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El proceso reflexivo en “La distinción” de Pierre Bourdieu

En una entrevista de 1980 titulada “Una ciencia que incomoda”1 , Pierre Bourdieu es
interrogado a propósito de la “objetividad” o “neutralidad” de su sociología. Si esta ciencia
interviene en asuntos valorados como importantes para la sociedad “¿puede el sociólogo
permanecer al margen de la contienda, en una posición de observador imparcial?”2
“La sociología de la sociología no es para mí una “especialidad” entre otras, sino una de las
condiciones primarias de una sociología científica. En efecto, me parece que una de las principales
causas de error en la sociología reside en una relación no controlada con el objeto, o, para ser más
exactos, reside en el desconocimiento de todo aquello que en la visualización del objeto proviene
del punto de vista, es decir, de la posición que se ocupa en el espacio social y en el campo
científico”3
La respuesta del autor permite definir el principal obstáculo epistemológico al que se
enfrentan las aspiraciones científicas de la sociología, a saber, la influencia de “todo aquello” que
proviene del “punto de vista”, es decir, de la posición que el investigador ocupa en las luchas que
definen el campo de las ciencias sociales y el “espacio social”, pero también de todo aquello que el
habitus de sociólogo estructura en función de que los efectos de dominación simbólica inherentes a
la posición ocupada se hagan irreconocibles o se tomen por naturales. En la medida en que los
objetos de la sociología son aquellas cosas que están en juego para los agentes en el espacio social,
y más precisamente, aquellas por las cuales “se está dispuesto a morir”, se comprende que dicho
obstáculo es de carácter eminentemente social4 .
A la luz de esto, la palabra teoría adquiere un significado diferente al común. No se trata de un
saber establecido, ni tampoco del producto de una especulación abstracta más o menos lógica o
ideológica. La teoría implica la reflexión sobre la naturaleza del problema que debe ser superado
para lograr un conocimiento verdadero y por ende, sobre las condiciones en que es posible tal
conocimiento. En la medida en que el obstáculo es precisamente el mismo punto de vista (theorein),
el cual interroga pero no es interrogado, el cual objetiva pero no es objetivado, la reflexión teórica
consistirá en interrogarlo para hacer de todo aquello que lo afecta y lo determina parte del objeto de
estudio5. En tal sentido puede afirmarse que para el autor, la teoría es, antes que nada, una práctica
reflexiva.
La sociología de Bourdieu puede llamarse “reflexiva” en virtud de esta condición, hacer
explícita mediante la reflexión teórica la posición que el investigador ocupa en los campos en lucha
que definen el “espacio social” y particularmente en el campo de las luchas científicas. Lo que
implica también la objetivación de los habitus, es decir, de las disposiciones que estructuran la
acción de los agentes, y de sus prácticas estructurantes.
Acerca de la importancia de la reflexividad en la sociología del autor, éste llega a afirmar que
“es para mí una de las condiciones fundamentales para la construcción de un verdadero objeto de la
ciencia.”6 De aquí puede inferirse que incluso el constructivismo7 de la sociología de Bourdieu tiene
como presupuesto la práctica reflexiva. En efecto, la objetivación del punto de vista, es decir, de la
posición ocupada en el campo por el agente que conoce, así como también del habitus que lo
estructura son parte del proceso de construcción del objeto.
“La objetivación sólo es completa si objetiva el lugar de la objetivación, ese punto de vista no
visto, ese punto ciego de todas las teorías, el campo intelectual y sus conflictos de intereses, donde
se engendran a veces por un accidente necesario, el interés por la verdad; y también las sutiles
contribuciones que aporta al mantenimiento del orden simbólico, hasta la intención de subversión,
completamente simbólica, que con mayor frecuencia le asigna la división del trabajo de
dominación”8
Pero la respuesta del autor a la pregunta señalada no sólo define el obstáculo principal para un
conocimiento científico de lo social y el principio central que, permitiendo superar dicho obstáculo,
rige la producción de verdad de su sociología. Además –y esto puede sorprender– afirma que es
posible ser objetivo sin ser neutral o dicho de otra manera, que asumir la posición del observador
imparcial supone una impostura.
“Cuando el sociólogo logra producir algo de verdad, por poca que sea, no lo hace a pesar de
tener interés por producirla, sino porque le interesa —la cual es exactamente lo contrario del
discurso un tanto pueril sobre la `neutralidad´”9.
[pero]
“Lo que constituye la dificultad particular de la sociología, estos `intereses´, estas `pasiones´,
nobles o bajas, sólo llevan a la verdad científica en la medida en que vienen acompañados por un
conocimiento científico de lo que los determina y de los límites que imponen al conocimiento.”10
Es posible ser objetivos sin ser neutrales a condición de objetivar las condiciones de
producción del conocimiento, a condición de saber quién se es y a qué y con qué se juega, no sólo
en el campo del conocimiento científico, sino también en el espacio social. Por el contrario, en la
medida en que se asume la neutralidad como condición de la objetividad, se ocupa una determinada
posición en la estructura de posiciones que definen el espacio social, la del que no quiere que se
sepa de la contienda y de aquello que en ella está en juego, y por ello, la del agente que trata de
garantizar su posición como productor de legitimidad mediante el ejercicio de la violencia
simbólica dada en la neutralización del conocimiento. Se comprende que la pretensión de
neutralidad es precisamente un efecto social que dificulta la objetivación completa de la verdad y
que la reflexión es una operación inversa que intenta superar dicha problemática.
Una vez que hemos destacado la importancia del principio de reflexibilidad para la sociología
de Bourdieu este trabajo intentará una reconstrucción de su puesta en práctica tomando como
referencia su investigación sobre el gusto, la cual está expuesta en el libro “La distinción. Criterios
y bases sociales del gusto”11. Las preguntas que nos planteamos son las siguientes: ¿es posible
observar y reconstruir en “La distinción” el proceso mediante el cual se conoce u objetiva “todo
aquello que en la visualización del objeto proviene del punto de vista”? ¿Qué papel tiene la
reflexión en la construcción del objeto, es decir, en la caracterización del gusto como práctica
enclasante y distintiva? ¿Qué papel tiene la práctica reflexiva en la elaboración del libro en que
dicha hipótesis sobre el gusto es expuesta?
Se tratará aquí de identificar o de hacer reconocible en la medida de lo posible la práctica
reflexiva de la sociología de Bourdieu. En particular importará preguntarse por la elaboración
metódica de la hipótesis sobre el enclasamiento que el autor expone en “La distinción”. ¿Qué uso
reflexivo hace de la estadística y demás recursos metodológicos para la formulación de estas
hipótesis? ¿Es posible ver el movimiento de la reflexión en la construcción de las mismas? ¿Es
posible reconstruir dicho movimiento a propósito de la objetivación del interés del autor?
Para responder a las preguntas planteadas este trabajo se dividirá en dos partes. En la primera
se intentará explicar por qué y cómo creemos posible objetivar el movimiento reflexivo que en
buena medida caracteriza la sociología de Bourdieu a partir de “La distinción”, destacando también
las dificultades que esto implica. En la segunda, se intentará una descripción de algunas de las
operaciones mediante las cuales tiene lugar el proceso reflexivo. Para esto tomaremos como
referencias la exposición de las hipótesis de investigación la cual tiene lugar en la introducción del
mencionado libro, y la reflexión sobre la forma de exposición o presentación de los resultados que
aparece en el anexo primero.
Este trabajo constituye un intento de apropiarse de la sociología de Bourdieu y en particular
de aprehender las operaciones vinculadas a la reflexibilidad como principio epistemológico. Desde
nuestro punto de vista, este principio es lo que otorga a esta sociología su originalidad y su fuerza
particular. Se trata de una sociología que se toma en serio sus pretensiones de cientificidad y por eso
mismo es rigurosa y exigente como creemos no se ha conocido sociología. Es una sociología que,
por así decir, busca su legitimidad con todas las de la ley, pero, por eso mismo, es una disciplina
con un alto grado de exigencia.
Antes de comenzar, es necesario recordar que la rigurosidad de que se trata no implica un
desinterés o una neutralidad. Todo lo contrario, supone necesariamente la toma de posición en el
juego social que se objetiva, pero también una apuesta y una estrategia, una jugada o si se quiere, un
combate. En cuanto al tamaño de la apuesta, los capitales invertidos, el riesgo corrido, “La
distinción” recuerda a “El suicidio” de Durkheim. En efecto, se trató en ambos casos de movilizar
todos los recursos disponibles con el objeto de demostrar en la práctica la posibilidad y el derecho
de existencia de la sociología como ciencia. En ambos, la apuesta se pone en el juego más difícil,
aquél que ofrece más dificultades, aquél que exige más esfuerzo con vistas a la victoria, pero por
eso mismo, allí donde la victoria será definitiva o al menos, duradera y estructurante.
Demostrar la determinación social del suicidio, aquel género de muerte que parece mas íntimo
e individual, suponía un argumento de peso contra los enemigos de la sociología, aquellos que
afirmaban que la sociedad se compone exclusivamente de individuos y además, que el individuo es
autónomo y no determinado más que por su conciencia y razón12. En la lucha por hacer de la
sociología un campo científico, Durkheim muestra lo que se podría llamar con Bourdieu una genial
“disposición estratégica” para el juego. Para usar una analogía deportiva, no sólo golpea fuerte con
precisión y velocidad, sino que todos estos efectos se deben a un dominio de la técnica, de la
situación y del juego13.
Por su parte, “La distinción” nos deja saber desde el principio de que se trata. “La sociología
se encuentra aquí en el terreno por excelencia de la negación de lo social”14. Allí donde se supone
que el sujeto es más integro en su intimidad, en aquel lugar donde se es más uno mismo que en
ningún otro, es donde se demuestran de manera más radical, los efectos sociales de las luchas en los
diversos campos y sus relaciones, allí es donde se prueba que el agente es estructurado en sus
gustos y a que su vez, estructura el espacio social mediante sus prácticas y disposiciones. De este
modo, la sociología no sólo tiene algo legítimo que decir sobre el gusto, sino también sobre sus
defensores, detractores, reformistas, conocedores y agentes en general, cuyos discursos y prácticas
configuran los campos más o menos académicos así como en el juego social en su conjunto.
Pero al punto se nota la diferencia entre ambas apuestas epistemológicas. Se trata de vencer
resistencias diferentes. Para Durkheim se la cuestión es sobrevenir al “imperio de las
prenociones”15 , producir un objeto mediante una definición constructiva una vez que se han
descartado las ideas falsas. Para Bourdieu, por su parte, se trata de objetivar, no un objeto velado
por una idea falsa, sino el juego en el cual ésta tiene su significado. Sean las prenociones del
entendimiento común o aquellas de los científicos sociales y críticos legítimos del gusto, el
problema es saber de su posición en el juego y por ende, del significado que tienen para los agentes,
es conocer en qué medida son estructuradas y estructurantes. Pero lo más importante es que al
determinar el juego y con esto, el objeto, inevitablemente la sociología pasa a jugar en él, toma un
lugar que, por lo general, incomoda.
Esta diferencia puede expresarse también en lenguaje del psicoanálisis. Durkheim, podría
afirmar parafraseando a Freud que el método sociológico se basa en la máxima “donde una
prenoción es, debe advenir la conciencia clara del objeto –mediante una definición elemental–”16 .
En la sociología de Bourdieu la cuestión es más complicada, ya que, no se trata sólo del advenir de
una conciencia clara del objeto, sino del advenir del juego en el que este objeto es lo que se disputa,
una significación, un valor más o menos legítimo, legitimable, legitimante. En base a esta
objetivación o advenir puede decirse del gusto, no sólo que está determinado socialmente, sino que
sirve a las diversas clases o agentes para legitimar sus posiciones en la sociedad mediante las
maneras en que se consumen o degustan los productos culturales, tanto como en la manera de
clasificarlos o en el discurso que los toma por objeto. Pero así, el advenir del que se trata afecta o
pretende afectar lo real mismo, es un advenir de la conciencia en el juego, implica una toma de
posición ya no frente a él sino en él.

La reflexión como operación de objetivación de la objetivación en “La distinción”

Para describir la práctica reflexiva a propósito de “La distinción” es necesario primero


caracterizar el obstáculo epistemológico que hace del gusto un objeto de conocimiento
particularmente difícil de objetivar. A esta dificultad especifíca alude el autor cuando, de entrada en
la introducción del libro, afirma que ante este objeto la sociología “se halla en el terreno por
excelencia de la negación de lo social.”
Es importante comprender que la negación a la que refiere Bourdieu es un efecto social y por
tanto una disposición estructurante a la vez que la resultante de la posición ocupada en las
dinámicas de fuerzas que definen el campo del gusto 17. Esto implica que no es exclusiva de las
disposiciones que se oponen a la objetivación de dicho objeto. Si estas últimas sostienen que el
gusto es indefinible o que no se puede conocer de manera científica lo hacen para mantener fuera
del juego del conocimiento la posición que ocupan en él, para negar, a través de la aseveración de
una supuesta imposibilidad, la verdad inherente a los privilegios que se disfrutan por el lugar
ocupado en la jerarquía social y el capital legítimamente disponible. En el otro extremo del campo
en cuestión, las disposiciones que afirman la posibilidad y la necesidad de objetivar el gusto niegan,
mediante esta afirmación, aquello que sería fundamental objetivar para dar cuenta de la verdad
social del gusto. Es decir, producen una verdad fundada en el desconocimiento, en el sentido de
negación del reconocimiento (denegación), de la posición que el sociólogo –y en general quien
conoce o simplemente muestra sus disposiciones y preferencias en materia de gusto– ocupa en el
“juego en su conjunto” y por ende, de aquello que se disputa en el proceso de objetivación18. Se
trata en ambos casos, de una negación cuyo sentido es idéntico aunque varíe la posición desde
donde se sostiene y aquello que en cada caso está puesto en juego.
Quizás podría decirse que para Bourdieu la negación de la verdad social acompaña todo
discurso sobre el gusto, e incluso, que es la condición que lo hace posible pero al precio de que
niegue precisamente aquello que debería comunicar. Desde un punto de vista general se trata de una
disposición a no querer saber y no querer que se sepa que tiene su fundamento en las consecuencias
que dicho conocimiento tendría para la manera como el agente significa su posición, pero también,
por las consecuencias que dicha objetivación tendría para el juego social del que es parte quien
conoce. Pero según Bourdieu la verdad social del gusto no sólo es negada sino además,
neutralizada.
“A pesar de la apariencia de objetividad, la `sociología de los intelectuales´ que es
tradicionalmente el quehacer de los `intelectuales de derecha´, y la crítica del `pensamiento de
derecha´, que incumbe de preferencia a los `intelectuales de izquierda´, no son otra cosa que
agresiones simbólicas que se dotan de una eficacia suplementaria cuando toman el aspecto
impecable de la neutralidad de la ciencia. Ambas se ponen tácitamente de acuerdo para dejar oculto
lo esencial, es decir, la estructura de las posiciones objetivas que están en el origen, de la visión que
los ocupantes de cada posición pueden tener de los ocupantes de las otras posiciones, y que confiere
su forma y su fuerza propias a la propensión de cada grupo a tomar y dar la verdad parcial de un
grupo como la verdad de las relaciones objetivas entre los grupos”19
Se observa aquí que el espacio social está definido por la estructura de oposiciones y
significaciones que los agentes atribuyen al gusto. La neutralización, operación más o menos
consiente que da cuenta de una intención estructurada y estructurante, es parte del esfuerzo de las
diferentes fracciones de clase o agentes en la lucha por hacer valer su verdad y con esto los
privilegios de las posiciones que ocupan. Pero la negación y la neutralización no son los únicos
efectos sociales que se oponen a la objetivación de la verdad social del gusto. Bourdieu también
habla del efecto de imposición de problemática, de la arrogancia del teórico, etc. Lo fundamental es
que, en virtud de esta dificultad denegadora, neutralizante, impositiva, despectiva, Bourdieu
comienza el libro con una advertencia, “de te fabula narratur”, que alude directamente a la
necesidad de poner en práctica el principio de reflexibilidad o si se quiere, a la sociología de la
sociología: “No salimos pues, del juego cultural; y no existe ninguna probabilidad de objetivar la
verdad del mismo, si no es a condición de objetivar, lo mas completamente posible, las propias
operaciones a las que es obligado recurrir para realizar esta objetivación.”20
Una vez definido el carácter social del obstáculo epistemológico y la necesidad de la
reflexión, la cuestión es preguntarse por esas operaciones que, al realizarse sobre otras operaciones,
permiten objetivar el juego en su conjunto. Dicho de otra manera, describir la práctica reflexiva de
la sociología de Bourdieu implica dar cuenta, en el sentido de hacer reconocibles, un tipo particular
de operaciones que llamaremos reflexivas cuya característica es tener lugar sobre otras operaciones
de investigación y cuyo sentido es contribuir a la construcción del objeto mediante la superación del
obstaculo epistemológico referido.
Pero realizar este trabajo ofrece una dificultad. Hay una diferencia entre el proceso de
investigación que Bourdieu desarrolló a lo largo de varios años y lo que podríamos llamar la
presentación o exposición de los resultados de esa investigación dada en “La distinción”. Así se
corre el riesgo de que la reflexión, en tanto que conjunto de operaciones que sirven a la
objetivación de las operaciones de objetivación, se nos de sólo como un resultado y no podamos
ver su práctica. Es decir, es posible que no sea factible distinguir entre la operación y su producto o
que sólo sea posible saber de la primera a partir del segundo, del proceso por sus efectos. Sabemos
y lo sabemos casi desde el principio del libro, que el mayor obstáculo para el conocimiento
sociológico del gusto es lo social mismo entendido, claro está, como el juego de negaciones,
descalificaciones, objetivaciones parciales y siempre interesadas que definen los campos relativos al
gusto. Pero ¿es posible saber del proceso de objetivación de la objetivación que lleva a establecer
tal verdad? ¿Es posible circunscribir unas operaciones que den cuenta de la reflexión cuando
tenemos en frente un producto, es decir, un libro, una mercancía, cuyos criterios de producción
están determinados por juegos que incluso exceden la lógica de las publicaciones científicas, pero
que además es algo necesariamente diferente del proceso de investigación, es decir, de aquello que
expone retroactivamente?
Bourdieu es consciente del problema señalado, razón por la cual incluye en el anexo primero
del libro titulado “Algunas reflexiones sobre el método” una descripción “a grandes rasgos” de las
“principales operaciones de investigación”. Si el anexo mencionado tiene aquí especial importancia,
esto es, en primer lugar, porque expone las operaciones propiamente reflexivas y sus objetos. En tal
sentido, encontramos allí información pertinente para la descripción de la función de dicho proceso
en la elaboración de las principales hipótesis que el libro expone. En segundo lugar, porque la
finalidad de este anexo es afirmar la necesidad de la reflexión y mostrar el alcance y la importancia
de dicho principio para una sociología científica. Dicho de otra manera, da cuenta de la intención
del autor y de la sociología en cuestión.
Pero además, Bourdieu, incluye en dicho apartado un conjunto de reflexiones sobre la
publicación de los resultados de la investigación con lo que no sólo da cuenta de la diferencia entre
el proceso de investigación y la presentación de los resultados, sino además del conjunto de
decisiones orientadas a permitir que el lector pueda verificar las hipótesis que se le presentan a
pesar de ser ajeno al proceso de su producción. Afirma que tanto el leguaje utilizado en la redacción
como las decisiones sobre el orden de presentación del libro –incluidas aquellas relativas a la
información pertinente, por ejemplo la publicación de una fotografía– tienen la función de
comunicar al lector las operaciones implicadas en la objetivación del juego social de tal modo que
los resultados e hipótesis sean verificables, se diría que, de forma palpable. En la medida que esto
implica dar cuenta de las operaciones propiamente reflexivas se desprende que es posible
reconstruir el proceso reflexivo en el cuerpo mismo de “La distinción”.
Por último en dicho anexo Bourdieu advierte que es necesario precaverse contra el hecho de
que la exposición del proceso reflexivo que presenta es de carácter retrospectivo y por ende “en
parte artificial”21 . Esto se debe a que es imposible referir las innumerables operaciones implicadas
en el mencionado proceso tal como este tiene lugar. Esta imposibilidad puede hacerse extensiva a
“La distinción” en su conjunto y a la sociología de Bourdieu en general. En la medida en que esta
dificultad es inherente a toda reconstrucción de la práctica reflexiva, el trabajo que aquí queremos
realizar debe enfrentarse con ella. Supone no sólo que es imposible agotar de manera absoluta la
descripción del proceso reflexivo, sino además que la información de que se dispone para tal
descripción tiene necesariamente un carácter a la vez ficticio y sintético.
En “La distinción” la reflexión, como proceso o en tanto que operación, tiene la forma de una
pregunta por el significado de las las operaciones de investigación. Los datos estadísticos y
etnográficos, los análisis e instrumentos que permiten la elaboración de aquellos y viceversa, las
verdades parciales que establecen los discursos más o menos legítimos sobre el gusto, las
dificultades que se presentan a la investigación, incluso las que se presentan a la publicación de los
resultados, los conocimientos que el sociólogo hará intervenir, la razón de ser de la inclusión de una
fotografía –bien sea en el cuestionario o en el libro que sirve a la presentación de los resultados–,
las preguntas principales de investigación y las hipótesis que les corresponden, el efecto que causan
determinadas preguntas en el entrevistado, la inadecuación de una encuesta para conocer
determinada realidad, todas estas operaciones –grandes o pequeñas– o sus resultados son el objeto
de interrogación, la materia sobre la que se practica la reflexión.
Al enumerar de manera desordenada los objetos suceptibles de interrogación se ha querido
expresar que para Bourdieu la reflexión es una disposición estructurante que opera o debería operar
a lo largo de la totalidad del proceso de investigación. Para limitar el posible equívoco, la
ambigüedad y la disonancia que se produce al tratar de estudiar un tipo particular de operación de
investigación, la reflexiva, que tiene como característica cetral el tener lugar a propósito de otras
operaciones de investigación, sería posible distinguir entre éstas escribiendo con mayúscula las
operaciones que tiene por objeto la objetivación de la objetivación. Es decir, a las operaciones
propiamente reflexivas. Sin embargo, tal proceder introduciría un equivoco peor en la medida en
que signifique una relación jerárquica entre ambos tipos de operaciones. La diferencia entre ambas
operaciones es histórica, concierne al desarrollo de la investigación en tanto que acción o práctica
que está situada en un mundo histórico y contingente por el cual es estructurada y al cual
intencionalmente trata de estructurar. La reflexibidad no esta allí para articular un meta-saber, una
meta-teoría, un meta-lenguaje22. La reflexibidad es una disposición que Bourdieu quiere hacer
durable para el sociólogo pero no es una disposición distintiva. Implica no estar dispuesto a la altura
sino a ensuciarse las manos con cada pequeño detalle, en cada operación de investigación, teniendo
presente la necesidad de objetivar el juego para objetivar la verdad. Es por eso que la práctica
reflexiva puede tener lugar a propósito de cualquier operación de investigación y en cada momento
de la misma. La pregunta por el significado de una encuesta a partir de los resultados de una
preencuesta; la pregunta por el valor de una relación estadística o de unas afirmaciones de Balzac;
la definición de un efecto social, como por ejemplo el “efecto de imposición de problemática” a
partir de la observación etnográfica y estadística de la inadecuación del cuestionario; todas estas
operaciones y sus resultados, todos humildes antes que modestos, dan cuenta de la reflexividad.
Cuando afirmamos que la reflexión implica la interrogación a una operación de investigación
sobre su significado social, no queremos decir que se trate de saber que significación tiene para el
individuo que conoce. Es importante aclarar que Bourdieu entiende la reflexión en un sentido
“fundamentalmente antinarcisista”.
“Esto equivale a decir que la sociología de la sociología que yo propugno tiene poco en
común con un retorno complaciente e intimista sobre la persona privada del sociólogo o la
socióloga o con una búsqueda de Zeitgeist intelectual que anime su trabajo, como es el caso con el
análisis de Parsons que hace Gouldner (1970) en La crisis de la sociología occidental. Debo
desligarme completamente, además, de la forma de "reflexividad" representada por esa especie de
observación autofascinatoria de la escritura y los sentimientos del observador que recientemente se
ha puesto de moda entre los antropólogos norteamericanos (por ejemplo, Marcus y Fisher 1986,
Geertz 1987, Rosaldo 1989, Sanjek 1990) quienes, habiendo agotado aparentemente los encantos
del trabajo de campo, se han puesto a hablar de ellos mismos en lugar de hablar de sus objetos de
investigación. Cuando se vuelve un fin en sí mismo, esa denuncia falsamente radical de la escritura
etnográfica como "poética y política" (Clifford y Marcus 1986) abre la puerta a una forma de
relativismo nihilista ligeramente velada (de la clase que me temo subyace a varias versiones del
"programa fuerte" de la sociología de la ciencia) que se erige como el polo opuesto a la ciencia
social verdaderamente reflexiva.”23
La reflexión implica interrogar no tanto al agente como a la operación, al concepto, a la
herramienta para saber como está estructurada por el juego de oposiciones y disposiciones que
definen un campo en este caso del gusto. Pero también se trata para Bourdieu de objetivar mediante
esta interrogación cómo estas operaciones estructuran dicho campo y en general el espacio social.
Si es posible interrogar a una operación de investigación por su significado es porque implica la
inversión de un capital y una apuesta, porque representa una intención estructurada y estructurante,
porque que tiene lugar al interior de un campo determinado y se efectúa desde una posición
determinada.
Por último, para describir el proceso reflexivo no basta identificar las operaciones que son
objeto de una interrogación, es necesario además identificar el producto o resultado del proceso
reflexivo, es decir, las hipótesis, datos, etc. construidos en virtud de la reflexión, teniendo presente
que tanto el mismo objeto de estudio como el más “salvaje” de los datos es necesariamente un
producto de la construcción sobre la cual hay que reflexionar.
Para resumir, es posible describir el proceso reflexivo que lleva a la elaboración de las
hipótesis expuestas en “La distinción” en la medida en que la forma de presentación de los
resultados que le es inherente permite identificar las preguntas que, dirigidas a las operaciones de
investigación, tienen por finalidad la objetivación de su significado social como parte del proceso
de construcción del objeto y los resultados de la investigación. Para esto hay que tener presente que
la reflexión como principio epistemológico se opone a la denegación, neutralización, y demás
operaciones que escamotean la verdad social mediante la objetivación parcial del juego. También
los límites que impone a la descripción en cuestión el carácter necesariamente retroactivo de las
informaciones de que se dispone y de todo intento de reconstruir la práctica reflexiva.
Es posible decir además que aquí se considera a la práctica reflexiva como un proceso
productivo. Es decir, se entiende como una operación que, realizada sobre una materia “prima”, da
como resultado un producto. Es por eso que la descripción en cuestión implica dar cuenta de estos
tres elementos. La operación, de la que hemos dicho tiene la forma de una pregunta sobre el
significado social de determinada operación de investigación. El objeto o la materia “prima”, que
refiere a la operación de investigación interrogada. El producto, que refiere a la hipótesis o el dato
que resulta de la objetivación del significado social de la operación interrogada.
También es posible decir que la descripción que proponemos se enmarca en las siguientes
preguntas generales: ¿Cómo contribuye el proceso reflexivo a la construcción del objeto y en
particular a la articulación de las hipótesis resultantes de la investigación? ¿Cómo contribuye a la
producción de verdad? Responder a estas preguntas implica contestar las siguientes, inherentes a la
reflexión entendida como operación de objetivación de la objetivación. ¿Qué operaciones de la
investigación son interrogas a propósito de su significado social? ¿Cómo se interroga a estas
operaciones?¿Cuál es el resultado de esta interrogación?
Dado que reconstruir la práctica reflexiva a propósito de “La distinción” sería demasiado
extenso aquí, nos limitaremos a describirla a propósito de dos conjuntos de operaciones reflexivas.
En primer lugar, en relación a una de las hipótesis fundamentales del libro, a saber, el carácter
enclasante de la cultura legítima. Para esto nos centraremos en la introducción, teniendo como
referencia principal el primer anexo y secundaria, los primeros capítulos. A propósito de esta
hipótesis es posible circunscribir un conjunto de operaciones reflexivas que contribuyen, grano a
grano, a su formación. Cómo ya se dijo la pregunta general que se plantea es por la relación entre
estas operaciones y la construcción de la hipótesis. Puede afirmarse de entrada la heterogeneidad de
los objetos sobre los cuales se practica la reflexión en este caso. Operaciones que van desde un
examen de la encuesta, pasando por la interrogación planteada a los resultados del análisis
estadístico, hasta el análisis de textos literarios como el de Proust o Balzac, son objeto de la
reflexión.
En segundo lugar, describiremos el proceso reflexivo a propósito de los problemas relativos al
lenguaje y al orden de exposición de la investigación que Bourdieu desarrolla en el anexo ya
mencionado. La hipótesis o resultado aquí a considerar es la función que la forma de presentación
de los resultados tiene en la comunicación y verificación de la verdad. Siguiendo el esquema
propuesto, esta hipótesis es el resultado de una reflexión que tiene por objeto las operaciones
implicadas en la publicación de los resultados de la investigación.

II

Reflexión, forma de exposición y verificación de la verdad

Se trata aquí de describir o reconstruir, en la medida de lo posible, el proceso reflexivo que


lleva a determinar las funciones tanto de la escritura y del lenguaje como del orden de exposición y
demás factores relativos a la publicación de los resultados de la investigación de Bourdieu sobre el
gusto contenidos en “La distinción”. Para esto procederemos partiendo del resultado o producto de
este proceso reflexivo, a saber, por la definición de dicha función. Estos aspectos formales tienen el
cometido de comunicar al lector las operaciones implicadas en la objetivación de la verdad,
incluidas aquellas que tienen por objeto interrogar a las actividades de investigación, de tal modo
que los resultados e hipótesis sean verificables de forma palpable. Puede decirse que escritura y
orden de exposición cumplen dicha función de una manera particular pero al considerar las
relaciones entre ambas, nos damos cuenta de que “La distinción” en su conjunto está regido por la
necesidad de que la verdad sea controlable incluso de una forma sensible.

Reflexión y orden de exposición

En cuanto a la decisión final sobre el orden de exposición, el cual toma como “punto de
partida el punto de llegada”, es decir, que parte de los resultados de la investigación, Bourdieu
escribe que, “ha terminado por imponerse como el único [criterio] que permite volver a situar cada
hecho en el sistema de relaciones en que tiene su valor de verdad”24.
Como sabemos, este sistema de relaciones define un campo, en este caso, no sólo el campo
científico sino también aquellos en que la valoración del gusto es una “apuesta vital”. Para saber,
del valor de un hecho, como la alta correlación entre capital escolar y competencias, es preciso
interrogar a este dato de manera sociológica, es decir, es necesario objetivar el campo y el habitus
en que dicho hecho tienen su significado. Pero para comunicar la verdad de un hecho, para que un
tercero, ajeno al proceso de investigación, pueda verificar su veracidad es necesario que pueda
situarlo en dicho sistema tal como hace el sociólogo.
En la medida en que el valor de verdad de los hechos depende, tanto para el productor como
para el consumidor más o menos especializado, de que sea posible saber de su posición en el
sistema de oposiciones que definen un campo y del sistema de disposiciones e intenciones
correspondiente al espacio social de que se trate, puede decirse que el criterio en base al cual se
toma la decisión sobre el orden de presentación se define por la necesidad de exponer, hacer visible
o reconocible, palpable, el proceso de objetivación que lleva a la producción de la verdad. Cómo
sabemos dicho proceso implica unas operaciones de objetivación y a su vez unas operaciones de
carácter reflexivo que se realizan sobre estas últimas operaciones. Según lo dicho, el orden de
exposición tendría la función de facilitar la comprensión de este conjunto de operaciones.
Según Bourdieu, el orden de exposición que trata de dar cuenta de la investigación de una
manera natural tiene un problema. Desconoce su carácter inevitablemnte artificial en la medida en
que trata de exponer naturalmente un proceso imposible de agotar a pesar de que se cumplan o
transgredan las formas establecidas para una publicación académica. Comenzar por el final, es
decir, exponiendo primero los resultados en forma de hipótesis tiene el problema inverso, hace
olvidar las “reflexiones teóricas inumerables” que permitieron la construcción de aquellos.
“Únicamente un diario de la investigación podría dar una idea justa de innumerables
elecciones –todas tan humildes e irrisorias, todas tan difíciles y decisivas– y por consiguiente de las
innumerables reflexiones teóricas, con frecuencia ínfimas e indignas del nombre de teoría tomado
en el sentido ordinario del termino, que es preciso operar, a lo largo de unos años, a propósito de un
cuestionario difícil de clasificar, de una curva inesperada, de una pregunta mal planteada, de una
distribución a primera vista incomprensible, para terminar en un discurso que será tanto más
logrado cuanto mejor haga olvidar los millares de vueltas, de retoques de controles, de correcciones
que lo han hecho posible, afirmando en cada una de sus palabras el alto contenido de realidad que lo
distingue del falso paso del ensayismo”25
De este modo lo que esta en juego al respecto del orden de exposición es el mismo valor de
verdad de los resultados, el cual sólo tiene efecto en la medida en que es posible situar el hecho
verdadero en el sistema de relaciones que lo determina. En la medida en que es posible afirmar con
cada palabra usada para la exposición de los resultados de la investigación, el alto contenido de
realidad en que se basan tales hipótesis. En la medida en que el problema relativo al orden de
exposición está vinculado al valor de verdad de los hechos o hipótesis es un problema
epistemológico que requiere un método expositivo o al menos de un conjunto de decisiones
orientadas a la comunicación de la verdad. Sabemos de estas decisiones porque Bourdieu nos deja
saber de la reflexión en virtud de la cual han tenido lugar.
La cuestión aquí es saber precisamente del proceso reflexivo que da cuenta de esta decisión. A
este respecto, lo primero que hay que observar es que Bourdieu procede primero a delimitar los
diferentes criterios o posiciones con respecto al orden de exposición que constituyen en sus
oposiciones, la estructura del campo científico y particularmente, de lo que podríamos llamar, el
sub-campo de la publicación científica.
Así el problema del orden de exposición se define primero por la oposición entre aquellos que
toman “como la mejor garantía científica” “la presentación de datos y protocolos de
procedimientos”, es decir, una determinada forma de exposición precisamente formalista, y aquellos
que “por estar vinculados a una concepción ingenuamente empirista del trabajo científico” exigen
una forma de exposición más “natural”, es decir, sin la necesaria mediación de los esquemas
heurísticos que desde el comienzo de la investigación permiten la relación con lo empírico.26
Ensayismo, altura teórica, énfasis metodológico, son otras tantas posiciones y disposiciones que es
preciso objetivar para evitar sus peligros: la neutralización o denegación de todo aquello que afecta
a la representación de la verdad, es decir, de la posición que ocupa el agente en el conjunto de las
oposiciones que definen el campo científico y académico y su relación a lo que está en juego, a
saber, el privilegio de producir la verdad.
Pero también la industria propiamente editorial impone ciertos límites a la publicación por lo
que se hace inevitable excluir algunas informaciones pertinentes para el lector27 . Este dato que
Bourdieu ofrece en un pie de página tiene un significado profundo. Permite verificar que no sólo el
campo académico sino además el de la publicación científica se rigen por criterios de mercado en el
sentido vulgar del término, es decir, por un criterio de rentabilidad comercial.
Al interrogarse por aquello que determina la forma en que se presentará la verdad, por el
criterio que determinará una u otra forma de exposición, aparece la estructura de oposiciones
descrita y la objetivación de esta estructura hace posible formular un criterio a propósito del orden
de exposición. El resultado de estas objetivaciones es la determinación del juego en el que tiene
valor o significado social una publicación científica. En este juego, Bourdieu toma una posición que
da cuenta de una intención determinada: que se hagan reconocibles las operaciones de investigación
incluidas, aquellas que tocan a la reflexión, que sea posible a cada paso de la investigación, incluso
en la publicación, el control de los resultados.
A propósito de esta decisión y de la estructura de oposiciones brevemente descrita es posible
caracterizar la relación que un cierto habitus guarda con el obstáculo epistemológico que hace
necesario el principio de reflexibilidad. La forma en que se exige que sean presentados los
resultados es, en alguna medida, parte de la disposición neutralizante o denegadora adquirida y
practicada por el campo científico.
Cuando Bourdieu llama la atención sobre el vínculo entre coste de producción de la
publicación y la producción de conocimiento, cuando hace aparecer todo aquello que afecta a la
producción de verdad científica y a su comunicación, se hace clara la disposición a negar dichas
relaciones por parte de la labor científica. Esta última se presenta como ajena a tales pequeñeces y
no quiere saber nada de lo mundano, en concreto de la posición en que inevitablemente se encuentra
quien conoce, cuando el resultado de la tan estimada neutralidad se deja afectar por algo que en
apariencia le es tan ajeno como las necesidades del mercado editorial. Esta posición, ya no es sólo
la muy distintiva del productor de verdades científicas, tanto más ciertas cuanto más ajenas a la
historia, sino la más vulgar del productor de unas mercancías, tanto mejores cuanto más rentables.
Por otra parte, en cuanto a la posibilidad de verificar el valor de verdad de lo que se afirma
desde la ciencia, Bourdieu señala que se privilegian los aspectos relativos a la lógica inmanente de
producción científica, lo que determina una forma concreta de presentar las operaciones de
investigación. Tanto la manera de exposición formalista que privilegia protocolos de investigación,
como la que desde la altura desarrolla una teoría o ensaya una idea o aquella que busca dar cuenta
de una manera natural de lo que es necesariamente artificial, tienden a neutralizar, de una u otra
forma, las posibilidades de control y verificación de la verdad que importa, esta es, la de la posición
que ocupan en el juego quienes practican estas disposiciones.
Comenzar por el final permite, al menos, verificar el valor de verdad de las hipótesis, permite,
mediante recursos heurísticos de diversa índole, que el lector pueda situar los hechos, controlar su
valor de verdad.

Reflexión, lenguaje y la escritura

Asociada íntimamente al problema de la exposición de la verdad de tal manera que sea


verificable, está la problemática del lenguaje.
“...la dificultad principal, sobre todo para un tema como el de esta investigación, en el hecho
de que el lenguaje empleado debe marcar al mismo tiempo una ruptura con la experiencia
ordinaria, que no es menos necesaria para apropiarse de manera adecuada del conocimiento
producido que para producirlo, y hacer sentir a los que no la conocen, o no quieren conocerla, la
experiencia social correspondiente.”28
Podría decirse que la escritura tiene una función a la vez reflexiva, en tanto que trata de
producir una ruptura con la experiencia ordinaria, incluso la del sociólogo, y constructiva, en tanto
que trata de hacer sentir la verdad del gusto a aquellos que la niegan o neutralizan.
Esta escritura pretende negar la negación, más o menos inconsciente, operada por lo social,
neutralizar las neutralizaciones, más o menos intencionadas, que son operadas sobre la verdad del
objeto de estudio por el discurso que lo objetiva. Si puede decirse de ella que es reflexiva es porque
tiene presente la necesidad de superar estos efectos del juego social, principales obstáculos
epistemológicos para la objetivación de la verdad social del gusto. Pero para objetivar la verdad,
incluso aquella relativa a la denegación, y quizás ésta más que ninguna, no le basta con demostrar,
se le hace necesario hacer sentir al lector los efectos sociales que describe.
De este modo, la apuesta de Bourdieu apunta no sólo a un conocimiento de lo social sino
además, al reconocimiento de la propia posición (del lector común o especializado) en el juego, a
través de la construcción de la estructura de oposiciones que lo define. Si es verdad que el gusto
legítimo es enclasante esto no sólo debe demostrarse, debe además sentirse en el cuerpo, tocarse
con las manos. Tal es el precio para comunicar la objetivación de la verdad.
“Al tratarse de un objeto de tal naturaleza, el trabajo científico sobre el objeto es indisociable
de un trabajo sobre el sujeto de trabajo.”29
Esta afirmación alude directamente al principio de reflexibilidad pero también da cuenta del
trabajo que se espera del lector. Éste debe realizar un trabajo sobre sí mismo, en la medida en que el
objeto de que se trata, tan vinculado a lo que cada quien es, de te fabula narratur30, le concierne de
cerca, vitalmente. Si quiere entender lo que se le comunica, debe poner cada hecho en su lugar,
interrogar a cada hipótesis sobre las condiciones de su producción, pero también debe vencer las
resistencias sociales que lo condenan a leer desde una posición no objetivada. Se comprende por
qué la advertencia sobre el obstáculo epistemológico va dirigida no sólo al sociólogo sino al lector
en general, pero también por qué debe ser dirigida a ambos. La dificultad epistemológica contra la
cual se levanta el principio de reflexibilidad, se presenta también al que lee, y el trabajo que se
impone para la sociología reflexiva es el de brindar mediante el uso del lenguaje y la forma de
exposición, los recursos necesarios para que quien fue ajeno al proceso de investigación pueda
verificar, incluso de forma palpable, los resultados que se le presentan.
En cuanto al proceso reflexivo a partir del cuál Bourdieu determina la función de la escritura
tiene lugar a propósito de dificultad epistemológica que caracteriza al objeto de conocimiento. Lo
que Bourdieu objetiva aquí es cierto habitus o quizás un mal habito, la ausencia de una disposición
reflexiva. Tenemos así a los discursos de muchos sociólogos, filólogos y filósofos que “tienen como
proyecto declarado el hablar del mundo social” denegando, neutralizando, “para escapar” a la
definición de su posición en el juego y con esto haciendo pasar su verdad necesariamente parcial
como la del juego31. Frente a esta intención inconsciente, frente a esta disposición a negar y
parcializar la verdad que no sólo es parte del juego sino que es incluso vocación de la lengua,
Bourdieu afirma que es necesario “forzar el retorno de lo reprimido” con los recursos formales de
los que hablamos 32 .
Pero además objetiva un campo por su efecto. En cuanto a este último se trata de la
descalificación a la que se ve sometida la sociología cuando trata de conocer el gusto. Acusada,
señalada de vulgar y terrorista la sociología reflexiva debe vindicarse públicamente mediante la
objetivación de la violencia de la que es objeto. La sociología de Bourdieu practica aquí su
vocación jurídica, denuncia el juego al que se la quiere someter mediante su objetivación: la
violencia simbólica proviene de “los perentorios veredictos que en nombre del gusto, remiten al
ridículo, a la indignidad, a la vergüenza, al silencio de los hombres y de las mujeres a quienes
sencillamente falta, a los ojos de sus jueces, lo que constituye la buena manera de ser y de hacer, en
los golpes de fuerza simbólicos mediante los cuales los dominantes tratan de imponer su propio arte
de vivir y de los cuales están llenos los semanarios tanto femeninos como masculinos”33 .
Vocación también política de la sociología de Bourdieu en la medida en que cuestiona el
derecho del juez a juzgar; de la nobleza cultural a ser, pues ella es esencialista; del crítico a
clasificar no sólo las obras de arte sino a sus espectadores e incluso a aquellos que jamas tendrán
acceso al arte. Es decir, en la medida en que objetiva la relación de esos derechos con la violencia
simbólica.
Se comprende ahora cómo y de que manera tanto la escritura como el orden de exposición de
la investigación son parte del “trabajo necesario para construir, como tal, el campo de las luchas en
el que se definen los puntos de vista parciales y las estrategias antagónicas” permitiendo así
“acceder a un conocimiento que se distinga de la ciega clarividencia de los participantes sin
identificarse con la mirada soberana del observador imparcial”. Esto vale también para el lector.

A propósito de los efectos de la forma de exposición

Es posible plantear una pregunta técnica: ¿cómo hace la escritura y el orden de exposición
para hacer sentir lo que la lengua niega por naturaleza y también aquello que se opone
intencionalmente y mediante unas inversiones determinadas a la objetivación del juego implicado
en el conocimiento del gusto?
Aquí sólo será posible responder a esta pregunta de una manera parcial, ya que una respuesta
completa excedería los límites de este trabajo. Si nos salimos, pese a todo, de estos límites esto es
porque se nos ha hecho necesario objetivar el efecto de incomodidad que causa la lectura de
Bourdieu y en particular de “La distinción”. Esto implica que lo que sigue trata de ser una
objetivación parcial de dicho efecto.
Es posible saber de cómo la escritura y el orden de exposición cumplen su función a partir de
la siguiente afirmación de Bourdieu.
“Los análisis denominados concretos, a pesar de que no tengan nada de concreto en el sentido
ordinario del término, puesto que suponen la construcción, están aquí para favorecer el retorno del
producto de la descripción científica a la experiencia y hacer más difícil la distancia y la
neutralización que favorece de ordinario el lenguaje semi-culto de la falsa ciencia. Lo mismo ocurre
con todos los documentos (facsímiles de libros o artículos, fotografías, extractos de entrevistas, etc)
que se han insertado en el propio texto a fin de quitar las ganas de unas lecturas distraídas, a las que
se suelen llamar abstractas porque no tiene ninguna relación con la realidad”34
Aquí Bourdieu nos deja saber no sólo del criterio que determina la inclusión de los
documentos en cuestión sino además de su función. La inclusión en el propio texto de documentos
hace posible, e incluso obligatorio, el control de las hipótesis que constituyen la verdad del gusto. 35
En tal sentido, puede decirse que es complementaria de la función del lenguaje y el orden de
exposición. Esta es reducir la “distancia” en que se colocan ciertos lectores con respecto a la
realidad de lo que se afirma. Lo que una lectura abstracta permite es olvidar que la verdad que se
propone nos concierne de cerca, que habla de nuestra realidad. Lo que se opone a este tipo de
lectura distraída no sería una lectura concentrada, la que es más bien típica de la abstracción, sino
una lectura atenta a la necesidad de verificación y de control de la verdad. Pero lo importante es
entender que la verificación de que se trata pasa inevitablemente por el reconocimiento de que las
verdades que se proponen nos afectan, hablan de nuestra propia realidad.
Entonces no sería casual si a partir de cierto momento de la lectura de “La distinción” se tiene
la sensación de estar sometido a un test sobre conocimientos en cultura francesa. Puede imaginarse
que este efecto será sentido en mayor grado por un galo o por cualquiera que sea conocedor de esa
cultura. Si consideramos que el texto es leído fuera del país europeo, la incompetencia en dicha
cultura explica el hecho de que sólo al respecto de algunas de las preguntas, sea posible manifestar
–o al menos sentirse tentado a manifestar– una preferencia o una disposición. Estas preguntas son
las que no implican una competencia en cultura francesa sino que permiten la disposición a la
generalización propia del habitus académico 36. Uno de los ejemplos es el de la pregunta por la
fotografía de las manos de una anciana de la que Bourdieu nos deja saber además, los juicios
estéticos de diversos pobladores de Paris y Lille37. Opinar, sucumbir a la tentación de responder a la
pregunta, así nos manifestemos no ya sobre ella, sino a propósito del nivel cultural de las respuestas
de los entrevistados, implica que se ha asumido la posición del encuestado o quizás que no se ha
salido nunca de la posición del que presupone que no debe ser interpelado y por eso prefiere ejercer
su facultad de juzgar a propósito de los otros. Pero para ambos sería posible iniciar una
comparación en la intimidad entre la propia respuesta y la respuesta de un obrero o de un ingeniero
de París para observar hasta que punto la propia titulación y el capital heredado determina o no
nuestros gustos o nuestras expectativas sociales. Se dirá que esto implica marcar las diferencias con
respecto el espacio social francés, pero también es posible considerar que después de todo, hay para
quienes París es una referencia en materia de cultura. También es posible sentir una interpelación a
propósito de la confrontación entre mundanos y doctos a partir de los textos de Méré y Molière38
bien sea en el sentido reconocerse en cualquiera de las posiciones o bien sea en el sentido de sentir
cierta repulsión implicada en el reconocerse por fuera de aquella disputa. Pero para saber del juego
social en su conjunto, no bastan estos ejercicios accidentales, más o menos subjetivos, a los que
podría entregarse el lector a partir de la información que se le brinda.
Para saber de dicho juego, habría que reconocerse participando en él como un jugador más
cuya verdad sólo tiene sentido por oposición a las otras verdades parciales que se ponen en juego.
Una y otra vez, se diría que con todos los recursos disponibles, el libro nos deja saber informaciones
que permiten no sólo un control más o menos formal de la verdad sino la posibilidad de reconstruir
la propia posición en el juego que históricamente toca jugar, nos permite definir aquello que es
estructurante y con esto reconocer lo que antes sólo incomodaba. En tal sentido no se trata sólo de
la exposición de evidencias que prueban o demuestran desde un punto de vista racional las
hipótesis, sino de evidencias que para aparecer como tales deben ser reconocidas como relativas a la
propia existencia. ¿De qué otro modo si no llevando hasta el final la reflexión se puede comprender
el carácter enclasante o no de la cultura que consumimos y del cómo se consume? ¿Cómo afirmar el
valor de verdad de ésta y las demás hipótesis de “La distinción” sin el reconocimiento implícito o
explícito de se conoce la propia posición en el juego que definen?
En la medida en que este reconocimiento se produce puede incomodar. Pero la cuestión es si
la sociología puede hacer algo más que exigir un posicionamiento en nombre de la verdad. Si esta
última puede, una vez objetivada, determinar algo más que el reconocimiento de ella misma, una
acción radicalmente transformadora.

Enclasamiento y reflexibilidad

En este apartado intentaremos describir, según el esquema propuesto, parte del proceso
reflexivo que permitió a Bourdieu objetivar el efecto de enclasamiento inherente al consumo de la
cultura legítima. Esto equivale a decir que se tratará de indicar la función que la reflexión cumple
en la objetivación de la relación entre prácticas y preferencias culturales, y la estructura social.
Dado que no es posible describir de forma completa las innumerables operaciones –no sólo de tipo
reflexivo– implicadas en el proceso de investigación que tuvo como resultado la objetivación del
enclasamiento y demás efectos sociales vinculados al gusto, nos limitaremos a dar cuenta sólo de un
conjunto de estas operaciones.
En concreto, trataremos de describir la reflexión que tiene como resultado la objetivación del
“efecto de imposición de problemática” que la situación de encuesta tiene en el entrevistado. Pero
también, se tratará de saber qué lugar o función tiene dicha reflexión en la articulación de la
hipótesis general que Bourdieu expone en “La distinción”.
Para hacer esto tomaremos como referencia la introducción de dicho libro. La razón es que
allí Bourdieu expone el proceso reflexivo que lleva a la construcción sociológica del objeto de
estudio. Más que plantear la hipótesis que desarrollará en el cuerpo del libro define aquello que es
necesario para el conocimiento sociológico del gusto. Como ya se ha dicho repetidas veces, el autor
comienza advirtiendo al lector en general y al sociólogo en particular, sobre la necesidad de poner
en práctica la reflexión, entendida como objetivación de las operaciones de investigación, para
vencer el obstáculo epistemológico que se opone tanto al conocimiento sociológico del gusto como
a la comunicación de su verdad. Así, la introducción tiene la finalidad de demostrar la relación
particular que existe entre la superación de dicho obstáculo mediante la reflexión y la construcción
del objeto de estudio.
“Al fin, resulta claro que la dificultad del análisis se debía al hecho de que la representación
de lo que designan los propios instrumentos de análisis –nivel de instrucción u origen social– se
encuentra en juego en las luchas cuyo objeto de análisis [...] es la apuesta en la propia realidad”39
Aquí Bourdieu afirma que aquello que se disputa en la realidad que se quiere conocer
constituye al objeto de estudio, pero además que para poder objetivar la verdad de dicho objeto es
necesario interrogar reflexivamente no sólo la relación entre las variables dependientes e
independientes sino al proceso de investigación en su conjunto. Es decir, la hipótesis sobre el
carácter enclasante del consumo cultural y en particular de la cultura legítima, es un producto de
dicha interrogación cuya forma es reflexiva por cuanto tiene por objeto a las operaciones de
investigación y por finalidad la objetivación de su significado social.
La pregunta que queremos plantear aquí es por el lugar o la función que tiene en la
interrogación de las variables en cuestión la objetivación del efecto de imposición de problemática.
Es para saber de esta función que describiremos el proceso reflexivo que hizo posible determinar u
objetivar este efecto social.
Debemos tener presente las siguientes preguntas: ¿qué relación hay entre el obstáculo
epistemológico referido y el carácter enclasante de la cultura legítima? ¿Quién o qué es enclasado y
quién o qué enclasa? ¿Qué lugar tiene la sociología en la producción de enclasamientos?

Efecto de imposición, reflexión, enclasamiento

Para determinar como varían la “disposición cultivada” y la “competencia cultural” (habitus)


en función de la estructura de oposiciones y por eso de posiciones que definen los diversos campos
en los que tienen lugar las prácticas y preferencias culturales de los agentes Bourdieu parece partir
de “dos hechos fundamentales” que son el producto de análisis estadístico de los resultados de la
encuesta principal:
1) La fuerte relación entre prácticas culturales (opiniones aferentes) y capital escolar
(titulaciones obtenidas) y secundariamente, con el origen social (profesión del padre).
2) A capital escolar equivalente aumenta el peso del origen social en el sistema explicativo
de las prácticas y preferencias a medida que nos alejamos de los campos legítimos40.
Pero en seguida Bourdieu pone estos resultados en relación con un tercero:
3) Cuando la pregunta –de la encuesta– por las competencias en materia cultural toma la
forma de un “ejercicio muy académicos sobre conocimientos muy próximos a los que enseña la
institución escolar y sólidamente reconocidos en el mercado escolar” se observa la mayor
correlación entre las variables. Así en el caso referido por Bourdieu, el de la pregunta por el
conocimiento de compositores de música, puede verse que a mayor titulación académica, mayor
conocimiento de la cultura legítima41.
Aunque los tres hechos mencionados son el producto del análisis estadístico de los datos
proporcionados por la encuesta y por tanto, de unas operaciones de objetivación, este último
implica además una interrogación a la encuesta en tanto que instrumento de investigación y en
particular la interroga por el significado o efecto que el contenido y forma de la pregunta tiene para
los agentes que constituyen la muestra.
Bourdieu llama “efecto de imposición de problemática” o de “legitimidad” al efecto que tiene
el instrumento en el encuestado cuando tiene la forma y el contenido de una interrogación
académica. En este caso, el instrumento impone como respuesta lo que es legítimo en materia
cultural y determina unas respuestas que tienden a excluir todo aquello que indique un vínculo con
lo que es considerado vulgar o simplemente ajeno al universo del gusto distinguido y legitimado por
la institución académica.
“Hacer preguntas sobre la cultura en una situación de encuesta (que se asemeja a una
situación escolar) a gente que no se siente culta excluye de su discurso lo que les interesa de
verdad; entonces buscan todo lo que puede parecer cultura; así, cuando uno les pregunta: `la usted
le gusta la música?´, nunca le darán como respuesta: `Me gusta la cantante Dalida´, sino: `Me
gustan los valses de Strauss´, porque, dentro de la competencia popular, es lo que más se parece a la
idea que tienen sobre lo que a los burgueses les gusta.”42
El proceso reflexivo que da cuenta en parte de la determinación de este efecto está descrito en
el primer anexo del libro. Dado que la descripción de dicho proceso tiene lugar en el marco general
de la exposición de las operaciones de investigación y en particular, de las relativas a la definición
de la estructura social, vale la pena intentar reconstruirlo. Es importante recordar que Bourdieu es
consciente de que la reflexión que presenta en el mencionado anexo tiene un carácter “retrospectivo
y por ende, algo de irreal” y que lo mismo sucede con este trabajo.
En primer lugar, el autor nos deja saber de las operaciones relativas al diseño del instrumento
principal de que se ha servido la investigación: tipo de instrumento, dimensiones de la muestra,
fecha y lugar de realización. Pero también nos deja saber que el cuestionario es producto de unas
operaciones preparatorias (preencuesta en profundidad y observaciones etnológicas) y que sus
resultados han sido complementados por otras operaciones (encuesta 1967-68) cuya finalidad es
adecuar el instrumento a la pregunta de investigación, a saber, determinar la relación entre el gusto
y la estructura social. La diferencia temporal entre la encuesta principal y la complementaria ofrece
un primer obstáculo a la investigación la medida en que pone en cuestión la pertinencia de la
información suministrada por los instrumentos. Sin embargo, Bourdieu hace notar que a pesar de
esta diferencia la información sigue siendo válida dado el carácter duradero de las competencias y
disposiciones medidas, excepto en el caso de la “canción” (popular) dominio que se actualiza más
rápido debido al efecto de la moda43.
En segundo lugar, el autor nos deja saber que los datos recolectados han sido sometidos a un
exhaustivo análisis cuya finalidad es lograr que la estructura social resultante exprese la distinción
al infinito que caracteriza al gusto y por ende, a las diferentes fracciones de clase. La composición
de la muestra ha sido elaborada con idéntico criterio. Las clases superiores y medias están “sobre-
representadas” para dar cuenta de la variedad del gusto legítimo. Las clases populares en general
están representadas por debajo de la norma estadística y se diría que bajo el criterio de lo
“uniformemente excluido de la cultura legítima”. La investigación renuncia a la representación de
la de la población rural en virtud de su total exclusión del ámbito de la cultura en cuestión 44.
Para ver como opera el principio de reflexibilidad es necesario destacar que esta exclusión es
verificada por Bourdieu a propósito de una prueba del instrumento principal de investigación
(preencuesta) la cual da como resultado “la inadecuación total del cuestionario” para captar las
disposiciones de la población rural. Una vez verificada esta inadecuación Bourdieu procede a
interrogarla sobre su significado social. Este refiere no sólo a la exclusión relativa de las clases
populares de la cultura legítima y a la exclusión absoluta de las profesiones rurales de dicha cultura,
sino también al reconocimiento que estas clases hacen de la legitimidad de la cultura dominante.
“Esta experiencia permitió, sin embargo, recoger la única y más fundamental de las
informaciones que puede suministrar la interrogación sobre la cultura legítima cuando se dirige a
unos individuos que están excluidos de esta, es decir, el reconocimiento casi universal de la cultura
dominante, al mismo tiempo que observar, en su grado máximo de intensidad, el efecto de
imposición de problemática que ejerce toda interrogación de esta especie cuando, omitiendo
interrogarse a si misma, se impone en su situación de autoridad, a unos agentes para los que no
existiría fuera de esa situación”. 45
Allí donde se presenta un obstáculo, por ejemplo, la inadecuación de la encuesta para medir
las preferencias de las clases populares y particularmente de las profesiones campesinas, Bourdieu
procede primero a delimitar dicha dificultad, es decir, a reconocer hasta qué punto y en qué medida
afecta a la investigación. En el caso tratado nos deja saber entre otras cosas, de la proporción en que
están representadas las clases y sus fracciones, pero también de la necesidad de usar medios
adicionales para conocer las disposiciones de las clases y fracciones de clase cuyas preferencias no
se pueden conocer mediante el cuestionario.
“Teniendo presentes los límites de los datos recogidos y de cualquier información obtenida en
una relación tan artificial, hágase lo que se haga, como es la interrogación por cuestionario, se han
realizado a lo largo de todo el análisis, cada vez que surgía una dificultad o que lo exigía una nueva
hipótesis observaciones e interrogantes en situación real”46
“Todo el trabajo que hemos realizado en materia de cultura ha consistido en tratar de superar
el efecto de imposición de legitimidad que crea el solo hecho de hacer preguntas sobre la cultura”47
Pero en un segundo momento –y esto es lo fundamental a propósito de la reflexión– Bourdieu
se interroga por el significado de los límites establecidos. ¿Qué significado sociológico tiene la
inadecuación de la encuesta para medir las preferencias de determinada clase o fracción de clase?
¿Cuál es el significado de la situación de encuesta para los agentes? ¿Qué efectos tienen las
preguntas de la encuesta en los entrevistados? ¿Qué significado tiene para la comprensión
sociológica del gusto la manera en que los agentes responden a las preguntas planteadas en una
situación tan parecida a la escolar? ¿Qué nos dice este dato resultante del proceso de control de los
instrumentos de investigación de la estructura social que se quiere caracterizar y por tanto de las
relaciones entre los agentes? En el caso mencionado el efecto de imposición no sólo nos habla del
reconocimiento por parte de los excluidos de la legitimidad de la cultura que los excluye. Además
nos dice que la burguesía encuentra en la situación de encuesta la oportunidad de manifestar no ya
sus conocimientos, sino sus más distintivas preferencias y por ende, su espiritualidad. También que
dentro de esta fracción hay quienes manifiestan tal familiaridad con la cultura legítima que podría
afirmarse de ellos que la han adquirido en la cuna y quienes sólo puedan afirmar su pertenencia al
campo social distintivo por excelencia mediante una respuesta más o menos escolar.48 Así, la
interrogación dirigida sobre la encuesta permite objetivar, al menos en parte, la situación de los
agentes en el espacio social e incluso produce datos relevantes para la caracterización de los habitus
correspondientes.
Es importante que se comprenda que si bien la objetivación de los efectos sociales de la
situación de encuesta y en particular del efecto de imposición de problemática, es sólo una
operación reflexiva entre otras que permiten objetivar el carácter enclasante de las prácticas y
preferencias culturales, la hemos seleccionado porque según Bourdieu, da cuenta de forma
particularmente clara de la necesidad de la reflexión para la objetivación de la verdad del gusto.
“Si es cierto que las relaciones estadísticas entre las propiedades atribuidas a los agentes y a
las prácticas no se definen por completo si no es en la relación entre las disposiciones constitutivas
de un habitus y de un cierto campo, no es posible definir los límites en los que las relaciones
comprobadas conservan su validez, [...] si no es a condición de interrogar a la relación en la cual
han sido establecidas estas relaciones: como la situación de examen con la que tiene un gran
parecido (aunque le falte la apuesta de una sanción institucional), la relación que instaura una
encuesta realizada mediante un cuestionario cerrado, centrado principalmente en la cultura legítima.
[...] Las variaciones que se observan en el peso relativo de la titulación escolar y del capital cultural
heredado cuando, dentro de esta situación casi escolar, se va desde los mas escolar en la forma y en
el objeto a lo menos escolar en la forma (Preguntas que mide la familiaridad sin un control estricto
de los conocimientos) o en el objeto (preguntas sobre el conocimiento del cine o en materia de
preferencias de cocina) permiten hacerse una idea de esta relación entre los factores y los
mercados.”49
Volviendo a la introducción, se comprende que el hecho de que la correlación entre
competencias y el capital escolar se exprese precisamente a propósito de un tipo particular de
pregunta –la que tiene la forma escolar– es un dato en sí mismo que da cuenta del efecto de
legitimación que tiene la institución escolar en la cultura legítima. Pero además, si se nos permite la
expresión, las dos variables independientes que tienen un carácter central en la investigación
encuentran a propósito de la situación de encuesta la oportunidad para realizar los más variados
enclasamientos. La respuesta de los agentes al cuestionario no sólo expresa la posición del agente
en relación a la cultura legítima y por tanto en la estructura social con lo que puede decirse que este
se enclasa; no sólo da cuenta de los gustos y por tanto de las posiciones y habitus a los que el agente
se opone o rechaza, bien sea por su vulgaridad, mundanidad o pedanteria; sino que además es
producto del mismo instrumento que, imponiendo una problemática, enclasa al agente. “Así, los
agentes sociales que el sociólogo enclasa son productores no sólo de actos de enclasables sino
también de actos de enclasamiento que a su vez son enclasados.”50 Pero lo que Bourdieu quiere
resaltar mediante el proceso reflexivo y lo que si se piensa bien es verdaderamente digno de
consideración es que esta dinámica de enclasamientos tiene la forma de una disputa por el privilegio
o más claramente, por el poder de enclasar y si el sociólogo tiende a parcializar, neutralizar o negar
la verdad esto se debe a que es parte de la dinámica en cuestión.
“En la lucha y para las necesidades de la lucha funcionan unos principios de división
inseparablemente logicos y sociologicos que, al producir unos conceptos, producen unos grupos, los
mismos grupos que los producen y los grupos contra los cuales se produce. La apuesta de las luchas
a propósito del sentido del mundo social es el poder sobre los esquemas clasificadores y sobre los
sistemas de enclasamientos que se encuentran en la base de las representaciones y, con ello, de la
movilización y desmovilización de los grupos: poder evocador de la enunciación que hace ver de
otra manera () o que al modifica los esquemas de percepción y apreciación, hace ver otra cosa, otras
propiedades, hasta entonces desapercividas o relegadas a segundo plano; poder separador,
distinción, diacrisis, discretio, que de la continuidad indivisible hace surgir unas unidades discretas,
de lo indiferenciado hace surgir la diferencia.”51
Bibliografia y notas:
1 Bourdieu Pierre (1980) “Una ciencia que incomoda”. En “Sociología y cultura”. Editorial Grijalbo México, D.
F. 1990. p 63.
2 Ibidem p 63. También puede verse una respuesta idéntica en Bourdieu P. y Loïc Wacquant. (2005) “Una
invitación a la sociología reflexiva”. Siglo XXI. Buenos Aires. p 158
3 Ibidem p 63
4 Ibidem p 66. Bourdieu hará énfasis en esta cuestión a lo largo de su obra y en particular en la introducción
y conclusión de “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto” Taurus. Buenos Aires.
5Bourdieu P. y Loïc Wacquant. (2005) “Una invitación a la sociología reflexiva”. Siglo XXI. Buenos Aires. p
114 - 166
6 Bourdieu Pierre (1980) “Una ciencia que incomoda”. En “Sociología y cultura”. Editorial Grijalbo México, D.
F. 1990 p 83
7Para el constructivismo en la sociología de Bourdieu ver: Giménez Gilberto (1997) “La sociología de Pierre
Bourdieu.”
8 Bourdieu P (1998) “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto” Taurus. Buenos Aires. p 522
9 Bourdieu Pierre (1980) “Una ciencia que incomoda”. En “Sociología y cultura”. Editorial Grijalbo México, D.
F. 1990. p 64
10 Ibidem. p. 64
11 Como se vera en este trabajo diferenciar entre la investigación como proceso y la exposición de los
resultados de la investigación tiene una importancia nada despreciable para la sociología del autor. A este
respecto Nestor Garcia Canclini en la introducción que realiza a la obra de Bourdieu afirma:
“Los escasos títulos sobre sociología de la cultura publicados en español solo muestran una imagen
resumida y fragmentaria del enorme trabajo teórico que Bourdieu ha cumplido en relación con el arte y otras
formas de consumo estético, sobre la religión, la ciencia, la politica, el lenguaje. Dicen muy poco de las
maneras en que organiza un material empírico denso, como discute las condiciones de obtención y
exposición de los datos. Questions de sociologie, el libro que estamos presentando ahora en castellano bajo
el título Sociología y cultura; reúne un conjunto de textos claves (conferencias, artículos y entrevistas) en
los que el sociólogo francés sintetiza las tesis principales de sus obras, aclara sus posiciones en relación
con criticas y debates suscitados por ellas, y habla de lo que generalmente los libros ocultan: como él dice,
dan `el producto acabado´, pero `no las operaciones´. Aquí Bourdieu nos propone ingresar `en las cocinas
de la ciencia”. En “Sociología y cultura”. Editorial Grijalbo México, D. F. 1990. p 7
12 En particular el prologo de “El suicidio” da cuenta de esta cuestión.
13Al usar una analogía con un deporte de combate hacemos alusión a que el mismo Bourdieu consideraba
uso esa analogía para describir su sociología.
14 Bourdieu P (1998) “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto” Taurus. Buenos Aires. p 10
15 Durkheim E. (2001) “Las reglas del método sociológico”. Fondo de Cultura Económica. México. p 76
16Hacemos aquí una analogía con la conocida máxima del psicoanalisis “Wo es war, soll ich werden”
“Donde ello era yo debe advenir”.
17 Bourdieu P (1998) “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto” Taurus. Buenos Aires. p522
18 Bourdieu P (1998) “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto” Taurus. Buenos Aires. p521
19 Ibidem p 11
20 Ibidem p 11
21 Ibidem p 513
22 En un lenguaje político puede decirse que la reflexión no implica un sujeto soberano que decide
unitariamente y según una lógica jerarquizada sobre las operaciones de una investigación. No se trata de
un ser que esta por encima de la realidad y de la prueba de la realidad. Bourdieu previene contra el
decisionismo íntimamente ligado a la posibilidades de una conocimiento neutral, ya que supone una unidad
metafísica y esencial que sería la que decide con potestad absoluta sobre cualquier cosa que halla que
decidir. Ibidem P 28. También en Bourdieu Pierre (1980) “Una ciencia que incomoda”. En “Sociología y
cultura”. Editorial Grijalbo México, D. F. 1990. P 43
23Bourdieu P. y Loïc Wacquant. (2005) “Una invitación a la sociología reflexiva”. Siglo XXI. Buenos Aires. p
118
24 Bourdieu P (1998) “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto” Taurus. Buenos Aires. p 513
25 Ibidem p 520
26 Ibidem P 513 - 520
27 Ibidem P20 Nota el pie de pagina Nº 8
28 Ibidem P 520
29 Ibidem P 522
30 Ibidem P 10
31 Ibidem p 521
32 Ibidem P 521
33 Ibidem P 521
34 Ibidem P 520
35 En “Una invitación a la sociología reflexiva”. Bourdieu afirma a propósito de la inclusión de los
documentos en cuestión que “En Homo academicus quise hacer lo mismo que intenté en La distinción, esto
es, crear un `montaje discursivo´ que le permita a uno ofrecer al mismo tiempo la visión científica y la
intuición inmediata que esta visión explica pero que también suele excluir.” A esto se añade el comentario
que realiza el Wacquant a dicha afirmación “Esto sólo es plenamente visible en la edición original de La
distináón publicada por Éditions de Minuit en 1979 [que reproduce la edición en español de Taurus, 1988];
por razones de costo y convenciones estilísticas, la traducción al inglés reproduce sólo de manera muy
parcial la diagramación del volumen original francés. Barnard (1990: p. 81) ha señalado, en su estudio
`Bourdieu and Ethnography´, que La distinción está `colmado de la maquinaria de la sociología 'dura':
gráficos, cuadros, monitoreo, entrevistas y mapas' (Warner). Pero el libro contiene también extractos de
revistas, fotografías y datos obtenidos mediante la participación en el medio ambiente descripto. Además,
en este libro como en ningún otro, todos estos elementos están fusionados en una totalidad, de modo que
no se da ninguna prioridad a un modo de producción textual por encima de otro. Si esto es etnografía —y
sin duda contiene elementos que no podrían ser pensados como ninguna otra cosa [... ]— es por cierto una
etnografía de una especie enteramente nueva´”. En Bourdieu P. y Loïc Wacquant. (2005) “Una invitación a
la sociología reflexiva”. Siglo XXI. Buenos Aires

36 Bourdieu P. (1998) “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto” Taurus. Buenos Aires. P 20
37 Ibidem p 42
38 Ibidem p 66 - 73
39 Ibidem p 91
40 Ibidem p 11
41 Ibidem p 11
42Bourdieu Pierre (1980) “Una ciencia que incomoda”. En “Sociología y cultura”. Editorial Grijalbo México,
D. F. 1990. P 99
43 Pero en seguida aclara en a nota a píe de página que la cultura legítima también se renueva, y que lo que
es considerado valioso para los agentes y clases que la componen varía en función de su divulgación. Es
posible entonces preguntarse por qué las preferencias vulgares, aquellas que tienen por objeto a lo
vulgarizado, varían más rápido que aquellas que tienen por objeto a la cultura legítima y son distintivas al
infinito. Pero lo fundamental es que esta diferencia entre lo que podría llamarse unas maneras de preferir –
popular o distintiva– da cuenta de la estructura social, de que hay al menos dos formas de degustar que se
expresan en la preferencia por dos tipos diferentes de objetos. A fin de cuentas lo que Bourdieu da a
entender en la nota al pie de pagina es que estas preferencias jerarquizan a los agentes y esto no por un
don del gusto mismo o por la calidad de la persona sino por su posición en la estructura social y su relación
con la cultura legítima. Bourdieu P. (1998) “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto” Taurus.
Buenos Aires. P 514
44 Ibidem p 514
45 Ibidem p 514-515
46 Ibidem p 519
47Bourdieu Pierre (1980) “Una ciencia que incomoda”. En “Sociología y cultura”. Editorial Grijalbo México,
D. F. 1990. p 99
48 Bourdieu P. (1998) “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto” Taurus. Buenos Aires. P 12
49 Ibidem p 93
50 Ibidem p 490
51 Ibidem p 490

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