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Pregón

del
Costalero y Horquillero
Cofradía
del
Stmo. Cristo de la Misericordia
María Stma. de la Soledad
y
Cristo Resucitado

Pregonero:

Domingo Sánchez Vallejo

*****

Baza, 23 de febrero de 2008.

1
Sea para ti, Santísima Virgen de la Piedad, Madre y protectora de estas mis
amadas tierras bastetanas y de estas mis gentes más queridas, mi primer saludo.

Cuando María la Virgen


llevaba al Niño a la fuente,
cuatro luceros nacían
como rocío en la frente.

Con sólo mirar el agua


qué firmemente surgía,
cuatro estrellas se bañaban
en la fuente cada día.
Con los ojos de su Madre
qué orgulloso estaba el Niño,
Jesús miraba a la fuente
la Madre miraba al Hijo.

Y entre la Madre y el Hijo


cuatro luceros sembraban
cada mañana en la fuente
que el firmamento, de Baza, alumbraban.

El arma más poderosa que pueda tener el ser humano, es sin lugar a dudas, la
palabra.

Esa misma arma que el Hijo de Dios utilizó antes sus enemigos. Palabras
transformadas en calificativos, en adjetivos, en expresiones verbales dirigidos, en
este caso, a la “Reina de Baza”, a Nuestra Señora la Stma. Virgen de la Piedad
Coronada.

Palabras que marcan y establecen el devenir de un suspiro, la fuerza de un


grito de emoción, o tal vez, el esfuerzo de sus horquilleros, que cada 8 de
septiembre, se convierten en los pasos de la Reina Bastetana, para procesionar por
las calles de su ciudad:

Emperatriz de los cielos:

Ella nos abre con su mirada las puertas de la gran corte celestial, para dibujar
sobre la inmensidad de una nube, sobre la fortaleza del rezo de una salve, el mejor
de los posibles encuentros con los seres queridos que su Hijo llamó y que se
encuentran cada mañana en los primeros rayos de sol.

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Sea este el momento, en que este humilde pregonero te pida Madre mía por
todos y cada uno de nuestros difuntos seres queridos, por nuestras hermanas y
hermanos cofrades que dejaron de estar con nosotros, para ocupar un lugar al lado
del Padre Eterno.

Abogada:

Nuestra “Piedaica” tiene el poder de convertirse en la mejor abogada de los


que ante las tentaciones sociales, cometemos el delito de olvidar nuestras
obligaciones religiosas. Cometemos el delito de mirar hacia el otro lado, sin pensar
que María, reflejada aquí en la Virgen de la Piedad, estuvo a los pies de la Cruz del
Hijo amado. Es abogada defensora de los que no creían, de los que creen, de todos
nosotros pecadores.

Abogada nuestra ante el Padre Celestial. Cuantas veces, a través de los


tiempos, ha acompañado a mujeres y hombres de estas cada día más secas y áridas
tierras nuestras, en rogativa al Padre, de agua para nuestros sedientos campos.

Piadosa:

Complicado es dar la definición correcta de la palabra piedad. Puede, y es,


un hermoso nombre de mujer. Puede, y es, un bellísimo nombre de amor. O quizás
de amistad.

La Patrona de Baza, está llena de una piedad que “emborracha” a todos los
que escribimos su nombre. Nombre que ni siquiera la fuerza de los vientos
transformados en la hipocresía, envidia, celos o traiciones humanas puede borrar.

Piadosa la Madre de Dios, que está entre nosotros.

Piadosa es esta Alcaldesa Perpetua, que mira con optimismo el futuro de sus
hijos. De esos hijos a los que Ella protege y mira con amor.

Piadosa, esa es la palabra que bautiza su presencia. Esa es, no podría ser
otra, la hermosa palabra que ponga punto y final, a este breve y particular
diccionario, para gritar, una y mil veces:

¡¡ Viva la Virgen de la Piedad¡¡

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Con la venia de mi Señora:

• Iltmo. Sr. Alcalde Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Baza.


• Reverendo Padre Javier.
• Autoridades Civiles.
• Presidente y miembros de la Junta de Gobierno de la Federación de
Cofradías y Hermandades de Baza.
• Hermano Mayor de la Cofradía de la Stma. Virgen de la Piedad
Coronada.
• Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Cofradía del Stmo. Cristo
de la Misericordia, María Stma. de la Soledad y Cristo Resucitado.
• Camarera Mayor de la Stma Virgen de la Soledad.
• Representantes de las Cofradías y Hermandades bastetanas.
• Cofrades, Camareras, costaleras, costaleros, horquilleras y
horquilleros.
• Querida familia. Diego, Alejandro, Mar, Alba y Paula un beso para
vosotros.
• Amigos incondicionales de Lorca: Ginés, María, Mayka y Mario.
• Amigas y amigos de Baza.

Gracias a Rafael por sus palabras de presentación ante ustedes y por ese cariñoso
perfil que ha trazado sobre mi vida. Palabras abrumadoras para mí de tan cordiales,
y que le agradezco desde lo más noble de mi corazón.

Fue al mediodía del 18 de septiembre del pasado año.

Rosi y yo nos encontrábamos en el momento en que sonó el timbre del


teléfono, comiendo una suculenta “lata” de patatas asadas al horno, al estilo de las
que antaño dieron tanta fama a aquella entrañable taberna conocida como el Bar
“Papa”.

Al otro lado del hilo telefónico, nuestro querido amigo y Hermano Mayor,
Ricardo Sánchez y Yéste, por parte de madre. Tras los saludos habituales me
comunicó el acuerdo adoptado por la Junta de Gobierno, que tan magistralmente
preside, por el cual se me invitaba a pronunciar el “VI Pregón del Costalero y
Horquillero” de la Cofradía de mis amores.

Al oír tal noticia noté como un ligero sudor brotaba “de súbito” por mi
frente; la emoción me embargó y ni un solo segundo dudé en aceptar la propuesta
que Ricardo me trasladaba.

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Nadie mejor que yo sabe de la humildad de mi inteligencia, de mis escasas
virtudes y de mis pocos méritos. Por eso sabía que iba a cometer un fraude, que no
era digno del honor que se me otorgaba y de lo difícil que iba a ser cumplir con tal
misión; pero yo quería en mi egoísmo humano, tener una ocasión de devolver a
mis hermanas y hermanos en el Stmo. Cristo de la Misericordia, María Stma. en su
Soledad y de Jesucristo Resucitado, los muchos afectos que les debo; quería darles
lo único que podía a quienes tanto me dieron: mi corazón, y eso es lo que os traigo.

Es un corazón bastetano, que nació en la calle de la Trinidad, lindera a la


placeta de la Cascada, corazón que nació de familia humilde y cristiana, un
corazón que en su niñez ya portaba con orgullo y devoción ese otro corazón, orlado
por corona de espinas, que campa en el emblema de nuestra Cofradía.

Ya han pasado 41 años desde que un 6 de diciembre contrajera matrimonio,


tras 9 años de novios, y ante la Stma. Virgen de la Piedad, con una moza bastetana.

Se dice muy pronto, pero he pasado más de medio siglo junto a Rosi, una
mujer menuda ella de cuerpo, una “pimientilla” como cariñosamente la calificaba
mi padre por activa e inquieta. No es de una belleza física destacada, pero si una
mujer “resultona”, como de ella decía mi madre.

Creo que es el momento oportuno para simplemente decirte, gracias Rosi


por ser como eres.

Y aquí me tenéis esta tarde de “febrerillo el loco” con vosotros, no por mis
merecimientos y mis valías, sino por el cielo que así dispuso las cosas y conjuró y
concertó en mi beneficio a los amigos, a todos mis amigos que quieren, que aman,
que admiran y sienten lo mismo que yo.

Esperad de mí, de este sencillo pregonero, no una original pieza de oratoria


ciceroniana clásica, plena de facundia elegante y refinada, no una demostración
acentuada e intensa de profundos conocimientos literarios, sino un conjunto de
palabras que solo muy de lejos van a conseguir expresar con un mínimo de acierto
y habilidad lo que siente este corazón por esta Cofradía, las cosas que le inspiran el
importante quehacer sacrificado de las mujeres, hombres y jóvenes, de los que
siento sana envidia, que integran nuestras cuadrillas de costaleros y horquilleros,
en su inigualable, meritoria y honorífica labor de portar a nuestras Sagradas
Imágenes en sus estaciones de penitencia y gloria.

Yo no soy nadie relevante en la vida de Baza, tampoco tengo grandes


méritos profesionales, ni siquiera tengo un papel destacado en la Semana Santa
bastetana.

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Quizás mi único bagaje es que fui cofrade desde el mismo día 14 de
diciembre de 1949, recién cumplidos los 7 años, en que se formó la primera Junta
de Gobierno que relevaba a la Comisión Organizadora, presidida desde el año
1946, por D. Rafael Montesinos Alcázar.

En esa primera Junta militaron tres familiares a los que siempre tuve un gran
cariño y admiración.

Como Hermano Mayor tenía a mi tío Miguel, de carácter afable, bonachón,


amigo de sus amigos, dialogante, pulcro en el vestir y que años más tarde, por
confiado y “buena gente”, tuvo que dejar a su querida Baza y trasladarse a vivir a
la capital.

Como Vicesecretario a mi tío materno, Antonio Vallejo Martínez.

Que os voy a decir de él aquellos que le conocisteis. Pero para los que no
tuvieron esa oportunidad, mirar a su hijo Antonio, hoy nuestro Presidente de la
Federación de Cofradías y Hermandades. Por el hijo conoceréis al padre, casi
“calcaos”.

Note enfades Antonio, pero ante tu padre.....”chapó”.

Y a Rogelio Meca Aragón, primo hermano mi padre, Diego Mínguez el de


las Contribuciones, al cual le adjudicaron el cargo de Albaceas.

De su mano me inicié como monaguillo de este sagrado Convento


franciscano. Con igual o mayor destreza y delicadeza que bobinaba un motor
eléctrico en el taller mecánico de su hermano Agustín, con una inusitada y sencilla
elegancia, vestía a la Virgen de la Soledad para las novenas y salidas penitenciales
y, entre mis recuerdos, la preciosa Cruz de Mayo que plantó, con la ayuda de otros
cofrades, en el patio de la oficina de Contribuciones, sita en aquellos años en la
calle de las Monjas, frente a la panadería de los Doblas.

Tuve la suerte, junto con mis hermanos Miguel y Paco, de acompañar a


nuestro Resucitado, en su primera procesión.

Miguel y yo vestíamos para la ocasión, la clásica túnica de nuestra cofradía


y Paquito estrenó la primera blanca túnica que salió de las primorosas manos de
Paquita Vallejo, mi señora madre.

Y de aquellos años vienen a mi mente infinidad de recuerdos, de entrañables


escenas y vivencias, y sobre todo de personas, de cofrades conocidos de los que

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aprendí a querer y valorar esta manifestación de fe popular, que conocemos como
Semana Santa.

Como por ejemplo de aquel grupo de amigos y hermanos que casi a diario
echaban la “raya” en la legendaria taberna de Ibarra, situada en la calle Tenerías,
conocida popularmente como el callejón de Ibarra, regentada por el padre de
nuestro amigo Manolo, al que aprovecho para desearle una pronta y total
recuperación junto a su amada esposa Mari Carmen y sus hijos.

Allí hablaban, entre otros temas, de la Cofradía, de iniciativas y proyectos,


de mil cosas relacionadas con la Semana Santa, mientras degustaban un buen vino,
garbanzos “torraos”, bacalao, habas, buenos chorizos y morcillas de Baza.

Mi padre me inculcó que les diera el tratamiento de tíos entre otros a Víctor
Navarro Ulises, pastelero afincado en la plaza Mayor; a Luis “el Largo” de
profesión carpintero, que era con mucho el penitente más alto de la Cofradía; a
Luis el de “los abonos”, muy temeroso de las tormentas, que cuando veía el primer
relámpago, cerraba su almacén de abonos sito en la carretera de Caniles, frente a
las destilerías de D. José del Pino y corría a su casa para meterse debajo de la
cama; a Rogelio Meca al que anteriormente cité; a Julián Segura “el herrero” cuyo
taller lo conocí frente a la ”Curva” y algunos más que recuerdo pero que omito
consciente de que el tiempo nos apremia.

Entre ellos hasta formaron un equipo de fútbol. En una ocasión fueron a


Granada a jugar un partido montados en una camioneta marca “Ford”, que la
llamaban “Periquito”, propiedad de Agustín Meca. Perdieron por 21 a 0.

Otro año montaron con gran éxito de público, una caseta popular, con
ocasión de la Feria de Baza, para recaudar dinero para la Cofradía, en el antiguo
patio del taller mecánico “Meca”, de la carretera de Granada, frente a los Juzgados.
Recuerdo que la vocalista de la orquesta cantaba aquel pasodoble que decía:

Sombrero, hay mi sombrero,


Cuando te llevo a los toros,
Sombrero, hay mi sombrero,
Sombrero de mi querer.

Mas tarde formé parte de ese grupo numerosísimo de bastetanos mal


llamados “ausentes”, sin más.

Mal usado este término para mí porque a los bastetanos que, por una u otra
razón, nos vemos obligados a dejar nuestra tierra, nunca la sentimos “ausente”,

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físicamente sí, pero en lo fundamental, emotivamente, quizás la tengamos igual o
más presente que los que tienen la dicha de permanentemente gozar de ella.

Y para mí esas ausencias físicas se veían agudizadas cada Miércoles Santo,


cuando por mis obligaciones profesionales o la distancia, no podía acudir a mi cita
con mi Soledad....con mi Cristo.

Muchas lágrimas de alegría y emoción derramé a la puerta de este Convento,


al contemplar la salida de nuestras Sagradas Imágenes para hacer su estación de
penitencia, pero el año que por primera vez vi a mi Cristo de la Misericordia y a mi
Soledad, portados por sus respectivas cuadrillas de Horquilleros y Costaleros, se
me cayeron los “palos del andamio”.

En su sobrio y elegante trono, realizado por otra de las familias señeras de


nuestra Cofradía, los hijos de mi gran maestro D. Esteban Jiménez Montoya, al que
debemos, y desde aquí lanzo el reto, un merecido reconocimiento a su persona y a
su obra artística, aparece en la placeta de la Merced, ante la vista de propios y
extraños, despacito, en silencio, majestuoso, impresionante, portado por su
incansable, su única cuadrilla de Horquilleros, el Stmo. Cristo hecho Misericordia.

Hermanos Horquilleros vestidos de negra túnica que anuncia el luto de


vuestros corazones por el cruel sacrificio al que fue sometido el Hijo de Dios,
podéis sentiros orgullosos de ser los pasos de Jesús por las calles bastetanas.

Con qué amor, con qué delicadeza y trabajada fuerza lo alzáis a “pulso” a los
cielos y lo mantenéis sobre nosotros.

A Vos corriendo voy, brazos sagrados,


en la Cruz sacrosanta descubiertos,
que para recibirme estáis abiertos,
y para no castigarme estáis clavados.

A Vos, divinos ojos eclipsados,


de tanta sangre y lágrimas cubiertos,
que para perdonarme estáis despiertos
y para no confundirme estáis cerrados.

A Vos, clavados pies para no huirme;


a Vos, cabeza baja, por llamarme;
a Vos, clavos preciosos quiero atarme
con ligadura dulce, estable, firme.

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La madera ya no es ahora madera, es muerte. Vemos al hombre colgado de
la Cruz, recorremos entre lágrimas sus venas, sus tendones en tensión, sus costillas,
sus músculos maltratados. Sentimos el dolor de sus manos y pies llagados, y nos
escuece como propia la llaga de su costado.

Nuestra luz se ha apagado. El camino seguro que seguíamos, es ahora un


erial pedregoso. La flor generosa que nos insuflaba fuerza, está marchita. Toda la
fe que en Él habíamos puesto, parece derramarse en su sangre.....

Ese es el desaliento de los que tienen enfermedades, de los que son azotados
por catástrofes naturales, de los que son perseguidos, asesinados o sufren maltratos
de género, de los hambrientos, de los condenados, de los desesperados......

Alegraos, porque grande será la recompensa que recibiréis en el cielo.

Y así le decía un Horquillero:

Será por ese vacío


fúnebre de tus párpados.
Será porque mueres joven
con apariencia de anciano.

Será porque con lo negro


se siente el mundo angustiado.
O tal vez porque esa muerte
rehuye cualquier milagro.

O será por lo que pienso


cuando miro tu costado
que mi ser quiere seguirte
y mis pies darte de lado......

Será porque tú lo quieres


por lo que siempre te clamo:
ponme tu cruz en la frente
-ceniza sobre pecado-
como una nueva cuaresma
que me despierte en tus brazos,
Oh, Cristo del Calvario.

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Costaleras y Costaleros de mi Soledad, que sana envidia de dais.

Quien tuviera unos años menos para tener el honor de estas junto a vosotros
en la tarde noche de un Miércoles Santo.

Como me gustaría cargar sobre mis hombros a mi Señora.

Dejadme un hueco en vuestra cuadrilla, dejadme un sitio en las trabajaderas


o por lo menos decidme que sentís cuando a “paso de tambor” o a “paso de
compás”, lleváis con primor, con destreza, con sabiduría....con amor, a nuestra
Virgen Guapa.

Esteban:
Un clavel va rozando
y muy cerca se arrima
¡ y le besa sus manos ¡
¡ y le besa la mantilla!
¡y hasta le besa la cara!
y es que la Virgen lo mira
¡ y es que la virgen le habla!
y le habla de su Hijo
¡ El Hijo de sus entrañas!
¡ que va clavao en esa cruz!
Para redimir a las almas.

Tras un camino entorchado de luto y fuego María Stma. en la Soledad de su


dolor, abandona su clausura para llorar junto a su pueblo.

¡ Mujer de la más honda soledad,


huérfana de Hijo,
como un árbol despojado en abril, núbil !

Madre en la soledad,
Madre en la muerte, para darnos vida con la vida del Hijo arrebatada,
Madre en la noche del mayor silencio,
a tientas el andar del corazón y la palabra humilde sin respuesta,
como una pregunta en el desierto frío.

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¡ Sin respuesta de nadie, sola en tu Soledad !
Más sola que la Muerte que muere para dar vida,
renacida en tu gozo, como una golondrina liberada,
con el llanto caído como la cera de los cirios,
la soledad del mundo camina a tu paso lento
bordando las calles del pueblo triste.

¡ Te llamamos todos muchas veces,


desde esta nuestra soledad tan sola, María de la Soledad !

Y te encuentras por primera vez con tu Hijo en la más concurrida de las


encrucijadas de las calles de la antigua Basti.

Alamillos, plaza de San Francisco, el Carril y calle Agua.


En este punto....

¡ Horquilleros! , Cristo quiere esperar a su Madre.

Y Ella baja...
con solemnidad desciende,
Costaleros y Horquilleros,
ponerlos frente a frente,
para que las lágrimas de la Madre
limpien de sangre su frente.

¡ Que no se alborote el aire !


¡ que la brisa sea serena !
lo mismo que su mirada
en la noche pura y bella.

¡ Que no le falten plegarias !


¡ Que no le falten saetas !

¡ Ya vas por calle Alamillos


con tu pena y tu dolor,
con tu mirada serena,
vas derramando amor ¡

¡ Hazte fuerte Capataz !


¡ no te emociones, sereno !
¡ pisa firme Costalero ¡
¡ al cielo con El, Horquillero !

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Que la Virgen va llorando
pero vosotros ¡ le dais consuelo !

Y los Pasos se van elevando


¡ y ya muy cerquita del cielo... !
¡ los ángeles se asoman !
para tenderles un pañuelo,
en nombre de los que los portáis,
con tanto amor y esmero.

La Virgen llega ante su Hijo quedando una frente al otro; no hay palabras
para decir, un rostro desolado y triste es surcado por unas lágrimas de amor y dolor
infinitos; otro rostro sucio y ensangrentado, de labios secos que son rastrojos,
resecos y amoratados.

Paquita que observa desde el muro del Carril, o desde la Gloria del Padre
Eterno el encuentro, llora acongojada al escuchar una saeta que surca la noche
bastetana.

Y llegan a la calle Ancha. Estrecha de tal manera que vuestros pasos,


Costaleras, Costaleros y Horquilleros, han de ser templados, moderados,
mesurados, para eludir los desafiantes salientes de los balcones.

Mide bien Javier, que mi Cristo no se dañe, que ya bastante va sufriendo Él.

Que gran soneto te escribió, oh Cristo Crucificado, aquel poeta anónimo del
siglo XVI,

No me mueve, mi Dios, para quererte,


el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme al verte


clavado en esa cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,


que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

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No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

María de la Soledad....tus Costaleras descansan para, una vez más, tomar el


relevo en las trabajaderas. Pero en esta calle Ancha, mientras se ciñen la faja y
beben un poco de agua, una e ellas, que por primera vez, sobre sus hombros te
lleva, te dice:

¡ Eres una rosa azul !


¡ Como es color de tu manto !
¡ Eres la gasa y el tul !
que al mirarte, yo me planto,
¡ y es, porque me llamas Tú !.

Y es que saber, no se sabe,


¡ Si camina o se detiene !
y la gente sorprendida
en una confusión solemne,
¡ que no sabe por qué !
¡ si camina o se detiene !.

¡ Ardor de cera en el aire !


¡ Ardor de cera en la brisa !
una copla hecha Saeta,
y un eco hecho sonrisa.

¡ Se abren balcones y ventanas !


¡ pétalos de rosa caen
en tu manto y por delante de Tu cara,
queriendo mitigar con su perfume,
el dolor y la Soledad de su alma.

Y ya en la madrugada de esos Miércoles Santos, tras más de cinco horas de


procesión, físicamente cansados, pero henchidos de orgullo y renovado amor, llega
la “recogida”, la culminación de nuestro acto de penitencia.

Los pasos vuelven al templo, y la Virgen de la Soledad vuelve a llorar a su


Convento. ¡ Que tristes se sienten Esteban, Javier, Costaleras, Costaleros,
Horquilleros, Penitentes y todos los que esperamos dentro !

Sudor y lágrimas en vuestros rostros, y en la última “levantá”, se escucha


una femenina voz entonando una saeta, la saeta de siempre, la de todos los años, la

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que una fervorosa cofrade siempre le dedica, de la garganta de Emilia sale con
desgarro, con emoción, con amor, con pasión inusitada......

¿Quién me presta una


escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?

Y aquella otra que así dice:

Virgen de la Soledad,
no tengas pena ninguna
que tu Hijo resucita,
entre las doce y la una.

Cuando el domingo de Resurrección abre sus puertas de par en par dejando


tras de sí las oscuras puertas de los tristes Miércoles y Viernes Santos, el fuego se
convierte en vida, en luz de Cristo, y saltando de mano en mano limpia las
tinieblas del templo conventual y de nuestras almas.

Las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Al
llegar vieron que la piedra del sepulcro había sido quitada. Miraron y no
encontraron el cuerpo de Jesús. Un joven de ropas brillantes les dijo: “No os
asustéis, buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado. Por qué buscáis entre los
muertos al que vive. No está aquí, ha resucitado”.

Resurrección es futuro y esperanza. Es la única razón de la Semana Santa.


Sin ella todo sería una trágica representación. Lo dice San Pablo: “vana sería
nuestra fe”. El núcleo central del mensaje cristiano está ahí presente: la muerte de
Cristo nos trae la vida.

Resurrección es fuerza y esperanza.

¿Que mejores portadores, que esta juventud nuestra, para Jesús Resucitado?

Sois lo más importante de esta Cofradía nuestra, porque representáis la


inocencia, el futuro, la sabia nueva que da sentido y vida a esta ya más que
cincuentenaria congregación.

Túnica negra por túnica blanca, ese es el simbolismo de la Pasión de Cristo.


Tinieblas por luz. Miedo por esperanza.

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Hierve la Plaza Mayor
de bullicio en la mañana,
en el reloj de la iglesia
suenan 12 campanadas.

El Resucitado llega
con su manto de escarlata,
entre jóvenes que lucen
de flores, llenas las varas.

Cohetes por todas partes


se funden en una traca,
la torre de la Colegiata
pregona con sus campanas:

¡ Ha resucitado Cristo !
¡ Primavera y Esperanza !

Éste es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al Resucitado,


se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las
humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no
respetada.
En la Resurrección la vocación cristiana descubre su misión: acercarla a
todos los hombres.

El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre


el mal. Por esta razón los cristianos con gran júbilo celebramos este día la Misa
Pascual del Domingo de Resurrección.

“ En este día de tu triunfo sobre la muerte, que la humanidad encuentre en ti,


Señor, la valentía de oponerse de manera solidaria a tantos males que nos afligen”,
clamó el jefe de la iglesia católica. (S.S. Juan Pablo II, 2004).

Y este pregonero concluye aquí con la misión encomendada.

A los actos litúrgicos y procesiones de esta Cofradía, de la que torpemente


os he hablado, es a lo que en nombre de su Junta de Gobierno os invito y os
convoco, rogándoos antes a manera de los antiguos autores, que sepáis disculpar

los innumerables yerros, licencias y omisiones en que haya podido incurrir este
humilde en sí, pero orgulloso por lo que representa, pregonero.

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¿Estáis preparados Horquilleros?
¿Estáis puestos Costaleros?
¿Puedo llamar cuando quiera?
Ni un minuto más de espera…..

¡A ésta es!

He dicho.

Domingo Sánchez Vallejo.

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