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EDUCACION I
Análisis sistemático de los procesos y acciones educativas
UNIDAD 1
La educación como proceso de transmisión de cultura es propia de la humanidad desde su origen. Sin
embargo, las formas que ésta ha asumido a lo largo de la historia responde a las particularidades de
cada sociedad. En este sentido hablamos de la educación - y de la forma institucional que asume-
como un fenómeno y un producto histórico social, en contraposición a la naturalización que implica
concebirla como universal y eterna. La educación sistemática que conocemos en la actualidad,
centrada fundamentalmente en el sistema escolar, responsabilidad de los estados nacionales, con su
división de niveles asociada a grupos de edad específicos en forma secuencial, es una construcción
reciente de la humanidad. Es un producto de la modernidad.
Este conjunto de dispositivos posibilita a la escuela por sus contenidos, formas y modos de
organización, la inducción de los alumnos y alumnas en las ideas, conocimientos, representaciones,
disposiciones y formas de conducta que requiere la sociedad para la vida adulta.
La revolución industrial y la revolución política iniciadas en la segunda mitad del siglo XVIII son los
procesos sociales de mayor impronta en la constitución de los sistemas escolares. Las funciones
sociales de la educación están estrechamente ligadas a estos procesos. En tanto proceso de
incorporación de las jóvenes generaciones a la vida adulta, la educación como proceso de
socialización implica la formación para el mundo del trabajo (función económica de la educación) y
la formación de ciudadanos para la participación política (función política de la educación) (Pérez
Gómez,1992).
Emile Durkheim, desde la sociología funcionalista de principios del siglo XX, desarrolló
ampliamente la noción de educación como socialización. En su modelo de sociedad, los diferentes
grupos establecen relaciones de complementariedad y mantienen un equilibro construido sobre la
base del consenso. En este enfoque, la cohesión social es producto de dos tipos de relaciones o
solidaridades entre las personas. Por una parte, una solidaridad mecánica, basada en las semejanzas
entre los individuos, producto del conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de
los miembros de una sociedad, su conciencia colectiva o común. Por otra, la solidaridad orgánica,
debida a las diferencias entre los miembros, en particular la división técnica del trabajo.
La educación tiene dos aspectos básicos en lo que respecta a la socialización de las generaciones
jóvenes: por un lado distribuir normas, valores, principios y habilidades comunes al conjunto de los
sectores sociales; por el otro, dado que cada uno de los sectores tiene una función diferente en la
sociedad, asegurar la distribución de conocimientos específicos para poder cumplir con su función.
En este sentido es que Durkheim (1976), indica que la educación es "una", homogénea, y "múltiple",
heterogénea. Desde esta perspectiva, el Estado, en tanto representante de los intereses del conjunto de
la sociedad, garante del bien común, debe ser responsable por la educación para asegurar la
transmisión de los principios que rigen la dinámica social.
Carl Marx, desde el materialismo histórico, sostiene que la sociedad capitalista se encuentra dividida
en clases antagónicas definidas por la propiedad de los medios de producción. Así se constituyen dos
clases sociales: el proletariado o clase obrera (fuerza de trabajo del sistema) y la burguesía o clase
capitalista (propietaria de los medios producción). La línea divisoria entre estas clases es la propiedad
o no de los medios de producción. Estas clases se encuentran en conflicto continuo por la apropiación
de los frutos de la producción. Los salarios por una parte y los beneficios por otra están determinados
por la lucha abierta entre capitalista y obrero, relación en la cual, los poseedores del capital tienden a
predominar a partir de hegemonizar el sistema jurídico-político (estado) que da legitimidad a este
régimen de desigualdades. La apropiación por parte de esta minoría de la producción excedente,
coloca en una relación de explotación a la mayoría de trabajadores.
Estas relaciones de producción, componen la base real sobre la que se levanta la superestructura
jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El Estado
moderno se consolida con el ascenso de la burguesía al poder y por las exigencias de la economía
capitalista. El sistema moderno de leyes y administración de justicia es un apoyo ideológico
importante para el Estado burgués. Esta es la forma particular, histórica, en la que la clase dominante
produce formas ideológicas que legitiman su poder. Para Marx, la clase que dispone de los medios de
producción material, dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios de producción intelectual.
Esta perspectiva de sociedad da lugar a una concepción diferente del papel de la educación en la
sociedad. Antes que un proceso de socialización, como se desprende de la perspectiva funcionalista,
la educación cumple un doble papel; por un lado el disciplinamiento de los grupos subordinados para
la aceptación del orden capitalista a través de la reproducción de la ideología dominante; por otro, la
formación de la elite dirigente perteneciente a los grupos dominantes.
Pérez Gómez (1992), adhiere a esta visión sociológica de la educación pero no se restringe a ella.
Señala que la misma tensión dialéctica que aparece en cualquier formación social, entre las
tendencias conservadoras que se proponen garantizar la supervivencia mediante la reproducción del
status quo y de las adquisiciones históricas ya consolidadas (socialización), y las corrientes
renovadoras que impulsan el cambio el progreso y la transformación como condición también de
supervivencia y enriquecimiento de la condición humana (humanización), tiene lugar de forma
específica y singular en la escuela. De esta manera habla de la función social de la escuela, que
desborda la función reproductora, a través de la mediación crítica del conocimiento público, el cual
tiene la potencialidad de quebrar el proceso reproductor.
En las escuelas no solo se dan procesos de reproducción de relaciones sociales y de poder, sino
además, y simultáneamente, procesos de resistencia y de lucha, así como de apropiación de la
cultura. Esto da lugar a transformaciones actuales y potenciales de la escuela y de su papel en la
sociedad. Pero para poder comprender estos procesos, se hace necesario profundizar en el análisis de
la vida cotidiana de la escuela, dado que esta no es una institución pasiva, sino que el conjunto de
prácticas institucionales que allí se dan, constituye una experiencia formativa tanto para alumnos
como para docentes.
Bibliografía
Estas discusiones han dejado su huella en la estructura misma del campo de teorización e investigación
educativas, expresándose, de manera recurrente, en muchos de los discursos contemporáneos sobre la
educación. Por lo cual, el propósito de este punto es rescatarlas y ahondar en su compresión y
contextualización socio-histórica.
En primer término, nos detenemos a analizar el debate pedagogía-ciencia/s de la educación que plantea el
texto de Durkheim. Se trata de un debate constitutivo del campo, que tiene lugar en los albores del siglo
XX, aunque es heredero de una discusión epistemológica y filosófica más lejana en el tiempo: (la
suscitada entre la filosofía, (ligada a la tradición idealista,) y las "ciencias positivas", (ligadas al
pensamiento positivista).
Entre los contenidos de dicho debate se encuentra, la discusión más general sobre la pertinencia o no de
los valores y del contenido axiológico dentro de las teorías científicas acerca de la educación, aspectos
vinculados a los niveles de involucramiento personal del investigador en su quehacer científico.
(objetividad / subjetividad científica), la relación entre teoría y praxis en el campo educativo (Ciencia y
pedagogía), así como, los roles asignados a quienes están involucrados en cada una de estas cuestiones el
investigador, entendido como quien elabora teorías a partir del trabajo empírico, y el tecnólogo, como
quien prescribe o norma el accionar educativo). Desde el funcionalismo de Durkheim, cada uno de estos
roles debería ser desempeñados por campos de acción distintos dentro de la sociedad.
Luego abordamos a un autor contemporáneo, Gimeno Sacristán, quien desde un paradigma crítico se
pregunta: "¿Qué tipo particular de ciencia es aquella que se ocupa de la educación?"; ¿qué la hace
diferente de -y no de menor jerarquía que -otras ciencias?". Así, delimita los componentes específicos de
este cuerpo de saberes -al que llama ciencias de la educación, concluyendo que no es posible definir su
esencia o su peculiaridad apelando a modelos epistemológicos propios de otras disciplinas.
Los tres componentes que utiliza para caracterizar a las ciencias de la educación (explicación, norma y
utopía) intentan hacer converger el modelo epistemológico de la tradición pedagógica con el de la
tradición científica, modelos que hasta entonces habían sido considerados dicotómicos y mutuamente
excluyentes. Asimismo, le da un lugar relevante a la utopía como componente central y la necesidad de
seguir construyéndola para transformar la realidad, en un contexto de pesimismo y desencanto frente a la
posibilidad de realizar cambios sociales.
Bibliografía
o DURKHEIM, E., 1974. “Naturaleza y método de la Pedagogía”, en Educación y sociología,
Schapire, Buenos Aires.
o GIMENO SACRISTÁN, J., 1978. "Explicación, norma y utopía", en ESCOLANO, A. y otros,
Epistemología y educación, Ed. Sígueme, Salamanca.