiar-. Semejantes análisis llevaron incluso a algunos demócratas como Jason
Furman, ahora consejero económico del presidente Barack Obama, a elogiar a Wal-
Mart como una ventaja para los pobres. Aunque Furman propugna un salario mínimo
más elevado (que el que paga Wal-Mart), argumenta que incluso salarios
modestamente superiores de los trabajadores de Wal-Mart eliminarían las ganancias de
la compañía o aumentarían los precios, perjudicándolos implícitamente.
Pero un equipo de economistas del Economic Policy Institute [EPI] criticó con
conocimiento de causa la metodología de Global Insight y juzgó que los ahorros
proyectados de la compra en Wal-Mart “no son plausibles”. Por ejemplo, dicen los
críticos del EPI, el informe de Global Insight atribuyó a Wal-Mart reducciones de precios
que no realiza, así como otros servicios que componen un 60% del índice de precios al
consumidor. En todo caso, argumentan los economistas del EPI, si las economías
fueran tan grandes como se afirma, Wal-Mart podría aumentar los salarios y mantener
bajos los precios. El grupo de Berkeley también concluyó que un salario mínimo mayor
para los comerciantes minoristas de los negocios de grandes superficies ayudaría a los
trabajadores del comercio minorista y resultaría en un aumento ínfimo de los precios al
por menor.
Los gobiernos, a todos los niveles, también pierden cuando llega Wal-Mart: reduce
sueldos y salarios, elimina puestos de trabajo y lleva a las familias a la pobreza. El
resultado es que el gobierno termina pagando por su Medicaid, S-CHIP (seguro de
salud para los niños), estampillas de alimento, y otras ayudas. Por cierto, en muchos
Estados, los empleados de Wal-Mart encabezan la lista de beneficiarios de Medicaid y
sus hijos encabezan las listas de S-CHIP, porque no se pueden permitir el plan de salud
de la compañía. En 2004, el personal demócrata del Comité de la Cámara de Educación
y Fuerza Laboral calculó que un negocio de Wal-Mart con 200 empleados costaría a los
contribuyentes federales 420.750 dólares al año (más de 2.000 dólares por empleado).
Pero el impacto adicional de Wal-Mart lleva más lejos. Según Good Jobs First, un grupo
de investigación del desarrollo económico, Wal-Mart ha obtenido más de 1.200 millones
de dólares en ventajas fiscales y otros subsidios de gobiernos estatales y locales (cerca
de 70 millones de dólares al año). Utiliza subterfugios para evitar otros 300 millones de
dólares anuales en impuestos (y creó Wal-Mart.com como corporación supuestamente
independiente para evitar el cobro de impuestos estatales a las ventas). La compañía
cuestiona sistemáticamente todas sus facturas de contribuciones a la propiedad.
Más allá de su impacto económico, Wal-Mart es tristemente célebre por censurar los
libros y discos que ofrece, excluyendo algunos, presumiblemente por sus tendencias
políticas progresistas y exigiendo versiones expurgadas de otros. Como relata la
historiadora Bethany Moreton en To Serve God and Wal-Mart [Servir a Dios y a Wal-
Mart], la compañía ha promovido una amalgama de cristianismo evangélico y de
ideología de libre mercado en las universidades y en otros sitios y contrata gran parte
de su dirección en ese medio cultural. Más recientemente, se ha lanzado a la política
electoral con grandes donaciones políticas, movilización contra políticos que apoyan la
Employee Free Choice Act [Ley de libre elección del empleado] (incluyendo presión de
mano dura sobre sus propios empleados), y la promoción de su propia versión de “Wal-
Mart Moms” [Mamás de Wal-Mart] como un electorado no decidido crucial (una defensa
implícita contra ataques por el tratamiento que da a sus empleados).
“La caída de Wal-Mart persiste”, dice un titular del Wall Street Journal de febrero, al
caer las ventas en la misma tienda en el séptimo trimestre seguido. Pero hay que
contener las lágrimas: las ventas generales y las ganancias aumentaron. Sin embargo,
Wal-Mart debe crecer para que su modelo funcione, entrar en mercados urbanos,
nuevos países, nuevas demografías (más exclusivas), nuevos formatos (más
conversiones a supercentros y pequeños negocios de vecindario), nuevos productos
(más electrónica), y una nueva imagen (más allá de lo "verde"). Pero como dice el
analista de la industria Bill Dempsey del UFCW: “No tienen un problema de imagen.
Tienen un problema de realidad”.
miembros, como el atribulado Sam’s Club de Wal-Mart. Pero según IBISWorld, el cajero
promedio de Sam’s Club gana 9,48 dólares por hora, y el cajero promedio de Costco
gana 15,50 dólares por hora. Un trabajador de Costco también recibe una sustancial
bonificación anual, un plan de retiro 401(k) y seguro sanitario pagado en un 90% por
el empleador. El cajero de Sam’s Club puede comprar un seguro en el trabajo.
En última instancia, es posible competir con Wal-Mart, hacer buenas ofertas a los
clientes, tratar con justicia a los proveedores, pagar decentemente a los trabajadores,
e incluso respetar su derecho a organizarse. Mejores políticas públicas y sindicatos más
fuertes ayudarían. Tal vez, después de todo, la "Wal-Martización" no sea el fin de la
historia.
Fuente: http://www.alternet.org/economy/150781/wal-mart%27s_
shocking_impact_on_the_lives_of_hundreds_of_millions_of_people/?page=entire
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