Professional Documents
Culture Documents
1
Al principio decidí realizar una incursión en el nivel «más profundo»: los sueños de pacientes
deprimidos. Esperaba encontrar mayores signos de hostilidad en el contenido de los sueños de
pacientes deprimidos que en pacientes no deprimidos, pero en realidad no fue así. Observé, sin
embargo, que los sueños de los pacientes deprimidos contenían temas de pérdida, derrota, rechazo
y abandono y que el protagonista de los sueños era representado como alterado o enfermo. Al prin-
cipio acepté la idea que los temas negativos en el contenido del sueño expresaban la necesidad de
autocastigo (o «masoquismo»), pero pronto me desengañé de esta idea. Cuando los animaba a
expresar su hostilidad, mis pacientes se deprimían más, no mejoraban. Es más, en algunos
experimentos, los parientes reaccionaron positivamente a experiencias de éxito y refuerzo positivo,
cuando la hipótesis del «masoquismo» predecía lo contrarío (resumido en Beck [11).
Determinadas observaciones relevantes ayudaron a proporcionar la base para un modelo cognitivo
de la depresión. Pude apreciar que el contenido de los sueños abarcaba los mismos temas que las
cogniciones conscientes de los pacientes -sus autoevaluaciones negativas, expectativas y recuerdos-
^ pero de forma exagerada, más espectacular. Las cogniciones depresivas contenían errores o
distorsiones en las interpretaciones (o malas interpretaciones) de la experiencia. Lo que finalmente
completaba el nuevo modelo (en mi opinión) fue descubrir que si los pacientes valoraban de nuevo
y corregían sus interpretaciones erróneas, su depresión mejoraba y, tras 10 o 12 sesiones, remitía
(2).
De esta manera, emprendí el desafío de intentar integrar las diferentes piezas psicológicas del
rompecabezas de la depresión. El producto final era un modelo cognitivo global de la depresión. En
la superficie, un nivel fácilmente accesible fue la negatividad en los autoinformes de los pacientes,
incluyendo sueños e interpretaciones negativas de sus experiencias. Estas variables parecían
explicar las manifestaciones de la depresión, como la desesperación, la pérdida de motivación, la
autocrítica y la tendencia suicida. El siguiente nivel pareció constituir un sesgo cognitivo
sistemático en el procesamiento de la información, que conduce a la atención selectiva de los as-
pectos negativos de experiencias e interpretaciones negativas y al bloqueo de acontecimientos y
recuerdos positivos. Estos descubrimientos me llevaron a la siguiente pregunta: «¿qué produce el
sesgo negativo?» Sobre la base de observaciones clínicas avaladas por la investigación, concluí que
cuando están deprimidos, los pacientes tienen actitudes disfuncionales muy pronunciadas o
creencias sobre sí mismos que secuestran la información y producen un sesgo cognitivo negativo
que conduce a los síntomas depresivos (1,3,4).Un gran número de estudios ha demostrado que los
pacientes deprimidos tienen actitudes disfuncionales, presentan una atención y un sesgo de recuerdo
negativos sistemáticos en experimentos de laboratorio, de la misma forma que relatan distorsiones
Cognitivas (abstracción selectiva, exceso de generalización, personalización, y sesgos de
interpretación |4||. Las actitudes disfuncionales, medidas con la Escala de Actitudes Disfuncionales
(5), están representadas por creencias como «si fallo en una cosa determinada, quiere decir que soy
un fracaso total». Durante un verdadero episodio depresivo, las actitudes disfuncionales más
acusadas conducen a creencias negativas absolutas sobre si mismo, el mundo personal y el futuro
(«soy un fracaso»). Sugerí que estas actitudes disfuncionales están integradas en estructuras o
esquemas cognitivos, en el sistema de asignación de significados y que tienen características
estructurales, como la estabilidad y la densidad o como los umbrales y niveles de activación. El
grado de preponderancia (o «energía») de los esquemas depende déla intensidad de una experiencia
negativa y del umbral de activación en un momento determinado (experiencias estresantes
sucesivas, por ejemplo, pueden bajar el umbral).
Cuando los esquemas son activados por un acontecimiento o por una serie de acontecimientos,
sesgan el sistema de procesamiento de la información, que entonces dirige recursos de atención a
estímulos negativos y traslada una experiencia específica a una interpretación deformada
negativamente. La hiperintensidad de estos esquemas negativos conduce no sólo a una percepción
global negativa de la realidad, sino también a otros síntomas depresivos, como tristeza,
desesperación y pérdida de motivación, y a comportamientos regresivos, como inhibición social e
2
inactividad. Estos síntomas también son objeto de evaluación negativa (“mi mal funcionamiento es
una carga para mi familia» y «mi pérdida de motivación muestra lo perezoso que soy»). La
constelación depresiva consiste en un bucle de retroalimentación continuo con interpretaciones
negativas y sesgos de atención con síntomas subjetivos y conductuales que se refuerzan
mutuamente.
3
El grado en que la inducción de estado de ánimo activó las actitudes disfuncionales durante los
períodos libres de síntomas depresivos predecía futuras recaídas y recurrencias. Esta activación de
las actitudes disfuncionales era más probable en los pacientes que habían recibido farmacoterapia
que en los sometidos a terapia cognitiva. Los estudios prospectivos indicaban que las actitudes
disfuncionales podrían considerarse un factor de vulnerabilidad cognitiva para la depresión.
Un afinamiento más reciente del modelo de vulnerabilidad cognitiva lia añadido el concepto de
reactividad cognitiva, expresado clínicamente como fluctuaciones en las actitudes negativas de los
pacientes sobre sí mismos en respuesta a los acontecimientos diarios (18). la reactividad cognitiva
ha sido demostrada experimentalmente por una variedad de intervenciones de estimulación (o
«intervenciones sobre el estado de ánimo»), con música triste, imágenes de recuerdos auto-
biográficos tristes, películas de rechazo social o fracasos imaginados. Tras estas intervenciones, los
individuos clínicamente vulnerables tienen más actitudes disfuncionales, sesgos cognitivos
negativos y una erosión de los sesgos positivos habituales (10). La vulnerabilidad clínica fue
definida en cuanto a variables de riesgo elevado (p. Ej., antecedentes personales o familiares de
depresión).
Los estudios han mostrado que la presencia de reactividad cognitiva antes de un acontecimiento
vital estresante predice el inicio de episodios depresivos (10). La importancia del significado
atribuido a un acontecimiento estresante como un componente crucial de la reactividad cognitiva
fue confirmada por el hallazgo (19) de que las apreciaciones negativas diarias de los factores
estresantes cotidianos predecían síntomas depresivos también diarios. La adición del concepto de
reactividad cognitiva al modelo cognitivo sugirió que la predisposición a la depresión puede
observarse en las reacciones cognitivas emocionales cotidianas del individuo predispuesto a la
depresión (10). Sin embargo, el modelo no daba respuesta aporqué ciertos individuos eran más
reactivos que otros a los acontecimientos cotidianos(o tenían mayor probabilidad de desarrollar
actitudes disfuncionales y sesgos cognitivos).
Como se ha indicado antes, la experiencia de episodios de síntomas depresivos es diferente de la
inmersión total de la personalidad en una depresión mayor franca. La depresión grave se caracteriza
no sólo por una amplia garúa de síntomas intensos, sino también por rasgos «endógenos», como la
relativa insensibilidad a los acontecimientos externos. Para explicar las complejas características de
la depresión de alta expresividad, propuse un modelo cognitivo ampliado (4, 20). Planteé el
concepto del modo, una red de esquemas cognitivos afectivos, de motivación, conductuales y
fisiológicos, para explicar el retraso profundo, la anhedonia, los trastornos del sueño y del apetito,
así como las aberraciones cognitivas. la activación de este «modo> (red) produce los variados fenó-
menos de la depresión.
En la formación del «modo», las conexiones entre varios esquemas de orientación negativa se
fortalecen con el tiempo en respuesta a acontecimientos interpretados de forma negativa.
Acontecimientos sucesivos que provocan síntomas o un acontecimiento principal depresógeno
cierran estas conexiones. En cierto modo, los esquemas cognitivos sirven como un centro de
distribución, y los restantes esquemas como nodos en constante comunicación entre sí. Un
acontecimiento principal estresante o acontecimientos que simbolizan pérdidas de algún tipo
provocan los esquemas cognitivos que activan los esquemas restantes (afectivos, motivacionales,
etc.). Cuando está totalmente activado, el «modo» se hace relativamente autónomo y ya no es tan
reactivo a estímulos externos; es decir, acontecimientos positivos no reducen el pensamiento
negativo o el estado de ánimo negativo. Los recursos atencionales son asignados de manera
desproporcionada a experiencias internas como cogniciones negativas y tristeza, manifestadas
clínicamente en forma de rumiación. Por otro lado, los recursos ya no se destinan a esquemas
adaptativos, como el afrontamiento o la solución de problemas. El «modo» presumiblemente
correspondería a una red neurona! compleja, que incluye múltiples regiones cerebrales relevantes,
activadas o desactivadas durante la depresión.
4
Los esquemas cognitivos sesgados negativamente funcionan como procesadores automáticos
de la información. El sesgo automático es rápido, involuntario y ahorra recursos. En la
depresión, el predominio de este sistema (eficiente pero inadaptado) podría explicar los sesgos
atencionales negativos e interpretativos. En cambio, el papel del sistema de control cognitivo
(compuesto por funciones ejecutivas, la solución de problemas y la reevaluación) está amortiguado
durante la depresión. El funcionamiento de este sistema es deliberado, reflexivo y requiere mucho
esfuerzo (exige recursos), pero puede ser reactivado mediante terapia y, de esta forma, ser utilizado
para valorar las interpretaciones depresivas erróneas y reducir la importancia del «modo» depresivo.
El concepto de dos formas de procesamiento puede rastrearse en el modelo de procesos primarios y
secundarios de Freud (21), muchas veces reformulado desde entonces (22). Recientemente, Heevers
(23) sugirió una propuesta similar de un procesamiento de «doble factor» en la depresión. Planteó
que la vulnerabilidad cognitiva a la depresión ocurre cuando el procesamiento asociativo sesgado
negativamente no es corregido por el procesamiento reflexivo.
El modelo cognitivo ampliado en el desarrollo de la depresión implica el siguiente proceso:
experiencias tempranas adversas contribuyen a la formación de actitudes disfuncionales
incorporadas en estructuras cognitivas, denominadas esquemas cognitivos (la vulnerabilidad
cognitiva). Cuando son activados por acontecimientos vitales diarios, los esquemas producen un
sesgo atencional, interpretaciones sesgadas negativamente y síntomas depresivos leves (la
reactividad cognitiva).
Después de la activación repetida, los esquemas negativos se organizan en un «modo» depresivo,
que también incluye esquemas afectivos, conductuales y de motivación (la vulnerabilidad
cognitiva). Acontecimientos negativos acumulados o un acontecimiento adverso grave impactan en
el «modo» y lo dejan al descubierto. El «modo» resultante toma el mando de la información, lo que
se refleja en el aumento de apreciaciones negativas y la rumiación. El control cognitivo de aprecia-
ciones emocionalmente significativas se atenúa y de esta formase limita la reevaluación de
interpretaciones negativas. El final de estos procesos es la depresión clínica. Crick y Dodge (24)
señalaron que con la activación repetida, los patrones inadaptados de procesamiento de la
información se convierten en rutinarios y resistentes al cambio. Los esquemas cognitivos. Iras la
activación repetida antes y durante los episodios depresivos, se convierten en más evidentes y más
estabilizados, un hecho compatible con el fenómeno «de encendido» o «kindling».
Las pruebas que sustentaban este modelo fueron precarias en los primeros años, pero en los
últimos 40 años sus hipótesis fundamentales se han visto reforzadas. En 1999, David A. Clark y yo
mismo (4) revisamos más de 1.000 publicaciones relevantes para el modelo cognitivo de la
depresión y encontramos apoyo sustancial en la investigación de diferentes aspectos de la teoría
cognitiva. Revisiones más recientes han añadido nuevos resultados procedentes de investigaciones
complementarias (10, 12, 15,25).
5
Dado que el modelo cognitivo de depresión, reforzado por años de investigación sistemática, se
ha desarrollado hasta la
FIGURA 1. Modelo del desarrollo de la
depresión basado en la diátesis
vulnerabilidad y los acontecimientos
vitales estresantes
Experiencias adversas en el
desarrolloActitudes
disfuncionales (esquemas);
vulnerabilidad cognitivaSesgo
cognitivo negativo penetrante:
depresión.Activación por
acontecimientos estresantes
madurez., parece oportuno y apropiado compararlo con los resultados cine surgen de la
neurogenética y la neuroimagen.
Vulnerabilidad genética
Tenía yo aún un problema sin resolver: ¿cómo podemos explicar que sólo una parte de los
individuos con antecedentes de malos tratos infantiles, otros acontecimientos adversos y graves
experiencias traumáticas tengan depresión? Muchos de nosotros habíamos planteado la existencia
de un <,gen azul», pero la tecnología para identificarlo no estaba disponible. Además, aunque
hubiera un apoyo considerable al modelo cognitivo de depresión en los aspectos psicológicos y
clínicos (I), apenas existían datos de estudios neuro fisiológicos que pudieran correlacionar con
tales conclusiones. No ha sido hasta este siglo que dichos problemas pudieron resolverse, como
consecuencia del trabajo de investigadores en genética conductual y neurociencia cognitiva. Los
espectaculares avances tecnológicos en genética y neuroimagen funcional han permitido a los
investigadores demostrar que las variaciones genéticas y su impacto en el funcionamiento neuronal
tienen un papel principal en la hiperreactividad a experiencias negativas que conducen a la
depresión. Ciertos estudios han proporcionado una estructura que permite entender las relaciones
entre los acontecimientos vitales, la desregulación neural, los procesos cognitivos y la depresión.
Estas investigaciones también han ofrecido una base preliminar para formular los correlatos
neurobiológicos de constructos psicológicos como la vulnerabilidad cognitiva, la reactividad
cognitiva y los sesgos cognitivos.
Estos avances han abierto una brecha para conocerla relación entre factores cognitivos, biológicos
y empíricos en el desarrollo de depresión. Las conclusiones genéticas y neurobiológicas
permitieron trazar caminos en las causas de la depresión y sugirieron correlatos biológicos del
modelo cognitivo. El artículo pionero de Caspi et al. (26) sugirió que los individuos que poseen una
6
o dos copias de la variante corta del gen 5-HTTLPH (transportador de serotonina), que no es tan
eficaz en su transcripción como la forma larga, experimentan niveles más altos de depresión y
suicidio después de un acontecimiento vital estresante reciente. El estudio de Caspi et al. (26) ha
sido avalado desde entonces por un gran número de estudios (27).
Los acontecimientos vitales estresantes moderados por el gen 5-HTTLPR han variado bastante en
estos estudios, desde los tipos leves hasta un acontecimiento único, muy traumático. En algunos
estudios, experiencias adversas como los malos tratos en la infancia (2H), parecen representar una
lejana predisposición a la depresión, mientras que en otros, el genotipo 5-HTTLPR modera los
efectos depresógenos de acontecimientos más próximos (11). Los estudios referidos a ambos
acontecimientos, predisponentes (biológicos y psicológicos) y desencadenantes, pondrían a prueba
este aspecto del modelo cognitivo.
k'ilpatrick et al. (29) encontraron que los portadores de una variante de baja expresión del
polimorfismo corto 5-HTTLPR eran propensos a desarrollar depresión mayor y trastorno por estrés
postraumático en condiciones de alta exposición a huracanes y escaso apoyo social. Kaufman et al.
(28) también han hallado pruebas de que el apoyo social protege frente a reacciones depresivas ante
experiencias estresantes en individuos genéticamente vulnerables. Se ha cuestionado si la
generalización de las conclusiones sobre el gen 5-HTTLPR (p. ej., referencia 30) resulta útil para
ilustrar el paralelismo entre conceptos biológicos y psicológicos. Análisis más exhaustivos
incluirían otras variantes, como los genes CREB y COMT(31.32).
Los investigadores también han encontrado que la interacción entre el genotipo del factor
neurotrófico derivado del cerebro y el gen 5 HTTLPR predice la depresión en niños (28) y adultos
mayores Es interesante señalar que variantes del genotipo del factor neurotrófico derivado del
cerebro son factores predictivos de manera diferente de rumiación y depresión en adolescentes y sus
madres (34). En concreto, Hilt et al. (34) constataron que las niñas con el genotipo Val/ Val tenían
puntuaciones de rumiación más altas y exhibían más síntomas depresivos que las niñas con el
genotipo Val/Mee. Por el contrario, las madres con depresión de inicio en la edad adulta y
genotipo Val/Met presentaban más síntomas depresivos y rumiación. Las madres con depresión de
inicio en la infancia tenían mayor probabilidad de presentar el genotipo Val/Val. Kaufman et al.
(28) comunicaron que, en los niños maltratados, podía predecirse, en parte, la gravedad de la
depresión por la interacción del 5-HTTLPR (alelo corto) con el genotipo del factor neurotrófico
derivado del cerebro (Val/Met), en particular en los niños con escaso apoyo social. Se ha observado
que una variante del gen HTR-2A potencia el efecto de la alimentación materna en la disminución
de los síntomas depresivos en niños (35). Como la investigación en este ámbito continúa, parece
probable que puedan descubrirse otras interacciones gen-gen y gen-ambiente. En general, las
relaciones establecidas entre acontecimientos ambientales, predisposiciones biológicas y depresión
parecen discurrir de forma paralela a las conclusiones del modelo cognitivo en cuanto a
acontecimientos ambientales, factores cognitivos y depresión.
9
FIGURA 2. Modelo del desarrollo de la depresión basado en genes anómalos'
«Desconstruyendo» la depresión
La interpretación de la investigación que compara los componentes del modelo cognitivo
con las investigaciones neurofisiológicas de la depresión plantea un problema filosófico.
¿Cómo pueden reconciliarse dos niveles totalmente diferentes de abstracción: mentalismo
y materialismo? Los enfoques cognitivo y neurofisiológico utilizan conceptos, estrategias
de investigación y procedimientos técnicos diferentes. Ante este problema filosófico,
¿existe justificación para reunir los dos modelos en cuanto a causalidad o interacción? (p.
ej.. la reducción de serotonina aumenta las actitudes disfuncionales; v. referencia 57); o bien ¿son
los procesos neurofisiológicos y cognitivos simplemente «diferentes caras de la misma moneda»
como una vez argumenté (6U.1Y Según mi criterio inicial, los procesos cognitivos son paralelos a
los procesos biológicos pero no interactúan con ellos.
10
A pesar de este problema filosófico, creo que es posible presentar una formulación pragmática de la
interacción de ambos niveles (figura 2). Para «desconstruir» el fenómeno de la depresión, propongo
un camino hipotético que comienza con la vulnerabilidad genética (incluyendo los genes predispo-
nentes, pero no los protectores). El polimorfismo 5-HTTLPR conduce a una reactividad excesiva de
la amígdala (45). El aumento de reactividad límbica a acontecimientos emocionalmente
significativos provoca el despliegue de recursos atencionales aumentados a tales acontecimientos,
que se manifiestan por sesgos atencionales y recuerdos negativos (reactividad cognitiva). El foco
selectivo sobre los aspectos negativos de la experiencia causa las ya familiares distorsiones
cognitivas, como exageración, personalización y sobregeneralización (6) y, en consecuencia,
provoca la aparición de actitudes disfuncionales referentes a la adecuación, la aceptabilidad y el
valor personales. Las frecuentes reiteraciones de interpretaciones negativas modelan el contenido de
los esquemas cognitivos (no querido, inadecuado, carente de valor). Simultáneamente, las
interpretaciones negativas de las experiencias tienen un impacto sobre el eje HHS y ponen en mo-
vimiento el ciclo antes descrito que supone un sistema serotoninérgico hiperreactivo que conduce a
la depresión. Hay que ser cuidadoso en la interpretación de los estudios genético-ambientales,
incluyendo los de la variante 5-HTTLPR, porque existen numerosas posibles trampas
metodológicas en este tipo de análisis (Kenneth Kendler, comunicación personal, 11 de mayo de
2008). En consecuencia, esta descripción particular es provisional y está sujeta a futuras
investigaciones.
La teoría de la consolidación de las actitudes negativas y el autoconcepto negativo nuclear junto a
los factores afectivos, motivacionales y conductuales asociados en el «modo» depresivo es una
conjetura, pero resulta útil como constructo explicativo (20). La progresión desde la propensión
depresiva a una verdadera depresión implicaría no sólo la hiperactivación de este conglomerado,
sino también la disminución del contraste con la realidad. La contrapartida biológica de este modela
teórico incluye complejos circuitos que implican múltiples regiones cerebrales. Mayberg (ti I), por
ejemplo, define un episodio depresivo mayor como «un modelo de interacciones disfuncionales,
específicamente entre regiones cinguladas, paralímbicas, subcorticales y frontales, esenciales para
el mantenimiento de la homeostasia emocional en condiciones de estrés exógeno o endógeno» (p.
258). Actualmente el paralelismo más directo implica, por una parte, el predominio de sesgos
parciales negativos y un contraste con la realidad reducido y, por otra, la activación de la amígdala
y el repliegue de regiones ejecutivas (sobre todo prefrontales).
Perspectivas futuras
La acumulación de estudios sobre los aspectos psicológicos y biológicos de la depresión ha
alcanzado una magnitud crítica que garantiza una nueva síntesis. Los descubrimientos de relaciones
entre los diversos aspectos genéticos, neurofisiológicos, ambientales y cognitivos de la
vulnerabilidad y el desarrollo de la depresión reclaman futuros estudios que integren estas
conclusiones en una descripción global. Una serie de múltiples oleadas de estudios prospectivos
permitiría identificar variables relevantes y sus interrelaciones. Lo ideal seria que los estudios
fueran complementarios entre sí, de modo que cada descubrimiento contribuyera a la descripción
global de una teoría de la depresión. La clarificación de las asociaciones específicas entre las
variables relevantes debería proporcionar información valiosa. Para simplificar el plan sugerido, he
limitado la diátesis genética al gen 5-HTTLPR.
Obviamente, otros genes, como los que tienen un efecto protector, así como el apoyo social de los
individuos deberían ser incluidos en cualquier propuesta. Además, como ya se ha indicado antes, la
investigación basada en este gen no resulta totalmente Hable.
11
El modelo psicobiológico propuesto de la depresión plantea diversos problemas y preguntas que
deben ser abordadas. El desarrollo del modelo presupone que el gen 5-HTTLPR. de alguna manera
aún no identificada, conduce a la hiperreactividad de la amígdala ante estímulos externos. Esta
actividad está asociada a un sesgo cognitivo negativo. Además, la reactividad aumentada del eje
HHP también se asocia a esta variante genética (52). Un estudio longitudinal que comience en la
infancia podría investigar la secuencia causal. Por un lado, la amígdala hiperactiva conduce inicial
mente al sesgo atencional que, de manera gradual, progresa hacia las distorsiones cognitivas
significativamente negativas de las experiencias diarias en las que está involucrado el eje HHP. La
amígdala y la sobrerreactividad del HHP pueden contribuir por separado al impacto cognitivo y
fisiológico de los acontecimientos vitales.
Algunos otros problemas requieren futuras investigaciones. La asociación de actitudes
disfuncionales aumentadas con la depleción de serotonina plantea una Interesante pregunta: ¿esta
asociación se debe a un tercer factor no definido, como la reactividad de la amígdala? ¿Causa el
déficit de serotonina un aumento de las actitudes disfuncionales (55), es cieno lo contrario, o existe
otra explicación para esta asociación? El descubrimiento de que individuos con depresión tratados
con terapia cognitiva, comparados con pacientes en tratamiento farmacológico, no presentan un
aumento de síntomas depresivos (generalmente, asociado a actitudes disfuncionales) tras la
depleción de triptófano, obliga a realizar futuras investigaciones (62) Estos resultados indican una
relación más compleja entre el depleción de la serotonina y las actitudes disfuncionales. Los
mecanismos neurobiológicos implicados en las pruebas de contraste de las creencias negativas con
la realidad merecen más atención. Las áreas cerebrales específicas involucradas en la falta de
conectividad deben identificarse detalladamente. ¿La preponderancia de la actividad de la amígdala
sobre las funciones ejecutivas prefrontales y angulares está relacionada con la reducción de la
inhibición de la serotonina en la propia amígdala (63)? Se necesitan investigaciones que relacionen
el pobre, rendimiento en tareas de detección de errores con disfunciones específicas en diferentes
regiones cerebrales en la depresión (64).
El modelo del desarrollo integral postula que varias variantes genéticas sensibilizan a los individuos
a experiencias vitales que los vuelven vulnerables a la depresión. Específicamente, los estudios se
dirigen a los mecanismos biológicos que contribuyen a la depresión a través de la tendencia a
interpretar los acontecimientos de una forma muy negativa. Una serie de estudios, de inicio en la
infancia temprana, deberían examinar las variables asociadas con los polimorfismos: sesgos en el
procesamiento de la información (36, 37, 40), cogniciones negativas 138) y actitudes disfuncionales
(65) tras las tareas negativas de inducciones del estado de ánimo. Sus conclusiones podrían
compararse con los estudios de actividad cerebral para determinar sus asociaciones con el sistema
límbico así como con la región cingular prefrontal y otras regiones. Los estudios a edad temprana
determinarían si el procesamiento cognitivo automático precede al desarrollo de cogniciones ne-
gativas y actitudes disfuncionales. Otros estudios podrían examinar los registros diarios de
cogniciones disfuncionales diarias en respuesta a situaciones estresantes y relacionarlas con las
respuestas del cortisol a situaciones con estímulos específicos. En conjunto, estas evaluaciones
durante largos períodos de tiempo permitirían integrarlos hallazgos de las técnicas de neuroimagen
y las respuestas neuroendocrinas a actividades estresantes con las respuestas cognitivas a
actividades diarias estresantes, así como a los acontecimientos vitales importantes. Estos estudios
también determinarían la asociación de las actitudes disfuncionales aumentadas con la depleción de
serotonina y, además, podrían identificar relaciones específicas entre estas variables.
Tengo razones para esperar que las futuras investigaciones proporcionen un nuevo paradigma que,
por primera vez, integre las conclusiones de los estudios psicológicos y biológicos para construir
una nueva forma de entender la depresión.
12
Recibido el 15 (le mayo de 2008; aceptado el 20 de mayo de 2008 (1 (doi: 10.1176/appi.ajp.
¿0OH.<H)05072l). 0e Departament ol Psychiatry. Univcrsiiy ol rVnnsylvania.
El Dr. Beck declara la ausencia de conflictos de inlereses.
El autor agradece a Brad Alford. Andrcw Butlc-r. Brandon Gibb. Kenncth Kcndler, rielen
Mayberg. |ohn O'Reardon. y Greg Sicgte por las críticas, comentarios y sugerencias y a Brianna
Man» y Allison Fox por la ayuda técnica.
13