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'Alicia en el país de las maravillas',

aburrimiento, oportunismo, chapucería


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Tim Burton está en caída libre. Y hace ya unos cuantos años que está inmerso en esa
caída. Supongo que estarán en desacuerdo los millones de fans de los que goza por todo el
mundo. Para ellos Burton es un intocable, un director de una imaginación desbordante
(son las dos palabras que más se oyen cuando se habla de él), un universo barroco
inconfundible, y un artista total capaz de impregnar cada elemento visual de su puesta en
escena con un sello personal. Pero desde ‘El planeta de los simios’ (2001), Burton ha ido
perdiendo, película a película, la frescura y la coherencia, hasta convertirse en una sombra
de sí mismo en su última película.
Su última película que, quizá, sea la menos interesante e inspirada, la más aburrida, insulsa,
innecesaria, de todas sus películas. Adaptación libérrima de los legendarios cuentos de
Lewis Carroll protagonizados por la niña Alicia, le deja a uno de piedra la completa
desidia con la que la ha filmado este famoso director, de talento incuestionable, pero
incapaz de encontrar, por lo que parece, temas que le interesen en este momento, que es
cuando debería dar lo mejor de sí mismo. Si fuera, como dicen, el maestro de maestros que
no es.
Una adaptación sin la menor gracia
Lo primero que llama la atención del guión que ha firmado Linda Woolverton es la
superficialidad a la hora de acercarse al original literario. Vaya por delante que no tengo
nada en contra de palimpsestos, reescrituras, traiciones literarias, sacrilegios narrativos, ni
nada por el estilo. Ahora bien, el nuevo material ha de poseer una entidad propia capaz
de hablar de tú a tú con el material preexistente, y sino a la misma altura, por lo menos
con la misma intención y el mismo espíritu. La decisión de que Alicia tenga casi 20 años y
no recuerde nada de sus anteriores viajes al submundo es tan disparatada, y presenta la
misma falta de interés, como que Peter Pan se haya hecho adulto en ‘Hook’ (no por
casualidad, la peor película de la carrera de Steven Spielberg).
Sin embargo, el arranque propuesto por Woolverton y filmado por Burton, a pesar de su
tono desvaído, y de cierta desgana que irá creciendo a medida que avancemos, no está del
todo mal, y surge el espejismo de que es posible reescribir a Carroll con ingenio y energía.
Los primeros minutos en el submundo continúa el espejismo, pero pronto se derrumba
todo de manera incontestable, y el resto del relato es un sincero “quiero y no puedo”,
que sustituye la locura y el coraje del cuento de Carroll por una voluntad descaradamente
comercial, impersonal y zafia. Un espectáculo palomitero en un submundo de colorines,
con un guión absolutamente deslavazado, que no llega a caer en el desastre absoluto, pero
cerca le anda.

Sin el salvaje sentido del humor, y el gusto por el ingenio verbal de Carroll (salvo en
contadas ocasiones), ¿qué nos queda? No hay ninguna secuencia realmente destacable,
ningún aspecto narrativo que merezca la pena resaltar. El diseño de producción (obra de
Robert Stromberg, no por casualidad uno de los encargados de ese apartado en ‘Avatar’)
demuestra hasta qué punto el famoso toque visual Burton era más propiedad de Rick
Heinrichs que suyo. Hay esfuerzo y detallismo en el aspecto más superficial de la
película, pero todo queda gélido, opaco, sin fuerza.
Alicia (la maravillosa Mia Wasikowska, que nos había enamorado a todos en la
inolvidable serie ‘En terapia’) es un personaje desdibujado, que primero trata de afianzar
su identidad frente a los habitantes del submundo, para luego renunciar a ella y convertirse
en una guerrera improbable. Al Sombrerero Loco (un inaguantable Johnny Depp) le han
convertido en un bufón trágico que deambula por el fotograma sin encontrar su lugar. La
Reina Roja (una divertida Helena Bonham Carter) no es todo lo cruel y malvada que sería
necesario. Algunos secundarios (el gran Crispin Glover como Stayne, la Liebre, la oruga
azul) salvan el circo, aunque otros como el Gato de Cheshire están completamente
desaprovechados.
En un galimatías de historia sin la menor sorpresa, donde la predecibilidad y el lugar común
son la norma, la película se acaba convirtiendo (y si el lector no me cree, ya lo verá cuando
acuda a la sala), en una suerte de ‘Crónicas de Narnia’, con un tono existencialista y
épico totalmente fuera de lugar, y un Burton que se limita a hacer planos sin el menor
sentido de la maravilla, y totalmente descentrado. No por casualidad, su mejor película
sigue siendo ‘Ed Wood’, donde los colorines quedaron desterrados y donde había un guión
sencillamente excepcional.
‘Alicia en el país de las maravillas’ en 3D
Tras el grandioso éxito de ‘Avatar’, no podían dejar pasar la oportunidad de convertir esta
película, filmada en 2D, en otro éxito de taquilla. Y el resultado sólo se puede describir
como lamentable. En la gran sala Imax de Madrid a la que fui invitado, los rótulos del
principio de la proyección, que anunciaban las posiblidades visuales del 3D estaban
mil veces mejor hechos que la película de Burton, que si narrativamente es una película
muy endeble y sin el menor interés estético, técnicamente es una chapuza de la que se
deberían sonrojar sus máximos responsables.

Absolutamente todos sus planos en movimiento panorámico (y tiene unos cuantos, para mi
desgracia), convierten a los personajes y fondos en un borrón, y provocan un mareo
considerable. Hay planos mejor hechos que otros, eso es cierto, pero los que están mal
hechos son un escándalo. Los personajes completamente aplastados contra el fondo, cuando
no son formas sin vida y sin movimiento. Los contornos de muchos planos sin nitidez. Hay
escenas con una lamentable falta de luz, y son lo único oscuro de una película a la que
falta oscuridad. Hay ejemplos que deberían disuadir a futuros cineastas a convertir su
película 2D en 3D, y a rodarla directamente en 3D si tienen coraje: objetos importantes en
primer término completamente desenfocados.
Si vas a hacer las cosas en 3D, hazlas bien. Busca las cámaras y la técnica precisa. Filma y
monta durante tres años. Luego algunos se sorprenden y me atacan por mi admiración hacia
James Cameron.

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