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destino?
por Keith E. Johnson
Keith E. Johnson se graduó de University of Michigan (B.S. in Ingeniería Química) y Trinity International
University (M.A. en Pensamiento Cristiano). Keith diserta frecuentemente sobre el pluralismo religioso y religiones
comparativas en universidades. Actualmente trabaja como Coordinador Regional en Educación Teológica Corriente
con el Ministerio Universitario de CCC y vive en Indianápolis.
El dramaturgo irlandés, George Bernard Shaw, dijo una vez, "Hay una sola religión, aunque
existen cien versiones de ella." En nuestra sociedad pluralista, una cantidad creciente de gente
encuentra atractiva la interpretación de Shaw de la religión. ¿Es posible que el budismo, el
cristianismo, el hinduismo, el islamismo, el judaísmo, etc. representen caminos diferentes, pero
válidos, que conducen al mismo destino? Si éste fuera el caso, no habría ninguna necesidad de
discutir acerca de cuál religión es la religión "verdadera." Tales disputas no tendrían sentido. Tal
vez el hecho de ver a la religión de esta forma conduciría eventualmente a menos intolerancia
religiosa y a una mayor cooperación entre personas de distintas creencias.
Por otra parte, ¿y si todos los caminos no conducen al mismo destino? Tradiciones religiosas
como el islamismo o el budismo difieren en forma significativa una de otra. ¿Cómo explica uno
estas diferencias mientras sostiene que todos los caminos conducen al mismo destino? Si todos
los caminos no conducen al mismo destino, entonces cada uno de nosotros debe tomar una
decisión informada que puede tener consecuencias significativas. En este artículo examinaré
brevemente los argumentos a favor y en contra de la afirmación de que todos los caminos
(religiosos) conducen al mismo destino.
Jesucristo fue un judío que vivió en Palestina durante la primera parte del primer siglo.
Jesús fue ejecutado por soldados romanos en una cruz alrededor de 30 d.C.
Jesús resucitó de los muertos, tres días después de su muerte, y apareció a más de
quinientos testigos.
Si bien uno podría discutir acerca de la veracidad de estas afirmaciones, uno no puede negar el
hecho de que estas declaraciones entran en la categoría de asuntos de verdad.
Varias objeciones han sido levantadas típicamente contra la afirmación de que todos los caminos
no conducen al mismo destino. Primero, se arguye que dicha posición es estrecha e intolerante.
Segundo, se sugiere frecuentemente que la verdad no es en realidad tan importante y que lo que
realmente importa es la sinceridad de la creencia de uno. Tercero, aun cuando un camino sea
válido y otros no, se argumenta que no hay ninguna forma para conocer cuál camino es
"verdadero", que no hay criterios neutrales que puedan ser usados para evaluar las tradiciones
religiosas. Examinaré cada una de las objeciones.
(1.) La tolerancia es una palabra de moda en la década del noventa. Se nos recuerda
frecuentemente que debemos ser tolerantes con aquellos con quienes no estamos de acuerdo.
¿Quién puede discutir esto? Es por cierto preferible a las otras alternativas. La historia mundial
está repleta de las consecuencias de la intolerancia religiosa - guerras santas, cruzadas religiosas,
inquisiciones, etc. Las actividades como éstas, llevadas a cabo bajo el estandarte de la religión,
son moralmente reprensibles. Por lo tanto, es importante que sigamos trabajando para crear un
mundo donde haya mayor libertad religiosa.
No obstante, es importante que la tolerancia no sea confundida con la veracidad. Mi alma máter,
la Universidad de Michigan, ganó el campeonato de la NCAA en básquetbol en 1989. Imagine a
un fanático de Duke que me oyera decir que Michigan ganó el campeonato en 1989, que
conteste, "Bueno, ¡qué cosa increíblemente intolerante has dicho!" Esta respuesta es, cuando
menos, confusa y hace borrosa una distinción importante. ¿Significa esta declaración que mi
estilo de comunicación es falto de amabilidad o que mi aseveración es falsa? Como soy un
fanático entusiasta de Michigan, es posible que haya sido odioso, pero sin embargo, la forma en
que comunico una declaración debe ser distinguida cuidadosamente de su veracidad.
De la misma forma, cuando examinamos las declaraciones de las tradiciones religiosas debemos
ser cuidadosos para no confundir tolerancia con veracidad. Afirmar que es intolerante decir que
"todos los caminos conducen al mismo destino" no es el punto. Lo que importa es la verdad o la
falsedad de esta aseveración.
(2.) Una segunda objeción está relacionada con el asunto de la sinceridad. Alguien podría decir,
"Lo que cree una persona no es importante. Lo que realmente importa es la sinceridad de su
creencia." Por cierto, la sinceridad es importante. Sin embargo, la sinceridad con la que uno
sostiene una creencia en particular debe ser distinguida cuidadosamente de su veracidad. Para
ilustrar esta distinción, imagínese que está en un laboratorio de química. Su profesor anuncia que
su primer experimento involucrará estudiar las propiedades de los ácidos. Ella le coloca un
recipiente de Pyrex de 500 ml que contiene un líquido transparente sobre la mesa del laboratorio
y le dice, "Esto es ácido sulfúrico." En respuesta a su explicación, imagínese a su compañero de
laboratorio, Pedro, que dice, "Yo no creo que esto sea ácido sulfúrico. A mí me parece que es
agua." Pedro, usted descubre, es tan sincero acerca de su creencia de que el recipiente de Pyrex
contiene agua, que decide tomarlo.
¿Qué le ocurrirá a Pedro? Obviamente, tendrá suerte si logra vivir lo suficiente como para
participar en el laboratorio de la próxima semana una vez que el ácido sulfúrico haya terminado
con su tracto digestivo. A pesar de su sinceridad, la creencia de Pedro de que el recipiente
contenía agua no cambió la naturaleza de su contenido. Puede que crea con todo su corazón que
el recipiente sólo contiene agua, pero el ácido lo matará. La creencia que uno tiene acerca de un
objeto (o estado de situación) debe ser diferenciada cuidadosamente del objeto o el estado de
situación reales. Uno puede ser sincero y, sin embargo, estar sinceramente equivocado.
(3.) Una tercera objeción se relaciona con el problema de la objetividad. Aun cuando una
religión fuera verdadera, y las otras falsas, se sugiere que no hay criterios neutrales mediante los
cuales uno puede evaluar las tradiciones religiosas. Si, por ejemplo, usted le pregunta a un
musulmán por qué rechaza el hinduismo él le dirá que no está de acuerdo con las enseñanzas del
Corán. De la misma forma, si a un budista se le pregunta por qué rechaza el cristianismo, le dirá
porque no cuadra con las enseñanzas de Buda.
Si bien es cierto que los adherentes de una religión podrán rechazar las enseñanzas de otras
religiones porque no son coherentes con sus propias enseñanzas, no sigue de esto que no existen
criterios que puedan ser utilizados para evaluar las tradiciones religiosas. Yo creo que hay al
menos cinco criterios "independientes de la tradición".{7} Estos incluyen (1) consistencia lógica,
(2) apoyo fáctico adecuado, (3) relevancia de la experiencia, (4) consistencia con otros campos
del conocimiento, y (5) factores morales.{8} Estos criterios son relevantes para la evaluación de
cualquier teoría - sea histórica, científica o religiosa.
Al comienzo de este ensayo postulé la pregunta, "¿Conducen todos los caminos al mismo
destino?" Nuestro breve examen de las afirmaciones de verdad de las tradiciones religiosas tales
como el budismo, el hinduismo, el cristianismo, el islamismo y el judaísmo no ha producido
ninguna evidencia que sugiera que todos los caminos conduzcan al mismo destino. Al contrario,
las afirmaciones mutuamente excluyentes de las afirmaciones de verdad de las diferentes
religiones sugieren precisamente lo contrario. De aquí que si voy a ser intelectualmente honesto
creo que la respuesta a la pregunta que postulé al principio del ensayo es no - todos los caminos
no conducen al mismo destino. Consecuentemente, es nuestra responsabilidad examinar los
caminos ante nosotros antes de tomar una decisión informada.
Una Posdata. . .
Algunos encontrarán que mi conclusión es inquietante. Enfrentados a una miríada de religiones,
¿dónde comienza uno? Tal vez pueda ofrecer mi propia experiencia. A partir de mi estudio de la
fe cristiana, estoy persuadido de la veracidad de sus afirmaciones. Aunque crecí en una familia
cristiana, mi estudio personal comenzó como estudiante de primer año en la Universidad de
Michigan. Me encontré haciendo muchas preguntas como "¿Cómo sé que Dios existe?" "¿Puedo
confiar en la Biblia?" A lo largo de los años, leí cuidadosamente gran parte del Nuevo
Testamento. Me sorprendí al encontrar que el cristianismo provee los criterios mediante los
cuales sus afirmaciones de verdad pueden ser evaluadas. Déjeme explicarle.
La afirmación central del cristianismo es que Dios entró en la historia humana hace 2000 años
mediante un hombre llamado Jesucristo que murió en la cruz entre dos ladrones y que resucitó de
los muertos tres días después. La veracidad del cristianismo depende de este evento histórico - la
resurrección de Jesucristo de entre los muertos. En una carta del primer siglo a un grupo de
cristianos, el apóstol Pablo les escribió lo siguiente respecto de la importancia de la resurrección
de Jesucristo: "Si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también
nuestra fe." (1 Corintios 15:14). En otras palabras, si Cristo no resucitó de los muertos, entonces
el cristianismo es falso.
Entonces, para desaprobar el cristianismo uno sólo tendría que mostrar que Cristo nunca resucitó
de los muertos. Hace algunos años un escéptico del cristianismo llamado Josh McDowell se
dedicó a hacer precisamente esto. Quiso escribir un libro que refutara al cristianismo. En su libro
Evidence that Demands a Verdict (Evidencia que Exige un Veredicto) él escribe. Después de
más de 700 horas de estudiar el tema, y habiendo investigado exhaustivamente su fundamento,
he llegado a la conclusión que la resurrección de Jesucristo es uno de los engaños más malvados,
crueles y despiadados que jamás se hayan impuesto sobre las mentes de los hombres, o es el
hecho más fantástico de la historia.{9}
Como escéptico del cristianismo, Josh McDowell no sólo encontró que la evidencia de la
resurrección de Cristo de la muerte era convincente, sino que él mismo se convirtió en un
seguidor de Jesucristo. Como el cristianismo ofrece criterios mediante los cuales sus
afirmaciones de verdad pueden ser evaluadas, esto lo convierte en un excelente lugar para
comenzar la investigación propia. Tal vez la mejor forma de comenzar a investigar al
cristianismo sea estudiar cuidadosamente los cuatro relatos biográficos de la vida de Cristo que
se encuentran en el Nuevo Testamento (Mateo, Marcos, Lucas y Juan).
Notas
{1} Ver John Hick, An Interpretation of Religion: Human Responses to the Transcendent (New
Haven: Yale, 1989). Consideraciones de espacio no me permiten interactuar con la hipótesis
pluralista de Hick. Para una evaluación de la hipótesis de Hick, ver Harold A. Netland,
Dissonant Voices: Religious Pluralism and the Question of Truth (Voces Disonantes: El
Pluralismo Religioso y la Cuestión de la Verdad,Grand Rapids: Eerdmanns, 1991), 196-233.
{2} Vale la pena notar también que ver el lenguaje religioso de esta forma involucra una
reinterpretación radical del lenguaje religioso que los adherentes de la mayoría de las tradiciones
religiosas encontrarían inaceptable. Aun cuando algunos adherentes sostienen que las creencias
religiosas expresan, en una forma metafórica, sus estados emocionales subjetivos, por cierto no
todos lo hacen. Muchos, sospecho, creen que sus doctrinas religiosas tienen la intención de
describir realidades objetivas.
{3} Sigmund Freud. The Future of an Illusion, trad. W. D. Robson-Scott, rev. James Strachey
(New York: Doubleday, 1964), 47-48.
{4} El estudioso de Oxford, Don Cupitt, por ejemplo, afirma que la verdad de la religión es
como la verdad del arte. Ver Don Cupitt, "The Death of Truth," New Statesman, April 5, 1991,
23-24.
{5} Mortimer J. Adler, Truth in Religion: The Plurality of Religions and the Unity of Truth (La
Verdad en la Religión: La Pluralidad de las Religiones y la Unidad de la Verdad, New York:
MacMillan, 1990), 2-5.
{6} Ibid., 3.
{7} Esto no significa sugerir que la evaluación de las afirmaciones de verdad religiosas es una
tarea fácil. Muchos asuntos epistemológicos surgen cuando uno intenta demostrar la veracidad
de las creencias religiosas. No obstante, creo que es posible proveer una garantía para las
afirmaciones de verdad religiosas. Para una discusión útil sobre los asuntos que proveen una
garantía para las afirmaciones de verdad en la religión, ver Basil Mitchell, The Justification of
Religious Belief (La Justificación de la Creencia Religiosa, New York: Seabury, 1973).
{8} Una discusión de estos criterios está fuera del alcance de este artículo. Sin embargo, otros
los han discutido en detalle en cuanto a cómo se relacionan con la evaluación de las tradiciones
religiosas. Ver Harold A. Netland, Dissonant Voices: Religious Pluralism and the Question of
Truth (Voces Disonantes: El Pluralismo Religioso y la Cuestión de la Verdad, Grand Rapids:
Eerdmanns, 1991), 151- 95.
{9} Josh McDowell, Evidence That Demands a Verdict: Historical Evidences for the Christian
Faith, rev. ed. (Evidencia que Exige un Veredicto: Evidencias Históricas para la Fe Cristiana,
San Bernardino: Here's Life, 1979), 179.
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