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3 Oscar Oszlak, La formación del Estado argentino, Buenos Aires, Editorial Belgra-
Mirta Lobato (ed.), Nueva historia argentina, t. , Buenos Aires, Sudamericana, p. 378.
8 José Oscar Beozzo, “La Iglesia frente a los Estados liberales (1880-1930)”, en
Enrique Dussel, Resistencia y esperanza, San José de Costa Rica, DEI, 1995, p. 189.
19
Ibid., p. 85.
20
Loris Zanatta, Perón y el mito de la nación católica, Buenos Aires, Sudamericana,
1999, p. 21.
Este paisaje social renovado, cuyos tres vértices son la Iglesia, las
Fuerzas Armadas y el pueblo, conoce su ascenso a partir de la crisis
del Estado liberal, alrededor del año 1930. A la crisis de agotamiento
del modelo agroexportador dependiente de los centros económicos
mundiales, se agrega la crisis de legitimidad social causada a las pro-
fundas transformaciones demográficas y societales. El Estado liberal
no ofrece marcos de contención y de incorporación a la vida pública
de nuevos sectores sociales salidos de la inmigración masiva. Las ins-
tituciones políticas de la democracia restringida sufren un importan-
te descrédito, incapaces de responder a los requerimientos de una so-
ciedad compleja: “a partir de 1934, el poder político se sostuvo casi
exclusivamente sobre las bases de fuentes de legitimación externas al
sistema institucional representativo, como el Congreso y los partidos
políticos”.21
Se construye un nuevo tipo de Estado, militarizado, con la autono-
mía restringida por la influencia eclesiástica.22 La base del consenso
no es ya la utopía liberal y democrática, sino la utopía de la restaura-
ción cristiana de la sociedad, que es ahora posible gracias al descrédito
de las instituciones políticas. El catolicismo se convierte en uno de los
pilares de la identidad nacional, y el “partido militar” la vía de acceso
privilegiado de la Iglesia a los espacios de poder. “El Estado otorga a la
Iglesia facilidades para desarrollar su trabajo pastoral con la condición
que ésta consolide un estado de ánimo de clase media y evite la con-
frontación entre las clases sociales”.23 Durante este tiempo, el lugar
social ocupado por la simbología cristiana sigue aumentando: la cleri-
calización del espacio público es explicitada con la colocación de imá-
genes religiosas en las escuelas públicas (Jesús crucificado preside las
aulas), en las comisarías de policía, en las plazas públicas.
Este nuevo tipo de Estado, presente tanto en regímenes conserva-
dores como populistas, tiene su arraigo en la idea de nación forjada en
el molde de la Iglesia y el Ejército. El imaginario de la nación orgánica,
concebida como un cuerpo, portadora de una raza, una lengua, una
siástico en medio de la crisis”, Le Monde Diplomatique, , 27, Buenos Aires, septiem-
bre de 2001, p. 12.
30 F. Mallimaci, “Catholicisme et libéralisme…”, op. cit., p. 75.
Beozzo, José Oscar, “La Iglesia frente a los Estados liberales (1880-1930)”, en
Enrique Dussel, Resistencia y esperanza. Historia del pueblo cristiano en Amé-
rica Latina y el Caribe, San José de Costa Rica, DEI, 1995.
Bertoni, Lilia Ana, “La hora de la confraternidad. Los inmigrantes y la Argentina
en conflicto, 1895-1901”, Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 11,
núm. 32, 1996.
Cibotti, Ema “Del habitante al ciudadano: la condición del inmigrante”, en Mir-