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Semana Santa o Semana Mayor, como prefieran llamarla. ¡De nuevo los sermones!

¡Tener que
ir a la iglesia para que la familia no se resienta o para que la gente no diga que somos ateos! O
quizás ir porque ¡Ay, Dios mío, no he ido a la iglesia en meses (quizás en todo el año)! Pero ¿ir
de nuevo a escuchar lo mismo: Las siete palabras que parecen 700,000! Si Cristo lo dijo tan
brevemente, ¿por qué lo alargan tanto?

Tenemos ya comezón de oír. ¿Qué es eso? No es precisamente que nos pica el oído, sino más
bien que oír el mensaje del evangelio se nos ha hecho tan incómodo como tener una piquiña
fuerte y no poder rascarnos (va usted a imaginar tantas cosas cuando digo esto). Bueno, el
asunto es que no queremos oír. Sobre todo si se trata de oír que Cristo viene pronto (cosa que
nos decían desde niños y que también escucharon los primeros cristianos hace 2,000 años). Y si
comienzan a amenazar con catástrofes y que la Iglesia se muda de aquí para el cielo mientras a
nosotros nos ocurren cosas terribles, ¡menos!

Se me ocurre pensar que de alguna manera hemos llegado a entender la Segunda Venida de
Jesucristo (el llamado “Fin del Mundo”) como un castigo que Dios tiene reservado para
sorprendernos con él cuando estemos distraídos en el pecado y no podamos zafarnos.
Personalmente pienso que más bien Dios, viendo que por más gestos de amor y misericordia
que tiene hacia nosotros tendemos a volver a pecar, y viendo cómo se desarrolla nuestro
pensamiento hacia nuevas tecnologías desde la prehistoria, “intuyó” hasta dónde éramos
capaces de llegar y supo que con certeza nos encaminábamos a destruir el mundo. Creo que Él
ha estado tratando de prevenir esa catástrofe, de evitar que destruyamos lo que con amor Él
construyó para nuestro disfrute. Pienso que Dios ha prometido a quienes le escuchan y le siguen
no permitir que estén presentes cuando el ser humano llegue a tal punto de descontrol y
rescatarles antes de que la maldad de muchos nos destruya a todos.

Los que creemos en Él y en Su gracia y amor podemos decir: ¡Ven, Señor Jesús! Deseamos que
el mundo sea salvo, pero si el mundo tiene comezón de oír y no quiere tornarse a Dios y quiere
matarnos a todos, “Ven, Señor Jesús” es un grito de socorro ante una realidad que nos lleva a la
catástrofe y que Dios no desearía para ningún ser humano.

Jesús decía que el diablo -quien desea robar todo lo que Dios creó para nuestro disfrute- viene a
hurtar, matar y destruir (Juan 10:10), pero Cristo vino para rescatarnos. ¿No es ésa una
excelente noticia y una gran razón para ir a adorarle en el templo esta semana y todas las
semanas de nuestra vida?

Yoly

Juan Luis Guerra


Arregla tus papeles
http://youtu.be/1NCvraJgerM

2Ti 4:3-4 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se
amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a
las fábulas.

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