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¿Conducen todos los caminos al mismo

destino?
por Keith E. Johnson

Keith E. Johnson se graduó de University of Michigan (B.S. in Ingeniería Química) y Trinity International
University (M.A. en Pensamiento Cristiano). Keith diserta frecuentemente sobre el pluralismo religioso y religiones
comparativas en universidades. Actualmente trabaja como Coordinador Regional en Educación Teológica Corriente
con el Ministerio Universitario de CCC y vive en Indianápolis.

El dramaturgo irlandés, George Bernard Shaw, dijo una vez, "Hay una sola religión, aunque
existen cien versiones de ella." En nuestra sociedad pluralista, una cantidad creciente de gente
encuentra atractiva la interpretación de Shaw de la religión. ¿Es posible que el budismo, el
cristianismo, el hinduismo, el islamismo, el judaísmo, etc. representen caminos diferentes, pero
válidos, que conducen al mismo destino? Si éste fuera el caso, no habría ninguna necesidad de
discutir acerca de cuál religión es la religión "verdadera." Tales disputas no tendrían sentido. Tal
vez el hecho de ver a la religión de esta forma conduciría eventualmente a menos intolerancia
religiosa y a una mayor cooperación entre personas de distintas creencias.
Por otra parte, ¿y si todos los caminos no conducen al mismo destino? Tradiciones religiosas
como el islamismo o el budismo difieren en forma significativa una de otra. ¿Cómo explica uno
estas diferencias mientras sostiene que todos los caminos conducen al mismo destino? Si todos
los caminos no conducen al mismo destino, entonces cada uno de nosotros debe tomar una
decisión informada que puede tener consecuencias significativas. En este artículo examinaré
brevemente los argumentos a favor y en contra de la afirmación de que todos los caminos
(religiosos) conducen al mismo destino.

Opción Uno: Todos los Caminos Conducen al Mismo Destino


Algunos dicen que todas las religiones representan rutas diferentes pero igualmente válidas hacia
el mismo destino. Aunque cada religión puede elegir su propio camino, todos los caminos
convergen en la cima de la misma montaña. Los que apoyan esta posición son conscientes de la
diversidad en la creencia y en la práctica que diferencia a los budistas de los cristianos, a los
hindúes de los judíos, a los musulmanes de los sintoístas. No obstante, ellos ofrecen típicamente
los siguientes puntos para abonar su tesis:
Es intolerante y etnocéntrico aseverar que una religión es la verdadera religión y que las
otras, que están en desacuerdo, son falsas. Este tipo de intolerancia, se señala, ha causado
demasiado derramamiento de sangre.
Las afirmaciones contrastantes de las distintas religiones no prueban que una religión es
verdadera y las otras sean falsas. En cambio, sugiere que ninguna religión tiene toda la
verdad, sino sólo fragmentos de ella. Imagine, por ejemplo, que tres ciegos están tocando
un elefante. El primer ciego está tomando la pierna del elefante. Explica, "Creo que un
elefante es como el tronco de un gran árbol." El segundo ciego no está de acuerdo. "No,
yo creo que un elefante es como una serpiente," dice, mientras sostiene la trompa del
elefante. El tercer ciego responde, "No, ambos están equivocados, un elefante es como
una pared." (Él está tocando el costado del elefante.) Cada ciego piensa que tiene razón y
que los otros están equivocados, aun cuando cada uno de los tres está tocando al mismo
elefante. En una forma similar, ¿no es posible que todas las religiones estén en contacto
con la misma realidad última y que simplemente la están describiendo de distintas
formas?
Hay un núcleo ético que comparten todas las religiones por igual. Alguna formulación de la
Regla de Oro, por ejemplo, se encuentra en el judaísmo, el hinduismo, el jainismo, el
cristianismo, el taoísmo, el islamismo y el budismo. Además, cada una de estas religiones
produce una transformación ético-moral similar en las vidas de sus seguidores. Por cierto,
sería difícil probar que una tradición religiosa es más efectiva que las otras en transformar
las vidas de sus seguidores.
Estos tres argumentos son ofrecidos típicamente para apoyar la afirmación de que todos los
caminos son medios válidos para el mismo destino. Tal vez la formulación más sofisticada de
esta posición es la "hipótesis pluralista" propuesta por el filósofo John Hick.{1} La hipótesis
pluralista de Hick intenta explicar cuatro fenómenos: el hecho de que la gente es inherentemente
religiosa, la diversidad de las creencias religiosas, la presuposición de que la creencia religiosa
no es una ilusión, y la realidad de que prácticamente cada tradición religiosa cambia la vida de
sus seguidores en forma práctica. Hick afirma que hay una realidad última (que él llama lo
"Real"); que cada tradición religiosa sufre de una ceguera kantiana que no le permite percibir
esta realidad última; y que cada tradición religiosa representa un camino auténtico en el que esta
realidad es concebida y experimentada.
Hick es plenamente consciente de que las diferentes tradiciones religiosas sostienen creencias
opuestas en varios puntos claves. No obstante, él afirma que prácticamente cada una de las
religiones trae un cambio moral positivo (lo que él denomina "salvación/liberación") en las vidas
de sus seguidores. A la luz de esto, él cree que no tiene sentido concebir a una religión como
verdadera y a las otras como falsas. En cambio, Hick sostiene que todas las religiones son
medios igualmente válidos para la salvación/liberación.
Las interpretaciones pluralistas de la religión como la de Hick tienen una atracción fuerte. No
obstante, encuentro que tienen dos deficiencias que, en el análisis final, las convierten en
inaceptables. Primero, no son capaces de explicar correctamente las afirmaciones de verdad
contrapuestas de las distintas religiones. Segundo, reinterpretan en forma radical las creencias de
las tradiciones específicas a fin de evitar el primer problema.
El talón de Aquiles de la afirmación de que todos los caminos conducen al mismo destino es el
problema de la consistencia interna. Cada tradición religiosa hace afirmaciones de verdad que
contradicen las afirmaciones de verdad de otras tradiciones religiosas. Examinaremos
brevemente tres áreas de desacuerdo.
La primera área de contradicción se refiere a la naturaleza de la realidad última (como ser,
Dios). Uno descubre que hay un abismo enorme entre las religiones monoteístas (como el
judaísmo, el cristianismo y el islamismo) y las religiones panteístas (como el hinduismo y
el budismo). Los musulmanes afirman que hay un solo Dios, Alá, que creó el universo de
la nada. Algunos hindúes, por el otro lado, no creen en un creador personal, sino en
Brahman, una realidad absoluta impersonal que permea todas las cosas. Otros hindúes
creen que hay millones de deidades (como Brahma, Visnú, Siva y Krishna) que son
manifestaciones de Brahman.
Una segundo área de contradicción se refiere al destino de los individuos cuando mueren. De
acuerdo con el islamismo, cada uno de nosotros morirá una sola vez y luego enfrentará el
juicio de Alá. Dependiendo del juicio de Alá, pasaremos la eternidad en el cielo o en el
infierno. En contraste, muchos hindúes afirman que viviremos (y ya hemos vivido)
muchas vidas en la tierra. Los hindúes creen que las condiciones de nuestra existencia
pasada y futura están determinadas por las leyes cósmicas del karma. Luego de la muerte,
cada uno de nosotros es reencarnado en una forma distinta (humana, animal, etc.).
(3.) Cada tradición religiosa también identifica un problema universal que afecta a la
humanidad. Esto nos trae a una tercera área de desacuerdo. Los hindúes, por ejemplo,
dicen que el problema universal es el samsara. El samsara es un ciclo interminable de
nacimiento, muerte y renacimiento (reencarnación) en el que cada persona está atrapada.
Sólo mediante el conocimiento de la relación de cada uno con Brahman y la devoción
religiosa, puede romperse este ciclo y puede experimentarse el moksha (liberación). El
cristianismo, por otro lado, sostiene que el problema universal que enfrenta cada persona
es la separación de Dios. Según el cristianismo, cada persona se ha rebelado contra Dios
violando sus mandamientos (lo que la Biblia llama pecado). El cristianismo insiste que no
hay ninguna solución humana a este problema. Sólo a través de una relación con
Jesucristo puede ser resuelto este problema de separación de Dios. Los cristianos creen
que Jesucristo pagó el precio de nuestro pecado mediante su muerte en la cruz a fin de
que nuestra relación con Dios pudiera ser restablecida.
Estas afirmaciones contrapuestas acerca de la naturaleza de lo Último, el destino de los
individuos al morir, así como del problema universal que enfrenta la humanidad son sólo algunas
de las afirmaciones conflictivas hechas por las distintas tradiciones religiosas. Estos conflictos
hacen que no sea factible decir que "todos los caminos conducen al mismo destino." Tal vez lo
que sigue puede ayudar a ilustrar por qué esto es así. Considere las siguientes dos declaraciones:

Northwestern University ganó el campeonato de fútbol de los Diez Grandes en 1995.

Northwestern University no ganó el campeonato de fútbol de los Diez Grandes en 1995.


Es obvio que ambas declaraciones no pueden ser correctas al mismo tiempo. Esta verdad
evidente en sí misma se conoce a menudo como el principio de "no-contradicción." Este
principio tiene un efecto significativo en nuestra investigación. Dos aseveraciones
contradictorias no pueden ser ambas correctas. Así, si dos religiones hacen afirmaciones de
verdad que se contradicen entre sí, no pueden ser ambas correctas. Por ejemplo, cuando los
hindúes dicen que hay varios Dioses y los judíos dicen que hay un solo Dios, uno de ellos debe
estar equivocado. Además, cuando los musulmanes dicen que cada persona vive una sola vez y
luego enfrenta el juicio, y los hindúes dicen que cada persona vive muchas vidas según la ley del
Karma, uno de ellos debe estar equivocado.
Uno podría estar de acuerdo, en principio, con que las tradiciones religiosas hacen afirmaciones
contrapuestas y sin embargo, no estar de acuerdo con mi conclusión acerca de la importancia de
estos conflictos. En cambio, podría argüirse que toda esta discusión acerca de las "afirmaciones
de verdad" contrapuestas no comprende la verdadera naturaleza del lenguaje religioso. Después
de todo, el lenguaje religioso es altamente simbólico. La Biblia, por ejemplo, usa muchos
antropomorfismos para describir a Dios (como la descripción del Rey David de Dios como un
pastor que cuida a sus ovejas). Así que ¿no sería mejor hablar de diferentes metáforas en vez de
afirmaciones de verdad contrapuestas?
Interpretar todo lenguaje religioso en forma simbólica evita el problema de las afirmaciones de
verdad contrapuestas, sin embargo, sólo a un precio muy alto. Decir que todo lenguaje religioso
es simbólico a fin de evitar cualquier conflicto es como serrucharse el brazo para evitar que
sangre el dedo. Detiene el sangrado, pero sólo creando un problema mayor. A fin de demostrar
por qué es éste el caso, comentaré brevemente sobre la naturaleza del lenguaje religioso.
Así como una composición orquestal utiliza una amplia variedad de instrumentos musicales, el
lenguaje religioso también utiliza una rica variedad de géneros literarios incluyendo la poesía, el
mito, la historia y la prosa directa. Pero, sin embargo, la realidad de que algún lenguaje religioso
sea simbólico no niega el hecho de que las religiones hacen afirmaciones de verdad. En cambio,
sugiere que las verdades religiosas vienen envueltas en una variedad de formas y que la
interpretación correcta del lenguaje religioso requiere una atención cuidadosa al género literario
particular que uno está leyendo.
La pregunta crítica es esta: El lenguaje religioso, ¿tiene la intención de describir realidades que
existen independientemente de nuestra percepción, o acaso declaraciones tales como "Dios
existe" son simplemente declaraciones del estado subjetivo emocional de una persona? Si las
declaraciones religiosas - no importa cuál es su género en particular - tienen la intención de
describir realidades que existen en forma objetiva, entonces están sujetas a la contradicción. Si,
en cambio, todo lenguaje religioso es simbólico de forma tal que las declaraciones religiosas no
pueden contradecirse unas con otras, entonces parecería ser que el lenguaje religioso no se
refiere a nada que existe independientemente de nosotros. Esto hace del lenguaje religioso poco
más que un comentario sobre nuestros estados psicológicos subjetivos.{2} Es interesante que
esta posición es similar al punto de vista de Sigmund Freud sobre el lenguaje religioso. En
Future of an Illusion (Futuro de Una Ilusión), Freud escribió,
Estas [ideas religiosas] que son impartidas como enseñanzas no son el precipitado de la
experiencia o el resultado final del pensamiento: son ilusiones, realizaciones de los
deseos más antiguos, fuertes y urgentes de la humanidad. . . Así, el reinado benévolo de
la Providencia divina acalla nuestro temor de los peligros de la vida. . . {3}
Freud creía que el lenguaje religioso era completamente metafórico. Él decía que las
declaraciones - tales como "Dios existe" - simplemente expresan ciertas necesidades
psicológicas. El punto es que uno no puede invocar en forma consistente la categoría de
metáfora/simbolismo para resolver las afirmaciones contrapuestas de las distintas religiones y
sostener que Freud estaba equivocado.
Será útil en este punto volver a la parábola de los tres ciegos y el elefante. Anteriormente
examinamos la posibilidad de que las tradiciones religiosas fueran como los tres ciegos que
estaban intentando describir al mismo elefante. Cada uno de ellos describió al elefante en forma
distinta. ¿Son las religiones del mundo como los tres ciegos?
Por más atractiva que sea la historia, nos deja una pregunta importante sin contestar: ¿Cómo
sabemos que los ciegos estaban todos describiendo al mismo elefante? ¿Y si el primer hombre,
mientras sostiene un roble, dijera, "Creo que un elefante es como el tronco de un gran árbol."
Imagine al segundo ciego, mientras sostiene una manguera para incendios, exclamando, "No,
estás equivocado; un elefante es como una serpiente." ¿Y si el tercer ciego, mientras toca el
costado de las Torres Sears afirmara, "Creo que ambos están equivocados; un elefante es como
una gran pared"? El problema crítico con esta historia es que presupone lo mismo que
supuestamente prueba - que todos los ciegos están tocando un elefante. Pero, ¿cómo sabemos
que los ciegos están tocando un elefante? Sólo porque la historia lo da por supuesto.
Llevándolo un paso más adelante, ¿y si cada uno de los ciegos hiciera afirmaciones acerca de un
(supuesto) elefante que no sólo son diferentes sino contradictorios? ¿Todavía sería verosímil
creer que están todos describiendo al mismo elefante? ¿Cuánta contradicción se requeriría en sus
relatos antes que fuera obvio que no estaban describiendo al mismo elefante? Una pregunta
similar puede ser hecha de la afirmación de que todos los caminos conducen al mismo destino.
¿Cómo sabemos que todos los caminos conducen al mismo destino? A la luz de las afirmaciones
de verdad encontradas de varias religiones no parece racional creer que todos los caminos
conducen al mismo destino.

Opción Dos: Todos los Caminos No Conducen al Mismo Destino


Esto nos trae a nuestra segunda alternativa - todos los caminos no conducen al mismo destino. A
primera vista, esta posición no parece ser razonable. ¿Acaso no es increíblemente intolerante este
tipo de afirmación? Segundo, ¿no es acaso la sinceridad lo importante en la creencia de uno?
Finalmente, aun cuando sólo un camino sea "válido", ¿cómo podría ser identificado alguna vez?
Antes de discutir estas preguntas, será de ayuda examinar los argumentos ofrecidos en apoyo de
esta posición.
Un punto fuerte de esta posición es que toma en serio las afirmaciones de verdad de las
tradiciones religiosas. Trata de entender las creencias de los budistas, los hindúes, los judíos, los
musulmanes y los cristianos en su contexto adecuado. Éste es un punto crítico. La opción uno -
la afirmación de que todos los caminos conducen al mismo destino - puede hacerse verosímil
sólo reinterpretando en forma radical las enseñanzas de las diferentes tradiciones religiosas para
que ya no tengan conflicto entre sí.
Pero, sin embargo, los fundadores de las varias tradiciones religiosas hicieron declaraciones que
sabían que contradecían las declaraciones de otras religiones. El Buda, por ejemplo, rechazó la
creencia hindú con relación a la razón del samsara (el ciclo interminable de nacimiento, muerte y
renacimiento). Moisés, una figura clave en el judaísmo, rechazó el politeísmo de las naciones
cananeas que rodeaban a la nación de Israel y afirmó que un solo Dios, Yahvéh, creó el mundo y
debía ser adorado. De hecho, ciertas porciones de las enseñanzas de Moisés en el Pentateuco tal
vez se puedan entender mejor como una polémica contra las creencias religiosas de las naciones
cananeas alrededor. Mahoma, el fundador del Islam, rechazó el politeísmo al que estuvo
expuesto en la Arabia del siglo seis. Jesucristo, el fundador del cristianismo, dijo, "Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí." (Juan 14:6) En otras palabras,
estos fundadores religiosos sabían que ciertas afirmaciones que hacían contradecían las
afirmaciones de otras religiones.
Nuestra segunda opción comienza con la observación de que cada religión hace afirmaciones de
verdad acerca de la naturaleza de la realidad última (sea Dios, Brahma o Nirvana), el origen de la
humanidad, el destino de la humanidad al morir y el camino de salvación o liberación. El hecho
de que las religiones hagan tales afirmaciones tiene una vinculación significativa. Como ya
hemos visto, cuando dos religiones hacen afirmaciones que se contradicen entre sí, no pueden
ambas ser correctas. Las leyes de la lógica lo exigen.
No todos, sin embargo, están persuadidos de que las religiones hacen afirmaciones de verdad.{4}
A fin de clarificar este asunto, será de ayuda examinar una distinción que el filósofo Mortimer
Adler hace en su libro Truth in Religion. Adler distingue entre lo que llama "asuntos de verdad"
y "asuntos de gusto."{5} Será más fácil ilustrar la distinción de Adler mediante las siguientes
declaraciones:

Carmen tiene la mejor pizza rellena de la ciudad de Chicago.

El Viaje a las Galaxias es mi programa preferido de televisión.

Los Cubs son mi equipo de béisbol favorito.


Adler categorizaría estas declaraciones como asuntos de gusto. Considere, en cambio, las
siguientes declaraciones:

La Universidad de Michigan es integrante de la conferencia de los Tres Grandes.

Bill Clinton es actualmente el presidente de los Estados Unidos.

John F. Kennedy fue asesinado en Dallas, Texas.


Adler describiría a estas declaraciones como asuntos de verdad. Adler afirma que los asuntos de
verdad requieren que tomemos una decisión cada vez que "la masa de la evidencia o el peso de
las razones apunta en una dirección en vez de otra . . ." {6} La distinción útil de Adler propone la
siguiente pregunta: ¿Qué tipos de declaraciones hacen las tradiciones religiosas? ¿Son las
afirmaciones de la religión simplemente asuntos de gusto o son también asuntos de verdad?
Considere las siguientes afirmaciones del cristianismo:

Jesucristo fue un judío que vivió en Palestina durante la primera parte del primer siglo.

Jesús fue ejecutado por soldados romanos en una cruz alrededor de 30 d.C.

Jesús resucitó de los muertos, tres días después de su muerte, y apareció a más de
quinientos testigos.
Si bien uno podría discutir acerca de la veracidad de estas afirmaciones, uno no puede negar el
hecho de que estas declaraciones entran en la categoría de asuntos de verdad.
Varias objeciones han sido levantadas típicamente contra la afirmación de que todos los caminos
no conducen al mismo destino. Primero, se arguye que dicha posición es estrecha e intolerante.
Segundo, se sugiere frecuentemente que la verdad no es en realidad tan importante y que lo que
realmente importa es la sinceridad de la creencia de uno. Tercero, aun cuando un camino sea
válido y otros no, se argumenta que no hay ninguna forma para conocer cuál camino es
"verdadero", que no hay criterios neutrales que puedan ser usados para evaluar las tradiciones
religiosas. Examinaré cada una de las objeciones.
(1.) La tolerancia es una palabra de moda en la década del noventa. Se nos recuerda
frecuentemente que debemos ser tolerantes con aquellos con quienes no estamos de acuerdo.
¿Quién puede discutir esto? Es por cierto preferible a las otras alternativas. La historia mundial
está repleta de las consecuencias de la intolerancia religiosa - guerras santas, cruzadas religiosas,
inquisiciones, etc. Las actividades como éstas, llevadas a cabo bajo el estandarte de la religión,
son moralmente reprensibles. Por lo tanto, es importante que sigamos trabajando para crear un
mundo donde haya mayor libertad religiosa.
No obstante, es importante que la tolerancia no sea confundida con la veracidad. Mi alma máter,
la Universidad de Michigan, ganó el campeonato de la NCAA en básquetbol en 1989. Imagine a
un fanático de Duke que me oyera decir que Michigan ganó el campeonato en 1989, que
conteste, "Bueno, ¡qué cosa increíblemente intolerante has dicho!" Esta respuesta es, cuando
menos, confusa y hace borrosa una distinción importante. ¿Significa esta declaración que mi
estilo de comunicación es falto de amabilidad o que mi aseveración es falsa? Como soy un
fanático entusiasta de Michigan, es posible que haya sido odioso, pero sin embargo, la forma en
que comunico una declaración debe ser distinguida cuidadosamente de su veracidad.
De la misma forma, cuando examinamos las declaraciones de las tradiciones religiosas debemos
ser cuidadosos para no confundir tolerancia con veracidad. Afirmar que es intolerante decir que
"todos los caminos conducen al mismo destino" no es el punto. Lo que importa es la verdad o la
falsedad de esta aseveración.
(2.) Una segunda objeción está relacionada con el asunto de la sinceridad. Alguien podría decir,
"Lo que cree una persona no es importante. Lo que realmente importa es la sinceridad de su
creencia." Por cierto, la sinceridad es importante. Sin embargo, la sinceridad con la que uno
sostiene una creencia en particular debe ser distinguida cuidadosamente de su veracidad. Para
ilustrar esta distinción, imagínese que está en un laboratorio de química. Su profesor anuncia que
su primer experimento involucrará estudiar las propiedades de los ácidos. Ella le coloca un
recipiente de Pyrex de 500 ml que contiene un líquido transparente sobre la mesa del laboratorio
y le dice, "Esto es ácido sulfúrico." En respuesta a su explicación, imagínese a su compañero de
laboratorio, Pedro, que dice, "Yo no creo que esto sea ácido sulfúrico. A mí me parece que es
agua." Pedro, usted descubre, es tan sincero acerca de su creencia de que el recipiente de Pyrex
contiene agua, que decide tomarlo.
¿Qué le ocurrirá a Pedro? Obviamente, tendrá suerte si logra vivir lo suficiente como para
participar en el laboratorio de la próxima semana una vez que el ácido sulfúrico haya terminado
con su tracto digestivo. A pesar de su sinceridad, la creencia de Pedro de que el recipiente
contenía agua no cambió la naturaleza de su contenido. Puede que crea con todo su corazón que
el recipiente sólo contiene agua, pero el ácido lo matará. La creencia que uno tiene acerca de un
objeto (o estado de situación) debe ser diferenciada cuidadosamente del objeto o el estado de
situación reales. Uno puede ser sincero y, sin embargo, estar sinceramente equivocado.
(3.) Una tercera objeción se relaciona con el problema de la objetividad. Aun cuando una
religión fuera verdadera, y las otras falsas, se sugiere que no hay criterios neutrales mediante los
cuales uno puede evaluar las tradiciones religiosas. Si, por ejemplo, usted le pregunta a un
musulmán por qué rechaza el hinduismo él le dirá que no está de acuerdo con las enseñanzas del
Corán. De la misma forma, si a un budista se le pregunta por qué rechaza el cristianismo, le dirá
porque no cuadra con las enseñanzas de Buda.
Si bien es cierto que los adherentes de una religión podrán rechazar las enseñanzas de otras
religiones porque no son coherentes con sus propias enseñanzas, no sigue de esto que no existen
criterios que puedan ser utilizados para evaluar las tradiciones religiosas. Yo creo que hay al
menos cinco criterios "independientes de la tradición".{7} Estos incluyen (1) consistencia lógica,
(2) apoyo fáctico adecuado, (3) relevancia de la experiencia, (4) consistencia con otros campos
del conocimiento, y (5) factores morales.{8} Estos criterios son relevantes para la evaluación de
cualquier teoría - sea histórica, científica o religiosa.
Al comienzo de este ensayo postulé la pregunta, "¿Conducen todos los caminos al mismo
destino?" Nuestro breve examen de las afirmaciones de verdad de las tradiciones religiosas tales
como el budismo, el hinduismo, el cristianismo, el islamismo y el judaísmo no ha producido
ninguna evidencia que sugiera que todos los caminos conduzcan al mismo destino. Al contrario,
las afirmaciones mutuamente excluyentes de las afirmaciones de verdad de las diferentes
religiones sugieren precisamente lo contrario. De aquí que si voy a ser intelectualmente honesto
creo que la respuesta a la pregunta que postulé al principio del ensayo es no - todos los caminos
no conducen al mismo destino. Consecuentemente, es nuestra responsabilidad examinar los
caminos ante nosotros antes de tomar una decisión informada.

Una Posdata. . .
Algunos encontrarán que mi conclusión es inquietante. Enfrentados a una miríada de religiones,
¿dónde comienza uno? Tal vez pueda ofrecer mi propia experiencia. A partir de mi estudio de la
fe cristiana, estoy persuadido de la veracidad de sus afirmaciones. Aunque crecí en una familia
cristiana, mi estudio personal comenzó como estudiante de primer año en la Universidad de
Michigan. Me encontré haciendo muchas preguntas como "¿Cómo sé que Dios existe?" "¿Puedo
confiar en la Biblia?" A lo largo de los años, leí cuidadosamente gran parte del Nuevo
Testamento. Me sorprendí al encontrar que el cristianismo provee los criterios mediante los
cuales sus afirmaciones de verdad pueden ser evaluadas. Déjeme explicarle.
La afirmación central del cristianismo es que Dios entró en la historia humana hace 2000 años
mediante un hombre llamado Jesucristo que murió en la cruz entre dos ladrones y que resucitó de
los muertos tres días después. La veracidad del cristianismo depende de este evento histórico - la
resurrección de Jesucristo de entre los muertos. En una carta del primer siglo a un grupo de
cristianos, el apóstol Pablo les escribió lo siguiente respecto de la importancia de la resurrección
de Jesucristo: "Si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también
nuestra fe." (1 Corintios 15:14). En otras palabras, si Cristo no resucitó de los muertos, entonces
el cristianismo es falso.
Entonces, para desaprobar el cristianismo uno sólo tendría que mostrar que Cristo nunca resucitó
de los muertos. Hace algunos años un escéptico del cristianismo llamado Josh McDowell se
dedicó a hacer precisamente esto. Quiso escribir un libro que refutara al cristianismo. En su libro
Evidence that Demands a Verdict (Evidencia que Exige un Veredicto) él escribe. Después de
más de 700 horas de estudiar el tema, y habiendo investigado exhaustivamente su fundamento,
he llegado a la conclusión que la resurrección de Jesucristo es uno de los engaños más malvados,
crueles y despiadados que jamás se hayan impuesto sobre las mentes de los hombres, o es el
hecho más fantástico de la historia.{9}
Como escéptico del cristianismo, Josh McDowell no sólo encontró que la evidencia de la
resurrección de Cristo de la muerte era convincente, sino que él mismo se convirtió en un
seguidor de Jesucristo. Como el cristianismo ofrece criterios mediante los cuales sus
afirmaciones de verdad pueden ser evaluadas, esto lo convierte en un excelente lugar para
comenzar la investigación propia. Tal vez la mejor forma de comenzar a investigar al
cristianismo sea estudiar cuidadosamente los cuatro relatos biográficos de la vida de Cristo que
se encuentran en el Nuevo Testamento (Mateo, Marcos, Lucas y Juan).

Notas
{1} Ver John Hick, An Interpretation of Religion: Human Responses to the Transcendent (New
Haven: Yale, 1989). Consideraciones de espacio no me permiten interactuar con la hipótesis
pluralista de Hick. Para una evaluación de la hipótesis de Hick, ver Harold A. Netland,
Dissonant Voices: Religious Pluralism and the Question of Truth (Voces Disonantes: El
Pluralismo Religioso y la Cuestión de la Verdad,Grand Rapids: Eerdmanns, 1991), 196-233.
{2} Vale la pena notar también que ver el lenguaje religioso de esta forma involucra una
reinterpretación radical del lenguaje religioso que los adherentes de la mayoría de las tradiciones
religiosas encontrarían inaceptable. Aun cuando algunos adherentes sostienen que las creencias
religiosas expresan, en una forma metafórica, sus estados emocionales subjetivos, por cierto no
todos lo hacen. Muchos, sospecho, creen que sus doctrinas religiosas tienen la intención de
describir realidades objetivas.
{3} Sigmund Freud. The Future of an Illusion, trad. W. D. Robson-Scott, rev. James Strachey
(New York: Doubleday, 1964), 47-48.
{4} El estudioso de Oxford, Don Cupitt, por ejemplo, afirma que la verdad de la religión es
como la verdad del arte. Ver Don Cupitt, "The Death of Truth," New Statesman, April 5, 1991,
23-24.
{5} Mortimer J. Adler, Truth in Religion: The Plurality of Religions and the Unity of Truth (La
Verdad en la Religión: La Pluralidad de las Religiones y la Unidad de la Verdad, New York:
MacMillan, 1990), 2-5.
{6} Ibid., 3.
{7} Esto no significa sugerir que la evaluación de las afirmaciones de verdad religiosas es una
tarea fácil. Muchos asuntos epistemológicos surgen cuando uno intenta demostrar la veracidad
de las creencias religiosas. No obstante, creo que es posible proveer una garantía para las
afirmaciones de verdad religiosas. Para una discusión útil sobre los asuntos que proveen una
garantía para las afirmaciones de verdad en la religión, ver Basil Mitchell, The Justification of
Religious Belief (La Justificación de la Creencia Religiosa, New York: Seabury, 1973).
{8} Una discusión de estos criterios está fuera del alcance de este artículo. Sin embargo, otros
los han discutido en detalle en cuanto a cómo se relacionan con la evaluación de las tradiciones
religiosas. Ver Harold A. Netland, Dissonant Voices: Religious Pluralism and the Question of
Truth (Voces Disonantes: El Pluralismo Religioso y la Cuestión de la Verdad, Grand Rapids:
Eerdmanns, 1991), 151- 95.
{9} Josh McDowell, Evidence That Demands a Verdict: Historical Evidences for the Christian
Faith, rev. ed. (Evidencia que Exige un Veredicto: Evidencias Históricas para la Fe Cristiana,
San Bernardino: Here's Life, 1979), 179.

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